Está en la página 1de 1

Una de las principales expresiones del talento textil monsefuano lo constituyen las

alforjas, bolsas tejidas a telar, elegantes y prácticas que poseen un diseño algo parecido
al de los famosos paños, pero que son cerradas en los extremos formando asi dos bolsas
para llevar provisiones. Éstas constituyen una de las manifestaciones culturales de mayor
continuidad tecnológica textil en el pueblo monsefuano, basta decir que sus antecedentes
más lejanos aparecen registrados en la Cultura Mochica hace aproximadamente 1800
años. Una pictografía presente en un ceramio de la época muestra a la alforja arriera
colocada sobre una llama para el traslado de strombus galeatus, escena que ha sido
interpretada como de entrega de ofrendas para los ancestros, huacas y difuntos. A
diferencia de las alforjas arrieras, las alforjas labradas de Monsefú son las de mejor
factura, pues en su elaboración intervienen no sólo las destrezas y conocimiento
heredado de la tejedora para el urdido y tejido en telar, sino también su talento artístico y
perspicacia empática para elegir el verso adecuado que acompañará al nombre de la
persona propietaria de la alforja. La elaboración de una alforja labrada es un proceso que
puede tomar 15 días de trabajo para la tejedora y esto se debe al complicado manejo de
los 12 palos que cruzan su trama y gracias a los cuales se logran construir los coloridos y
vistosos iconos (pavos reales, venados, escudos, ángeles, etc.) que adornan las dos
tapas de cada alforja. Las flores simétricamente distribuidas en los extremos y bases de
cada tapa, aluden a la campiña monsefuana y pone de manifiesto el talento artístico de la
tejedora. Las alforjas albergan también expresiones de los sentimientos de sus
pobladores; sus cuartetas populares plasmadas en la parte superior e inferior del icono
central de cada tapa de la alforja, expresan mensajes creados o escogidos por sus
tejedoras, entre los cuales pueden ser amorosos o de la amistad según sea el caso

También podría gustarte