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LEN
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La Revista “Subjetividad y Procesos Cognitivos 10 - Lenguaje”
es una publicación de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES),
Paraguay 1338 (C1057AAV), Buenos Aires, Argentina.
Editor responsable: Dr. David Maldavsky.
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ISSN 1666-244X
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SUBJETIVIDAD Y PROCESOS
COGNITIVOS
10
LENGUAJE
ISSN 1666-244X
Indice
Lenguaje, comunicación e intersubjetividad: una aproximación
desde la psicología del desarrollo
Silvia Español 13
Problemas metodológicos en psicoanalisis con niños: ¿constituye
el ADL un aporte para el estudio sistemático de sesiones concretas?
Jorge Goldberg 29
Metacomprensión y comprensión lectora
Natalia Irrazabal 43
El pensamiento sin lenguaje verbal en el ser humano
Bernard Lechevalier 61
Tres casos de afasia: investigación de las erogeneidades, las defensas
y su estado con el algoritmo David Liberman (ADL)
David Maldavsky, Jorge Cantis, Rita de Durán y Horacio García Grigera 79
La capacidad de la teoría de proyección de la estructura y la teoría
de la metáfora conceptual para explicar la generación y el uso de
metáforas conceptuales: una comparación crítica
Ricardo A. Minervino 139
Comprensión del texto narrativo e inferencias
Carlos Molinari Marotto y Aníbal Duarte 163
Decir, no decir, decir de otro modo
Roger Perron 184
Contribución del análisis del discurso a la psicología política
Sebastián Plut 207
Análisis de la producción discursiva de escenas en una conversación
coloquial de chat
Eduardo Romano 235
La naturaleza del contenido de los estados subpersonales de la
competencia lingüística
Liza Skidelsky 271
Aplicación del ADL al lenguaje verbal y no verbal de un niño de 5 años
Luis Alberto Stoppiello 296
IAEPCIS 318
Números anteriores 333
Requisitos para la presentación de trabajos 347
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Resumen
En este artículo se analizan los vínculos entre lenguaje, comunicación e intersubje-
tividad desde una perspectiva genética a partir de los aportes de la psicología cog-
nitiva del desarrollo y de concepciones que se encuentran en los límites del cogniti-
vismo, como la estética naturalista de Dissanayake o las propuestas dinámicas de
Stern. En primer lugar, se describe la sensibilidad del neonato hacia el sonido del
lenguaje y las elaboraciones de la estimulación materna que dan lugar a las primi-
tivas experiencias de intersubjetividad. Se detalla también la experiencia intermo-
dal, temporal y no verbal de los afectos de la vitalidad y su enlace con las artes tem-
porales. En segundo lugar, se comentan las funciones comunicativas, tradicional-
mente asociadas con el lenguaje, que pueden realizarse de un modo preverbal así
como la formación de los primeros símbolos no lingüísticos infantiles. Finalmente,
de acuerdo con Rivière, se caracteriza al lenguaje como una “función crítica de
humanización”.
Summary
In this article the relationships between language, communication and intersubjectivity are
discussed from a genetic perspective. This analysis is carried out from the contributions of
the cognitive developmental psychology and from conceptions that border the cognitive
frame, such as Dissanakaye’s naturalist aesthetic and Stern’s dynamics ideas. First, the
neonate’s sensitivity to the sound of language is described, as well as the elaborations of the
maternal stimulations that lead to the primitive intersubjective experiences. Cross-modal,
temporal and non-verbal experiences of the vitality affect and its relation to temporal arts
are also described. Second, some communicative functions which were traditionally
associated with language but can be performed preverbally are commented, as well as the
formation of the first non-linguistic symbols. Finally, according to Rivière’s proposal,
language is characterized as a “function critical to humanization”.
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Introducción
Suele decirse que el lenguaje es el instrumento simbólico por excelencia de la espe-
cie humana. Un código simbólico que abre la posibilidad de comunicar contenidos
semánticos claros y precisos -acerca del pasado y del futuro, de lo perceptivamente
presente, de lo imaginado o recordado- y que posibilita que se establezcan experien-
cias de intersubjetividad entre aquellos que comparten el código. El lenguaje nos per-
mite decir “El gato está sobre el felpudo” y da lugar a que otro conteste “No, ya no
está, pero volverá”. Usando el lenguaje nos comunicamos -transmitimos intenciona-
damente información- y experimentamos un contacto intersubjetivo -la subjetividad
de cada hablante/oyente ha tomado en cuenta la subjetividad del otro con respecto al
hecho en el mundo de un gato sobre el felpudo.
Esta descripción es en cierto sentido certera, pero los conceptos que articula -lenguaje, comuni-
cación e intersubjetividad- están sensiblemente acotados: el lenguaje es mucho más que un códi-
go simbólico, la comunicación sobrevuela el mundo de las palabras y las experiencias de inter-
subjetividad no son siempre acerca de hechos en el mundo ni se logran solo mediante intercam-
bios lingüísticos. Esto es lo que nos dicen las investigaciones en psicología del desarrollo, en
especial aquellas que se ocupan de la infancia temprana. Un área de investigación que, en rela-
ción con el lenguaje, tiene un efecto llamativo: por un lado, limita su reinado; por otro, lo ampli-
fica y extiende. Lo limita al encontrar que algunas de las funciones tradicionalmente asociadas
con él pueden realizarse con pautas comunicativas preverbales y que ni siquiera la formación
simbólica le es privativa. Lo extiende al señalar que algunos aspectos del lenguaje, no vincula-
dos con su naturaleza simbólica o conceptual, pueden transmitir contenidos semánticamente
vagos y (junto con otros elementos) dar lugar a las experiencias de intersubjetividad más tem-
pranas, aquellas que se establecen entre el adulto y el bebé durante los primeros meses de vida.
Asimismo, el estudio de la vida preverbal ha llevado a que, probablemente por primera vez en
la psicología académica, se preste atención a lo que se puede perder al adquirir el lenguaje.
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procedurales del habla, ahora inmediatamente toman las sílabas canónicas como pro-
topalabras potenciales, atribuyéndoles significado.
El bebé cuenta, al menos, con cuatro capacidades tempranas que le permiten responder
armónicamente a la estimulación que recibe: tiene una incipiente capacidad de imita-
ción, puede percibir trasmodalmente, es capaz de expresar (e interpretar) emociones
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Más allá de que se considere o no que desde el inicio puede hablarse de una subjeti-
vidad del bebé y, por ende, de experiencias de intersubjetividad, el modo en que
Trevarthen y Stern describen los modos más tempranos de sentir y de estar con los
otros está signado por la experiencia del tiempo. De acuerdo con Trevarthen, las
experiencias de intersubjetividad no ocurren solo porque el bebé (y el adulto) pueden
expresar e imitar sus expresiones emocionales sino que el fluir de intercambios de
imitaciones mutuas y la sincronía interactiva, regulada por un pulso subyacente, que
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se establece entre ambos permite compartir patrones temporales y entrar en una sin-
tonía mutua de sentimientos dinámicos.
Para Stern, también el mundo interpersonal del infante es desde el inicio un mundo
de sentimientos dinámicos a los que denomina de diversa manera: afectos de la vita-
lidad (1985), sentimientos temporales (1995), contornos vitales (2000). Ellos son
modos de sentir dinámicos que no están reflejados en el léxico de las emociones clá-
sicas darwinianas (alegría, ira, tristeza, desagrado, etc.) sino que solo pueden descri-
birse mediante términos dinámicos, cinéticos, como agitación, desvanecimiento pro-
gresivo, fugaz, explosivo, crescendo, decrescendo, estallido, dilatado. Los senti-
mientos temporales son perfiles de activación en el tiempo, cambios pautados de la
intensidad de la sensación y del tono hedónico en el tiempo que se expresan con
maestría en las artes temporales. Estas artes (la música y la danza) reflejan modos de
sentir más que un sentimiento en particular; no transmiten afectos discretos, emo-
ciones como la tristeza o la alegría, sino modos de sentir dinámicos: la tristeza puede
ser fugaz o dilatada, acelerarse o desvanecerse al igual que la alegría. Los modos de
sentir dinámicos pueden acompañar a las emociones darwinianas clásicas pero tam-
bién presentarse sin ellas en cualquier tipo de acto humano: la alegría puede ser
fugaz, evanescente o explosiva, pero el levantarse de una silla puede ser también
explosivo y fugaz el gesto y evanescente la caída del recuerdo. De esta naturaleza es
también el mundo social experimentado por el infante, un mundo que refleja la exis-
tencia de antecedentes de las artes temporales.
La experiencia que describe Stern puede intuirse un poco más, si se toma en cuenta
que los sentimientos temporales son una experiencia transmodal, una experiencia en
la que se aúnan la diversidad de sensaciones provenientes de diferentes modalidades
en función de su perfil de activación, es decir, de las variaciones de la intensidad de
las sensaciones. En la adultez, de la diversidad de sensaciones provenientes del
extensísimo espectro de toda nuestra experiencia. Como dice Stern, “Un ataque de
cólera o alegría, un torrente percibido de luz, una secuencia acelerada de pensa-
mientos, una ola de sentimientos evocados por la música y una toma de narcóticos
pueden sentirse por igual como irrupciones (...)” (Stern 1985/1991, p. 77). En la
infancia, de la diversidad de perfiles de activación provenientes de todas las modali-
dades -táctil, visual, auditiva, kinestésica- que el bebé experimenta en sí mismo y en
los otros, en actos cotidianos y simples. De tal modo, si la madre dice “bueno,
bueno”, al tiempo que acaricia armónicamente la mejilla de su hijo, el bebé puede
percibir un cierto perfil de activación en diferentes estimulaciones simultáneas,
puede aunar el habla de la madre con la caricia en tanto tienen una duración, fuerza
inicial y abandono final semejantes (ejemplo tomado de Stern, 1985). De ambas esti-
mulaciones (táctil y auditiva) surgirá la misma experiencia de sentimiento temporal.
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Una polémica clásica en psicología del desarrollo es si el tipo de relación que se esta-
blece entre el adulto y el bebé durante sus primeros meses de vida es comunicativa.
Existe un acuerdo general en que el bebé es capaz de compartir con el adulto estados
emocionales pero lo que está en discusión es si el bebé intencionadamente busca
1 El argumento de Stern termina ahí. Sin embargo, creo que puede acentuarse. Porque en realidad la pala-
bra refleja el concepto, el cual proviene de un proceso de abstracción que desecha lo particular y expe-
riencial. El concepto es genérico, prescinde de las diferencias al proceder mediante abstracciones; omite
lo individual para alcanzar el máximo de casos posibles acallando el mundo de las impresiones. La idea
es de Nietzsche para quien -como claramente señala Picó Sentelles (2005)- el sonido del lenguaje es una
grieta en la estructura conceptual. Cuando el sonido atraviesa la estructura conceptual, cuando con la com-
posición de palabras se imita la música (acentuando el ritmo, la armonía, la melodía de las palabras), se
entra en el ámbito de la poesía. (Un análisis de las semejanzas entre el pensamiento de Stern y la cadena
ontológica nietzscheana -verdad-música-lenguaje- se realiza en Español, 2006).
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estas experiencias. Más allá de esta discusión, lo cierto es que las capacidades del
bebé están infinitamente lejos de permitirle comunicarse acerca de cualquier cosa que no sea la
relación entre él y los otros. Para que algo semejante acontezca, el mundo experimentado por el
infante debe tener tres rasgos esenciales: 1. Debe haber “algo allá afuera” factible de ser referi-
do, 2. Debe poder diferenciar sus actitudes psicológicas de la de los otros y 3. Ha de poder inte-
ractuar con los otros en relación con ese “algo de allá afuera”. Los tres rasgos emergerán antes
de que finalice el primer año de vida.
Desde su nacimiento, el bebé se orienta hacia la relación con los otros, pero también
lo hace hacia el mundo de los objetos externos. Desde los primeros meses los some-
te a diversos esquemas sensoriomotores y desarrolla, entre otras, capacidades de
exploración y prensión manual. Los objetos son al inicio “cosas para la acción” pero
alrededor de los cinco meses cambia el modo en que se vincula con ellos: se produ-
ce un cambio de énfasis desde la incorporación de cosas en el propio cuerpo a la con-
templación de algo allá fuera. Este cambio muestra el paulatino establecimiento de
la actitud contemplativa, una actitud en la que se empieza a desarrollar una relativa
independencia de los objetos y una relativa separación entre conocedor y conocido.
Cuando las primeras cosas para la acción se convierten en objetos de contemplación
empieza a gestarse un distanciamiento entre el niño y el objeto, que permite que el
objeto adquiera una relativa independencia y adopte el carácter de un referente poten-
cial (Werner y Kaplan, 1963/1984).
Pese a la atención que despiertan en el bebé tanto los objetos como sus congéne-
res, durante este período no puede aún coordinar en su acción ambas orientaciones.
La combinación de acciones dirigidas a las personas y acciones dirigidas a los
objetos emerge alrededor de los nueve meses. Este proceso, reconocido por casi
todos los investigadores del desarrollo infantil, suele denominarse proceso de trian-
gulación. El mismo proceso puede describirse en términos del desarrollo de la
intersubjetividad. En tal caso, se dice que el niño transita de interacciones diádicas
-en las que se comparten estados emocionales- a interacciones triádicas en las cua-
les se comparte intersubjetivamente el interés por los objetos y eventos del mundo.
Este segundo modo de intersubjetividad se denomina intersubjetividad secundaria
(Trevathen, 1982). Su primera manifestación es el fenómeno de atención conjunta
en el que niño y el adulto alternan la mirada hacia algún objeto de interés y hacia
el compañero de interacción. La presencia de procesos tan básicos anclados en la
percepción, como la alternancia de mirada o el seguimiento de la mirada del otro,
permiten inferir que el bebé capta las cualidades y orientaciones de las actitudes
psicológicas de las personas y puede, por tanto, empezar a percibir al otro como un
ser subjetivamente orientado al mundo (Hobson, 1993/1995). Ahora sí estamos
frente a dos personas que no solo se interesan en algo que está “allá afuera”, más
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allá de la propia relación, sino que comparten su atención hacia ese algo, algún
hecho en el mundo como un “gato sobre el felpudo”.
Unos pocos meses más y el niño podrá, además de compartir, comunicarse acerca de
las cosas que captan su atención. Alrededor de los doce meses empezará a realizar
ciertas pautas de conductas a las que nadie niega su carácter comunicativo: realizará
gestos -como el señalar- mediante los cuales -intencionadamente-orientará la aten-
ción del adulto. En ellos se anticiparán, por lo menos, dos de las funciones con que
posteriormente será usado el lenguaje: la función imperativa y la declarativa. Los
niños usan sus gestos, a veces, para pedir cosas (protoimperativos) y otras simple-
mente declarando, “comentando” la experiencia de un modo preverbal (protodecla-
rativos). Pueden señalar un objeto al adulto con la intención de que este se lo alcan-
ce, o pueden señalar invitando al otro a mirar “algo allá afuera”. Las pautas prever-
bales de comunicación muestran que el niño posee una cierta forma primaria de
“conciencia del otro como intérprete”, es decir, algún grado de conciencia de estar
produciendo una actividad que es meramente sígnica y que, por tanto, no ejerce efec-
tos materiales sobre el mundo sino que tiene consecuencias mentales en los compa-
ñeros de interacción (Rivière y Español, 2002). Suponen también la capacidad de
percibir al otro como sujeto, como un ser subjetivamente orientado al mundo
(Gómez, 1998). Pero son especialmente las pautas protodeclarativas las que ponen
de manifiesto el tipo de reconocimiento del otro alcanzado: solo si tiene alguna clase
de noción del otro como sujeto, como ser dotado de una cierta interioridad mental,
puede explicarse que el niño trate de compartir con otros la atención y el interés por
el objeto (Español y Rivière, 2000; Español, 2004; Rivière y Sotillo, 1999/2003).
Los gestos que surgen primero en el desarrollo, como el gesto de señalar, son signos
deícticos que presentan una limitación crucial: se encuentran anclados a su objeto de
referencia, requieren necesariamente la presencia perceptiva de los objetos a los que
apuntan; no representan cosas sino que mantienen una relación estrecha, física, con
el objeto al que refieren. Cuando el niño acceda al lenguaje, el mundo de lo compar-
tido y comunicable se extenderá hacia lo ausente, hacia lo que no está pero se recuer-
da y conoce, o hacia lo que se prevé o se imagina. Sin embargo, también existen
modos preverbales de comunicarse acerca de lo no-presente. La capacidad de evocar
significados ausentes mediante significantes claramente diferenciados de tales signi-
ficados suele considerare en psicología del desarrollo un sinónimo de la capacidad
simbólica. Y, alrededor de los dieciocho meses, esta se manifiesta de modo preverbal
en lo que Rivière (1984/2003, 1990) denomina “símbolos enactivos” o “símbolos
con vocación de metáforas”. Símbolos que nacen como resultado de la necesidad de
comunicarse acerca de algo ausente con los demás. Se trata de creaciones semióticas
originales, idiosincrásicas, de un modo no copiado de referencia que el niño crea
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cuando precisa comunicarse y no cuenta aún con el desarrollo léxico gramatical ade-
cuado. Por ejemplo, Pablo, a los 18 meses, luego de llamar la atención del padre,
sopla un mechero que se encuentra apagado, lo mira y espera. Realiza un “soplido
semiótico” que no apaga nada (el mechero está apagado) pero justamente por su dis-
funcionalidad su acción adquiere otro significado y puede evocar la llama ausente.
El padre interpreta su símbolo, prende el mechero y el niño sopla (ahora funcional-
mente) la llama. Pablo ha logrado con su acción lo mismo que si hubiese podido
decir “Papá, prende el mechero” (ejemplo tomado de Rivière, op. cit.). Otro ejemplo,
Habib, a los 19 meses, mueve brazos y manos por encima de su cabeza de forma
ondeante, imitando los movimientos con los que se baila el flamenco, para pedir ver
un video del bailarín Joaquín Cortéz. Quien está con él interpreta su símbolo y pone
el video. En estos símbolos “en acción” el enlace entre significante y significado no
es arbitrario sino motivado, por lo que suele ocurrir que solo pueden ser interpreta-
dos si se conoce su contexto de producción. En el siguiente símbolo esto se torna evi-
dente: Habib, a los 18 meses, al ver llegar a su padre, señala el suelo y patalea un rato
mientras continúa señalando sin que nadie entienda qué hace. El padre ríe y dice
“ayer a la noche maté una cucaracha que estaba en el garaje”. El gesto de señalar al
suelo, en donde no hay nada, y el pataleo, probable imitación del estado de excita-
ción frente al correteante animalillo, unidos, conforman un gesto novedoso, motiva-
do, mediante el cual el niño evoca un evento pasado, una cucaracha ausente. Pero su
símbolo solo puede ser interpretado por quien compartió con él la escena. (Para un
análisis de los procesos de producción de estos y otros símbolos preverbales puede
verse Español, 2004 y en prensa).
Comentarios finales
El modo en que he estado hablando acerca del lenguaje refleja la noción de “función
crítica de humanización” de Angel Rivière (1999/2003). Las funciones críticas de
humanización pueden considerarse un punto de intersección entre la biología y la
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cultura: suponen una fuerte preparación biológica pero implican un formateo cultu-
ral de la mente humana. Son funciones que no demandan enseñanza explícita sino
que se adquieren por aprendizaje incidental a través de interacciones naturales con
las personas en lo que habitualmente se denomina crianza y requieren del despliegue
de experiencias de intersubjetividad secundaria. El lenguaje natural, la capacidad de
simulación o ficción y las competencias de atribución mentalista inherentes al
Sistema de Teoría de la Mente son las funciones críticas de humanización que confi-
guran en gran medida nuestra especificidad de especie. Pero no todo el dominio del
lenguaje sino solo aquello que cabe dentro del concepto de “lenguaje natural” puede
describirse como tal. La conjunción de un conjunto de preferencias estimulares inna-
tas (comunes a todos los miembros de nuestra especie) y la interacción natural con
los miembros de una comunidad lingüística específica torna posible la adquisición,
en un período breve, de una lengua particular. No sucede lo mismo con otras habili-
dades lingüísticas, como los procesos básicos de lecto-escritura o el aprendizaje de
una segunda lengua, que se adquieren mediante aprendizajes explícitos y costosos en
términos cognitivos. Estos últimos forman parte del proceso de enculturación, en
cambio, el lenguaje natural hace al proceso de humanización.
De acuerdo con la argumentación de este escrito, el lenguaje natural es una función crítica de
humanización no solo por su organización gramatical y conceptual sino también por los com-
ponentes de las artes temporales que atraviesan al sonido del lenguaje. El lenguaje es un vehícu-
lo para el establecimiento de experiencias de intersubjetividad conceptuales, pero desde una pers-
pectiva genética también, y primero, es vehículo de experiencias de intersubjetividad no con-
ceptuales. En este último caso, es la naturaleza temporal, no conceptual, del lenguaje la que pasa
a primer plano y se combina con otros elementos temporales de la interacción adulto-bebé. La
comunicación humana está, sin duda, mediada por el lenguaje pero la comunicación, aun en su
sentido más estricto, precede ontogenéticamente a la emergencia del signo lingüístico. El len-
guaje natural es la función crítica de humanización que mejor refleja la capacidad simbólica
humana, pero la detección de símbolos enactivos indica la presencia temprana de símbolos no
lingüísticos. Pero es ciertamente la adquisición del lenguaje lo que permite el desprendimiento,
casi nunca absoluto, del significado contextual, del mundo de las impresiones. Con las ventajas
(y desventajas) que conlleva.
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Resumen
Este trabajo, que es un fragmento de una Tesis de maestría, se pregunta si el ADL
constituye un buen método de análisis para las sesiones analíticas con niños. El pro-
cedimiento que seguimos es el de tomar una sesión y aplicarle el ADL y el método
de los estilos de juego de D. Liberman. Concluimos considerando que el ADL hace
aportes importantes a la comprensión de la sesión. Muy particularmente algunos de
sus instrumentos como el de las estructuras frase, la grilla de motricidades y la guía
para detectar la defensa, que brindan valiosa información, muy especialmente acer-
ca del estado de la alianza terapéutica en la sesión estudiada.
Summary
This paper, which is a fragment of a master’s thesis, questions whether the DLA is a
good method of analysis for analytic sessions with children. The procedure we follow
is to take a session and apply the DLA and the game’s styles method of D. Liberman.
We conclude considering the DLA makes important contributions to the session’s
comprehension. Particularly some of the instruments such as phrase structures, grid
of motilities and guide for detecting defenses, which give valuable information,
especially regarding the therapeutic alliance in the studied session.
A lo largo de su obra, Freud consideró central a la eficacia del lenguaje en los pro-
cesos anímicos (Freud, 1913i, 1925h). En esa misma perspectiva, consideró a las
manifestaciones verbales (Freud, 1901b, 1905c) como punto de partida para susten-
tar sus investigaciones teórico-clínicas. Su concepción del psicoanálisis como cien-
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cia empírica lo condujo permanentemente a buscar nexos consistentes entre las especulaciones
teóricas y el lenguaje observacional, a sabiendas que del hallazgo de esas hipótesis intermedias,
dependía el avance científico del psicoanálisis (Maldavsky, D.; 1999).
El ADL (Maldavsky, D.; 1999, 2000, 2004) es un método de investigación del dis-
curso, apto para el estudio de procesos psicoterapéuticos desde una orientación freu-
diana. El método pretende detectar las erogeneidades y las defensas en el discurso.
Para ello dispone de cinco instrumentos, tres que estudian la erogeneidad (en los
niveles del relato, la frase y la palabra) y dos que detectan las defensas (en el relato,
por un lado, y en la palabra y la frase sobre todo). Maldavsky construyó este méto-
do a lo largo de 30 años. Comenzó ordenando la compleja teoría freudiana, articu-
lándola con propuestas de autores ulteriores, y a enlazar metapsicología, psicopato-
logía y clínica. Simultáneamente avanzó en la operacionalización de la teorización,
de la cual seleccionó dos variables centrales: erogeneidad y defensa. Para operacio-
nalizar, debió encarar un refinamiento y sistematización de la teoría freudiana de pre-
conciente. Para ello debió desechar el término libermaniano de estilo y recuperar la
hipótesis freudiana de preconciente, o de modo más evocador, lenguaje del erotismo
(Freud, 1913, op. cit.; 1925, op. cit.). Esta propuesta tiene como argumento de base
que las pulsiones parciales (conjunto de características definidas a lo largo de la obra
de Freud) pueden transmudar un goce específico en recursos expresivos. Un momen-
to previo y necesario a la vez es que la erogeneidad se trasponga en una formaliza-
ción de la materia sensible y la motricidad, lo que supone una sustitución de goce en
detrimento de lógicas psíquicas. Tal formalización luego se traslada a la creación de
las huellas mnémicas (que derivan de las percepciones).
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Ante este contexto metodológico efectuamos un estudio exploratorio (Goldberg., J.; 2005), cuya
meta es avanzar en el desarrollo de una metodología propia para el psicoanálisis con niños, cen-
trada en el estudio de las manifestaciones idiosincráticas de los niños en sesión (dibujos, juegos
que incluyen el despliegue motriz aloplástico, frases breves).
1. Introducción
Esta tesis se plantea contribuir al conocimiento en el ámbito del psicoanálisis clíni-
co con niños, en dos áreas en las que el estado del arte ha revelado huecos. Una, es
la carencia de una metodología de la investigación propia. La otra, es la conceptua-
lización y captación del estado de desvalimiento transitorio como hecho clínico (este
último aspecto, no se considerará en esta oportunidad).
3. Preguntas
¿Qué resultado arrojará el contraste entre ambas teorías?
¿Se complementan estos dos enfoques metodológicos?
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4. Objetivo general
Construir un método válido para el estudio de las sesiones psicoanalíticas con niños.
5. Justificación
En la actualidad, los problemas metodológicos en psicoterapia tienen un auge nota-
ble. Cuestiones tales como la eficacia de las intervenciones terapéuticas, los meca-
nismos del cambio clínico y la evaluación de los resultados en psicoterapia constitu-
yen una profusa bibliografía (Bergin y Garfield, 1994). Estos autores reseñan una
variedad de propuestas metodológicas referidas a la psicoterapia con adultos, lo que
contrasta con la muy escasa cantidad y calidad de propuestas existentes en el terreno
de las psicoterapias y psicoanálisis con niños. En este contexto de carencia, el psico-
análisis con niños aporta tan solo el 5% de las investigaciones de por sí escasas, en
el ámbito de la psicoterapias con niños (Bergin y Garfield, op. cit.), lo que hace evi-
dente su temprano nivel de desarrollo científico.
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7. Tipo de investigación
Exploratoria.
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9. Selección de la muestra
No probabilística.
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P: Que voy a mostrarles a mis compañeros lo que hice, con mi álbum. Acá va la “B”.
¿Cuál letra va? ¿A? A. Completé página.
T: Esta actividad que estás pensando ya es una forma de responder a eso que va a
pasar. Vacaciones y nos vamos a dejar de ver por... dos semanas. Vos ya estás pen-
sando en llevarte algo de acá, en enseñar algo de acá a tus compañeros, algo de lo
que hacemos juntos... vos vas a mostrarles láminas en tu clase, cosas.
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En el pasillo de entrada hace alusión a que es la última sesión, antes de las vacacio-
nes de invierno, cuando interrumpiremos por dos semanas.
Comienza oscilando entre un deseo vengativo (A1) -la interrupción intrusiva y el dar
órdenes- y el deseo de dominar un objeto (A2), cuyos testimonios son la rectificación
y la información. Luego el deseo vengativo toma como medio de enmascaramiento
el pedir de modo seductor, que corresponde a un deseo FG de completud estética, que
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en este caso hace de medio para un fin, el deseo de venganza. El desenlace es la con-
sumación exitosa, al hacerle hacer al analista y lograr su consagración y reconoci-
miento humillando al otro.
El fragmento analizado cuenta con una serie de desempeños motrices, de gran impor-
tancia en la preparación y consumación del deseo de derrotar al terapeuta humillan-
temente. Esto ocurre sobre todo cuando el niño aferra la paleta, la toca, me la tiende,
la toca nuevamente y luego insiste en dármela para que la toque.
Los gestos en cuestión corresponden al estilo épico. Es un tipo de gestos que se deno-
mina sinecdóquicos: la parte por el todo. Se trata de “hacerle hacer” a otro, con el
objetivo de propinarle una derrota humillante o la pérdida de un bien material. El
procedimiento consiste en realizar un fragmento de acción con la finalidad de desac-
tivar en la víctima la angustia señal (en la sesión eso ocurre cuando el niño vuelve a
tocar la paleta antes de invitarme a tocarla) y que, entonces, despliegue un conjunto
de actos motrices que lo conducen caer en la trampa y padecer un sentimiento de
humillación, gracias al cual el protagonista alcanza un sentimiento triunfal (el signi-
ficante “perdiste”, expresa este vínculo en esta sesión).
Tipo de defensa
Para detectar la defensa prevalente, nos da una primera orientación el erotismo predominante, en
este caso, el A1. Recordemos (Maldavsky, 2005, op. cit.) que la libido intrasomática, la pulsión
oral primaria, la pulsión oral secundaria y la anal primaria son el grupo de pulsiones que suelen
ser comandadas 1) por la desmentida o bien por la desestimación o 2) por la creatividad o la subli-
mación. Para decidir entre ambas posibilidades procuramos, por un lado, detectar el carácter evo-
cador o no de ciertos procesos retóricos y por el otro, el contexto en que se despliega el discurso
o acto motriz. Inferimos que la defensa es creatividad o sublimación si las frases o actos son acor-
des con el contexto. Por ejemplo, en un debate político la estrategia de provocar al adversario,
tenderle trampas y humillarlo políticamente es acorde con el contexto.
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hubiese sido acorde: procesar la separación del objeto por las vacaciones. De este
modo nuestra elección ha de recaer entre las defensas patógenas: la desmentida y la
desestimación. Lo inherente a estos dos mecanismos es oponerse a la admisión de
ciertos juicios.
La razón por la que suponemos que se trata de la desmentida es que esta refuta jui-
cios a través del recurso de reemplazarlos por objetos de la realidad (en este caso el
niño utilizó recursos gestuales y discursivos para crear el señuelo). La desestimación,
en cambio, pretende abolir los juicios recurriendo a productos de la vida psíquica,
como la alucinación o el delirio.
12. Discusión
12.1. Análisis de los resultados obtenidos por ambos métodos en la detección de
escenas, defensas y motricidades
Afinidad y diferencia entre ambos métodos a la luz de la sesión analizada
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• El ADL recupera y profundiza la correlación freudiana entre pulsiones y sus metas respec-
tivas; de ese modo gana refinamiento en la descripción de las secuencias narrativas. En los
hechos, en nuestra investigación, en un fragmento de análisis de la otra sesión que estudia-
mos -que por razones de espacio aquí no podemos hacer constar- la distinción entre las
metas del erotismo anal primario respecto de las del secundario nos permite describir con
precisión la diferencia entre el comienzo (en que el paciente comienza tratando de desper-
tar vergüenza y humillación (A1) y el final de la misma sesión, en que termina intentando
dominar y poseer al objeto (A2).
Por otra parte, para el análisis de las defensas en el vínculo que se erigen entre
paciente y analista, el ADL brinda una guía muy precisa que nos permite distinguir
qué defensa prevalece (y cuáles son secundarias), además el estado actual de la
misma, es decir: si es exitosa o fracasa o ambas alternativas a la vez. A su vez, per-
mite detectar el cambio de la defensa. Por ejemplo, la secuencia que sigue al frag-
mento analizado (que no podemos transcribir por razones de espacio) fue analizada
del siguiente modo: “En esta escena se vuelve a activar la desmentida, que, sin
embargo la intervención de límite que aporta el analista (propias del A2, que es el
complementario del A1 vigente en el paciente), promueve que el paciente cambie,
inhiba la búsqueda de omnipotencia y comience a discutir, a o objetar. Cambia la
defensa (la inhibición del acto sustituye a la desmentida), la motricidad (ahora es la
que profiere palabras) y el tipo de frase dominante [que pasa a ser la A2 que el tera-
peuta habilitó desde su discurso y el paciente introyectó”] (Goldberg, J.; 2005). Es
notable también como de un breve fragmento de sesión hemos extraído importante
información, la que incluye cambio de defensa, de motricidad y de tipo de frase. Es
por eso que decimos que el ADL permite hacer rendir analíticamente fragmentos más
pequeños de material clínico.
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13. Conclusiones
Presentamos algunas de las conclusiones de esta investigación
a) El niño es tan plurisignificativo al hacer, como el adulto lo es al hablar. El ADL
tiene instrumentos capaces de aportar a un estudio sistemático de las manifestacio-
nes infantiles. Para el estudio del cuerpo en movimiento cuenta con la conceptuali-
zación de programas gesticulares que articula semiótica y psicoanálisis.
Bibliografía
Bergin y Garfield (1994), “Handbook of psychotherapy and behavior change” Nueva
York, John Wiley & Sons, Inc.
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Resumen
En los últimos años, el estudio de los procesos metacognitivos desarrollados duran-
te la lectura ha suscitado un interés creciente dentro del campo de la psicología del
discurso. En este artículo se describe el estado actual de la investigación de la meta-
comprensión desde la perspectiva que conjuga los aportes de la teoría de la meta-
comprensión con aquellos provenientes de la teoría de comprensión de textos
(Kintsch, 1988). El proceso de metacomprensión está formado por las fases de moni-
toreo y regulación. Desde la psicología del discurso se intenta entonces vincular el
procesamiento metacognitivo en cada una de estas fases con los niveles de procesa-
miento en la lectura de textos. Los hallazgos experimentales en este campo apuntan
no solo a describir el proceso lector sino también a aportar nuevas direcciones en la
intervención para la mejora de la lectura en el ámbito educativo.
Summary
In the past few years, the study of the metacognitive processes during reading
comprehension has given rise to an increasing interest within reading psychology.
The current status of the metacomprehension research is described in this article
from the perspective that combines the metacomprehension theory’s contributions
with those originating in the text comprehension theory (Kintsch, 1988). The
metacomprehension process consists of two phases: monitoring and regulation.
Reading psychology researches try to tie the processing in each phase to the
representation levels in text comprehension. The experimental findings in this field
aim not only to describe the reading process but also to contribute new directions in
the intervention to the reading improvement in educational area.
Introducción
Históricamente, el constructo metacognición fue definido de modo genérico por
Flavell (1979) como “cognición de la cognición”. Desde dicho autor en adelante se
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los distintos niveles de análisis del material. Considerando estos niveles de estructu-
ra del lenguaje, la psicolingüística postula que existen procesos cognitivos específi-
cos para la comprensión de cada uno de los mismos. Un texto no se procesa en un
instante, el comprensor construye la representación del mismo sucesivamente,
mediante el procesamiento de las unidades menores (Haberlandt y Graesser, 1985).
No puede comprenderse un texto como un todo, si no se comprenden las oraciones
que lo componen; no puede comprenderse una oración, si no se comprende el signi-
ficado de las palabras que la componen o al menos de varias de ellas. Quien com-
prende impone a los estímulos transformaciones sucesivas que conducen de una
forma de representación a otra, cada vez más abarcativa. Complejos análisis tienen
lugar en diferentes niveles, desde el nivel sensorial a los niveles perceptual, lingüís-
tico y conceptual. Objeto de procesamiento no es meramente el input del mundo
externo (procesamiento abajo-arriba), sino también el proveniente de la memoria de
largo plazo (procesamiento arriba-abajo), desde el conocimiento perceptual y léxico
hasta el conocimiento general del mundo y las creencias.
Dos conceptos fundamentales en la comprensión del texto son los de cohesión y coherencia.
La distinción entre ambos términos puede asociarse a la diferencia entre forma y contenido
(Halliday y Hassan, 1976). La cohesión se define como el conjunto de indicadores lingüísti-
cos que expresan la relación entre las diversas oraciones, permitiendo mantener la continui-
dad referencial del texto. La coherencia da cuenta de cómo las partes del texto se interrela-
cionan y se organizan significativamente como un todo (Shapiro y Hudson, 1997).
Coherencia y cohesión describen diferentes aspectos de la organización textual. Mientras que
la cohesión refiere a elementos estructurales del texto que permiten establecer el grado de
integración lingüística de la información en un nivel local, la coherencia requiere un proce-
so activo del lector para captar la estructura global (Shapiro y Hudson, 1991). De esta mane-
ra, la coherencia da cuenta de procesos psicológicos relativamente independientes de la
estructuración propiamente lingüística del texto. Supone la formación de representaciones
mentales que se derivan del procesamiento que realiza el lector al establecer vínculos semán-
ticos tanto entre las distintas partes del texto como entre el texto y el conocimiento previo.
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que estas denotan (van Dijk, 1990; van Dijk y Kintsch, 1983). Las teorías más influ-
yentes en la psicología del discurso postulan que la comprensión de un texto requie-
re la construcción de un modelo mental (De Vega, Rodrigo y Zimmer, 1996;
Johnson-Laird, ,1983) o modelo de situación (van Dijk y Kintsch, 1983). La asun-
ción básica de los teóricos de los modelos mentales establece que el producto final
de la comprensión del lenguaje consiste en una representación de aquello a lo que el
lenguaje refiere y no del lenguaje en sí mismo.
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de situación es la comprensión más profunda que resulta de integrar la base del texto
con el conocimiento previo. Una buena base de texto se apoya en una representación
cohesiva y bien estructurada. En cambio, un buen modelo de situación se basa en
procesos diferentes, fundamentalmente, en el uso activo de la memoria durante la
lectura para lograr así integrar la información presente en el texto con aquella conte-
nida en la memoria de largo plazo.
La metacomprensión lectora
La metacomprensión lectora involucra los procesos de monitoreo y regulación (o
control), los cuales contribuyen a la construcción del significado del texto (Backer,
1985; Hacker, 1998). El monitoreo consiste en la evaluación de la comprensión en
curso, por medio de -entre otros- la detección de inconsistencias entre distintas ideas
contenidas en el texto o entre el texto y el conocimiento previo. Los resultados del
proceso de monitoreo pueden ser utilizados para guiar los procesos de control, los
cuales intentan resolver los problemas detectados mediante la aplicación de alguna
estrategia, como la relectura para desambiguar puntos confusos o la búsqueda de sig-
nificados de palabras desconocidas (Graesser, McMahen y Johnson, 1994). La cali-
dad del monitoreo y del subsiguiente proceso de control tendrán efecto en la cohe-
rencia de la representación resultante y en el conocimiento activado durante el pro-
cesamiento del texto (Thiede, 1999). Si un lector no detecta las inconsistencias pre-
sentes en un texto, entonces su representación del mismo presentará fallas en la cohe-
rencia. Si las inconsistencias son detectadas pero el proceso de regulación y control
no las corrige, entonces la falta de coherencia se mantendrá. Se alcanzará una repre-
sentación coherente una vez que las inconsistencias sean no solo detectadas sino tam-
bién corregidas durante el proceso de control. Habitualmente se ilustra el rol de la
metacomprensión en la lectura considerando la actividad que realiza un estudiante
para preparar un examen. Si el estudiante juzga que no ha comprendido bien una sec-
ción de un texto, puede considerar estudiar dicha sección nuevamente (Son y
Metcalfe, 2000). Si los juicios de metacomprensión que realiza no son indicativos de
nivel real de comprensión alcanzado, la persona puede volver a estudiar innecesaria-
mente el material bien comprendido o, lo que es peor, fallar en el estudio del mate-
rial mal comprendido.
Baker (1985) identificó siete aspectos del proceso de comprensión que requieren ser
monitoreados y regulados durante la lectura. Estos aspectos son: aspectos léxicos
(entender el significado de las palabras); aspectos sintácticos (gramaticalidad de los
grupos de palabras); cohesión proposicional (integración de las proposiciones adya-
centes del texto); consistencia externa (congruencia entre la información presente en
el texto y el conocimiento previo); consistencia interna (congruencia entre la infor-
mación provista por las distintas partes del texto); cohesión estructural (integración
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Salvo un par de excepciones (Maki, Foley, Kajer, Thompson y Willert, 1990; Weaver
y Bryant, 1995), las investigaciones que en los últimos 20 años han estudiado la pre-
cisión de la metacomprensión han hallado niveles de precisión bastante pobres
(Glenberg et al., 1987; Maki et al., 1994). Específicamente las correlaciones entre los
juicios de metacomprensión y las medidas de comprensión de texto habitualmente se
encuentran por debajo de .30 (Maki, 1998; Weaver, Bryant y Burns, 1995).
Para tratar de explicar por qué los niveles de metacomprensión son usualmente bajos,
Rawson, Dunlosky y Thiede (2000) integraron la teoría metacognitiva de monitoreo con
la teoría de comprensión de texto, en lo que llamaron hipótesis de los niveles de disrup-
ción. Según su propuesta, los juicios de metacomprensión están basados en una serie de
claves, como la familiaridad de dominio, la accesibilidad o la facilidad de procesamien-
to (Maki, 1998). Una clave fundamental es el monto relativo de disrupciones producidas
durante el proceso de comprensión, cuanto mayor sea la cantidad de disrupciones los jui-
cios de metacomprensión resultarán más bajos (Rawson y Dunlosky, 2002). En otras
palabras, los lectores infieren la calidad de comprensión en curso mediante las disrup-
ciones que se producen durante la lectura. De este modo, la teoría se basa en tres supues-
tos fundamentales: el supuesto de inferencia, el supuesto de precisión (ambos provenien-
tes de la teoría del monitoreo en metacomprensión; Koriat, 1993) y el supuesto de repre-
sentación (basado en los datos empíricos y la teoría de comprensión de texto).
