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Derecho Civil Obligaciones Uv 2018
Derecho Civil Obligaciones Uv 2018
A.- Tratándose de los títulos valores al portador, por ejemplo un cheque. Por
definición el cheque es una orden de pago escrita que se gira contra un banco, el banco
es el deudor pero como se trata de un cheque al portador este puede circular por la
simple entrega manual, de manera que no se sabrá quien en definitiva será el acreedor
hasta que alguien se presente al banco para su cobro.
B.- Tratándose del tercer poseedor de la finca hipotecada, este es la persona que
sin obligarse personalmente constituye una hipoteca sobre un inmueble suyo para
garantizar una obligación ajena, o bien es la persona que adquiere un inmueble
gravado con hipoteca. La existencia de una hipoteca no obsta a que la hipoteca se
pueda enajenar, si el deudor personal no paga la deuda el acreedor hipotecario puede
perseguir a la finca hipotecada en manos de quien se encuentre y puede cobrar al
tercer poseedor el pago de la deuda si quiere conservar la finca, en consecuencia
puede ocurrir que no se sepa quien en definitiva debe pagar, pero al momento de
verificarse el pago tendrá que determinarse al deudor.
2° ELEMENTO OBJETIVO.
Está constituido por la prestación que es la conducta que el deudor debe
observar en favor del acreedor y que puede consistir en un dar, hacer o no hacer.
Observaciones.
1.- La obligación tiene por objeto la prestación y a su turno esta tiene su propio
objeto que puede ser una cosa del mundo externo o un hecho del hombre, a partir de
esto algunos autores señalan que podemos distinguir:
A.- Un objeto directo de la obligación que es la prestación
B.- Un objeto indirecto o mediato que seria una cosa del mundo externo o un
hecho del hombre.
2.- Como consecuencia de lo anterior se entiende que el objeto de la prestación
debe reunir los requisitos del objeto del acto jurídico.
El problema de la patrimonialidad de la prestación.
En doctrina los autores se preguntan si para estar frente a una obligación es necesario
o no que la prestación tenga un contenido patrimonial
1.- Algunos autores señalan que la prestación debe tener un contenido patrimonial
para que podamos hablar de obligación, de manera que si falta ese contenido
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3.- Delito.
Es el hecho voluntario, ilícito que cometido con dolo causa daño.
4.- Cuasidelito.
Es el hecho voluntario, ilícito que cometido con culpa causa daño.
5.- La ley.
Que es fuente autónoma de las obligaciones en aquellos casos que ella señala,
sin que haya mediado hecho voluntario alguno de la persona que se obliga.
Criticas a esta clasificación.
1.- Se dice que proviene de una errónea interpretación de las fuentes clásicas, ya
que en realidad los romanos habrían distinguido entre el contrato, el delito y otras
figuras de creación pretoria, pero habrían sido los glosadores medievales quienes
habrían incorporado a los cuasicontratos y a los cuasidelitos.
2.- El cuasicontrato es una figura hibrida, ya que dentro de este concepto
encontramos diversas figuras que no tienen ninguna relación entre si y que se ubican
dentro de los cuasicontratos debido a que es imposible ubicarlas a propósito en
ninguna otra fuente, además se habla de cuasi contrato como si fuese una figura muy
parecida al contrato, en circunstancia que entre contrato y cuasi contrato existen
diferencias sustanciales.
3.- No tiene sentido distinguir entre delitos y cuasidelitos, ya que ambos generan
la misma obligación cual es la de indemnizar los daños causados y el monto de la
indemnización no depende que estemos frente a un delito o un cuasi delito, si no que
depende de la extensión de los daños causados.
4.- Esta clasificación excluye otras fuentes reconocidas por la doctrina y el derecho
comparado, como la declaración unilateral de voluntad y el enriquecimiento sin causa.
2° Otras clasificaciones.
1.- Clasificación que distingue entre el contrato y la ley.
Los partidarios de esta clasificación señalan que las obligaciones solo pueden
nacer de la voluntad de las partes o de la voluntad del legislador, en el primer caso la
fuente será el contrato y en el segundo la ley.
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Para esta opinión las fuentes clásicas distintas del contrato quedarían
comprendidas en la ley, ya que en todas ellas no aparece la voluntad del deudor de
obligarse y si resulta obligado ello se debe a que la ley así lo señala.
2.- Hay autores que ven a la ley como única fuente de las obligaciones.
Para éstos la voluntad carece de toda importancia si no esta respaldada por la
ley, de manera que en definitiva la única fuente de las obligaciones seria la ley.
Comentario.
Esta opinión ha sido criticada por que si bien en último termino toda obligación
encuentra su fuente en la ley, la diferencia con las obligaciones estrictamente legales
radica en que en estas no hay un hecho voluntario del deudor, en cambio en todas las
demás fuentes clásicas si hay un hecho del deudor.
3.- Clasificación que distingue fuentes voluntarias, fuentes no voluntarias y la ley.
A.- Fuentes voluntarias.
Son aquellas en las que la obligación surge de la voluntad del deudor, ya sea
que esa voluntad aparezca junto a la voluntad del acreedor como ocurre en los
contratos o bien que se encuentre sola, como ocurre con la declaración unilateral de
voluntad.
B.- Fuentes no voluntarias.
Son todas aquellas que suponen un hecho del deudor, pero en las que no
aparece la intención del deudor de obligarse, ejemplo: en los cuasi contratos y en los
hechos ilícitos.
C.- La ley.
Que seria fuente directa de las obligaciones en todos aquellos casos en que no
se precisa de un hecho del deudor, como ocurre por ejemplo con la obligación
alimenticia.
Situación en el derecho extranjero.
Encontramos dos grandes sistemas:
1° El Código Civil francés y aquellos códigos a los que sirvió de modelo, recogieron
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extraería que el legislador sí la contemplo. Por ejemplo, el artículo 578 CC, al referirse
a “un hecho suyo”; el artículo 1.437 CC, al referirse a “un hecho voluntario de la
persona que se obliga”, y el artículo 2.284 CC, al referirse a “hecho voluntario de una
de las partes”.
El enriquecimiento sin causa.
Aspectos previos.
1° Los autores comentan que en el tráfico jurídico no se puede pretender que
exista una igualdad absoluta en las prestaciones de las partes, ya que cada persona
siempre va a buscar obtener el mayor beneficio y hacer los menores desembolsos
posibles.
2° Esa diferencia entre las prestaciones no puede significar que el derecho deba
intervenir, sino solo en aquellos casos en que se este vulnerando ostensiblemente a la
equidad.
3° En esos casos en que interviene el derecho habitualmente se concede una
acción específica para reclamar de ese enriquecimiento sin causa, por ejemplo: Si una
persona hurta una cosa, se concede la respectiva acción indemnizatoria o si el
comprador no paga el precio se concede la acción resolutoria o también la acción de
cumplimiento.
4.° Sin embargo cuando se habla del enriquecimiento sin causa se esta haciendo
alusión a aquellos casos en que formalmente no se esta vulnerando la ley y por esta
razón no hay una acción específica, pero sin embargo desde un punto de vista ético se
advierte que hay un enriquecimiento que no puede ser justificado.
Concepción tradicional.
Concepto.
Es el desplazamiento de valor que provoca un incremento patrimonial en
determinados sujetos a costa del patrimonio de otro, producido aparentemente de
una manera conforme a derecho pero en el fondo sin causa que lo justifique y que
concede al perjudicado una acción de restitución.
Requisitos.
1° Incremento patrimonial, se necesita que una persona se enriquezca,
mayoritariamente se entiende que el enriquecimiento solo puede ser pecuniario, pero
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pruebe que en virtud del contrato nulo se hizo más rica la persona del incapaz, se
entiende que se hizo más rica cuando las cosas pagadas y adquiridas en virtud del
contrato mutuo le han sido necesarias o bien si no han sido necesarias subsistan y
quisiere retenerlas ¿Por qué el que contrató con un incapaz recupera su derecho a ser
restituido? Porque de contrario habría un enriquecimiento sin causa.
6° ¿Qué ocurre con el enriquecimiento sin causa como fuente de las obligaciones?
Preguntamos esto por que no hay una norma que en términos explícitos
consagre el enriquecimiento sin causa como fuente de las obligaciones, sin embargo
algunos autores señalan que indirectamente puede desprenderse de los arts. 578 y
1.437 CC.
Ambas disposiciones señalan como fuente de las obligaciones al hecho
voluntario de la persona que se obliga, tradicionalmente se había entendido que esta
referencia del art. 1.437 CC estaba hecha a los cuasi contratos, sin embargo, se señala
que en realidad la fuente es el hecho voluntario de la persona que se obliga y después
a título meramente ejemplar la disposición se refiere a los cuasi contratos y a la
aceptación de una herencia o legado, de manera que perfectamente podría incluir al
enriquecimiento injustificado.
LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES EN EL CÓDIGO CIVIL CHILENO.
A partir de los arts. 578, 1.437 y 2.284 CC se establece que nuestro código
siguió la clasificación clásica o pentapartita de las fuentes de las obligaciones
reconociendo como tales al contrato, cuasicontrato, delito, cuasidelito y la ley.
1° Contratos.
El art. 1.438 CC señala que contrato o convención es un acto por el cual una
parte se obliga a dar, hacer o no hacer alguna cosa.
Críticas a esta definición.
1.- Confunde contrato y convención.
2.- Al definir contrato señala que es un acto.
3.- Confunde al contrato con el objeto de la prestación.
La doctrina ha definido al contrato como la convención generadora de
derechos personales y obligaciones.
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2° Cuasicontrato.
El Código no lo define y los autores han señalado que es el hecho voluntario,
lícito y no convencional que genera obligaciones.
Críticas.
1.- Esta definición procede por exclusión, ya que en vez de señalar que es el
cuasicontrato nos señala lo que no es.
2.- La expresión cuasicontrato da a entender que se trata de una figura muy
parecida al contrato, en circunstancias que en realidad son muy distintas.
En el contrato es la voluntad la que genera la obligación mientras que en el
cuasicontrato la voluntad no interviene para nada incluso hay cuasicontratos que se
generan contra la voluntad del deudor ya que es la ley la que impone las obligaciones.
3.- Dentro de la noción de cuasicontrato se agrupa una serie de figuras que no tienen
ninguna semejanza entre sí y que sólo quedan comprendidas dentro de la noción de
cuasicontrato por que no tienen cabida en otra parte.
Explicación jurídica del cuasicontrato.
Los autores se preguntan por qué la ley establece una obligación en estos casos.
1.- Para algunos el fundamento estaría en la equidad, seria poco equitativo que no
surgiera la obligación, esta opinión ha sido criticada por cuanto se entiende que en el
fondo todo el derecho encuentra su fundamento en la equidad.
2.- Para otros está en el repudio al enriquecimiento sin causa, es decir, de no
establecerse la obligación en estos casos alguien se vería enriquecido injustamente.
Esta opinión ha sido criticada porque no todos los casos de cuasicontratos
responden al principio del rechazo del enriquecimiento sin causa.
3.- Para otros el fundamento se encuentra en la voluntad tácita de quien resulta
obligado.
Esta opinión también es criticada por que de haber voluntad tácita estaríamos
en presencia de un contrato
4.- Para otros el fundamento esta en la voluntad presunta del que resulta obligado.
Esta opinión también se critica por que hay cuasicontratos en los que la
obligación nace contra la voluntad del deudor, de manera que no puede haber
voluntad presunta.
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I. ATENDIENDO A SU EFICACIA.
Distinguimos:
- Obligaciones civiles.
- Obligaciones naturales.
1º Obligaciones civiles.
Son aquéllas que responden al concepto de obligación, esto es, al vínculo
jurídico entre dos personas determinadas, en virtud del cual una de ellas se encuentra
en la necesidad jurídica de dar, hacer o no hacer algo a favor de la otra la cual se
encuentra facultada para exigir su cumplimiento.
Estas constituyen la regla general, de ahí que el legislador no las regula de
manera especial
2º Obligaciones naturales.
Concepto.
Es el vínculo jurídico entre dos personas determinadas, en cuya virtud una de
ellas se encuentra en la necesidad jurídica de dar, hacer o no hacer algo a favor de la
otra, la cual no se encuentra facultada para exigir su cumplimiento, pero sí está
autorizada para retener el pago voluntariamente hecho por el deudor.
Características.
1.- Presentan dos rasgos fundamentales:
A.- Un rasgo negativo, cual es que el acreedor carece de acción para exigir su
cumplimiento.
B.- Un rasgo positivo, cual es que el acreedor tiene excepción para retener el pago
voluntariamente hecho por el deudor.
2.- Son excepcionales, ya que la regla general viene dada por las obligaciones
civiles. A partir de esto se generan las siguientes consecuencias:
A.- Las obligaciones naturales no se presumen, quien alegue estar frente a una
obligación natural deberá probarlo.
B.- Para que haya obligación natural se requiere de texto legal expreso.
C.- Ese texto legal expreso debe interpretarse en forma estricta.
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se contrajo.
2) El artículo 1.471 CC, al señalar que la sentencia judicial que rechaza la acción
intentada contra el naturalmente obligado no extingue la obligación natural, da a
entender que en materia de obligaciones naturales las sentencias judiciales no
producen mayores efectos.
3) El artículo 2.375 número 1 CC, ubicado a propósito de la fianza. Esta
disposición parte de la base que la fianza concede al fiador el beneficio de reembolso,
pero que no se concede al fiador si la obligación principal es puramente natural, a
menos que haya habido ratificación o se haya validado con el transcurso del tiempo, es
decir, la obligación natural puede sanearse y pasar a ser civil por cualquiera de estos
dos medios y ambos suponen que no haya habido sentencia de nulidad, lo que a su
turno implica que la obligación tuvo el carácter de natural desde que se contrajo.
B.- Las que proceden de actos a que faltan las solemnidades que la ley exige para
que produzcan efectos civiles como la de pagar un legado impuesto por un testamento
que no se ha otorgado en la forma debida.
Precisiones.
i.- En este caso se han omitido las solemnidades legales
ii.- En consecuencia, estaremos frente a un vicio de nulidad absoluta.
Problemas
i.- ¿En qué sentido esta tomada la palabra acto?
Opiniones.
1) Alessandri señala que sólo se refiere a los actos jurídicos unilaterales.
Argumentos.
A) El Código reserva la expresión acto para referirse a los actos jurídicos
unilaterales, por ejemplo, los arts. 1.701 y 1.709 CC hablan de actos y contratos, la
expresión acto se refiere a los unilaterales y la expresión contrato a los bilaterales. Por
su parte el art. 999 CC, al definir el testamento, señala que es un acto, y resulta que el
testamento es el acto jurídico unilateral por excelencia.
B) El artículo 1.470 número 3 CC señala el caso del legado impuesto por un
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2) Claro Solar, Somarriva y Meza Barros señalan que no, por el tenor literal del
artículo 1.470 número 3 CC que señala “las que proceden”, lo que supone que la
obligación desde el comienzo ha tenido el carácter de natural.
