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La psicología profunda, como varias otras psicologías, hace especial énfasis en desarrollar
su práctica clínica, es decir, la psicoterapia y el análisis, llevándola a cabo de acuerdo a sus
preceptos teóricos y epistemológicos; de esta manera, podemos decir que, así como el énfasis
teórico se centra en el estudio de lo inconsciente, de igual modo, la psicoterapia también
habría de hacerlo; sin embargo, en este punto, surge un fuerte debate acerca de la importancia
que este tiene a la hora de tomar desiciones en el proceso psicoterapeutico, pues un psicólogo-
de-la-profundidad le otorgaría la mayor relevancia, lo que deja en alerta a los bioeticistas,
pues con ello se agrega un particular, lejano de los mínimos bioéticos.
La denominación psicología profunda fue inscrita por primera vez por James Hillman en
1975, para referirse a todas las psicologías dedicadas al estudio del inconsciente, desde Freud,
Adler y Jung, en adelante, pues según sospechaba él, todas estas contribuyeron a elabrar un
gran corpus teórico dedicado a reconocer lo que se encontraba en los estratos metaconscientes
de la psique humana, pero desde puntos de vista particulares derivados de su propia ecuación
personal (Alonso, 2004).
Desde el inicio, con las aportaciones de Carl Jung, y posteriormente con el desarrollo de
sus seguidores, se procuró demostrar empíricamente, una posible autonomía de estos
contenidos, que atravesando varias dificultades y reproches, logró comprobarse, gracias a
estudios relacionados con los llamados complejos (Stein, 2004); esta autonomía de lo
inconsciente, fascinó y cautivo a los psicológos de la profundad de tal manera que se le otorgó
un lugar cada vez más importante en los encuentros terapeuticos dentro del consultorio, pues
la toma de desiciones en consulta se confian, sobre todo, en reconocer la autonomia de estos
contenidos (Guggembhul-Craig, 1992).
Por esta razón, más alla de reprochar esta dificultad que presenta la clínica de la psicología
profunda, la bioética deberá estudiar y reconocer la relevancia de la autonomía de lo
inconsciente en la práctica psicoterapéutica y más adelante en las ciencias de la vida en
general, pues si bien se han establecido unos minimos universales que responden al
reconocimiento de factores sociales e históricos, vale la pena integrar componentes
igualmente universales que proveienen de la naturaleza humana y re-pensar unos principios
que permitan abordar al ser humano en su totalidad.
Referencias
Alonso, J. (enero-junio, 2004). La psicología analítica y sus aportes a la psicoterapia.
Universitas Psychologica, volumen 3 (número 001), pp. 55-70.
Stein, M. (2004). El mapa del alma según Jung. España: Ediciones Luciernaga.