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FILIACIÓN DETERMINADA POR

TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN
HUMANA ASISTIDA

Apuntes elaborados, actualizados y sistematizados por Sebastián Nicolás Campos Micin y


Abusleme Pinto Interrogadores.
FILIACIÓN DETERMINADA POR TÉCNICAS DE
REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDA.

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN

Como indica Maricruz Gómez de la Torre, “las técnicas de reproducción asistida son aquellas que
permiten procrear a un ser humano por medios distintos de la relación sexual”1. Desde un punto de
visto histórico, estas técnicas nacieron y se desarrollaron a fin de contribuir a la solución de
problemas de infertilidad de la pareja y /o prevenir enfermedades de origen genético-hereditario.
No obstante, hoy en día, en base al reconocimiento y desarrollo de un supuesto derecho
fundamental a procrear, se han convertido en un método alternativo de reproducción, no
necesariamente orientado a hacer frente a los problemas antes mencionados.

A fin de tornar más fácil la revisión de este tema, debe tenerse presente que las técnicas de
reproducción humana asistida (en adelante TRA) son diversas, sin que exista en la doctrina ni en el
derecho comparado consenso respecto a la legitimidad de todas ellas. Se discute particularmente
la legitimidad de la maternidad subrogada y de la fecundación post mortem. Lamentablemente, en
Chile no existe una ley especial que regule cuáles son las técnicas reconocidas y permitidas, los
requisitos que deben reunir las personas que quieran someterse a ellas, la aceptación o no de
donantes de gametos, el carácter secreto de la donación, el derecho de los concebidos mediante
estas técnicas a conocer su origen biológico, etc.

Sobre la materia, la escasa regulación existente está compuesta por el artículo 182 del CC y la
Resolución exenta del Ministerio de Salud N° 1072 de 1985 (Directiva Ministerial), que establece
“Normas aplicables a la fertilización in vitro y a la transferencia embrionaria”. La falta de una
regulación legal orgánica y específica ha generado que en la práctica sean los propios hospitales y
clínicas que practican estas técnicas los llamados a regular su procedencia y procedimiento.

2. TIPOLOGÍA DE TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDA.

Conviene tener presente que, ante los avances tecnológicos, son muchas las variantes que cada
técnica puede adoptar. Con todo, y con fines puramente pedagógicos, a continuación describiremos
las principales técnicas (señalando además las siglas con que usualmente se las denomina).

a) Inseminación Artificial (IA): Esta técnica consiste en el depósito artificial, esto es, por una vía
distinta a la cópula sexual, de semen en el útero de la mujer que se somete a la técnica. El objetivo
es facilitar la fecundación, pues el recorrido de los espermatozoides se torna más corto y menos
riesgoso. El semen utilizado puede ser del mismo hombre que se somete a la técnica, es decir, de
quien tendrá la calidad de padre conforme lo establecido en el artículo 182 inciso 1° CC, o de un
tercero donante. Con todo, buena parte de la doctrina señala que no es procedente la IA de una
mujer sola (soltera, viuda, divorciada, separada judicialmente), puesto que, pese a que la utilización
de gametos ajenos está permitida, se requiere siempre que un hombre (aporte o no su propio

1
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, El sistema filiativo chileno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2007, p.
109
material genético) y una mujer consientan en la aplicación de la IA. Así fluye de la lectura del inciso
1° del artículo 182 CC.2

b) Fecundación in Vitro (FIV): Esta es una técnica que consiste esencialmente en la fecundación de
un óvulo por un espermatozoide en un ambiente externo al organismo de la mujer. El embrión
resultante es cultivado también fuera del organismo de la mujer usualmente por tres días. Luego se
produce la transferencia del embrión o los embriones (TE) al organismo de la mujer. Cabe señalar
que, a fin de aumentar la probabilidad de éxito, muchas veces se fecundan varios óvulos, de manera
que pueda procederse a la congelación de los embriones no transferidos y así se pueda volver a
repetir el procedimiento en caso que fracase.3