2.- Obligaciones civiles desvirtuadas o degeneradas.
Concepto.
Son aquéllas que nacieron perfectas a la vida del derecho, pero que, con
posterioridad, han perdido su eficacia. Aquí están los números 2 y 4 del artículo 1.470
CC.
Casos.
A.- Las obligaciones civiles extinguidas por la prescripción.
Observación.
En rigor, la prescripción no extingue la obligación, sino que extingue la acción;
de ahí que la obligación subsiste, pero como natural.
Problema.
Para estar frente a este caso ¿es necesaria la sentencia judicial que declara la
prescripción?
Opiniones.
i.- Algunos autores señalan que es indispensable la sentencia judicial que declara
la prescripción, porque, de contrario, la prescripción operaría ipso jure.
Argumentos.
1) El artículo 2.493 CC señala que el que quiere aprovecharse de la prescripción
debe alegarla. Esto está demostrando que la prescripción no opera ipso jure.
2) El artículo 2.494 CC, al señalar que la prescripción puede ser renunciada,
demuestra que no opera ipso jure, porque si operase de pleno derecho, no tendría
sentido reconocer al prescribiente la posibilidad de renunciar.
ii.- Otros autores señalan que no es necesaria la sentencia judicial y argumentan
basándose en el artículo 2.514 CC, que dice que la prescripción extintiva sólo exige el
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Casos.
1.- El pago de la multa en los esponsales.
Según el artículo 98 CC, los esponsales o desposorio es la promesa de
matrimonio mutuamente aceptada y agrega que es un hecho privado que las leyes
someten enteramente al honor y conciencia del individuo y que no producen
obligación alguna ante la ley civil, en consecuencia no puede invocarse esta promesa
ni para pedir que se lleve a cabo el matrimonio, ni para pedir indemnización de
perjuicios. Con todo si uno de los esposos hubiere prometido pagar una multa para el
caso de no cumplir, el otro no puede exigir el pago de la multa, pero si se paga
voluntariamente puede retener dicho pago. ¿Hay acá una obligación natural?
A.- Algunos autores sostienen que sí, porque el esposo carecía de acción para
exigir el pago de la multa, pero tenía excepción para retener el pago voluntariamente
hecho por el esposo deudor.
B.- Para otros no hay obligación natural, porque el artículo 98 CC señala
expresamente que los esponsales no producen obligación alguna, o sea, ni obligación
civil ni obligación natural. De manera que aquí sólo hay una sanción a quien infringe
un deber moral.
2.- Juego en que predomina el esfuerzo intelectual.
El juego puede ser lícito o ilícito. Los juegos ilícitos son los juegos de azar; en
cambio, los juegos de destreza son lícitos. Sin embargo, en los juegos de destreza
intelectual, el que gana no puede exigir el pago, de ahí que el artículo 2.260 CC señala
que no producen acción sino sólo excepción. ¿Hay acá una obligación natural?
A.- Para algunos, hay obligación natural, ya que el acreedor carece de acción, pero
tiene excepción para retener el pago voluntariamente hecho por el deudor.
B.- Para otros no hay obligación natural, sino que se trata de una medida que toma
el legislador para desincentivar el juego y la apuesta.
3.- Caso del que paga algo en virtud de un contrato que adolece de objeto o causa
ilícita y ha procedido a sabiendas.
El art. 1.468 CC señala que no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por
un objeto o causa ilícita a sabiendas. ¿Hay acá obligación natural?
A.- Para algunos autores sí, porque si el acto era anulable; el acreedor carecía de
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C.- El tenor literal del artículo 1.470 CC, al emplear la expresión “tales son”.
D.- El inciso final del art. 1.470 CC, al señalar expresamente “para que no pueda
pedirse la restitución en virtud de estas cuatro clases de obligaciones” lo que Daria a
entender que estas cuatro clases de obligaciones son los únicos casos de obligación
natural.
E.- El art. 2.296 CC, al señalar que no se podrá repetir lo que se ha pagado para
cumplir una obligación puramente natural de las enumeradas en el art. 1.470, lo que
da a entender que los únicos casos de obligaciones naturales son los que señala esta
disposición.
2.- Otros autores señalan que no es taxativo.
Argumentos.
A.- El artículo 1.470 CC da una definición de lo que debe entenderse por obligación
natural, de manera que cada vez que una figura responda a esa definición estaremos
frente a una obligación natural.
B.- Basta con aceptar que cualquiera de esos 7 casos señalados es una obligación
natural, para que el artículo 1.470 CC no sea taxativo.
C.- No es efectivo que la expresión “tales son” denote taxatividad, ya que en otras
disposiciones que no son taxativas el legislador emplea las mismás expresiones, por
ejemplo, en el art. 570 CC.
Los autores señalan que este no es un buen argumento por que el artículo 570
CC señala “tales son, por ejemplo” de manera que no es taxativo.
Efectos de las obligaciones naturales.
1.- El acreedor carece de acción para exigir su cumplimiento.
2.- El acreedor puede retener el pago voluntariamente hecho por quien tiene la
libre administración de sus bienes.
Requisitos.
A.- Que el pago sea hecho voluntariamente.
¿Que se entiende por pago voluntario?
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Las modalidades.
Concepto.
Son formás especiales de ser que presentan ciertos actos jurídicos y que vienen
a modificar sus efectos normales u ordinarios.
¿Cuales son?
1.- En sentido estricto son la condición, el plazo y el modo.
2.- En sentido amplio se agregan la solidaridad, la indivisibilidad, la alternatividad,
la facultatividad y la representación.
Características generales que presentan las modalidades.
1.- Por regla general todo acto jurídico admite modalidades, esto es consecuencia
del principio de la autonomía privada.
Excepciones.
A.- El matrimonio. Art. 102 CC.
B.- En materia de sociedad conyugal. Art. 1.721 CC
C.- Pacto de separación total de bienes o de participación en los gananciales. Art.
1.723 inc. final CC.
D.- Aceptación de una herencia o legado. Art. 1.227 CC.
E.- Legitima rigorosa. Art. 1.192 inc. 1º CC.
F.- Usufructo. Art. 768 inc. 1º CC.
2.- Son excepcionales, ya que la regla general esta dada por que las obligaciones
sean puras y simples.
3.- Como consecuencia de lo anterior, las modalidades no se presumen y quien
quiera invocar que se esta frente a una obligación sujeta a modalidad tendrá que
probarlo.
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Excepciones.
A.- La denominada condición resolutoria tácita. Art. 1.489 CC.
B.- La condición de existir fideicomisario, a propósito de la propiedad fiduciaria.
Art. 738 inc. 1 CC.
C.- El plazo de 10 días en el mutuo. Art. 2.200 CC.
D.- La condición de existir una cosa, a propósito de la venta de cosas que no
existen pero se esperan que existan. Art. 1.813 CC.
4.- Por regla general encuentran su origen en la voluntad de las partes.
Excepciones.
A.- Hay casos en que encuentran su origen en la ley, por ejemplo: la denominada
condición resolutoria tácita y el plazo de 10 días en el mutuo.
B.- Hay casos en que tienen su origen en una resolución judicial.
Precisiones.
i.- Para que el juez pueda establecer una modalidad, requiere de texto legal
expreso que lo autorice.
ii.- El juez sólo puede establecer plazos, pero no condiciones. La razón de esto se
encuentra en que la sentencia judicial tiene que dar certeza y, por definición, la
condición es un hecho futuro e incierto. Ejemplos:
1) Art. 904 CC, a propósito de la acción reivindicatoria.
2) Art. 2.201 CC, a propósito del mutuo.
5.- Por regla general las modalidades son elementos accidentales del acto jurídico.
Excepciones.
A.- Hay casos en que son elementos de la naturaleza, por ejemplo: la condición
resolutoria tácita y el plazo de 10 días en el mutuo.
B.- Hay casos en que son elementos de la esencia, como ocurre con el plazo o
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los arts. 1.483 CC y 1.484 CC. En efecto, la primera de estas disposiciones hace
prevalecer la voluntad real de las partes al señalar que las condiciones deben ser
cumplidas del modo que las partes han probablemente entendido que lo fuese,
presumiéndose que el modo más racional de cumplirlas es el que han entendido las
partes. Esta disposición es concordante con el artículo 1.560 CC.
En cambio, el art. 1.484 CC hace prevalecer la literalidad, es decir, la voluntad
manifestada por sobre la voluntad real.
¿Como se entiende esta contradicción?
Los autores señalan que en rigor no hay contradicción: en la interpretación de
las condiciones prevalece la voluntad real y el sentido que debe darse al art. 1.484 CC,
es que en nuestro Código se rechaza el cumplimiento por equivalencia que era
admitido por el derecho romano, y que entendía cumplida la condición si ésta se
verificaba en un modo análogo al convenido.
Situación de excepción.
Se presenta en el artículo 250 Nº 2 CC, a propósito del peculio adventicio
extraordinario del hijo sujeto a patria potestad.
Esta disposición parte de la base que al hijo se le hace una donación o se le deja
una herencia o un legado bajo condición de obtener la emancipación.
Si aplicamos rigurosamente el art. 1.484 CC, debiéramos decir que la condición
se va a cumplir cuando el hijo obtenga la emancipación. Sin embargo, en este caso la
ley contempla una solución distinta, ya que la emancipación no es un hecho que pueda
quedar al arbitrio de un tercero; en consecuencia, se va a tener por cumplida la
condición por el solo hecho de formarse un patrimonio distinto, que es el del artículo
250 números 2 y 3 CC, que corresponde al llamado peculio adventicio extraordinario.
Algunas condiciones especialmente reguladas por la ley.
En materia de asignaciones testamentarias condicionales la ley reglamenta
algunas condiciones en particular:
1.- La condición de no contraer matrimonio se tiene por no escrita
2.- La condición de permanecer en estado de viudedad se tendrá por no escrita
3.- La condición de no contraer matrimonio antes de los 18 años o de una edad
menor valdrá.
4.- La condición de permanecer en estado de viudedad valdrá, si se tiene uno o
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1.- Pendiente.
1.1 el derecho no ha nacido.
1.2 hay un germen de derecho.
2.- Cumplida → el derecho nace.
3. Fallida → el derecho no llega a nacer.
b.- Resolutoria.
1.- Pendiente → el acto jurídico actúa como puro y simple.
2.- Cumplida → resolución.
3.- Fallida → el derecho se consolida.
Para examinar los efectos de las condiciones hay que distinguir: si la condición
es imposible o posible.
1.- Si la condición es imposible.
Hay que sub-distinguir si es suspensiva o resolutoria:
A.- Si es suspensiva.
Hay que sub-distinguir si es positiva o negativa:
i.- Si es positiva.
La condición se tiene por fallida, por lo tanto el derecho nunca va a nacer.
ii.- Si es negativa.
Hay que sub-distinguir si es física o moral o intelectualmente imposible.
1) Si es físicamente imposible, la condición se tiene por no escrita, es decir, la
obligación se mira como pura y simple.
2) Si es moral o intelectualmente imposible, la condición se tiene por fallida y por
lo tanto, el derecho nunca llega a nacer.
B.- Si la condición es resolutoria.
Se tiene por no escrita y por lo tanto, la obligación será pura y simple.
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A) Si es fortuita.
Hay que subdistinguir, si es total o parcial.
i) Si es total, se extingue la obligación.
ii) Si es parcial, el acreedor debe recibirla en el estado en que se encuentre.
B) Si es culpable.
Hay que subdistinguir si es total o parcial.
i) Si es total, la obligación subsiste, pero cambia de objeto: ahora se debe el precio
más la indemnización de perjuicios
ii) Si es parcial, surge un derecho optativo para el acreedor: puede conservar la
cosa en el estado que se encuentre y pedir la indemnización de perjuicios, o bien
puede pedir la resolución del contrato con indemnización de perjuicios.
2) Hay un germen de derecho.
El acreedor condicional no tiene un derecho perfecto, pero sí cuenta con un
principio o germen de derecho. Este germen de derecho se manifiesta de dos formas
(Art. 1.492 CC):
A) El acreedor condicional puede impetrar providencias conservativas.
B) Si el acreedor condicional fallece estando pendiente la condición transmite su
derecho condicional a sus herederos.
Excepciones a la transmisibilidad.
El artículo 1.492 CC exceptúa a las disposiciones testamentarias y las
donaciones entre vivos y el artículo 762 CC agrega el fideicomiso. El fundamento de la
intrasmisibilidad en estos casos se encuentra en que se trata de actos intuito
personae, de manera que la voluntad del testador, del donante o del constituyente ha
sido beneficiar al asignatario, al donatario o al fideicomisario, pero no a los herederos
de estos.
Comentario.
El artículo 1.492 CC, al establecer la transmisibilidad, señala que la obligación
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cambio, para el deudor condicional, ese mismo hecho, constituye una condición
resolutoria.
Formas que puede adoptar la condición resolutoria.
- Condición resolutoria ordinaria o expresa.
- Condición resolutoria tácita.
- Pacto comisorio: que puede ser simple o calificado.
i.- Condición resolutoria ordinaria.
Concepto.
Es aquélla en que el evento constitutivo de la condición corresponde a
cualquier hecho, salvo el incumplimiento de las obligaciones de unas de las partes
emergentes de un contrato bilateral.
Observación.
La condición resolutoria ordinaria opera de pleno derecho, no requiere de
sentencia judicial, y si el tema llega a discutirse en tribunales, el juez se limita a
constatar si se verificó o no el hecho constitutivo de la condición pero no declara la
resolución.
ii.- Condición resolutoria tácita.
Concepto.
Es aquélla en que el evento constitutivo de la condición es el incumplimiento
de una de las partes de las obligaciones emergentes de un contrato bilateral y que va
envuelta en todo contrato bilateral.
Observaciones.
1) Nuestro Código Civil la reglamenta en el artículo 1.489, a propósito de las
obligaciones condicionales. Sin embargo, modernamente se entiende que más que
tratarse de una condición se trata de una verdadera institución que esta presente en
todo contrato bilateral.
2) Esta institución tiene por finalidad proteger al contratante diligente frente al
contratante negligente, cuando éste no cumple con aquello a que se obligó.
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Claro Solar señala que de acuerdo al artículo 2.177 CC, operaria la condición
resolutoria tácita si el comodatario no cumple con la obligación de usar la cosa en la
forma convenida o, a falta de convención, en el uso ordinario de las de su clase; es
decir, operaria acá la resolución del contrato de comodato.
Otros autores, como Abeliuk, señalan que aquí no opera la condición
resolutoria tácita, sino que opera una caducidad legal del plazo frente al
incumplimiento de una obligación accesoria por parte del comodante.
3) Considerada como condición presenta las siguientes características:
A) Es resolutoria, porque subordina la extinción de un derecho.
B) Es tácita, porque va envuelta en todo contrato bilateral.
C) Es negativa, porque consiste en que algo no acontezca, en este caso, que el
deudor no cumpla.
D) Es de origen legal, la ley la establece y opera aun en silencio de las partes.
