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EVALUACIÓN DE DESARROLLO DE HABILIDADES I

Taller de Lenguaje 2° medio 2018


ESTUDIANTE: _________________________________________________ CURSO: 2° medio ____ FECHA: _________
PUNTAJE TOTAL: 27 puntos PUNTAJE OBTENIDO: _______ ESCALA: 60 %
OBJETIVOS
1.- Localizar información explícita, discriminando entre información similar o relacionando información de distintas partes del
cuerpo de un texto, o de sus elementos complementarios.
2.- Relacionar e interpretar información, realizando inferencias de diversa complejidad, estableciendo relaciones de distinto tipo
e interpretaciones del texto a partir de la integración de variados elementos de este y/o de su sentido global.
3.- Reflexionar sobre el texto, comparando entre dos o más textos en relación con aspectos de forma y contenido, reconociendo
variados temas y problemas humanos presentes en el texto, y opinando sobre la forma y el contenido de un texto en relación
con su eficacia comunicativa.

INSTRUCCIONES
1. Lee cada uno de los siguientes textos y marca la alternativa correcta.
2. Traspasa las respuestas a la HOJA DE RESPUESTA que se encuentra al final de esta prueba.
3. Responde con letra clara la pregunta de desarrollo en el espacio asignado.

Lee atentamente el texto y responde las preguntas 1- 4.

El grisú
Míster Davis, el ingeniero jefe, un tanto obeso, alto, fuerte, de rubicunda fisonomía en la que el whiskey había
estampado su sello característico, inspiraba a los mineros un temor y respeto casi supersticioso. Duro e
inflexible, su trato con el obrero desconocía la piedad y en su orgullo de raza consideraba la vida de aquellos
seres como una cosa indigna de la atención de un gentleman que rugía de cólera si su caballo o su perro eran
víctimas de la más mínima omisión en los cuidados que demandaban sus preciosas existencias.
Indignábale como una rebelión la más tímida protesta de esos pobres diablos y su pasividad de bestias le
parecía un deber cuyo olvido debía castigarse severamente.
Las visitas de inspección que de tarde en tarde le imponía su puesto de ingeniero director, eran el punto
negro de su vida refinada y sibarítica. Un humor endiablado se apoderaba de su ánimo durante aquellas
fatigosas excursiones. Su irritabilidad se traducía en la aplicación de castigos y de multas que caían
indistintamente sobre grandes y pequeños, y su presencia anunciada por la blanca luz de su linterna era más
temida en la mina que los hundimientos y las explosiones del grisú.
Ese día. como siempre, la noticia de su bajada había producido cierta inquieta excitación en las diversas
faenas. Los obreros fijaban una mirada recelosa en cada lucecilla que brillaba en las tinieblas, creyendo ver a
cada instante aparecer aquel blanquecino y temido resplandor. Por todas partes se trabajaba con febril
actividad: los barreteros con el cuerpo encogido, doblado a veces en posturas Inverosímiles, arrancaban trozo
a trozo el quebradizo mineral que los carretilleros conducían empujando las rechinantes vagonetas hasta los
tornos de las galerías de arrastre.
El ingeniero con su acompañante se detuvo algunos momentos en el departamento de los capataces donde el
primero se impuso de los detalles y necesidades que habían hecho indispensable su presencia. Después de dar
allí algunas órdenes, siempre en compañía del capataz mayor se dirigió hacia el interior de la mina recorriendo
tortuosos corredores y estrechísimos pasadizos llenos de lodo.
Sentado en la parte plana de una vagoneta a la que se habían quitado las maderas laterales, hacía de vez en
cuando alguna observación a su subalterno que seguía tras el carro trabajosamente. Dos muchachos sin más
traje que el pantalón de tela, conducían el singular vehículo: el uno empujaba de atrás y el otro enganchado
como un caballo tiraba de delante. Este último daba grandes muestras de cansancio: el cuerpo inundado de
sudor y la expresión angustiosa de su semblante revelaban la fatiga de un esfuerzo muscular excesivo. Su
pecho henchíase y deprimíase como un fuelle a impulso de su agitada respiración que se escapaba por la boca
entreabierta apresurada y anhelante. Una especie de arnés de cuero oprimía su busto desnudo, y de la faja
que rodeaba su cintura partían dos cuerdas que se enganchaban a la parte delantera de la vagoneta. A la
entrada, de un pasadizo que conducía a las nuevas obras en explotación, el jefe cuya atención estaba fija en
los revestimientos dio la voz de alto, y dirigiendo el foco de su linterna hacia arriba comenzó a examinar las
filtraciones de la roca, picando con una delgada varilla de hierro los maderos que sujetaban la techumbre.
Algunas de esas vigas presentaban curvas amenazadoras y la varilla penetraba en ellas como en una cosa
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blanda y esponjosa. El capataz con mirada inquieta contemplaba en silencio aquel examen, presintiendo una
de aquellas tormentas que tan a menudo. estallaban sobre su cabeza de subordinado humilde y rastrero hasta
el servilismo.
- Acércate, ven acá. ¿Cuánto tiempo hace que se efectuó este revestimiento?
- Hará un mes, señor -contestó el atribulado capataz.
El ingeniero se volvió y dijo:
- ¡Un mes y ya los maderos están podridos! Eres un torpe, que te dejas sorprender por los apuntaladores que
colocan madera blanda en sitios como este tan saturados de humedad. Vas a ocuparte en el acto de remediar
este desperfecto antes que te haga pagar caro tu negligencia.
El azorado capataz retrocedió presuroso y desapareció en la oscuridad.
Míster Davis apoyó la punta de la vara en el desnudo torso del muchacho que tenía delante y el carro se
movió, pero con lentitud pues la pendiente hacía muy penoso el arrastre en aquel suelo blando y escurridizo.
El de atrás ayudaba a su compañero con todas sus fuerzas, mas de pronto las ruedas dejaron de girar y la
vagoneta se detuvo: de bruces en el lodo, asido con ambas manos a los rieles en actitud de arrastrar aún,
yacía el más joven de los conductores. A pesar de su valor la fatiga lo había vencido.
La voz del jefe a quien la perspectiva de tener que arrastrarse doblado en dos por aquel suelo encharcado y
sucio, ponía fuera de sí, resonó colérica en la galería:
- jCanalla, haragán! -gritó enfurecido.
Y la vara de hierro se alzó y cayó repetidas veces, produciendo un ruido sordo en aquel cuerpo inanimado.