Los gametos utilizados en la FIV pueden provenir del hombre y la mujer que se someten a esta
técnica, de la mujer y de un tercero donante, del hombre y una tercera donante, o de terceros
(hombre y mujer) donantes. En el caso de parejas lesbianas, hipótesis que se ha admitido en otras
legislaciones, suele ocurrir que una de las mujeres aporta el óvulo, un tercero donante aporta
semen, y la otra mujer es quien gesta a la criatura. De esta manera, la maternidad es en cierto
sentido compartida. Con todo, la doctrina mayoritaria en Chile no acepta la procedencia de la
aplicación de FIV por parte de una pareja de lesbianas. Quienes se someten a la técnica y consienten
en ser padre y madre deben necesariamente ser un hombre y una mujer. Así fluye de la lectura del
inciso 1° del artículo 182 CC.

c) Inyección intracitoplasmática de espermatozoide (ICSI): ésta es en realidad una modalidad de la


fecundación in vitro, que consiste en la inseminación de un óvulo mediante la microinyección de un
espermatozoide en su interior. La ventaja de esta modalidad es que sólo se precisa un
espermatozoide por óvulo, mientras que sin ICSI son necesarios entre 50.000 y 100.000.

d) Transferencia intratubaria o intrafalopiana de gametos (GIFT): Esta es una técnica en que se


deposita, en o a través de la trompa, una mezcla de ovocitos y espermatozoides de la pareja, con la
finalidad de que la fecundación se produzca dentro del cuerpo, y no in vitro (idealmente, la
fecundación ocurre en la trompa, a fin de que luego el embrión viaje naturalmente al útero).
Generalmente esta técnica es utilizada por parejas que, teniendo dificultades para procrear y
cumpliendo con las condiciones médicas necesarias4, desean que la fecundación se produzca de la
manera más natural posible. Por ello, lo usual es que el hombre y la mujer que se someten a ella
sean los mismos que aportan los gametos. La técnica está prácticamente en desuso, atendida su
baja tasa de éxito en comparación con la ICSI.

e) Gestación subrogada: esta técnica, también conocida como maternidad subrogada o “gestación
en vientre de alquiler”, es una técnica de reproducción asistida en la que una mujer acepta gestar y
dar a luz al hijo de otra pareja o persona soltera. Lo usual es que el material genético sea aportado
por la pareja que quiere procrear, o por terceros donantes, sin que exista ningún vínculo de esa
naturaleza entre la gestante y el niño que da a luz. En consecuencia, la gestación subrogada suele

2
Reiteramos la prevención de que las materias revisadas en este apunte no reflejan necesariamente el
pensamiento del autor ni de Abusleme Pinto Interrogadores.
3
Conviene tener presente que, para quienes continúan entendiendo que la vida comienza al momento de la
concepción, el congelamiento y descongelamiento de embriones constituye una práctica de dudosa
constitucionalidad (art. 19 N° 1 inciso 2° CPR).
4
Son muy pocas las personas que tienen las aptitudes necesarias para someterse a estas técnicas.
estar precedida de una fecundación in vitro, transfiriéndose uno o más de los embriones que se han
concebido artificialmente. La modalidad de la transferencia perfectamente podría ser una inyección
intracitoplasmática, a fin de aumentar la probabilidad de éxito de la técnica.

Si bien en derecho comparado hay países que aceptan y otros que rechazan esta técnica, en Chile
buena parte de los autores (Gómez de la Torre, Corral, Turner, Molina, Momberg, etc) considera
que es contraria al orden público y las buenas costumbres, pues, si se admitiera, nacería un niño
cuya paternidad y maternidad podrían estar demasiado disociadas del origen biológico (sobre todo
si es que el hombre y la mujer que arrendaron un vientre ajeno no han aportado siquiera sus propios
gametos), colocando al niño en una situación demasiado vulnerable de falta de identidad5. Además,
si bien la crítica es predicable respecto a todas las TRA, es en la maternidad subrogada donde se
cosifica al concebido en una medida que esta doctrina considera inadmisible.6 Por otro lado, la
doctrina también critica la cosificación de la propia mujer que facilita su vientre

