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ESTRUCTURA DE LA CELULA
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ORGANIZACIÓN GENERAL DE LA CÉLULA


El cuerpo esta formado por unos 75 a 100 billones de células. Las células son unas estructuras vivas que cooperan entre si para mantener las
condiciones homeostáticas de un organismo. Por tanto la célula recibe los calificativos de unidad morfológica y funcional, ya que es la parte más
pequeña del cuerpo capaz de vivir de forma autónoma e incluso llegar a reproducirse.
Para llegar a comprender la función que desempeñan los diferentes niveles de organización de un organismo, es esencial conocer primero la
organización básica de la célula y las funciones de las partes que la componen. A continuación, haremos una descripción de los elementos comunes
que existen en todas las células del organismo. A medida que estudiemos los diferentes sistemas y sus diferentes células, profundizaremos en los
aspectos característicos de cada tipo celular en concreto.

Citoplasma

Núcleo

Célula sanguínea observada al microscopio.


En la observación de una célula típica al microscopio se distinguen dos partes principales, son el núcleo y el citoplasma. El núcleo está separado
del citoplasma mediante la membrana nuclear, y el citoplasma está separado del LEC por medio de la membrana citoplasmática. La célula no es
simplemente una bolsa de líquido y sustancias químicas; también contiene estructuras altamente especializadas y organizadas. El conjunto de estas
estructuras se conoce con el nombre de organelas u orgánulos, y cuya naturaleza física es tan importante como lo son los constituyentes químicos de
la célula. Las principales organelas son: membrana celular, membrana nuclear, mitocondrias, retículo endoplasmático, aparato de Golgi y lisosomas.
Recordemos que los diferentes tipos celulares pueden presentar organelas específicas de ese tipo celular en concreto, y que introduciremos a medida
que estudiemos los diferentes sistemas.

Lisosomas

Membrana celular

Membrana nuclear

Núcleo

Retículo endoplasmático

Aparato de Golgi

Mitocondrias

Estructura celular y sus orgánulos


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NÚCLEO, MEMBRANA CITOPLASMÁTICA Y ORGÁNULOS


Prácticamente todas las organelas de la célula están rodeadas de membranas compuestas por lípidos y proteínas. Estas membranas incluyen
la membrana citoplasmática, la membrana nuclear, y la membrana de los diferentes orgánulos. Los lípidos de membrana, sobre los cuales
profundizaremos en los apartados siguientes, poseen características hidrofóbicas que impiden la libre circulación de líquidos de un compartimento
a otro, para conservar las concentraciones adecuadas de cada fluido, y por ende mantener la homeostasis. Las proteínas de membrana a menudo
atraviesan por completo la membrana y gracias a las características hidrofílicas que poseen, constituyen verdaderas vías a través de las cuales se
produce un intercambio controlado entre los líquidos de los diferentes compartimentos.
El primero de los elementos que describiremos es el núcleo. El núcleo constituye el centro de control de la célula. Contiene grandes cantidades de
ADN (ácido desoxirribonueleico) que se agrupa formando los cromosomas o material genético de la célula. Este principio químico almacena toda la
información necesaria para el desarrollo de todas las funciones vitales de la célula. Este material también controla todos los aspectos relacionados
con la reproducción de la célula.
El núcleo se halla rodeado de una envoltura que ya hemos presentado con anterioridad, la membrana nuclear. Está constituida en realidad por dos
membranas separadas. Se cree que este elemento controla el intercambio de material entre el núcleo y el citoplasma, que tiene lugar por medio de
unos poros presentes en la membrana.
La membrana citoplasmática, envuelve casi por completo la célula, siendo un elemento fino y elástico. Su estructura básica es un bicapa lipídica,
que es una fina película de lípidos en la que se encuentran flotando proteínas y ciertos hidratos de carbono.

