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Del concepto antes señalado se deduce que son características principales de este
tipo de asociaciones las siguientes:
2.- Ámbito laboral: Lo propio del sindicato es reunir a trabajadores, esto es, a quienes
tienen intereses comunes de carácter económico derivados de las relaciones de trabajo.
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económico-social de sus asociados, cuidando que ese grupo no resulte perjudicado respecto
de otros grupos o sectores que participan en la vida económica y social del país.
Indudablemente que ese interés privado está limitado por el interés público que no puede
ser sobrepasado, debiendo la actividad sindical desarrollarse dentro de él.
4.- Constitución por libre acuerdo de los trabajadores: El sindicato se constituye por
acuerdo de los trabajadores que lo integran y no por acto de autoridad.
5.- Poder: Este se funda en la mayor cantidad posible de socios, ya que allí se encuentra la
base su financiamiento; en la solidez de su unidad y en la preparación e idoneidad de sus
dirigentes. El sindicato necesita ser fuerte en cuanto a la relación laboral que vincula a sus
asociados y ello, tanto por la debilidad del trabajador aislado frente al empleador como por
la necesidad de no ser avasallado por otros grupos sociales o por excesos de la autoridad.
6.- Representatividad: Esto significa que el sindicato debe unir a un sector mayoritario, o al
menos importante, de los trabajadores del área económico-social o de la unidad productiva
en la cual se ha constituido. De esta forma estará mejor capacitado para conseguir el
establecimiento de aquellas normas contractuales que favorezcan los intereses de sus
afiliados. Una condición básica para obtener esta representatividad es la unidad del
sindicato, la que se consigue defendiendo sus fines propios por encima de cuestiones
ideológicas, políticas, religiosas o personalistas.
Estas características de fuerza y representatividad llevan al legislador a establecer
normas sobre mínimos de trabajadores para constituir sindicatos, de manera de asegurarles
un determinado poder.
6.1.- Libertad y derecho para generar las propias directivas (art. 231 y 232).
La primera norma mencionada (231), fue modificada por la ley 20.940 con el objeto de
obligar a la organización a dar cabida a las mujeres en la dirección de la organización
estableciendo: “El estatuto deberá incorporar un mecanismo destinado a resguardar
que el directorio esté integrado por directoras en una proporción no inferior a un
tercio del total de sus integrantes con derecho al fuero y a las demás prerrogativas que
establece este Código, o por la proporción de directoras que corresponda al porcentaje
de afiliación de trabajadoras en el total de afiliados, en el caso de ser menor.”.
La segunda norma (232), ha sido modificada varias veces procurando resguardar los
derechos de las minorías pero sin afectar la libertad y autonomía sindical (sistema
democrático y con respeto a las minorías).
6.2.- Traspaso a las bases de las decisiones más trascendentales. (arts. 260 y 261). Esto
resulta así de la circunstancia de que determinadas materias como la fijación de las
cuotas sindicales, el aporte a organizaciones de mayor grado, exigen un
pronunciamiento en los estatutos o bien un acuerdo de asamblea. Se eliminó con la
reforma introducida por la ley 19.759 de la exigencia de resolver en asamblea
extraordinaria ciertas materias tales como la enajenación de bienes raíces, empero debió
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7.- Libertad: Tanto a nivel individual (del trabajador) para constituir al sindicato como para
integrarse a él o para desafiliarse del mismo, al amparo de garantías constitucionales o
legales, sin interferencia de la contraparte de la relación laboral, del Estado, de entidades
políticas, lucrativas, etc. (art. 212, 214 inc. 3º, 215, etc.), como a nivel colectivo (es decir
libertad para el ente sindical).
a) Respecto del Estado como autoridad pública: por ello nuestra legislación reconoce su
personalidad jurídica por el solo hecho del depósito del acta constitutiva y de sus
estatutos en la Inspección del Trabajo, sin que ello dependa de autoridad alguna; por la
misma razón tampoco se acepta su disolución por acto de autoridad administrativa sino
sólo por decisión judicial. Este principio, reconocido en términos generales en nuestra
legislación a partir de 1979 con el D.L. 2.756 que integró el denominado "Plan
Laboral", llevó al legislador a optar, en materia de constitución de sindicatos, por el
llamado "sistema de registro" que considera vigente el sindicato por el solo acto del
depósito de sus estatutos y acta constitutiva en conformidad a las disposiciones legales
vigentes, sin que medie acto de la autoridad. (El C. del T. de 1931 consagraba el
sistema preventivo que exigía el reconocimiento de la autoridad administrativa,
mediante Decreto Supremo, para que el sindicato pudiese gozar de personalidad
jurídica).
b) Respecto de los empleadores (art. 289), estableciendo conductas de éstos prohibidas por
atentar contra la libertad sindical;
c) Respecto de instituciones u organizaciones ajenas al sistema sindical como también
respecto de las organizaciones sindicales de grado superior (art. 19 Nº19 CPR).
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que sólo en la medida que la legislación del Estado reconozca adecuadamente estos
derechos, se estaría reconociendo verdaderamente la libertad sindical, entendida como el
derecho a desarrollar libremente la actividad sindical.
Por otra parte, el art. 212 del Código reconoce el derecho de los trabajadores para
constituir sindicatos sin necesidad de autorización previa, norma que debe entenderse
complementada con el texto del art. 217 que reconoce también este derecho a los
funcionarios de las empresas del Estado dependientes del Ministerio de Defensa o que se
relacionen con el Gobierno a través de dicho ministerio, cuestión que hasta el 2001 había
estado expresamente excluida por lo que disponía el antiguo art. 217.
