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¿Cómo funciona una familia sana?

Debe enriquecer a cada miembro y contribuir a su sociabilidad. Una familia sana es aquella en la
que se puede hablar con libertad, en la que hay disgustos y se aceptan, donde impera la sonrisa y
se comparten iniciativas y afecto. Decir de vez en cuando “te quiero” es una terapia mutua, que
incluye a padres e hijos.

Lo que más moldea la personalidad en el niño es el aprendizaje en la familia, una micro-sociedad


donde comienza a utilizar los valores de interrelación social que le van a marcar las primeras
pautas de conducta. Hoy es común ser hijo único, vivir en familias monoparentales, convivir con
hermanos de uno de los padres y de sus nuevas parejas, y aumenta el número de homosexuales
con hijos (ya sea en pareja o no). Todo esto, modifica la estructura social y la percepción cognitiva
que los niños tienen de sus iguales y de las generaciones anteriores. Por esto, es necesario
redefinir el ámbito familiar.

Los valores y realidades familiares cambiaron, principalmente, por las modificaciones en el


enfoque de género, lo que conllevó cambios sociológicos, ideológicos, legales, económicos y
demográficos. Cambiaron los valores que mantienen las familias, la igualdad entre los sexos y la
democratización interna de las relaciones familiares han sustituido los valores de la autoridad y la
jerarquía interna.

La mujer adquirió nuevos papeles en la dinámica familiar (nuevas oportunidades para obtener una
educación profesional y ejercerla sin descuidar sus responsabilidades como esposa y madre). Sin
embargo, a pesar de esta versatilidad de funciones, la mujer continúa siendo el centro de la vida
familiar, ya que suele pasar más el doble del tiempo son sus hijos, que el padre. No obstante, esta
dinámica familiar se complementa cada día más. Por un lado, el hombre se incorpora más
directamente a la familia y busca estar más presente y, por otro, la mujer se incorpora a la vida
profesional y productiva aportando a la economía de su hogar.

También hay cambios de aspectos psicológicos: hay más igualdad entre padres e hijos, ya no se
trata de “usted” a las figuras parentales, las distancias se acortan. En casa se habla como en la
calle,e busca el ser amigo de los hijos. A pesar de los cambios generacionales, los lazos personales
-ya sean de afecto o de obligaciones sentidas mutuamente entre padres e hijos- se mantienen
como una de las líneas de relación más frecuentes en la sociedad española. Y es que, vivir en
familia no es permanecer juntos como obligación.

Una función primordial es la de acoger y transmitir seguridad al tiempo de permitir liberarse de


tensiones y problemas. El seno familiar debe enriquecer a cada miembro y coadyuvar a su correcta
sociabilidad. Una familia sana es aquella en la que se puede hablar con libertad, en la que hay
disgustos y se aceptan, donde impera la sonrisa y se comparten iniciativas y afecto.

Asistir a manifestaciones culturales, practicar deporte, comentar lo leído, ir a la iglesia –si se


practica la religión- son algunas de las actividades que pueden dar sentido a la vida en familia
(como ir de excursión, visitar ciudades, ir de compras...). Debe estar abierta al exterior, pero
permitir un clima de organización, de equilibrio, de calidez. Hay familias que pareciera solo pueden
estar unidas si los hijos tienen problemas y los convierten en “la cenicienta” de la familia…

Hay quien refleja en su cara las vivencias de su hogar. Por eso a veces se envidia la simpatía de
algunos, mientras que en otros da pena la tristeza que trasluce. Si en casa el ambiente es negativo,
difícil es trasladar alegría fuera del hogar. No perdamos de vista que, en muchos casos, los
trastornos de conducta del niño son mantenidos por la propia familia.

Según la tipología de familias existen unos riesgos externos para la salud mental de los niños,
como la existencia de trastornos psicopatológicos en la familia (posible transmisión genética y/o
influencia psicológica distorsionante), familias desestructuradas con graves fallas en la
comunicación, familias marginales (o no tanto) dependientes de drogas, implicadas en conductas
delincuenciales. Estos tipos de familias dificultan una correcta y saludable maduración de los
niños. Es fundamental tener un posicionamiento alegre y positivo en la familia y transmitirlo a sus
miembros y a la sociedad.

