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EL OCTUBRE ROJO CHILENO: CRÓNICA DE UNA REVOLUCIÓN EN CURSO

Por Alejandro de Santiago

El presente ensayo tiene por objeto, dejar testimonio y constancia de algunos hechos
y su análisis intelectivo, relacionados con la Revolución del Octubre Chileno,
sucedida desde el 18 de Octubre de 2019 a raíz de las evasiones masivas al metro de
Santiago; las cuales fueron usadas como “máquina de guerra” revolucionaria, en la
terminología de Gilles Deleuze. Son acontecimientos de tanta gravedad, intensidad
y trascendencia, que además se encuentran en pleno desarrollo, muy lejos de
terminar. Cuanto más pasa el tiempo, parece que el lema no debiera ser el hashtag
de twitter usado por ellos “esto no ha terminado”, cuanto más bien “esto recién
comienza”, teniendo a la vista todo lo que este año 2020 trae como producto del
llamado a proceso de cambio Constitucional mediante el plebiscito acordado por los
partidos políticos. Es una mezcla entre historia, crónica, testimonio, análisis de
intelección estratégica y ensayo. Casi todo lo que aquí menciono ha sido observado
durante la Revolución, en terreno, en fotos y análisis de numerosos afiches, grafitis,
propaganda, mensajes, y códigos de la revuelta; así como sitios web y prensa de la
Izquierda, tales como “El Desconcierto”. Lo que yo agrego es el análisis politológico,
filosófico y teológico, desde el realismo metafísico tomista y la concepción católica y
clásica de la sociedad.

Soy Alejandro de Santiago, la ciudad que honra a Santiago Apóstol, el Hispánico e


intrépido predicador de Cristo allende los mares, orgulloso del pasado católico,
hispánico y foral de mi patria, Chile, y de mis raíces hispanas, de la historia de
España como el epítome de la Cristiandad y el régimen corporativo, de la
evangelización y conquista hispana, de la España eterna e inmortal, de Santiago
como la ciudad de Santago Apostol, de los valores hispanos como antítesis del
capitalismo anglosajón y vengo aquí a invitarte a recorrer juntos, el camino infernal
de la Revolución chilena. Vamos a recorrer juntos, que ha pasado en esta Revolución,
la mayor y más profunda desde la caída de muro de Berlín. Iremos por caminos
peligrosos, por calles llenas de anarquistas, por iglesias saqueadas, por barrios
decadentes, por antros de subversivos, por asambleas revolucionarias, conoceremos
el odio salido de las profundidades. ¿Para que? Para pensar la Contrarrevolución,
en nombre de Dios y la Patria.
LOS COMIENZOS

Todo parecía un viernes como cualquier otro, en el Santiago liberal de la era


piñerista. Pero de pronto, la ciudad entera es sacudida por el estruendo de
explosiones, incendios y llamaradas que sobrepasan todo lo conocido en Chile. Un
terremoto de grado 10 estalló en el “oasis” liberal, en el Chile “estable” en teoría, del
último tiempo. Salvo algunas protestas en la semana de dicho viernes 18 de Octubre
de 2019, por evasión debido a las alzas en las tarifas del metro. Nada demasiado
fuera de lo común en el Chile de los últimos años. Pero muy lejos de las
descomunales manifestaciones y revueltas con las cuales la generación “mileniall”
fue creciendo y participó de modo protagónico, como la “revolución Pinguina” del
año 2006, el movimiento estudiantil del año 2011 o el “Mayo Feminista” de 2018.
Entre medio, mes a mes, incontables movimientos sociales hacían protestas y
manifestaciones de mayor o menor envergadura.

El 2006, el 2011 y el 2018 fueron los hitos conductores de la Revolución en Chile. No


es secreto para nadie que han sido años muy convulsionados, en los cuales han
emergido muchos “Movimientos sociales”, tales como los ambientalistas, el
feminismo, animalistas, pobladores, ecologistas, indigenistas, derechos humanos,
los propios estudiantes, profesores, funcionarios públicos, los trabajadores y
sindicatos, movimientos de la diversidad y la disidencia sexual(LGBTIQ), activistas
de la burla incluso, etc. Plaza Italia llegó a ser escenario a veces casi semanal, de
alguna manifestación “ciudadana”, “pacífica”, “democrática”, etc. Durante los
últimos 15 años, Chile ha sido un país bastante convulsionado socialmente pero muy
estable a nivel político-institucional. Y aun así, un creciente y peligroso descontrol y
anarquía se apoderaba, cada vez más, de la Araucanía, a raíz del conflicto mapuche,
debido a la acción subversiva y terrorista de grupos que se dedican constantemente
al saqueo, quemas, destrucción y robo en caminos, fundos, empresas, etc.,
reivindicando el “Wallmapu”.

A menudo, dichos “movimientos ciudadanos”, especialmente estudiantes y


feministas, que tenían un amplio poder de “convocatoria”, generaban gran
convulsión, saqueos, violencia desatada y descontrolada, en grado creciente, con la
consiguiente ola de “represión”, supuestamente “brutal”, por parte de Carabineros.
Cuando había marcha estudiantil, era sabido que habrían “disturbios” en ciertas
zonas, a veces un poco más allá. En el caso del movimiento estudiantil, además se
producía el fenómeno de las tomas y ocupaciones de colegios y universidades, con
masivos saqueos al interior, transformados en células revolucionarias moleculares.
Eran un Wallmapu, a escala “focal” y “micropolítica”.

En general, la prensa y la sociedad los consideraba “movimientos pacíficos,


democráticos y ciudadanos”, que expresaban un “malestar y descontento social”,
pero que “unos pocos infiltrados y encapuchados y lumpen lo arruinaban y
producían disturbios aislados”. Con el tiempo se consolidó la idea que eran
“infiltrados de Carabineros y montajes policiales”. Y así transcurría la “normalidad”
y “paz” de la sociedad liberal en Chile, interrumpida cada cierto tiempo por dichas
marchas y disturbios en ocasiones bastante graves. Los años de Piñera y Bachelet se
fueron tornando cada vez más convulsionados, las propuestas de transformación
social de Bachelet y la Nueva Mayoría, las discusiones sobre la reforma a la
Constitución, la Asamblea Constituyente, una creciente indignación y rabia de la
sociedad por casos de abusos empresariales convertidos en la cotidianeidad, que se
volvieron generalizados y extendieron a toda la clase política, instituciones, la
Iglesia, las FFAA, etc. Pero en realidad, se vivía una ilusión liberal, un espejismo
burgués, una tranquilidad en el des-orden.
Ya veremos con más detalle estos puntos, pero antes, para un análisis con
perspectiva histórica, me he permitido hacer un recorrido general por la trayectoria
histórica de Chile, sobre todo las últimas décadas, antes del “viernes en que se
derribó el Costanera Center”, para graficarlo de un modo; el viernes en que todo
cambió para no volver nunca más, el viernes en que “la ilusión liberal” de 30 años
se estrelló ante el precipicio del Caos, el viernes que incendió 30 años en 3 horas.
Quizás, 3 o 4 siglos.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Sin pretender hacer una acabada exposición de la historia de Chile, se hace necesario
exponer algunas ideas. Chile, desde su Independencia, que no secesión de la
Monarquía Católica Universal o Imperio Español, que con todos sus defectos y
problemas(especialmente en Chile, el país más alejado de la Corona en el
continente), constituyó el equivalente del tiempo histórico conocido como “Edad
Media” y que en palabras de Nikolay Bediayev, para España y la Hispanidad, fueron
“Edad Media permanente”; el principio metapolítico de Cristiandad, la inserción y
pertenencia formal y material a la Civitas Christiana en la escatología suprahistórica
y trascendente. Nada menos, que el Orden y el Orden con mayúscula, el Orden
esencial y teo-logocéntrico.
La Hispanidad, como afirmaron Alvaro D’Ors o Jaime Eyzaguirre, protegía nuestros
países del espíritu de ferocidad mercantil y crematística, de la desenfrenada usura
voraz que se vuelve “el cáncer del mundo” en palabras del poeta Ezra Pound; sin
las luchas de clases y el desarrollo capitalista tan propio del Chile republicano
liberal. La Iglesia influía positivamente en el orden social para obligar a ricos y
poderosos así como pobres y humildes a aceptar y acoger normas y principios
objetivos de justicia, la organización corporativa si bien menos potente que en otros
Reinos indianos, otorgaba una legítima y necesaria protección y justicia social.
Especialmente bajo los Habsburgo o Austrias, la concepción católica, premoderna y
tradicional del Orden se mantenía con plena y máxima vigencia. Fue debilitándose
con los Borbones, sin perder aún su esencia y substancia, aunque adquiriendo
elementos corruptores de influencia ilustrada y liberal que harán eclosión en la
Independencia. Por muy malos que hayan podido ser los Borbones incluso, lo que
vino luego de 1818 fue mucho peor, en todo sentido, perdiéndose aquella fuerza
misteriosa del Katejon, cayendo en las garras de Inglaterra.

La Hispanidad aun debilitada en la época borbónica, cumplía parte del misterioso


papel del Katejon que San Pablo menciona en II Tesalonicenses, tema que ha
cautivado a autores como Padre Leonardo Castellani o Francisco Canals Vidal;
participaba en aquella Romanitas que los Padres de la Iglesia veían en el Influjo
temporal que la Santa Iglesia ejercía sobre los pueblos bajo su abrigo, que en Pedro,
representaba su unidad, ejerciendo la potestad indirecta sobre incontables pueblos
y naciones, guiados hacia el Reinado Social de Cristo. La Hispanidad en Chile,
participaba de la misión Sacral del Rey como figura paternal que sirve a Cristo y su
pueblo, contribuyendo a la preservación de la Sagrada Tradición esencial, luminosa
y unitiva con Dios en último término, una barrera contra las fuerzas y potencias
tenebrosas que estaban al acecho, en la Inglaterra masónica y usuraria, la Holanda
de banqueros y calvinistas, la Francia borbónica incluso, perdida en la ilustración y
el racionalismo, en la decadencia rococó, galicana y jansenista y que decir luego con
la Revolución de 1789, Napoleón, etc. América en los siglos indianos, fue el territorio
más pacífico¸ estable, prospero y justo del mundo entero, lo que en Chile no alcanzó
a proyectarse en todas sus fuerzas, en Perú, en México, en Nueva Granada, fue un
realidad muy vívida y universal. Era un botín codiciado por potencias que buscaban
cualquier cosa menos el bien de la Cristiandad, y mucho más, la capitalista
acumulación ilimitada de riquezas y la “libertad de comercio” para ellos mismos,
claro está.
Este principio, del Katejon en la historia, como el protector del Orden esencial, de la
Civitas Christiana, que detiene la manifestación del inicuo, el Anticristo como
culminación de la Civitas Diaboli, lo que Santo Tomás de Aquino llamó “Cuerpo
Místico del Anticristo”, es algo que debe tenerse muy presente a lo largo de este
ensayo, es la clave interpretativa, que deja en evidencia la naturaleza última,
teológica, de lo político, en su dimensión más profunda y recóndita. Sin este
principio, no se alcanza a comprender la gravedad máxima de la Revolución de
Octubre en Chile.

La debilidad y los defectos del Chile indiano, no deben llevar a su rechazo


generalizado y crítica radical, para sustituirlo por un nuevo orden liberal, esperando
que allí se pueda corregir y adaptar, incorporándolo a la Revolución. Un elemento
negativo y perjudicial que marcará de la peor manera el Chile republicano, será el
excesivo peonaje en haciendas hacia el siglo XVIII que luego se transforman en
latifundios, a manos de una élite castellano-vasca que cada vez quiere desligarse
más de obligaciones ético-jurídicas, morales y religiosas con sus siervos. Esta
tendencia, se acentuará mucho más durante el Chile republicano y liberal.

La Independencia, con sus argumentos a favor y en contra, objetivamente, trajo la


dominación que no esclavitud de Chile hacia Inglaterra y el mundo moderno
anglosajón, liberal, masónico, capitalista, burgués y secularizado. El mundo del
“progreso”, de la Ilustración “moderada”. Un nefastísimo ADN de la élite chilena
empieza a gestarse, ADN que llegará en su contradicción hasta el colapso terminal
de Chile a partir del Octubre Rojo del siglo XXI. Las élites, manteniendo la base
católica y el sentido de “orden” y “autoridad” heredados de España, hicieron un
adúltero e impío matrimonio con el liberalismo de la Revolución.

Se fue desarrollando un hondo sentido patriótico en el pueblo en aquellos años,


movidos por guerras como la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y la
guerra del Pacífico, con el magno ejemplo de Arturo Prat, símbolo máximo de las
virtudes patrias de Chile. Era un país que combinaba un fuerte sentido de orden y
virtud republicana, a diferencia de otros países latinoamericanos en los cuales el
desorden es la norma fundamental. Pero era un orden corrompido en su forma por
el liberalismo basal de la República nacida de la Constitución de 1833. La influencia
católica se dedicó no a moldear las instituciones según la Tradición y el orden
natural y cristiano sino que meramente a conservar los grupos de poder
establecidos. Era por esencia, liberal-conservador de una élite local, provinciana,
católica liberal y cada vez menos aristocrática y más aburguesada y plutocrática,
dedicada a negocios bancarios y usura; era una élite especialmente franco- anglófila
y enemiga de la Hispanidad. Querían estar en la Modernidad liberal sin abandonar
del todo la concepción católica, de modo que el liberalismo católico les resultaba
ideal, casi un traje a la medida.

Se fue gestando una gran inequidad e injusticia social especialmente a raíz del
progreso en la industria del salitre, con una escandalosa desigualdad social de una
élite que trataba a los trabajadores como peones de campo sin derechos ni dignidad.
Lo que llevó a brutales luchas de clases y conflictividad social, a semejanza de la
Roma republicana y sus luchas entre patricios y plebeyos. Que diferencia con la
Hispanidad cuya paz social y armonía de clases era ejemplar y reconocida incluso
por autores nada católicos. Se instauró una República parlamentaria donde el
principio de autoridad se desvaneció y solo el Dinero terminó por ser la medida de
todas las cosas, fue una época de gran decadencia. Surgen los primeros movimientos
marxistas y anarquistas, producto de la brutal lucha de clases, que ellos buscaban
culminar con la victoria del proletariado.

Ante tamaño desorden, surge la reacción caudillista también, Ibáñez del Campo será
el hombre encargado de dicha tarea, cual Cesar moderno ante las luchas de clases
en la república. Pero su talante autoritario lo llevaron a ser pronto detestado por
muchos y no logró aplicar todo el programa de sanación y restauración patriótica de
Chile, concordia de clases y superación de las luchas. Si inició el camino a la
industrialización, lamentablemente fue recorrido de modo torpe e ineficaz. La
política de industrialización solo benefició a los trabajadores urbanos quedando en
el campo una gran injusticia, atraso y miseria, de modo que se hablaba de la
necesidad de una reforma agraria.

Un sentido de orden patrio, dignidad y mística de la función militar, jerarquía y


tradición se fue consolidando en estos años, el peso del Estado si bien en algunas
cosas avasallador, en otras era una fuerza positiva que defendía el ethos patriótico
chileno y lo salvaba de la anarquía. El respeto a Chile y su bandera eran una ley no
escrita, universal y que hasta la izquierda más radical respetaba sin dudarlo.

Los gobiernos radicales transformaron lentamente Chile hacia un país semi


industrial pero seguía siendo muy pobre, ineficaces para superar el atraso, aplicando
medidas de la CEPAL y un excesivo proteccionismo, llevaron Chile a un nivel de
estatismo que hizo crisis en los 60 y 70 con Frei Montalva(Democracia Cristiana),
quien buscó una reforma agraria pero que en la práctica terminó con la
consolidación de la lucha de clases y un proceso revolucionario que culmina en la
elección de Salvador Allende. Frei Montalva inició masivas expropiaciones de
terrenos y un proceso de socialización tan acelerado que en poco tiempo más de
continuar, Chile viviría bajo un virtual estado socialista. Allende, debía culminar
dicha tarea.

Salvador Allende fue elegido en 1970, en unas elecciones que por primera vez
llevaron de manera democrática al marxismo-leninismo al poder, mediante la
coalición de la Unidad Popular. Se inició un proceso radicalizado de transformación
socialista, mediante expropiaciones y nacionalizaciones masivas, lucha de clases
generalizada, organización de comandos comunales, cordones industriales,
hegemonía de la sociedad, una reforma agraria comunizante y radical que suprimía
de facto la propiedad privada sobre el campo, todo dentro de un proceso
revolucionario que buscaba desbordar y colapsar las instituciones del Estado a partir
del Estado burgués, para ser transformado hacia un Estado socialista. En paralelo,
se formó un gran aparato político-militar revolucionario que actuaba como el poder
paralelo revolucionario, yendo más allá de lo dispuesto por la Unidad Popular y
buscando acelerar el proceso. Una gran tensión y enfrentamientos con los sectores
de Derecha y la Democracia Cristiana, generaron una politización y división social
paradigmática, los llamados tres tercios de la sociedad. Era inminente la guerra civil
o la Revolución armada o una intervención militar. Los revolucionarios empezaron
ya a generar las listas de quienes había que liquidar y marcar sus casas, listas para
sufrir la violencia y el terror rojo de la Revolución.

La izquierda ha mentido sistemáticamente para dejar a Allende como un gran


humanista que nunca avaló la violencia, lo cierto es que su gobierno fomentó por
acción u omisión todo un proceso de revolución desde el poder, para edificar el
Poder Popular. Creó un mito del buen revolucionario, que solo quería los fines más
altruistas para el Pueblo, un ejemplo de noble demócrata y socialista.

Un proceso de transformación socialista que nos acercó al campo internacional del


comunismo, especialmente Cuba y algunos países del bloque soviético como
Alemania del Este, que siempre mostró gran interés y apoyo a la Unidad Popular.
La Unión Soviética vio con escepticismo a Allende porque vio en él un
socialdemócrata que no era lo suficientemente leninista para instalar el comunismo.
Lo cierto es que Allende estuvo permanentemente oscilando entre la dirección que
tomar. Él avalaba la vía armada para la toma del poder, como lo declaró
públicamente, apoyando plenamente la Revolución Cubana, en el Congreso del
Partido Socialista de 1967. Incluso, en pleno apogeo del bolchevismo, en 1953
pronunció un discurso de pública exaltación a Josef Stalin tras su muerte. Pero su
espíritu de viejo socialista a la francesa, republicano y masón (pertenecía al grado 33
de la Francmasonería) le impedía tomar medidas más drásticas y acelerar las etapas
para el Poder Popular. Era como un abuelo de la Revolución, frente a los jóvenes
castro-guevaristas, radicalmente leninistas, dispuestos a todo y matar a quien sea,
por la Revolución.

Allende en 3 años estuvo a punto de transformar a Chile en un país comunista. Ya


se produjo el masivo desabastecimiento, largas colas para adquirir productos
básicos, la destrucción intencional de la “economía burguesa”, la transformación
paulatina y creciente de la economía en un objeto de la planificación estatal, apoyada
esta última en décadas de masivo estatismo en materia económica. Empezó a
ejecutarse un sistema de planificación y distribución y racionamiento de alimentos
similar al de Cuba y el mundo socialista, que se repartía mediante tarjetas de
racionamiento humillantes, que entregaban una porción ínfima de víveres y
alimentos a los que se tenía derecho mensualmente.

El mundo entero estaba expectante del resultado de dicho experimento. Estados


Unidos intervino para salvar sus intereses amenazados. Miles de guerrilleros y
agentes comunistas de otros países del bloque soviético, desde Corea del Norte hasta
Checoslovaquia, pasando por legiones de guerrilleros cubanos intervenían en Chile
para procurar la transformación socialista. Se realizaron masivas listas de quienes
debían ser liquidados y ejecutados por la Revolución, las casas de los opositores y
enemigos que debían matar estaban señaladas y marcadas ya hacia 1973. El
Congreso declaró inconstitucional al gobierno de Allende, pero las instituciones del
Estado colapsaron o fueron tomadas por los revolucionarios y transformadas en
organismos subversivos. El Estado de Derecho fue absolutamente destruido.
Muchos ya pedían la intervención de las Fuerzas Armadas, se afirma
simbólicamente que dos tercios del país frente a un tercio de la Unidad Popular,
veían en las FFAA la salvación del país frente a la inminente esclavitud marxista.
Solo faltaba el golpe final, pero la guerrilla comunista estaba armada y recibiendo
constantes armas desde Cuba, preparándose para el asalto final a la toma del Poder,
y para formar un Ejército Popular. Se veía inminente la guerra civil y se aprontaban,
con planes criminales que muy pocos han denunciado, entre los que se tenía por
objetivo liquidar y exterminar clases y grupos de enemigos de la Revolución bajo un
escenario de terror rojo en la Revolución. El odio de clases y división política hizo
de Chile un país irreconciliable dispuesto a exterminarse el uno al otro.
En eso, un 11 de septiembre de 1973, se produjo la intervención de las Fuerzas
Armadas que derrocó al tirano marxista-leninista y salvó a Chile de ser un país
comunista y evitó una guerra civil que habría dejado cientos de miles de muertos,
tal como los propios líderes y dirigentes de la Unidad Popular reconocían que
sucedería. Pero todo sea con tal de alcanzar el Comunismo. Augusto Pinochet
comandó la intervención militar que derrocó a Allende, la cual fue muy celebrada
por amplias masas de la población que vieron, no como se ha dicho hoy, una
liberación del marxismo. Fue muy resentida y sufrida desde el día 1 por el tercio
incondicional de la Unidad Popular. En cambio, para los 2/3 que pedían a gritos la
intervención de las FFAA fue una victoria. Se debe entender que en 1973 la
polarización era tal que solo habían dos opciones reales, o el Poder Popular
conquistaba el Estado y transformaba a Chile en un régimen comunista, sin vuelta
atrás, a semejanza de Cuba y mediante una muy probable guerra civil de por medio
o los militares intervenían para salvar la Patria. La opción democrática republicana
no era viable porque el proceso estaba radicalizado en tal modo que sería vista esa
opción como una claudicación ante la “burguesía y el imperialismo”, de modo que
la izquierda revolucionaria, la misma que presionaba a Allende a acelerar los
cambios, habría instado por un golpe final para evitar una salida “burguesa” al
conflicto.

Las autoridades militares proscribieron el marxismo y comenzaron de inmediato


una dura política represiva, mediante una guerra antisubversiva llevada a cabo por
medios que a menudo eran de muy dudosa o nula moralidad, aprendidos por los
militares en la Escuela de las Américas que a su vez se implementaron en otras
dictaduras de la región, que incluían desapariciones forzadas, ejecuciones
extrajudiciales, torturas brutales. Era legítimo ejecutar y actuar con fuerza letal
contra subversivos y revolucionarios, pero no la crueldad excesiva ni desaparecer
sus cadáveres. La moral cristiana debe informar aún la guerra antisubversiva, así
como hay un derecho y una moral de guerra entre estados, también la hay en la
guerra antisubversiva. Los medios brutales del gobierno militar dejaron un
profundo y duradero trauma en la Izquierda, que será explotado ideológicamente
hasta el paroxismo, como arma de guerra para demonizar a la derecha y todo lo que
representa la institucionalidad nacida del gobierno militar.

Se obtuvo una victoria militar sobre el comunismo, a costa de una política de guerra
sucia antisubversiva que fue bastante cruenta pero quizás inevitable, aunque
siempre pienso que muchos excesos y brutalidades que consideran violaciones a los
DDHH y han pasado a significar el mal absoluto en la narrativa de la izquierda,
pudieron evitarse. Le entregaron en bandeja la mejor narrativa que tenían. De pasar
de ser los totalitarios y los dispuestos a entregar a Chile a la guerra civil, de ser los
peores criminales, pasaron a ser considerados víctimas de una represión brutal. Sin
embargo, el número de muertos fue muy inferior al que habría sido en caso de un
guerra civil, no más de 3000 desaparecidos y muertos en total. En caso de guerra
civil, se estima al menos 250.000 muertos, sin perjuicio que una tiranía comunista
habría masacrado 10 veces más, por lo bajo y ninguna de las organizaciones de
DDHH derramaría una sola lágrima, tal como pasó con Fidel Castro y otros
gobiernos totalitarios marxistas en la región.

La brutalidad y torpeza en entender la subversión y la contra subvrsión, asi como la


falta de capacidad para combatirla ganándose la opinión pública y dominar el
discurso fueron la nota esencial de los órganos de seguridad del régimen. Estas
graves falencias le permitieron a la Izquierda crear un gran mito ideológico, las
violaciones de los DDHH en la dictadura pinochetista, con una fuerte carga de
victimización y transformación romántica de los revolucionarios en jóvenes
idealistas que dieron sus vidas por una causa justa, la construcción del socialismo y
la democracia popular, reprimidos brutalmente por un aparato que ejercía
terrorismo de Estado, la DINA y la CNI. Este mito fundante será el punto de partida
del contra ataque de la Izquierda, cuya mayor ofensiva y victoria ha sido la
Revolución del 18 de Octubre.