E) Es simplemente potestativa, porque el evento que la constituye depende un
hecho voluntario del deudor.
Fundamento de la condición resolutoria tácita.
Los autores han señalado distintos fundamentos:
1) Para algunos se encuentra en la teoría de la causa. La teoría clásica de la causa
señala que lo que requiere de causa es la obligación y en los contratos bilaterales la
causa de la obligación de cada parte se encuentra en la obligación de la contraparte, de
manera que si una de las partes no cumple a la obligación de la contraparte le faltaría
la causa.
Críticas a esta opinión.
A) Si en un contrato bilateral una de las partes no cumple, la otra parte puede
demandar el cumplimiento o la resolución y en ambos casos con indemnización de
perjuicios. Si demanda el cumplimiento, es porque hay obligación y consecuentemente
por que hay causa.
B) Si efectivamente hubiese falta de causa, la sanción debiera ser la inexistencia o
la nulidad absoluta, pero en este caso se habla de resolución, que es otra causal de
ineficacia de los actos jurídicos.
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Requisitos.
Tradicionalmente la doctrina ha señalado que son:
- Contrato bilateral.
- Contratante negligente.
- Contratante diligente.
- Imputabilidad del deudor.
- Mora del deudor.
- Sentencia judicial.
1) Contrato bilateral.
El artículo 1.489 CC expresamente señala que la condición resolutoria tácita
sólo opera en los contratos bilaterales. Sin embargo, hay que tener presente la opinión
de Luis Claro Solar.
2) Contratante negligente.
Es aquél que no ha cumplido con su obligación, ni esta a llano a cumplirla, ni
tiene una condición suspensiva pendiente, ni un plazo suspensivo pendiente.
Problema.
¿Cualquier incumplimiento, por insignificante que sea, autoriza al contratante
diligente a demandar la resolución del contrato?
A) Mayoritariamente se ha entendido que cualquier incumplimiento, por
insignificante que sea, autoriza al contratante diligente a demandar la resolución del
contrato.
Argumentos.
i) Los principios de la integridad y la identidad del pago. Según el principio de la
integridad, el pago debe ser total y según el principio de la identidad, el pago debe
hacerse con la cosa debida y no con otra. Luego, si ha habido un incumplimiento
insignificante, en rigor no ha habido pago, y eso autoriza al contratante diligente a
demandar la resolución del contrato.
ii) El artículo 1.489 CC habla de incumplimiento, sin distinguir entre
incumplimiento importante e incumplimiento de poca entidad, de manera que
cualquiera que sea la entidad del incumplimiento, el acreedor está facultado para
demandar la resolución, ya que si el legislador no ha distinguido no es lícito al
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intérprete distinguir.
B) Una opinión minoritaria sostiene que no todo incumplimiento autoriza al
contratante diligente a demandar la resolución del contrato, sino que debe tratarse de
un incumplimiento de cierta entidad. Dentro de esta posición minoritaria, los distintos
autores dan distintos argumentos. Así:
i) Luis Claro Colar señala que esta materia está más regida por la equidad que por
el rigor de la ley y si el incumplimiento es insignificante, no seria equitativo que el
contratante diligente pudiera demandar la resolución del contrato.
ii) Augusto Elgueta Anguita señala que si estamos frente a un incumplimiento
insignificante, el contratante diligente no puede demandar la resolución, porque le
estaría faltando el interés procesal para actuar.
iii) El profesor Álvaro Quintanilla da los siguientes argumentos:
1. Si bien el artículo 1.489 CC no distingue entre un incumplimiento de poca
entidad y un incumplimiento de cierta importancia, ese argumento no es concluyente.
En efecto, el artículo 1.489 CC tampoco menciona a la imputabilidad del deudor ni la
mora del deudor, y se trata de requisitos tradicionalmente considerados en la
condición resolutoria tácita.
2. Si bien la integridad y la identidad son principios del pago, también lo es la
buena fe, y resulta que si el contratante diligente demanda la resolución frente a un
incumplimiento insignificante, estaría actuando de mala fe.
3. El rechazo al abuso del derecho. Si el contratante diligente demanda la
resolución frente a un incumplimiento insignificante, estaría haciendo un ejercicio
abusivo de su derecho.
4. El principio de la conservación de los contratos. Según éste, las partes han
contratado con la intención de producir consecuencias jurídicas, de manera que debe
tratar de preservarse el contrato. En consecuencia, entre la alternativa de pedir el
cumplimiento o la resolución, debe tratarse de demandar el cumplimiento, de manera
que la resolución sólo será la última medida que pueda adoptar el contratante
diligente.
5. Cada vez que el legislador ha reglamentado la resolución por algún
incumplimiento, ha exigido que ese incumplimiento tenga una cierta entidad. Así
ocurre, por ejemplo:
- Evicción parcial. Art. 1.852 inc. 4 CC.
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constituido en mora. Sin embargo, algunos autores sostienen que en realidad la mora
del deudor es requisito para la indemnización de perjuicios y no para la acción de
cumplimiento o la acción resolutoria.
5) Contratante diligente.
Es aquél que ha cumplido con su obligación o está llano a cumplir o tienen una
condición suspensiva pendiente o un plazo suspensivo pendiente.
Observaciones.
A) Para estar llano a cumplir, no basta con tener la voluntad de cumplir, sino que,
además, esa voluntad debe haberse exteriorizado en un principio de ejecución, por
ejemplo: se trata de celebrar una compraventa de bien raíz y se envía la minuta a la
notaria.
B) El art. 1.489 CC no exige expresamente la concurrencia de un contratante
diligente y tradicionalmente se ha entendido que este requisito se desprende del art.
1.552 CC que consagra la excepción de inejecución o excepción de contrato no
cumplido.
C) Modernamente algunos autores han señalado que la presencia de un
contratante diligente no es un requisito para que opere la condición resolutoria tácita
y no cabe aplicar el artículo 1.552 CC, ya que éste sólo impide la constitución en mora,
pero resulta que la mora sería un requisito del remedio indemnizatorio y no del
remedio resolutorio.
6) Sentencia judicial.
Tradicionalmente se había entendido que la condición resolutoria tácita
necesitaba de sentencia judicial y la razón se encontraba en que el art. 1.489 CC
concede una elección de acciones al contratante diligente, quien puede optar por el
cumplimiento o la resolución, y si puede pedir el cumplimiento, es por que la
resolución no ha operado de pleno derecho. Sin embargo, algunos autores han
señalado que en rigor la resolución opera a penas es demandada por el contratante
diligente, sin tener que esperar a la dictación de la sentencia, toda vez que la opción es
de él, y una vez que la ejerce, el tribunal no puede rechazarla.
En el Nuevo Derecho de la Contratación se ha sostenido que se trata de una
facultad del acreedor, proponiéndose por los instrumentos del Derecho Uniforme, que
la resolución opere de manera unilateral, por la mera comunicación del acreedor al
deudor, y de manera extrajudicial, es decir, sin intervención judicial.
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Problemas.
1) ¿Qué ocurre si ambos contratantes son negligentes?
A) Algunos autores señalan que no opera la condición resolutoria tácita porque
ninguno de los contratantes estaría en mora y, por lo tanto, no habría contratante
diligente.
B) Para otros opera la condición resolutoria tácita pero sin derecho a
indemnización de perjuicios.
Argumentos.
i) No cabe aplicar el art. 1.552 CC, porque la mora es un requisito para la
indemnización de perjuicios, pero no para pedir el cumplimiento o la resolución.
ii) Si procede la resolución frente al incumplimiento de una de las partes, con
mayor razón debiera proceder frente al incumplimiento de ambas partes.
iii) Si ninguno de los contratantes ha cumplido, no tendría sentido y no sería
equitativo que continuaran vinculados, si ninguno tiene la intención de cumplir.
2) Si hay varias personas en el rol del contratante diligente ¿puede algunas
demandar el cumplimiento y otras la resolución?
Se ha entendido que no es posible, porque se trata de acciones incompatibles;
de manera que quienes forman la parte del contratante diligente deberán actuar de
consuno. El legislador no lo dice expresamente, pero se desprende del artículo 1.526
Nº 6 CC.
3) ¿Qué ocurre en los casos en que de advierte una necesidad de colaboración por
parte del acreedor?
Éste es el caso en que, para que el deudor pueda cumplir, es necesario que el
acreedor preste su colaboración, por ejemplo: don Ignacio encarga a don Fernando
que haga una estatua; acuerdan un plazo de 3 meses para que don Fernando entregue
la estatua y don Ignacio se obliga a proporcionarle el mármol. Si don Ignacio entrega el
mármol el día anterior al vencimiento de los 3 meses, ¿podría después ejercer la
acción resolutoria frente al incumplimiento de don Fernando?
Se ha entendido que no es posible y tradicionalmente se argumentó señalando
que ello se debía a que el deudor no era imputable o que el deudor no estaba
constituido en mora. Sin embargo, como hay autores que señalan que la mora y la
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A) El artículo 1.489 del CC, que es una norma sustantiva, concede la opción al
contratante diligente y este derecho no se puede ver alterado por el artículo 310 del
CPC, que es una norma adjetiva.
B) Lo que esta haciendo el artículo 310 del CPC, es regular la oportunidad procesal
para oponer la excepción de pago, pero no regula la oportunidad para pagar. En
consecuencia, se esta refiriendo a un pago que tuvo que hacerse con anterioridad a la
notificación de la demanda.
2) ¿Puede el contratante diligente demandar indistintamente cumplimiento o
resolución, o necesariamente debe demandar cumplimiento y sólo si no es posible
demandar la resolución?
Opiniones.
A) Tradicionalmente se había sostenido que primero debía demandarse el
cumplimiento y sólo si no era posible obtenerlo, podía demandarse la resolución. Se
argumentaba esta opinión en base al principio de la conservación de los contratos, ya
que si las partes han contratado ha sido con la intención de producir consecuencias
jurídicas, de manera que sólo cuando no sea posible obtenerlas, procedería la
resolución.
B) Para otros, el contratante diligente es libre para demandar indistintamente
cumplimiento o resolución. Se argumenta en base al tenor literal del artículo 1.489 CC,
que señala que puede proceder a su arbitrio, pero además porque esta institución
pretende proteger al contratante diligente, de manera que conjugando esto con el
principio de la autonomía privada, este contratante diligente sabrá qué le conviene
más para la protección de sus intereses.
La condición resolutoria tácita en los contratos de tracto sucesivo.
Se entiende por contrato de tracto sucesivo aquél en que las obligaciones van
naciendo y extinguiéndose sucesivamente en el tiempo, por ejemplo: el
arrendamiento.
Si se trata de un contrato bilateral, opera la condición resolutoria tácita pero
con dos variantes:
1) No se habla de resolución, sino que de terminación del contrato.
2) Declarada judicialmente la terminación, sus efectos sólo se producen hacia el
futuro, es decir, no hay efecto retroactivo.
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B) El plazo será de 4 años si las partes no han estipulado plazo alguno o han
estipulado un plazo mayor a 4 años.
C) Estos plazos se cuentan desde la celebración del contrato.
2) Pacto comisorio calificado.
Es aquél en el que las partes acuerdan que, de no cumplirse lo pactado, el
contrato se resolverá ipso facto.
Se ha entendido que para estar frente a un pacto comisorio calificado no es
necesario emplear formulas sacramentales, sino que basta con emplear cualquiera
expresión que denote esta misma idea, por ejemplo: que el contrato terminará de
inmediato, que se resolverá ipso jure, de pleno derecho, sin más tramite, etc.
Efecto.
El artículo 1.879 CC, señala que el comprador podrá hacer subsistir el contrato
pagando a más tardar dentro de las 24 hrs. siguientes a la notificación judicial de la
demanda.
Observaciones.
A) El plazo de que dispone el comprador para hacer subsistir el contrato es un
plazo de 24 hrs. y no de un día, por que, aunque cronológicamente 24hrs sea lo mismo
que un día, jurídicamente se trata de cosas distintas. En efecto, según el art. 48 CC, los
plazos de días corren hasta la media noche del último día del plazo; luego, si la
persona es notificada hoy a las 9 de la mañana, tiene hasta mañana hasta las 9 de la
mañana para pagar. En cambio, si fuese el plazo de un día, tendría hasta mañana a la
media noche para pagar.
B) Este plazo de 24 hrs. se cuenta desde la notificación judicial de la demanda.
C) Si el vendedor se rehúsa a recibir el pago, puede procederse al pago por
consignación.
D) El pago debe ser total, y esto por aplicación del principio de la integridad del
pago.
E) El pago debe reunir los demás requisitos del pago.
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ii) A plazo.
Los autores critican el empleo de estas expresiones, porque el deudor que tiene
una cosa a plazo es un usufructuario y, por lo tanto, un mero tenedor que no puede
estar enajenando la cosa.
iii) Bajo condición suspensiva.
Los autores critican el empleo de estas expresiones, porque la condición
suspensiva pendiente sólo produce un germen de derecho el cual no habilita a
enajenar la cosa.
iv) Bajo condición resolutoria.
Los autores señalan que estas expresiones están bien empleadas.
v) La enajena.
¿En que sentido esta tomada la palabra enajenar?
Sabemos que la expresión enajenar puede entenderse en un sentido
restringido o en un sentido amplio. En un sentido restringido sólo se refiere a la
transferencia del dominio y en un sentido amplio comprende, además, de la
transferencia del dominio, la constitución de un derecho real distinto y limitativo del
domino. Luego, para saber en qué sentido está empleada la palabra enajenar en el
artículo 1.490 CC, hay que examinar lo que ocurre con los distintos derechos reales.
1. El dominio, indiscutidamente queda comprendido.
2. El derecho real de herencia no está comprendido en el artículo 1.490 CC,
porque esta disposición se refiere a cosas muebles y resulta que el derecho real de
herencia recae sobre una universalidad jurídica que no puede ser calificada de mueble
o de inmueble.
3. La hipoteca, el censo, la habitación y las servidumbres activas no están
comprendidas en el artículo 1.490 CC, porque recaen sobre inmuebles.
4. Tratándose del usufructo, el artículo 806CC señala que el usufructo se extingue
por la resolución del derecho del constituyente, sin distinguir entre terceros de buena
y mala fe, de manera que el usufructo no se entiende comprendido en el artículo 1.490
CC, porque tiene una regla especial, que es el artículo 806 CC.
5. El uso, tampoco está comprendido en el artículo 1.490 CC, porque tiene una
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regla especial, que es el artículo 812 CC, que se remite al artículo 806 CC.
6. La prenda, tampoco se entiende comprendida en el artículo 1.490 CC, porque
tiene una norma especial, que es el artículo 2.406 inciso 3º CC, que establece que la
prenda se extingue por la resolución del derecho del constituyente, sin distinguir
entre terceros de buena y mala fe.
En consecuencia, la expresión enajenación ha sido tomada en sentido
restringido.
B) Tratándose de inmuebles.
