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IMPLICACIONES QUE EL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE

DERECHO, TIENE SOBRE LA ACTIVIDAD JUDICIAL

“La aplicación de la ley no se agota en la subsunción, sino que exige en gran medida
valoraciones del aplicador”.
Karl Larenz

Este trabajo sobre las Implicaciones que el estado social y democrático de derecho, tiene
sobre la actividad judicial, responde al objetivo de determinar cuáles son los alcances de
este tipo de Estado, definido como fórmula política en el Artículo Primero de la
Constitución de 1991, en relación a la motivación de las sentencias en la actividad judicial,
como modelo para administrar justicia material, a los asociados de éste.

El Estado Social y Democrático de derecho, propugna por la equidad en derechos ante


la ley, por lo que el Estado Democrático, reposa en la soberanía popular y en la idea de
que el poder político debe lograr para los asociados, una justicia material mínima. En ella:
“… lo importante es el control al Estado, a fin de limitarlo, por mecanismos como la
división de poderes y el control constitucional. Prima entonces la protección de las
llamadas libertades contra el Estado, por lo cual la democracia es entendida ante todo
como un procedimiento que limita la arbitrariedad del poder para asegurar esos
derechos de las personas. La libertad es definida entonces como la ausencia de
interferencias a nuestra autonomía, esto es, según la clásica definición de Benjamín
Constant, la libertad es el plácido goce de la independencia individual. La igualdad
que se protege es la igualdad formal ante la ley, esto es, una igualdad al servicio de
las libertades, puesto que en el fondo la pretensión del pensamiento liberal es que las
libertades de todos los ciudadanos sean igualmente protegidas. ” (UPRIMMY YEPES.
pp 132)

La transformación de un Estado de Derecho a un Estado Social de Derecho, implica una


forma distinta de administrar justicia. Al hallar los hombres igualdad entre sí, el poder de
administrar justicia, concedida a los jueces, es algo abstracto, una convención social que
requiere de una justificación, para garantizar derechos y seguridad jurídica ante la ley.
De esta forma, las motivaciones de la actividad judicial, representan las máximas
exigencias, pues:
“…el juez debe garantizar las libertades de las personas por medio de decisiones
previsibles, esto es, jurídicamente seguras. La seguridad jurídica es así no sólo un
mecanismo indispensable al capitalismo y a la economía de mercado – como
lúdicamente lo ha mostrado Weber (3) – sino que constituye sobre todo un instrumento
para que la actividad del juez no sea arbitraria y no vulnere los derechos y libertades
de los asociados. De otro lado, en virtud de la idea de la soberanía popular, el juez debe
respetar las decisiones tomadas mayoritariamente por los órganos políticos, puesto que
el juez no tiene una fuente de poder autónomo, pues carece de legitimación
democrática. El juez debe entonces respetar los acuerdos sociales mayoritarios
expresado (sic.) en los órganos políticos de origen popular. Y, finalmente, como si fuera
poco, el juez debe lograr decisiones materialmente justas, puesto que, en virtud del
principio social, la actividad judicial debe contribuir al logro de una sociedad
materialmente más justa” (UPRIMMY YEPES. pp. 132 – 133.)

Expresando exigencias en algunos casos incompatibles, una ley fundamental que


legitima y limita el poder estatal, la Constitución, demanda una prioridad frente a otras
leyes; una estructura basada en la división de poderes y la relación de derechos
fundamentales; en su formulación originaria, es un concepto polémico orientado a la
actividad de los jueces. La democracia; entendida en la perspectiva popular, como el
autogobierno del pueblo, en un Estado Constitucional, en el sentido de poseer una
constitución formal con una codificación amplia y comprensible para todos; limita y
legitima al poder Estatal. Así, los mecanismos de articulación que permiten materializar
la doble vinculación del juez a la Constitución y a la Ley, dispositivos dentro de los cuales
se incluye la interpretación de la norma de cara a los valores, principios y preceptos
(BASTIDAS MORA) “congruentes con las expectativas y el sentimiento de justicia de los
asociados, desde una razón práctica que, por medio de argumentos basados en la
actualización aun caso concreto de principios y valores comunes compartidos, busca que
un auditorio acepte una solución razonable”. De ésta forma: “… el juez es también un
órgano de creación jurídica (y no simplemente una instancia de aplicación), y por ende
es política y socialmente responsable de sus decisiones… que suministra razones de su
decisión y refuta las objeciones que le hayan sido o le puedan ser opuestas”. (UPRIMMY
YEPES. pp136.)

En consecuencia, los problemas que surgen al momento de interpretar las leyes


(contradicción, redundancia o inoperancia entre normas jurídicas), para los cuales el juez
cuenta con criterios auxiliares explícitos: la equidad, la jurisprudencia, los principios
generales del derecho y la doctrina (despojadas de cualquier posibilidad de servir como
fuentes directas y principales de las disposiciones judiciales); “…no consiste en prever
casuísticamente la totalidad de tales situaciones, sino en el establecimiento de preceptos
de carácter general, por lo que en toda controversia sometida a la decisión del juez, al
tener que ser resuelta jurídicamente, lo obliga a llenar los vacíos dejados por la
legislación, completando los casos difusos y armonizando el ordenamiento jurídico con
la dinámica y compleja realidad social; el juez está obligado, en palabras de Benjamin N.
Cardozo, a “legislar intersticialmente”, lo que debe ser entendido como un bien, y no como
un mal menor. Esta tarea creativa, naturalmente, no puede llevarse a cabo en forma
arbitraria, sino mediante una decisión que deberá ajustarse a los hechos, las pruebas y
el derecho, y en atención a los principios.” (GARCÍA JARAMILLO. 2005. pp. 44 – 45).

La función judicial como subsunción de normas inferiores en normas superiores, se ve


desplazada por una nueva función judicial, ligada a la argumentación con miras a realizar
la justicia sin aferrarse a la aplicación literal del texto normativo, sino a la ponderación de
principios y valores, fundados “…en los mejores argumentos y criterios que podía
suministrarle el ordenamiento y la realidad social al juez. Y, finalmente, la fundamentación
permite a la sociedad – en gran parte, gracias a la crítica académica de la jurisprudencia
– controlar la razonabilidad misma de la actividad de los jueces. Es pues una forma de
control social sobre el poder judicial a fin de lograr una judicatura que no sea mecánica
ni arbitraria en sus decisiones, sino democráticamente responsable” (UPRIMMY YEPES.
pp137).
BIBLIOGRAFÍA

Bastidas Mora, Patricia, El modelo constitucional del Estado Social y democrático de


derecho, sus desafíos y la constitucionalización del proceso. Revista VIA IURIS [en linea]
2009, (Julio-Diciembre): [Fecha de consulta: 24 de marzo de 2016] Disponible
en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=273920959005> ISSN 1909-5759

García Jaramillo, Leonardo la renovación de las virtudes del juez en el nuevo derecho sin
lagunas: Retos de la labor judicial a partir de la Constitución de 1991 Jurídicas, vol. 2,
núm. pp. 41-61 Universidad de Caldas Manizales, Colombia. 2, julio-diciembre, 2005:
[Fecha de consulta: 24 de marzo de 2016] Disponible en:
http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=129016841004. ISSN (Versión
impresa): 1794-2918.

Uprimmy Yepes, Rodrigo, De la motivación de las sentencias y el papel del juez en el


Estado Social y Democrático de Derecho.

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