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Resumiendo, la hipótesis de los niveles de disrupción propone que los lectores infie-
ren la calidad de comprensión a partir de las disrupciones que se producen durante el
procesamiento (supuesto de inferencia). Cuando dichas disrupciones son altamente
predictoras del nivel de desempeño, la precisión será relativamente alta (supuesto de
precisión). Finalmente, cuando la lectura se orienta a la construcción del modelo de
situación, se presume que las disrupciones en dicho nivel sean altamente predictoras
de la comprensión resultante. Investigaciones en comprensión de texto identificaron
que la relectura de un texto (Millis, Simon y tenBroek, 1998) promueve la construc-
ción del modelo de situación. Rawson et al. (2000), a través de dos experimentos de
juicios de metacomprensión, mostraron un efecto de la relectura en la precisión de
dichos juicios. En ambos experimentos el nivel de precisión luego de la relectura fue
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Investigaciones que han profundizado el estudio de la regulación en lectores adultos han demos-
trado (utilizando el paradigma de la contradicción) que la influencia de la información errónea
una vez presentada en el texto es difícil de erradicar de la memoria (Johnson y Seifert, 1994,
1998; van Oostendorp y Bonebakker, 1999; Wilkes y Leatherbarrow, 1988; Wilkes y Reynodls,
1999). Según los resultados de estos experimentos, los registros de la memoria no son actualiza-
dos o “editados” efectivamente luego de leer información que desacredite el mensaje previa-
mente presentado. Los lectores continúan realizando inferencias basados en la información anti-
gua, que ha sido rectificada en el texto y, en consecuencia, debería haber sido mentalmente corre-
gida. Sin embargo, a diferencia de estos resultados, van Oostendorp (2002) mostró que el mode-
lo mental en curso puede ser actualizado efectivamente cuando la información nueva tiene un
peso considerablemente superior al de la información antigua.
Conclusión
Durante los últimos años se ha acumulado gran cantidad de evidencia sobre la rela-
ción existente entre los procesos de monitoreo y regulación y la comprensión lecto-
ra efectiva (Baker, 1985; Baker y Brown, 1984; Brown, Armbruster y Baker, 1986;
Garner, 1987; Wagoner, 1983). De esa investigación se desprende que los lectores
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Como Weaver (1990) y otros (Rawson et al., 2000; Weaver et al., 1995) han notado, es necesa-
rio crear un puente entre la investigación de la comprensión de texto y los estudios de meta-
comprensión. Wiley, Griffin y Thiede (2005) postulan que en principio serían dos los grandes
aportes de la teoría de comprensión de textos al estudio de la metacomprensión. En primer lugar,
según estos autores, es necesario revisar la naturaleza tanto de los textos presentados para ser leí-
dos como de las pruebas presentadas para evaluar la metacomprensión. La complejidad estruc-
tural de los textos tiene importante implicancias en la investigación de la metacomprensión. Los
lectores son sensibles a la estructura del texto y esta afecta la manera de procesar y representar el
mismo (Meyer y Freedle, 1984; Kintsch y Yarbrough, 1982). Textos simples con pocas relacio-
nes implícitas generan bases de texto y modelos de situación similares, de modo que el recuer-
do del texto y la comprensión del mismo pueden no ser diferenciadas. Sin embargo, en textos
complejos con más relaciones implícitas es posible diferenciar la representación de la base del
texto de la representación del modelo de situación. En función de esta distinción, se plantea que
sería útil revisar los estudios que han medido metacomprensión para identificar si los hallazgos
se basan en medidas de memoria o medidas de comprensión. En segundo lugar, investigaciones
en comprensión de texto mostraron que las condiciones que mejoran el recuerdo del texto
(recuerdo de hechos y detalles del texto) son a menudo diferentes de las condiciones que mejo-
ran la comprensión del texto (construcción de un modelo causal). Por lo tanto, memoria de super-
ficie y comprensión profunda no necesariamente serán afectadas por los mismos factores. En
función ello, es importante discriminar qué evalúan las medidas de metacomprensión. Por ejem-
plo, considerar si los lectores predicen su desempeño monitoreando su recuerdo del texto o su
comprensión.
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Resumen
El pensamiento sin lenguaje es una realidad que no se pone en duda pero que se mani-
fiesta en circunstancias particulares: en grupos étnicos muy reducidos se usan todavía
modos de expresión verbal rudimentarios, los pidgines, que el autor pone en relación con
el protolenguaje; en circunstancias patológicas, donde la arquitectura normal del cerebro
está modificada como consecuencia de las lesiones -es lo que sucede en los síndromes de
desconexión hemisféricos, en las demencias semánticas, en los sordomudos; en el ser
humano sano y consciente-, ciertas categorías de pensamiento como la música, las mate-
máticas, la creación artística en general pueden utilizar ciertos modos de expresión sin
lenguaje. Por otro lado, existe un pensamiento en acción tal como el acto quirúrgico.
Palabras clave: origen del lenguaje, pigdin y prelenguaje, desconexión hemisférica, niños
sordos, lenguaje de signos, lenguajes no verbales: música, matemáticas, pensamiento en
acción.
Summary
The possibility to think without language is a well established fact, but it is possible only
in some circumstances; either in some very restricted ethnic groups who still use
rudimentary modes of verbal expression, the pidgins, of which the author assesses the links
with the proto-language; either in pathological circumstances which, due to the lesions
involved, entail modifications of the normal architecture of the cerebral networks -that is
the case of hemispheric disconnection syndromes, semantic insanities, receptive type of
developmental language disorder; or in a sane conscious human being- some categories
of thinking, like music, mathematics, artistic creation generally speaking, can use non
linguistic ways of expression. In addition there is a thinking in act, the surgical action is
taken as an example of it.
Cuando se aborda el problema del pensamiento sin lenguaje, surgen dos dificultades:
¿A qué se refieren con precisión estos términos? ¿A qué se llama lenguaje? Esta es
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la pregunta que planteaba F. Lhermitte hace ya 22 años. No todos los lenguajes son
verbales, existe el lenguaje de los gestos, de los signos, de la mirada, inclusive de las
flores. Nosotros tendremos en cuenta solo el lenguaje verbal consciente. Por otra
parte, es necesario distinguir el lenguaje verbal expresado, ya sea oral o escrito, y el
lenguaje no expresado, o lenguaje interior, que puede comentar nuestros actos y los
de los otros en el total secreto, puesto que nadie más que nosotros puede oírlo.
En su obra The Descent of Man (1871), muy mal traducida por La descendencia del
hombre, Darwin consagra su capítulo IV a la comparación de las facultades menta-
les del hombre con las de los animales inferiores. Sostiene que el hombre no es el
único animal que posee un lenguaje: los monos utilizan gritos de alturas sonoras
variables y los perros poseen un vasto repertorio de ladridos; se trata más de señales
sonoras de alarma que de verdaderos lenguajes. Aun cuando son capaces de aprendi-
zaje, se admite que los animales no tienen conciencia de sí: “Los animales no pose-
en (tampoco) la facultad de la abstracción, es decir que son incapaces de concebir
ideas generales” (Darwin, 1871). En los ancestros del hombre, el lenguaje articulado
ha sucedido a un lenguaje inferior, hecho de gritos más o menos cantados acompa-
ñados de mímicas y de gestos. Este tipo de lenguaje se ha desarrollado para traducir
las emociones, los sentimientos, el amor. El lenguaje articulado es especial del hom-
bre: “Lo que diferencia al hombre de los animales inferiores, es la facultad infinita-
mente más grande que él posee para asociar los sonidos más diversos con las ideas
más diferentes, y esta facultad depende evidentemente del desarrollo extraordinario
de sus facultades mentales (…). No se puede desarrollar un pensamiento prolongado
y complejo sin la ayuda de las palabras” (ibid., pág. 90).
Luego de Darwin, se admitió que el homo habilis, que vivió hace dos millones de
años, utilizaba gritos con significado, o prelenguaje, para llamar la atención. Un poco
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Donald (1999) aporta dos informaciones revolucionarias acerca del tema del lugar de
los grandes simios en relación con el hombre: la primera es que poseerían memoria
episódica (o espíritu episódico), la segunda es que tendrían una cierta conciencia de
sí. “En nuestros parientes cercanos, los chimpancés, las estructuras sociales depen-
den de numerosas relaciones, y esto, a su vez, recurre a percepciones de aconteci-
mientos complejos y a la memoria episódica (…), pero no pueden representarse una
situación para reflexionar acerca de ella (…). No existe un equivalente de la estruc-
tura semántica en los animales” (pág. 172). Donald concluye con una tercera afir-
mación: “La evolución cognitiva de la cultura humana es en gran parte la historia del
desarrollo de diversos sistemas de representaciones semánticas”.
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A causa de la duración muy breve de los estímulos visuales presentados, evita el barrido
ocular y de esta manera permite dirigir separadamente a cada hemisferio cerebral imáge-
nes de palabras o de figuras. Siendo las capacidades fonológicas del hemisferio derecho
casi nulas, las imágenes de palabras o de objeto que se le presentan pueden ser denomina-
das; en cambio, existe la prueba de que el paciente tiene una cierta conciencia de estas imá-
genes porque puede, con ayuda de su mano izquierda (y solamente izquierda), encontrar-
las por palpación ciega en un conjunto de objetos, inclusive luego de un lapso de tiempo.
Por ejemplo, si se proyecta en el campo visual izquierdo (por lo tanto, en el hemisferio
cerebral derecho) la imagen de una mamadera, el paciente afirma que no ve nada, pero con
su mano izquierda escondida a su vista por una pantalla, tomará el biberón de un conjun-
to de objetos que no ve. Lhermitte et al. (1976) han estudiado las funciones cognitivas de
los pacientes afectados de desconexión hemisférica por lesiones vasculares del cuerpo
calloso cuya ubicación fue perfectamente delimitada (Degos et al., 1987). El infarto había
destruido el splenium o parte posterior del cuerpo calloso. Existían lesiones degenerativas
de la sustancia blanca del lóbulo parietal superior y de los gyri occipitales con exclusión
de otras lesiones. Esta observación es notable por la descripción detallada de los signos
viso-espaciales.
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Para terminar, citaremos aún a Lecours y Lhermitte (1979, pág. 630): “Pero no nos
confundamos. Existe un pensamiento sin lenguaje, un pensamiento que lo precede y
lo sobrepasa; este no tiene como único soporte el hemisferio derecho. Esto sería
demasiado simple. Es el cerebro completo el que participa en esto. Queremos hablar
de la creatividad, ya se trate de una idea nueva, de lo imaginario, de la creación artís-
tica, del poder emocional del recuerdo, del pensamiento matemático (…)”.
Luego de numerosos trabajos dirigidos sobre todo por Gazzaniga (1983), “la era del cuer-
po calloso” fue seguida por un período muy crítico respecto de esta teoría. Se le reprochó
a este autor que sus pacientes sufrían de epilepsia de larga data, en relación con graves
lesiones cerebrales que se remontaban a la pequeña infancia. Luego de la callostomía total
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El lenguaje de los signos plantea problemas completamente diferentes. Este fue pos-
terior a un primer lenguaje inventado por el abad del Epée (1712-1789), llamado
“lenguaje metódico”, en el que cada letra estaba representada por un signo. Esta
“dactilología” fue prohibida por orden del gobierno en 1887 en beneficio del sistema
pedagógico no gestual (u oralismo) que pretendía hacer hablar realmente a los sor-
dos. Fue recién después de 1968 que el lenguaje de los signos fue restablecido para
llegar a su forma actual. El lenguaje de los signos francés (o LSF) posee su gramáti-
ca, su sintaxis, su diccionario e inclusive su poesía. Es un medio de comunicación
compatible con el bilingüismo. Difiere de la dactilología, que mantiene su utilidad
para los nombres propios o que no figuran en el diccionario, y del francés de signos,
que es una transposición literal “palabras a signos”.
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Numerosos trabajos han mostrado que “la organización del lenguaje hablado y la del
lenguaje de los signos eran altamente similares” (Hickok et al., 1996, pág. 699). El ALS
designa el lenguaje de signos americano. La lengua de signos tiene una estructura
lingüística con un nivel fonológico, los signos son fraccionados en elementos suble-
xicales, un nivel gramatical y un nivel sintáctico. Se describen parafasias semánticas y
fonémicas en signos. Por ejemplo, pequeñas diferencias en la altura de la mano derecha
con los dedos flexionados al nivel del rostro diferencian las tres palabras summer, ugly,
dry (verano, feo, seco); tales parafasias son, por lo tanto, posicionales. Las dos diferen-
cias esenciales con el lenguaje oral son el componente viso-espacial y el hecho que los
cambios significativos en la forma de la mano tienen una duración mucho más larga que
las transiciones fonatorias del lenguaje hablado. Estas dos diferencias habían hecho
poner en duda la posibilidad de una dominancia hemisférica para el lenguaje de los sig-
nos; sin embargo, se admite hoy en día que el sitio de este lenguaje es, como el del len-
guaje verbal, el hemisferio izquierdo. Comparando trece LHD (left hemispheric
disconnection: desconexión hemisférica izquierda) y once RHD (right hemispheric
disconnection: desconexión hemisférica derecha), los autores ya citados, en un estudio
de ALS que comprende producción, repetición, comprensión y denominación, han mos-
trado que los resultados eran significativamente mucho menos buenos en los LHD que
en los RHD, aun si se trata de lesiones no perisilvianas.
1 Rápido y efectivo test de medición de sutiles disfunciones receptivas del lenguaje en los niños (nota del
traductor).
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Hickok et al. (1995) describieron un síndrome original: la ceguera a los signos, debida a una des-
conexión entre las áreas visuales izquierdas y las áreas del lenguaje, respetadas en un sordo
que había utilizado toda su vida el lenguaje ASL. Luego de un infarto sobrevenido
en el territorio de la arteria cerebral posterior izquierda, el paciente presentó una
hemianopsia lateral homónima derecha y una ceguera para los signos en el campo
visual izquierdo por desconexión, sin que su producción se hubiese visto afectada.
Esta observación es el equivalente de la observación de alexia sin agrafia publicada
por Dejerine (1892). Si se la compara con la de Cohen et al. (2000), uno se puede
preguntar si el área de la forma visual de las palabras que ellos describen, en la parte
inferior e interna del lóbulo temporal (área 37), funciona igualmente en el lenguaje
de los signos.
Los sujetos sordos que practican el lenguaje de signos desde hace mucho tiempo no
tienen déficits intelectuales ni trastornos del pensamiento. De ninguna manera se los
puede asimilar a casos de pensamiento sin lenguaje. Sin embargo, repitamos que las
dificultades de manejo del lenguaje escrito son con frecuencia importantes. Aimard
y Morgon (1985) señalan, a propósito de los estudios universitarios en los sordos,
que si “todos los equipos que siguen a los niños sordos pueden dar cuenta de algu-
nos éxitos ejemplares, solo se trata de un pequeño número, y como con todo éxito,
hay que cuidarse de extraer de él conclusiones generales”. La disposición sintáctica
que traduce la cronología es con frecuencia diferente en la LSF o en la ASL con rela-
ción al discurso verbal, lo que no cambia nada en el sentido de que han estudiado
Marschark et al. (2000), con la ayuda de pruebas de falsas creencias, la teoría del
espíritu en los autistas y los niños sordos. Ellos han encontrado un retardo de apari-
ción (hasta la edad de 13 años en los sordos) con relación a los niños normales (entre
4 y medio y 5 años). Podemos preguntarnos si la toma de conciencia de la teoría del
espíritu no necesita la posibilidad de utilizar el lenguaje verbal (como lenguaje inte-
rior) para relatarse a sí mismo su análisis personal como si fuese del prójimo.
El estado intelectual y psicológico de los niños sordos tenía la reputación de ser defi-
citario cuando no se los atendía. J.M. Itard (1774-1838), el autor del célebre libro
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acerca del intento de educación del niño salvaje de Aveyron por medio del método
oral, solo había obtenido magros resultados. Sin embargo, estos niños con frecuen-
cia lograban ejercer un trabajo manual. Laplane (1997) ha informado acerca de dos
observaciones de niños de 12 y 10 años, sordomudos congénitos no reeducados,
cuyos resultados en el test de matrices progresivas (PM) los clasificaba en la media
de los niños de su edad. En cambio, Oléron (1956) ha constatado “el retardo experi-
mentado por los sujetos sordos en un test como el de matrices progresivas de Raven”.
Este autor se dedicó a un trabajo memorable de psicología experimental en los niños
sordos por medio de una importante batería de tests que exploran la comprensión de
relaciones de tamaños, superficies, peso y velocidad por medio de la discriminación
de dos estímulos con el objeto de obtener una recompensa. No encontró diferencias signi-
ficativas entre los resultados de los oyentes y los sordos. Aimard y Morgon (1985) resu-
men perfectamente lo histórico del tema de las capacidades intelectuales de los sordos:
“Hasta 1960, los sordos son considerados como desfavorecidos, intelectualmente inferio-
res. Se habla inclusive entonces de “handicap intelectual del sordo”. Oléron dice: “Para
una misma edad, el sordo se encuentra inferior en la comprensión, y es necesario que sea
mayor para llegar al mismo resultado”. Luego de 1960, la corriente de pensamiento se
invirtió, y se admite que el niño sordo organiza su inteligencia de una manera particular.
“Se puede admitir, escriben Aimard y Morgon, que el niño sordo organiza otras represen-
taciones simbólicas que le permiten pensar antes de tener el mínimo lenguaje y sin pasar
por el soporte del lenguaje”. Estos autores hacen el inventario de las dificultades de orden
motor y comportamental, de las dificultades caracteriales y, por supuesto, de comunicación
que pueden presentar los niños sordos.
Sin duda este cuadro algún día estará discriminado; por el momento, todavía es una
entidad rara y mal definida de etiologías múltiples.
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¿En qué posee la música elementos estructurales cercanos a los de un lenguaje? La músi-
ca utiliza un sistema de notación gráfico simbólico, por áreas cerebrales diferentes de las
de la escritura verbal, pero puede prescindir de ellas o inventar otras: los músicos tradi-
cionales son con frecuencia puramente orales, y muchos compositores de música popular
no conocen el solfeo. En la notación musical actualmente en uso, se distinguen signos pri-
marios que son las notas con su duración, su altura, las claves y los atributos de interpre-
tación: los matices, el tempo indicado por signos particulares e indicaciones escritas en
claro, lo más frecuentemente en italiano, como forte, piano, moderato cantabile, andante
con moto, presto, etc. En uno de nuestros enfermos con falta de comprensión para la músi-
ca, su lectura era posible, mientras que la lectura musical no lo era.
Como el lenguaje, la música no puede prescindir del tiempo y, por lo tanto, tampoco
de la memoria. Está constituida por frases entrecortadas de silencios, y, como en una
conversación entre muchos, el oído es capaz de reconocer en ella las diferentes
voces. Toma del lenguaje verbal la capacidad de identificar la obra escuchada. Esta
función de identificación está desarrollada en el hemisferio dominante (Lechevalier,
1995). En el plano estructural, se pueden encontrar múltiples analogías entre música
y lenguaje verbal. Las cosas son completamente distintas en lo que concierne a la
cualidad y las modalidades del mensaje transmitido.
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cara a los compositores de los siglos XVII y XVIII, que los románticos y los con-
temporáneos no han desdeñado, el oyente se conmueve por la habilidad de la repro-
ducción, como frente a la copia de una obra. Es solo un sustituto. Diferente es la
música representativa, que concierne sin duda a más de la mitad de las obras cono-
cidas. El prototipo de esto es la ópera o su equivalente religioso, el oratorio, especie
de casamiento entre las palabras y los sonidos, que de alguna manera se enriquecen
mutuamente. El poema sinfónico es un ejemplo demostrativo de la música represen-
tativa. El objetivo del compositor es subrayar, ilustrar de la mejor manera las inten-
ciones de un argumento o de una historia.
El sentido de la tercera categoría, que se denomina música formal o abstracta, escapa con
frecuencia a los aficionados. Hasta Beethoven, era inconveniente expresar los propios sen-
timientos en el arte; sin embargo, nadie discutirá que las obras de Bach, Haendel, Haydn
o Mozart rebosan de expresión. Estos compositores tienen en común el haber sido “mol-
deados en una forma musical académica preexistente”, tal como la sonata o la sinfonía. Si
deben emocionar, hacer reír, enternecer, inspirar furor, tienen los medios, los encuentran
en ellos mismos. De manera implícita hacen entrar su vida interior en un marco rígido,
impuesto también en una obra en apariencia abstracta como si se tratase de la piel de un
personaje. Con los románticos, lo que era inconveniente se hace rebuscado: la música será
el medio privilegiado para exponer sus propios estados de ánimo. De esta manera, Robert
Schumann describe en sus Novelettes los sarcasmos del terrible padre de Clara Novello, a
la que acaba de pedir en matrimonio. Allí donde el compositor clásico sugiere, el músico
romántico relata, o más bien, se relata.
En las antípodas de esta sugestiva música de palabras, “donde los sonidos y los per-
fumes se responden”, como dice Baudelaire, la música abstracta o formal puede pro-
ceder igualmente de una alianza de sonidos del lenguaje y de las matemáticas; pero
se dirige al intelecto más que a la sensualidad. Aquí, la emoción nace de la belleza
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de la forma. Por cierto, Juan Sebastián Bach fue el “gran sacerdote”, pero no el único.
Más cerca de nosotros, la escuela dodecafónica representada sobre todo por Arnold
Schoenberg, el arte de Olivier Messiaen, de Pierre Boulez y la música electroacústi-
ca están impregnadas de interacciones matemáticas y del lenguaje. Las cifras tienen
un lugar importante en la obra de Bach, a tal punto que se ha creído que él estaba
familiarizado con la cábala. Por ejemplo, el número 3 y sus diferentes combinacio-
nes subyacen al triple preludio y fuga sobre la Trinidad. Esta música no es menos
generadora de emociones que las que pretenden describir los estados de ánimo, por-
que sugiere en cada uno de nosotros imágenes y representaciones individuales a las
que aspiramos. Nos referimos al “Arte de la fuga” o al “Clave bien temperado”,
música en la que cada uno encuentra precisamente lo que busca y, en este sentido,
¡música universal!
Para terminar, lo mejor que podemos hacer es citar este texto de Alajouanine (1968,
pág. 295-296), neurólogo y músico, médico de Maurice Ravel: “El lenguaje musical
está hecho de señales, en el que los sonidos solo figuran un simbolismo primario,
pero donde los modos de la frase musical, con su significación intencional descripti-
va o afectiva, representan un simbolismo superior, y las formas sonoras son ordena-
das sabiamente según los modos más o menos convencionales, arbitrarios o indivi-
duales, y donde se reconoce, sobre agregado a su pensamiento personal, el genio o la
habilidad técnica del autor. Además, la transcripción gráfica de una obra musical des-
tinada a ser reproducida (en consecuencia, yendo más allá de la simple improvisa-
ción) requiere una expresión escrituraria suplementaria, que es un proceso análogo al
de la escritura literaria. Es decir, de cuántos factores diversos y de niveles variados
está hecha la realización artística que se expresa en una obra musical (…)”.
Por cierto, las matemáticas requieren su lenguaje específico, sin el cual la comunicación
y las discusiones serían imposibles; además, ellas hacen surgir de las imágenes menta-
les soportes de la representación. Junto a estos medios, que se pueden denominar ins-
trumentales o vehiculares, las relaciones de las matemáticas y del lenguaje en tanto dis-
curso o soporte de un razonamiento son singularmente complejas. En efecto, como la
música, las matemáticas pueden prescindir del lenguaje. Agradecemos al profesor Yves
Hellegouarch, antiguo titular de la cátedra de Matemáticas de la Universidad de Caen,
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2 El matemático inglés Andrew Wales publicó en 1995 una demostración completa del teorema de Fermat.
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ra haberme preparado, de que las transformaciones que yo había utilizado para defi-
nir las funciones fuchsianas o automorfas eran idénticas a las de la geometría no
euclidiana (…). Apenas subí al ómnibus, retomé la conversación comenzada (…)”.
Y el matemático agrega más abajo: “El rol de este trabajo inconsciente en la inven-
ción matemática me parecía incontestable”. Hadamard insiste en la necesidad del tra-
bajo preparatorio y ulterior a la intuición; él imagina un inconsciente de varias capas
y cita el inconciente freudiano, habla de una capa superficial que evoca el precons-
ciente del psicoanálisis. Insiste igualmente en el rol de las imágenes mentales visua-
les en la resolución de los problemas. Finalmente, opone el desarrollo intuitivo caro
a Poincaré y el desarrollo lógico. El segundo, llamado “formalista”, sostenido por el
discurso y que anteriormente era defendido por Max Müller, ha encontrado un nuevo
interés con la utilización de máquinas que emplean un sistema lógico cercano al len-
guaje: los algoritmos. La matemática experimental progresa en este sentido.
El pensamiento en acción
“Grandes habladores: pequeños ocultadores; pequeños habladores: grandes hacedo-
res” dice un proverbio normando para oponer los que hablan a los que actúan, el len-
guaje verbal y la acción. En la obra titulada Los orígenes del espíritu moderno, su
autor, Merlin Donald, cita un cierto número de acciones que se realizan sin el len-
guaje: la creación artística, como la escultura, la pintura, el dibujo. Se puede agregar
también lo que concierne a la arquitectura, la construcción. Pero, ¿cómo afirmar que
el lenguaje interior no interviene?
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comprender por medio de signos o de mímica. Inclusive pudo tomar una habitación
de hotel en una ciudad que no conocía, sin dificultades. Evidentemente es muy difí-
cil saber si se trata de una suspensión del lenguaje, como se ve frecuentemente al
comienzo de una afasia, y cuál era el estado del lenguaje interior. Se puede decir que
su conciencia no estaba alterada por la crisis, lo que es completamente excepcional.
En lo que concierne a la afasia por lesión, las ideas están divididas. Pierre Marie consi-
deraba a la afasia de Wernicke un trastorno de la inteligencia. A la inversa, Lordat, médi-
co que la padecía, quiso demostrar por su autoobservación que las facultades intelec-
tuales podían permanecer intactas, aun con un gran compromiso del lenguaje. ¿Qué se
puede pensar de estas dos opiniones opuestas? Théophile Alajouanine tomó distancia de
la teoría de su maestro, Marie. En La afasia y la desintegración funcional del lenguaje,
consagra un capítulo entero al estado intelectual de los afásicos. Contrariamente a lo que
se habría podido esperar, no insiste en el hecho de que la alteración de la inteligencia
varía con el tipo de afasia; sin duda, esto le parece una evidencia.
El ejemplo de las artes plásticas nos lleva a hablar del pensamiento en acción, que
muy bien puede prescindir de todo discurso, pero no siempre. Por ejemplo, si toma-
mos el caso de Picasso, las grandes composiciones alegóricas como Guernica o Las
señoritas de Avignon están indudablemente cargadas de discurso, pero los retratos
muy deformados representan, más que una referencia literaria o histórica, la visión
fantasmática que el artista ha tenido de su modelo en ese momento.
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Conclusión
Los hechos patológicos como las desconexiones hemisféricas, ciertas afasias, las
demencias semánticas, los sordomudos, brindan ejemplos de un pensamiento sin len-
guaje verbal. La diversidad de los cuadros clínicos, su habitual complejidad, la difi-
cultad de explorar el lenguaje interior, no expresado, debe incitar a la prudencia en
la interpretación de tales casos.
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Resumen
En este trabajo los autores se proponen estudiar sistemáticamente las fijaciones pul-
sionales, las defensas y su estado en la primera entrevista de tres pacientes afásicos,
con su terapeuta. Para ello aplican el algoritmo David Liberman (ADL). Los auto-
res destacan las similitudes entre los trastornos afásicos y los de las neurosis pos-
traumáticas, prestan atención a los modos en que se evidencia el retorno de la situa-
ción traumática, así como las formas en que el paciente intenta recuperarse. Los
autores también prestan atención a las intervenciones del terapeuta, que ponen en
evidencia tanto las dificultades para establecer la sintonía afectiva cuanto algunos
atrapamientos clínicos transitorios, hasta la recuperación del rumbo clínico.
Summary
In this paper the authors propose to study in a systematic way the drive motion’s
fixations, the defenses and their state in the first interview of three aphasic patients
with their therapist. For that purpose they apply the David Liberman algorithm
(DLA). The authors emphasize the similarities between the aphasic disorders and the
ones of the posttraumatic neurosis. They also pay attention to the ways in which the
return of the traumatic situation evidences, as well as the ways of how the patient
tries to recover him/herself. The authors also pay attention to the therapist’s
interventions, which put in evidence the difficulties for establishing the affective
attunement as well as some clinical traps in which the therapist can fall, but to
recover his/her clinical way later on.
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Pese al interés pionero de Freud (1973) por el estudio de las afasias, existen pocas
investigaciones psicoanalíticas recientes sobre el tema, en buena medida desarrolla-
das por neuro-psicoanalistas (Kaplan-Solms, K. y Solms, M. 2000). En este trabajo
nos interesa estudiar la primera entrevista de tres pacientes afásicos (uno leve, otro
de gravedad moderada y otro severo) para detectar la combinación entre fijaciones
pulsionales y defensas (y su estado) expresada en el discurso de cada uno.
Aplicaremos en nuestro estudio el algoritmo David Liberman (ADL), un método que
permite detectar las fijaciones pulsionales y las defensas (y su estado) en el discurso,
tanto en las relaciones extratransferenciales cuanto intrasesión. También prestaremos
atención a las intervenciones del terapeuta con cada paciente. En la discusión final
del trabajo, compararemos los resultados de cada uno de los estudios específicos.
Podemos considerar a este trabajo un primer paso, de por sí complejo y refinado,
hacia enfoques aún más sofisticados y ambiciosos que involucran también la pers-
pectiva neurológica y la discusión reciente sobre las neurosis traumáticas, así como
sobre las formas de abordaje clínico y su eficacia.
En cuanto a las defensas, es posible diferenciar entre las centrales y las complemen-
tarias. Las centrales pueden ser: 1) sublimación/creatividad/acorde a fines, 2) repre-
sión, 3) desmentida, 4) desestimación de la realidad y de la instancia paterna, 5)
desestimación del afecto. Estas defensas pueden ser exitosas, fracasar, o ambas
cosas. Solo las últimas cuatro son defensas patógenas. La represión predomina en las
neurosis de transferencia. La desmentida, en los rasgos patológicos de carácter, sobre
* De aquí en adelante se mantendrán para las erogeneidades las abreviaturas que se consigan a continuación.
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1. En febrero de 2007 el entrevistador le pide a Roberto (53 años) que le cuente qué le
fue pasando este tiempo. Roberto cuenta que tuvo un accidente en agosto de 2006. Se
cayó de espaldas, se rompió “esta parte de la cabeza” (señala su espalda), las costillas y
las clavículas. Luego le dieron de “comer por acá” (señala su boca). A fines del 2006 le
dieron el alta y fue llevado a un hospital de recuperación. Allí aprendió a caminar. Como
supusieron que además tenía afasia, lo enviaron a una institución especializada para tra-
tarse. Relata dramatizando que de los estudios resultó que prácticamente no tenía per-
turbaciones, salvo que en un comienzo no recordaba números telefónicos, etc. Agrega
que cree que las neuronas auxiliares están remplazando a las que murieron, y comenta
al entrevistador, tuteándolo, que en verdad no sabe mucho de medicina. Ante preguntas
del entrevistador cuenta que el accidente ocurrió porque estaba trabajando en un teatro.
El le estaba haciendo juicio a una empresa que le debía el pago de su trabajo desde hacía
más de tres meses. Dramatizando, narra que no le pagaban pese a que él le aportó bene-
ficios con sus tareas administrativas. El entrevistador le pregunta qué tarea hacía en el
momento del accidente. Roberto aclara (dramatizando) que estaba colocando una pan-
talla elevada y un amigo le pidió que no subiera, porque había estado tomando cham-
pagne. Eran las 16hs y él había desayunado a las 9. Le habían convidado champagne en
una fiesta de inauguración de un local. Pese a que su amigo le dijo que no subiera, él lo
hizo. Desoyó también el consejo de que no pisase en determinado lugar y cayó de espal-
das. Estuvo 50 días internado en coma en el hospital. En respuesta a las preguntas del
terapeuta cuenta que en el hospital lo trasladaron varias veces de cuarto, y que al recu-
perar la conciencia vio a su madre, a su hermana y a amigos. El los reconocía y los nom-
braba. Aclara que tuvo un traumatismo y que una chica que conoció en el instituto de
rehabilitación y con la cual salió un tiempo le dijo (dramatizando a ambos intervinien-
tes) que él no tenía neuronas. Agrega que la chica es paciente, y que la relación entre
ellos es un secreto.
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pero ella no aceptó. Roberto se quedó dormido y la chica notó que le salía espuma
por la boca. La chica lo llevó al neurólogo y propuso que le dieran “fenobarbital”. Le
pidió a la hermana del paciente que lo fuera a buscar y ella se quedó en un departa-
mento en un balneario, en una zona fea. La hermana llevó a Roberto a Buenos Aires
pero en el hospital no lo atendieron porque era fin de semana. Dramatizando relata
que por la noche la chica lo llamó diciendo que lo extrañaba y él respondió que iría
a acompañarla desde el día siguiente. Narra dramatizando que cuando se iba la madre
le objetó que lo hiciera. Al encontrarse con la chica esta le dijo que, como estaba
tomando fenobarbital, no iban a tener relaciones sexuales, y esa noche tuvo otro ata-
que, que descubrió a la mañana siguiente.
3. El terapeuta le dice que parece que el ataque le surge cuando le dicen que no.
Roberto dice que no sabe si es algo psicológico y, dramatizando, aclara que los ata-
ques de ella eran constantes, que le criticaba lo que hacía o lo que decía. Ante las pre-
guntas del terapeuta aclara que, salvo estas convulsiones, no tuvo otras, y describe la
medicación que toma. Luego, también respondiendo a las preguntas del entrevista-
dor, dice que vive con su madre octogenaria, y que además tiene una hermana cua-
tro años menor. Antes del accidente vivía con la madre, hacía las compras para que
ella no tuviera que salir. Durante doce años estuvo viviendo en pareja con una mujer.
A esta mujer la quería como una amiga. Dramatizando, relata que salían al cine, a
bailar, pero que no tenían relaciones sexuales porque ella no le interesaba. Después,
salió con chicas 20 años más jóvenes que él, y con todas ellas tuvo una vida sexual
activa, todo dependía de si a él la mujer le gustaba o no. Con la chica del instituto la
primera noche él no la sintió. Dramatizando, relata que ella le impedía hacer muchas
cosas. Solo la cuarta noche se lo permitió, y él se liberó un poco, y ella le dijo que él
había mejorado. El cree que puede ser un problema de ella, porque también toma
fenobarbital y una droga para enviar sangre al cerebro. Ella tiene 49 años y tuvo “lo
de las neuronas”. Sufrió dos ataques cardíacos.
4. Ante preguntas del entrevistador sobre cómo se siente ahora, Roberto responde que
está deprimido porque ve cotidianamente a la chica y se siente mal. Ella lo saluda con
un beso y nada más. Dramatiza que solo intercambia unas pocas palabras con ella,
ligadas al trabajo. El entrevistador le pregunta cómo se siente fuera de la institución
y Roberto responde que en su casa no tiene hambre, no almuerza ni toma merienda.
Solo desayuna. Bajó 15 kg. de peso en estos últimos meses. Aclara que esta depre-
sión no está ligada con el accidente y dramatiza las opiniones de otros sobre su esta-
do y los diálogos anteriores al problema con la chica. El entrevistador le pregunta si
antes le ocurrió alguna vez una situación similar. Roberto en principio dice que nunca
le pasó algo similar, pero agrega que en otra época se peleó con una mujer, consultó
a un terapeuta y (dramatizando) que le indicaron tomar flores de Bach. Cuando se
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sintió mejor dejó de asistir, “porque me estoy bien”. El entrevistador le comenta que
en la institución lo van a ayudar a pensar lo que le pasa y a enfrentar el duelo.
Roberto responde que él ya enfrentó a la chica actual: el día anterior le envió un men-
saje (dramatizando) para que hablaran y la llamó por teléfono. Ella lo insultó, le pidió
que le sacase turnos en el hospital, que le consiguiera recetas. Al final de la conver-
sación la chica le dijo que ella misma se ocuparía de las recetas.
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dejó de consumir. Siguió con el alcohol. Dramatizando cuenta que cuando salió con
la chica del instituto la llevó a comer y tomaron algo de alcohol. Al despedirse, ella
lo besó en la boca y comenzaron a salir.
II. Análisis
II.1. Análisis del discurso de Roberto
II.1.1. Análisis del relato
I.1.A los 14 años lo echaron de un colegio religioso (donde estaba pupilo) porque no
se decidía a ser cura y no respetaba normas,
2. Roberto dijo entonces que Dios se murió.
II.1. Comenzó a consumir marihuana, luego (de adulto) alcohol y por fin cocaína,
2. Un amigo que también consumía cocaína casi murió,
3. Roberto suspendió el consumo de cocaína, no el de alcohol.
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VIII.1. Antes de instalar una pantalla elevada, Roberto estaba en ayunas y tomó
champagne,
2. Desoyendo los consejos de un amigo, subió a un andamio y se cayó,
3. Se golpeó la espalda y la cabeza.
XI.1. Con una chica, paciente del instituto de rehabilitación, salió a comer y tomó
cerveza,
2. Cuando volvieron a la casa de ella, esta lo besó en la boca,
3. Entonces comenzaron a salir.
XIV.1. Luego de esta convulsión, la hermana de Roberto lo llevó a Buenos Aires para
que lo medicasen,
2. La chica lo llamó desde la playa porque lo extrañaba,
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XV.1. De vuelta en la ciudad balnearia, la chica le dijo que no podían tener relacio-
nes sexuales porque él estaba medicado,
2. El tuvo otra convulsión dormido.
XX.1. El día anterior la chica lo insultó por teléfono y le reclamó que hiciera dili-
gencias por ella,
2. Finalmente dijo que se ocuparía ella misma de hacerlas.
XXI.1. Por Internet conoció a una brasileña hacía más de dos años,
2. Cuando empezó la relación con la chica del instituto, suspendió el intercambio con
la brasileña,
3. Ahora lo retomó.
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Los relatos VIII-X aluden al accidente y la recuperación ulterior. El relato VIII alude
a 1) su estado corporal previo y el golpe (LI y desestimación exitoso/fracasada del
afecto), 2) el desoír consejos ajenos (FU y represión + defensas caracterológicas exi-
tosas). Predomina LI. El relato IX alude a 1) su recuperación (LI y defensa exitosa
acorde a fines) y 2) una inserción institucional (A2 y defensa exitosa acorde a fines).
Predomina LI. Algo similar notamos en el relato X.
Los relatos XI-XXII aluden a sus relaciones recientes con mujeres: la chica del ins-
tituto (relatos XI-XX) y la brasileña (relatos XXI-XXII). Los relatos referidos a la
relación con la chica del instituto, los más abundantes, se subdividen: 1) situación
inicial gratificante (relatos XI y XII), 2) el período del conflicto (relatos XIII-XVIII)
y 3) la situación actual (relatos XIX-XX). El relato XI (iniciación de la relación como
promesa amorosa) expresa básicamente FG y la defensa exitosa acorde a fines. El
relato XII expresa: 1) el pasaje del impedimento a la liberación (A1 y defensa exito-
sa acorde a fines) y 2) el logro sexual (FG y defensa exitosa acorde a fines), con la
prevalencia de FG. El relato XIII muestra: 1) la descarga orgánica convulsiva (LI y desestima-
ción fracasada del afecto), 2) el sentimiento de enojo e injusticia (A1 y desmentida fracasada),
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Los relatos I-V referidos a su vida previa al período del accidente muestran la prevalen-
cia de LI y la desestimación del afecto y FU y la represión acompañada de rasgos carac-
terológicos evitativos. Dos lenguajes tienen un valor complementario: O2 y la desmen-
tida fracasada y FG y la represión + rasgos patológicos de carácter, que por momentos
fueron exitosos pero que terminaron fracasando. Entre LI y FU se da también una rela-
ción: los rasgos evitativos (FU) complementan a la tendencia a la alteración interna (LI).
Los relatos VI y VII, referidos al período inmediatamente anterior al accidente, mues-
tran que, respecto de la relación con la madre, se mantiene la combinación LI/FU, mien-
tras que, en le terreno laboral, se agregan además O1 y A1, ambos combinados con la
desmentida fracasada. En el conjunto resulta ilustrativo el primer momento del relato
VIII, que hace de bisagra con la narración sobre el accidente y sintetiza su estado en
aquel momento: el paciente había tomado alcohol sin comer desde hacía varias horas (LI
y desestimación exitosa del afecto) y desoyó consejos ajenos (FU y represión + defen-
sa caracterológica exitosa), con un predominio de LI.
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del afecto y luego con la defensa exitosa acorde a fines), junto con la importancia del
ingreso en un espacio institucionalizado (A2 y defensa exitosa acorde a fines).
Los relatos XI-XXII expresan las relaciones recientes con mujeres. En ellas coexis-
ten cinco lenguajes con las correspondientes defensas: 1) LI y desestimación fraca-
sada del afecto, 2) O1 y desmentida fracasada, 3) O2 y desmentida fracasada, 4) A1
y desmentida fracasada y 5) FG y represión + rasgos caracterológicos primero exito-
sos y luego fracasados. Los componentes FG hacen de fachada, del mismo modo que
los componentes A1 y O2. Resulta nuclear, en cambio, O1 y la desmentida exitosa,
que se expresa en las relaciones con la brasileña.