El sello del régimen será la transformación económica de Chile, superando el


estatismo para ser reemplazado por un modelo radicalmente neoliberal. Chile, en
buena medida, fue el primer país del mundo que aplicó el neoliberalismo de la
escuela de Chicago de modo completo, antes incluso que Inglaterra y EEUU. Se
implementó un drástico programa económico. Verdaderamente se puede afirmar
que fue otra revolución, una revolución neoliberal, por lo rápido y radical de los
cambios, en sentido opuesto al proyecto social comunista de la Unidad Popular. El
historiador Mario Góngora ha hablado de las planificaciones globales para referirse
a los proyectos de Frei Montalva, Salvador Allende y Augusto Pinochet, los tres de
signos revolucionarios al final y que buscan rediseñar la sociedad por completo.

El problema fue que se decidió apoyar un capitalismo tan salvaje como inhumano,
despiadado y sin la menor corrección y protección laboral y social, menos la
moderación y el equilibrio de la doctrina social de la Iglesia. Al contrario, un
capitalismo rentista de tipo especulador y usurero como pocas veces se ha visto a tal
nivel en los tiempos modernos. En lugar de aplicar una necesaria y legítima
economía social de mercado a la alemana, como la diseñada tras la guerra por
Ropke, Muller Armack, Eucken y Erhard e implementada de manera brillante por
el canciller Konrad Adenauer, que equilibra capital y trabajo, libertad y justicia
social, bien común e interés individual, sindicalización y empresa, etc.; se
implementó una drástica versión del capitalismo rentista y especulativo, una
economía sustentada en la usura. La versión más radical de lo que ha sido llamado
el capitalismo angloamericano por oposición al capitalismo renano 1. Hernán Buchi
y José Piñera, así como Rolf Luders fueron encarados de ejecutar las duras reformas
económicas, que aplicaron las ideas del economista neoliberal, partidario del aborto
y ateo y materialista, Milton Friedman. Chile se volvió de una promesa para el
paraíso socialista, en otro paraíso, esta vez de signo neoliberal.

Se aplicaron duras medidas como el plan Piñera(elaborado por José Piñera), que
redujo los derechos laborales al mínimo e implementó un sistema cercano al despido
libre, suprimiendo la sindicalización y protecciones laborales; una monetarización
radical de la economía, sustentada en la usura voraz, una política favorable al crédito
a consecuencia de lo anterior, medidas que reducían al mínimo la presencia del
Estado en la economía, que se consideraba con criterios únicamente técnicos, sin
consideraciones ético-jurídicas y mucho menos, teológicas. La economía debía regir
incluso sobre la política y dirigirla no al bien común sino al bien individual, de cuya
suma de intereses se obtendría el bien común, en la mentalidad de dichos
economistas. La crematística en su forma más despiadada y usurera se transformó
en la suprema ley de la economía. Siguiendo las tesis de E. Michael Jones en su libro
Barren Metal: The conflicto between usury and labour 2; este capítulo de la historia
chilena resalta como uno de los grandes episodios de dicha confrontación, entre la
usura en cuanto capital rentista que saquea, expolia, precariza y humilla al trabajo y
al trabajador, para beneficio de una finanza vagabunda, apátrida, sin Dios ni Ley,
que solo acrecienta la acumulación producto de la avaricia, hasta el infinito, como
Santo Tomás advertía respecto a una república gobernada por los comerciantes y su
insaciable afán de riquezas. La forma más fácil y antinatural por lo demás, de
obtener riquezas es a través de la usura, mediante un capital ficticio que no crea nada
y destruye el trabajo productivo, mediante juegos financieros de quienes controlan
el capital y con ello perjudican a los justos derechos del trabajo.

1
Michael ALBERT (1991). Capitalismo contra capitalismo. Recuperado de
https://enciclopediapr.org/encyclopedia/capitalismo-contra-capitalismo/
2
Michael JONES (2014). Barren Metal: A History of Capitalism as the Conflict between Labor and Usury
El gobierno enfrentó una dura crisis en 1977 y una peor en 1982, la primera a
consecuencia de la especulación financiera y la segunda, similar a la anterior pero
agravada, que llevó al cierre de muchas empresas nacionales y la compra por
capitales extranjeros de dichas empresas, así como una alta cesantía a consecuencia
de las quiebras. El más beneficiado de estas crisis fue el sector bancario. El trabajo
llegó a un alto nivel de precarización, inestabilidad laboral, abusos laborales,
explotación y todo para beneficio de unos pocos empresarios y capitalistas rentistas
que no rendían cuenta a nadie. Mediante las privatizaciones, se formó una nueva
élite de nuevos ricos que se apropiaron de las empresas antiguamente pertenecientes
al Estado y que ahora pasaron a integrar los grupos económicos pertenecientes a las
élites financieras y capitalistas.

En Chile se empezó a formar un gran capitalismo oligopolista, de una alta


concentración de la propiedad en pocas manos. No es preciso llamarlo monopolista,
porque no se trataba de monopolios concedidos por el Estado, sino más bien
oligopolista, de pocos capitalistas controlando amplios sectores de la economía
mediante grupos económicos de propiedad concentrada en pocas manos, en lugar
de una genuina libre competencia con amplia distribución de la propiedad y la
empresa en numerosas manos. De modo que tenían un amplio poder para fijar los
precios y condiciones del mercado, casi siempre leoninas y abusivas, para su mayor
beneficio.

Realmente Pinochet gobernó para favorecer a la banca y el peor capitalismo rentista


posible de concebir. Teniendo a la gente, el poder, la autoridad, no hizo sino
favorecer a la usura más despiadada y no quiso edificar una justa economía social
de mercado. Se podría decir que no la conocían pero ¿para qué están los
economistas, sino para realizar reformas económicas justas que beneficien a todos
los sectores y actores económicos conforme al bien común y no para beneficiar al
capital rentista?, ¿para qué está el gobierno sino es conducir con rectitud, dirigir
conforme al bien común a la economía hacia el interés nacional y proteger y
equilibrar armónicamente los derechos de todos quienes participan en la vida
económica? Estas consideraciones de perogrullo no estaban tan claras al parecer en
la mente de los economistas liberales del pinochetismo. Para ellos, reducir al mínimo
los derechos laborales, precarizar a la gran masa de trabajadores, reducir al mínimo
las pensiones que operan bajo un criterio estrictamente de mercado, es “eficiencia”.
La justicia general de Santo Tomás es ineficiente, entonces la iniquidad e injusticia,
son más eficientes. No dejan de ser un paradigma del utilitarismo liberal moderno,
muy lejos del espíritu de la Cristiandad, que armonizaba trabajo y capital mediante
el régimen corporativo, otorgando dignidad a patrones y trabajadores, proscribía la
usura por considerarla antinatural y degenerada forma de impiedad y robo, incluso
excomulgaba a quienes defendían el cobro de intereses en cuanto usura(¡!),
repudiaba el espíritu crematístico y la avaricia de los comerciantes, ordenaba la
economía conforme a la ética y la subordinaba a la política en cuanto dirección al
bien común mediante el régimen corporativo-gremial, etc.

Lo más sorprendente de todo esto es que muchas veces los promotores de tales
medidas se consideraban católicos practicantes, serios, comprometidos,
conservadores y hasta tradicionales. Es sorprendente que no hayan podido ver la
contradicción entre ser católico y entender cada acto como participación de la vida
divina o su negación y por tanto, pecado, entre entender cada acto de la vida
humana como adecuado al fin último y por tanto requiriendo del ejercicio de las
virtudes y la concepción crematística-materialista de la vida, que busca alcanzar el
interés y utilidad terrenal y hedonista a como de lugar sin reparar en los medios. Es
muy protestante esta forma de pensar el capitalismo, no por nada el capitalismo
liberal se desarrolló especialmente en países calvinistas. El mejor ejemplo de esto, lo
representa Jaime Guzmán, líder del llamado Gremialismo, que de semejanza a los
antiguos gremios medievales no tenía nada y sí mucho de una extraña fusión entre
la concepción aristotélico-tomista y las ideas neoliberales de Hayek y Friedman. En
realidad Jaime Guzmán aplicaba la concepción tomista mutilada con el liberalismo
hayekiano, confundiendo la autonomía de los cuerpos intermedios con su negación,
toda vez que les concedía autonomía a las organizaciones infrapolíticas y
reconociendo el principio de subsidiareidad, en la práctica lo negaba al no establecer
ni el más mínimo ápice de soberanía social y reducir como todos los liberales, el
poder a la soberanía política. De modo que toda su pseudo tomista y pseudo
organicista concepción que informó a la Constitución de 1980, se caía ante la
hegemonía neoliberal que él mismo defendía acérrimamente, porque los cuerpos
intermedios y grupos infrapolíticos no tenían verdadero poder para organizarse y
ejercer la soberanía social, mientras que la soberanía política le reconocía todo el
poder y amplias libertades a las fuerzas del capitalismo rentista, mediante el derecho
y las leyes hechas a su medida. Jaime Guzmán no fue sino un Michael Novak
chileno, un neoconservador que postulaba la defensa del “capitalismo democrático”
como el más humano de todos los sistemas, entroncando con la tesis del fin de la
historia de Fukuyama. La élite chilena aprovechó muy bien esta tesis del capitalismo
democrático para implementar sus reformas neoliberales en Chile, lejos de todo
espíritu cristiano.
Todas estas medidas fueron muy resentidas por las clases medias y bajas y fueron
generando un creciente descontento contra Pinochet que se manifestó en masivas
marchas y jornadas de protesta, usadas por la subversión revolucionaria como
aliciente para una eventual caída del régimen mediante intervenciones político-
militares insurreccionales de las masas. La lucha de clases volvió. La izquierda se
preparaba al contra ataque y desde el exilio y en los antros clandestinos, se
organizaba la contraofensiva mientras el pinochetismo ciego cantaba victoria, sin
capacidad de intelección estratégica de los grupos e ideas que luego atacarían con
una fuerza inusitada. De esto volveremos pronto.

Se pactó la salida de Pinochet luego de plebiscito del Sí y el No, gobernó la


Concertación durante 20 años seguidos en los cuales se profundizó en el modelo
neoliberal con algunas correcciones sociales necesarias, como un aumento de la
protección laboral y restablecimiento de derechos laborales, algunas cortapisas en
materia de derecho del consumidor para evitar el abuso financiero y de grandes
empresas, leyes en materia ambiental, etc. Lamentablemente crecieron también
enormemente las leyes administrativas que entregaban amplio poder al estado para
intervenir en cualquier aspecto de la sociedad y se dio con el tiempo una confusa
mezcla entre un neoliberalismo y una tendencia a la socialdemocracia que nunca
terminó de cuajar bien, un pseudo estado de bienestar mal implementado y peor
ejecutado y una economía que firmó NAFTA/TLC con la mayor cantidad de países
de todos los miembros del acuerdo, disminuyendo sus barreras y defensas y
legítimas protecciones para el desarrollo de su propia industria. Una economía
ampliamente usuraria, donde se permitía el anatocismo a niveles que ni en
Inglaterra, país campeón de la usura por excelencia, se permiten. Una sociedad con
altos niveles de endeudamiento pero con una creciente cantidad de bonos y
beneficios estatales, de tipo asistencialistas. Una sociedad fuertemente
individualista pero con amplia intervención del Estado, justamente tratando de
remediar dicho mal, sin atacar sus causas profundas, naturalmente.

Los gobiernos de Piñera el 2010 y el 2018 en nada alteran el panorama político


porque si bien eran nominalmente de derecha, en la práctica fueron casi iguales que
los de la Concertación. Casi indistinguible de Michelle Bachelet, socialista. Se formó
un consenso muy propio del fin de la historia, la globalización y el mercado, con
algunas correcciones sociales menores pero a la vez con un creciente estado
tecnocrático que abarcaba amplias áreas y aspectos de la vida social.
Profundizando en los fundamentos del progreso y crecimiento económico de Chile
experimentado en esta época, tenemos que es un caso paradigmático de la economía
centrada en la usura y especulación financiera, por contraposición a la economía
centrada en la producción de bienes tangibles reales. Se lograron avances como
reducción de la mortalidad infantil, alta esperanza de vida, mejora en los niveles de
vida generalizados, aumento del consumo, mayor acceso a bienes y servicios, etc. ya
en los años 80 estos avances se percibían.

Pero a un altísimo costo. A costa de hipotecar para siempre el futuro de Chile a la


usura más voraz y expoliadora de la economía productiva real. A costa de una alta
explotación en materia laboral en muchos sectores, amplia percepción de abuso en
las relaciones económicas, a costa de un fuerte predominio del capital financiero y
el capital financiero de la postmodernidad, estas masas monetarias de dinero que
nadie entiende y que son cada vez más abstractas. Pero que al controlar en cuanto
capital los demás factores de la economía, terminan esclavizados al beneficio rentista
de dicho capital que manda e impera, especialmente termina expoliando y
saqueando al trabajo, que resulta cada vez más precarizado. Así, en Chile las tasas
de subcontratación, trabajo en condiciones de inestabilidad laboral mediante
contratos a plazo fijo o temporales, o derechamente infringiendo el Código del
Trabajo, informalidad, en condiciones que resultaban inadmisibles en materia de
seguridad o higiene, en largas, muy largas jornadas o incluso sin jornada de trabajo
amparadas en el famoso Artículo 22 del Código Laboral; eran cifras escandalosas e
infames que no dan cuenta de un país verdaderamente exitoso solo un país rentista
que obtiene altas utilidades que se concentran en pocas manos y que “chorrean” al
resto de los sectores productivos.

El odio de clases se fue acumulando en gran medida y preparando para estallar de


la peor manera. Los dirigentes y vanguardias ideológicas de la izquierda lo sabían y
solo les convenía que aumente este odio de clases. Fueron extremadamente ciegos
quienes defendían la aplicación irrestricta de este capitalismo liberal individualista,
y no previeron las consecuencias sociales tan devastadoras que podría traer y poner
en peligro al mismo sistema de mercado como ha sucedido en Chile. ¿Era tan costoso
y tan imposible aplicar reformas que legítimamente y más aún ,de modo imperioso,
disminuyan el grado de estatismo pero mantengan un fuerte sentido social de la
economía, tal como el modelo de capitalismo renano o economía social de mercado
ha logrado hacer, estableciendo un sistema estable y socialmente responsable? ¿Era
tan “peligroso para los inversionistas” un sistema que sea más protector del trabajo
y menos garantista de la usura tan exacerbada? Quizás un poco, para los parásitos y
tiburones financieros que solo querían rentar a costa de esclavizar al país. No
debieran ser bienvenidos en una economía decente dichos delincuentes financieros,
por muy legal que sean, no dejan de ser delincuentes de las finanzas. Ahora, está en
riesgo de perderse todo y transitar derechamente hacia un sistema socialista o al
menos socialdemócrata fuertemente estatista.

La Izquierda en tanto, organizó, dirigió y ejecutó un contra-ataque espectacular, que


alcanzará su máxima expresión en aquel fatídico 18 de Octubre. Durante 30 años
fue inoculando las categorías ideológicas de una renovación del socialismo y del
comunismo, acercándolos a la llamada izquierda libertaria o autonomista, en
definitiva al Consejismo. Este proceso revolucionario fue diseñado por la izquierda
chilena en el exilio que tomó contacto con las nuevas vanguardias de la izquierda
mundial y decidió operar una contra-ofensiva desde los años 80 mismos, en pleno
gobierno militar, a través de la clandestinidad en sus comienzos. La izquierda
chilena preparó, diseñó, estudió y ejecutó una monumental contra ofensiva de
décadas para la conquista total del poder político, partiendo desde la noción de
hegemonía de Gramsci, Laclau y Mouffe hasta la conquista total (y deconstrucción)
del Sistema y su reemplazo por uno neo Comunista. Utilizando un nuevo modelo
revolucionario ensayado en Chile, con gran éxito lograron conquistar los distintos
poderes y obtener la hegemonía ideológica en la sociedad, casi sin contrapeso.

Durante estos años decadentes, el poder político se alternaba entre las dos
formaciones, la Concertación de centro izquierda renovada pero fiel ejecutora del
proyecto de transformación neo socialista de largo plazo aunque bien insertada en
el modelo neoliberal; y la Alianza por Chile o Chile Vamos, quienes cedían
constantemente a cuanta consigna, programa, idea, concepto, estética, y hasta
figuras y temáticas les proponía la izquierda. La derecha no paraba de ceder, la
izquierda no paraba de avanzar sin detenerse, a veces avanzando lentamente pero
inexorablemente. El poder económico estaba en manos de la derecha y de cierta
izquierda burguesa globalista afín a la Concertación, en tanto que el poder
ideológico, cultural, social y en parte el político, conquistados por la izquierda y su
hegemonía progresiva que tan bien diseñaron, que permitió neutralizar toda
respuesta de la derecha.

Estaban demasiado felices con los éxitos del modelo y el Chile del Costanera Center
y el Distrito de Lujo como para ponerse a estudiar en serio las transformaciones
ideológicas de la izquierda y el por qué constituían una amenaza. No se enteraron
quien los atacaba, como y por qué. Solo se preguntaban ingenuamente cuando
sucedió el 18 de Octubre, “que sucedió, no lo vimos venir, había descontento pero
no pensamos que llegaría a tanto”. Ciegos. Spengler decía que la cobardía engendra
ceguera, la cobardía para defender convicciones, mal endémico de la derecha
burguesa, les generó la ceguera ante la realidad amenazante que no querían ver, que
tenían frente a sus ojos, en sus narices, durante 30 años. Solo les interesaba disfrutar
de las bondades del modelo y conceder migajas sociales.

Las Universidades, centros de pensamiento, think tanks, cine, arte, teatro, cultura,
música, espectáculos, todo fue conquistado ideológicamente por las categorías de la
nueva izquierda, actuando como mecanismos socializadores y difusores del
feminismo, indigenismo, autonomismo, ambientalismo, movimiento LGBTI,
derechos humanos, etc. Sería muy largo enumerar en detalle cómo fue este proceso,
quizás es material para otro ensayo, y con riesgo de quedarme corto. En materia de
arte y cultura, llegaba a ser grotesca la hegemonía izquierdista en los conceptos que
se difundían y transmitían mediante dichos formatos, a las masas, especialmente
hacia la juventud. No hay concepto deconstruccionista que no haya sido socializado
mediante estos formatos y estrategias. La mentalidad promedio del chileno fue
cambiando en estos largos años, los conceptos salidos de las usinas de la
intelectualidad progresista y postmarxista fueron asimilados como lo bueno y
verdadero por amplias masas de la población. Sumandos a un proceso generalizado,
del cual pronto hablaré, de descristianización acelerada, el panorama ideológico no
podía ser más desalentador. La juventud en masa especialmente, asimiló
prontamente estas nuevas categorías, para ejecutar pronto las transformaciones
sociales requeridas por dicha concepción ideológica.

Y así vimos masivos movimientos ya desde el 2001 con el “Mochilazo” de los


estudiantes, el movimiento Pingüino del 2006, las protestas estudiantiles contra el
lucro entre el 2011 y el 2016, que fueron acompañas de un sin número de tomas y
ocupaciones de colegios y universidades a tal punto en algunas como la Universidad
de Chile o la Universidad de Santiago que se transformaban en permanentes. Las
marchas masivas ya eran una institución que llegó para quedarse, una creciente
hegemonía de la “calle”; o sea movimientos horizontales asistémicos que subvertían
las jerarquías verticales del Sistema y las “destituían”; ya se hacía sentir.
Movimientos ecologistas, ambientalistas, indigenistas, de la diversidad sexual
LGBTI, la reactivación del sindicalismo combativo, todo eso se fue gestando y con
mayor masividad durante estos años. El malestar contra el sistema neoliberal era
creciente y en gran parte justificado, lo que no era para nada justificado era el
objetivo, agenda, y fines de dichos movimientos e ideologías. Fue el Feminismo el
que alcanzó una masividad nunca antes vista, en sendas marchas del 8 de Marzo de
2018, del 8 de Marzo de 2019 y sobre todo en el Mayo Feminista de 2018,
movilizando a cientos de miles de mujeres, si es que no 1 millón, transformando una
protesta “ciudadana” por problemas de abuso y acoso en las universidades en una
mega protesta mundial que inspiró al Feminismo de Cuarta Generación en distintos
países como España, Argentina, EEUU, etc. Esta masividad será la tónica de la
horizontalidad. Masividad unida a la radicalidad de los petitorios, que el 2018 por
primera vez logra hacer socialmente aceptable la categoría de la disidencia sexual y
lo “queer”, desplazando lo LGBTI o lo “gay” a un plano meramente sistémico e
institucionalizado, instaurando la fuerza revolucionaria de lo “queer” o “cuir”, así
como toda forma de disidencia sexual frente al “régimen político del
heteropatriarcado”. La fealdad, el odio, la radicalidad de un movimiento anarco-
comunista, que caracterizarán al 18 de Octubre, ya se veían en dichas
manifestaciones. Y la derecha, cínica cree que “no se veía venir”. No querían ver. La
infestación ideológica de la izquierda radical sobre la sociedad, especialmente en la
juventud, ya estaba muy arraigada. Un “estallido social” revolucionario e
insurreccional era cosa de tiempo.

La correlación de fuerzas hacia el 2018-2019 ya estaba plenamente asentada en la


izquierda y la izquierda más radical en la horizontalidad de movimientos sociales y
populares, mucho más allá de la izquierda sistémica e institucional de los partidos
políticos. El Chile de estos años era un hervidero de cuanto grupo de izquierda
radical, revolucionaria, a menudo deconstruccionistas, existiera. Muchas veces, eran
grupos minoritarios pero que tenían un altísimo poder de organización que era
capaz de tumbar al sistema, como hicieron los grupos de la disidencia sexual
organizada para el Mayo Feminista, sumando masividad de movimientos sociales a
un ideario ultra-radical de izquierda deconstruccionista, que entre otras cosas pedía
la muerte del “macho”, o gritaba sobre lo lindo de cortar el órgano sexual masculino.
Pero no era nada de odio, solo manifestaciones ciudadanas muy pacíficas. Tal era el
poder de discurso y hegemonía que movimientos llenos de odio pasaban, ante la
prensa y la opinión pública, como espontáneas y legítimas manifestaciones de la
“ciudadanía”. Cabe destacar que los mayores movimientos sociales, los del 2011, el
2018 y obviamente el 2019, sucedieron durante los gobiernos de Sebastián Piñera y
con él, de la derecha chilena, que fue absolutamente incapaz de entender
mínimamente lo que sucedía, al grado del paroxismo de la ceguera, dando palos de
ciego y mostrando una falta casi absoluta de contacto con la realidad. Mucho más,
con la realidad ideológica del conflicto.
El contraste y lucha de clases se hacía sentir cada vez más. La sociedad chilena en
manos de la izquierda revolucionaria era como un sueño para impulsar la
Revolución, una sociedad tan fragmentada y devastada, tenía todo el potencial para
ser el laboratorio de la izquierda postmoderna con vías a la Revolución y no
meramente un Reforma más dentro del Sistema. El aspecto de sociedad avanzada y
hasta de país desarrollado que Chile mismo daba de sí mismo, era solo un oasis, un
oasis liberal, una ilusión que se estrellaba ante la realidad miserable de masas
proletarizadas y precarizadas bajo el capitalismo tardío, ante la construcción
revolucionaria de “lo popular” como forma de resistencia anti capitalista, que será
clave para articular el movimiento insurreccional.

Un Chile de rascacielos lujosos e hiper-modernos, del Costanera Center, de distritos


de lujos que resonaban a brutal e injusta inequidad social en los sectores más bajos
y marginales de la población, en quienes no les llegaba el progreso neoliberal; a
grosera obscenidad sin sentido, a verdadera violencia. Los sectores populares
sentían que Chile no era su país, que estaban sin patria. Tristemente fueron excluidos
de tal modo por la falta de representatividad y de dignidad mínima, que se
consideraban extranjeros en su propio país y que poco y nada tenían que defender
de tal sistema. La ceguera de la élite nuevamente fue proverbial en este asunto,
contribuyendo como nadie más que ella misma a dar la peor imagen de clasismo y
desprecio por quienes no formaban parte de la élite cerrada y sectaria. Ellos tomaron
a su vez el camino de la oclocracia más degradada, el odio más acendrado, el camino
oscuro del nihilismo, para responder al Sistema. Lo que la izquierda les enseñó, lo
que recibieron. ¿Quién les enseñaba y mostraba otra cosa? ¿La Iglesia? Ya
hablaremos de la Iglesia en Chile.

