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Fallos 2da parte Seminario de los Consumidores y usuarios.

"Oviedo Gladys Ester y Otro c/ Peugeot Citroën Argentina S.A. y Otro S/ Daños Y Perjuicios. Incump. Contractual (Exc.
Estado) " Sala 3ra del Tribunal de alzada.

Hechos: Encauzan su demanda dentro de las previsiones de la ley de Defensa del Consumidor (invocando la existencia de una
relación de consumo) y solicitan la concesión del beneficio de litigar sin gastos, en los términos y con los alcances
establecidos en el art. 53 de la ley 24.240.

1ra Instancia: deniega la concesión del beneficio de litigar sin gastos en los términos pretendidos por los peticionantes y,
conforme lo establecido en el art. 78 y ss. del CPC, dispone su otorgamiento provisorio y la formación del incidente
respectivo a los fines de determinar la concesión definitiva de la franquicia requerida.

2da Instancia: Interpone recurso de revocatoria dentro de los agravios, afirma que la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
al emitir su pronunciamiento en autos "Unión de Usuarios y consumidora y otros c/ Banca Nazionale del Lavoro S.A s/
sumarísimo", ratifica que el beneficio de justicia gratuita previsto en la ley de Defensa del Consumidor alcanza a todas
actuaciones judiciales que se inicien con invocación de un derecho o interés protegido por el régimen consumerista. Aclara
que el Máximo Tribunal Nacional adopta una postura amplia en la temática bajo estudio en tanto asimila el "beneficio de
litigar sin gastos" como sinónimo de "beneficio de gratuidad". También Expresa que el reciente criterio fijado por la Corte
Federal conduce a la concesión del beneficio en forma automática, sin perjuicio de invertirse la carga de la prueba sobre la
parte demanda, quien podrá demostrar la solvencia del consumidor a fin de hacer caer la mentada franquicia.

Voto Sra. Juez Nélida I. Zampini: Que la norma el articulo 53 LDC establece “Las actuaciones judiciales que se inicien de
conformidad con la presente ley en razón de un derecho o interés individual gozarán del beneficio de justicia gratuita. La
parte demandada podrá acreditar la solvencia del consumidor mediante incidente, en cuyo caso cesará el beneficio”
(textual).El precepto restituye a la ley de Defensa del Consumidor el beneficio de justicia gratuita. Si bien, su actual redacción
ha provocado disímiles interpretaciones en doctrina y jurisprudencia, más concretamente, en lo que concierne al alcance o
extensión de la gratuidad incorporada por la ley 26.361 (art. 28) y su vinculación con el beneficio de litigar sin gastos previsto
en las disposiciones procesales afines (art. 78 y conds. del CPC).

Que la ley 24.240 es una ley para la defensa de los consumidores y usuarios. Es por eso que, subsanando los negativos
efectos del veto de1993, en la reforma de la ley 26.361 se estableció el beneficio de justicia gratuita. Se presume que el
consumidor no es "pudiente" y se lo exime de gastos, como así también, de la dilación que puede llevar la tramitación del
beneficio. Sin embargo, el proveedor puede acreditar que el usuario o consumidor, más allá de que puede ejercitar una
acción de consumo y goza de una presunción de gratuidad, es una persona solvente y, por lo tanto, no debe contar con la
mentada presunción en su favor. Por lo tanto y en concordancia con el fin tuitivo de la legislación consumerista el legislador
decide presumir la carencia de recursos e invierte la carga probatoria de la solvencia, que pesa ahora sobre la contraparte
(proveedor de bienes o servicios) a los fines de hacer cesar la franquicia acordada (art. 53 y conds. de la ley 24.240).

A su vez, cabe aclarar que gratuidad del trámite procesal para quien demanda con fundamento en una relación de consumo
incluye a la tasa de justicia y no se agota en ella, sino que comprende a los demás gastos que genere la tramitación del
proceso, incluidas las costas.

La solución propiciada resulta conforme con la regla de interpretación receptada en el art. 3 de la ley 24.240. Con arreglo a
dicho criterio, para despejar toda duda en cuanto al alcance que debe darse al beneficio de gratuidad contenido en la
legislación consumista, debe estarse a la interpretación más favorable al consumidor.

Por igual Voto Dr. Alfredo. Mendez.

Resolución: I) Aceptar la excusación del Dr. Rubén D. Gérez formulada a fs. 63 vta.. II) Hacer lugar al recurso de apelación
deducido -en forma subsidiaria- a fs. 77/ 78 vta. y, en consecuencia, revocar el proveído de fs. 71/ 74 en el sentido y con los
alcances fijados en el punto V; II) No imponer costas en atención a la inexistencia de un litigante técnicamente vencido (arts.
68 y concds. del C.P.C.).

ATAY, MANUEL JOSE C/ EMBOTELLADORA DEL ATLANTICO S.A. – ORDINARIO – OTROS – Cámara de Apelaciones 8va
Córdoba

Hechos: Demanda promovida por Atay, contra embotelladora del Atlantico S.A en virtud de que el Sr. Manuel José Atay
adquirió una botella de la marca “Coca Cola”, de envase retornable de vidrio cuya capacidad era de 1 ¼ lts., la cual contenía
en su interior un preservativo que la tornaba no apta para el consumo.

1ra Instancia: rechaza la demanda.