Lípidos de la Proteínas de la
membrana membrana

Estructura tridimensional de la bicapa lipídica de las membranas celulares


Una característica especial de la bicapa lipídica es que es un líquido y no un sólido. Por tanto, partes de la membrana pueden literalmente fluir de
un punto a otro de su superficie. Se trata de una estructura impermeable, aunque gracias a la presencia de las proteínas que constituyen canales
de intercambio, pueden difundir líquidos y moléculas entre el compartimento extracelular e intracelular. En el apartado de transporte a través de
membranas estudiaremos las diferentes modalidades de transporte que existen. Los hidratos de carbono situados en la membrana citoplasmática
se hallan en gran medida ligados a las proteínas de membrana. Este tipo de moléculas sobresale de la célula identificándose como sustancias
receptoras para la unión de otras moléculas que provengan del exterior y transmitan mensajes al interior de la célula (hormonas, enzimas,...).
El citoplasma, observado al microscopio óptico, aparece como una masa gelatinosa que rodea el núcleo; sin embargo si lo observamos a gran
aumento se empiezan a distinguir gran cantidad de partículas dispersas y de organelas tanto de tamaño pequeño como grande. El líquido claro que
constituye la parte del citoplasma en que se encuentran dispersas todos esos elementos se denomina citosol, y forma la mayor parte de la masa de
una célula (entre el 50 y el 60% del volumen celular). La mayor parte de las reacciones metabólicas que se producen en una célula tienen lugar a
nivel de este espacio.
El retículo endoplasmítico es un entramado de estructuras vesiculares con formas aplanadas y tubulares que se sitúan a nivel del citoplasma y
rodeando la membrana nuclear. Todas estas vesículas se hallan conectadas entre sí formando una amplia red. Se distinguen dos tipos de retículo:
el retículo endoplasmático liso, y el retículo endoplasmático rugoso. Al visualizar ambos en un microscopio de gran aumento se hace patente la
diferencia. El rugoso posee adosados a la superficie externa de su membrana grandes cantidades de pequeñas partículas granulares llamadas
ribosomas, que por el contrario no posee el liso. Los ribosomas son estructuras fundamentales en la síntesis de proteínas en las células. El retículo
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liso no tiene ribosomas asociados y participa en la síntesis de sustancias lipídicas y en muchos otros procesos enzimáticos de la célula.
El aparato de Golgi está estrechamente ligado con el retículo endoplasmático. Tiene membranas semejantes al retículo formando un conjunto
de cisternas y vesículas aplanadas y apiladas una encima de las otras. Su misión es participar en el transporte de proteínas y otras sustancias,
procedentes del retículo endoplasmático rugoso, procesarlas en su interior, y formar vesículas que contienen esas sustancias para ser excretadas al
exterior de la célula. Además, puede actuar como almacén de esas sustancias a la espera de ser procesadas.
Los lisosomas son orgánulos de aspecto vesicular que provienen del aparato de Golgi y que, posteriormente, se distribuyen por todo el citoplasma.
Todas estas vesículas pueden contener en su interior una gran variedad de moléculas. En algunos casos almacenan enzimas digestivos con
capacidad para eliminar sustancias de desecho (bacterias, estructuras dañadas,...) y podrían llegar a destruir elementos propios de la célula. Es por
ello que la membrana que rodea el lisosoma evita que los enzimas de su interior entren en contacto con otras sustancias de la célula. En otros casos,
dependiendo del tipo celular, los lisosomas pueden contener otras moléculas (lípidos, neurotransmisores,...).
A las mitocondrias se las conoce como las “centrales de energía” de la célula. Sin ellas las células serían incapaces de extraer cantidades
apreciables de energía de los nutrientes y el oxígeno y, en consecuencia, se detendrían todos los procesos metabólicos que tienen lugar en la célula.
Se hallan distribuidas en todo el citoplasma y su número va a variar en función de las necesidades energéticas de cada célula. La estructura básica
de la mitocondria está compuesta por dos membranas de bicapa lipídica (una membrana externa y otra interna) y una cavidad interior llena de una
matriz que contiene gran cantidad de enzimas disueltos, necesarios para captar la energía de los nutrientes. La energía obtenida se sintetiza en
forma de adenosíntrifosfato, sustancia fundamental de la energética celular.

Matriz

Membrana
externa
Membrana
interna

Representación esquemática de una mitocondria


Las estructuras filamentosas y tubulares están constituidas de proteínas fibrilares formando filamentos. Este tipo de estructuras forma parte de un
sistema de sostén elástico para la membrana celular. En el caso de las células musculares, los filamentos se organizan para formar la maquinaria
contráctil especial, que es la base de la contracción muscular en todo el cuerpo.