El Chile del distrito de lujo para ricos, que se jactaba de su éxito económico, que se
creía país desarrollado y moderno, el Chile del Costanera Center, de las tiendas de
lujo exclusivas, que creaban la ilusión irreal de un país rico y próspero a todo nivel;
en realidad era una olla a presión. Una propaganda y discurso ideológico de
Izquierda difundido a todo nivel y en todos los sectores y territorios del país, con
una abrumadora hegemonía social y cultural, que es manifestaba en una creciente
conflictividad social producto de movimientos horizontales y asistémicos que no
respondían a las jerarquías tradicionales del poder en Chile, masas que reproducían
las nuevas categorías de la izquierda, el país entero operando como laboratorio para
el nuevo modelo revolucionario. Mientras que el sistema contribuía a generar
condiciones objetivas para la Revolución y la ira y odio populares; a amplias masas
populares de clases bajas, tristemente el discurso venenoso de la Izquierda le hacía
sentido en sus vidas cotidianas y ello contribuyó a ampliar las bases revolucionarias,
que “bolchevizadas” estaban dispuestas a incendiar Chile si fuera necesario con tal
de obtener la “liberación”, despojadas de todo amor a la Patria y respeto a las
tradiciones. Pero los primeros en despojarlas de dicho patriotismo fueron las élites
liberales, arrogantes, con su cosmopolitismo insoportable, llenas de un materialismo
e individualismo obscenos y groseros, que eran vistos por el pueblo como ocupantes
de otro país.

Es cierto que los índices de pobreza bajaron sustancialmente desde los años 80 y en
algunas mediciones que por cierto son dudosas, se hablaba hasta de menos del 10%.
Son dudosas porque medían la pobreza de forma unilateral solo fijando
arbitrariamente una línea de pobreza que demarca fijamente y cual compartimiento
estanco, la pobreza o no pobreza. Pero la excesiva desigualdad de ingresos, entre
quienes ganaban menos que el sueldo mínimo y quienes recibían millones de
dólares generaba una amplia pobreza relativa difícil de medir pero muy fuertemente
percibida hasta por las clases medias bajas. Nos transformamos en un país de clase
media pero clase media baja, precarizada e inestable, aspiracional y arribista. El
altísimo costo de la vida, cada vez mayor, comparable o superior incluso al de países
europeos hacía esfumarse rápidamente los bajos salarios y las ilusiones de superar
la pobreza. Un alarmante alto coste de la vida, sin freno, en productos básicos, al
mismo tiempo que un congelamiento de las alzas salariales hacía cada vez más
insostenible un nivel de vida mínimamente decente y digno de amplias masas de la
población. La percepción de miseria era bastante mayor, por la marginalidad de
muchos barrios y sectores periféricos en las ciudades. La pobreza multidimensional
rondaba cercana al 30% en mediciones mucho más realistas. Muchas de estas masas
estaban totalmente conquistas ideológicamente por el postmarxismo y su discurso,
en el que veían u na liberación y esperanza para salir de su miseria.

La vivienda alcanzó costos impresionantes, por sobre el nivel de los propios países
europeos, en buena parte producto de la especulación inmobiliaria que el propio
sistema fomentaba. Era impagable para una persona promedio. Largas jornadas de
trabajo, a menudo contra lo que la propia ley establecía. Remuneraciones bajas de
una amplia masa de la población, que no alcanzaban para vivir dignamente, dado
el muy alto costo de la vida y creciendo éste último cada vez más. Las prestaciones
de salud pública eran miserables e indignas de todo estándar mínimo y las
prestaciones de salud privada tan costosas que eran accesibles solo a una minoría
que obtenía los mejores sueldos, que ni siquiera calificaban para ser rico, sino clase
media alta. La educación pública también era de pésima calidad y la educación
privada muy costosa, las pensiones muy bajas e indignas. Todo lo anterior reforzaba
enormemente la sensación y percepción de injusticia social grandísima que existía
en Chile. Más aún, la actitud de la élite, sumamente despectiva con lo que calificaba
como “rotos” a quienes no pertenecían a la élite, un nivel de clasismo tan vergonzoso
como violento. Si no se pertenecía a sus mismos círculos cercanos y tenía las mismas
costumbres de la élite, pues se era un “roto”, un nadie. Esta actitud endémica de la
élite chilena, muy reñida con el cristianismo que supuestamente muchos de ellos
profesaban, generó un odio de clases profundísimo. Una percepción de alienación y
enajenación de amplios sectores bajos y clases medias bajas, que no sentían que
compartían un mismo país con las élites y sectores acomodados. En las poblaciones
y barrios marginales se vivía una pobreza atroz que duele en el alma, lugares feos
llenos de podredumbre y ambientes sucios, destrozados, tristes. En términos
objetivos era menos terrible que la vivida antes de los años 80, con altas tasas de
mortalidad infantil y otros indicadores en los que objetivamente se mejoró
sustancialmente, la percepción era de aún mayor miseria dada la tremenda
desigualdad, sentían que ni migajas recibían del modelo. Es cierto que el modelo
mejoró muchos indicadores y tiene sus logros. Pero las estadísticas se estrellaban
contra una realidad dura y brutal que no medían las estadísticas. Y se olvidaban las
estadísticas que hablaban de Chile como un país con 8% de pobreza, de la pobreza
multi dimensional, que la aumentaban en torno al 30%, considerando el acceso a
servicios y calidad y dignidad de vida. El odio de clases que surge ante tales
injusticias y privaciones es tan fuertísimo que se rompe la unidad de la Patria.

Injusticia social, alto nivel de usura, miseria de los sectores marginales y populares,
muy alta desigualdad, alto costo de vivienda, y especialmente la difusión a todo
nivel del mensaje y discurso revolucionario de la Izquierda radical, mediante una
paulatina e inexorable conquista y hegemonía; transformaron a Chile en un país tan
fragmentado que se volvió una olla a presión para cualquier estallido revolucionario
violento. El que no lo vio venir, seguramente tenía muy escaso conocimiento de la
realidad del país. Se debe tener en cuenta además que la radicalidad del movimiento
vino de las clases bajas y sectores populares, no es un movimiento de clases medias
sino de sectores populares y marginales.

El absurdo y vacío de la postmodernidad hacía que la percepción de la pobreza y la


desigualdad tuviera un variante y gradiente aún mayor de sin sentido, de un mundo
caído que debía ser aniquilado, donde las normas morales ya no corrían sino
solamente la “nuda vida” de Agamben. Esta existencia vacía y sin sentido fue en
buena parte fomentada por la auto destrucción de la Iglesia y la descristianización
acelerada en Chile, que retiró la religión de las clases bajas.

Una debacle moral caracterizó la sociedad aquellos años. Tanto el individualismo


disolvente de la sociedad neoliberal como la acción orquestada del progresismo neo
y post marxista3 generaron un clima de profundísimo vacío moral donde las
costumbres más corruptoras y pervertidas se volvían la norma general en amplios
sectores de la población. Las tasas de divorcio estaban en niveles sumamente
elevados, el nivel de fracasos y ruptura matrimoniales era un escándalo, la familia
resultó especialmente erosionada durante estos años. Chile en pocos años fue
transformado de ser un país en general bastante conservador en materia de
costumbres en uno de los más liberales del continente. En la era de Ricardo Lagos
se le llamó la “era del destape”, donde el cine con películas como “Sexo con amor”
jugaron un rol clave en la liberalización de la sociedad chilena. Y el objetivo no era
otro sino demoralizar las defensas naturales de la sociedad, debilitar y en último
término destruir la familia como base de la sociedad para ser reemplazada por un
conjunto de individuos maleables por las ideologías dominantes de turno y el poder
político revolucionario.

Ni los padres de familias conservadoras y de élites sabían bien en que estaban sus
hijos, en que antros de fiestas perversas se hallaban, que mensajes y contenidos
deconstruccionistas recibían en su día a día y mucho menos sabían como
combatirlos. Quizás hasta ellos mismos estaban trabajados mentalmente por dichos
conceptos deconstruccionistas que de las formas más sutiles y siniestras fueron
diseñados para conquistar toda la cotidianeidad e informar todo el proceso de la
vida social e individual, transformando los conceptos sutil y silenciosamente.

3
Hay que distinguir neomarxismo y postmarxismo. El neomarxismo es el marxismo revisado desde
temprano, ya desde los años 20 en Alemania por la escuela de Frankfurt, llamada en un comienzo “Instituto
para el Nuevo Marxismo” y después por autores como Althusser, Gramsci y el estructuralismo. Desde allí
empieza la relación compleja entre cultura, superestructura e infraestructura que lo caracterizará, su análisis
en términos estructuralistas y críticos de la sociedad(teoría crítica). Se traduce en las políticas progresistas
destinadas a abolir lo que se entendía por sociedad autoritaria, en la familia, la patria, la religión, la cultura,
etc, que fueron despedazadas mediante la Teoría Crítica. El postmarxismo en cambio es el marxismo
despojado del marxismo dogmático clásico y recodificado por el deconstruccionismo y analiza la sociedad en
términos post-estructuralistas. Se nutre del neomarxismo pero va más allá, ya no busca solo
transformaciones igualitarias en otros ámbitos no economicistas sino que pretende una revolución
molecular sin un sujeto revolucionario definido en términos esencialistas sino que se trata de ahora de
construir desde el discurso y la semiótica contextual un sujeto que encarne todas las contradicciones y
marginalidades de la sociedad, y suponga un cuestionamiento radical de la misma. Tanto el neomarxismo
como el postmarxismo mantienen íntegros los fines del Comunismo, la abolición de la familia, de la
propiedad privada, del estado-nación y todo sentimiento de patriotismo, de la religión especialmente el
cristianismo y en último término, la abolición del ser humano y de Dios.
Muchas veces dichos jóvenes eran los más proclives a adherir a dichas ideas, el
consumo de drogas en dichos ambientes era bastante elevado y alarmante para
cualquier observador externo, pero la hipocresía y las apariencias eran norma
general en dichas familias, de modo que se hacía como si nada pasare.

El símbolo de esta era fue la fiesta electrónica, un éxtasis de degeneración y utopía,


desenfreno y libertinaje, en que todas las normas sociales se invertían, en medio del
nihilismo de la postmodernidad y la sociedad de consumo, en medio de un ambiente
sórdido, donde toda degeneración estaba permitida. Se llegaba al absurdo de bailar
con las paredes en dichas fiestas, como síntoma extremo de la locura y la
transgresión a normas binarias que se tenían por “caducas”. Chile entero se
transformó en un paraíso nihilista, a la usanza de una fiesta electrónica. Un paraíso
de inmediatez, postmodernidad y superación de la metafísica, en medio del juego
de luces electrónicas, a la usanza de una orgía tecnológica. Que imagen tan
degradante es la fiesta electrónica como símbolo de Chile.

Las vanguardias ideológicas del movimiento LGBTI constituyeron primera línea del
asalto postmoderno/deconstruccionista al poder, y desde los 90 fueron cuestionando
en modo deconstructivo, los códigos y concepciones morales tradicionales de la
sociedad, con el fin de la subversión para instalar nuevas concepciones, re-diseñadas
desde lo sodomítico y no desde el Logos. Al principio causaban rechazo, con el
tiempo la inoculación del postmarxismo y sus conceptos, la campaña masiva en
favor de la “diversidad y tolerancia” fue tan fuerte que se logró causar rechazo ya
no en los partidarios de dichos movimientos sino que el rechazo ahora se dirigía
contra los cavernarios opositores de la diversidad sexual. Y más allá de la misma
diversidad, se erigía la disidencia sexual, mucho más radical que cuestionaba de raíz
todo el sistema “político del heteropatriarcado”, desde los cuerpos, para postular su
deconstrucción y no meramente la integración de minorías sexuales. Para “abortar”
y “sodomizar” el Sistema, desde las perversiones que ellos defendían en cuanto
vanguardias político-revolucionarias de los cuerpos.

Todas fueron las consecuencias de un error de principios basal; asentar la riqueza


sobre la usura y el crédito, sobre el dinero que no existe en lugar de asentarla en el
trabajo duro y productivo de bienes reales, en lugar de asentar la economía en la
industrialización de bienes tangibles, se llegó al mundo descrito por Baudrillard,
donde la economía misma se vuelve un mero signo sin significado, un signo
emancipado de toda significación con el mundo real. En eso se transformaban las
relaciones económicas de la postmodernidad, en mera semiótica de la electrónica,
des-substancializadas, sin orden ni reglas; el flujo deleuziano puro. Una economía
invertida, como la economía sustentada en la usura, tal como explica el Dante en su
Divina Comedia, comparable al vicio de la sodomía, el tipo de sexualidad invertida
y degenerada que rompe el orden natural, en un caso, en la administración de los
bienes exteriores y en otro caso, de la sexualidad y la reproducción, produciendo
alteraciones severas en el orden social. Es el rechazo al Logos, que Michael Jones
denuncia muy claramente, como el gran motor metafísico detrás de ambas actitudes,
que degeneran en el caos y la anarquía. Por el contrario, una economía que repudia
la usura y una sexualidad ordenada según la ley natural, son la subordinación del
hombre al Logos y su ley universal establecida en la naturaleza de las cosas, que
traen la armonía y el orden al ser humano y la sociedad.

La Iglesia estaba especialmente devastada tras 60 años de revolución conciliar, del


Vaticano II. En ruinas. En la más triste de las ruinas desoladas, era un cementerio de
la Tradición. El gran artífice de las reformas que aplicaron el Concilio Vaticano II,
cardenal Raúl Silva Henríquez, simpatizante del marxismo pese a ser católico, fue el
gran devastador de la iglesia tradicional en Chile y la abrió a cuanta corriente
progresista y de izquierda haya. Aplicó todo el “espíritu del concilio” 4 con una
especial intensidad y poder de destrucción de los fundamentos de la Fe y la Liturgia;
que autores como Romano Amerio tan bien han descrito en su fuerza inusitada de
furia anti-tradicional, que se traduce en un verdadero odio a la Fe católica de
siempre.

En el caso de Silva Henríquez y asimismo otros destructores en el episcopado


latinoamericano de los años 60 y 70, se dio esa simbiosis mortal entre teología de la
liberación, teología conciliar y marxismo, denominada “teología latinoamericana”
que en nombre de la evangelización popular de Lationamérica, arrasó 5 siglos de
catolicismo en nuestra América Hispana para dar pie a utopías indigenistas o
derechamente neomarxistas, en las que la Fe católica cedía su puesto a la
interpretación marxista de la realidad. Los altares y las santas imágenes debían ser
arrasadas para dar paso en su lugar a los análisis críticos y los manuales de
sociología marxista. De la destrucción de sacros altares y la Liturgia que daban culto
a Dios, dirigidos hacia el misterioso “Oriente” católico, “versus Deum”, de una Misa
y un Altar llenos del inefable “Mysterium Fidei”, se dio paso a una esperpéntica neo
liturgia humanista, horizontal, colectivista, populachera, democratista que no
oclocrática. Una Misa para el nuevo orden, si es que puede ser llamado orden, para

44
Cfr: Romano AMERIO (2003). Iota Unum. Estudio sobre las transformaciones de la Iglesia en el siglo XX.
la “fiesta” latinoamericana de la sociedad comunista. Una Misa centrada no en Dios,
a quién se le da la espalda sino en el ser humano y especialmente, latinoamericano,
asumiendo toda la interpretación marxista sobre “Latinoamérica”, despojada de sus
raíces hispánicas y católicas. Con todo este marco conceptual, Silva Henríquez fue
un cataclismo en la iglesia chilena, con numerosos episodios de iconoclastia y furia
rebelde anti-tradicional, para edificar una nueva iglesia utópica, en diálogo
permanente con el Marxismo. Había que remover al Sagrario molesto para dicho
impío acuerdo. Quizás habría que poner en su lugar las obras del Che Guevara,
quién en tanto liberador de Latinoamérica, era un cristiano anónimo, dicen.

Durante el gobierno militar tomaron un activo rol en la oposición junto a la


izquierda, inspirados por el progresismo teológico que buscaba colaborar con cuanta
fuerza de izquierda haya para edificar la “Ciudad Nueva” maritainiana y neo
sillonista. Siempre le perdonaban a la Izquierda su anti catolicismo, hasta lo
justificaban. ¿Hará lo mismo la izquierda con la Iglesia? No, en absoluto.

El progresismo y el odio a la Tradición católica se tomaron la iglesia chilena y ya


pasada la furia y tormenta de los 60-80, se asentó el consenso en torno a un
progresismo moderado y un conservadurismo de los avances progresistas que nadie
se atrevía a cuestionar salvo la Fraternidad San Pio X y algunos curas aislados.

La religión se vio transformada con el tiempo en una corrección política de izquierda


con alguno que otro “valor religioso”, sea lo que sea que signifique eso, y dada la
particular configuración social de Chile, ese espíritu burgués de la élite permeó a
este mismo espíritu de izquierda. El resultado, una odiosa moralina humanitaria sin
ninguna trascendencia metafísica. Era el sueño de los modernistas, una religión en
los límites de la inmanencia, sin nada importante que decir, más bien nada que decir,
sobre las cuestiones temporales. Tanto insistieron que se renuncie al Reinado Social
de Cristo y la teología que inspiraba la Cristiandad, que la Iglesia se volvió
esclavizada a la corrección política y hegemonía neo y postmarxista.

En el caso de los conservadores católicos que siempre permanecieron, pero que


aceptaron todo el legado reformista del Vaticano II, se podía notar en mayor
perspectiva la decadencia completa de la religión. Teóricamente eran las “gentes de
orden” dentro de la Iglesia, pero del orden del Vaticano II. Se oponían y
violentamente a cualquier intento de restauración tradicional. Su hostilidad hacia la
Fraternidad San Pio X era proverbial. Todos los grupos conservadores, la reacción
termidoriana, la restauración orleanista-borbónica, canovista, etc., son así. Enemigos
acérrimos del orden tradicional, se ganaron su lugar en el mundo nuevo creado por
la Revolución. Ya lo vieron tan lúcidamente un Canals Vidal y Rafael Gambra,
sendos pensadores tradicionalistas hispánicos. Los caracterizaba un uso de la
religión que se confundía con la defensa de sus intereses, esto es, la promoción y
defensa del ideario liberal conservador, del capitalismo liberal, del modelo
neoliberal que se instalaba, de lo que eufemísticamente llamaban “economía libre”,
siguiendo la denominación de Michael Novak y su “capitalismo democrático”.
Todos ellos asociaron la defensa de un catolicismo ya subvertido por la revolución
conciliar a unos supuestos valores de “derecha”, “conservadores”(liberal-
conservador), en el más puro estilo calvinista, la defensa del orden unido al espíritu
burgués-capitalista, la defensa de la religión “conservadora”. La síntesis “Chicago-
Gremialista” en materia religiosa, el “Juanpablismo” de los 80-90 en referencia a las
ideas matrices del pontificado de Juan Pablo II, que calzó tan bien con el mundo
neoconservador anglo-americano y este conservadurismo
Jaimeguzmaniano/gremialista. Solo tenían un enemigo real, la Tradición católica
íntegra, que procuraba restaurar la influencia católica y el Reinado de Cristo en la
sociedad, mediante la Santa Misa tradicional entendida como verdadero y único
Sacrificio incruento de Cristo que se repite y renueva en los altares y que se proyecta
sobre todo el orden temporal, esta hermosa y profunda religión vertical y jerárquica,
sacral y mistérica que irradió su luz en Occidente durante 20 siglos. Ni se les ocurra
cuestionar el modelo neoliberal, allí si habían herejes, porque pasaban a ser
considerados de izquierda inmediatamente, ni se les ocurra hablar de doctrina social
de la Iglesia con todas sus exigencias.

¿Qué significaba esta religiosidad “conservadora”? Casi nada a estas alturas. Un


catolicismo tan vulgar como decadente, un completo acuerdo con el progresismo
moderado, y aún con el ecumenismo y dialogo interreligioso apóstata; un
catolicismo de discursos vacíos que decían poco y nada, de Misas esperpénticas, en
las que se evidencia una falta absoluta de vigor y fuerza, producto de un Fe cada vez
más moribunda. Tantos jerarcas conservadores tan buenos para conservar la
Revolución en ciertos niveles “aceptables” para la sensibilidad burguesa, los
primeros en perseguir a la Tradición si tienen la oportunidad y los últimos en
castigar a la primera línea de revolucionarios eclesiales. Eso significaba esta
religiosidad conservadora que quedó unida al clasismo detestable de la élite; todo
su discurso quedó deconstruido como una manifestación de poder segregador sobre
el pueblo. Solo tenían la Misa del nuevo orden, un banquete banal, objetivamente
contaminado, informe, deforme, especialmente aburrido o frívolo, en ocasiones
eufórico y escandaloso, como un evento pop y televisivo, sin el sentido de misterio
sagrado que se supone que le corresponde a la Misa. Transmitía nada más que ese
cristianismo débil y burgués del que los conservadores son el epítome.

No tenían ya nada que decir, estaban fuera, no creían en la Cristiandad y fueron


totalmente sobrepasados por la izquierda deconstruccionista. Quedaron como un
grupo con oscuros intereses de clase sin verdadera preocupación reilgiosa.
Fariseísmo total, eso se transmitía. Solo un tibio humanitarismo progresista bien
pensante, les quedaba, un humanitarismo tanto más apestoso como falso, a menudo
auspiciado por los mismos grandes bancos e instituciones representativas del
capitalismo salvaje que asolaba Chile.

El país entero se fue descristianizando, cada vez más, aceleradamente, se


secularizaba y se volvía apóstata. Lentamente en un principio, a marcha forzada con
el paso del tiempo, ante una Iglesia así, que no tenía nada que decir, que no enseñaba
nada sobre Dios y mucho sobre la humanidad y la humanidad en clave liberacionista
y latinoamericana, ¿para qué complicarse la existencia con preguntas religiosas?
¿para qué escuchar una institución hablar como izquierdista cuando hay tantos
políticos e intelectuales de izquierda que lo hacen mejor? Esto llevó a que la religión
entre en la categoría de insignificancia e irrelevancia para amplias masas de la
población. Bajo el contexto neoliberal, significó el triunfo de la Nada con mayúscula
como ideario. Bajo la hegemonía discursiva de la Izquierda, una renuncia completa
a influir en el orden social, salvo tímidas e irrelevantes manifestaciones contra el
aborto o el matrimonio homosexual, cada vez menos concurridas hasta desaparecer
por completo.

La Iglesia, custodia de la Fe logró hacer que se transforme en algo totalmente ajeno


a la inmensa mayoría de la población, incluyendo la gran masa de católicos quienes
vivían en total indiferencia a la Fe como si no existiera Dios. Su omisión escandalosa
en predicar la verdadera Fe contribuyó de manera especial a traer la oscuridad a
Chile, a que el deconstruccionismo se vuelva la hegemonía discursiva e ideológica.
Su retirada, significó que el Enemigo conquiste todos los espacios que alguna vez
ocupó. Hacia la fecha que escribo estas líneas, cerca de un 45% y cada día menos de
chilenos se declaran católicos, de los cuales una ínfima minoría a nivel de minoría
religiosa califica para ser entendido como católico verdadero, que realmente cree en
lo que la Iglesia ha enseñado siempre. Ese es el tristísimo panorama religioso. Pero
no estaría completo sin hablar de los gigantescos casos de abusos sexuales y
pederastia en Chile.
Como si no fuera poco lo antedicho, el clero chileno se vio envuelto en gigantescos
casos de abusos sexuales y pederastia, que llenaron de infamia las páginas de
historia de la iglesia. Fueron tantos y tan numerosos y reiterados, tan horrendos y
tan asquerosos que se llegó a sospechar de cada sacerdote como potencial abusador.
La actitud de la iglesia, escondiendo y encubriendo al clero abusador solo
contribuyó a que sea más odiada y repudiada en masa por la sociedad chilena. Se
vio a la Iglesia al mismo nivel de abuso de los empresarios y los dueños del capital.
Ese era el discurso postmarxista acerca de los abusos sexuales en el clero, el abuso
de poder vertical que requería estructuras horizontales que lo anulen y controlen.
Reportajes televisivos causaron gran impacto y horror, demostrando años y años de
abuso, en parroquias y comunidades religiosas.

Un clero afeminado, que se dio a vicios inmundos de sodomía y perversión, un clero


sin espíritu de militancia y combate católico, que se echaba entre hombres y
transformó los seminarios en cuevas de Asmodeo como dijo Nuestra Señora de La
Salette, que escondió sus abusos sexuales bajo el manto de la obediencia y el secreto.
Ese era el clero que estaba custodiando la Fe y protegiendo la Ciudad de Dios. Que
abominación más grande, clama al cielo por la ira de Dios un clero tan pervertido.
Los que no eran sodomitas, eran herejes o apostatas o simplemente tibios y
conservadores liberales. Los tradicionalistas eran los únicos que mantenían en alto
el estandarte de la Santa Fe, a menudo con todos los demás en su contra.