2da Instancia: Atay interpone recurso de apelación. Y se agravia en relación a la pericia industrial a la cual el a quo apoya su
fundamentación para rechazar la demanda, ya que la perito omitió realizar las pruebas necesarias y que fueron indicadas por
la perito química a fines de determinar si la parte superior de la tapa de la botella en cuestión ha sido sometida a una presión
superior para lo que está preparada, en caso afirmativo si ello puede llevar a una pérdida de gas y de líquido por aumento de
la presión. Esto es a través de una medición técnica y no de una simple observación, nada más alejado a las reglas del
conocimiento científico, que debe impregnar a una pericia y que todo dictamen debe ser fundamentado con respaldo
científico y técnico. Destaca que la pericia se efectuó en el establecimiento de la demandada, por lo tanto se usaron las
herramientas, el laboratorio y personal de esta, y como remate la perito industrial destruyó elementos probatorios, que
debían ser utilizados por la perito química, que fue la única que mostró imparcialidad, independencia, solvencia y presentó
un dictamen fundamentado. Además sin dejar de lado que el empleado de la fabrica demostró como se puede abrir y cerrar
sin dejar registros de eso, por lo cual no se habla de inviolabilidad del precinto, sino de como cocacola pone en riesgo la
salud de los consumidores. Que por otro lado, la empresa tiene conocimiento dónde está la falla (no son ningunos boludites)
y como eventualmente se puede llevar a cabo, por lo que hay un nexo causal. Por otro lado, y con el criterio que se toma, la
empresa admite que hay un vicio en la cosa (botella y tapa) por lo que la responsabilidad que hay no es subjetiva donde hay
que probar la culpa, sino responsabilidad objetiva, por ser productor y embotellador de una cosa riesgo. En consecuencia no
se acreditó en autos en forma fehaciente y certera la supuesta manipulación del dispositivo de seguridad de la tapa de la
gaseosa. Lo que sí se acreditó en autos es la vulnerabilidad del producto, esto se desprende de la declaración testimonial.

Señala que la declaración testimonial de la Sra. Norma Mabel Chiaraviglio quien dijo que el Sr. Manuel Atay volvió con la
gaseosa a los pocos minutos de haberla comprado y que tal como surge de las declaraciones testimoniales de los empleados
de Coca Cola, como así también de la inspección ocular, la prueba por la cual se violaría la tapa del envase, se trata de un
procedimiento complejo que requiere tiempo, conocimientos y herramientas especiales como surge de los dichos de los
testigos. Esto excluye al actor de tal accionar, pero si queda acreditado con certeza que empleados de la empresa tienen
conocimientos, herramientas y el tiempo para violentar la tapa del envase (re al pedo estaban).

Por todo lo manifestado y al no haber una prueba contundente que acredite la ruptura del nexo causal, tal como el mismo a
quo hace referencia, en caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece la ley de Defensa del
Consumidor prevalecerá la más favorable al consumidor. La juez afirma que no alberga dudas de que la situación de autos se
enmarca dentro de las previsiones de la ley de Defensa del Consumidor. (indubio pro consumidor)

Cámara al resolver tiene en cuenta que, en la Ley de Defensa del Consumidor (LDC) (n° 24240), el art. 40 contempla la
responsabilidad de todos los agentes de la cadena de comercialización de un producto –por riesgo o vicio de esta- o
prestación de un servicio, de manera solidaria, y eximiéndolos total o parcialmente si demuestran que la causa del daño le ha
sido ajena. Se ha dicho que la causa de este criterio de atribución radica en la potencialidad riesgosa y el beneficio que se
obtiene con las actividades económicas. Además de que rige el deber u obligación de seguridad “…aquella en virtud de la
cual una de las partes del contrato se compromete a devolver al otro contratante, ya sea en su persona o sus bienes sanos y
salvos a la expiración del contrato, pudiendo ser asumida tal obligación en forma expresa por las partes, impuesta por la ley,
o bien surgir tácitamente del contenido del contrato, a través de su interpretación en base al principio de buena fe”. Tiene
ello su vinculación con el art. 42 de la Constitución Nacional, y los arts. 5 y 6 LDC. El art. 5 de la LDC expresa que las cosas o
servicios no deben implicar peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores en condiciones normales de
uso. Mientras que el art. 6 contempla dicha obligación de seguridad al ordenar que las cosas o servicios cuya utilización
pueda suponer un riesgo para la salud o la integridad física de los consumidores, deben comercializarse observando los
mecanismos, instrucciones y normas establecidas o razonables para garantizar la seguridad de ellos