RESUMEN
La célula constituye la unidad básica de cualquier organismo vivo.
En el centro de la célula destaca una estructura fundamental de la célula, donde se almacena toda la información
para el correcto desarrollo de las funciones celulares, el núcleo. Rodeando el núcleo encontramos una masa gelatino-
sa, el citoplasma, que está delimitada por una membrana, la membrana citoplasmática. Dispersos por el citoplasma
existen múltiples estructuras que desarrollan funciones específicas. Estos elementos se conocen como orgánulos, y
los principales son: retículo endoplasmático, ribosomas, aparato de Golgi, lisosomas y mitocondrias.
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FUNCIONES BIOLOGICAS DE LA CELULA


A lo largo de este tema vamos a desarrollar cuáles son los principales sistemas funcionales de la célula, y que hacen de ella un organismo vivo.

SINTESIS DE SUSTANCIAS
En la descripción de los orgánulos, hemos visto que el aparato de Golgi y el retículo endoplasmático son los principales estructuras encargadas
de la síntesis de las diferentes sustancias, que precisa la célula para llevar a cabo sus funciones vitales. Estas dos estructuras están formadas
principalmente por membranas del tipo bicapa lipídica y sus paredes están literalmente cargadas de enzimas que participan en la síntesis de
muchas de las sustancias que la célula necesita.
En general la mayor parte de la síntesis se inicia en el retículo endoplasmático, y de ahí, mediante la formación de vesículas, los productos
generados son transportados al aparato de Golgi para acabar de ser procesados.
El retículo endoplasmático rugoso se caracteriza por la presencia de un gran número de ribosomas adosados a la membrana. Es en estas estructuras
donde va a tener lugar un complicado proceso que implica la información genética del núcleo, y de la que derivará la síntesis de proteínas. Los
enzimas presentes en la matriz del retículo realizarán las modificaciones oportunas para completar la síntesis de la proteína.
A nivel del retículo endoplasmático liso se producirá la síntesis de lípidos. Esta estructura sintetizará lípidos, sobretodo del tipo fosfolípidos (son los
lípidos integrantes de todas las bicapas lipídicas que forman las membranas biológicas) y colesterol.
Una vez creadas estas moléculas, se dirigen al aparato de Golgi para acabar su proceso de síntesis.
Aunque la función primordial del aparato de Golgi es la de procesar sustancias ya formadas en el retículo endoplasmático, también tiene la
capacidad de sintetizar ciertos hidratos de carbono que no son procesados en aquél.

TRANSPORTE A TRAVÉS DE MEMBRANAS


Como estudiaremos en el tema dedicado a los líquidos corporales, éstos se hallan distribuidos en diferentes compartimentos, siendo el LEC y
LIC los principales. También mencionaremos que poseen distintas concentraciones de solutos, y lo importante que es el mantenimiento de esas
concentraciones para conservar la homeostasis de la célula. En este apartado estudiaremos cuáles son los mecanismos de transporte de membrana
que permiten crear esas diferencias.
La estructura de la membrana celular se explica en el tema 2. Consiste en una bicapa lipídica casi por completo (recordemos que existen proteínas e
hidratos de carbono insertados en la membrana).
Esta bicapa tiene características hidrófugas, es decir, rechaza todos los líquidos de carácter acuoso. El LEC y el LIC son de características hidrófilas
o acuosas, lo que provoca que la membrana sea una barrera al paso de moléculas de agua y sustancias hidrosolubles entre ambos compartimentos
líquidos. Sin embargo, una pequeña cantidad de sustancias pueden penetrar esta bicapa atravesando directamente el material lipídico.
Las proteínas de membrana poseen unas características totalmente diferentes a las de la bicapa. Existen proteínas que atraviesan el espesor de la
bicapa al completo, constituyendo vías alternativas al paso de sustancias a través de la membrana. Es por ello que la mayoría de estas proteínas se
conocen como proteínas de transporte.
Algunas constituyen verdaderos canales acuosos que permiten el movimiento libre de ciertas moléculas (algunos iones sobretodo). Este tipo de vías
se denominan canales proteicos. Otras que reciben el calificativo de proteínas transportadoras, trabajan uniéndose a la sustancia a transportar.
Estas proteínas provocarán cambios en su estructura tridimensional haciendo que la molécula a transportar atraviese la bicapa lipídica sin
dificultad. Ambos sistemas son muy selectivos en cuanto al tipo de molécula que transportan, existiendo proteínas específicas para el transporte de
una sola molécula en concreto.