Hay que animar a los niños a tener confianza en los padres –y viceversa-, debemos contarnos
nuestras alegrías y frustraciones. Los lazos, más que de consanguineidad, son de afectividad. Decir
de vez en cuando “te quiero” es una terapia mutua. Cuando no existió el hábito de la relación, es
muy difícil recuperarlo cuando el niño alcanza la adolescencia. Estos primeros años son preciosos,
pasan rápido y no vuelven. Lo importante es que sepan que estamos a su lado, siempre, y que
hacemos lo mejor que podemos. Los padres han de cumplir su papel. Ser padres supone saber
educar, lo que se requiere es amor, lógica, técnica, arte y conocimiento. No es fácil, pero no es
imposible.

Ser padres es un alarde de optimismo, de confianza en los otros, de conocimiento positivo de sí


mismos. Es incentivar la libertad de los pequeños, ejerciendo con responsabilidad la propia. Ser
padres es asumir que se educa en todo momento, más con los actos que con la palabra, que la
educación es el combustible del alma, que se precisa autoeducarse en el altruismo, autocontrol y
autodisciplina, que hay que enriquecer la competencia emocional.

Resulta alegremente constatable que las familias hoy son más democráticas y simétricas, en
cuanto a ostentación de poder y responsabilidad, buscan además una más pronta autonomía
personal de los hijos, no siempre conseguida. Sin embargo, en ocasiones, se confunde la tolerancia
con la permisividad.

La relación de padres, madres e hijos debe ser de amor y enseñanza, a la par.

Javier Urra, autor de “El Pequeño Dictador” (El Ateneo, Buenos Aires, 2012).
Cómo construir una familia feliz

1. Demuestra de forma incondicional el amor que sientes por cada uno de los miembros de tu
familia.

2. Establece reglas y límites claros y justos, donde se combine la disciplina con el amor.

3. Fomenta un ambiente de comunicación, apertura y alegría en casa que promueva la sana


expresión de sentimientos y emociones. Evita las burlas, críticas y comparaciones.

4. Marca como prioridad los intereses familiares. Pasa tiempo en familia y realicen juntos por lo
menos una actividad al día.

5. Programa cada semana una actividad familiar que les motive: salir a pasear, disfrutar un juego
de mesa, ver y comentar una película. Utiliza la creatividad para salir de la rutina.

6. Procura tener un proceso de formación constante con el fin de tener más herramientas para
enfrentar mejor los retos actuales de la familia.

7. Los miembros mayores de la familia deben ser guías positivos para los más pequeños.

8. Elabora un proyecto de vida familiar que incluya metas, objetivos y acciones para lograr el
desarrollo integral y la realización de sus miembros. Revísalo periódicamente para actualizarlo
según cada etapa de la vida familiar.

9. Cultiva la convivencia con las familias con las que compartimos creencias e ideales.

10. Busca apoyo en instituciones o movimientos que ayuden a fortalecer los valores familiares.

….

Sin una familia el ser humano no se desarrolla fácilmente con armonía, tampoco le es fácil
realizarse en plenitud. Y es que en este núcleo social se aprende de amor, fortaleza y seguridad, lo
cual contribuye a que cada persona se convierta en un ser independiente, autónomo, seguro y con
capacidad de decisión.

La familia es la base de nuestra sociedad en donde cada uno de nosotros crecemos y nos
formamos como personas en muchos sentidos de la vida; sin embargo mantener los lazos
familiares fuertes y unidos es una tarea un poco complicada en donde el compromiso, el respeto y
el amor juegan un papel muy importante.

En la actualidad muchas cosas parecen ser más importantes que la familia y con el tiempo nos
vamos dando cuenta que los valores se van perdiendo y la unión familiar va desapareciendo por
completo. Las diferentes tendencias mundiales, la tecnología y las maneras en como la sociedad se
está adaptando al mundo moderno son grandes causantes de la desunión familiar.
Considerando que la familia es la institución más importante en la vida de toda persona, hoy te
vamos a dejar algunos consejos que te pueden servir para mantener la unión en tu familia.