Y además teniendo en cuenta que se encuentra en discusión la responsabilidad de una empresa proveedora de un producto
destinado al consumo humano y que el ordenamiento encargado de regular la cadena de elaboración y comercialización de
los alimentos en nuestro Derecho, es el Código Alimentario Argentino (CAA). Este establece en su artículo 2° que: “Todos los
alimentos, condimentos, bebidas o sus materias primas y los aditivos alimentarios que se elaboren, fraccionen, conserven,
transporten, expendan o expongan, deben satisfacer las exigencias del presente Código…” (el subrayado nos pertenece). Por
su parte, el art. 6 bis expresa que: “Queda terminantemente prohibida la tenencia, circulación y venta de alimentos y sus
primeras materias, alterados, contaminados, adulterados, falsificados y/o falsamente rotulados bajo pena de multa,
prohibición de venta y comiso de la mercadería en infracción” (el subrayado no pertenece al original). Mientras que el art. 6°
inc. 7 señala que es un alimento adulterado es aquel que “…ha sido privado, en forma parcial o total, de sus elementos útiles
o característicos, reemplazándolos o no por otros inertes o extraños; que ha sido adicionado de aditivos no autorizados o
sometidos a tratamientos de cualquier naturaleza para disimular u ocultar alteraciones, deficiente calidad de materias
primas o defectos de elaboración. EDASA alega que mediante la pericia industrial se determinó que el vicio en la botella
únicamente podría haber provenido de una violación o hackeo de un agente externo y que este es necesariamente ajeno al
proceso de producción efectuado en la empresa. Que ello interrumpió el nexo causal necesario para atribuirle
responsabilidad, sin embargo, no está puesto en tela de juicio –en esta instancia- la diligencia y profesionalidad de la
empresa demandada en relación al embotellamiento de bebidas bajo estrictas normas de seguridad e higiene (que ha sido
acreditado mediante las diversas certificaciones y premios obtenidos). Sin embargo, no podemos dejar pasar por alto que la
demandada es consciente de la posibilidad de apertura y cierre de las tapas de las botellas que comercializa, sin dejar rastro
alguno a simple vista, conforme indican las pericias rendidas.

Si bien el elemento extraño pudo haber sido insertado por un tercero fuera de la línea de producción y envasado -extremo
que no fue efectivamente acreditado según las constancias de autos- igualmente debería responder acorde al factor de
atribución de responsabilidad objetivo, el cual adquiere mayor rigurosidad al tratarse de alimentos. Es que la causa deja de
ser ajena en el mismo instante en que la demandada conoce la situación de hecho mencionada y no logra revertirla, siendo
que hay diversos productos en el mercado que cuentan con elementos de seguridad que permiten advertir con mayor
precisión si este fue vulnerado. Lo expuesto permite concluir que la accionada no ha logrado probar la “causa ajena”
eximente de responsabilidad (art. 40 LDC), siendo que su falta al deber de seguridad (agravado al tratarse de materia
alimentaria) (art. 42 CN , arts. 5 y 6 LDC y arts. 2 y 6 bis CAA) derivó en que sea su propia omisión la que permite la
vulnerabilidad del sistema de cierre de la botella en cuestión. Con respecto a la posición del infractor en el mercado, su
calidad de productora, distribuidora y comercializadora de una bebida líder en el rubro (franquicia Coca-Cola), amerita la
aplicación de una sanción considerable, pues incide en la variable “e”, aumentando numéricamente los potenciales
perjuicios sociales, dado el volumen de clientes que maneja. Tampoco puede obviarse el hecho de que la demandada
ostenta una posición monopólica en el mercado cordobés, al ser la única que cuenta con la franquicia mencionada..

SE RESUELVE: 1) Hacer lugar parcialmente al recurso de apelación interpuesto por el actor y en su mérito revocar la
Sentencia n° dos (2) de fecha tres de febrero de dos mil diecisiete, condenando a la demandada –Embotelladora del
Atlántico S.A.- a pagar al actor – Manuel José Atay, DNI n° 23.056.642- en el término de diez días, las sumas correspondientes
a los siguientes rubros: Daño Material pesos veintisiete con setenta y nueve centavos ($ 27,79) y Daño Punitivo pesos cien
mil ($ 100000), con más los intereses fijados en los Considerandos respectivos. 2) Imponer las

costas de ambas instancias por el orden causado. 3) No regular honorarios a los letrados

intervinientes en esta oportunidad, dejándose sin efecto las regulaciones practicadas.

P. D. S., M. Y. C/ URBANIZACIONES DEL PILAR S.A. Y OTROS S/ DAÑOS Y PERJUICIOS”

Hechos: . Y. P. da S. demandó a Urbanizaciones del Pilar S.A. (UPSA), y a su presidente R. M. J., a fin que dieran cumplimiento
a lo acordado en el boleto firmado el 15 de julio de 2010, con la entrega y escrituración de la unidad adquirida, el
otorgamiento del reglamento de copropiedad y administración, y la indemnizar los daños derivados de su incumplimiento.

1ra instancia: hizo lugar a la demanda, y, dada la imposibilidad de escriturar, declaró resuelto el contrato y condenó a los dos
demandados al pago de u$s 30.000 o su equivalente en pesos, más $ 251.270, con intereses y costas, se baso en qué los
demandados no habían cumplido con la afectación al régimen de la ley 19.724, habían omitido informar que el inmueble
estaba hipotecado y habían redactado un reglamento que disponía como destino de las unidades el de vivienda unifamiliar,
en contradicción con la cláusula novena del boleto.Todo lo cual demostraba la imposibilidad de cumplir con el acuerdo que
habían suscripto con la actora. Y agregó que el presidente de UPSA era personalmente responsable en razón de la
desestimación de la personalidad jurídica, y de lo previsto en el art. 16 de la ley 19.724.

2da instancia: Que la sentencia ha tenido por confesa a la entidad demandada sin que exista agravio en el memorial al
respecto (art. 417 del Código Procesal). Así, del pliego agregado surge el reconocimiento de sus diversos incumplimientos
como la entrega del departamento, la información sobre la hipoteca y la afectación al régimen de la ley 19.724.

Por todo lo dicho postulo la confirmación de la responsabilidad atribuida en el fallo.

Respecto de la falta de legitimación pasiva, la sentencia concluyó que el presidente de UPSA era personalmente responsable
en razón de la desestimación de la personalidad jurídica, y de lo previsto en el art. 16 de la ley 19.724.