La visita del Papa Francisco en 2018, no contribuyó en nada, al contrario solo


significó una merma con el tiempo en el número de católicos quienes ya
descristianizados y abandonados por el clero, ignoraban completamente su Fe. El
propio Pontífice ignoraba la función misma que le corresponde en cuanto Petrus y
sumo pastor de almas. De Francisco no se dirá nada más aquí sino que se destacará
su irrelevancia absoluta para el catolicismo chileno, tan solo un político eclesial que
confirmaba en sus errores y horrores al progresismo teológico chileno. En general el
progresismo era de tipo jesuita pero no exclusivamente, el clero en su totalidad y
generalidad era progresista salvo el clero de la élite, que era conservador en el
sentido ya descrito.

La confianza ciudadana en la Iglesia rondaba en torno al 15%, una inmensa mayoría


de católicos ni siquiera confiaba en su propia Iglesia. Que se le puede pedir a los
ateos recalcitrantes cuando ni los propios católicos confiaban mínimamente en su
propia Iglesia. Ni que decir de la práctica religiosa, que estaba por los suelos, a
niveles muy bajos.
Otras religiones crecieron en relativo porcentaje, especialmente espiritualidades no
tradicionales, new age y grupos similares, que a menudo se confundían con la
pertenencia a otra religión. Lo que más creció hacia un 15% aproximado, fueron los
evangélicos y los ateos o sin religión, cercanos al 40%. Los evangélicos arrasaban en
lugares que fueron destruidos por la teología de la liberación y el progresismo
teológico, querían creer en Dios y en una religión trascendente, pero nadie sino los
evangélicos les predicaban acerca de Dios y la Biblia, así que naturalmente
terminaron como tales, frente a una iglesia apóstata.

Si la religión es el alma de una sociedad, tanta devastación religiosa significa que


Chile mutiló su alma y se suicidó, preparándose para cualquier estallido
revolucionario post-humano y deconstruccionista; el trabajo ya estaba hecho y las
condiciones objetivas ya estaban. Solo faltaba pasar a la acción. Lo que no tardaría
ante el alza de 30 pesos en el pasaje del metro.

EL ESTALLIDO: REVOLUCIÓN MOLECULAR DISIPADA

Todo el mundo burgués simbolizado en 30 años de neoliberalismo, el Chile de malls


masivos, del Costanera Center se vino abajo aquel 18 de Octubre como un golpe, un
golpe fuerte de explosión que resonó cual épico retumbar, digno de una novela de
Ernst Junger(a propósito de lo que significó la Primera guerra mundial frente a la
belle epoque). Este golpe era como una trompeta del Apocalipsis en la visión de sus
creadores adeptos al Caos; las vanguardias insurreccionales anarco comunistas, el
despertar apocalíptico de Chile bajo el Caos como principio de oclocracia y
Revolución permanente.

El estallido insurreccional de una serie de focos de resistencia mediante la evasión


masiva del metro, significó aplicando la teoría deconstruccionista de la máquina de
guerra deleuziana, un jaque mate al engranaje de poder y producción neoliberal que
se comunica mediante el metro. El acto de evadir tiene una altísima carga semiótica
y deconstructiva. Es mucho más que no pagar el ticket del metro y ellos lo saben. Es
saltarse el torniquete del Sistema, es exactamente la política revolucionaria
deconstruccionista, abrir los nuevos espacios que expanden las posibilidades de
vida más allá de los límites sistémicos para colapsarlos y que pase la turba de
encapuchados y estudiantes secundarios, la turba furiosa y exultante que logra
evadir los torniquetes y luego destruirlos, saltándose las barreras que el propio
sistema impuso como mecanismo de control, los famosos dispositivos foucaultianos,

Fue una mecha explosiva que inundó todo Chile en cosa de horas, un fuego satánico
diría yo incluso, el fuego gnóstico de la Magia del Caos celebrando un ritual de
sacrificio mediante la quema y destrucción de lo viejo para engendrar un mundo
renovado, purificado, curado y reparado del mal y su semilla. Este post-bolchevismo
de la Revolución Chilena, que reemplazó el todo el poder a los Soviets por el todo el
poder a las Asambleas(en realidad son lo mismo, Soviets o Consejos) se alimenta del
fuego, del fuego gnóstico de la barricada del odio que representa de modo semiótico
esa furia popular insurreccional dispuesta a llevar hasta las últimas consecuencias
las consignas revolucionarias que se han tomado Chile.

Mientras tantos debatían que el comunismo ya no existía más y solo era posible en
la sociedad postmoderna al fin y al cabo, mero liberalismo aunque con mucho
“marxismo cultural” o “progresismo” funcional al Sistema, que no marxismo post
estructural, el experimento revolucionario chileno en curso volvió a poner en el
horizonte del pensar, la Revolución como tarea y no como utopía. El Octubre
Chileno, el Octubre Rojo Chileno, “Lenin es joven de nuevo”, como decía una
famosa canción pop soviética de los 80, cuando ya parecía que le quedaba poco al
sistema soviético y Lenin fue una utopía. Lenin, sí, era joven, y muy joven, de nuevo.
Un Lenin postmoderno, colectivo, anónimo, acéfalo, imposible de singularizar en un
revolucionario determinado, eran todos y ninguno a la vez, todos asaltaban el
Palacio de Invierno, no ya para traer el cielo a la tierra sino para traer el Caos y
mediante el Caos, evadir el Sistema. Así, llegaríamos al Comunismo sin la
burocracia. Decían y dicen. Dicen.

Una marea de encapuchados, jóvenes secundarios gritaba “evadir, avanzar, otra


forma de luchar”, “evadir, no pagar, otra forma de luchar”, “evade como Piñera”,
cientos de ellos los veo mientras almorzaba aquel viernes fatídico, no imaginé que
fuera para tanto. Ya habían hecho evasiones masivas y más que alteraciones en el
orden público no había pasado nada. El alza en el pasaje del metro llevó a un ánimo
generalizado que justificaba las evasiones masivas, eran vistas como una legítima
forma de “desobediencia civil”. Todos contribuyeron a eso, periodistas en primer
lugar, comunicadores, estrellas, alcaldes, líderes de opinión, futbolistas, abogados,
activistas, expertos en DDHH, sociólogos, vagos profesionales, todos pusieron su
cuota para que el 18 de Octubre realmente sea una “fiesta” de la evasión “entre
todxs”. Y así llegamos al 18-O, mientras yo miraba pasmado una turba de
encapuchados, en un viernes común y corriente pensaba, terminando de almorzar,
insertado en la cotidianeidad y normalidad sistémica; era una escena digna de algún
libro como “Confesiones de un burgués” o “Tierra, Tierra” de Sandor Maray, gran
escritor húngaro sobre el colapso del mundo burgués de 1914. Una carga dramática
de la escena que nunca olvidaré. Todo cambió en cosa de minutos. Chile entero dejó
de ser el mismo y su alma nacional cometió el mayor suicidio de su historia.

Tacos y paros de automóviles que duraban horas, fue el panorama generalizado ese
día, el engranaje de producción del Sistema, el metro, que al igual que las arterias y
venas distribuyen la sangre en el organismo, colapsó y Santiago entero se paralizó.
Yo repetía dentro de mí “falta Orden y Patria”, intuyendo ya que esto sería algo
grande. Las evasiones masivas avanzaban por doquier, el sistema estaba siendo
evadido y en buena jerga deconstruccionista, “suspendido”, sin ser destruido sino
“interrumpido” en sus relaciones de microfísica del poder. En términos locales,
focales, cotidianos, la micropolítica del evadir se transformó en una gigantesca arma
revolucionaria, una máquina de guerra que hizo temblar a todo el Sistema mediante
el acto simbólico de evadir. Pronto, comenzaron a salir miles y miles de
manifestantes a Plaza Italia, la Revolución ya se instaló, se respiraba en el ambiente,
en todos lados se reunía gente en los metros y comenzaban los primeros saqueos,
los primeros de muchísimos saqueos, que dejaron destrucción inconmensurable en
el metro. Ya no era tan inocente, como un juvenil acto de rebeldía consistente en no
pagar el metro. Un grado de destrucción y saqueo total en algunas estaciones, con
enormes daños. Las manifestaciones se transformaban en violencia pura, el lema ya
no era contra el alza de 30 pesos en el pasaje del transporte público, sino que “No
son 30 pesos, son 30 años”.

Los saqueos se multiplicaban, se extendían con una fuerza inusitada pocas veces
vistas antes en Chile de esa magnitud, Santiago entero se volvió un campo de batalla,
mucho más allá de la Alameda y la Plaza Italia. Los estudiosos deconstruccionistas
de la geografía como espacio de conflicto social, que llaman “geografía psicosocial”
entendieron bien la importancia del “territorio” como espacio de relaciones de poder
para diseñar la Revolución, que llegó a las periferias y marginalidades de Santiago.
Mientras que se producían masivos incendios en importantes edificios en pleno
centro de Santiago, muchos de ellos justificados por los periodistas y comentadores
de la primera hora que luego llorarán el caos y la destrucción desatada en Chile, sí,
hay que remarcar esto, muchos de ellos espantados correrán ante la furia desatada
que, como toda Revolución, se traga y devora a sus propios hijos. Pero los ilusos
siguen creyendo en las buenas intenciones esenciales de la Revolución.

En ese momento, se escucha por la televisión que se quemaba el metro, imágenes


impresionantes de lo “Impensable”, otro concepto deconstruccionista, que suprime
las fronteras de lo pensable y lo impensable, hacia un territorio que lleva la “fuga”
del Sistema, el Caos presente y ausente aquí y ahora. Recuerdo que muchos estaban
justificando la quema de los metros, que luego se harán los que nada sabían, pero
allí estaban, justificando la quema de metros. Luego, será la quema y saqueo de
supermercados y otros lugares, también lo justificaron en la primera hora, como
parte del “estallido social espontaneo” que de espontaneo no tiene nada y sí mucho
de organizado y bien organizado por vanguardias revolucionarias. Allí está lo grave,
periodistas y tantos ciudadanos traidores que odian a su país, en nombre del odio
de clases y la venganza contra los empresarios y contra los abusos, justificando la
quema y saqueo del metro, retail, etc. Los abusos hacen comprensible la ira popular,
era la lógica en esos días.

El atentado y estallido explosivo de numerosas estaciones de metro forzó al gobierno


a declarar estado de emergencia y salieron los militares a la calle, lo que radicalizó
aún más el movimiento como una verdadera guerra social, término que se
encontraba rayado en casi todas partes. Es el modelo anarquista insurreccional de
propaganda por el hecho, los hechos violentos de gran magnitud e intensidad
generan la suficiente energía e impulso a las masas para que estas salgan
organizadas a contribuir en la lucha revolucionaria, inspiradas por el hecho
subversivo que rompe el Sistema. Sin hechos de gran importancia e impacto, las
masas no salen a la lucha.

Todo ese mundo de la izquierda bohemia, la “whiskierda”, la izquierda burguesa


Frenteamplista, la Frenteampliería de Plaza Ñuñoa, con su despreciable cinismo
culposo, su humanitarismo débil y vergonzante de sus privilegios de clase estaba en
su apogeo durante el estallido. Después, como buenos burgueses que son, se
asustaron de lo que estaba sucediendo y el carácter tan violento y radicalizado del
movimiento y se les vio mucho menos, solamente protestando por los DDHH y sus
causas progre como el feminismo, el indigenismo, el fin de la “dictadura”, etc. El
símbolo estrella de la decadencia burguesa y del glamour de la izquierda
liberal/postmarxista. Todos ellos justificaban el desastre, la calamidad, el caos, con
una serie de lastimeros y vergonzantes argumentos, una falsa compasión burguesa
hacia los “sansculottes” de la Comuna de Santiago 2019. Los socialistas
humanitaristas en todas las revoluciones han sido de los primeros en ser colgados o
fusilados, pero son los que allanan todo el camino para que los más brutales
revolucionarios se instalen en el poder, demoralizando y destruyendo, ahora
“deconstruyendo” las barreras naturales de defensa de la Patria.
En cosa de pocas horas, Chile era la fiesta de los “Endemoniados” de Dostoyevski.
El país neoliberal del éxito, del Costanera Center, del Distrito de Lujo, que expandía
la libertad liberal por todo el continente, que desafiaba a Maduro y se creía un
campeón mundial, que luchaba contra el cambio climático, un oasis neoliberal de
progreso materialista, se volvió un polvorín sin precedentes. Los marginados y
capas bajas de la población, presos y cegados por el odio revolucionario, se
transformaban en la vanguardia revolucionaria del odio infernal que asoló Chile
durante meses. Eran los endemoniados de la Revolución, dispuestos a hacer de Chile
un Comuna de Paris postmoderna, era la utopía volviéndose realidad. Ese odio que
surge de la miseria, de la explotación, de las masas proletarizadas y sub
proletarizadas, hizo explosión masiva del mismo modo que las explosiones
simbólicas en el metro, como síntesis del 18 de Octubre encarnaron esta furia
infernal, este “animus delendi” popular y revolucionario. El odio en sus rostros, en
sus palabras, se volvió un frenesí de saqueo, que no se detenía ante nada, se
expandió en cosa de pocas horas de Arica a Punta Arenas, destruyendo escuelas,
supermercados, retail, edificios públicos, banca, cualquier cosa que represente de
algún modo al sistema. Especialmente, quema de iglesias, pero de eso hablaremos
más adelante. No había limite, cualquier empresa y edificio público era blanco de
ataques, peajes de los caminos, empresas de electricidad, universidades, todo sufrió
ataques, incendios, destrucción, saqueos, robo.

Las calles de Chile se volvieron un terreno de enfrentamiento generalizado entre los


movimientos revolucionarios organizados y las fuerzas de Orden, incluso durante
el estado de emergencia, las fuerzas militares que tosca e inútilmente intentaban
reprimir y controlar el orden pero estaban muy limitadas en su actuar y aún asi se
produjeron hechos condenados como “violaciones a los DDHH”, transformados en
la verdadera muletilla que impedía el saneamiento y restauración del orden, eran
usados como una palabra mágica usada para proteger a quienes destruían la Patria,
que no tenía ningún derecho según estos gobernantes demoliberales, y quedaba a
merced de la furia de los gnósticos revolucionarios postmodernos.

Una modalidad de escalamiento progresivo del movimiento, copamiento de las


instituciones para llevar luego, a su posterior saturación y colapso, fue la estrategia
usada por el movimiento durante esta fase. Es lo que se ha llamado guerra molecular
disipada, mediante la creación de múltiples y numerosos focos coordinados de
enfrentamientos que escalan y se disipan masivamente por un territorio para
producir su ruptura y fractura sistémica. Una buena cita que resume lo que la guerra
molecular disipada explica el modus operandi de la estrategia bélica de la
postmodernidad, la guerra molecular disipada, a veces conocida como guerra
híbrida en el terreno militar. Este concepto está tomado de los deconstruccionistas
Felix Guattari y Giles Deleuze, quienes postularon la Revolución Molecular
Disipada como alternativa a la Revolución marxista clásica:

“El comienzo es incruento la evidencia circunstancial —detalla Enzensberger—. La


Guerra Civil Molecular pasa inadvertida. No hay movilización general. La cantidad
de basura en el lado de las calles aumenta gradualmente. Montones de jeringas y
botellas rotas aparecen en el parque. Los grafitis monótonos están pintados en las
paredes, su único mensaje tiene que ver con el autismo. Los muebles de los salones
de clase están destrozados, los jardines delanteros huelen a mierda y orina:
pequeñas declaraciones mudas de guerra que cualquier habitante de la ciudad con
experiencia puede interpretar. Pronto los signos se vuelven más claros. Se cortan los
neumáticos, se cortan los cables de emergencia, se prenden fuego a los autos. En un
incidente espontáneo tras otro, la ira se desahoga con cualquier cosa que no esté
dañada, el odio se convierte en algo que funciona y forma una amalgama insoluble
con odio a sí mismo. La juventud es la vanguardia de la guerra civil".
Sebastián Tepedino explicando el concepto y fases de la "Guerra Civil Molecular":
"constituye un fenómeno notablemente urbano de vandalismo y violencia en las
ciudades. Las acciones están caracterizadas por el autismo y la falta de convicción.
Son llevadas por vanguardias jóvenes motorizadas por el deseo de agresión sin
contenido";"Cuando una sociedad pierde la brújula de lo que tiene que hacer, la
acción o inacción del Estado pasa a ser una cuestión meramente incidental. Lo
primario radica en la profunda descomposición de la racionalidad. (…) El Estado
como orden jurídico que se vale de actos jurídicos se desvanece ante la cultura
antijurídica de la guerra civil molecular donde 'vale todo'. La guerra civil representa
una ruptura en el monopolio legítimo de la fuerza de parte del Estado como
personificación del derecho. (…)
Falsa paz (fase cero): Tepedino la considera "imperceptible a los ojos del ciudadano
de a pie, que vive normalmente con las vicisitudes diarias que pueden transcurrir
en su vida". Sin embargo, pueden comenzar a aparecer pequeñas señales, hechos
puntuales y en apariencia inconexos que no parecen al principio de mucha
importancia, pero que para el ojo experto podría indicar que un mal germina al
interior de una sociedad.
Falsa normalidad (fase uno): Enzensberger denomina a esta etapa 'Comandante
Cero'. Y Tepedino la define por una acumulación de problemas que nunca fueron
solucionados, lo que favorece la instauración de una crisis que se extenderá en el
tiempo y permitirá avanzar al caos. Se trata de un nivel "eminentemente cultural"
donde comienza a perderse el respeto por las reglas y la fe en las instituciones. Lo
que conlleva a que se desarrolle una "cultura antijurídica progresiva basada en la
transgresión y el remedio excepcional".En esta fase, la vida de los ciudadanos
continúa en una "falsa normalidad", apalancada por el deseo aún latente de que los
problemas se solucionen. El retardo de los gobiernos en cumplir con dichas
expectativas es lo que da paso a la desconfianza hacia el Estado y sus capacidades.
Es una fase peligrosa por cuanto la cohesión social se resquebraja, el respeto por los
principios se desmorona y se desvinculan "los intereses individuales y grupales del
interés colectivo, estableciéndose así la premisa del 'sálvese el que pueda'.
Crisis de seguridad o confianza (fase dos): Para Enzensberger aquí aparece una
categoría denominada 'Comandante Invisible', que está relacionada con la
incapacidad del Estado de generar la protección y justicia que los ciudadanos
esperan de él. Puede caracterizarse por varias subfases identificadas con "la
indolencia" del funcionariado estatal y el desinterés para "servir al bien común".
Otro aspecto viene a ser "la omisión", en el que, a diferencia de la indolencia (que es
una forma pasiva de proceder), se pretende sacar alguna ventaja de las posiciones
de poder
Preguerra Civil Molecular (fase tres): Producto de la desatención del Estado para
garantizar la seguridad interior, se multiplican los territorios tomados por la
violencia y las bandas criminales. La sociedad pone en entredicho las capacidades
del Gobierno en su conjunto para proteger a la población y comienzan a crearse
"fortalezas urbanas", especie de guetos donde la población ha corporativizado su
seguridad entregándosela a empresas privadas y contratistas. Lo peligroso de este
fenómeno es que, además de deslegitimar al Estado, se crean grupos de
autodefensas que disputan al Estado su monopolio de la violencia.
Estado de Guerra Civil Molecular (fase cuatro):Tepedino describe que en esta fase
no es tanto la extensión del territorio o las armas empleadas para la violencia, lo que
debe ser tomado en cuenta, sino "la voluntad de avasallar al otro, ignorando
completamente a las instituciones, las normas establecidas y lo que hace al Estado
de Derecho". Las acciones violentas son dirigidas por un 'Comandante invisible'
puesto que no responden a "un mando centralizado o una conducción centralizada
y no siguen una lógica militar, son anárquicas, nihilistas".
Anarquía o Guerra Civil Macroscópica (fase final): Si se permite que avance la
desintegración social como producto de la Guerra Civil Molecular, descrita en la fase
anterior, se llegaría al 'colapso de un Estado'. La anarquía a la que se daría paso no
resultaría permanente, sino que sería parte de un estadio transitorio en el que se
abren dos opciones a juicio de Tepedino: "O se retrocede hacia la regeneración del
viejo Estado o se avanza hacia una guerra civil macroscópica con miras a las
constitución de una o varias unidades geopolíticas nuevas (nuevos Estados)"5.

Este patrón de la guerra molecular disipada se puede observar a lo largo de todo el


conflicto en Chile, actuando sus fases simultáneamente.

Las manifestaciones se volvían muy masivas, decenas, incluso cientos de miles en


las calles, llegando en el momento de mayor masividad, durante el estado de
emergencia que era visto como la represión desatada del gobierno, a una marcha de
1 millón de personas en Santiago, que colapsó de modo tan generalizado ese día,
que parecía inminente la caída de Piñera. Un 25 de Octubre de 2019, simbólica fecha
por la carga histórica que un 25 de Octubre en el calendario juliano pero del año 1917
sucedió; la Revolución de Octubre. Simbólica y semióticamente, Chile tuvo su
“Oktyabrskaya Revolutsya” en aquel día. Nada fue como antes, desde aquel día, la
primera semana, la más intensamente revolucionaria y la que transformó Chile para
siempre. El reino de la Oclocracia y la tiranía de las masas se instauraban como el
poder paralelo de la teoría revolucionaria leninista, en pleno siglo XXI, ese poder
paralelo, que no el Soviet, ahora se llamaba, que se comenzó a instaurar de la noche
a la mañana(o eso parecía al menos) en “Cabildos” y “Asambleas populares,
vecinales, comunales, locales, territoriales” etc. Los Cabildos de la Revolución eran
una burla al venerable Cabildo hispánico, tan elogiado por Jaime Eyzaguirre.

Hay un punto aquí que será destacado al final, como el postmarxismo corrompe los
cuerpos intermedios y desarrolla su propia versión simiesca del orden corporativo
medieval, foral e hispánico. El nombre de Cabildo, para la institución político
revolucionaria, no es nada casual en este sentido.

La masividad explosiva del movimiento duró aproximadamente 1 mes y medio, en


los cuales todos los días, en ocasiones con enorme intensidad y violencia extrema,
sucedían los hechos violentos y las manifestaciones masivas, a lo largo de todo el
país. Este hecho, el nivel de organización con que contaban, a nivel “territorial”, y a
lo largo de todo el país, es uno de los más impresionantes del movimiento.

5
Cfr: https://mundo.sputniknews.com/firmas/201901231084938856-guerra-molecular-en-
venezuela/?fbclid=IwAR11MxfkyUHcZQxdWnD4ZxnNtQx1SgPVaqMq_VxncYr1ZiI4i79ui7G7YmI Es
impresionante que esta información, tenga como fuente un sitio de la propaganda rusa, Sputnik, que al igual
que Russia Today han sido de los más activos en propagar y promover el movimiento insurreccional chileno,
sirviendo de eficaces canales de propaganda. Más aún, una nota acerca del conflicto en Venezuela, en
defensa de Maduro; y luego ellos hayan aplicado exactamente lo mismo en Chile, con unos niveles de
literalidad que estremecen.
La hegemonía discursiva e ideológica de la izquierda revolucionaria en Chile logró
hacer que a los antiguos encapuchados de las marchas de estudiantes, se les quitara
el vergonzoso estigma de ser los violentos y los radicales de las protestas. Ahora,
era un orgullo ser un “capucha”, de la llamada “primera línea” de las marchas, los
que enfrentaban a Carabineros y protegían las manifestaciones. Las vanguardias
revolucionarias en las marchas de tipo insurreccional, tenían su sitial de honor, junto
a toda una mitología impresionante que creció súbitamente. El famoso perro Negro
Matapacos, en alusión a un perro devenido en leyenda, que enfrentaba a los
Carabineros, se volvió una deidad prácticamente, que acompañaba cada afiche de
marchas, simbología, rayados, consignas, poleras, gorras, etc. Una completa
industria autogestionada producía cuanta superchería existiera con la imagen del
Negro Matapacos. Los caídos en combate o reprimidos por Carabineros tenían el
rango equivalente a los semidioses de la Antigua Grecia para la psicología de masas
del movimiento.

Este cambio del rol social del encapuchado, de ser un indeseable violento y
extremista, que saqueaba y destruía, a ser un campeón de la revolución popular, no
es para nada uno de los aspectos menos importantes, muy por el contrario. Por eso
la violencia pudo tener tan grande aplicación y alcance, ya que muchos lo
justificaban. Los capucha, ahora tenían rostro humano, eran héroes y parte del
Pueblo en marcha.

