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CAMARA MINERA DEL PERÚ

ESCUELA DE POSGRADO

Maestría en Plantas Metalúrgicas

“Ensayo sobre la lectura COMO ELABORAR UNA


CONCLUSIÓN”

“DAVID FERNANDO MEZA CASTILLO”

Junio 2020

Redactar un trabajo académico o profesional requiere que se elaboren unos apartados bien

definidos que se ajusten a unos determinados aspectos formales y de contenido.


En la mayoría de trabajos hay una introducción, seguida por la parte del método, resultados,

discusiones y, finalmente, las conclusiones, uno de los apartados en el que más problemas

tienen los alumnos universitarios.

Estos apartados cumplen con la máxima del “por último, y no menos importante”. Es en las

conclusiones en las que se trata de poner la guinda al pastel, haciendo que el trabajo acabe

de una forma que implique algún tipo de respuesta en el lector. Es por ello que en el

presente artículo vamos a abordar con más claridad cómo se debe redactar una buena

conclusión, destacando en qué consiste el último apartado de la mayoría de los trabajos

universitarios y explicando qué debe haber en ellos

Antes de entrar en más detalle sobre los pasos a seguir para elaborar una conclusión, nos es

necesario saber exactamente en qué consiste. Si nos remontamos al origen etimológico de

la palabra, conclusión viene del latín “conclusión” y significa “cierre, final”. Así pues, se

trata de la última parte de un ensayo, artículo, presentación o disertación.

Lo que se espera en una buena conclusión es que las premisas y el desarrollo de lo expuesto

en los apartados anteriores conduzcan a aclarar una idea que se ha ido tratando a lo largo

del trabajo. Aquello que se concluye en este apartado debe estar relacionado con lo que se

ha ido explicando e investigando mientras se elaboraba el estudio o la presentación.

Normalmente, en las conclusiones de artículos científicos se recalcan los hallazgos que se

han encontrado mientras se realizó la investigación, y se indica hacia qué nuevos

caminos podrían ir enfocados futuros estudios.


Cabe indicar que en una conclusión, aunque se defienda aquello que los investigadores

creen que indican los datos obtenidos, no son apartados en los que se exponga su

opinión. Tampoco deben transformarse resúmenes extensos y literales de todo el

trabajo.

De la misma manera que empezar a redactar la introducción es algo que puede suponer un

auténtico quebradero de cabeza para muchos, las conclusiones son igualmente difíciles.

Por este motivo, cuando se redactan, es necesario tener en cuenta una serie de aspectos,

además de seguir un orden en su elaboración. Así, se logrará que la información de este

apartado que expuesta de la forma más clara posible, pero siendo concisa, además de

reflexionar e invitar a nuevos puntos de vista.

Veamos, pues, algunos consejos que nos pueden servir para elaborar una conclusión

adecuada a todo el esfuerzo que hemos puesto en el desarrollo del trabajo.

En una buena conclusión aparecen resumidas las ideas principales del trabajo, dado que es

su parte final. La información expuesta en este apartado debe resolver definitivamente

cualquier duda que se haya planteado el lector mientras leía el documento.

Deberemos releer todo el trabajo, seleccionando aquello que consideramos que es

fundamental que esté presente en el apartado final de éste. Es muy recomendable tener a

mano una hoja de papel y apuntar todas las ideas, resultados y hallazgos que consideremos

relevantes.

Una vez hemos releído todo el trabajo, debemos redactar los puntos clave que están

presentes en él. En la conclusión debe quedar claro cual fue el motivo por el que se
inició el trabajo, con qué propósito se procedió a abordar la temática expuesta en él,

además de recordar la metodología utilizada.

Además, se debe especificar qué era lo nuevo que ofrecía lo que hemos hecho, con qué

problema nos encontramos en la vida real que quisimos resolver, además de indicar qué se

podría hacer en el futuro.

En esencia, son dos los puntos clave que no pueden faltar en toda conclusión: el propósito y

el problema.

a ciencia avanza y nunca se detiene, es por ello que un estudio nunca pondrá punto y

final al tema en el que ha ahondado. Más bien al contrario, deben plantearse nuevas

posibilidades de cara al futuro.

En toda investigación, aunque se haya conseguido demostrar una teoría o se haya

conseguido solucionar un problema originalmente planteado, siempre surgirá algo que

invitará a formular nuevas incógnitas. Esto dará pie a nuevas investigaciones, a nuevas

ideas para que sean estudiadas en posteriores estudios.

La conclusión es el apartado idóneo para que podamos indicar algunas ideas que se nos han

venido mientras investigamos sobre el tema que hemos expuesto.

También se puede invitar al lector a documentarse por su propia cuenta en la temática

de la que le hemos hablado. Si da la casualidad de que se han hecho dos investigaciones

relacionadas y una de ellas aún no ha finalizado, en el apartado de las conclusiones es

posible sugerirle al lector que espere al estudio que saldrá publicado en un futuro no muy

distante.
Toda la información relevante mostrada de forma extensa ya debería venir explicada en el

apartado de la introducción, mientras que la conclusión incluye solo las ideas principales

mostradas de forma concisa, además de lo expuesto en los demás apartados.

Cuando hayas acabado de redactar la conclusión, si observas que hay algunas ideas que te

dan la sensación de que se repiten, acórtalas o, directamente, quítalas.

De la misma manera que en el punto anterior hemos indicado que no se debe ser

redundante, tampoco debemos sacar información que no se haya explicado

previamente. Es decir, en el apartado final de nuestro trabajo no debemos introducir

información relevante sobre el tema investigado que no se hayan abordado en nuestro

trabajo.

El consejo más repetido por muchos profesores de universidad a sus alumnos que están

haciendo tesis es que todo lo que se explique en la conclusión debe estar justificado en

la introducción.

Pongamos un ejemplo en el que quede más clara esta idea: si hemos hablado sobre las

diferencias entre la psicología social y la psicología clínica, no tendría sentido hablar en el

apartado de conclusiones sobre en qué se diferencian con respecto a la forense. Hablar de

otros temas al final de nuestro trabajo puede hacer que el lector se sienta confundido. En

esencia, se debe seguir en la misma línea durante todo el trabajo.

Dependiendo de los criterios que se estipulen a la hora de elaborar un determinado trabajo,

como lo son los trabajos de final de grado, las tesis doctorales o las presentaciones en

formato power point, está muy contraindicado añadir demasiada información.


Como ya se ha dicho, es en el apartado de la introducción en el que se explica toda la

información relevante sobre el trabajo con mayor profundidad, mientras que en las

conclusiones se debe ser más conciso.


BIBLIOGRAFIA

 Culler, J. (1997) Literary Theory: a Very Short Introduction. Oxford: Oxford University

Press.

 Dawson, C. (2007). Prescriptions and proscriptions. The three Ps of scientific writing –

past, passive and personal. Teaching Science: the Journal of the Australian Science

Teachers Association. 53(2): 36 - 38.

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