Agrega ademas, en cuanto a la clasula novena del contrato que el art. 37 de la ley 24.240 prescribe que sin perjuicio de la
validez del contrato, se tendrán por no convenidas: a) Las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la
responsabilidad por daños; b) Las cláusulas que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen
los derechos de la otra parte.

A su vez, el art.14 de la ley 19.724 prevé que las cláusulas que establezcan limitaciones de responsabilidad, facultades de
rescindir o resolver el contrato sin previa comunicación o intimación, o suspender su ejecución o la de la obra, o sanciones a
cargo del otro contratante, caducidades, limitaciones a las facultades de oponer excepciones, cláusulas compromisorias o de
prórroga de la jurisdicción judicial, así como los supuestos previstos en los incisos f) y h) del artículo 13, sólo tendrán efecto si
son expresamente aceptadas por el adquirente en cláusula especial, firmada por éste. Lo que no ha ocurrido en el caso.
Con la descripción de los supuestos de hecho del instituto en estudio, no puede soslayarse que el art. 52 bis de la ley 24.240
debe interpretarse en conjunto con el art.8 bis del mismo cuerpo legal, que hace referencia a conductas o prácticas abusivas
(subjetivas) del proveedor que transgreden el deber de trato digno al consumidor o usuario, colocándolo en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. Y ambos a la luz del art. 42 de la Constitución Nacional, en el caso, en cuanto a la
protección de sus intereses económicos, información adecuada y veraz, libertad de elección y condiciones de trato equitativo
y digno. Y tampoco puede pasarse por alto que no son ajenas a nuestro sistema legal normas que, más allá del derecho
penal, establecen sanciones, como los arts. 54 y 133 de ley 19.550, los arts. 80 y 245 de la ley 20.744

Resolución: Modificar parcialmente la sentencia apelada para incrementar lo asignado en concepto de pérdida de chance a
un total de $ 243.468 y para disponer la solidaridad de la condena; y confirmarla en lo demás que decide y fue materia de
agravios no atendidos; todo ello con costas de alzada a los vencidos. II.- Devueltas que sean las actuaciones se proveerá lo
pertinente a fin de lograr el ingreso de la tasa judicial (arts. 13 y conc. de la ley 23.898). III.- Los honorarios se fijarán una vez
establecidos los de la instancia de grado. IV.-Se deja constancia de que la publicación de esta sentencia se encuentra sujeta a
lo establecido por el art. 164, segundo párrafo, del Código Procesal. Regístrese, notifíquese al domicilio electrónico
denunciado, conforme lo dispone la ley 26.685 y acordadas 31/11 y 38/13 de la CSJN, oportunamente cúmplase con la
acordada 24/13 de la Corte Suprema de la Nación y devuélvanse. Integra la Vocalía 20 la Sra. Juez de Cámara Dra. María
Isabel Benavente (Resol. 707/17 del Tribunal de Superintendencia).

CEPIS (robado de CIJ)


El tribunal, por unanimidad, resolvió:

• Que para la fijación de tarifas de gas, la audiencia • Se mantiene la tarifa social.


pública previa es de cumplimiento obligatorio.
• Se pone en conocimiento del Congreso de la Nación la
• Se confirma la sentencia apelada en cuanto declara la necesidad de dar cobertura al cargo de Defensor del
nulidad de las resoluciones cuestionadas. Pueblo de la Nación.

• La decisión se circunscribe al colectivo de los usuarios • Se recuerda a los tribunales el riguroso cumplimiento de
residenciales. la acordada de la Corte Suprema de Justicia sobre
procesos colectivos.
• Respecto de ellos, las tarifas deben retrotraerse a los
valores vigentes previos al aumento dispuesto por las
resoluciones que se invalidan.
Hechos del caso: El Centro de Estudios para la promoción de la Igualdad y la Solidaridad (CEPIS) promovió una acción de
amparo colectivo contra el Ministerio de Energía y Minería de la Nación (MINEM) con el objeto de que se garantizara el
derecho constitucional a la participación de los usuarios, y que en forma cautelar se suspendiese la aplicación del nuevo
“cuadro tarifario” previsto por la Resolución MINEM 28/2016, hasta tanto se diera efectiva participación a la ciudadanía.

Con arreglo a esta pretensión la clase afectada estaría conformada por “todo aquel usuario del servicio de gas, quien no
contó con la posibilidad de que sus intereses sean representados con carácter previo al aumento tarifario”. Con
posterioridad, el señor Carlos Mario Aloisi adhirió a la demanda. También la Asociación Consumidores Argentinos Asociación
para la Defensa, Educación e Información de los Consumidores (Consumidores Argentinos) se presentó, cuestionando no
solo la Resolución MINEM 28/2016, sino también la Resolución MINEM 31/2016. Asimismo, acudieron varias cámaras de
comercio e industria, concejales, diputados, senadores e intendentes, cuya comparecencia se tuvo presente.