Por fin los relatos XXIII y XXIV aluden a su situación actual. Ambos son contradicto-
rios: mientras el XXIII hace referencia a su tendencia a una alteración somática preocu-
pante, el XXIV corresponde a la tentativa de cuidar su equilibrio somático (LI y la
defensa acorde a fines). Quizá este esfuerzo se combine con el hecho de que Roberto
logró ser incluido en un instituto de rehabilitación, con lo cual recuperó algo del colegio
religioso donde estaba de pupilo, y vivía de la caridad, sin tener que conectarse con una
realidad que le exigía atención (LI y desestimación exitosa del afecto).
Es especialmente interesante el relato XXIII que, como el relato VIII, hace de bisa-
gra. El relato XXIII reúne la relación con la chica del instituto en su situación actual
(en la primera parte) y la referencia a su alteración somática (en la segunda parte).
La primera parte pone en evidencia O1 y desmentida fracasada (decepción de la ten-
dencia a crear una ficción de vínculo amoroso) y O2 y desmentida fracasada (viven-
cia de desamor). La segunda parte expresa la alteración somática desvitalizante (LI
y desestimación exitoso/fracasada del afecto), que resulta dominante. El estado
actual central del paciente está expuesto precisamente en este relato XXIII.
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Fragmento 2 (14%)
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Fragmento 3 (14%)
Fragmento 4 (14%)
Fragmento 5 (13%)
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Fragmento 6 (13%)
Fragmento 7 (12%)
También se advierte que Roberto retoma palabras del entrevistador a las que les da
otro valor. En el fragmento 3, el entrevistador aludió al “ataque” para referirse a la
convulsión, y Roberto respondió diciendo que los ataques de la chica del instituto
eran frecuentes. En el fragmento 4 el entrevistador aludió a enfrentar el duelo y
Roberto respondió refiriéndose a enfrentar a la chica. En ambos casos, el entrevista-
dor aludió a procesos internos (le da un ataque, enfrentar el duelo) y Roberto se refi-
rió a procesos vinculares hostiles. Roberto parecía quedarse no con el sentido intrap-
síquico de la palabra en su contexto sino con su valor vincular, y luego se advierte
además que lo que ha dicho es falso (O1 y desmentida exitosa): el paciente seguía
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relato (sobre todo por las referencias de Roberto a su adelgazamiento reciente). Sin
embargo, en el nivel de los actos del habla Roberto intenta mantener el desconoci-
miento de los hechos (O1 y desmentida exitosa) apelando a las referencias al ser
amado (O2 y desmentida exitosa) y a la promesa (FG y represión + rasgos caracte-
rológicos exitosos). Precisamente el dejar de comer (que aparece en ambos relatos
“bisagra”: VIII y XXIII) parece corresponder a los momentos en que fracasa este
conjunto de defensas centradas en el desconocimiento. Advertimos pues que si bien
consulta por el fracaso de esa tentativa defensiva, en la entrevista pretende hallar
argumentos para volver a reinstalar los mismos mecanismos en una versión exitosa.
En cuanto a la estructura del paciente, prevalece una combinación entre O1 y la des-
mentida exitosa y LI y la desestimación exitosa del afecto, con componentes histrió-
nicos y evitativos de fachada y un recurso al argumento al amor (O2 y desmentida
fracasada) al servicio del núcleo patógeno. En cuanto a dicho núcleo patógeno (com-
binación de LI y O1), no resulta claro el valor de la lesión, tanto en sus convulsiones
cuanto en sus dificultades con los números. Como suele ocurrir, se da una conjun-
ción entre los recursos defensivos y una alteración neuronal en que cada sector apor-
ta algo al resultado final. De todos modos, se advierte que Roberto pretende obtener
beneficios secundarios de su enfermedad, en el sentido de inspirar lástima al mismo
tiempo que recurre al desconocimiento de los hechos y al embellecimiento de super-
ficie. En el conjunto, lo central es la tendencia a convocar la lástima del interlocutor
(LI y desestimación exitosa del afecto). Igualmente, se advierte que el modo con-
flictivo de vínculo de Roberto con otros miembros de la institución (incluida su ex
pareja), que condujo a que se realizara la entrevista con el terapeuta, ponía en evi-
dencia su tendencia a repetir la escena en que era expulsado y perdía el amparo del
ambiente al que estaba apegado, lo cual corresponde a una versión fracasada de sus
defensas patógenas.
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Además, son llamativos otros rasgos de su discurso. Uno de ellos (fragmento 7) con-
siste en confundir el accidente con la convulsión, de lo cual luego se rectifica. Otro
rasgo (por omisión) consiste en no advertir que Roberto sostiene que ha pasado un
año y cuatro meses desde el accidente, cuando en realidad solo trascurrieron unos
pocos meses.
Pese a ello, algunos rasgos de sus actos del habla indican una parcial identificación
con Roberto, al confundir accidente y convulsión y sobre todo al no advertir que
Roberto equivocaba las fechas (fragmentos 6 y 7). Del mismo modo que Roberto
(quien había afirmado que le costaba el empleo de los números), el entrevistador
falló en este punto, sobre todo en los fragmentos 6 y 7, cuando Roberto puso el énfa-
sis en una situación actual y su tentativa de emplear la entrevista para desconocer la
realidad de una posible lesión.
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ocupaba del hijo, quien con el tiempo dejó de concurrir al colegio y sufrió una des-
nutrición progresiva, sus familiares, luego de una crisis con un sobrino de la edad de
su hijo, la denunciaron y fue internada en una institución psiquiátrica con un diag-
nóstico de esquizofrenia. El hijo fue derivado a un hogar sustituto. Isabel pasó por
diferentes instituciones, hasta que en una de ellas se le detectó una pérdida creciente
de sus funciones lingüísticas, por lo cual se le pidió a un psicólogo especializado un
diagnóstico y una opinión acerca de 1) si era pertinente tratarla en una institución de
rehabilitación de las afasias y 2) si estaba en condiciones de salir de la internación
durante los fines de semana para estar con su hijo.
1. Cuando el entrevistador, tras presentarse, le pregunta “por qué está acá”, la pacien-
te responde “qué voy… qué puedo hablar”, y ante el asentimiento del entrevistador
prosigue: “Bueno, lo que usted quiera”. El entrevistador reitera la pregunta acerca de
por qué está internada en el instituto, y la paciente responde: “Bueno, yo estoy en el
instituto... Estuve ahí pero me lo llevaron, el doctor. Hace cuatro años que estoy en
un lugar que no sé por qué me pusieron tanto tiempo con el doctor Raimúndez. Y
estuvo… Primero empezó con Susy, mi prima, pero mi prima después me dejó y
ahora no me da ni la ropa. Dicen que lo dejan que hacer las cosas mías en un lugar,
no sé qué van a hacer, no sé qué iba a hacer, no sé cómo puedo decir. Eh, bueno, eh…
ese lugar es mi casa“. Poco después aclara: “Mi casa, o sea la casa es de mí mamá.
Mamá murió pero yo creo que es mi casa”, y agrega que la madre había muerto hacía
mucho, “murió desde 1990”. El entrevistador le pregunta qué pasó en esa época y la
paciente responde: “y ahora lo que pasó es que estuvo alguien antes. Estaba ahí en el
lugar, donde estaba con la casa de mi prima y con los hijos”. El hijo mayor de su
prima “me hizo crisis de nervios”. El entrevistador le pregunta “¿qué le hizo?, ¿ner-
vios?“ La paciente responde “Me hizo nervios, me hizo nervios. Empezó temblor,
llorando, este... Dice que fue mi culpa, ‘y sí, bueno, si fue mi culpa, fue sin querer.
Yo no sé qué puedo decir, lo siento. No sé cómo puedo hacer.’ Yo digo que es ver-
dad, ‘sí, es verdad, verdad’. ‘Perdón’, le digo a mis primos y a mi prima.“. Agrega
que su prima no viene, no le trae ropa, sus cosas, no aparece, no dice nada. Ante la
pregunta del entrevistador acerca de qué más perdió responde: “esa mi ropa está en
la ca... yo me pasó, de donde estaba, de mi pri... de mi mamá. Y fui, pasé para el otro
lado, o sea pasé para la casa de la... es la hija... No, no, no, es la hermana de mi... de
mi mamá. Y ahí murieron, murieron todos. Y bueno, ahora está mi prima“.
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ro... ¿Cómo es?... Hacemos para que los platos, los cubiertos, los tenedores, todo
eso”. Agrega que además hacen “labores que son muy lindos”. El entrevistador le
pregunta cómo se lleva con los demás en las actividades. La paciente responde: “para
los talleres para manual, son para hacer cosas con lo que uno quiere. Por ejemplo,
agarrar algo para hacer una cosa linda, una cosa hermosa y todas nosotras le deci-
mos: ‘¡ay! qué bonito, qué hermoso, qué lindo’, y ese es para llevárselo a su familia
o a otra gente. Para dárselo a mi hijo, por ejemplo, le doy, le doy, también le doy a
mi tía...“. Luego de refiere a su hijo de 14 años al que nombra. El está en una casa
hogar; agrega: “porque lo pusie... lo llevaron. Lo llevaron a mi hijo. Y a mí yo no
sabía y no me gustó. Para mí me parece que me lo llevaron ahí, a otro lugar, y
bueno... Igual me lo dan. Ahora me lo prestan“. Agrega que le dan dinero si lo nece-
sita, ella antes trabajaba. Ante las preguntas del entrevistador aclara que trabajaba en
una escuela donde “hacíamos con lo… con la máquina…con la máquina, y le damos
para otra a la oficina. Se lo das a otra y se lo dan. Lo hacemos nosotras con los pape-
litos o los cuadernitos, lo hacemos para todas las maestras”.Vuelve a hablar de la
relación con su hijo, que una vez estuvo con ella, “con la madre, para estar con la
madre. Y entonces yo por suerte ‘qué alegría, estoy contenta’. Entones yo me... des-
pués, no sé, después no me lo traen. Y quiero, me gusta que venga con Luisa tam-
bién, que me ayuda“. No recuerda en ese momento quién es Luisa, porque se olvidó.
El entrevistador le pregunta qué hacen con Luisa y la paciente responde: “Vamos a
comprar. Vamos a comprar cosas para darme a mí, para ir al instituto “, y enseguida
agrega: “También vamos a comer, a comer, vamos a comer. Vamos aunque sea las
dos, las dos juntas para hablar, ayudar, hablar, hablar“. El entrevistador la pregunta
si hace mucho que tiene problemas de memoria. La paciente responde “Sí, se me
olvidó la memoria. Si yo, por ejemplo, hablo todo bien, pero para acordarme des-
pués... digo antes, para volver de nuevo me olvido de la memoria, me olvido. Se me
traba la cabeza“. Aclara que tuvo un coágulo cerebral. Agrega que tuvo suerte. Relata
que la madre le dijo: “andá, andá a bailar”. Fue a bailar pese a que no le gustaba el
baile ni la gente, que era mayor. Estuvo con el marido y se dijo que era como aga-
rrarlo ya. “¡Voy a casarme ya mismo y listo!”. Así se casó. No tendría que haberlo
hecho, y al marido le pasó lo mismo. El no entendía. Ambos se equivocaron. El mari-
do era borracho. Ella no sabe cómo está él ahora, él no trabajaba. El entrevistador le
pregunta si él la golpeaba y la paciente responde: “¿A mí? Dicen que me pegó. Mi
mamá dijo que me pegó, pero yo no me acuerdo. Yo digo que ‘no ma, él no me pegó’.
‘Sí que te pegó, sí que te pegó’, me decía mi mamá, pero yo no me acuerdo. Yo creo
que no. Pero mamá dice: ‘ya pasó’”.
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lloro, algunas veces, pero no lloro, no lloro nada igual. Este… yo lo que pasa es que quiero que
estar bien y estar, estar bien con mi nene. También, por supuesto, quiero estar muchísimo, muchí-
simo estar con él“. El entrevistador le pregunta qué hace cuando se siente triste y la paciente res-
ponde: “Me pongo, se ponen...tristeza, y no… dice: ‘no se pone tristeza y no’… Como hay
muchas chicas estoy muy contenta, estoy muy feliz, alegría. Estoy contenta, mejor, mejor“. Poco
después agrega “yo amo mucho a mi hijo. Lo amo. Lo quiero mucho. Mi pobre hijo quiere estar
mi hijo con la madre”.
II. Análisis
II.1. Análisis del discurso de la paciente
II.1.1. Análisis del relato
X.1. Por momentos se siente mal porque no está con su hijo al que ama,
2. Pero luego se alegra porque en el instituto hay varias chicas.
I, 6) II, 7) V, 8) IV, 9) VI, 10) VII, 11) X. Sin embargo, el relato XI incluye efectos
(pérdida de memoria) que duran hasta el momento de la entrevista.
El análisis que acabamos de hacer coincide solo parcialmente con los detalles que
conocemos de la paciente. Sobre todo se da una diferencia respecto del estado de la
paciente al dejar a su hijo librado a la desnutrición. En ese momento la paciente pare-
ce haber sufrido una crisis esquizofrénica en que fracasó la defensa (O1 y la desesti-
mación fracasada de la realidad y la instancia paterna), mientras que en el presente
por momentos esa misma defensa tiene éxito (relato VI) y por momentos fracasa
(relato XI).
En el primer fragmento (25% del discurso total de la paciente) el entrevistador pretende recabar
información sobre el motivo por el cual Isabel está internada. La paciente responde con un dis-
curso en que se combinan O1 (desorientación sintáctica y, sustitución de la primera por la terce-
ra persona y ambigüedad) y la desestimación fracasada de la realidad y la instancia paterna, A1
(denuncia) y la desmentida exitosa, A2 (relatos de situaciones concretas) y la defensa fracasada
acorde a fines, y FG (dramatizaciones) y la defensa exitosa acorde a fines, con el predominio del
segundo. Resulta notable que, si bien en un comienzo prevalece O1 en versión disfórica, luego,
a partir de que comienza a dramatizar (FG) la escena con la prima, la paciente logra organizarse
y termina ubicándose como víctima de sus injusticias, lo cual le permite denunciarla y acusarla
(A1). En un comienzo FG se acompaña de la represión fracasada, y luego, cuando empieza a
dramatizar, se acompaña de la defensa exitosa acorde a fines.
En el segundo fragmento (46% del discurso total de la paciente) el entrevistador alude al estado
afectivo de la paciente en el instituto y esta responde con un lenguaje hiperrealista (LI y la deses-
timación exitosa del afecto), combinado con exageraciones (FG y represión exitosa), con un pre-
dominio de LI. Entonces el entrevistador pasa a preguntarle por las actividades que realiza en el
instituo y por cómo se lleva con los demás. Isabel responde con un extenso discurso con varios
sectores. Comienza 1) aludiendo al grupo de manualidades, 2) luego se refiere a la relación con
su hijo (con un relato intercalado sobre un pretendido trabajo propio), 3) más adelante describe
su vínculo con Luisa y 4) por fin se centra en los problemas de memoria y su origen (relación
con la pareja violenta y los golpes).
En el primer sector (manualidades) Isabel combina relatos de hechos concretos (A2) y dramati-
zaciones y ejemplos (FG), con un predominio de este último. Este sector es ilustrativo. Al
comienzo la paciente 1) intenta describir hechos concretos, pero no dispone de recursos lingüís-
ticos para ello (A2 y defensa fracasada acorde a fines), y 2) recurre a referencias estéticas y al
cómo (FG y defensa exitosa acorde a fines). En un comienzo predomina A2 en versión disfóri-
ca, pero luego ocurre un viraje, y en la paciente, a partir del ejemplo, prevalece una versión eufó-
rica de FG. En el segundo sector (relación con el hijo) Isabel combina O2 (alusión a estados afec-
tivos) y la desmentida exitosa, A1 (denuncia) y la desmentida exitosa, A2 (relatos de hechos con-
cretos) y la defensa fracasada acorde a fines, y FG (dramatizaciones, referencias a lo que le gusta)
y la defensa exitosa acorde a fines, con un predominio de FG. En el relato intercalado en el segun-
do sector (referido a su presunto trabajo) predominan O1 (relato contradictorio con la realidad)
y A2 (descripción de una realidad concreta), con el predominio de O1. Es llamativo que el dis-
curso fabulador de la paciente (O1 y la desestimación exitosa de la realidad y la instancia pater-
na) surja en el seno de sus frases FG y O2 eufóricas referidas al vínculo con el hijo. En el tercer
sector (relación con Luisa) Isabel combina A2 (relatos de hechos concretos) y FG (redundancia
sintáctica). En este tercer sector se repite la escena del primero: una escena disfórica A2 (relato
frustro de un hecho concreto) y defensa fracasada acorde a fines es resuelta exitosamente al prevale-
cer FG (redundancia sintáctica) y defensa exitosa acorde a fines. En el cuarto sector (problemas de
En el tercer fragmento (12% del discurso total de la paciente) el entrevistador insiste con su refe-
rencia al estado afectivo, pero ahora centrado en la conexión con los recuerdos que Isabel evocó
y con la situación presente. La paciente responde aludiendo al vínculo con su hijo y al vínculo
en la institución. El primer tema comienza y cierra este tercer fragmento, y el segundo está inter-
calado. En relación con su hijo, la paciente privilegia O2 (referencia a estados afectivos y al
amor), FU (atenuadores semánticos, muletilla), y FG (exageraciones, referencias a su deseo). En
el conjunto predomina FG y la defensa exitosa acorde a fines. La última frase (“Mi pobre hijo
quiere estar mi hijo con la madre”) de este tercer fragmento es significativa: permite inferir un
amago de desorientación sintáctica (O1), de la cual Isabel se recupera con la repetición (redun-
dancia sintáctica) de “mi hijo”. También se advierte que al final de la frase ha sustituido “con-
migo” por “con la madre”, es decir, la primera por la tercera persona (O1). Esta sustitución, sin
embargo, no corresponde necesariamente a una perturbación semántica, ya que la frase puede
incluir la perspectiva del hijo, en el vínculo con la hablante. En este último fragmento (“yo amo
mucho a mi hijo. Lo amo. Lo quiero mucho. Mi pobre hijo quiere estar mi hijo con la madre”)
advertimos pues redundancia sintáctica (FG), referencia a estados afectivos (O2) y pasaje brus-
co de la primera a la tercera persona (O1). En el conjunto prevalece FG en versión eufórica. En
cuanto al sector intercalado (vínculo con la institución), predominan O1 (referencias a sí misma
en tercera persona) y la desestimación fracasada de la realidad y la instancia paterna, O2 (refe-
rencia a estados afectivos) y la desmentida exitosa, y FG (exageraciones, dramatizaciones,
redundancia sintáctica) y la defensa exitosa acorde a fines, con un predominio de FG. Es inte-
resante analizar con mayor detalle los actos del habla del sector intermedio, referido a su triste-
za: “Me pongo, se ponen… tristeza, y no… dice: ‘no se pone triste y no’… Como hay muchas
chicas estoy muy contenta, estoy muy feliz, alegría”. En un comienzo Isabel sustituye la prime-
ra por la tercera persona y el adjetivo que denota un estado afectivo (“triste”) por el sustantivo
(“tristeza”). La frase queda interrumpida La referencia al estado afectivo corresponde a O2, pero
la utilización de la tercera persona es propia de O1. En cuanto a la autointerrupción, es inheren-
te a FU. La frase siguiente es diversa, ya que reúne una dramatización y una insistencia de la ter-
cera persona (“no se pone triste”), y queda igualmente interrumpida. Como la previa, esta frase
combina O1, O2 y FU, pero además agrega FG (dramatización). Por fin, la paciente
parece recuperarse con frases que combinan referencias a estados afectivos (O2) y
exageraciones y redundancias (FG). Ha desaparecido FU en versión disfórica, y dis-
minuido O1 también en versión disfórica, y cobran mayor hegemonía O2 y FG.
En el sexto fragmento (1% del discurso global de la paciente), ante nuevas pre-
guntas del entrevistador sobre el estado afectivo de Isabel (durante la sesión) esta
responde aludiendo a su estado corporal (LI) y a sus preocupaciones por su visión
(O1) y, ante la reiteración de la pregunta por el entrevistador, responde con una
referencia a su sentir (O2).
Considerados los siete fragmentos en su conjunto (ver Tabla III), podemos adver-
tir que la dramatización, el embellecimiento, la exageración y la redundancia sin-
táctica son recursos FG que le permiten a Isabel rescatarse de estados de parálisis
y malestar ligados sobre todo a escenas disfóricas LI y O1. También los actos del
habla O2 (en escenas eufóricas o disfóricas) y los actos del habla A1 contribuyen
a este rescate respeto de las escenas disfóricas LI y O1. La combinación entre O2
y FG (dominante) para neutralizar O1 se advierte sobre todo en los fragmentos pri-
mero, segundo y tercero, correspondientes al 83% inicial de la entrevista. Inclusive
la paciente logra desplegar una escena O1 eufórica (desvarío acerca de su presun-
to trabajo en un colegio), en el momento culminante de la alianza O2 y FG de actos
del habla que despliegan escenas eufóricas, con un predominio de FG. Solo se
advierte un fracaso de este recurso a O2 y FG en los fragmentos finales, sobre todo
el cuarto y el sexto. En ellos, aunque los recursos FG tienen también peso, predo-
mina finalmente O2 en versión eufórica.
Fragmento I (25%)
Fragmento II (46%)
Fragmento IV (10%)
Fragmento V (5%)
Fragmento VI (1%)
En los fragmentos segundo (al comienzo), tercero y sexto pretende sintonizar afecti-
vamente con Isabel, y en los fragmentos quinto y séptimo organiza los vínculos (con
otros profesionales, con él mismo), lo cual corresponde a A2. En todas estas ocasio-
nes las intervenciones (O2 o A2) son centrales.
olvidos de las palabras y la “solución” que Isabel daba a este problema. A ello se
suma una perturbación más global, consistente en la imposibilidad de describir
hechos concretos, la cual corresponde a una falla parcial en la memoria episódica.
b) La frase “Estaba ahí en el lugar donde estaba en la casa de mi prima y con los
hijos”, del fragmento 1, también resulta sugerente. En un comienzo (“Estaba ahí en
el lugar”) contiene la tendencia a la ambigüedad y a la desaparición del yo ya men-
cionados. Pero luego se presenta un segundo problema, referido a expresar la pro-
piedad (componente de una escena A2) y la localización espacial y la compañía,
ambos componentes de una escena FU. El “donde estaba con” sustituye al “donde
estaba en”, y el “de mi prima” sustituye al “con mi prima”. El “de” que sustituye al
“con” corresponde al conflicto de la paciente con la prima respecto de quién es el
propietario de esa casa, que ella supone que le quitaron. El afán por exponer estas
varias ideas simultáneas (localización, compañía, propiedad de la vivienda) se
resuelve de manera sintácticamente incoherente, sobre todo en cuanto al uso de las
preposiciones, lo cual corresponde también a una versión disfórica de O1.
un poco mal de la cabeza” no parece acorde con la expresión precedente que queda
interferida (“un poco…”), o “trabada”, según la paciente, quien resuelve la situación
retomando una frase precedente: “está mal la cabeza”, para completar la frase inte-
rrumpida. La escena parece corresponder a FU en versión disfórica: perder la orien-
tación, pero en la base contiene una perturbación ligada con el recordar.
Las tres perturbaciones ya analizadas se combinan con la dificultad para hallar las
palabras para expresarse. Es notable que la paciente privilegie un tipo de perturba-
ción lingüística (el referido a la desorientación sintáctica) y desconsidere el otro
(olvido de palabras). Sin embargo, algunas frases del segundo fragmento (“Hacemos
cosas de… de… para hacer con un… uno que es un… para hacer pintura”, etc.)
muestran el segundo tipo de perturbación. Es posible que el primero le resultara más
displacentero, ya que implica perder la orientación del pensamiento, mientras que, si
no pierde esta dirección, sino que la conserva, la paciente supone que finalmente
encontrará la forma de trasmitir lo que se propone.
Se advierte que la falla nominativa corresponde sobre todo a A2. La paciente inten-
ta resolver este problema apelando a un recurso FG, el “¿cómo es?” que emplea
cuando advierte (fragmento 2) que no encuentra las palabras: “Hicimos… nosotros
ayudamos, le damos la ro… ¿Cómo es?” Casi al comienzo de la entrevista la pacien-
te muestra que este mismo camino (el “cómo”) es la forma de salir de sus limitacio-
nes lingüísticas: “no sé qué van a hacer, no sé que iba a hacer, no sé cómo puedo decir”.
Luego completa la “solución” recurriendo a O2, que hace de complemento de FG.
Si reunimos este análisis con nuestro estudio sobre la ambigüedad y las sustituciones
de la primera por la tercer persona así como sobre las incoherencias sintácticas (en
las que predominaban O1 y la desestimación fracasada) nos vemos llevados a inten-
tar dar coherencia al conjunto. En efecto, por un lado detectamos que en la paciente
algunas perturbaciones del lenguaje parecen originadas en su estructura psicótica y
por otro lado, destacamos el peso de la situación traumática y el fracaso de una defen-
sa frente al afecto. Ambas corrientes psíquicas parecen combinarse con un criterio:
ante el fracaso de la desestimación del afecto y la pérdida de la orientación en la frase
o las fallas nominativas, Isabel recurre a una “solución” basada en la ambigüedad y
la incoherencia sintáctica. Es decir, consideremos que en la paciente lo nuclear es la
neurosis traumática, y que la corriente psíquica psicótica aparece como tentativa de
recuperarse, de autocuración. Desde esta perspectiva O1 tiene una función afín con
O2 y FG, es decir, constituye otro recurso para neutralizar el efecto del retorno de la
situación traumática. Claro que a su vez este recurso a O1 tiene un valor diferente de
los otros dos, porque a su vez, contiene algo del trauma mismo, al combinarse el tras-
torno en la memoria y el lenguaje con una perturbación lógica, del pensamiento (O1
y la desestimación fracasada del afecto). De todos modos, en lo referente al núcleo
de la organización psíquica de la paciente, predomina la corriente de la neurosis trau-
mática, con el complemento de la corriente esquizofrénica. En consecuencia, el
empleo de recursos O1, O2 y FG tiene una función básica, consistente en volver exi-
tosa la desestimación del afecto, que fracasa cada vez que en Isabel prevalecen los
FG, que son dominantes, y que, a su vez, quedan al servicio de O1 y la desestimación exi-
tosa de la realidad y la instancia paterna y sobre todo de LI y la desestimación del afecto.
Quizá en esos momentos su sistema defensivo exitoso derive de su esfuerzo por obtener
permisos de salida durante los fines de semana. En otros momentos, en cambio, el meca-
nismo central acompañante de O1 es la desestimación fracasada. Quizá en ese momento
la principal aspiración de Isabel es obtener el auxilio del equipo de rehabilitación.
En la entrevista Irma (63 años) tiene voz tenue y apagada, y cada tanto gira la cabe-
za hacia la puerta de salida.
bien”. El terapeuta le pregunta si siempre habló poco, y la paciente responde: “Al menos
ahora, antes no, antes una mujer más contada, más más ehh que tenía intenciones de
hablar”. El terapeuta le pregunta qué recuerda de antes de la caída. La paciente respon-
de: “no me siento una señora ‘mada’... este.. Bien bien, bien me siento”.
3. El terapeuta agrega que la familia le ha contado que, además de la caída, ella tiene
un problema en las manos, y ante el “Sí” de la paciente le solicita que le describa qué
le pasa. La paciente responde “No, sabe, con con la mano, no no no no dejo de inten-
tar…”. El terapeuta le pregunta si hace mucho que le pasa esto con los dedos y la
paciente responde que quiere ver “cómo puedo hacer para para tomar un precio que
que pueda meter, ¿no?, que pueda meter mutuo”. El terapeuta le pregunta si ahora
que tiene esos problemas le cuesta hacer cosas, ya que los dedos se le están defor-
mando y le duelen. La paciente admite lacónicamente que los dedos se le deforman,
pero no que tiene dolor: a veces le duele, pero se le va enseguida.
5. El terapeuta le pregunta cuánto hace que tiene el problema en las manos y los
dedos y la paciente dice que hace unos cuantos meses y, ante una nueva pregunta del
terapeuta, agrega que no consulta al médico porque le molesta. Solo si tiene “un un
muy ‘tuber’ fuerte, sí voy... pero...”. El terapeuta le pregunta si quiere decir que va al
doctor cuando no aguanta más, e Irma responde afirmativamente. El terapeuta agre-
ga que a ella le pasaron muchas cosas en el cuerpo y tiene que cuidarse. La paciente
responde “Sí, y lo malo es que ahora no puedo hacer nada, no se cuándo me voy a
poder arreglar.....pero pienso que sí, ¿no?”. El terapeuta le dice que hay que ver qué
dice el especialista, e insiste: la enfermedad avanza y ella tiene que dejarse cuidar, no
puede sola, requiere de ayuda de los médicos.
responde: “y creo que ‘cuitarse’, ehh… vi todo, todo, todo lo que le ha pasado y
decir: ‘no, esto no puede ser’”.
7. El terapeuta le dice que a ella le pasaron cosas difíciles, y que por eso no se quie-
re a sí misma. La paciente dice que no le pasaron cosas difíciles y el terapeuta agre-
ga que la familia le contó acerca de la pérdida de la casa. Le pregunta si eso no fue
difícil e Irma acepta. El terapeuta le pregunta qué recuerda de eso y la paciente dice:
“de eso me puedo acordar que perdí los pelos, perdí lo lo los ‘colqui polma’. Eso
perdí...mmmm...no solo no solo la casa. Eso sí... lo único... que… bueno... pero
bueno... de alguna forma se va a ‘romperar’ la la casa”.
paciente acepta su comentario. El terapeuta le dice que hay que ver si ella acepta la
ayuda, porque, como dijo antes, se descuida.
II. Análisis
II.1. Análisis del discurso de la paciente
II.1.1. Análisis del relato
Existen pocos pacientes que realizan una entrevista inicial y no llegan casi a organi-
zar un relato, como ocurre con Irma. Solo se advierten algunas pocas secuencias,
muy esquemáticas, en buena medida promovidas por las intervenciones del terapeu-
ta.
Gran parte de los relatos de la paciente están inducidos por el discurso del terapeuta,
quien a su vez aporta las descripciones hechas por la familia de Irma, sobre todo res-
pecto del accidente, la pérdida de la vivienda y la enfermedad en las manos. Sin
embargo, el modo de responder de Irma a las intervenciones del terapeuta (evidentes
en todo el relato II y en IV.3) aporta componentes A1 y FG no necesariamente deri-
vados de las preguntas del entrevistador, y que expresan algo más propio. El único
tema no propuesto por el terapeuta es el de la relación de Irma con su madre (relato
VI), aportado espontáneamente, y sobre lo cual la familia no dio información al tera-
peuta. El tema insiste a lo largo de los últimos fragmentos de esta primera sesión, y
parece constituir el núcleo de lo que podría ser el motivo de consulta desde la pacien-
te. En relación con dicho tema, prevalecen FG y los rasgos patológicos de carácter.
Fragmento 1 (14%)
Fragmento 2 (8%)
Fragmento 3 (10%)
Fragmento 4 (6%)
Fragmento 5 (10%)
Fragmento 6 (9%)
Fragmento 7 (8%)
Fragmento 8 (12%)
Fragmento 9 (14%)
Fragmento 10 (7%)
Fragmento 11 (2%)
Otro aspecto llamativo es la secuencia de actos del habla que acompaña a los términos
de la jerga. Al respecto se da una diferencia entre el primer tercio de la sesión (frag-
mentos 1-3) y el resto. En el primer tercio se da la siguiente secuencia: 1) término de
jerga, 2) término FU, 3) término A2. Irma dice “miyora, mi mi...., este,... pero pero no
no no”. 1) “miyora” es un término de su jerga, 2) “mi, mi” son autointerrupciones y
“este”, una muletilla (FU), y 3) “pero no no” son objeciones y negaciones (A2). A veces
FU es reemplazado directamente por A2: “mendicula, no”, y en otras ocasiones se da
la secuencia: 1) jerga, 2) FU, sin que aparezca A2: “mada…este”. En el resto de la
sesión ocasionalmente aparece una muletilla anterior o posterior al término de jerga o
una redundancia sintáctica que funciona como muletilla (“de de de ‘terme’”). Las
Cabe destacar también la limitación del repertorio expresivo de Irma, ya que dispo-
ne casi exclusivamente de cuatro lenguajes: LI, A2, FU, FG, con un esporádico agre-
gado de O2, en respuesta a las intervenciones del terapeuta. Esta estereotipia se com-
bina con la relativa pobreza de actos del habla que corresponden a narraciones de
hechos concretos (A2), durante buena parte de la sesión reemplazados por el oposi-
cionismo y la negación (que también corresponden a A2).
Puede advertirse además que, en el nivel de los movimientos, los ojos llorosos de Irma
no corresponden estrictamente a O2 (expresión de estados afectivos) sino a un momen-
to previo de dicho lenguaje del erotismo, en que la gesticularidad facial tiene menos una
función comunicativa y es más una expresión de un estado corporal (como el empali-
decimiento, la sudoración, etc.). Se trata de un camino intermedio hacia la figurabilidad
de O2 como motricidad que expresa afectos, pero que por el momento se queda solo
como un rudimento de tales movimientos que, cuando adquieren consecución plena,
pretenden conmover y manipular activamente al interlocutor.
misma defensa en estado exitoso. Podemos inferir entonces que la paciente tenía un
estado de angustia del cual pretendía infructuosamente librarse.
Otro rasgo de carácter de Irma es de tipo evitativo (FU y represión + defensas carac-
terológicas). Este se evidencia como postergación de las consultas a los médicos y,
durante la sesión, sobre todo por el insistente movimiento de mirar hacia la puerta del
consultorio. Este rasgo es también complementario de LI.
algunos períodos estas defensas fueron exitosas, pero luego fracasaron, como ocurría cuan-
do debía consultar a los médicos de urgencia o cuando en la sesión no podía dejar de hablar
(entre la catarsis y la angustia) de la madre. A ello se agrega la neurosis postraumática deri-
vada del accidente y sus consecuencias (LI y desestimación fracasada del afecto), que se
ensambla en el conjunto y acentúa el peso del fragmento previamente dominante en Irma.
En cuanto a la jerga, que parece testimonio de la lesión, al mismo tiempo revela una
conexión con sus defensas, sobre todo con el fracaso de la desestimación del afecto
(fragmento 8) en el nivel gesicular, ya que en esas circunstancias estas manifestacio-
nes verbales se vuelven más abundantes.
Otra escena redundante se da entre el relato referido a que la madre había estado
enferma de la voz y la escena desplegada en el nivel paraverbal durante la sesión, en
que la paciente está silenciosa, balbucea o tiene la voz tenue y apagada. La voz tenue
y apagada expresa a LI y la desestimación exitoso/fracasada del afecto (desvitaliza-
ción), mientras que el balbuceo parece corresponder a la repetición del estado del
momento del coma, y por lo tanto, en la medida en que constituye un retorno de la
situación traumática, expresa a LI y la desestimación fracasada del afecto. Sin embar-
go, es conveniente no descartar la eficacia complementaria de FG y la represión fra-
casada, lo cual implica que en la manifestación paraverbal (voz apagada) tenía efi-
cacia un componente identificatorio, como en los síntomas histéricos. Además, puede
advertirse que el balbuceo de la paciente aparece al aludir a su internación (frag-
mento 1), al momento del incremento del dolor en las manos y la necesidad de con-
sultar de urgencia (fragmento 4), y al referirse a su madre (fragmentos 9 y 10). Lo
común a estos momentos se halla en la referencia a estados orgánicos insoportables,
maternos o propios, de modo que el balbuceo, como expresión del retorno del trau-
ma, aparece cuando la paciente evoca precisamente estos mismos episodios.
En el fragmento 7 el terapeuta establece nexos entre las cosas difíciles que le pasa-
ron a Irma y su no quererse a sí misma. Cuando ella rechaza que le hubieran pasado
cosas difíciles el terapeuta argumenta: ella perdió la casa.
ser ayudada. Sin embargo, no se trata del establecimiento de un nexo causal, sino de
una indicación. Solo en el fragmento 7 el terapeuta pasa de la tentativa de sintonía
afectiva a establecer un nexo causal: Irma no se quiere a sí misma porque le pasaron
cosas difíciles. En el fragmento 8 vuelve a referirse al sentir de la paciente, que infie-
re de su expresión facial. Intercala un nexo causal: los afectos no expresados le dañan
el cuerpo, y termina insistiendo con una referencia al estado afectivo. La serie de
intervenciones centrales de los fragmentos 5-8 logra su cometido, y la paciente pasa
a aludir espontáneamente al vínculo con la madre (fragmentos 9-11).
Cabe destacar que una cosa es el intento de sintonizar con el paciente preguntándole por
su estado afectivo y otra cosa es interpretar dicho estado afectivo. En este segundo caso,
el terapeuta parte del supuesto de que el paciente ha recurrido a una defensa contra el
afecto que le impide captar la cualidad, el matiz de su sentir. En tal caso, el terapeuta
hace conciente al paciente un afecto inconciente, en el sentido de carente de cualidad.
En las dos primeras tentativas de sintonía afectiva (fragmentos 2 y 4) el terapeuta tien-
de a preguntar a la paciente por su sentir, y en las tres siguientes oscila entre preguntar
e interpretar, siendo esta segunda alternativa la que le permite un avance clínico.
cuando no aguanta más), luego de lo cual comienza a dar sus primeras indicaciones
(tiene que dejarse cuidar por los médicos, la enfermedad avanza).
II.3. Discusión
En sus relaciones extratransferenciales, la desestimación del afecto había fracasado,
mientras que durante la primera parte de la sesión fue exitosa en el terreno verbal y
exitoso/fracasada en el terreno paraverbal, con un predominio de este último estado.
A partir del fragmento 6 la defensa deja algo de espacio a otros mecanismos más
benignos, aunque mantiene su eficacia. Pero en seguida ocurre un cambio en la
desestimación del afecto que fracasa en el plano gesticular, mientras se vuelve exi-
tosa en el terreno verbal y paraverbal; con un predominio del primer estado (fraca-
so). El cambio clínico derivó de que el terapeuta, en lugar de preguntar por le estado
afectivo a la paciente, pasó a interpretar un afecto, es decir, procuró que Irma hicie-
ra conciente un afecto no sentido, carente de cualidad. Tal vez por este fracaso de la
defensa patógena en la paciente, el terapeuta, por su parte, mantuvo las dos estrate-
gias clínicas para establecer la sintonía afectiva.
Es poco frecuente una primera sesión en que el terapeuta pregunte tan insistente-
mente por el estado afectivo de un paciente. Quizá el hecho obedezca a que el tera-
peuta se veía llevado a monitorear cuidadosamente los efectos de cada paso que iba
dando, debido a la fragilidad orgánica y psíquica de la paciente. Su preocupación no
estaba desacertada, ya que a partir del fragmento 9 se hizo evidente que la paciente,
estimulada por las intervenciones del terapeuta, comenzó a referirse al tema de su
relación con su madre, que retornó insistentemente hasta el final de la hora, sin que
le fuera sencillo al terapeuta dar una respuesta pertinente, de cierre o de contención
de lo que la paciente pretendía transmitir. Quizás se advierta en el final de la hora el
doble riesgo con pacientes abroquelados en un sistema defensivo patógeno de extre-
ma severidad: por un lado, que sea imposible remover las defensas patógenas; por
otro lado, que la movilización derivada de una disminución del poder de dichos
mecanismos no sea fácilmente contenida en la sesión misma. Claro que esta segun-
da alternativa deja abierta la posibilidad de un trabajo terapéutico, mientras que la
primera lo hace imposible.
Otras tres perturbaciones del habla merecen consideración: 1) las fallas en la dicción, 2) la línea
melódica y el timbre y 3) la intensidad apagada de la voz. Las perturbaciones en la dicción que
se advierten en Irma corresponden a a) A2 y la defensa fracasada acorde a fines, pero en el nivel
de los componentes motrices (cuya meta es el control de la propia motricidad como medio para
dominar luego el mundo) y b) LI y la desestimación fracasada del afecto; con el predominio de
este último componente. Las perturbaciones de la dicción constituyen un modo en que se expre-
sa el retorno de la situación traumática. En cambio, la línea melódica y el timbre carente de expre-
sividad, así como la voz apagada, todos del comienzo de la hora, corresponden a LI y la deses-
timación exitoso/fracasada. En la segunda mitad de la hora la línea melódica y el timbre de Irma
se vuelven transitoriamente más expresivos (O2 y defensa exitosa acorde a fines) pero con una
meta también catártica (LI y desestimación exitosa del afecto). Se advierte que la mayor riqueza
en la línea melódica y el timbre (que expresan el éxito de la desestimación del afecto) no nece-
sariamente se acompañan de una mejoría de las perturbaciones en el terreno de la dicción (que
expresan el fracaso de esta misma defensa).
D. Comentarios generales
I. Una visión de conjunto del discurso, las erogeneidades, las defensas (y su esta-
do) de los tres pacientes
Es posible comparar las verbalizaciones de los tres pacientes en cuanto a sus aspec-
tos formales y en cuanto a las prevalencias de las erogeneidades y las defensas.
Aspectos formales
Narraciones
Palabras completas
Palabras
Desde el punto de vista sintagmático de los actos del habla se advierte que en
Roberto prevalecen defensas exitosas a lo largo de toda la hora, en Isabel, pasa por
momentos transitorios de una defensa exitosa y de su fracaso, mientras que en Irma
la defensa comienza siendo exitoso/fracasada y termina como fracasada. Por fin, en
el nivel del relato, en Roberto e Isabel la defensa central es exitosa, mientras que en
Irma ha fracasado.
