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Reconocimiento, cultura y economía: El debate de Honneth con Fraser

Por Nicholas H. Smith

Smith, N. H. (2011). Recognition, Culture And Economy: Honneth’s Debate With Fraser.
Axel Honneth: Critical Essays, 321-344.

Javier Andrés Claros Chavarría

Ideas centrales del texto


Esencialmente Smith trata de articular la relación “economía” y “cultura” en la sociedad
capitalista a partir de los argumentos expuestos por Fraser y Honneth en el debate
“¿Redistribución o reconocimiento?: un debate político-filosófico” (2006). El autor tiene
particular interés en la concepción económica y sus características ubicadas en el centro de la
discusión Honneth-Fraser. Smith, también reconoce la influencia y el aporte de Habermas a
la estructura del debate Honneth-Fraser, que si bien deriva de Weber, está más próximo a la
Teoría de la Acción Comunicativa de Habermas, la cual otorga cierta base teórica a los
conceptos de reconocimiento y redistribución.
Presentación global del texto
Nancy Fraser y Axel Honneth afirman que “en su nivel más profundo” el libro
“¿Reconocimiento o redistribución?” (2006) trata sobre la relación entre el orden económico
del capitalismo contemporáneo, y los patrones de valoración cultural que prevalecen en la
sociedad capitalista. Sus intenciones son reformular las concepciones de “economía” y
“cultura” que actualmente debilitan la tradición de la teoría crítica. La mirada de Fraser
apunta a mirar más allá del “economismo” y el “culturalismo”. Honneth, focaliza su atención
en el sesgo anti-normativo bajo el cual la tradición de la teoría crítica concibe el sistema
económico capitalista. El autor también se opone a la política de identidad ya que la
considera como una fuente indiferenciada de normas y valores. En resumen, lo que Honneth
y Fraser pretenden es: reorientar la convicción de la teoría social crítica para articular la
estructura económica y los patrones culturales en la sociedad capitalista de manera más
satisfactoria que los modelos actuales.
Para ello, Honneth propone tres tipos de consideración que determinan si la articulación entre
economía y patrones culturales es satisfactoria: 1) la cuestión de su adecuación descriptiva y
explicativa; 2) determinar el significado normativo de la realidad social; 3) la esperanza de
que los déficits normativos existentes entre la realidad y los modelos puedan superarse. Para
Smith, la teoría crítica precisamente se origina en el propósito de integrar los compromisos
(juicios morales y las esperanzas sociales) que implican articular y generar una relación
adecuada entre economía y cultura con el propósito de conciliar la “teoría” y la “práctica”.
Propuesta original de Habermas
Para Smith, la reflexión sobre redistribución y reconocimiento, en la forma en que es debatida
por Fraser y Honneth, es una herencia del análisis de los patrones cambiantes del conflicto
social propuesto por Habermas. Smith nos dice que el teórico de la Escuela de Frankfurt tenía
a disposición una serie de estudios empíricos que documentaban el surgimiento de una
“nueva política” orientada hacia la “calidad de vida”, la “igualdad de derechos”, la
“participación” y la “autorrealización individual” que reflejaban un cambio en la forma en
que las sociedades capitalistas avanzadas manejaron el conflicto social.
En este contexto, los “problemas de distribución” que surgieron en los “dominios de
reproducción material”, así los denomina Habermas, eran resuesltos a través de los
mecanismos redistributivos del Estado de Bienestar. Básicamente, la política de
redistribución bienestarista se presentó como el camino por el cual las sociedades capitalistas
avanzadas neutralizaron los conflictos distributivos. No obstante, esa política era inapropiada
para resolver los problemas surgidos en los “dominios de reproducción cultural” que se
originaban en lo que Habermas denomina como “la gramática de las formas de vida”, una
forma de conflicto cualitativamente distinto al material. En todo caso, tanto los conflictos
sobre la distribución como los conflictos de la gramática de las formas de vida estaban
vinculados en un marco socio-teórico que permitía a Habermas identificar y explicar las
mutaciones más o menos sostenibles de la sociedad moderna.
Fraser y Honneth, centraron sus críticas en el marco socio-teórico de la Teoría de la acción
comunicativa de Habermas, particularmente en la tesis de la colonización interna. Fraser en
su texto “What’s Critical about Critical Theory? The Case of Habermas and Gender” (1985),
argumenta que dicho marco no contempla de manera adecuada los patrones de conflicto
social basados en el género, propiciando una mirada sesgada sobre los motivos que
impulsaron al movimiento de mujeres y su potencial emancipador. Esto ocurrió, según
Fraser, porque Habermas estaba comprometido con una concepción de sus categorías básicas
como términos de “tipo natural” que designaban dominios distintos de la realidad social
como “absolutos” u ontológicos. O sea, en la distinción habermasiana por un lado estaba la
reproducción cultural o simbólica (el mundo de la vida) y por otro lado estaba reproducción
material (el sistema económico). En ese sentido para Smith, refiriéndose a los conflictos de