El Juez de Primera Instancia dispuso dar publicidad a la iniciación del amparo colectivo en el Centro de Información Judicial y
procedió a la inscripción del proceso en el Registro Público de Procesos Colectivos de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. Luego rechazó la acción interpuesta. La Sala II de la Cámara Federal de La Plata dispuso, en primer lugar, acumular a
la presente todas las acciones colectivas que correspondiesen, conforme a lo dispuesto en las Acordadas 32/2014 y 12/2016
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En cuanto al fondo de la cuestión planteada, declaró la nulidad de las
resoluciones ministeriales cuestionadas y decidió retrotraer la situación tarifaria a la existente con anterioridad al dictado de
las normas privadas de validez con efectos generales para todos los usuarios y para todo el país. La Corte Suprema considera
que el caso debe ser analizado porque está en juego la interpretación de la Constitución Nacional, y existe trascendencia
institucional porque el conflicto ha generado una litigación de características excepcionales que compromete principios
básicos del debido proceso constitucional en la tutela de los derechos de los usuarios y del Estado Nacional. Audiencia
pública previa a la decisión de aumento de tarifas: La audiencia pública previa es un requisito esencial para la adopción de
decisiones en materia de tarifas.

El fundamento es el artículo 42 de la Constitución que prevé la participación de los usuarios en los servicios públicos, la
democracia republicana, el derecho a la información y la ley 24076 aplicable al caso. La información, debate y decisión
fundada son partes del proceso de la decisión que se adopta en el momento. Por esta razón no es válido fundarse en una
audiencia del año 2005 para una decisión que se adopta en el año 2016, ni una medida transitoria hasta tanto se celebre una
audiencia. Contenido de la Audiencia en relación a la tarifa La audiencia siempre se debe hacer para el transporte y
distribución de gas, porque son fijados monopólicamente (ley 24.076 y cc).

Es distinto el caso de Precio de ingreso al sistema de transporte del gas (Pist), porque hay una evolución en el tema:

La leyes 17.319 y 24.076, y sus reglamentaciones, establecieron que la producción y comercialización de gas es
efectivamente una actividad económicamente desregulada y no fue calificada como servicio público

Desde el dictado de la Ley de Emergencia 25.561 en enero del año 2002, el precio del gas pasó de un contexto de libre
negociación de las partes a uno de intervención estatal, mientras que su importación, la ampliación de las redes de
transporte y distribución y las tarifas que remuneraban dichos servicios fueron financiados, fundamentalmente, con recursos
provenientes de cargos tarifarios, programas especiales de crédito, aportes específicos de determinados sujetos del sector y
subsidios del Estado Nacional. Específicamente a partir del Decreto 181/2004, el Poder Ejecutivo intervino en su fijación,
dejando de lado al mercado. En consecuencia, es razonable que, hasta el momento en que efectivamente el precio del gas en
el PIST se determine sobre la base de la libre interacción de la oferta y la demanda, su análisis se efectúe conjuntamente con
la revisión de tarifas para la cual es necesaria, como ya se dijo, la celebración de una audiencia pública.

Es decir: en la situación actual el Estado intervino fuertemente en la fijación del Pist y por lo tanto debe someterlo a una
audiencia pública porque es una decisión que, claramente, escapa al mercado. A partir de la fijación según reglas de oferta y
demanda, no será necesaria la audiencia, porque se aplica la ley 24078.

La propia conducta del Estado actúa como una condición suspensiva de la aplicación de la norma originaria.

Protección de los consumidores y usuarios. En el artículo 42 de la Constitución se han reconocido las hondas desigualdades
inmanentes al mercado y al consumo, dada la asimetría real en que se desenvuelve la persona que acude al mercado en pos
de la satisfacción de sus necesidades humanas. Por ello hay una protección enfocada en la calidad de bienes y servicios,
preservación de la salud y seguridad; información adecuada y veraz; libertad de elección; y condiciones de trato equitativo y
digno y también derechos de participación, como el derecho reconocido en cabeza de los usuarios, con particular referencia
al control en materia de servicios públicos.

División de Poderes y Funciones

Poder Ejecutivo: La fijación de tarifas es una facultad del Poder Ejecutivo (Precedentes de la CS. Fallos 184:306, 322:3008 y
“Establecimiento Liniers S.A.”, fallada el 11 de junio de 2013) y la implementación de la política energética

Poder Legislativo: le corresponde la determinación del marco regulatorio general de la materia y las facultades tributarias.

Poder Judicial: El Poder Judicial debe controlar si las tarifas se ajustan a la Constitución y la ley y su razonabilidad. No debe
sustituir al legislador, ni definir la política política energética. No puede fijar porcentajes de tarifas, ni dictar sentencias con
efectos generales sin determinar previamente una categoría de afectados que sea homogénea (precedente Halabi).

El Tribunal señala que se han dictado sentencias vinculadas con la magnitud del aumento tarifario, sin distinción de
categorías de usuarios, tratando de manera igual a situaciones heterogéneas, apartándose de la jurisprudencia de la Corte,
que debe ser respetada.

¿Por qué se limita la sentencia a los usuarios residenciales?