De ahí que se estime que el contrato en que una mujer, a cualquiera título, se compromete a facilitar
su vientre para la gestación y posterior nacimiento de un niño, adolece de objeto ilícito, pudiendo
declararse su nulidad absoluta. Incluso, en base al artículo 1461 inciso 3°, podría estimarse que el
hecho de facilitar el vientre para la gestación de un hijo ajeno es imposible moralmente, careciendo
dicha obligación de objeto y siendo por tanto inexistente.7 En derecho comparado se suele argüir
que este contrato es nulo de pleno derecho, a fin de excluir la posibilidad de saneamiento.

f) Fecundación post mortem: Más que una técnica o modalidad distinta, la fecundación post mortem
es aquella en que la transferencia de embrión o inseminación artificial tiene lugar con posterioridad
al fallecimiento del hombre que ha consentido en la aplicación de la respectiva TRA.8

5
Este argumento no es muy convincente, sobre todo si se tiene a la vista que en la fecundación in vitro
también se pueden utilizar gametos ajenos. Por lo demás, el artículo 182 inciso 2° presupone el
reconocimiento de la posibilidad de utilizar gametos ajenos, por lo que se podría plantear consistentemente
que nuestro legislador no reprocha particularmente esta supuesta falta de identidad del niño. El derecho a la
identidad se asegura registrando los nombres de los donantes de gametos y permitiéndole al concebido por
TRA conocer sus respectivas identidades, sin que ello importa alteración de la filiación.
6
Con todo, se esté de acuerdo o no con la doctrina que rechaza la maternidad subrogada, lo cierto es que la
pareja unida en matrimonio que desea tener un hijo podría alcanzar exactamente el mismo resultado
recurriendo a la adopción. Como señala Gómez de la Torre, “si la mujer casada no puede llevar a cabo un
embarazo y, junto a su marido, contratan a una mujer para que sea inseminada con el semen de éste y lleve
a cabo la gestación, será madre de la criatura la mujer contratada, de acuerdo al artículo 183 del Código Civil,
y padre el marido de la primera mujer. Esta última tendrá una situación preferente para adoptar a esta
criatura, por ser hijo de su marido, siempre que la madre biológica acepte entregar al hijo en adopción
(artículo 11, inciso 2°, de la Ley N° 19620)”. Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 128.
7
Recuérdese, sin embargo, que la mayoría de la doctrina nacional entiende que la mayor sanción de ineficacia
contemplada por nuestro CC es la nulidad absoluta.
8
También es concebible el caso en que la mujer que quiere ser madre y para ello arrienda un vientre ajeno,
ya habiéndosele extraído los gametos que aportará, fallece con anterioridad a la transferencia del embrión al
vientre de la mujer gestante. En este caso, si se tratase de una mujer sola la que se ha sometido a esta TRA,
todo pareciese indicar que no cabría determinar su filiación post mortem respecto al menor. El principio del
interés superior del menor así lo exigiría, toda vez que, si se determinada la filiación post mortem, el menor
se encontraría en una situación de extrema vulnerabilidad respecto a su cuidado y asistencia. En tal caso, si la
mujer que ha arrendado su vientre ha dado a luz, debiese determinarse la filiación entre ella y el menor por
el sólo hecho del parto. Ello sin perjuicio de su posterior facultad de entregar al menor en adopción, en caso
En Chile se suele rechazar esta alternativa, estimándose que si el hombre que ha consentido en la
aplicación de una TRA fallece antes de la transferencia de embrión o inseminación artificial, sería
contrario al orden público y a las buenas costumbres completar la técnica y producir la fecundación.
Cuando menos, si se completa la técnica, solamente se determinaría la filiación respecto a la mujer,
mas no del hombre. La razón principal reside en que, si se permitiese, el niño nacería sin la figura
paterna, quedando parcialmente desprovisto de la asistencia y cuidado que la protección de su
interés requiere.