Baldomero Lillo. En Subterra. (Fragmento).


1. Psicológicamente, ¿qué rasgo describe a Míster Davis?
Á. Diligente.
B. Receloso.
C. Despiadado.
D. Inquieto.

2. En el fragmento, ¿cuál es el origen dela situación problemática que viven los mineros?
A. El peligro de derrumbe del pique minero.
B. La visita de inspección de Míster Davis.
C. La actitud temerosa del capataz con el ingeniero.
D. El peligro que representa la acumulación de gas grisú.

3. ¿En qué se diferencian el ingeniero y el capataz?


A. El ingeniero es inflexible con los mineros y el capataz servil.
B. El ingeniero se deja engañar fácilmente y el capataz no.
C. El ingeniero mostraba interés en la mina y al capataz no le preocupa.
D. El ingeniero es un hombre fuerte y el capataz desprecia a los mineros.

4. ¿Qué situación provoca el estallido de furia de Míster Davis?


A. El hecho de bajar a la mina.
B. El uso de mala madera para apuntalar la mina.
C. La caída de uno de los muchachos que empuja el carro.
D. Tener medio de trasporte incómodo para acceder a la mina.

Lee atentamente el siguiente texto y responde las preguntas 5 a 8.

Un médico rural
Estaba muy preocupado; debía emprender un viaje urgente; un enfermo de gravedad me estaba esperando
en un pueblo a diez millas de distancia; una violenta tempestad de nieve azotaba el vasto espacio que nos
separaba; yo tenía un coche, un cochecito ligero, de grandes ruedas, exactamente apropiado para correr por
nuestros caminos: envuelto en el abrigo de pieles, con mi maletín en la mano, esperaba en el patio, listo para
marchar; pero faltaba el caballo... El mío se había muerto la noche anterior, agotado por las fatigas de ese
invierno helado; mientras tanto, mi criada corría por el pueblo, en busca de un caballo prestado; pero estaba
condenada al fracaso, yo lo sabía, y a pesar de eso continuaba allí inútilmente, cada vez más envarado, bajo la
nieve qué me cubría con su pesado manto. En la puerta apareció la muchacha, sola, y agitó la lámpara;
naturalmente, ¿quién habría prestado su caballo para semejante viaje? Atravesé el patio, no hallaba ninguna
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solución; distraído y desesperado a la vez, golpeé con el pie la ruinosa puerta de la pocilga, deshabitada desde
hacía años. La puerta se abrió y siguió oscilando sobre sus bisagras. Dela pocilga salió una vaharada como de
establo, un olor a caballos. Una polvorienta linterna colgaba de una cuerda.
Un individuo, acurrucado en el tabique bajo, mostró su rostro claro, de ojitos azules.
—¿Los engancho al coche? —preguntó, acercándose a cuatro patas.
No supe qué decirle, y me agaché para ver qué había dentro de la pocilga. La criada estaba a mi lado.
—Uno nunca sabe lo que puede encontrar en su propia casa —dijo esta. Y ambos nos echamos a reír.
—¡Hola, hermano, hola, hermana! —gritó el palafrenero, y dos caballos, dos magníficas bestias de vigorosos
flancos, con las piernas dobladas y apretadas contra el cuerpo, las perfectas cabezas agachadas, como las de
los camellos, se abrieron paso una tras otra por el hueco de la puerta, que llenaban por completo. Pero una