DIFUSION DIFUSION DIFUSION


FACILITADA MEDIANTE SIMPLE
CANAL
PROTEICO

TRANSPORTE ACTIVO DIFUSION


(se gasta energía) (no se gasta energía)
Mecanismos básicos de transporte a través de membranas celulares
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El transporte a través de la membrana celular sucede gracias a dos procesos básicos: difusión y transporte activo. Existe un tercer tipo de
mecanismo conocido con el nombre de pinocitosis. El movimiento de moléculas a través de la membrana va a tener lugar, bien a través de los
espacios que dejan las moléculas de la membrana entre sí, bien combinadas con una proteína transportadora. La diferencia fundamental que existe
entre la difusión y el transporte activo reside en el empleo de energía para llevar a cabo el transporte. La energía que mueve moléculas en el caso de
la difusión es el movimiento cinético normal de la materia (diferencias de cargas iónicas, diferencias de concentración,...); y por tanto no precisa de
un gasto energético adicional.
En cambio, el transporte activo implica el transporte de sustancias mediante la combinación con proteínas transportadoras, en contra de gradiente.
Es decir, las moléculas se mueven hacia el lado contrario de la membrana al que se dirigirían naturalmente. Por tanto este paso de sustancias
requerirá de un aporte de energía extra. Este tipo de transporte sería el que tendría lugar si llevamos una molécula de una zona donde está muy
poco concentrada, hacia una zona donde esa molécula está altamente concentrada. Cabe pensar que el movimiento natural sería de la zona muy
concentrada a la poco concentrada y, por tanto, de ahí la necesidad del aporte de energía.

1. Difusión
Todas las moléculas e iones que se hallan disueltas en los líquidos corporales se encuentran en continuo movimiento, de forma que cada partícula
tiende a dirigirse naturalmente hacia alguno de los compartimentos que existen. Este movimiento incesante de moléculas en los líquidos se
denomina difusión.
La difusión a través de las membranas celulares posee tres modalidades que expondremos a continuación:
La difusión simple es la primera de las modalidades de este tipo de transporte a través de membrana. Este tipo de difusión implica el paso de
moléculas aprovechando los espacios que existen entre los diferentes componentes de la bicapa lipídica. Por tanto, las moléculas que utilicen este
mecanismo deben tener características de solubilidad similares a los lípidos que componen la membrana. La velocidad de paso de estas sustancias
vendrá determinada por varios factores. En primer lugar la liposolubilidad de dicha sustancia, es decir, la capacidad de una sustancia de disolverse
en lípidos. Es obvio que la velocidad de difusión es directamente proporcional a la liposolubilidad de la molécula. En segundo lugar depende del
gradiente de concentración a ambos lados de la membrana, que es la diferencia de concentración de esa molécula a un lado y otro de la membrana
y finalmente por el número de aberturas de la membrana por las que puedan pasar las moléculas o iones.
Hay pocas sustancias que sean totalmente solubles en los lípidos y que puedan atravesar la bicapa, entre estas sustancias destacan: oxígeno,
nitrógeno, CO2, alcohol y los propios ácidos grasos. Existen moléculas que a pesar de su carácter hidrófilo atraviesan la bicapa lipídica gracias al
pequeño tamaño que poseen y la energía que llevan al pasar a través de la membrana.