No obstante, la ley de adopción (ley 19620) contempla una hipótesis bastante análoga a la
transferencia post morten, reconociendo su eficacia:

“Artículo 22. Siempre que concurran los demás requisitos legales, podrá otorgarse la adopción al
viudo o viuda, si en vida de ambos cónyuges se hubiere iniciado la tramitación correspondiente o, no
habiéndose iniciado ésta, el cónyuge difunto hubiere manifestado su voluntad de adoptar
conjuntamente con el sobreviviente. En estos casos, la adopción se entenderá efectuada por ambos
cónyuges, desde la oportunidad a que se refiere el inciso segundo del artículo 37.”

3. SOBRE EL DERECHO A PROCREAR.

Parte de la doctrina comparada estima que el derecho a procrear es un derecho humano básico,
que fluye de la interpretación armónica diversas disposiciones de tratados internacionales que
versan sobre derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana.

Como explican Turner, Molina y Momberg, “este derecho emanaría principalmente del derecho a la
vida, a la libertad personal y sexual, a la integridad física, a la intimidad o privacidad (que garantiza
el interés de cada ser humano a tomar ciertas decisiones esenciales para él mismo) y a fundar una
familia. Según esta concepción el derecho a la vida incluiría el derecho a dar vida. Esta posición
encuentra sus fundamentos en los artículos 16 Nº 1 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos que señala: “Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin
restricción alguna...a casarse y a fundar una familia...”; en el artículo 23 párrafo 2° del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece: “Se reconoce el derecho del hombre y de la
mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia si tiene edad para ello” y en el artículo 17 párrafo
2° de la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica.”9

Con todo, los autores antes mencionados entienden que no se trata de un derecho absoluto, pues,
en su opinión, el ámbito de aplicación natural de este derecho es en el matrimonio, sobre todo si se
tiene en consideración que la procreación es uno de los fines del mismo.

Empero, no es pacífico en doctrina que exista un verdadero derecho a procrear. Por una parte, los
artículos antes referidos simplemente se refieren al derecho a fundar una familia, lo que no
necesariamente implica un reconocimiento de un derecho a procrear, como prerrogativa connatural
al ser humano. La procreación sería más bien una finalidad propia del matrimonio. Por otra parte,
la Comisión Europea de Derechos del Hombre, consultada por la existencia de este derecho, ha

de que no se encuentre capacitada o en condición de hacerse responsable del menor, y exprese su voluntad
de entregarlo en adopción ante el juez de familia (arts. 8 y 9 ley 19620).
9
Turner Saelzer, Susan, Molina Pezoa, Marcia y Momberg Uribe, Rodrigo, Técnicas de Reproducción Asistida:
Una perspectiva desde los intereses del hijo. Rev. derecho (Valdivia), dic. 2000, vol.11, p.22.
entendido que el derecho a la vida debe ser interpretado en un sentido pasivo, esto es, como una
protección contra cualquier atentado a la vida humana y no como un derecho activo a crear vida.

Gómez de la Torre entiende que no existe propiamente un derecho a procrear. Lo que sí existe “es
un derecho al libre ejercicio de la sexualidad y en este ejercicio cabe o no la posibilidad de procrear.
El derecho al libre ejercicio de la sexualidad se encuentra comprendido dentro del derecho que tiene
toda persona al libre desarrollo de su personalidad, que a su vez deriva del derecho fundamental a
la vida privada, que se encuentra amparado por nuestra Constitución en el artículo 19 N°4.”10

La postura que se adopte respecto a este punto es fundamental, pues de ello depende la admisión
irrestricta de todo tipo de TRA o la posibilidad de excluir ciertos tipos por estimarse
inconstitucionales o contrarias al orden público y las buenas costumbres.

4. ÁMBITO DE APLICACIÓN DE ARTÍCULO 182 DEL CC.