Consejos para mantener la unión familiar

Para ser felices y disfrutar de la convivencia en familia es importante tener en cuenta ciertos
valores que garantizarán la felicidad y unión con cada uno de los miembros del núcleo familiar,
tener paciencia, compresión y compromiso son parte clave de una buena unión familiar.

Saber escuchar

Escuchar es parte muy importante de todo tipo de relación sobre todo hablando de la familia.
Cuando atendemos a lo que nos dicen nuestros seres queridos nos podemos dar cuenta de
aquellos detalles que les disgusta, aquellas cosas por las que siente curiosidad, sus temores y la
visión que tienen de nosotros. Es muy importante escuchar mirando a los ojos, dando la
importancia necesaria y respondiendo con argumentos a todo lo que nos dicen.

Aprender a dar la palabra

A nosotros nos gusta opinar, reclamar y hablar con nuestros familiares, sin embargo en muchos
casos es difícil dar la palabra a otros y aceptar sus opiniones. Como seres humanos y como familia
debemos aprender a respetar la palabra de otros para así conocer más acerca de sus puntos de
vista y la manera en cómo ven las cosas. Todos tienen derecho a expresarse y ser escuchados en
su debido momento sin importar si se tiene o no la razón.

Tomar la palabra en el momento indicado

Cuando hay discusiones o problemas familiares casi siempre nos dejamos llevar por los impulsos y
rabia del momento, y podemos llegar a expresarnos de una manera ofensiva y sin escuchar los
argumentos de los demás. A veces tomamos mal la palabra y la utilizamos para discutir de manera
precipitada y alterada, este problema puede acabar desuniendo a toda la familia y posteriormente
puede causar arrepentimientos.

Establecer límites

Una de las maneras de lograr una buena convivencia y equilibrio familiar, es colocando limites que
todos deban respetar. No se trata de prohibir todo y establecer un régimen militar, se trata de
poner ciertas reglas que enseñen a respetar y a crecer como personas siempre en unión familiar.
Cuando tenemos niños es importante poner límites que garanticen su seguridad y su crecimiento
como persona, en esta etapa de juega un papel muy importante para su aprendizaje y sus valores.

Tener paciencia

Las diferencias familiares siempre deben ser tratadas con tolerancia y paciencia. Muchas personas
suelen alterarse con gran facilidad y esto puede ser un error fatal en la familia; la paciencia es la
clave de una buena relación, entendimiento, comunicación y respeto. Cada día la familia nos pone
muchas pruebas para cultivar y medir nuestra paciencia, como adultos debemos enseñar este gran
valor a nuestros hijos y aplicarlo para dar una mayor confianza entre todos.

Hacer actividades familiares

Hay muchas excusas para unir a la familia y pasar un buen tiempo compartiendo juntos momentos
únicos y muy divertidos para todos. Como familia también debemos salir de la monotonía y buscar
momentos muy felices donde nos expresemos como nos gusta y aprendamos unos de los otros.

Hacer ejercicio, practicar algún deporte, salir de viaje, cocinar, ver películas, celebrar una fecha
especial; son algunas de las actividades que podemos practicar con toda la familia.

Respetar los gustos y espacios de cada uno

Como familia podemos ser un solo núcleo, pero debemos tener en cuenta que a medida que
crecemos nos formamos como personas de una manera individual luego de descubrir nuestros
gustos, intereses y pasiones. Es muy importante aprender a tolerar las personalidades de cada uno
y respetar todo tipo de gustos, cada uno tiene derecho a disfrutar de su espacio y sus preferencias
siempre y cuando lo haga de una manera sana donde no se involucre la familia.