La situación de escalamiento llegó a tal extremo en numerosos momentos,


especialmente en los días de jornadas de protestas nacionales por los paros que
Unidad Social convocaba, que parecía inminente el colapso del gobierno. El asedio
hecho por los movimientos sociales y populares que

En las peores jornadas, no quedaba ni pizca de recuerdo de esas jornadas coloridas,


diversas, festivas, ciudadanas, del “derecho de vivir en paz” de Víctor Jara, de Plaza
Ñuñoa, y otros epítetos y símbolos vergonzantes de la izquierda frenteamplista.
Estaban aterrados del monstruo que habrían contribuido a crear y que se dirigía en
contra de ellos mismos. Boric, símbolo de esa generación, concentró el odio de los
movimientos populares contra el Acuerdo de Paz que fue visto como una traición y
rendirse ante Piñera. Los movimientos populares arrasaron y desplazaron los
antiguos movimientos sociales de la burguesía progresista, de las clases altas de
izquierda que los vieron con esa simpatía vergonzante tan propio del establishment
frenteamplista.
El daño cuantioso que producían destruyendo el centro y periferias incluso de las
principales ciudades, algunas como Quilpué u Osorno, saqueadas de modo muy
intenso y reiterado, otras como Concepción o Valparaíso, Iquique o Antofagasta,
devastadas hasta el paroxismo, generó una natural reacción en mucha gente de
hastío y odio contra el movimiento. El escenario se deslizaba peligrosamente hacia
la escalada de pre-guerra civil, dentro de las fases de la guerra civil molecular. Se
clamaba por la intervención militar incluso. Tanta destrucción y caos no podía
quedar sin respuesta. La lucha de clases estaba instaladísima y devastaba al país de
una manera pocas veces vista, con su rapidez, cruenta violencia y escasa respuesta
por parte de las autoridades, que quedaban totalmente neutralizadas por la
Revolución. La intervención de los militares durante el primer estado de emergencia
fue muy focalizada y puntual, más bien un papelón, ya que no podían usar fuerza
letal y cualquier cosa que hacían era contradicha por los organismos de DDHH. De
modo que si salían los militares de nuevo, tenían que tener las facultades de usar
fuerza letal, que el gobierno no les dio.

Muchos rumores de intervención militar circulaban durante noviembre, lo cual


generó un terror en la izquierda, de volver a un 11 de septiembre de 1973. Y ante el
miedo de la intervención militar y esta vez definitiva o incluso un golpe militar, la
intensidad de sus ataques disminuyó. Por lo menos por un tiempo, buscaron dar la
sensación de una relativa calma y aprovecharse del natural desgaste de
movilizaciones tan seguidas y tan violentas. Pero las ilusiones de paz son solo eso y
deben ser leídas a la luz del proceso revolucionario insurreccional, como una
estrategia temporal. Más adelante me extenderé sobre la aparente tregua.

Un factor que contribuyó a disminuir la masividad de las movilizaciones fue la


rendición, llamada Acuerdo de Paz logrado por la verticalidad del poder político
formal, por la izquierda sistémica(parte del Frente Amplio, la Nueva Mayoría) y la
Derecha oficialista en el gobierno de Piñera. Se accedió a la Nueva Constitución
pero mediante un plebiscito que será en abril, que determinará si la ciudadanía
quiere o no nueva Constitución y el mecanismo. Una Asamblea Constituyente
limitada y no con toda la soberanía popular revolucionaria y el poder absoluto que
quieren los movimientos populares o una Asamblea mixta entre “ciudadanos” y
parlamentarios. Pero el gobierno ya estaba derrotado, se rindió ideológicamente
ante el discurso impuesto por los movimientos de izquierda insurreccional, aunque
no les dio todo lo que querían. Las movilizaciones fueron perdiendo masividad pero
el apoyo ideológico al movimiento seguía muy elevado, que decir respecto de la
Nueva Constitución y la Asamblea Constituyente.
¿QUIÉN ES SEBASTIÁN PIÑERA?

Es necesario hacer un excurso sobre la figura de Piñera. ¿Quién es Sebastián Piñera?


El Presidente de Chile, ¿y qué más? Un especulador profesional, un evasor de
millones de dólares, un delincuente financiero, un empresario que hizo su fortuna a
base de engaños, riquezas mal habidas, robos, traiciones, el cinismo más absoluto.
Todo lo que el modelo instaurado por los Chicago Boys tiene por bueno y promueve
como conducta deseable, Piñera lo encarnó, con distinción cum laude. Por eso Piñera
fue tan odiado, porque era visto como un criminal que se enriqueció mediante el
“modelo de Pinochet”. Piñera encarnó todo lo que hay de despreciable en un
burgués, el cinismo, una codicia y avaricia superlativas, un espíritu de materialismo
y culto al lujo y al dinero que era visto como obsceno por las clases bajas, una
cobardía y carácter acomodaticio proverbiales. No podía haber habido mejor
gobernante para que un Revolución como la de Octubre de 2019 estalle.
Irónicamente, uno de los típicos pro hombres piñeristas, un ejecutivo del metro, días
antes dijo “cabros, esto no prendió”. Si hubiera esperado unos pocos días después…
Piñera era el presidente soñado por la Revolución por todo lo que encarnaba, mucho
más que su propia figura personal, que sería irrelevante si no fuera por lo que
encarna, el sistema neoliberal. Se ganó el odio popular y con razón, por sus
vergonzosos desfalcos millonarios que causaban gran ofensa y malestar por su
tamaña entidad y la sensación de impunidad que llevaban aparejados.

Si hay algo aún más que se puede decir de Piñera, de su acomodaticio espíritu sin
convicciones ni nada que defender excepto el dinero; es su carácter ególatra casi a
nivel patológico, todo lo hacía para figurar y creerse un super hombre. Es el
humanismo antropocéntrico e individualista materializado en un burgués del
capitalismo tardío. De modo que por egolatría, vendía y traicionaba todas sus
escasas convicciones para figurar al gusto del consumidor, del cliente. Solo piensa
en dinero, en negocios, nada que defender ni luchar, eso es un burgués al final, un
esclavo del dios Dinero, de Mammon.

Aún así, Piñera, más bien por la presión social de los movimientos sociales como los
estudiantes y otros durante su primer gobierno y el clima generalizado de la
población de desconfianza y resentimiento contra el sistema neoliberal, implementó
una agenda bastante más social de lo que se podría pensar, con algunos proyectos
de ley y reformas hechas que pueden ser muy positivas a mediano plazo. Pero que
falló´? Su NULA capacidad de estadista, le impedía dar un sello necesario de obras
fundacionales en Chile de un sistema social de mercado que atenúe el rigor
inhumano del modelo neoliberal de los años 80 hacia un capitalismo moderado que
incorpore los principios de la doctrina social de la Iglesia. Ese fracaso, que lo
transformaba irónicmaente en un mero burócrata y no un estadista que consagra la
justicia social, generó la contradicción que Piñera fuera un gobernante mucho más
“social” que Lagos y Bachelet de la década del 2000 y fuera visto como el más anti
social y neoliberal de todos. Las reformas tecnócratas no son suficientes, lo que el
“sector” de derecha liberal moderna no entendió sino cuando ya era muy tarde. Su
ausencia de liderazgo, será pagado muy caro por Chile.

Pareciera que toda Revolución tiene un gobernante incompetente, Luis XVI, Nicolás
II, y ahora Sebastián Piñera, se suma a la trágica serie de figuras y estadistas que no
pudieron estar a la altura de la Revolución, con un agravante. Que dichos
gobernantes eran gobernantes conscientes de su misión sagrada dentro de una
cosmovisión tradicional, de sus vínculos religiosos a una Comunidad trascendente.
En cambio Piñera era y es y será nada más y nada menos que “El Burgués” de
Werner Sombart encarnado, ajeno a toda dimensión trascendente que proyecta una
Comunidad religiosa, de firme arraigo tradicional, como lo era la antigua Rus o la
Francia tradicional.

Piñera fue visto, sin siquiera serlo y menos querer serlo, eso es lo más paradójico y
patético del personaje, como un brutal represor del movimiento ciudadano, que se
autodenominaba “pacífico y democrático”. Toda la pléyade de operadores y
expertos en DDHH fueron de los principales aliados de estas protestas masivas que
terminaban en guerra abierta al Estado, en “guerra social”, como decían los grafitis
de las paredes. Piñera fue el represor de pacíficos manifestantes, que mandaba a la
policía a matarlos. En realidad, les disparaban balines de goma o escopetas anti
disturbios, no se usó fuerza letal. Si se hubiera usado fuerza letal, habrían muerto
miles. Eso es lo que diferenció el Octubre Chileno del Caracazo de Venezuela, en
1989. Pero el modus operandi era similar; caos, descontrol y saqueos masivos a
consecuencia de un estallido social y popular. Piñera reprime, mata, viola, tortura,
quita los ojos, etc., a través de Carabineros y las FFAA(que controlaron o intentaron
hacerlo, el orden público en el estado de emergencia, sin usar fuerza letal).Los casos
de abuso policial real eran escasos, la mayoría eran denuncias falsas o exageraciones,
pero lo suficientemente graves

Se alegaban unos 23 muertos en la revuelta popular, que es un número escaso


comparando los muertos en otros estallidos revolucionarios de la historia de Chile
y del mundo. Por muy dramático que sea que haya un solo muerto, la historia es
bastante fría y aún inhumana cuando se estudia en perspectiva y comparación.
Incluso, la historia es brutal. Porque el hombre es así, sea en Egipto, en Roma, en
Estados Unidos, etc. La propaganda logró que los 23 caídos tuvieran el rol de
mártires y generasen el suficiente odio popular para mantener la lucha
revolucionaria en las calles durante más de un mes, con alta convocatoria y
radicalidad del proceso. Y Piñera, recibió una cantidad de insultos, odio, furia, el
símbolo de todo lo odiado por 30 y tantos años se concentró en una sola persona que
representaba a muchas, anónimas, que mantienen el Sistema.

Su patológico egocentrismo, de un ególatra mayor, solo fomentaba este odio


insuperable de las masas por Piñera. Las violaciones a los DDHH alegadas, como
símbolo de la continuidad entre Piñera y Pinochet, crearon el mito. Piñera pasó a ser
un represor brutal, un carnicero de su pueblo, sin que haya tenido siquiera el valor
de ser un criminal, ese valor siniestro que se requiere para ser un brutal tirano. Solo
es un cobarde que se esconde en los negocios y su fortuna, sin arraigo ni orgullo
patrio, ni valor para el mal, mucho menos para el bien, para defender la Res Publica
de Chile, ni pensar en el orden natural y cristiano.

Así, Piñera fue acusado constitucionalmente, junto al ministro de Interior., Andrés


Chadwick cuya irrelevancia está fuera de duda. Se pensaba dar un golpe mediante
la acusación constitucional y aprovecharse de un texto legal que permitía que el
presidente del Senado o el ministro del Interior asumiera. En ese intertanto, el
objetivo ideal habría sido, la instalación de una Asamblea Constituyente
autoconvocada, feminista, autonomista, plurinacional que reinvente Chile desde
cero, de forma mucho más radical que en Venezuela si fuera posible. No se logró.
Por eso la Revolución tuvo como objetivo la prolongación en el tiempo y jugar al
desgaste generalizado de las instituciones chilenas. El gobierno chileno tuvo la
misma estrategia con la Revolución, pero el desgastado terminará siendo el gobierno
mismo.

Según las encuestas, en los peores momentos de la Revolución, Piñera conseguía a


duras penas un 9% de apoyo ciudadano, si es que no menos. Que gobierno puede
mantenerse así. Nunca más logró revertir ese apoyo ciudadano tan bajo y escuálido.
No dejaba a nadie conforme. La izquierda por razones obvias lo criticaba
durísimamente, con un odio muy profundo. La derecha también lo criticaba y
atacaba por su negligencia en mantener el orden público, por permitir que una crisis
como esta pueda escalar de forma tan intensa y poner en peligro la existencia misma
de Chile. Su centrismo era y es cobardía y cálculo político maquiavélico, inútil
cuando se está ante el rostro abierto y directo del Mal, de la Bestia, la pantera negra
de la Revolución en su fase más radical.

La Acusación constitucional contra Chadwick prosperó en cambio contra Piñera no


prosperó por falta de quorum, lo que era evidente. El procedimiento golpista
fomentado por el Partido Comunista y parte del Frente Amplio era demasiado
evidente para poder ser eficaz. Según la fecha límite del 21 de noviembre, el
Congreso escogería un nuevo Presidente, con posterioridad a dicha fecha; o
asumiría el ministro del Interior o el presidente del Senado (de la izquierda
“moderada” a estas alturas, la Nueva Mayoría).

DEVENIR INGOBERNABLE: CHILE DURANTE EL ESTALLIDO


REVOLUCIONARIO. ¿UNA FIESTA?

Durante estos días, Chile se volvió ingobernable prácticamente, cualquier cosa que
el gobierno hiciera, sea anunciar mayores facultades para reprimir y contener el
orden, sea ceder en todo o en parte al discurso de la izquierda, era visto como una
provocación intolerable por el movimiento revolucionario, y contestado de
inmediato. Cualquier alocución de Piñera generaba la más furibunda ira popular. El
Estado de Chile perdió control de un sin número de localidades para efectos
prácticos y quedaron controladas por las Asambleas, dirigidas por anarco-
comunistas. En muchos “territorios”, el poder efectivo ya no era el del Estado de
Chile sino el “Poder Popular” construido desde los “territorios” quienes
“desplazaron”(concepto leninista de Revolución) y “traspasaron” el poder del
Estado al nuevo poder paralelo, el poder dual de las Asambleas. De modo que el
Estado, simbolizado en el Presidente Piñera fue visto como un agresor extranjero
prácticamente, contra el “Pueblo”.

Así, Chile devino ingobernable, siguiendo los postulados más avanzados del
anarquismo insurreccional y de la deconstrucción, se instalaron no tan solo
Soviets(Asambleas y Consejos) sino TAZ, Zonas Temporalmente Autonomas en
innumerables lugares donde la autoridad del Estado era contestada con la
organización popular autonomista y se ejercía un poder paralelo, prefigurativo de
la sociedad comunista e inmediato, aquí y ahora, zonas “liberadas” del Estado
opresor. Esto es muy radical y muy pocos le han tomado el peso a lo que significa
este punto. Que Chile haya devenido ingobernable y la maquinaria estatal
“burguesa” sea vista como un Estado ocupante extranjero al que hay que resistir.

El Alzamiento insurreccional llegó a ser una verdadera fiesta, un carnaval, tomado


de la teoría situacionista y estructuralista acerca de la fiesta y el carnaval como un
espacio de alteración, interrupción, suspensión y abolición de la cotidianeidad y la
normalidad, que genera sus dinámicas y códigos semióticos propios, donde lo
prohibido puede estar permitido. Eso pasó exactamente en el 18-O, una “fiesta” de
la insurrección, un carnaval, un frenesí revolucionario que altera las normas de lo
prohibido y lo permitido y las deconstruye. Un nuevo espacio autónomo donde se
invierten las relaciones de poder, tanto a nivel de macro como microfísica del poder
en términos foucaultianos. Una versión “popular”, insurreccional y anarco-
comunista de las mega fiestas electrónicas que tanto aturdieron y envenenaron a los
hijos de las familias conservadoras de la élite, cuyos padres apenas tenían idea en
que estaban sus hijos, en aquellas familias bien que tanto fueron responsables de
haber llegado al colapso sin precedentes de Chile. Una versión popular de
Creamfields, Kiss and Shoot, y tantas otras mega fiestas electrónicas donde todo está
permitido excepto tener límites, al ritmo de la música degenerada electrónica, house,
deep, etc. Que decir de las fiestas del reggaetón, donde de modo más tosco y menos
sofisticado se reproduce la misma dinámica de alteración total en un espacio
semiótico singularizado, del discurso cultural dominante, que la izquierda
determina como “conservador y burgués”, esta “aceleración” deleuziana de la
fractura y los mecanismos de ruptura sistémica, fueron explotados hasta el
paroxismo tanto antes como después del 18-O.

En efecto, la “fiesta insurreccional”, el frenesí del saqueo, la orgía de la violencia y


el descontrol, donde todas las normas son abolidas y puestas entre paréntesis,
siguiendo los conceptos deconstruccionistas, suspendidas y “evadidas”; llegó a
parecerse literalmente a una mega fiesta electrónica cuando se popularizó el uso del
laser de los celulares y otros aparatos electrónicos, el uso de las luces como
mecanismo de “evadir” el poder de los Carabineros y del Estado mismo, a través de
una mega fiesta “insurgente”, llena de colores, luces, formas, dinámicas, conceptos
y simbologías propias de una verdadera fiesta, un carnaval insurreccional. En esto
el movimiento fue brillante, aplicando las teorías estructuralistas, post-
estructuralistas y situacionistas acerca del carnaval, al pie de la letra, quizás sin
precedentes a tal escala.

De esta anomia colectiva, donde no se puede encontrar un solo jefe o dirigente, sino
que es un Lenin colectivo, indefinido, etéreo, disperso entre la multitud de Negri,
emanaba casi por connaturalidad, una oscura presencia, una oscura invocación al
Chaos. Porque hay que reconocer que este movimiento, cual masa informe de furia
gnóstica revolucionaria, emanado del principio metafísico inferior de la materia, de
la oclocracia como dominación por lo inferior del principio espiritual, algo
característico por lo demás a todo comunismo; NO TIENE JEFE NI LIDER NI
COMANDANTE ALGUNO. No hay un Fidel, un Mao, un Che, un Lenin que sea la
cabeza visible de este movimiento. Pienso que si existe alguna cabeza o cabezas
visibles, los dirigentes de los grupos de vanguardias revolucionarias que no vemos,
pero que esa jerarquía secreta, se manifiesta de forma, “informe”, y amorfa, como
una masa y turba sin dirección sino la que se dé “espontáneamente” en sus
asambleas. Esta informidad y falta de dirigentes, esta anomia es el más opuesto
principio a-metafísico a la jerarquía medieval de la sociedad entendida como el
cuerpo místico político, la metafísica trascendente que elevó el hombre hasta el cielo;
ahora lo desciende hasta las puertas del infierno. Hasta la invocación colectiva del
Chaos.

Dejo abierta la pregunta acerca de la magia del caos presente, por todos lados se
podían observar los signos de la Chaos Magick, la estrella del Chaos presente junto
a los míticos “Acab 1312”, “Renuncia Piñera” o “Pacos asesinos”. ¿Qué hace un signo
de ocultismo y magia negra en un movimiento social y popular? ¿Qué tiene que ver
un signo usado como sigilo en la magia del caos con demandas sociales y político
revolucionarias?. La dimensión oscura de este movimiento, escapa con mucho al
presente ensayo, que solo la atisba y deja entrever, un movimiento que no cesó jamás
de ataques brutales, muy violentos y llenos de odio contra iglesias y todo aquello
que represente a Dios, especialmente el catolicismo, bajo la excusa de los abusos
sexuales del clero y el encubrimiento, verdaderas profanaciones satánicas se
sucedieron en numerosas ocasiones, las quemas de iglesias como la Veracruz y San
Francisco de Sales en Santiago, ataques incendiarios a iglesias en Talca o La Serena,
saqueos en iglesias de Puerto Montt, intentos de quemar iglesias donde se celebra
misa tradicional como Nuestra Señora de la Victoria, etc. Es lo más parecido a una
versión postmoderna de la España de 1936, a una escala aun no tan inmensa pero
que no tiene obstáculo alguno para alcanzar esa masividad en cosa de poco tiempo.

Porque la oposición de los católicos es absolutamente marginal y los católicos como


fuerza política y social dejaron de existir en Chile, subsistiendo apenas como una
religión en masiva perdida de fieles, con un exiguo 45% de católicos según la
encuesta del 2019, y entre la juventud, con la mitad prácticamente, absolutamente
atea. De ese 45%, solo un número muy menor es católico de verdad, practicante, fiel
y que sigue la doctrina católica.

Es el castigo de Dios a una sociedad apostata como la chilena. El panorama que se


pinta no puede ser más desolador. El Comunismo a lo largo de la historia ha
desempeñado un papel de castigo divino, que antecede a una purificación espiritual
y renacimiento como fue el caso de España en 1936 o derechamente, la destrucción
y defección total, como ha sido el caso de Venezuela. Es el azote del Demonio, que
Dios permite como castigo a la sociedad burguesa, liberal, descreída, cínica,
materialista, apostata, que oprime a los pobres y reniega de la ley de Dios. Eso, si
tiene que aplicar en algún lugar, es en Chile donde todo pinta como el armado de la
Revolución perfecta, la suma de todas las Revoluciones en una. Desde Paris 1871 a
Octubre 1917, Cuba 1959, China 1949, la guerra de Vietnam, la guerrilla
latinoamericana, Salvador Allende, la II República española, los experimentos de
Mayo de 1968 y otras Comunas neomarxistas y neoanarquistas de los 60 y 70, el
huracán Feminista de los últimos años, el Chavismo bolivariano, el Zapatismo
mexicano. Todo sintetizado en una sola Revolución neo comunista que promete
ahora sí alcanzar la sociedad sin opresores ni oprimidos a través de la magistral
política prefigurativa que han aplicado en Chile, siguiendo las directrices de Negri
y la izquierda autonomista.

LA NUEVA NORMALIDAD: HACIA UNA “WEIMAR REPÚBLIK” DEL SIGLO


XXI. LOS NUEVOS AÑOS 20.

El movimiento tomó la estrategia a partir de Diciembre 2019 especialmente, luego


de jornadas de saqueo y violencia extraordinariamente elevadas, de bajar la
intensidad. Estaba colapsando el Estado de Chile, pero con serio riesgo de
intervención militar y tenían que evitar otro 1973 esta vez. Así que la estrategia
cambió, en lugar de completar la fase de saturación de inmediato, había que esperar
un tiempo más para alcanzar la total fase de saturación molecular del sistema y su
reemplazo por la toma revolucionaria del poder. Había que jugar al desgaste del
gobierno y de la verticalidad del Sistema. El gobierno a su vez jugaba al desgaste del
movimiento, pero sin la más mínima hegemonía ideológica o proyección de un
contra discurso.

En lugar de un ataque molecular coordinado y simultaneo en múltiples focos de


resistencia y acción subversiva, se usaba la guerra de guerrillas, de acciones
violentas y repentinas, como incendiar y destruir tal lugar y luego esconderse y
replegarse. Manteniendo un estado de permanente tensión e incertidumbre en la
población, usando el terrorismo como arma de control ideológico en la sociedad
prefigurada que vendrá, siguiendo la terminología de Agamben; una lucha
“situacionista” desde la cotidianeidad que se transforma en la nueva normalidad
que irrumpe permanentemente, deconstructiva del estado de paz, a través de
acciones sorpresivas de guerra revolucionaria de baja o mediana intensidad pero
que logran su objetivo, la resistencia en una guerra molecular donde tienen la
hegemonía pero deben evitar que el enemigo, use las fuerzas armadas.

En ese intertanto, se asiste a una completa decadencia de las instituciones políticas,


que son solo una cáscara vacía sin sustento de nada, un teatro, una opereta, un
simulacro que no entiende lo que sucede y se pliega ideológicamente al discurso
impuesto por las vanguardias. La llegada de la oclocracia. La masa, con su altanera
actitud empoderada, la calle, la asamblea, todos ellos se volvieron el verdadero
poder político, desplazando la verticalidad del sistema político clásico hacia la
horizontalidad de movimientos anti sistémicos y asistémicos. La oclocracia, el poder
de la turba, emana del resentimiento, la envidia y el odio de un proletariado o post-
proletariado corrompido y envilecido por el materialismo, por lo más bajo, en lugar
de ser dignificado cristianamente, es el poder del número y la tiranía de la plebe más
corrupta que se instala y tal como dejaron todas las calles de Chile arruinadas,
feísimas, llenas de grafitis y mensajes de odio, los edificios saqueados y destruidos,
ciudades en ruinas; así dejan la institucionalidad, como un montón de ruinas y
escombros producto del hombre masa. Un Weimar postmoderno, con toda su escena
de lucha de clases, su depravación moral, el altísimo impacto del feminismo
deconstruccionista y la disidencia sexual, la perdida completa del sentido de
nacionalidad y de Patria, un Chile que deviene post-nacional, son verdaderas y
vívidas imágenes del proceso político que viene en los próximos años. En los cuales
la acción subversiva de la “guerrilla” continuará y se afianzará hasta alcanzar la
toma completa del poder y de las instituciones, usando TODOS los medios para
lograrlo, cualquier medio que les permita asegurar su poder será usado, hasta que
en unos años el país se rinda por entero al Comunismo más radical posible, cuando
el descalabro sea de tal magnitud que no quede nada sino la paz que ofrezcan ellos.

Porque asi estimo que serán las cosas en los próximos años, una permanente guerra
de guerrillas y nueva normalidad que “interrumpe” el sistema político hasta
fracturarlo, una saturación más lenta pero no menos eficaz, al mismo tiempo que
permite evitar la percepción de amenaza de la derecha y los sectores conservadores
que creen que son solo unos pocos revoltosos que nada más pueden hacer. Se
equivocan rotundamente, como siempre.

El proceso constituyente consumirá las energías de Chile y por transacción se


terminará aprobando un texto de compromiso, el cual será lo suficientemente
amplio y permisivo a nivel jurídico-institucional para futuras transformaciones
hacia la democracia radical neo comunista y un Chile con el que sueñan los
movimientos de izquierda.

¿TODO EL PODER PARA LOS SOVIETS?

