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Artículos
Noviembre 2009
ISSN 0121-1617
Camilo Quintero Toro, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 9-10
Presentación del dossier “Objetos y mercancías en la historia”
Carlos Héctor Caracciolo, Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, Bolonia, Italia 20-42
Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista
Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile 62-83
Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile.
1920-1960
Inés Pérez, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina 84-105
La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata
(Argentina), 1960-1970
y mercancías
Tema abierto:
Thomas J. Williford, Southwest Minnesota State University, Marshall, Estados Unidos 130-152
Edición
Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura
discursiva de La Violencia
Dossier: Objetos
Espacio estudiantil
Sebastián Díaz Angel, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 180-200
Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía, y escenario actual del campo en
Colombia, América Latina y el mundo
Reseñas
César Torres Del Río, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia 201-204
Meschkat Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda
colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009
Renán Silva Olarte, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 205-210
El milagro bienvenido de la Santísima Trinidad: Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes.
Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007
Notilibros 211-213
Convocatoria 218
ISSN 0121-1617
Septiembre-Diciembre 2009
Precio $15.000
Imagen de portada:
Extracto de Dibujo a tinta de José Antonio Villegas Quendaño, 1764.
Fuente: Archivo General de la Nación, Mapoteca 4, No. 200a.
Reproducida por Pablo Rodríguez y Jaime Borja, “La vida cotidiana en
las minas coloniales”, en Historia de la vida cotidiana en Colombia, editora
Beatriz Castro Carvajal. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1996, 65.
Imagen No. 1
Pintura de Ramón Torres Méndez, 1849.
Fuente: Museo Nacional No. 639. Reproducida por Aída Martínez
Carreño, “La vida material en los espacios domésticos”, en Historia de
la vida cotidiana en Colombia, editora Beatriz Castro Carvajal. Bogotá:
Grupo Editorial Norma, 1996, 353.
Imagen No. 2
Otto Lueger, Lexikon der gesamten Technik (dictionary of technology), 1904.
Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:L-Damenrad.png
(Fecha de consulta: 14 de septiembre de 2009).
Tabla de contenido
Carta a los lectores 7-8
Artículos
Carlos Héctor Caracciolo, Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, Bolonia, Italia 20-42
Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista
Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile 62-83
Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile.
1920-1960
Inés Pérez, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina 84-105
La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata
(Argentina), 1960-1970
Tema abierto:
Thomas J. Williford, Southwest Minnesota State University, Marshall, Estados Unidos 130-152
Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura
discursiva de La Violencia
Espacio estudiantil
Sebastián Díaz Angel, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 180-200
Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía, y escenario actual del campo en
Colombia, América Latina y el mundo
Reseñas
César Torres Del Río, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia 201-204
Meschkat Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda
colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009
Renán Silva Olarte, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 205-210
El milagro bienvenido de la Santísima Trinidad: Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes.
Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007
Notilibros 211-213
Convocatoria 218
Articles
Carlos Héctor Caracciolo, Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, Bolonia, Italy 20-42
The Bicycle, Street Traffic, and Public Space in Fascist Italy
Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile 62-83
Fictitious Enthusiasm: the Drug Market in the Transition to Prohibition in Chile, 1920-1960
Inés Pérez, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina 84-105
Domesticating the TV: the Uses of the Television in Everyday Life in Mar del Plata (Argentina),
1960-1970
Open Forum:
Cristián Garay Vera, Universidad de Santiago de Chile, Santiago de Chile, Chile 108-129
Peru’s Amazonian Attribute: the Construction of Sovereignty, 1903-1942
Thomas J. Williford, Southwest Minnesota State University, Marshall, United States 130-152
The Seizure of Schools during the Liberal Republic, 1936-1942: Part of the Discursive Structure of
La Violencia
Student Space
Sebastián Díaz Angel, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 180-200
The Contributions of Brian Harley to the New History of Cartography, and the Current State of
Affairs in Colombia, Latin America, and the World
Reseñas
César Torres Del Río, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia 201-204
Meschkat Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda
colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009
Renán Silva Olarte, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 205-210
El milagro bienvenido de la Santísima Trinidad: Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes.
Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 7-8
8 Carta a los lectores
***
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 7-8
Camilo Quintero Toro 9
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 9-10
10 Presentación del dossier “Objetos y mercancías en la historia” (II)
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 9-10
Peter Burke 11
I
Empecemos con Brasil. En un estudio pionero sobre el noreste Ï El contenido de este ensayo surgió de
la conferencia dictada por el profesor
de Brasil en el periodo colonial publicado en 1933, el sociólogo bra- Peter Burke en la Universidad de
silero Gilberto Freyre presentó la Casa Grande (junto con la senzala, Barcelona, España, en el 2006, para
EINA (Escuela de diseño). La traducción
al español fue realizada por Camilo
Quintero.
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12 La historia social y cultural de la casa
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Peter Burke 13
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14 La historia social y cultural de la casa
en la edad del confort y los muebles tapizados, especialmente en el siglo XIX, los inte-
riores estaban llenos de objetos, tal como las pinturas y las fotografías lo muestran.
Para terminar esta primera sección sobre historia social me gustaría hacer én-
fasis en la interacción entre la gente y los edificios, una relación de doble dirección
entre la cultura material de una parte y las prácticas sociales de otra. Podemos y
debemos evitar las opciones opuestas entre el determinismo y el voluntarismo. Por
un lado, los individuos y los grupos pueden decidir cómo usar los espacios y los ob-
jetos para sus propósitos propios. Pero estos propósitos pueden ser moldeados por
formas heredadas. El plano de un edificio moldea la sociabilidad de la gente que lo
usa. Este punto se puede ilustrar tomando como referencia los colegios de Oxford y
Cambridge, donde la vida cotidiana se vive aún en un entorno de patios, vestíbulos y
escaleras que tienen varios siglos.
Los edificios no nos obligan a actuar de determinada manera, sino que, tomando
otra metáfora del teatro, se podría sugerir que los edificios dan “indicaciones” a la gen-
te que vive en ellos, fomentando cierto tipo de comportamientos. Estas indicaciones
son aún más efectivas, pues por lo general trabajan de manera inconsciente.
II
Permítanme pasar ahora al enfoque cultural. La casa a menudo ha sido vista como
un símbolo de la sociedad que la rodea o incluso como un símbolo del cosmos. Un
ejemplo brillante de este tipo de análisis es un ensayo de Pierre Bourdieu -en su fase
Lévi-straussiana- sobre la casa Kabyle en Argelia. El ensayo está organizado alrededor
del contraste dramático entre dos partes de la casa: la parte baja, asociada con la na-
turaleza, la oscuridad, las mujeres, el sexo y la humedad; y la parte
alta de la casa asociada con la cultura, la luz, los hombres, el tejido
8. Pierre Bourdieu (1971), “La maison y los invitados8. No es de extrañarse entonces que otro antropólogo
kabyle ou le monde renversé”. Cf. escribiera un artículo sobre el acto de entrar a una casa como for-
About the House: Lévi-Strauss and Beyond,
eds. Janet Carsten y Stephen Hugh-Jones ma de entrar a toda una cultura9.
(Cambridge: Cambridge University En Europa podemos considerar la gran casa como un símbolo del
Press, 1995).
ser, especialmente del ser colectivo, la familia10. Construir una casa
9. Charles O. Frake, “How to Enter a
Yakan House”, en Language and fue una forma de auto-presentación y una gran casa podía llevar
Cultural Description (Stanford: Stanford el nombre del dueño en la fachada o sus iniciales en las almenas,
University Press, 1980), 214-230.
como el “ES” (Elizabeth, Condesa de Shrewsbury) en las almenas de
10. Jim Duncan and Nancy Duncan,
Hardiwck Hall, construidas a finales del siglo XVI. Como un símbolo
“Housing as Presentation of Self”,
en Environmental Knowing, eds. Gary del ser en una cultura agonística, la casa como su dueño era vulne-
T. Moore y Reginald G. Golledge
rable al insulto. Aquello que los italianos llamaron cartelli infamanti
(Stroudsburg: Dowden, Hutchinson
& Ross, 1976). Cf. Shelley Hales, (y los españoles pasquines) eran sujetados con alfileres o pegados a
The Roman House and Social Identity
(Cambridge: Cambridge University
Press, 2003).
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Peter Burke 15
III
Siguiendo estas observaciones generales de lo que podríamos llamar “culturas de
la casa”, me gustaría enfocarme de manera más clara en un tema particular: las casas
grandes en la historia del imaginario colectivo. Para poder hacerlo recurriré de mane-
ra considerable a la evidencia de la ficción, especialmente de las novelas y el cine. En
algunas novelas de los siglos XIX y XX, y más aún en las películas que se han hecho a
partir de ellas, algunas casas son más que un escenario para el relato. De una novela
del gran escritor portugués José Maria Eça de Queirós se ha dicho que “la casa es el
personaje principal en el libro”.
En la novela italiana del Príncipe de Lampedusa, Il Gattopardo, que cautivó a Italia al
final de la década de 1950, la casa, o más exactamente dos casas, el palacio en Palermo
y la villa en Donnafugata, juegan un papel importante. La versión para el cine de la
novela por Visconti, con su memorable escena del baile, pone aún más énfasis en el
ambiente material. En Suecia el interior y el mobiliario del palacio de un obispo se
muestran vívidamente en la pantalla en la película Fanny and Alexander (1982), escrita
y dirigida por Ingmar Bergman. En Norteamérica, las casas son importantes en dos de
las novelas de Edith Wharton, situadas en el mundo de la sociedad de clase de alta de
Nueva York: The Age of Innocence (1920), filmada por Martin Scorsese (1993) y The House
of Mirth (1905), por Terrence Davies (2000). En Cataluña, Bearn o la sala de los nines (1956)
de Lorenç Villlonga describe una casa de campo en Mallorca en el
siglo XIX12. En Chile está la Casa Grande (1909) de Luis Orrego Luco.
Quizás cada país tiene su propia novela de la casa. 11. Peter Burke, Historical Anthropology
De todos modos, las casas grandes rondan algunos imaginarios of Early Modern Italy (Cambridge:
Cambridge University Press, 1987),
nacionales o regionales más que otros. Estas imágenes son particu- 103-4; Elizabeth S. Cohen and Thomas
larmente poderosas en tres lugares: el sur de los Estados Unidos, V. Cohen, “Open and Shut: the Social
Meanings of the Cinquecento Roman
el noreste de Brasil y las Islas Británicas. En estos tres lugares el House”, Studies in the Decorative Arts 9
término Casa Grande o big house tiene resonancia. (2001-2), 61-84.
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16 La historia social y cultural de la casa
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18 La historia social y cultural de la casa
la casa imaginada de “Danielstown”, como si fuera una persona que “miraba fijamente”, le
temía al campo circundante y finalmente sufrió “la muerte” o “la ejecución”. Ella construye
una imagen de la casa, como un pintor puntillista, con una multitud de pequeños pincelazos.
Aprendemos que la casa tiene una “enorme fachada”, así como césped, dos canchas de tenis,
campos con vacas (separados del césped por una “cerca hundida”) y muchos árboles (hayas y
castaños) y arbustos. Está en un terreno alto y uno se aproxima a ella por avenidas inferiores y
superiores y se entra subiendo escalones en los cuales los residentes se sientan con frecuencia.
Por dentro está el techo alto que “todo el tiempo empequeñecía las figuras y los mue-
bles”, las pieles de animales en el suelo, y las habitaciones principales. “La cueva solitaria
del vestíbulo”, con “retratos que miran fijamente”; el comedor, con una “mesa enorme” y
un “grupo de retratos” colgados muy alto; y una biblioteca con “estanterías con llave”.
¿Por qué hay tantas novelas de este tipo? Vale la pena notar el número de nove-
las de casas grandes escritas por mujeres: Edith Wharton, Margaret Mitchell, Isabel
Allende, y en Irlanda Molly Keane, Jennifer Johnston y sobre todo Elizabeth Bowen. El
interés por la cultura material y la cultura doméstica no es exclusivamente femenino,
pero sigue siendo una especialidad de las mujeres.
Sin embargo, este punto no explica la geografía de las novelas. Fueron escritas en lugares
con tradiciones regionales fuertes -y con tradiciones de regionalismo-. También fueron escri-
tas en épocas de declive: en el sur de los Estados Unidos después de su derrota en la Guerra
Civil, en Brasil después del Sur, cuando las plantaciones de café tomaron el lugar del Noreste y
su azúcar; en Irlanda en una época donde el dominio de la case terrateniente (conocida como
Ascendancy o ascendiente) fue amenazada por el surgimiento de un movimiento por la inde-
pendencia y la república. Estas familias angloirlandesas que habían llegado al país en el siglo
XVII se veían a sí mismas como irlandesas y a los ingleses como extranjeros, tal como bien lo
ilustra la novela de Bowen. Otros irlandeses, por otro lado, las veían como inglesas. Yeats fue
excepcional al combinar su nacionalismo con un amor por estas casas extranjeras.
Las descripciones de las big houses generalmente expresaban nostalgia por el pasado.
Como lo ha escrito Joaquim Molas, Bearn es “l’elegia d’una classe social en desintegració:
l’aristocracia rural”. Los autores (Bowen, Waugh, Lins do Rego, etc.) fueron a menudo miem-
bros de las clases dirigentes, mientras que Yeats y Freyre estaban en las afueras del grupo.
La nostalgia expresada frecuentemente en las novelas y poemas está conectada a memorias
de destrucción reciente. The Last September de Bowen termina con la quema de tres casas. Las ca-
sas son un símbolo de las familias que viven en ellas y su quema o “ejecución” simboliza el fin de
su ascendencia y un rechazo de la sociedad patriarcal (Yeats describió el trato de una Ascendancy
family o familia de ascendencia hacia sus inquilinos como “benevolencia despótica”).
Por supuesto la destrucción de las grandes casas no estuvo limitada a Irlanda. El
escrito de Freyre, la Casa Grande e Senzala (1933), fue provocado por la destrucción de
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Peter Burke 19
Cronología
1929 Bowen, The Last September
1932 Lins, Menino do Engenho
1933 Freyre, Casa Grande
1936 Freyre, Sobrados
1936 Faulkner, Absalom, Absalon!
1936 Mitchell, Lo que el viento se llevó
1938 Cary, Castle Corner
1939 Versión cinematográfica de Lo que el viento se llevó
1945 Waugh, Brideshead Revisited
1949-62 Veríssimo, O tempo e o Vento
1953 L. P. Hartley, The Go-Between
1958 Lampedusa, Il Gattopardo
1963 Versión cinematográfica de Il Gattopardo por Visconti
1971 Versión cinematográfica de Go-Between
1972 Johnston, The Captains and the Kings
1981 Colgate, The Shooting Party
1981 Versión para televisión de Brideshead
1982 Allende, La casa de los espíritus
1985 Versión cinematográfica de Shooting Party
2001 Altman, Gosford Park
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20 Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista
Artículo recibido: 15 Bicicleta, circulación vial y espacio The Bicycle, Street Traffic, and Public
de enero de 2009; público en la Italia Fascista Space in Fascist Italy
aprobado: 23 de abril Resumen Abstract
de 2009; modificado: La bicicleta es prácticamente la misma desde While the bicycle has not changed much since the
24 de junio de 2009. fines de 1800, mientras alrededor de ella end of the nineteenth century, the world around it
cambiaron modas, costumbres, tecnologías, -fashion, customs, technology, ideology, material
ideologías, cultura material, sistemas políticos culture, political and economic systems- has
y económicos. La bicicleta estuvo presente en changed. The bicycle was a part of many aspects
muchos aspectos de la vida italiana por varios of Italian life (work, sports, politics, leisure) for
decenios (trabajo, deporte, política, tiempo various decades and its social meaning changed
libre) y su valor social se modificó con el paso over the years. This article analyzes the bicycle
del tiempo. Este trabajo analiza la bicicleta during the fascist dictatorship: the transformation
durante la dictadura fascista: la transformación of its social meaning and its relationship with
de su valor social y la relación con el espacio public space. It highlights the values, strategies of
público; evidencia valores, estrategias de poder, power, hierarchies, tensions, and contradictions
jerarquías, tensiones y contradicciones de la of the society and the regime, proposing a way to
sociedad y del régimen; y propone una llave de read them that is useful for understanding other
lectura útil para otros contextos y épocas contexts and eras.
Palabras c l av e Key Words
Italia, bicicleta, espacio público, fascismo. Italy, Bicycle, Public Space, Fascism.
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Carlos Héctor Caracciolo 21
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22 Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista
Como todos los objetos, la bicicleta necesita un espacio. En forma análoga al or-
den funcional y jerárquico que atribuimos a las cosas en el ambiente doméstico, en
las ciudades vienen asignados a las bicicletas (junto a los peatones, a otros medios de
locomoción, a vendedores ambulantes, etc.) espacios para circular y para estacionar.
Se trata de espacios compartidos, alternativos, autónomos o en competición según el
conjunto de fuerzas en juego que determinan la particular dinámica del poder en una
determinada sociedad.
En el caso particular de la bicicleta, tenemos que considerar que, más o menos como
la conocemos ahora, se trata del mismo objeto que comenzó a circular entre los años
ochenta y noventa del siglo XIX. En esos años se inventaron los neumáticos con cáma-
ra de aire desmontable y la rueda libre. Por lo demás, quedó casi inalterada mientras
alrededor de ella cambiaron radicalmente modas, costumbres, tecnologías, ideologías,
cultura material, sistemas políticos y económicos. Pero mientras el “objeto bicicleta”
se mantenía igual, su valor social sufría constantes cambios derivados de la transfor-
mación de la sociedad.
Se debe considerar también que la bicicleta se radicó en la sociedad italiana a tal
punto que el trabajo, el tiempo libre, la política (y la guerra), el deporte, la amistad y
las relaciones amorosas han tenido frecuentemente una bicicleta como compañera y
cómplice. Esto se debe, por un lado, a su carácter polivalente; por el otro, al hecho de
que la bicicleta, si bien es un objeto de uso cotidiano y normalmente “privado”, no es
un bien de carácter doméstico, sino que es fundamentalmente social, ya que general-
mente se la usa en el espacio público. Entre tantas manufacturas de la vida cotidiana
contemporánea, son pocas las que han tenido una vida relativamente larga y variada
como la bicicleta, y menos aún aquellas que pueden servir como “espía” para analizar
la historia contemporánea de los italianos.
Este trabajo se ocupará de tres aspectos particulares: el valor social de la bicicle-
ta, el orden y la disciplina del tráfico y la relación con el espacio público. Son tres
aspectos que están sutilmente relacionados. Por un lado, desde la última década del
siglo XIX en adelante, la bicicleta ha cambiado permanentemente su valor social: fue
deseada, imaginada, rechazada, despreciada, destruida y hasta elevada a símbolo. Por
el otro, la calle es el espacio donde cotidianamente la sociedad se manifiesta a sí mis-
ma: prioridades, lógicas, contradicciones, tensiones y jerarquías se expresan a través
de prácticas cotidianas, costumbres y códigos. En la Italia de los años veinte y treinta,
los de la dictadura fascista, millones de bicicletas y cientos de miles de automotores se
suman a la corriente vehicular en ciudades de estructura medieval y en una red poco
desarrollada de caminos y rutas de campaña: la competencia por ganarse un espacio
mayor de circulación se vuelve inevitable. En esta época la bicicleta es el medio de
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transporte privado más difundido en Italia, y el análisis de su rol nos permite obser-
var dimensiones poco estudiadas del poder y de la sociedad. La bicicleta, como medio
de locomoción privado, encuentra su mejor metro de parangón con el automóvil. De
los medios de transporte públicos (en particular del tranvía) nos ocuparemos sólo en
forma marginal. La relación entre transporte público y privado merece un examen
detallado imposible de afrontar en esta ocasión.
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Carlos Héctor Caracciolo 25
cas de Milán o los mercados de mano de obra de la llanura emiliana 10. Cesare Solari, “Analisi e regolazione del
traffico nella zona centrale di Milano”,
o romañola, adonde los peones a jornada llegaban en bicicleta con Milano (febrero 1932): 60.
la esperanza de un empleo. La conclusión del memorial era fácil de 11. Italo Vandone, “Strada e ciclismo”, Le
imaginar: se debía hacer espacio a las bicicletas, que transportaban vie d’Italia (mayo 1928): 371. En una foto
que acompaña el artículo de Vandone
un número mucho mayor de personas que todos los automotores se ve un grupo de trabajadores que
juntos9. De hecho, hasta en Milán, la ciudad más avanzada en mate- vuelve a sus casas en bicicleta con una
leyenda que alude a un argumento
ria de motorización, las estadísticas de la Comuna mostraban que cercano a la ideología fascista:
la circulación ciclística podía ser considerada a la par o mayor que “Terminada la jornada de trabajo, un
numeroso grupo de obreros se dirige
la de automóviles10. Desde el punto de vista técnico, Italo Vandone, hacia las casas lejanas diez, quince
experto de movilidad del TCI, había ya demostrado la incompati- kilómetros de la ciudad tentacular. La
bicicleta consiente a esta clase social
bilidad entre los distintos medios de locomoción y la necesidad de de resolver el problema del hogar
“hacer lugar” a los ciclistas con adecuadas “ciclovías”11. sin necesidad de buscar a caro precio
un modestísimo alojamiento a poca
Sin embargo, la opinión dominante respondía a la lógica del de- distancia del cotidiano trabajo: la
recho a la velocidad, y en los años veinte el símbolo de la velocidad bicicleta, contra la urbanización y por
la familia”. Sin embargo. no sirvió para
atraer la atención de los vértices del
poder sobre el tráfico ciclístico.
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26 Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista
era sin duda el automóvil. En esos años un experto identificaba la circulación moderna
con la del automotor y definía el objetivo de éste con la velocidad, a la cual “había que
secundarla en toda forma”; más aún, había que “permitir al automóvil de correr, por-
que ese es su objetivo, esa la razón por la cual vino al mundo”, y sostenía además que
el automovilista debía ser el “rey de la calle, rey respetado y no detestado, y también
algo temido (que no hace mal)”12. En el mismo período, desde las publicaciones del Real
Automóbil Club Italiano (RACI) se anunciaba el “crepúsculo de la bicicleta”: el ciclista era
sólo un “pobre paria de la calle, que usa la bicicleta porque sus medios no le permiten
comprar un automóvil”. La UVI respondía que en Italia, entonces y por mucho tiempo
todavía, la bicicleta había sido útil a la mayoría, y que si el ciclista se había convertido
en un paria de la calle, era porque los automovilistas no “admitían que la calle pudiese
servir también a otros”. Pero la UVI era consciente de que las autoridades marginaban
a los ciclistas, como se verificaba con las nuevas carreteras construidas en la provincia
de Milán sin ninguna ciclovía paralela, obligando a las bicicletas a compartir peligrosa-
mente el espacio con los automóviles y camiones13.
En este cuadro no se debe olvidar la presencia del duce. Como muestra Daniele
Marchesini, los gustos y el apoyo de Benito Mussolini se dirigían hacia los automóvi-
les; más aún, consideraba la motorización del proletariado como un medio eficaz para
desactivar su potencial revolucionario: un obrero dueño de un automóvil no puede
ser revolucionario14. Pero no se trataba sólo de la atracción del Jefe del Gobierno por
los automóviles, sino también de una actitud difícil de distinguir entre indiferencia
y desprecio por la bicicleta. Mussolini, líder deportivo por excelencia, que promovió
el deporte como medio de perfeccionamiento físico y moral de la raza, que se hacía
ver en distintos perfomances atléticos y que inauguró competencias deportivas de todo
tipo, no participó nunca en modo significativo en las ceremonias de partida o de llega-
da del Giro d‘Italia (la famosa carrera ciclística que cada año, desde 1909, atravesaba la
península). Además, son sólo tres las fotografías conocidas que retratan Mussolini en
bicicleta en su vida privada: una juvenil y otras dos con los hijos. Parecía que la imagen
de la bicicleta y del ciclismo pudieran “contradecir la voluntad de
modernización, de exaltación de la eficiencia, de rescate del país
12. Piero Gambarotta, “La velocità
de los atrasos históricos proclamados a alta voz por el fascismo. El
dell’automobile ha veramente bisogno ciclismo no era solo popular, sino también vulgar”15 y por conse-
di vittime?”, Avvenire d’Italia, Bolonia, 13
de septiembre, 1928.
cuencia, no apto a la estética del régimen.
La incompatibilidad de la circulación automovilística y ciclística
13. Cfr. “Il crepuscolo della bicicletta”, La
bicicletta (enero 1928): 30-31. se reflejaba en el creciente y alarmante número de accidentes pu-
14. Daniele Marchesini, Cuori e motori
blicados en las crónicas periodísticas. La seguridad vial se convirtió
(Bologna: Il Mulino, 2001): 116. en un argumento al orden del día para las autoridades de todos
15. Daniele Marchesini, L’Italia del giro,
100-101.
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los niveles. Según el estudio de A. Porrini, publicado en la revista de 16. A. Porrini, “Accidenti stradali e
circolazione”, Milano (mayo 1930): 195.
la Comuna de Milán, durante el 1929 fueron atropellados en dicha
ciudad 840 peatones: 412 por automovilistas, 208 por tranvías, 129 17. En esos mismos años el número de
personas embestidas por bicicletas
por carros y furgones, y 53 por bicicletas. Por entonces circulaban en pasó de 122 a 362, y por automotores
Milán alrededor de 11.500 automotores (automóviles públicos, pri- y motocicletas de 549 a 1106; cifras
elaboradas de los datos publicados en:
vados y autobuses) y no menos de 100.000 bicicletas16. El número de “Incidenti Stradali”, Milano: rivista del
accidentes continuó creciendo en los años siguientes y el número to- Comune. Parte II - Bollettino mensile di
Statistica (Enero 1935): 37.
tal de personas accidentadas aumentó en la capital lombarda de 1686
18. En 1.503 casos el choque fue con
en 1927 a 4102 en 193417. Respecto a las bicicletas, las cifras de 1933 automóviles, en 159 con tranvías, en
dicen que durante el año se verificaron 1.964 choques (sobre un total 136 con motocicletas, en 40 con carros
a tracción animal y 120 con otras
de 4.671) en los que vio envuelta una de éstas18. En cambio, las cifras bicicletas. Los peatones atropellados
nacionales para el primer semestre de 1934 indicaban 1.238 cho- por automóviles y bicicletas fueron
respectivamente 1.012 y 342. Carlo
ques entre automóviles, 3.748 personas embestidas por automóviles, Sartorio, “La statistica degli incidenti
2.727 choques entre automotores y bicicletas; en el mismo período se stradali a Milano e sue risultanze
nell’anno 1933”, Milano (marzo 1934):
contaban, en cambio, 315 choques entre bicicletas y 1.323 personas 116-124.
embestidas por ciclistas19. Ese mismo año los automotores circulan-
19. Italo Vandone, “Gli infortuni stradali in
tes no llegaban a 320.000, mientras el número de bicicletas superaba Italia”, Le Vie d’Italia (marzo 1935): 235.
los 3,5 millones20. A pesar de las cifras, que absolvían a los ciclistas, 20. Luigi Gazzaniga, “Il Giubileo della
éstos no podían liberarse de la mala fama de peligrosos indiscipli- bicicleta”, Le vie d’Italia (julio 1935):
546 y “La consistenza del patrimonio
nados y comenzaron a ser llamados “mosquitos de la calle”. Si bien automobilistico nazionale”, Le vie
eran junto con los peatones los que más riesgo corrían, continuaron d’Italia, diciembre (1935): 383.
siendo señalados como los mayores responsables de las tragedias 21. C. D. (Cesare Dorici), “Disciplina
stradale”, Il Politecnico, septiembre
viales. Según Il Politecnico, prestigiosa revista de ciencia y tecnología, (1934): 317. Juicio similar se encuentra
los ciclistas eran los principales responsables de la inseguridad vial, en Domenico R. Peretti-Griva,
Le responsabilità civili attinenti alla
porque “no respetan ninguno de sus deberes, y […] casi siempre son circolazione dei veicoli, (Torino: Arduini,
la causa principal de accidentes graves y mortales”21. El Corriere della 1928): 13.
Sera lanzaba campañas contra la indisciplina en las calles imputan- 22. Véanse las páginas de crónica local
do a peatones, automovilistas y ciclistas la responsabilidad del gran del Corriere della Sera, Milán: del 13
y 14 febrero, 5 marzo, 4 y 30 abril,
número de accidentes, pero contra aquéllos últimos las campañas de 4 y 17 mayo, etc. Hacia el final de la
opinión tenían otro tono, al menos por el uso de la fotografía, no muy década, la seguridad vial continuó
siendo un argumento preocupante. En
común todavía en esos años22. Campañas periodísticas y medidas 1938, se calculaba que el número de
gubernativas deben ser leídas en el contexto de la desvalorización accidentados por cada 1.000 habitantes
era en Florencia, Roma y Milán
social que la bicicleta había sufrido en los años anteriores. respectivamente de 3,97, 3,96 y 3,64: Cfr.
Traffico stradale ed incidenti. Opúsculo
conservado en el Archivo de la Comuna
3. E l valor social de la bicicleta de Bolonia (ACBo): Serie X (Polizia
Un famoso film italiano de esos años, “Gli uomini, che mas- Municipale), Rubr. 1 (Strade), Sezione 1
(Polizia), 1940.
calzoni” (1932)23, resume eficazmente el valor de la bicicleta en
23. Camerini, Mario (dir.), Gli uomini, che
mascalzoni (Italia, 1932) [repr. dvd:
Ripley’s Home Video, 2004].
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que los empleados romanos preferían viajar en tranvías repletos antes que usar la bici-
cleta y ser confundidos con conserjes27. La pequeña-media burguesía mostraba su deseo
de distinguirse respecto a la clase obrera al no participar a las excursiones en bicicleta
organizadas por la Opera Nazionale Dopolavoro (OND), en las cuales intervenían un buen
número jóvenes obreros28. En síntesis, por un lado, los burgueses abandonaron la bici-
cleta apenas advirtieron que se estaba convirtiendo en un objeto común y que no servía
más para distinguirlos del pueblo. Por el otro, la bicicleta se convirtió en un “deporte
utilitario de masa”, como la definió un conocido periodista deportivo de entonces29.
ciclovías en las zonas periféricas de las ciudades; pero para garan- 30. Cfr. “Echi della Settimana del
parafango bianco”, Le vie d’Italia (Junio
tizar el buen resultado aclaraba “que tenían que ser construidas y 1939): 708.
conservadas en modo de representar un privilegio y no una imposi-
31. Quarta conferenza per l’unificazione delle
ción” para los ciclistas31. En 1938, Italo Bonardi, activo miembro del norme e dei segnali per la circolazione
urbana, Ordini del giorno approvati dalla
Conferenza, Genova 26-29 giugno 1930-XI.
(s.l.: s.n., 1933?), [2].
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obreros, artesanos y amas de casas que usaban la bicicleta como medio de locomoción. A pe-
sar de los repetidos reclamos del TCI y la UVI y a veces de la misma prensa cotidiana, y de la
disponibilidad de conocimientos teóricos y técnicos35, no existió la voluntad de sostener en
algún modo este tipo de “usuario” del espacio público. La construcción de ciclovías (como se
habían construido o se estaban construyendo en otros países europeos36) no fue efectuada
sino en modo absolutamente marginal. Se tuvieron que esperar algunos años para que la si-
tuación cambiara y se comenzara a programar y construir alguna red ciclística (insuficiente
y en retardo), pero los tiempos y la situación política eran ya totalmente distintos.
En 1938, en la provincia de Brescia, donde circulaba una bicicleta por cada seis ha-
bitantes, se construyó una ciclovía en el valle Sabbia, transitado por los trabajadores de
las minas de hierro y de las plantaciones de algodón de la zona. El mismo año se pro-
yectaron algunos kilómetros de ciclovías en las provincias de Pavía,
Monza, Cremona, Ferrara, Bolonia y Plasencia en el norte de la pe-
35. Cfr. Bruno Bolis, Strade e vie in rapporto
nínsula, y entre Roma y la localidad turística de Ostia. En el 1940, ya alle esigenze moderne (Milano: Libreria
en período bélico, la provincia de Turín (centro industrial de primer Editrice Politecnica, 1938): 14. Y
también: “Le vittime della circolazione
orden, donde los establecimientos de la FIAT casi monopolizaban la stradale”, Avvenire d’Italia, Bolonia, 20
vida económica) se proyectó una red de ciclovías que debían confluir de junio, 1930; “Nuovi trasporti, nuove
strade”, Corriere della Sera, Milán, 3 de
hacia la capital piamontesa desde algunos pueblos de los alrededores. marzo 1936. El mismo RACI, aunque
En 1942 la Comuna de Milán comenzó las pruebas para la construc- lamentando “el estado de anarquía en
que se pedalea en la ciudad y en las
ción de ciclovías. Eran iniciativas insuficientes y tardías. Sólo de afueras”, admite que las “carreteras
alguna sabemos que fue efectivamente finalizada (Torino-Beinasco de las periferias no tienen banquinas
reservadas a los ciclistas; y donde
y quizás Roma-Ostia). De otras quedó sólo el papeleo burocrático. Es la hay, es demasiado angosta, mal
difícil saber en qué medida respondían a las necesidades de las cla- conservada y llena de barro, de tal
modo que al ciclista se lo induce a
ses populares y cuánto a las prioridades de la política “autárquica” de abandonarla para usar la carretera”:
ahorro de petróleo37. Cierto es que una atención muy distinta había “L’indisciplina e le altre cause delle
sciagure stradali”, Corriere della Sera,
sido reservada a los ciclistas en los años anteriores. No sólo habían Milán, 20 de agosto, 1935.
sido ignorados, sino que se adoptaron medidas concretas para limitar
36. En particular en Alemania: Cfr.
o excluirlos del centro de las ciudades. “Quindici milioni di ciclisti avranno una
propria rete stradale in Germania”, Le
Vie d’Italia, diciembre (1934): 466.
5. L a bicicleta en las ciudades
37. La política económica autarquía del
En 1928 se prohibió la circulación ciclística, durante las horas del régimen comenzó ya en los años 20,
día, en las principales calles de Florencia. Con el mismo Reglamento pero inició oficialmente en 1936,
como respuesta a las sanciones
de circulación, a los automovilistas se les prohibía parar o estacio- internacionales provocadas por la
nar en esas calles, mientras se abrían las plazas para el aparcamiento invasión de Etiopía el año anterior.
de los automóviles. Se declaraba además que el estacionamiento del 38. Decreti-legge disciplinanti la circolazione di
automóvil era permitido en las cercanías de los teatros mientras se tutti i veicoli sulle strade ed aree pubbliche:
contributo di manutenzione stradale sui
esperaba el final de los espectáculos38, dando una idea clara de cuál veicoli a trazione animale e sulle biciclette
nella provincia di Firenze : norme per il
transito dei veicoli nella citta di Firenze
(Firenze: Tip. Giuntina, 1928): 9.
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Las razones explícitas para imponer este procedimiento eran al menos tres: me-
jorar el flujo automovilístico, aumentar la seguridad de los ciclistas (sic) y castigar la
indisciplina de éstos, invocadas en distinta proporción según el caso. La mejor circu-
lación era un motivo general, muy claro en la citada disposición de Bolonia, en Milán
y Florencia45. La seguridad de los ciclistas fue mencionada por el Corriere della Sera, una
vez aplicada la restricción en Milán. El objetivo punitivo era claro en el diario romano
Il Messaggero y se deduce también de las páginas del mensual del TCI cuando critica la
medida en la ciudad de Palermo.
“Ciertamente una medida tan severa logrará en modo fácil el objetivo de impedir la
violación de las normas de circulación y los atentados a la pública seguridad de parte
de los ciclistas de Palermo: pero es lícito preguntarse si esta tutela de los reglamentos
y de los derechos ajenos no pueda realizarse en forma igualmente eficaz aumentan-
do la vigilancia, en vez de recurrir con medidas extremas perjudiciales para muchos
legítimos intereses”46.
Cualesquiera que hayan sido las razones expresadas, resulta claro que la limitación
de la circulación impuesta a los ciclistas sancionaba un aspecto relevante del orden y
de las jerarquías que debían regir el uso del espacio público ciudadano. En la compe-
tencia por la ocupación del espacio urbano las bicicletas (y en consecuencia los grupos
sociales identificadas a ella) resultaban vencidas. En cambio, la tendencia de hacer de
los automóviles los principales (sino los únicos) usuarios de las vías centrales se volvía
hegemónica. De este modo, la jerarquía creada entre los objetos se reflejaba en el espa-
cio socialmente “producido”. El duro enfrentamiento político entre las clases obrera y
burguesa que marcó los años sucesivos a la Primera Guerra mundial, con el resultado
del surgimiento del régimen fascista y de la derrota de los partidos populares, encon-
traba expresión años después, en un nivel aparentemente apolítico, en la jerarquía
establecida entre objetos (bicicletas y automóviles) y en la correspondiente organiza-
ción del espacio público.
No se debe olvidar que las limitaciones a la circulación de las bicicletas, impuestas
a fines del siglo XIX, tenían el objetivo de proteger las categorías más débiles respecto
al uso de un objeto considerado peligroso. En cambio, las limitaciones a la circulación
ciclística durante el período fascista penalizaban las clases social y políticamente más
débiles, privilegiando a los potentes. Los automóviles eran símbolo de riqueza, progre-
so y modernidad, por eso a ellos correspondía el centro de la escena;
pero además su triunfo representaba la definitiva afirmación de la
burguesía como clase dirigente culturalmente hegemónica. Esta 45. “Onoriamo la bicicletta”, La Nazione,
misma tendencia era común a los otros países occidentales, pero en Florencia, 5 de septiembre, 1939.
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éstos la difusión de los automóviles había alcanzado al menos parte de la clase media,
como en Francia e Inglaterra. En los Países Bajos y en Alemania se habían construido
vastas redes ciclísticas, aunque con modalidades distintas. En los Países Bajos el uso de
la bicicleta era transversal en la sociedad, mientras que en Alemania había asumido un
carácter de clase, es decir, obrero y campesino. En los Países Bajos la red ciclística fue
realizada “democráticamente” a través de un proceso de negociación que empeñaba
la asociación ciclística nacional en la organización y “producción” del espacio público.
En la Alemania autoritaria la red ciclística fue construida para liberar de las molestas
bicicletas las carreteras, reino de los automovilistas47.
7. L a revancha de la bicicleta
A pesar de que pueda parecer exagerado hablar de “resistencia
a baja intensidad” por parte de los ciclistas, algunas formas de “in-
disciplina” manifestaban una no aceptación de la distribución del 50. La radio, otro objeto clave de
la sociedad de consumo y de la
espacio público sancionada por el poder. La más común era la de “modernización fascista”, no era
circular en la mitad de la carretera obstaculizando el paso de los común en las casas italianas respecto a
otros países europeos. Pero también en
automóviles. Pero existían otros gestos más significativos. En el ve- este caso el régimen trata de suplantar
rano de 1937 se repitieron las denuncias que señalaban la presencia las deficiencias económicas con las
estructuras de la OND. Cfr. Victoria De
de grupos de ciclistas en la autopista Milán-Turín y en la Milán- Grazia, Consenso e cultura, 180.
Brescia-Bergamo, quienes la usaban para dirigirse a sus trabajos51. 51. “[…] en algunas horas y en algunos
También se destaca la presencia de vendedores ambulantes, que tramos, estos intrusos se han vuelto
asiduas y puntuales presencias y se
detenían los automóviles de turistas para venderles flores. La auto- sirven de la autopista para ir al trabajo
pista, es decir, el espacio creado para uso exclusivo de los vehículos o al mercado o para volver a sus casas”,
“Le autostrade: il guaio delle periodiche
motorizados, era sistemáticamente violada por ciclistas y peato- infiltrazioni di estranei”, Corriere della
nes. El fenómeno se verificaba en mayor o menor grado en todas Sera, Milán, 2 de noviembre, 1937
(edición de la tarde).
las autopistas, pero en algunas se manifestaba en forma continua52.