Reconocer los errores

Todos como personas estamos expuestos a equivocarnos en cualquier momento y en todo tipo de
relaciones. En la familia es muy importante aprender a reconocer un error y dar la cara cuando
somos conscientes de que hemos hecho algo mal; la familia tendrá que escuchar, tolerar, tener
paciencia y dar un consejo para que el error no se vuelva a cometer.

….

Los principios fundamentales para que una familia funcione de manera adecuada, donde los hijos
crezcan mental y emocionalmente sanos, se basan en tres ingredientes básicos: el amor, la
aceptación y la confianza.

Pero, ¿cuál es más importante de los tres? La psicoterapeuta Martha Beato explica que es básico
brindar estas tres condiciones en un hogar, porque si falla uno de estos puntos se refleja en el
comportamiento y las actitudes del hijo en su adultez.

La profesional de la conducta habló en estos términos durante la charla “Quiero una familia feliz,
hay una receta para lograrlo?”, donde hizo énfasis en que no hay dos familias iguales, por lo tanto
no hay recetas, sino ingredientes comunes para crear este ambiente positivo y apropiado.

“Actualmente hay muchos tipos de familia que no teníamos antes, están: el papá con los hijos, la
madre con los hijos, los abuelos con los nietos, los tíos que crían a los sobrinos, dos papás con una
hija, dos madres con dos niños, una pareja heterosexual que se une en segundas nupcias y tiene
los míos, los tuyos y los nuestros, por eso es que no puede existir una receta, esto es
prácticamente imposible”.
¿Y por qué es tan importante una familia sana? “Porque sin raíces no hay frutos ni alas para volar”,
explica Beato. Un hijo que crece con carencia de amor, de aceptación o de confianza tiene
diferentes problemas cuando es adulto.

“Los que no son aceptados tienen en el futuro problemas de autoestima, se vuelven dadores y dan
más de lo que reciben. Mientras que si no les damos confianza a los hijos, si no los dejamos ser
independientes y resolver los problemas que se presentan a diario, cuando son adultos son
inseguros, no pueden tomar decisiones, tienen pánico de hacer las cosas, no se sienten con la
capacidad de ejecutar aunque tengan la preparación”. La charla fue organizada por el Grupo CCN y
sus empresas.


No existen fórmulas secretas ni reglas generales para que padres e hijos tengan buena relación,
pero está claro que algunas familias han encontrado formas de organización que les permiten
desarrollarse y enfrentar problemas con éxito. ¡Conózcalas! Es normal que al escuchar
comentarios de alguna amistad sobre la convivencia en su hogar, o bien, al conocer directamente
cómo es la relación en otras familias, nos preguntemos qué tal van las cosas en nuestro propio
grupo, cuáles son sus virtudes y defectos, si hay confianza y afecto y, en términos generales, si
sentimos que nuestra experiencia es divertida y agradable.

Cuando la respuesta a estas interrogantes es negativa o nos obliga a aceptar dudoso “más o
menos”, puede ser señal de que existe algún conflicto y de que los miembros de nuestra familia no
son del todo felices o no han aprendido formas de amar y de valorarse unos a otros.

Para solucionar esta situación podemos tomar como guía los siguientes pasos, y comenzar así a
cimentar las bases para lograr relaciones más saludables y enriquecedoras.

Paso a paso

En su libro El arte de crear una familia, la psicoterapeuta Virginia Satir expone siete puntos a seguir
por los padres (ambos, principales modelos de desarrollo para los niños), a fin de mejorar el
funcionamiento de esta célula de la sociedad:

Admitir la existencia de un conflicto


El primer paso para perdonarse y perdonar por los errores cometidos es aceptar lo ocurrido y
tener la confianza de que las personas pueden mejorar si se lo proponen y actúan de buena
voluntad.
Una vez tomada la decisión de cambiar las cosas, urge emprender alguna acción para iniciar el
proceso. Al respecto, la mayoría de los elementos que producen conflictos familiares se aprenden
y, del mismo modo, se pueden “desaprender” y sustituir por otros.