El artículo 1.491 CC señala que si el que debe un inmueble bajo condición lo
enajena o lo grava con hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la
enajenación o gravamen sino si la condición consta en el título respectivo, inscrito u
otorgado por escritura pública. Es decir, para que la resolución afecte a terceros es
necesario:
i) Que la condición conste en el título respectivo.
ii) Que ese título se encuentre inscrito u otorgado por escritura publica.
Problemas.
i) ¿Qué ocurre con la condición resolutoria tácita?
Preguntamos esto, porque el artículo 1.491 CC exige que la condición conste en
el título. La condición resolutoria ordinaria y el pacto comisorio deben expresarse y,
por lo tanto, constan en el título, pero la condición resolutoria tácita ¿constará en el
título?
Se ha entendido que consta en el título si concurren los siguientes requisitos:
A. Que se trate de un contrato bilateral.
B. Que ese título dé cuenta de la existencia de obligaciones pendientes.
Concurriendo ambos requisitos se entiende que consta la condición resolutoria
tácita
2. Las exigencias de inscripción y escritura pública ¿son copulativas o
disyuntivas?
Opiniones.
A. Algunos autores señalan que son requisitos copulativos, porque el artículo
1.491 CC se refiere a enajenar o gravar un bien raíz, de manera que la sola escritura
pública no es suficiente, sino que además se requiere la inscripción y, por otro lado,
para la inscripción se requiere de escritura pública, porque el Conservador no inscribe
documentos privados.
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según el artículo 885 Nº 1 CC, las servidumbres se extinguen por la resolución del
derecho del constituyente, sin exigir requisitos adicionales, de manera que frente a la
contradicción entre los artículos 885 Nº 1 y 1.491 CC, cabe preguntarse cual
prevalece. Opiniones:
A. Para algunos autores prevalece el artículo 1.491 CC, por que es especial frente
al 885 Nº 1 CC, que se sería general. En efecto el artículo 885 CC se refiere a la
extinción de las servidumbres en general, mientras que el art. 1.491 CC se refiere a un
modo de extinguir las servidumbres en particular, que es la resolución.
B. Para otros prevalece el artículo 885 Nº 1 CC por sobre el artículo 1.491 CC. En
efecto, el art. 1.491 CC es general, porque se refiere a la resolución respecto de
terceros cuando recae sobre cosa inmueble; en cambio, el art. 885 Nº 1 CC se refiere a
un derecho en particular, cual es el de servidumbres activas.
Observación.
A partir de lo señalado los autores dicen:
i) Que la redacción correcta del artículo 1.490 CC sería: “Si el que tiene una cosa
mueble bajo condición resolutoria la enajena, no habrá derecho de reivindicarla
contra terceros poseedores de buena fe.”
ii) Que la redacción correcta del artículo 1.491 CC sería: “Si el que tiene un
inmueble bajo condición lo enajena o lo grava con hipoteca o censo, no habrá derecho
a resolver la enajenación o gravamen, sino cuando la condición constaba en el título
otorgado por escritura publica e inscrito en su caso.”
La acción resolutoria o acción de resolución.
Concepto.
Es aquélla que tiene por objeto obtener que se declare judicialmente sin efecto
un contrato, por haber operado una condición resolutoria tácita o un pacto comisorio.
Observación.
Recordemos que la condición resolutoria ordinaria opera de pleno derecho,
por lo tanto no genera acción resolutoria.
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Elementos.
1) Sujeto activo.
Tradicionalmente se ha señalado que es el contratante diligente, pero
recordemos que algunos autores señalan que puede ser cualquiera de los contratantes
si ninguno ha cumplido con sus obligaciones.
2) Sujeto pasivo.
Tradicionalmente se ha señalado que es el contratante negligente, aunque
modernamente se señala que si ninguno de los contratantes ha cumplido, cualquiera
puede ser sujeto pasivo.
3) Objeto pedido.
Es que se deje sin efecto el contrato.
4) Causa de pedir.
Es el incumplimiento de sus obligaciones de alguna de las partes.
Características.
1) Es una acción patrimonial.
2) Es personal.
3) Es transferible.
4) Es transmisible.
5) Puede ser mueble o inmueble, según lo sea la cosa que se deba restituir.
6) Es prescriptible, el plazo de prescripción es distinto, dependiendo de si nace de
la condición resolutoria tácita o del pacto comisorio:
A) Si nace de la condición resolutoria tácita, a falta de norma especial, se aplican
las reglas generales, esto es, que el plazo es de 5 años contados desde que la
obligación se ha hecho exigible.
B) Si nace del pacto comisorio prescribe de conformidad al artículo 1880 CC.
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B.- Artículo 1.488 CC, que en lo que dice relación a los frutos, señala que estos no
se restituyen, es decir, el deudor condicional los conserva y si los puede conservar es
por que algún derecho tenia sobre la cosa.
3.- Casos que sólo operan hacia el futuro.
A.- Contrato de arrendamiento.
B.- Contrato de sociedad.
C.- Contrato de mandato, etc.
¿Qué ocurre en los casos en que no hay norma?
Opiniones.
1.- Somarriva dice que sólo hay efecto retroactivo en los casos en los casos en que
la ley expresamente ha establecido ese efecto. Por lo tanto, en los casos en que no hay
norma, no hay efecto retroactivo.
2.- Alessandri señala que la regla general está dada por el efecto retroactivo, de
manera que a falta de norma procede dar ese carácter a la condición cumplida.
3.- La doctrina mayoritaria y la jurisprudencia han sostenido que a falta de norma
expresa, la condición cumplida opera con efecto retroactivo.
4.- Una opinión contemporánea señala que la condición cumplida opera sin efecto
retroactivo y que para obtener el mismo efecto, puede recurrirse a otras figuras
jurídicas, por ejemplo: al principio que nadie puede traspasar más derechos de los que
tiene.
El plazo.
Concepto.
A partir de los artículos 1.080 y 1.494 inc. 1º CC, se define como el hecho futuro
y cierto del cual depende el ejercicio o la extinción de un derecho, o bien la
exigibilidad o la extinción de una obligación.
El profesor Peñailillo critica esta definición señalando que no es correcta, toda
vez que el plazo no es un hecho. En consecuencia lo define señalando que es la
extensión de tiempo de la cual depende la exigibilidad o extinción de un derecho.
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3.- Normas del título V del Libro IV, a propósito de las obligaciones a plazo.
Observación.
Las normas del Libro III y del Libro IV se aplican con los criterios de
complementación y prioridad, así:
1.- Si estamos frente a una asignación testamentaria a plazo, aplicamos primero
las normas del Libro III, pero si éstas son insuficientes aplicamos las normas del Libro
IV.
2.- Si estamos frente a una obligación a plazo, aplicamos primero las reglas del
Libro IV y si éstas son insuficientes, aplicamos las reglas del Libro III.
Estados en que puede encontrarse el plazo.
1.- Pendiente.
Es el plazo que aun se encuentra vigente.
2.- Cumplido.
Es el plazo que ha vencido.
Clasificaciones del plazo.
1.- Atendiendo a su formulación.
Distinguimos plazo expreso y plazo tácito.
A.- Plazo expreso.
Es el concebido en términos formales, explícitos y directos, por ejemplo el 20
de diciembre de 2010 o dentro de 30 días.
B.- Plazo tácito.
Según el artículo 1.494 CC es el indispensable para cumplirlo, pero en realidad
debe entenderse que es el indispensable para cumplir la obligación.
En este caso, aunque las partes nada digan, se requiere de un cierto plazo para
poder cumplir con la obligación y este plazo puede provenir:
i.- De la naturaleza de la prestación, por ejemplo: vendo las manzanas que
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Excepciones.
A.- Si las partes hubieren estipulado lo contrario.
B.- Si el plazo es testamentario y el testador hubiese dispuesto que no puede
renunciarse al plazo.
C.- Si las partes incorporaron un plazo con el propósito de evitar un perjuicio al
acreedor, por ejemplo: en el caso del depósito.
D.- En el mutuo con interés, por que en este caso el plazo beneficia a ambas partes.
3.- La caducidad.
Concepto.
Es la facultad que se concede al acreedor por la ley o por el acuerdo de las
partes para exigir el cumplimiento de la obligación, no obstante existir un plazo
pendiente.
Observación.
Los autores señalan que esta facultad está afectando el principio de la
intangibilidad de los contratos, porque no obstante haber un plazo pendiente, el
acreedor puede cobrar el total de la deuda.
En rigor, se estaría afectando este principio en los casos de caducidad legal,
pero no en los de caducidad convencional, porque en este caso, en virtud del principio
de la autonomía privada, es el acuerdo de voluntades de las partes el que confirió esta
facultad al acreedor.
Clases de caducidad.
Atendiendo a su fuente u origen se distingue entre: caducidad legal y caducidad
convencional.
A.- Caducidad legal.
Es aquélla que encuentra su origen en la ley.
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Casos.
i.- Si se trata de un deudor de un procedimiento concursal de liquidación o se
halla en notoria insolvencia.
Precisiones.
1) No hay que confundir la liquidación con la insolvencia. La liquidación
corresponde a lo que antiguamente se conocía como quiebra, y es una situación
jurídica, declarada por sentencia judicial, que se produce cuando una persona, por
problema de liquidez, no está en condiciones de cumplir con sus obligaciones. En
cambio, la insolvencia es una situación de hecho en la que se encuentra una persona,
cuando debe más de lo que tiene, o sea, cuando su pasivo supera a su activo.
2) Lo normal es que detrás de cada procedimiento de liquidación exista un estado
de insolvencia, pero ello no necesariamente acontece así.
3) Uno de los efectos del procedimiento de liquidación es el desasimiento, en cuya
virtud el deudor pierde la administración de sus bienes, la cual pasa de pleno derecho
al liquidador.
4) Para que la insolvencia produzca la caducidad legal de los plazos, debe ser
notoria, es decir, manifiesta.
ii.- Tratándose del deudor cuyas cauciones, por hecho o culpa suya, se han
extinguido o han disminuido considerablemente de valor.
Pero en este caso el deudor podrá reclamar el beneficio del plazo renovando o
mejorando las cauciones.
B.- Caducidad convencional.
El Código no la reguló, sino que apareció con la ley Nº 18.092 sobre Letra de
Cambio y Pagaré, ya que el artículo 105 de esta ley, ubicado a propósito del pagaré,
señala que el pagaré puede tener vencimientos sucesivos y, en tal caso, para que el no
pago de una de las cuotas haga exigible el total insoluto, es necesario que se exprese
en el documento, porque si nada se dice, cada cuota morosa será protestada
separadamente.
Esta disposición dio origen a la denominada cláusula de aceleración.
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Observación.
Dentro de las obligaciones con pluralidad de sujetos, las obligaciones
simplemente conjuntas constituye la regla general
Efectos de las obligaciones simplemente conjuntas.
A.- Cada acreedor sólo puede exigir su cuota en el crédito.
B.- Cada deudor sólo puede ser compelido a pagar su cuota en la deuda.
C.- El pago hecho por un deudor a uno de los acreedores sólo extingue la
obligación entre esos acreedor y deudor, pero subsiste respecto de todos los demás.
D.- Cualquier otro modo de extinguir equivalente al pago que opere entre un
acreedor y un deudor sólo extingue la obligación entre esos acreedor y deudor.
E.- Si un acreedor interrumpe la prescripción respecto de un codeudor, no se
benefician los demás acreedores ni se perjudican los demás codeudores.
F.- Si un acreedor constituye en mora a un deudor, no se benefician los demás
acreedores ni se perjudican los demás deudores.
G.- Si un deudor constituye a un acreedor en mora de recibir, no se benefician los
demás codeudores ni se perjudican los demás acreedores.
H.- Si un acreedor obtiene alguna medida precautoria respecto de un codeudor, no
se benefician los demás acreedores ni se perjudican los demás codeudores.
Observación.
En definitiva, en las obligaciones mancomunadas existen tantos vínculos como
acreedores y deudores haya.
2.- Obligaciones solidarias.
Concepto.
Son aquéllas en que hay varios acreedores y/o varios deudores, en que hay
unidad de prestación, la cual recae sobre una cosa de naturaleza divisible, pero en
virtud de la convención de las partes, del testamento o de la ley, cada acreedor puede
exigir el total del crédito y cada deudor puede ser compelido a pagar el total de la
deuda, de manera que el pago hecho por un deudor a uno cualquiera de los
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solidaria
ii.- Solidaridad derivativa: si es que la obligación, durante su devenir, adquiere el
carácter de solidaria, por ejemplo si en un testamento un deudor impone a sus
herederos que deben responder de la obligación solidariamente.
Naturaleza jurídica de la solidaridad.
En doctrina existen dos grandes teorías que tratan de explicar por qué cada
acreedor puede exigir el total del crédito y por qué cada deudor puede ser compelido
a pagar el total de la deuda.
A.- Teoría romana clásica.
Señala que la solidaridad cada acreedor es visto como un acreedor único, es
decir, cada acreedor es considerado como dueño del total de crédito y es por esta
razón que puede cobrar el total y ejecutar actos de disposición respecto del total del
crédito. Por otro lado, cada deudor es visto como un deudor único y es por esta razón
que puede ser compelido a pagar el total de la deuda.
B.- Teoría francesa.
Trabaja con la idea de un mandato tácito y recíproco. De esta manera, cada
acreedor sólo es dueño de su cuota en el crédito, pero es mandatario tratándose de la
cuota de los demás y lo mismo se aplica a cada deudor, es decir, sólo es deudor de su
cuota en la deuda y es mandatario en la cuota de los demás codeudores.
Este mandato es tácito por que existe sin que sea necesario expresarlo y es
recíproco, porque lo detenta cada acreedor o cada deudor respecto de todos los
demás acreedores y deudores.
Situación en el Código Civil.
Los autores no están de acuerdo respecto a cual teoría recogió el Código:
A.- Claro Solar y Alessandri señalan que el Código siguió a la teoría romana clásica.
Argumentos.
i.- El artículo 1.513 inciso 2º CC señala que cada acreedor puede ejecutar actos de
disposición respecto del total del crédito. Si esto es así, es porque cada acreedor es
considerado como único dueño del total del crédito.
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D.- Una fuente de la solidaridad, que puede ser la convención de las partes, el
testamento o la ley.
Comentario.
Algunos autores señalan que, tratándose de la solidaridad activa, sólo son
fuentes de la solidaridad la convención de las partes y el testamento, pero no la ley,
porque todos los casos de solidaridad legal son casos de solidaridad pasiva. Sin
embargo, en rigor, nada obsta a que la ley pueda establecer casos de solidaridad
activa.
Utilidad de la solidaridad activa.
Se dice que facilita el cobro y facilita el pago.
A.- Facilita el cobro, por cuanto cualquiera de los coacreedores puede exigir el
total del crédito.
B.- Facilita el pago, porque basta con que el deudor se entienda con uno de los
acreedores, y no necesariamente con todos, para que se extinga íntegramente la
obligación.
Inconveniente de la solidaridad activa.
