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Introducción a la investigación

Estudiante: Justin Andrés Sánchez Carvajal

Tarea: Micro ensayo de la idea de investigación

Bioética de la práctica clínica de la psicología profunda: aproximación a un enfoque de


autonomía de lo inconsciente

La psicología profunda, como varias otras psicologías, hace especial énfasis en desarrollar
su práctica clínica, es decir, la psicoterapia y el análisis, llevándola a cabo de acuerdo a sus
preceptos teóricos y epistemológicos; de esta manera, podemos decir que, así como el énfasis
teórico se centra en el estudio de lo inconsciente, de igual modo, la psicoterapia también
habría de hacerlo; sin embargo, en este punto, surge un fuerte debate acerca de la importancia
que este tiene a la hora de tomar desiciones en el proceso psicoterapeutico, pues un psicólogo-
de-la-profundidad le otorgaría la mayor relevancia, lo que deja en alerta a los bioeticistas,
pues con ello se agrega un particular, lejano de los mínimos bioéticos.

La denominación psicología profunda fue inscrita por primera vez por James Hillman en
1975, para referirse a todas las psicologías dedicadas al estudio del inconsciente, desde Freud,
Adler y Jung, en adelante, pues según sospechaba él, todas estas contribuyeron a elabrar un
gran corpus teórico dedicado a reconocer lo que se encontraba en los estratos metaconscientes
de la psique humana, pero desde puntos de vista particulares derivados de su propia ecuación
personal (Alonso, 2004).

La contribución más importante que la psicología analítica aportó para el estudio de lo


inconsciente fue la de introducir la noción del llamado inconsciente colectivo, pues con ello
abrió camino al descubrimiento de un estrato lleno de contenidos que lograrían esclarecer el
porqué del comportamiento humano; estos contenidos fueron llamados arquetipos, que a día
de hoy, se los puede entender como “potencialidades a priori del comportamiento” (Jung,
2002, p. 98); dicho de otra manera, según esta teoría en el inconsciente del ser humano existe
un conjunto de potencialidades innatas, eternas e inmutables que funcionan a manera de
patrones o modelos de comportamiento que las personas utilizan para moverse a consciencia,
pero paradójicamete, inconscientemente.

Desde el inicio, con las aportaciones de Carl Jung, y posteriormente con el desarrollo de
sus seguidores, se procuró demostrar empíricamente, una posible autonomía de estos
contenidos, que atravesando varias dificultades y reproches, logró comprobarse, gracias a
estudios relacionados con los llamados complejos (Stein, 2004); esta autonomía de lo
inconsciente, fascinó y cautivo a los psicológos de la profundad de tal manera que se le otorgó
un lugar cada vez más importante en los encuentros terapeuticos dentro del consultorio, pues
la toma de desiciones en consulta se confian, sobre todo, en reconocer la autonomia de estos
contenidos (Guggembhul-Craig, 1992).

En la psicología profunda es recomendable una practica de la psicoteapia que responde a


los contenidos de lo inconsciente y a la autonomía de cada uno de ellos; sin embargo, a los
ojos de la bioética en este punto se empiezan a presentan dificultades. La bioética como rama
de la filosofía moral, que se encarga de estudiar los contenidos éticos de la práctica de las
disciplinas relacionadas con la vida, se ha encargado de supervisar dichas prácticas,
estableciendo unos mínimos aceptables, que eviten sucesos como los ocurridos durante la
Segunda Guerra Mundial (Estévez, E. y García, A., 2009).

La bioética establace cuatro principios fundamentales para el quehacer de la prácticas de


las ciencias de la vida, otorga un lugar secundario al llamado principio de Autonomonía, pues
considera que sobre este se debe procurar sostener la No maleficencia (no hacer daño, ni
permitir el sufrimiento del involucrado) y la Justicia (Actuar conforme a la ley) por sobre
otros principios (Estévez, E. y García, A., 2009). Esto nos conduce a la principal objeción que
la bioética presenta frente al dilema de la práctica clínica de la psicología profunda: la
preferencia de los analistas por la autonomía; esto se complica más, cuando la autonomía ni
siquiera se situa en la capacidad consciente de las personas, sino en su inconsciente.

Por esta razón, más alla de reprochar esta dificultad que presenta la clínica de la psicología
profunda, la bioética deberá estudiar y reconocer la relevancia de la autonomía de lo
inconsciente en la práctica psicoterapéutica y más adelante en las ciencias de la vida en
general, pues si bien se han establecido unos minimos universales que responden al
reconocimiento de factores sociales e históricos, vale la pena integrar componentes
igualmente universales que proveienen de la naturaleza humana y re-pensar unos principios
que permitan abordar al ser humano en su totalidad.
Referencias
Alonso, J. (enero-junio, 2004). La psicología analítica y sus aportes a la psicoterapia.
Universitas Psychologica, volumen 3 (número 001), pp. 55-70.

Estévez, E. y García, A. (2009). Bioética de Intervención. Los derechos humanos y dignidad


humana. Ecuador, Quito: Imprenta TERÁN.

Guggenbhul-Craig, A. (1992). Poder y destructividad en la psicoterapia. Venezuela: Monte


Ávila.

Hillman, J. (1999). Re-imaginar la psicología. España: Ediciones Siruela, S. A.

Jung, C. (2006). La práctica de la psicoterapia. Obras Completas, volumen 16. España,


Madrid: Trotta, S. A.

Jung, C. (2002). Los Arquetipos y lo inconsciene colctivo. España, Madrid: Paidós.

Neuman, E. (2002). Psicología profunda y nueva ética. México: Alianza Editorial.

Stein, M. (2004). El mapa del alma según Jung. España: Ediciones Luciernaga.

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