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4. Cuando los creyentes vienen ante el Señor en el acto de comunión, se ven tal como
son: pecadores con necesidad de arrepentimiento. No siempre es fácil arrepentirse,
cuando nuestros labios han sido impuros al igual que nuestros pensamientos. Segler
cita a C. S. Lewis quien dice: “El arrepentimiento no es nada gracioso. Es más difícil
que comer pan duro. Significa algo así como morir al “yo” Las palabras más difíciles
de decir, en cualquier idioma o lenguaje,son: “Yo he pecado”.
5. El otro lado del arrepentimiento es el perdón. Los creyentes en Cristo pueden estar
absolutamente seguros de que cuando el arrepentimiento es sincero Dios es fiel y su
Palabra es verdad, lo cual asegura el perdón. El apóstol Juan escribiendo para
afianzar la fe en Cristo, afirma esta verdad: “Si confesamos nuestros pecados, él es
fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan
1:9). Tanto el arrepentimiento de los pecados cometidos como el perdón de los
mismos son absolutamente necesarios para que la adoración sea completa.
6. Dependencia de Dios, es otra actitud que debe mostrarse en la adoración. Los hijos
de Dios deben aprender a depender de él como el que suple todas sus necesidades.
En la oración modelo, el Señor Jesús instruye a sus discípulos en la oración: “El pan
nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11). También los discípulos debían
buscar el perdón basado en el perdón que ellos daban a quienes pecaban contra
ellos: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores” (Mateo 6:12). Los cristianos no deben orar egoístamente, sólo
por sus necesidades, sino interceder también en beneficio de otros. La adoración
debe dirigir a la congregación a una conciencia clara de dependencia del Señor.