52. “I ciclisti sull’autostrada Milano-
Bergamo-Brescia”, Corriere della Sera,
Milán, 17 de septiembre, 1937.
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duce. En Bolonia se expone una adaptada a la ocasión: “Me gusta el ciclismo porque
es un deporte de poetas”64.
En los años siguientes la bicicleta acompañó a los italianos en los peores años de la
guerra. Continuó siendo usada por trabajadores, amas de casa y por los combatientes
en la guerra partisana. Los ocupantes alemanes limitaron su circulación para reducir
la movilidad de los partisanos; fueron requisadas y robadas por los soldados en fuga.
Después de la guerra y por muchos años la bicicleta siguió siendo usada por millones de
italianos, pero el ciclista se convirtió verdaderamente en un “paria”, porque usaba un
objeto símbolo de la miseria que se quería olvidar a cualquier precio, cuando ya todos
soñaban un motor propio.
C onclusiones
Muchos puntos quedan por ser explorados, pero creo que el análisis de la bicicleta
como objeto situado en este determinado espacio social ha ofrecido una llave de lectura
para estudiar los vínculos entre el espacio público y el sistema político y ha mostrado
cómo la crisis en éste último puede implicar transformaciones en el primero.
La definición de jerarquías entre objetos (bicicletas y automóviles) se refleja en
el espacio público dedicado a éstos y revela los nexos con la cultura hegemónica. El
espacio público, ocupado casi exclusivamente por los automóvi-
les, se vuelve parte del “rostro cotidiano” del sistema de poder.
64. Sandra Mazza y Nazario Sauro Onofri
El aspecto “moderno” del fascismo coincide con la imagen que (eds.), Trent’anni di fotografie Villani a
tenían de sí mismos los grupos que concentraban el poder y la Bologna. 1920-1950 (Bologna: Cappelli,
1988), 140.
hegemonía cultural.
65. En estas páginas se entiende el término
El estudio de esta época desde el punto de vista de la bicicle- “modernización” en el sentido de la
ta evidencia además las deficiencias del régimen fascista, bien voluntad del régimen de introducir
en la sociedad italiana elementos
ocultadas por el sistema de propaganda. En primer lugar, a nivel que caracterizaban las sociedades
cotidiano se revela su incapacidad para imponer orden en calles, democráticas (difusión de los medios
de comunicación de masa, consumo
carreteras y autopistas. De hecho, la preocupación de las autori- de masa, deporte, tiempo libre), pero
dades por la indisciplina de la circulación fue constante al menos sin recurrir a las raíces culturales que
los hicieron posibles, en particular la
hasta el inicio de la guerra. En segundo lugar, la crisis funcional centralidad del individuo respecto al
(más que política) del régimen de Mussolini muestra, en el verano Estado. En este sentido, se podría hablar
de una modernización fascista (y nazista)
de 1939, las contradicciones internas al proceso de modernización sin modernidad. Cfr. Nicola Tranfaglia,
fascista y nos da la ocasión de ver la transformación del espacio
65
“La modernizzazione contraddittoria
negli anni della stabilizzazione del
público según las necesidades del poder: las calles y hasta los apar- regime (1926-1936)”, en Il Regime
caderos son reconquistados por las bicicletas, que vienen de nuevo fascista. Storia e storiografia, ed. Angelo
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du Seuil, 1985), 152-189.
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40 Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista
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44 Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada
Artículo recibido: 14 Objetos y cultura. Rituales, flujos y Objects and Culture: Rituals, Flows, and
de enero de 2009; elaboraciones en el Nuevo Reino de Creations in the New Kingdom of Granada
aprobado: 20 de abril Granada
de 2009; modificado: Resumen Abstract
27 de mayo de 2009. Este artículo estudia la circulación, apropiación, This article studies the circulation, appropriation,
usos comerciales y simbólicos de los objetos en and commercial and symbolic uses of objects in
la sociedad colonial, y aporta elementos para colonial society, suggesting ways to understand the
entender la circulación de objetos y mercancías circulation of objects and commodities through the
por los espacios del Nuevo Reino. Se trata de spaces of the New Kingdom of Granada. It tries to
precisar las funciones que cumplían los objetos specify the functions played by objects in domestic
en la vida doméstica y tejer las comunicaciones life and, based on their circulation, to weave
que se establecían, a partir de la circulación de together the communications they established
tales objetos, entre ciudades, villas, pueblos between cities, towns, and settlements and the
y sitios, y los centros de poder en Antioquia centers of power in Antioquia and the Viceroyalty
y el Virreinato durante el siglo XVIII. Al ir tras during the eighteenth century. By going behind
la historicidad de los objetos, de sus huellas y the historicity of the objects, the marks they made
elaboraciones, podemos comprender mejor las and their creation, we can better understand the
dimensiones de sus rutas, circuitos y nodos dimensions of their routes, circuits, and nodes as a
como parte sustancial de la cultura y la relación substantial part of the culture and the relations of
de interdependencia con otras sociedades. interdependence with other societies.
Palabras c l av e Key Words
Objetos, vida doméstica, cultura material, Objects, Domestic Life, Material Culture, Circulation,
circulación, apropiación, rituales, consumo, Nuevo Appropriation, Rituals, Consumption, New Kingdom
Reino de Granada. of Granada.
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I ntroducción
El presente artículo aporta elementos para entender la circulación de objetos y mer-
cancías por los espacios del Nuevo Reino, hasta ir a parar a manos de las personas en
otras zonas del Virreinato del Nuevo Reino de Granada y en otros lugares que servían
como punto de tránsito entre la Península y sus colonias. También se busca aportar
información e interpretaciones que permitan entender con más precisión el tejido, la
circulación y las comunicaciones que se establecían entre ciudades, villas, pueblos y si-
tios, y los centros de poder en Antioquia y el Virreinato durante el siglo XVIII. Se trata de
tejer historias en torno a la relación compleja entre objetos, flujos y elaboraciones socia-
les, pues esos temas y problemas han sido muchas veces relegados a un segundo plano
por la historia, desconociendo que al ir tras la historicidad de sus huellas y elaboracio-
nes, se pueden comprender mejor las dimensiones de sus rutas, circuitos y nodos como
parte sustancial de la cultura y la relación de interdependencia con otras sociedades.
Es imposible pensar las relaciones de la vida social, de ayer y de hoy, sin la mediación y
rituales que cumplían los objetos y sus flujos de una cultura a otra.
El texto rescata la presencia y circulación de objetos en la vida
doméstica y su relación con los caminos y las rutas por donde se desa- Ï El presente artículo es un resultado de
rrollaba el comercio. Es indispensable partir de la premisa de que los la investigación Técnicas y Rutas en la
configuración del territorio antioqueño,
objetos son el producto de una elaboración social amplia, mas no el financiada por la Dirección de
resultado del capricho de una o varias personas. Y si las cosas son un Investigaciones de la Universidad
Nacional de Colombia, sede Medellín.
don de la naturaleza, los objetos son el resultado del trabajo y el arte
1. Milton Santos, La naturaleza del espacio,
de la técnica. Por eso se habla de objetos fijos y de objetos móviles; aquí Técnica y tiempo, Razón y emoción
me ocuparé de ambos, pero centraré la atención en los segundos1. Los (Barcelona: Editorial Ariel, 2000).
Revisar especialmente el capítulo 2, “El
objetos de la vida doméstica son documentos, puesto que proporcio- espacio: sistemas de objetos, sistemas
nan información a través de su misma materialidad, tales como las de acción”, 53-74; asimismo Gregory
Bateson, Espíritu y naturaleza (Buenos
Aires: Amorrortu editores, 1997),
especialmente las páginas 13-33.
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En uno de los extremos de la casa se disponía de un cuarto para guardar los aperos
de las bestias y las herramientas usadas en los trabajos agrícolas y mineros: aparejos,
sillas de montar, frenos, alforjas de cuero, herraduras, clavos y martillos, calabozos,
machetes y fondos de cobre. Todos estos objetos se inventariaban minuciosamente
ante la desaparición de un pariente y la liquidación de sus bienes, pues en las pre-
cariedades de la vida material en que se vivía en nuestras sociedades coloniales y
republicanas, los objetos eran, además, los soportes de la subsistencia y la riqueza
de todos. Se vivía en medio y bajo la influencia de múltiples objetos así no se tuviera
conciencia sobre sus significados. En las trojas, objetos inmóviles en los sembrados de
maíz y frijol, fue usual tener costales de cabuya de fique, catabros y demás canastos
para recoger y separar maíces y fríjoles. Allí, el proceso de separación de los granos
de maíz de las tusas y los granos de fríjol de las vainas se hacía golpeando con un palo
un costal repleto de mazorcas de maíz o manojos de fríjol.
Esos objetos no merecerían ningún análisis ni se les daría valor si no fuera
porque sus dueños no eran más que pequeños ganaderos, arrieros, agricultores y
comerciantes al menudeo, y porque esas actividades eran el soporte de la subsis-
tencia y parte sustancial en la estructura social. Tales objetos adquieren significado
porque a través de su historia y contexto cultural accedemos al universo social
de quienes fueron sus portadores. Así, por ejemplo, los que se dedicaban a las
actividades mineras registraban con sigilo objetos como las fraguas, las barras,
almocafres, barretones, cajones o cernidores y pequeños libros de sacas, en los que
se llevaba la contabilidad de lo producido por sus negros en los cortes mineros.
Fraguas, fondos de cobre y maestros de la forja llegaron a constituir los objetos y
oficios más importantes en los Reales de Minas del Nuevo Reino de Granada10. La
asociación y apropiación entre objetos y hombres alcanzó tales niveles de interde-
pendencia que en las cuadrillas de esclavos del Chocó y Antioquia, muchas veces
los nombres y orígenes étnicos desaparecieron para nombrar a los esclavos según
con los objetos-herramientas con que desempeñaban sus trabajos. En los Reales de
minas de Nóvita y Citará se distinguía plenamente, en el inte-
rior de las cuadrillas, a los negros de barra, los negros de batea, los
10. Orián Jiménez Meneses, El Chocó: un negros de amocafre, los negros de cachos, y por supuesto, al negro
paraíso del demonio. Nóvita, Citará y el forjador, herrero o maestro de la fragua11. Era tal la importancia
Baudó, siglo XVIII (Medellín: Colección
Clío/Editorial Universidad de de estos objetos que desapareció el nombre en beneficio del ob-
Antioquia, 2004), 57-80. jeto que portaba cada esclavo para el desempeño de su trabajo:
11. Archivo General de la Nación (en barra, batea y almocafre.
adelante AGN), Testamentarías de Cauca,
t. 5, f. 994r; AGN, Testamentarías del
Cauca, t. 4, f. 636r; AGN, Negros y Esclavos
del Cauca, t. 2, f. 14r; Archivo Central
de Cauca (En adelante ACC), Minas,
Signatura 8232, f. 2r.-5r.
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18. Fray Juan de Santa Gertrudis, Maravillas la primera es que cuando la señora sale de casa vayan tras ella,
t. I, 43.
una tras otra, todas las esclavas que tienen blancas y negras.
19. Recopilación de Leyes de los Reinos de
Indias, tomo 2 (Madrid: Consejo de la
Y la que lleva más es la que lleva la palma. La segunda es que
Hispanidad, 1943), 361-370. La Corona para mandar algún recaudo o regalito, la esclava que lo lleva
dispuso que: “Ninguna negra, ó mulata,
trayga oro, perlas, ni seda; pero si
la engalanan con mucha gargantilla, zarcillo y cadenas de oro,
la negra, ó mulata fuere casada con manillas de perlas, y lo que lleva va tapado con un puño muy
español, pueda traer unos sarcillos de
oro, con perlas, y una gargantilla, y en
rico todo bordado de seda en variedad de colores”18.
la saya un ribete de terciopelo, y no
pueda traer // ni traygan mantos de
burato, ni otra tela, salvo mantellinas,
Tales diferenciaciones en el uso de objetos de vestir estaban
que lleguen poco más abaxo de la además legitimadas por la legislación indiana. En la Recopilación
cintura, pena de que se les quiten,
y pierdan las joyas de oro, vestidos
se había diferenciado claramente que las negras y esclavas, para
de seda, y manto que trageren”. diferenciarse de las mujeres blancas, no podrían usar el birrete,
Recopilación de Leyes, 369-370.
gorro distintivo de los blancos y caballeros; tampoco se les permi-
20. En distintas investigaciones, el profesor tió a hombres de baja condición social hacer uso de capas, dagas
Pablo Rodríguez ha insistido sobre el
valor de los estudios de lo cotidiano y espadas, pues esos objetos estaban reservados para la “nobleza”
en la comprensión de nuestro pasado y las personas de origen español19. Sin embargo, en Cartagena de
colonial. Al respecto véase: Pablo
Rodríguez, “Casa y orden cotidiano Indias las mujeres esclavas traspasaban los umbrales de la sobrie-
en el Nuevo Reino de Granada, S. dad para dejar sorprendido al vecindario con sus engalanados
XVIII”, en Historia de la vida cotidiana
en Colombia, ed. Beatriz Castro Carvajal atuendos, un ritual y expresión simbólica de las familias blan-
(Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1996), cas a las que pertenecían. Empero, ha sido el historiador Pablo
103-129; Pablo Rodríguez, En busca de
lo cotidiano. Honor, Sexo, Fiesta y Sociedad Rodríguez Jiménez quien con mayor precisión ha estudiado el
el siglo XVIII (Bogotá: Universidad tema de los espacios domésticos y de la vida cotidiana en el Nuevo
Nacional de Colombia, 2002).
Reino de Granada durante el siglo XVIII20. De sus investigaciones
21. El 19 de junio de 1622, Pedro de
Acevedo, albacea de doña Josefa
y el cotejo con otras fuentes como los testamentos, inventarios,
Palacio, reclamaba un pedazo de cartas de dote y otras correspondencias se desprende con meri-
tierra en la jurisdicción de la Villa
de Medellín; al hacerlo, nombraba
diana claridad que los objetos y el mobiliario doméstico fueron,
detalladamente los objetos que había hasta mediados del siglo XVIII, austeros y sobrios21. No obstan-
dentro de la vivienda: “[…] un pedaso
de tierras en la ótra banda del río, cuyos
te, en la segunda mitad de este siglo fue cada vez más notorio
linderos son por la parte de arriba en las casas de las ciudades y
desde la quebrada de Alta Vista que
venía antiguamente el maestro Juan
villas, y en al algunas casas
Gómez de Ureña, difunto, cura y vicario escaño y dos sillas de asentar, una paila de de campo de comerciantes,
que fue desta Villa, en atraviesa asta un
sanjón de Pantano, lindando con tierras
quince libras y una reja con su apero, con terratenientes y esclavistas,
una acha y un machete de sinta, con un
de don Francisco Ángel de la Guerra, coco chocolatero con su pie de plata, con que el salón principal estu-
alcalde provinsial desta Villa, sanjón
abajo asta topar con sercas que oy tiene
más veinte y seis reses bacunas con este viera constituido por sillas
yerro […]”. AHJM, Caja 191, Doc. 3714, f.
Alvino Gíl, y de ellas en atravesía por 5r., “Petición de herencia de doña Elvira con brazos, canapé y estra-
la parte de abajo asta dar con la dicha
quebrada, y por ella arriba asta dar al
Rosa de Santa María Pérez”. El énfasis de la dos22. En las paredes y en el
negrilla es agregado.
primer lindero, en las quales dichas techo se exhibían las pinturas
tierras se yncluyen una casa de tapia 22. El estrado era una tarima de madera
cubierta de paja, con una puerta de cubierta de esteras, tapetes o alfombras, y
madera, y dentro de ella un bufete, un acompañada de objetos como los cojines.
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y los tapices más lujosos. Así, en ciudades bajo la influencia del clima frío como Santa
Fe y Tunja, los salones de las casas llegaron a tener chimenea y hornos en fondos de
cobre. El comedor se componía de una mesa, varias sillas y un escaparate en el que
se guardaban las vajillas más finas. La alcoba tenía una cama de pabellón, un armario
para guardar la ropa, un reclinatorio, varias alfombras, arcones y cortinas sobre las
ventanas. Los salones, cuartos y corredores se iluminaban en horas de la noche con
candeleros, faroles colgados de las paredes y velas. Como bien lo señaló Julián Vargas
Lesmes, la oscuridad de las noches santafereñas sólo era rota por el resplandor de
las velas que, prendidas dentro de las viviendas, iluminaban la vida nocturna de sus
habitantes y vecinos. En la ciudad capital la producción de velas fue una de las tem-
pranas industrias y uno de los ramos que más ganancias dejó a los comerciantes y a
los ramos del Cabildo23. Ante la oscuridad de las noches coloniales, las velas de cebo y
los faroles, cuando se trataba de ciudades y villas importantes dentro del Virreinato,
cumplían funciones especiales para que se desarrollaran juegos, bailes y visitas entre
las familias más pudientes. En Cartagena de Indias, por ejemplo, un farol puesto en-
cima de la torre de una de sus fortalezas servía de objeto-guía a los navegantes para
divisar por donde habrían de hacer su entrada a la bahía24.
Fuente: Pintura de Ramón Torres Méndez 1849. Museo Nacional No. 639.
Reproducida por Aída Martínez Carreño, “La vida material en los espacios 23. Julián Vargas Lesmes, La sociedad de
domésticos”, en Historia de la vida cotidiana en Colombia, editora Beatriz Castro Santafé colonial (Bogotá, Cinep, 1990),
Carvajal. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 1996, 353. 202-204.
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56 Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada
Pero fue al finalizar el siglo XVIII cuando una serie de nuevos objetos empezaron a te-
ner presencia en el mobiliario y la cultura de las principales ciudades, villas y parroquias
del Virreinato del Nuevo Reino de Granada. Al revisar inventarios y bienes declarados en
testamentos, cada vez son más notorios las vajillas chinas, los platos de peltre con grabados
y la cristalería importada. Algunos hacendados de la Gobernación de Popayán y prominen-
tes mineros del Chocó registraban con hincapié lujosas sillas, sillones y cofres, los cuales
valoraban por el número y la calidad de las incrustaciones que tenían en plata, nácar y
carey. Las familias más prestigiosas de las ciudades poseían juegos completos de cubiertos
de plata, jarras, jarrones, vasos y copas de cristal. Todos se esmeraban en cuidar de aquellos
objetos que consideraban más valiosos. Así, por ejemplo, en 1789 en Santa Fe, durante la
jura de lealtad a Carlos IV, las familias más prestantes exhibieron en sus balcones sus mejo-
res vajillas y piezas de cristalería25. En síntesis, fue el reformismo borbónico de la segunda
mitad del siglo XVIII el que hizo posible una reforma del sistema de correos y una mejora
en las vías de comunicación, lo que permitió multiplicar la frecuencia y la velocidad de la
circulación de informaciones y objetos de uso personal y del comercio. Tales avances per-
mitieron, entre otras cosas, la introducción de nuevos objetos para la vida doméstica y la
adquisición de libros, gacetas, cartas y correspondencias sobre el mundo europeo26.
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58 Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada
durante el siglo XIX, y para finales de siglo, los terratenientes comenzaron a ocupar
tierras del estado de Bolívar con el único objetivo de establecer allí sus haciendas e
introducir nuevos pastos y cercados, buscando con ello disminuir la antigua trashu-
mancia del ganado y las gentes que debían acompañarlo. De esta forma comenzó el
proceso moderno de colonización, propiciado por la apertura de la frontera de las zo-
nas de contacto entre el Caribe y Antioquia. Con este proceso, las tierras de Córdoba,
Sucre, Bolívar y toda el área conocida como La Mojana vieron cada vez más la presen-
cia de antioqueños procedentes de Rionegro, Santa Rosa, Gómez Plata y Yarumal. Los
circuitos y zonas de contacto más importantes entre el Caribe y Antioquia en los siglos
XVIII y XIX se hicieron a través de las rutas, nodos y las aristas sobre los ríos Magdalena,
Cauca y Nechí. Por estos ríos se comunicaban con el Puerto de Cartagena, Las Bocas de
Ceniza y la Villa de Mompox. De Antioquia se llevaba oro en polvo hacia los puertos
del Caribe y, de estos emplazamientos se llevaba hacia Antioquia ganado en pie y en
tasajos, cerdos, pan, azúcar, tabaco, botijas con rones, aguardientes y vinos, pescado
seco y quesos. Los pobladores de las riveras del Magdalena, el Cauca, el San Jorge, el
Sinú, el Nechí, el Caribona y el Nare, fueron testigos del trasegar de muchos champa-
nes, barquetas y canoas en los cuales se desplazaban hombres y mujeres dedicados al
intercambio de gallinas, huevos, tasajos, carnes de monte, tocino, plátano y maíz.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII y los primeros años del XIX los pescado-
res vieron subir por el río productos nuevos venidos de Europa. Después de haber sido
puestos en los nodos de Cartagena y Santa Marta, iniciaban su recorrido por la autopista
de agua de las Llanuras del Caribe -el río Magdalena-, hasta llegar a los pequeños puertos
en el pie de monte de las cordilleras antioqueñas. De los hatos de San Marcos, Majagual
y las Sabanas de Ayapel se introducían miles de reses hasta el altiplano de Los Osos,
dejando huellas tangibles sobre el paisaje a través de toponimias. Llanos de Cuibá, por
ejemplo, es una de esas toponimias que aparecen tanto en Antioquia como en el Caribe;
quizás migró con los vaqueros y sus ganados desde el bajo San Jorge hasta el Valle de los
Osos o viceversa. De las zonas agrícolas de Girón, Vélez, Pamplona, el Socorro y San Gil
llegaban a Antioquia y Chocó los tabacos y cacaos, las cabuyas y costales, y muchos de
los objetos fabricados en cuero como alforjas, botijas, faltriqueras y zamarros.
Comerciantes, tratantes y rescatantes locales montaban sus negocios al por mayor y
al menudeo, bien fuera en las áreas urbanas de la ciudades y villas del Virreinato, o bien
se desplazaban hasta los Reales de Minas y los sitios más apartados para realizar sus tran-
sacciones económicas. En sus recorridos vendían angaripolas, ruanes, tafetanes, capas,
enaguas, lienzos y sombreros. De este modo se unían economías y sociedades disímiles
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Orián Jiménez Meneses 59
como Antioquia, Cartagena, el Chocó y los centros agrícolas del Virreinato. Sólo unos cuan-
tos baquianos y rescatantes al por menor se atrevían a llegar hasta las zonas más apartadas,
en las que después de realizar sus negocios se abandonaban en juegos de cartas, bebezo-
nes y rochelas. Otros, más aventajados y con mejor suerte quizás, llegaron a montar sus
pulperías en las calles reales de la capital Virreinal, Santa Fe. Allí, en sus tiendas, vendían
alimentos, vinos, utensilios de cocina, cuchillos, rejos, calzado, géneros, estampas, cuadros,
libros, papel, jabón, especies, miel y cera de la tierra. Fue dentro de este contexto del mundo
de los negocios de objetos y mercancías que un tal Fernando Alonso, comerciante de la plaza
mayor de Santafé registró, en la segunda década del siglo XVII, varias de las mercancías y
objetos que había importado para venderlas en su reconocida tienda de abastos. Se trataba
de cajones, cinchas y cinchones, jáquimas, enjalmas, candados, botijas de aceite, vidrio,
agujas, trompos para el juego, cordones, hilo portugués, tijeras, peines, pretinas de hierro,
rosarios, agujas de arria, alfileres y cuerdas para vihuela29. Esos objetos ponen en evidencia
las diferencias en los géneros del comercio entre ciudades y zonas de periferia en las que
sólo aparecen objetos y productos para la subsistencia y el desarrollo del trabajo.
C onsideración final
Mientras hilvanaba ideas y lecturas para darle forma a este artículo, acudieron a mi memo-
ria recuerdos sobre anécdotas de los objetos que me han acompañado desde que creo tener
uso de razón: las mochilas. También recuerdo con nostalgia los objetos que mi padre me legara
como única herencia de lo que fue su vida de agricultor y campesino. Recientemente, al hurgar
sobre el pasado y los espacios en los que viví cuando era niño, no puedo apartar de mi memoria
el cuidado que tenía con su carriel, su aguja de arria y una piedra de amolar que había transforma-
do en objeto útil para amolar su machete de agricultor y los cuchillos de la cocina.
En el mundo contemporáneo en que nos ha tocado vivir, un sinnúmero de objetos
hacen posible nuestra existencia: muebles, enseres, utensilios, herramientas e instru-
mentos de trabajo (computadores y celulares). Los objetos del pasado y los de nuestro
tiempo cumplen funciones que trascienden el universo material: esos objetos son, ante
todo, forjadores de procesos de identidad y medios de orientación simbólicos que dicen
lo que realmente somos como personas y seres sociales en interdependencia con el resto
de los seres humanos. Cada objeto guarda un significado para su portador, bien sea por
su elaboración técnica, su valor comercial, o bien por su valor simbólico e identitario. Los
objetos median en nuestra relación con la naturaleza y ponen de manifiesto los avances
técnicos de nuestras sociedades y el valor dado a algunos de ellos,
según la relación que hayamos establecido a través del tiempo.
29. AGN, Abastos, t. 2, fol. 700r.-730; Juicios
Civiles, Cundinamarca, t. 23, fol. 940r.
También se encuentra información
sobre objetos inmóviles y móviles en el
fondo Mejoras Materiales, varios tomos, y
en Impuestos Varios, Cartas.
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60 Objetos y cultura. Rituales, flujos y elaboraciones en el Nuevo Reino de Granada
Bibliografía
Fuentes primarias
Archivos:
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Cauca, t. 4; t.5; Negros y esclavos del Cauca, t.2; Mejoras Materiales, t. 17; Juicios Civiles,
Cundinamarca, t. 23; Abastos, t.2.
Archivo Histórico Judicial de Medellín (AHJM), Medellín, Colombia: Caja 177, Doc., 3414; Caja 191,
Doc., 3569.
Archivo Histórico de Medellín (AHM), Medellín, Colombia: Actas capitulares, Cabildo: t. 11; t. 12.
Fuentes secundarias
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Dagognet, François. “Route, anti-route, métaroute”. Cahiers de Mèdiologie 2 (segundo
semestre 1996): 19-28.
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padres y otros ensayos. Bogotá: Grupo Editorial Norma/Editorial Universidad Nacional,
1998, 349-366.
Jiménez Meneses, Orián. El Chocó: un paraíso de demonio, Nóvita, Citará y Baudó, Siglo
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Orián Jiménez Meneses 61
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 44-61
62 Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960
Artículo recibido: 8 Del ficticio entusiasmo: el mercado de Fictitious Enthusiasm: the Drug Market
de enero de 2009; las drogas en el tránsito a la prohibición in the Transition to Prohibition in Chile,
aprobado: 23 de abril en Chile. 1920-1960 1920-1960
de 2009; modificado: Resumen Abstract
3 de junio de 2009. El presente artículo busca analizar la circulación This article analyzes the circulation of
de sustancias como la cocaína, la morfina, el substances like cocaine, morphine, opium, and
opio y la cannabis sativa en Chile entre 1920 marijuana (cannabis sativa) in Chile between
y 1960, destacando tanto la constitución de 1920 and 1960. It underscores the development
circuitos y organizaciones destinadas a la of circuits and organizations involved in the
producción, internación y tráfico de dichas production, importation, and traffic of legally-
sustancias sometidas a regulación médica y and medically-regulated substances as well as
legal, como la implementación de normativas the implementation of laws and institutions
e instituciones destinadas a dicha regulación. charged with regulating them. In this way, the
Así, se analiza el papel jugado por médicos y article analyzes the role played by doctors
farmacéuticos en la constitución de un mercado and pharmacists in the constitution of an
ilícito de drogas y el surgimiento de traficantes illegal market for drugs and the emergence of
especializados y organismos policiales specialized traffickers and police organizations
dedicados a su persecución, todo ello en los dedicated to persecuting them. All this occurred
marcos de un sistema normativo que toleró la in the context of a legal system that tolerated
prescripción regulada de estas sustancias, y que the regulated prescription of these substances
al mismo tiempo fue testigo de su permanente and that, at the same time, witnessed the
vulneración. continual violation of these norms.
Palabras c l av e Key Words
Drogas, tráfico, crimen organizado, historia de la Drugs, Trafficking, Organized Crime, History of
medicina, Chile. Medicine, Chile.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83
Marcos Fernández Labbé 63
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64 Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960
mercado clandestino, las sustancias que analizamos adquieren una serie de categorías
decisivas para su comprensión como mercancías: los consumidores están dispuestos a
pagar precios por sobre el costo de los mismos productos en el mercado legal; la calidad
de lo consumido es azarosa y muchas veces decididamente adulterada; y el riesgo de
cada transacción es permanente debido a la articulación de instituciones destinadas a la
persecución del tráfico2.
Definidas así como mercancías cautivas en un mercado muy particular, las sustancias
que analizamos poseyeron en el periodo que estudiamos una serie de características im-
portantes de reseñar acá: por un lado, fueron unánimemente advertidas como dotadas
de gran peligrosidad para el conjunto de la raza y la nación chilenas, debido a los efectos
degenerativos, desmoralizadores y disolventes que se suponía tenían sobre sus consu-
midores, representados en particular por los apáticos y mortecinos morfinómanos y los
incontrolables y eufóricos cocainómanos. Al mismo tiempo, los saberes farmacéutico y
médico insistieron en la necesidad de regular pero no abolir la presencia de este tipo
de sustancias en el mercado chileno, por los enormes beneficios que presentaban -bien
dosificadas y prescritas- así para los enfermos de las más variadas dolencias, como para
el rubro de la farmacopea, la medicina y la industria química chilenas. De forma paralela,
además, los cuerpos normativos que se constituyeron establecieron jerarquías, cuotas y
mecanismos de producción, introducción, distribución y fiscalización que permitieron
visibilizar así a las mercancías como tales, como a sus disimulados consumidores. En co-
herencia con lo anterior, la sociedad chilena del periodo construyó a su vez un repertorio
de representaciones sociales referidas a las sustancias, sus consumidores y traficantes,
adentrándose en los riesgos y tentaciones de este mundo particular.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83
Marcos Fernández Labbé 65
después. En tal sentido, sólo la receta de un médico permitía la compra de los tóxicos de-
seados, y éstos sólo se distribuían por medio de las boticas. Fuera del uso estrictamente
medicinal, ya en 1920 se hacía notar, primero, la regularidad con que las recetas médicas
pasaban “de mano en mano, sirviendo a todos los que quieran hacer uso de ella”4; segun-
do, el comportamiento “sombrío y criminal”5 de los médicos que otorgaban estas recetas
a los consumidores; y por último, el hecho de que algunos boticarios vendieran estos
productos “con solo hacerles una seña conocida por ellos”, más aún cuando el consumi-
dor era habitual6. Junto a las boticas, los hospitales representaban también un lugar de
provisión de las sustancias restringidas a la receta médica, en tanto los enfermos queda-
ban al cuidado de trabajadores no médicos que, impacientes ante el dolor del sufriente,
no dudaban en administrar el anestésico opiáceo que lo calmaría.
Ese mismo sufrimiento hacía que incluso los médicos, “recordando
4. J. Emilio Belmonte, Capacidad y
su misión de aliviar los dolores”, fuesen los primeros en suministrar responsabilidad del morfinómano,
la inyección a la larga letal, aún cuando en ese instante derrama- cocainómano y opiómano (Santiago de
Chile: Imprenta Lagunas & Cía, 1920),
se “su sangre la bienhechora solución” . Ya a fines de la década de
7
11-12.
1920, para una autora este tipo de situación era la mejor prueba de 5. J. Emilio Belmonte, Capacidad y
la necesidad urgente de “reglamentar estrictamente la prescripción responsabilidad, 11-12.
de narcóticos”, puesto que éstos “no hacen otra cosa que producir la 6. J. Emilio Belmonte, Capacidad y
falsa impresión de una mejoría, atenuando o acallando las manifes- responsabilidad, 11-12. Algunas
páginas más tarde se agrega sobre los
taciones de protesta de nuestra naturaleza: no se debe luchar con el farmacéuticos: “[E]stán completamente
dolor, que es un aviso del organismo enfermo; el dolor desaparece olvidados de sus deberes profesionales
en este sentido. Pues la simple
con la mejoría” . Arrancados los anestésicos de la práctica médica, el
8
exhibición de una receta, cuyo valor
problema del vicio se resolvía por sí mismo, aun cuando ello derivara data de largo tiempo, y aún sin ella, se
les vende todo el tóxico que deseen”.
en dejar a los enfermos en las garras de su “natural” dolor, dado que Capacidad y responsabilidad, 31-32.
para la químico-farmacéutica recién citada las consecuencias nefas- 7. Emilio Belmonte, Capacidad y
tas del consumo extra- médico representaban una amenaza mayor responsabilidad, 31. Pocos años
más tarde, el doctor Víctor Grossi
que los sufrimientos hospitalarios, y en tal sentido, el remedio era reconocía en un artículo titulado “Los
peor que la enfermedad. venenos sociales en Chile”: “Mucha
responsabilidad nos cabe a los médicos
Así, era en los establecimientos regentados por médicos y boti- en la difusión de este vicio. Debilidad
carios donde, de forma sin duda regulada, pero en términos mucho para complacer a un cliente estimado,
ligereza para recetar un calmante, el
más laxos de lo que vendría después, era factible el acceso a dro- gran número de personas que hoy día
gas narcóticas para aquellos que las deseaban para un consumo conocen la técnica de las inyecciones
hipodérmicas, ha traído la difusión de
extra-médico. Como efecto inmediato, los mismos farmacéuticos la morfinomanía”. En Farmacia Chilena
desdeñaron una y otra vez -y asimismo fueron contestados- la vincu- año I: 5 (mayo de 1927): 60.
lación de los suyos en el tráfico, llegando a establecer en el Código de 8. Laura Monetta O., “Breve estudio sobre
el opio y sus derivados. Convenios
Moral Farmacéutica aprobado tras el Primer Congreso Nacional de internacionales sobre el tráfico de
Farmacia, que “todo profesional debe contribuir a vigilar la venta de drogas heroicas” (Memoria de prueba
para optar al título de Químico-
Farmacéutico de la Universidad de
Chile, 1929), 91.
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83
66 Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960
narcóticos, ya que su abuso solo significa la explotación del vicio”9. En este sentido, en
un punto de frontera entre la “explotación del vicio” y la práctica regulada del expendio
de alcaloides se hallaba la situación de las droguerías y boticas de las oficinas salitreras
del norte de Chile, en donde la falta de fiscalización y la numerosa población de origen
peruano y boliviano promovía “la venta clandestina de medicamentos y de la coca en
las pulperías”10. Con el paso del tiempo esta situación llevaría a la implementación de
normas cada vez más estrictas, dándose un debate entre la autoridad sanitaria, los far-
macéuticos y las empresas salitreras, que buscó disminuir al máximo la presencia de las
hojas de coca en el extremo norte, o al menos circunscribir su utilización a los bolivianos
y peruanos que allí laboraban11.
Si la regulación de la circulación de la hoja de coca tenía como foco de atención las
droguerías y pulperías de la pampa salitrera, la de la cocaína se trasladaba a las ciudades
y puertos, en donde el inicio de las fiscalización y persecución del consumo de dicha sus-
tancia redundó a fines de la década de 1920 en “hacer más secreto su tráfico y encarecer el
alcaloide”12. Por la misma razón, poco después se evidenciaba que, con
motivo de la aplicación de la normativa que obligaba a las farmacias
9. Boletín Farmacéutico año I: 1 (agosto-
octubre de 1927): 8.
a cerrar sus puertas a las 20 horas, era justamente en aquel momen-
to cuando se iniciaba la actividad de los “traficantes de alcaloides”13,
10. Boletín Farmacéutico año II: 4-5
(noviembre-diciembre de 1928): 477- los mismos que en la explotación de los “desequilibrados y perver-
478. tidos” propagaban a través del proselitismo tóxico “un vicio que los
11. Sobre el particular del consumo de enriquece”14. Un ejemplo de lo anterior se encuentra en la amonesta-
hojas de coca por los trabajadores
andinos ver de Vicki Cassman, Larry
ción y multa recibida, a inicios de 1931, por el propietario y regente
Cartmell y Eliana Belmonte, “Coca de la farmacia “La Popular” del barrio Independencia de Santiago,
as Symbol and Labor Enhacer in the
Andes: a historical overwiew”, en
debido al incumplimiento -no detallado en la documentación- del re-
Drugs, labor and colonial expansion, eds. glamento para la internación y venta del opio y sus derivados, coca,
William Jankowiak y Daniel Bradburn
(Tucson: The University of Arizona
cocaína y similares15. Más específica, una nota de la Farmacia Chilena
Press, 2003), 149-158. informaba la detención, a solicitud de la DGS, de Jorge Silva,
12. Boletín Farmacéutico año III: 8-9 (agosto- “que actuaba de cómplice de un dueño de botica del barrio
septiembre de 1929): 18-21. Independencia de Santiago y que se dedicaba al tráfico de drogas
13. Boletín Farmacéutico año IV: 10 (octubre heroicas. El vicio es capaz de todo. En sus momentos de des-
de 1930): 270.
esperación llegó al extremo de falsificar recetas de facultativos
14. María Luisa Barría, “Cocainomanía” conocidos, para conseguir morfina que él mismo se aplicaba y que
(Memoria para optar al título de
Farmacéutico, Universidad de Chile, además proporcionaba a sus parientes y amigos”16.
1929), 13.
15. Archivo Nacional de la Administración, De forma más rigurosa, a juicio de no pocos comentaristas, los
Santiago-Chile, Fondo Ministerio de Salud,
Dirección General de Sanidad, volumen
médicos tenían una responsabilidad aún mayor en la circulación de
3, doc. 45, 9 de enero de 1931. narcóticos, ya no sólo porque se falsificaran sus firmas o se hurtaran
16. Farmacia Chilena año I: 4 (abril de
1927): 49.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83
Marcos Fernández Labbé 67
sus talonarios de recetas, sino porque “muchos son viciosos empedernidos y recetan los
narcóticos con extrema facilidad”17.
Este tipo de casos parecían no ser infrecuentes, al menos en opinión del farmacéutico
Lisandro Latorre, que en un artículo significativamente titulado “Corrupción en el co-
mercio de drogas”, publicado en 1927, hacía referencia a la situación que el contrabando
y venta no regulada de sustancias experimentaba en Chile:
“Son innumerables los individuos que viven a costa del contrabando y de la venta de
mercaderías de dudosa procedencia. Ha faltado una mano enérgica que hubiera te-
nido en su poder las facultades necesarias, para castigar ejemplarmente al vendedor
y comprador de tales mercaderías. Con ello se conseguirá el triunfo comercial de los
honrados, se resguardarán los intereses de minoristas y mayoristas, y renacería la
moral más fuerte y pujante que nunca […]. El comercio clandestino en el ramo de far-
macia ha tomado caracteres alarmantes y es menester que las autoridades procedan
con dichos delincuentes con la mayor severidad posible. No es aceptable que delitos
vulgares tengan el amparo de los beneficiados en el perjuicio directo del afectado por
el robo, llámese este el Fisco, Mayoristas y Minoristas.
No hay necesidad de dictar nuevas leyes para llevar a efecto la depuración que in-
sinuamos. Basta solo interpretar las vigentes claramente y aplicarlas con vigor y sin
contemplaciones”18.