El artículo 182 del CC establece:

“El padre y la madre del hijo concebido mediante la aplicación de técnicas de reproducción humana
asistida son el hombre y la mujer que se sometieron a ellas.

No podrá impugnarse la filiación determinada de acuerdo a la regla precedente, ni reclamarse una


distinta.”

En atención a que la norma utiliza la expresión “y”, la doctrina ha entendido que las TRA pueden ser
utilizadas únicamente por parejas heterosexuales, sean o no matrimoniales. En consecuencia, la
doctrina nacional suele rechazar su aplicabilidad respecto a mujeres solas (solteras, viudas,
divorciadas, separadas judicialmente) o a parejas de mujeres lesbianas. Así Gómez de la Torre,
Corral Talciani, Quintana Villar.

Por otra parte, en tanto el inciso 2° establece que no puede impugnarse la filiación determinada por
TRA ni reclamarse una distinta, está reconociendo implícitamente la posibilidad de utilizar gametos
aportados por terceros donantes. Por lo demás, así quedó manifestado en la historia de la ley. Como
indica Quintana Villar, “de acuerdo con la historia de la norma, ella fue el resultado del interés de
los legisladores de precaver posibles acciones de impugnación y de reclamación de estado civil que
podrían perturbar gravemente a la pareja en conjunto o a un miembro de ella y, en ambos casos, al
hijo.”11

La autora agrega “se impide, de esta forma, que si hubo aportante de gametos extraño, intente
accionar, impugnando la filiación del hijo y reclamando él, el vínculo parental. Asimismo, se evita
que aquel miembro de la pareja que no aportó sus gametos, pero sí se sometió a la técnica,
desconozca su paternidad o maternidad”.12

También en base a la historia de la ley, y teniendo a la vista las prácticas médicas que existen en
Chile, buena parte de la doctrina nacional ha entendido que el reconocimiento del artículo 182 a las
TRA se acota solamente a las siguientes técnicas: IA, FIV, ICSI y GIFT. Como explica Gómez de la

10
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. pp. 112 y 113.
11
Quintana Villar, María Soledad, Derecho de Familia, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2013, p. 266.
12
Ibíd. p. 266.
Torre, “se debe indicar que en la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del
Senado se señaló que esta ley sólo se ha limitado a reglamentar y consolidar situaciones ya
consumadas y no anticipa criterios sobre la regulación sustantiva de estas técnicas…de lo señalado
podemos verificar que las intervenciones de los senadores giraban en torno a un presupuesto básico
y común, cual era que la temática de la reproducción humana asistida se encontraba circunscrita a
un cierto tipo de técnicas: la IA, la FIVTE, el GIFT y el ICSI, sea con utilización de gametos propios o
de terceros, que son las técnicas que los médicos han declarado practicar en Chile. Por tanto, no se
encuentran incluidas otras prácticas reproductivas, como son la inseminación artificial de la mujer
sola o de parejas homosexuales, fecundación post mortem, ni la maternidad subrogada”.13 Corral
también lo entiende de la misma manera14.

5. SOBRE LA FORMA DE LA DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN DEL HIJO CONCEBIDO MEDIANTE


TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDA.

Se discute en doctrina cuál es la forma en que se determina la filiación cuando el hijo ha sido
concebido mediante TRA.

Por una parte, hay quienes entienden que el elemento determinante es el consentimiento del
hombre y la mujer que se han sometido a estas técnicas. Así fluiría de la lectura conjunta de los
incisos 1° y 2° del artículo 182 del CC. Este consentimiento es el que permite y sirve de causa
eficiente a la procreación, pues sin él no podría aplicarse la TRA y, por tanto, no se produciría la
fecundación. Por lo demás, dicho consentimiento constituiría una suerte de “reconocimiento
adelantado de paternidad o maternidad”. Así Gómez de la Torre.