Se advierte una coincidencia en cuanto a los resultados de los estudios en los tres
niveles de análisis (relatos, actos del habla, palabras), en cuanto a la ubicación de
cada paciente en un ranking. Entre ellos el nivel de los actos del habla es el más sen-
sible para captar los matices diferenciales entre los pacientes.
Si comparamos los tres pacientes, advertimos que en Irma tiene mayor importancia
la neurosis traumática derivada del accidente y el coma posterior. Ello se presenta
como un estado de desvitalización extrema durante la sesión, lo cual corresponde a
LI y la desestimación del afecto exitoso/fracasada. Quizá esta defensa estuviera
potenciada por una estructura psíquica preexistente que condujo a su artritis. La
misma defensa, pero en un estado exitoso, tiene importancia en Roberto, combinada
con O1 y la desmentida exitosa. Esta combinación defensiva debió de preexistir a su
accidente y debió de tener influencia en su alcoholismo y en su anorexia encubierta.
En cambio, en Isabel la desestimación del afecto por momentos fracasaba (olvidos
de nombres, desorientación sintáctica, etc.) y luego se volvía exitosa al apoyarse en
dramatizaciones y referencias a los afectos. Sin embargo, en un período previo de su
historia este trauma (y por lo tanto LI y la desestimación fracasada del afecto) tuvo
una mayor vigencia.
Interferencias clínicas
Respecto de las interferencias a las intervenciones del entrevistador, se hacen evi-
dentes sobre todo en Roberto e Irma, pero no en Isabel. Tales interferencias parecen
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Resumen
Se comparan las capacidades del modelo proposicional de Gentner (1983, 1989)
acerca del pensamiento analógico y de la teoría experiencial de la metáfora con-
ceptual de Lakoff y Johnson (1980, 1999) para explicar el origen y el uso de metá-
foras conceptuales. Se postula que los mecanismos propuestos por la primera teoría
no son suficientes para explicar el desarrollo de analogías que se apoyan en metá-
foras conceptuales preexistentes, y que el formato proposicional que emplea no
logra captar las bases experienciales de las metáforas conceptuales. Se señala que,
si bien el énfasis experiencial de la teoría de la metáfora conceptual es acertado,
esta teoría no ha logrado proponer constructos representacionales adecuados para
desarrollar su teoría en un nivel informal y formal, algo que sí ha hecho la teoría de
proyección de la estructura. Se indica que, irónicamente, la teoría recurre a cons-
tructos proposicionales contrarios a su tendencia experiencialista.
Summary
The capacities of Gentner’s (1983, 1989) propositional model of analogical thinking
and Lakoff y Johnson’s (1980, 1999) experiential theory of conceptual metaphor to
explain the origins and uses of conceptual metaphors are compared. It is postulated
that the mechanisms proposed by the first theory are not sufficient to explain the
establishment of analogies that extend preexistent conceptual metaphors, and that
the propositional format employed by the theory cannot account for the experiential
basis of conceptual metaphors. It is affirmed that, although the experiential emphasis
of the theory of conceptual metaphor is well oriented, this theory has been unable to
* La preparación de este artículo ha sido facilitada por el Subsidio de Investigación P030, programación
2004-2007, de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires, del que su autor es
director.
** Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET, Argentina. Universidad de
Buenos Aires, Argentina.
Introducción
De acuerdo con la teoría de la metáfora conceptual (TMC) de Lakoff y Johnson
(1980, 1999), en la vida cotidiana empleamos todo el tiempo expresiones metafóri-
cas que apenas percibimos como tales. Las siguientes serían expresiones metafóricas
extraídas del habla castellana: “Esta relación de pareja no avanza”, “Seguiremos jun-
tos hasta que la muerte nos separe”, “Lo mejor es que cada cual siga su rumbo”,
“Nuestro matrimonio no ha encontrado obstáculos en el camino hacia la felicidad”.
En todas estas expresiones se emplean palabras utilizadas para describir situaciones
y eventos de un dominio semántico (VIAJE) para hacer referencia a aspectos y vici-
situdes de otro dominio semántico (AMOR). En relación con la TMC, estas expre-
siones son manifestaciones lingüísticas de una analogía conceptual convencional
(una comparación que tiene lugar a nivel del pensamiento) que compartimos en nues-
tra cultura (VIAJEAMOR). En función de esta analogía, los amantes son vistos
como dos viajeros, la relación de pareja como un vehículo, las dificultades en la rela-
ción como obstáculos en el camino, y así sucesivamente. Uno de los dominios, al que
llamaremos dominio meta (el AMOR en este caso), es -de acuerdo con la TMC- con-
ceptualizado y pensado en términos del otro dominio, al que llamaremos dominio
base (el VIAJE en este ejemplo).
La TMC (Lakoff y Johnson, 1980, 1999; Lakoff, 1993; Johnson, 1988) sostiene que
las metáforas conceptuales no suponen únicamente una proyección de conceptos de
un dominio base hacia un dominio meta, sino, antes y primariamente, la transferen-
cia de una estructura experiencial de uno a otro dominio. Por ejemplo, en la historia
de la especie y de cada individuo, la experiencia de viajar sirvió como una gestalt
experiencial (Lakoff y Johnson, 1980, 1999) para otorgar una organización, también
experiencial, a la actividad de vivir una relación de pareja, y sigue haciéndolo cada
vez que empleamos la metáfora conceptual VIAJEAMOR.
Todos los modelos teóricos y computacionales sobre analogías, surgidos a partir de los
80, han concebido este tipo de relación de similitud como un fenómeno puramente con-
ceptual y han empleado, de forma consistente con esta idea, el formato proposicional
de representación para explicar el establecimiento original (sea de la especie o del indi-
viduo) y el uso de analogías (de la Fuente y Minervino, 2004). Las proposiciones repre-
sentan el contenido ideacional básico y amodal subyacente tanto a afirmaciones del
lenguaje natural como a distintos tipos de imágenes, como las visuales, las cinestésico-
corporales, etc. En la medida en que el pensamiento analógico supone para estos mode-
los la aplicación de una serie de operaciones sobre símbolos proposicionales, puede
afirmarse que lo conciben como una actividad conceptual de nivel superior completa-
mente desvinculada de nuestras funciones cognitivas de nivel inferior, sean estas per-
ceptivas o motoras, así como de los formatos representacionales imaginísticos asocia-
dos con estas funciones. Todo parece indicar, en consecuencia, que estos modelos no
serían buenos candidatos para captar el aspecto experiencial que, según la TMC, se
halla implicado en el establecimiento original (de la especie o individual) y en el uso
de una metáfora conceptual. Cabe señalar, además, que los modelos proposicionales
del pensamiento analógico no distinguen suficientemente entre analogías nuevas y
metáforas conceptuales y suponen, quizá incorrectamente, que los mecanismos para
explicar las primeras son adecuados y suficientes para explicar las segundas. No obs-
tante estas dos posibles insuficiencias de los modelos proposicionales, estos parecen
aventajar a la TMC en cuanto pueden dar cuenta mejor, en términos de representacio-
nes y cómputos algorítmicos, del establecimiento y el uso de analogías, convenciona-
les y nuevas. Cabe indicar además que -de forma contradictoria con su orientación
experiencialista- la TMC ha recurrido a explicaciones informales de corte proposicio-
nal a la hora de dar cuenta, en términos de representaciones y procesos, del desarrollo
y el uso de metáforas conceptuales, con lo que no queda claro cuán apta es la teoría
para captar el aspecto experiencial que tanto enfatiza su enfoque.
El objetivo de este trabajo es llevar a cabo una comparación crítica del poder de la
TMC y el de unos modelos más representativos del enfoque proposicional sobre el
pensamiento analógico, a saber, la teoría de proyección de la estructura (TPE) de
Gentner, para explicar el origen (histórico e individual) y el uso de metáforas con-
ceptuales.
Dada la complejidad del proceso analógico, este ha sido descompuesto en una serie
de subprocesos. Supongamos que una persona realiza una analogía entre el sistema
solar y el sistema del átomo (Gentner, 1983). La realización de la analogía supone,
en primer lugar, la previa construcción de representaciones de los análogos a com-
parar, esto es, del análogo base (el sistema solar) y el análogo meta (el sistema del
átomo). En segundo lugar, se debe recuperar de la memoria de largo plazo, a partir
del análogo meta que se tiene activo en la memoria de trabajo, el análogo base. Una
vez recuperado este análogo, se debe llevar a cabo un establecimiento de correspon-
dencias entre los elementos de los análogos en juego (e.g., entre “planetas” y “electro-
nes” o entre “sol” y “núcleo”). Establecidos estos emparejamientos, es posible que se puedan rea-
lizar ciertas inferencias acerca del análogo meta a partir de la analogía establecida (e.g., “Así
como los planetas giran alrededor del sol, puede que los electrones giren alrededor del núcleo”).
Habrá, entonces, que evaluar si las inferencias generadas son o no válidas para el análogo meta.
Puede que no lo sean en absoluto o que lo sean solo si reciben ciertos ajustes. Como resultado
final del proceso comparativo, la persona podrá construir un esquema que abstraiga lo
que tienen en común los análogos (en este ejemplo la analogía podría dar lugar al esque-
ma “sistemas de fuerza central”) y que deje de lado los aspectos que no comparten.
El establecimiento de correspondencias entre los elementos de los análogos base y meta es con-
siderado el paso definitorio del proceso analógico (Gentner, 1989; Holyoak y Thagard, 1989)
y es el subproceso de interés central en este trabajo. A partir de los 80, dos teorías han domina-
do la discusión acerca del establecimiento de correspondencias y la formulación de inferencias:
a) la TPE de Gentner y cols. (Gentner, 1983, 1989; Gentner y Markman, 1997), implementada
computacionalmente en SME -Structure Mapping Engine- (Falkenhainer, Forbus y Gentner,
1989) y en I (Incremental)-SME (Forbus, Ferguson y Gentner, 1994); y b) la teoría de las múl-
tiples restricciones de Holyoak, Thagard y cols. (Holyoak y Thagard, 1989), implementada en
ACME-CWSG -Analogical Constraint Mapping Engine and Copying With Substitution and
Generation (Holyoak y Thagard, 1989; Holyoak, Novick y Melz, 1994) y en LISA -Learning
and Inference with Schemas and Analogies (Hummel y Holyoak, 1997). (Para un panorama
general respecto de la historia y actualidad de los modelos computacionales de pensamiento por
analogía, véase French, 2002; para una revisión sobre los modelos de establecimiento de corres-
pondencias, véase Ripoll y Coulon, 2001). A pesar de sus diferencias en cuanto a estilos de pro-
cesamiento (véase Minervino y Adrover, 2003), ambas teorías son igualmente representativas
del enfoque proposicional del pensamiento analógico. Por tratarse del modelo dominante en el
campo del razonamiento analógico, elegimos presentar aquí la TPE.
Tomemos como ejemplo una analogía bien simple: “Así como el hecho de que
Lorenzo alardeara de que su novia era preciosa hizo que su amigo envidioso la difa-
mara, el hecho de que Bruno se jactara de que su moto era cara provocó que su amigo
resentido se la rayara”. La TPE postula que el conocimiento humano se halla repre-
sentado en forma de proposiciones, que incluyen: a) entidades: elementos que repre-
sentan objetos, tales como novia, b) atributos: predicados de un solo argumento que
representan propiedades de objeto, tales como “PRECIOSA (novia) ”, c) relaciones
de primer orden: predicados de más de un argumento que vinculan dos o más obje-
tos, tales como “ALARDEAR (Lorenzo, novia)”, d) relaciones de segundo orden:
predicados que conectan relaciones, tales como “HACER (ALARDEAR [Lorenzo,
novia], DIFAMAR [amigo, novia])”.
De acuerdo con la TPE, en una analogía se expresa que dos situaciones comparten
un sistema de relaciones organizadas por relaciones de orden superior, más allá de las
diferencias que mantienen los elementos apareados en cuanto a sus propiedades
superficiales (i.e., la ausencia de parecidos intrínsecos generales entre, por ejemplo,
una moto y una novia).
considera los atributos de objeto, y descarta las relaciones que no forman parte de la interpre-
tación elegida. SME aplica las siguientes condiciones iniciales: a) identidad formal: solo se
pueden formular hipótesis de correspondencia entre elementos del mismo tipo formal: obje-
tos con objetos, relaciones de n argumentos con relaciones de n argumentos, relaciones de pri-
mer orden con relaciones de primer orden, etc.; b) identidad o similitud semántica para las
relaciones: solo pueden ser puestas en correspondencia aquellas relaciones que son idénticas
o similares en significado; y c) identidad de roles para objetos y funciones: solo se generan
hipótesis de correspondencia entre objetos si estos son argumentos de relaciones ya empare-
jadas, y de acuerdo con sus roles (e.g., agente, paciente, etc.).
El programa agrupa, de forma progresiva, los apareamientos generados según las condiciones
iniciales descritas, para crear unas pocas colecciones de hipótesis de correspondencia. Cada una
de estas deberá satisfacer las siguientes restricciones (exigencia de consistencia estructural): a)
conectividad paralela: si un par de predicados de los análogos base y meta son puestos en corres-
pondencia, sus argumentos deben ser también apareados; y b) correspondencias 1-1: cada ele-
mento de un análogo puede ser emparejado con un y solo un elemento del otro análogo.
Supongamos que SME recibe el análogo base en el que se describe que “Lorenzo alardeaba
de tener una novia preciosa y que eso hizo que un amigo envidioso la difamara”.
Supongamos que el análogo incluye, además, la información de que “Lorenzo presumía de
tener una gran inteligencia”. El análogo meta contiene la descripción de dos hechos: “Bruno
se jactaba de tener una moto cara” y “Un amigo resentido se la rayó”. SME interpretaría que
así como el hecho de que Lorenzo alardeara de su novia hizo que su amigo la difamara, el
hecho de que Bruno se jactara de que su moto era cara hizo que su amigo se la rayara. La
interpretación alternativa supondría emparejar “Lorenzo presumía de tener una gran inteli-
gencia” con “Bruno se jactaba de que su moto era cara”. Esta interpretación no permite rea-
lizar empero ninguna inferencia sobre el análogo meta, por lo que da lugar a una menor can-
tidad de apareamientos y es menos profunda que la primera. Esto hace que reciba una pun-
tuación de evaluación estructural relativamente menor, y que no sea, por lo tanto, elegida.
Figura 1. Una metáfora de V. Wolf tratada por Gentner et al. (1988). Representaciones de las que parte
SME para interpretar la metáfora; las líneas punteadas y las cursivas indican inferencias generadas (adap-
tada de la figura de Gentner et al., 1988, pág. 173).
Gentner et al. (1989) asumen que quien interpreta la metáfora referida comienza con
los siguientes conocimientos del análogo base (véase la Figura 1): a) el agua fluye
desde un grifo hacia un desagüe y esto causa que el agua se pierda desde el grifo
hacia el desagüe; b) a su vez, el agente deja que tal flujo tenga lugar sin propósito
alguno; c) “a” y “b” conducen a que el agente malgaste el agua; d) el agua fluye
desde el tanque hacia el grifo; e) el agua es líquida. Con respecto al análogo meta,
sabe que: a) la vida fluye desde el presente hacia pasado y esto causa que la vida se
pierda desde el presente hacia el pasado; b) la protagonista está malgastando su vida;
c) la vida es absurda.
Como ya hemos visto, Gentner (1983, 1989) postula que el proceso de interpretación
de una analogía supone la búsqueda del sistema de relaciones más grande y profun-
do compartido por las unidades de información comparadas. En este caso el sistema
a proyectar sería el que tiene como relación superior organizadora al predicado CON-
DUCIR. La proyección supone, además, la ignorancia de atributos de objeto (en este
caso de los hechos no equiparables de que el agua es líquida y la vida es absurda) y,
finalmente, el descarte de las relaciones aisladas que no pertenecen al sistema com-
partido (en este caso, el hecho de que el agua fluye desde el tanque hacia el grifo).
La proyección del sistema de relaciones elegido brinda las bases estructurales para la
formulación de inferencias acerca del análogo meta, las que aparecen representadas
en cursiva en la Figura 1: “la protagonista está dejando fluir su vida, del presente al
pasado, sin ningún propósito, y esto la está conduciendo a malgastarla”. La metáfo-
ra no nos dice esto, pero nos permite inferirlo y pensar así algo nuevo acerca del aná-
logo meta. Es posible que el lector no vea que la expresión metafórica de Virginia
Wolf sea una expresión derivada de una metáfora conceptual y no en cambio de una
analogía nueva. Esperamos que logre apreciarlo cuando se le exponga el análisis que
haría la TMC del proceso de interpretación de la expresión.
En el contexto del presente trabajo me interesa destacar los siguientes aspectos del
enfoque de la TPE:
es el de las oraciones del lenguaje natural o el de las imágenes, sino el de este for-
mato de carácter abstracto. Las proposiciones son unidades de conocimiento predi-
cativas que suponen una distinción neta entre predicados y argumentos, y son, por lo
tanto, unidades con valores de verdad. En tanto unidades abstractas, representan el
contenido de ideas de afirmaciones del lenguaje natural y representaciones imaginís-
ticas. Las proposiciones tienen reglas de formación bien definidas y no son ambi-
guas, como sí pueden serlo -en cambio- las afirmaciones del lenguaje natural.
Para explicar la forma en que esta proyección tiene lugar, Lakoff y Turner (1989)
hacen uso del concepto de esquema, tal como han desarrollado este concepto, por
ejemplo, autores como Rumelhart y Ortony (1977). Un esquema, afirman, constitu-
ye una representación organizada del conocimiento genérico que tenemos acerca de
un dominio. Por ejemplo, un viaje es un fenómeno que requiere elementos como via-
jeros, salidas, destinos, caminos, compañeros, etc. Algunos de estos elementos son
necesarios y otros son opcionales. Estos elementos suelen mantener un conjunto de
relaciones típicas entre ellos. Los esquemas se componen de ranuras o huecos (slots).
Estas ranuras pueden ser llenadas o instanciadas por distintos conceptos particulares
o por individuos. Así, el esquema de viaje tiene la ranura viajero, que puede ser lle-
nada por el concepto piloto o por el individuo Juan.
De acuerdo con Lakoff y Turner (1989), una metáfora conceptual supone la proyec-
ción de un sistema conceptual de un dominio hacia el otro mediante:
Lakoff y Johnson (1980) postulan que una metáfora conceptual supone la transferencia de solo
algunos aspectos del dominio base al dominio meta. De este modo, por ejemplo, la metáfora
VIAJEAMOR supone la proyección de los conceptos base de vehículo, pasajeros, velocidad,
etc., pero deja de lado otros aspectos de los viajes, tales como las paradas que uno puede realizar
en el trayecto del viaje. Lakoff y Turner (1989) postulan por otra parte, como hemos visto, que
las metáforas conceptuales incluyen por lo general un esquema base de tipo genérico que admi-
te diversas especificaciones. Así, por ejemplo, en la metáfora conceptual VIAJEAMOR no
está especificado de qué tipo de viaje se trata. Puede tratarse de un viaje en auto (“Esta relación
va en quinta”), en avión (“Esta relación no levanta vuelo”), en caballo (“Los primeros años del
matrimonio se pasan al trote, pero luego se hace cuesta arriba”).
En la vida cotidiana no solo empleamos expresiones metafóricas convencionales, sino que gene-
ramos, además, expresiones metafóricas relativamente novedosas. Para generar este tipo de
expresiones metafóricas lo que hacemos en más de una oportunidad, de acuerdo a Lakoff y
Turner (1989) es extender, de forma creativa, analogías convencionales de nuestra cultura,
esto es, emplear partes no usadas de un esquema base (por ejemplo, VIAJE) para
caracterizar aspectos de un dominio meta (por ejemplo, AMOR). Otra forma de gene-
rar expresiones metafóricas novedosas consiste en especificar de forma concreta ana-
logías que solo están definidas, como hemos indicado, en un nivel muy general. Por
ejemplo, podemos tomar un aspecto de un tipo de viaje en particular, como el viaje
en barco, para hablar del amor de pareja. En algunas ocasiones estos mecanismos se
usan en forma conjunta. Las siguientes son expresiones metafóricas relativamente
novedosas correspondientes a la analogía VIAJEAMOR: “En esta relación nos
hemos quedado sin nafta”, “Las parejas que van muy rápido pasan de largo parajes
imperdibles del amor”, “El haber tenido que maniobrar en caminos enlodados hace
más fuerte a las parejas para futuros viajes”.
afirmar, de acuerdo con la TMC, no solo que concebimos las discusiones como
pequeñas guerras sino, además, que las experimentamos como tales: aquel con quien
debatimos sería experimentado como un enemigo en una guerra, la destrucción de un
argumento sería experimentada como la destrucción de una defensa, etc. El funda-
mento de la metáfora conceptual se encontraría entonces en una base experiencial, y
la gestalt experiencial asociada con el dominio base se impondría en el dominio
meta, carente inicialmente, en buena medida, de estructura propia.
En palabras de Lakoff y Johnson (1980): “En realidad creemos que ninguna metáfo-
ra se puede entender, ni siquiera representar, adecuadamente independientemente de
su fundamento en la experiencia” (pág. 56; cursivas originales). La esencia de la
metáfora, afirman reiteradamente estos autores, consiste en entender y experimentar
un tipo de cosa en términos de otra.
La TMC (Johnson, 1988; Lakoff y Johnson, 1980, 1999) afirma que la experiencia
corporal directa es el modo principal a través del cual la realidad adquiere estructu-
ra para nosotros y que el núcleo de nuestro sistema conceptual está fundado en la
experiencia corporal. Los dominios que se hallan relativamente alejados de la expe-
riencia corporal directa son dominios que carecen de estructura conceptual intrínse-
ca, por lo que necesitan recibir su estructura a partir de dominios más concretos a tra-
vés de metáforas conceptuales. Esto se dejaría apreciar en el hecho de que los domi-
nios base de las metáforas conceptuales se hallan siempre más cercanos a la expe-
riencia corporal directa que los dominios meta, los que serían comparativamente más
abstractos. En los ejemplos de metáforas conceptuales dados hasta aquí (e.g.,
VIAJEAMOR, GUERRADISCUSION), los dominios base del viaje y la guerra
involucran acciones corporales concretas aplicadas a objetos concretos, mientras que
los dominios meta del amor y la discusión son actividades psicológicas y sociales
aplicadas a entidades abstractas. Se trata de dominios más difíciles de estructurar en
términos de experiencia corporal directa. En 1999, en su obra Philosophy in the flesh
(Filosofía corporeizada), Lakoff y Johnson retoman con mayor énfasis el rol de la
experiencia corporal como fundamento del sistema conceptual humano y de las
metáforas conceptuales. Todos los conceptos, incluso los más abstractos, estarían
estructurados en cierto grado mediante metáforas conceptuales. Por ejemplo, el tiem-
po sería entendido a partir de nuestra experiencia corporal con el espacio. Véanse las
siguientes expresiones metafóricas: “Cuando lleguemos a diciembre, vamos a des-
cansar”, “A menos que corramos, no creo que lleguemos a agosto con el informe
listo”. Estas expresiones metafóricas demostrarían, de acuerdo con la TMC, que uti-
lizamos los esquemas sensorio-motrices espaciales de llegar a un punto en un cami-
no para estructurar, entender y experimentar el tiempo.
Lakoff y Johnson (1999) intentan dar cuenta del basamento corporal de las metáfo-
ras conceptuales en tres niveles: filogenético, ontogenético y en línea (online).
Filogenéticamente, postulan, la razón humana se habría estructurado a partir de for-
mas previas de inferencia perceptual y motora de otras especies, y no en contraposi-
ción con ellas: “La razón es evolutiva, ya que la razón abstracta se construye en y
hace uso de las formas de inferencia perceptual y motora presentes en los animales
‘inferiores’” (Lakoff y Johnson, 1999, pág. 4). La facultad de la razón no sería autó-
noma en este sentido de la experiencia corporal: “No existe tal cosa como una facul-
tad de razón completamente autónoma, separada e independiente de las capacidades
corporales como la percepción y el movimiento. La evidencia sustenta, en cambio,
una perspectiva evolutiva, según la cual la razón usa y crece desde tales experiencias
corporales” (Lakoff y Johnson, 1999, pág. 17). Podemos considerar entonces que en
la historia de nuestra especie los esquemas perceptivo-motores más básicos en nues-
tra interacción con el mundo sirvieron de base para conquistar conceptualmente y
organizar experiencialmente dominios más abstractos.
Lakoff y Johnson (1999) proponen que los mecanismos neuronales que utilizamos
para percibir y movernos son los mismos que empleamos a efectos de razonar y con-
ceptualizar: “La razón no es incorpórea, como la tradición ha sostenido por largo
tiempo, sino que surge de la naturaleza de nuestros cerebros, cuerpos y experiencias
corporales ... Los mismos mecanismos neuronales y cognitivos que nos permiten per-
cibir y desplazarnos también crean nuestros sistemas conceptuales y los modos de
razonar” (pág. 4). El aparato sensoriomotriz se encuentra en la base del sistema con-
ceptual humano: “Nuestro sentido de lo que es real comienza y depende crucialmen-
te de nuestros cuerpos, especialmente del aparato sensoriomotriz” (pág. 17). El vín-
culo entre conceptos y esquemas sensoriomotrices se encontraría a nivel de estructu-
ra neuronal: “En este punto, la pregunta vaga ‘¿Puede la razón hacer uso del sistema
sensoriomotriz?’ se convierte en la pregunta técnicamente contestable ‘¿Puede la
inferencia racional ser computada por la misma arquitectura neuronal usada en la
percepción o en el movimiento corporal?’ Ahora sabemos que, en algunos casos, la
respuesta a esta pregunta es sí” (Lakoff y Johnson, 1999, pág. 16).
Una representación proposicional de la metáfora del tiempo como un flujo, tal como
la que supone la TPE para el análogo meta de la metáfora de Virginia Wolf, sería
incapaz, de acuerdo a Johnson (1988), de reflejar el origen y el carácter experiencial,
corporeizado, de esta metáfora. A su vez, la metáfora que trata al tiempo como agua
que fluye sería significativa para nosotros solo en la medida en que la reconocemos
como una instanciación de una metáfora que nos es completamente familiar y expe-
riencialmente significativa: ya sabemos que el tiempo es una sustancia que fluye y lo
concebimos y experimentamos de ese modo, por lo que podemos aceptar de buen
grado que el tiempo es comparable al agua que fluye desde un grifo.
Como hemos visto, de acuerdo con Lakkof y Johnson (1999) es altamente probable
incluso que los mecanismos cerebrales responsables de la captación del movimiento
jueguen algún papel en nuestra conceptualización metafórica del tiempo y en la inter-
pretación de expresiones lingüísticas originadas en esa metáfora. Esto estaría indi-
cando que formatos representacionales propios de nuestras funciones perceptivas y
motoras juegan un importante papel en tareas de pensamiento de alto nivel a las que
la ciencia cognitiva clásica concibe como casos prototípicos de funciones cognitivas
que operan sobre representaciones amodales y abstractas.
De acuerdo con Holyoak y Spellman (1993), a pesar de los serios intentos existentes
de abordar el conocimiento relacional en términos conexionistas, la mayoría de estos
modelos son incapaces de tratar por el momento con conocimiento sistemático y
encuentran serias dificultades para representar y ligar variables. El conocimiento sis-
temático es esencial para el pensamiento analógico, el cual se caracteriza por encon-
trar correspondencias entre conjuntos de representaciones en base a estructuras rela-
cionales. Estos autores concluyen entonces que, al menos mientras los modelos cone-
xionistas no logren resolver sus problemas representacionales, los sistemas simbóli-
cos de representación seguirán siendo imprescindibles en cualquier modelo de pen-
samiento analógico.
Dado que el pensamiento analógico sería impensable sin este conjunto de habilida-
des de representación, análisis y comparación, y que la mayoría de los modelos cone-
xionistas solo son capaces, según estos autores, de representar conocimiento implí-
citamente (a través de las fuerzas de los pesos de los enlaces), estos modelos estarí-
an incapacitados para hacer comparaciones analógicas.
Más allá de las dificultades que podría encontrar la TMC para hallar constructos
apropiados no proposicionales que le permitan dar cuenta del origen corporal y sen-
sorio-motor de las metáforas conceptuales, su intento de religar el pensamiento meta-
fórico a sus bases de interacciones sensoriales y motoras originales, reconociendo en
estas bases el fundamento último sobre el que se construyen los pensamiento analó-
gico pasan por alto (o no se preocupan por explicar) cuestiones tan evidentes como
el hecho de que las analogías suelen tener como dominios base actividades percepti-
vo-motoras concretas aplicadas a objetos concretos (e.g., AGARRAR) y los dominios
meta actividades abstractas aplicadas a entidades abstractas (e.g., COMPRENDER; la
metáfora AGARRARCOMPRENDER da lugar a expresiones como “Lo que dice se
me escapa”, “Tus ideas son resbaladizas”, etc). Las dificultades para modelizar un con-
junto de fenómenos de cierta naturaleza no deberían tentarnos a adoptar modelos que
terminen desvirtuando la esencia de esos fenómenos o, al menos, debiéramos mante-
nernos conscientes del carácter instrumental de esos modelos. Un gran desafío para la
TMC consiste en dar con modelos cognitivos y representacionales que reflejen mejor
la naturaleza experiencial de las metáforas.
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Resumen
Comprender un texto equivale a construir una representación de una situación en el
mundo real, el mundo de las ideas o un mundo imaginario. Los procesos inferenciales
establecen vínculos no explícitamente indicados entre partes del texto y vinculan su con-
tenido con elementos de conocimiento previo. El presente trabajo se centra en investiga-
ciones recientes acerca de la comprensión del texto narrativo. Dentro del marco de la psi-
colingüística cognitiva, una línea de investigación propone un modelo de red causal, refe-
rido a la coherencia del texto mismo y a la representación situacional construida durante
su comprensión. Este modelo brinda una descripción funcional de la generación de infe-
rencias según la cual, durante la lectura de cada nueva oración se establecen vínculos
causales que determinan la reactivación de información previa del texto, y se activan ele-
mentos de conocimiento previo que ayudan a que cada oración leída tenga suficiente
explicación y enriquecen la representación mental del texto.
Summary
During text comprehension readers build a mental representation, namely the
situation model, of a situation in the real world, the world of ideas, or an imaginary
world. Inference processes relate separate parts of the text and activate previous
knowledge. This paper addresses recent research on narrative text comprehension.
An important psycholinguistic research line proposes a causal network model. This
theoretical framework provides a functional description of inference generation. As
every new sentence is read, causal links are established reinstating previous text
information, and activating world knowledge, in order to obtain sufficient
explanation. These inferences enrich the mental representation of the text.
Procesos de base
Implicados en la habilidad lectora básica, los procesos de base operan sobre el texto
superficial, esto es, sobre las palabras y oraciones tal como son presentadas al lector.
Incluyen los análisis perceptivos primarios, el reconocimiento de las palabras y el
cómputo de la estructura sintáctica de las oraciones, esto es, la identificación de los
vínculos entre palabras que determinan constituyentes sintácticos oracionales.
Tomados en conjunto, los procesos de base constituyen el módulo del lenguaje que
caracterizó Fodor (1983). Varios investigadores atribuyen a cada uno de estos proce-
sos las propiedades funcionales principales que Fodor atribuyó al módulo del len-
guaje como un todo: especificidad de dominio (los procesos operan ante la presencia
de un input lingüístico específico), obligatoriedad (operan automáticamente ante la
presencia de ese input), encapsulamiento informacional (no se valen de conocimien-
tos generales, sino tan solo lingüísticos) y rapidez. Las propiedades de especificidad
de dominio y encapsulamiento implican que el conocimiento que efectivamente
soporta a la función de los procesos de base es estrictamente lingüístico. Estos pro-
cesos permiten derivar del texto proposiciones, que son unidades de significado y a
la vez unidades de procesamiento del siguiente nivel: el nivel textual.
El primer modelo de procesamiento del texto fue formulado por Kintsch y van Dijk
(1978). El modelo contemplaba las limitaciones de la memoria de corto plazo, pro-
poniendo ciclos de procesamiento consecutivos. El objetivo de la comprensión quedó
planteado como la construcción de una red de proposiciones ordenadas y relaciona-
das. Esta red puede visualizarse como un grafo, con las proposiciones como nodos y
líneas de conexión indicando referentes compartidos. La jerarquización dependía de
un esquema de conocimiento previo que permitía identificar macroproposiciones, es
decir, proposiciones de relevancia central. Kintsch y van Dijk denominaron “base de
texto” a esta red de proposiciones interconectadas y jerarquizadas.
Niveles de representación
En una reformulación de su modelo inicial, Van Dijk y Kintsch (1983) distinguen tres
niveles de representación: la representación superficial, la base de texto y el modelo
de situación. Estos niveles no deben ser considerados como etapas sucesivas sino
como grados de profundidad que va alcanzando la comprensión tras cada ciclo de
procesamiento.
En su segundo modelo, Van Dijk y Kintsch (1983) proponen proposiciones que coin-
ciden con el contenido semántico de cada oración simple o cláusula oracional, gene-
ralmente compuestas por la articulación de más de una proposición atómica.
La base de texto tiene una organización, dada por la interconexión de las proposi-
ciones que la componen. Existe una conexión entre todos los pares de proposiciones
que comparten un argumento y/o co-ocurren en la memoria de corto plazo.
Modelo de situación
La introducción del constructo teórico de modelo de situación es la mayor novedad
del modelo de van Dijk y Kintsch de 1983. La base de texto es un nivel de represen-
tación que refleja la micro y la macroestructura del texto y solo contiene información
del texto. El modelo de situación es una representación referencial de la situación que
el texto describe en el mundo real, en el mundo de las ideas o en un mundo imagi-
nario. Van Dijk y Kintsch (1983, pág. 338, traducción propia) lo caracterizan así: “El
modelo de situación es la representación del fragmento del mundo del que el texto
está hablando. Por supuesto, el texto dejará mucho sin decir acerca de este fragmen-
to, principalmente porque el lector tiene ya mucho conocimiento del mismo”. Así
pues, como veremos, aquellas inferencias que surgen de una interacción entre la
información textual y variados conocimientos previos del lector pertenecen a esta
representación situacional.
Inferencias
Para alcanzar la comprensión profunda del contenido referencial del texto, debe-
mos activar constantemente elementos de nuestro conocimiento previo. Cuando el
texto que leemos es una fábula o un cuento popular, son relevantes -entre otros- los
Cuadro 1
Inferencias requeridas
Deben realizarse, pues contribuyen decisivamente a la formación del modelo de situación.
O’Brien y cols. (1988) mencionan tres categorías: las inferencias anafóricas (clase 1 en el Cuadro
2), las inferencias puente y las inferencias causales (clases 2 y 3 en el Cuadro 2). A estas últimas
nos referiremos extensamente pocas páginas más adelante. Las inferencias anafóricas vinculan
entre sí elementos correferenciales en el texto. Consideremos el siguiente par de oraciones extra-
ídas del material experimental utilizado por Garrod y Sanford (1977): “Un ómnibus dobló a gran
velocidad. El vehículo por poco no atropella a un peatón”. Es preciso establecer que “vehículo”
es, en este contexto, una anáfora nominal de “ómnibus”, es decir, ambos términos son correfe-
renciales. La resolución de las anáforas, que pueden estar separadas de su antecedente a distan-
cias referenciales variadas, es indispensable para garantizar la coherencia en los niveles local y
global (Duarte, Español y Molinari Marotto, 1996; Molinari Marotto y Duarte, 1999). Las infe-
rencias puente, investigadas por Haviland y Clark (1974) en uno de los primeros estudios expe-
rimentales sobre generación de inferencias, enlazan oraciones contiguas en ausencia de un refe-
rente compartido explícito. Considérense dos oraciones contiguas como: “Bajamos del auto la
canasta del picnic. La cerveza estaba caliente”. En este caso se requiere una inferencia puente,
por ejemplo, que la cerveza estaba dentro de la canasta.
Inferencias opcionales
No son esenciales para la comprensión, pero amplían la información explícita, o bien
la especifican más (clases 6 a 9 en el Cuadro 2).
Gramáticas de historias
Las gramáticas de historias tuvieron su origen y auge en la década de 1970. Con el
antecedente de investigaciones antropológicas como la de Propp (1928), en psicolo-
gía se determinaron categorías de proposiciones en los textos narrativos. Además, se
propusieron reglas gramaticales para describir cómo las proposiciones con diferentes
contenidos pueden combinarse legítimamente en un cuento popular, una fábula u otra
narración relativamente sencilla.
Así como las oraciones simples tienen una estructura interna, cabe afirmar que las
historias también la tienen. Aunque nunca se haya especificado una estructura gene-
ral de historia que distinga los conjuntos de oraciones que forman historias de los
que no las forman, la noción de “estar bien formada” es aproximadamente tan razo-
nable para historias como lo es para oraciones.
Las gramáticas de historias son modelos de la estructura del texto. Suponen que cier-
tos tipos de textos convencionales pueden describirse de acuerdo con estructuras for-
males abstractas, independientes de su contenido específico.
Bartlett (1932) ya había sugerido que las personas desarrollan un esquema de histo-
ria. Esta noción daba cuenta de los aspectos reconstructivos del recuerdo. Según
Bartlett, las omisiones y distorsiones de la memoria de historias pueden explicarse
por la utilización de un esquema de historia en calidad de conjunto de claves de recu-
peración; cuando alguien no puede recordar un aspecto particular de un cuento, uti-
liza el esquema para reconstruir lo que podría haber ocurrido en ese punto. Bartlett
también explicó en términos similares la creciente regularización de un cuento poco
habitual con el paso del tiempo: el recuerdo se aproxima al esquema idealizado.
Bartlett no formalizó la estructura interna de las historias, sino que utilizó el término
“esquema” de una manera muy amplia. Por su parte, Mandler y Johnson (1977) defi-
nen un esquema de historia como un conjunto de expectativas acerca de la estructu-
ra interna de las historias que facilita la codificación y la recuperación. Estas inves-
tigadoras suponen que los esquemas de historia provienen de dos fuentes. Una fuen-
te es el contacto con muchas historias y consiste en el conocimiento acerca de la
secuenciación de acontecimientos, incluyendo comienzo y final típicos. La otra fuen-
te es la experiencia e incluye el conocimiento acerca de las relaciones causales y
diversas secuencias de acción.
Glenn, 1979; Thorndyke, 1977). Así, cuando se altera el orden canónico de las his-
torias, se observan fenómenos tales como la reordenación reconstructiva en el recuer-
do y una disminución considerable de proposiciones recordadas.
Por otra parte, los episodios constituyen unidades coherentes de memoria y com-
prensión (Haberlandt, Berian y Sandson, 1980; Mandler, 1978): los contenidos de un
mismo episodio tienden a recordarse conjuntamente; se asignan más recursos de pro-
cesamiento, en la lectura, a las proposiciones situadas en los límites de los episodios;
los lectores tienden a reordenar en el recuerdo acciones que se ofrecen a la lectura
entremezcladas, asignándoselas a sus episodios adecuados.
Se halló, además, un efecto de los niveles en el recuerdo de historias. Como ya indicamos, los
episodios de una narración pueden conformar una estructura jerárquica. Thorndyke (1977) com-
probó que los contenidos pertenecientes a niveles superiores de la estructura tienen mayor pro-
babilidad de recuerdo que los pertenecientes a niveles inferiores.
Garnham, Oakhill y Johnson Laird (1982; véase también Johnson-Laird, 1983, Cap. 14) obser-
varon que las gramáticas de historias tienen un ámbito de aplicación limitado a un conjunto res-
tringido de narraciones, caracterizadas por una estructura repetitiva y estereotipada. Hay narra-
ciones cuya estructura no corresponde con las de estas gramáticas textuales y, sin embargo, son
perfectamente comprensibles. Por otra parte, debido a la falta de un criterio independiente para
especificar el conjunto de historias al que las gramáticas se aplican, existe el riesgo de que una
gramática sea utilizada solo para analizar las historias que se ajustan a sus reglas.
Falta de definiciones explícitas de las categorías terminales. Los nodos terminales del
análisis estructural de una historia son proposiciones, pero hay un número indefinido de
proposiciones que podrían corresponder a categorías tales como “resultado” o “intento”.
Todas estas críticas provienen de una fuente común: las gramáticas de historias par-
ten del supuesto de que en el plano textual se definen reglas de estructura semejan-
tes a las que permiten definir otros niveles del lenguaje. Este supuesto da lugar a la
mayoría de los problemas señalados: excesiva rigidez, empleo de formalizaciones
poco flexibles, limitada generalidad. Belinchón, Rivière e Igoa (1992, pp. 516-517)
sintetizan así esta problemática:
En el plano del discurso, el lenguaje alcanza grados de libertad que no se dan en los
niveles más moleculares. Ello parece reflejar un principio general de la estructura
del lenguaje, por el cual las posibilidades y libertades constructivas se hacen tanto
mayores cuanto más molares son las unidades lingüísticas (...) Probablemente en el
plano discursivo no existe una separación tan neta entre formas y contenidos como
la que es posible definir en los niveles más moleculares del lenguaje (...) Este hecho
se refleja en la peculiar naturaleza híbrida que tienen las gramáticas discursivas, en
que se mezclan nociones claramente semánticas (como las de “meta”, “estado” o
“trama”) con reglas de reescritura importadas de la gramática generativa. Y es que
sucede que, en el nivel del discurso, los procesos psicolingüísticos de comprensión y
producción parecen anudar hasta tal punto grupos de conocimientos tácitos sobre el
lenguaje con conocimientos sobre el mundo que probablemente no sea adecuada la
importación acrítica de nociones tomadas de los niveles subtextuales.
oracionales, pero sostiene las categorías propuestas por las gramáticas de historias, en tanto esas
categorías constituyen indicadores de contenidos y funciones estructurales de las proposiciones
de una narración. El modelo de red causal formula criterios precisos de organización aplicables
a toda narración, mediante la rigurosa definición de vínculos causales estructurantes. Se alcanza
así también una más exacta definición de las categorías de gramáticas de historias, acercándose
al conjunto explícito de principios de pertenencia categorial que reclamaba Johnson-Laird
(1983). Las categorías y las relaciones causales que las vinculan entre sí ejercen mutuas restric-
ciones: ni dos categorías dadas pueden vincularse de cualquier manera, ni una clase dada de vín-
culo causal puede establecerse entre cualquier par de categorías.