vez afuera se irguieron sobre sus largas patas, despidiendo un espeso vapor.
—Ayúdalo—dije a la criada, y ella, dócil, alargó los arreos al caballerizo. Pero apenas llegó a su lado, el hombre
la abrazó y acercó su rostro al rostro de la joven. Esta gritó, y huyó hacia mí; sobre sus mejillas se veían, rojas,
las marcas de dos hileras de dientes.
—¡Salvaje! —dije al caballerizo—.'¿Quieres que te azote?
Pero luego pensé que se trataba de un desconocido, que yo ignoraba de dónde venía y que me ofrecía ayuda
cuando todos me habían fallado. Como si hubiera adivinado mis pensamientos, no se mostró ofendido por mi
amenaza y, siempre atareado con los caballos, solo se volvió una vez hada mí.
—Suba—me dijo! y, en efecto, todo estaba preparado.
Advierto entonces que nunca viajé con tan hermoso tronco de caballos, y subo alegremente:
—Yo conduciré, pues tú no conoces el camino —dije.
—Naturalmente —replica—, yo no voy con usted: me quedo con Rosa.
—¡No! —grita Rosa, y huye hacia la casa, presintiendo su inevitable destino; aún oigo el ruido de la cadena de
la puerta al correr en el cerrojo; oigo girar la llave en la cerradura; veo además que Rosa apaga todas las luces
del vestíbulo y, siempre huyendo, las de las habitaciones restantes, para que no puedan encontrarla.
—Tú vendrás conmigo —digo al mozo—; sino es así, desisto del viaje, por urgente que sea. No tengo intención
de dejarte a la muchacha como pago del viaje.
—¡Arre! —grita él, y da una palmada; el coche parte, arrastrado como un leño en el torrente; oigo crujir la
puerta de mi casa, que cae hecha pedazos bajo los golpes del mozo; luego mis ojos y mis oídos se hunden en
el remolino de la tormenta que confunde todos mis sentidos. Pero esto dura solo un instante; se diría que
frente a mi puerta se encontraba la puerta de la casa de mi paciente; ya estoy allí; los caballos se detienen; la
nieve ha dejado de caer; claro de luna en torno; los padres de mi paciente salen ansiosos de la casa, seguidos
de la hermana; casi me arrancan del coche; no entiendo nada de su confuso parloteo; en el cuarto del
enfermo el aire es casi irrespirable, la estufa humea, abandonada; quiero abrir la ventana, pero antes voy a
ver al enfermo. Delgado, sin fiebre, ni caliente ni frío, con ojos inexpresivos, sin camisa, el joven se yergue
bajo el edredón de plumas, se abraza a mi cuello y me susurra al oído:
—Doctor, déjeme morir. (...)
En aquel preciso instante me acuerdo de Rosa. ¿Qué hacer? ¿Cómo salvarla?
¿Cómo rescatar su cuerpo del peso de aquel hombre, a diez millas de distancia, con un par de caballos
imposibles de manejar? Esos caballos que no sé cómo se han desatado de las riendas, que se abren paso
ignoro cómo; que asoman la cabeza por la ventana y contemplan al enfermo, sin dejarse impresionar por las
voces de la familia.
Franz Kafka. Disponible en http://ciudadseva.com (Fragmento).
5. ¿Entre qué opciones se debate el médico?
A. Aceptar los caballos o no aceptarlos.
B. Salir pese a la tormenta o quedarse en casa.
C. Atender a su paciente o salvara su criada.
D. Conducir él o dejar que el caballerizo conduzca.