Que cada adulto sea capaz de cuidarse. Múltiples observaciones han permitido concluir que el
descuido de alguna de estas facetas, en el padre o la madre, puede ser origen de conflicto:
** Cuidar el cuerpo. Nuestro organismo es único, y es importante que cada padre descubra cuáles
son sus necesidades de alimentación, ejercicio, descanso y disfrute sensorial para que lo transmita
a sus hijos.

** Desarrollar el intelecto. Debemos darle valor a rodearnos de ideas estimulantes, libros,


actividades, experiencias de aprendizaje y oportunidades de establecer diálogo con los demás.

** Reconciliarnos con nuestros sentimientos. Entendernos, mimarnos y no ser jueces severos, sino
amigos de nosotros mismos, son valores que merecen desarrollarse.

** Acondicionar el espacio. Nada mejor que hacer del hogar un lugar agradable para vivir y
trabajar, de modo que es importante atender detalles como orden, limpieza, decoración, y hasta
sonidos, iluminación y temperatura.

**Comprometerse con lo que significa estar vivo. No está de más recordar que la alegría de vivir es
auténtica virtud que ayuda a enfrentar adecuadamente los retos y desafíos.

Mantener alta autoestima


Otro punto que destaca la psicoterapeuta familiar Virginia Satir es que, para construir satisfactoria
relación de pareja o parentesco, cada uno de los miembros tiene que sanear primero su propia
autoestima, así como su capacidad de valorarse y tratarse con dignidad y amor. La fórmula es
sencilla: integridad, sinceridad, responsabilidad, compasión y afecto emanan de las personas que
se autovaloran, no de las que se devalúan.

Además, los individuos que se conocen a sí mismos y se apoyan, perciben que los instantes de
cansancio son temporales o representan crisis momentáneas; no piensan que la vida les supera o
les ha defraudado. En cambio, quienes tienen baja autoestima suelen ser más propensos a utilizar
medios para evadirse de la realidad (alcohol, drogas, adicción al juego o a las compras) y ello
deriva, inevitablemente, en problemas personales, de pareja y familiares.

Así pues, tarde o temprano hemos de reconocer que las dificultades vitales derivan de nuestra
actitud, y creer que es posible cambiarlas para emprender un cambio, ya sea por cuenta propia,
con el apoyo de la pareja o con asesoramiento de un psicoterapeuta.

Mimar la relación de pareja


Vale la pena preguntarse, como punto de partida, por qué se eligió a determinada persona, cuáles
eran las expectativas de la relación y qué se esperaba mejorar. Probablemente los motivos
responden a la oportunidad de incorporar algo nuevo a la propia vida: amor, cariño, satisfacción
sexual, apoyo, hijos, nivel social, sentimiento de pertenencia o sentirse apreciado.

La mayoría de los fracasos en pareja (los cuales repercuten en la familia) son resultado de
expectativas ingenuas y sin sustento en la realidad sobre lo que puede hacer el amor. Debemos
tener en claro que ninguna relación de pareja puede satisfacer todas las necesidades de la vida,
sino que la inteligencia, información, conciencia y competencia también son esenciales. Por ello,
cuanto mayor sea nuestra autoestima, menor será la dependencia a recibir una demostración de
amor concreta y continua por parte de nuestra pareja.
Celebrar la llegada de un nuevo ser
Dicen que la familia es el arte de crear (no criar) personas. A su vez, cuando llega un bebé, pasa de
ser bidireccional (en que sólo existe el trato mujer-hombre) a multidireccional (además de la
relación de pareja, se incluyen las que establece cada uno de los progenitores con el hijo). El
desafío consiste entonces en encontrar formas en que cada uno de los miembros puede participar
u observar a los demás sin tener la sensación de que no cuenta.
Sin embargo, no hay que olvidar que entre más nacimientos se presenten en el grupo, mayor es la
presión a la que se ve sometida la relación de pareja; el tiempo, espacio y recursos deben
redistribuirse en porciones más pequeñas, y puede ocurrir que la angustia por ser padres se vuelva
abrumadora.

Tampoco hay que perder de vista que muchas veces la presencia de varios hijos evita la expresión
adecuada de cada integrante de la familia, de modo que los lazos entre los padres se debilitan y
esto puede generar ruptura.