género y respaldando a Fraser, es evidente que no existe una diferencia absoluta entre ambos
contextos de acción; por ejemplo, la vida familiar es un sitio donde confluyen ambas
reproducciones.
Para la filósofa, la postura de Habermas reforzaba la idea que la economía estaba separada de
la vida familiar legitimando un mercado laboral que no valora socialmente el trabajo del
hogar y perpetuando un escenario en el que se desconoce la contribución social de la mujer
en la economía. No obstante para Smith, una vez que las familias son visibilizadas desde la
perspectiva de la reproducción simbólica y material, pasan a ser concebidas como sistemas
económicos que explotan el trabajo de las mujeres en una economía capitalista con una
“dimensión moral-cultural” masculina que degrada la contribución social de las mujeres.
Por su parte, Honneth también ofrece respuestas críticas al texto de Habermas en la
publicación titulada “The Critique of Power” (1985). Concretamente, sus argumentos están
orientados a determinar el carácter “crítico” de la teoría social habermasiana y, al igual que
Fraser, a criticar la imagen dualista de la sociedad moderna que propone Habermas. Es decir,
el objetivo central de la crítica tiene que ver con la perspectiva dualista de la sociedad que
separa las esferas de reproducción material y cultural, y los modos de integración de acción
social y sistémica. Particularmente para Honneth, el análisis de Habermas descarta los
conflictos que surgieron dentro de la esfera de lo social, en otras palabras, no tuvo en cuenta
la dinámica social en su teoría de la acción comunicativa. Sin embargo, Honneth encontró un
enfoque alternativo en trabajos previos de Habermas, enfoque que posteriormente le permitió
desarrollar la denominada “teoría del reconocimiento”; marco conceptual en el que la
dinámica moral presente en las luchas sociales cobraría importancia. Estas luchas por el
reconocimiento, concebidas por Habermas como esferas separadas de acción comunicativa, y
como modos de integración de acción “desacoplados”, fueron comprendidos bajo una nueva
gramática moral que desplazaba a la “gramática de las formas de vida”.
La perspectiva dualista de Fraser
Fraser tiene como propósito construir un marco para la teoría social crítica más allá del
“economismo” y el “culturalismo”, ambos concebidos como reduccionismos. El primero,
“economismo”, tiende a comprender los fenómenos sociales en un plano meramente
económico relegando los valores culturales a un segundo plano, como subproductos de las
acciones materiales. Es decir, siguiendo a Smith, las injusticias sociales relacionadas a
patrones culturales1 serían el resultado de relaciones económicas o de clase. De ese modo, el
llamado “economismo”, en cuanto reduccionismo, recurre a la “política de clase” como
solución para las injusticias sociales.
El “culturalismo” por su parte, invierte la ecuación al argumentar que la economía de la
sociedad está determinada por los patrones culturales. En ese sentido, la injusticia social sería
comprendida en términos de “social discrimination, injured identity and denied cultural
recognition” (Smith, 2011, p. 330), por lo que, para subsanar estas experiencias negativas, el
“culturalismo” apuesta por una “política de identidad” miope a la economía capitalista y la
distribución injusta de recursos. Según Fraser, Honneth y Taylor serían los responsables del
“culturalismo”, afirmación que guiará su argumentación durante el debate Honneth-Fraser.
En todo caso, para la filósofa tanto redistribución como reconocimiento son necesarios para
reivindicar la teoría social crítica. Sin embargo para Smith, el problema de Fraser reside en
cómo articular ambas nociones a una teoría crítica no economista y no culturalista.
Para Fraser, la solución contemplada es que clase e identidad puedan ser comprendidas
analíticamente distintas en un orden social. Es decir, para la filósofa, economía y cultura
(cómo se distribuyen los recursos y cómo son reconocidas las diferencias culturales) deben
ser tratados de manera analíticamente diferenciada, pero también deben ser integrados en un
nivel igualitario y no “como un mercado libre de normas o una cultura libre de mercado”
(Smith, 2011, p. 331). Esta perspectiva dualista, comprende a las prácticas como
simultáneamente económicas y culturales pero también las evalua de forma separada. De esa
manera, el reduccionismo se evita porque clase, estatus, distribución y reconocimiento,
proporcionan perspectivas para describir y evaluar normativamente a una sociedad
determinada e identificar interacciones causales entre ellos. El principio deontológico de
paridad participativa se ve reflejado en esta propuesta que aseguraría una igual distribución y
un reconocimiento adecuado de la pluralidad de valores.2
Según Smith, el modelo de la filósofa abre un camino para una crítica de relaciones de género
y raza relacionadas a las injusticias económicas y culturales, pero “apela a consideraciones
teóricas sociales que no están directamente vinculadas a criterios pragmáticos para respaldar
las distinciones particulares que emplea” (Smith, 2011, p. 331). De ahí que para el autor es
llamativo la oscilación de Fraser entre dos visiones de economía, una comprendida como un
subsistema social separado, y otra que considera cualquier esfera social como legible desde