El movimiento más radicalizado no obtendrá lo que quiere en la Asamblea


Constituyente, llamada Convención Constitucional de Piñera, pero estimo que se
formará un Asamblea Constituyente paralela, organizada a partir de los Cabildos y
Asambleas populares territoriales que vaya generando un texto paralelo a modo de
presión. Porque la lógica de ellos es la revolucionaria, tomarse el poder por las
buenas o por las malas y forzar a que todos bailen al ritmo de ellos, de la música
(esto es, la ideología) que ellos ponen, lo cual fue simbolizado en el ritual “el que
baila pasa”, que usaban en las tomas y protestas para transformar en una fiesta
situacionista, la revuelta popular. Así, es perfectamente posible una Asamblea
Popular Constituyente paralela a la de Piñera, que tendría incluso menos
legitimidad de no remediar el gobierno el escasísimo apoyo, que ha debiilitado todas
las instituciones verticales tradicionales de la República; para dar paso y ceder su
espacio a grupos y movimientos horizontales, de tipo antisistémico y asistémico que
van construyendo el Poder Popular.

Una constante y permanente tensión entre saqueos, una nueva normalidad


interrumpida y evadida por la acción popular de masas, el paulatino retorno al
orden nunca completado del todo, la huella derrideana, el fantasma del Octubre
Rojo, todo eso va a marcar los próximos años por parte de la Izquierda en el
Alzamiento. Su desgaste dependerá de lo organizada que pueda estar la derecha y
las fuerzas del Orden, que logren articular una propuesta de salvación nacional que
sea realista, responda a las justas aspiraciones de equidad, armonía y justicia social
en Chile, y defienda los cimientos de la Patria y la República amenazados por la
Revolución. Si tiene éxito en Chile, será replicada, ya está siendo replicada más bien,
en otros países como España, Colombia, México, Argentina, pronto Brasil, etc. Países
todos que enfrentan procesos de tipo comunistizante en pleno desarrollo y de grave
peligro. Una Unión Soviética Latinoamericana, la URSAL, Unión de Repúblicas
Socialistas de América Latina, no es una utopía impensable, sino una posibilidad de
no detenerse este proceso revolucionario de modo eficaz.

En Chile creo que podrían alcanzar y conquistar todo el Poder Popular, “todo el
poder para las asambleas” (que no “soviets”) en cosa de unos 10 años jugando con
el desgaste de la derecha, el gobierno y el Sistema en general. Una Constitución
suficientemente amplia que les permita hacer todo el país de nuevo, mediante leyes
simples que no tengan los pesos y mayorías exigidas por la Constitución de 1980,
que les permita regular incluso expropiar masivamente, mediante ley simple y
mayorías simples. En ese escenario, el país deseado por el Frente Amplio y el Partido
Comunista, así como los movimientos sociales y populares, no es una irrealidad. La
Constitución de 1980 impide que puedan hacer dichos mecanismos de
transformación revolucionarias al exigir amplias mayorías que no tienen ni podrán
conseguir, por sus férreos controles de constitucionalidad sustancial mediante el
Tribunal Constitucional y los principios mismos de la Carta fundamental que
impiden que el Poder Popular destruya los fundamentos de la República.

Hay que entender que todo esto pasará en paralelo al proceso constituyente, y los
gobiernos que se vayan sucediendo, que estarán todos desde ahora dirigidos
ideológicamente por el discurso del 18 de Octubre y “la calle” (Poder Popular). Si no
se hace lo que el Pueblo quiere, se incendiará el país de nuevo. Esa amenaza, ese
fantasma, dominará la política chilena desde el 2020. ¿Nadie recuerda que gritaban
los manifestantes pacíficos el 20 de Octubre en Concepción: “si no hay solución,
quemaremos Concepción”? Y nadie vio nada, la izquierda burguesa los miraba con
el culposo sentimiento del resentido plebeyizado y humanitarista, la derecha no
daba crédito a lo que pasaba, los periodistas aplaudían.

LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE: INTELECCIÓN DE SU ESENCIA


(POST)METAFÍSICA. LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y EL ESTADO
COMUNAL

Tenemos que estudiar ahora más a fondo la ideología y trasfondo conceptual del
movimiento, que es lo que busca exactamente. Así como los grupos que están detrás,
el apoyo e intervención extranjera comunista internacional, en esta insurrección del
Octubre Rojo chilensis.

¿Por qué se insiste tanto en la Asamblea Constituyente? La Asamblea Constituyente


pretende ser un acto de justicia histórica que repare el mal de origen de la
Constitución de 1980, haber sido dictada por un régimen militar, en dictadura y no
mediante la democracia y participación ciudadana, según la izquierda. No es solo el
procedimiento para una nueva Constitución sino la reunión de todo el Pueblo
mediante sus representantes y sin partidos que redacte una Constitución que respete
las necesidades y anhelos del Pueblo, es decir, de los comunistas que se hacen llamar
“pueblo”.
Un nuevo Chile que emane de la democracia radical representada en la Asamblea
Constituyente, desde la representatividad de los movimientos sociales, un nuevo
Chile construido desde abajo, y a la izquierda.

La democracia radical consiste en la superación de la democracia burguesa y


representativa a través de la irrupción y participación de los movimientos sociales y
populares que desbordan y superan las contradicciones de la democracia burguesa,
acelerando el antagonismo de clases, privilegios y relaciones de opresión, para
finalmente “el Pueblo mande”. Una democracia que reconozca los conflictos y los
integre, de modo que su consecuencia es salir de los cánones legales de la
democracia representativa para incluir la lógica del conflicto social y superarlos
mediante la participación de los movimientos sociales y populares. Esto es, la
transformación de la democracia representativa en democracia participativa, con
elementos de democracia directa. Mediante la democracia participativa, se otorga
poder a la organización popular, territorial, comunal y al fin y al cabo no viene a ser
sino la materialización del Comunismo Consejista, que en lugar de centrarse en la
conquista del poder por el Partido; se centra en la conquista del territorio por las
asambleas y consejos populares, comandos populares, consejos comunales,
cordones industriales, etc. Eso es exactamente lo que está sucediendo en Chile a
nivel territorial, donde el Estado en muchos lugares está perdiendo el control
jurisdiccional del país, el cual queda en manos de las asambleas a su vez controladas
por anarquistas y revolucionarios. Ya se han formado cordones industriales en
algunas zonas de Santiago, como por ejemplo, Vicuña Mackenna.

Se trata de crear estructuras horizontales y asambleísticas que vayan anulando y


controlando y limitando a las estructuras verticales y jerarquías tradicionales en
todas las instituciones, con el fin de hacer un traspaso de poder revolucionario desde
el poder central tradicional, que refleja la metafísica del Ser, hacia estructuras
horizontales que reflejen la Deconstrucción y la Nada. En este traspaso de poder, las
instituciones se ven colapsadas por la anomia y el poder lo asumen las masas
informes organizadas en Asambleas y Comites, Cabildos y Consejos. Es el
Comunsimo Consejista, aplicado mediante la Democracia Participativa y Radical.
De modo que la autoridad se ve anulada y suprimida por las masas, a todo nivel,
hasta lograr la abolición de los poderes que se tengan por opresores y así dar paso
directamente al Comunismo, en lugar de pasar por la dictadura del proletariado.
Esto, en teoría. Porque en la práctica se transforma en la dictadura de las asambleas
y la oclocracia.
La Asamblea Constituyente viene a formalizar jurídicamente esta auto-organización
popular, los movimientos sociales, Asambleas, Cabildos, autoconvocados, sin la
presencia del Estado. Es un forma invertida y degenerada de corporativismo, que la
izquierda estudió y contribuyó a la reformulación de las propuestas de la izquierda,
a partir de los conceptos deconstruccionistas de territorio, micropolitica, periferia,
deriva, micropoder, etc. Es leer a Vásquez de Mella encapuchado y anarco-
comunista.

Se busca que una Asamblea Constituyente, que le de voto y voz a la organización


popular autónoma sea el espacio refundacional de Chile, surgido ya no desde una
concepción metafísica del Ser que sustenta las instituciones clásicas de la tradición
republicana occidental sino desde la evasión de la metafísica, que a partir de
Heidegger y Derrida es la vanguardia filosófica contemporánea. Así, se logrará
evitar el problema de la presencia y de la ausencia que conllevan las promesas de un
mañana prometido que no llega. La política prefigurativa del aquí y ahora, nos lleva
desde ya al “habitar” en aquel mundo utópico soñado, sin esperar ni transitar por la
fase de dictadura socialista.

Es falso que la organización sea totalmente autónoma, porque es imposible lograr


tal nivel de organización sin algún grupo que coordine, y si bien esto va más allá del
Partido Comunista que intenta coordinar y dirigir, debe existir algún grupo
comunista revolucionario y/o anarquista que tenga su propio Comité Central
paralelo que armonice y coordine los esfuerzos tan distintos y lejanos a lo largo de
todo el país.

El peligro de esta democracia participativa es la configuración del Estado Comunal,


objetivo supremo de la Izquierda postmarxista/neocomunista, a semejanza del
Estado Comunal Bolivariano, pero corrigiendo sus errores e imperfecciones. El
Estado Comunal es la integración en un poder paralelo de todas las formas de
organización comunal y consejista, que vaya produciendo un desplazamiento de
poder según la definición leninista de Revolución democrática, hacia el poder local,
territorial, comunal, focal. Es el flujo de la Revolución molecular disipada al final,
nada menos, integrando tanto lo vertical como lo horizontal en una síntesis compleja
que activa las distintas células revolucionarias que desplazan el poder central hacia
lo comunal. Es el Comunismo Conseijsta de Rosa Luxemburgo, su “democracia
dictatorial”, y el Soviet de Baviera, aplicado en una versión postmoderna y
latinoamericana al final, bajo el nombre y estructuras del Estado Comunal y
Democracia Participativa.
La democracia participativa que se busca instaurar mediante la Asamblea
Constituyente puede coexistir con un gobierno central pero que va desplazando y
haciendo que pierda poder el Estado vertical hasta quedar anulado como poder y se
produzca así la transición rápida del socialismo hacia el comunismo, entroncando el
comunismo libertario con el anarquismo.

En Venezuela da la impresión que esto es una tiranía totalitaria y lo es, porque todo
fue controlado por el Partido Socialista Unido de Venezuela y estos grupos son
meros satélites que literalmente tienen concesionado el crimen, el robo, el homicidio,
el narcotráfico como forma de ejercer terror rojo y violencia revolucionaria para
establecer el Poder Popular. En Chile podría pasar algo análogo, quizás más lento
pero no estamos libres de que el Poder Popular deje como algo menor lo sucedido
el 18 de Octubre, instaurando un Poder revolucionario de tipo comunal, con bandas
armadas que ejerzan una mezcla de terror revolucionario y criminalidad bestial
como sucede en Venezuela. El debilitamiento de las instituciones y el traspaso de
poder del Estado a las comunas controladas por revolucionarios, permite tal
barbaridad.

Una Asamblea Constituyente al darle voz y voto a estos grupos que la controlarían,
supone un golpe de muerte para la Patria. Porque es institucionalizar algo que será
superado por mucho en los hechos, mediante la democracia radical del conflicto y
el agonismo, ellos serían el Derecho público.

La Asamblea Constituyente revocaría todas las autoridades vigentes y comenzaría


a hacer el país de nuevo, un nuevo Chile en una nueva Constitución Popular. Un
nuevo Chile rediseñado según el feminismo, el indigenismo, la plurinacionalidad
indigenista, el discurso anti-carcelario, la diversidad y disidencia sexual, la teoría
queer y el transfeminismo, el ecologismo, el animalismo. Incluiría un sistema neo
socialista, relaciones de trabajo sustentadas en la lucha de clases, un estado de
bienestar amplio, un sistema unicameral para acelerar las leyes mediante mayorías
simples que respeten la voluntad popular, sin Tribunal Constitucional, controles de
la población organizada en movimientos sociales y populares, asambleas y Cabildos,
de cualquier proyecto o empresa, un sistema de cogobierno instalado en las distintas
instituciones públicas y privadas de modo de anular el poder de dirección de los
empresarios y dirigentes. La horizontalidad inmanente arrasaría toda forma de
verticalidad y poder de dirección bajo el principio de la mayoría y la revolución
democrática radical. Eso sería una breve descripción del Chile por el que tantos
incautos e ilusos han marchado. Quizás muchos ni imaginan lo que están pidiendo
a gritos. Pero fueron engañados por el Comunismo y si no hay una reacción muy
masiva y fuerte en contra de estos movimientos, por la razón o la fuerza se
terminarán imponiendo estas categorías socializadas y hegemonizadas.

No basta con condenar los saqueos, se debe condenar el cambio a la Constitución


mediante una Asamblea Constituyente. Si bien es cierto que el proyecto de Acuerdo
de Paz de Piñera incluye un Asamblea con otro nombre pero menos facultades y no
tan revolucionaria, la Convención Constitucional es lo suficiente para permitir
introducir principios generales que sirvan para moldear estas transformaciones neo
comunistas a futuro mediante leyes simples. No otra cosa proponía Fernando Atria,
el famoso constitucionalista experto en la “AC”. No es necesario que sea una
Constitución que incluya todo esto en su articulado. Basta que no lo impida y que
permita que sea introducido mediante leyes. Chávez introdujo el Estado Comunal
mediante una ley simple al fracasar su reforma constitucional el 2007.

EL ODIO NIHILISTA DE LA PRIMERA LÍNEA Y LOS SAQUEADORES:


“METAFÍSICA” DE LA FEALDAD

¿Quiénes eran los saqueadores, los terroristas, las masas llenas de odio y deseo de
destrucción, que poblaban las multitudinarias marchas y concentraciones? Eran las
masas que llevan inscritos en sus cuerpos y almas el sello de la postmodernidad, el
vacío existencial, que agrava a niveles impensables hacia 1848 incluso, la explotación
de la sociedad capitalista liberal, el sentimiento de alienación.

De aquellos sale el odio nihilista, dispuesto a incendiar todo, tal como pude leer en
numerosos posts de Facebook y otras redes sociales, donde abiertamente se llamaba
a incendiar y destruir en nombre del odio y la venganza del pueblo que ha sido
siempre pisoteado y marginado; que es una violencia escasa y poca cosa comparada
al lado de lo que sufre el Pueblo. Leí que maltratando a los ricos y opresores y
quemando todo lo que pueda ser quemado se obtendrá la victoria. Esta forma mentis
del pensamiento, una furia nihilista que busca arrasar todo el orden existente por
considerarse violento y esclavizante, es la esencia de la Revolución como
gnosticismo que tanto un Erich Vogelin o un Dostoyevski pudieron percibir muy
bien como el motor ideológico de toda Revolución a partir del odio radical al mundo
presente para ser transformado por un movimiento de masas, que obtiene la gnosis
de sus dirigentes visibles o encubiertos. En el caso chileno, es una gnosis colectiva
diría yo, que emana de las profundidades del odio colectivo y compartido, desde lo
más bajo de la escala social. Al no haber dirigentes visibles sino solo actores sociales,
este odio no es la voluntad poderosa de un líder sino la emanación constante de las
profundidades que se reúnen en el movimiento con un fin común.

El desarraigo que la sociedad capitalista tardía provoca, la pérdida total de los


vínculos comunitarios sanos y naturales, la falta de un orden corporativo-
profesional que asegure la necesaria solidaridad social que protege y crea arraigo,
es uno de los elementos que mejor explica el envilecimiento a tal nivel del populus,
transformado en turba, en demogresca oclocrática, enemiga de todo lo bueno, noble
y elevado. No quieren dignidad realmente, quieren el odio y la venganza.

Esta Revolución marchó bajo el signo de la Fealdad, la Fealdad como una verdadera
“metafísica de la Revolución”, el no-ser, la negación radical del trascendental de la
Belleza que era vista como una forma de opresión y violencia post-estructural de las
clases y grupos dominantes sobre los cuerpos y subjetividades marginales.

Montones de edificios históricos de gran belleza, monumentos históricos que


simbolizan los héroes patrios, restaurantes, pequeñas empresas, comercios, locales
urbanos, etc., fueron vandalizados y saqueados y quedaron transformados en
barrios y vertederos de fealdad y horror. Especialmente las iglesias, el símbolo del
trascendental de la Belleza del alma que se encuentra en gracia y se re-liga con Dios
en la contemplación, con todo el arte religioso y sagrado que rodea el acto religioso;
fueron vandalizadas y transformadas. El horror de almas muertas, externalizado y
socializado para el escarnio de toda la Patria, a la que odian, porque sienten que no
tienen lugar alguno allí.

EL DESPOJO NEOLIBERAL: DEL CAPITALISMO FINANCIERO


TRANSNACIONAL AL ODIO NIHILISTA

Que diferencia con el viejo orden corporativo medieval, donde cada persona era
tratada con la dignidad cristiana de hijo de Dios y llamado a un destino trascendente,
que le daba lugar al más humilde como al más potentado, para la dignidad de su
oficio, profesión y labor, contribuyendo todos al bien común universal dentro de
dicho hermoso entramado comunitario y orgánico. No, para el frío mundo moderno
y postmoderno luego, del capitalismo liberal esas consideraciones son extra-
económicas y no tienen lugar, son solo factores de producción, elemento trabajo y
con tal que no se mueran de hambre y produzcan, cual capitalismo manchesteriano,
es justo. Los sueldos de miseria de unos 400.000 pesos y mucho menos, el sueldo
mínimo, eran el pan común de los insurrectos y rebeldes, el odio de clases
alimentado e inoculado por décadas, tenía una base objetiva. Sentir que eran
explotados no tan solo para un clásico cerdo capitalista burgués del 1900, sino para
un capital anónimo de tipo financiero y transnacional, que no le debe lealtad a nada
y es tan abstracto como omnicomprensivo y omnipotente. Este frío y desolado
mundo, vivido como cotidianeidad, ¿Cómo no habría de estallar de algún modo
brutal? Y no ha terminado de estallar. La venganza, el odio de clases, el deseo de
aniquilar al enemigo de clase, es fuertísimo. Y con nada se puede calmar porque el
nihilismo como actitud vital es la norma de estos grupos en las clases más
marginales, post-proletarias y periféricas.

La sensación de abuso, despojo, expoliación, saqueo, realizado por el gran capital


transnacional, por los grandes empresarios oligopolísticos de Chile(“las siete
familias”), es imborrable. Décadas de abuso constante sufrido en lo más profundo,
un sensación de abandono, de miseria tan grande e irremediable, la violencia que
sienten ante la desigualdad tan grosera en las estadísticas chilenas, que encarnan en
sus propias vidas, ese Chile tan desigual e injusto que viven a diario, que conocen
porque trabajan en el sector oriente, etc. Si alguien vio la película Batman 3, es una
analogía muy evidente la que se puede realizar con la revuelta de la factoría, donde
vivían los marginados, miserables y proletarios de Ciudad Gótica, versus los ricos
de los grandes edificios y departamentos. El odio de clases se transformó en algo
muy real en Chile y dejó resultados tan devastadores que solo un ciego podría negar
que el odio de clases no existe en Chile.

Indigna y enfurece leer a tantos defensores del más acérrimo libre mercado, porque
estas cosas las pasan por alto totalmente, jamás han visto esta miseria que mata el
alma y lo cubren todo con estadísticas basadas en elementos que ante la fría y brutal
realidad de la explotación palidecen como una quimera inalcanzable, ante la
violenta injusticia social y desigualdad tan profunda, hacen sentir que se vive en
países muy diferentes, que ante el grotesco coste de la vivienda en Chile, las
altísimas tasas de usura, suenan como un insulto a los pobres y clases medias
precarizadas. No saben lo que es vivir con $300.000, el despido arbitrario, la
explotación laboral que no respeta las normas del Código del Trabajo, el sentirse
parias de un sistema injusto y anticristiano, sin la protección del sindicato siquiera.
Es natural e inveitable que ante la socialización discursiva de los conceptos
postmarxistas y neo-revolucionarios, ellos adopten este discurso tan mortal,
venenoso y tóxico, porque las condiciones objetivas fueron creadas y no hay quien
los pueda convencer de lo contrario. Y así se pisoteados y humillados, como reza
una novela de Dostoyevski, pasan a ser los Endemoniados, también de Dostoyevski;
autor que comprendió como nadie la miseria de la explotación y el abuso de las
clases bajas y encabezó el movimiento intelectual y cultural ruso contra la
Revolución que ya previó en toda su crudeza 50 años antes del apogeo del
Bolchevismo. Este envilecimiento de las masas a tal grado, desarraigadas de todo
vínculo religioso y entregadas a la más oprobiosa servidumbre, es un pecado que
clama al cielo, sobre la élite chilena. El Comunismo, es la venganza permitida por
Dios, el azote de Dios, los hunos cabalgando sobre la Roma impía e inicua
incenciando y destruyendo todo a su paso. Sus riquezas como dice la Biblia en el
libro de Jeremías, están cargadas de usuras, impiedad, iniquidad, mentiras,
sobornos y falsedad, explotación al pobre y hasta sangre inocente.

Por eso no debemos lamentar la pérdida del Chile liberal, debemos dolernos y muy
profundamente del horroroso e infernal asalto de las tropas de la Revolución,
reclutadas de entre lo más miserable y marginal de la sociedad chilena, a todo
aquello que es bello, elevado, noble, trascendente, que proviene del LOGOS, esto es,
de Cristo mismo, que informan la civilización cristiana occidental.

EL SIGNO ANTI-TEÍSTA DE LA REVOLUCIÓN: MYSTERIUM INIQUITATIS

Esta guerra de todo lo más bajo, vicioso, pervertido, degenerado, insidioso,


corrupto, envilecido, invertido; no es otra cosa que una cruzada en contra del Logos,
su signo anti-teológico se evidencia en la masiva, recurrente y constante quema y
saqueo de iglesias. Ellos veían en las iglesias el símbolo del colonialismo y ocupación
de los territorios indígenas, llenos de la retórica y discurso indigenista, alimentados
por el odio de clases que hacía ver las iglesias como propiedad de los ricos, que
bendecían el sistema capitalista, una iglesia de los ricos, etc. Lo novedoso, es la
penetración del discurso decolonialista e indigenista que buscaba aniquilar las
iglesias y la religión cristiana por considerarse eurocéntrica y que antes, 5 siglos
atrás, ellos destruyeron la religión pre cristiana de los pueblos indígenas, de modo
que era un acto de justicia histórica el incendiarlas y destruirlas. No solo por
asociarlas al capitalismo salvaje y la élite chilena. No les bastó que muchos
sacerdotes influenciados por la teología de la liberación y el progresismo que tanto
ayudó a descristianizar Chile en los 70 y 80; ayudaran a tantos activistas y
revolucionarios de izquierda que fueron perseguidos por el gobierno militar
pinochetista. Roma no paga traidores.

El ataque a las iglesias demuestra en lo más profundo la naturaleza anti-teológica


del movimiento, como una lucha persistente y obstinada en contra de Dios, la
religión, lo sagrado que son vistos como máscaras de poder de intereses
inconfesables, oscuros, ocultos; que enmascaran relaciones de opresión y
dominación, una iglesia encubridora de abusos sexuales y cómplice del poder y la
dictadura, de la opresión capitalista, etc. Dejando de lado las argumentaciones de la
izquierda, quiero centrarme en desentrañar el Mysterium Iniquitatis presente en el
movimiento.

El Comunismo, es el misterio de iniquidad que los teólogos estudiaban en el


panorama de la escatología de los últimos tiempos. El Comunismo, con su
orquestado aparato del mal, representa la forma más poderosa y radical de contra-
Cristiandad, a su vez la Masonería y las sociedades secretas representan el elemento
espiritual de dicha contra-Cristiandad. No interesa por ahora el análisis de la
Masonería y las sociedades secretas sino el Comunismo, como el poder temporal de
la contra-Cristiandad. El panorama de la sociedad comunista viene a reflejar de la
forma más radical jamás vista hasta ahora en la historia, el seréis como dioses de la
serpiente satánica en el Jardín del Edén. El Comunismo al final se resume en una
Cristiandad invertida, cuyo dios es el Hombre entronizado en su formalidad de
nada. En el comunismo clásico al menos era materia informe, hoy, con la
Deconstrucción ni siquiera se puede hablar más de “hombre”, el hombre ha muerto
y el humanismo ha sido superado, quedando como una reliquia obsoleta.

Se retorna a un concepto en que prima el no-ser por sobre el Ser, cual taoísmo
oriental. Excede las pretensiones del ensayo pero no debe dejarse de lado bajo
ninguna circunstancia la cuestión geopolítica y el predominio de China en el siglo
XXI, es algo escatológico, tal como pudo verlo en su tiempo el padre Castellani SJ,
en los tiempos del fin, China tendría el poder y hegemonía y formaría una síntesis
siniestra de todas las ideologías. ¿No es acaso lo que ha sucedido?