Comunicar sentimientos de libertad


Virginia Satir enfatiza en que muchos padres no suelen hablar con sus hijos sobre cómo es su
relación de pareja, a pesar de que ésta es básica para mantener la red de afecto familiar. Por ello,
es relevante que comiencen a conversar con los chicos al respecto y que no duden en manifestar
sentimientos positivos.

Es importante tomar en cuenta que esta medida ayudará a desarrollar una familia enriquecedora
toda vez que el ejemplo será tomado por los hijos, quienes se sentirán con mayor libertad para
hablar sobre sus emociones e ideas, y aprenderán a expresarse sin problemas.

Una vez que se empiece a fortalecer esta red de comunicación, puede recurrirse a interesante
ejercicio: organizar una reunión en la que cada integrante de la familia diga a los demás cómo se
siente y qué piensa de su relación. Se debe escuchar con atención, respeto y sin juzgar, y una vez
que todos hayan terminado, dar las gracias. Conviene contar qué es lo que hace sentir alto o bajo
de moral a cada uno, pues se suelen descubrir nuevas verdades sobre las personas con quienes se
convive desde hace años, ayudando a fortalecer la unión afectiva.

Límites y disciplina
De acuerdo con la psicóloga Reyna Ana Quero Vásquez, de la Asociación Mexicana de Alternativas
en Psicología (Amapsi), la familia es mucho más que un conjunto de personas, ya que tiene la
función de satisfacer necesidades básicas (alimento, protección, vestido, vivienda y salud), así
como afectivas y sociales, que dan estabilidad y soporte a todo individuo.
Precisamente, en la familia “se establecen límites y disciplina, los cuales permiten sana
convivencia con el exterior y señalan hasta dónde puede llegar el niño en su comportamiento”.
Aunque es difícil fijar límites, es importante que los padres procuren un modelo de educación
donde su autoridad se manifieste a través del control consistente y razonado, además de
promover la toma de decisiones del hijo y su autonomía.
A decir de la especialista, las conductas que no propician el desarrollo del niño son: agredir, culpar,
rechazar y sobreproteger o desproteger.
Hay otras que parecen imponer límites, pero no lo logran: atemorizar, avergonzar, ridiculizar,
“sermonear”, repetir órdenes con frecuencia y excederse en castigos o premios.
En cambio, los requisitos para poner límites son: amor y respeto, autoridad moral y jerarquía,
conocimiento, fuerza de carácter, seguridad y madurez.
Es importante que los límites sean firmes y se presenten en forma clara, concreta y breve; además,
tienen que marcarse con afecto y ofreciendo alternativas. Los padres deben ser constantes en su
vigilancia y especificar las consecuencias en caso de no cumplir.
Los niños educados de esta manera (que requiere más calidad que tiempo) tienen ideas realistas y
positivas, confianza y seguridad en sí mismos; además, logran equilibrio entre obediencia y
autonomía, capacidad para dialogar y negociar, y desarrollan responsabilidad y mayor tolerancia a
la frustración.
Finaliza la especialista: “Establecer límites y fomentar la disciplina como código de conducta es una
forma en que los padres le dicen a su hijo que les preocupa, le enseñan cómo funciona el mundo y,
sobre todo, le muestran el cariño y respeto que sienten por él, pues se le dan elementos para
interactuar de modo positivo con los demás y asegurar su salud mental”.

Admitir a cada hijo como es


Cada persona es un cúmulo de necesidades por descubrir y al que se debe responder según esa
cualidad especial que la hace única. Así, para educar individuos con adecuada autoestima, el
secreto está en no tener ninguna idea preconcebida de “cómo debería” ser la niña o niño,
evitando la comparación y también la conformidad.

Esto convierte a los padres en descubridores, exploradores y detectives, pero no en jueces ni


escultores. De esta forma, finaliza la psicoterapeuta familiar, pueden canalizar los conflictos y
transformarlos en fuerzas creativas que estimulen el crecimiento de todos.

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