Las moléculas se mueven a través de la membrana desde donde hay una mayor concentración
hacia donde hay menor concentración (gradiente de concentración).
La difusión simple a través de canales proteicos es la segunda modalidad de difusión de moléculas a través de membranas celulares. Se cree que
los canales proteicos son vías acuosas situadas en el seno de las proteínas de membrana. En reconstrucciones tridimensionales de estas proteínas
realizadas por ordenador, se ha confirmado la forma de canales tubulares de estas estructuras y que justifica espacialmente la misión que cumplen.
Dos cualidades importantes de estos canales son: son canales de permeabilidad selectiva, y son canales con posibilidad de abrirse o cerrarse
mediante un sistema de compuertas. La mayoría de los canales. proteicos son muy selectivos para el transporte de una o más moléculas específicas
o iones. Ello es debido a las características propias del canal, tales como su diámetro, su forma tridimensional y las cargas eléctricas de su parte
interna. Así se ha comprobado experimentalmente que existen canales de sodio, canales para el transporte de potasio, etc.
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La difusión facilitada, también denominada “difusión mediada por transportador”, es la tercera modalidad de difusión de moléculas en el transporte
de sustancias a través de membranas. En este caso se produce el paso de sustancias con la ayuda de un transportador específico, y que no
ocurriría espontáneamente. El transportador “facilita” la difusión de la sustancia al otro lado. Entre las sustancias más importantes que cruzan las
membranas celulares por difusión facilitada se hallan, la glucosa y la mayor parte de los aminoácidos. Estas sustancias se combinan con la proteína
transportadora específica y forman un complejo soluble en los lípidos. De esta manera pueden difundir hacia el otro lado de la membrana donde se
separan, volviendo el transportador al punto de partida. En este tipo de transporte existen otros factores que limitan la velocidad de difusión. La
difusión facilitada se diferencia de la difusión simple en que posee un límite máximo, que se produce cuando todas las moléculas del transportador
están unidas a la sustancia que moviliza. En ese momento, no habrá más transporte por mucha cantidad de sustancia que se deba transportar,
porque el sistema está saturado. En cuanto a los otros factores, la difusión facilitada tiene las mismas limitaciones que la difusión simple, siendo un
trasporte que va a favor de gradiente y que por tanto, no requiere consumo de energía.

Transporte activo
Como hemos visto en apartados previos, los líquidos corporales poseen unas composiciones predeterminadas, y conocemos la necesidad de que esas
composiciones se mantengan constantes para la supervivencia de la célula. De este principio deduciremos que en ocasiones se precisa una gran
concentración de una molécula en el LEC, aunque su concentración en el LIC sea muy pequeña. Ello sucede con varios de los iones que componen
tanto el LEC como el LIC. Vamos a utilizar como ejemplo el ión sodio (Na). Este ión es muy abundante en el exterior de la célula (LEC), alcanzando
concentraciones de 145 mEq/1, y escaso en el LIC, teniendo concentraciones que rondan los 10 mEq/l.
Es evidente que estas concentraciones no se obtienen mediante los mecanismos de difusión; porque como hemos visto el Na tendería a entrar
hacia el LIC. Estos iones se están desplazando en contra del gradiente natural. Por tanto, debe existir alguna fuente de energía que produzca este
movimiento. Cuando una membrana celular mueve moléculas en contra del gradiente de concentración, ese proceso se denomina transporte activo.
Entre las sustancias que utilizan este tipo de procesos para atravesar membranas se encuentran los iones sodio (Na), potasio (K), calcio (Ca), hierro
(Fe), hidrógeno (H), cloro (C1), yodo (1) y urato, varios azúcares y la mayoría de aminoácidos.
El transporte activo es similar a la difusión facilitada en tanto en cuanto también utiliza proteínas transportadoras para llevar a cabo el movimiento.
Estas proteínas, que permiten que las sustancias atraviesen la membrana citoplasmática contra gradiente y con consumo de energía se denominan
bombas. Estas proteínas también son especificas de la molécula que transportan, así tendremos: la bomba de sodio-potasio, la bomba de calcio,...
Otra similitud del transporte activo y la difusión facilitada es que este mecanismo también se puede saturar, de manera que un exceso de sustancia
a movilizar, hará que este sistema pueda llegar a bloquearse.