Por otra parte, se ha dicho que las TRA solamente contribuyen o facilitan la concepción, quedando
la determinación de la filiación sujeta a las reglas generales, pues la ley no ha regulado
específicamente esta materia. De esta manera, la maternidad se determinaría por el hecho del
parto, reconocimiento o sentencia judicial, en tanto que la paternidad se determinaría por
aplicación de la presunción del artículo 184 (en caso de que exista matrimonio), reconocimiento o
sentencia judicial. Así Corral Talciani. Con todo, el mismo autor reconoce que en el caso de que en
la respectiva TRA se hayan utilizado gametos ajenos, el punto se torna un tanto más problemático.
En dicho caso, frente a un eventual litigio, el juez debe atender al sometimiento del hombre y la
mujer a una TRA, conforme lo señalado por el artículo 182 del CC, siendo el fundamento de la
filiación el consentimiento otorgado por el hombre y la mujer que se han sometido a la TRA. Por
ende, si la filiación no se encontrase determinada y la persona que se ha sometido a la TRA la
reclamase, bastará con la probanza del consentimiento para que el juez la determine por sentencia.
En el mismo sentido, si se impugnase la filiación padre-hijo o madre-hijo por parte del tercero
progenitor biológico, reclamando la suya con el hijo, bastará con que el demandado oponga el
consentimiento que otorgó para la aplicación de la TRA como excepción para que se rechace la
demanda.

13
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 114.
14
Corral Talciani, Hernán, Reproducción Humana Asistida y Filiacion. Un analisis del nuevo artículo 182 del
Código Civil, disponible en https://corraltalciani.files.wordpress.com/2010/04/art-182cc.pdf, pp. 3 y 4.
6. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDO Y DERECHO DE IDENTIDAD.

No cabe duda que el hombre y la mujer que se sometieron a la respectiva TRA, consintiendo en ella,
no pueden impugnar la filiación así determinada ni reclamar otra distinta. Así fluye con claridad de
la lectura del artículo 182 CC. No obstante, no existe la misma claridad respecto a si el hijo concebido
por TRA puede impugnar la filiación así determinada y reclamar la de sus progenitores (tercero o
terceros donantes de gametos).

Al respecto, pueden distinguirse varias posiciones.

Por un lado, hay quienes entienden que, en tanto el derecho de identidad está consagrado en los
artículos 7 y 8 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, tratado Internacional que
versa sobre los derechos fundamentales de los niños, el cual está suscrito y ratificado por Chile, el
menor tiene derecho a impugnar la filiación determinada por aplicación de una TRA y a reclamar la
de sus progenitores. Además, así lo podría exigir el interés superior del niño, el cual irradia toda la
Convención y está expresamente contemplado en el artículo 3. Esta tesis se ve refrendada por el
artículo 5 de la CPR, el cual brinda a los tratados internacionales que versen sobre los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana una jerarquía normativa superior a la ley. En esta
línea Corral Talciani.15

Por otro lado, hay quienes entienden que, en atención al derecho a la privacidad de los donantes
de gametos, así como también su derecho a la intimidad –particularmente, en lo que respecta a
utilización que haga de sus facultades genésicas-, no puede reclamarse respecto a ellos una relación
de filiación con el concebido por aplicación de TRA. Es claro que estos terceros no han querido ser
padres, y, por otro lado, el consentimiento que han otorgado el hombre y la mujer que se han
sometido a la TRA ha sustituido por completo la cópula sexual, siendo aquel consentimiento -y no
la información genética o vínculo sanguíneo-, el fundamento y causa eficiente de la filiación. Por
otra parte, quienes adhieren a esta tesis, señalan también que no es efectivo que el conocimiento,
por parte del concebido por aplicación de una TRA, de que sus progenitores biológicos no coinciden
con sus padres, tienda a proteger su interés superior.

Fuera de estas radicales tesis, la doctrina mayoritaria señala que el derecho a la identidad, en caso
de aplicación de una TRA, implica conocer el origen biológico, sin que ello importe alteración de la
filiación. En otras palabras, se concluye, en base al artículo 182 del CC, que el concebido por
aplicación de TRA no puede impugnar la filiación así determinada ni reclamar otra distinta, sin
perjuicio de que tenga derecho a conocer cuál es su origen biológico.