Como es uno de los acreedores el que recibe el pago, en definitiva lo que ocurra
con los demás acreedores va a depender del comportamiento que observe el acreedor
que recibió el pago. En consecuencia, se dice que la solidaridad activa es más bien una
exigencia del deudor que no quiere entenderse con los demás acreedores; con todo,
este mismo efecto se puede lograr a través de otras figura jurídicas, por ejemplo: el
mandato, de manera que no es necesario recurrir a la solidaridad activa, es por esta
razón que esta figura carece de aplicación practica.
Efectos de la solidaridad activa.
Hay que distinguir:
A.- Efectos entre los coacreedores y el deudor común, mientras la obligación está
vigente.
i.- Cada acreedor puede exigir al deudor el total del crédito.
ii.- El pago hecho por el deudor a uno cualquiera de los coacreedores extingue
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testamento o la ley.
Utilidad de la solidaridad pasiva.
A diferencia de lo que ocurre con la solidaridad activa, la solidaridad pasiva
tiene una tremenda importancia práctica, por cuanto actúa como una verdadera
caución personal. En efecto el acreedor contará con tantos patrimonios como
codeudores solidarios existan, y a cada codeudor solidario le puede exigir el total de la
deuda. En este sentido, la solidaridad se asemeja a la fianza, pero el codeudor solidario
carece de dos beneficios con los que sí cuenta el fiador:
A.- Beneficio de excusión.
En cuya virtud el fiador puede exigir al acreedor que, antes de proceder en su
contra, proceda en contra del deudor principal, pero el codeudor solidario no tiene
este beneficio.
B.- Beneficio de división.
En virtud de éste, habiendo varios fiadores, cada uno de ellos sólo es
responsable de la cuota que le corresponde y no puede ser obligado a pagar el total de
la deuda; en cambio, el codeudor solidario carece de este beneficio y por esa razón
puede ser compelido a pagar el total.
Efectos de la solidaridad pasiva.
En esta materia hay que distinguir:
A.- Entre el acreedor común y los codeudores solidarios, estando pendiente la
obligación u obligación a la deuda.
i.- El acreedor puede exigir a cualquier deudor el pago del total de la deuda. Cabe
tener presente que el acreedor es dueño del crédito y, en este sentido, tiene absoluta
libertad para determinar cómo ejerce su acción, de esta manera puede demandar a un
codeudor por el total, o bien algunos codeudores por el total, o bien a todos los
codeudores por el total, o bien a algunos codeudores y si no obtiene un pago total,
puede demandar a los otros por el saldo insoluto.
Problema.
¿Puede el acreedor demandar a un codeudor y embargar bienes de otro
codeudor?
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Esto no es posible, porque, para que se pueda embargar bienes, se debe tener la
calidad de ejecutado, o sea, demandado en un juicio ejecutivo.
ii.- El pago hecho por un codeudor al acreedor extingue íntegramente la deuda
respecto de todos los demás codeudores.
iii.- Cualquier otro modo de extinguir que opere respecto de uno de los codeudores
extingue la obligación respecto de todos los demás.
Problema.
El artículo 1.512 CC señala que lo debido por muchos debe ser una misma cosa,
aunque se deba de manera distinta, esto es pura y simplemente respecto de un
codeudor y sujeto a condición suspensiva o a plazo suspensivo respecto de los demás
codeudores.
Si esto es así, puede ocurrir, por ejemplo, que la obligación sea pura y simple
respecto de algunos codeudores solidarios y este sujeta a un plazo suspensivo de 6
años respecto de otros codeudores solidarios. Si el acreedor demanda a estos
codeudores a plazo una vez expirado el plazo ¿Pueden estos codeudores oponer la
excepción de prescripción que operó respecto de los codeudores puros y simples?
El Código no resuelve este problema, y los autores han señalado que lo que
cabe hacer es aplicar por analogía la solución que da el Código en el artículo 1.518 CC,
a propósito de la remisión especial de la deuda; esta disposición señala que si el
acreedor remite su cuota a uno de los codeudores solidarios y con posterioridad
quiere demandar a otro codeudor solidario, tiene que descontar la cuota del codeudor
solidario a quien le remitió la deuda, luego en el caso de la prescripción habría que
descontar la cuota del codeudor solidario en cuyo favor operó la prescripción.
iv.- Si el acreedor constituye en mora a un codeudor, todos los demás se entienden
constituidos en mora.
v.- Si el acreedor interrumpe la prescripción respecto de un codeudor solidario, la
prescripción se entiende interrumpida respecto de todos los demás.
Problema.
¿Qué ocurre con la pérdida de la especie que se debe?
Hay que distinguir si la pérdida es total o parcial.
i.- Si es total.
Hay que subdistinguir:
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1) Si es fortuita.
Se extingue la obligación.
2) Si es imputable a algunos de los codeudores.
La obligación subsiste, pero cambia de objeto, el precio se debe solidariamente
y la indemnización sólo la deben los codeudores por cuyo hecho o culpa se produjo el
incumplimiento.
ii.- Si es parcial.
Hay que subdistinguir:
1) Si es fortuita.
Se debe lo que resta solidariamente
2) Si es culpable.
Se debe lo que resta solidariamente y la indemnización de perjuicios la debe el
codeudor por cuyo hecho o culpa se produjo el deterioro. Art. 1521 CC.
Excepciones que pueden oponer los codeudores al acreedor común.
El Código reglamenta tres clases de excepciones perentorias:
− Excepciones reales.
− Excepciones personales.
− Excepciones mixtas.
i.- Excepciones reales.
Concepto.
Son aquéllas inherentes a la obligación misma.
Características.
1) Afectan a la obligación propiamente tal, sin considerar la calidad o situación de
los codeudores.
2) Como consecuencia de lo anterior, pueden ser invocadas por cualquier
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codeudor.
iii.- Acogidas por el tribunal, benefician a todos los codeudores.
¿Cuáles son?
1) La nulidad absoluta, sin embargo Alfredo Barros Errázuriz señala que si la
causal es la incapacidad absoluta, la excepción es personal, porque dice relación con
una situación particular de uno de los codeudores.
2) Los modos de extinguir que operan respecto de todos los codeudores.
3) Las modalidades que operan respecto de todos los codeudores.
ii.- Excepciones personales.
Concepto.
Son aquéllas que proceden de una calidad o situación especial en que se
encuentra alguno de los codeudores.
Características.
1) Su origen se encuentran en una calidad o situación especial que afecta a algún
codeudor.
2) Como consecuencia de lo anterior, sólo puede ser invocada por ese codeudor.
3) Acogidas por el tribunal, sólo benefician a ese codeudor.
¿Cuáles son?
1) La nulidad relativa.
2) Las modalidades que sólo operan respecto de ciertos codeudores.
3) Algunos beneficios especialísimos que la ley concede a ciertos codeudores,
como el beneficio de inventario y el beneficio de competencia.
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Solidaridad mixta.
Concepto.
Es aquélla en que hay varios acreedores y varios deudores, en que hay unidad
de prestación, la cual recae sobre una cosa de naturaleza divisible, pero que en virtud
de la convención de las partes, del testamento o de la ley, cada acreedor puede exigir
el total del crédito y cada deudor puede ser compelido a pagar el total de la deuda, de
manera que el pago hecho por un deudor a uno cualquiera de los acreedores extingue
íntegramente la obligación respecto de todos los demás acreedores y deudores.
Efectos.
Son una combinación de los efectos de la solidaridad activa y de la solidaridad
pasiva.
3.- Obligaciones indivisibles.
Reglamentación.
Título X libro IV arts. 1.524 a 1.534 CC.
Concepto.
El artículo 1.524 CC señala que la obligación es divisible o indivisible según
tenga o no por objeto una cosa susceptible de división.
A partir de esto podemos señalar.
A.- Que obligación divisible es aquélla cuya prestación recae sobre un objeto de
naturaleza divisible, de manera que si hay varios acreedores cada uno de ellos sólo
puede exigir su cuota en el crédito y si hay varios deudores cada uno de ellos sólo
puede ser compelido a pagar su cuota en la deuda.
B.- Que obligación indivisible es aquélla en que la prestación recae sobre una cosa
de naturaleza indivisible, de manera que si hay varios acreedores, cada uno de ellos
puede exigir el total del crédito, ya que la cosa no puede fraccionarse, y si hay varios
deudores, cada uno de ellos puede ser compelido a pagar el total de la deuda,
precisamente porque el objeto de la prestación no se puede fraccionar.
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Ejemplos.
1) Si me obligo a viajar a Punta Arenas, sólo caben dos alternativas: o llego a
Punta Arenas y cumplo o no llego y no cumplo, pero no puedo llegar hasta Puerto
Montt y decir que he cumplido en un 50%.
2) La obligación de constituir una servidumbre de tránsito, o la constituyo y
permito el paso al dueño del predio dominante o no la constituyo, pero no podría
sostener que permito el paso al dueño del predio dominante hasta la mitad de mi
predio y por lo tanto he cumplido con la mitad.
ii.- Indivisibilidad relativa o de obligación.
Es aquélla en que la prestación recae sobre una cosa de naturaleza divisible,
pero las partes, de un modo expreso o presunto, han considerado a la obligación como
un todo.
Observaciones.
1) La prestación recae sobre una cosa de naturaleza divisible.
2) No obstante lo anterior, es la voluntad de las partes la que estima a la
obligación como un todo, es decir, es la voluntad de las partes la que ha estimado a
esta obligación como indivisible.
3) En consecuencia, el pago solo puede ser total.
Ejemplo.
La obligación de construir una casa, es perfectamente fraccionable, pero
cuando las partes han contratado, se entiende inequívocamente que lo que busca el
acreedor es la casa terminada y no solamente, por ejemplo, la obra gruesa.
iii.- Indivisibilidad de pago.
Es aquélla en que la prestación recae sobre una cosa de naturaleza divisible, de
manera que la obligación y todos sus efectos también son divisibles, salvo el pago que
no lo es.
Observaciones.
1) La prestación recae sobre una cosa de naturaleza divisible.
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3) Caso en que por hecho o culpa de uno de los codeudores, se hace imposible el
cumplimiento de la obligación.
Esta disposición ha sido criticada por la doctrina:
A) Por cuanto da a entender que por el hecho o culpa de un codeudor se hace
imposible cumplir con la obligación, de manera que no hay tema de indivisibilidad,
porque habiendo un solo deudor responsable, sólo él debe pagar la indemnización,
pero ello no es consecuencia de que estamos frente a un caso de indivisibilidad, sino
que es consecuencia del principio de la indivisibilidad del pago.
B) En cuanto el legislador empleo la expresión solidariamente, la que resulta ajena
al tema de la indivisibilidad.
Algunos autores han entendido que siendo varios los codeudores responsables,
serían solidariamente responsables, mientras que otros sostienen que sería un tema
de indivisibilidad. Con todo, es difícil sostener cualquiera de estas opiniones, porque
siendo una norma que debe interpretarse en forma estricta y dado que regula el caso
de incumplimiento por culpa de un codeudor, no cabria aplicar esta disposición al
caso en que hay varios deudores responsables
4) Caso en que por testamento, por un acuerdo entre los herederos o como
resultado de la partición, se impone a uno de los herederos la obligación de pagar el
total de la deuda.
Como cualquiera de estos actos es inoponible al acreedor, surge un derecho
optativo para éste, quien puede exigir:
A) A ese heredero el total de la deuda.
B) A cada uno de los herederos la cuota que le corresponda en el total de la deuda,
en proporción a sus derechos hereditarios. Pero tratándose de los herederos del
acreedor, ellos sólo pueden ejercer su acción en forma conjunta.
El pacto de indivisibilidad.
Es aquél en que se estipula entre acreedor y deudor que el pago no puede
hacerse por partes, ni siquiera por los herederos del deudor
En este caso, el acreedor puede exigir a cualquiera de los herederos el total de
la deuda y el deudor requerido puede:
A) Pedir un plazo para entenderse con los demás herederos y entre todos ellos
proceder al pago del total de la deuda.
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D.- Dentro del capítulo de las obligaciones de objeto plural, constituyen la regla
general.
E.- Siendo así, no hay en el CC normas especiales, de modo que se les aplica la
normativa común de la dogmática obligacional.
2.- Obligaciones alternativas.
Reglamentación.
Título VI, Libro IV, arts. 1.499 a 1.504 CC.
Concepto.
Art. 1.499 CC. Por ejemplo, Diego debe un auto o una grúa o $400.000.-. Aquí
aparece la conjunción disyuntiva “o”, y basta con que Diego entregue una de estas
cosas para que quede liberado de las demás.
Características.
A.- Hay una pluralidad de objetos desde el punto de vista de la obligación.
B.- Hay unidad de objeto desde el punto de vista del pago, porque el deudor
cumple pagando sólo una de las cosas debidas.
C.- Art. 1.500 inc. 1º CC.
D.- Art. 1.500 inc. 2º CC.
E.- Art. 1.526 N° 6 CC.
F.- Art. 1.501 CC.
G.- Art. 1.502 CC.
H.- No es necesario que as cosas debidas sean equivalentes. Así lo ha entendido la
jurisprudencia, pues la ley no lo exige.
I.- La obligación será mueble o inmueble según la cosa con que se efectúe el pago,
pero esta calidad se entiende existir desde el momento en que la obligación se
contrajo, y esto es así, porque los objetos se deben bajo la condición de ser elegidos
para el pago, y la condición cumplida opera retroactivamente. No se trata de que la
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obligación sea condicional, porque aquí no hay ningún hecho futuro e incierto que
suspenda el nacimiento o extinción de un derecho, pero sí las cosas, porque éstas se
deben todas ellas bajo la condición de ser elegidas por el deudor o el acreedor, según
corresponda.
Obligación alternativa y pérdida de la cosa debida.
Hay que distinguir:
A.- Pérdida total.
Hay que subdistinguir:
i.- Pérdida fortuita.
Art. 1.504 inc. 1º CC.
ii.- Pérdida por culpa del deudor.
Art. 1.504 inc. 2º CC. Se debe el precio con la indemnización de perjuicios.
B.- Pérdida parcial.
Hay que subdistinguir:
i.- Pérdida fortuita.
Art. 1.503 CC.
ii.- Pérdida por culpa del deudor.
Art. 1.502 inc. 2º CC.
3.- Obligaciones facultativas.
Reglamentación.
Título VII, Libro IV, arts. 1.505 a 1.507 CC.
Concepto.
Art. 1.505 CC. Por ejemplo, Pedro se obliga a entregar una guitarra, pero se le
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el pago se debe determinar a los individuos con los cuales se hará el pago.
4.- Estas obligaciones generan las siguientes consecuencias:
A.- El acreedor no puede pedir determinadamente a un individuo de la especie.
B.- El deudor se libera entregando cualquier individuo del género, con tal que sea
de una calidad a lo menos mediana.
C.- Estas obligaciones no se extinguen por el modo pérdida de la cosa debida. De
ahí que el acreedor no puede oponerse a que el deudor enajene o destruya algunos
individuos del género, mientras subsistan otros para poder proceder al pago.
Importancia de esta clasificación.