Representación tridimensional de la molécula de ATP


El sistema que utiliza la proteína transportadora para obtener la energía necesaria proviene de una molécula altamente energética que se denomina
ATP (adenosín-trifosfato), y que debido a su importancia en el metabolismo, irá surgiendo en temas sucesivos. El enzima presente en la proteína
transportadora y que materializa la obtención de energía del ATP se conoce con el nombre de ATPasa. Una vez que la molécula a transportar se une
a la proteína correspondiente, la ATPasa hidroliza una molécula de ATP, produce un cambio de la conformación tridimensional de la proteína y la
sustancia es liberada al citoplasma de la célula. El transporte activo es un sistema costoso para la célula, que en algunos casos puede representar
hasta el 50% del consumo total de energía de la célula.

Pinocitosis
El tercer mecanismo que poseen las moléculas para atravesar una membrana celular se conoce como pinocitosis. Éste es el único proceso que
pueden utilizar algunas macromoléculas muy grandes (la mayor parte de proteínas), que de otra manera sería imposible que penetrasen en el interior
de la célula. La secuencia de este proceso se inicia cuando la molécula a transportar se une a sus receptores específicos presentes en la membrana
celular. Seguidamente, la membrana se invagina formando una vesícula que engloba las sustancias fijadas a la membrana. Por último, la célula
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internaliza la vesícula creada dirigiéndola al citoplasma de la célula y finalizando el proceso. La pinocitosis requiere de aporte energético para tener
lugar; en este caso la energía también proviene del ATP.

OBTENCIÓN DE ENERGIA
Las sustancias básicas empleadas por las células para extraer la energía son el O2 y uno o más de los nutrientes: hidratos de carbono, proteínas y
lípidos. Todos los nutrientes sufrirán una serie de transformaciones antes de obtener la molécula que nos proporcionará la energía. La mayoría de
reacciones tienen lugar en la mitocondria, donde se sitúan los enzimas requeridos para el procesamiento de los nutrientes; y la molécula obtenida no
va a ser otra que el ATP.
Debido a la importancia del ATP dentro del metabolismo celular, vamos a hacer una breve exposición de una molécula tan imprescindible para la
célula. El ATP es una molécula que está formada por la combinación de una base nitrogenada (adenina), un azúcar (ribosa) y la parte realmente
interesante de esta molécula, tres radicales de fósfato.