Modelo de red causal. La observación de que los acontecimientos a los que refieren
las proposiciones de una narración pueden tener múltiples causas llevó al desarrollo
de un modelo de red para reflejar la estructura causal del texto narrativo (Trabasso,
Secco y van den Broek, 1984; Trabasso y Sperry, 1985; Trabasso, van den Broek y
Suh, 1989). Este modelo toma en cuenta que los acontecimientos de una historia fre-
cuentemente son resultado de una combinación de antecedentes causales y tienen,
asimismo, múltiples consecuencias. Por lo tanto, la estructura causal de una historia
se asemeja más a una red.
La descripción de la estructura causal del texto como un todo es posible si se asume la transiti-
vidad de las relaciones: si el acontecimiento A causa al acontecimiento B, y B causa a C, enton-
ces los acontecimientos A, B y C están causalmente relacionados. La aplicación de la noción de
transitividad a todas las relaciones identificadas da como resultado su ensamblaje en una red
cuyos nodos son las proposiciones contenidas en el texto y las relaciones entre estas reflejan la
estructura causal de la historia.
temporal fue el criterio que más afectó a la fuerza juzgada. Se juzgó también que dos
acontecimientos indirectamente conectados a través de una serie de relaciones cau-
sales estaban más fuertemente relacionados que dos acontecimientos sin ninguna
relación causal, aunque estos últimos estuvieran más cercanos en la estructura super-
ficial del texto. Asimismo, la fuerza estimada de la relación causal entre dos aconte-
cimientos disminuyó con el aumento de eslabones causales entre ellos. Estos resul-
tados dieron apoyo a la noción de que los acontecimientos pueden relacionarse indi-
rectamente, pero -con menor fuerza-mediante la transitividad.
Papel causal de los acontecimientos en la coherencia global del texto. Más allá de
las relaciones entre pares de acontecimientos, la red permite diferenciar el papel de cada
acontecimiento en el texto globalmente considerado. En tal sentido se tomó en cuenta el
número de las relaciones causales de una proposición con otras. Se comprobó que las pro-
posiciones más densamente conectadas tienen un papel más importante respecto de la
coherencia global del texto. Este papel debería reflejarse en varias medidas de compren-
sión. Por ejemplo, las proposiciones con muchas conexiones causales deberían tener una
mayor probabilidad de recuerdo que las proposiciones con menor número de conexiones,
puesto que para las primeras hay una mayor probabilidad de que al menos una vía de acce-
so se convierta en vía de recuperación. Esta predicción fue corroborada en diversos
estudios (Goldman y Varnhagen, 1986; Trabasso y cols., 1984; Trabasso y van den
Broek, 1985). Asimismo se halló que las proposiciones altamente conectadas eran
incluidas con mayor frecuencia en resúmenes (Trabasso y van den Broek, 1985; van
den Broek y Trabasso, 1986), eran juzgadas como más importantes (Trabasso y
Sperry, 1985; Trabasso y van den Broek, 1985; van den Broek, 1988) y recordadas
más rápidamente (O’Brien y Myers, 1987) que aquellas con menos conexiones.
Inferencias hacia atrás. Conectan la proposición focal actual con proposiciones ante-
riores o pertenecientes al conocimiento general del lector. En principio, el lector
puede basarse en tres fuentes para identificar antecedentes causales de un aconteci-
miento focal, lo cual da lugar a tres clases de inferencias hacia atrás:
Según el criterio de necesidad de O’Brien y cols. (1988), las inferencias hacia atrás
son requeridas. Para especificar mejor por qué son requeridas, van den Broek, Risden
y Husebye-Hartmann (1995) señalan que el lector, de manera no necesariamente
consciente, se guía por estándares de coherencia que determinan cuándo la com-
prensión es completa y cuándo se requieren procesos inferenciales adicionales. El
lector de una narración procura alcanzar la suficiencia causal: comprende un aconte-
cimiento cuando, según su conocimiento, los acontecimientos previos le brindan
explicación causal suficiente. A medida que el lector avanza, genera inferencias para
establecer la explicación causal de cada acontecimiento. Si la información procesa-
da en el ciclo inmediatamente anterior y, por lo tanto, aún activa, provee explicación
causal suficiente para el acontecimiento focal, el estándar de coherencia causal es
satisfecho rápidamente y con poco esfuerzo mediante una inferencia conectiva, es
decir, la inferencia de una relación local, y la lectura puede avanzar.
Ambas clases de inferencias hacia adelante tienen influencia sobre el patrón de acti-
vación posterior a la proposición focal, y por lo tanto afectarán a la generación de
inferencias hacia atrás durante la lectura del resto del texto.
Mecanismos inferenciales
La investigación de la generación de diversas clases de inferencias ha dado lugar a la
distinción de dos mecanismos inferenciales principales en la comprensión de textos
narrativos (van den Broek, 1994):
A modo de conclusión
La investigación empírica, en el marco de la psicolingüística cognitiva, ha permitido
importantes avances en relación con nuestro conocimiento de los procesos de com-
prensión de textos narrativos. En este trabajo hemos procedido de lo general a lo
específico. Partimos de una caracterización de los procesos y representaciones que
intervienen en la comprensión del texto en general, para centrarnos luego en una con-
ceptualización de la noción de inferencia y una revisión de los criterios según los
cuales las inferencias han sido clasificadas. A continuación hemos expuesto dos
modelos, históricamente sucesivos, de análisis del texto narrativo -las gramáticas de his-
torias y el modelo de red causal- y las investigaciones que han mostrado su validez psi-
cológica, lo cual nos dio ocasión de caracterizar más detalladamente las inferencias cau-
sales en la comprensión de narraciones. En particular, los resultados de la investigación
echan luz sobre los procesos inferenciales que intervienen durante la lectura, y sobre el
resultado de esos procesos: la representación mental. Esta puede concebirse como una red
de acontecimientos vinculados entre sí mediante relaciones semánticas, entre las cuales
hemos resaltado las de implicación causal. La investigación futura deberá precisar aún
más la descripción funcional de la comprensión de este y de otros tipos de textos.
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Resumen
El propósito de este trabajo es el estudio de narraciones realizadas por niños en base
a láminas con determinadas figuras. El autor considera que muy frecuentemente las
narraciones no respetan las reglas de encadenamiento temporal y causal, a la vez
que, cuando se dice algo en una narración, se está eligiendo no decir otra cosa, ya
sea consciente o inconscientemente. Considera que esta investigación también puede
ser útil para el psicoanalista, en la medida en que el discurso del paciente con fre-
cuencia toma la forma de una narración, desde el nivel de la historia cotidiana hasta
el de la historia de una vida.
Summary
This paper is about the research of narrations made by children based in drawings
with different pictures. The author considers that frequently the narrations does not
respect the rules of the temporal and causal linking, and when something is said in
a narration, the narrator is choosing what to say, consciously or unconsciously. He
considers that this research can be useful also to the psychoanalyst, because the
discourse of the patient sometimes takes the form of a narration, from the everyday
history to the life story.
• Todos estos cuentos cuentan lo mismo, aun si cada uno lo dice de manera diferente: dicho
de otro modo: presentan una estructura común.
• Esta estructura constituye una forma fundamental que hay que considerar como
una especie de matriz, de la cual los cuentos reales son expresiones transformadas.
• Lo central en esta estructura son las funciones, es decir las acciones de los per-
sonajes del cuento.
• Una misma función (por ejemplo, agredir al héroe) puede ser ejercida por per-
sonajes muy diversos; los personajes están constituidos por familias (la de los
agresores, la de los auxiliares, etc.).
• Los episodios del cuento, definidos por funciones típicas, se suceden siempre en
el mismo orden.
• Se pasa de la forma fundamental a los cuentos reales, por medio de transforma-
ciones, de las que Propp hace el inventario.
• Los cuentos reales pueden ser reagrupados en familias definidas por transfor-
maciones análogas.
• Es posible reducir todo cuento real a una escritura resumida utilizando un código.
Este trabajo ha suscitado un vivo interés entre los estructuralistas, ya sea sociólogos
y etnólogos, como Claude Levy-Strauss, y en algunos lingüistas que sobre esta base
han desarrollado la “poética”, o ciencia de la creación narrativa (Tzvetan Todorov,
1 Cuando Bernard Golse y Sylvain Missonier me pidieron que contribuyera a la Jornada WAIMH consagrada en
octubre de 2002 a la narratividad, al principio no acepté, pensando que los trabajos que yo había conducido ante-
riormente en este campo ya eran demasiado antiguos; frente a su amistosa insistencia, acepté retomar y resumir lo
esencial, volviendo a encontrar el interés de esta línea de investigación, y lamentar no haberla desarrollado más...
2. El desarrollo de la narración
Para aquel que tiene práctica en pruebas proyectivas llamadas “temáticas”, puede
parecer bastante evidente que, frente a una lámina dada, lo esencial del relato le apa-
rezca al sujeto como dado de golpe, desde la percepción de esta lámina. El relato está
potencialmente contenido en la carga de representaciones y de afectos suscitados por
esta percepción. Tal como se desarrolla y luego se construye, es una formación pro-
gresiva de esta carga inicial, por los caminos de la secundarización y bajo las cons-
tricciones del lenguaje. Imaginar un relato es en realidad desarrollarlo, construirlo
progresivamente; es operar una sucesión de elecciones. Es así que en todo momento
de este proceso, el sujeto dice otra cosa, de otro modo, que lo que hubiera podido
decir, y no dice. Dice lo que dice para no decir otra cosa...
puesto que la elaboración defensiva puede ser definida, justamente, como el conjun-
to de los procesos que permiten decir de otra manera, otra cosa, para no decir.
¿Cómo diseñar un diagrama de este tipo? El problema no tiene solución en tanto se con-
sidere cada relato aisladamente, analizando la especificidad de los encadenamientos que
realiza: estamos, entonces, literalmente desbordados por la profileración de los sentidos
posibles, y reenviados ineluctablemente para construirlos, no a un estudio del relato, sino
de la persona de donde procede. Por el contrario, en la medida en que se dispone de un
corpus de relatos brindados por sujetos diferentes con respecto a una misma lámina, la
solución aparece en el camino definido por los trabajos de “poética” surgidos de Propp.
Hemos ensayado utilizando un corpus constituido por relatos realizados por 300
niños y adolescentes, de 5 a 14 años, como respuesta a una lámina que tiene un dibu-
jo. En ella se ve a un niño sentado en el piso, que se sostiene un tobillo, la pierna
doblada y que mira al aire con una expresión de miedo o de dolor. Una gran sombra
está proyectada en el piso; el decorado, muy ambiguo, sugiere un bosque2. Al sujeto
se le dice simplemente al mostrarle la lámina: “Qué pasa aquí? Cuéntame la histo-
ria…” y, si es necesario, se alienta el desarrollo del relato preguntando: “¿Y luego”?
Un primer análisis del corpus ha permitido extraer bastante rápido un “relato funda-
mental” que reúne y ordena los elementos evocados más frecuentemente:
Un niño se torció o rompió la pierna, sufre, pide socorro porque está solo. Tal vez
está amenazado. Se las arreglará solo, o vendrán en su ayuda.
“Tal vez está amenazado” indica un paréntesis que se puede desarrollar, sin que
esto conduzca ipso facto a modificar lo que viene antes y después;
• “Se arreglará solo o vendrán a ayudarlo” indica una alternativa, que abre dos
caminos de desarrollo bien diferentes y (en general) exclusivas una de la otra.
Sobre estas bases, ¿cómo llegar a la escritura formal de las “trayectorias del relato” posi-
bles en el caso de este corpus? El camino que hemos utilizado contiene cuatro fases.
Primera fase. Se buscan relatos tan parecidos como sea posible. Esto es operar una pri-
mera cristalización del corpus, en el centro del cual se dibujan subgrupos de relatos casi
idénticos. Seguidamente se articulan estos subgrupos, entre ellos, buscando los pare-
cidos y las diferencias. Ejemplo: tres grupos de sujetos ofrecen el mismo relato (niño
que se aventuró en el bosque a pesar de una prohibición, sorprendido por la noche,
socorrido por alguien), con la diferencia de que en el primer grupo de relatos la ayuda
viene del padre, en el segundo de la madre, en el tercero de una persona anónima que
pasaba por el lugar. Esto define localmente un principio de transformación de un
aspecto importante del relato. Se trata efectivamente de un punto de arborización de
su desarrollo, que deberá encontrar su lugar en el diagrama.
Hay casos favorables donde las eventualidades distinguidas de esta manera pueden
ordenarse: entonces se pone en evidencia una cadena de transformaciones. Ejemplo
de una cadena de este tipo, constituida por el ordenamiento de 10 relatos brindados
por niños de 9 años, están resumidos aquí:
El diagrama al que se llega articula las transformaciones locales entre ellas: se trata,
por lo tanto, de un sistema de transformaciones, es decir una estructura.
Segunda fase. Se escribe el diagrama del relato tipo, con convenciones de escritura
que serán definidas más adelante.
Tercera fase. Se utiliza este diagrama para codificar las trayectorias de todos los rela-
tos del corpus.
Cuarta fase. Ciertos relatos parecen ricos de un sentido no tomado en cuenta. Sobre
este “residuo” se retoma el procedimiento a partir de la fase 1: constitución de gru-
pos y, si es posible, de cadenas; definición de principios de transformación; modifi-
cación del diagrama para integrar esta adquisición (el problema es no volverlo pesa-
do en exceso…). De hecho el procedimiento nunca está terminado; en la medida en
que el sentido es inacabable. No se puede hacer otra cosa que proponerse llegar a una
estructura que concilie de la mejor manera posible estas dos exigencias contradicto-
rias: la concisión y el tomar en cuenta el sentido.
Cuadro 1
Esquema del relato fundamental - Dibujo 4 DPI
Cuadro 2
Cuadro 2 (suite)
3. Se escriben sobre una misma línea los elementos entre los cuales no es plausible introdu-
cir un orden temporal y lógico, pero que representan variantes posibles, en general no exclu-
sivas. De hecho, no se puede definir ninguna alternativa cuyos términos sean verdaderamente
exclusivos, es decir que nunca se encontraron en el mismo relato. El relato puede encadenar
los dos términos, aun formalmente opuestos (por ejemplo: el héroe primero es pasivo, luego,
recuperándose, se dirige hacia la ayuda). En ciertos casos, el narrador desarrolla un relato con
alternativas: el niño espera, su padre viene a socorrerlo y lo cura... o bien, dice el narrador, se
puede imaginar otra cosa: vuelve a su casa rengueando y su padre no sabrá nada. Por lo tanto,
el narrador brinda dos relatos diferentes, que distingue explícitamente a partir de un cierto
punto. El análisis de estos relatos con alternativas es muy interesante, porque permite verifi-
car, en el caso de textos individuales, la realidad de los puntos de bifurcación definidos por
el diagrama. Estos relatos son particularmente frecuentes en los adolescentes…
Este diagrama permite codificar todo relato real reduciéndolo a una trayectoria que
simboliza la sucesión de las elecciones que él opera.
Este relato muy completo, tal como da testimonio el esquema II A: solo son omitidos los
elementos 3 (infracción de una prohibición) y 13 (moral de la historia, epílogo). Pero se
trata de una trayectoria particular: especialmente en el hecho de que es elegido el enlace
6ª-7ª (amenaza ejercida por un agresor real) luego 8ª-9ª (posición pasiva del niño socorri-
do y curado).
3 Relatos registrados lo más exactamente posible durante su producción. Un punto es una pausa breve, tres pun-
tos una pausa más larga; la transcripción no usa mayúsculas para no introducir una sintaxis arbitraria.
Lámina 1
A pesar de que ha sido relatado por un niño de más edad, este relato es más lacunar
que el precedente. Insiste fuertemente en la falta y en el estado lamentable en que se
encuentra reducido el héroe. Pero muchos elementos están omitidos, en particular la
evocación de un agresor (6). Como es frecuente en los relatos brindados por los niños
más grandes, el héroe es activo (9b).
La situación y los sentimientos del héroe son evocados aquí con muchos matices; él no
es menos pasivo (8ª, 9ª), de una pasividad a la que lo reduce su deplorable situación (2b),
a la medida de su falta (3). La ayuda es tan anónima como la instancia interdictora.
Se notará que en la escritura adoptada para estos esquemas, nos hemos contentado
con indicar la trayectoria de arriba hacia abajo, como si el narrador hubiera enuncia-
do los elementos en el orden previsto por el diagrama. Ciertamente sería preferible
una notación secuencial, que respetara el orden real de enunciación. Tal como lo
muestra el esquema C2, donde está figurado el relato C, esto es posible. Pero una
representación así rápidamente se vuelve confusa para los relatos más complejos. Es
por eso que hemos preferido anotar esta información escribiendo simplemente en
cada caso su rango en la sucesión de los elementos evocados por el relato.
De este modo, todo relato real puede ser transcripto como trayectoria en el diagrama.
Las particularidades de esta trayectoria responden a cuatro preguntas: ¿Qué es lo que
se dijo? ¿En qué orden? ¿Cómo se lo dijo? ¿Qué es lo que no fue dicho?
¿Para no decir qué? Respecto de esta lámina, aquí vemos la respuesta que se puede
encontrar en ciertos relatos de niños muy pequeños.
A.D., niña, 5 años: “Se torció la pierna después llora, está en la oscuridad. No ve
nada hay un oso allí... va a hacer que se lo coma”.
B.S., niño, 5 años: “Aquí descansa y llora... (¿por qué?) “vio algo que le da miedo...
(¿qué?)… un perro, hay árboles... después abre mucho los ojos porque vio algo...
porque está el perro... (¿qué va a pasar después?) el perro lo va a morder y después
se lo va a tragar”.
J.N., niño, 7 años: “Bien aquí está en la cueva, le duele mucho el pie, en la cueva
hay cosas que pican, se cayó en el agujero, es el señor que había hecho el agujero,
los señores están por aquí, él llora mucho, hay lobos que lo van a comer, es todo”.
Lo que se trata de evitar es la evocación brutal del fantasma destructor suscitado
inmediatamente frente a la visión de esta lámina; esto se logrará recurriendo a todo
un conjunto de procedimientos defensivos tendientes a reducir, trasponer, deshacer esta
F.G., niño, 12 años: “Veo un pequeño muchacho de 14 años que estaba corriendo y
de pronto se lastimó el pie, grita me duele me duele, y nadie le responde, entonces
comienza a levantarse y caminar con dolor hasta que ve a los chicos, sus compañe-
ros, sus amigos, sus camaradas le preguntan qué tenés en el pie? Me caí al lado del
claro, entonces los chicos lo llevan hasta donde está el monitor, y el monitor dice llé-
venlo rápido a la enfermería y el enfermero dice hay que hacerle un yeso, el peque-
ño dice no, no quiero, entonces una camilla viene y lo lleva, dice avísenle a mi
madre, avísenle a mi madre y después lo llevan al hospital y se ponen un yeso y su
madre viene a buscarlo, el doctor dice usted volverá en un mes, y luego de un mes,
no, durante ese mes los chicos vienen a verlo para preguntarle si está mejor, dice que
sí, y después de un mes le sacan el yeso y el niño al que todavía le duele, su madre
le dice pero no, es porque te sacaron el yeso que te duele un poco, no hay que correr
como un loco, mira a tus amigos, no corren como locos, y el vuelve a su casa”.
He aquí el enunciado del tema fundamental, bajo su forma más simple, la menos
transformada:
El relato siguiente combina dos inversiones: el deseo de ver se convierte en deseo de ser
visto de otro modo (disfrazado de cowboy), tener miedo se convierte en dar miedo:
Lámina 2
El mismo tipo de transformación porque el castigo del deseo de ver está ejercido, ya
no por los padres, sino por un acontecimiento aparentemente fortuito (es el esquema
de la justicia inmanente):
4) Los avatares del deseo dan lugar a una serie de transformaciones en las que se pue-
den distinguir cuatro grandes versiones: deseo de ver - de escuchar - de saber - de
Aprender, comprender es siempre tomar. Saber, es siempre saber lo que pasa detrás
de la puerta: primero la de la habitación prohibida, pero finalmente la de la naturale-
za. Algunos relatos, en los niños de más edad y en los preadolescentes, dan al tema
del dominio su dimensión prometeica. El héroe ya no entra en una habitación, sino
que sale a explorar el vasto mundo, con el costo de riesgos enfrentados valientemen-
te. Allí espera y tal vez encuentra tesoros, observa, oye, aprende... y ante todo el peli-
gro se disipa cuando se lo enfrenta.
embargo, que más allá de todos los disfraces, puede expresar de manera muy direc-
ta, como en el fulgurante relato siguiente, en el que una niña pequeña dice bellamente
lo esencial:
Relato 12 (niña, 5 años) “El va a golpear la puerta... (¿por qué?) porque quiere ver a
su papá y su mamá... yo ya tengo un hermanito...
En el trabajo del relato como en el trabajo del sueño, el motor de todo el proceso es el
fantasma. De hecho, hay un pasaje del fantasma inconsciente al fantasma consciente, lo
que Lagache llamaba la “fantasía”. Ahora bien, allí se puede observar una homología
formal notable, entre la estructura de la “forma fundamental” del relato, tal como es por
los caminos resumidos anteriormente, y la estructura del fantasma inconsciente.5
5 Retomo y resumo aquí una concepción del fantasma presentada en: Perron-Borreli, M. y Perron, R.,
1987, y precisada en: Perron-Borreli, M., 1997; las relaciones entre fantasma y pensamiento fueron dis-
cutidas en un conjunto de textos agrupados en: Perron-Borelli M. y Perron R., 1997.
Esta estructura ternaria del fantasma abre la posibilidad de todo un juego de trans-
formaciones. En efecto, consideremos el fantasma “un niño es pegado”. Freud (1919)
distingue en su evolución, su progresiva formación, tres fases:
1. El padre pega al niño que yo odio (el niño que yo odio es pegado por el padre):
dice Freud que esto data de “los primeros comienzos de la infancia”. Se pasa a otras
formas del fantasma por medio “de grandes transformaciones”.
2. Mi padre me pega (soy pegado/a por el padre).
3. Alguien pega a un niño (un niño es pegado por alguien) y yo miro.
Vemos que de esta forma funciona un sistema de transformaciones con cuatro motores:
• La vicariancia del agente (el que pega puede ser el padre, otro hombre, un policía,
un ladrón, otro niño, etc.)
• La vicariancia de la acción (por equivalencias del tipo pegar, retar, humillar, etc.;
o por vuelta en su contrario del tipo pegar/amar)
• La vicariancia del objeto (el pegado puedo ser yo, otro niño, etc.)
• La vuelta en lo contrario, el giro del agente y del objeto alrededor de la acción, del
tipo: un hombre pega al padre/el padre pega a un hombre. Este último tipo de trans-
formaciones es particularmente importante, porque corresponde a la transforma-
ción sobre el eje actividad/pasividad: yo pego/ yo soy pegado; o, para retomar una
figura más arcaica: muerdo el pecho/el pecho me muerde (de este modo está cons-
truida toda la fantasmática kleiniana).
Tal como fue sugerido al comienzo de este texto, todo esto puede interesar al analis-
ta frente a lo que él escucha de su paciente: lo que dice siempre es dicho de otra
manera, y muy frecuentemente para no decir... ¿La metodología esbozada aquí para
analizar la creación narrativa se podría trasponer al discurso analítico? Podemos
esperarlo; pero esto sería, si nos animamos a esta expresión, otra historia...
Bibliografía
Barthes, R. et al. (1977), Poétique du récit, París, Seuil.
Resumen
El autor propone considerar la teoría psicoanalítica como fundamento de las cien-
cias de la subjetividad. Luego, introduce el análisis del discurso para la investiga-
ción psicosocial y estudia el discurso específico de un líder político (Adolfo Hitler)
a partir del algoritmo David Liberman. Finalmente, subraya el sentimiento de injus-
ticia como un problema central para una psicología política.
Palabras clave: erogeneidad, defensas, ideal del yo, sentimiento de injusticia, psi-
cología política.
Summary
The author proposes to consider the psychoanalytic theory to be a foundation of the
sciences of the subjectivity. Then, introduces the discourse’s analysis on psychosocial
research and studies the specific speech of a political leader (Adolph Hitler) from the
David Liberman algorithm. Finally, he emphasizes the injustice feeling as a central
problem for a political psychology.
Key words: erogeneicity, defenses, ego ideal, feeling injustice, political psychology.
1. Introducción
A los trabajos pioneros de Freud (1908, 1909, 1911, 1913, 1915b, 1919b, 1920, 1921,
1924, 1930, 1933, 1934, 1938) le ha seguido una importante tradición de aportes del
psicoanálisis a las ciencias sociales y políticas. Entre los tópicos estudiados halla-
mos: la función de la instancia paterna; la eficacia de la desmentida y/o desestima-
ción en el desconocimiento de la realidad; el valor del superyó y los ideales; los
nexos entre el sentimiento de injusticia, el afán de venganza y la erogeneidad anal
primaria; el tipo de percepción, motricidad, mundo simbólico y defensivo en quienes
padecieron abusos así como en aquellos que los ejecutaron; las relaciones entre el líder y su
grupo; los nexos entre los integrantes de una comunidad y la creación o abolición de idea-
les societarios; los ideólogos apocalípticos y sus prácticas; los efectos de la violencia de
Estado sobre la subjetividad, la intersubjetividad y sobre la trama social extensa; la identi-
ficación de las víctimas de la opresión política con los déspotas que los oprimían; etc.1
Desde la lingüística, para Verón (1995) la semiología del relato procura determinar las con-
diciones bajo las cuales se cuenta una historia por medio del lenguaje (semantización
narrativa de un conjunto de fenómenos). Greimas (1966) caracteriza clases de personajes
(actantes) por sus funciones y un conjunto de escenas prototípicas. Posteriormente,
Greimas y Fontanille (1991) agregaron los estados a las funciones. Tres aspectos del
modelo de Greimas resultan afines con la teoría psicoanalítica: a) la jerarquización del
deseo como motor del relato; b) la categorización de los personajes es congruente con las
1 Además de una teoría acerca del psiquismo, la psicopatología y su enlace con la clínica, consideramos
que el psicoanálisis constituye una ontología general y hace de base para el desarrollo de las ciencias que
toman como fundamento los procesos subjetivos (Laclau, E.; 2005; Maldavsky, D.; 2001b).
posiciones que Freud describió (1914, 1919a, 1921): sujeto, objeto, rival, modelo,
ayudante y doble; c) la hipótesis sobre los estados se relaciona con las propuestas psi-
coanalíticas sobre los afectos.
Por nuestra parte, al jerarquizar las pulsiones sexuales como base semántica para la catego-
rización del discurso, podemos restringir aun más el universo de las significaciones (dese-
os específicos, clases de personajes, etc.), más allá de una orientación genérica. Las pulsio-
nes sexuales que el ADL detecta son: libido intrasomática (LI), oral primaria (O1), oral
secundaria (O2), anal primaria (A1), anal secundaria (A2), fálico uretral (FU) y fálico geni-
tal (FG). En cuanto a las defensas, detecta sobre todo la represión, la desmentida, la deses-
timación de la realidad y de la instancia paterna y la desestimación del afecto. En cuanto al
enlace entre erogeneidades y defensas, seguimos la hipótesis de Freud (1915a) según la cual
la defensa es un destino de pulsión. La represión se enlaza con las erogeneidades FG, FU y
A2; la desmentida y/o la desestimación de la realidad y la instancia paterna es un destino
para las erogeneidades A1, O2 y O1. Por último, la desestimación del afecto se enlaza con
LI. Para el análisis de las erogeneidades, el método distingue tres niveles (palabra, frase y
relato) y dispone de diversos instrumentos: 1) un programa computarizado tipo diccionario
(análisis de las palabras); 2) dos grillas para estudiar las frases (componentes verbales y
paraverbales) y 3) una grilla para el análisis de relatos. En cuanto al análisis de las defensas,
el ADL considera: 1) la erogeneidad prevalente en un discurso específico; 2) el análisis retó-
rico y 3) las posiciones del relator en las escenas que describe (Maldavsky, D.; 1998, 1999a,
2001a, 2004, 2005, 2006, Maldavsky et al.; 2005).2
2 En psicoanálisis hallamos otros instrumentos que estudian las narraciones. Entre ellos, puedo mencio-
nar el CCRT desarrollado por Luborsky y Crits-Christoph (1990), que procura detectar los deseos del suje-
to, las respuestas del objeto y los efectos de estas en el sujeto, y el MCT, expuesto por Mergenthaler y
Bucci (1993), que presta atención a las evoluciones clínicas evidentes, expresadas en el pasaje desde el
énfasis en los estados afectivos hacia la actividad reflexiva. Desde la psicología cognitiva, Brunner (1990)
propone el relato o narrativa como una metáfora psicológica de mayor valor que la de la computadora, la
rata de laboratorio o el científico ingenuo.
Popular de Munich el 1° de abril de 1924, debía comenzar aquel día mi reclusión en el presidio
de Landsberg, sobre el Lech. Así se me presentaba por primera vez, después de muchos años de
ininterrumpida labor la oportunidad de iniciar una obra”); b) qué va a exponer (“me había deci-
dido a exponer... los fines de nuestro movimiento, ...delinear también un cuadro de su desarro-
llo”, “he querido asimismo dar a estas páginas un relato de mi propia evolución”); c) cuáles
son los fines del libro (“iniciar una obra reclamada por muchos y que yo mismo consideraba
útil a la causa nacionalsocialista”, ofrecer una obra de la cual “aprender más que de cualquier
otro estudio puramente doctrinario”, “destruir las tendenciosas leyendas sobre mi persona pro-
pagadas por la prensa judía”, exponer lo esencial de una doctrina “para después sostenerla y
propagarla uniforme y homogéneamente” y, por último, aportar “la piedra fundamental a la
obra común”); d) quiénes son los destinatarios del libro (“aquellos que adheridos de corazón al
movimiento, ansían penetrar más hondamente la ideología nacionalsocialista”).
El enlace entre ambos lenguajes (A2 y A1) nos conducirá, cuando investiguemos
las escenas, a indagar: a) los nexos entre el ideal de la justicia y el del orden (deri-
vados de las erogeneidades anal primaria y secundaria respectivamente); b) la
superposición de dos tipos de escenarios, el campo de batalla y aquel organizado
según jerarquías institucionales; c) el enlace entre la voz gana voluntades y la pala-
bra escrita; d) su pretensión de propagar una doctrina de manera homogénea; e) la
reclusión (encierro o parálisis motriz impotente) de la cual deriva un libro; f) los
tipos de destinatarios, entre los cuales están los “extraños” y la “prensa judía”,
por un lado, y los “adheridos de corazón al movimiento”, por otro; g) el verbo
3 Creí conveniente, pese a su bajo porcentaje, considerar el valor del lenguaje anal primario. Tenía pre-
sente que el diccionario computarizado puede no detectar las prevalencias de un modo directo en los dis-
cursos en los que prevalece la desmentida (tal como ocurre cuando predominan los lenguajes anal prima-
rio, oral secundario u oral primario). Respecto de ello, dice Maldavsky: “la limitación mayor del progra-
ma que advertimos hasta el momento consiste en que no detecta con facilidad el lenguaje del erotismo
sádico anal primario, sobre todo cuando predomina la desmentida. Así ocurre con pacientes transgreso-
res o psicópatas, que poseen un afán vindicatorio secreto, una segunda intención que suelen enmascarar
con una presentación fenoménica correspondiente a otro lenguaje del erotismo, muy a menudo acorde con
el que el interlocutor desea para sí. En tales casos es necesario recurrir a otros caminos, complementa-
rios, para investigar el discurso, tomando en cuenta, por ejemplo, si lo dicho se atiene al contrato y las
metas que se han establecido explícitamente, etc., pero entonces el nivel de análisis es otro, la estructu-
ra-frase” (2004, pág. 95).
Si bien la vida de Hitler -incluido el nombre mismo del libro- puede pensarse según
la orientación de la erogeneidad anal primaria, las redes de signos del Prólogo se reú-
nen bajo la significatividad de la erogeneidad anal secundaria. Una vida de lucha (Mi
lucha) es la de quien escribe la historia con los hechos (A1), no obstante, en prisión
Hitler encuentra el lugar y momento propicios (FU) para desplegar los recursos inhe-
rentes al desarrollo de una obra doctrinaria (A2). Pero ello nos conduce al estudio de
los actos de enunciación. Finalmente, el lenguaje fálico genital expresa la aspiración
a la reunión entre los miembros del nacionalsocialismo.
3.1.2. Estructuras-frase
Porcentajes de frases para cada lenguaje del erotismo:
Los cuatro lenguajes se corresponden con los lenguajes centrales que mostró el análisis
de las palabras. El lenguaje anal secundario resulta hegemónico (desde el punto de vista
estadístico y lógico) y entre sus frases hallamos: imposición de obligaciones, información
y/o descripción de situaciones y hechos concretos, ordenamiento, justificación de pala-
bras, actos y pensamientos, aclaración, clasificación, sentencias y máximas, enlace cau-
sal, frase adversativa y cierre. Hitler se dirige a sus interlocutores (los “adheridos de
corazón”) con una argumentación centrada en la descripción (presuntamente) objetiva de
la realidad y en la racionalidad de sus proposiciones. Las frases correspondientes al len-
guaje anal secundario, ponen el énfasis en la tradición, el dominio de la realidad, el “tener
que”, los juicios valorativos y críticos, y la organización del pensamiento y la exposición.
Resulta ilustrativa la secuencia argumental de sus decisiones (frases de tipo “porque”, “entonces”
o sus equivalentes): 1) “así se me presentaba...”; 2) “en consecuencia...”; 3) “he querido
4 Con la “propaganda” (A1) Hitler recurre a una trasformación pasivo-activa: pasa del lugar de víctima de
aquella al de agente del mismo instrumento. No lo cuestiona ni lo sustituye por otro más complejo, sino
que solamente invierte las posiciones.
asimismo...” y 4) “sin embargo...”. En el primer caso Hitler explica que escribió su obra a
partir de su reclusión (condena judicial como oportunidad para escribir la obra). La segun-
da frase indica los motivos del libro: la necesidad de los otros y el propio juicio de Hitler
acerca de la utilidad de la obra. El tercer ejemplo refiere a por qué expondrá un relato de su
propia evolución: la mejor comprensión del libro y la destrucción de la propaganda judía.
Por último, el adversativo “sin embargo” sigue a la oración que dice: “bien sé que la viva
voz gana más fácilmente voluntades que la palabra escrita y que asimismo el progreso de
todo movimiento trascendental debiose generalmente en el mundo más a grandes oradores
que a grandes escritores”. El adversativo muestra que, en ocasión de su reclusión, Hitler
debió objetar su propia convicción para escribir el libro; debió renunciar -temporalmente- a
ser el gran orador que gana voluntades, pero encontró un recurso sustituto: escribir un libro.
Si como orador político (lenguaje anal primario) resulta inferible una vivencia de derrota,
en la escritura Hitler encuentra una “salida” eufórica desde el lenguaje anal secundario.
La tercera frase incluye, además: 1) una denuncia (A1): “destruir al mismo tiempo las ten-
denciosas leyendas sobre mi persona propagadas por la prensa judía” y 2) la manifestación
de un deseo (FG): “he querido asimismo”. Este conjunto muestra el enlace entre tres len-
guajes del erotismo: A2, A1 y FG. Es notable que cuando Hitler se centra en sí mismo (“un
relato de mi propia evolución”) y menos en lo doctrinario, surge el lenguaje anal primario.
En suma, el libro se ofrece como plataforma doctrinaria (A2) pero también tiene valor de
“arma” (A1) y como tal se contrapone a la prensa judía (“texto escrito” contra “texto escri-
to”). Veremos que las escenas relatadas (secuencias narrativas) expresan con mayor fuerza
este último lenguaje, mientras que las escenas desplegadas se configuran desde el lenguaje
anal secundario: el orador vengativo que a través de la motricidad aloplástica gana volunta-
des y destruye al enemigo se ha tomado una pausa (impuesta por la reclusión) y recurre a la
argumentación y el despliegue de la musculatura fina.5
5 El enlace entre ambos lenguajes (A2 y A1) tiene en cuenta que “ciertos comentaristas políticos tienen una apariencia
de objetividad con la cual pretenden disminuir la desconfianza ajena” (Maldavsky, 2004; pág. 153). El problema se pre-
senta no tanto cuando el relator narra una historia que evidencia la desmentida sino cuando la misma es desplegada en
el acto de narrar, cuando la desmentida está dirigida a la capacidad pensante del destinatario del relato. Vasilachis (1996)
refiere que la apelación a valores socialmente compartidos dificulta la posibilidad de oponerse a ellos; argumentación que
produce un entrampamiento padecido por el destinatario del discurso.
6 En un mismo relato suelen coexistir diferentes lenguajes del erotismo y, por lo tanto, presentarse más de
un ideal, estado afectivo, etc.
Entre los personajes, Hitler aparece como líder político o justiciero (A1) y la prensa
judía con un liderazgo similar (A1), mientras que el Tribunal reúne una referencia a
la justicia (A1) y a las jerarquías institucionales (A2). Finalmente, los “adheridos de
corazón” constituyen ayudantes del relator.
Sobre los tipos de motricidad hallamos una sujeta a pautas culturales tal como resul-
ta del acto de escribir un libro (A2); una motricidad penetrante localizada en “aque-
llos adheridos de corazón que ansían penetrar más hondamente en la ideología
nacionalsocialista” (FU); por último, la escritura también expresa el inicio de una
acción vengativa, de un movimiento tendiente a un golpe (A1).
En cuanto a los ideales, hallamos la justicia (A1), en la decisión del Tribunal y el afán
vindicatorio de Hitler, y el orden (A2). Respecto del primero, cabe diferenciar el
grado de complejización en cada caso, pues mientras la decisión judicial es una
forma institucionalizada de procesamiento de la erogeneidad anal primaria,9 en el
caso de Hitler pareciera presentarse en la forma regresiva de la venganza y la propa-
ganda. Por otra parte, algunos elementos indican la importancia de la verdad abs-
tracta como ideal (O1): que la exposición de su evolución personal permitirá com-
prender mejor el libro, de la idea de un movimiento trascendental, de la esencia de
una doctrina que sea propagada uniforme y homogéneamente y del atributo de “pie-
dra fundamental” que adjudica a su escrito. Hitler se coloca en la posición de quien
tiene una verdad universal que transmitir.
7 Sobre los estados afectivos inherentes a la erogeneidad anal primaria me pregunté sobre la humillación
y el aburrimiento. Conjeturaba (tal vez excesivamente) que la humillación debía estar presente al momen-
to de la reclusión. Finalmente, concluí que el acto de escritura le permitió pasar de una escena disfórica
A1 a una escena eufórica A2. Eso implica también que, en lugar de estados (por ejemplo, aludir a un abu-
rrimiento sin fin), se ponen de relieve las acciones (decisiones en torno del libro).
8 Los “adheridos de corazón” no aparecen como miembros orgánicos de un partido político, en cuyo caso
podría corresponder a una significación A2 y/o A1.
9 En tal caso, la erogeneidad A1 queda orientada por la erogeneidad A2.
Una distinción similar advertimos respecto de los atributos de los personajes. La “prensa
judía” tiene el valor de un personaje abusador y Hitler queda colocado como víctima de tal
abuso (A1) y a la vez sería el portador de rasgos de orden y corrección, capaz de organizar
la racionalidad de un conjunto de ideas (A2). Asimismo, el relator está en la posición de
observador hiperlúcido que desarrolla lo esencial de una ideología (O1).
El libro, como ayudante, posee tres significaciones: como instrumento que permitiría ganar adep-
tos para la gesta vindicatoria (A1), como herramienta para dominar la realidad concreta vía cono-
cimiento (A2) y, finalmente, como factor de incremento de la potencia del líder y como brújula
orientadora para los adeptos (FU). Los “adheridos de corazón” son ayudantes para la lucha
(A1), aunque restaría definir si también constituyen objetos entregados en sacrificio (O2) y/u
objetos que permiten obtener algún tipo de ganancia (LI). Los medios periodísticos son ayudan-
tes del rival (los judíos) para la propagación de mentiras sobre el relator (A1). Finalmente, la voz
que gana voluntades (inaccesible como consecuencia de la reclusión) contiene: la propia voz y
las voluntades ganadas (A1). También nos preguntamos si para Hitler el Tribunal es un ayudan-
te de la prensa judía.
Este análisis muestra que el relator se ubica como líder político (A1) que ordena la realidad a tra-
vés de una doctrina (A2) y como brújula orientadora que ejerce influencia y siembra la descon-
fianza (FU) (tal vez también como observador hiperlúcido -O1) en el marco de una gesta vindi-
catoria (A1), siendo este último lenguaje el prevalente. Del relato correspondiente detectamos la
escena de seducción: el despertar del deseo surge a partir del padecimiento de una iniquidad inju-
riosa que despierta un irrefrenable afán de venganza. El héroe, sorprendido por su inmadurez, su
inexperiencia, su ignorancia o su carencia de recursos, ha pasado por intensos sentimientos de
humillación y de vergüenza. La iniquidad injuriosa aparece localizada en la prensa judía y tal vez
también en el Tribunal, los deseos vengativos se evidencian en el propósito de destrucción y en
el afán de ganar voluntades, mientras que los sentimientos de humillación y de vergüenza deben
ser inferidos o, mejor dicho, quedan resueltos por el pasaje a la acción anal secundaria.
