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En resumen: Individualismo sí, pero si tal cosa. Solipsismo no; rotundamente no. ¿Por qué?

Comencemos por el que me parece más divertido: el solipsismo. Divertido porque basta un
pensamiento como este de Descartes “¿qué veo desde esta ventana sino sombreros y capas, que
pueden cubrir espectros o imitaciones de hombres que se mueven mediante resortes?”, para
recordar películas como Matrix o Inception o la española Abre los ojos y; basta también este
pensamiento para dudar por un instante, si acaso estoy yo solo en este salón leyéndole a fantasmas
mis divagaciones del domingo o si más bien soy yo el fantasma que inventó uno de ustedes, ¿cuál
entre nosotros? No se trata aquí de demostrar o refutar la validez del solipsismo y, en cierto
sentido, tampoco hace falta; porque incluso allí donde fuese verdadero, el solipsista vive su vida
de solipsista en referencia a los otros, aun si estos otros no son más que proyecciones de su ego. Y
así, por ejemplo, antes de que Neo el protagonista de Matrix se diera cuenta del engaño, Thomas
Anderson no vivía en un espacio vacío y solitario sino en un mundo habitado por otros, aun
cuando estos otros no eran más que bits de la Matrix. Y así pues, los otros son tan absolutamente
necesarios que incluso allí donde se esperaría que no lo fueran, como es el caso del solipsismo o
como es el caso de la simulación virtual de la Matrix, resultan imprescindibles; pues al solipsista le
son necesarios aunque solo sea para poder ser engañado. Por esta razón la moral existencial no es
solipsista, ya que parte del yo que es nosotros. Ahora bien, y por la siguiente razón es que sí es
individualista: porque abusando de la analogía, no solo Neo es el Elegido sino que lo es todo ser
humano por el mero hecho de ser humano, pues para decirlo simple lo que diferencia a un hombre
de una máquina es que solo él tiene un valor absoluto en sí mismo: es libre y, por ello, él puede
fundar su existencia mientras que la máquina no. Quizá no se vea muy claro pero esta es la razón
por la que la ética existencial es individualista, porque solo el ser humano a diferencia de cualquier
otro ser en el mundo -llámese natural o artificial- es individuo, es decir es libertad, es decir es
subjetividad, es decir es nosotros. Sin embargo no puede olvidarse que ser libre es quererse libre,
pues al individuo la libertad no le ha sido dada sino que habrá de conquistarla (recuérdese por
ejemplo la elección entre la píldora roja o la píldora azul que debió hacer Neo) o puesto que como
dice Beauvoir “el precepto será tratar al otro (en la medida en que esté también interesado, que es
el caso que consideramos ahora) como una libertad en procura de su libertad”. Pero, si el individuo
es el fundamento de la ética existencial, ¿qué individuo elegir? Alguna vez Neo sacrificó a Sion -el
último vestigio de la humanidad- por salvar a Trinity -su pareja amorosa-, otra vez sacrificó a
Trinity por salvar a Sion y, por último, se sacrificó a sí mismo, traicionó a Morfeo y pactó con las
máquinas. Qué ambigüedad la de este tipo.

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