A.- En materia de pago.
En las obligaciones de especie o cuerpo cierto sólo hay pago cuando el deudor
entrega la especie o cuerpo cierto. En cambio, en las obligaciones de género, hay pago
cuando el deudor entrega cualquier individuo del género, con tal que sea de una
calidad a lo menos mediana.
B.- En materia de la pérdida fortuita de la cosa que se debe como modo de
extinguir.
Que sólo opera como tal en las obligaciones de especie o cuerpo cierto, pero no
en las obligaciones de género, ya que el género no perece.
VI. ATENDIENDO A LA NATURALEZA DEL OBJETO DEBIDO.
El Código no formula expresamente esta clasificación, sino que la doctrina la
extrapola de la clasificación que establece el art. 1.474 CC de las condiciones, al
distinguirlas de positivas y negativas. Así tenemos:
1º Obligación positiva.
Es aquélla en la que el deudor se obliga a realizar un acto, de manera que en
tales expresiones se comprende tanto un dar como un hacer; de ahí que las
obligaciones positivas se subclasifican en obligaciones de dar y de hacer.
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2º Obligación negativa.
Es aquélla que impone al deudor la prohibición de hacer algo, que le seria lícito
realizar de no mediar la obligación. En consecuencia, imponen al deudor una
abstención.
Importancia de esta clasificación.
Se presenta a propósito de los requisitos para que proceda la indemnización de
perjuicios en el ámbito de la responsabilidad contractual, ya que si la obligación es
positiva, según el artículo 1.557 CC, es fundamental que el deudor haya sido
constituido en mora para que proceda la indemnización.
En cambio, si la obligación es negativa, según el artículo 1.555 CC basta la
contravención. La constitución en mora es incompatible con las obligaciones
negativas.
VII. ATENDIENDO A LA NATURALEZA DE LA PRESTACIÓN.
Distinguimos:
- Obligaciones de dar.
- Obligaciones de hacer.
- Obligaciones de no hacer.
1º Obligaciones de dar.
Concepto.
Son aquéllas que tienen por objeto transferir el dominio o constituir un
derecho real distinto y limitativo del dominio, como un usufructo o una servidumbre.
Observaciones.
1.- Estas obligaciones nacen de contratos que constituyen títulos translaticios de
dominio
2.- Estas obligaciones se cumplen por medio de la tradición.
2º Obligaciones de hacer.
Concepto.
Son aquéllas que tienen por objeto la ejecución de cualquier hecho, agregando
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Argumentos.
1.- Cuando el artículo 580 CC señala que la acción del comprador para exigir la
entrega de la finca comprada es inmueble, está en lo correcto, ya que en este caso la
obligación de entrega nace de la compraventa, que es un título translaticio de dominio.
2.- El artículo 1.548 CC señala que la obligación de dar contiene la de entregar,
pero no está diciendo que la obligación de entregar sea de dar, sino que lo que está
diciendo es que la obligación de dar lleva implícita la obligación de entregar, ya que al
acreedor no le interesa solamente que se cumpla con la entrega jurídica, sino que
también quiere que se cumpla con la entrega material.
3.- El hecho que el Código de Procedimiento Civil haya establecido un mismo
estatuto para el juicio ejecutivo en las obligaciones de dar y de entregar no prueba que
la obligación de entregar sea de dar, ya que esta unidad de procedimiento sólo se
justifica por razones prácticas.
Importancia de esta clasificación.
1º La obligación de dar contiene la de entregar y si se trata de una especie o
cuerpo cierto, además contiene la de conservarlo hasta la entrega. En esa obligación
de conservar, el deudor debe actuar con la debida diligencia.
2º Las obligaciones de dar y de hacer son positivas, mientras que la obligación de
no hacer es negativa.
3º El Código de Procedimiento Civil establece normas distintas para la ejecución
forzada de estas obligaciones.
4º Las obligaciones de dar pueden ser muebles o inmuebles dependiendo de la
naturaleza de la cosa debida. Las obligaciones de hacer y de no hacer siempre serán
muebles.
5º En las obligaciones de dar y de hacer se exige la constitución en mora del
deudor para que proceda la indemnización de prejuicios; en las obligaciones de no
hacer basta con la contravención.
6º Sólo en las obligaciones de dar una especie o cuerpo cierto puede operar el
modo de extinguir pérdida fortuita de la cosa que se debe; en cambio, en las
obligaciones de hacer, opera una noción más amplia, cual es, la imposibilidad absoluta
de la ejecución del hecho debido.
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1.- Obligación principal es aquélla que puede subsistir por sí misma y que no
requiere, para su subsistencia, de otra obligación.
2.- Obligación accesoria es aquélla que no puede subsistir por sí misma, sino que
requiere, para su subsistencia, de otra obligación. Éstas se pueden subclasificar,
atendiendo a la función que desempeñan, en:
A.- Complementarias, si tienen por finalidad complementar, o sea agregar algo a
una obligación principal. Éste sería el caso de las obligaciones que nacen, por ejemplo,
de las capitulaciones prematrimoniales.
B.- Asegurativas, que son aquéllas que cumplen una función de caución, como las
obligaciones que nacen de la fianza, la prenda o la hipoteca.
Importancia de esta clasificación.
Puede resumirse en el adagio, lo accesorio sigue la suerte de lo principal. En
consecuencia:
1º La extinción de la obligación principal acarrea la extinción de la obligación
accesoria.
2º La ineficacia de la obligación principal acarrea la ineficacia de la obligación
accesoria.
3º La prescripción de la acción principal acarrea la prescripción de la acción
accesoria.
Observaciones.
1º Cuando la obligación accesoria cumple un rol de caución, el incumplimiento de
la obligación principal hace exigible la obligación accesoria.
2º No es correcto señalar que la nulidad de la obligación principal produce la
nulidad de la obligación accesoria, porque puede que ésta cumpla con todos los
requisitos de existencia y validez y, por lo tanto, será válida. Lo que ocurre es que no
puede subsistir por sí misma, de manera que se extingue si se extingue la obligación
principal que le sirve de soporte.
IX.- OBLIGACIONES DE MEDIO Y DE RESULTADO.
La doctrina clasifica a las obligaciones, atendiendo a si el deudor se obliga a
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problema de dilucidar qué ocurre con la prueba del cumplimiento y de la culpa, por
ejemplo, si el médico operó o si el abogado presentó el escrito dentro de plazo, pero se
señala que el médico pudo operar mejor o que el escrito pudo contener mejores
argumentos ¿se puede seguir presumiendo la culpa?
En su concepto, no es posible establecer una regla general, sino que hay casos
en los que la ley presume la culpa; otros, en los que se debe probar la culpa; otros, en
los que se permite al deudor exonerarse de responsabilidad probando la causa
extraña, y otros, en los que el deudor no puede exonerarse de responsabilidad ni
siquiera probando una causa extraña.
En realidad, cuesta pensar que el deudor deba responder incluso probando
causa extraña, porque ello implicaría sostener que se responde aunque no exista
relación de causalidad y, por tanto, sostener que la relación de causalidad no es un
requisito de la indemnización de perjuicios. El caso en que el deudor no se exime
probando causa extraña, es el de la denominada indemnización compensatoria, que –
conforme a la opinión del profesor Barros – no es indemnización de perjuicios, sino
que es cumplimiento en naturaleza indirecto.
X.- OBLIGACIONES PERSONALES Y OBLIGACIONES REALES.
Los autores comentan que pareciera haber un contrasentido en la expresión
obligación real, ya que toda obligación tiene como correlato a un derecho personal y, a
la inversa, la expresión obligación personal pareciera ser redundante. Sin embargo,
para la doctrina, se trata de una clasificación de las obligaciones.
1° Obligación personal.
Es aquélla que responde al concepto tradicional de obligación, es decir, un
vínculo jurídico entre dos personas determinadas, en cuya virtud una de ellas se
encuentra en la necesidad jurídica de dar, hacer o no hacer algo a favor de la otra, que
se encuentra facultada para exigir su cumplimiento.
2° Obligación real.
Es aquélla que afecta a una persona por el solo hecho de ser dueña o poseedora
de un bien gravado, y siempre que esa persona no haya contraído una obligación
personal.
Los autores comentan que, en realidad, es el objeto el obligado, pero como no
se puede demandar al objeto, se demanda a quien lo representa, esto es, a su dueño o
poseedor.
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Reglamentación.
Título XIV, Libro IV CC.
Quién puede pagar.
- El deudor.
- Un tercero.
Al legislador le interesa que el acreedor vea satisfecho su crédito, de manera
que no resulta importante quién paga, sino que las deudas se paguen. Art. 1.572 inc. 1°
CC.
Excepción.
Art. 1.572 inc. 2° CC.
1° Pago hecho por el deudor.
Ésta es la situación normal. Es más, el deudor no sólo puede pagar, sino que se
encuentra en el deber de pagar.
Qué se entiende por deudor.
1.- El deudor mismo.
2.- Los representantes legales o convencionales del deudor.
3.- Los herederos del deudor.
4.- El legatario a quién se ha impuesto la obligación de pagar. Art. 1.104 inc. 1° CC.
Efecto del pago hecho por el deudor.
Extingue la obligación.
2° Pago hecho por un tercero.
Éste puede encontrarse en dos situaciones:
- Interesado en la extinción de la obligación.
- Ajeno a la deuda.
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1.- Legal.
Art. 43 CC.
2.- Judicial.
Tiene su origen en una resolución del Tribunal.
3.- Voluntaria o convencional.
Tiene lugar cuando el acreedor confiere mandato para recibir el pago.
A este mandato se le llama diputación para el pago, y se deben examinar las
siguientes materias:
A.- Formas de la diputación.
i.- Poder general para la libre administración de todos los negocios del acreedor.
Sólo permite efectuar actos de administración, como cobrar créditos
pertenecientes al giro administrativo ordinario. Art. 2.132 inc. 1º y 2.133 inc. 2º CC.
ii.- Poder especial para la libre administración del negocio o negocios en que está
comprendido el pago.
El diputado sólo podrá recibir el pago de los créditos que estén relacionados
con el giro ordinario del negocio o negocios que le han confiado.
iii.- Poder para recibir un pago específico.
Sólo se puede recibir ese pago.
B.- Capacidad para ser diputado para el pago.
i.- El mandante.
Debe ser plenamente capaz.
ii.- El mandatario.
Art. 1.581 CC. Puede ser un relativamente incapaz
Art. 2.128 CC.
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3.- Especie o cuerpo cierto que se debe y que se deteriora por fuerza mayor.
El acreedor exigirá al deudor la especie o cuerpo cierto en el estado en que se
encuentre, sin derecho a indemnización complementaria.
4.- Deudor declarado en quiebra.
Si llega a un convenio judicial con los acreedores, pagará a estos lo que el
convenio señale. Incluso los demás acreedores que no han concurrido al convenio
deberán aceptarlo, y las obligaciones quedarán extinguidas.
Estado y calidad de las cosas con que debe hacerse el pago.
1° Obligaciones de especie o cuerpo cierto.
En el estado en que se encuentren. Art. 1.590 CC.
2° Obligaciones de género.
De una calidad a lo menos mediana. Art. 1.509 CC.
3° Obligaciones de dinero.
1.- Debe pagarse el capital que se debe.
2.- Si la obligación es reajustable, debe pagarse el reajuste respectivo.
3.- Si la obligación devenga intereses, deben pagarse los intereses.
4° Obligaciones en moneda extranjera.
1.- Si es pagadera en moneda nacional, debe hacerse la conversión
correspondiente.
2.- Si es pagadera en moneda extranjera, debe pagarse en la moneda en que fue
contraída la obligación.
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obligación.
2) Dejar constancia fehaciente de que si el deudor no puede cumplir, ello se debe
a la ausencia, no comparecencia o repugnancia del acreedor, o a la incertidumbre
respecto de su persona.
Requisitos.
1) Debe hacerse por una persona capaz de pagar.
2) Debe hacerse al acreedor si él es capaz, o a su representante legal, si es incapaz.
3) Si la obligación está sujeta a una condición o plazo suspensivo, la condición
debe encontrarse cumplida y el plazo debe encontrarse vencido. Con todo, si la
obligación es a plazo, la oferta también puede hacerse en los dos últimos días hábiles
anteriores al vencimiento del plazo.
4) Que se ofrezca ejecutar el pago en el lugar debido.
Formalidades legales de la oferta.
1) El deudor debe redactar una minuta en la que señale cuál es la cosa debida con
sus intereses vencidos, si los hay, y los demás cargos líquidos.
2) Esa minuta debe entregarse a un ministro de fe competente.
3) Sólo son ministros de fe competentes un notario público, un receptor o un
oficial del registro civil del lugar donde debe hacerse el pago, en aquellos lugares que
no sean asiento de un notario.
4) El ministro de fe debe redactar un acta de oferta, en la cual debe transcribir la
minuta.
5) El ministro de fe debe notificar la oferta al acreedor, pero, en caso de
incertidumbre respecto de la persona del acreedor y en caso de ausencia de éste, la
oferta se notifica al tesorero comunal.
6) En el acta de oferta, el ministro de fe debe dejar constancia de la respuesta del
acreedor y debe ser firmada por éste, o bien, debe dejarse constancia que el acreedor
no supo o no quiso firmar.
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Problema.
¿Puede el deudor que ha hecho la consignación arrepentirse y dejarla sin
efecto?
Hay que distinguir:
i.- Mientras la consignación no se encuentra firme, el deudor puede retirarla.
ii.- Si la consignación ya está firme, el deudor no puede retirarla por su sola
voluntad, si no que requiere del consentimiento del acreedor.
Se entiende que la consignación está firme cuando fue aceptada por el
acreedor, quien no discutió la suficiencia del pago, o bien, si el pago fue declarado
suficiente por sentencia que tenga la fuerza de cosa juzgada.
En caso de retirarse la consignación con el consentimiento del acreedor, la
obligación se mirará como una nueva obligación, de manera que a ella no acceden
prendas, hipotecas, fianzas, codeudores solidarios, preferencias, etc. Con todo, si el
dueño del inmueble accede a renovar la hipoteca esta deberá inscribirse nuevamente
y su fecha será la de la segunda inscripción.
Efectos del pago por consignación.
A.- Extingue la obligación.
B.- Como consecuencia de lo anterior, se extinguen todos sus accesorios como
cauciones, preferencias, intereses, etc.
C.- Cesa la obligación del deudor de cuidar diligentemente de la especie debida.
D.- Tratándose de una obligación a plazo o bajo condición, aceptada la oferta por el
acreedor o declarado suficiente el pago mediante resolución ejecutoriada, las
obligaciones se entenderán cumplidas oportunamente siempre que la consignación se
haya hecho a más tardar al día siguiente hábil al del vencimiento del plazo o del
cumplimiento de la condición, pero el deudor deberá pagar los intereses y deberá
cuidar la cosa hasta el día de la consignación.
Gastos del pago por consignación.