Este misterio de iniquidad, que lleva el signo de la Bestia, que se levanta en contra
de Dios y hasta se proclama “dios”(ahora en el postmodernismo es un no-dios, aún
más siniestro), ha conseguido con la Revolución Chilena un acelerante muy
poderoso, haciendo la analogía con el incendio del metro, un acelerante que pocos
poseen. Ha conseguido un salto cualitativo en la hegemonía del neo Comunismo en
la sociedad del siglo XXI, con proyecciones internacionales y a escala mundial, ha
sido un golpe espectacular de la Izquierda mundial para volver definitivamente al
ataque tras el apogeo del Consenso de Washington entre neoliberales y
socialdemócratas de mercado; el cual empezó a resquebrajarse con la crisis del 2008
y lentamente volvía la Izquierda revolucionaria al combate. El Castrochavivsmo
latinoamericano le proporcionó un importante respiro, pero la Revolución Chilena
permite una proyección a escala mundial y sintetiza diversas revoluciones similares
pero sin tanta profundidad e intensidad que se han dado en otros países como
Líbano, Francia o Cataluña.

El Comunismo entendido en sentido amplio, más allá de las distintas escuelas,


corrientes y denominaciones, como culminación y máxima radicalidad de la
Revolución, es el Anticristo o al menos trae el espíritu del Anticristo y prepara su
reinado universal. Nuestra Señora de Fátima en sus apariciones misteriosas en 1917,
advirtió contra los “errores de Rusia” que se han entendido desde siempre, como
sinónimo del Comunismo, que se esparcirían por todo el planeta y perderían
incontables almas y causarían una devastación sin precedentes, guerras y
persecuciones a la Iglesia, si Rusia no es consagrada a su Inmaculado Corazón. Es
exactamente lo que ha sucedido en el siglo XX y XXI en todo el mundo. Los errores
de Rusia, la Revolución comunista y su secuela de ideología y pensamiento anti
humano se han expandido universalmente, destruyendo los últimos vestigios de
orden natural y cristiano en nuestros países otrora católicos.

Un amigo me comentó una vez como en los países que aprueban el aborto, se
terminan por consagrar a Satanás; y ha sido un comentario memorable por lo sabio
y profético. El aborto en las leyes, significaba la apertura e invocación de fuerzas
demoniacas, y en lo jurídico-político, la consagración de un país a la Revolución. No
otra cosa pasó en Rusia, entre los primeros países en legalizar el aborto, al poco
tiempo después triunfó la Revolución Bolchevique. El castigo de Dios, fue la
Revolución. El aborto es un poderoso sacramento del Maligno, que permite la
entrada espiritual de toda clase de males e iniquidad en una sociedad, son
entregadas al castigo divino que no tarda en manifestarse. En Chile 2019 no ha sido
la excepción, poco tiempo después de la aprobación del aborto en tres causales, el
año 2017, estalló la insurrección del Mayo Feminista de 2018 y pronto, el Octubre
Rojo de 2019, con toda la secuela de males que hemos estudiado. Dios está diciendo
algo importante mediante estos acontecimientos y debemos ser sabios para escuchar
lo que Dios nos dice mediante esta insurrección y sus señales.

A final, el Comunismo es el castigo de Dios a la sociedad moderna, liberal y


descreída, burguesa y materialista, que abandona las leyes de Dios por el demonio
del becerro de oro y pone en el éxito terrenal su “fe”, mientras consiente toda clase
de iniquidades contra los pobres, en nombre del Dinero. Entre los pecados que
claman al cielo por venganza, está la explotación y abuso del pobre, así como el
asesinato del inocente y que criatura más inocente que un bebé por nacer en el
vientre materno.
La Revolución ha esparcido los errores de Rusia por todo el mundo. Chile fue usado
como laboratorio para la nueva experiencia revolucionaria del siglo XXI, y de aquí
se expande a otros países para alcanzar finalmente el Estado Comunista Mundial
soñado por las fuerzas de la Revolución, desde siempre. Sospecho que mediante la
high tech de nuestra era, esa utopía es mucho más factible que 100 años atrás. ¿Tan
loco es pensar en una interrelación de transhumanismo, inteligencia artificial, alta
tecnología y social-comunismo? El rostro de la Bestia ya se puede intuir en esta
satánica síntesis. Los acontecimientos sucedidos en Chile alcanzan dimensión
escatológica en cuanto vuelven a poner al Comunismo en primer plano, reactivando
la fase agresiva de la Revolución, preparando la antesala y llegada del Anticristo
como culminación máxima en el tiempo histórico, de la iniquidad. Desde Chile al
resto del mundo, los errores de Rusia vuelven.

En realidad nunca se fueron, siempre se mantuvieron como una hegemonía


discursiva e ideológica en Occidente, pero ahora consiguieron una oportunidad
histórica de acceder al poder político formal en un país simbólico por la derrota de
Salvador Allende y el triunfo del neoliberalismo y la dictadura pinochetista. Que
humillación más grande para las fuerzas de la Reacción que reconquistar el país que
nunca debió haber engendrado a Pinochet.

Las nuevas corrientes y síntesis ideológicas del Comunismo, son muy diferentes de
la versión clásica, toda vez que abren la puerta al Comunismo libertario, que
entronca con el (neo)Anarquismo y supera así la experiencia del marxismo
leninismo clásico, la dictadura del proletariado y la mistificación del Estado
transformado en dios; “evadiendo” de este modo a la “metafísica del Estado” que
de algún modo muy imperfecto, emulaba un Orden, aunque un Orden satánico.
Ahora, es el Kaos en su forma más pura y dantesca, el terror nocturno, la noche
oscura, que se imponen sin el contrapeso de la luz metafísica. En sus versiones más
radicales y vanguardistas, se abren a la high tech y experimentos transhumanistas o
de inteligencia artificial. Pero el odio anti-teísta, ese prometeico odio a todos los
dioses de Marx, especialmente al Dios Uno y Trino, permanece más que nunca y se
radicaliza incluso, mediante la no metafísica de la deconstrucción, que suprime a
Dios como un ente posible siquiera de ser pensado.

Muchas iglesias han sido saqueadas y vandalizadas, incluso incendiadas y


destruidas. Un odio tan radical hacia la Fe católica, que nos recuerda como un
“fantasma”, el viejo bolchevismo que en España tantos mártires produjo en 1936. El
demonio del odio anti-teísta de la Revolución, volvió con furia inusitada, cuando
todos creían que las manifestaciones más violentas de ese odio “bolchevique” había
desaparecido. Pero siempre estuvo allí, en la academia, en la prensa, en el Sistema
liberal-socialista mismo, el odio inicuo a Dios y todo lo que representa. Que decir de
la inmensa masa de la contracultura, que ha sido una gigantesca revuelta contra el
Logos y su orden sobre las sociedades occidentales otrora cristianas. Nos ha
despertado este odio furioso en contra de Dios y lo sagrado, porque la ilusión liberal
burguesa hacía creer que todo eso “había desaparecido”. Pero en Teología de la
Historia, la sociedad moderna es el preludio del Reino del Anticristo, y durante
siglos que no milenios, la Iglesia vio en el mundo impío siempre la amenaza y
sombra del Anticristo. Cuando empezó el dialogo con el mundo del Vaticano II, la
“puesta al día”, la “renovación conciliar”; pues el mundo se descristianizó más que
nunca y la oscuridad profunda del mundo moderno se hizo menos visible para los
cristianos, enceguecidos por la ilusión liberal del bienestar.

Para los seguidores del Kaos, el fuego es un símbolo purificador que permitirá
construir una nueva sociedad libre de la opresión. Detrás de tanta deconstrucción y
anarquismo postmoderno, se evidencia ya el gnóstico de todos los tiempos, el eterno
gnóstico que odia el mundo presente y aspira a su destrucción total y radical, que
sea consumido por el fuego. Nada más esencialmente gnóstico, que incendiar todo
el Chile presente para edificar un nuevo Chile libre de la opresión. El culto a la
fealdad es parte de esta misma mentalidad, la belleza proviene de un dios opresor,
ahora llamemóslo, sistema opresor, de modo que no es sino una ilusión que esconde
la opresión del hombre. La fealdad, tener nuestras calles y plazas, ciudades enteras
como Antofagasta o Iquique devastadas, es solo un pequeño precio que se pagará
para la liberación total y definitiva de la chispa divina que hay en el ser humano.
Esa chispa divina que “despertó, tal como dice el eslogan “Chile despertó”. Ya no es
una “chispa divina”, sino que es la conciencia escondida de ser “Pueblo” que
ilumina, el Pueblo “divino” que un dios opresor, el Sistema, le negó y escondió a las
masas. Su liberación será una vez que incendien y destruyan todo aquello que
impiden que “el Pueblo mande”.

¿QUIÉNES SON LOS REVOLUCIONARIOS?: ACTORES SOCIALES Y


MOVIMIENTOS DE IZQUIERDA

¿Quiénes son los grupos que están operando dentro de este ejército popular
insurreccional conformado por las fuerzas de Izquierda?

Básicamente se pueden clasificar en tres las categorías de movimientos; en primer


lugar está la izquierda sistémica, que actúa dentro del sistema político formal y
vertical. Por tanto, su lugar no es en la insurrección sino en el Sistema. Dentro de la
izquierda sistémica tenemos al Frente Amplio, la Nueva Mayoría y el Partido
Comunista. La Nueva Mayoría aceleró las transformaciones políticas hacia la
Izquierdización de Chile, operando bajo cánones influenciados por la
Deconstrucción, pero dominados dentro de la formalidad del sistema político,
perdía radicalidad aunque su papel no era sino ser el de “facilitador” del proceso
revolucionario horizontal en curso, desde la verticalidad del sistema. Eso fue el
gobierno de Bachelet 2014-2018, que intentó una fallida Asamblea Constituyente y
reformas estructurales al Sistema. Sus partidos, el Partido Socialista, el Partido por
la Democracia, la Democracia Cristiana, el Partido Radical-Socialdemocrata, estaban
fuertemente desacreditados por un serie de escándalos de corrupción y su rol era
minoritario dentro del proceso, cuya horizontalidad excedía con mucho a la
verticalidad formal de la “vieja política bipartidista”.

El Partido Comunista tomó el rol de la antigua Democracia Cristiana en el Sistema


político, esto es, un articulador y coordinador de los actores políticos, incluyendo
tanto a los actores políticos del sistema vertical como de la horizontalidad
revolucionaria-insurreccional y los movimientos sociales y populares, de modo que
su hegemonía en la práctica fue importante. Sin embargo, la extrema horizontalidad
de los movimientos excedían con mucho al Partido Comunista que controlaba
mucho menos de lo que hubiera querido. Básicamente los sectores de Unidad Social,
importante conglomerado de más de cien organizaciones sociales y populares,
desde la CUT hasta organizaciones minoritarias de feministas disidentes. El PC,
tomó el rol de impulsor, articulador, coordinador, facilitador y en teoría dirigente
del proceso, que no obstante, se le escapaba mucho de las manos y hasta quedaba
en calidad de “reaccionario” frente a los anarquistas y grupos ultra radicales.

El Frente Amplio, epítome de la izquierda burguesa e hijos por generación e


ideología de la Nueva Mayoría, jóvenes inexpertos en política pero profundamente
influenciados y dominados por las corrientes Deconstruccionistas y postmarxistas,
un conglomerado de movimientos como el Autonomismo, Comunes, Ecologistas,
Izquierda “ciudadana”, “Poder”, Convergencia Social, Humanistas, Verdes,
Feministas, LGBTIQ, etc.

Todas aquellas vanguardias que irrumpieron en los años de la Concertación, sobre


todo Nueva Mayoría; ciclistas furiosos, veganos, animalistas, ecologistas, feministas,
feminismo interseccional y disidente, movimientos LGBTI, queer, pobladores,
migrantes, activistas por los DDHH, estaban de algún modo representadas y
simbolizadas en el Frente Amplio. Su norte era la transformación hacia la
democracia radical y participativa social-comunista en Chile, el Estado Comunal, el
poder popular territorializado, la micropolitica de los flujos y deseos, la abolición de
los poderes verticales por su reemplazo en la horizontalidad, la agenda del
feminismo y sus transformaciones sobre los cuerpos y subjetividades, la
socialización radical de la economía chilena hacia un modelo al menos
socialdemócrata en sentido fuerte, la transformación de Chile en un estado de
consejos(Soviets) mediante Asambleas, un estado plurinacional que reconozca los
pueblos indígenas, etc. El progresismo más radical y claramente anti capitalista, a
diferencia de la derecha light progresista de Evopoli, se dio lugar en el Frente
Amplio. Eran los hijos ideológicos de la Concertación-Nueva Mayoría, casi siempre
además, los hijos biológicos, las nuevas generaciones que estudiaron en el extranjero
y recibieron formación profundamente deconstruccionista. Su estética de juventud
mileniall “super diversa y pluralista, inclusiva, gluten free, veggie, colorida, como
una fiesta,” centrados en ciertos lugares de Santiago como el Barrio Lastarria, el
Centro Gabriela Mistral(GAM), Plaza Ñuñoa, es un fastidio que los terminó incluso
por ridiculizar como niñatos burgueses de la Revolución. En todo caso, la agenda
del Partido Comunista era prácticamente la misma, con un énfasis no tanto en
movimientos como ciclistas furiosos o la comida vegana libre de gluten, sino la
construcción de lo “popular” como espacio de articulación anti-capitalista, hacia
transformaciones revolucionarias. En la Asamblea Constituyente, la Nueva
Constitución popular y democrática (en sentido revolucionario-comunista), la
democracia participativa y comunal, todo eso era idéntico entre el PC y el FA. El PC
tenía más la estética de “viejos sindicalistas” de izquierda entre sus dirigentes y del
“joven revolucionario” con pelo largo y desordenado entre sus “bases” y la “Jota”,
las Juventudes Comunistas.

Del Frente Amplio y sus vanguardias hay algo importante que destacar y que se
entronca con lo que se dirá más adelante sobre los movimientos de tipo asistémico;
el método micropolítico de transformación revolucionaria. En lugar de una masiva
Revolución a lo Octubre 1917, durante 30 años operaron bajo la micropolítica que
iba escalando cada vez más hacia una “macropolítica” de la Revolución, hasta llegar
al 18 de Octubre. Estos grupos durante décadas promovieron una agenda de
transformaciones micropolíticas a través de la cotidianeidad de los espacios
ciudadanos, es decir, transformaciones hacia el neo comunismo mediante códigos
deconstruccionistas, utilizando los espacios para producir rupturas, y puntos de
fuga en los que el sistema de creencias dominante se ve desplazado por la acción
deconstruccionista micropolítica de los actores sociales y vanguardias que operan
desde los márgenes del Sistema; generando cambios profundos a nivel local, focal y
cotidiano. No es tanto Gramsci (cuya transformación revolucionaria mediante la
cultura ya sucedió) ni siquiera la escuela de Frankfurt(que también ya es
hegemónica la teoría crítica); sino más bien, Deleuze y Guattari, teóricos de la
cotidianeidad como espacio de transformaciones micropoliticas. Gramsci quedó
superado por “esencialista” es decir, apelar a una definición rígida de lo “esencial”
que impide que el flujo se manifieste en toda la expansión de su concepto que es
irreductible a un código binario de lo que es y no es esencial, es apertura a la
multiplicidad e irreductibilidad del sentido a lo binario. Estos grupos y sus
vanguardias intelectuales e ideológicas durante 30 años ejercieron una socialización
y difusión de categorías radicales tomadas de la filosofía deconstruccionista con las
cuales fueron inoculando a nivel de micro-política, es decir, la política de lo local,
cotidiano, focal, territorial, a escala pequeña, en la población, en el “territorio”, en el
sindicato, en la junta de vecinos, a la escala minoritaria de cuerpos intermedios que
fueron transformados en agentes de revolución. Estas transformaciones al ser
“micro”, son imperceptibles pero producen un sistemático y generalizado cambio
en la convicción, creencia, y cosmovisión imperante, al ser transformadas por
categorías nuevas que desplazan las anteriores se ha producido la Revolución. La
izquierda conquistó el terreno que la propia derecha le abandonó y lo peor es que
no se enteraron siquiera aún de lo que ha sucedido. Los burgueses le dieron a los
comunistas, la cuerda con la que los van a ahorcar, como dijo Lenin.

La Vieja Concertación se unió a la Derecha para intentar frenar un proceso que los
ponía a ambos fuera del juego político, allí distintos personeros del PS, la DC, el
PPD, etc., intentaban evitar la radicalización del movimiento junto a la UDI y la RN,
partidos sin proyecto propio a partir de la caída simbólica de Piñera, y que se habían
rendido en el Acuerdo de Paz, especialmente el dirigente de RN, Mario Desbordes
mostró una actitud muy complaciente con dicho movimiento, llamando incluso a
seguir las marchas en contra de su propio gobierno (¡!). Eran la “Reacción” dentro
del proceso, que desterraba al menos 30 años de la historia política de Chile, al tacho
de la basura. La derecha se encontraba a la zaga, totalmente a la defensiva, sin poder
articular una verdadera Reacción porque ellos mismos se encargaron de hacer
desaparecer la organización comunitaria real. Solo ciertos grupos de “fachos”
tomaban la vanguardia que los partidos e “Intelectuales y dirigentes de la derecha”
no podían siquiera dar, ya que en su gran mayoría, como pasa con todos los
conservadores, eran progresistas de tránsito lento que se adaptaban al discurso de
la Revolución en lugar de combatirlo inteligentemente desde las propias ideas.

Como será de ineficaz la derecha que en 30 años apenas pudo desentrañar una parte
mínima de lo que aquí estoy exponiendo sobre la Deconstrucción, las
transformaciones micropolíticas desde la cotidianeidad, el situacionismo mediante
la fiesta y la insurrección, ni siquiera el ideario de los grupos en cuestión.

Vamos ahora con movimientos de tipo antisistémico y asistémico que son las
vanguardias de la Revolución.

Los grupos antisistémicos buscan destruir el Sistema e implantar un régimen


comunista, actúan desde la horizontalidad y más bien, una semi-clandestinidad.
Semi, porque nadie los reprime pero clandestino porque son subversivos
declarados, enemigos a muerte del Sistema, llenos de un odio que sobrecoge.

Entre estos grupos tenemos a distintos movimientos como el MIR, el FPMR,


Lautaristas, herederos de la lucha anti-pinochetista de los años 80, y simpatizantes
de las experiencias comunistas de Cuba y Venezuela, las FARC, la guerrilla
latinoamericana, con toda clase de tendencias y variedades a gusto del subversivo
de turno haya en la izquierda. Desde grupos guevaristas fuertemente armados y
violentos hasta maoístas dispuestos a absolutamente todo para conseguir la victoria
popular, simpatizantes de Sendero Luminoso y de Mao; grupos leninistas para
quienes vivimos el Octubre bolchevique pero no se ve donde está el Lenin dirigente
en ninguna parte; grupos trotskistas como el Partido de los Trabajadores
Revolucionarios, grupos abiertamente estalinistas como el PC(AP) quienes
defienden una síntesis anti-revisionista(comunistas posteriores a la muerte de Stalin
que aflojaron un poco el sistema) y pro maoísta con el leninismo-estalinismo
clásicos, defensores de un Poder Popular implacable y dispuesto al más acérrimo
terror rojo contra los enemigos de clase, etc. A pasos de la Moneda encontré
propaganda del PC(AP). Si los señoritos liberales del segundo piso de La Moneda
supieran que es el PC(AP)…Ellos se desmarcan de la línea del PC que consideran
reformista y aburguesada, por abandonar en teoría(aunque no en la práctica) la
lucha insurreccional-revolucionaria, lo cierto es que en este estallido social dicha
lucha ha vuelto y con alta intensidad.

Las FARC, agentes venezolanos del SEBIN y guerrillas bolivarianas, grupos de


distintas guerrillas latinoamericanas presentes en Chile, todas de formación
marxista-leninista, para quienes la deconstrucción es nada más que una estrategia
para articular el Poder Popular, pero tal como explicó Yuri Bezmenov el famoso ex
agente KGB que desentrañó la estrategia de los comunistas6, una vez hechos con el
poder, liquidarían a todos aquellos comunistas utópicos e idealistas, humanitarios y
pacifistas que “saben demasiado”. Su objetivo es solo el Poder y Poder Popular.

Los demonios de Dostoyevski se paseaban por todo Chile organizando y dirigiendo


los saqueos que fueron el terror rojo de esta Revolución; los más activos
revolucionarios eran aquellos de militancia comunista revolucionaria en aquellos
movimientos, quienes instigaban y participaban activamente en la oleada de terror,
saqueo y destrucción, que era parte esencial del caos revolucionario instalado en
Chile. Iban de ciudad en ciudad, incluso se llegó a pagar para que aumenten los
saqueos. Se descubrieron muchos venezolanos, colombianos y cubanos entre los
cuadros que dirigían e instigaban los saqueos. Los residentes de los lugares
saqueados reportaban una y otra vez sobre la desorientación de los recién llegados
para saquear, parecían recién llegados que no sabían ni donde estaba la plaza de la
ciudad.

¿INTERVENCIÓN EXTRANJERA EN CHILE?: GEOPOLÍTICA DE LA


REVOLUCIÓN Y GRUPOS ANTISISTÉMICOS

Los distintos aparatos de tipo político-militar revolucionario de los principales


movimientos subversivos antisistémicos colaboraban y recibían la instrucción,
soporte técnico, militar y logístico de la inteligencia de Cuba, Venezuela, las FARC,
agentes bolivianos, etc. No se trata que ellos sean la causa directa e inmediata de la
Revolución sino que ejercieron un rol de soporte, propaganda, organización y
logística a un proceso revolucionario mucho mayor, que viene en etapas desde la
ofensiva de la Izquierda anti-pinochetista en los años 80.

El gran eje logístico que organizaba la Revolución a nivel de coordinación general y


macro-escala, era el Foro de Sao Paulo junto al Grupo de Puebla, órganos de la
izquierda latinoamericana creados con el propósito ex profeso de continuar la
Revolución comunista posterior a la caída de la Unión Soviética en el caso del Foro
de Sao Paulo(que reúne a los principales partidos y movimientos de izquierda
revolucionaria del continente) y en el caso del Grupo de Puebla; creado por el
Castrochavismo para acelerar la transformación revolucionaria del continente.

De esta organización a nivel macro, los servicios de inteligencia de dichos países


intervinieron mediante propaganda, agitación en redes sociales, llamados, perfiles,

6
Yuri BEZMENOV (1983). Subversión ideológica, visto en
https://www.youtube.com/watch?v=OmsDN0i4tm8
cuentas falsas, bots, participación activa y directa e indirecta, coordinación, logística,
armamento, etc., para la revuelta en Chile. Se especula que, dado el alto poder de
fuego de los acelerantes usados para quemar el metro y la estrategia tan coordinada,
habría sido ejecutado o al menos orquestado por servicios secretos de Venezuela o
de Cuba. Se intentaron al mismo tiempo atacar las líneas de telecomunicaciones,
electricidad, aguas, el servicio de transportes, incluso aeropuertos, lo que habla de
un golpe coordinado.

Al mismo tiempo, Diosdado Cabello, en el Congreso del Estado Comunal


Bolivariano, se jactaba del huracán bolivariano que comienza en Chile y promete
extenderse a todo el continente, para transformarse de brisa bolivariana en un
“huracán incontenible de los pueblos que claman por su liberación”. Y comenzaba
el huracán bolivariano en Chile, que hemos descrito en este trabajo. Tal nivel de
coordinación y acción conjunta de la Revolución no puede aislarse de los violentos
acontecimientos similares en Ecuador, días antes, los cuales operaron como un
ensayo general y preparación de la revuelta tan brutal que sucedería en Chile días
después; lo mismo en España, específicamente en Cataluña, violentos incidentes,
disturbios y saqueos generalizados que anticiparían lo que sucedería en Chile,
organizados por la izquierda revolucionaria y separatista catalana especialmente.
Que decir que en Colombia un mes después del estallido se intentó hacer lo mismo
que se hizo en Chile pero la dura respuesta del gobierno impidió que pase a mayores
y se extienda la revuelta que fue sofocada al poco tiempo.