El estudio del Prólogo en el nivel de las secuencias narrativas arroja un resultado par-
cialmente coincidente con los otros dos niveles de análisis en cuanto al repertorio de
lenguajes del erotismo. La diferencia entre este nivel (relatos) y los restantes (pala-
bras y estructuras-frase) es que en el primero el lenguaje anal primario es hegemóni-
co y el anal secundario queda subordinado a aquel.10 Para aclarar este punto (que nos
10 Se han realizado diversos estudios en torno de las diferencias entre los resultados en uno y otro nivel de análisis y
una de las conclusiones ha sido: “Differences between the results of the computerized analysis and those obtained
from phrases and narration analysis coincide with the prevalence of certain defenses facing reality, judgments and
affect but no of defenses in front of desire. We don’t know if this conclusion can be generalized beyond the present
research. It would be worth reconsidering this issue in subsequent investigations” (Maldavsky et al.; 2005, pág. 263).
introduce en el apartado siguiente sobre las defensas), puedo agregar que la impor-
tancia del saber, el sentido de un libro y las discusiones políticas, no se expresan en
escenas en las que un sujeto intenta rescatar a otro de la degradación moral, sino que
la acusación moral, en todo caso, conduce a una tentativa diversa: la destrucción.
11 “On the narration level the context is inferred by the speaker’s descriptions. He may refer to a family scene,
his relationship with his boss, with a friend, with the police, with a priest, with students, with his enemies, etc.
Each context has it goals and rules, usually implicit, that determine functions, hierarchic relationship and con-
crete practices. The speaker acts in each context guided by his wishes. This aspect is as decisive as the respect
of the implicit or explicit rules, etc. Actions according to contextual exigencies and disregarding wishes (of
love, justice, aesthetic harmony, etc.) are failed solutions, as are the opposite, consisting in action guided by
wishes and going against contextual rules” (Maldavsky et al., 2005, pág. 92).
12 Probablemente las frases “debía comenzar aquel día mi reclusión” o “escrito en el presidio” expresen
parte del retorno de lo desmentido.
relaciones intersubjetivas. De todos modos, puede ocurrir que el sujeto procure trampear y
disimular este segundo sector del retorno de lo desmentido o desestimado (restablecimien-
to de principios legales) homologándolo al primero (no hay principios generales sino rela-
ciones activo-pasivas en los vínculos sadomasoquistas)13; pero de hecho se trata de dos
modos diversos del retorno de lo desmentido o desestimado (Maldavsky, D.; 2004).
3.2.2. Estructuras-frase
Las frases detectadas (A2) indican defensas opuestas al deseo. Como aquel lenguaje
del erotismo presta atención al dominio y al control de la realidad gracias al poder
del saber, la tradición y la moral, la defensa central puede combinarse con otros
mecanismos que procuran dominar pensamientos propios (o ajenos) tales como la
anulación y el aislamiento. Este último se evidencia en actos de enunciación que tien-
den al ordenamiento, la clasificación, la distinción de problemas y argumentos, etc.
La anulación se pone de manifiesto en los imperativos condicionales, en órdenes del
tipo “si... entonces...”, como forma de conjurar un desenlace no querido. Desde el
punto de vista retórico también prestamos atención a los recursos que se contraponen
a la adición (“no es para tanto”) o al uso de adversativos (“pero”) como forma de
objetar la exageración de una idea que no se ajustaría a una realidad concreta.
Para determinar la prevalencia lógica, podemos estudiar el final del capítulo. En tal
caso, los porcentajes resultantes varían:
El análisis interactivo refleja que los dos lenguajes más relevantes (con un empate
técnico) son el oral secundario y el anal secundario.
Los términos oral secundario aluden a escenas de sacrificio, al sufrimiento, a tolerar, etc. Por su
parte, en la red de signos anal secundario importan los contextos institucionalizados, la cultura,
la formación, las normas y jerarquías, etc. Entre los restantes lenguajes, para el fálico uretral
cobran relevancia las preguntas tipo “dónde” y “cuándo” con las consiguientes vivencias de
desorientación y/o rutina. Finalmente, las palabras correspondientes a la erogeneidad intrasomá-
tica suponen una intrusión orgánica o la exacción económica. En síntesis, lo que Hitler denomi-
nó la pronta resolución de su profesión futura significó: no dejarse doblegar ante la imposición
de su padre, seguido de la muerte de este. Luego, el sufrimiento afectivo y económico (por la
enfermedad y muerte de su madre) lo sumen en un estado de desamparo y desorientación que
logra transformar en voluntad inquebrantable para salir en busca de aquello que el Destino le ten-
dría reservado.
1870-71) en las cuales los alemanes fueron humillados y traicionados (delatados). Luego,
surge el interrogante acerca de por qué Austria no peleó del lado de Alemania y Hitler res-
ponde: la causa fue la degeneración de los Habsburgo y la coexistencia de nacionalidades
diversas (“el veneno de las razas extrañas”). Todo ello impulsaría la lucha por la pureza
del idioma, el amor a la patria austroalemana, odio hacia el Estado austriaco y fusión de
los pueblos de la misma sangre en una patria común (en la “patria” solo caben pueblos
de la misma sangre). Los personajes de esta gesta son: “beligerantes”, “indiferentes” y
“traidores”. Por último, el argumento que justificará “moralmente” la acción de política
colonial es el hambre, pues de la guerra surgirá el pan cotidiano.
El relato en torno del padre describe a un muchacho, hijo de un simple y pobre cam-
pesino, que no quiso resignarse a quedar en la casa paterna. Siendo aún muy joven
se lanza a la aventura (con poco dinero y desoyendo el consejo de los más experi-
mentados) y logra aprender un oficio. Pero aun así, seguía insatisfecho, quería ser
“algo mejor”, un “funcionario público” y llega a ser “aduanero”.15 Finalmente se
jubila y retorna a la actividad originaria de sus mayores (el campo). En este contex-
to también alude al cariño que su madre prodigaba a los hijos.
15 ¿Acaso el afán de Hitler por fusionar la patria austroalemana habría constituido una vía para desafiar
o abolir la figura del padre en tanto “aduanero”? La respuesta requiere del estudio de la biografía de Hitler,
pero tengamos presente que la voluntad de arrasar con el padre es una hipótesis que sostienen Merle y De
Saussure (1973). Leupold-Löwenthal refiere que en esa época (1920-30) “se estaba discutiendo la desa-
parición de las aduanas entre Alemania y Austria” (2000, pág. 15).
16 El problema del destino constituye un punto de reunión entre Hitler y su padre: ambos parten, siendo
jóvenes y sin dinero, hacia Viena con el propósito de ser “algo mejor”. Por otro lado, Hitler comienza su
capítulo diciendo “Considero una predestinación feliz haber nacido en la pequeña ciudad de Braunau...”
y lo finaliza con una frase similar.
de la misma sangre, todos reunidos en una patria común. La otra cuando señala que
el “núcleo sano del pueblo mismo” o el “núcleo alemán de sangre pura”, padeció
“el veneno de razas extrañas [que] carcomía el organismo de nuestra nacionalidad”
(nuevamente, un estado disfórico para el lenguaje intrasomático).
Este relato puede reorganizarse del siguiente modo: un pueblo “sano” habría sido frag-
mentado y envenenado por la presencia de razas extrañas y por un conjunto de traicio-
nes. Ahora, “el cometido vital que bien merece realizarse a todo trance” será la fusión
de lo previamente desgarrado (y la eliminación de la diversidad), lo cual podrá tener
como consecuencia la imposibilidad de asegurar la subsistencia. Ello otorgaría derecho
a “adquirir posesión sobre tierras en el extranjero” (resulta elocuente la frase que dice
“el arado se convertirá en espada y de las lágrimas de la guerra brotará para la pos-
teridad el pan cotidiano”). Toda esta secuencia pone de manifiesto el enlace entre los
lenguajes intrasomático y anal primario: un estado inicial (LI y A1) de equilibrio entre
tensiones diversas no cualificadas (sangre pura o común) y paz natural se vio quebra-
do (desgarrado) por la intrusión violenta que dio lugar a la presencia de razas extrañas
que carcomieron el organismo (consecuencias disfóricas). Ello despierta un afán ven-
gativo (despertar del deseo anal primario) del cual sobrevendrá una brusca caída de
energía que justificará la conquista de nuevos territorios que garanticen la subsistencia
(despertar del deseo intrasomático y anal primario).
En el relato sobre el padre detectamos tres lenguajes del erotismo, dos de ellos (FU
y A2) en relación con el padre y el tercero (O2) en relación con su madre.20 La escena
19 Recordemos que en el análisis del Prólogo nos hemos preguntado si los “adheridos de corazón”
correspondían a posibles objetos entregados en sacrificio.
20 En este fragmento la referencia a la madre es muy acotada, quien queda localizada como un personaje
que permanece en el hogar dedicada cariñosamente a sus hijos.
fálico uretral comprende un estado inicial de rutina (la casa de sus padres campesinos),
el despertar del deseo y tentativa de consumación (el padre que no quiso resignarse y
avanza hacia la ciudad desoyendo el consejo de sus mayores) y un estado final de ruti-
na (“así volvió después de una larga y trabajosa vida a la actividad originaria de sus
mayores”). El propósito de ser empleado público, actualmente, puede representársenos
como algo diverso de un deseo ambicioso (más bien parecería contener un apego a la
rutina), aunque desconocemos qué valor habría tenido ese proyecto hacia mediados del
siglo XIX. Sin embargo, el desenlace de la historia (un retorno a la rutina, un futuro que
coincide con el pasado) sumado al énfasis que adquieren ciertos indicadores de la ero-
geneidad anal secundaria, podrían relativizar el carácter aventurero del padre. De hecho,
Hitler lo describe como un “valiente”, pero, sobre todo, como un leal y honrado fun-
cionario y como alguien más interesado en insertarse en un escalafón jerárquico que
como un ambicioso que recorre territorios inexplorados.
Los diversos fragmentos sobre las vicisitudes infantiles y adolescentes de Hitler que-
dan reunidos en su postura frente a la “formación”: 1) alusión al período en que se
forjaron sus ideales y despreocupación por su formación futura (al tiempo que sabía
que sus intereses no se inclinaban hacia la profesión del padre y que sus dotes orato-
rias se ejercitaban en altercados violentos); 2) imposición de estudiar por parte del
padre y oposición implacable de Hitler (mención a su talento para la pintura y a sus
calificaciones en ciertas asignaturas); 3) pronta resolución de la cuestión de su futu-
ra profesión (como consecuencia de la muerte de su padre y de su madre). En suma,
despreocupación inicial por el estudio, seguida de oposición y, por último, una pron-
ta resolución que significó abandonar completamente los estudios para encaminarse
en busca del destino. Así, en lugar del estudio, Hitler jerarquiza: a) las dotes orato-
rias, b) los altercados violentos, c) su rol de caudillo, d) la oposición a su padre (que
continuó con una enfermedad como modo de persuadir a su madre de que lo sacara
de la escuela)21 y e) la “voluntad inquebrantable” para ganarse “de cualquier modo
el pan cotidiano”. Finalmente, afirma que él quería llegar a “ser algo” como el
padre, pero no “funcionario” como él.22
Este conjunto presenta escenas correspondientes a tres lenguajes del erotismo: anal
primario, intrasomático y oral secundario. En primer lugar, se presenta un estado ini-
cial anal primario, en el cual existe un cierto equilibrio jurídico natural y una armo-
nía en la cual los abusos quedan neutralizados y castigados sobre todo por el héroe
protagónico. Luego, el despertar del deseo se presenta como oposición implacable
del pequeño Adolfo frente a la imposición “inflexible” desde el padre. Tal vez lo más
llamativo sea la resolución descripta por Hitler: la muerte de ambos progenitores lo
deja en un estado de inermidad económica y afectiva (consecuencias disfóricas para
los lenguajes intrasomático y oral secundario) que lo somete a la obligación de ganar-
se el pan. Sin saber con qué metas va a Viena con una “voluntad inquebrantable”.23
II. En el nivel de los relatos prevalece una cosmovisión orientada por la erogeneidad
A1 (afán vengativo) que se enlaza con otros dos lenguajes: O2 (exaltación del sacri-
ficio y estados de desamparo) y LI (estados de desfallecimiento económico u orgá-
nico). El afán vengativo promueve estados de inermidad que retroalimentan el afán
vengativo pero, al cabo, este último perpetúa aquellos estados.
III. La exaltación del sacrificio resulta una vía para vehiculizar el proyecto vengati-
vo. El relator localiza el sacrificio en sí mismo o en algunos “mártires” (en el pasa-
do) y como propuesta hacia sus destinatarios (para el futuro). El relator se ubica en
una posición eufórica mientras que describe una realidad disfórica.
V. Los actos del habla reúnen información, racionalidad, explicaciones, datos histó-
ricos, etc. (A2) y una estrategia inductora (A1).24
VI. Es decir, el lenguaje A2 tiene valor como instrumento de una gesta vindicatoria:
a) permite exponer un conjunto de ideas y valores y disminuir la desconfianza ajena
y b) permite sobreponerse a una vivencia de derrota. Una vivencia disfórica A1
queda sustituida por una vivencia eufórica A2. Ello implica considerar el enlace entre
diferentes niveles de análisis.
24 Esta significación se desprende de considerar la función del texto como manifiesto político.
VII. El nexo entre ambos niveles de análisis (frases y relatos) permite formular un
interrogante derivado de algunos estudios clínicos con el ADL. En ellos se advirtió
que cuando las escenas relatadas (en particular con prevalencia A1) no coinciden con
los actos del habla, puede anticiparse que posteriormente se desplegarán también en
el vínculo (en ese caso, terapéutico) (Maldavsky, 2006). Si traspolamos esta hipóte-
sis al campo que estamos investigando, nos preguntamos si una anticipación similar
se da en el vínculo entre un líder político y los destinatarios de su discurso.25
VIII. Sobre la pugna entre ambos lenguajes (A1 y A2) se ha señalado (Maldavsky,
2001a, 2002) que cuando la violencia es reemplazada por la discusión política, la pri-
mera pasa a tener otro valor en términos de estados tóxicos y afectivos (LI y O2). En
nuestro estudio, precisamente, advertimos que las consecuencias del afán vengativo
se expresan en estados de desamparo afectivo y orgánico o económico.
Respecto de los lenguajes LI, O2 y A2, importa considerar: a) el valor del cuerpo como
fuente pulsional (Freud, S.; 1920, 1926 y Maldavsky, D.; 1992, 1999a), el vínculo de
apego y desconexión, un liderazgo ejercido por un personaje sin percepción ni memoria,
el afán especulador y una oscilación entre la violencia y los estados asténicos (lenguaje
intrasomático); b) sentimientos de culpa e inferioridad, manipulación emocional dirigida a
otros (con el doble fin de infiltrarse en el superyó ajeno despertándole culpa e inducir el
desarrollo de sentimientos de la gama de la gratitud, el reconocimiento, el amor) y una pos-
tura sacrificial como modo de tramitar los sentimientos de humillación y vergüenza
(Maldavsky, D.; 1998 y Plut, S.; 2004b) (lenguaje oral secundario); c) la voluntad de poder
entendida como tentativa de dominar y saber hacer respecto de una realidad dada, la frase
de juramento a través de la cual el sujeto se compromete ante otro a ejecutar un acto que
implica una difícil renuncia a un placer (Maldavsky, D.; 1999a), dos posiciones para el
sujeto expresadas según dos verbos modales: tener que (o deber) y saber, referidos al hacer
(“tengo que hacer”, “saber hacer”). El primero de ellos corresponde a la tentativa de sal-
dar una deuda (ante quien se coloca como acreedor) en tanto el segundo pone de mani-
fiesto el esfuerzo por acordar con la postura del modelo (destinatario del juramento) (len-
guaje anal secundario).
25 Los destinatarios de un líder pueden ser múltiples. De hecho, en el discurso estudiado diferenciamos
dos destinatarios (los lectores y los acusados). Un político puede dirigirse a sus allegados y, al mismo tiem-
po, enviar mensajes a sus rivales, etc.
En el nivel de los relatos hallamos una particular combinación de tres lenguajes: A1,
O2 y LI. Los dos primeros lenguajes, con sus rasgos diferenciales, ponen de mani-
fiesto el predominio de vínculos narcisistas, en los cuales el otro se presenta como un
doble (o bien el yo es colocado como un doble del otro) y aquello que no logra reci-
bir esta tramitación es expulsado, arrojado fuera. El lenguaje intrasomático, en cam-
bio, se presenta como radical oposición a la cualificación y a la diferencia, como
degradación de los procesos anímicos y vinculares a la categoría de lo orgánico. La
aversión hacia lo diferente puede culminar en una tentativa de supresión de lo vital,
dirigida ya sea hacia el cuerpo del otro o el propio.
27 Al comienzo del estudio del Prólogo distinguí entre una historia previa (“muchos años de ininterrum-
pida labor”, desarrollo del movimiento nacionalsocialista, su propia evolución) y otra iniciada a partir de
la reclusión (“comenzar aquel día mi reclusión”, “iniciar una obra reclamada por muchos”, exponer una
doctrina que pueda luego ser propagada, aportar la piedra fundamental). El Prólogo resulta el momento
presente en el cual se alude al pasado y al mismo tiempo al futuro (el hecho que parece dividir aguas es
el inicio de la reclusión). Observemos los tiempos verbales utilizados por Hitler: 1) “fallo dictado por el
Tribunal”; 2) “debía comenzar aquel día mi reclusión”; 3) “así se me presentaba por primera vez”; 4)
“una obra reclamada por muchos y que yo mismo consideraba útil”; 5) “me había decidido a exponer”;
6) “he querido asimismo”; 7) “destruir las tendenciosas leyendas propagadas por la prensa judía”; 8)
“al escribir esta obra no me dirijo a los extraños”; 9) “ansían penetrar”; 10) “bien sé que la viva voz
gana”; 11) “todo movimiento trascendental debiose”; 12) “es indispensable”; 13) “quede expuesta”; 14)
“poder después sostenerla y propagarla”; 15) “partiendo de esta consideración”; 16) “el presente libro
constituye”; 17) “que aporto a la obra común”; 18) “escrito en el presidio”. Las citas 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7
están escritas en tiempo pasado. Las citas 8, 9, 10, 12, 13, 15, 16 y 17 están expresadas en tiempo pre-
sente. La 11 alude al pasado en forma impersonal, la 14 reúne presente y futuro y la 18, finalmente, recu-
pera la forma pasada. La enumeración precedente permite advertir dos “pasados”, uno indicado por los
tiempos verbales, que, en realidad, coincide con el presente (la imposición del Tribunal y las decisiones
en torno de la escritura), y otro evocado (por ejemplo, “muchos años de ininterrumpida labor”, el desa-
rrollo del movimiento nacionalsocialista, la propia evolución personal de Hitler o los grandes movimien-
tos trascendentales en el mundo). Así, el tiempo presente queda amalgamado con el futuro en un presen-
te eternizado (una sola frase está en tiempo futuro, cuando dice “será posible aprender”).
7. Comentario final
A partir de la investigación de la erogeneidad y las defensas estudiamos el discurso
de un líder político para pesquisar las cosmovisiones (en particular, los ideales y
representaciones-grupo), las cuales constituyen el fundamento para una psicología
política psicoanalítica (Caride; 2006). Consideramos que el nazismo fue un sistema
de pensamiento político más que un fenómeno inabordable o inhumano. Por ello
acordamos en que no pensar lo que los nazis pensaban frena la posibilidad de pensar
lo que hicieron, en cuyo caso aquel pensamiento permanecerá impensado entre noso-
tros (Badiou; 2005). También debimos encarar dos problemas, uno de ellos adverti-
do por Freud (1938) y derivado de los prejuicios y antipatías (o eventualmente la fas-
cinación) que despierta la persona estudiada. Ello impone el esfuerzo de renunciar a
las explicaciones que cumplan nuestros deseos. El segundo problema estaba ligado
con nuestro conocimiento acerca de los sucesos posteriores a la escritura del libro,
cuando Hitler ya estuvo en el poder. No nos enfocamos, pues, en la significación
retroactiva que puede tener un discurso político sino que intentamos estudiarlo pres-
cindiendo de aquella información. En todo caso, apuntamos al valor anticipatorio que
pueden rendir este tipo de investigaciones.
Un aspecto decisivo en nuestra investigación, pues, estuvo dado por la elección del
método (ADL). Este enfoque teórico y metodológico considera que cada erogenei-
dad es una fuente de significaciones específicas que se manifiestan como cosmovi-
siones. El nexo entre las hipótesis teóricas y las manifestaciones, por un lado, y la
categorización de rasgos diferenciales, por otro, constituyen la contribución del ADL
a los estudios de narrativas en general, y a las cosmovisiones como forma de estudiar
los procesos y producciones psicosociales en particular. En suma, podemos afirmar
que el algoritmo David Liberman resulta un método eficaz para estudiar las cosmo-
visiones (en este caso políticas) en su función de organizadoras de la significatividad,
de fundamento de las decisiones, de la continuidad temporal, de la generación de pro-
yectos, del establecimiento de nexos laborales y afectivos y de las posiciones en rela-
ción con el poder.
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Resumen
El trabajo está orientado a la investigación sistemática del discurso coloquial, desde la pers-
pectiva de las erogeneidades y los lenguajes de pulsión, como fundamento de los procesos sub-
jetivos-intersubjetivos puestos en evidencia en estos eventos de habla.
A partir del estudio sistemático de las frases intercambiadas en el curso de una conversa-
ción espontánea mediada por computadora (chat), se investiga cómo los sujetos, en sus
interacciones, construyen en determinados momentos de la charla, coherencias lógico-
semánticas (isotopías) que pueden culminar, según el caso, en el armado empírico de
escenas intersubjetivas. Estas son detectadas y analizadas en un fragmento de una con-
versación informal, a través de la aplicación de un método cualitativo de análisis del dis-
curso (ADL), en dos niveles básicos: a) escenas desplegadas por los hablantes como actos
de enunciación y b) escenas narradas como contenidos. De modo que las escenas discur-
sivas pueden detectarse tanto en el relato como en el acto mismo de narrar. En ambos
casos, se considera que se despliegan en contextos intersubjetivos y son analizadas toman-
do en cuenta no solo los datos indexicales sino su fundamento pulsional.
Summary
This article is orientated with a systematic investigation of casual discourse from the
psychoanalytic frame of erogeneicities, related with the subjective-intersubjective
processes dealing with talking events.
No hay etnografía del habla sin trabajo de campo y esto supone el registro de situaciones y
prácticas discursivas en el terreno en el que acontecen, en sus propios contextos de produc-
ción social. En el habla cotidiana están involucrados complejos procesos de producción, cir-
culación e interpretación de significados compartidos (Sacks, 1992; Hymes, 1974;
Gumperz, 1964). Se reconoce que el habla es sistemática y que, por lo tanto, se la puede
abordar analíticamente.
De acuerdo con Hymes (1961; 1974), en un evento del habla es posible reconocer los
siguientes componentes: escenario (tiempo y lugar, setting) y escenario psicológico
(scene); los participantes (locutor, alocutario, audiencia); fines (propósitos (ends);
forma y contenido del mensaje (act sequence); clave o tono (la manera o espíritu en
que se ejecuta el acto del habla (key); el canal (oral, escrito, digital); las formas del
habla (lenguas o dialectos, códigos, variedades y registros, instrumentalities); nor-
mas de interacción e interpretación; y “género”.
Para Hymes, (op. cit.), el habla es la subrogación de toda forma de lenguaje, inclu-
yendo la escritura, la canción y el silbido, derivado del habla, el tañido de tambores,
el toque de cuerno y otros similares.
El término comunidad del habla, es para Hymes, primordial, ya que postula como
base de la descripción una entidad más social que lingüística.
De acuerdo con Hymes (op. cit.), el factor decisivo no será la frecuencia de interac-
ciones ni el manejo de una misma lengua materna, sino la definición de las situacio-
nes en las que tiene lugar la interacción, particularmente la identificación (o la falta
de ella) con otros.
En tanto los hablantes compartan el conocimiento, las restricciones y opciones que gobier-
nan un número significativo de situaciones sociales, se puede decir que son miembros de
la misma comunidad del habla. La comunidad puede ser monolingüe o multilingüe. Pero
como mínimo deber poseer una lengua en común y compartir las reglas que gobiernan las
estrategias comunicativas básicas. De tal modo, pueden decodificar los significados socia-
les que contienen modos alternativos de comunicación.
Edwards (1997) sostiene que es preciso tratar a las intenciones de los hablantes, no como pre-
formadas en sus mentes, sino como parte de la actividad que realizan en la conversación, de
modo que esas intenciones están incluidas en la misma trayectoria secuencial de la charla.
Garfinkel (1967) afirma que aquello que la gente quiere significar en una conversa-
ción coloquial, tiene un propósito práctico, normalmente no problemático, escasa-
mente elaborado y poco propenso a ser examinado en detalle.
Uno de los objetivos del AC ha sido promover el estudio empírico detallado de los
actos del habla (Garfinkel, 1967; Sacks, 1992; Edwards, 1997) en donde las frases
particulares son producidas en secuencias de interacción.
Por lo tanto, los significados son considerados como aspectos de la interacción social
y no como intenciones mentales previas de los hablantes.
Sacks (1992) menciona que con la conversación se enfrenta una “maquinaria inte-
raccional” que transforma todos estos asuntos psicológicos en aspectos interaccio-
nalmente vivos para los participantes en términos de actos públicos y preformativos
del habla.
En lugar de asumir que todo esto ocurre bajo el control cognitivo o como conse-
cuencia de una planificación intencional (a pesar de todo lo rápida o inconsciente que
pueda ser), deberíamos tratar de considerarla retrospectivamente como una conse-
cuencia de la indexicalidad (Edwards, 1997).
A cada momento, algo específico fue dicho y algún sentido local y específico siem-
pre es abordable o posible, especialmente cuando este sentido es provisional y con-
dicional en función de lo que se diga después.
Asume el dato indexical como verdad obvia y natural para todos los interlocutores.
Parecería que la realidad queda cubierta por una estructura de la verosimilitud, en la que
las subjetividades que “interaccionan” se reconocen como en un mundo “natural”.
A nivel subjetivo eso que se instaura y circula como narración parecería tener más
posibilidad de obtener estatuto de realidad psíquica y de resultar verosímil.
Las frases, en tanto actos del habla, no se limitan a reflejar o representar una reali-
dad ya instituida: también la producen.
El material empírico muestra que las referencias indexicales de una conversación cotidiana
son en su mayor parte otros discursos y, en menor medida, contextos materiales.
De modo que los contextos cotidianos no configuran una realidad “dada” de la cual
los sujetos van apropiándose de indicios, según sus conveniencias, en el fragor inin-
terrumpido de la charla en interacción.
Los hablantes no se limitan a tomar noticia del contexto en el que están inmersos:
además los construyen.
Para el psicoanálisis, en cambio, el turno por turno y las posiciones psíquicas del
enunciador-enunciatario (en suma, la conciencia) están trastocadas por pulsiones y
erogeneidades, expresadas en escenas que derivan de imaginarios primordiales.
En efecto, lo dicho en un turno supone un asumir una posición psíquica (que puede
no ser la del sujeto del enunciado, sino la de objeto, sostén o doble de otro).
Freud (1915, 1905, 1900) ha demostrado que en una charla incidental, sujetos dis-
cursivos se van alternando no solo en cuanto a los turnos de palabra sino básicamente
en sus posiciones subjetivas fundadas en deseos inconscientes.
En el curso de la conversación los sujetos alternan sus posiciones de intérpretes de las fra-
ses que los anteceden y de interpretados por los otros a partir de lo que ellos han dicho.
Las acciones discursivas deben ser explicadas dentro de procesos que están en cons-
tante transformación, ya que se relacionan no solo con el contexto sino con las diná-
micas pulsionales.
Interpretar los dichos de otros, ser interpretado por otros, atribuir posiciones subjeti-
vas y ser ubicado en ellas, configurando complejos entramados de escenas interindi-
viduales. Tales son algunas de las acciones discursivas relevantes que la investiga-
ción empírica pone en evidencia.
El psicoanálisis (Freud, 1919; 1923, 1918; Maldavsky, 1999, 2000, 2004) considera
que las isotopías y las escenas intersubjetivas cambian de dirección en función de las
erogeneidades y las posiciones identificatorias que los hablantes ponen en juego.
En una conversación, las cosas dichas (Ducrot, 1982) pueden dar lugar a un sinfín de
interpretaciones y actos del habla que se renuevan, fragmentan, repiten o dispersan,
que siguen una línea argumentativa o dan lugar a un quiebre, un punto muerto o al
inicio de una nueva secuencia.
Las combinaciones posibles son incalculables, de tal modo que bien podría decirse
que existe un telar de desplazamientos, condensaciones, trasposiciones y combina-
ciones retóricas posibles a partir de cada frase o palabra dicha.
Existen en una conversación muchos actos discursivos que no pueden ser explicados
a partir de una finalidad racional o sobre la base de fines adecuados al medio cir-
cundante, a la secuencialidad ni a los acuerdos conscientes de los interlocutores.
Mejor dicho, son fragmentos de historias, de narraciones en las que está incluido sin
saberlo conscientemente y desde las que intentará influir a otros.
Las erogeneidades y los esquemas primordiales son eficaces a nivel psíquico (Freud,
1900, 1905a, 1909, 1918), pues sostienen exigencias y referencias identificatorias al tiem-
po que influyen decisivamente en los modos de configurar los espacios y los tiempos.
Las escenas intersubjetivas son una prueba de esta producción, y circulación de sen-
tidos compartidos sobre la base de una estructura psíquica común (Fantasías
Primordiales y Preconsciente Verbal).
Las escenas marcan una mutualidad de la enunciación guiada por los lenguajes de
pulsión. Analizando las manifestaciones discursivas es posible acceder a las referen-
cias identificatorias, a los juegos del lenguaje y a las transgresiones retóricas.
De modo que las escenas constituyentes de las realidades psíquicas colectivas supo-
nen borroneos, ligazones, deformaciones, resignificaciones y atribuciones no unívo-
cas de sentido respecto de la realidad material.
Para la teoría psicoanalítica, los determinantes en este conjunto de tres factores efi-
caces están dados por las pulsiones, en especial las de carácter sexual. De modo que
dar cumplimiento o expresión a cualquier exigencia proveniente de la vida erógena
supone no solo tomar en consideración las otras dos instancias (moral y real) sino
también establecer activas transacciones con las mismas, que van a expresarse de
modo diferencial en el plano de las manifestaciones.
En efecto, esos otros sujetos pueden ser determinantes en la producción no solo del
propio sistema identitario e identificatorio, sino además de las estructuras morales y
valorativas que guían las acciones. También resultan eficaces en cuanto a favorecer
la relevancia que pueda llegar a adquirir una pulsión o conjunto de pulsiones en la
vida de un sujeto (en términos de fijaciones, desenlaces traumáticos, etc.).
Cada pulsión parcial (oral, anal, fálica, etc.) es objeto de una ligadura con represen-
taciones y desarrollos de afecto en el marco de procesos que siempre implican a otros
sujetos, ya sea en calidad de objetos (de amor y de agresión), ideales, adversarios o
ayudantes. A su vez, y siempre en complejos enjambres intersubjetivos, cada eroge-
neidad o pulsión parcial aporta componentes diferenciales a la vida simbólica que se
expresan en repertorios específicos de desarrollos de afecto, representaciones-grupo,
formalizaciones de la materia sensible, desempeños motrices, valores e ideales.
a los otros, como de las distintas posiciones que puede ocupar en dichas escenas, en
el transcurso de los eventos comunicativos en los que participa.
Cabe destacar que cada erogeneidad o lenguaje de pulsión está ligado a prácticas dis-
cursivas y no discursivas que dan lugar a la plasmación de escenas narrativas que le
son características. La posición que en ellas ocupa el narrador es indicio de la defen-
sa psíquica eficaz.
De modo que no nos quedamos simplemente con lo dicho por la persona productora.
Además, nos “trasladamos a él”. Freud describe un proceso de traslación discursiva que
lleva a un situarse dentro del otro y comparar sus dichos con el “nosotros potencial”.
El lo expresó así, yo lo hubiera expresado de tal otra forma o igual que él.
No se trata solo de recepcionar lo dicho por otro, sino de situarse dentro de su pro-
ceso psíquico.
Esto que plantea Freud (ubicarse en el otro y comparar) no puede ser objeto de inves-
tidura consciente. Tampoco es propio de la dinámica inconsciente. Este complejo
proceso que estudia en el chiste es preconsciente.
Esta investigación sostiene la hipótesis que esta dinámica descubierta por Freud en
el chiste (1976) no es exclusiva de él, sino que forma parte del proceso general de la
comunicación simbólica.
Ahora bien, solo es posible situarse dentro del otro y comparar, si existe una matriz
o estructura común entre ambos que lo haga posible. Así lo ha dicho él, ¿cómo lo
hubiera dicho yo? (disponiendo ambos de la misma estructura preconsciente común).
Esta mímica se produce tanto cuando un sujeto se comunica con otro, como cuando
“piensa” algo en forma intuible.
Con la evolución existen inervaciones que han devenido inutilizables. Pero el sujeto
aún conserva una idea de la medida de un gasto psíquico.
Todas las escenas discursivas están trabajadas por erogeneidades y lenguajes de pul-
sión, a los que les corresponden estilos discursivos específicos, que se articulan en
entramados únicos e irrepetibles, en cada yo, en cada evento de habla.
Este enfoque otorga un valor heurístico relevante a las escenas discursivas (Maldavsky,
2000), en la medida en que el estudio sistemático de las mismas permite detectar ciertas
representaciones desiderativas, valorativas y grupales que los sujetos de la enunciación
ponen en juego en sus intercambios comunicativos. Estudiando sistemáticamente las
escenas discursivas, también resulta posible dar cuenta de las características específicas
que poseen los deícticos espaciales y temporales en un evento de habla, así como las
acciones, los recorridos narrativos de los personajes, sus estados afectivos y las trans-
formaciones en sus posiciones dentro de los relatos.
Es importante destacar que estas escenas discursivas pueden ser detectadas: a) tanto
a nivel del contenido relatado como en b) el acto mismo de narrar. Cabe distinguir
entonces entre: a) la escena relatada y b) la escena desplegada como acto de enun-
ciación (Maldavsky, 2004).
En un evento de habla es posible que surjan contradicciones entre las escenas narra-
das y las escenas actuadas ante los otros al narrarlas.
Por esta razón es preciso, a nivel metodológico, investigar ambos tipos de escenas
con el objetivo de determinar las relaciones entre ambas dentro de una o varias
secuencias.
Para el psicoanálisis cada sujeto, en sus intercambios comunicativos con otros, tien-
de a colocarse y a ubicar a sus interlocutores en ciertas posiciones definidas dentro
de las escenas, sobre la base de las pulsiones o erogeneidades que prevalezcan en él.
Estas escenas (actuadas y relatadas) a su vez tenderán a enlazarse con aquellas otras
que dominen en sus interlocutores, en el preciso instante del intercambio.
En síntesis, la hipótesis central que sostiene el Método ADL (Maldavsky, 1999, 2000,
2004) es que cada lenguaje de pulsión representa a un erogeneidad determinada y se
expresa de un modo específico a nivel del discurso. De modo que a nivel de los enun-
ciados es posible deslindar la eficacia y coexistencia de lenguajes de pulsión y esti-
los discursivos que lo marcan, al tiempo que le confieren dinamismo, en tres niveles
básicos: relatos, frases y palabras.
Por cierto, en los chats no es posible discernir en sentido estricto un comienzo ni un fin
de la conversación pública. Se trata más bien de un continuo discursivo que concluye
cuando no hay más usuarios interconectados en línea y que se restablece cuando vuel-
ven a conectarse (Rafaeli y Sudweeks, 1997; Liu, 1999). De hecho, existen canales que
se muestran despoblados, inactivos o en silencio durante diferentes períodos del día.
Aquello que es madrugada para unos participantes, resulta la tarde o el mediodía para
otros. Por estas razones, los cortes que se operan sobre estos continuos discursivos que
son los chats, resultan estrictamente arbitrarios e intencionales (Liu, op. cit.).
En este espacio de flujos (Castells, 1997) domina el presente que corresponde al ins-
tante de la conexión on line. Pero a diferencia del habla espontánea cara a cara, en
los chats el tiempo de la enunciación no coincide con el del enunciado. La enuncia-
ción corresponde al tipeado del texto por parte de cada participante en su computa-
dora; el enunciado está vinculado con la lectura colectiva de los textos que aparecen
de manera sincrónica y simultánea en las pantallas interconectadas.
Corpus
Consiste en un fragmento de tres minutos de una conversación pública mediada por
computadora correspondiente al canal de chat www.msn.argentinaparaloquequie-
ras, grabado el 10.01.06 entre las 22 y 23 hs. de Buenos Aires. Se reproduce a con-
tinuación en función de turnos de palabras y secuencias narrativas.
Escena 1
1 Mariana: nananananan - 2 El Elegido: jajajajaaj - 3 Arco Iris: a qué hora esta Inu
= ?-4
Mariana: con más razón - 5 Bonsai: viernes a las 11 - 6 Camila: eso era lo que fal-
taba! - 7 El Elegido: obvio con las fricciones - 8 Mariana: te lo pincho con un alfi-
ler - 9 El Elegido: si es una cagada el forro - 11 se rompe - 10 Mariana: te hago la
prueba - 12 Danilo: No - 13 Pero sabes que tenés razón - 15 Mariana: Uds traigan
la marca que usan - 17 Y les hago la prueba - 18 Y me cuentan como los usan - 19
Arco Iris: si no uso? - 20 Mariana: y cuanto tiempo los tienen en el bolsillo - 21
Camila: Pero como estas tan segura que no se rompen? - 22 Mariana: porque lo se
- 23 Arco Iris: Ya tenía que salir la falta de moral - Pausa - 24 Mariana: Es un mate-
rial que es difícil romper - 25 Camila: Pero por que? - 26 Mariana: Pasan por prue-
ba de calidad - 27 El tema es sacar bien el aire - 28 A mí también se me rompió una
que otra vez - 29 Pero porque está mal puesto - 30 Si no no se rompe - 31 Camila:
Mira... No sabía - 32 Mariana: Hay que sacar bien el aire de la punta - 33 Camila:
Nunca use - 34 Soy alérgica - Pausa
61 Mariana: Hay un periodo que se llama periodo ventana - 64 O sea que dura de 3
a 6 meses - 63 Mariana: Me puedo hacer el análisis hoy no tener nada porque toda-
vía - 67 Mariana: mi organismo no tiene los anticuerpos -
Escena 2
41 Arco Iris: Cuidado - 43 Arco Iris: q no solo uno puede morir de enfermedades
venéreas - 44 Capaz te atropella un auto y sigue de largo - 47 Porke les cerraba el
banco - 49 tengamos cuidado de los locos al volante -
El turno 3 corresponde a la primera parte de un par adyacente (a qué hora esta Inu=)
que es cerrado en el turno 5 (viernes a las 11) (respuesta, segunda parte del par).
Recién en las líneas 9 y 11 es donde surge con claridad para un observador el eje
temático de la secuencia:
11 Se rompe
Mariana despliega una línea argumentativa, a lo largo de toda esta secuencia con-
versacional, que parece ligada a un saber concreto que intenta impartir a los demás,
valiéndose de pruebas y constataciones (Líneas 8, 10, 15, 17, 18 y 20).
En el turno 19, Arco Iris intenta expresar desacuerdo, introduciendo una acción des-
preferida.
19 Y si no uso?
Mariana ignora esta intervención y prosigue con sus argumentaciones, a las que
adhieren Danilo, Camila y El Elegido (Turnos 9, 11, 12, 13, 21, 25, 31, 33 y 34).
En 23 interviene Arco Iris: “Ya tenia que salir la falta de moral” (refiriéndose al cono-
cimiento que Mariana esgrime acerca de los preservativos).
35 Empezá a cuidarte
Matiza sus intervenciones intercalando experiencias íntimas (en 28, 29, 30 y 31).
Camila pregunta por qué e intenta profundizar acerca de las razones que esgrime
Mariana (21, 25), afirma su desconocimiento (31) e incorpora experiencias persona-
les (33: nunca use; 34: soy alérgica; 39: tengo diu i mi marido ta sanito).
El Elegido hace una aclaración con respecto a lo que enuncia Mariana en 7 (obvio
con las fricciones) y contradice las afirmaciones de Mariana en los turnos 9 (es una
cagada el forro), 11 (se rompe) y en línea 37 (se rompen). Pero el Elegido no le dis-
puta el protagonismo, solo muestra su desacuerdo con las opiniones de Mariana.
Su postura es diferente a la de Arco Iris que en dos líneas, y de acuerdo con la evo-
lución de la secuencia, pueden ser tomadas como el inicio de las hostilidades, por la
hegemonía de la charla, hecho que aparece con claridad en la escena 2.
Ante las intervenciones de los otros sujetos, Mariana en esta escena apela a distintos movi-
mientos discursivos con el fin de conservar su turno y mantener su línea argumentativa.