1
Racismo, sexismo, machismo, entre otras.
2
“Thus while class injustice (injustices of distribution) and cultural injustice (injustices of misrecognition) are
analytically distinct, they can be (and in the contemporary world, always are) present in one and t.e same social
practice, and they share the same objectively criticisable normative deficit” (Smith, 2011, p. 331).
una perspectiva económica. No obstante para Smith, las oscilaciones de Fraser son el
resultado de distinciones ontológicas que se hacen de las categorías “cultura” y “economía”,
distinciones que la autora hace evidentes en el debate con Honneth.
Otro punto de reflexión abordado en el texto tiene que ver con el “tipo ideal” de
diferenciación de clases, que permite la distinción analítica entre injusticia distributiva e
injusticias de reconocimiento, en el cual, según Fraser, lo “último que necesita (el
proletariado) es el reconocimiento de su diferencia” (2006, p. 26). Sobre este tema, uno de los
problemas centrales de la filósofa en la relación entre el orden económico y distributivo, o
sea, en su articulación con la noción complementaria de clase, un orden cultural y de
reconocimiento es, según Smith, su comprensión abstracta de lo que se distribuye en el orden
económico. Por ello, el autor plantea que es preciso tener una idea más clara de lo que
produce la sociedad y para eso se debe considerar lo que los individuos hacen en la sociedad
y cómo lo hacen a partir de sus interacciones. De ese modo, tendríamos que remitirnos al
ámbito del reconocimiento ya que partir de la distinción que propone Fraser entre el
reconocimiento y la redistribución genera ciertas dudas para Smith.
Un segundo problema relacionado al análisis del “tipo ideal” de diferenciación de clases, es
la restricción del reconocimiento a un lugar meramente cultural o de status. Para el autor, esto
no tendría razón de ser debido a que el sufrimiento moral de clase es generado por una mala
distribución que, además de ser comprendida como la falta de paridad participativa, también
tiene que ver con experiencias de humillación, falta de valoración social, experiencias de falta
de respeto, o sea, faltas de reconocimiento que están íntimamente relacionadas al orden
económico.
En resumen, la postura de Fraser apunta a la independencia del orden económico de los
patrones de valoración cultural en las sociedades capitalistas. De esa manera, para la filósofa
la justicia adquiere un carácter bidimensional, una justicia económica que garantice una
distribución igualitaria de recursos y una justicia cultural que otorgue el reconocimiento a
grupos discriminados. Sin embargo para Smith, tal distinción entre economía y cultura no
sería justificada debido a los argumentos mencionados anteriormente.
El anti anti-normativismo de Honneth
Desde el punto de vista de Honneth no tiene sentido elegir entre una “política de
redistribución” y una “política de reconocimiento”. Para él, la “gramática de las formas de
vida” de Habermas toma en cuenta las maneras en las que las sociedades distribuyen sus
recursos, por ello, una política de redistribución debe estar orientada a corregir patrones
asimétricos de reconocimiento. En ese sentido, Honneth está de acuerdo con Fraser en que las
medidas redistributivas tienen que ser reformuladas para superar las injusticias de las
sociedades capitalistas contemporáneas.
El problema de Honneth, es que la postura de Fraser afirma la independencia de la actividad
económica y las instituciones económicas de las expectativas y estructuras normativas. Para
el autor alemán, la economía de la sociedad capitalista produce la apariencia de ser una zona
libre de normas con un único determinante: la maximización de las ganancias. El
inconveniente es que en esta visión se ignoran los “límites sociales en los mercados” que son
definidos por los patrones culturales y el derecho. Por tal razón, el orden económico, además
de ser normativo, está “incrustado” en un orden social normativo en el que el reconocimiento
cobra importancia. En ese marco, Honneth identifica dos principios normativos que limitan el
orden económico a un ámbito determinado por expectativas y demandas de reconocimiento.
El primero es el principio de mérito o logro individual en el cual el sujeto es valorado por la
contribución social que realiza. Este principio, justificaría el porqué de la distribución
desigual de la riqueza en la sociedad capitalista. El segundo principio es el de la igualdad de
derechos. Ambos principios han sido útiles en el reconocimiento de las luchas por el trabajo,
el respeto y la valoración, luchas que para Honneth son parte integral de la economía
capitalista y continúan dando forma a su desarrollo. No obstante, también han funcionado
ideológicamente y han sido interpretados, distorsionados, en contra de un ideal de
reconocimiento mutuo generando asimetrías en los procesos de reconocimiento de, por
ejemplo, la contribución de las mujeres a la sociedad.