De ese modo, y confirmando una suerte de consenso tácito acerca de la estrecha rela-
ción entre expendio regulado de sustancias y la ineficiencia práctica de tales regulaciones
al momento de ser aplicadas por los establecimientos encargados del
menudeo, el doctor Víctor Grossi insistiría en el hecho de que
17. Farmacia Chilena año II: 2 (febrero de
“el tráfico por las boticas se hace con frecuencia pasmosa. Son numerosos
1928): 21.
los farmacéuticos que se han dejado tentar por este comercio delictuoso,
18. Farmacia Chilena año I: 5 (mayo de
atraídos por los grandes beneficios que reporta la venta de las drogas, ellos 1927): 54.
explotan las pasiones de las víctimas, seguros de que no han de retroceder
19. Farmacia Chilena año I: 5 (mayo de
ante el precio que se les pida, pero este tráfico no se establece con el prime- 1927): 60-61. Algo más adelante
agrega: “Tenemos datos para creer
ro que llega, por lo general los farmacéuticos exigen una presentación del
que droguistas conocidos proveen a
recién llegado de algún cliente conocido y de buenas referencias. Gracias a las farmacias de grandes cantidades de
cocaína y que éstos nos han expresado
esta solidaridad del vicio, es fácil hacerse abrir las puertas de tales o cuales
estar en situación de efectuar la
farmacias. Muchas veces los farmacéuticos exigen al cliente una primera re- venta al por mayor. La forma como
importarían éstos la droga sería: o
ceta médica, que repiten cuántas veces éstos quieran. Otras veces se piden
por las aduanas trayéndola con otro
las drogas por contraseñas especiales, como por ejemplo pedir ‘un gramo envase, como por ejemplo salicilato
de soda o ácido bórico, o valiéndose
de la firma’ ‘té suizo’, etc. Tenemos declaraciones de mujeres enviciadas
de numerosos agentes que viajan
que hasta han empeñado alhajas en las boticas para atender su vicio”19. constantemente en los vapores de la
carrera. La cocaína se trae de Inglaterra
y Alemania”. Farmacia Chilena año I: 5
(mayo de 1927): 60-61.
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68 Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960
Poco tiempo después fueron sorprendidos “dos empleados del mismo estable-
cimiento que eran morfinómanos. Encontraron los inspectores morfina, codeína,
cocaína, fosfato de codeína, opio en polvo, heroína y ampolletas de morfina en cajas,
sin control”20. En el mismo tono, a inicios de 1928 se informaba de un adicto que, por
su propia voluntad y como estrategia para apartarse del hábito, denunciaba a un boti-
cario que vendía la morfina a 30 pesos el gramo, siendo que de forma regulada el valor
de una dosis del opiáceo alcanzaba cerca de 1.50 pesos21. Un año más tarde, la misma
publicación farmacéutica informaba de una redada llevada a cabo por la policía en
varias boticas de la capital, en las que se “vendían drogas heroicas sin sujeción a nin-
gún control”. La situación fue comprobada por los mismos agentes que, por ejemplo,
en una farmacia habían conseguido -sin mediar receta- adquirir un gramo de cocaína
en quince pesos. Del mismo modo, en un establecimiento el dueño declaró vender sin
regulación cocaína mezclada con ácido bórico, lo cual le permitía cuadrar los registros
ante la inspección de la DGS22.
Como alternativa, y en caso de no conocerse las contraseñas para la adquisición o no
dar con agentes de farmacia tan “solícitos” como los recién comentados, siempre queda-
ba la posibilidad de la falsificación de recetas, por medio de las cuales era posible hacerse
con algunos gramos de la sustancia en cuestión23. Ilustrativo de ello
era el hecho de que, para la década de 1920, el tráfico
20. Farmacia Chilena año I: 11 (noviembre “fue poco a poco incrustándose como un pulpo en las esferas
de 1927): 162.
sociales, el contrabandismo creció en forma alarmante y es así
21. Farmacia Chilena año II: 1 (enero de como hemos visto inspectores, propietarios de farmacia y far-
1928): 12.
macéuticos, proporcionando el veneno canallezco a trueque de
22. Farmacia Chilena año III: 3 (marzo de
1929): 54.
utilidades que casi siempre se obtienen por medios vedados.
Como clientes de estos señores figuran siempre jovencitos de
23. “Hasta la botica de don Oscar
Salcedo llegó un sujeto a comprar sociedad y prostitutas amargadas de la vida”24.
cocaína para lo cual se fabricó una
receta inventando el nombre de un
facultativo que no existía. Bastó un Una y otra vez las fuentes recuerdan que el mecanismo más recu-
telefonazo para llamar a cuentas rrido para obtener una sustancia sometida a regulación sanitaria fue
al sujeto de nuestra referencia por
intermedio de la Policía”. Farmacia la falsificación de recetas:
Chilena, año I: 6, junio de 1927, p. 80. “[P]arece que viviéramos en una época de degeneración y más
Algún tiempo después se publicaba
una nota que hacía referencia a que eso de corrupción en las conciencias de individuos con to-
la denuncia y descubrimiento en das las apariencias de personas ilustradas, ya que quienes han
Valparaíso de recetas falsificadas
que prescribían morfina en distintas tenido el atrevimiento de falsificar las firmas de esos facultati-
presentaciones. Farmacia Chilena año vos no han respetado el hecho de que más de alguno reposará
I: 10 (octubre de 1927): 144.
en paz entre las cuatro tablas de un ataúd”25.
24. Farmacia Chilena año I: 9 (septiembre de
1927): 117-118.
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Marcos Fernández Labbé 69
confirmación de la relación entre recintos hospitalarios y tráfico ilí- 28. Farmacia Chilena año IX: 1 (enero de
1935): 11.
cito quedaba clara al momento de -producto de la acción coordinada
de la DGS y la Policía de Investigaciones- ser detenida una “banda de 29. Farmacia Chilena año II: 10 (octubre de
1928): 193-195.
traficantes de morfina, cocaína y otros estupefacientes” en Santiago,
30. Farmacia Chilena año III: 4 (abril de
cuyos miembros reconocieron que se proveían de cocaína -desde dos 1929): 61-62.
años a la fecha- en la botica de un hospital32.
31. Farmacia Chilena año III: 4 (abril de
1929): 61-62.
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Por el estilo de vida de quienes aparecían como los más seguros consumidores del ex-
citante, así como por la evidencia del cierre nocturno de las boticas,
el mismo autor insistía en la idea de que junto a éstas ya existía en la
33. Farmacia Chilena año I: 6 (junio de noche urbana una red -quizás no tan tupida y de difícil acceso, pero
1927): 80. operando con éxito- de distribución de cocaína destinada a
34. Farmacia Chilena año I: 6 (junio de “los que ejercen la vida galante, prefieren proveerse a domi-
1927): 80. La expansión de las redes de
tráfico ilegal de drogas -y en particular
cilio y para éstos hay un sinnúmero de agentes entre los que
de cocaína- para el mismo periodo pululan alrededor de los prostíbulos, centros de baile, formado
que analizamos puede encontrarse
para el caso de Estados Unidos en Jill
sobre todo por muchachos bailarines, tocadores, mozos de ho-
Jones, Hep-Cats, Narcs, and Pipe Dreams. tel, boxeadores y toda esa población heterogénea que vive en
A History of America´s Romance with Ilegal
Drugs (Baltimore: The John Hopkins
las proximidades de la prostitución. En hoteles de reputación
University Press, 1999), 15-115. Junto dudosa, restoranes de tipo cabaret, hemos podido encontrar
a ello, el libro de Luis Astorga, Drogas
sin fronteras, (México: Grijalbo, 2003)
elementos indeseables y de los bajos fondos, que explotan en
y el texto de Eduardo Sáenz Rovner, grande y pequeña escala la venta de drogas, especialmente de
La Conexión Cubana. Narcotráfico,
contrabando y juego en Cuba entre los
cocaína, en las altas horas de la noche”34.
años 20 y comienzos de la Revolución,
(Bogotá: Centro de Estudios Sociales,
Universidad Nacional de Colombia,
Es decir, en el abigarrado y variopinto mundo de los bajos fon-
2005). Para la situación de Perú ver dos de ciudades como Santiago, Valparaíso e Iquique, comenzaba a
de Paul Gootenberg, “Reluctance or
resistence? Constructing cocaine
visibilizarse un consumo extra-médico, vinculado por los observa-
(prohibitions) in Peru, 1910-1950”, dores a ámbitos delictuales, bohemios, trasgresores. Nuevamente,
en Cocaine. Global Histories, ed. Paul
Gootenberg (Londres y New York:
Routledge, 1999), 46-79.
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Marcos Fernández Labbé 71
que lo confiscaban, hecho que explicaría el que “el opio se vende en 39. Un análisis centrado en las
comunidades chinas de Perú y Cuba
Iquique y la pampa salitrera libremente en cualquier despacho. Se ven- puede encontrarse en Evelyn Hu-
de por dedales, los chinos comercian entre ellos y las farmacias rara vez DeHart, “Opio y control social: culís en
las haciendas de Perú y Cuba”, Istor 27
intervienen en esta clase de comercio” . Pero, y quizás para sorpresa
40
(2006): 28-45.
de la generalidad de los comentaristas, la presencia del opio era más
40. Farmacia Chilena año I: 4 (abril de
cercana, no sólo reducida a los orientales. Ya en 1926 se habría sorpren- 1927): 46. El mismo autor anotaba al
finalizar su artículo: “[E]l contrabando
dido “una enorme cantidad de opio”41 internada de forma fraudulenta
tiene que ejercerse con facilidad ante
al país, y en la capital, en agosto de 1927 la Sección de Seguridad descu- una legislación y reglamentación tan
benévola”. Farmacia Chilena año I: 4
brió -ocultos en la casa de un ex inspector de boticas- 200 kilos de opio,
(abril de 1927): 46.
los cuales habían sido internados -de forma regulada- por dos sujetos
41. Farmacia Chilena año II: 1 (enero de
más, todos los cuales fueron sobreseídos de cargo alguno por la Corte 1928): 11.
de Apelaciones42. La publicidad de este caso derivó en el primer envío 42. Farmacia Chilena año I: 12 (diciembre de
de un Mensaje Presidencial al Congreso, en el cual se demandaba el 1927): 177. Una fuente posterior hace
referencia, para el año de 1925 a “la
inicio de un proceso de legislación que, años más tarde, se concretaría cuantiosa y fraudulenta importación
en el Reglamento de Estupefacientes de 193643. de más de mil kilogramos de opio”
destinada al consumo extra médico de
En el caso de la hoja de coca -otro consumo tempranamente re- súbditos chinos. Farmacia Chilena año
gulado en el norte salitrero por medio de la importación de cuotas XIV: 11 (noviembre de 1940): 497-502.
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cordilleranos, son fauces abiertas por donde entran diligentes los que se dedican a este
ilícito tráfico”47. Todo ello no era sino confirmado por los informes que desde la DGS y con
destino a los organismos multilaterales destinados al combate contra el contrabando de
narcóticos, los cuales exponían el hecho de que en Chile no existía un servicio policial des-
tinado exclusivamente al control preventivo de las embarcaciones trasatlánticas, las que al
tocar puerto en el país perfectamente podían abastecer sus bodegas con sustancias some-
tidas a regulación internacional48. Tras la aprobación del Reglamento de Estupefacientes
de 1936, desde la misma Policía de Investigaciones se declaraba una especial atención y
“una estrecha vigilancia en los puertos y puntos fronterizos, y sobre aquellas personas
sospechosas del contrabando de alcaloides”49, las cuales en caso de ser sorprendidas se-
rían remitidos a la Autoridad Sanitaria, y en caso de no haber jurisdicción de ésta en la
zona en cuestión, pasados a la Justicia Ordinaria, bajo el entendido de que este tipo de falta
calificaba dentro de lo que el Código Penal tipificaba como delitos “nocivos a la salud”50.
Pese a lo anterior, los hechos dejaban de manifiesto que la circulación informal de sustan-
cias reguladas no se limitaba al control del contrabando internacional, sino también a su
fiscalización interna: para 1937 se sabe de un caso de “sustracción de cantidades conside-
rables de drogas narcóticas después de establecida la conformidad de la importación”51.
Es decir, una vez visadas por la DGS, partidas de opio habían desaparecido, ya fuera en la
propia Aduana o en su trayecto hacía su destino oficial. En términos de confiscaciones
efectivas, otra fuente recuerda que entre los años 1936 y 1938 se habían decomisado por
no cumplir los mecanismos de internación unos 240 kilos de hojas de coca, poco más de
30 gramos de cocaína e igual cantidad de morfina52.
Gracias a estos mecanismos de circulación, la presencia del tráfi-
47. Farmacia Chilena año III: 4 (abril de
co callejero o instalado en centros nocturnos y restaurantes no hacía 1929): 61-62.
sino, conforme avanzamos en la década de 1930, aumentar su visibili-
48. Boletín Oficial de Investigaciones año IV:
dad. Y al mismo tiempo, se nos recuerdan las “cualidades” del mercado 138 (febrero de 1936): 11, 12.
de los ilícitos: en la reseña que un medio de prensa policial hacía de los 49. Boletín Oficial de Investigaciones año IV:
tipos de delitos y delincuentes chilenos, se mencionaba en el rubro de 161 (agosto de 1936): 14.
las estafas al “cuento de la cocaína”, que consistía en la venta a un tra- 50. Boletín Oficial de Investigaciones año IV:
161 (agosto de 1936): 14.
ficante conocido por la abundancia de su clientela de algún sucedáneo
de la cocaína, ofrecida a un valor mucho más bajo que el real . Ante
53 51. Farmacia Chilena año XI: 7 (julio de
1937): 142.
la artimaña, “el interesado, que trabaja ilícitamente, se entusiasma al
52. Armando Roger Z., El problema de los
ver la utilidad fácil que obtendrá y entrega la suma solicitada”54. Del estupefacientes (Santiago: Impresora El
mismo modo, al comentar las insuficiencias de la legislación chilena Imparcial, 1939), 87.
en torno a los juegos de azar, un comentarista policial expresaba que 53. Detective, Dirección General de
en los garitos en los que se desenvolvían juegos ilegales era común investigaciones, identificación y pasaportes
I: 2 (febrero de 1934): 11.
encontrar al “traficante de drogas, elemento que nunca falta, y que
54. Detective, Dirección General de
investigaciones, identificación y pasaportes
I: 2 (febrero de 1934): 12.
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proporciona a los jugadores la energía necesaria para poder soportar las largas y peno-
sas trasnochadas”55. Pero la existencia de estos circuitos de distribución alternativos a la
farmacia no lograban disminuir, a ojos de la policía, la importancia de aquella en la distri-
bución ilegal de la cocaína y la morfina: tras relatar los posibles medios de ingreso de la
droga contrabandeada a Chile -por mar en las playas en Valparaíso, por aire y a través de
los “boquetes y pasos cordilleranos, por los cuales la internación de alcaloides se hace de
forma intensa”-, la publicación de la Dirección de Investigaciones advertía que
“la droga internada en las diversas formas ya descritas, llega a manos del traficante clandestino
al por mayor, quien la transporta, ya sin peligro, a los grandes centros poblados, generalmente a
esta capital, donde una parte de ese producto es entregado al farmacéutico inescrupuloso, y la
otra, considerablemente más pequeña, es revendida al por menor, en gramos y aún por fraccio-
nes de gramo, a los más pequeños traficantes, en su mayoría toxicómanos, los cuales ocupan
parte del producto en sus necesidades más indispensables, y el resto, a su vez, generalmente
adulterado con ácido bórico u otras substancias extrañas, es expendido en bares y centros noc-
turnos de diversión a los iniciados, artistas, o simplemente a snobs o prostitutas”56.
¿Quiénes la vendían? ¿Cómo llegaba hasta el microtráfico de los bares? Hasta ahora
sabemos que la receta médica -producto del afán de lucro de un médico, de la ingenuidad
de un regente de farmacia, de la falsificación o el tráfico dentro de las boticas o los night
clubs- era la forma más segura de abastecer el reducido pero al parecer siempre en expan-
sión mercado de los consumidores nacionales. No se habla de bandas organizadas ni de
redes; sólo se menciona la nebulosa presencia de traficantes en la noche de las grandes
ciudades. Es más, desde la publicación de la policía se anotaba que los distribuidores “los
más pequeños traficantes, en su mayoría toxicómanos, que ocupan una parte del produc-
to en sus necesidades”57, vendían éste adulterado. Es decir, adictos antes que negociantes.
Pero que se las afanaban para darse a comprender, en tanto
“en diversos bares y restaurantes del centro comercial de esta ca-
pital y del puerto principal, algunos individuos expenden variados
artículos, tales como cajas de fósforos, pequeños juguetes, hojas de
afeitar de diversas marcas y otros varios ingeniosos útiles, usando
de un santo y seña, para que el cliente escoja entre esa mercadería
55. Revista de Criminología y Policía la que contiene la droga por él solicitada. En otros sitios son los
Científica año I: 1 (octubre-noviembre
propios garzones o mozos del establecimiento los que expenden
de 1937): 34.
desembozadamente el tóxico. Así también existen en Santiago y
56. Revista de Criminología y Policía Científica
año I: 4 (marzo de 1938): 4-7. Valparaíso, principalmente, conjuntos orquestales y animadores,
57. Revista de Criminología y Policía Científica
por lo general argentinos o centroamericanos, los cuales en su ma-
año I: 4 (marzo de 1938): 4-7. yoría son vulgares traficantes de alcaloides”58.
58. Revista de Criminología y Policía Científica
año I: 4 (marzo de 1938): 4-7.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83
Marcos Fernández Labbé 75
Una vez más, a los extranjeros se los connota antes que a los locales, y es en me-
dio del humo y las armonías de los locales nocturnos donde el tráfico se realizaba, en
“casas de tolerancia, cabarets, centros nocturnos y hasta en determinadas fuentes de
soda, el empleo de la cocaína y del éter, se considera un complemento indispensable
mezclado con las bebidas alcohólicas que se consumen, para mantener latente la exci-
tación y ficticio entusiasmo”59.
Misma y más detallada opinión se encuentra esta vez en un libro de 1940, titulado
El suicidio por las drogas y que, dando cuenta de los espacios de consumo y tráfico de
éstas, mencionaba igualmente prostíbulos y centros nocturnos,
donde habitaba el
“compadrito [denominación del traficante y tratante de blancas de 59. Revista de Criminología y Policía
Buenos Aires, esparcido de acuerdo al autor por las grandes ciudades Científica año I: 4 (marzo de 1938): 4-7.
Algunos números más adelante, un
sudamericanas] ha sido funesto para el elemento joven que concurre a detective reforzaba en sus comentarios
los dancings y cabarets. El joven obrero, el ganapan de los bajos fondos, esta impresión de los traficantes
como adictos, al indicar que “…el
el matoncillo del tres al cuarto de nuestros centros de baile de extra- individuo que padece de opiomanía o
muros y que hasta ayer fue solo un alcohólico más o menos inofensivo, morfinomanía siente un gran placer
en conquistarse adeptos; alrededor
se ha ido transformando también en una especie de compadrito, del de él disemina su mal, tratando de
cual imita las hombreras, el pañuelo al cuello y los aires rufianescos, al inculcarle a los demás su felicidad,
sin comprender que lo que trata de
par que, abandonando su cueca y sus tonadas, no puede vivir sin oír el inculcar es su miseria”. Revista de
tango, que mal que bien ha aprendido también a bailar. Criminología y Policía Científica año V: 65
(septiembre de 1944): 42-44.
El señorito calavera y tarambana de nuestras clases media y alta, que
60. Pedro Macuada, El suicidio por las
busca sensaciones para sus nervios enfermos por la herencia neuropáti-
drogas, (Santiago: Empresa Editora
ca, o gastados por la orgía perpetua a que lo han llevado la ociosidad y Zig-Zag, S.A, 1940), 26-27. Algo más
adelante proseguía en su descripción:
los malos ejemplos, llega también al cabaret ordinario, donde encuentra
“Las clases media y popular que
cafiches, coca, morfina, prostitutas, y se hunde en vicios extraños que frecuentan el salón de baile están
también contaminadas con el vicio
lo llevan hasta la homosexualidad […] ese horno candente del cabaret y
de los estupefacientes, y es ahí donde
del prostíbulo, donde el contrabandista, el compadrito, el pichicatero y el el pichicatero [vendedor de cocaína]
acecha al hombre o a la mujer que
rufián son los operarios que trabajan la hornada cotidiana, como si fueran
considera en estado de aceptar su
los siniestros panaderos de una panadería del infierno”60. mercancía. La picha [cocaína] se vende
en estos sitios como si se tratara de
bombones o de dulces de La Ligua.
3. Traficantes y policías: profesionalización del comercio de drogas y su Los iniciados, ávidos de coca, usan
signos especiales para advertir al
persecución criminal
proveedor que necesitan su dosis. Un
La primera mención específica que he logrado recopilar con res- dedo colocado sobre la nariz indica al
pichicatero que el hombre o la mujer que
pecto a la existencia de algún tipo de red organizativa que laborase hace tal signo es cliente que lo reclama,
en el establecimiento de un flujo de sustancias destinadas al mercado y le entrega sus polvos que, felizmente,
casi siempre son adulterados con ácido
nacional, de forma ilegal y permanente en el tiempo, se encuen- bórico pulverizado y otras sustancias,
tra en un relato novelado publicado en la revista de la policía de en cambio de los billetes rápidamente
entregados y más rápidamente
desaparecidos en los bolsillos del
mercachifle”. El suicidio, 30.
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83
76 Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83
Marcos Fernández Labbé 77
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78 Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960
disfrazados sus nombres por la farmacopea moderna, más que nada para evitar nuevos
adeptos a la droga, fueron arrasados prácticamente de las farmacias de la capital, por un
joven facultativo, en cuyo papel de recetas se leía pomposamente ‘E. Vallejos Señoret’ […] la
cantidad enorme de alcaloides despachados por este pseudo médico, demostraba evidente-
mente que no se trataba de un tratamiento normal y sin duda esta morfina era destinada a
satisfacer la necesidad de los narcómanos santiaguinos […] En Investigaciones, el Dr. Vallejos
mostró sus brazos, verdaderos ‘sarcomas’, debido a lo intenso de las cotidianas pinchadas
[…] Del Instituto de Reeducación Mental, saldrá un hombre útil a la sociedad […]”66.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 62-83
Marcos Fernández Labbé 79
Del mismo modo, “en un registro efectuado en una farmacia sospechosa, no se lle-
gó a encontrar drogas, pero en cambio se dio con una correspondencia reveladora. El
conjunto de las investigaciones arrojó como saldo total la detención de una decena de
individuos y el decomiso de 15 kilogramos y 30 gramos de marihuana y de un kilogramo
y 200 gramos de cocaína”71. Para congratulación de los detectives chilenos, ninguno de
los detenidos contaba con registros en las organizaciones policiales internacionales72.
La asociación que hasta aquí se ha comentado entre el control de los estupefacientes
y la policía demostró a fines de la década de 1950 tanto sus riesgos como el alcance que
tomaba el negocio del tráfico ilícito en Chile, encumbrándose las mercancías que se han
mencionado, el atractivo de su negocio y su ficticio entusiasmo hasta el corazón de las
noveles instituciones destinadas a su fiscalización y castigo. Para enero de 1959 fue desba-
ratada una organización de traficantes de drogas encabezada por el Subprefecto Jefe de la
Brigada Móvil de la Policía de Investigaciones, Carlos Jiménez García, hombre que llevaba
26 años en el servicio y que, con su caída, dejó de manifiesto el grado de infiltración que las
redes de tráfico internacional mantenían en Chile. Como un festín, la prensa dedicó pági-
nas y páginas a analizar, especular y exagerar cada una de las pesquisas. En una apretada
síntesis, el caso puede resumirse de acuerdo a lo que sigue: para fines de 1958 e inicios de
1959 desde el interior de la Policía de Investigaciones se tenían funda-
das sospechas en torno al comportamiento de Jiménez, quien además
de participar en la resolución de sonados casos criminales de la época, 70. Criminología, año XIV: 241 (mayo-junio
de 1960): 10.
ostentaba un nivel de vida con mucho superior al de sus pares detec-
71. Criminología, año XIV: 241 (mayo-junio
tives: amante de la buena sastrería, dueño de autos de lujo, habitante de 1960): 10.
del Barrio Alto, generoso contribuyente a la campaña presidencial de
72. Criminología, año XIV: 241 (mayo-junio
Jorge Alessandri, decía que ese tipo de gastos los financiaba con el di- de 1960): 10.
nero que su esposa obtenía como dueña de una camisería en pleno 73. De acuerdo a un periódico de la capital,
centro de la capital. Sin embargo, al ser detenido se le confiscaron 138 la fuente que citamos, esta cercanía con
el mundo del crimen organizado habría
cheques, los cuales actuaban de garantía de los sobornos y comisio- llegado a tal punto que el detective era
nes que recibía de parte de algunos de los más importantes traficantes compadre, es decir, padrino de una
de las hijas de Mario Silva Leiva, más
de sustancias del momento73. Sí, puesto que el contacto directo que conocido como el “Cabro Carrera”, uno
el detective mantenía con este tipo de agentes del mercado ilícito de de los más renombrados traficantes de
drogas de la segunda mitad del siglo
XX en Chile. Vistazo, Santiago, 20-27 de
enero de 1959.
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80 Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960
las drogas fue lo que terminó por denunciarlo como cómplice de los mismos. De acuerdo
con el periódico Vistazo, fue la intención de alertar a Rubén Sacre Huasaf lo que delató a
Jiménez, en tanto que al ser el detective informado de la inminente detención de éste (el
más importante traficante de drogas en Chile en la época), se apresuró a llamar al incul-
pado para advertirle del peligro, llamada que fue interceptada por sus superiores. Una vez
en prisión, el caso de Carlos Jiménez permitió a la prensa dar cuenta de un conjunto de
factores vinculados con el narcotráfico, que a la luz de esta investigación confirman datos
ya relevados y aportan una magnitud al asunto que hasta ahora el conjunto de las fuentes
no habían logrado destacar74.
Así, a través del caso quedó de manifiesto una circulación persistente de cannabis sativa
entre las zonas productoras -el valle de Aconcagua- y la capital, por medio de improvisa-
dos transportes que alcanzaban a varias decenas de kilos cada vez. Es decir, se arrojaba luz
sobre un tráfico que hasta ahora no habíamos podido graficar para época tan temprana, y
que se desenvolverá con mucha mayor fuerza y masividad al finalizar la década de 1960.
En segundo lugar, la frecuencia del intercambio ilícito de cocaína entre Bolivia, Perú y el
norte de Chile, así como su salida desde el país hacia La Habana y Miami, a través de co-
rrespondencia oficial de la Policía de Investigaciones y los vuelos comerciales de Panagra,
así como por medio de la utilización de “correos humanos” que cruzaban desde Tacna o la
Paz hasta la ciudad de Arica, lo que llevaba a que la nortina ciudad fuese comparada con
Tánger, Macao o Hamburgo en la geografía internacional del tráfico de drogas. Para uno
de los entrevistados -Luis Gayán, de tumultuosa vida en tanto encargado de la policía se-
creta de Bolivia en tiempos del gobierno del MNR-, Chile era el “puente de plata” a través
del cual se hacía circular la cocaína peruana y boliviana a todo el resto del mundo75. Del
mismo modo, las notas de prensa no dejaron de hacer alusión a los contactos que Jiménez
mantenía con la familia considerada como la mayor y más importante organización de-
dicada al delito -y en particular al tráfico de estupefacientes- en Chile: el clan Huasaf.
Conformado por Rubén Sacre Huasaf, René Harb Huasaf y la madre
de ambos, Amanda Huasaf, el grupo de descendientes árabes eran
74. Vistazo, Santiago, 20-27 de enero de 1959. conocidos por la posesión del más famoso prostíbulo de Valparaíso,
75. Para el entrevistado la inmensa y la prensa los denominaba “los Borgia de la cocaína”76, en tanto ya
mayoría de la cocaína que pasaba por en 1952 habían sido sorprendidos como responsables de la imple-
Chile lo hacía en calidad de tránsito,
en tanto “este es un mercado de poca mentación de laboratorios de purificación de cocaína en Las Zorras
monta, pagan poco, a veces hasta ni y Villa Alemana. En relación con Carlos Jiménez, la prensa indicaba
pagan. Lo que se consume en Santiago
es una mezcla de bicarbonato con que los Huasaf habían constituido una red de tráfico en la cual ellos
ácido bórico y con cantidades ínfimas internaban y refinaban la cocaína boliviana, el detective otorgaba la
de cocaína”. Sobre el particular ver los
textos de Gootemberg y Sáenz Rovner protección y actuaba de distribuidor mayorista, y el farmacéutico
antes citados. Sergio Iglesias operaba como distribuidor minorista77. Así, un kilo de
76. Vistazo, Santiago, 17 de febrero de 1959.
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Marcos Fernández Labbé 81
cocaína boliviana era convertido en tres kilos de “pichicata” que los distribuidores se
apresuraban en colocar en los centros nocturnos, hoteles y prostíbulos de la ciudad.
Junto a todo lo anterior, el efecto evidente del “caso Jiménez” fue la percepción de que la co-
rrupción agobiaba a la policía -y no sólo a esa institución- y que el contrabando, los juegos ilícitos
y el tráfico de estupefacientes eran fenómenos recientes, pero que habían echado firmes raíces
en Chile. De tal forma, las playas del norte grande, con su incansable deambular de barcos car-
gados de salitre, eran el escenario perfecto para el contrabando de cigarrillos estadounidenses,
ropa de mujer, pequeñas radios de transistores, todos objetos arrojados en bolsas impermeables
por los marinos mercantes y distribuidos por los pequeños comercios de las ciudades costeras.
Aún más grave, la investigación llevada a cabo por el Fiscal Militar Carlos Leyton y su ayudan-
te Hugo Lewis evidenciaba la sistemática protección realizada por parte de funcionarios de
Investigaciones y Carabineros de Chile a los juegos de azar clandestino y al narcotráfico, a tal
nivel que se había detenido tanto a un ex Director General de Carabineros como a un también ex
Director de Investigaciones, al mismo tiempo que el ex Presidente Carlos Ibáñez del Campo era
citado a declarar78. A tales personalidades se sumaban antiguos subsecretarios, así como multitud
de altos responsables -muchos de ellos fuera del servicio activo- de la Policía de Investigaciones,
quienes participaban de los dos mecanismos esenciales para recaudar y distribuir el dinero de los
sobornos: la denominada “canasta”, que representaba el conjunto de coimas y cuotas periódicas
que ciertos “capos” criminales entregaban a los jefes policiales a cambio de su silencio y protec-
ción; y los “galardones”, entendidos como los sobornos individuales que cada detective podía
recibir en el curso de sus obligaciones, o mejor dicho, por desatenderse de éstas79.
C onclusión
El análisis histórico del los problemas presentados por la circulación de sustancias como
la cocaína y la morfina en las décadas centrales del siglo XX en Chile deja en evidencia una
serie de consideraciones que pueden ser anotadas a modo de conclusión. En primer lugar,
resaltar el hecho de que la constitución de un mercado negro o ilícito de este tipo de sus-
tancias se efectuó en los marcos de convivencia con los mecanismos de expendio legal y
regulado de las mismas, existiendo en tal sentido una fuerte dependencia del tráfico ilegal
con respecto a los hospitales y farmacias. Por ello, no es sorprendente que fueran éstas las
primeras instancias de provisión clandestina de drogas. Sin embargo, desde muy temprano
en el periodo estudiado se articularon redes de tráfico ilícito fuera de los establecimientos
médicos y farmacéuticos, asentados en bares, burdeles y zonas vinculadas a los “bajos fon-
dos” de las principales ciudades chilenas. A pesar de ello, y de forma
paralela, se estableció un conjunto de normas específicas destinadas a
regular la producción, importación y expendio de la cocaína, las hojas 78. Vistazo, Santiago, 20-27 de enero de
de coca y la morfina y sus distintas presentaciones farmacológicas. Sin 1959 y 17 de febrero de 1959.
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82 Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile. 1920-1960
Bibliografía
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Criminología, Santiago, 1958-1960.
Detective, Dirección General de investigaciones, identificación y pasaportes, Santiago, 1934
Farmacia Chilena, Santiago, 1927-1940.
Revista de Criminología y Policía Científica, Santiago, 1937-1954.
Vistazo, Santiago, 1959.
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Marcos Fernández Labbé 83
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84 La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970
Artículo recibido: 14 La domesticación de la “tele”: usos del Domesticating the TV: the Uses of the
de enero de 2009; televisor en la vida cotidiana. Mar del Television in everyday Life in Mar del
aprobado: 20 de abril Plata (Argentina), 1960-1970 Plata (Argentina), 1960-1970
de 2009; modificado: Resumen Abstract
22 de mayo de 2009. El presente texto se centra en el televisor This article focuses on the television as
como objeto de la vida cotidiana y en el lugar an object of everyday life and the place
que ocupa en el espacio doméstico. Si la it occupies in the domestic sphere. While
historiografía argentina se ha centrado hasta Argentinean historiography has so far focused
el presente en lo ocurrido en la ciudad de on what happened in Buenos Aires, this article
Buenos Aires, este artículo se propone como una contributes to the history of other experiences
contribución a la historia de otras experiencias regarding the arrival of the TV inside the
de la llegada de la “tele” a los hogares. home. It reconstructs the experience of those
Reconstruimos experiencias de los momentos initial moments of the television in Mar del
iniciales de la televisión en Mar del Plata con Plata in order to recuperate the historicity of
la intención de recuperar la historicidad de la the association between the television and
asociación entre televisor y domesticidad. domesticity.
Palabras c l av e Key Words
Televisor, domesticación, espacio doméstico, usos, Television, Domesticity, Domestic Sphere, Uses,
experiencias, Argentina. Experiences, Argentine.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 84-105
Inés Pérez 85
La domesticación de la “tele”:
usos del televisor en la vida
cotidiana. Mar del Plata
(Argentina), 1960-1970Ï
privado, como si se tratara de un espacio al que pertenece, del que 1. Citado en Roger Silverstone, Televisión y
vida cotidiana (Buenos Aires: Amorrortu,
es parte. Lynn Spigel utiliza la expresión staple fixture para referirse 1996), 52.
a esta condición del televisor3. Si fixture puede traducirse casi inequí-
2. Roger Silverstone, Televisión y vida
vocamente como “mueble”, staple presenta tres significados que se cotidiana (Buenos Aires: Amorrortu,
complementan en la descripción del lugar que adquirió el televisor en 1996), 51.
el hogar: staple es, al mismo tiempo, “básico”, “típico” y “principal”. 3. Lynn Spigel, Make Room for TV. Television
and the Family Ideal in Postwar America
Y sin embargo, el lugar del televisor ha cambiado a lo largo del tiempo, (Chicago: The University of Chicago
e incluso en el presente sería difícil sostener que su uso es exclusiva- Press, 1992), 1.
mente privado. En este artículo rastreamos el proceso de domesticación4 4. El concepto de domesticación es utilizado
del televisor, es decir, el proceso de construcción de la asociación entre por Roger Silverstone para referir al
proceso de incorporación de nuevas
televisor/domesticidad/privacidad que hoy forma parte del sentido co- tecnologías en el ámbito doméstico.
mún. Si, como planteaba Raymond Williams, “el momento de cualquier Roger Silverstone, Televisión y vida
cotidiana, 53-93.
nueva tecnología es un momento de elección”5, resulta interesante vol-
5. “[T]he moment of any new technology
ver al tiempo en que el televisor era una novedad, revisar su paso de (...) is a moment of choice” (traducción
objeto exótico a elemento omnipresente en los hogares. propia). Lynn Spigel, “Introduction”, en
Raymond Williams, Television. Technology
and cultural form (Londres: University
Press of New England, 1992), XV.
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 84-105
86 La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970
Ahora bien, el tiempo en que el televisor fue una novedad depende del espacio que esté
siendo observado. En relación con la introducción del televisor en el hogar, esta observa-
ción resulta especialmente apropiada. Si habitualmente se toma 1951 como fecha inaugural
de la televisión argentina, lo cierto es que hasta 1960 las emisiones sólo eran recibidas en la
ciudad de Buenos Aires. Además del surgimiento de Canal 9, Canal 11 y Canal 13 a nivel de la
ciudad de Buenos Aires -lo que marcó el fin del monopolio de Canal 7-, ese año aparecieron
Canal 12 de Córdoba y Canal 8 de Mar del Plata, y con ellos la “tele” llegó al “interior” del
país. En este artículo nos detendremos en las experiencias de la incorporación del televisor
a los hogares marplatenses. Este caso resulta relevante por dos razones: por una parte, se
trata de un inicio temprano en relación con otras partes del país; por otra, el tiempo de la
llegada de la “tele” a Mar del Plata es el que habitualmente se toma como el del comienzo
del consumo masivo de televisores y de televisión en Argentina6.
Si la comprensión de los programas televisivos como textos requiere, como ya ob-
servara Lila Abu-Lughod, de una etnografía multisitio, la consideración del televisor
en tanto objeto también debe dar cuenta de los múltiples contextos dentro de los que
sus usos cobran sentido7. La distancia de una década en la llegada de la televisión -y
consecuentemente de los televisores- con respecto a lo ocurrido en Buenos Aires su-
puso una serie de particularidades en el proceso de domesticación de estos artefactos
en Mar del Plata. Concretamente implicó la presencia simultánea del televisor tanto en
ámbitos públicos como en espacios privados, incluso en ambientes como la cocina, en
los que en otras coordenadas espacio-temporales hubieran resulta-
do insospechados; usos que excedían la familia nuclear pero que al
6. Mar del Plata es una ciudad balnearia,
fundada a fines del siglo XIX, ubicada mismo tiempo presentan discontinuidades respecto de tradiciones
sobre la costa atlántica, 400 km al sur de usos comunes de otros artefactos domésticos; una expectativa
de la ciudad de Buenos Aires. Si nació
como balneario de élite, a mediados del diferente de la audiencia respecto del nuevo medio, en especial por
siglo XX se popularizó. Por otra parte, parte de quienes eran niños en aquel entonces que -a diferencia
desde su creación Mar del Plata contó
con un puerto sobre el Atlántico que de los adultos cuya percepción giraba en torno de su condición de
permitió el desarrollo de la industria de objeto novedoso- esperaban con ansiedad la programación que to-
la pesca que, junto con el turismo y la
industria textil, dieron impulso a la vida davía recuerdan con nostalgia.
económica de la ciudad. El ritmo de La investigación que aquí presento se basa en la reconstrucción de
crecimiento demográfico fue muy lento
durante las primeras décadas. Sólo experiencias de quienes vivieron el proceso de domesticación del te-
después del censo de 1947 se superaron levisor. En este sentido, indagué en relatos de distintos sujetos acerca
los 100.000 habitantes, número que
se duplicó en 1960 con el arribo de de la introducción del televisor en sus vidas cotidianas. Tomé para
familias del interior del país y de la ello un corpus constituido por una serie de entrevistas a 21 sujetos de
provincia. En la actualidad la ciudad
cuenta con una población de alrededor distintas características (en términos de género, edad, sector social,
de 700.000 habitantes. etc.), que tienen como rasgo común el haber vivido en la ciudad en el
7. Lila Abu-Lughod, “La interpretación período en que se difundió masivamente el uso del televisor.
de la(s) cultura(s) después de la
televisión”, Etnografías contemporáneas 1:
1 (2005): 64.
