La presencia de líderes dentro de la sociedad en general es fundamental para que la misma
transcienda más allá de la normativa cotidiana y alcance esferas de grandes pensamientos que permitan el progreso de los pueblos. Ante esta situación cabe mencionar que no cualquier persona posee la capacidad de liderazgo. Se entiende por liderazgo a la habilidad que tiene un individuo de influir, motivar, organizar y llevar a cabo acciones para encaminar a un grupo de personas para alcanzar sus fines y objetivos. Es así que la sociedad ecuatoriana requiere grandes líderes que afronten los cambios necesarios para que el Ecuador transcienda en la historia y logré un desarrollo significativo. El país requiere de hombre llenos de pasión e inspiración, que trabajen con coraje y por espontanea voluntad, quienes se comprometan con el pueblo y dispongan de visión de mejorar la sociedad en la que vivimos. Sin embargo, actualmente, la ausencia de líderes en el Ecuador es indiscutible, como buen ejemplo se tiene a la generación más joven del país a quienes al momento de responder la interrogante sobre los líderes que existe en el Ecuador la gran mayoría mencionará nombres icónicos como el de Eloy Alfaro, Juan Montalvo, José María Velasco Ibarra, Manuela Cañizares, etc; hombres y mujeres de gran coraje y claros ejemplos de liderazgo, no obstante, cada uno de ellos ha pasado a las auroras de la muerte. De esta forma nace la interrogante de que sucede con la actual sociedad ecuatoriana en la cual no se encuentran líderes para un pueblo que aún se encuentra emergido en la denominación de país subdesarrollado ¿Qué está sucediendo con las actuales generaciones? ¿Acaso la liberación de los pueblos a quienes obedecíamos en la colonia permitieron emerger grandes líderes y la situación actual ya no lo permite? En respuesta a esta interrogante el panorama actual, si bien es cierto, es distinto a aquella época de esclavitud de nuestros indígenas en la colonia, también afronta múltiples amenazas y problemas de magnitud mundial. Las generaciones siguen reprimiéndose por las instituciones que gobiernan cada país, los pueblos siguen obedeciendo la voluntad de su gobernador que, pueda como no, velar por los intereses del colectivo mismos que ya no alzan su voz en busca de sus derechos. Existen múltiples causas para desencadenarse esta ausencia de líderes en el país y esto es gracias al sistema que se ha impuesto hace cientos de años en la sociedad, el sistema político, el sistema religioso e incluso el sistema burocrático han logrado desarrollar una esfera de represión sobre las masas la cual alinea a la población en un solo modelo que no fomenta la libertad de pensamiento y la búsqueda de romper el molde común. El sistema educativo tradicional, direccionado a la formación de niños que se convertirán en servidores públicos con miras a mantener al estado. El sistema religioso que, muchas veces, a trapa a los más inocentes creado para mantener la doctrina de pensamiento, y por supuesto el sistema político ansioso de la obediencia del pueblo en miras de su interés personal. Por supuesto que a cada uno de ellos existen sus exenciones, mismas que permiten que contados ciudadanos trascienden más allá de lo que normalmente se espera de ellos. Las consecuencias ante la permanencia de estos sistemas que no fomentan la creación de líderes son múltiples, pero una de las que podría considerarse de mayor importancia es las restricciones de libertad de pensamiento crítico y opinión que se enseña a los niños. Otra de las mayores consecuencias viene ligada al desarrollo del país, Ecuador necesita líderes que guíen a la población pensando en el bienestar común y no en el de ciertos grupos privilegiados a lo largo de la historia. La sociedad requiere de individuos críticos, curiosos y creativos, pues esta creatividad e ilusión fomentará el desarrollo de las naciones. La existencia de un verdadero líder en nuestra época desencadenaría una serie de cambios, así como críticas al mismo pues las personas se han acostumbrado a mantener una línea de pensamiento que beneficia a la oligarquía de las naciones.