La Cámara dictó una sentencia con efectos generales para todo tipo de usuarios y para todo el país. No se los citó
previamente, y no se hacen distinciones según sean residenciales, comerciales, industriales, o según diferentes tipos de
ingresos económicos, o regiones. La Corte Suprema ha definido el proceso colectivo en diversos precedentes (“Halabi”) y ha
dicho claramente que deben existir intereses individuales homogéneos. Es decir, debe haber una causa común (en el caso la
falta de audiencia), pero no hay homogeneidad. Este es un elemento muy importante. Está en juego la libertad de las
personas en cuanto a la disposición de su patrimonio. En el caso, el único grupo homogéneo que reúne los elementos
definidos en “Halabi” es el de los usuarios residenciales (conforme decreto 225/92 ─Anexo “B”, Subanexo II─, decreto
181/2004 y resolución ENARGAS 409/2008). Se trata de los ciudadanos a quienes les resulta difícil hacer una demanda por sí
mismos y por eso se afecta el acceso a justicia y pueden ser representados en una sentencia colectiva. Por esta razón, la
sentencia de la Corte únicamente tiene efectos respecto de ese colectivo. Las decisiones tomadas por el Poder Ejecutivo
Nacional en el corriente año en relación a la tarifa social y a la protección de los sectores más vulnerables se mantienen.La
sentencia, en ningún caso puede arrojar como resultado sumas mayores a las que dichos actores hubiesen debido abonar
por estricta aplicación del nuevo cuadro tarifario, considerando la mencionada tarifa social.
AMPLIACIÓN DE FUNDAMENTOS DEL DR MAQUEDA: La audiencia pública tiene raigambre constitucional. Es un derecho
ciudadano reconocido en el artículo 42 de la Constitución Nacional que se sustenta en los principios de la democracia
participativa y republicana.

Todos los usuarios y consumidores –sin distinción de categorías- deben formar parte de la audiencia pública, que debe
realizarse en forma previa a la toma de decisiones en materia tarifaria. Dicho mecanismo de participación ciudadana debe
llevarse a cabo respecto de todos los tramos que componen la tarifa final del servicio público de gas: precio en boca de pozo,
transporte y distribución. En el día de la fecha, el Doctor Maqueda en su voto declaró la nulidad de las resoluciones 28/2016
y 31/2016 del Ministerio de Energía y Minería de la Nación, que fijaron el nuevo esquema de precios del gas natural en el
punto de ingreso al sistema de transporte, y un nuevo cuadro tarifario del servicio. (Causa FLP 8399/2016).

La nulidad de las resoluciones 28/16 y 31/16 se fundó en que el Ministerio de Energía y Minería de la Nación no cumplió con
la obligación de llevar a cabo audiencias públicas. Sostuvo, en primer término, que el artículo 42 de la Constitución Nacional
reconoce a la participación pública como un derecho que la ciudadanía puede ejercer directamente, sin perjuicio de que el
Congreso establezca la forma en que este derecho debe llevarse a cabo en cada caso. Afirmó que -específicamente en
materia tarifaria- la participación de los usuarios de un servicio público no se satisface con la mera notificación de una tarifa
ya establecida, porque la Constitución garantiza la participación ciudadana previa en instancias públicas de discusión y
debate, y ese aporte debe ser ponderado por el Poder Ejecutivo cuando fija el precio del servicio.

Este derecho de participación reconocido a los usuarios en el caso del servicio de gas se estructuró en 1992 en su ley
regulatoria mediante el mecanismo de audiencias públicas. Resaltó que para que este derecho no sea ilusorio, deben
cumplirse las siguientes condiciones.

En primer término, todos los usuarios tienen derecho a recibir de parte del Estado información adecuada, veraz e imparcial
en forma previa a la realización de las audiencias. La segunda condición está dada por la celebración de este espacio de
deliberación entre todos los sectores interesados, con un ordenamiento apropiado que permita el intercambio responsable
de ideas en igualdad de condiciones. Por último, este derecho debe ser valorado en el momento en el que el Poder Ejecutivo
toma la decisión. De otro modo, todas las etapas anteriores constituirían puro ritualismo si la autoridad no considerara
fundadamente, en oportunidad de tomar las resoluciones del caso, las situaciones y argumentaciones que se expusieron en
la audiencia. En este marco constitucional y legal, afirmó que el Poder Ejecutivo no podía sostener válidamente que no era
exigible la realización de audiencia pública antes del dictado de las resoluciones impugnadas por tratarse la producción y
comercialización de este recurso de una actividad desregulada, es decir, una actividad cuyo precio era fijado por el libre
juego de la oferta y la demanda. En efecto, explicó que este argumento no es valedero, porque a partir de 2004, el precio del
gas pasó a ser fijado por el Estado del mismo modo en que fija las tarifas. Así, respecto de precio del gas en el Punto de
Ingreso al Sistema de Transporte (PIST, o precio a boca de pozo), estableció que mientras el Estado siga fijando el precio,
corresponderá también llevar a cabo obligatoriamente las audiencias públicas.

Agregó que tampoco puede considerarse el argumento según el cual se trata de una tarifa transitoria, porque más allá de la
permanencia temporal del régimen, lo cierto es que implica un aumento que puede llegar a quintuplicar la tarifa de gas que
paga el usuario, y que en caso de que tal aumento no pueda ser afrontado, podría ser privado del servicio. En tales
condiciones, resulta intrascendente que se trate o no de un régimen transitorio.

Seguidamente, reiteró que la potestad tarifaria de los servicios públicos es del Poder Ejecutivo y tiene por objeto asegurar su
prestación en condiciones regulares y la protección del usuario. Asimismo, también recordó que la interpretación de las
normas, que incumbe a los jueces, no llega hasta la facultad de instituir la ley misma ni a suplir al Poder Ejecutivo en la
decisión e implementación de la política energética. La misión más delicada de los jueces es la de saberse mantener dentro
del ámbito de su jurisdicción.

Puso de manifiesto cómo había sido la política tarifaria en materia de gas en los últimos 14 años, para concluir que era
necesario fijar criterios para una política tarifaria razonable respecto a servicios públicos esenciales.