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Inés Pérez 87
Las experiencias de los sujetos están construidas como narraciones y, en ese sentido,
presentan un orden, una selección y un tono8. Incluí entre los entrevistados a personas
que pertenecen a una misma familia (dos grupos de hermanos y una madre y su hija), así
como a sujetos que en el momento analizado tenían una relación de vecindad. La familia
puede concebirse como un campo en el sentido bourdieuano: en ella existen posiciones
desiguales que operan tanto al momento de tomar ciertas decisiones como a la hora de
contar la historia familiar. Por otra parte, en el proceso mediante el cual el televisor se
volvió necesario para las familias, resulta importante observar cómo se sitúa lo que los
otros tenían o hacían. En este sentido considero que el contraste entre lo narrado por
personas que mantenían una relación de vecindad puede resultar interesante. La inten-
ción de incluir distintas “versiones” de esa historia no es encontrar la más verdadera, sino
señalar las marcas, los contrasentidos, los énfasis y silencios de los distintos relatos.
Este artículo se centra en la historia del televisor en tanto objeto. Las experiencias de los
sujetos iluminan los usos diversos de este artefacto en la vida cotidiana y sus variaciones en
el tiempo. Los quiénes y los cómo son los que dan sentido a las preguntas por los qué.
La televisión […] ahora lleva a los niños a recorrer el mundo, aún 10. José Francisco Liernur, “Casas y
jardines. La construcción del dispositivo
antes de que estos tengan permiso para cruzar la calzada” . La te-
11
doméstico moderno (1870-1930)”, en
levisión introduce lo público (y lo privado de otros) en el seno de la Historia de la vida privada en la Argentina:
la Argentina Plural, ed. Fernando Devoto
vida familiar o, si se quiere, domestica el exterior, lo convierte en y Marta Madero (Buenos Aires: Taurus,
un elemento más del hogar. 1999), 101.
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televisión en los primeros años? ¿Quiénes miraban? ¿Qué esperaban ver? ¿En qué mo-
mento el televisor quedó integrado al escenario de los hogares marplatenses?
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en los años cincuenta. Entre 1951 y 1963 se abrieron, además, algunas de las que serían
las casas de electrodomésticos más importantes de la ciudad (Roberto Miliffi, José Fazio, Casa
Radar, Francisco P. Uriaguereca, Su Casa, etc.). A partir de los sesenta el artículo que más se
vendía era el televisor y el medio de pago más frecuente era el crédito personal.
Ahora bien, a pesar de ser más accesibles, los aparatos de televisión seguían siendo, al
menos en los primeros años de la década, objetos caros. De nuestros entrevistados, sólo
quienes tenían un mejor pasar económico tuvieron un televisor en su hogar antes de
1966 y 1968. Ésta, en efecto, parece ser la fecha que la mayor parte de los entrevistados
coincide en señalar como el momento en que “la tele llegó a casa”27 .
En estos primeros años el uso público del televisor era el más habitual. Sin embargo, en
dónde y con quién se miraba televisión parece haber sido diferente de acuerdo con la perte-
nencia social y la edad de quien relata. Quienes tenían una posición económica más holgada,
por lo general, compartían su televisor con (o iban a la casa de) algún pariente. Mirar televi-
sión para quien no tenía a sus familiares cerca podía ser una actividad sólo de fin de semana.
No obstante, de acuerdo al relato de los más jóvenes, quienes eran niños en aquel entonces,
la frecuencia de las visitas llegó a incrementarse de tal modo que aun los padres más reacios
-aquellos que pudiendo comprarlo tempranamente desconfiaban de la incorporación de los
nuevos aparatos al hogar- terminaron adquiriendo el televisor propio.
Entre quienes hablan de sí mismos como “trabajadores” los lugares que más fre-
cuentemente se recuerdan como espacios para mirar televisión son el club del barrio,
la sociedad de fomento, la casa de algún vecino. Es éste último el espacio que prevalece
cuando mirar la “tele” es descrito como parte de la rutina diaria. Un elemento que re-
sulta significativo es que, en la mayor parte de los relatos que hemos recogido, quienes
narran son quienes iban a la casa de otro, no quienes los recibían. El
caso que se distingue es el de la familia Pilafsidis, la primera de su
barrio en tener el ansiado televisor (según el relato de tres de sus 27. Entrevista a Nancy Cabañas, Mar del
Plata, 15 de marzo de 2007; entrevista a
miembros). Ahora bien, si ellos recuerdan con nostalgia las hordas Elías Fiotto, Mar del Plata, 5 de octubre
de niños del barrio que todas las tardes los perseguían para mirar de 2006; entrevistas a Cristina Gómez,
Mar del Plata, 28 de enero de 2007 y 6
televisión en su casa, los vecinos a los que entrevistamos parecen de agosto de 2008; entrevistas a Celia
no tener registro alguno de aquello. Ni aquellos que tenían mejores Iglesias, Mar del Plata, 15 de junio de
2007 y 19 de agosto de 2008; entrevista
recursos económicos -que tenían televisor en su casa o iban a don- a Carlos Pilafsidis, Mar del Plata, 22
de un familiar- ni aquellos que provenían de familias trabajadoras. de junio de 2007; entrevista a Marta
y José Pilafsidis, Mar del Plata, 23 de
Éstos últimos recuerdan ir a la casa de algún vecino con quien tenían julio de 2007; entrevista a Marta María
una relación más estrecha. No se ubican como parte de quienes, abu- Rodríguez , Mar del Plata, 3 de junio
2007; entrevistas a María del Carmen
sando de la hospitalidad, ocupaban diariamente la casa de aquellos Rustoyburu, Mar del Plata, 25 de
hermanos, sino como visitantes respetuosos y agradecidos de la ge- enero de 2007 y 30 de agosto de 2008;
entrevista a María Vinci, Mar del Plata,
nerosidad del vecino solidario. 25 de junio de 2007; entrevista a José
Zambrano, Mar del Plata, 30 de enero
de 2007; entrevista a Elena Di Norcia,
Mar del Plata, 5 de julio de 2007.
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en la casa de un vecino en la Mar del Plata de los años sesenta ya no se inscribe en las
historias de los usos compartidos de aquellos otros artefactos de la vida doméstica:
como ya se dijo, quienes franqueaban las fronteras entre la casa propia y las ajenas
eran principalmente niños.
Ahora bien, más allá de que en la memoria de la infancia una nostalgia indulgente
sea la clave interpretativa más frecuente, sostendremos aquí que hay otras razones que
explican el que fueran los más pequeños los que transitaban dichos espacios con ma-
yor fluidez. Por una parte, en la mayoría de los relatos con los que trabajamos, los niños
son quienes aparecen como usuarios principales del televisor, aquellos en quienes se
pensaba al comprarlo. Por otra, desde los años sesenta, en distintos discursos cuyo
lector modelo es un ama de casa de sectores medios, hay una prescripción orientada a
un uso más flexible de los espacios de la casa por parte de los distintos miembros de la
familia, en especial de los niños. El siguiente es un ejemplo de este tipo de prescripcio-
nes. Se trata de una nota publicada por el diario La Capital de Mar del Plata en 1966, en
la columna “La mujer y el hogar”:
“Un problema para toda la familia. Y llegó la tan esperada fecha. Y tan temida. Porque
toda la familia sabe que el nene tiene muchos amiguitos. Amiguitos que suelen jugar
tirándose masitas a la cabeza y decorando las alfombras de la casa con insospecha-
das mezclas de crema y chocolate […]. En fin, la tragedia no es tanta. El nene puede
tener su fiesta sin echar a perder la casa, su arreglo y la tranquilidad de la familia.
Aunque, si nos ponemos a pensar, no vale la sonrisa y la alegría del niño, algún la-
mento de sillón o alguna masita desubicada […]”32.
El imperativo del orden cedía frente al “valor de la sonrisa y la alegría del niño”. El
imperativo del uso familiar del espacio doméstico también: eran niños quienes con ma-
yor frecuencia miraban televisión en casas ajenas. Y también eran ellos quienes la habían
esperado con mayor ansiedad.
La diferencia temporal entre el inicio de la televisión en Buenos Aires y en Mar del Plata
implicó también que las expectativas frente a su llegada fueran distintas. Si en el Buenos
Aires de los primeros años de la década de los cincuenta “la televisión estaba ahí pero nadie
la veía”33 , la llegada de la televisión a Mar del Plata fue esperada con ansiedad:
“José: Bueno, el mismo año que arrancó canal 8, arrancó en diciembre eso no me
olvido nunca, nosotros teníamos…
Marta: teníamos televisor hacía seis meses…
32. “Problema para la familia”, Diario La
Entrevistador: ¿Seis meses nada más? Capital, Mar del Plata, 15 de septiembre
José: ¡Ehhh! Seis meses era mucho. Esperando… Veía todo el día dicien- de 1966. Las cursivas son mías.
do: ‘¡cuándo empieza Canal 8, la puta madre…!’” .
34
33. Mirta Varela, La televisión criolla, 47.
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Inés Pérez 95
“Nancy: [de una conversación telefónica con su hermana mayor] […] cuando yo nací…
Bueno el televisor ya estaba en casa…
Hermana de Nancy: […]
Nancy: ¿Ah, no? ¿Y cuándo vino el televisor?
Hermana de Nancy: […]
Nancy: ¿Cuando empezó canal 8? Nooo, pero no puede ser. Si Canal 8 cumplió 40 años
y yo tengo 40…
Hermana de Nancy: […]
Nancy: ¡Claro, cuando yo nací! ¡Tenés razón!
Hermana de Nancy: […]
Nancy: No, no tengo 40, tengo 42. Tiene 42 entonces canal 8… (risas) [A la entrevista-
dora]: Hace 42 años que compraron el televisor”41.
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momento de su nacimiento resulta inverosímil para ella. El segundo elemento que qui-
siéramos remarcar es el de la presencia de un deslizamiento en el discurso, que hace
coincidir la fecha de sucesos que ocurrieron en distinto tiempo. La hermana de la en-
trevistada insiste en dos cuestiones que resultan contradictorias: primero, que cuando
ella nació (marzo de 1965) no tenían televisor y, segundo, que ellos compraron el te-
levisor cuando Canal 8 inició su transmisión (1960). Este primer deslizamiento puede
explicarse si se lo adjudica a una confusión entre la fecha del inicio de Canal 8 y la de
Canal 10 (22 de noviembre de 1965). Pero implica, además, una operación que supone
situarse entre quienes accedieron al televisor propio más tempranamente.
¿En qué momento la televisión quedó instalada como parte inescindible de la vida
cotidiana? En el siguiente fragmento se marca un momento que podría resultar crucial:
la llegada del hombre a la luna.
“Mario: Igual que el televisor, el televisor en blanco y negro recién lo tuvimos en los
setenta nosotros.
Sonia: Unos de los últimos en tenerlo…
Mario: Porque cuando vimos el viaje a la luna no sé si nos prestó Cordeuse.
Sonia: Un amigo del barrio…”42.
Los hermanos Cortés se presentan como unos de los últimos en tener un televisor en su casa.
La referencia que permite situar el momento en que lo tuvieron (en el que todavía no lo tenían)
es el “viaje a la luna”. Que el alunizaje sea tomado como referencia no resulta extraño. Frente
a ese acontecimiento, “salvo Armstrong y Collins, los héroes, todos los humanos de cualquier
condición quedaban hermanados en su condición de receptores de imágenes televisivas”43. Tan
corriente parece haber sido la presencia del televisor en el hogar, que ellos también lo vieron
en su casa gracias a un amigo generoso que se los prestó. En otro momento, los Cortés hubieran
ido, como estaban acostumbrados, al Club Alvarado o a la casa de algún vecino para ver aquel
acontecimiento extraordinario. Pero para ese entonces el televisor era
moneda tan corriente que cualquiera podía prestar uno.
42. Entrevista a Mario, Sonia, Paula y
Fernanda Cortés, Mar del Plata, 22 de
junio de 2007. 3. T elevisores en el espacio doméstico
43. Mirta Varela, La televisión criolla, 243. En la actualidad el televisor es un objeto omnipresente en los
44. Distintos autores han marcado la
hogares. El proceso de asimilación del aparato de televisión al mun-
centralidad del medio familiar en la do doméstico, tanto en términos visuales como espaciales, ha sido
recepción del discurso televisivo. Véase,
entre otros, Guillermo Orozco Gómez,
abundantemente analizado en otros contextos, pero aún ha recibido
Recepción televisiva. Tres aproximaciones escasa atención en la historiografía argentina. Las investigaciones
y una razón para su estudio (México:
Universidad Iberoamericana, 1990);
que han puesto en el centro la condición de objeto del televisor y su
Guillermo Orozco Gómez, Hablan los relevancia para comprender la recepción del discurso televisivo44 se
televidentes. Estudios de recepción en
varios países (México: Universidad
Iberoamericana, 1992).
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Inés Pérez 97
han nutrido de perspectivas teóricas diversas, que incluyen la referencia a autores tales
como Pierre Bourdieu y Arjun Appadurai45.
La dimensión simbólica de este aparato es una de las cuestiones que mayor interés ha re-
cibido. Se ha sugerido que el televisor puede ser comprendido como un objeto fetiche, con
significados simbólicos y totémicos46. En distintos contextos se ha señalado que la posesión
de un televisor es el signo central de riqueza personal, incluso en comunidades que carecen
de las condiciones necesarias para su funcionamiento (léase, corriente eléctrica)47.
Entre nuestros entrevistados48, tanto entre aquellos que experimentaron un fuerte
ascenso social en las últimas décadas como entre quienes disfrutaron de una mejor po-
sición económica desde tiempos anteriores, incluso cuando la llegada de la televisión a
Mar del Plata se diera en el marco de un abaratamiento de los televisores, haber sido de
los pioneros en el acceso a uno de estos artefactos es una marca de distinción. La familia
de Marta, José y Carlos Pilafsidis, como se dijo arriba, adquirió su primer televisor en
1960, meses antes de que arrancara la señal de Canal 8. Se trata de una familia que vivió
un fuerte ascenso social en el período que va desde fines de la década de 1950 a los años
ochenta. Si hasta fines de la década de 1960 vivían de un puesto de
frutas y verduras en el que trabajaban el padre y los hermanos ma-
yores, con el correr del tiempo se convirtieron en una importante 45. Las obras más citadas son Pierre
familia de comerciantes de la ciudad. El relato que los ubica como Bourdieu, La distinción. Criterio y bases
sociales del gusto (Madrid: Taurus, 1998)
pioneros en el barrio en el hecho de tener un televisor podría pen- y Arjun Appadurai, The Social Life of
sarse, en este sentido, como una forma de situar ese ascenso en un Things. Commodities in cultural perspective
(Cambridge: Cambrisge University
tiempo relativamente temprano de su historia familiar. Press, 1988).
“José: Yo, cuando mi viejo fue a comprar lo acompañé a mi viejo a 46. David Morley, “Television. Not so
comprar el televisor. Mi viejo tenía la costumbre de comprar el mejor, much a visual medium, more a visible
object”, en Visual Culture, ed. Chris Jenks
‘déme el mejor’… (London & New York: Routledge, 2002),
Marta: Sí… compró un Philips… una bestia… 170-189.
José: ¡Sí, un Philips holandés! De pie… 47. Alfred Gell, “Newcomers to the world
Marta: …de pie, muy chatito… of goods: consumption among the
Muria Gonds”, en The social life of things,
José: Por ejemplo, un Dumont valía 10.000 pesos, 10.000 pesos un 110-138.
Dumont, que era mucho, ese costó 19.900… ¡estaba ahí presente! Yo 48. Entrevista a Carlos Pilafsidis, Mar del
estaba ahí. Y le digo, ‘pero papá…’, ‘no, que sea el mejor’. Así, mi viejo Plata, 22 de junio de 2007; entrevista a
Marta y José Pilafsidis, Mar del Plata,
tenía que ser el mejor. Y ahora… Sí… la tengo guardada, la tengo guar- 23 de julio de 2007; entrevistas a María
dada […]. Todo tenía que ser Philips. Pero el Philips valía el doble. ¡Y era del Carmen Rustoyburu, Mar del Plata,
25 de enero de 2007; entrevista a Celia
totalmente importado! (Risas)”49. Iglesias, Mar del Plata, 15 de junio de
2007); entrevista a María Vinci, Mar del
Plata, 25 de junio de 2007; entrevista
Distintos elementos remiten en este pasaje al televisor como un a Nancy Cabañas, Mar del Plata, 15 de
objeto que condensa la imagen del ascenso social. La marca, el origen marzo de 2007.
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98 La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970
extranjero, la insistencia en que el padre sólo compraba “lo mejor”, aun cuando costara
el doble, ubican al televisor como un artefacto de lujo (no a cualquier televisor, sino a su
Philips). Resulta significativo, por otra parte, que el hermano mayor, habiendo pasado
casi 50 años desde el momento en que lo compraron, guarde aún el aparato. En el relato
del menor de los hermanos aparecen otros elementos no menos significativos:
“Carlos: Mirá, en el año sesenta mi papá compró el televisor cuando todavía no había
televisor en Mar del Plata. Mi papá lo compró porque era un loco por la electrónica.
Siempre […]. Y le gustó la idea del televisor y lo compró. Y todavía no había televisor.
Entonces qué pasa. Instalan una antena que a veces podíamos ver televisión de Bs.
As., canal 7 de Bs. As. Y hemos llegado a ver televisión de Uruguay, televisión de
Brasil, pero lo agarrábamos así, era esporádico”50.
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Inés Pérez 99
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100 La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970
al cole, de hacerle las cosas a mi mamá, llevarle a mi mamá esto, lo otro… así que
andaba a mil… no tenía tiempo para tele (risas)”58.
Detengámonos en el anterior fragmento del relato de una entrevistada, cuya madre se opu-
so durante años a comprar un televisor. Para mirar televisión, la madre y hermanas menores
de la entrevistada visitaban diariamente a su hermana mayor, ya casada. Nuestra entrevistada,
en cambio, no tenía tiempo para ello: trabajaba. En su relato, ella confronta lo que hacía (que
era valioso) con lo que hacía su madre (que no lo era). Mirar la televisión aparece nuevamente
como una forma de perder el tiempo.
Ahora bien, numerosos estudios han mostrado que la práctica de ver televisión suele ser simul-
tánea a otras59 y que las actividades que se realizan simultáneamente al mirar
televisión difieren significativamente en relación al género. Se ha observado
58. Entrevista a Hilda Broers, Mar del que existe una notoria diferencia en la atención prestada a la televisión por
Plata, 10 de septiembre de 2007.
parte de mujeres casadas y sus maridos. Este fenómeno ha sido explicado
59. Ver Barrie Gunter and Michael por la relación de las mujeres con el mundo doméstico, espacio donde se
Svennevig, Behind and in front of the screen
(London: John Libbey Books, 1987), mira televisión y que es entendido por las mujeres como un lugar de con-
citado en David Morley, “Television. Not tinuo trabajo doméstico, trabajo raramente realizado por sus maridos60. En
so much”, 172; Paddy Scannell, “Radio
times”, en Television and its audience, ed. efecto, distintos análisis han mostrado que la simultaneidad de las activida-
Philip Drummond y Richard Paterson des domésticas y la de mirar televisión tuvo una importante resonancia en
(London: British Film Institute, 1988),
citado en David Morley, “Television. el propio diseño de las emisiones televisivas desde sus inicios, cuyas conse-
Not so much”, 173; David Morley, Family cuencias perduran aún hoy. La industria de la televisión estadounidense (la
Television (London: Comedia/Routledge,
1986); David Morley y Roger Silverstone, que luego sería el modelo de muchas otras televisiones nacionales) tuvo que
“Domestic Communications”, Media, modificar el diseño de su programación para resultar atractivo a las amas de
Culture and Society 12: 1 (1990): 31-55.
casa, principales destinatarias de las campañas de publicidad de la entonces
60. David Morley, Family Television: 177.
novedosa tecnología61. De una imagen de la televisión como cine privado se
61. Lynn Spigel, Make room: 46-47. pasó a pensarla como radio con imágenes: la centralidad del sonido permi-
62. Desde principios de siglo la cocina tía a las amas de casa continuar con sus labores habituales y acercarse a la
experimentó fuertes transformaciones
que la convirtieron de un lugar
pantalla cuando la “banda sonora” indicara que un momento culmen estaba
eminentemente sucio, alejado de los por suceder. La presencia del televisor en la cocina -en especial cuando se
“locales habitables” de la vivienda, a
un lugar primero higiénico y luego
trata del primero adquirido en el hogar- se inscribe en esta tradición de ha-
incluso estéticamente valorado. Los cer simultáneas las tareas domésticas y la práctica de mirar televisión.
cambios más importantes estuvieron
vinculados al cambio de combustibles
Sin embargo, existen otras razones, más vinculadas a las especifici-
utilizados en la cocción de los alimentos: dades del contexto nacional, que contribuyen a explicar dicha ubicación.
de leña y carbón -combustibles sucios- a
kerosén y gas (combustibles limpios).
Desde mediados del siglo XX es posible observar cierta insistencia en distin-
Véase José Francisco Liernur, “Casas y tos discursos de circulación masiva destinados a un público femenino, en la
jardines”, 118-123; Alejandro Crispiani,
“Transformaciones técnicas del habitar
búsqueda, a partir de la decoración, de la inclusión de los otros miembros
doméstico: el sector cocina”, en Materiales de la familia en la cocina62. La figura de la cocina-comedor es sólo una de
para una historia de la Arquitectura, el Hábitat y
la Ciudad en la Argentina, ed. Fernando Aliata
et. al. (La Plata: REUN/UNLP, 1995), 186.
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Inés Pérez 101
las manifestaciones de una nueva imagen de este ambiente que gana espacio en aquellos
discursos, en especial a partir de los años sesenta: la cocina inundada de colores brillan-
tes, confortable, práctica, luminosa, atractiva. Una cocina a tono con los últimos adelantos
técnicos: la heladera eléctrica, la licuadora y también el televisor63. No es casual que el te-
levisor y la heladera hayan sido señalados como elementos cruciales en relación al espacio
doméstico en el capitalismo moderno64.
C onsideraciones finales
A casi 60 años de la primera transmisión televisiva en Argentina, 63. La integración de la cocina con los
la imagen del televisor como parte esencial del escenario doméstico espacios de estar, espacios pensados
para la reunión de toda la familia,
parece del orden de lo natural, de lo que siempre ha sido así. A casi podría pensarse a partir de la hipótesis
50 años de la primera transmisión televisiva fuera de Buenos Aires, de las inter-determinaciones entre
la televisión y el espacio doméstico
la historia de este devenir “esencial” y de su naturalización ha sido presente en el trabajo de Alan O’Shea,
aún escasamente transitada. Los relatos disponibles se centran en lo “Televisión as culture”, Media, Culture
and Society 11:2 (1989): 373-379. Sin
ocurrido en la ciudad de Buenos Aires, donde este proceso tuvo unas embargo, aquí entendemos que,
características y una temporalidad específicas. El tiempo de la llega- a pesar de la importancia de la
introducción del televisor en el hogar
da del televisor a los hogares no es una cuestión menor a la hora de y, consecuentemente, del discurso
analizar los modos de su domesticación. Los diferentes discursos y televisivo, las transformaciones en el
espacio doméstico se explican por una
representaciones sobre el espacio doméstico, las nuevas tecnologías y conjunción de elementos diversos. El
las imágenes de familia dominantes en cada momento resultan suma- aumento en el consumo de artefactos
domésticos ha sido vinculado en otros
mente significativos para comprender la heterogeneidad del proceso contextos a lo que Martine Segalen
que llevó al televisor a ser un objeto básico, típico y principal. Este ha llamado el “retorno del esposo al
hogar”. De acuerdo con esta autora,
artículo se propone como una contribución a la historia de otras ex- en la sociedad francesa a partir de
periencias de la llegada de la “tele” a los interiores de los hogares. los años cuarenta “el esposo efectúa
inversiones en la vivienda para
A lo largo de este trabajo hemos reconstruido experiencias de quie- mejorarla, compra bienes de consumo
nes vivieron los momentos iniciales de la televisión en Mar del Plata útiles para toda la familia. A menudo
han sido los hombres quienes se han
con la intención de recuperar la historicidad de la asociación entre te- decidido a adquirir máquinas de lavar
levisor y domesticidad. Volver al momento en que el televisor era algo la ropa y la vajilla, refrigeradores, etc.,
incluso aunque sean las mujeres las
nuevo permite “extrañarse” de los significados que luego cristalizaran que los usan más a menudo”. Martine
en sentido común. En ese recorrido hemos establecido cierto contra- Segalen, Antropología histórica de la
familia (Madrid: Taurus, 1992), 195.
punto con lo ocurrido en otras latitudes y otros tiempos, en especial En Argentina, en cambio, ha sido
con la primera década de televisión en Argentina. En este sentido, se- vinculada a una mayor incidencia
de las mujeres en el consumo. Véase
ñalamos similitudes y diferencias entre dos procesos enmarcados en Marcela Nari y María del Carmen
distintos contextos, en especial en lo referente al momento de cons- Feijóo, “Women in Argentina during
the 1960’s”, Latin American Perspectives
trucción de la cultura televisiva. Elementos que para Buenos Aires son 88: 23 (1996): 7-27.
señalados como característicos de tiempos sucesivos, pueden pen- 64. Véase Anna Mccarthy, “The misuse
sarse en el caso de Mar del Plata como parte de un mismo momento: value of the TV set: Reading media
objects in transnational urban spaces”,
International Journal of Cultural Studies 3:3
(2000): 307-330.
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 84-105
102 La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata (Argentina), 1960-1970
la simultaneidad de los usos públicos y privados del televisor es quizás el mejor ejemplo.
Destacamos, asimismo, otras particularidades del proceso de domesticación del televisor
en Mar del Plata. En primer lugar, el que el lugar del televisor como objeto que da prestigio
se extendiera más allá de la disminución de su precio. En segundo, las diferencias en las
expectativas de la audiencia infantil y de los adultos respecto del nuevo medio, alimentadas
por una década de relatos de quienes ya habían tenido contacto con él en la no tan lejana
Buenos Aires. Finalmente, su presencia en ambientes como la cocina, que es una parti-
cularidad cuya comprensión requiere considerar las transformaciones en las culturas del
habitar y el lugar de los nuevos artefactos y las modernas tecnologías en ellas.
El presente texto se ha centrado en el televisor como objeto. A pesar de que se ha
excluido toda referencia a lo transmitido por televisión, el análisis de las imágenes del
televisor y del hogar, presentes en el discurso televisivo y su relación con las transforma-
ciones en las representaciones de los “televidentes”, es una de las líneas de investigación
a desarrollar. Otra línea interesante es la comparación entre la historia de la incorpo-
ración al hogar de los artefactos destinados al esparcimiento (la radio, el televisor) y
aquellos destinados al trabajo (el lavarropas, la heladera, la aspiradora, etc.).
Observar las transformaciones en los objetos que poblaron los hogares es sin duda ne-
cesario, pero quedarnos en ellos resulta insuficiente. Los usos no están inscriptos en los
objetos. Las experiencias de quienes vivieron el proceso de domesticación del televisor
resultan imprescindibles para comprender el sentido atribuido a los nuevos artefactos
en distintos momentos, así como los significados diversos con los que fueron investidos
por diferentes sujetos. El género, la generación y el sector social de quien narra su expe-
riencia son elementos clave a la hora de reconstruir prácticas y usos de los objetos. En
el caso particular de los televisores, conocer dichos significados sin duda redundará en
una mejor comprensión de la recepción del discurso televisivo así como de los usos del
espacio doméstico.
Bibliografía
Fuentes primarias
Entrevistas:
Entrevistas a: Hilda Broers, Mar del Plata, 10 de julio y 10 de septiembre de 2007; Nancy Cabañas,
Mar del Plata, 15 de marzo de 2007; Mario Cortés; Sonia Cortés, Paula Cortés y Fernanda
Cortés, Mar del Plata 22 de junio de 2007; Elena Di Norcia, Mar del Plata, 5 de julio de 2007;
Blanca Esperón de Rustoyburu, Mar del Plata, 20 de enero de 2007; Elías Fiotto, Mar del Plata,
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp84-105
Inés Pérez 103
5 de octubre de 2006; Cristina Gómez, Mar del Plata, 28 de enero de 2007 y 6 de agosto de
2008; Celia Iglesias, Mar del Plata, 15 de junio de 2007; Carlos Pilafsidis, Mar del Plata, 22 de
junio de 2007; Marta Pilafsidis y José Pilafsidis, Mar del Plata, 23 de julio de 2007; Marta María
Rodríguez, Mar del Plata, 3 de junio 2007; María del Carmen Rustoyburu, Mar del Plata, 25 de
enero de 2007 y 30 de agosto de 2008; María Vinci, Mar del Plata, 25 de junio de 2007; José
Zambrano, Mar del Plata, 30 de enero de 2007.
Publicaciones periódicas:
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108 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
Artículo recibido: 14 El atributo amazónico del Perú. La Peru’s Amazonian Attribute: the
de abril de 2009; construcción de una soberanía 1903- Construction of Sovereignty, 1903-1942
aprobado: 7 de julio de 1942
2009; modificado: 5 Resumen Abstract
de agosto de 2009. Partiendo de la premisa que las fronteras se Starting from the premise that borders are
construyen y no están dadas por la historia, constructed rather than historically given, this
el autor describe el proceso que, posterior article describes the process that, following the War
a la Guerra del Pacífico (1879), volcó a los of the Pacific (1879), turned civil and governmental
actores civiles y gubernamentales peruanos en actors in Peru to claim their own space in the
la reivindicación de un espacio propio en el Amazon, successively disputing territories with
Amazonas, disputando territorios con Bolivia, Bolivia, Brazil, Colombia, and Ecuador and which, in
Brasil, Colombia y Ecuador sucesivamente, the final analysis, appears to have been successful.
proceso que en un balance final aparece como This was a complex process that, in addition to
exitoso. Para el autor este es un proceso demonstrating how Peru discarded the thesis of
complejo que además evidencia cómo Perú utis possidetis iuris, which it once supported, for
posterga la tesis del utis possidetis iuris, que the thesis of fait accompli, more appropriate for the
dijo en algún momento defender, por la tesis del de facto occupation of disputed space.
fait accompli más funcional a la ocupación de
hecho del espacio litigado.
Palabras c l av e Key Words
Fronteras, caucho, Perú, Amazonas, Bolivia, Brasil, Borders, Rubber, Peru, Amazon, Bolivia, Brazil,
Colombia, Ecuador. Colombia, Ecuador.
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Cristián Garay Vera 109
I ntroducción
Perú actualmente es un país que tiene 1.285.215 kilómetros cuadrados. De ellos la
Amazonía corresponde al 65% del país, la costa es apenas el 10% y el altiplano corres-
ponde al 25%1. A despecho que la imagen tradicional del Perú es su identidad andina,
el país tiene varias particularidades, incluso desde el punto de vista geomorfológico,
pues “podría ser país tropical, pero gran parte del clima se encuen-
tra modificado por la acción de la corriente marina de Humboldt o
peruana, y sólo en la región amazónica adquiere las características Ï El presente artículo es resultado del
Proyecto DICYT, Universidad de
propias de un geosistema tropical”2. Santiago de Chile, “El Tratado de
Pero en cuanto objeto de estudio de la Historia de las Relaciones 1904 y las Relaciones Internacionales
de Chile y Bolivia”, en el cual el
Internacionales, Perú sólo aparece como un país efectivamente ama- autor es investigador principal.
zónico desde fines del siglo XIX y ligado a la expansión cauchera y a Presentado originalmente en
el “Seminario de Historia de las
la posguerra del Pacífico. Si las imágenes fueran las convencionales Relaciones Internacionales”, USACH,
y estuviésemos convencidos de que las fronteras estaban definidas y realizado en Santiago de Chile en
octubre-noviembre 2008. Agradezco
entregadas en 1810 a cada nueva república, añadiríamos que desde el las referencias bibliográficas y el
punto de vista del imaginario de los mapas y declamaciones jurídicas, conocimiento previo del libro del
historiador militar Marco Antonio
Perú republicano es una copia desvalida del Virreinato del Perú. Sin Merino Amand (publicado luego como
embargo, tal cosa no nos parece posible: más bien hablamos de expan- Fernando Lores Tenazoa, El heroísmo de
un soldado y provinciano (Lima: Fondo
sión, penetración, influencia y consolidación de límites en tierras que Editorial Universidad Alas Peruanas,
no habían sido exploradas ni sometidas a soberanía efectiva, y que 2008), al profesor peruano Fernán
Altuve-Febres Cordero, biznieto de
estaban en una contienda con Bolivia, Brasil, Ecuador y Colombia. Ubaldo Lores, descendiente de Benito
En segundo lugar postulamos que el avance en esos tres ciclos y Fernando Lores, protagonistas de la
expansión cauchera en el Putumayo,
se hizo por medios diplomáticos, políticos, militares, económicos y sin cuya ayuda este artículo hubiera
migratorios (aunque no analizaremos este punto en detalle) en el sido imposible.
período comprendido entre 1903 y 1942, correspondiendo un eje 1. Patricio Rubio Romero, Perú (Madrid:
Anaya, 1988), 14.
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110 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
articulador fundacional al periodo que va desde 1903 hasta 1909, y luego otro expansio-
nista entre 1910 y 1932, para luego entrar en un ciclo de estabilización entre 1932 y 1942.
Por lo demás, hace ya tiempo vengo insistiendo en que los límites entre Chile y Perú
no se pueden ver desconectados de un enfoque multilateral, y que las fronteras mutuas
no son líneas al modo europeo, sino fajas o bandas anchas al modo norteamericano.
Asimismo, creo que no se trata de exponer una historia jurídica, sino de explicar pro-
cesos en los cuales las fronteras se alteran, y en la cuales las argumentaciones jurídicas
operan como persuasiones de política exterior de cada Estado.
No es difícil percatarse de que los autores peruanos han visto la historia de los límites
de su país como un proceso frustrado, como un fracaso global, tanto como mantención
del Perú con las fronteras del Virreinato, como por la pérdida de su soberanía sobre
las provincias de Tarapacá y Arica. De hecho, hacia finales del siglo XIX y comienzos
del XX, Perú sostuvo alternativamente este principio con Bolivia y Argentina frente a
Chile para invocar el principio de retroactividad de las anexiones territoriales por gue-
rra, pero no en los litigios en los cuales ocupó territorio ante Ecuador, Bolivia, Brasil o
Colombia, sus otros vecinos.
También en otros casos, como la provincia de Jaén, se consideró la libre determina-
ción de sus habitantes para adherir al Perú, pero sólo a principios del siglo XX se enunció
de forma clara la idea de que la ocupación física de territorio con población daba de-
rechos, y se refrendó con la ocupación de la provincia del Oro en 1941. De ese modo
podemos considerar como un principio general pero no absoluto la formulación del utis
possidetis iuris (“lo que poséis lo seguiréis poseyendo”) en el Congreso de Lima de 1848, al
cual adhirieron Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Colombia.
El utis possidetis iuris manifestaba que los límites de las Repúblicas serían lo que ha-
bían poseído hacia 1810 las antiguas unidades administrativas de la Corona española.
Pero el principio tenía limitaciones. Una de ellas era que, si bien las repúblicas acepta-
ban tener los límites de sus antecesores coloniales, las tierras no exploradas se darían
como parte de la soberanía de cada cual. El problema fue, tempranamente, atribuirla
a cuál. Para los peruanos, las tierras no exploradas o no descubiertas pertenecían a
las unidades mayores (virreinatos) y no a las menores (audiencias, capitanías). Como
las exploraciones, la ocupación demográfica y las explotaciones económicas se habían
hecho longitudinalmente, alrededor de la costa, y no costó mucho sostener que las
únicas tierras no exploradas eran las del interior, lo que se denomina “selva” y que se
identifica con la Amazonía. Perú forjó una doctrina según la cual la posesión de estas
tierras le correspondía naturalmente, por herencia virreinal, a Lima y no a Quito, pese
a que otros países así lo reconocían, como el caso de Brasil, que en 1904 (Tratado Río
Branco-Tobar) fijó sus fronteras con Ecuador.
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Cristián Garay Vera 111
La idea de que Perú era un país que fue de más a menos estaba afincada en la tesis de
que el primitivo virreinato abarcaba buena parte de América del Sur y posteriormen-
te había sido cercenado hasta la creación del Virreinato del Plata y de la república del
Ecuador y de Bolivia. Esta tesis se encuentra en muchos de los libros que se han constitui-
do en la visión dominante de los límites del Perú, como por ejemplo los de Gustavo Pons
Muzzo, de Raúl Porras Barrenechea y Alberto Wagner de Reyna3, y más recientemente
en la obra de Juan Miguel Bákula4. En el caso de Porras, se trata además del Ministro de
Relaciones Exteriores que afronta los hechos de 1909 y 1910, un periodo particularmente
conflictivo de las relaciones diplomáticas con Brasil, Bolivia y Ecuador.
Pero esta tesis la podemos controvertir. A nuestro juicio Perú gradualmente fue desplazan-
do el principio del uti possidetis y restringiéndolo solamente a su discusión con Chile. Siguiendo
la política de los hechos consumados (fait accompli), apoyó directamente
a los colonos-empresarios que desde Iquitos se internaron en el “infier-
no verde” del Acre boliviano (y luego brasileño) y en el “Trapecio” de 3. Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del
Perú. Estudio Histórico (Lima: Iberia, 1961)
Leticia, que constituyeron la columna vertebral de los negocios y aspira- y Raúl Porras Barrenechea y Alberto
ciones de la elite loretana . Ésta, verdadera constructora y sostenedora
5 Wagner de Reyna, Historia de los límites
del Perú (Lima: Editorial Universitaria,
de la expansión peruana sobre el Amazonas, fue la contraparte de las 1981 [1930] y [1960]).
elites de Manaos en Brasil y Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, que tam- 4. Juan Miguel Bákula, La política
bién disputaban el Amazonas6. Sorprende que en Colombia dicha elite internacional entre el Perú y Colombia
(Bogotá: Editorial Temis, 1988), y Perú
no existiera, y que muy por el contrario Leticia se levantara por manos y Ecuador. Las relaciones internacionales
peruanas, y que fuese más bien la acción de los cónsules comerciales lo entre el Perú y Colombia (Bogotá: Editorial
Temis, 1997).
que presionara a Bogotá a tomar cartas en el asunto entre 1910 y 1919 . 7
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112 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
Sin embargo, Perú no detuvo sus reajustes territoriales en 1930. Por el contrario, si-
guió insistiendo en 1932 con el incidente o guerra de Leticia, y en 1941 cuando invadió
la Provincia de El Oro en Ecuador y consiguió su adscripción por el Tratado de Rio de
Janeiro en 1942.
1. L a fase fundacional
Parte de la expansión es económica. Entre 1885 y 1907 se inicia la fiebre del caucho
y la zona es colonizada por diferentes empresarios y aventureros. Es inducida por el
hecho de que la planta del caucho sólo se daba en esa época en el Amazonas, y es reva-
lorizada con la patente del caucho para neumáticos de Goodyear. De ellos destaca Julio
César Arana, quien constituye un imperio en la zona, con ramificaciones en la zona
colombiana de Leticia. La otra parte de la expansión está relacionada con la política
misional: es la construcción de la “peruanidad” de las tierras amazónicas, que es el
eje de las convicciones del Presidente Leguía, y el motivo por el que da cierto apoyo a
estas incursiones privadas. Esta expansión estaba apoyada además por el papel de los
misioneros católicos en estas tierras, y que se ven como avanzada de un papel civiliza-
dor, especialmente entre los uitotos. De hecho, Lima había iniciado negociaciones con
la Santa Sede que culminaron en 1898 con la creación de las prefecturas apostólicas
de San León del Amazonas, con sede en Iquitos y confiada a los agustinos; la de San
Francisco del Ucayali, con centro en Santa Rosa de Ocopa y entregada a los francisca-
nos; y la de Santo Domingo del Madre de Dios o del Urubamba, cuya sede era el Cuzco,
donada a los dominicos9. El convenio fue ratificado en 1899 tras algunas tensiones por
el nombramiento de prefectos.