Entre los partidarios de esta tesis, hay quienes entienden que el derecho a conocer el propio origen
se agotaría en conocer los datos genotípicos y fenotípicos del donante. Esto se fundaría en el
derecho a la salud y a la integridad física y psíquica, toda vez que de esta manera podrían prevenirse
o curarse enfermedades o anomalías hereditarias. Por lo demás, quienes abogan por esta solución,
plantean que esta alternativa ponderaría adecuadamente el derecho a la intimidad del donante,
pues no es legítimo que otras personas puedan saber el empleo que el donante hace de sus

15
Ibíd. pp. 9 y 10.
aptitudes genésicas, y en particular de su uso del semen o de óvulos (esta es la alternativa que
recoge la legislación española16).

Empero, buena parte de la doctrina entiende que el derecho a conocer el origen biológico no se
agota en el conocimiento de datos genotípicos y fenotípicos, toda vez que es razonable y legítimo
que quien indaga acerca de su origen quiera poder arribar a una persona individualizable, y no
solamente a datos biogenéticos.

En esta última línea, Gómez de la Torre señala “considero que el hijo que nace producto de la
aplicación de una TRA con donante debe tener la posibilidad de saber que fue concebido por este
procedimiento y quién es su progenitor biológico, cuando alcance la mayoría de edad, estableciendo
un sistema similar a la Ley de Adopción, que permite al adoptado cuando llega a la mayoría de edad
saber quién es su progenitor biológico”.17

De la misma opinión son Turner, Molina y Momberg, quienes señalan “que esta es la opción más
adecuada, de acuerdo con la prevalencia que debe darse al interés superior del hijo, y al derecho
que tiene a conocer su propio origen, el cual no debe limitarse al acceso a simples datos biogenéticos
del dador. En todo caso, estimamos que este derecho sólo podría ejercerse por el hijo una vez
llegado a la mayoría de edad”.18 Esta es la alternativa que recoge la legislación sueca.

En consecuencia, según el raciocinio de estos autores, el artículo 182 inciso segundo del CC impide
que tanto los padres como el hijo impugnen la filiación determinada mediante aplicación de técnicas
de reproducción humana asistida, no pudiendo tampoco, ni padres ni hijos, reclamar una distinta.
Se privilegia entonces la relación de familia que se ha desarrollado al alero de la filiación así
determinada, protegiéndose a quienes han desarrollado pública y privadamente la condición de
padres de un hijo cuyo origen biológico procede de terceros, sin que esto implique un perjuicio o
merma al derecho a la identidad que tiene el hijo.

7. SITUACIÓN DEL DONANTE.

Como ya mencionamos, buena parte de la doctrina nacional estima que la criatura concebida y
nacida por aplicación de TRA no puede impugnar la filiación así determinada ni tampoco reclamar
una distinta, sin perjuicio de su derecho a conocer su origen biológico y, en particular, la identidad
de progenitores.

De ahí que la identidad y los datos del donante de gametos, si bien tienen un carácter reservado y
secreto para la sociedad en general, no debiesen tener dicho carácter respecto al concebido por la
respectiva TRA. Así lo entiende la mayoría de la doctrina, estimando también que la identidad del
donante debiese constar en algún registro fidedigno, a fin de que el concebido por TRA pueda hacer
efectivo su derecho a la identidad. Esta doctrina también está conteste en que tal derecho podría
ejercerse únicamente una vez que el concebido por TRA sea mayor de edad.

16
Con todo, la ley española permite en ciertos casos excepcionales conocer la identidad del donante.
17
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 126.
18
Turner Saelzer, Susan, Molina Pezoa, Marcia y Momberg Uribe, Rodrigo, Técnicas de Reproducción Asistida:
Una perspectiva desde los intereses del hijo. Rev. derecho (Valdivia), dic. 2000, vol.11, p.19.

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