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Curriculum

Manuela Osorio Rendón CC. 1039466903


Alejandro Rivillas García CC. 1017220045

El presente escrito pretende dar respuesta a la pregunta ¿porque el valor de la escuela se


manifiesta fundamentalmente por lo que hace al desarrollar un currículo? Partiremos de
establecer un concepto de currículo desde las miradas conceptuales de Sacristán y Goodson,
partiendo de éste concepto podremos establecer un punto de vista fundamentado acerca del
impacto del currículo en la valoración de la escuela.

Sacristán (1995) define el currículo como el diseño que se realiza para determinar las acciones
tanto teóricas como prácticas que deben realizar los estudiantes de una institución en sus
diferentes niveles de estudio y en cada uno de sus particulares contextos, se podría decir que es el
conjunto de prácticas que se proponen para formar al estudiante de determinada manera durante
su vida escolar, en consecuencia con su entono y las relaciones que se dan en éste; debe ser
diseñado teniendo en cuenta tanto el contexto histórico, como las teorías pedagógicas y los
procesos de enseñanza-aprendizaje que se desarrollan en las instituciones educativas.

El currículo escrito o expreso podría definirse como pensamiento, diseño y acción en los
ambientes escolares (Sacristán, 1995), pues es el elemento que direcciona las intenciones de la
escuela y que genera un plan de acción para llevar estas intenciones al término buscado. En
cuanto al currículo escrito, Goodson (1991) opina que entra en conflicto consigo mismo pues es
complejo determinar qué tan fiel es lo que se diseña a lo que se hace en el aula. Aunque esté
escrito, el currículo es, en realidad, lo que los maestros hacen en el aula, en su labor diaria
transforman aquello que fue planeado y diseñado pues su acción los lleva a hacer más de lo que el
currículo les pide que hagan.

Sin duda, desde la visión de Goodson (1991), para que las dinámicas del aula se den de maneras
adecuadas y generen relaciones pedagógicas eficaces, el maestro debe hacer más de lo que el
currículo escrito dice. Es por ello que entra en juego con tanta importancia en este tema del
currículo la figura del maestro, Sacristán (1995) definiría el currículo en cuanto a su relación con la
labor docente como un ejercicio narrativo de las prácticas pedagógicas del maestro, diría además
que es vital conocer las historias de vida de los maestros para comprender sus prácticas
pedagógicas y configurar así su lectura del currículo escrito que se le plantea como elemento de
base. Sin embargo, hay un aspecto a considerar frente a lo anterior, son los maestros intelectuales
quienes escriben sobre sus prácticas pedagógicas, las diseñan, llevan registro de éstas y las
evalúan, tristemente los maestros intelectuales no abundan como se desearía, lo cual marca una
enorme dificultad al momento de establecer relaciones entre el currículo escrito y el currículo
activo, asunto que enriquecería enormemente la discusión.

Para el desarrollo del currículo como concepto a lo largo de la historia, ha sido un tema de
reflexión la elección de expectativas que necesiten una respuesta positiva y enérgica a través de la
acción educativa (Goodson, 1991). En principio, las escuelas se centraban en las disciplinas
existentes, en resolver las necesidades más básicas de las comunidades, pero con el pasar del
tiempo, el currículo ha evolucionado, se ha desarrollado para cumplir las expectativas de la
sociedad en general y en sus dinámicas de construcción, pasado y presente entran en conflicto, en
conversación, generando fórmulas para resolver las necesidades actuales, con base en estructuras
preconcebidas.
Dentro de sus dinámicas, cada escuela diseña, estructura y pone en práctica su propio currículo,
considerando los elementos que le rodean y las expectativas que se encuentran en su medio para
que éste obtenga relevancia en el mismo, con el fin de que la escuela sea reconocida. En la
propuesta que realizan como institución educativa a la sociedad, el currículo es su estandarte, lo
que representa y lo que define a una escuela, como herramienta, el currículo permite a la escuela
plasmar su camino, es por ello que desde sus inicios buscan tenerlo enrutado a los parámetros de
lo que la institución educativa y la sociedad que le rodea consideran “bueno”, con el currículo que
ofrecen como carta de presentación.

Comienzan a generarse gran variedad de opciones y de currículos diferentes dependiendo de las


percepciones que cada escuela, cada sistema educativo al interior de las instituciones tiene de lo
que es la educación y cuáles son sus objetivos, se generan entonces perfiles de estudiantes que
son formados en una escuela o en otra, que responden a las situaciones sociales que los rodean
dependiendo de su formación integral, de los valores que les transmite la escuela… es allí donde
se da la competencia, donde se genera un mercado curricular en el que se busca tener la
propuesta que esté más acorde a las necesidades y expectativas de la sociedad, a las cuales cada
escuela responde desde su respectivo diseño curricular.

A través de esta concepción, se podría decir que el valor de la escuela se determina desde la
percepción que se tiene de “la educación que ofrece”, aspecto que es mostrado a la sociedad y al
medio que rodea a las escuelas a través de lo que los maestros hacen en el aula, de aquello que los
estudiantes muestran con sus actitudes y capacidades, pero más aún, se proyecta como la cara del
proceso al currículo: el plan que se genera para que “el producto” sea una educación de calidad,
uno que responde a las dinámicas socio-culturales del medio, a sus necesidades, expectativas y
aspiraciones como comunidad. Se puede decir que los estudiantes son formados a través del
currículo, que terminan siendo el producto de lo que se pretende crear en ellos con éste, son el
producto y la imagen visible de los logros que se pueden obtener al aplicar el currículo de una
escuela, pero no se puede olvidar que el currículo no es sólo ese plan establecido por la
institución, se transforma constantemente alrededor de las prácticas que el maestro lleva al aula,
a ese “plus” que ofrece para que las dinámicas se den adecuadamente, pero como es natural en
las relaciones pedagógicas, también los estudiantes llegan a tener un rol transformador que puede
llegar a impactar incluso al currículo que busca moldearlos.

Bibliografía:

 Goodson, I. F. (1991). La construcción social del curriculum: posibilidades y ámbitos de


investigación de la historia del curriculum. Revista de educación, (295), 7-37.
 Sacristán, J. G. (1995). El currículum: una reflexión sobre la práctica (Vol. 1). Morata.

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