Representación esquemática de la molécula de ATP


Los dos últimos radicales de fósfato están conectados entre sí por los llamados enlaces fósfato de alta energía (representados en el esquema con
el símbolo ~). Cada uno de estos enlaces posee gran cantidad de energía almacenada, de manera que cuando se rompe el enlace se libera toda esa
energía. Cuando un ATP libera uno de los radicales fósfato, la molécula restante se denomina ADP (adenosín-difosfato). Si ese ADP se desprende de
otro radical fósfato, la molécula resultante es el AMP (adenosín monofosfato). Posteriormente, la energía proveniente de los nutrientes celulares hace
que el ADP y el ácido fosfórico se recombinen para formar una nueva molécula de ATP, que será reutilizada. Por todas estas razones el ATP se conoce
como la moneda energética de la célula.
La célula posee múltiples mecanismos para ir reponiendo las reservas de ATP a medida que van siendo consumidas por el metabolismo celular. Los
principales mecanismos se exponen a continuación.
El sistema de la fosfocreatina es el primero de los mecanismos que expondremos. La base de este sistema está en la molécula de una sustancia
llamado fosfocreatina. A pesar de la importancia capital que tiene el ATP como agente para la transferencia de energía, la reserva más abundante de
enlaces de fosfato de alta energía se encuentra en la fosfócreatina. Esta molécula es de 3 a 8 veces más abundante que el ATP.
La fosfocreatina no puede actuar directamente, de igual manera que el ATP como agente para la transferencia de energía entre los nutrientes y los
sistemas celulares; pero puede transferir energía a las moléculas de ADP y AMP para obtener ATP.
La fosfocreatina se almacena en el músculo y, al descomponerse libera energía que se aplica para sintetizar ATP. De esta forma, a la vez que se
está descomponiendo ATP en la célula muscular y se libera energía para ser aprovechada, se va reponiendo gracias a la energía cedida por la
fosfocreatina. La cantidad de ATP que hay en el músculo sólo basta para mantener la potencia muscular máxima durante unos 3 segundos. Por
consiguiente, exceptuando los primeros segundos, es esencial que se vaya formando ATP nuevo continuamente, incluso en el transcurso de la
ejecución de pruebas deportivas.
Una característica especial de la transferencia de energía desde la fosfócreatina al ATP es la rapidez con que sucede, en una fracción de segundo.
La fosfocreatina celular, junto con el ATP, reciben el nombre de sistema energético del fosfágeno. Juntos pueden suministrar potencia muscular
máxima para un período de 8 a 10 segundos, casi suficiente para correr 100 metros. Deducimos que la energía almacenada en la fosfocreatina
muscular puede utilizarse inmediatamente para la contracción muscular. Veremos que este sistema que proporciona energía inmediatamente es muy
importante para satisfacer las necesidades en disciplinas deportivas que se caracterizan por su poca duración y elevada potencia.
El sistema del oxígeno o aeróbico es el segundo de los mecanismos que puede utilizar una célula para reponer el ATP consumido. El término de
aeróbico hace referencia a la oxidación de los alimentos para obtener energía, con la particularidad de que precisa de la presencia de oxígeno para
tener lugar.
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Los principios inmediatos (hidratos de carbono, lípidos y proteínas) son transformados en glucosa, después de ciertos procesos, se combinan con el
oxígeno y liberan energía presente en los nutrientes.
El proceso por el cual obtenemos energía a partir de la degradación de la glucosa con la presencia de O2 se denomina glucólisis aeróbica.
Mediante este sistema la célula muscular es capaz de obtener energía para sintetizar ATP siempre que tengamos disponibilidad de glucosa. Por
tanto, el sistema aeróbico es preciso para la actividad prolongada, pues se puede mantener durante tiempo ilimitado mientras tengamos nutrientes
suficientes.
El sistema del ácido láctico es el tercer mecanismo de obtención de energía. Este sistema es conocido como glucólisis anaeróbica. Es muy similar
a la glucólisis aeróbica, pero en este caso las reacciones no precisan de la presencia de oxígeno para llevarse a cabo. Mediante este sistema también
se utiliza la glucosa como producto inicial y se obtiene ácido láctico como producto final. Este mecanismo implica una limitación debido a que el
ácido láctico que se acumula en el músculo y en la sangre, origina una fatiga muscular temporal. Las agujetas que aparecen tras la realización de
un ejercicio físico intenso no son más que la cristalización del ácido láctico acumulado en el tejido muscular, y producido al ponerse en marcha la
glucólisis anaeróbica.
Otra característica del sistema consiste en que puede formar moléculas 2.5 veces más rápidamente que la glucólisis aeróbica. Cuando se requieren
grandes cantidades de ATP para un período moderado de contracción muscular, este mecanismo se puede emplear como fuente rápida de energía.
Pero sólo es la mitad de rápido que el sistema del fosfágeno. A pesar de esta ventaja relativa, cabe mencionar que este proceso es menos rentable
que la oxidación de la glucosa mediante la glucólisis aeróbica.
El sistema del ácido láctico será importante para brindar fuerza en las carreras intermedias (400-800 metros).

RESUMEN
El organismo vivo es una estructura dinámica y cambiante. Por esta razón, debe poseer sistemas que renueven
constantemente la materia. Dentro de los orgánulos, existen algunos cuya misión fundamental es la síntesis de
moléculas, para satisfacer la demanda que realiza el organismo.
Como vimos en temas anteriores todas las estructuras celulares se hallan envueltas de membrana celular. Por este
motivo va a ser primordial conocer como se producen los intercambios de materia a través de estas estructuras.
Dentro de los mecanismos de transporte a través de membrana se establecen dos categorías generales: aquellos
procesos que requieren consumo de energía (transporte activo) y aquellos procesos que no necesitan gasto energético
para llevarse a cabo (difusión).
Por último hemos visto como las células deben poseer toda una maquinaria diseñada para producir energía
y mantener en funcionamiento todos los procesos vitales. La molécula crucial de estos mecanismos es el ATP.
Existen varios sistemas para obtener energía en forma de ATP (sistema de los fosfágenos, sistema aeróbico y sistema
del ácido láctico).

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