Particularmente, el orden económico tiene mayor relación con el principio del mérito o logro
individual, en la medida que el reconocimiento de este principio da forma a una división del
trabajo y a la distribución del estatus, ambos relacionados con patrones culturales. Por ello, es
equivocado considerar una economía capitalista separada de los patrones de valoración
cultural, argumenta Smith. Las luchas distributivas están determinadas por el reconocimiento
de la valoración social del individuo, de su logro o mérito.
Con todo, un tema que Smith no deja pasar de largo es la constante preocupación de Honneth
por evitar la inclinación anti-normativista de la teoría social crítica. El problema para el autor
es que el teórico alemán a momentos llegaría a ser “anti anti-normativista”; uno de los
objetivos centrales de Honneth es la recuperación de la procedencia “socio-ontológica” de la
normatividad. Smith sostiene que el “anti anti-normativismo” de Honneth se hace evidente
en: el rechazo a la lógica de trascender las normas de las zonas de interacción integradas
propuesto por Fraser; su repudio a la “antropología utilitarista”; y en su crítica al marxismo
por su fijación en el interés económico como el motivo central de los conflictos sociales.
Desafortunadamente, esta postura hace vulnerable a Honneth a los cargos de “normativismo”,
“culturalismo” e “idealismo”, cargos que son aprovechados por Fraser.
Una versión del cargo “culturalista” hacia Honneth está referida al supuesto de que el
desarrollo de la sociedad capitalista se explica sólo a partir de los “esquemas culturales de
evaluación” que la regulan. En ese sentido, Smith argumenta que el autor alemán exageraría
con respecto al papel de las normas en la elaboración de la historia dejando de lado
explicaciones históricas alternativas. Es decir, los principios normativos apoyados en su
“exceso de validez” serían una fuente sui generis de cambio histórico, hecho que otorga
demasiado peso al papel de las normas. Así, para Smith el “anti anti-normativismo” de
Honneth se extiende en exceso a una forma inválida de normativismo.
Otra versión de la acusación de “culturalismo” asociada a un “normativismo” hecha al teórico
alemán tiene que ver con las restricciones de la teoría del reconocimiento para dar cuenta de
los mecanismos del mercado y su rol en el orden económico de la sociedad capitalista. Para
Smith, el estado moral superpuesto a los mecanismos del mercado parecería dar a entender
que el orden económico es simplemente un patrón institucionalizado de valoración cultural
organizado principalmente por los principios de logro y del derecho. Según el autor, la teoría
del reconocimiento no está preparada para comprender la dinámica del capitalismo siempre y
cuando esté determinada por el mercado. Honneth parece no estar listo para abordarlo,
argumenta el Smith, debido a su “anti anti-normativismo” que dificulta focalizar la atención
en el problema de las economías de mercado capitalista relacionado a las normas del
reconocimiento.
Conclusiones
• Existe una convergencia de perspectivas críticas de Fraser y Honneth respecto al
marco socio-teórico de Habermas.
• Para Fraser, las distinciones análiticas entre cultura y economía, reconocimiento y
distribución, estatus y clase, integradas en un mismo nivel, son justificadas porque
permiten una visión amplia de las injusticias y, en consecuencia, permiten elaborar
respuestas precisas para dichas injusticias, eludiendo reduccionismos como el
“culturalismo” y el “economismo”.
• Honneth por su parte, aboga por una ontología social representada en el proceso de
reconocimiento intersubjetivo entre los individuos. Además, el autor alemán quiere
evitar el anti-normativismo, pero, según Smith, en su intento parecería caer en un
normativismo “desenfrenado”.
• En líneas generales, la teoría del reconocimiento posee un marco conceptual sólido
que permite comprender, explicar y reevaluar el modo en el que se desarrollan las
formas asimétricas de reconocimiento en la sociedad capitalista, pero tiene
dificultades para dar cuenta de los mecanismos del mercado.
Pregunta(s) o perspectiva general
- Si para Honneth el mercado está normativamente regulado, ¿cómo puede articularse el
reconocimiento como acto moral a un mercado capitalista perverso que es normado por
luchas constantes entre individuos que pretenden mantener cierta hegemonía?.
-Si bien se entiende que el descontento moral y el sufrimiento social son las razones
fundamentales de las luchas o conflictos sociales, ¿en qué medida la capacidad de la teoría de
Honneth, que permite comprender y explicar el modo en el que se desarrollan las formas
asimétricas de reconocimiento en la sociedad capitalista, puede traducirse como una
herramienta práctica que contribuya a la lucha contra esa misma sociedad capitalista que
vulnera los derechos individuales?.
Cuadro resumen “Recognition, Culture and Economy: Honneth’s Debate with Fraser”