El art. 212 es, además, de gran importancia porque demuestra que en nuestro país,
en materia de constitución de sindicatos, se ha optado por el sistema que admite el
paralelismo sindical. En teoría, existe el sistema de unidad sindical que refleja la opción
de permitir la constitución de un sindicato único por sector o empresa, lo que tiene la
ventaja del poder que adquiere esa única organización, pero no necesariamente responde al
interés que puedan tener los socios; en cambio, en el paralelismo la opción es la contraria,
esto es, existe una libertad irrestricta para formar estas organizaciones, lo que armoniza
perfectamente con un real sistema de libertad sindical, pero tiene la desventaja de
posibilitar una “atomización” sindical que les resta fuerza a las organizaciones.
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Esta tendencia a permitir las organizaciones que los trabajadores deseen no siempre
fue aceptada en nuestro país. En Chile, fue el DL. 2.756 el que consagró, por primera vez a
nivel legislativo este sistema, el que ha mantenido su vigencia bajo las actuales normas. En
efecto, éstas disponen que los trabajadores tienen el derecho "a constituir las organizaciones
que estimen conveniente", de lo que se desprende que el paralelismo sindical es aceptado
hoy plenamente en nuestra legislación.
Ello es concordante, además, con las reglas sobre quórum para constituir sindicatos,
ya que en virtud de ellas los trabajadores pueden formar más de una organización por
empresa (art. 227). Esta materia fue muy resistida por las organizaciones sindicales
existentes a la fecha de dictación de las normas que constituyeron el Plan Laboral (1979) ya
que, en esa época, dichos dirigentes propugnaban la existencia de un solo sindicato por
empresa; sin embargo, ello no ha sido objeto de cambios en las modificaciones legales
efectuadas al sistema; incluso más, la reforma del 2001 aumenta dicha posibilidad de
constituir varias organizaciones por empresa en los casos de aquellas que tienen menos de
50 trabajadores ya que ahora sólo se les exigió un número mínimo de socios pero no un
porcentaje de representatividad. Esto fue modificado en la reforma del año 2016 volviendo
a establecerse un requisito de porcentaje de al menos el 50% de los trabajadores en las
empresas de 50 o menos trabajadores.
Sobre el particular, el art. 212 dispone que este derecho corresponde a los
trabajadores del sector privado y de las empresas del Estado; esta norma debe concordarse
con el art. 1º del C. del T. que señala a quienes se aplican sus disposiciones y, en virtud de
su campo de aplicación, deben entenderse excluidos del derecho a sindicalizarse aquellos
trabajadores que laboran en el Congreso Nacional, los funcionarios del Poder Judicial y los
de la Administración del Estado, sea centralizada o descentralizada. Esto último, sin
perjuicio que, en virtud de lo previsto en la ley 19.296 (DO.14.03.94) se permite constituir
Asociaciones de Funcionarios a quienes laboran en la Administración del Estado.
El art. 212 antes citado, debe también relacionarse, como ya se ha dicho, con el art.
217 del Código que hoy reconoce expresamente el derecho a constituir organizaciones
sindicales a los funcionarios de las empresas del Estado dependientes del Ministerio de
Defensa Nacional o que se relacionen con el Gobierno a través de ese Ministerio. (Sin
perjuicio que se mantienen excluidos del derecho a negociar colectivamente. Art. 304 inc.
2º).
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c) Es voluntaria: Esto significa que nadie puede ser obligado a afiliarse a una organización
sindical para desempeñar un empleo o desarrollar una actividad (art. 214 inc. 2º y 3º). La
misma característica tiene el acto de desafiliación, por lo que no podrá impedirse, bajo
pretexto alguno, la desafiliación a una organización sindical.
Esta característica se encuentra reforzada en el art. 215 que establece la prohibición
de condicionar el empleo de un trabajador a la afiliación o desafiliación de una
organización sindical, prohibiéndose, además, toda acción que tienda a impedir la afiliación
o todo acto que perjudique al trabajador en cualquier forma por causa de su afiliación
sindical. Lo señalado concuerda especialmente con el inc. 4º del art. 2º que establece como
contrarias a los principios de las leyes laborales, las discriminaciones, exclusiones o
preferencias basadas -entre otras- en la sindicación del trabajador. (La no discriminación en
el empleo es materia del Convenio 111 de la OIT, aprobado en 1958 y ratificado por Chile).
Debe destacarse que esta característica de la afiliación voluntaria no estaba
reconocida en el C. del T. del año 1931 respecto de los obreros, los cuales por el solo hecho
de comenzar a trabajar, se afiliaban ipso jure, a los llamados sindicatos industriales, lo que
podía dar pie a abusos respecto de los trabajadores que no concordaban con la línea de la
organización y, sin embargo, no podían desafiliarse de ella.
Esta materia se encuentra normada en el art. 220 del C. del T. que ha tenido varias
modificaciones tanto de fondo, como de forma. Como ejemplo de esto último el año 2001
se cambió el orden de los números 1 y 2 del art. 220, pasando el Nº 2 a ser Nº1 y el Nº1 a
ser 2, con lo que, estimamos, se quiso dar una señal en cuanto a que uno de los roles
prioritarios de las organizaciones sindicales es su intervención en procesos de negociación
colectiva como organización que representa a los trabajadores en dichos procesos.
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Por último, debe señalarse que el legislador establece la prohibición de los sindicatos
de percibir las remuneraciones de sus asociados (art.220 Nº2 parte final) y de realizar
acciones que atenten contra la libertad sindical o entorpezcan la negociación colectiva (arts.
289 y sgtes.). La Constitución, por su parte, prohíbe a estas organizaciones intervenir en
actividades político-partidistas (art.19 Nº19, inc.3º).