Sin embargo, en la escena 2 retoma con éxito este movimiento discursivo en el turno
41, ya que al introducir la palabra “cuidado” se asegura la atención de los demás y
con ello la posesión del turno que sostiene hasta la línea 64.
Arco Iris va desplegando distintas secuencias argumentativas con las que intenta jus-
tificar su posición.
En la Escena 1 Arco Iris no tuvo incidencia. Sus dos intervenciones quedaron inco-
nexas, ya que no concitaron el interés de los demás y especialmente en Mariana (a
quien estaba dirigidas) quien las ignoró.
En la Escena 2, Arco Iris consigue imponer una nueva isotopía, en la medida en que
su movimiento discursivo en 41 recibe atención por parte de Danilo, El Elegido y de
Camila, a quienes esta vez sí consigue atraer.
En efecto, en el turno 41, Arco Iris efectúa un movimiento con el que logra cambiar
la orientación discursiva (turnos 41, 43, 44, 47 y 48).
Se trata de 5 turnos concatenados con los que consigue cambiar el rumbo y apro-
piarse del turno y conservarlo.
Esta secuencia de 5 turnos puede, además, considerarse como una declaración y desplie-
gue de hostilidades con Mariana, que ya había sido preanunciada en la escena anterior.
Se trata de 5 turnos secuenciados en los que no solo despliega una argumentación que
resulta eficaz para atraer la atención de los demás.
Danilo asiente (45: de algo hay que morir cheeeee) y lo mismo hacen El Elegido (46:
se) y Camila (51: Sep).
62: o animales
64: Imaginate los conoces que son atropellados por autos en la ruta por ejemplo
66: pobrecito no
Nadie está exento de los accidentes. Hay locos al volante y todos están expuestos al
azar de un accidente de tránsito. Hay gente que muere inocente y, por lo tanto, no se
trata de una cuestión de impartir conocimientos para prevenirse y salvar la vida,
como argumenta Mariana.
Esta escena puede ser leída también en el sentido de un despliegue de la disputa entre
Mariana y Arco Iris. Lo interesante es que este enfrentamiento discursivo no está asu-
mido explícitamente como tal por ninguna de las dos. Mariana directamente ignora
a su rival y Arco Iris, luego de intentar azuzarla en vano (19 y 23), se dedica a desa-
rrollar sus argumentaciones, que en verdad constituyen una contra-argumentación
que marca a todas las secuencias de Mariana como no preferidas.
Cabe subrayar que, en este ejemplo, el conflicto no está dado por un malentendido
discursivo, como podría ser el caso en el que las hipótesis interpretativas que mane-
jan los sujetos resultan erróneas o inapropiadas.
La disputa entre ambas está sustentada en una activa lucha por hegemonizar el chat
a partir de deseos enfrentados.
Por lo tanto, partiendo del material empírico, es preciso considerar otros niveles posi-
bles de conflicto discursivo, que no responden a los datos perceptivos conscientes ni
a las hipótesis interpretativas conscientes que parecen manejar los sujetos.
Mariana y Arco Iris enuncian desde posiciones subjetivas diferentes, expresan valo-
raciones y producen contextos referenciales a los que buscan legitimar apelando a
actos discursivos específicos.
En cada una de las escenas se manifiesta una progresión temática, sobre la base de
enunciados escritos que se despliegan en secuencias espontáneas, turno por turno.
Cabe destacar que todos los intercambios conversacionales están organizados por
turnos y tienen un carácter argumentativo.
A medida que enuncian los sujetos van desplegando argumentaciones que suscitan
distinta clase de interés, adhesión o rechazo en los demás.
A medida que enuncian en cada turno, los sujetos van haciendo evaluaciones y valo-
raciones metapragmáticas que los orientan acerca de lo que se está hablando.
Cada enunciado, además, contiene ciertos indicadores que guían acerca de cómo
deben interpretarse.
Por su parte en la escena 2, los indicios de contextualización que expresa Arco Iris
se observan en
64: imaginate los conoces que son atropellados por autos en la ruta por ejemplo
Hay un actante plural que hace de eje de su argumentación, “los locos al volante” en
conjunción con otro actante colectivo: “los autos que atropellan”.
Estos actantes están en franca oposición con el actante colectivo de Mariana: “las
enfermedades venéreas” y la forma más eficaz de prevenirlas: “los preservativos“
(que no se rompen si están bien puestos y si se les saca bien el aire de la punta).
Los recursos de contextualización que emplea Arco Iris son específicos: apelan al azar
y a un espacio público expuestos a peligros (morir por accidente, ser atropellado).
En los turnos 7 y 11 El Elegido confirma el referente que sirve de sostén a los enun-
ciados de Mariana en este fragmento (7: Si es una cagada el forro, 11: Se rompe).
Ambas intervenciones son relevantes en este fragmento porque le dan el pie necesa-
rio a Mariana para retomar los turnos subsiguientes, manteniendo la misma orienta-
ción discursiva.
Por su parte, Camila, luego de expresar reparos iniciales (21 y 25) finalmente tam-
bién termina acoplándose a la postura de Mariana (en 31).
Que puede considerarse como una declaración de hostilidades que Mariana Ignora y
que luego se desplegará en la escena 2.
Se había señalado que en los turnos 21 y 25, Camila había expresado sus reticencias
a los dichos de Mariana. A partir de ellas, Mariana toma conciencia de que su pro-
puesta conlleva potenciales reparos, hecho que la lleva a efectuar, en los turnos que
siguen (24, 26, 28, 29, 30 y 32), “versiones subsiguientes” que tienden a mejorar su
argumento inicial, otorgándole mayor consistencia y fundamento (es un material difí-
cil de romper - pasan por prueba de calidad - el tema es sacar bien el aire - a mí tam-
bién se me rompió... - hay que sacar bien el aire de la punta).
La escena 1 se cierra con nuevos argumentos explicativos en los que Mariana vuel-
ve a manifestar el valor del saber ajustado a los hechos (55, 61, 63, 64, y 67).
Estos turnos suponen una respuesta a las dudas que venía expresando Camila en las
secuencias previas y al mismo tiempo implican una segunda versión más enfática en
la que ya no solo imparte conocimientos a los demás interlocutores sino que también
los exhorta y aconseja.
El material empírico pone en evidencia que los sujetos, a medida que enuncian, des-
pliegan escenas bajo la forma de actos enunciativos y simultáneamente narran cier-
tos contenidos o estructuras semánticas que pueden ser agrupados como un segundo
sistema de escenas (relatadas como contenido de aquello que enuncian).
A nivel de los actos que despliegan en la disputa, una produce enunciaciones desde
una posición de saber y la otra desde una posición centrada en despertar angustia y
estados de alerta en los demás.
7 a A2 - Estilo Narrativo
1 a O2 - Estilo Lírico.
A nivel del lenguaje de Pulsión Oral Secundario O2, estilo Lírico, se lamenta en una
ocasión.
Las escenas que despliega y la posición discursiva que asume, están imbricadas con
estos 4 lenguajes de erotismo y 4 estilos discursivos. Es decir, en las escenas que des-
pliega se detecta la incidencia de estos 4 lenguajes y estilos.
Conclusiones
Se presenta evidencia empírica acerca de la eficacia de los lenguajes de pulsión en
los procesos subjetivos intersubjetivos involucrados en un fragmento de conversa-
ción espontánea.
Las frases y las secuencias narrativas que componen el corpus fueron analizadas de mane-
ra sistemática como destinos de lenguajes del erotismo. Estos pudieron ser detectados y
diferenciados en los distintos interlocutores en las complejas articulaciones intersubjetivas
puestas en evidencia en el fragmento conversacional investigado. Cada lenguaje de erotis-
mo, y su estilo discursivo correspondiente, aportó componentes diferenciales que se expre-
saron a nivel de los actos enunciativos proferidos por cada hablante y de las secuencias
narrativas que articularon entre sí. Al aplicar sistemáticamente el Método ADL, se detec-
taron los lenguajes de pulsión A2, FU, FG, O2 y LI, correspondientes a los estilos discur-
sivos Narrativo, Dramático con producción de incógnitas y suspenso, Dramático con pro-
ducción de impacto Estético, Lírico y Visceral, respectivamente.
En el corpus fue posible categorizar sistemáticamente dos escenas narrativas en las que
los distintos sujetos narrativos se insertaron y tendieron a ubicar a sus ocasionales inter-
Tanto las escenas relatadas como las distintas escenas desplegadas como actos de
enunciación en el segmento de conversación analizado, se mostraron ligadas de un
modo no aleatorio a determinados lenguajes de pulsión y estilos discursivos.
En todos los casos, estas isotopías pudieron ser reducidas y significadas en términos
de las categorías restringidas de alguno de los de los siete lenguajes de pulsión y esti-
los discursivos correspondientes.
La disputa estuvo sustentada en una activa lucha por hegemonizar los turnos de pala-
bra.
En las dos escenas investigadas se puso en evidencia una progresión temática que dio
coherencia a cada secuencia narrativa.
Ambas variables fueron estudiadas sistemáticamente por medio del método ADL que
liga la variable “representación” bajo la forma de escenas y la variable “placer” con
las erogeneidades y los lenguajes de pulsión.
El psicoanálisis sostiene que cada línea argumentativa que esgrime un sujeto está
sostenida por deseos fundados en erogeneidades y eficaces en él.
En los contenidos argumentales de dos sujetos discursivos que fueron analizados con pro-
fundidad, se evidenciaron las acechanzas y peligros al cuerpo, ya sea por enfermedades
A nivel de las escenas desplegadas como actos de enunciación, el Método ADL puso
en evidencia un predominio lógico de actos de enunciación Anal Secundarios A2 en
Mariana (estilo Narrativo) y Fálico Uretral (FU) en Arco Iris (estilo Dramático con
producción de suspenso e incógnitas).
No sucede lo mismo con Arco Iris, en quien existe una distribución estadística más
equilibrada entre dos estilos discursivos a nivel de las frases que profiere (narrativo
y dramático con producción de suspenso (A2 + FU), pero sin embargo el dominio
lógico corresponde al estilo que tiene una menor incidencia estadística (dramático
con producción de suspenso e incógnitas) (FU).
Los sujetos no solo comparten un contexto indexical, sino una matriz preconsciente
erógeno simbólica común en función de la cual enuncian y asumen posiciones espe-
cíficas.
De modo que las líneas argumentales se muestran sensibles no solo a la lógica conscien-
te del contexto sino a los deseos psicosexuales y agresivos que dominen en los sujetos.
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Resumen
Actualmente, en ciencia cognitiva, se considera a los estados de la competencia lin-
güística como estados cognitivos subpersonales. La mayoría de los filósofos de la mente
consideran que los estados subpersonales poseen un contenido mental a la manera en
que lo poseen los estados personales intencionales de creencias y deseos. En este tra-
bajo intento ofrecer una noción no-intencional de contenido para los estados subperso-
nales de la competencia lingüística que, a diferencia de la noción intencional, respeta
los objetivos y el alcance de la explicación en ciencia cognitiva. En §2, me ocupo de
esclarecer en qué consiste el mecanismo y los estados lingüísticos en la teoría choms-
kiana, introduciendo la noción no-intencional de contenido interno. En §3, diferencio
esta noción de contenido de otra que se ha propuesto en la literatura filosófica, i.e. la
de contenido estrecho. Finalmente, en §4, ofrezco algunas consideraciones en favor de
que la concepción del contenido interno de los estados cognitivos subpersonales acuer-
da con los objetivos y el tipo de explicación en psicología cognitiva.
Summary
Nowadays, in cognitive science, states of linguistic competence are considered as
subpersonal cognitive states. Most philosophers of mind believe that subpersonal
states possess a mental content in much the same way as the intentional personal
states of believes and desires. In this paper I will try to offer a non-intentional notion
of content for subpersonal states of the linguistic competence, which unlike the
intentional notion, respect the aims and scope of the explanation in cognitive science.
In §2, I will try to make clear the mechanism and the linguistic states of Chomskyan
theory, introducing the non-intentional notion of internal content. In §3, I will try to
distinguish internal content from another notion proposed in the philosophical
* Una versión anterior de este trabajo fue presentada con el título “Linguistic Competence: From
Subdoxastic Computational States to Subpersonal States”, en Language, Mind and World Conference,
Buenos Aires, 2003. Agradezco las valiosas observaciones de Ernie Lepore, Peter Ludlow y Diana Pérez.
** UBA-CONICET. E-mail: lskidelsky@filo.uba.ar
literature, i.e. narrow content. In §4, I will set forth some considerations supporting
the idea that the conception of internal content for subpersonal cognitive states fits
nicely with the aims and kind of explanation in cognitive psychology.
1. Introducción
Actualmente, se considera a los estados de la competencia lingüística, y otros estados cog-
nitivos, tales como los del procesamiento temprano de la visión, como estados subperso-
nales (Bermúdez, 1995; Carston, 2000; Davies, 1986, 1989; Egan 1995). En términos
generales, los estados subpersonales (de ahora en más ES) son aquellos que participan en
los mecanismos de los subsistemas de las personas sin que estas puedan acceder a sus con-
tenidos, mientras que los estados personales son aquellos que posee la persona (en tanto
tal) pudiendo esta acceder a sus contenidos, de manera que estos participan en el pensa-
miento y demás actividad mental consciente. El mecanismo computacional subpersonal
del lenguaje procesa y almacena información acerca de las propiedades semánticas, sin-
tácticas y fonéticas de las expresiones lingüísticas. Esta información es utilizada por los
sistemas de ejecución que dan lugar a capacidades personales como el uso del lenguaje
(Chomsky 1995a, p. 2) y creencias acerca del lenguaje (Chomsky, 1980, p. 57).
La mayoría de los filósofos de la psicología cognitiva consideran que los ES poseen un conteni-
do a la manera en que los estados personales intencionales de creencia lo poseen. Sin embargo,
hay científicos cognitivos que consideran que estos estados no tienen contenido intencional y,
más aún, que la noción de contenido intencional no tiene cabida en la ciencia cognitiva (Collins,
2005; Jackendoff, 1991, 1992). Entiendo que N. Chomsky ha defendido esta idea a lo largo de
los años y creo que tiene razón. En este trabajo intentaré ofrecer una noción alternativa de con-
tenido para los ES, basada en la teoría y las reflexiones chomskianas que, a diferencia de la
noción intencional, respeta los objetivos y el alcance de la explicación en ciencia cognitiva. En
§2, me ocupo de esclarecer en qué consisten el mecanismo y los estados lingüísticos en la teoría
chomskiana, introduciendo la noción de contenido interno para los ES. En §3, diferencio esta
noción de contenido de otra que se ha propuesto en la literatura filosófica, y que incluso ha sido
utilizada por el mismo Chomsky, la de contenido estrecho. Finalmente, en §4, ofrezco algunas
consideraciones en favor de que la concepción del contenido interno de los ES acuerda con los
objetivos y el tipo de explicación en psicología cognitiva.
universal) y el estado estable del sistema cognitivo (la lengua-I). Lo que nos interesará es
la lengua-I que es lo que se caracteriza como la competencia del hablante. La noción téc-
nica de lengua-I supone una cierta idealización que consiste en hablantes con experiencia
uniforme en comunidades lingüísticas homogéneas. La lengua-I es Interna (a la
mente/cerebro), Individual (de hablantes particulares) e Intencional (es una función, carac-
terizada en términos intencionales, de elecciones léxicas a descripciones estructurales).1 La
lengua-I constituye un objeto real en las mentes/cerebros de los hablantes, y le correspon-
de al lingüista estudiar aquellos aspectos abstractos del cerebro, esto es, los aspectos men-
tales-lingüísticos, relacionados con la lengua-I. En tanto su objeto de estudio es un objeto
natural, la lingüística forma parte de las ciencias naturales (dado que es parte de la psico-
logía y esta, en última instancia, es parte de la biología) y, en este sentido, encara su obje-
to con la misma metodología que emplea el resto de las ciencias naturales.
El mecanismo computacional toma ítems léxicos y computa sobre sus rasgos hasta
un punto (denominado Spell-Out) en donde las derivaciones se separan hacia los dos
sistemas de interfaz: el articulatorio-perceptivo y el conceptual-intencional. Las ope-
raciones que se realizan entre Spell-Out hasta concluir en la Forma Fonética (FF) no
son de la misma naturaleza que las que llevan a la Forma Lógica (FL). Se asume que
el mecanismo computacional lleva a la FL, mientras que un componente separado, el
componente fonológico, es el que realiza las operaciones hasta la FF. Los sistemas
de interfaz imponen condiciones de legibilidad puesto que son los que interpretan el
output del mecanismo de la lengua-I y siguen sus instrucciones para el pensamiento
1 La función es intencional en el sentido de que solo bajo la descripción de la función del mecanismo
como aquella que computa a partir de elecciones léxicas y da como outputs descripciones estructurales se
explica a qué propiedades es sensible el mecanismo de la lengua-I (a diferencia de una especificación de
su función en términos extensionales, para la cual no interesa qué descripciones se usan y, en ese sentido,
no dice nada acerca de las propiedades internas del mecanismo). En palabras de Collins (2004, p. 509):
“queremos una función que produzca las estructuras sistemáticas y altamente específicas […] que se rea-
lizan en pares significado/sonido […] lo que no queremos es una función que genere meramente cadenas
de símbolos”.
y la acción. Las estructuras que no cumplen con las condiciones de interfaz no con-
vergen y, por ende, no pueden ser interpretadas por los sistemas de ejecución. Del
conjunto de derivaciones convergentes (que satisfacen las condiciones de interfaz)
hay un subconjunto de derivaciones admisibles seleccionadas por principios de eco-
nomía del sistema. De esta manera, una expresión lingüística E de una lengua L con-
siste, al menos, de un par {FON, SEM} formado por una derivación convergente
óptima. FON(E) es una representación de la FF que contiene información relevante
al sonido de E y SEM(E) es una representación (estructurada sintácticamente) de la
FL que porta información relevante al significado de E. Así se construyen las aso-
ciaciones sonido/significado que reciben interpretación por los sistemas articulato-
rio-perceptivo y conceptual-intencional, respectivamente.
2 Los hablantes conocen (cognize) hechos acerca de (a) los principios de la gramática universal, (b) la gramática de su
propia lengua (derivados de la parametrización de (a)) y (c) propiedades de las emisiones (derivadas de (a) y (b)),
Chomsky 1986, p. 265; 1980a, p. 80. Por ejemplo, un hablante del español conoce (el hecho perteneciente a (b)) que
cuando el objeto del verbo es animado va precedido de la preposición “a” (como en “Juan afeita a Pedro”), sin embar-
go, conoce que no puede realizar construcciones como “Juan hizo afeitar a Pedro a María” (a diferencia de “Juan hizo
arreglar el carro a María”). Esto se debe a que el español (pero no el italiano, por ejemplo) no permite que haya dos sin-
tagmas nominales precedidos de “a” (ambas “a” no constituyen sintagmas preposicionales verdaderos sino que están por
razones sintácticas, mientras que en “Juan tiró a su amigo al agua” está permitido porque uno de los sintagmas precedi-
dos por “a” es un sintagma preposicional verdadero. Chomsky 1988, pp. 20-1). Esta noción de conocimiento no impli-
ca ninguna relación epistémica sustantiva entre el individuo y la lengua-I, tal como la epistemología tradicional entiende
la relación de conocimiento. En este sentido, acuerdo con Stone y Davies cuando sostienen que las restricciones filosó-
ficas que impone la epistemología son ociosas para un proyecto naturalista como el chosmkiano en el que: “No se ofre-
ce ninguna respuesta a cuestiones acerca de la naturaleza epistemológica de la relación entre una persona y una lengua-
I. En teorías naturalistas acerca del lenguaje no hay una cuestión así para responder, así como no hay una cuestión a res-
ponder en la teoría de la percepción visual acerca de la relación epistemológica entre una persona y los principios que
capturan el funcionamiento del sistema visual” (Stone y Davies 2002, p. 281). Para una postura similar en contra de la
interpretación epistémica de la lengua-I, véase Collins (2004).
que se trata es del estudio de cómo funcionan los mecanismos cognitivos que están
en la cabeza de los individuos, y de las propiedades y configuraciones de los objetos
simbólicos que son las representaciones mentales, sin necesidad de establecer ningún
tipo de conexión intencional entre estas y el entorno.
Sin embargo, la mayoría de los filósofos consideran que los estados cognitivos de los mecanis-
mos subpersonales poseen un contenido intencional a la manera de los estados intencionales (de
ahora en más EI), sin ser ellos mismos EI de actitud proposicional. La intencionalidad es la pro-
piedad de cierta clase de estados mentales de ser acerca de algo. Los estados intencionales para-
digmáticos son los de creencia y deseo. Por ejemplo, estar en un estado de creencia, es estar rela-
cionado, en una actitud de creencia, con el contenido de esa creencia (lo creído). Si Adam cree
que el pasto es verde, Adam está en una relación de creencia con el contenido de esa creencia,
este se especifica con la proposición que figura en la cláusula encabezada por la partícula “que”,
en este caso, el contenido es que el pasto es verde. Por eso se denomina a estos estados actitudes
proposicionales (Russell 1940, de ahora en más AP). La mayoría de los filósofos de la mente
considera que tanto el contenido de las creencias como el de los ES es semántico y, en ese sen-
tido, es intencional (Bermúdez, 1995; Peacocke, 1994). Es decir, consideran que en tanto que los
contenidos tienen propiedades semánticas, como condiciones de verdad, aquello que hace ver-
dadero al contenido es aquello acerca de lo que es el contenido. Así, aquello que hace verdade-
ro el contenido el pasto es verde, a saber, que el pasto tenga la propiedad de ser verde, es lo que
hace que el contenido sea acerca del pasto, y no acerca de otra cosa. Una vez que se acepta que
hay una relación representación (contenido) - algo representado (algún aspecto del mundo exter-
no o interno al individuo), se puede ser externalista o internalista con respecto a la determinación
del contenido. Si se sostiene que el contenido está determinado o individuado, tal como se ilus-
tró en el ejemplo de Adam, por algún aspecto del mundo (ya sea físico o social), se es externa-
lista, en cambio, si se sostiene que está determinado o individuado por aspectos internos al indi-
viduo, se es internalista.
teoría psicológica acerca de los sistemas cognitivos subpersonales. Dado que no es una noción
teórica, la polémica filosófica internalismo-externalismo acerca de los contenidos mentales es
estéril cuando se la intenta aplicar a los sistemas subpersonales. Segundo, hay un argumento
específico que trata de mostrar lo mismo que el primero, pero limitado solo al subsistema cog-
nitivo lingüístico. Se basa, al menos, en dos ideas específicas: la idea de que una expresión no
existe aparte de sus propiedades en el nivel de interfaz (Chomsky 2000, p. 175) y el requisito
de mantener cierto paralelismo en las explicaciones de las propiedades semánticas y fonológi-
cas de las expresiones lingüísticas (Chomsky 2000, pp. 175-180). Y, tercero, hay un argumen-
to que sostiene que las cuestiones sobre intencionalidad quedan fuera de una investigación natu-
ralista internalista. Este argumento se basa en las ideas de que el fenómeno de la intencionali-
dad no puede ser objeto de estudio de ninguna disciplina empírica (Chomsky 1995a, p. 27,
2000, p. 22) y que quizá su estudio constituya un misterio (Chomsky 1995a, p. 27).
Estos argumentos son relativamente independientes entre sí. En primer lugar, aceptar el pri-
mer argumento lleva a aceptar el segundo pero no el tercero. Esto es, acordar con la idea de
que la noción de contenido intencional no juega ningún rol en las teorías subpersonales
implica suscribir al argumento específico acerca del subsistema lingüístico, pero no a la idea
de que la intencionalidad no puede ser objeto de estudio (al menos parcial) de las discipli-
nas empíricas y, por ende, no implica adherir a la idea de que su estudio constituye un mis-
terio. En segundo lugar, se puede adscribir al segundo argumento sin por ello comprome-
terse con el primero o el tercero. Se podría aceptar que en el caso de la teoría lingüística no
hay una noción de contenido intencional, pero que en otras teorías acerca de otras capaci-
dades podría haberla y, por ende, no es cierto que la intencionalidad cae fuera de un estudio
empírico. En tercer lugar, aceptar el tercer argumento lleva a la aceptación de los demás. Si
la intencionalidad no puede ser objeto de estudio de las disciplinas empíricas, se sigue que
la noción de contenido intencional no forma parte de una teoría acerca del subsistema lin-
güístico ni de los subsistemas cognitivos en general.
4 Para la crítica chomskiana a la intencionalidad internalista (que se basa, en gran medida, en el requisito
mencionado en el segundo argumento, i.e. el de mantener cierto paralelismo en las explicaciones de las
propiedades semánticas y fonológicas de las expresiones lingüísticas), véase Internalist Explorations, en
Chomsky (2000) y las respuestas de Chomsky en Anthony y Hornstein (2003).
Hemos visto que el output de una lengua-I para una expresión lingüística E consiste en el par
{FON, SEM}. FON(E) y SEM(E) son representaciones cuya información consiste, respectiva-
mente, en propiedades fonéticas y semánticas de E. Estas representaciones no representan nada
fuera de los sistemas que hacen uso de ellas, no son acerca de nada en el mundo exterior, sino
que son propiedades internamente determinadas por la lengua-I (más exactamente, por el estado
inicial de la facultad del lenguaje) que sirven de instrucciones para los sistemas de ejecución.
Estas representaciones llevan información completamente interna al mecanismo de la lengua-I
y, en este sentido, no hay algo así como un contenido fonético determinado (e individuado) por
cómo es el mundo, ya sea por “movimientos moleculares o convenciones acerca de la “pronun-
ciación apropiada”” (Chomsky 1995a, p. 44). Análogamente, no hay un contenido de las repre-
sentaciones semánticas que esté determinado por el mundo. En palabras de Chomsky:
La cita alude, al menos, a dos cuestiones. En primer lugar, alude a la esencia de una investiga-
ción internalista, esto es, que se ocupa solamente de aquellos aspectos mentales (en este caso, los
lingüísticos) que forman parte de los procesos internos del individuo y, en segundo lugar, hay una
afirmación respecto de que las cuestiones acerca de la intencionalidad surgen en un nivel distin-
to de análisis. Veamos lo primero.
Las teorías que dan cuenta de los mecanismos lingüístico y visual se concentran en el estudio de
las transformaciones entre las representaciones internas sin que sea pertinente el entorno en el que
el individuo esté inmerso. Para lo que cuenta en una investigación internalista, solo interesan las
operaciones de la mente/cerebro. No hace falta apelar al entorno para describir la información
que llevan las representaciones puesto que ellas portan información que solo pueden leer
los mecanismos pertinentes y cuyos outputs son interpretados por otros sistemas cog-
nitivos del individuo. El estudio psicológico comienza con las representaciones ini-
ciales y culmina con las representaciones que son el output para otros sistemas cog-
nitivos. Así, el mecanismo de la lengua-I proyecta una serie de elecciones léxicas en
un par de objetos simbólicos: FF y FL, y el mecanismo de la visión proyecta imáge-
nes retinales en la corteza visual. En este sentido, no hay ninguna noción interesante
de contenido intencional relacionada con los mecanismos subpersonales.
En segundo lugar, el subrayado en la cita da a entender que, si hay una conexión con el
mundo, esta no se da en el nivel subpersonal sino en el nivel personal del pensamiento y la
acción. Los estados lingüísticos que son el producto de la lengua-I son el output de un sub-
sistema muy específico de la arquitectura mental. Estas representaciones tienen que ser inter-
pretadas por los sistemas de ejecución lingüística: el articulatorio-perceptivo y el conceptual-
intencional. La interacción con estos sistemas de ejecución, que a su vez se relacionan con
los intereses, propósitos y conocimiento general de los hablantes, permite que las represen-
taciones lingüísticas así enriquecidas y transformadas participen de la comunicación lingüís-
tica, el pensamiento y la acción en general. El uso del lenguaje está relacionado con las per-
sonas (no con sus subsistemas) y sus perspectivas, esto es, con sus intereses, propósitos, sus
puntos de vista, todas variables sumamente complejas que no pueden abordarse desde una
concepción internalista. Es aquí, en el nivel personal, donde el fenómeno de la intencionali-
dad tiene su lugar natural y, consecuentemente, es aquí donde es atinente buscar la conexión
con el mundo y, en este sentido, donde sería atinente hablar de contenido intencional.
Para entender la idea de que las teorías internalistas no requieren de una teoría del conte-
nido intencional (y, por ende, las cuestiones relativas a la intencionalidad no entran en una
investigación internalista) he apelado a la distinción personal-subpersonal. Esta es una dis-
tinción dentro del ámbito psicológico entre, por un lado, mecanismos y estados psicológi-
cos que portan información significativa para la persona, de manera que esta puede usarla
para el pensamiento y la acción y, por el otro, mecanismos y estados psicológicos que uti-
lizan información que solo está disponible para los subsistemas de la persona.5 De acuer-
do con esta distinción, lo que Chomsky estaría diciendo es que cualquier conexión que
valga la pena de ser establecida con algo en el mundo no se da en el nivel de los sistemas
subpersonales, sino en el nivel personal en donde entra en juego el ámbito de lo intencio-
nal. Con esto presente, quedan más claros párrafos como el siguiente:
No hay una cuestión que tenga sentido acerca del “contenido” de las representacio-
nes internas de una persona viendo un cubo bajo condiciones experimentales, o si la
retina está estimulada por un cubo rotando, o por un video de un cubo rotando; o en
los experimentos estándar de la visión de las ranas, acerca del contenido de la “repre-
sentación de” una mosca o de un punto que se mueve. Ninguna noción como “con-
tenido”, o “representación de” figura en la teoría, por eso no hay respuestas para
dar acerca de su naturaleza. Lo mismo es verdad cuando Marr escribe que está estu-
diando la visión como “una proyección desde una representación a otra, y en el caso
de la visión humana, la representación inicial consiste, sin ninguna duda, en series de
valores de intensidad de la imagen tal como la detectan los fotoreceptores en la reti-
na” (Marr, 1982:31), donde “representación” no tiene que entenderse relacional-
mente como “representación de” (Chomsky, 1995a, pp. 52-53, mis itálicas).
Hay dos maneras de entender la idea de que en las teorías subpersonales no hay una noción
de contenido intencional. O bien no la hay porque los científicos se manejan muy bien en sus
investigaciones sin necesidad de hablar de contenido intencional, pero convendría para una
comprensión teórica completa una noción así, aportada, quizá, por la filosofía de la psicolo-
gía, o bien no la hay porque no es pertinente, esto es, aun cuando hubiera una noción satis-
factoria de contenido intencional no cumpliría ningún papel en la teoría. Creo que Chomsky
está diciendo lo segundo. La noción de contenido intencional no tiene un lugar en una teoría
subpersonal porque de lo que se trata es de dar cuenta de cómo funcionan los mecanismos
cognitivos y, para ello, no hace falta ninguna teoría acerca de las relaciones entre las repre-
sentaciones y el mundo. La noción de representación es una noción técnica que pertenece cla-
ramente al ámbito computacional y alude a una caracterización abstracta, en el nivel del pro-
cesamiento computacional, de ciertos elementos de la mente/cerebro que portan información
que es manipulada internamente por los mecanismos cognitivos. En este sentido, se diferen-
cia de la noción intencional, que proviene de la filosofía de la psicología, que establece una
relación de correspondencia entre un elemento de la mente/cerebro y algo en el mundo.
La noción de contenido interno sirve como un rasgo diferenciador de los ES. Sin embar-
go, a diferencia de otras nociones de contenido que se han propuesto desde la filosofía de
la psicología, no hace falta ninguna teoría sustancial acerca de la naturaleza del contenido
interno. En tanto noción técnica que participa de una teoría psicológica subpersonal, lo
único que se requiere es que el investigador que propone la teoría describa la información
interna que portan las representaciones postuladas. En este sentido, las representaciones
tienen una interpretación, la que el teórico propone, pero esta no es intencional porque, en
realidad, no hay, estrictamente hablando, nada representado.6
Ahora bien, se podría pensar que la noción de contenido interno es una denomina-
ción distinta para lo que se ha llamado en la literatura filosófica contenido estrecho.
De hecho, Chomsky (2000, p. 170) ha usado esta expresión. Creo que, o bien ha sido
un faux pas desafortunado dado, entre otras cosas, los pasajes citados o bien, en un
sentido caritativo, la motivación para usar esta expresión fue simplemente el querer
encontrar términos comunes con sus colegas filósofos. En lo que sigue, mostraré que
no es fructífero asimilar el contenido interno al estrecho, en ningún sentido en que se
ha desarrollado en detalle esta última noción.
La noción de contenido intencional fue pensada para los EI, en particular, las creen-
cias y deseos. Su postulación estuvo ligada desde un comienzo a las explicaciones,
6 Uno podría preguntarse por qué llamar a esto contenido. En §4 se verá que sigue habiendo un aspecto
semántico, dado que la información se describe en términos proposicionales, aunque no intencional, por-
que no se trata de relacionar la información con nada en el mundo externo o interno del individuo.
Ahora bien, quisiera enfatizar tres aspectos en los que difieren las nociones de contenido estre-
cho e interno. La primera es que la noción de contenido estrecho fue pensada para el nivel per-
sonal. Son los EI, que están en el nivel personal, los que causan la conducta en función de su
contenido estrecho. En segundo lugar, el rol explicativo del contenido estrecho es, justamen-
te, dar cuenta de la conducta de los individuos. Y, en tercer lugar, si la conducta de los indivi-
7 El experimento mental de Putnam consiste en dos personas, Oscar (que está en la tierra) y Oscar (que
1 2
está en la tierra gemela) que poseen estados intrínsecos idénticos (son molecularmente idénticos, poseen
las mismas disposiciones a la conducta, etc.) y lo único que cambia en la situación real (tierra) y la con-
trafáctica (tierra gemela) es la composición química del agua. Cuando Oscar1 y Oscar2 tienen pensa-
mientos que involucran el concepto agua, el contenido de sus pensamientos no es el mismo, dado que el
agua en la tierra está compuesta por H2O, pero en la tierra gemela está compuesta por XYZ. Esto mues-
tra que el contenido de sus pensamientos (al menos, el que contiene conceptos de clases naturales, como
agua) no está determinado por sus propiedades intrínsecas (contenido estrecho) sino por sus entornos
(contenido amplio). Al mismo tiempo, muestra la necesidad de un contenido estrecho. Dado que los geme-
los tienen conductas similares ante el agua, la diferencia en la extensión de sus contenidos no afecta la
conducta de los gemelos.
Por otro lado, la noción de contenido estrecho pensada para EI no es una noción que
se sostenga por sí misma, requiere de la noción de contenido amplio. De esto me ocu-
paré a continuación, pero antes quisiera adelantar mi conclusión. Si se acepta lo desa-
rrollado en §2, se sigue que la distinción estrecho-amplio no es fructífera en el nivel
subpersonal porque en este nivel no hace falta distinguir aquel aspecto del contenido
determinado por el mundo (contenido amplio) y aquel aspecto que tiene rol causal
(contenido estrecho), básicamente, porque no hay contenido amplio en los ES.
Según Fodor, lo que comparten los gemelos en la tierra y en la tierra gemela que tie-
nen creencias acerca del agua es el contenido estrecho. El contenido estrecho es una
8 Fodor (1994) abandona la noción de contenido estrecho por considerarla superflua. Sin embargo, según
Aydede (1997) la postura de Fodor anterior y posterior a (1994) es extensionalmente equivalente dado que
desde un principio la noción de contenido estrecho colapsó con la de contenido amplio.
9 Block (1995, p. 174) dice explícitamente que no tiene una teoría acerca del contenido estrecho.
10 Hay otros enfoques de la noción de contenido estrecho (véase Brown, 2003 para una muy buena pre-
sentación de los diferentes enfoques). Pero casi todos convierten al contenido estrecho en derivativo del
amplio (cf. Brown, 2003; Chalmers, 2002; Stalnaker, 1990). En los casos en los que aparentemente no es
así, el contenido estrecho consiste en las concepciones del agente (Chalmers, 2002) o los mundos nocio-
nales de los agentes (Dennett, 1987, cap. 5. Aunque, véase, Stalnaker, 1989, quien considera que la noción
dennetteana depende del contenido amplio). Tanto las concepciones como los mundos nocionales perte-
necen al nivel personal (son aspectos de los agentes), de manera que, si bien estos enfoques no caen bajo
la segunda crítica (la dependencia del contenido estrecho del amplio), caen bajo la primera (la de ser enfo-
ques para el nivel personal).
Nótese que la identidad del contenido estrecho depende de ciertos contrafácticos, men-
cionados más arriba, que a su vez dependen de covariaciones nomológicas que conec-
tan instancias de propiedades en el mundo con instancias de representaciones. El conte-
nido amplio de los pensamientos acerca de agua de Oscar1 está determinado por cova-
riaciones nomológicas (puramente contrafácticas) entre instancias de H2O e instancias
de agua (la idea sería: si se instanciara la propiedad H2O, causaría la instanciación del
símbolo agua), en el caso de Oscar2 está determinado por covariaciones nomológicas
entre instancias de XYZ y de agua (o más específicamente de agua gemela). De mane-
ra que, en última instancia, la identidad del contenido estrecho depende de las leyes que
determinan (e individúan) el contenido amplio y, si no hay tales leyes, entonces, por bien
definida que esté la noción de contenido estrecho, esta sería inútil.
Así, los contenidos estrechos son constructos a partir de contenidos amplios. Fodor
(1991, p. 300) lo dice de esta manera: “una condición necesaria para que un estado
tenga contenido estrecho es que haya algún entorno en el que tenga contenido amplio
(algún contexto relativo al cual es semánticamente evaluable)”. Estrictamente
hablando, el contenido estrecho no es contenido, sino contenido potencial; para ser
contenido tiene que estar anclado (determinado su valor semántico) y una vez ancla-
do es contenido amplio. De manera que, en la versión de Fodor, la noción de conte-
nido estrecho requiere de una concepción de contenido amplio porque su individua-
ción depende de covariaciones mente-mundo. Dado que, tal como hemos visto en §2,
para los ES no hay ninguna especificación en términos de contenido amplio, la
noción de contenido estrecho sería inútil aplicada a los mismos.
Por su parte, según la semántica del rol conceptual de doble factor, el significado de una
creencia (o concepto) depende, en parte, del rol que juega en la economía cognitiva del
individuo, esto es, en la percepción, pensamiento, etc. y, en parte, de la referencia o con-
diciones de verdad. Ambos aspectos son componentes del significado: el rol conceptual
constituye el contenido estrecho (el aspecto no-relacional) mientras que la relación entre
las representaciones y el mundo constituye el contenido amplio (el aspecto relacional).
La semántica del rol conceptual sostiene que se especifica el contenido de una cre-
encia una vez que se establece su rol conceptual y sus condiciones de verdad. El rol
conceptual suele ser explicitado en términos funcionales y/o causales, así el rol fun-
cional/causal de una creencia es el lugar que ocupa en la red inferencial/causal de las
creencias. El contenido amplio toma la forma, en general, de una teoría causal de la
referencia. La relación que hay entre los dos factores es que los roles conceptuales,
si bien determinan la naturaleza del factor referencial, no determinan la referencia en
sí misma. En este sentido, los roles conceptuales que constituyen el contenido estre-
cho también determinan una función que va de contextos a condiciones de verdad.
No todas las propiedades inferenciales que constituyen un rol causal/funcional son per-
tinentes para dar cuenta de la conducta. El rol funcional de una creencia es importante
a la hora de dar cuenta de la conducta porque esta depende (en parte) de cómo los indi-
viduos representan los referentes. Así, si Edipo hubiera conocido la identidad Yocasta
= mamá, (quizá) no se hubiera casado con su madre. Evidentemente, Yocasta y mamá
tenían roles inferenciales distintos en la economía cognitiva de Edipo. Cuando se habla
de inferencias, se lo hace en términos generales, estas incluyen no solo razonamientos
deductivos y no-deductivos sino asociaciones subjetivas, por ejemplo, un individuo
puede asociar ciertos conceptos de insectos con conceptos como peligro, mientras que
otros no y estas asociaciones distintas dan lugar a comportamientos diferentes. A dife-
rencia de la concepción fodoriana de contenido, que es puramente denotacional, la
semántica del rol conceptual tiene un aspecto epistémico constitutivo del contenido
estrecho dado que hay, al menos, cierto aspecto de la red inferencial que es accesible
al sujeto y, en este sentido, los roles conceptuales son epistémicos.
Según hemos visto, el contenido se descompone en dos factores, siendo uno de ellos
el contenido estrecho y el otro, el factor referencial. Si bien el contenido estrecho
constituye uno de los factores (o determinantes) independientes del contenido, hay
un sentido en el que depende del contenido amplio, a saber, es un término relativo a
la noción de contenido amplio (y, a su vez, esta noción es relativa a la de contenido
estrecho dado que son dos determinantes del contenido, cosa que no ocurre en otro
tipos de enfoques denotacionales, como el de Fodor, en los que la noción de conte-
nido amplio se sostiene por sí misma). La noción de contenido estrecho es relativa a
la de contenido amplio en el sentido de que los roles conceptuales determinan una
función de contextos a condiciones de verdad (o contenido amplio). De manera que,
los roles conceptuales no se sostienen por sí mismos para la determinación del con-
tenido completo porque hay más para el contenido que lo que está en la cabeza de los
individuos, de ahí que se requiera del contenido amplio. Así, esta noción no es apro-
piada para los ES ya que, como hemos visto en §2, los contenidos de estos estados
no requieren de un factor referencial.