A tal efecto recordó que las actividades o servicios esenciales para la sociedad, eran aquellos cuyas prestaciones se
consideran vitales e indispensables para el conjunto de los ciudadanos, con el fin de asegurar su prestación.

Destacó que, según informó el Estado, la política energética implementada a partir del año 2002 tuvo como consecuencia la
pérdida del autoabastecimiento, el aumento del gasto público, importaciones por parte del Estado Nacional, déficit de la
balanza comercial, consumo de los “stocks” de recursos y capacidad disponibles, escasez del gas, deterioro de las
infraestructuras de transporte y distribución y falta de inversiones en el desarrollo de sus redes. Consideró que dicha
situación imponía al Estado una especial prudencia y rigor a la hora de la determinación de las tarifas y de su transparencia.
Sostuvo que el Estado debe velar por la continuidad, universalidad y accesibilidad de los servicios públicos, ponderando la
realidad económico-social concreta de los afectados por la decisión tarifaria con especial atención a los sectores más
vulnerables, y evitando, de esta forma, una verdadera conmoción social provocada por la exclusión de numerosos usuarios
de dichos servicios esenciales como consecuencia de una tarifa que, por su elevado monto, pueda calificarse de
“confiscatoria” de los ingresos de un grupo familiar.

Resolvió aplicar esta decisión a los usuarios residenciales de gas que constituyen un colectivo uniforme que cuestiona las
resoluciones señaladas y que no podría demandar individualmente en razón de los costos que tal litigio implicaría para cada
uno de ellos. Respecto de la vigencia de la tarifa social para proteger a los sectores más vulnerables de la sociedad, el voto
puso de manifiesto que la aplicación del más elemental sentido de justicia implica que la tarifa final que se aplique a esos
sectores como consecuencia de este fallo nunca podría implicar el pago de una suma mayor a lo que hubiesen debido pagar
por aplicación de la tarifa social correspondiente al cuadro tarifario discutido en la causa.

En conclusión, las decisiones adoptadas por el Poder Ejecutivo violentan el derecho a la participación de los usuarios, bajo la
forma de audiencia pública previa, en el proceso de revisión de tarifas.
"G. , A. C. contracontra ‘Pasema S.A.’ y otros. Daños y perjuicios"

Hechos: demanda de daños y perjuicios promovida por la señora A. C.G. en representación de sus hijos menores de edad J. I.
y L.F. , con motivo de la supuesta intoxicación padecida por el consumo de los alimentos adquiridos en el local de la cadena
de comidas rápidas "Mc Donald’s", situado en la localidad de Escobar, explotado por la codemandada "Pasema S.A.". La
demanda fue fundada en la responsabilidad civil contemplada en el art. 40 de la ley 24.240 y, con base en esta norma,
también accionaron contra las firmas "Arcos Dorados S.A." y "Mc Key Argentina S.A." como intervinientes en la cadena de
comercialización de tales productos.

1ra Instancia: Rechazó la demanda ante la falta de prueba de uno de los presupuestos fácticos de la responsabilidad por
productos elaborados atribuida a las demandadas, a saber: la relación causal entre el consumo de los alimentos y los
trastornos sufridos por los menores y atribuidos a los mismos.

2da Instancia (cámara): Confirmó la sentencia de primera instancia por considerar que, para que se vea comprometida la
responsabilidad civil de un sujeto, es menester que exista conexión causal jurídicamente relevante entre el hecho de su
autoría y el daño sufrido por quien pretende la reparación, requisito que juzgó no probado por la actora en la especie: la
existencia de una bacteria contaminante en el producto alimenticio comprado en "Mc Donald’s" (el contenido de una "Cajita
Feliz") y las consecuencias dañosas sufridas por los hijos de la actora. La alzada precisó que "antes" y "durante" el mes en
que sucedió el hecho, en la fábrica que proveía de alimentos a los locales de "Mc Donald’s", se realizaron numerosos
controles y extracciones de muestras por el S.E.N.A.S.A., "fundamentalmente para descartar la presencia de Eschericia Coli
0157:H7" y que igual sentido sucedió con el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, "... quien tomó muestras de
distintos productos, entre ellos de pollo y sus derivados, con fechas 24/8 y 28/8 (fs. 238/243, 990/996) con resultado
negativo en cuanto a la existencia de bacterias patógenas, entre ellos Escherichia Coli 0157. La Dirección General de Higiene
y Seguridad Alimentaria del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con muestras extraídas el 18 de agosto de 2001, concluyó
que se encontraban aptas para consumo.

Corte: La recurrente se agravia 1) en virtud de la relación de consumo, el vendedor asume un deber tácito de seguridad de
resultado, por lo que, siendo el factor de atribución de responsabilidad objetivo, existe una presunción en contra de las
accionadas -acerca de la existencia de un vicio en el producto- por haber impedido probar los extremos esenciales para la
resolución de la causa. 2) media una presunción de causalidad, con motivo del factor objetivo basado en el riesgo
consagrado en el art. 40 de la ley 24.240. 3) en el caso resulta aplicable la doctrina de las cargas probatorias dinámicas y 4)
en el régimen de protección del consumidor rige el principio interpretativo, según el cual, en caso de duda, debe estarse en
favor de éste, por lo que corresponde a las demandadas probar la concurrencia de una causa extraña para liberarse de
responsabilidad.