La Revolución latinoamericana soñada por Fidel Castro está pasando a una nueva
fase donde ellos tienen la ofensiva, desde España hasta la Patagonia; hoy, América
Hispana tiene una posibilidad histórica quizás aún mayor que en los 70, de volverse
comunista, a través de la nueva estrategia insurreccional de los movimientos de
izquierda latinoamericana. El caso de Andrés Manuel Lopez Obrador en México,
quien ejecuta una paulatina pero implacable estrategia de transformación
bolivariana del país; Alberto Fernández en Argentina quien va por el mismo camino,
un posible sucesor izquierdista de Bolsonaro en Brasil podría sumarse a la lista, un
giro a la izquierda en Colombia, muy factible, también podría sumarse. Un
contragolpe de la Izquierda en Bolivia, es posible y viable. Los acontecimientos de
extrema gravedad en Nicaragua confirman la comunistización completa del país a
manos del Castrochavismo. Las revueltas esporádicas en Perú van hacia el mismo
camino, con la importante participación de Sendero Luminoso.
En la geopolítica macro, el giro a la Izquierda es la confirmación de la entrega de
Latinoamérica a China, país que desplaza a EEUU en la configuración del poder
mundial del siglo XXI y aspira a convertirse en la potencia mundial número uno de
la historia. Ya Venezuela es prácticamente un protectorado de China, quien a su vez
trabaja con Rusia para aspectos geopolíticos que desplacen la influencia de EEUU y
el eje Atlantista angloamericano. Si el giro geopolítico se completa, el continente será
una sucursal de China, más allá de los grandes avances que China ha logrado en
Argentina con los K, en Brasil con el PT, y sus esbozos en Chile con Bachelet y Piñera.
El peligro de tiranía totalitaria con la bendición y placet de China es gravísimo,
porque China ha demostrado ser la peor tiranía totalitaria de la historia que combina
el implacable principio ideológico comunista a nivel de ideología con un capitalismo
muy salvaje a nivel de economía. La idea es desarrollar el capitalismo para acelerar
hacia el Comunismo, un capitalismo muy sui generis con fuertes elementos
estatistas y socialistas, para cumplir la máxima “capitalistas en la producción,
socialistas en la distribución”. En China en los últimos años con Xi Jinping la
persecución abierta a los cristianos ha aumentado de modo brutal, dramático y
terrible. La hostilidad de la bestia comunista al Logos y todo lo que lo represente,
jamás cesa al contrario, solo se incrementará hasta la consumación de los tiempos en
la Parusía. Para el elemento de contraste con Chile, en China es realizado de forma
vertical por el Poder jerárquico del Estado. En Chile, el odio tremendo a la religión
es ejecutado de forma horizontal a través de los grupos revolucionarios
antisistemicos y asistémicos.

Es importante destacar aquí, que tal como se menciona respecto al Estado Comunal,
objetivo de los grupos revolucionarios que operan en Chile, a través del fraude de
la democracia participativa; la presencia incipiente y quizás ni tan incipiente ya, de
grupos organizados que mezclan una ideología comunista radical con el hampa y el
crimen siguiendo el modelo de los colectivos chavistas, vanguardias de choque
armadas y revolucionarias, con entrenamiento militar, que en Venezuela son los
grandes responsables de la inmensa masacre de cientos de miles a manos del crimen
organizado durante los 20 años de Chavismo. Se estiman entre 300.000 y 400.000
muertos solo por causas relacionadas al crimen organizado, que en Venezuela es
controlado de forma monopolística, por grupos de sicarios y bandas organizadas
que se conocen como colectivos, en los cuales el comunismo, el crimen y el terror
son una misma cosa. Dichos grupos operan de una forma descentralizada del
gobierno pero sirviendo a los mismos fines y reivindicando el Chavismo, integrados
dentro de la estructura del Estado Comunal y superando por mucho la verticalidad
del poder político formal, a través de la horizontalidad de la que son modelo.

Viendo los actos de saqueos en bandas que parecían colectivos bolivarianos, la


masividad, la violencia extrema, me di cuenta que lo único que faltaba para hablar
de colectivos bolivarianos chilenos era que usen armas de fuego de forma masiva.
Porque aún no están dadas las coyunturas estructurales para eso, no se han usado
masivamente como en Venezuela, donde los grupos revolucionarios que desbordan
el sistema, matan a diestra y siniestra con la venia y permiso y aplauso del gobierno
central. Pero eso podría pasar en Chile, el odio de clases y la vinculación entre
crimen, narcotráfico y comunismo ya existe.

Los indigenistas a su vez, mayormente grupos mapuches que luchan por el


Wallmapu(todas las tierras), tienen amplio contacto con Venezuela ,Cuba, las FARC
y otras organizaciones de guerrilla latinoamericana, no es novedad alguna este dato.
Son mayormente comunistas. Incluso se han reportado contactos con organizaciones
y guerrillas de Medio Oriente. Su objetivo es partir a Chile en dos y liberar el
Wallmapu del Estado Chileno, destruir todas las iglesias que los colonizadores
impusieron en el Wallmapu y recuperar todas las tierras que el Estado Chileno les
quitó. Es la continuidad en clave revolucionaria y neo comunista de las luchas de los
mapuches contra los españoles y el estado de Chile. Tienen un alto grado de
organización popular y durante muchos años han causado todos los días incendios
y destrucción de empresas, fundos, parcelas, campos, forestales, maquinarias,
saqueos, etc. Son verdaderos terroristas. Aquí destaca la Coordinadora Arauco
Malleco(CAM).

No es exagerado afirmar, al contrario, que toda la violencia que se ve en Chile ha


sido como una expansión a todo el territorio de lo que se vivió en el Wallmapu
durante muchos años donde todas las autoridades han hecho la vista gorda y
prácticamente han logrado impunidad total para saquear, destruir, incendiar, robar,
incluso matar, sin que haya una verdadera reacción por parte del Estado de Chile
para proteger a los ciudadanos y sus bienes e industrias. Se fortalecieron y se
expandieron ahora por todo el territorio nacional, y es la misma reacción ineficaz e
inerte del Estado de Chile que ya vieron en el Wallmapu. Debe remarcarse además
que hay objetivos expresos de los grupos mapuches para expulsar a todos los
chilenos de dichos territorios, que vuelvan a ser étnicamente mapuches, promueven
abiertamente una verdadera limpieza étnica y el Estado de Chile es incapaz de
proteger a sus ciudadanos, sin tomar conciencia de la gravedad y peligro de la
situación.

Estos movimientos antisistémicos son mayormente de tipo popular-revolucionario,


con fuerte componente de odio de clases, rescatando elementos del marxismo clásico
pero recodificados por la deconstrucción, al menos como una estrategia en algunos
y en otros como convicción genuinamente deconstructiva. Por eso hablo de neo
comunismo para definir a estos grupos, pasando de la reflexión crítica postmarxista
a la vanguardia y acción revolucionaria, neo comunista, usando una nueva
estrategia política revolucionaria diferente de la clásica revolución marxista
leninista, esencialista, materialista y sin la estrategia deconstructiva.

IZQUIERDA ASISTÉMICA: EL CAOS

La intervención extranjera y la organización comunista revolucionaria de los grupos


antisistémicos no nos puede hacer dejar de lado un factor no menos radical y
peligroso. Las vanguardias asistémicas de Izquierda, mayormente grupos
anarquistas y nada menos que los movimientos sociales. Si en los movimientos
antisistémicos el odio de clase y el marxismo son esenciales, en los grupos
asistémicos el elemento fundante es la anarquía, la anomia y el caos, que destruyen
toda posibilidad de jerarquía y orden revolucionario, que en el marxismo se
producen tras la Revolución, que instala una férrea disciplina socialista. En el
anarquismo, no hay tal orden post-revolucionario, solo la utopía devenida en
pesadilla de un caos que emana sin fin desde el averno.

La invocación al Kaos como estrategia e incluso principio cuasi religioso proviene


mayormente de aquí, las vanguardias anarquistas que envueltas en un halo de
misterio han logrado transformarse de grupos marginales en férreas tropas de
combate insurreccional. Esto significa, que pasaron de ser grupos aislados y
minoritarios a conformar células en todo el territorio de Chile dispuestas a entrar en
acción mediante acciones de masas que generen impacto global, masificado e incluso
de resortes apocalípticos, que permiten el “despertar” revolucionario de quienes se
inspiran por el hecho subversivo. Esto se conoce como “propaganda por el hecho”.
Lo cual explica porqué todos los movimientos salieron al combate una vez
producidos los ivolentos hechos en el metro.

Los anarquistas chilenos a diferencia de los anarquistas clásicos son muchísimo más
violentos, radicalizados, llenos de un odio sobrecogedor contra el Sistema, que
integran muy bien todas las vanguardias de izquierda postmoderna en una síntesis
revolucionaria dirigida como respuesta ultra radical hacia el Sistema que buscan ya
no tanto destruir sino permanentemente burlar, deconstruir, “evadir”, suspender,
anular y generar un permanente Kaos que altere sustancialmente la normalidad
burguesa. Por eso para ser anarquista, ni opresor ni oprimido, se requiere ser
vegano, feminista, indigenista, transexual o queer, marginal, de la pobla, etc.,
encarnar todas las violencias y ser violencia uno mismo contra el Sistema, encarnarse
en una misma cosa con todos aquellos maltratados y oprimidos para vengarse contra
el sistema violento. Todo está justificado. Muchos afiches de propaganda decían
frases como “la violencia se justifica por los siglos de opresión que hemos estado”,
”todas las balas se van a devolver”, “el violento es el Estado”, “el rico roba, el pobre
recupera”, etc.

El saqueo, que tanto proliferó es para estos movimientos un forma de lucha política
no tanto por robar o adoptar una actitud consumista en circunstancias díficiles como
fue el terremoto del 2010 sino una forma de “recuperación”, mediante el robo a los
grandes y poderosos, a las casas comerciales y en general cualquiera que tenga un
poco más de dinero, puede ser robado perfectamente ya que el delito es una
construcción social burguesa y el pobre es el excluido del derecho, no está mal que
robe para recuperar lo que le fue despojado y quitado. Desde esta postura, el
anarquismo justificó mucha violencia y destrucción, saqueos y robos en todo Chile.
Incluso, gritaban por la abolición de las cárceles, la salida de todos los presos quienes
están encerrados como los condenados del Sistema y no por ser malas personas o
criminales; los criminales reales son los ricos y poderosos, no los presos por pocos
delitos menores. Para acabar toda forma de opresión, se debe acabar el consumo de
carne, toda opresión por motivos de género y la diferencia por género mismo, toda
opresión por motivos raciales, estructurales, territoriales, geográficos, culturales,
acabar con todo régimen carcelario, disciplinario, que castigue por la forma de
ejercer la sexualidad, que segregue entre inocente y culpable, por clase social y
explotación capitalista, etc. Es en el fondo una revuelta radical contra toda relación
social que se considere construida desde la violencia y normalizada a través de siglos
mediante apelaciones a la naturaleza, la cultura o la historia, que luego de ser
deconstruidas quedan como mero poder desnudo que oprime.

Se llaman asistémicos, porque a diferencia de los grupos antisistémicos, estos no


buscan destruir el sistema e implantar uno nuevo, como dichos grupos que buscan
transformar a Chile en un país comunista; sino que buscan el caos permanente como
mecanismo de interrupción de la máquina estatal y el engranaje de producción
neoliberal, es decir, el Sistema. No es tanto la destrucción como la deconstrucción
del sistema, de modo paralelo y territorial, evadiendo el Estado mismo, se va a
instalar el poder paralelo. Es “a” sistémico, fuera del sistema, no solo contra sino
más allá, evadir el sistema. Por eso el llamado a las evasiones masivas tenía una
carga simbólica muy alta. Evadir para el Caos. Esa es la fórmula de la izquierda
asistémica, anarquista, más bien neo o post-anarquista. Es una burla incluso, una
fiesta situacionista, que evade el sistema, que salta el torniquete del mismo sistema,
simbolizando el poder represivo y disciplinario, que no carcelario del sistema y lo
suspende, dejándolo en jaque y vulnerable. No por nada muchos anarquistas son
hackers, y la maquinaria de guerra insurreccional anarquista, Anonymus Chile logró
hackear importantes archivos mediante filtraciones de seguridad de Carabineros y
FFAA. A tal extremo llegó esto que se hizo una aplicación donde se individualiza
cada Carabinero y su lugar de residencia particular. Empezaron a llover amenazas
y ataques personales a Carabineros en sus propios lugares de residencia. Todo por
un simple click evasor.

La asistemicidad de los grupos anarquistas les permite actuar en una verdadera


clandestinidad, fuera de las redes del sistema, devenir ingobernables como se
intitula una obra de Agamben; son como un gato, no por nada el gato es el símbolo
anarquista urbano contemporáneo. Se escabullen y atacan de noche mayormente,
robando, saqueando, instalando bombas, incendiando, incluso en combate con
armas de fuego contra Carabineros.

Los anarquistas así como la izquierda antisistémica lograron gran presencia en los
colegios secundarios en toma del movimiento estudiantil, especialmente los colegios
emblemáticos que terminaron como campos de entrenamiento para futuros
anarquistas. Tanto es así, que lo sucedido desde el 18-O es una proyección a nivel
nacional de lo que casi todos los días se veía a cada rato en esos colegios tomados
por anarquistas. El uniforme característico era un overol blanco.

MOVIMIENTOS SOCIALES E IZQUIERDA CIUDADANA

Además de los anarquistas, los otros movimientos asistémicos son los denominados
movimientos sociales; los cuales son de naturaleza deconstruccionista y a menudo
dirigidos por burgueses progresistas pero completamente funcionales a la causa
revolucionaria, aunque se vean sobrepasados. Es aquello que le da masividad a la
Revolución, las masas se integran mayormente en los movimientos sociales. La tarea
de la izquierda antisistémica y asistémica consiste en radicalizar dichos discursos
para que pasen a ser movimientos en guerra social y no solamente una izquierda
ciudadana inofensiva y funcional al sistema neoliberal. Cuando las protestas
bajaron de intensidad, fue porque los movimientos sociales se fueron replegando y
dejando a la primera línea y grupos anarquistas radicales en el combate. La extrema
radicalidad espantó a muchas masas de incautos que adherían a los movimientos
sociales.

Movimientos tales como estudiantes, tanto universitarios como secundarios,


feministas, indigenistas, ecologistas, pobladores, trabajadores, inmigrantes,
veganos, diversidad y disidencia sexual, etc; constituyen las masas que integran las
distintas actividades, manifestaciones, organizaciones y grupos dentro de la
categoría movimientos sociales, que tienen una naturaleza y esencia
deconstruccionista. En efecto, no se integran en partidos pero en general apoyan al
Frente Amplio y son transversales, espontáneos y en lugar de tener dirigentes claros,
usan voceros. Especialmente son “movimientos ciudadanos”, producto de la
deconstrucción postmarxista de la “ciudadanía” como espacio de conflicto social en
el marco de la democracia radical, y sus peticiones y objetivos están estrechamente
relacionados a la interpretación postmoderna de los Derechos Humanos.

Se entrecruzan aquí tanto con la izquierda antisistémica o asistémica según la


militancia por lo que la clasificación de los movimientos sociales como izquierda
asistémica no es tan precisa como la de los anarquistas. La razón de esto es la
naturaleza difusa y etérea de la “multitud” que es el sujeto político de los
movimientos sociales, irreductible a una categoría rígida. En realidad, depende de
cada movimiento su integración en una vertiente más antisistémica que asistémica.
Así, la disidencia sexual es más bien asistémica por sus tendencias anarquistas y
radicalmente deconstruccionistas mientras que muchos estudiantes universitarios
militan en movimientos radicalmente comunistas y antisistémicos, los pobladores
en general son afines a los movimientos comunistas, los ecologistas son un clásico
movimiento social asistémico, los indigenistas en su mayoría son absolutamente
comunistas y antisistémicos, las feministas tienen militantes tanto antisistema y
asistema.

Los movimientos sociales le dan la base justamente social y masiva a la Revolución,


que sigue vanguardias inorgánicas y asistema o antisistema, sin que haya un solo
grupo coordinando y dirigiendo todo, por más que el Partido Comunista lo intente.
Además, los movimientos sociales constituyen la base para la organización popular
y territorial que está detrás de la Asamblea Constituyente. Nos referimos aquí a la
gran organización territorial, comunal, local, de Cabildos y Asambleas, controlada
por los movimientos insurreccionales, que sería representada en la Asamblea
Constituyente, sin los partidos. Nótese el paralelismo con la representación orgánica
del corporativismo tradicional, pero de forma invertida y con un fin anarco-
comunista, que es la abolición del Estado y toda Nación, para dar paso al poder
asambleístico y popular-comunal.

El estudio de la geografía como un arma de poder territorial y de resistencia contra


hegemónica llevó a replantear la deconstrucción del territorio como espacio de
resistencia y no mera organización administrativa. De este modo, se logró
consolidar una formidable organización autónoma de Cabildos, Consejos,
Asambleas, Juntas, Comités, etc., autónomos del poder estatal. Literalmente,
evadieron al Estado y formaron su propia organización paralela, autogestionada e
independiente, la cual es base para el movimiento por la Asamblea Constituyente.

UN PARALELISMO INQUIETANTE: LA CONTRA-CRISTIANDAD

Es asombroso el paralelismo que hay entre la organización corporativa medieval,


cúspide del orden terrenal que buscaba imitar la jerarquía del cielo, reflejada en la
organización multiforme y diversa de las realidades temporales, como una hermosa
catedral gótica, como la estética de una bella ciudad medieval, integrando cada parte
en el todo supremo, orientado hacia el Cielo, jerarquizadas según el Orden y el
Logos; con la masa informe de la organización territorial y “corporativa” de la
Revolución neo comunista, un cúmulo de organizaciones amorfas que parece que
buscan imitar al infierno por el Kaos del cual emanan, como si fueran pedazos del
inframundo que toman lugar a nivel territorial. Ambas son formas de organización
corporativa independientes del Estado, que logran superar la dominación del poder
político del Estado, pero la diferencia es tan inmensa cuando se considera que la
organización territorial y popular de la Revolución es un esperpento informe que
proviene de lo más bajo y vil, moldeado por el resentimiento y el odio y no por el
amor al Theos y la caridad como vínculo de unión y armonía social.

La contra-Cristiandad también tiene su organización corporativa-gremial, su


simiesco corporativismo postmoderno; si el del Cristianismo buscó emular al Cielo
y llegar hasta lo más alto, reconociendo humildemente la pequeñez y miseria del
hombre que necesitaba el auxilio de la gracia, abierto a la dimensión sobrenatural
que proviene del Cielo; la del Comunismo busca suplantar toda consideración
trascendente para encerrarse en la más oprobiosa no-metafísica inmanente de la
Deconstrucción. Ni siquiera hay ya concepto de ser humano pensable aquí, no queda
sino la nada y el nihilismo más absolutos. Esa fealdad, esa “metafísica” de la fealdad
que vemos en cada símbolo, en cada edificio vandalizado, en cada imagen alusiva
al movimiento, en la estética del mismo, no es casual. Es el resultado de su falta
absoluta de metafísica del Ser, su inmanentismo radical que lo lleva a encerrar al
hombre en su miseria, en su odio, en su podredumbre. Ese falso asociacionismo no
es sino odio, odio profundo compartido de manera colectiva y organizado por el
Poder Popular para la conquista revolucionaria del Estado y su transformación. Este
corporativismo de organizaciones sociales autónomas, es el más opuesto al
corporativismo católico. Si el primero no tiene concepción de ser humano a partir de
la definición foucaltiana “el hombre ha muerto” y con ello, la perdida del sujeto en
la postmodernidad; en el segundo, hay una dimensión trascendente del ser humano,
dirigido a Dios, dimensión trascendente que un padre Osvaldo Lira estudió hasta
sus últimas consecuencias, y esa no es sino el orden corporativo gremial de la
sociedad. Si Satanás es el mono de Dios, este autonomismo neo comunista es el
mono del corporativismo católico. La contra Cristiandad también tiene su propio
régimen corporativo, emanado del Caos, en vez del Orden.

Esta deformación satánica del catolicismo encuentra su culminación en lo que el


clero ha llegado a ser en buena parte. Un antro de sodomitas, pervertidos,
pederastas, corruptos, mentirosos, apóstatas sin Fe, empedernidos herejes. ¿Qué
resistencia podrá inspirar un clero que en su mayoría es así? Los fieles siguen al
estado de la moral y espiritualidad del clero, por lo que no me extenderé aquí. El
calamitoso estado de los católicos es otra señal de la naturaleza espiritual profunda
de lo sucedido y la necesidad de acudir a la Virgen María, Nuestra Señora del
Carmen es Reina, Capitana y Generala de Chile.

De la Santa Misa como participación en el sacrificio del Calvario a un rito banal,


informe, deforme, incluso aburrido, que no transmite nada sino el despreciable
catolicismo burgués y débil. ¡Que dolor es haber presenciado una Misa nueva
durante el estallido social, tanta falta de vigor y fuerza, es la consecuencia de la
perdida de la Fe! Este catolicismo débil, que transmite la Misa del nuevo orden, solo
produce repulsión, porque es el espíritu burgués en su falsa religiosidad sin
misterios sagrados ni trascendencia. ¿Qué clase de resistencia puede ofrecer un
catolicismo débil y tan aburguesado?...

Termino con una misteriosa frase, que dejaré a la reflexión del estimado lector. ¿Qué
significa Acab? ¿Por qué lo hemos visto en cada pared de Chile, este misterioso
símbolo? ¿De donde proviene su divulgación? Acab, no es lo que su acrónimo dice,
all cops are bastards. Acab es más bien, el Mysterium Iniquitatis. Un rey impío del
Antiguo Testamento, símbolo de la rebelión contra Dios, símbolo del odio a lo
sagrado, que hoy se manifiesta de modo colectivo en todo el Pueblo infiel.
EPILOGO

Este movimiento es una Revolución permanente, que arrasa toda la historia de Chile
y mientras escribo estas líneas, nuevos hechos revolucionarios se desarrollan. Los
estudiantes secundarios que iban a dar la PSU para entrar a la universidad, se están
tomando las salas con fecha 6 de enero. Se anuncian nuevas movilizaciones masivas
para Marzo, amenazas de paros nacionales y huelgas generales vuelven tenso el
ambiente, circulan rumores para un colapso del país en torno a la fecha del plebiscito
constitucional en abril, etc.

Es la nueva normalidad, acostumbrarse a la insurrección generalizada pero estable,


quizás ya no tan masiva como en octubre pero lo suficientemente desestabilizadora
y transformadora. La Revolución no se detendrá hasta conseguir “todo el poder para
los Soviets”, perdón, “Asambleas”. Sea como sea que se de el proceso constituyente,
el poder paralelo ya está instalado y mantiene la hegemonía ideológica, que busca
traducir en la instauración del Poder Popular gobernando Chile. Sea que gobiernen
ellos o que el Sistema gobierne con las ideas y principios que ellos mismos les
imponen, esto es, el que baila pasa, el triunfo está servido en bandeja a la Revolución.

CONCLUSIÓN

La Revolución comunista jamás se fue. La sociedad liberal solo profundizó la


apostasía y corrupción generalizada, embotamiento, demoralización, perdida de la
autoridad, la tradición, destrucción abismal de la familia, la juventud más podrida
del continente, embotamiento, cultura de los DDHH, desarraigo y fragmentación
social mediante la usura, especulación, capitalismo financiero, lucha de clases. Se
inculcó durante 30 años una campaña de control ideológico de la Izquierda en toda
la sociedad(cantantes, cine, medios, universidades, arte, libros, etc), se diseñó una
completa "renovación" de la estrategia, Chile fue un experimento de la Izquierda
mundial post 1989. Movimientos como los estudiantes, mapuches, feminismo,
LGBTI, pobladores, etc., con su ola de saqueos masivos fueron ensayo de la
revolución generalizada de Octubre. En Chile la descomposición social y moral y
espiritual ha sido altísima para llegar a lo que vemos. Al borde de la"guerra popular
y revolucionaria". Nótese que Nuestra Señora de Fátima pasó por Chile justo dias
antes de comienzo del Octubre rojo chileno. Se instaló la Milicia de la Inmaculada
pocos días atrás. La iglesia fiel se confirmaba al mismo tiempo que la Revolución
construía el Poder Popular y su eslogan “todo el poder para las Asambleas”, emulo
de los “errores de Rusia” sintetizados en el clásico “vsyo vlast’ Sovyetov” (“todo el
poder para los Soviets”).
La consigna que resume la naturaleza anti-teológica y en último término, satánica,
de la ideología deconstruccionista del movimiento es un grafiti que he visto en
numerosas iglesias vandalizadas, “evade a Dios”, que sintetiza en una frase todo el
misterio de iniquidad en torno al 18 de Octubre. Evadir a Dios significa, ser un no-
Dios que suspende a Dios y lo anula como categoría, saltar el torniquete de la
metafísica y la teología para que el “ser-ahí” pueda ser libre y expandir su vivencia
no metafísica, superando al mismo Dios y desplazándolo como caduco y obsoleto.
Es ser más satánico que Satanás, quien no evadió a Dios sino que se creía dios. El
que evade a Dios, salta por encima de Él, lo suspende, lo anula, lo deconstruye y
finalmente lo aniquila o incendia, como los incendios en el metro, que demostraron
ser un ejercicio semiótico-práctico de la categoría “evasión”. Ya no es oponerse a
Dios directamente, es sobrepasar la confrontación directa para reducir a Dios a la
nulidad del mero juego lingüístico, ni siquiera el mero ateísmo clásico. Dios se
vuelve un impensable. La oposición binaria es sobrepasada mediante la evasión, que
descubre nuevas posibilidades para reducir al enemigo, en este caso, el mismo Dios.

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