Pero estas tensiones eran anteriores, ya que la discusión sobre
9. Pilar García Jordán, “En el corazón de qué parte de la Amazonía era peruana antecedía a la eclosión de
las tinieblas… del Putumayo, 1890- los reclamos y a las dos Guerras del Acre (1899-1900 y 1902-1903),
1932. Fronteras, caucho, mano de
obra indígena y misiones católicas en cuando los brasileños ocuparon el Acre por estar colonizado
la nacionalización de la Amazonía”, por connacionales tras dos rebeliones que recibieron el nombre
Revista de Indias, LXI: 223 (2001):
591-617. de Revolución Acreana, por parte de quienes la hicieron, el de
10. Véase J. B. Serier, “La Guerre du
Guerra del Acre, para los observadores regionales, y de guerra del
Caoutchouc (1899-1903)”, Revue caucho para los observadores externos al conflicto (Rubber War o
Générale du Caoutchouc et des Plastiques
62: 654 (1985): 107-108. Breves y
Guerre du Caoutchouc)10. Los peruanos argumentaban que no sólo
escuetas referencias del conflicto Ecuador no había salido al Amazonas, sino que además Bolivia
en idioma inglés en el panorámico
texto de historia militar de Robert L.
tampoco lo había hecho. Bajo ese supuesto discutieron la sobe-
Scheina, Wars: the Age of the Professional, ranía boliviana y se avinieron firmar un Tratado Preliminar de
1900-2001 vol. 2, (Washington D.C.:
Brassey´s Inc, 2003), 7-9; y en lo
Límites con Bolivia en La Paz, el 26 de abril de 1886, para demar-
diplomático, también breve, el trabajo car la zona de las cuencas de los ríos Madra, Purús y Yurúa entre
de Erik Goldstein, Wars and Peace
Treaties 1816-1991 (London; New York:
Routledge, 1992), 185-186.
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Cristián Garay Vera 113
Perú y Bolivia. Esto porque ya había un reclamo peruano en 1867 por el Tratado de
Límites Boliviano-Brasileño.
2. E l primer reajuste
La primera manifestación de este cambio se originó a fines del siglo y fue directa
consecuencia de las compensaciones que Perú exigió a Bolivia por los costos de la pér-
dida de la Guerra del Pacífico y de la onerosa alianza que sostuvo con aquel país. Con
Perú los incidentes eran recurrentes: tanto en 1897 y en 1902 como en 1904, con parti-
cipación de caucheros brasileños y peruanos. Aunque la línea divisoria respetaba el utis
possidetis en el Tratado de 1851, nada se pudo hacer frente a los movimientos de pobla-
ción. Comerciantes peruanos se habían internado en el Estado de Belem, en Brasil, con
gran enojo del gobernador, que los detuvo11. En Jurúa había brasileños desde 1870 y en
Purús desde 1893. En 1901 se instalaron oficialmente los caucheros peruanos. En 1902 el
Prefecto del Departamento de Loreto, que venía a hacer regir la soberanía peruana, se
instaló en el río Amonea. En 1903 otro comisario peruano hizo lo mismo en la boca del
río Chandless, pero las tropas brasileñas y los colonos lo rechazaron en septiembre de ese
año. En 1904 otro incidente tuvo lugar cuando una nueva expedición peruana chocó con
los inmigrantes brasileños. De modo que las negociaciones Velarde-Río Branco fueron
del todo necesarias para bajar el ritmo de las tensiones mutuas12.
La presencia peruana en todo caso era ostensible por donde se viera, y por ello en
1909 quedó confirmada la posesión entre Jurúa y Purús, territorios donde, dice un autor
brasileño, sólo había habitantes y establecimientos peruanos13. Este cúmulo de conflictos
se resuelve entonces por delimitación del Titicaca -compensación territorial de Bolivia
a causa de los reveses peruanos en la Guerra del Pacífico donde fue incluida por su ex
aliada- y en la discusión acerca de las pretensiones peruanas en el
Acre boliviano, que se regularon por el Tratado general de Arbitraje
11. Vera B. Alarcón Medeiros,
con Perú (1901), y luego por el Tratado Osma-Villazón del 23 de sep-
“Incompreensível colosso. A Amazonia
tiembre de 1902. no Início do Segundo Reinado (1840-
1850)” (Tesis doctoral, Universidad de
Pero la invasión del territorio del Acre entre los ríos Purús y Barcelona, 2006), 131. El motivo de la
Yarúa fue consecuencia de la creación de una provincia nueva, detención era impedir el tránsito de
personas y embarcaciones por los ríos
digitada desde el Departamento de Loreto que hizo de eje de la ex- que controlaban los brasileños.
pansión peruana hacia Leticia y Acre. Encontramos su creación en
12. Jorge de Araujo, Introducao as obras
la prensa de la época: do Barao de Rio-Branco (Rio de Janeiro:
“Ha llegado a manos del gobernador del Estado una proclamación en Ministerio das Relacoes Exteriores,
1945), 160-163.
forma de decreto, en la cual don Leopoldo Collazos, en carácter de
13. De Araujo recuerda que allí era
jefe político y militar, declara formar en nombre de la República del
“donde solo había habitantes y
Perú una provincia peruana en el alto Purús, en el lugar en que el establecimientos peruanos” (“onde só
havia habitantes e estabelecimentos
peruanos”). Jorge De Araujo, Introducao
as obras, 169.
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Brasil mandó colocar su marco divisorio con Bolivia. Alega don Leopoldo Collazos que
aquel límite del Brasil es con el Perú y no con Bolivia. La nueva provincia tendrá el
nombre de Grau, en homenaje del almirante don Miguel Grau, muerto gloriosamente
en la guerra con Chile. La nueva provincia tendrá un subprefecto desde aquel límite
con el Brasil hasta el Urubamba y tendrá tres distritos mandado por gobernadores.
Dos batallones, uno denominado Loreto y el otro Lima; una aduana para cobranza
de impuestos. El batallón Loreto quedará guarneciendo la frontera, izará siempre y
conjuntamente con el Perú el pabellón brasilero, en atención a la buena amistad y
concordia que se profesan ambos países”14.
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Cristián Garay Vera 115
del territorio del Acre boliviano y consigue retenerlo tras la victoria 19. “Cuestión de límites con el Perú”, El
Mercurio, Valparaíso, 14 de diciembre,
en 1903, y es reconocido en 1909 por Brasil. 1903, 7.
La línea discutida por Perú se hizo efectiva con el conflicto del
20. “A estreita amizade entre o Brasil e
Acre. La reivindicación peruana se hizo ostensible en plana guerra, o Chile tem servido para contar suas
y eso permitió ocupar los territorios que se entregarían en litigio al veleidades (de los argentinos) de
intervencao franca com a Bolívia e no
Presidente de Argentina, el cual falló en 1909. La figura que abajo se que ainda temos pendente com o Perú”,
presenta es la versión oficial del litigio, expuesta por Pons en 1961. Despacho para Washington del 31.03.1906,
citado por Amado Luiz Cervo y
Clodoaldo Bueno, História da Política
Exterior do Brasil (Brasilia: Instituto
Brasileiro de Relacoes Internacionais/
Editora UnB, 2002), 195.
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116 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
Fuente: Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del Perú. Estudio Histórico (Lima: Iberia, 1961), 168.
El episodio es ilustrativo para poner de relieve una argumentación peruana que fue
rechazada. Lima, para dirimir la cuestión del Acre y sobreponerse a las reclamaciones bra-
sileña y boliviana, argumentó que era legítima propietaria de los espacios no explorados del
Virreinato, pues éstos debían pertenecer a las unidades mayores (léase virreinatos) y no
a las menores (gobernaciones, audiencias) que dependían de aquellas. Pons sostiene así,
reproduciendo el argumento peruano, “que las Audiencias tenían jurisdicción sobre los
territorios ‘reales’ o ‘actuales’ es decir poblados o colonizados, y que los territorios ‘no des-
cubiertos’ [léase ‘no explorados’] eran los distritos bajo la jurisdicción del virrey”21.
De modo que lo no asignado por los mapas, pero sometido a la jurisdicción global es-
pañola, era parte del Virreinato del Perú y por ende de su sucesora política, la República
del Perú. Este argumento es difícil de comprender. De modo que
podemos escucharlo de otro espectador, esta vez no peruano, el es-
pecialista español Francisco Morales Padrón:
21. Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del
Perú, 163.
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Cristián Garay Vera 117
“Para Perú estas tierras [las amazónicas] eran tierras no descubiertas y cualesquier
título que se pudieran esgrimir recabándolas como propias eran vagos y confusos.
Tales tierras -dicen los peruanos- no se hallaban comprendidas ni en la Audiencia de
Charcas ni en la de Lima. Ambas limitaban con ellas. Las audiencias solo dejaban sen-
tir su jurisdicción sobre tierras sometidas, no así los virreinatos […] Y de pertenecer a
una audiencia sería a la pretorial de Lima y no a la subordinada de Charcas [Bolivia].
Por eso Perú protesta cuando el tratado de 1867 entre Brasil y Bolivia, pues considera
que las zonas del Yurúa Púrús y Yitay eran suyas”22.
Un arreglo general entre Perú y Bolivia fue obtenido en 1909 y fue paralelo a la revisión
de la línea sobre el Titicaca. Un hito de esta discusión fue el proceso de arbitraje argentino
entre Bolivia y Perú. El fallo del Tratado Polo-Sanchez Bustamante de 1909, dirigido por el
Presidente argentino Figueroa Alcorta, desechó la argumentación que expuso Perú de que
los territorios no descubiertos pertenecían al Virreinato del Perú, y los conocidos o rea-
les, a las unidades territoriales de 1810. Aunque este tratado fue desfavorable igualmente a
Bolivia, que pretendió no reconocerlo, el fondo de la argumentación peruana fue desechado
tras varias reflexiones jurídicas y políticas del tema23. El presunto desconocimiento bolivia-
no fue abortado, pero remanentes del conflicto provocaron pequeños incidentes, lo que dio
origen a los Protocolos adicionales de 1911 y 1912 sobre el Acre.
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118 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
exacerbado tras la derrota con Chile. El avance hacia el norte rememora de hecho la imaginación
territorial: Arica, Tarapacá. Un joven ingeniero peruano bautiza la nueva población de Leticia
por el nombre de la hija del cónsul británico, hecho que tratará, en vano, de ser borrado por los
colombianos, a la postre dominadores de la población. Leticia es obra de esta migración y tiene un
periodo fundacional peruano. Pero también representa el arco máximo de su etapa de expansión
que en un mediano plazo desaparecerá.
La disputa con Bolivia y Brasil descubre la expansión peruana hacia el interior del
Amazonas. Como dice Pons, Perú y Brasil son los únicos países auténticamente ama-
zónicos, es decir, que han hecho un objetivo en su política exterior la incorporación y
asimilación de esa zona25. De hecho Brasil y Perú son los países que se expanden en sen-
tido horizontal, buscando penetrar el interior del continente, a diferencia de los demás,
que lo hacen en sentido trasversal o vertical.
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Cristián Garay Vera 119
en Washington, pero desde 1940 sucedieron otros incidentes armados que escalaron a conflicto en
1941, y Perú ocupó la provincia ecuatoriana de El Oro. En 1942 la reunión de Río de Janeiro consagró
la ocupación peruana y declaró a Chile, Argentina y Brasil garantes del acuerdo final.
Fuente: Gustavo Pons Muzzo, Las fronteras del Perú. Estudio Histórico (Lima:
Iberia, 1961), 47.
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120 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
6. L a expansión
La rearticulación de las fronteras amazónicas afectó a todos los actores de la región. Por
ello la disputa con Colombia tiene el mismo origen. Bolívar aspiró en 1822 a que su nuevo
país tuviera acceso al Amazonas, y como sucesora de la Gran Colombia, la República de
Colombia empezó desde 1894 a discutir sus pretensiones sobre el Amazonas.
Como se sabe, Perú avanzó con sus comerciantes y colonos sobre el acceso al Amazonas
colombiano. Instaló sus inmigrantes en la zona y se constituyó la ciudad de Leticia. El
eje fue el Departamento de Loreto, desde donde salían los caucheros, que fundaron las
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Cristián Garay Vera 121
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122 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
Walter Hardenburg, quien fue testigo involuntario de la masacre y escapó a duras pe-
nas para denunciar el infierno en el Putumayo en un libro famoso: The Putumayo. The Devil´s
Paradise (1912)34. Nuevos antecedentes (especialmente los de la Santa Sede que cuestionó
duramente los procedimientos empleados con los indígenas ya en 1911) cuestionaron la
actividad peruana, de lo cual se aprovecharon los colombianos, como era lógico (incluso
patrocinando textos de denuncia), y también Gran Bretaña, quien era directa competidora
en el negocio y el control de los créditos que daban origen a las empresas caucheras, cuya
comisión parlamentaria sesionó desde 1911 a 1913. Tal como en el Congo, y hasta con un
protagonista en común (Roger Casement), la denuncia vino a destruir el imperio comercial
peruano, haciendo que el Presidente Leguía nombrara una Comisión Criminal (1910-1911)
para investigar los delitos y afirmó por contrapartida la alegación colombiana35. El prin-
cipal efecto de esta cuestión fue revertir la campaña gubernamental y de la Compañía de
Arana en torno a recalcar la peruanización de esa explotación. En ese marco se dieron
los incidentes bilaterales. En 1910 sucedió el incidente del Caquetá. Una expedición del
general colombiano Isaías Gamboa se instaló en Puerto Córdoba y, para contrarrestarla,
el Batallón N° 9 de Chiclayo (peruano) viajó por la selva y embarcó en
Iquitos para llegar a Puerto Córdoba y desembarcar entre el 10 y 12 de
34. El escándalo del Putumayo divide el julio. Aunque vencieron los peruanos, devolvieron finalmente Puerto
antes y el después de la buena fortuna
peruana hasta entonces. Por ello no es Córdoba o La Pedrera a sus anteriores dueños.
de extrañar que haya trabajos extensos En 1916 Colombia y Ecuador pactaron sus fronteras por sobre las
sobre este tema. Entre ellos destaco el
ya citado de Ovidio Lagos, Arana, 85-97 pretensiones peruanas por el Tratado de Límites, pero la ratificación
y el trabajo académico de Clara López debió pasar por sobre la objeción de Brasil, que vio desconocida la lí-
Beltrán, “La exploración y ocupación
del Acre (1850-1900)”, Revista de Indias nea Tabatinga-Apaporis hasta la firma del Acta de Washington (1925)
LXI: 223 (2001): 573-590. El punto de con presencia de todos. Es la primera vez en que un tercero exigía la
vista colombiano en los varios trabajos
de Roberto Pineda, “El comercio custodia de sus derechos en el Amazonas, y en que se obraba para
infame. El Parlamento británico y la despejar la cuestión multilateralmente.
Casa Cauchera Peruana (Casa Arana)”,
Boletín de Historia y Antigüedades 89: Quedaba así resuelta la cuestión de límites con Perú, pues al
817 (2002): 379-400, “La casa Arana en peso de los acuerdos había que sumar una seria objeción moral in-
el Putumayo. El Caucho y el Proceso
Esclavista”, Credencial Historia 160 ternacional respecto del comportamiento de la Casa Arana. Dada la
(2003), Publicación digital en la página información, ya entre 1910 y 1911 el asunto se debatió en Europa
web de la Biblioteca Luis Ángel Arango
del Banco de la República. Disponible y debilitó la imagen peruana. En el año 1912 se publicó el libro del
en: www.lablaa.org/blaavirtual/ estadounidense Hardenburg. La presión fue demoledora sobre Perú
revistas/credencial/abril2003/1raro.
htm, y “Novelistas y etnógrafos en el que había apoyado políticamente a Arana, devenido también en há-
Infierno de la Casa Arana”, Boletín de bil político. Pero nada pudo hacer cuando se puso sobre la mesa el
Historia y Antigüedades 91: 826 (2004):
485-522. Tratado Salomón-Lozano de 1922, negociado y mantenido en secreto
35. “No es extraño que cuando los hechos
hasta su ratificación en 1928 y que cedió a Colombia la zona entre
del Putumayo fueron conocidos en el río Putumayo al Caquetá. En 1930 “la demarcación y entrega de
Europa se recurriera a la inmediata
historia congolesa”. Pilar García Jordán,
“En el corazón de las tinieblas”, 593.
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Cristián Garay Vera 123
los territorios en cuestión quedó concluida pocos días antes de la caída del Presidente
Leguía”36. La ejecución del tratado además se ajustó al Tratado entre Perú y Brasil de
octubre de 1851. A la larga, Perú perdió el condominio absoluto del río Amazonas -si bien
conservó el acceso por el río Putumayo y Colombia- retuvo la provincia de Leticia con
122.912 kilómetros.
Pero en 1932 Leticia fue ocupada por el Frente Patriótico de Loreto, peruano, una orga-
nización civil digitada por el empresario cauchero Julio César Arana. Esa era la expresión
de contrariedad de la élite loretana, que tenía sus inversiones en la zona y además había
obstruido en el congreso con sus diputados la ratificación del Tratado Salomón-Lozano.
La campaña previa fue liderada por el Centro Loretano de Lima, donde sus puntos de
vista podían encontrar recepción en el parlamento, el gobierno, las fuerzas armadas y
la opinión pública. Si bien El Comercio de Lima discutía la firma del Tratado, se recor-
daba que en 1890 cuando se firmó el Tratado García-Herrera se reconocía que “[p]arte
de la inmensa zona disputada en el oriente, está regida por las leyes y autoridades de
Colombia”37. Lo que sucedía es que en el curso de esos años, la presencia peruana se había
vuelto real y que los sólidos intereses en el Trapecio hacían insistir en la discusión.
La situación derivó en enfrentamientos armados entre peruanos y colombianos. Tras
estar formalmente delimitada la frontera en 1922, diez años después, en 1932, se produjo
un ataque peruano. El asalto, en septiembre de ese año, fue realizado por un grupo de
militares de Chimbote y civiles, encabezados por el alférez Juan de la Rosa. Los agentes de
la Policía y el intendente fueron reducidos, debiendo éste último radicarse en Benjamín
Constant (Brasil). El gobierno peruano no condenó explícitamente el hecho. Colombia
armó una expedición de la nada adquiriendo buques fluviales: el Córdoba, ex transporte
alemán, el Mosquera, el Bocayá, el Mariscal Sucre y el Bogotá. Después de la toma de Tarapacá
el general Vázquez Cobo determinó la ocupación de Leticia y adop-
tó el plan del asesor chileno, general Díaz Valderrama, “consistente
en ocupar primero los puertos peruanos de Guepi, Puerto Arturo y
36. Raúl Porras Barrenechea y Alberto
Pantoja sobre el Putumayo. De ser necesario, bombardeo y destruc- Wagner de Reyna, Historia de los
ción de Iquitos. Por último, recuperación de Leticia”38. La fuerza límites, 111.
naval y aérea hostigó a los peruanos, que se defendieron, pero que 37. Citado por José Santos Chocano, El
escándalo de Leticia. Ante las conferencias
no pudieron impedir que Brasil concediera el permiso para navegar de Río de Janeiro (Santiago de Chile:
hacia el Trapecio desde su territorio. Se esperaba una guerra exten- Talleres Gráficos La Nación, 1933), 32.
dida cuando fue asesinado el Presidente Sánchez Cerro. Además, 38. Álvaro Valencia Tovar, dir. Historia
de las Fuerzas Militares de Colombia,
Estados Unidos anunció su rechazo al cambio por la fuerza de los
vol. 3 Ejército (Bogotá: Planeta, 1993),
límites mutuamente consentidos. En consecuencia, tanto por las ac- 36. Este plan fue discutido en el seno
del contingente y se decidió “una
ciones militares como por la presión internacional Puerto Córdoba
estrategia, ofensiva de amplio aliento”
hubo de ser devuelto por el Presidente Oscar R. Benavides ese mismo por medio de una maniobra por
“líneas exteriores”. Álvaro Valencia
Tovar, dir. Conflicto Amazónico 1932/1934
(Bogotá: Villegas Editores, 1994), 163.
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124 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
año. Pero había un rescoldo y en 1934 una breve lucha entre ambos países terminó con el
retroceso militar de los peruanos. Durante 1934 la zona fue administrada por la Sociedad
de las Naciones, en cuyo territorio ondeó la bandera de la entidad para asegurar la neu-
tralidad, hasta que fue traspasada nuevamente a Colombia.
La disputa con Ecuador concluyó con la ocupación peruana de la provincia del Oro.
Como dice Morales Padrón, 1941 permitió que en 1942 se trazara
“una línea fronteriza que privaba al Ecuador de casi la mitad de lo que consideraba
su patrimonio territorial. El principio de que la conquista da derechos, aplicado por
los chilenos a los peruanos en el XIX, ya aceptado en el Congreso Panamericano de
1889, era impuesto por los peruanos a los ecuatorianos, que se resistieron a aceptar
el acuerdo de 1942”39.
7. E stabilización y conflictividad
El tratamiento estadístico de la información histórica permite situar el accionar in-
ternacional del Perú en otro plano. En primer lugar, en el periodo estudiado permite
constatar una alta conflictividad, entendiendo ésta como la repetición sistemática de
incidentes internacionales y de involucramiento en guerra. En segundo lugar, los in-
cidentes abarcaron todos sus vecinos salvo Chile, con el que tenía una estrategia muy
diversa, en la cual se insistía en el uti possidetis iuris.
Pero la ligazón entre los asuntos con Chile, Ecuador y Bolivia quedó clara con las de-
claraciones del político peruano Augusto Durand en 1910, quien habiendo conversado
con dirigentes chilenos y viendo un ambiente favorable a una solución, advertía que
“este arreglo no se hace aun porque el Perú necesita previamente resolver sus asuntos
con el Ecuador y Bolivia. Entonces habrá llegado el momento, ya que no puede hacerse
todo a la vez. El Perú debe ir solucionando sus cuestiones internacionales en detalle, como
lo fue haciendo el Brasil con sus diversas dificultades de límites”40. Y como sabemos, el método
brasileño fue resolver cada problema pragmáticamente, usando en cada caso un argu-
mento o circunstancia diversa.
Ahora bien, todo esto nos lleva a una forma adicional de considerar el problema. Perú
al convertirse en un actor insatisfecho había ido acrecentando la conflictividad inter-
nacional. Como actor irredento, fijó su atención en el Amazonas, con títulos o sin ellos.
Este fenómeno explica la conflictividad amazónica entre 1903 y 1995. De modo que la
expansión cuando toca techo produce un efecto conservador sobre
las aspiraciones peruanas, que serán mantener lo ya conseguido.
39. Morales Padrón, Atlas Histórico Cultural,
Tomo II, 703. El largo periodo estadístico considerado se explica porque las
40. “Declaraciones del señor Augusto
bases de la misma están en la descripción del proceso que hemos
Durand. Los conflictos internacionales explicado. Ya que, si bien Perú estabiliza sus fronteras en 1942 y a
del Perú”, El Diario Ilustrado, Santiago
de Chile, 14 de diciembre, 1910. Las
cursivas son nuestras.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 108-129
Cristián Garay Vera 125
partir de ahí es defensor del status quo y del equilibrio de poder en esa zona, Ecuador por
el contrario pasa al bando de los insatisfechos. Por ello este artículo se centra entre 1903
a 1942 y en cambio la conflictividad se mantiene hasta 1995, año del último conflicto
peruano-ecuatoriano -esperamos- por territorio amazónico.
2000 Incidentes
Guerras
1950
Revoluciones
1900
Tratados
1850
0 2 4 6
Categorías
Incidentes 1903 Bo (*) 1908 Co (**) 1910 Co 1911 Co
Guerras 1932-1934 Co 1941 Ec 1981 Ec 1995 Ec
Revoluciones 1932 Co
Tratados 1909 Br 1909 Bo 1922 Co 1942 Ec
Bo= Bolivia, Co= Colombia, Ec= Ecuador, Br=Brasil
(*) Ocupación no amistosa del territorio boliviano en disputa con Brasil entre los ríos Purús y Yarúa.
(**) Masacre de La Unión por funcionarios de la Casa Arana y soldados peruanos.
Per-Col 1932
Fuentes: Para construir estos gráficos hemos tenido en cuenta la información cronológica y los mapas conteni-
dos en Werner Hilgemann, Hermann Kinder y Raymond Albeck, Atlas Historique. De l´apparition de l´homme sur la terre
à l´ère atomique (París: Perrin, 1986) [1ª edición alemana, 1964], y más específicamente las láminas Les imperialisme-
sAmérique latine 1830-1914, 368; Restauration et révolutions libéralesAmérique Latine (1800-1830), 326; y Epoque
classiqueAmérique Latine (XVIIe-XVIIIe), 272. Además de los mapas, la cronología de la versión castellana del original
alemán, Herman Kinder y Werner Hilgemann, Atlas Histórico Mundial vol. II De la Revolución Francesa a nuestros días
(Madrid: Ediciones Akal/Ediciones Istmo, 2006). Y a George Duby, Atlas Histórico Mundial (Barcelona: Editorial Debate,
1997), láminas “América Latina. La Independencia de América Latina en el siglo XIX”, 284 y 285.
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 108-129
126 El atributo amazónico del Perú. La construcción de una soberanía 1903-1942
Si algo nos dice este cuadro, en definitiva, es que en el siglo XX, un periodo de bajo nivel
de conflicto interestatal, Perú mantuvo litigios, ocupaciones de facto, guerras o más bien
conatos de guerra de tipo colonial con sus vecinos Brasil, Bolivia, Ecuador y Colombia.
Si bien no degeneraron en conflictos totales, posibilidad que sólo cupo a los incordios
de 1932, 1941 y 1995, suponen un mentís a la sostenida creencia de que en América del
Sur el único conflicto armado fue la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay. En este
sentido, Perú mantuvo en el siglo XX, y ese es el rango elegido, una cierta conflictividad
internacional, referida al ámbito amazónico.
C onclusiones
Perú, tras la derrota con Chile, buscó activamente una política de compensaciones te-
rritoriales. Parte de esa política fue la constitución de su fachada amazónica. Como hemos
visto, combinó el apoyo a la actividad empresarial cauchera con las reivindicaciones te-
rritoriales. En 1903 ocupó parte del Acre boliviano y exigió restituciones a Bolivia por la
Guerra del Pacífico. Esto dentro del ambiente en el que además desde 1904 se acusa a La
Paz de tratar con Chile la cesión de Arica y convenir su ocupación en una guerra. En 1909
un tratado con Brasil retuvo la mayor parte de lo ocupado en el Acre por Perú. Más tarde
progresó sobre Ecuador, que culminó con la ocupación de 1941 de la Provincia del Oro. Sin
embargo, el avance sobre el Putumayo fue moderado por la reacción adversa a la gestión
de la Casa Arana y el “escándalo” por sus métodos de administración. Ello canceló las
pretensiones de peruanizar la zona, pues la Casa Arana era su soporte material. Lima res-
cindió en un tratado medio secreto su presunta soberanía en 1922, pero la resistencia de la
élite loretana, siempre irredenta en este aspecto, le permitió solidarizar con la expedición
“civil” que intentó tomarse por la fuerza a Leticia en 1932. Pero las fuerzas colombianas,
maniobrando desde Brasil, ingresaron al territorio para desalojar a
los peruanos41. La dura reacción militar colombiana, el asesinato del
41. Historia de las Fuerzas Militares de
Presidente Sánchez Cerro y la presión internacional incidieron en
Colombia. Ejército Tomo III (Bogotá: una mediación que, con la Liga de las Naciones, protegió el territorio
Planeta, 1993), 36.
hasta la devolución plena de Leticia a Colombia.
42. Véase sobre este episodio y su relación No obstante el revés descrito, las adquisiciones territoriales pe-
con Chile el reciente texto de Claudio
Tapia Figueroa, La negociación que no ruanas fueron de gran envergadura; en 1942 se daría otro paso que
fue: diplomacia chilena en el conflicto entre fue la ocupación de la Provincia del Oro, en manos de Ecuador, y que
Ecuador y Perú en el Amazonas (1941-
1942) (Viña del Mar: Centro de Estudios estabiliza la frontera amazónica42. Constituyen el reverso de la mar-
Latinoamericanos, Universidad de cha hacia el oeste de Brasil43: fue la versión peruana de la internación
Valparaíso, 2009).
sobre el Amazonas. Como se dijo al principio, hoy Perú ocupa el 13%
43. Ricardo Cassiano, La marcha hacia el
Oeste. La influencia de la “bandeira” en
del Amazonas y es el segundo país con presencia en esa zona. Para lo-
la formación social y política del Brasil. grarlo Perú articuló sus recursos militares y diplomáticos, y además
México Fondo de Cultura Económica,
[1942] 1956) (Marcha para Oeste, 2ª
edición en portugués, 1942).
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Cristián Garay Vera 127
cambió según este escenario sus argumentos desde el utis possidetis iuris a la ocupación
de hecho. Fueron sus avanzadas comerciales las que le dieron la posibilidad de construir
argumentos jurídicos para contender con sus vecinos.
Bibliografía
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130 Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La Violencia
Artículo recibido: 27 Las “tomas” de colegios durante la The Seizure of Schools during the Liberal
de abril de 2009; República Liberal, 1936-1942: parte de la Republic, 1936-1942: Part of the Discursive
aprobado: 15 de junio estructura discursiva de La Violencia Structure of La Violencia
de 2009; modificado: Resumen Abstract
19 de agosto de 2009. Después de 1935, cuando la abstención After the 1935 elections, in which Conservative
electoral conservadora favoreció un gobierno electoral abstention resulted in a completely
completamente liberal, el sueño de una Liberal government, the dream of secular public
instrucción pública laica se afirmó entre los education animated Colombian Liberals. In various
liberales colombianos. Los mandatarios liberales municipalities, Liberal leaders ended contracts
de varios municipios decidieron terminar los with the Catholic clergy to operate schools in
contratos que tenían con el clero para enseñar public buildings; the seizures of these schools
en edificios estatales; las “tomas” de esos became acts of political theater, with mutual
colegios se convirtieron en teatro político, con accusations between the parties of armed plots
acusaciones mutuas de conspiraciones armadas, inspired by the Spanish Civil War. These seizures
inspirados por la Guerra Civil Española. Esos would become part of the discursive structure
hechos serían una parte importante de la of the protagonists of La Violencia in the 1940s
estructura discursiva de los protagonistas de and 1950s, justifying for them the massacres of
La Violencia de los años cuarenta y cincuenta members of the opposite party.
para justificar las masacres de los miembros del
partido opuesto.
Palabras c l av e Key Words
Colombia, República Liberal, Iglesia católica, La Colombia, Liberal Republic, Catholic Church, La
Violencia, anticlericalismo, Guerra Civil Española. Violencia, Anticlericalism, Spanish Civil War.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 130-152
Thomas J. Williford 131
Después de que, por primera vez en casi cincuenta años, los liberales ganaron la pre-
sidencia en 1930 los militantes anticlericales clamaron por terminar la influencia de la
Iglesia Católica en la educación pública. Esos liberales estaban convencidos de que la
Iglesia era intelectualmente atrasada, y por ende responsable de la falta de progreso
espiritual y material del pueblo colombiano; este tropo venía desde
el siglo XIX, cuando liberales de Europa, América Latina y América
del Norte expresaron que el clero no podía educar ciudadanos, dado Ï La mayoría de la investigación para
que la Iglesia era jerárquica y se encontraba bajo la dirección de un este artículo fue hecha en Bogotá con
una beca de la Comisión Fulbright en
potentado extranjero en Roma . Después de la elección de Alfonso
1
2004 y con un University Fellowship
López en 1934 y de la declaración de abstención electoral del Partido de Vanderbilt University en 2005.
Partes del artículo fueron presentadas
Conservador que dejó como resultado unas legislaturas nacionales y en ponencias en la Conferencia de
departamentales completamente liberales en las elecciones de 1935, American Historical Association en
Seattle, 2005; en el Simposio “Mataron
algunas administraciones municipales y departamentales comenza- a Gaitán” 60 Años en Bogotá, 2008, y
ron a aplicar la política de no renovar contratos con las comunidades en el Congreso de Colombianistas en
la Universidad de Virginia, en 2009.
religiosas que educaban en los edificios oficiales y de crear en su lugar La ponencia del Simposio “Mataron
colegios seculares del estado. Por su parte, los conservadores espera- a Gaitán,” “Los actos anticlericales
impulsivos del Nueve de Abril: Retórica
ban ese comportamiento de las mayorías liberales en los gobiernos, y realidad”, fue publicada en Mataron
que reconfirmaba el tropo conservador que venía del siglo XIX de que a Gaitán: 60 Años (Bogotá: Universidad
Nacional) en 2009.
el Partido Liberal era ateo y seguía decidido a destruir la civilización
cristiana por medio de la educación secular, pública y obligatoria. 1. Véase, por ejemplo, Diego Montaña
Cuéllar, Memorias (Bogotá: Universidad
Hay que ubicar, sin embargo, las “tomas” de los colegios en los años Nacional, 1996), 168-170.
treinta y cuarenta2 dentro del esquema de la retórica política de la épo- 2. El término “toma” no fue en general
ca, no solamente por el manejo del vocabulario, sino también por la utilizado por los gobiernos liberales
para describir las acciones que se
actuación de la gente involucrada. Los oficiales liberales del gobierno, caracterizaron como una simple no
los religiosos y los militantes conservadores sabían de antemano que la renovación de contratos; la prensa
conservadora, mientras tanto, con
frecuencia utilizó la palabra “robo”
para representar estas intervenciones.
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toma de un colegio era una obra de teatro, en la que cada uno desempeñaba su papel. Ese era el
juego de la política en Colombia, con reglas aún, en el que los participantes buscaban la mejor
manera de aprovechar cualquier situación para obtener el máximo de ganancia.
Hay más: las tomas de los colegios ocurrieron en un momento de nuevos tropos
retóricos en Colombia fundados en la actualidad internacional del momento, en parti-
cular de la Guerra Civil Española, que estalló con el levantamiento de militares en julio
de 1936 precisamente cuando había rumores de una conspiración militar en Colombia,
y que estaba culminando con la victoria de Francisco Franco y las fuerzas nacionales
en el mismo momento en que el gobierno había tomado el edificio de un colegio domi-
nico en Chiquinquirá en abril de 1939. La retórica política involucrada en los conflictos
de las tomas de colegios es buen ejemplo de cómo militantes y publicistas de los dos
partidos generaban teorías de conspiración basadas en los eventos
de España y de otras partes de Europa, para justificar la actuación
3. “People do not commit political de los protagonistas de las masacres durante La Violencia. Como
violence without discourse. They
need to talk themselves into it. What explica el politólogo David E. Apter,
may begin as casual conversation “Los individuos no perpetúan la violencia política sin discurso.
may suddenly take a serious turn.
Secret meetings add portent. Necesitan convencerse a sí mismos para actuar. Lo que empiezan
On public platforms it becomes como una conversación casual puede convertirse en un asunto serio.
inflammatory. It results in texts,
lectures. In short it engages people Las reuniones secretas agregan fortaleza e interés. En la plataforma
who suddenly are called upon to use pública el discurso se vuelve inflamatorio. Se convierte en textos y
their intelligence. Political violence
then is not only interpretive, it lecturas. En fin, el discurso involucra a gente que está llamada de
engages the intelligences in ways out golpe a usar su inteligencia. La violencia política no es solamente in-
of the ordinary. It takes people out of
themselves”. David E. Apter, “Political terpretativa, sino que enlaza las inteligencias de maneras fuera de lo
Violence in Analytical Perspective”, en ordinario. Lleva a la gente fuera de sí misma”3.
The Legitimization of Violence, ed. David
E. Apter (Houndsmills, Basingstoke,
Hampshire: Macmillan en asociación A pesar de que no hubo muertos ni heridos, durante las tomas
con UNRISD, 1997), 9.
de colegios en los años treinta y cuarenta se puede notar cómo se
4. Daniel Pécaut, Orden y violencia: Evolución
socio-política de Colombia entre 1930 y 1953
desarrollaba un discurso en el que una guerra civil en Colombia era
(1987, repr., Bogotá: Editorial Norma, la expectativa. Pronto un violento conflicto partidista se hizo reali-
2001), 561, las cursivas aparecen en el
original. Pécaut elabora este tema en las
dad. Como dice el sociólogo Daniel Pécaut, “en un momento dado, se
páginas 589-610, concentrándose en el produce un nuevo desciframiento de esta división [partidista] que
discurso sobre etnia; también trata de
la atmosfera de miedo y desconfianza,
conduce a que lo político sea directamente percibido como Violencia”4.
utilizando la frase de Freud “inquietante Muchas de las medidas tomadas por las administraciones liberales
extrañeza” para describirla (553-555).
Aunque estaba estudiando las últimas
para reformar la educación pública no tenían necesariamente un enfo-
décadas en Colombia, el antropólogo que anticlerical; se pueden ver como una continuación de los esfuerzos
Michael Taussig describió la misma
situación como un “sistema nervioso”
de los gobiernos conservadores de los años veinte, que inclusive invi-
en que el “estado de excepción” vuelva taron misiones extranjeras -especialmente de Alemania- para mejorar
a ser cosa normal. Michael Taussig, The
Nervous System (New York: Routledge,
1992), 11-35.
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la preparación de los profesores en las escuelas normales5. Con la elec- Liberal Bogotana, 1914-1918 (Bogotá:
Universidad Pedagógica Nacional,
ción del liberal Enrique Olaya Herrera a la presidencia en 1930 muchos 2000), 123-124.
pedagogos liberales querían continuar y profundizar estas reformas; 6. Aline Helg, La educación en Colombia, 135-
por ejemplo, Agustín Nieto Caballero, fundador y director del Gimnasio 160; y Víctor Manuel Prieto, El Gimnasio
Moderno, 57-76, 87-111, 123-125.
Moderno en Bogotá, ya había tenido sus experiencias aplicando las
ideas sobre la educación activa del pedagogo Belga Ovide Decroly, lo 7. Presidencia de la República, Ministros del
Siglo XX, (Bogotá: Imprenta Nacional,
cual le dio la posibilidad de influir en el campo de la enseñanza a los 1982), 78 y 86.
profesores y en la organización del currículo nacional6. Animados 8. Aline Helg, La educación en Colombia, 160-
por los cambios en la educación mexicana después de la revolución 161, 166-194; y Renán Silva, República
Liberal, intelectuales y cultura popular
de 1910-1920 y en España después de la formación de la república en (Medellín: La Carreta Editores, 2005).
1931, ministros de educación durante la República Liberal como Darío
9. Alfredo Vázquez Carrizosa, El Concordato
Echandía (1935-1937), Alfonso Araujo (1938-1940) y Jorge Eliécer Gaitán de Colombia con la Santa Sede, Julio 12 de
(1940-1941)7 hicieron también sus esfuerzos en los campos de la alfa- 1973 (Bogotá: Ministerio de Relaciones
Exteriores, 1973), 135.
betización de adultos, educación de mujeres y cultura popular8. Tales
10. Ricardo Arias, El episcopado colombiano:
esfuerzos obtuvieron resultados positivos e interesantes para la edu- Intransigencia y laicidad (1850-2000)
cación en Colombia, pero casi siempre contaron con la oposición de (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2003),
147-150; y La educación en Colombia,
sectores del conservatismo y del clero, los cuales reclamaban que las 161-166.
reformas educativas no solamente no se ajustaban al papel histórico de
11. Christopher Abel, Política, Iglesia
la Iglesia en la instrucción pública como estaba estipulado en los artícu- y Partidos en Colombia (Bogotá:
los 12, 13 y 14 del Concordato de 18879, sino que además eran un intento Universidad Nacional, 1987), 187; y
Ricardo Arias, El episcopado colombiano,
por separar a Colombia de su cristianismo tradicional10. 124-125.