Según el art. 1.604 CC, son de cargo del acreedor, lo que constituye una
excepción al art. 1.571 CC, y que se fundamenta en que opera como una sanción frente
a la repugnancia del acreedor a recibir el pago.
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Casos.
i.- Los herederos que pasan a ocupar la calidad jurídica que tenia su causante.
ii.- El pago con subrogación.
Concepto de pago con subrogación
Es una ficción jurídica en cuya virtud el crédito que ha sido pagado con dinero
proporcionado por un tercero, se extingue respecto del acreedor, pero se entiende
subsistir con todos sus accesorios a favor de dicho tercero, para obtener el reembolso
de lo que el hubiere pagado.
Observación.
Se trata de una ficción jurídica, porque sólo de esta forma se entiende que el
crédito se extinga para el acreedor, pero subsista respecto del tercero que
proporcionó el dinero.
Reglamentación.
Arts. 1.608 a 1.613 CC.
Concepto del código.
El artículo 1.608 CC señala que la subrogación es la transmisión de los
derechos del acreedor a un tercero que le paga.
Criticas a esta definición.
1) Emplea la palabra transmisión, que significa traspaso mortis causa, pero el
pago por subrogación opera por acto entre vivos.
2) Para el art. 1.608 CC, lo fundamental sería que el pago lo hiciera un tercero
cuando, en realidad, lo fundamental es que el pago se haga con dinero proporcionado
por un tercero, aunque el pago lo haga el propio deudor.
3) Para el artículo 1.608 CC, pareciera ser que la voluntad del acreedor es
fundamental y, en realidad, sólo es así tratándose de la subrogación convencional,
pero la subrogación legal opera incluso contra la voluntad del acreedor.
4) El art. 1.608 CC no resalta su carácter de ficción legal.
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para sacar a remate los bienes del deudor, con el objeto que sus dos créditos sean
satisfechos y sabe que ningún otro acreedor va a sacar antes a remate los bienes del
deudor, porque él tiene un crédito preferente, de manera que si otro acreedor lo
intenta él se pagará primero.
B) Persona que compra un inmueble hipotecado.
Éste es el tercer poseedor de la finca hipotecada, que frente al incumplimiento
del deudor principal, el acreedor hipotecario hace efectiva la hipoteca y ejerce la
acción de desposeimiento en contra del tercer poseedor. Si él quiere conservar la finca
hipotecada, tendrá que pagar al acreedor hipotecario, pero si él había comprado esa
finca, tiene derecho a subrogarse en los derechos del acreedor hipotecario para cobrar
al deudor lo que pagó.
C) Codeudor solidario o fiador que paga la deuda.
En estos dos casos quien paga es un deudor, pero paga una deuda que es total o
parcialmente ajena Sabemos que, tratándose del codeudor solidario, se subroga en los
términos del art. 1.522 CC y, tratándose del fiador, sabemos que cuenta con la acción
de reembolso que nace de la fianza y con la acción que nace de la subrogación legal.
D) Heredero que goza de beneficio de inventario y que paga con sus propios
bienes deudas hereditarias.
Sabemos que el beneficio de inventario es aquél que se concede a los herederos
para no ser obligados a pagar las deudas hereditarias por un valor superior al monto
de los bienes que reciben a título de herencia. Si este heredero paga más de aquello a
que estaba obligado no puede repetir el exceso, porque el acreedor tiene excepción
para retener ese exceso. Sin embargo, se va a subrogar en los derechos del acreedor
para dirigirse en contra de los demás herederos que no aceptaron con beneficio de
inventario, para que le reembolsen ese exceso.
E) Persona que paga una deuda ajena consintiéndolo expresa o tácitamente el
deudor.
Jurídicamente aquí hay un mandato y sabemos que el mandatario cuenta con
una acción de reembolso que nace del mandato y con la acción que nace de la
subrogación legal
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E.- Si con posterioridad el deudor adquiere nuevos bienes, debe pagar el saldo
insoluto de las deudas, siempre que ello ocurra dentro de los respectivos plazos de
prescripción.
F.- El deudor que ha hecho cesión de bienes, goza del beneficio de competencia si
mejora de fortuna.
4.- Pago con beneficio de competencia.
Reglamentación.
Arts. 1.625 a 1.627 CC.
Concepto.
Beneficio de competencia es el que se concede a ciertos deudores para no ser
obligados a pagar más allá de lo que buenamente pueden, dejándoseles, en
consecuencia, lo indispensable para una modesta subsistencia, según su clase y
circunstancias, y con cargo de devolución cuando mejore de fortuna.
Características.
A.- Constituye una excepción al principio de la integridad del pago.
B.- Constituye una manifestación de la sensibilidad del legislador.
C.- Tiene un matiz alimenticio, no sólo porque el concepto señala que al deudor
debe dejársele lo indispensable para su modesta subsistencia, sino que también
porque si un deudor puede invocar este beneficio y demandar alimentos, no puede
hacer ambas cosas simultáneamente, sino que tiene que elegir.
D.- Es un derecho de ciertos deudores y no una concesión del acreedor.
Formas de hacerlo valer.
A.- Por vía de acción.
En este caso, el deudor toma la iniciativa y se presenta a tribunales pidiendo
que se reconozca su derecho a gozar del beneficio de competencia.
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iii.- Pago con subrogación.
B.- Cambio en el sujeto pasivo.
i.- Sucesión por causa de muerte.
ii.- Acción oblicua, en el caso del art. 1.968 CC, en que el acreedor que se subroga
en la persona del deudor, que es arrendatario, con el objeto de evitar el término del
contrato de arrendamiento dada esa notoria insolvencia, y si el acreedor otorga una
caución salva el arrendamiento y se mantiene en la posición del deudor.
EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES.
CONCEPTO.
Se produce en virtud de los modos de extinguir las obligaciones que son los
hechos y actos jurídicos que ponen término al vínculo obligacional, liberando al
deudor.
CUÁLES SON.
Art. 1.567 CC.
COMENTARIOS.
1º En esta enumeración no están todos los modos de extinguir, sino que hay que
agregar:
1.- La dación en pago.
2.- La llegada del plazo extintivo.
3.- La revocación, en aquellos casos en que la ley autoriza que un contrato quede
sin efecto unilateralmente, por ejemplo, el mandato.
4.- La muerte del acreedor, cuando la ley así lo establece.
5.- La muerte del deudor, en aquellos casos en que se ha considerado una especial
aptitud o cualidad del deudor.
2º Pero también en este artículo hay modos de extinguir que no son tales, por
ejemplo, la nulidad, cuando se declara judicialmente; no es que la obligación se
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extinga, sino que desaparece la fuente que generó la obligación y, por ende, las
obligaciones generadas a partir de ella. Lo mismo ocurre con la resolución, una vez
declarada (en los casos en que procede), opera con efecto retroactivo; luego, nunca ha
habido obligación, por lo tanto, no se puede hablar de extinción.
CLASIFICACIONES.
1º ATENDIENDO A SI SE CUMPLE O NO CON LO PRIMITIVAMENTE DEBIDO.
1.- Pago.
2.- Los demás modos de extinguir las obligaciones.
En verdad, el pago es el único modo en que el deudor se libera satisfaciendo al
acreedor con lo primitivamente debido. Es un cumplimiento en naturaleza, es decir, el
deudor da, hace o no hace precisamente aquello a que se obligó.
En cambio, en los demás modos de extinguir las obligaciones, vamos a ver que
el deudor queda libre sin que se haya cumplido con la obligación primitivamente
contraída.
2º ATENDIENDO A SI EL MODO DE EXTINGUIR IMPLICA UNA SATISFACCIÓN PARA EL ACREEDOR
Y UN DESEMBOLSO PARA EL DEUDOR.
1.- Modos de extinguir satisfactorios.
Son aquéllos que implican una satisfacción para el acreedor y un desembolso
para el deudor. Aquí encontramos:
A.- Pago.
B.- Novación.
C.- Compensación.
D.- Dación en pago.
2.- Modos de extinguir no satisfactorios.
Son aquéllos en los que no se da una satisfacción para el acreedor ni un
desembolso para el deudor. Aquí encontramos:
A.- Remisión de la deuda.
B.- Pérdida fortuita de la cosa que se debe.
C.- Prescripción extintiva.
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II. LA NOVACIÓN.
REGLAMENTACIÓN.
Título XV libro IV, art. 1.628 a 1.651 CC
CONCEPTO.
Es la sustitución de una nueva obligación a otra anterior la cual queda, por
tanto, extinguida.
REQUISITOS.
1.- Obligación preexistente.
Que se llama obligación primitiva; puede provenir de cualquier fuente y, en
general, puede tratarse de cualquiera obligación, salvo que esté subordinada a una
condición suspensiva, pues – en tal caso – se requiere que esté cumplida la condición.
2.- Nueva obligación.
Que debe ser de origen contractual, porque la novación supone un acuerdo
entre acreedor y deudor. Con todo, esta obligación debe ser válida a lo menos
naturalmente.
3.- Diferencias sustanciales entre la obligación primitiva y la nueva
obligación.
Esto quiere decir que debe haber una modificación en los elementos
constitutivos del vínculo obligacional, porque si la obligación sólo se ve modificada en
cuanto a elementos accidentales, por ejemplo, las partes acuerdan que ahora la
obligación devenga intereses o se acuerda un plazo para el cumplimiento, no hay
novación.
A partir de lo señalado, la diferencia entre la obligación primitiva y la nueva
obligación puede recaer:
A.- En los sujetos.
En cuyo caso hablamos de novación subjetiva. Ésta puede ser por cambio de
acreedor o de deudor, pero si es por cambio de deudor se requiere del consentimiento
del acreedor.
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devenga.
2º Si en relación a la obligación primitiva el deudor estaba constituido en mora, no
lo estará en relación a la nueva obligación.
3º Si la obligación primitiva gozaba de alguna causal de preferencia, la nueva
obligación carecerá de ella.
4º Si la obligación primitiva estaba garantizada con cauciones personales, éstas
resultan liberadas.
5º Si la obligación primitiva estaba caucionada con cauciones reales, estas se
extinguen.
Convenciones que pueden modificar estos efectos.
1º Las partes pueden convenir que la nueva obligación continúe devengando
intereses.
2º Las partes pueden convenir que los fiadores o codeudores solidarios accedan a
la nueva obligación.
3º La reserva de prendas e hipotecas.
Requisitos.
1.- Acuerdo entre acreedor y deudor conviniendo en la reserva.
2.- Que este acuerdo se celebre en el momento en que se conviene la novación,
porque de contrario, se extingue la obligación primitiva.
3.- Si el bien hipotecado o empeñado pertenece a un tercero, se requiere del
consentimiento del dueño de dicho bien.
4.- Si se trata de una obligación solidaria que estaba garantizada con prenda o
hipoteca y el bien pertenecía a alguno de los codeudores solidarios, se necesita del
consentimiento de éste.
Limitaciones a la reserva.
1.- La prenda o hipoteca no se va a extender a caucionar obligaciones mayores que
las que caucionaba la obligación primitiva.
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derechos y obligaciones.
LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA O LIBERATORIA.
ASPECTOS PREVIOS.
Recordemos que el código reglamenta conjuntamente prescripción adquisitiva
y extintiva en el título XXXXII del libro IV CC, el cual está dividido en tres párrafos.
1.- Reglas comunes a toda prescripción.
A.- La prescripción debe ser alegada.
B.- La prescripción puede ser renunciada.
C.- La prescripción corre a favor y en contra de toda clase de personas.
2.- Párrafo segundo de la prescripción adquisitiva.
3.- Párrafo tercero y cuarto de la prescripción extintiva.
CONCEPTO.
Es un modo de extinguir acciones y derechos ajenos, por no haberse ejercido
dichas acciones y derechos durante cierto lapso y concurriendo los demás requisitos
legales.
Recordemos que en rigor lo que hace la prescripción es extinguir la acción y no
la obligación.
REQUISITOS.
1.- La prescripción debe ser alegada. Art. 2.493 CC.
Excepcionalmente el tribunal la puede declarar de oficio. Esto es lo que ocurre
tratándose de la acción ejecutiva, ya que si el título tiene más de tres años contados
desde que la obligación se ha hecho exigible el tribunal denegara la ejecución. Art. 442
CPC.
Problema.
¿Qué ocurre con el cheque?
Se ha entendido que, como en el caso del cheque, la acción prescribe en un año,
el tribunal no puede declarar la prescripción de oficio, ya que esta facultad es
excepcional, de manera que requiere de un texto legal expreso que lo autorice, el cual
debe interpretarse en forma estricta. Luego, como el art. 442 del CPC habla de 3 años,
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Clases de interrupción.
Se distingue interrupción civil e interrupción natural.
A.- Interrupción civil.
Es la que procede por el término de la inactividad del acreedor.
Requisitos.
i.- Demanda judicial.
Los autores se preguntan qué debe entenderse por demanda judicial.
1) La opinión tradicional ha sido entender la demanda en su sentido técnico, esto
es, el escrito que contiene una pretensión y que cumple con todos los requisitos de art.
254 CPC. Argumentan señalando que el art. 2.518 CC habla de demanda, a diferencia
del art. 2.503 CC, ubicado a propósito de la prescripción adquisitiva, que habla de
recurso judicial.
2) Modernamente, se entiende que la expresión demanda está entendida en
sentido amplio, es decir, comprende toda actuación del acreedor que dé cuenta del
cese de su inactividad. Por ejemplo: una medida prejudicial; para algunos un recurso
de protección; una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, etc.
ii.- Notificación legal de la demanda.
Esto es consecuencia de lo dispuesto en el art. 38 del CPC, en orden a que las
resoluciones judiciales sólo producen efectos una vez que han sido legalmente
notificadas.
Se ha resuelto que la notificación debe hacerse en forma legal, aunque sea en
un juicio tramitado ante un tribunal incompetente.
Efectos de la interrupción civil.
Hace perder todo el tiempo de prescripción que había transcurrido.
Excepciones.
1) Si la demanda no fue legalmente notificada.
2) Si se declara abandonado el procedimiento.
3) Si el demandante se desiste de la demanda.
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Excepciones.
A.- Pacto comisorio, se cuenta desde la fecha del contrato.
B.- Acción de retroventa, se cuenta desde la fecha del contrato.
C.- Acción redhibitoria, se cuenta desde la entrega real.
Cuál es ese tiempo.
Hay que distinguir entre prescripciones de largo tiempo y prescripciones de
corto tiempo.
A.- Prescripciones de largo tiempo.
Constituyen la regla general, de ahí que los autores hablan de prescripción
ordinaria. En este caso, hay que subdistinguir:
i.- Tratándose de acciones accesorias.
Son las acciones que emanan de alguna garantía, sea real o personal. En este
caso se aplica el art. 2.516 CC, esto es, que la acción accesoria prescribe junto a la
acción principal, por lo tanto, no existe un único plazo de prescripción.
Fundamento.
1) Por aplicación del principio “lo accesorio sigue la suerte de lo principal”.