11 Esta noción de función está basada en Cummins (1989) y Egan (1992, 1995). Sin embargo, a diferen-
cia de ellos que consideran que hay una proyección de representaciones en elementos de un dominio repre-
sentado, hay que entender esta función de interpretación teniendo en cuenta la noción técnica de repre-
sentación a la que aludí en §2. Esto quiere decir que, para el caso de los estados lingüísticos, un determi-
nado output {FON, SEM} de una E (de un L) será interpretado, por el teórico, como teniendo la informa-
ción de tales y cuales rasgos léxicos. Esto no implica una relación representación ({FON,SEM})-repre-
sentado (rasgos léxicos) porque la misma representación consiste en los rasgos léxicos que la constituyen
o, en otras palabras, la representación no está en lugar de los rasgos léxicos.
12 El análisis funcional es el tipo de explicación característico en ciencia cognitiva y suele reflejarse en los dia-
gramas de flujo. El primer paso del análisis funcional consiste en el análisis de la capacidad cognitiva P y el
segundo, en dar cuenta de la instanciación en el sistema S del análisis de P. De manera que, si S posee los com-
ponentes organizados de la manera especificada en el análisis, entonces S posee P. Esto se formula mediante una
ley de instanciación que dice que: “Cualquier cosa que tenga los componentes C1…Cn organizados de manera
O (teniendo un análisis [C1…Cn, O]) tiene la propiedad P” (Cummins, 1983, p. 17).
13 La interpretación del teórico de los rasgos léxicos que lleva una determinada descripción estructural,
de una cierta expresión de un lenguaje, tiene que respetar el análisis que se hizo del mecanismo de la len-
gua-I. Así, es el análisis funcional del mecanismo, i.e. cuáles son sus componentes y cómo están organi-
zados, el que respalda la interpretación adecuada del contenido de sus estados.
persona tiene acceso a dicho contenido, que participa en el pensamiento y la acción y, por tanto,
es contenido significativo para el individuo.14
Sin embargo, dados los objetivos razonables de la psicología cognitiva, esta estrate-
gia está mal encaminada. La psicología no tiene como objetivo las explicaciones
intencionales de la conducta. En este sentido, acuerdo plenamente con Chomsky:
Gran parte de los filósofos de la psicología creen que una psicología científica solo
se puede lograr en la medida en que sean posibles las generalizaciones intencionales
14 La cuestión de cómo se relacionarían ambos tipos de contenidos es un tema complejo que requiere
investigación empírica. Igualmente, más allá de la concepción que se tenga de ambos tipos de contenido,
creo que no sería posible establecer relaciones directas entre ellos. Para una crítica de enfoques recientes
que intentan establecer relaciones directas, véase Skidelsky (2006).
que apelan al contenido intencional de los estados mentales.15 Sin embargo, las gene-
ralizaciones de la psicología cognitiva no pretenden dar cuenta de la complejidad de
toda la acción humana, ni siquiera de la conducta aislada a la que subyacen ciertas
capacidades. Ni la teoría lingüística ni la teoría de la visión intentan dar cuenta de la
conducta lingüística ni la conducta visual (ni mucho menos de conductas aun más
complejas en las que están involucradas las capacidades lingüísticas y visuales) por-
que son teorías del procesamiento temprano de la información. Esto quiere decir que
los outputs de estos mecanismos no son conductuales sino que son los inputs para
otros mecanismos cognitivos (como la memoria, el sistema conceptual, etc.). Las
generalizaciones de la psicología pretenden dar cuenta de capacidades cognitivas (no
de los complejos comportamientos humanos) y, para ello, apelan a estados internos
y al funcionamiento de los mecanismos cognitivos. Son generalizaciones que tienen
contenido empírico, se evalúan por investigación empírica, dan lugar a programas de
investigación y están a la par de las generalizaciones de otras ramas de la ciencia. En
cambio, las generalizaciones intencionales no parecen tener ninguna de estas propie-
dades (Chomsky, 2000, pp. 165-66).
Según Chomsky, un estudio naturalista “es una empresa humana particular que busca
una clase especial de comprensión, obtenida por humanos en algunos pocos dominios
cuando los problemas pueden simplificarse lo suficiente” (1995b, p. 10). Esa clase
especial de comprensión es teórica y la otorgan las disciplinas que conforman las cien-
cias naturales. Son ellas las encargadas de dar cuenta de un ámbito bastante restringi-
do de fenómenos, pero cuya formulación es bastante precisa y cuyos resultados pueden
someterse a evaluación empírica. La lingüística, en tanto parte de las ciencias natura-
les, tiene como objetivo dar cuenta de los aspectos lingüísticos de los objetos naturales
15 La forma típica de estas generalizaciones consiste en: ‘Si un individuo desea X, y cree que no puede
obtener X, a menos que haga Y entonces, ceteris paribus, intentará hacer Y’.
que somos los humanos, esto es, de los mecanismos y las representaciones mentales
que constituyen el sistema cognitivo de la facultad del lenguaje.
Hemos visto que la facultad del lenguaje tiene dos componentes: un sistema cogniti-
vo y sistemas de ejecución. La lingüística naturalista internalista se ocupa del siste-
ma cognitivo, de su estado inicial (gramática universal) y su estado estable (lengua-
I). Deja a un lado los sistemas de ejecución que participan en el uso del lenguaje por-
que son de una complejidad extrema, en los que intervienen múltiples factores que
no pueden ser aislados y simplificados para su estudio y, en esa medida, son poco
proclives para una investigación naturalista (Chomsky, 1991, p. 40). El uso del len-
guaje está relacionado con las personas, con sus intereses, propósitos, sus puntos de
vista, todas variables sumamente complejas (Chomsky, 2000, p. 22). En tanto que
fenómenos como la intencionalidad están relacionados con los sistemas de ejecución,
y otros sistemas personales, quedan fuera del alcance de una investigación empírica,
esto es, una investigación naturalista internalista.
16 Según Chomsky, hay cuestiones relacionadas con la ejecución o el uso del lenguaje, como el “aspecto
creativo” que están más allá de nuestras capacidades cognitivas. Esto no es más que una parte de un pro-
blema general relacionado con la acción humana: el problema del libre albedrío en un mundo material. Es
por eso que Chomsky (1991, pp. 40-41; 2000, p. 72) siempre remarca que la conducta humana no está cau-
sada en ningún sentido que conozcamos del término. Las explicaciones intencionales (que intentan dar
cuenta de la conducta apelando al rol causal de los EI) no solo van más allá de una investigación interna-
lista (y, en ese sentido, no forman parte de la psicología cognitiva) sino que son un caso perdido por el
profundo aspecto misterioso que encierran. Para la diferencia entre problemas y misterios, véase Chomsky
(1975, cap. 4; 1994a, pp. 44-47).
No acuerdo con esta tesis “mistericista” que afirma que nuestras capacidades cogni-
tivas, de comprensión de ciertos fenómenos, tienen un límite. Hasta donde sé, no hay
un buen argumento que pueda establecer sobre bases empíricas que nuestra com-
prensión teórica tiene un límite o, mucho menos, que pueda establecer la extensión
precisa de nuestra comprensión teórica.17 El argumento chomskiano del fracaso de
las investigaciones naturalistas no-internalistas es altamente cuestionable. Se basa en
la premisa de que todos los dominios en los que los problemas no pueden ser sufi-
cientemente simplificados están condenados al fracaso, esto es, no pueden aportar
una comprensión teórica. Se podría acordar en que quizá se logra una comprensión
teórica en el dominio de la ciencia natural porque los problemas pueden simplificar-
se por medio de una formulación precisa, y enfoques y conceptos bien comprendi-
dos, pero eso no significa que el resto de las ciencias empíricas no puedan alcanzar
una comprensión teórica de otro tipo. Chomsky mismo sostiene que el naturalismo
es más amplio que el internalismo, de modo que no hay razón para que haya solo una
manera de comprensión teórica naturalista. Por otro lado, tener dos maneras de com-
prensión teórica no es caer en el dualismo metodológico que Chomsky (1995b)
rechaza. El dualismo metodológico consiste en tratar a la mente como si esta no fuera
un objeto de estudio natural, y claramente esta no es la propuesta.
Para concluir, en consonancia con el objetivo razonable de dar cuenta de cómo fun-
cionan nuestras capacidades cognitivas, la explicación en psicología no consiste en
explicaciones intencionales sino en la descomposición de una capacidad en subcapa-
cidades más simples. He mencionado que esta suele adoptar la forma del análisis fun-
cional (Cummins, 1975, 1983). El análisis funcional encuadra perfectamente en el
tipo de explicación acerca del mecanismo de la lengua-I. El mecanismo de la lengua-
I es un subsistema que participaría del procesamiento del lenguaje (Chomsky, 1975,
p. 173; 1983, pp. 214 y 237). Por ejemplo, si de lo que se trata es de dar cuenta de la
comprensión, la tarea del mecanismo computacional de la lengua-I consiste en pro-
yectar una descripción estructural de la emisión lingüística escuchada. Para ello, el
sistema identifica las palabras, atribuye categorías léxicas y utiliza los principios
parametrizados de la gramática universal para determinar la asociación entre las par-
tes de la descripción (Chomsky, 1989, pp. 80 y 109). Los estados cognitivos poseen
17 Al menos, los argumentos de Chomsky (1975, 1994a) y McGuinn (1993) no parecen adecuados.
contenido interno que se especifica por una interpretación semántica, que consiste en
una descripción de los rasgos léxicos que portan las descripciones estructurales, res-
paldada por el análisis funcional del mecanismo de la lengua-I. Esta especificación
es semántica porque se la realiza en términos proposicionales, pero no es intencional
porque, en sentido estricto, no hay nada representado. La información que se especi-
fica por medio del análisis funcional es información a la que solo acceden los otros
subsistemas o componentes del sistema de esa capacidad. De manera que hay un tipo
de explicación psicológica subpersonal, para la cual la noción de contenido interno
es la más adecuada porque recoge el rol explicativo que poseen las representaciones,
en las teorías cognitivas, para dar cuenta de los procesos internos del individuo.
Bibliografía
Antony, L. y Hornstein, N. (2003), Chomsky and His Critics, Oxford, Blackwell.
Aydede, M. (1997), “Has Fodor Really Changed His Mind on Narrow Content?”,
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Russell, B. (1940), An Inquiry into Meaning and Truth, Londres, George Allen &
Unwin.
Resumen
El estudio del lenguaje verbal y no verbal es desde hace años objeto de investigación
por parte de las ciencias humanas en general, y la psicología en particular.
Summary
Verbal and no verbal study has been object of investigation for human sciences in
general, but particularly for psychology.
In this paper, the DLA has been applied to the analysis of a case. This corresponds
to a cutting of three sequences of the playing activity of a five year-old child.
Through specific bibliography about this subject and the results obtained, it is how
the validity and system of this method is shown.
* Lic. en Psicología (UBA). Prof. Universitario en Psicología (UAI). Máster en Grupos (Univ. de Bolonia,
Italia). Docente y Supervisor del I.F.R.A. (Istituto per la Formazione e la Ricerca Applicata) de Bolonia.
Introducción
Es mi objetivo en esta presentación focalizar en el estudio del lenguaje verbal y no
verbal desde la perspectiva de las ciencias de la subjetividad.
I. La teoría
Desde hace años la psicología y el conjunto de las ciencias humanas se han abocado
al estudio de la subjetividad y su relación con el lenguaje. Para ello se han circuns-
cripto a una labor que garantice rigurosidad investigativa, no obstante las limitacio-
nes y obstáculos metodológicos que presentan en general las ciencias del hombre.
2. Los aportes del propio autor sobre el preconsciente o lenguaje del erotismo. La
propuesta parte del lenguaje como testimonio de la erogeneidad y la defensa
(Maldavsky, 1999).
Los inicios del método se retrotraen a 30 años, con las primeras investigaciones rea-
lizadas junto a Liberman y publicadas en 1975 en el libro Psicoanálisis y semiótica.
En numerosos trabajos posteriores, Maldavsky se abocó por una parte, a la opera-
cionalización de las fijaciones libidinales y de las defensas en la estructura del pre-
consciente como un paso intermedio para la investigación sistemática de las produc-
ciones clínicas y el discurso de los pacientes; por otra parte, se dedicó al desarrollo
epistemológico y metodológico de temas psicoanalíticos (Maldavsky et al., 2005).
Los diferentes lenguajes del erotismo se expresan particularmente en los relatos, las
figuras retóricas, las frases, las redes de palabras y los conceptos de las distancias y
las temporalidades cíclicas. En ellos aparecen los afectos, las percepciones, las motri-
cidades, los ideales y las representaciones-grupo (Maldavsky, 1999).
A través de la aplicación del ADL se pueden inferir las fijaciones libidinales y las
defensas. Las primeras, por las escenas relatadas o desplegadas al narrar; las segun-
das al tomar en cuenta la posición del hablante en dichas escenas (Roitman et al.,
2005).
Las escenas son narradas o desplegadas ante un interlocutor. Del análisis de los rela-
tos se pueden inferir los conflictos extratransferenciales del paciente y del estudio de
las escenas desplegadas, se puede estudiar la relación terapéutica misma, en sus
dimensiones subjetiva e intersubjetiva. Las escenas desplegadas (expresión de la ero-
geneidad y la defensa a través del habla y del movimiento), pueden inferirse a partir
de los actos del habla (componentes verbales y paraverbales), de la motricidad impli-
cada y de las palabras empleadas (Roitman et al., 2005).
El relato da cuenta de la secuencia narrativa que puede ser total, fragmentaria, lineal
o invertida. En cada relato se puede diferenciar un tipo específico de ideal, de repre-
sentación-grupo, de espacialidad, etc. (Maldavsky, 2006).
Respecto del análisis de los actos del habla (Maldavsky, 2006) el ADL permite inves-
tigar las escenas desplegadas, pero no las escenas relatadas (para esto existe una gri-
lla específica). También toma en cuenta (como la de las escenas), que los actos de
hablar son expresiones de una erogeneidad determinada. Con esta grilla se puede
investigar la escena que el sujeto despliega al hablar. A menudo ocurre que el análi-
sis de la escena narrada no coincide con el estudio de la escena desplegada al hablar
(por ejemplo, la narración de una escena de venganza puede realizarse con lamentos,
o con dramatizaciones, etc.).
Maldavsky (1999) construye una teoría abarcativa de las narraciones a partir de las
hipótesis freudianas (Freud, 1916-17, 1918b) acerca de la teoría de las fantasías pri-
mordiales (vida intrauterina, seducción, escena primaria, castración). Un ordenador
general de las escenas (Maldavsky, 2006) las estructura en un relato desde un estado
inicial (vida intrauterina) hasta uno final, pasando por tres transformaciones inter-
medias: despertar del deseo (seducción), tentativa de consumarlo (escena primaria) y
consecuencias de esta tentativa (castración).
Respecto de las defensas, Freud (1915c) las definió como destinos de pulsión y per-
siguen dos tipos de metas: una genérica y otra específica (Maldavsky, 2004). La pri-
mera apunta a mantener un cierto equilibrio narcisista y la segunda a oponerse a algu-
no de los tres amos del yo (pulsión, realidad y superyó).
Otro nivel de las defensas atañe al de las pulsiones entre sí (Freud, 1923b), como
cuando en la desestimación del afecto, Thanatos arremete contra Eros para vaciar lo
anímico de toda energía vital (Maldavsky, 1992, 1995a).
Cuando las defensas se enlazan con las distintas erogeneidades, pueden dar tres
modalidades defensivas (estado de la defensa): normales (exitosas), patológicas (fra-
casadas) y combinadas (ambas cosas). Las defensas son normales cuando se da un
acople entre erogeneidad y defensa específica. Son patológicas cuando se da un aco-
ple entre erogeneidad y defensas como la represión, la desmentida o la desestima-
ción, que surgen como consecuencia de conflictos intrapsíquicos e interfieren en un
proceso de creciente complejización anímica. En la tercera alternativa se asocian un
éxito y un fracaso parciales (Maldavsky, 1999, 2004).
Finalmente, cabe agregar otros dos modos de consideración de las defensas comple-
mentarias con la anterior descripción: el primero (Roitman et al., 2005) consiste en
su presentación como defensas centrales y defensas secundarias. Los autores consi-
deran como ejemplos del primer grupo la sublimación, la creatividad, la conciliación
entre exigencias pulsionales, de la realidad y del superyó, acorde a fines, la represión,
la desmentida, la desestimación de la realidad y de la instancia paterna y la desesti-
mación del afecto. El segundo grupo está constituido por la anulación, el aislamien-
to, la proyección, el desplazamiento, la identificación, etc.
Las herramientas del ADL que se consideran para tal propósito son la narración, los actos
del habla, los movimientos, la producción gráfica o sus equivalentes y las palabras.
Los movimientos del niño (Maldavsky, 2006) se pueden enfocar desde una doble
perspectiva: como equivalentes de un relato y como equivalentes de los actos del
habla, es decir, desplegando una escena. Las escenas se pueden categorizar a partir
de la erogeneidad específica en juego (una o varias pero siempre con la prevalencia
de una en particular).
En el trabajo con niños, a nivel de análisis del lenguaje, resulta fundamental enton-
ces apuntar a los actos del habla (relatos combinados con escenas desplegadas) y la
motricidad puesta en juego.
II. La muestra
En otro lugar (Stoppiello, 2005) presenté el caso de Sebastián. El niño tiene 5 años
y forma parte de un grupo de psicomotricidad compuesto por un total de 6 varones
de entre 5 y 6 años. El grupo se reúne una vez por semana durante 11 encuentros pau-
tados con antelación.
Secuencia 1
Sebastián es un tigre y ataca a la psicomotricista de un modo particular: preanuncia
su ataque acercándose desde adelante, avanza pequeños tramos y se detiene para
luego retomar la acción.
Secuencia 2
Un compañero del grupo lo ve y le dice: “Parecés un tigre buenazo”.
Secuencia 3
Al escuchar el comentario del compañero, Sebastián cambia de animal y se convier-
te en un zorrino. Desde su posición de sentado alza la pierna izquierda y comenta:
“De la cola me sale mal olor”.
pero enmascara una demanda de reconocimiento y aceptación por parte del otro (O2).
En cuanto al componente inicial A1, el carácter pragmático de las figuras retóricas pre-
valentes se aprecia en los desafíos y provocaciones que se manifiestan como supresión
parcial (amago de un golpe, amenaza), total (mueca o mirada furibunda), acompañadas
por actos verbales (amenazas), inversiones (halago en lugar de la injuria) o sustitucio-
nes (orden reemplazada por un gesto) (Maldavsky, 1999). El avance frenado y la vuel-
ta a la acción es un desempeño corporal que a nivel de la retórica de los movimientos
corresponde a una escena desplegada FU, con la particularidad de que, en vez de repre-
sentar al objeto amenazante (tigre), en realidad dramatiza el susto ante dicho objeto y
un procedimiento exitoso para neutralizar el peligro.
Secuencia 2 (frase)
A nivel de la escena narrada, la frase proferida por el compañero de grupo a Sebastián
se acompaña del verbo parecer, que corresponde al tipo representacional (Maldavsky,
1999), más el agregado de un aumentativo (buenazo).
El aumentativo (FG) es una manifestación que se expresa a nivel semántico del pro-
ceso retórico como incremento exagerado de una cualidad en un estado eufórico con
función central.
El comentario del compañero (“Parecés un tigre buenazo”) hace referencia a una ala-
banza aparente (exageración de un atributo correspondiente a FG que vuelve increí-
ble el relato), pero en realidad es una descalificación (“Sos lo opuesto a lo espera-
ble”). El hecho de que el comentario provoque un efecto en Sebastián (cambio de
animal) permite inferir que el niño lo ha descifrado de ese modo.
A ello podemos agregar que en el acto del niño se advierte también el valor de LI en una
manifestación de acción y coordinación motoras de tipo hipertónico, en un estado eufórico
con función complementaria. A1 tiene un estado eufórico con función central.
Secuencia 1
Es posible analizar las defensas implicadas en los dos niveles: el de los desempeños
motrices (básicamente el acto de dramatizar) y el de la escena dramatizada.
Secuencia 2
El comentario del compañero contiene un aumentativo, que corresponde a FG, con
un valor secundario y se trata de una defensa acorde a fines y una condensación exi-
tosa. La intencionalidad descalificadora (desmentida exitosa) de la frase proferida
por el compañero de grupo a Sebastián corresponde a A1: hay un juicio burlón diri-
gido contra el yo de Sebastián.
Pero desde el punto de vista intersubjetivo esta escena en versión eufórica para el
compañero que emite el juicio, resulta disfórica para Sebastián y produce un efecto
(cambio de animal).
Secuencia 3
Las defensas se analizan en dos niveles: verbal y motriz. En el primero, la escena se
analiza como acto del habla y como relato. En el segundo nivel, el desempeño motriz
constituye una dramatización (FG) con ciertas variaciones tónicas (LI). En el nivel
de los desempeños motrices, LI se combina con una defensa acorde a fines (hiperto-
nía funcional). La exhibición de armonía estética lograda corresponde a una versión
eufórica de una escena FG y se acompaña de una creatividad exitosa. Hay armonía
con el contexto.
La complejidad del comentario “De la cola me sale mal olor”, acompañado por la
pierna izquierda que se alza, se debe a que constituye un acto y un relato. Como acto,
constituye una narración concreta (A2), y como escena narrada, corresponde a A1.
Como relato A1, la frase parece complementar lo nuclear de la escena dramatizada.
Consideremos ahora la relación intersubjetiva. Uno supone que el zorrino quiere ale-
jar al compañero, que huiría del mal olor (no del peligro). La supuesta “víctima” ha
proyectado en Sebastián el componente neurótico (que a su vez aquel delega) y en
complementariedad, Sebastián proyecta sobre su compañero el componente sádico
(que también delega). La consecuencia es que el protagonista se defiende como zorri-
no de un supuesto atacante mediante la expulsión de mal olor para, de este modo,
hacer que el otro se aleje. La secuencia final no es violenta, pero el zorrino tampoco
queda inerme ante el posible atacante.
Los mecanismos prevalentes son, para el acto de dramatizar, una creatividad exitosa
y para la escena narrada A1 y una creatividad igualmente exitosa.
V. Comentarios
En la secuencia 1 el personaje es un tigre que ataca a una supuesta víctima, pero algo
falla, pues la acción no resulta convincente (los zarpazos parecen caricias y el rugi-
do resulta más bien un susurro).
El mal olor que sale de la cola se presta a una doble lectura: como sadismo anal vuel-
to contra sí mismo y/o como cambio de modalidad de acción (de un ataque felino ini-
cial fallido, a una actitud final eminentemente defensiva). El pasaje desde una posi-
ción prevalentemente activa (atacar) a otra más pasiva (defenderse) no implica, sin
embargo, un cambio en los fines de la actividad de la pulsión de autoconservación
(sobrevivir atacando o defendiéndose).
Cuando el deseo de ser reconocido como sujeto por el otro encuentra obstáculos y
resistencias para su realización, la agresividad (y su expresión en acto y en sonido)
es un medio para “oponerse a la oposición” del otro.
En otro lugar (Stoppiello, 2005) he afirmado acerca del particular: “Un superyó seve-
ro ha inhibido la “psicomotricidad” del niño, con la consiguiente imposibilidad de
descarga externa de los impulsos agresivos, correspondientes a un fantasma de ata-
que y destrucción. La culpa solo deja paso a la vuelta contra sí mismo y la proyec-
ción, en los objetos y los personajes, de una escena en la cual pasa de ser un preda-
dor, a ser la verdadera víctima” (pág. 31).
La alternativa final es el resultado de una transacción que implica, por una parte, un
acomodamiento al deseo del otro que lo posiciona pasivamente (O2) para no sentir-
se rechazado (resolución de la secuencia 1 y cambio de animal elegido en la secuen-
cia 3) pero, por otra parte, mediante una acción adecuada (secuencia 3) el zorrino no
queda inerme ante un supuesto ataque.
Los personajes dominantes son en la primera secuencia el tigre agresor, pero esto es
solo aparente porque en realidad queda a merced de la presunta víctima.
La secuencia 3 parte de una distancia social (A2) pero, para efectivizar la defensa el
zorrino, necesita restringir la distancia (O2), de modo tal que el mal olor llegue a ser
La supuesta víctima está inmóvil y es receptora de los zarpazos iniciales que paula-
tinamente se convertirán en caricias. LI está al servicio de los movimientos de domi-
nación y coordinación del aparato motriz y con acciones pasivas y complementarias
a las del tigre.
En la secuencia inicial el sonido de imitación del rugido del tigre resulta llamativo
por sus características peculiares (suave, de bajo volumen y contenido) y por ser
desarmónico con el personaje elegido.
Al respecto, Lapierre y Aucouturier (s/f) dicen que el sonido es una proyección sim-
bólica del yo en el espacio y resulta de un gesto (expiración modulada de los órga-
nos fonatorios). El manejo de ese gesto conlleva un aprendizaje motor, pero sobre
todo implica una evolución psicológica.
VI. Conclusiones
Mediante la presentación de una aplicación del ADL a una situación de la clínica psi-
comotriz, he intentado ejemplificar el método con sus complejidades metodológicas
(diferenciación por niveles y combinación) y sus puntos de fuerza (coherencia, orga-
nización, generalización y resultados multivariados). Roitman et al. (2005) resaltan
estas desventajas y ventajas en los siguientes términos: “Las desventajas... se hallan
en la exigencia de un enfoque sistemático de cada uno de los niveles de análisis,
incluyendo sus cambios, sus componentes centrales y complementarios, etc. La ven-
taja de este enfoque consiste precisamente en su sistematicidad, lo cual implica -entre
otras cosas- ordenar los pasos de la investigación y verse obligado a dar respuestas
coherentes para cada uno de los aspectos estudiados” (págs. 24-25).
En la misma obra agrega que se trata de una “...propuesta específica y actual referi-
da a un método de investigación en psicoanálisis que respeta la estructura tanto de su
teoría cuanto de su práctica, y que además se atiene a las exigencias de cientificidad
centradas en los criterios de rectificación” (págs. 65-66).
En lo teórico, es útil por sus aportes originales, estimula a generar nuevos interro-
gantes y por el estudio preciso de aspectos del preconsciente, las defensas y las fija-
ciones.
El ADL intenta superar las críticas recibidas por ambos enfoques (imprecisión y falta
de parámetros explícitos para generalizar las conclusiones en el primer caso y des-
cuido de la cuestión de la subjetividad en juego en el segundo caso) (Maldavsky,
1999).
Por último, el algoritmo David Liberman desarrolla una variedad de nuevas prácti-
cas en ámbitos tan diversos como el arte, la literatura, la arquitectura, la escultura, la
danza, el cine, etc.
Bibliografía
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Edizioni Scientifiche CSIFRA.
Freud, S. (1918b), “De la historia de una neurosis infantil”. En: Obras Completas,
Buenos Aires, Amorrortu Editores, Vol. 17.
Freud, S. (1923b), “El yo y el ello”. En: Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu
Editores, Vol. 19.
IAEPCIS
Instituto de Altos Estudios en Psicología y Ciencia Sociales
Director: Dr. David Maldavsky
Coordinadora: Mgr. Liliana H. Alvarez
Jornadas y conferencias
El 21 de abril de 2007 en el Auditorio UCES, con una concurrencia estimada en 130
personas, se desarrolló la 6ª jornada y taller “El desvalimiento en la clínica” y la 1ª
jornada y taller “Psicoanálisis de pareja y familia”. La jornada se abrió con una con-
ferencia a cargo del doctor David Maldavsky sobre “Desvalimiento e intersubjetivi-
dad” continuando con otra conferencia, “Proceso asociativo e interdiscursividad”, a
cargo del doctor René Käes (Francia). A posteriori, se desarrollaron 11 talleres de
presentación y discusión de material clínico en los que fueron expuestos 33 trabajos.
Los días 18 y 19 de mayo de 2007, con amplia participación de los/as cursantes y egre-
sados/as del Diplomado Interdisciplinario Estudios de Género, se llevaron a cabo las
“Jornadas de Intercambio Académico”, con presentación y debate de monografías.
Publicaciones
En abril de 2007 fue publicado por UCES el libro Estudio exploratorio del estrés
laboral y trauma social en los empleados bancarios durante el “corralito”, escrito
por el doctor Sebastián Plut, siendo el resultado de su tesis doctoral. El libro explo-
ra, desde una perspectiva psicoanalítica centrada en la subjetividad, las vicisitudes de
los empleados de dos sucursales de un mismo banco en el contexto del denominado
“corralito”. Se trata de una obra que se centra en la psicopatología del trabajo y los
traumas sociales para su interpretación y utiliza una metodología psicoanalítica sis-
temática, el ADL, para el análisis del discurso.
Subsidios
El doctor Maldavsky, director del Doctorado en Psicología, y su equipo (C.R.
Roitman y C. Tate de Stanley) recibieron un subsidio del Research Advisory Board
de la International Psychoanalytical Association para investigar “Corrientes psíquicas
y defensas” en la teoría y la clínica. Con parte de dichos fondos se desarrollaron otros
dos estudios con becarios-investigadores de UCES, en el marco de un “Proyecto de
En su segunda visita a nuestra universidad, invitado por el Foro, Paul Denis, desta-
cado psicoanalista francés, dictó la conferencia “Pulsión de dominio, perversión nar-
cisista e intersubjetividad”.
Convenio
El Programa de Estudios de Género y Subjetividad ha firmado, en el año 2006, un con-
venio de cooperación e intercambio con el Centro Regional de Investigaciones
Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Como parte de este convenio se ha completado una investigación conjunta titulada
“Crisis laboral y crisis de masculinidad. Los casos de Argentina y México”.
Defensa de tesis
Se ha realizado la defensa de una tesis de Maestría, perteneciente a la Lic. Sandra de
Lavra Pinto.
Introducción
En este trabajo se ha utilizado el método algoritmo David Liberman (ADL) en una
entrevista con cada uno de dos pacientes que se acercaron al Laboratorio del Sueño
de la Santa Casa de la Misericordia de Porto Alegre, bajo la dirección del doctor
Denis Martínez, y que manifestaban padecer de somnolencia diurna.
Kreisler afirma que la maduración neurofuncional no explica por completo todas las carac-
terísticas evolutivas. Los factores externos inciden en estas estructuras para moldear el
dormir en sus diferentes aspectos. Fain señala que los primeros movimientos que per-
miten la simbiosis se relacionan con las necesidades orgánicas y libidinales que surgen
rítmicamente. Su satisfacción permite retornar al estado de sueño requerido para la
maduración psicosomática. También se refiere a que, en términos psicoanalíticos, un
buen funcionamiento del ciclo sueño-vigilia corresponde a una vuelta espontánea de la
libido al estadio del narcisismo primario. Fain considera que la existencia de síndromes
en los que la función de protección del dormir está a cargo del ambiente demuestra una
dificultad para adquirir una función mental autorreguladora.
Maldavsky profundiza el estudio del criterio de alteración interna como modo de pro-
cesamiento de la pulsión. En su teoría del trauma, uno de los modelos de Freud plan-
tea que en un nexo con una situación traumática, el yo puede vivenciar una estasis de
la necesidad, de la autoconservación, que no logra encontrar satisfacción, implican-
do una estasis libidinal. Sus efectos pueden presentarse como una alteración de la
pulsión de dormir, lo que no lleva a una reparación energética sino a una inercia, a la
entrega a una muerte sin conciencia y sin interlocutor. Se produce en la economía
psíquica un proceso regresivo, al contrario de la otra meta buscada por la pulsión de
dormir, que consiste en la hegemonía de los nexos intercorporales elementales, en
términos de intercambios químicos, del establecimiento de los ritmos circadianos,
propiciando una recuperación energética satisfactoria.
Análisis de las palabras: toma la teoría freudiana de las erogeneidades como la base
semántica del discurso.
Secuencias narrativas: estudia la presencia del relato de las escenas correspondientes a las
fantasías primordiales (vida intrauterina, seducción, escena primaria, castración), de
acuerdo con cada erogeneidad, y en relación con estas, cuáles son los personajes
dominantes, sus ayudantes, sus ideales del yo, sus afectos, sus espacios, sus acciones
motoras, sus atributos.
Metodología
El análisis de las entrevistas se procesó por la cuantificación y evaluación de las eroge-
neidades y defensas predominantes, desde el punto de vista estadístico y lógico, mani-
festadas en el estudio de la red de palabras y secuencias narrativas de cada entrevista.
Con respecto a las secuencias narrativas, las entrevistas fueron divididas en tres
temas: somnolencia, trabajo y estudio y relaciones familiares. Para cada uno de ellos
se discriminaron escenas correspondientes a las diferentes erogeneidades. Resultaron
alrededor de 60 fragmentos para cada entrevista, que se constituyeron en unidades de
análisis para el estudio.
Paciente Julio
Identificación: Julio, 28 años, masculino, blanco, casado, médico, nacido y residen-
te en Porto Alegre.
Como ejemplo del análisis efectuado, se tomó el fragmento 47: secuencia narrativa
referente a las relaciones familiares, con manifestación del erotismo sádico anal
secundario-estado inicial: equilibrio y confianza en el saber y en el orden.
El análisis interactivo de las palabras muestra una distribución entre las diversas ero-
geneidades, predominando O2 y A2. Se puede pensar como defensa principal la
represión funcional, siendo A2 lógicamente dominante, acompañada por una des-
mentida secundaria exitosa.
Fragmento: F
T: Total
S: Somnolencia
TE: Trabajo y estudio
RA: Relaciones familiares
TG: Total general
Paciente Carlos
Identificación: Carlos, 48 años, masculino, blanco, casado, biólogo, nacido y resi-
dente en Porto Alegre.
Quejas: somnolencia desde los diez años de edad. Se siente bien de noche, pero se
despierta mentalmente más cansado que al acostarse. Memoria disminuida, el uso de
guaraná no fue eficiente. Sonambulismo en la infancia, hasta los 3 (o 5) años “se
moría” (espasmo de sollozo). El alcohol agrava la somnolencia. Privarse de sueño le
hace bien. Cefalea dos veces por semana, el dolor cervical continúa.
El análisis interactivo de las palabras establece un predominio de LI, seguido por A2.
Esta erogeneidad está lógica y estadísticamente sometida a aquella, teniendo como
defensa principal la desestimación del afecto, patógena, exitosa, por los mismos
motivos planteados anteriormente.
situación en que las adquisiciones posteriores, aun cuando hayan ocurrido, llevaban la
marca de los estados de desvalimiento, manifestados por la somnolencia.
En cuanto a las erogeneidades, Julio tiene una puntuación mayor en LI, A2 y O2.
Carlos en LI, O2 y O1, siendo la primera bastante más alta.
Los resultados son compatibles con la historia narrada en cada uno. Aunque los dos
presentan el mismo síntoma de somnolencia, las quejas de Carlos vienen desde la
infancia, con el agregado de otros trastornos, como el espasmo de sollozo y dificul-
tades escolares, así como una lucha constante contra el síntoma, en función del cual
organizó su existencia. Toda su actitud frente a la vida tiene una característica de
pasividad, tanto en el trabajo, en el ocio, en las relaciones sociales y familiares.
Dice que solamente hace cuatro años tuvo un incremento en sus conquistas. Las
manifestaciones más primitivas en el discurso corresponden a esto, especialmente en
lo que se refiere a la libido intrasomática, ya sea en el ámbito de las palabras, del rela-
to y de las defensas correspondientes.
Para Julio, el síntoma se estableció más tardíamente. El ocio y las actividades socia-
les traen la marca de una carrera contra el tiempo, buscando un aprovechamiento
máximo. Utiliza defensas más evolucionadas, aunque el aspecto sobreadaptado del
discurso y de su modo de vida revela las fallas en las defensas, que no siempre con-
siguen dar cuenta de su tarea, surgiendo un predominio de la desestimación del afec-
to y teniendo como resultado la somnolencia. También se debe tener en cuenta la
diferencia de edad de los dos pacientes. El mantenimiento del alto nivel de desem-
peño indica una tendencia al agravamiento del síntoma o la posibilidad del surgi-
miento de otras manifestaciones psicosomáticas en el futuro.
Conclusiones
A partir del marco teórico y del método utilizado, el estudio del lenguaje de los dos
pacientes con quejas de somnolencia diurna permitió verificar una estructura de fun-
cionamiento que apunta hacia los mecanismos en juego en la formación del síntoma.
Existe una coincidencia entre los datos obtenidos, las manifestaciones y la historia de
vida, en los dos casos estudiados.
Aun teniendo en cuenta que las entrevistas realizadas registran un retrato momentá-
neo de estos pacientes, el análisis a partir de las manifestaciones de las erogeneida-
des en el discurso, hace emerger una estructura que, confrontada con la historia de
vida, indica formas de procesas las pulsiones que vienen de largo tiempo. También
el uso privilegiado de determinadas defensas, elementos estos que caracterizan la
personalidad de cada uno.
El método ADL privilegia los componentes pulsionales que se filtran a través del len-
guaje, en una trama compleja, lo que permite una mayor aproximación en los resul-
tados. El estudio y utilización sistemática de este instrumento también brinda al tera-
peuta un esquema de categorías que le permite entender e interactuar con el pacien-
te de manera profunda, percibiendo -no solamente por medio de descripciones feno-
menológicas de los síntomas- la estructura y las defensas más actuantes, generadoras
de perturbaciones.
Bibliografía
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Textbook of Psychiatry/VI, Kaplan, H.I. y Sadock, B.J., Vol. 2, 6 ª edición.
Nº 1. EPISTEMOLOGIA
Nº 2. NEUROCIENCIAS
Neurociencias y psicoanálisis
J. Roberto Abdala 9
La subjetividad encarnada
Jorge Canteros
34
Expresión de los afectos en las personas afásicas
Jorge G. Cantis 71
Cognición y psicoanálisis
Isabel Lucioni 108
Consciencia
Eduardo A. Mata 165
Psicoanálisis y neurociencias
Lía Ricón 193
IAEPCIS 230
Nº 3. INVESTIGACIONES EN PSICOTERAPIA
IAEPCIS 256
Nº 4. DESAMPARO PSICOSOCIAL
Suicidio y accidentes
Diego Moreira 155
IAEPCIS 259
Prólogo
Mabel Burin 11
IAEPCIS 249
Prólogo 13
IAEPCIS 319
Nº 7. PSICOLOGIA SOCIAL
Prólogo
Eduardo Gosende 13
IAEPCIS 243
Nº 8. DIAGNOSTICO
Prólogo
Osvaldo Bodni 13
Diagnóstico psicoanalítico
Osvaldo Bodni 34
¿Subjetividad en un cuestionario?
Alicia Noelia Cayssials 80
El diagnóstico médico
César Lorenzano 149
El diagnóstico psicoanalítico
Leonardo Peskin 244
IAEPCIS 363
Nº 9. VIOLENCIA
Prólogo
Liliana Edith Alvarez 13
Psicoterapia post-traumática
Philippe Bessoles 53
El Malleus Maleficarum
Carlos Bigalli 92
IAEPCIS 242
Los artículos no deberán exceder las 10.000 palabras, las notas, las 3.000; los co-
mentarios bibliográficos, las 1.000. La Redacción se reserva el derecho de con-
siderar la publicación de trabajos que sobrepasen estos límites.
(cuando se incluya más de uno de un autor determinado) irán por orden cronológico.
Si se mencionaran dos trabajos del mismo año, el primero agregará “a” después de
la fecha, el segundo “b”, y así sucesivamente. Cuando determinado autor es
mencionado en la Bibliografía por su/s trabajo/s individual/es y por otros, en los
que es -alfabéticamente- el primero de los coautores, los trabajos individuales
antecederán a los colectivos. “Ib.”, “ibíd.”, “ibídem” no serán empleados en la
Bibliografía (ya que el artículo o el libro se registra allí una sola vez) y en el
texto serán evitados en lo posible. Para distinguir dos o más lugares de una mis-
ma referencia, colóquense en el texto las páginas que correspondan en cada ca-
so. Los títulos de libros (en castellano) se escribirán en minúscula (excepto la
primera letra de la primera palabra y los nombres propios), sin comillas y con
bastardillas. Se escribirá a continuación el lugar de edición, el nombre de la edi-
torial y el año de edición. Aunque el autor del trabajo no haya consultado la edi-
ción original, puede consignar las dos fechas. Por ejemplo: “Hartmann, H.
(1939), Ego Psychology and the Problem of Adaptation, Nueva York, IUP, 1958.
(Traducción cast.: La psicología del yo y el problema de la adaptación, Buenos
Aires, Paidós, 1964)”. Si se conociera la existencia de una edición castellana pe-
ro no se pudiera dar la referencia completa, escríbase: “(Hay trad. cast.)”.
Los títulos de artículos irán entre comillas y sin subrayar. Se escribirán a conti-
nuación el nombre de la revista que lo incluye (sin abreviar y subrayado), el nú-
mero del volumen y el año.
Las notas deben ser insertas como notas al pie, con autonumeración continua. No
se admiten notas al final del documento, ni asteriscos y otras marcas personales,
ni notas numeradas manualmente por el autor. La numeración debe ser la automática
que establece el procesador de textos (en Word, desplegar menú “insertar” y luego
elegir “Nota al pie…”).
Los autores de artículos y notas deberán enviar un resumen de sus trabajos cuya
extensión no será superior a 150 palabras, en dos versiones: una en inglés y otra
en castellano y un currículum actualizado de no más de 150 palabras. Los cola-
boradores deberán adjuntar dichos resúmenes a sus trabajos e incluirlos en archi-
vos separados, así como el currículum, en el diskette.
No se admitirán agregados ni modificaciones una vez que los trabajos hayan si-
do aprobados por la Redacción. Los trabajos presentados deben ser inéditos. Los
artículos son inicialmente examinados por el Comité de Redacción y general-
mente son enviados a los pares evaluadores, de manera anónima. La información
acerca de la identidad del autor aparecerá en una página aparte, que quedará en
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