En este ambiente los militantes anticlericales hicieron más difícil el 12. “Debate político sobre ‘Techo’
trabajo de los liberales moderados para reformar la educación tanto a hubo en la Cámara”, Diario Nacional,
Bogotá, 26 octubre, 1935 (“Recortes”
nivel nacional como a nivel departamental y municipal. Especialmente Vol. A, Archivo Provincial de la
después de las elecciones de 1935 los anticlericales clamaron para una Sociedad de Jesús en Colombia,
Curia, Bogotá [“Recortes”] A: 43).
separación entre Iglesia y Estado mucho más fuerte de la que la admi- En los años treinta y cuarenta
nistración de López y otros liberales querían. Varios pequeños actos los jesuitas trataron de recopilar
los artículos periodísticos que
anticlericales resurgieron en muchas partes del país11: por ejemplo, algu- trataban de su comunidad religiosa
nos concejos municipales, asambleas departamentales y representantes publicados en todo el país. Recortes
de estos artículos aparecían
a la Cámara pidieron la expulsión de los jesuitas de Colombia, propuesta entre dos volúmenes que ahora
que estuvo directamente relacionada con los hechos sucedidos durante se encuentran en su Archivo
Provincial. Ellos son una fuente
la república española en contra de esa comunidad religiosa12. En algu- valiosa no solamente porque reúnen
nos casos, esas acciones anticlericales artículos sobre un solo tema en un
solo lugar, sino por que incluyen
provocaron divisiones dentro de los los de algunos periódicos que no
liberales a nivel local. 5. Aline Helg, La educación en Colombia están disponibles en las bibliotecas.
1918-1957: una historia social, Los mismos recortes casi siempre
No es sorprendente entonces económica y política, trad. Jorge tienen la fecha de publicación y el
que los colegios de los jesuitas Orlando Melo y Fernando Gómez nombre del periódico; cuando la
(Bogotá: CEREC, 1987), 114-131; y información no está completamente
Víctor Manuel Prieto, El Gimnasio clara, la cita tiene un signo de
Moderno y la Formación de la Élite interrogación [?] al lado.
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rales y jesuitas por el tema de la educación fue el regreso a manos 30. “Discurso del doctor Francisco Puyana
Menéndez”, Oriente, 20 julio 1937: 1
del Estado de la sede del Colegio de San Bartolomé en Bogotá. (Recortes A: 116).
Menos de dos semanas después de la procesión en Bucaramanga, la
31. Francisco Puyana Menéndez fue un
administración de López informó a la comunidad jesuita que había abogado que sirvió como concejal en
tomado la decisión de usar el edificio para poner a funcionar un varios municipios de Santander y fue
elegido a la Cámara en 1942. Tuvo varios
colegio estatal. Los jesuitas estaban construyendo todavía el nue- puestos en el gobierno de Mariano
vo plantel en el barrio La Merced, al norte del centro de Bogotá, Ospina Pérez (1946-1950). Oliverio
Perry, Quién es quién en Venezuela,
así que el gobierno les permitió quedarse hasta el 1 de enero de Panamá, Ecuador, Colombia (Bogotá:
1939 -no tuvieron que trasladarse a mitad del año escolar como en Oliverio Perry y Cía., 1952), 918.
Bucaramanga33-. Sin embargo, los conservadores, liderados por el 32. “Los jesuitas”, 345-346; y
“Bucaramanga”, Noticias, noviembre
ex bartolino Laureano Gómez y su diario El Siglo, declararon, igual 1938: 299-30.
que sus copartidarios de Bucaramanga, que por fin los liberales es-
33. “Volverá a la nación el edificio de S.
taban desenmascarando sus motivos verdaderos: Bartolomé”, La Razón [Bogotá], 28 julio
“Desde su ascenso al poder el partido liberal se propuso hacerles invivible el 1937 (Recortes A: 102-103); “El edificio
de San Bartolomé”, El Tiempo, 30 julio
suelo colombiano a los militares de Cristo. Razones de táctica han demorado 1937 (Recortes A:104); “Lo de San
Bartolomé”, El Espectador, 30 julio 1937
(Recortes A: 106); y “Bogotá: Colegio”,
Noticias, noviembre 1937: 268-269.
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la ejecución de los planes diabólicos y ‘democráticos’. Mas sus dirigentes juzgan que ya ha
llegado el tiempo de arrojar la máscara y lapidar a Quiénes sin presupuesto, sin armas, sin
ejércitos, con sólo su sacrificio, han edificado patria como los próceres. Las logias atizaron a
los concejos municipales para que pidieran la expulsión de los jesuitas, diputados incultos
y endemoniados les quitaron los colegios de Ocaña y Bucaramanga, y en estos momentos
la fauna del capitolio trabaja por expulsarlos del colegio de San Bartolomé, cuna, con el de
Rosario, de la república. El liberalismo emprende pues un ataque a fondo contra el catolicis-
mo al perseguir Quiénes son su espada, su ruta de gloria, su sagaz y fornida vanguardia”34.
Este editorial reclamaba que desde su llegada al poder en 1930, los liberales influidos por
la masonería habían planificado un ataque secreto contra la Santa Iglesia Católica y que la
primera victima sería la comunidad jesuita. Tal retórica anticipando una conspiración anti-
cristiana era exagerada y sin embargo fue usada en el periódico del dirigente del Partido
Conservador (y probablemente escrita por él), y por tanto aceptada sin cuestionamientos
por muchos militantes conservadores. Esos términos son otro buen ejemplo de cómo se
construía una estructura discursiva de preparación a los seguidores partidistas para realizar
actos de violencia en defensa de ideales más altos: ¿Cómo se atrevían los liberales a atacar a
unos curas que “han edificado patria como los próceres”? Ciertamente,
se trataba de un grave crimen y en consecuencia los liberales tenían
34. “La Compañía de Jesús perseguida”, El
Siglo [Bogotá], 29 julio 1937: 4 (Recortes
que ser eliminados porque estaban agrediendo a la patria.
A: 103). El Tiempo reportó que los jesuitas habían acatado la decisión del
35. Sin embargo, el provincial había gobierno sin queja alguna y que el provincial de la comunidad había
cuestionado la utilidad de reemplazar agradecido a la administración por conceder un año más para ter-
una institución de instrucción que
contaba con más de trescientos años de minar la construcción del edificio en La Merced35. La prensa liberal
labor en el sitio con otra de semejantes presentó las protestas de Gómez’ como injustificadas, subrayando
fines educativos, dado que los objetivos
eran los mismos. “Los jesuitas no creen que la ley estaba del lado del gobierno, dado que la propiedad del
que haya hostilidad del gobierno”, El edificio había sido establecida durante una administración conser-
Tiempo, 30 julio 1937 (Recortes A: 104).
vadora anterior36. El periódico liberal de izquierda, El Diario Nacional,
36. “Volverá a la nación el edificio de S.
Bartolomé”, La Razón, 28 julio 1937
dijo que habían sido Gómez y los conservadores, y no los liberales,
(Recortes A: 102-103); “El edificio de quienes habían estado incitando al país a una guerra religiosa: el pe-
San Bartolomé”, El Tiempo, 30 julio
1937 (Recortes A: 104); y “Lo de San
riódico publicó selecciones de una circular que Gómez había enviado
Bartolomé”, El Espectador, 30 julio 1937 (supuestamente en secreto) a los comités conservadores municipales
(Recortes A: 106).
y departamentales, pidiendo que tenían que “‘defender la religión
37. “Laureano envía circulares secretas católica’ gravemente amenazada por el gobierno liberal”37. La admi-
para provocar la guerra religiosa”,
Diario Nacional [Bogotá], 30 julio 1937 nistración de López había terminado antes de la toma del edificio del
(Recortes A: 106). San Bartolomé, dejándole el asunto a la administración de Eduardo
38. “Para verdades…el presidente”, El Siglo, Santos, quien iba a ser elegido el próximo presidente en 193838.
30 julio 1937: 4 (Recortes A: 104); y “La
cuestión religiosa”, El Siglo, 31 julio 1937
(Recortes A: 107).
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Después de la elección de Santos, Gómez declaró que los conservadores iban a par-
ticipar en las elecciones legislativas y municipales en 1939 (celebradas en marzo y
octubre, respectivamente), terminando así con cinco años de abstención. El tema de
los “robos” de los colegios por parte de la administración liberal no fue tan importante
durante las campañas electorales de los conservadores: la masacre de once campesinos
conservadores cometida en enero por una banda liberal en el pueblo cundinamarqués
de Gachetá era el tema del día. Para los conservadores, la masacre era una prueba más
de las intenciones sangrientas que tenían los liberales que estaban en el poder; para
los liberales, la reacción conservadora -de políticos como Laureano Gómez hablando
de “acción intrépida” -era una prueba más de la existencia de un complot clérigo-fa-
langista para iniciar un golpe de estado, como había sucedido en España39. Este debate
con sus tropos retóricos respectivos se puede ver en la toma del
Colegio Jesús, María y José de Chiquinquirá pocas semanas después,
en abril de 1939. 39. James D. Henderson, Modernization
Los Dominicos habían fundado el Colegio Jesús, María y José en in Colombia: The Laureano Gómez Years
(Gainesville: University Press of Florida,
Chiquinquirá durante la primera parte del siglo XIX. Dicha comu- 2001), 268-269.
nidad estaba encargada de mantener y promover el culto a Nuestra 40. Desde entonces se han atribuido
Señora de Chiquinquirá, a partir de un milagro ocurrido en 1586, muchos milagros a la imagen. En
el cuatrocientos aniversario del
cuando los colores del cuadro de María, San Antonio y San Andrés milagro, el Papa Juan Pablo II visitó a
cambiaron de manera notoria e inexplicable40; por esa razón, los Chiquinquirá para renovar la devoción
a la imagen. Alberto E. Ariza, Los
Dominicos mantenían desde entonces una presencia muy fuerte en Dominicos en Colombia Tomo I (Bogotá:
la región. Por los años treinta los Dominicos tenían un periódico en Ediciones Antropos, 1992), 675-679, 688,
793-796.
Chiquinquirá (Veritas) y otro en Tunja (El Cruzado), los cuales ata-
caban continuamente al nuevo régimen liberal; entre otras cosas, 41. Véase, por ejemplo: “Redes de la
Masonería”, El Cruzado [Tunja], 13
argüían con frecuencia que en Colombia existía una conspiración enero 1933: 4; “Se trata de amordazar
masónica que hacía parte de un complot mundial para acabar con al clero”, en Fray Mora Díaz, El cruzado:
artículos apologéticos y polémicos (Bogotá:
la civilización cristiana. El Fray Francisco Mora Díaz, quien man- Tipografía Tony, 1934), 109-112; “Los
tenía una columna en El Cruzado, promovió mucho esta teoría; sus hijos de las tinieblas huyen de la luz”,
Fray Mora Díaz, Chispas del yunque:
escritos alcanzaron la atención nacional tras la publicación de tres artículos polémicos y discursos académicos
series de sus columnas (en 1934, 1939 y 1942) . Tales acusaciones
41 (Tunja: Editorial “El Cruzado”, 1939),
20-22; “Los hijos de la viuda en la selva”,
fueron una parte importante de la estructura discursiva de la lu- Chispas del yunque, 49-51; “Satanás
cha partidista de la época; los militantes y las masas conservadoras rezando el rosario”, Chispas del yunque,
81-83; “Mandiles y mitras”, Chispas
aceptaban las acusaciones de conspiración como una realidad, dado del yunque, 87-89; “Ante la república
que salían de una comunidad religiosa, razón de más para justificar masona”, Chispas del yunque, 131-133;
“Satanás con sotana”, Chispas del
las masacres de los años cuarenta y cincuenta. yunque, 179-180; “1886-1936, cruz vs.
En los años sesenta del siglo XIX, durante la administración li- triángulo”, Chispas del yunque, 204-205;
“Bajo el imperio del mandil”, El clarín
beral radical de Tomás Cipriano Mosquera, los Dominicos (así como de la victoria (Tunja: 1942), 56-58; “El
régimen masónico”, El clarín, 95-98; y
“La antesala de la masonería”, El clarín,
102-107.
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Mientras tanto, entre los Dominicos no apareció ningún fraile que quisiera ser el director
del colegio. Cuando el provincial de la comunidad nombró a Juan de Dios Martínez como
nuevo rector en los últimos meses de 1937, Martínez le rogó al provincial que retirara
su nombre, anotando que no había estado involucrado en asuntos educativos por diez
años47. A pesar de su solicitud, Martínez fue nombrado rector y se convirtió en testigo
clave del conflicto legal y de la toma del colegio en 1938 y 1939. Dado que la situación
legal del edificio era un asunto que le correspondía a los Dominicos (y no a la junta
directiva), sus abogados trataron el tema en los últimos meses de 1938, hasta que el
caso llegó a la Corte Suprema de Justicia48. En febrero de 1939 los Dominicos daban por
hecho que la corte iba a estar de acuerdo con ellos en el asunto49.
El primer día de semana santa, el lunes 3 de abril de 1939, los Dominicos fueron sor-
prendidos con la visita del director municipal de educación, Carlos Martínez Sánchez,
quien traía una carta del ministro de educación Alfonso Araujo autorizando la ocupa-
ción del edificio. El rector no quiso entregar las llaves y la policía municipal se tomó el
edificio, prohibiendo la entrada a particulares, incluyendo a los miembros de la junta
directiva del colegio. Al día siguiente, los pocos estudiantes internos que no habían
salido de vacaciones de Semana Santa fueron enviados a sus hogares. El colegio estaba
ubicado justo al lado de la iglesia parroquial, donde residía la imagen de la Virgen de
Chiquinquirá; unos albañiles llegaron y sellaron la puerta que comunicaba al colegio
con la iglesia. Días después ese detalle en particular fue comentado en una carta oficial
de la junta directiva del colegio dirigida al Senado de la república:
“Tal muro de ladrillo es monumento que proclama y perpetúa un evidente divorcio
entre dos ideologías, entre dos sistemas: era preciso separar el instituto, de la Iglesia
católica; los invasores Quiénes debían hacer alarde de su moral sin religión y su con-
ciencia sin fe. De un lado la Iglesia que tenía a su cargo la dirección espiritual de la
enseñanza por mandamiento constitucional durante los días gloriosos del Colegio; de
otro lado los artificios y embelecos de estos exponentes de la nueva cultura atea”50.
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142 Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La Violencia
nuevos -que conocieran sus libertades, sus derechos y sus deberes como miembros
independientes de una nación de derecho- sin la instrucción social de una Iglesia que
representaba las tradiciones cuasi-feudales de obediencia, jerarquía y sumisión a las au-
toridades. Para los conservadores, sin embargo, cerrar la puerta con ladrillos significaba
dar la bienvenida a “la nueva cultura atea”, que iba a condenar a la nación y a fomentar
una sociedad sin moral, que solamente pensaba en lo material y no en lo espiritual, o en
seguir los deseos más vulgares de las masas sin la guía de la única fe verdadera.
Como una obra de teatro, la toma del Colegio Jesús, María y José vaciló entre la
comedia, la farsa y la tragedia. El martes 4 de abril, mientras que la situación en
Chiquinquirá estaba siendo analizada por las autoridades en Bogotá, la policía estacio-
nada en el edificio del colegio permitió a dos frailes Dominicos -el rector del colegio
y el párroco- permanecer en el edificio después de que la puerta entre la iglesia y el
colegio fue bloqueada y los últimos alumnos internos se fueron a sus hogares. El miér-
coles por la noche, sin embargo, cuando el párroco salió para hacer una diligencia no le
fue permitido entrar al colegio nuevamente. Al día siguiente, el rector argumentó que
se sentía demasiado enfermo para salir, entonces al párroco se le permitió entrar de
nuevo a visitar a su hermano dominico, solamente en presencia de la policía -era obvio
que los liberales tenían miedo de que los Dominicos conspiraran para tomar el edifi-
cio nuevamente, tal vez con la ayuda armada de terceros-. Cuando los dos Dominicos
estuvieron juntos otra vez, pidieron que los dejaran solos y en privado porque el uno
tenía que confesar al otro. La policía rechazó tal petición, y les prohibió también el
uso del teléfono. Los dos curas empezaron entonces a hablar en latín, lo cual llenó
de rabia a los oficiales de policía, así como a otros funcionarios gubernamentales que
estaban presentes; esa era una prueba más de que los Dominicos estaban conspirando.
Al atardecer, Martínez Sánchez, el encargado municipal del ministerio de educación,
le ordenó a los Dominicos abandonar el edificio, “aún si hay un mil muertos”. Mientras
tanto, la policía entró por la fuerza al convento de las hermanas dominicas y tomó po-
siciones en la torre, preparándose para su defensa en caso de alguna reacción violenta
para tomarse nuevamente el colegio51.
Los liberales creían que los conservadores se estaban preparando tal vez para la ver-
sión chiquinquereña de la rebelión de Franco en España, y se aseguraron de que los curas
y las monjas no estuvieran organizando en secreto una resistencia en
contra de “las autoridades legítimas”, anticipando que no pudieran
51. Raimundo Mejía, “Relación verídica de
disparar desde las torres de las capillas. Otra vez, el conflicto espa-
los sucesos acaecidos sobre la violenta ñol estaba presente en la mente de todos -hacía sólo unos pocos días
invasión y posesión del Edificio del
Colegio de Jesús, María, y José”, JMJ,
que las fuerzas nacionales se habían tomado a Madrid, terminando así
Caja 4, Carpeta 2, Folio 30-31. con la Guerra Civil52-. Al día siguiente de la toma inicial del colegio de
52. Gabriel Jackson, The Spanish Republic,
465-477.
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Thomas J. Williford 145
Para las vacaciones de julio y agosto de 1941, Miranda organizó como rector una
excursión en tren desde Chinquinquirá hasta Bogotá, y después hasta Cali, visitando
los sitios turísticos. Un uniforme tipo “scout” fue elegido para los niños del viaje, que
incluía un pañuelo rojo atado al cuello; existen fotografías de Fray Miranda quien luce
feliz el pañuelo rojo puesto sobre el vestido de su comunidad62. Era uno de los pocos
clérigos en Colombia que en 1941 lucía el color del Partido Liberal -y de la revolución
bolchevique, en un tiempo en el que los alumnos del seminario menor de su comu-
nidad vestían la camisa azul de la Falange Española, que también era el color de los
conservadores colombianos-. La primera estadía del viaje fue Bogotá, donde los niños
tuvieron la oportunidad de encontrarse con el presidente Santos en una reunión pri-
vada. Santos apreció bien la oportunidad política de encontrarse con los estudiantes de
un colegio que su gobierno se había tomado dos años antes. El presidente impresionó
bien al fraile y a los demás visitantes al pasar más tiempo del usual con el grupo escolar
paseante, y comentó que era el grupo más disciplinado y de mejores modales que había
pasado por su oficina. Las palabras y acciones de Santos fueron publicadas en el álbum
oficial de la excursión63. Alberto Ariza fue elegido dominico provincial en 194064, y él
mismo le envió a Santos el telegrama vehemente en abril de 1939 y vetó todos viajes es-
colares para el futuro inmediato65. Incidentes como éste muestran cómo la comunidad
religiosa tenía sus fracciones propias, lo cual indica que el miedo liberal a un complot
clerical amplio no tenía base, dado que en muchos temas había desacuerdos entre los
mismos Dominicos, incluido el asunto de hasta qué punto la Iglesia tenía el derecho
participar activamente en la política en Colombia.
Mientras los Dominicos seguían operando su colegio en otro edificio, los directores
del nuevo colegio estatal ubicado en el viejo edificio de Chiquinquirá
encontraron maneras de molestar a los frailes al empezar el nuevo
año escolar en 1940. Chiquinquirá era parte de la diócesis de Tunja; 62. Excursión y prospecto del Colegio de Jesús,
María y José (Chiquinquirá: Imprenta de
el obispo, Crisanto Luque, acordó con el gobierno seleccionar un “Veritas”, 1941), JMJ Caja 3, Carpeta 7,
cura para que fuera instructor de religión en el colegio -la ley exi- Folio 1086-1103; 3-4.
gía aún la enseñanza de la religión católica en todas las escuelas 63. Excursión, 4-5.
estatales-. Luque decidió enviar a un sacerdote de cualquier comu- 64. Alberto Ariza, Los Dominicos, Tomo II,
nidad religiosa antes que a un clérigo de la diócesis, y dado que los 1325.
Dominicos estaban en Chiquinquirá, pidió que uno de ellos fuera 65. Miranda a Junta de Patronos,
seleccionado para ocupar el puesto66. El Ministerio de Educación diciembre 1942, JMJ, Caja 3, Carpeta 1,
Folios 20-24.
nombró al dominico José de Jesús Farías en mayo67. La adminis-
66. Báez, “Asunto del Colegio Nacional”,
tración del colegio, sin embargo, le ofreció al nuevo instructor de 1940, JMJ Caja 3, Carpeta 1, Folios 1-2; y
religión un salario menor que el que se estaban ganando los pro- Ariza a Crisanto Luque, 19 agosto 1940,
JMJ, Caja 2, Carpeta 3, Folios 3-4.
fesores de planta, y contaba con una resolución del Ministerio que
67. Emiliano Posada a José de Jesús Farías,
8 mayo 1940, JMJ, Caja 2, Carpeta 2,
Folio 39.
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 130-152
146 Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La Violencia
autorizaba este proceder. Farías rechazó trabajar bajo esas condiciones. El rector del
nuevo colegio le envió a Farías una carta en papel membreteado de lujo, importado de
los Estados Unidos, con la copia de la resolución68; el papel utilizado era de una calidad
mucho mejor que la usada por los Dominicos, o aún por el obispo de Tunja. Para los
directores del colegio gastar más dinero en papel era más importante que pagarle el
debido salario a un instructor de religión -todo lo cual le agregó insulto a la injuria re-
cibida por los Dominicos-. Finalmente, las partes llegaron a un acuerdo sobre el salario,
y el obispo Luque le pidió a Farías asumir el puesto en el colegio69.
En la retórica política de Laureano Gómez y en la de otros militantes conserva-
dores, la toma del Colegio Jesús, María y José de Chiquinquirá estaba conectada con
la del Colegio San Bartolomé de Bogotá, para mostrar cómo la administración liberal
de Eduardo Santos atacaba a la Iglesia haciendo todo lo posible para destruir la civili-
zación cristiana. Los jesuitas no estaban contentos con la pérdida de su colegio en el
centro de Bogotá y tuvieron éxito en su petición de extender por un año más la entrega
del edifico al gobierno, el 1 de enero de 1941, cuando el nuevo colegio en La Merced
estuviera completo. A pesar de que el nuevo edificio finalmente no alcanzó a estar
listo, los jesuitas abandonaron las instalaciones del centro según lo acordado con el
gobierno, descontentos, pero sin escándalo. En julio de 1941, cuando el Arzobispo de
Bogotá Ismael Perdomo asistió a una misa en el edificio viejo -donde un nuevo colegio
estatal estaba funcionando ya- fue tratado de hipócrita por el diario de Gómez, por
haber dado la aprobación tácita al “robo” del San Bartolomé70. La retórica de Gómez
cambió otra vez en febrero de 1942 cuando abrió el nuevo plantel de los jesuitas; El
Siglo publicó fotografías señalando que el ambiente era mucho más higiénico que en el
viejo plantel71. Pocos meses más tarde, sin embargo, durante el debate sobre el nuevo
concordato entre Colombia y la Santa Sede, Gómez reclamó que el régimen liberal se
había tomado al San Bartolomé para presionar al Vaticano durante las negociaciones
del nuevo acuerdo72.
Después de toda la polémica sobre la terminación de contratos
68. Manuel Ignacio Vargas a Farías, 11 mayo educativos con comunidades religiosas y sobre las tomas de cole-
1940, JMJ, Caja 2, Carpeta 2, Folio 40. gios por parte de los gobiernos liberales, la educación en Colombia
69. Báez, “Asunto”, y Ariza a Crisanto mejoró muy poco. Aunque el gobierno gastó algo más de dinero
Luque, 19 agosto 1940. en el campo educativo durante las administraciones de López y
70. “La misa de hipocritilla”, El Siglo, 10 Santos, el número total de los niños en edad escolar que tuvie-
julio 1941: 4; y Eduardo Cárdenas, S.J.,
entrevista, Bogotá, 14 julio 2004. ron acceso a las escuelas se estancó durante esos años73. Al mismo
tiempo, el número de alumnos inscritos en colegios estatales de
71. El Siglo, 9 febrero 1942: 4, 10.
bachillerato creció mientras que el número de inscritos en los cole-
72. “El concordato”, El Siglo, 12 septiembre
1942: 4. gios privados -católicos, en su mayoría- disminuyó; sin embargo, el
73. Aline Helg, La educación en Colombia,
Gráfico no. 2, 309 y Gráfico No. 5, 311.
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Thomas J. Williford 147
total de bachilleres fue el mismo, alrededor de 30.00074 -de una población de casi nueve
millones de colombianos75-. Las acciones del gobierno con los establecimientos de edu-
cación secundaria beneficiaron poco a los estudiantes, mientras que la retórica política
generada por los “robos” de colegios y por los conflictos con comunidades religiosas
sobre el tema de la educación, contribuyó en gran medida a empeorar las relaciones
entre los militantes de los dos partidos y a inflamar las acusaciones de conspiración.
La Guerra Civil Española ofreció el mejor libreto para las tomas de los colegios
por parte del Estado, hecho que sería recordado y ampliado en los años siguientes.
Publicistas y militantes de los dos partidos asumieron la división entre los nacionales
y republicanos en España como una metáfora para el conflicto partidista en Colombia,
influidos por las distintas agencias extranjeras de prensa de quienes recibían noticias
-los periódicos estaban al lado de la República o apoyando las fuerzas de Franco76-. Esa
metáfora fue utilizada para ayudar a los militantes a entender la situación de Colombia
en un contexto internacional, a pesar de que existían muchas diferencias entre la gue-
rra en España y el juego de la política en Colombia77; además, para políticos y publicistas,
poner las luchas partidistas en un contexto internacional “dignificaba” estos asuntos
como “europeos” y no como conflictos provincianos usados para controlar el aparato
estatal, determinar las elecciones y regalar favores políticos a los clientes del partido.
Adicionalmente, el discurso político internacional de los años treinta se refería con
frecuencia al desmantelamiento de las guaridas que supuestamen-
te tenían los enemigos políticos verdaderos. Como apunta Hannah
Arendt, el acto de “desenmascarar” lo que supuestamente causa su- 74. Aline Helg, La educación en Colombia,
frimiento masivo es necesario para lograr una revolución exitosa78; Gráfico no. 3, 310.
el acto de “desenmascarar” sugestiona y llena de energía a cualquier 75. Aline Helg, La educación en Colombia,
Cuadro No. 16, 198.
movimiento político. Cuando esos discursos llegaron a Colombia,
se convirtieron en herramientas de políticas tanto Conservadores 76. El Siglo, por ejemplo, publicó las
noticias sobre la guerra civil enviadas
como Liberales para avivar al rango y la fila. Los Conservadores por la derechista Agencia Havas
colombianos expresaron sus miedos a las acciones Liberales en el de Francia, mientras que El Tiempo,
El Liberal y El Espectador utilizaron
poder con referencias a los incendios de iglesias y a las masacres del agencias norteamericanas, y la más
clero en España, mientras que los Liberales se asustaban porque los izquierdista, Agence France Presse para
sus reportajes sobre el conflicto.
Conservadores reaccionarios se encontraban organizando golpes de
77. Como muestra Hayden White, las
estado secretos, junto con algunos sectores del ejército así como con metáforas se encuentran entre los
sacerdotes militantes, como había sucedido en España. tropos que pueden construir una
narrativa, contribuyendo a la manera
El tema de la Guerra Civil también se vivió en Colombia de otras de percibir la realidad, sea política u
maneras. Durante el desenlace del conflicto en 1939, el gobierno otra. Hayden White, Metahistory: The
Historical Imagination in Nineteenth
de Eduardo Santos aceptó a varios refugiados republicanos, aunque Century Europe (Baltimore: Johns
menos que los que llegaron a otros países de América Latina como Hopkins University Press, 1973), 31, 34.
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y los sindicatos declararon inmediatamente que la democracia estaba bajo fuego y que
tenía que ser defendida por un Frente Popular criollo, de los nefastos planes Nazi-
Falangistas84. Al día siguiente, antes de que otro juez dejó a Gómez en libertad por
tener inmunidad como empleado gubernamental (por ser miembro de una comisión
especial del gobierno sobre asuntos internacionales), un ex hermano cristiano, Adolfo
Guisa Mateus, entró al Palacio de Justicia con una bomba destinada al juez que había
arrestado a Gómez el día anterior. La bomba estalló en las manos de Guisa Mateus y él
mismo fue la única víctima de su acto terrorista, al morir unas pocas horas después85.
Entre los militantes liberales ese asunto reforzó la creencia de que los curas estaban
almacenando bombas y armas, reclamo similar al que los republicanos habían hecho
contra el clero español durante la Guerra Civil; el descubrimiento de una caja de bom-
bas de mano escondidas en el coro de la catedral de Bogotá en marzo de 1945 reforzó
la afirmación de que las comunidades religiosas estaban armadas86.
En julio de 1944, un complot mucho más serio que involucraba algunos oficiales del
ejército fue detenido por el gobierno, aunque solamente después del secuestro del pre-
sidente López por dos días en Pasto. El intento de golpe no obtuvo mucho apoyo dentro
del ejército y sólo dos cuarteles, uno en Ibagué y otro en Bucaramanga, intentaron a
medias unirse a la rebelión. El ejército y la policía quedaron leales al gobierno, y con-
trario a su actitud de febrero, los conservadores no dijeron nada, se quedaron mudos.
Cuando fue claro que el golpe había fracasado, Gómez se exilió en
Ecuador, y el gobierno cerró su periódico por algunas semanas87.
Dicho golpe fue otra oportunidad para que los liberales 84. “Habla el gobierno: El orden será
mantenido, dice, inclusive con la ley
pudieran promover la teoría de una conspiración Nazi-Falangista- marcial”, El Liberal 10 febrero 1944: 1; y
clerical-Conservadora. Aunque era obvio que el clero no estaba “En defensa de la República”, El Liberal,
febrero 10, 1944: 4.
directamente involucrado, la prensa liberal y la policía sospe-
85. “Las últimas revelaciones del ex Hmno
chaban que los estudiantes de la Universidad Javeriana, y tal vez Cristiano que llevaba la bomba”, El
los padres Dominicos, hacían parte de la conspiración. El padre Liberal, febrero 11, 1944: 1.
Félix Restrepo, rector de la Javeriana, negó categóricamente que 86. “Bombas en el coro de la Catedral”, El
Liberal, marzo 11, 1945.
sus estudiantes hubieran participado en el golpe, y ninguno de
ellos fue formalmente acusado88. Los Dominicos eran sospecho- 87. “Vida nacional: Tentativa sediciosa”,
Revista Javeriana, agosto 1944: 66,
sos por otra razón: el golpe había ocurrido sólo un día después 68; “Regresa el presidente”, Revista
de la celebración nacional del 25 aniversario de la consagración Javeriana, agosto 1944: 70; y “Posición
del conservatismo”, Revista Javeriana,
de Colombia a la Virgen de Chiquinquirá, la imagen milagrosa en agosto 1944: 70 y 72.
posesión de esa comunidad religiosa. La policía acudió al sitio en 88. “Proclama y adhesiones”, Revista
el barrio Chapinero de Bogotá, donde los Dominicos estaban cons- Javeriana, agosto 1944: 68, 70; y Arturo
Abella Rodríguez, “Crónica de la
truyendo una iglesia dedicada a la Virgen, pero sólo encontraron Universidad: Todavía el nazi-fascismo”,
un viejo casco militar89. Revista Javeriana, agosto 1944: 96, 98.
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150 Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura discursiva de La Violencia
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de Jesús, Bogotá, 1930-1950; Noticias de la Provincia de Colombia, Bogotá, 1932-1939;
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154 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
Artículo recibido: 20 Violencia y represión en el ocaso de los Violence and Repression in the Twilight of
de abril de 2009; Somoza: las condiciones carcelarias de the Somoza Regime: Jailhouse Conditions
aprobado: 21 de junio los presos políticos for Political Prisoners
de 2009; modificado: Resumen Abstract
12 de agosto de 2009. Este artículo pretende demostrar el reflejo This article demonstrates how the authoritarian
del sistema autoritario de los Somoza de system of the Somoza regime of Nicaragua
Nicaragua en la politización de la justicia, en was reflected in the politicization of the justice
la arbitrariedad de las detenciones y en el system, the arbitrary detentions, and the failure
incumplimiento de su propia legislación. A través to comply with existing legislation. Through the
del aparato represor del régimen, la Guardia regime’s repressive apparatus, the National Guard,
Nacional, se cometieron todo tipo de abusos, all kinds of abuses were committed, including the
se practicó de forma habitual la tortura en los habitual practice of torture during interrogations
interrogatorios y se entabló una lucha frontal and an all-out assault on the opposition. Through
contra la oposición. Los prisioneros políticos del letters secretly smuggled out of jail, political
Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) prisoners of the Sandinista National Liberation
lograron difundir sus condiciones carcelarias a Front (Frente Sandinista de Liberación Nacional or
través de cartas sacadas clandestinamente de la FSLN) managed to inform the Nicaraguan people
cárcel, para informar al pueblo de Nicaragua. of the conditions to which they were subject
inside prison.
Palabras c l av e Key Words
Guardia Nacional, FSLN, abusos, torturas, National Guard, FSLN, Abuse, Torture, Peasants,
campesinos, presos políticos, Nicaragua, Somoza. Political Prisoners, Nicaragua, Somoza.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 154-178
María Dolores Ferrero Blanco 155
I ntroducción
La siniestra dictadura de los Somoza de Nicaragua dejó para la historia dos señas
de identidad que la definen con precisión: una represión inusitada y una constante
acumulación de propiedades en el seno de la familia. Ostentando el poder desde 1937
a 1979, fue objeto de una creciente oposición desde la primera rebelión en 1944 y el
primer complot abortado de 19541. A partir de esa fecha se sucederían los atentados e
intentos de derrocar una dictadura que terminó por ser una de las
más duras de América Latina.
Ï Para su elaboración este artículo
El autoritarismo en Nicaragua se inició, como en el resto de las ha contado con financiación de la
antiguas colonias españolas, cuando se desvirtuó la herencia colonial Junta de Andalucía para la consulta
de archivos en Nicaragua en tres
y cuando sus instituciones -Cortes, Cabildos y Corregimientos-, que ocasiones, en períodos de uno a
en España habían sido formas de participación civil, en los países co- tres meses, de 2004 a 2009, previa
invitación del Instituto de Historia
lonizados perdieron su contenido por el carácter militar y despótico de Nicaragua y Centroamérica de
que se les imprimió desde un principio. La autoridad de los virreyes, Managua (IHNCA-UCA). Una versión
de este artículo se incluirá en un libro
tan lejos de la Monarquía, les facilitó su conversión en reyezuelos y la sobre la dictadura de los Somoza en el
evolución hacia un Estado nación o Estado de derecho, que separara que se estudian las peculiaridades del
régimen, la represión, la corrupción y
lo personal o privado de lo público y que estuviera regido por prin- el enriquecimiento de la dinastía.
cipios racionales se hizo casi imposible. Fue la inestable posición de
1. La dinastía de los Somoza incluyó a
Nicaragua, en palabras de Andrés Pérez Baltodano, entre “el Estado Anastasio Somoza García (1937-1956)
conquistador y el Estado nación”2. Así se fue originando el “caudi- y sucesivamente a sus dos hijos:
Luis Somoza Debayle (1957-1963) y
llismo” que heredarían los regímenes latinoamericanos desde que se Anastasio Somoza Debayle (en dos
independizaron y que los caracterizaría durante todo su desarrollo. períodos, 1967-72 y 1974-79).
Después, al fundirse con la imitación formal del sistema norteameri- 2. Ver a este respecto: Andrés Pérez
Baltodano, Entre el Estado conquistador
cano dio lugar a formas singulares de estructura política: dictaduras, y el Estado Nación. Providencialismo,
pero dictaduras con constitución y con elecciones. pensamiento político y estructura de poder
en el desarrollo histórico de Nicaragua
(Managua: IHNCA-UCA, Fundación
Friedrich Ebert en Nicaragua, 2003).
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156 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
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María Dolores Ferrero Blanco 157
de “tratar de lograr una síntesis de ciertos aspectos del colectivismo acción violenta hasta delimitar su
lucha desde su emblemático diario
con el capitalismo imperante”8. Cada vez más el somocismo intensificó que fue permanentemente el azote
su connivencia con la clase empresarial, a la que beneficiaba y con la de los Somoza. La acción violenta
fue la denominada “invasión de
que compartía sus negocios, y se fue apoyando en la fuerza represiva Olama y Mollejones”, la entrada en
de su Guardia Nacional para eliminar a la oposición. el país de miembros de la oposición
conservadora, en aviones ligeros DC-3,
Entre las manifestaciones de rechazo que se dieron en Nicaragua desde el exilio. La acción fracasó,
al sistema autoritario de los Somoza fueron especialmente rese- entre otras causas, por la ausencia de
respuesta de los contactos interiores.
ñables dos líneas de oposición: de una parte, la actitud de crítica
10. En la lista de presos que entregaron
infatigable de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del prin- figuraban José Benito Escobar, Daniel
cipal diario opositor de Managua, La Prensa9. De otra, la estrategia Ortega, Carlos Guadamuz, Jacinto
Suarez, Manuel Rivas, Julián Roque,
de lucha armada del FSLN, que desde su nacimiento en los primeros Oscar Benavides, Jaime Cuadra
años de la década de 1960 iría creciendo hasta lograr encabezar y Somarraba, Carlos Agüero Pravia,
Adrián Molina, Daniel Núñez Rodríguez
aglutinar el movimiento de oposición interclasista que llevaría fi- y sus dos hermanos y Lenín Cerda. Más
nalmente al triunfo de la revolución sandinista. tarde lamentarían algunas exclusiones
que, por diversos motivos, mantuvieron
Desde el terremoto de 1972, que destruyó Managua y priorizó una a varios presos más durante años. Hugo
urgente reconstrucción, se hizo evidente la codicia del tercer y último Torres Jiménez, Rumbo Norte (Managua:
Hispamer, 2003), 115.
