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SEMBRANDO LA PAZ

Cristino Guerrero Mercedes


Estudiante de psicología clínica
Universidad Dominicana O&M - Romana

El experimento del muñeco Bobo realizado por Albert Bandura en 1961 y 1963 se enfocaba en el
estudio de la conducta externada por los niños después de ver modelos adultos con conductas
agresivas hacia un "muñeco Bobo". Para dicho experimento utilizaron a 36 niños y 36 niñas de
guardería en Estados Unidos, con edades entre 3 y 5 años, organizados en tres grupos de 24 niños
cada uno. Los del primer grupo fueron expuestos a un modelo agresivo y mientras que los del
segundo fueron expuestos a un modelo no agresivo, de manera individual, los restantes eran parte
de un grupo de control. El resultado de dicho experimento arrojó que los niños que fueron expuestos
a un modelo agresivo mostraron conductas más agresivas, contrario a los demás. Con este
experimento Albert Bandura desarrolló su teoría del aprendizaje social, en la que se plantea que
aprendemos por imitación o repitiendo conductas.
En pleno siglo XXI la violencia sigue tan latente en nuestras vidas como en otras épocas. A pesar del
desarrollo social, tecnológico e incluso espiritual del hombre no se ha podido erradicar. Vemos a
diario noticias trágicas en que la fuerza de algunos se impone sobre la voluntad de otros, situaciones
donde se ejerce el maltrato físico y psicológico. Ante este panorama nos surge la interrogante ¿por
qué somos tan violentos?. Esta realidad no hace distinción entre hombres y mujeres, jóvenes o
adultos. En definitiva, pareciera que tenemos una tendencia innata a la agresividad y a la violencia.
La génesis del problema actual tenemos que enfocarla desde la realidad misma y lo que vamos
enseñando a las generaciones que van surgiendo. Son muchos los factores que inciden en el proceso
de enseñanza y aprendizaje de nuestros niños y adolescentes: la familia, los medios de comunicación,
la escuela, los amigos, el sistema político-social, la religión, entre otros. En todos ellos de una u otra
manera existen conductas que no son propiciadoras de paz. Podemos tomar como ejemplo la familia,
el principal circulo de seguridad y afectividad del individuo, que actualmente está sumergida en una
profunda crisis de valores en la que los intereses comunes se ven en ocasiones por debajo de los
intereses personales lo que de alguna manera se puede traducir también como violencia, manifestada
en ocasiones con la ausencia de los padres por diversas circunstancias, el maltrato físico o
psicológico por parte de algún miembro, los feminicidios que están tan presentes en nuestra
sociedad, entre otras muchas. En este panorama se han formado y se siguen formando nuestros niños
y lo que reciben en el hogar es lo que van a manifestar en su conducta hacia los demás. A esto hay
que sumarle lo trasmitido por los medios de comunicación, sobre todo las redes sociales junto con la
radio y la televisión, en los que no existe un control o filtro que pueda depurar los contenidos.
Si hoy tenemos una sociedad violenta es porque nos hemos ido transmitiendo este tipo de conducta,
la hemos aprendido y la reproducimos de manera constante. Tenemos que hacer conciencia y
erradicar de nuestra cotidianidad cualquier indicio que genere violencia en nosotros, solo así,
predicando con el ejemplo, cambiará nuestra sociedad. Nos corresponde ser entes de paz, guardianes
de la dignidad, luchadores por el bien común. Es nuestra deuda con las futuras generaciones. La paz
no se busca, se crea. Seamos sembradores de paz, enseñemos a sembrar la paz.

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