6. ¿Qué características describen mejor a Rosa?


A. Temerosa y servicial.
B. Sensata y diligente.
C. Violenta y vulgar.
D. Hábil y arrogante.
7. ¿Qué rasgo distingue al caballerizo?
A. Su ansiedad.
B. Sus malas intenciones.
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C. Sus rasgos inexpresivos.
D. Su habilidad con los caballos.

8. ¿Qué alternativa sintetiza mejor la forma de ser del médico?


A. Se asombra ante lo inexplicable.
B. Le interesa cumplir con su deber.
C. Es valiente, pero no recurre a la violencia.
D. Se preocupa genuinamente por los demás.

Observa y lee el siguiente afiche y responde las preguntas 9 y 10.

9. ¿Cuál es el propósito del afiche?


A. Hacer una rendición de cuenta pública.
B. Sumar socios que colaboren económicamente.
C. Captar voluntarios que quieran participar en la institución.
D. Crear conciencia sobre los daños de los incendios en Paine.

10. Principalmente, ¿qué efecto persigue la imagen central del afiche?


A. Dar mayor vivacidad al mensaje que se desea transmitir.
B. Establecer un contraste con la información que se entrega.;
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C. Transmitir la urgencia de la necesidad, como sucede con el fuego.
D. Mostrar la labor que los bomberos realizan a diario, combatir el fuego.

Lee atentamente el siguiente texto y responde las preguntas 11 a 14.

Viernes 23 de junio de 2017


“La hermandad: mucha conversación y pocos fantasmas”

"Estuvieron horas. instalando cámaras y equipos de sonido especiales para la detección de fantasmas. Solo se
lograron detectar unos gruñidos en el sótano del recinto y un inquietante ruido que, escuchando con esfuerzo, parecía decir
"déjenme en paz"…”

1. Chilevisión reclutó a casi todos los especialistas en temas paranormales que suben el rating en los
distintos canales. Y los juntó en "La hermandad", un programa conducido por Julio César Rodríguez,
que debutó el martes en la noche con este panel de expertos en vivo.

2. El resultado no fue muy diferente a los segmentos de los matinales que abordan estos temas: expertos
de voces profundas dando por sentadas cosas que no tienen asidero científico (aspecto que a la
televisión abierta parece preocuparle muy poco). Allí estaba Cristián Contreras, "Dr. File", periodista y
filósofo de la ciencia, quien de entrada explicó que sobre el ser humano hay siete estratos metafísicos:
el primero es el del ángel de la guarda; otro, el de los espectros o almas en pena, y un tercero, que
incluye a "semidioses, elementales, ondinas, salamandras, duendes, gnomos", etc. No siguió con los
otros cuatro niveles porque Rodríguez lo interrumpió para entrar de lleno al primer tema de la velada:
fotos en las que aparecen fantasmas.

3. Durante casi media hora, el teólogo Hugo Zepeda, la médium Vanessa Daroch y el ganador del
programa "Psíquicos", Álvaro Santi, conversaron sobre casos de fotos en las que seres fantasmales
parecen colarse entre los vivos. Luego, Rodríguez y "Dr. File" se centraron en la leyenda urbana del
cuadro "El niño que llora", pero sin aportar datos que den luces razonables sobre este mito. "Para
muchos, este cuadro está poseído por el mismo adversario", dijo "File". "¿Entonces, este cuadro
tendría alma?", preguntó Rodríguez.