Somoza, Anastasio Somoza Debayle, que le llevó a introducirse en sectores
económicos y financieros que antes había respetado. Esas actitudes fueron 11. Fernando Cardenal, “Statement of The
Reverend Fernando Cardenal, S.J.”, en
creando en las clases empresariales un resentimiento y una decisión cada Human Rights in Nicaragua, Guatemala,
vez más irreversible de terminar con el régimen al precio que fuera. No obs- and El Salvador: implications for U.S.
policy (Washington: U.S. Government
tante, el principio del final del poder de los Somoza lo marcó el asalto del Printing Office, 1976). (Testimonio
FSLN a la casa del ministro de Agricultura y Ganadería, José María Castillo, ante el Subcomité de Organizaciones
Internacionales del Comité sobre
el 27 de diciembre de 1974, cuando celebraba una fiesta con las principales Relaciones Internacionales de la
personalidades del régimen, con el objetivo primordial de liberar a un buen Cámara de Representantes de los
EE.UU., los días 8 y 9 de junio de
número de presos políticos, además de difundir la primera proclamación 1976). Hasta dos años después (12
de lo que sería el ideario político del Frente Sandinista y de otras varias rei- de octubre de 1978) no se envió una
comisión a investigar sobre el terreno
vindicaciones10. La consecuencia inmediata fue la Ley Marcial, el Estado de a Nicaragua. La enviaría la OEA. Junto
Sitio y un inusitado recrudecimiento de la represión hasta tal extremo que a éste hubo otros varios documentos
de denuncia dirigidos a diferentes
el sacerdote Fernando Cardenal presentó en Washington, en 1976, una de- foros, siempre con la intención/
nuncia de las atrocidades que estaba llevando a efecto la Guardia Nacional. objetivo de denunciar los abusos y
atrocidades de la dictadura. Entre ellos
Fueron años muy duros para los nume- los siguientes que se encuentran en el
rosos focos de rebelión dirigidos sobre Archivo del Centro de Historia Militar)
8. Knut Walter señala que es en el de Managua: “Documento de exiliados
todo por las diferentes facciones del Discurso de Horacio Espinosa políticos de Nicaragua y exposición
FSLN en el campo y la ciudad, cada vez de 1935, en el Ateneo Militar de ante el Congreso de EE.UU.” (1976),
Managua, donde se aprecia mejor Colección Movimiento Revolucionario
más apoyados por personas o facciones esa interpretación personal. Knut (en adelante MR), estante 001, caja
progresistas, incluso de la burguesía Walter, The Regime of Anastasio 016, expediente 000474. “Denuncias de
Somoza, 79 y 80. Amnistía Internacional” (1977), ACHM,
nicaragüense .11
MR/E-001, C-016, 000465; “Informe
9. Pedro Joaquín Chamorro del Padre Miguel D’Escoto, M.M., ante
había evolucionado desde su el Subcomité de Asuntos Exteriores”
participación en una breve (1977), ACHM, MR/E-001, C-016, 000476.
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158 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
12. Ernesto Castillo Martínez, “El Desde 1974 a 1979, tanto la familia Somoza como los milita-
problema de la propiedad y el de los
propietarios”, Envío Digital No. 187 res de su entorno y sus funcionarios comenzaron a frenar las
(octubre 1997). Disponible en http:// inversiones en el país y a sacar todo el capital que les fue posible
www.envio.org.ni/articulo/324.
de Nicaragua. A la par de ese proceso, y muy motivado por él,
13. La “comisión pro-diálogo” estaba
formada por el Obispo Manuel Salazar y
se produjo un cambio cada vez más radical tanto entre los capi-
Espinoza, presidente de la Conferencia talistas tradicionales -de quienes era representativo el sector de
Episcopal de Nicaragua; Monseñor
Pablo Vega, Obispo de Juigalpa;
los Pellas, tal vez los más ricos propietarios nicaragüenses-, como
Monseñor Miguel Obando y Bravo, entre los capitalistas jóvenes. Así, mientras los jóvenes se empe-
arzobispo de Managua; Alfonso Robelo,
presidente de INDE; y el jurista Félix
zaron a situar en las filas de la oposición -porque ante el marasmo
Esteban Guandique. económico que el somocismo estaba provocando veían dificultado
14. La UDEL estaba constituida por el su proceso hacia el Mercado Común Centroamericano-, los tradi-
Partido Liberal Independiente, Partido cionales se decidieron a participar cada vez más firmemente en el
Social Cristiano, Movimiento Liberal
Constitucionalista, Acción Nacional proceso de cambio -aún sospechando o sabiendo que el FSLN, que
Conservadora, Partido Socialista ya lo lideraba, era de tinte marxista- y hasta un buen número de
Nicaragüense, Central de Trabajadores
de Nicaragua y Confederación General sus hijos se implicó directamente, pasando de una anterior mili-
de Trabajadores Independiente tancia cristiana a una militancia marxista12.
15. El Grupo de Los Doce estaba formado La recta final de la lucha y del camino hacia el triunfo de la
por personas de reconocido prestigio o
posición económica en Nicaragua que
rebelión se vislumbró claramente a partir de 1977. Desde este mo-
no militaban, al menos explícitamente, mento se hizo firme la incorporación de la empresa privada y de
en ningún partido político: Sergio
Ramírez Mercado, escritor conocido
la Iglesia Católica oficial al proceso de oposición frontal contra la
internacionalmente, miembro no dictadura, cuya expresión visible fue la Comisión Pro-Diálogo13.
público del FSLN y coordinador del
grupo; Miguel D’Escoto Brokmann,
Simultáneamente, se difundió un comunicado que denunciaba
religioso católico que trabajaba para públicamente la situación insostenible de violencia y represión
la orden Maryknoll en los EE.UU. y
también era miembro secreto del
del gobierno contra el pueblo en Nicaragua, firmado por la Unión
FSLN; Fernando Cardenal, jesuita y Democrática de Liberación (UDEL)14. En ese contexto de sensibili-
ex Vicerrector de Estudiantes de la
Universidad Centroamericana, a cargo
zación creciente de amplios sectores de la sociedad, nació también
de su orden; Joaquín Cuadra Chamorro, el Grupo de Los Doce15.
conservador y abogado del grupo del
Banco de América, Grupo Pellas; Emilio
Cuando en enero de 1978 fue asesinado Pedro Joaquín
Baltodano Pallais, empresario, dueño Chamorro, el apoyo de esos sectores empresariales y de la Iglesia,
de fincas de café y socio y gerente
de la compañía productora de café
al lado del rechazo más visceral de todo el pueblo, se convirtió en
más importante de Nicaragua, el Café algo fundamental: el 4 de julio llegó a Nicaragua desde Costa Rica
Soluble Presto; Felipe Mántica, dueño
de la cadena de supermercados más
el Grupo de Los Doce, y desde que al mes siguiente tuvo lugar la
grande del país y de unos grandes toma del Palacio Nacional, la resistencia se radicalizó y el día 31 el
almacenes vinculados con el grupo
del Banco de América; Arturo Cruz
país estaba en huelga general.
Porras, banquero y alto funcionario del Entre septiembre de 1978 y ju-
Banco Interamericano de Desarrollo
de Washington; Carlos Tünnermann, San Antonio, propiedad de la
lio de 1979 la situación del país fue
ex Rector de la UNAN y residente familia Pellas, la más adinerada del de franca guerra abierta y el día
en México; Ricardo Coronel Kautz, país y Ernesto Castillo, abogado, ex
ingeniero agrónomo y uno de los profesor de la UCA y residente en
técnicos más importantes del Ingenio Costa Rica.
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cho más duro y despiadado. Entre sus mandos hubo torturadores 28. “Comunicado del FSLN a la clase obrera
y al pueblo de Nicaragua”, ACHM,
Inventario Frentes de Guerra, Tendencia
GPP, Caja III, folder 2, Exp. 03777 (II).
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162 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
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164 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
del ministro José María Castillo, todavía se amordazó más la información. Por el mismo
motivo los apresamientos o detenciones de miembros del Frente o de personas simple-
mente sospechosas fueron muy numerosos y la represión se desató como nunca. Toda
investigación o procesamiento se sometió a los Tribunales Militares y la justificación
legal del procedimiento no estuvo basada en leyes ni en medidas que tuvieran carácter
de ley, sino en el reglamento disciplinario interno de la Guardia Nacional, el denomi-
nado Reglamento para Gobierno y Disciplina de la Guardia Nacional, copiado de los antiguos
estatutos de los marines: los detenidos en Managua o trasladados allí eran llevados pri-
mero a la Central de Policía u Oficina de la Seguridad Nacional (OSN) -la oficina central
de la policía de Managua-, situada en los sótanos de la que fue casa presidencial antes
del terremoto de 1972, en la Loma de Tiscapa de Managua. Eran juzgados después por
el Tribunal Militar o Corte de Investigación y, posteriormente, debían cumplir la con-
dena en la cárcel Modelo de Tipitapa. Sin embargo, la estancia en la Central de Policía
se prolongaba muy a menudo por tiempo indeterminado con el agravante de que allí
la ausencia de ley era la norma y se cometían todo tipo de vejaciones. En consecuencia,
la demanda constante de los detenidos era el traslado a la cárcel Modelo, donde había
mayores garantías de seguridad personal.
Paralelamente a las detenciones de miembros urbanos del FSLN, la dictadura se
ocupó con ahínco también del campesinado, para seguir con el desmantelamiento de
los apoyos que la organización pudiera tener en el campo. La Guardia concentró sus
operaciones en los departamentos de Matagalpa, Nueva Segovia, Jinotega o Zelaya. Los
campesinos capturados, como ocurría con los detenidos en zona urbana, eran lleva-
dos también a las estaciones de policía, a los comandos, y allí permanecían sin cargos
durante meses o años, a la espera de alguna resolución y sin que ningún tribunal, ni
militar ni civil se ocupara de ellos37. En esa situación, los presos del FSLN hicieron un
enorme esfuerzo entre 1975 y 1978 para difundir desde la Central de Policía y, después,
desde la cárcel Modelo de Tipitapa, una serie de cartas y comunicados colectivos o
individuales, que se sacaban al exterior clandestinamente, a través de algún guardia
amigo o durante las visitas de familiares.
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166 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
que somos objeto y demandamos su efectiva solidaridad para acabar con el régimen
carcelario que nos han impuesto. Sin nada más que agregar por el momento, nos
despedimos de ustedes agradeciendo la publicación de la presente carta”38.
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comida cada tres días42. Por la noche era devuelto al calabozo, donde debía permanecer
de pie, excepto durante cuatro o cinco horas en las que se le permitía dormir. Podía
ir a un inodoro una vez al día durante dos o tres minutos, pero si no era el momento
adecuado, no había alternativa.
La estancia en el calabozo de Tomás Borge se prolongó hasta agosto de 1976, cuando
fue llamado a declarar en la Corte de Investigación Militar. Después, pese a que el pro-
cedimiento normal era ser llevado a la cárcel Modelo, a él le devolvieron al calabozo,
donde inició una huelga de hambre de 50 días de duración. Logró el traslado a la cárcel
Modelo de Tipitapa, pero allí volvieron a aislarlo hasta el extremo de que el agente que
le llevaba la comida tenía prohibido dirigirle la palabra. En enero de 1977, en que está
fechada la última de estas cartas, llevaba de nuevo 36 días en huelga de hambre para
romper el aislamiento43. No salió de la cárcel hasta la toma del Palacio Nacional, el 22
de agosto de 1978.
Con Tomás Borge se solidarizaron el resto de los presos políticos, que emprendie-
ron una huelga de hambre de 59 días el 1 de diciembre de 1976. En ese lapso de tiempo
se fue uniendo a las protestas toda una movilización ciudadana y se lograron algu-
nas de las demandas reiteradamente solicitadas: el comienzo del Consejo de Guerra, la
comparencia ante la Corte de Investigación de varios presos que llevaban meses en la
Seguridad y la puesta en libertad de otros que no tenían cargo alguno. Pero otras viejas
reivindicaciones, como el traslado a la Cárcel Modelo, y sobre todo el fin del aislamien-
to -especialmente temido no sólo porque podía dar lugar a la aplicación de la Ley de
Fuga, sino porque podía ocasionar con el tiempo desequilibrios mentales en el reo- no
se consiguieron44.
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168 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
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de neón. La comida era una masa de arroz servida en carretillas de albañilería, que les
pasaban a través de los barrotes de la celda, lo que la impregnaba de toda su suciedad.
Sólo se les permitía una visita el domingo durante cinco minutos a través de la misma
doble malla que denunciaban los presos y en presencia de guardias y oficiales. Por
último, la asistencia médica -que fue una demanda constantemente reiterada desde la
Central de Policía- era tan deficiente que sólo se les concedía después de días de fiebre
y de gritar durante horas48. En 1977, junto a las mismas demandas, denunciaban la
actitud de los guardias de los puestos de vigilancia del patio, que se asomaban constan-
temente a sus ventanas y les impedían la más imprescindible intimidad49.
En febrero de 1978 los varones fueron trasladados a la cárcel Modelo, por lo que el
resto de cartas desde la Central de Policía son sólo de mujeres que seguían demandan-
do ser trasladadas también a la cárcel para no escuchar los gritos desgarradores de las
torturas. Ese dato era un síntoma del incremento de las detenciones posteriores a la
muerte de Pedro Joaquín Chamorro, por los brotes insurreccionales que tuvieron lu-
gar en las ciudades de Granada, Rivas, Estelí, Monimbó, Sutiava y León. Poco después,
cuando desde el mes de mayo se recrudecieron las protestas y la violencia callejera, la
represión se incrementó y ello motivó la huelga de hambre de las madres de los pre-
sos, que organizaron una movilización sin precedentes creando el Comité de Familiares
de los Reos Políticos50.
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170 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
que les parecían más sensibles, que muy a menudo estaban en sus puestos sólo por
necesidad, pero no por una identidad ideológica con los planteamientos de sus je-
fes. Así, una de las detenidas, Mónica Baltodano, consiguió que una policía, Carmen
Azucena Rodríguez, conocida como “La Prado”, decidiera volverse contra la Guardia,
salir de ella en 1978 y hasta integrarse posteriormente en el Frente51. En el mismo
sentido, Charlotte Baltodano (Eva), se ganó la confianza de un guardia raso, Nieves
López Mantilla, que había estado entre 1975 y 1977 en los campos de concentración de
Waslala, Río Blanco y La Carpa. Nieves contó a Charlotte confidencialmente su amarga
experiencia en el campo de concentración de Waslala en las montañas del Norte, y
gracias a su relato -que Charlotte escribió al dictado- podemos conocer el trato de la
Guardia a los campesinos en los campos de concentración52. La reproducción literal de
su texto es la siguiente:
“Llegué a Waslala el 2 de febrero de 1977. Estuve en las montañas del Norte nueve
meses. Al llegar me di cuenta de que había varios campesinos en el hoyo53. Tenían
aproximadamente 6 meses sin sacarlos al sol. El comandante era el Mayor José Juan
Villalta, alias “Aním”, que murió en un accidente. Allí en Waslala, como a los 15 días,
sacaron del hoyo a 4 compañeros que estaban, según pude ob-
servar, con un alto grado de desnutrición. Se les daba de comer
51. Margaret Randall, Todas estamos
un poquito de arroz crudo y guineos (plátanos). Sólo los sacaron
despiertas, 294-297; Mónica Baltodano, media hora para tomar un poco de sol y los volvieron a me-
“Nicaragua-A 29 años: las mujeres en la
lucha contra la dictadura somocista”,
ter. Una semana después llegó de la montaña un helicóptero
Adital. Noticias de América Latina y El trayendo dos campesinos que fueron metidos en ese mismo
Caribe, disponible en http://www.adital.
org.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=3
lugar. Más tarde fueron sacados por un agente de seguridad de
4350&busca=baltodano. los que llamábamos “Ojón”. Les llevaron a una sala destinada
52. Los campos de concentración eran a interrogatorios y torturas. Como a las 6 de ese mismo día le
lugares de confinamiento en las aplicaron la “Ley de fuga” a uno y fue atrozmente acribillado a
montañas, creados y vigilados por
la Guardia Nacional. Además del balas por un centinela. Ví como cayó en un acantilado. Bajamos
mencionado de Waslala, existieron a ver y todavía estaba vivo por lo que yo pedí una camilla para
los de Laguna de las Perlas -uno de
los mayores, cerca de Bluefields-, Río que lo lleváramos, pero un oficial me dijo que lo arrastráramos
Blanco -donde se experimentaban y así lo hicimos y fue enterrado allí mismo en el cuartel, en el
torturas-, Nueva Guinea y otros, todos
en las regiones del Norte y Atlántico PC (Puesto del Comando). El que quedó en el hoyo desapareció
-en Siquia, Macuelizo, Amatillo, y no lo volví a ver.
Ococona, Waslala y Río Blanco-, y al
Oeste, en Kilala, en Chinandega. En marzo llegaron a Waslala cuatro personas, una de ellas de
53. El “hoyo” era un agujero excavado
apellido Rizo. Llegaron a visitar a un hermano de Rizo que vivía
en el suelo, que servía de letrina, y allí en Waslala. Los oficiales se dieron cuenta de que eran gue-
en donde metía a los presos, a los
que tapaban con tablones hechos
rrilleros e inmediatamente fueron hechos prisioneros. Llegó un
de los troncos de los árboles, para helicóptero y se los llevó con rumbo desconocido. Me imagino
que vivieran en la oscuridad como
una forma de tortura cotidiana y
permanente.
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que los tiraron del helicóptero porque uno de los guardias que trabajaba en el PC me
informó. Por esos mismos días llegaron unos padres norteamericanos que trabajaban
en esa región y preguntaron por un sin número de campesinos que habían sido cap-
turados por las patrullas. El Mayor Aním les dijo que no tenían a nadie preso allí y
que no sabía de quiénes le estaban hablando.
La política de Derechos Humanos estaba activa y nosotros nos dimos cuenta de que
una misión Internacional de Derechos Humanos llegaría a muchos cuarteles en el
Norte. Fue cuando nos seleccionaron para cumplir una misión especial y al día si-
guiente fuimos trasladados en un helicóptero al interior de la montaña. Puestos allí,
empezamos a excavar y a hacer el hoyo más profundo y empezamos a notar un olor
fétido y hediondo y seguimos excavando hasta encontrar un sin número de cadáveres
hasta de 42 personas, de ambos sexos y todo tipo de edad: niños, jóvenes, mujeres,
hombres, viejos...que habían sido asesinados en diferentes formas. Unos a tiros y
otros con arma blanca. Entonces comprendí cuál era nuestra misión especial. Sacamos
los cadáveres, les echamos gasolina y les quemamos hasta reducirlos a cenizas.
Éramos 15 guardias y un oficial y los restos que quedaron los enterramos allí mismo
y no dejamos ninguna huella. El helicóptero nos trasladó nuevamente a Waslala. Nos
formaron y nos dijeron que nadie se debía acercar a nosotros y nos dijeron (el Tte.
Ilarios y el Comandante Pejsiando -su pseudónimo-) que nosotros no sabíamos nada,
que no habíamos visto ni hecho nada, que solamente habíamos andado en la zona
de Kiskiwita. Más tarde supe que la patrulla que había cometido esas atrocidades fue
la patrulla al mando del Tte. Ilarios. Días antes, esa patrulla había tiroteado a un sin
número de ellos con el pretexto de que eran colaboradores del FSLN. La verdad era
que los habían matado para hacerse con todo lo que tenían porque eran campesinos
que tenían pequeñas riquezas económicas.
Más tarde fuimos asignados a otra misión que consistía en fabricar huellas que acu-
saran a otros propietarios como colaboradores del FSLN. Estuvimos en otra patrulla
al mando del Tte. Kenny o Kennedy. Después se saqueó y se incendió un rancho y
se recogió todo el ganado, que se vendió posteriormente a personas que no pude
identificar. Pero nosotros nunca pensamos que el propietario fuera a denunciar. Pero
él se fue a Matagalpa al Comando a presentar sus quejas y se creó una junta militar
para dirimir responsabilidades. El Tte. K. fue retirado de la patrulla y reconcentrado
en el cuartel de Waslala para investigarlo. Pero según me di cuenta, él negó toda
participación en el robo e implicaron como único responsable a un guía de la patrulla,
que era un campesino del que nunca pude saber el nombre. Era auxiliar de la Guardia
y parece que lo mataron porque por las noches él me manifestó miedo y estaba
aterrorizado porque iban a matarlo. El hombre que mataba a todos los campesinos
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172 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
era Attimo Briceño. Ese individuo se vanagloriaba de haber matado a más de 70 per-
sonas. Por su nombre me di cuenta de que era Mosco. El cementerio donde estaban
los campesinos se situaba en la falda del Cerro donde se posaba el helicóptero allí,
en el cuartel de Waslala.
Otro sitio en el que se pueden encontrar cadáveres de personas asesinadas es donde
están actualmente las instalaciones de Abastos, donde se encuentran las armas y
municiones del cuartel general de Waslala.
Después fuimos a otra misión con 3 alistados más a una zona de Yaosca a traer ví-
veres para la tropa. Llegamos a la casa de un campesino. Le preguntamos si tenía
huevos y él contestó que no tenía, pero un alistado se introdujo en la casa y encontró
una cesta de huevos. Entonces el campesino fue acusado de colaborar con el FSLN y
fue sacado con violencia y torturado para que dijera dónde estaban los del FSLN. Él
negó todo y nosotros le destrozamos la choza y lo dejamos allí. El jefe era un sargento
y le dijo que eso era para que se acordara siempre de nosotros. Nos marchamos con
los víveres y regresamos al cuartel. Cabe aquí decir que los huevos y la carne de res
son para los oficiales, que nosotros comemos comida enlatada que nos mandan los
EE.UU., de la que utilizaban en Vietnam, y arroz y frijoles.
Quince o veinte días después fuimos en otra patrulla al sector de Iyas, a seguir a ele-
mentos subversivos que se encontraban en esa zona, según gente (Jueces de Mesta)
que llegaron a denunciar. A los dos días llegamos a una finca donde los propietarios
no querían cooperar con nosotros. Había dos muchachas muy bien parecidas y her-
mosas y enseguida empezamos a buscar la manera de hacerles el amor. Al no lograr
nuestro objetivo, un alistado y un clase “bujía” agarraron a las muchachas, las viola-
ron y las golpearon de una manera salvaje54. Después les advirtieron que no fueran
a denunciar porque si lo hacían, al regreso ellos iban a incendiar la finca y a arrasar
todo. Anduvimos haciendo reconocimiento de toda la zona, pero no encontramos
absolutamente nada y regresamos al cuartel”55.
Otra de las mujeres detenidas, Rosa Argentina Ortíz (Sofía), que era la jefa del grupo
de la Central de Policía, dejó también constancia en cartas escritas desde la Central
de Policía de los padecimientos a los que fue sometida en el cuartel de Río Blanco y
después de la situación en la Central. En Río Blanco le hicieron un intenso interro-
gatorio y la aislaron, dejándola esposada por los pies a un tubo de
hierro durante veinticuatro horas. Posteriormente, en otro cuarto,
54. Juana y Fca. Cruz Paíz, hermanas de los
muchachos Paíz, fueron las violadas.
soportó una de las peores torturas que se aplicaban a las mujeres
Fernando Cardenal, “Statement of The y que, desgraciadamente no era nada infrecuente: la piñata, que
Reverend”, 22.
unos diez Guardias le hicieron por tres veces. Le ataron una camisa
55. “Carta de Charlotte Baltodano de 13 de
febrero de 1978”. ACHM, MR/E-001-C-
017, 000499.
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a la cabeza para que no pudiera ver; la desvistieron -ella dice que fue “pieza por pieza
y con gran morbosidad”-, la esposaron con las manos hacia delante y la colgaron de
una cuerda al techo. Después, dice literalmente, “me manosearon sádicamente todo el
cuerpo, pero haciendo énfasis en mis partes más íntimas y abriéndome los muslos sal-
vajemente”. La golpearon con el puño cerrado en el estómago y la mecieron para todos
lados, en realidad, como una piñata. Acto seguido la bajaron y le cambiaron la posición
de las esposas, esta vez con las manos hacia atrás, volviendo a hacer exactamente lo
mismo. Todo ello, según sus propias palabras, “riéndose con el cinismo que les carac-
teriza y acompañado de un sinnúmero de improperios”. Después la
amenazaron con matarla y le colocaron una pistola en la frente56.
En sus cartas muestra una preocupación constante por el estado 56. “Cartas de Rosa Argentina Ortíz de
1977”. ACHM, MR/E-001, C-018-000497
de salud de algunas compañeras que tienen sospechas de tumores y ACHM, MR/E-001, C-018, 000521.
e infecciones y cuya demanda de que las viera un ginecólogo era
57. “Carta de Rosa Argentina Ortíz del 27
constantemente desatendida57. Por último, también informaba de de febrero de 1978”. ACHM, MR/E-001,
que seguían aisladas, pero habían hecho pequeños huecos en las C-018, 000521.
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174 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
no hubo noticia alguna sobre las detenciones posteriores al asalto a la casa del ministro
José María Castillo, por lo que muchas otras cartas se dirigieron al Coronel Nicolás Valle-
Salinas y a las autoridades del Ministerio y de la Comandancia del Penal61. Pero, en vista
de la ausencia de respuesta, los presos decidieron ampliar la difusión de sus demandas y
se dirigieron a los partidos de la oposición antisomocista -los de la Unión Democrática de
Liberación (UDEL)-, al Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y al Centro Universitario
de la Universidad Nacional (CUUN) para dar a conocer las irregularidades carcelarias a
las autoridades universitarias y a todos los ciudadanos a quienes se pudiera llegar62.
La sociedad nicaragüense se volcó en su ayuda y no sólo se radicalizó el rechazo a
la dictadura, sino que lograron forzar el comienzo del Consejo de Guerra. Sin embargo,
cuando éste tuvo lugar, y después de dictar sentencia en febrero de 1977, el aislamiento
de los presos más connotados continuó por lo que cada vez se implicó más a las au-
toridades y proliferaron los encierros en iglesias junto a las muestras de solidaridad
que llegaban de toda Centroamérica, de Panamá, Venezuela, México y Cuba, y hasta
de los EE.UU. De hecho, en Nueva York se tomó la sede del Consulado de Nicaragua
exigiendo que se presionara para poner fin al aislamiento63. Por fin,
los esfuerzos continuados de las madres de los presos y de todos sus
61. “Carta de los presos dirigida a las
Autoridades del Ministerio de la
acompañantes lograrían que se concediera a un grupo de presos el
Gobernación y a la Comandancia traslado para acompañar a los aislados64.
del Penal”, de 22 de abril de 1978.
Firmada por Roberto Calderón, Edgar
Desde el momento en que se celebró el Consejo de Guerra y dic-
Lang Sacasa, Ernesto Montiel, Juan tó sentencia el 25 de febrero de 1977, los presos que se encontraban
José Úbeda, Luis Armando Guzmán,
José Victor Moreno, Rodolfo Amador
en la cárcel Modelo de Tipitapa estaban, en su mayoría, cumplien-
Gallegos, Gustavo M. Gutiérrez, do las penas dictadas, que oscilaban entre 40 meses y 15 años de
Roberto Mc Ewan, Juan Castro López,
René Núñez Téllez, Guillermo Cáceres
cárcel65. Pero al radicalizarse la oposición, los procesados apenas
Benard, Javier Carrión McDonough. cumplieron dichas penas, porque algunos pudieron salir cuando se
ACHM, MR/E-001, C-018, 000529.
tomó el Palacio Nacional, en agosto de 1978, y el resto al año si-
62. “Carta de los Prisioneros Políticos guiente, en julio de 1979, cuando triunfó la revolución.
Sandinistas de la Cárcel Modelo a los
partidos de la oposición antisomocista”.
Diciembre de 1976. ACHM, MR/E-001, Consideraciones finales
C-018, 000516.
La compleja ingeniería política elaborada por el fundador del
63. ACHM, Inventario Frentes de Guerra,
Tendencia G.P.P., Caja IV, Fólder 3, Exp.
somocismo -represión combinada con pactismo y demagogia po-
02390. pulista- no fue seguida por sus hijos que extremaron la más burda
64. “Cartas de los presos de 8 de marzo persecución de sus oponentes y que, con Anastasio Somoza Debayle,
y 10, 22 25 de abril de 1978”. ACHM, el último de la dinastía, alcanzó cotas que provocaron las más duras
MR/E-001, C-018, 000528; “Cartas de
las madres y familiares de los presos críticas internacionales hasta desembocar en su caída.
políticos”. ACHM, MR/E-001, C-018, La dictadura de los Somoza fue un ejemplo privilegiado de los
000548 y E-001, C-018, 000548.
sistemas autoritarios de la Guerra Fría, siempre al amparo de las
65. “Sentencia Firme del Consejo de
Guerra” (25 de febrero de 1977). ACHM,
MR/E-001, C-018, 000517.
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María Dolores Ferrero Blanco 175
grandes potencias. Pero, si bien en el bloque del Este se trasplantó el modelo soviético
sin rectificaciones apenas, dentro del bloque occidental -sobre todo en Centroamérica-
se adoptó una perversión del modelo norteamericano, aun así siempre respaldado y
sostenido por los EE.UU: una apariencia institucional “democrática” superpuesta a sis-
temas dictatoriales.
El interés permanente de los EE.UU. en Nicaragua -como en el resto de las dicta-
duras que apoyaron- fue el económico. Ello se puso de manifiesto desde los inicios de
los mandatos somocistas en la colaboración de Somoza García en el derrocamiento de
Jacobo Arbenz de Guatemala, en 1954, donde se utilizó el argumento de la defensa del
país “frente al comunismo”, aun cuando Arbenz fuera estrictamente un nacionalista.
Más tarde, desde la revolución cubana de 1959, cuando Luis Somoza Debayle ofreció su
territorio para el ataque a Bahía de Cochinos y la invasión partió en gran medida de
las costas nicaragüenses de Puerto Cabezas, ayudada por la fuerza aérea, el destino de
Nicaragua quedaría sellado al de los EE.UU. Los Somoza se convertirían formalmente
en los “gendarmes anticomunistas del Caribe”. Sin embargo, detrás de ese objetivo tan
acorde con los planteamientos de la Guerra Fría, en todas partes fueron los intereses
económicos los que siguieron primando, dado que las políticas opositoras -tildadas de
inmediato de “comunistas”-, con sus nacionalizaciones y reformas agrarias obstaculi-
zaban las inversiones norteamericanas.
Si estableciéramos una comparación entre las principales dictaduras latinoameri-
canas con la de los Somoza, para poder hacer una valoración más ponderada, habría
que contemplar tanto las formas de violencia y coerción como el número de víctimas
que resultaron de las mismas. Con respecto a los métodos de control y represión de la
población, la última etapa del somocismo con Anastasio Somoza Debayle transcurrió
paralela al desarrollo de la Operación Cóndor, promovida por la CIA y enmarcada en el
contexto de la Doctrina de la Seguridad Nacional. De ella formaron parte los dictado-
res de Argentina (Junta Militar), Chile (Augusto Pinochet), Brasil (Emílio Garrastazu
Médici), Paraguay (Alfredo Stroessner), Uruguay (Juan María Bordaberry) y Bolivia
(Hugo Bánzer), cuyo objetivo más explícito fue erradicar la izquierda del Cono Sur.
Tanto las dictaduras implicadas en Operación Cóndor como la de los Somoza tuvieron
en común su sostenimiento por el Departamento de Estado norteamericano y sus formas
represivas. Su metodología provenía de las enseñanzas de la Escuela de las Américas,
situada en la Zona del Canal de Panamá, donde los EE.UU. instalaron el denominado
“Comando Sur”, que era el encargado de estructurar la política represiva y coordinar
las tres ramas de las fuerzas armadas del continente. Desde allí se dirigían las escuelas
militares y se enviaban asesores para entrenamiento en “políticas preventivas” a los
gobiernos que lo solicitaran. La vinculación de Nicaragua con la Zona del Canal fue tan
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176 Violencia y represión en el ocaso de los Somoza: las condiciones carcelarias de los presos políticos
intensa que los estudiantes de la Academia Militar nicaragüense pasaban allí su último
año de formación completo. En total recibieron instrucción unos 20.000 militares de
toda Latinoamérica, de los que 5.000 fueron miembros de la Guardia Nacional nicara-
güense, una cantidad muy superior a la del resto de países latinoamericanos.
Por lo que se refiere a la valoración cuantitativa de las víctimas, mientras en los paí-
ses de la Operación Cóndor -con una población total de 154.982.000 habitantes- se calculó
que fueron asesinadas 50.000 personas, 30.000 desaparecidas y 400.000 encarceladas, en
Nicaragua -con 2.797.000 de habitantes-, según denunció la Cruz Roja al triunfar la revo-
lución en julio de 1979 los muertos durante la insurrección habían sido aproximadamente
20.000, sólo en Managua, y en toda Nicaragua, unos 50.000. Pero es necesario precisar que
en Nicaragua no se pueden contabilizar únicamente las víctimas del año transcurrido
desde la insurrección de septiembre de 1978 hasta el triunfo de la revolución en julio
de 1979, en que se libró un auténtico combate entre el pueblo entero levantado y las
fuerzas más sofisticadas y duras de la historia del régimen empeñadas en aniquilar a
la oposición. Es imprescindible añadir las muertes que se produjeron en los 43 años de
dictadura en manifestaciones reprimidas, como resultado de las torturas en las cárceles,
en los campos de concentración en la montaña y en las “desapariciones” de campesinos
desde 1970. Sea el que fuere el recuento, el número de víctimas en Nicaragua ocupó un
lugar muy destacado, en relación a su población, incluso comparada con las dictaduras
centroamericanas de las décadas de 1970 y 1980, que arrojaron resultados más cruentos
que los de América del Sur. Así, en El Salvador -con 4.233.000 de habitantes- se alcanzó la
cifra de 75.000 muertos y desaparecidos, y en Guatemala -con 6.204.000 de habitantes- el
genocidio maya elevó esa cantidad hasta 150.00066.
En cualquier caso, la apreciación cuantitativa tiene un valor limitado, incluso irre-
levante si se tiene en cuenta el impacto que un trato injusto y brutal tiene sobre una
población ignorada por el aparato de poder y que carece de medios para combatir la
impunidad del mismo. En Nicaragua la lucha contra la dictadura fue un combate des-
igual, siempre asimétrico y en el que no se podía combatir sin estar dispuesto a morir.
Bajo la dirección del FSLN el pueblo entero se fue involucrando hasta su estallido
en una insurrección interclasista y lo entregó todo en el empeño
de erradicar definitivamente la dictadura. Las consecuencias fue-
66. Datos de población de 1975. Fuente:
Centro Latinoamericano y Caribeño
ron tan graves que el alto costo personal y humano pagado por
de Demografía (CELADE). División ese pueblo explica en gran parte la situación actual. Tanto la ex-
de población de la CEPAL; División
de Población de las Naciones Unidas:
periencia de haber vencido a la tiranía sólo con un enfrentamiento
Panorama de la Población Mundial. muy violento, como la fidelidad de los nicaragüenses a las siglas
Revisión 2008, base de datos de
población. Datos de represión: Stella
que defendieron sus muertos, han dado lugar a una fuerte inercia
Calloni: “Los Archivos del Horror en el voto, pese a las sustanciales diferencias de actitud del actual
del Operativo Cóndor”, http://www.
derechos.org/nizkor/doc/condor/
calloni.html.
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María Dolores Ferrero Blanco 177
partido gobernante con las de aquel Frente Sandinista que derrotó a la más prolongada
dictadura de América Latina.
Bibliografía
Fuentes primarias
Archivos:
Archivo del Centro de Historia Militar de Managua (ACHM):
Colección Movimiento Revolucionario (MR), Estante 001, Caja 016, Expedientes 000440, 000464,
000465, 000474, 000476; Caja 017, expedientes 000499 000527 000499 00051; Caja 018,
expedientes 000497, 000506, 000507, 000510, 000515, 000516, 000517, 000519, 000521, 000528,
000529,000548.
Inventario Frentes de Guerra, Tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP), Caja III,
folder 2, Exp. 03777 (II); Caja IV, Fólder 1, Expediente 14.943; Caja IV, Fólder 3, Exp.
02390.
Colección de la revista de entrenamiento militar El Infante, Oleg Ignatiev y Guenrij Borovic.
“La agonía de una dictadura”.
Publicaciones periódicas:
Diarios Uno Más Uno, México, 20 de mayo 1979; La Prensa, Managua, 14 de agosto 1970.
Fuentes secundarias
Baltodano, Mónica. “Nicaragua-A 29 años: las mujeres en la lucha contra la dictadura
somocista”. Adital. Noticias de América Latina y El Caribe. Disponible en http://www.
adital.org.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=34350&busca=baltodano.
Boza, Francisco. Memorias de un soldado. Managua: Pavsa, 2007.
Cardenal, Fernando. “Statement of The Reverend Fernando Cardenal, S.J.”. En Human Rights
in Nicaragua, Guatemala, and El Salvador: implications for U.S. policy. Washington: U.S.
Government Printing Office, 1976.
Cardenal, Fernando. Sacerdote en la revolución. Memorias. Managua: Anema, 2008.
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180 Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía y escenario actual del campo en Colombia, América Latina y el mundo
Artículo recibido: 15 Aportes de Brian Harley a la nueva The Contributions of Brian Harley to
de enero de 2009; historia de la cartografía y escenario the New History of Cartography, and
aprobado: 21 de abril actual del campo en Colombia, América the current State of Affairs in Colombia,
de 2009; modificado: Latina y el mundo Latin America, and the World
15 de agosto de 2009. Resumen Abstract
La historia de la cartografía ha conocido The history of cartography has undergone a
una revolución en términos de expectativas revolution in terms of disciplinary expectations
disciplinares y resultados académicos. Una de and academic production. One of the principal
sus figuras principales, Brian Harley, exploró figures behind this shift, Brian Harley, explored
las relaciones entre cartografía, conocimiento the relationship between cartography,
y poder, estimulando el análisis sobre el papel knowledge, and power, stimulating the analysis
de los mapas y de la racionalidad cartográfica of the role of maps and cartographic rationality
en términos cultuales, sociales y políticos. Este in culture, social, and political terms. This article
artículo sintetiza sus aportes y presenta un summarizes his contributions and provides
panorama general sobre el campo de investigación an overview on the state of the history of
en historia de la cartografía a nivel internacional y cartography internationally and in Colombia and
a nivel de Colombia y América Latina. Latin America.
Palabras c l av e Key Words
Brian Harley, historia de la cartografía, cartografía Brian Harley, History of Cartography, Critical
crítica, América Latina, Colombia. Cartography, Latin America, Colombia.
espacio estudiantil
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los discursos de poder desplegados en este mapeo; es una geografía 7. John Pickles, A History of Spaces, 12.
crítica e histórica de los espacios mapeados y un análisis cultural de 8. Por ejemlpo Jeremy W. Crampton,
las representaciones espaciales producidas desde las disciplinas, ra- “Exploring the History of Cartography
in the Twentieth Century”, Imago
cionalidades e instituciones geográficas y cartográficas7. mundi 56 (2004): 200-206.
En la medida en que articula disciplinas, temáticas, énfasis y 9. El portal fue creado en 1996 por Tony
aproximaciones diversas -de otra manera dispersas-, la historia de Campbell, bibliotecario (pensionado) de
la sección de mapas de la British Library
la cartografía aglutina a investigadores de distintas formaciones y en Londres, y hace parte de un proyecto
a diversas entidades como universidades, centros de investigación, de interconexión académica de gran
envergadura -The WWW Virtual Library-
archivos, bibliotecas, coleccionistas, etc., afines al estudio de los iniciado en 1991 por Tim Berners-Lee, uno
mapas y su lugar en la historia social, económica, política, cultural de los creadores del HTML y del World Wide
Web. Para conocer acerca del proyecto
y medioambiental de distintas sociedades en distintos periodos8. Virtual Library ver http://vlib.org.
