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Alejandra Marín Montoya C.

C 1027886469
Problemas Sociales Contemporáneos 2018/2
Universidad de Antioquia Seccional Suroeste

Informe de lectura: La condición de la posmodernidad, Parte 2: la transformación económico política


del capitalismo tardío del siglo XX de David Harvey.

En la segunda parte del libro, la transformación económico política del capitalismo tardío del siglo XX, el autor
esboza las principales trasformaciones políticas y económicas, para así poder dar cuenta de aquellos cambios
primordiales que se dieron entre el modernismo y el posmodernismo, dichos cambios fueron marcados en su
mayoría por el consumo y las relaciones laborales; también presenta los cambios que se dieron en los
aspectos geográficos y geopolíticos, determinados por las condiciones económicas como la recesión de la
posguerra de 1973 y la transición al régimen de acumulación y su correspondiente modo de regulación social
y política. (Pág. 143)

El régimen de acumulación permite evidenciar como se concibe en el modernismo y en el posmodernismo las


relaciones de producción, ambos obedeciendo al sistema capitalista, puesto que en el modernismo el modo
de producción era basado en el Fordismo y en la posmodernidad se dio paso a la incesante acumulación de
capital.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el modelo Fordista permite ver como el poder político y económico
se organizan, y como se llega a controlar al trabajador, contribuyendo a la fuerza corporativa, aquí es donde
se instaura el control sobre el tiempo que los trabajadores deben cumplir en la fábrica, es decir, las horas a
laborar y el tiempo que dispone para su descanso, también se pactan los salarios por la labor realizada, con
escasas condiciones de seguridad laboral, todo esto atravesado por la demanda en el mercado del producto
ofrecido, lo que favorecía sólo a ciertos sectores de la economía y a ciertos Estados nacionales.
“Ford pensaba que el nuevo tipo de sociedad podía construirse simplemente a través de la correcta aplicación
de la fuerza corporativa. El objetivo de la jornada de cinco dólares y ocho horas era asegurar la sumisión del
trabajador a la disciplina requerida para trabajar en el sistema de la línea de montaje” (Pág. 148).

Más adelante, cuando empezaron los problemas dentro del modelo de producción Fordista, y lo que conllevó
a reajustar el modelo, se dio paso a la división del trabajo, lo que produjo el desplazamiento de cierta
población trabajadora de las fábricas, se redujeron las jornadas de trabajo, y a que el Estado interviniera en
las empresas, y no precisamente por buscar que hubieran condiciones de igualdad, equidad y justicia para
todos, sino porque de esta manera, se aseguraba que el mercado no tuviera pérdidas, lo que deja evidenciado
que el Estado siempre se ha considerado el mayor garante para darle estabilidad al mercado y en este
desajuste al modelo Fordista se comienza a dar la transición hacia un nuevo modelo de acumulación flexible.

Al régimen de acumulación flexible, que como bien se mencionó anteriormente se implementó a partir de la
recesión económica de 1973, quien llegó a reemplazar al Fordismo, tras generar un gran crecimiento
económico que desató más desigualdad en la sociedad en vez de contribuir a su reducción, lo que produjo
una serie de manifestaciones sociales en contra del Capitalismo y todo lo que trajo consigo, tales como la
implantación de nuevas culturas, aceleradas formas de consumo y formas de vida.
Este acelerado consumo y la nueva transformación cultural, la tendencia a las modas han inducido en las
sociedades capitalistas nuevas necesidades, que, según mi parecer, nos han convertido y nos seguirán
convirtiendo en objetos de consumo, llevándonos a formas más estéticas y efímeras, cualidades que resaltan
en la posmodernidad. “La estética, relativamente estable del modernismo Fordista, ha dado lugar a todo el
fermento, la inestabilidad y las cualidades transitorias de una estética posmodernista, que celebra la
diferencia, lo efímero, el espectáculo, la moda y la mercantilización de las formas culturales. Estos cambios en
el consumo, junto con las transformaciones en la producción, la búsqueda de información y el financiamiento,
parecen haber marcado una gran ola en el empleo en servicios desde comienzos de la década de 1970” (Pág.
180).
Dados estos cambios en el consumo, y abriendo paso al mercado de servicios, David Harvey hace mención a
la acentuación de la flexibilidad, a través de la producción de conocimiento, que se ha expandido y ha creado
fuertes bases comerciales, lo que vuelve al conocimiento una mercancía que es vendida al mejor postor y que
subordina a la eficiencia productiva, lo que lleva a las nuevas empresas a competir en el mercado no sólo con
productos, sino con servicios que son cada vez más efímeros y que no necesitan de una planta industrial para
generarlos, lo que genera más ganancias a los dueños del capital y lo que requiere cada día personal más
capacitado

Bibliografía:

Harvey, D. Segunda parte, La transformación económico- política del capitalismo tardío del siglo XX. En: La
condición de la posmodernidad. investigación sobre los orígenes del cambio cultural. (pp. 124-222). Buenos
Aires, Argentina: Amorrortu Editores

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