4. La primera parte del programa se sintió larga y de poco sustento. Las cosas mejoraron con los
reportajes de los periodistas en terreno, en los que se visitó a personas que habían tenido experiencias
paranormales en sus casas y en sus lugares de trabajo. Aquí, el miedo de los entrevistados se sintió
muy real. Una mujer decidió mudarse de su casa en Calera de Tango, pero las "presencias" la siguieron
a su nuevo hogar. "La Hermandad" llevó a un equipo de investigadores paranormales, "Almas
perdidas", que con un aparatito que rastrea el campo electromagnético, llamado Ghost Meter,
aparentemente logró comunicarse con una "entidad" a través del movimiento de una aguja.

5. Otra intervención en terreno estuvo a cargo del investigador uruguayo Nacho Esquivel, quien, con un
equipo de "La hermandad", fue al abandonado Preventorio de San José de Maipo, que hace varias
décadas hospedó a niños enfermos. Estuvieron horas instalando cámaras y equipos de sonido
especiales para la detección de fantasmas. Solo se lograron detectar unos gruñidos en el sótano del
recinto y un inquietante ruido que, escuchando con esfuerzo, parecía decir "déjenme en paz". Todo
eso bastó para que el camarógrafo saliera preso del pánico. Quizás había que estar ahí para sentir
tanto miedo.

6. Este primer capítulo obtuvo un promedio de 11,8 puntos, el segundo lugar de la audiencia en ese lapso
(Mega promedió 24,2). Fueron dos largas horas, con mucha reiteración de ideas, palabras y
situaciones. El programa ganaría interés si se centrara más en los casos testimoniales.

Carmen Rodríguez. Disponible en www.elmercurio.como/blogs

11. ¿Cuál es el propósito del texto?


A. Opinar sobre un nuevo programa de televisión.
B. Informar sobre el primer capítulo de un programa de televisión.
5
C. Comparar un nuevo programa con los matinales de televisión.
D. Contar casos paranormales sobre los que hablan algunos expertos.

12. En el segundo párrafo, la referencia a la explicación de "los siete estratos metafísicos" es un


argumento para sostener que:
A. los fantasmas existen y se pueden ver en las fotos.
B. l Dr. File es un buen periodista y filósofo de la ciencia.
C. los matinales presentan segmentos similares al programa.
D. se dan por válidas cosas que no tienen asidero científico.

13. En el quinto párrafo, ¿qué expresa la oración destacada?


A. Solidariza con el camarógrafo.
B. Da valor a la investigación en terreno.
C. Cuestiona el escepticismo del emisor sobre lo paranormal.
D. Elogia el descubrimiento de los gruñidos del sótano.

14. ¿Cuál de las siguientes alternativas es una opinión expresada en el texto?


A. Los panelistas conversaron sobre casos de fotos de fantasmas.
B. El programa debería centrarse en testimonios para ser más interesante.
C. El Dr. File se centró en la leyenda urbana del "Niño que llora" sin aportar información nueva.
D. El Ghost Meter aparentemente se comunicó con una entidad a través del movimiento de una aguja.

Lee atentamente el siguiente poema y responde las preguntas 15 a 17.

Nuestras vidas son péndulos

¿Dónde estará la niña


que en aquel lugarejo
una noche de baile
me habló de sus deseos
de viajar, y me dijo
su tedio?

Gemía el vals por ella,


y ella era un boceto
lánguido: unos pendientes
de ámbar, y un jazmín
en el pelo.

Gemían los violines


en el torpe quinteto...
E ignoraba la niña
que al quejarse de tedio
conmigo, se quejaba
con un péndulo.

Niña que me dijiste


en aquel lugarejo
una no,che de baile
confidencias de.tedio:
dondequiera que exhales
tu suspiro discreto;
nuestras vidas son péndulos…

Dos péndulos distantes


que oscilan paralelos
en una misma bruma
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de invierno.
Ramón López Velarde. Disponible en www.ciudadseva.com

15. En la tercera estrofa, ¿Qué significa el verso "gemían los violines"?


A. Los violines sufrían la música que emitían.
B. Los violines eran interpretados de forma correcta.
C. Los violines reproducían las quejas de la niña.
D. Los violines sonaban de forma poco armónica.

16. ¿Qué sentido tiene la repetición de "péndulo" en el poema?


A. Refuerza la idea de la vida como un ir y venir constante.
B. Recrea el ambiente del baile evocado en el poema.
C. Refleja el movimiento de la niña con el hablante.
D. Intenta transmitir la sensación de tedio del baile.

