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Escuchar a los niños en tiempos de cuarentena

Juan Pedro (5 años) se levantó un lunes y no entendía por qué la mamá no estaba apurada, ni
había preparado el delantal ni la vianda, ni le insistía que se vistiera y desayunara rápido como
pasaba todos los días antes de ir al Jardín. “Mamá, cuándo vamos al Jardín?” le preguntó. “No,
Juani, hoy no vamos, estamos en cuarentena y no podemos salir. Todos nos tenemos que quedar
en casa. Papá también.” Juan Pedro se quedó asombrado con muchas preguntas adentro pero
pensaba qué lindo será poder seguir en pijama un rato, jugar en la casa y disfrutar con mamá y
papá que siempre trabajan mucho.

Después de unos días, quedarse en casa y no salir lo hacía sentir raro y le llamaba la atención la
cara de preocupación de sus padres. Miraban mucho la tele donde hablaban de enfermos y de
muertos. Entonces se animó a preguntarles: “Papá nos vamos a morir todos?” “No, hijo, nos
estamos quedando en casa para cuidarnos.” Pero Juan Pedro no se quedó tranquilo... “La abuela
se va a morir? Dónde está? La puedo ir a visitar?” “No, hijo, ella también está en su casa
cuidándose”. “Pero entonces se va a morir de hambre!!”exclamó preocupado Juan Pedro. El padre
le explicó entonces que la abuela saldría solo cuando era necesario y que estaba bien, que después
la volverían a llamar por videollamada para que viera que está bien.

Juan Pedro recibía tareas del Jardín, algunos lo divertían, otras le parecían superaburridas, otras
no las entendía. Y no entendía por qué tenía que hacer cosas para el Jardín si no iba. Solo le
restaban tiempo para jugar con sus autitos y superhéroes que estaban haciendo maravillas en su
cuarto. Además, en realidad creía que no iba a volver al Jardín porque ya no veía a sus amigos de
allí y la mamá había guardado la mochila en el ropero.

A medida que avanzaban los días en cuarentena Juan Pedro tenía más preguntas a las que no
siempre encontraba una respuesta, a veces tampoco las podía expresar y otras sentía que mamá y
papá estaban tan ocupados que era mejor no interrumpirlos. Una noche sentía que tenía tantas
preguntas que no podía dormirse. Se quedó en la cama con los ojos bien abiertos y empezó a
tener mucho miedo... miedo a que le pasara algo a él, a su abuela, a sus padres, miedo de no
poder ver más a sus amigos... A la mañana siguiente se levantó de mal humor, desganado y
protestaba por cualquier cosa, se irritaba ante el más mínimo comentario.

En su sesión virtual comenzamos a dibujar, pantalla de por medio, y se lo veía dibujando con
enojo, con furia, haciendo primero un personaje con varias cabezas y luego rayándolo. Cuando
cuenta sobre su dibujo, Juan Pedro comenta que es un superhéroe con muchas cabezas que está
enojado porque tiene que estar atento a todo lo que le piden los humanos y no puede porque es
tanto que se aburrió. No quiere ser más superhéroe y quiere ir con su mamá y su papá para que lo
abracen.

La breve historia de Juan Pedro bien puede ser la de muchos otros niños en este momento,
aunque sea similar. Estamos viendo en las redes sociales propuesta tras propuesta para niños y sus
familias en tiempos de cuarentena, de encierro, donde el jugar ya se transformó casi en una
obligación que a la larga puede generar rechazo. Familias que no están acostumbradas a jugar
sienten la obligación de jugar juegos que ni comprenden ni le encuentran sentido y con ello le
transmiten el sinsentido a sus hijos/as.

Los docentes en todos los niveles siguen trabajando en la continuidad pedagógica de diferentes
maneras, a veces más moderada, otras sobrecargando a los niños/as con tareas interminables
afianzando y reforzando aspectos pedagógicos, contenidos curriculares que plantean Diseños
Curriculares planteados fuera de una pandemia y con exigencias de continuar una planificación
basada en un tiempo diferente al que se vive en este momento que además se viene prolongando
sin saber hasta cuándo.

Algunas terapias, especialmente con niños pequeños se han suspendido, muchas veces porque a
los niños les resulta difícil acceder de modo virtual, otras porque los padres eligen no continuar
argumentando opiniones muy diversas.

Dónde queda la escucha a los niños y niñas entonces? Qué sienten ellos? Cómo están viviendo
esta situación de imposibilidad de salida? No están de vacaciones con la familia relajada. Hay
distintos niveles de tensión en cada familia, dependiendo de la situación particular y los niños/as
no están ajenos al clima familiar. Pero muchas veces no saben, no entienden, no dimensionan lo
que sucede e incluso pueden tomar esta situación como enojos personales o no se animan a
plantearlo. Cuanto más pequeños son los niños, menos posibilidades tienen de expresarlo en
forma de diálogo o pregunta. Podrán estar más irritables, enojados, podrán manifestar dificultades
en el sueño, en la alimentación, desgano en las tareas y también para jugar. Serán todos aspectos
para tener en cuenta como modo de expresión, de un pedido de ayuda y necesidad de
acompañamiento, de escucha atenta.

Hasta antes de la cuarentena leíamos siempre que los adultos están apurados y les resulta difícil
escuchar a los niños. Hoy nos encontramos en un mundo (no sólo nuestro país) casi totalmente
parado, pero el mundo adulto sigue atento a las noticias, la cantidad de infectados y muertos, la
caída de la bolsa, a las actividades académicas con una exigencia superior incluso que
anteriormente, y el tiempo de escucha a los niños sigue resultando difícil, tal vez por no
comprender aún que los niños son sujetos sensibles, atentos, que hoy necesitan más atención,
más escucha y espacios para expresar todo aquello que sienten y no comprenden. Sería
interesante que la escuela (en todos los niveles: Jardín, Primaria y Secundaria) dedique todas las
semanas un día para ESCUCHAR a los niños/as, ofrecerles diferentes alternativas para que
expresen qué les está pasando, cómo lo están viviendo. De lo contrario, lo pedagógico se
transforma en un contenido frío, sin sentido que pierde significado.

HUMANIZAR la continuidad pedagógica había planteado en otra nota, hoy le sumo más
fuertemente la ESCUCHA ATENTA a los niños y niñas como sujetos sensibles y únicos que nos
necesitan.
María Regina Öfele/Lic. en Psicopedagogía/Dra. en Psicología Educacional/ Especialista en
Juego/Atención clínica de niños y adolescentes/Directora del Instituto de Investigación y
Formación en Juego

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