Cabe poner de resalto que la normativa específica relativa a las relaciones de consumo no constituye una mera regulación de
determinado ámbito de las relaciones jurídicas, como tantas otras. Es eso y mucho más. La preocupación del legislador –
signada por la clarísima previsión del art. 42 de la Constitución nacional y la correlativa contenida en el art. 38 de la
Constitución provincial- radica en obtener la efectividad en la protección del consumidor. Y sumado lo dispuesto por el art. 5:
"Protección al consumidor. Las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados en
condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los consumidores
o usuarios". El derecho a la protección de la salud no sólo se asienta en los ya referidos textos constitucionales (arts. 42 de la
Constitución nacional y 38 de la provincial) sino que también descansa en los tratados internacionales incorporados con
jerarquía constitucional por la reforma de 1994 en el art. 75 inc. 22, dicho esto, en conjugación con sistema de
responsabilidad pautado por el art. 40: "Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del
servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya
puesto su marca en la cosa o servicio". El daño será indemnizable siempre que resulte de un uso previsible o normal del
producto, y no lo será en cambio si es consecuencia del hecho de la víctima, que le ha dado un uso imprevisible o anormal,
por lo cual la probanza, recae en el prestador del servicio. Y a su vez, el art. 53, tercer párrafo, impone a los proveedores
"aportar al proceso todos los elementos de prueba que obren en su poder, conforme a las características del bien o servicio,
prestando la colaboración necesaria para el esclarecimiento de la cuestión debatida en el juicio". De allí que en todo
procedimiento en donde esté en juego una relación de consumo rige lo que se denomina en materia probatoria "cargas
dinámicas". Y en consecuencia, todo silencio, reticencia o actitud omisiva, se constituirá en una pauta que afectará dicha
obligación legal con la consecuente presunción de certeza sobre la versión que sustenta la pretensión del consumidor El
retiro o destrucción imputable a la demandada del producto sobre el que debería haberse analizado la presencia de la cepa
Escherichia Coli 0157:H7 (nuggets de pollo) impidió el despliegue probatorio pretendido por la actora.

He de analizar en el estricto marco de la inobservancia de la ley alegada por la actora si el a quo realizó una interpretación
ajustada a derecho o por el contrario con su interpretación ha vulnerado la protección legal.

Es de público y notorio que, en organizaciones de alta eficiencia y optimización de recursos y ganancias, las "decisiones" que
la organización toma no son aleatorias, ya que existe plena conciencia que cada una de dichas decisiones empresarias
arrojan consecuencias institucionales o económicas. Es, precisamente, en este marco de alta profesionalización en el que se
desenvuelve la demandada. Dentro de las pruebas controvertidas en el caso, en los que se basó el a quo, resultó que los
productos analizados eran medallones de carne vacuna y medallones de pollo pero los alimentos consumidos por los
menores no fueron hamburguesas de pollo (Mc Pollo) sino patitas de pollo. Tan es así que la parte demandada, en su
ofrecimiento probatorio, circunscribió su actividad exclusivamente a estas últimas.

Siendo de aplicación la teoría de la carga dinámica de la prueba (art. 53, ley 24.240), es notorio que la empresa demandada,
atento a su profesionalidad (arts. 902 y 909, Cód. Civil), es quien está en mejores condiciones para acreditar ciertos
extremos. Debía al menos poner a disposición el material para posibilitar la actividad probatoria. Claramente la decisión
empresaria de retirar del establecimiento el producto sobre el cual debería haberse realizado una prueba ineludible para
probar uno de los extremos de la causa resulta contraria a lo establecido en la letra del art. 53 de la ley. Ello, en el contexto
normativo de la ley del consumidor, genera una fuerte presunción desfavorable a sus intereses.

La inobservancia del art. 53 de la ley 24.240, mediante la decisión empresaria de retirar el producto del tipo que
consumieran los menores en la sucursal de la demandada, impidió precisamente que se desplegara cualquier tipo de
actividad probatoria sobre dicho producto, ergo luego no resulta factible achacarle a la demandada inactividad probatoria a
este respecto y menos aún que no lograra probar la existencia de Escherichia Coli en el producto.

Si la protección del consumidor posee rango constitucional, si la responsabilidad es de tipo objetivo, si la eximición del
proveedor o vendedor solamente tiene lugar cuando éste demuestra la ajenidad de la causa, si rige en plenitud el concepto
de carga dinámica de la prueba y si toda reticencia en tal sentido constituirá pauta esencial que conduce a una presunción en
su contra, tenemos en el caso una reprochable conducta omisiva de la demandada que sustrajo el material presuntamente
contaminado impidiendo determinar su estado.

Sumado a su vez un análisis del avance en cuanto a la legislación empresarial, La empresa, bajo esta nueva concepción, deja
de interesarse tan sólo por lo que ocurre puertas adentro de su estructura y asume un programa de actuación no ya
orientado únicamente al beneficio de sus propios inversores, sino abarcativo de los intereses de los denominados
stakeholders, es decir, todo aquel individuo o grupo que puede afectar o ser afectado por el logro de los objetivos de la
empresa, que obviamente incluye en su catálogo al consumidor como sujeto preferente (del voto de De Lazzari)

Resolución: se hace lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto, se revoca la sentencia impugnada y,
en consecuencia, se remiten las presentes actuaciones a la instancia de origen a fin de que se determine la cuantificación del
daño reclamado. Las costas de todas las instancias se imponen a los demandados vencidos.

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