17. En la cuarta estrofa, ¿por qué el hablante apela directamente a la niña?


A. Porque desea contarle lo que sucedió en el baile.
B. Porque menosprecia el lugar donde ocurre el baile.
C. Porque quiere comunicarle lo que entiende de la vida.
D. Porque le confiesa que comparte su tedio.

Lee el siguiente texto y responde las preguntas 18 a 20.

El sí de las niñas
Escena V
(...)

DOÑA IRENE: Doña Paquita siempre acordándose de sus monjas. Ya" le digo que es tiempo de mudar de
bisiesto y pensar solo en dar gusto a su madre y obedecerla.
DON DIEGO: ¡Qué diantre! ¿Conque tanto se acuerda de...?
DOÑA IRENE: ¿Qué se admira usted? Son niñas... No saben lo que quieren, ni lo que aborrecen... En una edad,
así, tan...
DON DIEGO: No; poco a poco, eso no. Precisamente en esa edad son las pasiones algo más enérgicas y
decisivas que en la nuestra, y por cuanto la razón se halla todavía imperfecta y débil, los ímpetus del corazón
son mucho más violentos... (Asiendo de una mano a DOÑA FRANCISCA, la hace sentar inmediata a él.) Pero de
veras. Doña Paquita, ¿se volvería usted al convento de buena gana?... La verdad. [...]
DOÑA IRENE: Si es natura!, señor. ¿No ve usted que...?
DON DIEGO: Calle usted, por Dios, Doña Irene, y no me diga usted a mí lo que es natural." Lo que es natural es
que la chica esté llena de miedo y no se atreva a decir una palabra que se oponga a lo que su madre quiere
que diga... Pero si esto hubiese, por vida mía, que estábamos lúcidos.
DOÑA FRANCISCA: No, señor; lo que dice su merced, eso digo yo; lo mismo. Porque en todo lo que me mande
la obedeceré.
DON DIEGO: ¡Mandar, hija mía! estas materias tan delicadas los padres que tienen juicio no mandan.
Insinúan, proponen, aconsejan; eso sí, todo eso sí; ¡pero mandar!...
¿Y quién ha de evitar después las resultas funestas de lo que mandaron?... Pues, ¿cuántas veces vemos
matrimonios infelices, uniones monstruosas, verificadas solamente porque un padre tonto se metió a mandar
lo que no debiera?... ¿Cuántas veces una desdichada mujer halla anticipada la muerte en el encierro de un
claustro, porque su madre o su tío se empeñaron en regalar a Dios lo que Dios no quería? ¡Eh!
No, señor; eso no va bien... Mire usted, doña Paquita, yo no soy de aquellos hombres que se disimulan los
defectos. Yo sé que ni mi figura ni mi edad son para enamorar perdidamente a nadie; pero tampoco he creído
imposible que una muchacha de juicio y bien criada llegase a quererme con aquel amor tranquilo y constante
que tanto se parece a la amistad, y es el único que puede hacer los matrimonios felices.
Para conseguirlo no he ido a buscar ninguna hija de familia de estas que viven en una decente libertad...
Decente, que yo no culpo lo que no se opone al ejercicio de la virtud. Pero ¿cuál sería entre todas ellas la que
no estuviese ya prevenida en favor de otro amante más apetecible que yo? Y en Madrid, figúrese usted en un
Madrid... Lleno de estas ideas me pareció que tal vez hallaría en usted todo cuanto deseaba.
DOÑA IRENE: Y puede usted creer, señor Don Diego, que...
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DON DIEGO: Voy a acabar señora; déjeme usted acabar. Yo me hago cargo, querida Paquita, de lo que habrán
influido en una niña tan bien inclinada como usted las santas costumbres que ha visto practicar en aquel
inocente asilo de la devoción y la virtud; pero si, a pesar de todo esto, la imaginación acalorada, las
circunstancias imprevistas, la hubiesen hecho elegir sujeto más digno, sepa usted que yo no quiero nada con
violencia. Yo soy ingenuo; mi corazón y mi lengua no se contradicen jamás.
Esto mismo le pido a usted, Paquita: sinceridad. El cariño que a usted le tengo no la debe hacer infeliz... Su
madre de usted rio es capaz de querer una injusticia, y sabe muy bien que a nadie se le hace dichoso por
fuerza. Si usted no halla en mí prendas que la inclinen, si siente algún otro cuidadillo en su corazón, créame
usted, la menor disimulación en esto nos daría a todos muchísimo que sentir,
DOÑA IRENE: ¿Puedo hablar ya, señor?
DON DIEGO: Ella, ella debe hablar, y sin apuntador y sin intérprete.
DOÑA IRENE: Cuando yo se lo mande.
DON DIEGO: Pues ya puede usted mandárselo, porque a ella la toca responder... Con ella he de casarme, con
usted no. [...]
DOÑA IRENE: Pues ¿no quiere usted que me disguste oyéndole hablar de mi hija en términos que…? ¡Ella
otros amores ni otros cuidados!... Pues si tal hubiera... ¡Válgame Dios! ..., la mataba a golpes, mire usted...
Respóndele, una vez que quiere que hables, y que yo no chiste. Cuéntale los novios que dejaste en Madrid
cuando tenías doce años, y los que has adquirido en el convento al lado de aquella santa mujer. Díselo para
que se tranquilice, y...
DON DIEGO: Yo, señora, estoy más tranquilo que usted.
DOÑA IRENE: Respóndele.
DOÑA FRANCISCA: Yo no sé qué decir. Si ustedes se enfadan...
DON DIEGO: No, hija mía; esto es dar alguna expresión a lo que se dice; pero enfadarnos no, por cierto. Doña
Irene sabe lo que yo la estimo.
DOÑA IRENE: Sí, señor, que lo sé, y estoy sumamente agradecida a los favores que usted nos hace... Por eso
mismo...
DON DIEGO: No se hable de agradecimiento; cuanto yo puedo hacer, todo es poco... Quiero solo que doña
Paquita esté contenta.
DOÑA IRENE: ¿Pues no ha de estarlo? Responde.
DOÑA FRANCISCA: Sí, señor, que lo estoy.
Leandro Fernández de Moratín.
Disponible en www.cervantesvirtual.com (Fragmento)