Propuestas de Fraser y Honneth Críticas de Smith

Fraser sostiene que la distinción “analítica” entre cultura y La perspectiva dualista de Fraser: Para Smith, el problema de Fraser radica
economía permite eludir reduccionismos (“culturalismo” y en que, al tratar “cultura” y “economía” analíticamente separadas, también las
“economismo”) y mantener visibles toda la gama de injusticias concibe como socio ontológicamente separadas, es decir, parecería caer en una
producidas por el capitalismo contemporáneo. ontología social de la separación; por ejemplo, cuando pretende explicar la
interacción causal entre el orden económico y el resto de la vida social.
Smith, es escéptico a la perspectiva dualista propuesta por la filósofa porque
para él las experiencias de humillación, de falta de respeto y reconocimiento
relacionadas a patrones culturales no son separables del ámbito económico.
Para Honneth, la redistribución no es el problema más relevante en El “anti anti-normativismo” de Honneth: Smith argumenta que el autor
la sociedad capitalista, el problema de fondo, más sustantivo o alemán exageraría con respecto al papel de las normas en la elaboración de la
estructurante, es la cuestión de reconocimiento. Es decir, las historia dejando de lado explicaciones históricas alternativas. En ese sentido,
injusticias distributivas son el resultado institucional de la falta de los principios normativos apoyados en su “exceso de validez” serían una
reconocimiento de los principios normativos del logro y del fuente sui generis de cambio histórico. Bajo esta lógica, el orden económico
derecho. aparentaría ser un patrón institucionalizado de valoración cultural organizado
principalmente por los principios de logro y del derecho (acusación
“culturalista” y “normativista”). De ese modo, para Smith, la polémica de
Honneth con el anti-normativismo de la teoría social crítica parece en realidad
una “apuesta” por un normativismo desenfrenado. Un “anti anti-
normativismo” que dificulta enfocarse en el problema de las economías de
mercado capitalista relacionado a las normas del reconocimiento.

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