En el contexto académico europeo y norteamericano actual, así
10. Información detallada sobre Imago
como en algunos países de Asia y Oceanía, se trata de un área de in- Mundi y otras revistas afines al tema se
vestigación consolidada y dinámica: una breve exploración del portal encuentra disponible en http://www.
maphistory.info/journals.html. Las
http://www.maphistory.info (Map History / History of Cartography), memorias de las veintitrés ICHC llevadas
el más reconocido y completo nodo de articulación de la comunidad a cabo hasta la fecha se encuentran
en Douglas W. Sims y Peter van der
científica dedicada a la historia de la cartografía, es suficiente para Krog, The International Conferences on the
hacerse una idea de su dinamismo. En este portal se encuentran orde- History of Cartography. A Short History and a
Bibliography of Papers, http://cartography.
nados temáticamente más de 2.000 artículos de acceso libre, y más de geog.uu.nl/ichc/index.html (consultado
5.000 vínculos web especializados; también al calendario actualizado en Julio 2009).
de conferencias y actividades sobre la temática, el directorio de inves- 11. Vol. 1: Cartography in Prehistoric,
Ancient, and Medieval Europe and the
tigadores con doctorados y los candidatos a doctorados en el área, los Mediterranean, eds. J. B. Harley y David
programas universitarios existentes que dan cursos sobre la temática, Woodward (Chicago: The University
of Chicago Press, 1987); vol. 2, t. 1:
recursos para la enseñanza, principales listas de discusión afines, prin- Cartography in the Traditional Islamic and
cipales becas, estímulos y premios para la investigación sobre el tema, South Asian Societies, eds. J. B. Harley
y David Woodward (Chicago: The
listado de los principales proyectos editoriales y académicos en el University of Chicago Press, 1992); Vol.
campo, listado de archivos digitales de mapas antiguos, sociedades de 2, t. 2: Cartography in the Traditional East
and Southeast Asian Societies, eds. J. B.
coleccionistas de mapas antiguos e información pertinente de diverso Harley y David Woodward (Chicago:
tipo; todo con el propósito general de apoyar el fortalecimiento virtual The University of Chicago Press, 1995);
vol. 2, t. 3: Cartography in the Traditional
de una comunidad especializada y para atraer nuevos interesados9. African, American, Arctic, Australian, and
Es importante recalcar que la comunidad internacional de la historia Pacific Societies, eds. David Woodward
y G. Malcolm Lewis (Chicago: The
de la cartografía no es únicamente virtual; desde 1935 existe Imago Mundi, University of Chicago Press, 1998);
la revista internacional especializada en el tema y desde 1964 tiene lugar vol. 3: Cartography in the European
Renaissance, ed. David Woodward
cada dos años la International Conferences on the History of Cartography (Chicago: The University of Chicago
(ICHC)10. De amplia relevancia internacional también es el proyecto edi- Press, 2007); vol. 4: Cartography in the
European Enlightenment, en prensa; vol.
torial “The History of Cartography Project”, que inició en 1987 y que a la 5: Cartography in the Nineteenth Century,
fecha ha publicado en cinco tomos tres de los seis volúmenes previstos11. en prensa; volumen 6: Cartography in the
Twentieth Century, en prensa. Ver http://
www.geography.wisc.edu/histcart
(consultado en marzo de 2008).
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186 Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía y escenario actual del campo en Colombia, América Latina y el mundo
de poder y para explicar hasta qué punto el carácter aparentemente ‘neutro’ de la car-
tografía científica moderna imponía sus propios valores a la sociedad18.
“Lo que leemos en un mapa está tan relacionado con un mundo social invisible y con
la ideología como con los fenómenos vistos y medidos en el paisaje […]. Tanto en la
selectividad de sus contenidos, como en sus signos y estilos de representación, los
mapas son una manera de concebir, articular y estructurar el mundo humano, que se
inclina hacia, es promovido por, y ejerce una influencia sobre grupos particulares de
relaciones sociales. Al aceptar tales premisas se puede ver mejor los susceptibles que
son a la manipulación por parte de los poderosos de la sociedad”19.
¿Por qué los mapas funcionan como expresiones de poder?, ¿qué poder expresan los
mapas?, ¿cómo resultan los mapas imbuidos por ese poder?, ¿qué
papel juegan los mapas en la consolidación del poder? y ¿cuáles son
18. De ahí su interés por argumentos los efectos sociales del poder de los mapas? son algunas de las pre-
foucaultianos según los cuales “la guntas que Harley decidió examinar en estos artículos. En “Mapas,
búsqueda de la verdad no es una
actividad objetiva y neutral, sino que conocimiento y poder” adapta el análisis de Foucault sobre el Estado
está relacionada íntimamente con moderno y sus tecnologías de conocimiento y control de la población
el anhelo de poder de quien busca la
verdad” y de que “el conocimiento y el territorio, para presentar una serie de ejemplos de cómo el acto
es una forma de poder, una forma de mapear, y el uso de los mapas, encarnan ideologías culturales que
de presentar los valores propios
disfrazados de un desinterés han servido de herramientas de dominación social y territorial del
científico”. John Brian Harley, La Nueva Estado moderno. En particular exploró tres problemáticas:
Naturaleza, 82.
1. El contexto político de los mapas: esto es, las fuerzas sociales que
19. John Brian Harley, La Nueva históricamente han regulado la producción y uso de mapas (Imperios,
Naturaleza, 80.
Estados-nacionales, derechos de propiedad sobre el territorio), y cómo
20. John Brian Harley, La Nueva Naturaleza,
85-87. la elaboración de mapas ha funcionado tradicionalmente en beneficio
del poder de las élites sociales mediante la creación e imposición de
21. El Imperio español, por ejemplo,
no permitía la impresión privada de realidades espaciales. De esto la historia está llena de ejemplos sig-
mapas sobre territorio americano nificativos, como la repartición decimonónica de África entre los
y rutas marítimas y “sólo circulaba
un número limitado de copias entre imperios europeos, y en la cual “los mapas se construyeron y usaron
los capitanes de mayor confianza para legitimar la realidad de la conquista y el imperio […] y fragmen-
de la Real Armada. Esto resulta
comprensible si tenemos en cuenta taron la identidad de la organización territorial indígena”20.
la constante lucha de España por 2. El contenido de los mapas en las transacciones de poder: esto
la conservación del control de su
imperio frente a los conquistadores es, la forma en la cual el ejercicio de poder estructura el conteni-
portugueses y los comerciantes do de los mapas. Por un lado, mediante manipulaciones conscientes
ingleses, franceses, holandeses
o italianos, lo que implicó que la y determinaciones deliberadas del contenido y de los símbolos de
información geográfica fuera guardada representación cartográfica para la propaganda, la censura o el con-
con celo, muchas veces con el carácter
de secreto militar”. Mauricio Nieto, trol de contenidos21. Pero también más sutil y generalizadamente
La Obra Cartográfica de Francisco José
de Caldas (Bogotá: Universidad de los
Andes, 2006), 23.
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mediante distorsiones inconscientes, resultado del proceso “me- as evident in cosmic diagrams of
pre-Columbian North American
diante el cual el contenido de los mapas recibe la influencia de los Indians as it is in the maps of ancient
valores de la sociedad que produce el mapa”22. Un ejemplo clásico de Babylonia, Greece or China, or in the
medieval maps of the Islamic world
las “geometrías subliminales” con las que a lo largo de la historia las or Christian Europe. […] the scientific
sociedades -incluida la moderna- han construido sus cartografías es Renaissance in Europe gave modern
cartography coordinate systems,
el etnocentrismo: si en el medioevo las cartografías cristianas repre- Euclid, scale maps, and accurate
sentaban a Jerusalén en el centro del mundo, durante el Renacimiento measurement, but it also helped
to confirm a new myth of Europe’s
la proyección Mercator contribuyó a consolidar imágenes de mundo ideological centrality through
afines al sentido europeo de superioridad, y más recientemente a na- projections such as those of Mercator.
Or again, in our own century, a
turalizar la geopolítica panamericana de “hemisferio”23. tradition of the exclusivity of America
En este mismo sentido Harley buscó deconstruir las “reglas y es- was enhanced before World War II
by placing it in its own hemisphere
tructuras ocultas” de la cartografía, como los códigos simbólicos de (‘our hemisphere’) on the world
representación cartográfica de jerarquías e ideologías sociales, o -de maps. Throughout the history of
cartography ideological ‘Holy Lands’
manera más significativa- los “silencios cartográficos” como elemen- are frequently centred on maps.
tos “activos” de la producción de poder en la “aparente honestidad Such centricity, a kind of “subliminal
geometry”, adds geopolitical force
de los mapas”24. and meaning to representation.
3. Poder simbólico y efectos sociales del conocimiento cartográfi- It is also arguable that such world
maps have in turn helped to codify,
co: Harley resaltó cómo al ser parte de un sistema mayor de signos to legitimate, and to promote the
que sostiene las jerarquías sociales y políticas, el hecho cartográfico world views which are prevalent
in different periods and places”.
resulta en sí mismo un símbolo que refuerza el ejercicio de poder. Los John Brian Harley, “Deconstructing
cartógrafos contemporáneos, señaló, “por lo general consideran que the map”, Cartographica 26: 2
(1989): 6. Disponible en http://
sus mapas son manifestaciones escritas concretas en el lenguaje de utpjournals.metapress.com/content/
las matemáticas; no obstante, siempre son metáforas o símbolos del e635782717579t53 (consultado en
febrero de 2008).
mundo”25, pues “lejos de ser incompatibles con el poder simbólico, las
mediciones más exactas lo refuerzan: la precisión se convirtió en el 24. “Deconstruction urges us to read
between the lines of the map -“in the
nuevo talismán de la autoridad cartográfica”26. margins of the text”- and through its
Éstas tres problemáticas, al igual que otras que el autor aborda tropes to discover the silences and
contradictions that challenge the
en sus artículos de los años inmediatamente anteriores a su pre- apparent honesty of the image. We
matura muerte en un accidente (1991), tenían el marcado carácter begin to learn that cartographic facts
are only facts within a specific cultural
de aproximaciones preliminares “que aún deben ser exploradas en perspective. We start to understand
contextos históricos específicos” how maps, like art, far from being ‘a
transparent opening to the world’
advirtió Harley27. are but ‘a particular human way... of
A nivel teórico tal carácter explo- looking at the World’”. John Brian
22. John Brian Harley, La Nueva Harley, “Deconstructing the map”, 3.
ratorio se refleja en la introducción Naturaleza, 90.
25. John Brian Harley, La Nueva
ecléctica de conceptos y su combina- 23. “[…] many historical societies Naturaleza, 63.
[have placed] their own
ción experimental en diferentes fases territories at the centre of their 26. John Brian Harley, La Nueva
de su argumentación, para propósitos cosmographies or world maps. Naturaleza, 107.
While it may be dangerous to
assume universality, and there 27. John Brian Harley, La Nueva
are exceptions, such a rule is Naturaleza, 112.
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Si en sus artículos más polémicos Harley había querido mostrar que “al igual que las
armas de fuego y los barcos de guerra, los mapas han sido armas del imperialismo”32, y
que “a lo largo de una gran parte de la Historia, el cartógrafo fue un títere vestido con un
lenguaje técnico, cuyos hilos eran manejados por otras personas”33, el giro que había em-
prendido hacia el postestructuralismo le implicaba reconocer que todos los mapas -y no
sólo los producidos por el Estado o las élites- plantean un argumento acerca del mundo y
son propositivos por naturaleza:
“Todos los mapas emplean los recursos comunes de la retórica como invocaciones de la
autoridad y recurren a los lectores potenciales a través de uso de colores, decoración, tipo-
grafía, dedicatorias o justificaciones escritas de su método. Tanto en sus intenciones como
en sus aplicaciones representan propósitos humanos subjetivos más que corresponder al
funcionamiento de alguna ley fundamental de generalización cartográfica”34.
En este sentido la indagación que emprendió Harley fue determinante para empezar a
mostrar hasta qué punto las racionalidades y prácticas cartográficas, in-
cluyendo el consumo de mapas, hacen parte de la configuración del mundo
y de la realidad que la cartografía pretende reflejar. Logró mostrar cómo 32. John Brian Harley, La Nueva
Naturaleza, 85.
los mapas nunca son una simple mediación mimética entre una realidad
espacial y unas técnicas de representación de esta realidad. La lectura 33. John Brian Harley, La Nueva
Naturaleza, 67.
convencional del mapa suponía que nada se interponía entre el mapa y
34. John Brian Harley, La Nueva
el espacio que éste representaba, y por tanto, que el objetivo principal Naturaleza, 188.
de todo mapa era lograr ser una representación fiel de la realidad. No
35. En relación con la influencia de
obstante, la evidencia histórica mostraba a Harley que durante mucho Harley ver por ejemplo Christian
tiempo los mapas han venido funcionado como geografías anticipatorias, Jacob, “Toward a cultural history of
cartography”, Imago mundi 48:1 (1996):
que participaban de la construcción de un espacio geográfico sobre el 191-198 y The Sovereign Map: Theoretical
que posteriormente ‘echan raíces’ las sociedades: esto es, que los mapas Approaches in Cartography through History
(Chicago: University of Chicago Press,
en tanto ‘modelos’ de la realidad tienen el poder de construir -o de parti- 2006). Para investigaciones sobre
cipar de la construcción de- cierto tipo de órdenes espaciales (regiones’, América, Walter Mignolo, The Darker Side
of the Renaissance: Literacy, Territoriality,
‘fronteras’, ‘dominios’, ‘territorios’, etc.). and Colonization (Ann Harbor: University
Valga insistir que Harley y los investigadores que acompañaron of Michigan Press, 1995); Raymond
B. Craib, “A Nationalist Metaphysics:
el desarrollo de sus ideas , al problematizar la noción empirista de
35
State Fixations, National Maps, and
que los mapas son productos neutrales y transparentes, al demostrar the Geo-Historical Imagination in
Nineteenth-Century Mexico”, Hispanic
que siempre son construcciones sociales cargadas de valores cultura- American Historical Review 82:1 (2002):
les o de clase, y que efectivamente pueden servir intereses, expresar 33-68 y “Cartography and power in the
conquest and creation of New Spain”,
intensiones o naturalizar dogmas e ideologías, empezaron a conside- Latin American Research Review 35:1
rar la racionalidad cartográfica como una práctica intrínsecamente (2000): 7-36; Carla Lois, “La elocuencia de
los mapas: un enfoque semiológico para
política, en la medida en que se hizo evidente que todo mapa es un el análisis de cartografías”, Documents
d’Analisi Geográfica 36 (2000): 93-109.
Disponible en http://ddd.uab.es/pub/
dag/02121573n36p93.pdf.
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Sebastián Díaz Angel 191
2. U n balance preliminar de la historia de la cartografía en C olombia 37. Agradezco a Mathew Edney por
señalarme el punto de las nociones
y A mérica L atina de cartografía como sistema abierto o
Cabe preguntar en este punto qué papel ha jugado América cerrado.
Latina en la historia de la cartografía de las últimas décadas. Una 38. Está pendiente una revisión
del nivel de publicación de
respuesta preliminar es que la articulación latinoamericana con la autores latinoamericanos y
agenda internacional de investigación es limitada, tal y como se latinoamericanistas en Imago Mundi y
en otras publicaciones especializadas.
desprende del análisis de la participación de latinoamericanos y la- En Razón Cartográfica, red de historia
tinoamericanistas en la ICHC (ver gráfico No. 1)38. de las geografías y cartografías
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90
Londres Reino Unido, 1964
Londres Reino Unido, 1967
Bruselas, Bélgica 1969
Edimburgo, Reino Unido 1971
Varsovia, Polonia 1973
Greenwich, Reino Unido, 1975
Washington, EEUU 1977
Berlín, Alemania 1979
Pisa - Firenze - Roma, Italia 1981
Dublín, Irlanda 1983
Ottawa, Canada 1985
París, Francia 1987
Amsterdam, Holanda 1989
Upsala y Estocolmo, Suecia 1991
Chicago, EEUU 1993
Viena, Austria 1995
Lisboa, Portugal 1997
Atenas, Grecia 1999
Madrid, España 2001
Cambridge-Portland, EEUU 2003
Budapest, Hungría 2005
Berna, Suiza 2007
Fuente: Elaborado por el autor de este artículo a partir de procesamiento de datos disponibles en
Douglas W. Sims y Peter van der Krog, The International Conferences on the History of Cartography. A Short
History and a Bibliography of Papers, http://cartography.geog.uu.nl/ichc/index.html (consultado en Julio
2009). Nota: la participación de ponencias incluye Posters.
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Entre los latinoamericanos han sido los investigadores brasileros y mexicanos quienes de
manera más significativa han participando en la ICHC (ver gráfico No. 2). En la última ICHC,
en Copenhague, Dinamarca (2009), participaron siete latinoamericanos: dos de Brasil, dos
de Colombia, uno de Argentina, uno de Perú y uno de Costa Rica (sorprendentemente no
asistieron investigadores al último ICHC)39.
Mexico
8
26%
Brazil
16
52%
Cuba
3
10%
Argentina
2
6%
Venezuela
1 Chile
3% 1
3%
Fuente: Elaborado por el autor de este artículo a partir de procesamiento de datos disponibles en
Douglas W. Sims y Peter van der Krog, The International Conferences on the History of Cartography. A Short
History and a Bibliography of Papers, http://cartography.geog.uu.nl/ichc/index.html (consultado en Julio
2009). Nota: la participación de ponencias incluye Posters.
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 180-200
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Si tomamos como ejemplo el caso de México, encontramos que en este país existe efec-
tivamente una “larga tradición en la elaboración de mapas” que “ha llamado la atención
de los especialistas de todas las épocas”41, pero también que hasta hace muy poco predo-
minaban miradas empiristas “preocupadas por la precisión, la existencia de las escalas, la
medición exacta sobre el papel, la búsqueda de los puntos cardinales, y en general el con-
junto de operaciones matemáticas realizadas”. Sólo en los últimos tiempos la mirada se ha
ensanchado dentro de los márgenes del mapa y “nuevos intereses han guiado las preguntas
que han diversificado los criterios de investigación de los mismos”42.
El interés por la investigación y difusión internacional de estos temas a nivel lati-
noamericano es relativamente reciente43, pero también creciente, como lo atestigua la
puesta en marcha en los últimos años de dos Simposios Iberoamericanos de Historia
de la Cartografía (SIHC), el primero realizado en Buenos Aires, Argentina en el 2006, y
el segundo en Ciudad de México, en abril de 200844 (ver Tabla No. 1).
SICH A rgentina B rasil C hile C olombia C uba E spaña M éxico P araguay P ortugal T otal
2006. B uenos 12 4 1 1 1 1 1 - 1 22
A ires ,
A rgentina
2008, M éxico 5 8 1 4 - 3 32 1 3 56
DF, M éxico
importancia a la cartografía y a la cartografía urbana. Reflexiones sobre 44. Las memorias del Primer SIHC se
el mapa como producto cultural encuentran disponibles en http://
(Rosario: Ediciones NOBUKO www.historiacartografia.com.ar
A&P, Serie Publicaciones de (consultado en marzo 2008). Para
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Reseñas 201
Reseñas
Meschkat, Klaus y José María Rojas, compiladores.
Liquidando el pasado. La izquierda colombiana en los archivos
de la Unión Soviética.
Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009, 845 pp.
Liquidando el pasado es un libro de batalla, como debe ser todo libro de historia. En
especial cuando de experiencias heroicas de confrontación al Príncipe se trata. Klaus
Meschkat y José María Rojas han publicado, desde ya, un texto clásico. La historia del
movimiento obrero-artesanal y social de los años veinte y comienzos de los treinta vista a
través de los archivos de la Unión Soviética nos ofrece una visión distinta de las actividades
de los líderes y de las políticas programáticas del Partido Socialista Revolucionario;
diferente también, y sobre todo estremecedor, es el panorama que se nos ofrece del
surgimiento del Partido Comunista de Colombia (PCC), estalinista de los pies a la cabeza y
dirigido desde Moscú con mano férrea por la Internacional Comunista.
La objetividad, enseñamos, es aquello que más se acerca a su objeto de estudio. Pues
bien, los compiladores superan con creces tal postulado epistemológico. La selección
de las fuentes, su ordenamiento temático y en especial su interpretación -la savia
de la historia como dice Edward Carr- del contexto social y político de la época son
muestra de un trabajo científico, paciente y profesional. Mejor aún, diremos que su
interpretación del pasado les ha permitido una cuidadosa selección y ordenamiento
de las fuentes. La verdad histórica, así trabajada, sale a la luz y se corrobora que, a
pesar de la escuela posmoderna, ella, la verdad si se puede conocer.
Los once capítulos con que Meschkat y Rojas construyeron el libro corresponden a
documentos históricos; son éstos los que nos hablan. La Introducción cumple la única
y necesaria función de orientar al lector por los meandros de la historia, de aclarar uno
que otro tópico -la aclaración de todos será tarea del historiador profesional- relativo a
las intensas y agrias confrontaciones políticas entre los dirigentes
del partido que se extinguía y aquellos que pasaban a ocupar los
cargos claves del comunismo estalinista criollo. De esta Introducción
surge con fuerza la tesis de que hubo una ruptura teórica, política y
programática entre el socialismo revolucionario de los años veinte y César Torres Del Río
el naciente partido “moscovita” de Guillermo Hernández Rodríguez, Doctor en Historia, Universidad de Brasilia,
Gilberto Vieira y otros, lo que va en contravía de la difundida versión Brasil. Profesor Titular, Facultad de Cien-
de los comunistas colombianos sobre la “reconstrucción leninista” cias Sociales, Departamento de Historia,
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá,
Colombia. ctorresd@javeriana.edu.co
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202 Reseñas
del partido. Ni reconstrucción ni leninismo; lo que hubo fue destrucción estalinista pues
de las fuentes surge otra realidad. Para señalar un caso, recordemos que en un dramático
y escabroso documento de autocrítica fechado en Berlín en marzo de 1931 - y cuyo
título es el mismo del libro que reseñamos- el propio Ignacio Torres Giraldo afirma que
había que liquidar el pasado, ajustar cuentas con la acción política del Partido Socialista
Revolucionario (PSR) pues ¡nada menos! era un “bloque oportunista y putchista” en el que
predominaba la pequeña burguesía influida política y programáticamente por la burguesía;
por el “putchismo” de Tomás Uribe Márquez, Torres Giraldo llega al absurdo de acusar
como traidor a ese partido por su conducción de la huelga de las bananeras en 1928.
En el mismo sentido de la ruptura obran las actas del decisivo e histórico pleno
ampliado del Comité Ejecutivo Nacional del PSR de julio de 1930, compiladas en el Capítulo
VII del libro; recordemos que fue en esa reunión en la que el nombre del partido fue
cambiado al de Partido Comunista de Colombia, sección de la Tercera Internacional. En
la reunión participaron dirigentes probados como José Gonzalo Sánchez, líder indígena, y
Tomás Uribe Márquez, secretario general del PSR, acusados especialmente por Guillermo
Hernández Rodríguez (Guillén) -el cual pasaría a ocupar la secretaría del nuevo partido
estalinista y quien posteriormente sería víctima de los mismos métodos impulsados por
Gilberto Vieira, como se advierte en el capítulo relativo a “La caída de Guillén”-. Quienes
conocen la historia de las luchas del movimiento obrero colombiano y lean ese capítulo
seguramente tendrán el mismo sentimiento de ira y la misma sensación de angustia que
tuvo el que esta reseña escribe. Ira, por el método utilizado para liquidar la dirigencia y la
tradición de la movilización callejera y veredal: acusaciones falsas, incluidas imputaciones
por manejos corruptos de dineros; maniobras políticas bajas, propias de los que no tienen
argumentos; pontificaciones en nombre del leninismo y de la Internacional Comunista
acerca de la “línea política justa”; llamamientos a la “autocrítica revolucionaria” para
poder construir un partido “proletario de combate”, testimonios amañados de miembros
directivos, etc. Y angustia, porque se evidencia la debilidad política y programática de los
acusados; porque se aprecia su impotencia frente a la maquinaria oficialista del estalinismo
internacional; porque saltan a la vista sus errores políticos; porque desconocían la lucha
política y programática internacional entre la fracción estalinista, organizadora de
derrotas, y la Oposición de Izquierda, corriente dirigida por León Trotsky, en torno al
Frente Único, a las alianzas tácticas, al régimen del partido, al curso económico dentro
de la URSS, a la independencia política de clase, a la estrategia revolucionaria de toma del
poder, al carácter de la capa burocrática nacida en el Estado soviético que ya comenzaba a
instaurar la “dictadura sobre el proletariado”, etc.
Pero también el lector del libro podrá constatar que de los documentos referidos
surge la entereza personal y política de quienes estaban en el paredón soportando las
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Reseñas 203
descargas. Para solo citar a dos de sus más importantes protagonistas Tomás Uribe
Márquez declaraba en el pleno ampliado -ese estrado judicial montado para asestar el
golpe final- que “[…] me han convertido en el trapo sucio del Partido. Yo quiero que se
establezca la verdad histórica […]. No todo lo que dijo Guillén encuadra con la verdad.
Se ha inspirado en mis mas ardientes calumniadores […]. Yo seré mi fiscal, (y) ante todo
declaro (que) soy un soldado de la Internacional Comunista” (p. 456); y José Gonzalo
Sánchez reafirmaba estar de acuerdo con la obra política de Uribe Márquez y defendía
al PSR en cuanto al trabajo con los indígenas haciendo, además, una crítica mortal a
Quintín Lame cuando de éste dijo que “[…] no tiene nada que ver con nosotros […] que
no íbamos a una revolución burguesa, sino a nuestra revolución […]. Quintín Lame
estafa a los pobres indígenas […]. (p. 483).
Ahora bien, hemos hablado de ruptura; ella no podría entenderse sin el contexto
internacional. Me parece que, entre otros, el mérito del libro es el de haber sabido
vincular los acontecimientos mundiales con los hechos sociopolíticos y económicos
nacionales. Lastimosamente en Colombia las investigaciones científicas sobre historia
política han privilegiado una visión nacional; una atenta mirada historiográfica lo
puede comprobar. En cuanto al PSR, la Komintern y el Partido Comunista mucha tela
hay que cortar, y Liquidando el pasado apenas si hace un certero y primer corte.
Lo primero que hay que poner de relieve es que tanto en Colombia como en Europa
y Asia la actualidad de la revolución era un hecho, y las fuentes aportadas lo confirman,
sin que con ello se quiera decir que en nuestro país estuvieran dadas todas las condiciones
para que el acontecimiento se produjera, sobre todo si consideramos la debilidad del
factor subjetivo. No obstante, la corriente estalinista deducía de aquella consideración la
existencia de una situación revolucionaria (!) en Colombia, absurdo político que se aprecia
en varias comunicaciones e informes redactados por Guillén -ya como Secretario General
del PCC- para la Internacional Comunista. Un segundo aspecto para subrayar es el del
carácter internacionalista y antiimperialista del PSR y de sus miembros; tanto la solidaridad
con las luchas de trabajadores de América Latina, con Nicaragua por ejemplo al crear el
Comité Sandinista “Manos fuera de Nicaragua” o con la lucha adelantada contra la United
Fruit Company en la zona bananera, como el ingreso a la Komintern es prueba suficiente y
confirma que Tomás Uribe Márquez, María Cano y José Gonzalo Sánchez ligaban la suerte
de los trabajadores colombianos a la de los pueblos explotados del mundo; traidores no
eran. El problema histórico, de hecho la tragedia histórica, reside en que en el momento
en que el PSR era admitido ya Stalin y sus seguidores, tras la muerte de Lenin, tenían en
sus manos buena parte del control político en la Internacional y en la Unión Soviética; ello
hizo que los partidos miembros fueran sometidos a un fuerte control político desde Moscú
para “reconstruir la línea política justa”, control que mantenía por medio de los cuadros
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204 Reseñas
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Reseñas 205
Clavero, Bartolomé.
El orden de los poderes. Historias constituyentes de la trinidad
constitucional.
Madrid: Editorial Trotta, 2007, 321pp.
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206 Reseñas
El orden de los poderes comienza por mostrar una paradoja: que la Constitución de
Cádiz (1812) no incluía de manera clara y explícita la mención de la triple división
de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), aunque “la falta de aval no estorbaba
el planteamiento y quizás tampoco la puesta en práctica” (p. 14), lo que de entrada
nos advierte sobre el objetivo del libro: mostrar el carácter histórico de la “fórmula
trinitaria” constitucional, y el hecho de que ella es moderna por entero -sustancia
misma del constitucionalismo de hoy-, lo mismo que mostrar que ella no depende en
su formulación de un hallazgo puramente jurídico, sino que depende del propio poder
constituyente (elemento clave de los sistemas democráticos) y de una concepción precisa
de la relación entre derechos y poderes. Como escribe Clavero, hoy nos imaginamos que
la trinidad constitucional no tiene génesis, y aún de manera más particular creemos
que su orden de mención es asunto sin importancia, y no nos planteamos la posibilidad
“de que en sus inicios [éstas] pudieran ser cuestiones inseguras y problemáticas”, o
de otra manera: “Problemas andan latiendo en fórmulas que se tuvieron y tienen por
pacíficas y que han llegado a caracterizar el constitucionalismo” (p. 26).
Antes de llegar al corazón del problema que investiga -la génesis de la trinidad
constitucional en sus diferentes posibles órdenes de sucesión- Clavero, reconocido
por su monumental erudición, conduce al lector a un largo rodeo sobre el poder
constituyente -“apariencia simple y realidad compleja”, como repite varias veces-, ya
que en su opinión la trinidad constitucional no surge sobre el vacío “ni de condiciones
históricas ni jurídicas […]”, y sólo se comprende la radical modernidad de la división
moderna de poderes cuando se comprende su propia originalidad, es decir, el elemento
de diferencia con el pasado en que se funda y que no se reduce a un asunto de simples
antecedentes -punto sobre el que volveremos dentro de unos renglones-.
El rodeo incluye también una crítica frontal de la forma como el problema ha sido
abordado de manera tradicional por los juristas que cultivan la “historia de las ideas”,
en cuyas obras Clavero nunca se ha reconocido. Según sus palabras, lo que se debe
considerar no es “la mecánica constitucional de los poderes, sino su planteamiento
constituyente”; de la misma manera, lo que hay que analizar no son simplemente “unas
teorías puras, sino unas plasmaciones prácticas” (p. 39). De manera aún más detallada
y firme, que a algunos puede irritar, Clavero dirá que muy poco ha encontrado entre
los juristas sobre el problema que investiga, pues ellos han “convertido productos
contingentes […] como la trinidad de los poderes […] en principios firmes de ciencias
del derecho y la política”, arrojando “grandes sombras sobre la historia misma”,
demostrando gran inhabilidad para situar a los lectores “en la corriente del tiempo y
quizás así también para ubicarnos en el presente […]” (p. 33). Su idea es más bien la de
que antes que apoyarse en los trabajos habituales de los juristas -“no he encontrado
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Reseñas 207
apenas orientación ni ayuda en la bibliografía jurídica estricta”-, hay más bien que
resistir a su concepción del problema. Hay pues que renunciar a la tentación de abordar
el “origen del constitucionalismo o del actual derecho como una partenogénesis autista
de los elementos que hoy se tienen por propios” (p. 31).
El abandono y el rodeo predicados tienen una recompensa: la construcción de
un objeto histórico en toda su novedad, y por lo tanto la definición de un nuevo
argumento en la suma de aquellos que especifican nuestro propio tiempo -por fuera
de una lección de epistemología para historiadores-. El asunto se concreta en la clara
opción que Clavero toma contra el anacronismo, cuando indica que la explicación
del orden de los poderes “debe ser de presente, del presente suyo, no del nuestro
por supuesto”. El problema reclama trabajo de historiador, pues sólo introduciendo
la idea de diferencia específica y de configuración es posible reconocer que en cierta
manera la idea de “triple división de los poderes” no tiene propiamente antecedentes.
Con su característico estilo de escritura, y de una forma que define un objeto y una
forma de acercamiento, Clavero lo señala:
“Más el caso pudiera ser que la separación creara de hecho su propio objeto, los
poderes mismos. Los poderes puede que nacieran con la separación mismísima, por
efecto suyo, proyectándose no sólo como instituciones desiderativas hacia un futuro,
sino también como imágenes legitimantes hacia el pasado” (p. 31).
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208 Reseñas
tanto a un manejo “despótico”, con lo cual olvidamos lo esencial del problema: que
derechos y poderes no se entendían en el pasado de la misma forma que hoy “y que ni
siquiera existían como tales” (pp. 59-60).
Un elemento más especifica el enfoque con el que Clavero interroga la trinidad
constitucional: se trata de su renuncia a la simple historia de las ideas de uso habitual,
renuncia que va acompañada por un esfuerzo de inscripción de la historia de las ideas
constitucionales en el campo más amplio de las ideas contextualizadas -a la manera de
Quentin Skinner y la Escuela de Cambridge-, lo que le permite el reexamen de varios
problemas de génesis del constitucionalismo moderno desde perspectivas inusuales
y renovadoras. Podemos ofrecer al respecto lo que constituye en nuestra opinión el
ejemplo más significativo. Clavero comienza por poner en tela de juicio la génesis de la
trinidad constitucional en la obra de Montesquieu -“Es luego cuando se producirá una
alucinación que llega hasta hoy: Montesquieu habría sido nada menos que el oráculo”
(p. 71)- agregando: “En la leyenda imperante de la separación de poderes […] dicho
paso francés se tiene además por el momento de la génesis de la criatura genuina”-; y
Clavero remite entonces de manera directa al constitucionalismo inglés del siglo XVII
(John Locke y otros pensadores en los que el asunto se encuentra esbozado).
La historia es conocida, se dirá. Pero Clavero se encarga de mostrar que el pensamiento
inglés es sólo una génesis parcial y muy incompleta -“Locke es autor inevitable y
recurrente en las historias constitucionales de la separación de los poderes […] pero
dándole un alcance que en su momento no tuvo” (p. 47)-, y que es solamente en el campo
del constitucionalismo de los Estados Unidos en donde el asunto tendrá su verdadera
realización, -“En el principio del mundo era América… es una famosa expresión del Segundo
Tratado de Gobierno. No supo Locke cuánta razón tendría respecto precisamente al
nacimiento constitucional de la separación de los poderes” (p. 47)-. Sin embargo, tal
génesis no se produce en el campo de las simples ideas, sino en el de las luchas políticas
y constitucionales que allí se daban, pero no en la Unión en su conjunto, sino en algunos
de sus Estados (es conocido el caso de Virginia, que Clavero estudia en detalle) -“[F]
ueron los Estados y no la Unión quienes se vieron en condiciones constituyentes de
formular la ecuación entre derechos y separación de poderes entre legislativo, ejecutivo
y judicial, dando por ese exacto orden de factores, el producto de la Constitución”-. Así
pues, “partiremos de una isla europea, pero el espacio trasatlántico es el espacio de
aparición de un orden constitucional de poderes” (p. 38).
Hay que retener con cuidado estas formulaciones, pues tienen importantes
implicaciones analíticas: la historia de las ideas, ella misma, por contextualizada que
sea, será siempre para los historiadores de la sociedad una forma limitada de considerar
los problemas a los que debe enfrentarse el análisis histórico. Es posible que esta lección
historia critica No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 201-210
Reseñas 209
se conozca. Pero se ha retenido menos el hecho de que la historia de las ideas, fiel a
su programa tradicional de búsqueda de antecedentes y precursores y obrando desde
luego post festum, proyecta hacia el pasado (por ejemplo hacia la obra de John Locke)
soluciones que sólo la vida práctica fue capaz de ofrecer -¿no decía Marx acaso que
todos los misterios que descarrían la teoría hacia misticismo se resolvían el práctica?-.
El punto es esencial por relación con el enfoque y el método, y aquí Clavero denuncia
una especie de gran desviación idealista típica del homo escolástico que busca siempre
en la esfera de las ideas puras la solución de los misterios del mundo y la invención de
las grandes fórmulas a que la vida social acude para explicar y justificar su marcha.
En general la forma de interpretación que propone Clavero de los problemas de
la instauración de un cierto orden de poderes en la sociedad moderna nos advierte
contra todo esencialismo y nos recuerda que tal orden -histórico y cambiante- no
responde “a razones intrínsecas” ni menos al simple peso de una “idea” -“La autoridad
de Montesquieu no pesaba de manera decisiva. No era más que un recurso. El contexto
americano era el que estaba induciendo un giro” (p. 68)-. La impresión retrospectiva
acarrea una ilusión: que un desarrollo de esta naturaleza fue el fruto de una idea,
con lo cual estamos en las antípodas de una historia comprensiva de la forma como
el mundo social funciona, y muy cerca de las ilusiones intelectuales que legitiman
su propio oficio dando crédito a la creencia de que las ideas dirigen el mundo, con
soberano desprecio por el peso de la experiencia y de los problemas prácticos, desde
luego rodeados ellos por una forma imaginaria y a veces mítica de representarlos.
Cuando el Congreso federal de Filadelfia se reúne en 1774, lo que se encuentra en el
centro del debate es una realidad que viene desde más de una década atrás. Problemas
como la incorporación de Quebec, las garantías para la religión católica y el derecho
francés; los problemas relacionados con el reconocimiento del territorio indígena y
los consiguientes asuntos de frontera, y todo ello en un momento en que los conflictos
entre las colonias americanas (lo que serán los Estados Unidos) y la monarquía británica
se encuentran ya en plena marcha.
Por fuera de los desarrollos históricos concretos que aparecen en la obra de Clavero,
una contribución sustancial a la historia del constitucionalismo moderno y de sus
muy discutibles tesis sobre la presencia de algo semejante a trinidad constitucional
en el marco de las sociedades aborígenes amerindias, algo que encontramos muy poco
fundamentado y contrario al propio espíritu del libro, quedan las ricas lecciones que en
torno al método y al enfoque se encuentran presentes en esta obra -como en general
en todas sus obras-. Una lección de rigor y de atrevida inventiva que es una invitación
a reconsiderar las historias de la trinidad constitucional en otros ámbitos, y eso es algo
que puede interesar en los países de América latina, sobre todo ahora que se habla tanto
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 201-210
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Notilibros 211
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lados del océano Atlántico se mezclaron. Otro años de la construcción nacional del Ejército
tema abordado es la difusión de los modelos en Colombia, invita a pensar los problemas de
occidentales a los Estados tradicionales de Asia y al manera histórica, con la ambición de tomar, sobre
África subsahariana preestatal. Concluye con una lo vivo, un giro crítico. Se discuten dos temas de
perspectiva a la globalización y continentalización capital importancia: el grado de profesionalidad
en el inicio del siglo XXI y analiza críticamente las alcanzado por el Ejército y la envergadura real de
tendencias antiestatales del neoliberalismo, para la autonomía militar. La propuesta es observar a
terminar con una perspectiva cuidadosa de los los hombres en armas y uniformes a través de su
desafíos del Estado en el futuro próximo. propia historia, comenzando por el principio.
hist. crit. No. 39, Bogotá, septiembre-diciembre 2009, 238 pp. issn 0121-1617 pp 211-213
Tabla de contenido
Carta a los lectores 7-8
Artículos
Noviembre 2009
ISSN 0121-1617
Camilo Quintero Toro, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 9-10
Presentación del dossier “Objetos y mercancías en la historia”
Carlos Héctor Caracciolo, Instituto Nazionale de Geofisica y Vulcanologia, Bolonia, Italia 20-42
Bicicleta, circulación vial y espacio público en la Italia Fascista
Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, Chile 62-83
Del ficticio entusiasmo: el mercado de las drogas en el tránsito a la prohibición en Chile.
1920-1960
Inés Pérez, Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, Argentina 84-105
La domesticación de la “tele”: usos del televisor en la vida cotidiana. Mar del Plata
(Argentina), 1960-1970
y mercancías
Tema abierto:
Thomas J. Williford, Southwest Minnesota State University, Marshall, Estados Unidos 130-152
Edición
Las “tomas” de colegios durante la República Liberal, 1936-1942: parte de la estructura
discursiva de La Violencia
Dossier: Objetos
Espacio estudiantil
Sebastián Díaz Angel, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 180-200
Aportes de Brian Harley a la nueva historia de la cartografía, y escenario actual del campo en
Colombia, América Latina y el mundo
Reseñas
César Torres Del Río, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia 201-204
Meschkat Klaus y José María Rojas, compiladores. Liquidando el pasado. La izquierda
colombiana en los archivos de la Unión Soviética. Bogotá: FESCOL-Taurus, 2009
Renán Silva Olarte, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia 205-210
El milagro bienvenido de la Santísima Trinidad: Clavero, Bartolomé. El orden de los poderes.
Historias constituyentes de la trinidad constitucional. Madrid: Editorial Trotta, 2007
Notilibros 211-213
Convocatoria 218
ISSN 0121-1617
Septiembre-Diciembre 2009
Precio $15.000