18. ¿Cuál es el conflicto que vive doña Francisca?


A. Hablar o permanecer en silencio.
B. Regresar, al convento o casarse con don Diego.
C. Ser una muchacha ejemplar o hacer caso a don Diego.
D. Aceptar el ofrecimiento de don Diego o enojara su madre.

19. Don Diego tiene la intención de:


A. acatar la voluntad de doña Irene.
B. casarse con Paquita a cualquier precio.
C. manipular a Irene para que convenza a Paquita
D. respetar la decisión de Paquita, cualquiera que sea.

20. ¿Qué rasgo caracteriza mejor a doña Francisca, Paquita?


A. Su sinceridad.
B. Su religiosidad.
C. Su fidelidad.
D. Su obediencia.

21. Observa atentamente la siguiente imagen, ¿qué crees que le sucede a la escalera? (7 puntos).

8
Escribe un cuento breve (microcuento) en el que cuentes lo que crees que le pasa a la escaladora.
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INDICADORES L (1) NL (0)

Se presentan los principales elementos de la narración: conflicto, personaje principal


(la escaladora) y el ambiente.
Se narran acontecimientos relacionados con la imagen propuesta.
Se describe una situación inicial desde la que comienza la historia.
Se introduce un acontecimiento que cambia las circunstancias de la situación inicial.
Se plantea un conflicto y se da un fin o solución a éste.
Se utiliza correctamente la ortografía acentual, puntual y literal.
El texto es escrito con letra clara.

LICEO MUNICIPAL DE MAIPÚ


“ALCALDE GONZALO PEREZ LLONA”

9
DEPARTAMENTO DE LENGUAJE
PROFESORA INGRID A. CONCHA SUAZO

HOJA DE RESPUESTAS
NOMBRE:

CURSO:

Marca con una X la alternativa correcta.


1. A B C D
2. A B C D
3. A B C D
4. A B C D
5. A B C D
6. A B C D
7. A B C D
8. A B C D
9. A B C D
10. A B C D
11. A B C D
12. A B C D
13. A B C D
14. A B C D
15. A B C D
16. A B C D
17. A B C D
18. A B C D
19. A B C D
20. A B C D

10

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