2) Porque, de contrario, se daría una situación absurda, ya que la acción accesoria
duraría menos que la acción principal, en cuyo caso la caución pierde su razón de ser;
o bien, duraría más que la acción principal, lo que no tendría sentido, porque se
estaría garantizando una acción que ya no existe.
ii.- Acciones principales.
En este caso, se trata de distinguir entre acciones personales y acciones reales.
1) Tratándose de acciones personales.
Hay que subdistinguir:
A) Si la acción es ordinaria, el plazo es de 5 años.
B) Si la acción es ejecutiva, el plazo es de 3 años.
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2º PARCIAL.
Si se perdona una parte de la deuda, subsistiendo el resto.
LA COMPENSACIÓN.
CONCEPTO.
Es un modo de extinguir obligaciones que personal y recíprocamente existen
entre dos personas, hasta concurrencia de la de menor valor.
CLASES.
1º Legal.
Es la que se produce por el solo ministerio de la ley, cuando se reúnen los
requisitos que ella prescribe.
2º Convencional.
Es la que opera por acuerdo de las partes.
3º Judicial.
Es la que se produce como consecuencia de la sentencia que acoge la demanda
y la demanda reconvencional en que se cobran obligaciones de igual naturaleza.
LA CONFUSIÓN.
Es un modo de extinguir las obligaciones por reunirse en el mismo sujeto los
roles de acreedor y deudor.
PÉRDIDA DE LA COSA QUE SE DEBE.
Cuando se produce por fuerza mayor o caso fortuito se extingue la obligación.
El legislador trata esto a propósito de las obligaciones de especie o cuerpo
cierto, porque el género nunca perece.
Este modo de extinguir las obligaciones tiene una expresión más amplia que es
la imposibilidad absoluta de ejecución, que implica que, por fuerza mayor, el deudor
no ejecute la prestación de lo que debe, y esto será tanto en las obligaciones de dar, de
hacer y de no hacer.
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patrimonio íntegro”.
5º Luego se estableció que el deudor no iba a responder con todos sus bienes, sino
que sólo con algunos, estableciéndose la categoría de los bienes inembargables.
SITUACIÓN EN CHILE.
1º En nuestro país existió la responsabilidad patrimonial. El deudor respondía
con sus bienes; pero si no tenía bienes o si éstos eran insuficientes, era conducido a
prisión y ahí aparece la figura de la prisión por deudas. “La ley de 8 de Febrero de
1837, sobre juicio ejecutivo, establecía expresamente que, si en el acto del embargo, el
deudor no daba fianza de saneamiento, ni tenía bienes embargables o resultaban
insuficientes, fuera conducido a prisión”. De esta manera, “la disposición de la persona
del deudor por sus acreedores en caso de incumplimiento se transformó por la
intervención del Estado en la imposición, a aquél, de la pérdida de su libertad,
mientras no pagara sus deudas”.
2º Este sistema estuvo vigente hasta el 23 de junio de 1868, “que redujo la prisión
por deudas a estos cuatro casos:
1) En los casos de quiebra culpable o fraudulenta;
2) En los de penas que consisten en multas pecuniarias que están sustituidas por
prisión, según las leyes;
3) Contra los administradores de rentas fiscales, municipales o de
establecimientos de educación o de beneficencia creados o sostenidos por el Estado, o
sujetos a la inmediata inspección del gobierno;
4) Contra los tutores, curadores o ejecutores testamentarios, por lo que hace a la
administración de los bienes que les está confiada en virtud de estos cargos”.
3º Sin embargo, existen algunas figuras que se asemejan a lo que es una prisión
por deudas; por ejemplo:
1.- Tratándose del delito de giro fraudulento de cheques, aunque el autor Hernán
Larraín sostiene que lo que se sanciona es “un engaño manifiesto en girar un cheque a
sabiendas de que no será cubierto por el banco”.
2.- Tratándose del apremio por no pago de pensiones alimenticias.
3.- Caso de la quiebra fraudulenta o culpable.
4.- Caso de la responsabilidad penal que tienen ciertas personas, como tutores o
curadores, administradores de fondos públicos, etc., como consecuencia de la
administración de los bienes que tienen a su cargo.
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5.- Tratándose del apremio que se puede imponer al deudor en una obligación de
hacer, para que cumpla; apremio que puede consistir en el arresto.
CONCEPTO DE GARANTÍA PATRIMONIAL UNIVERSAL.
Es una institución en virtud de la cual una persona, por el solo hecho de
contraer una obligación, garantiza el cumplimiento de esa obligación con todo su
patrimonio embargable. Como consecuencia de lo anterior, en caso que el deudor no
cumpla espontáneamente, se faculta al acreedor para que embargue estos bienes del
deudor, proceda a su venta forzada y se pague con el producto del remate. “Importa
tener por responsable todo el patrimonio del deudor en su lado activo, cualquiera sea
la clase de bienes que lo componen”.
Como lo plantea el autor Hernán Larraín, “hay una garantía, porque realmente
el patrimonio del deudor está asegurando que, si no cumple voluntariamente, cuando
menos, forzadamente o por equivalencia, se cumplirá su obligación. Si el deudor no
cumple, el acreedor tiene derecho de hacer embargar y sacar a remate los bienes del
deudor para pagarse de la deuda y de la indemnización de perjuicios si hay lugar a
ella”.
No se trata de que el acreedor se haga dueño de los bienes del deudor, sino que
sólo está facultado para sacarlos a remate y pagarse con el producto de ese remate.
TERMINOLOGÍA.
Tradicionalmente esta institución era conocida como el derecho de prenda
general de los acreedores. Sin embargo, esta nomenclatura ha sido criticada, porque –
al hablar de prenda – pareciera ser que alguna semejanza había con el derecho real de
prenda, siendo que – en realidad, se trata de figuras completamente diferentes. “El
término prenda no está tomado en su sentido técnico y propio y sirve solamente para
expresar la idea de que los bienes todos del deudor están afectos al cumplimiento de
sus obligaciones”, ello se debe a que ha sido tomado del derecho francés, cuyo Código
Civil “establece expresamente: ‘Los bienes del deudor son la prenda común de sus
acreedores’”.
Es por lo anterior que el profesor Fernando Fueyo prefiere hablar del
“principio de la responsabilidad patrimonial universal” y el autor Hernán Larraín de
“garantía general del patrimonio del deudor a sus obligaciones”.
REGLAMENTACIÓN.
Art. 2.465 CC.
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CARACTERÍSTICAS.
1º TOTALIDAD.
El deudor garantiza el cumplimiento de su obligación con todos sus bienes,
sean presentes o futuros, raíces o muebles. Sólo se exceptúan los bienes
inembargables designados en el artículo 1.618 CC, disposición que se encuentra
complementada por el artículo 445 CPC.
Excepciones.
Hay casos en los que una persona no va a responder con todo su patrimonio;
estos son los casos en que la responsabilidad es limitada. Por ejemplo:
1.- Heredero que acepta con beneficio de inventario.
Sólo responde de las deudas hereditarias hasta concurrencia del valor de los
bienes adquiridos a título de herencia.
2.- Tratándose de los legatarios.
Por regla general, no responden de las deudas hereditarias. Excepcionalmente
sí son responsables y, en este caso, su responsabilidad se encuentra limitada al valor
de los bienes adquiridos a título de legado.
3.- Otros casos.
Hay otras figuras que también se señalan como ejemplos; éste es el caso de la
sociedad de responsabilidad limitada, la empresa individual de responsabilidad
limitada, el patrimonio reservado de la mujer casada en régimen de sociedad
conyugal, etc.; pero estos casos son discutibles, porque – en rigor – pareciera ser que
de todas formas se responde con todo el patrimonio.
2º LA UNIVERSALIDAD.
Esto quiere decir que el deudor responde con su patrimonio embargable y no
con bienes determinados. Es por esta razón que el artículo 2.465 CC señala que el
deudor responde con sus bienes presentes o futuros, porque se responde con el
continente y no con el contenido. “La garantía general recae sobre la universalidad del
patrimonio del deudor; pero, en ningún bien determinado”.
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LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS.
ASPECTOS PREVIOS.
1º Si un deudor tiene bienes suficientes para pagar a todos sus acreedores, no se
presenta problema alguno. “Si todos ellos [sus bienes] son suficientes para cubrir las
deudas, no hay ninguna dificultad. Los acreedores harán efectivos sus derechos sobre
ellos, serán cubiertos en capital, intereses y costas y las obligaciones quedarán
extinguidas mediante el pago efectivo”.
2º Si un deudor sólo tiene un acreedor tampoco se presenta ningún problema,
porque si el deudor es insolvente, ese único acreedor es el que tendrá que soportar la
insolvencia del deudor. “Si hay un acreedor, tampoco se presenta ninguna cuestión,
pues se les pagará con aquéllos [bienes] que tenga el deudor”.
3º El problema se presenta cuando el deudor tiene varios acreedores y sus bienes
no son suficientes para satisfacer todas esas deudas, pues – en tal caso – cabe
preguntarse en qué orden y de qué forma se pagan los distintos acreedores. A esta
pregunta trata de dar respuesta la figura de la prelación de créditos.
CONCEPTO.
Es el conjunto de normas jurídicas y principios que establecen el orden y la
forma en que se pagan los distintos acreedores de un mismo deudor, cuando los
bienes de éste son insuficientes para satisfacer a todos sus acreedores.
Para el profesor Gonzalo Ruz “es el conjunto de reglas legales que determinan
el orden y la forma en que deben pagarse los diversos acreedores de un deudor”.
Como señala el autor Hernán Larraín, “en términos generales ‘prelación’
significa una ventaja, antelación y ‘prelación de créditos’ no es otra cosa que un orden
de preferencia para el pago cuando se produce concurrencia de dos o más
acreedores”. Es por eso que el profesor Abeliuk sostiene que “la prelación de créditos
tiene entonces por objeto determinar cómo se pagan los distintos acreedores cuando
concurren conjuntamente para el cobro de aquéllos”.
PRESUPUESTOS.
1º Pluralidad de acreedores, porque si hay un solo acreedor, éste debe soportar la
insolvencia del deudor.
2º Insolvencia del deudor, es decir, que su activo sea inferior a su pasivo; en otras
palabras, que deba más de lo que tiene.
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REGLA GENERAL.
Está dada por la igualdad de los acreedores; “si hay varios acreedores, en
estricto derecho y por regla general, todos deben concurrir en igualdad de
condiciones al pago de sus acreencias”. En principio no existe razón alguna para
preferir a un acreedor por sobre otro, es decir, ninguno tiene derecho a pagarse antes
que los otros. Es por esta razón que el artículo 2.469 CC señala que los acreedores, en
este caso, se pagan a prorrata, es decir, en proporción a sus créditos.
Como señala el profesor Meza Barros “La facultad de perseguir los bienes del
deudor compete a todos los acreedores en idénticos términos, de modo que con el
producto de la realización se pagarán todos íntegramente, si fueren suficientes los
bienes y, en caso de no serlo, a prorrata de sus créditos”.
SITUACIÓN DE EXCEPCIÓN.
Se presenta cuando existe un crédito preferente. Para estos efectos, el Código
clasifica a los créditos en cinco clases: las cuatro primeras clases corresponden a
créditos preferentes y la última clase corresponde a los créditos comunes, valistas o
quirografarios, que son aquéllos que carecen de preferencia.
Como señala el profesor Ruz “hay acreedores que no están obligados a
someterse a la regla de la igualdad y se pagan con antelación a los demás acreedores.
Estos acreedores se prefieren a otros, de ahí que se dice que ellos gozan de un derecho
de preferencia”.
CONCEPTO DE PREFERNECIA.
Es la calidad especial de que están revestidos ciertos créditos y en cuya virtud
deben ser satisfechos con anterioridad a los otros créditos.
CAUSALES DE PREFERENCIA.
Art. 2.470 inc. 1º CC. En nuestro sistema hay sólo dos:
1º EL PRIVILEGIO.
Que corresponde a los créditos de primera, segunda y cuarta clase. Art. 2.471
CC.
El autor Hernán Larraín señala una definición que correspondería a don
Andrés Bello, diciendo que “consiste en el derecho de ser pagado con preferencia a
cualquiera otra clase de acreedores, en razón de la naturaleza del crédito y sin
consideración a su fecha”.
Para el profesor Abeliuk es “el derecho que el legislador otorga a un crédito en
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1 El autor Hernán Larraín señala que “si bien es cierto que no era necesaria la existencia de esta
disposición debido a que las preferencias de la primera clase afectan a todos los bienes del deudor y a
que la aceptación de una herencia sin beneficio de inventario, produce la confusión de los patrimonios
del heredero y del deudor difunto, siendo aquél, en concepto de la ley, continuador de la persona de
éste en los derechos y obligaciones transmisibles, es natural y obvio que el privilegio pueda ejercerse,
indistintamente, sobre los bienes que pertenecieron al deudor o sobre los bienes del heredero, ya que
se produce una confusión de ambos patrimonios. Sin embargo, el legislador ha creído conveniente el
establecimiento de este principio, en el título de la prelación de créditos, con el objeto de evitar
controversias que pudieran suscitarse, basadas en el principio de excepción que constituyen las
preferencias”.
2 Según Hernán Larraín “El objeto del establecimiento de dicha norma tiene su fundamento en el
carácter mismo que revisten los créditos de la primera clase. En efecto, ellos afectan a todos los bienes
del deudor, sean presentes o futuros. Ahora bien, si estos créditos pasaran contra terceros poseedores,
sucedería que nadie estaría dispuesto a recibir bienes de una persona cuyas deudas estuviesen
garantizadas a los acreedores con preferencia a la primera clase, toda vez que, posteriormente, podrían
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4º Se pagan con preferencia todos los demás créditos del deudor. Sin embargo, en
rigor, sólo se pagan antes que los créditos de cuarta clase, porque los créditos de
segunda y tercera clase son preferencias especiales, mientras que los de cuarta clase
son generales, por lo tanto, el conflicto se va a dar entre los créditos de primera y
cuarta clase y los de primera se pagan primero.
5º Se prefieren entre sí de acuerdo al orden de su enumeración y los del mismo
número participan a prorrata de sus créditos. Este tema resulta de interés “cuando los
bienes del deudor sean insuficientes para satisfacerlos todos. Ninguna importancia
tiene la fecha del origen de los créditos”. Art. 2.473 inc. 1º CC.
CRÉDITOS DE PRIMERA CLASE ESTABLECIDOS EN LEYES ESPECIALES.
Art. 55 Ley Nº 19.925.
Este caso presenta la particularidad de tratarse de un crédito de primera clase
con preferencia especial, ya que se puede hacer efectiva en el establecimiento, sus
anexos y las mercaderías existentes; además es real, porque pasa contra el tercero
adquirente.
CRÉDITOS DE SEGUNDA CLASE.
CONCEPTO.
Son aquéllos que nacen de algunas de las causas contempladas en el artículo
2.474 CC, a las cuales debe agregarse el derecho legal de retención cuando recae sobre
bienes muebles.
El profesor Ruz sostiene que “está formada por aquellos créditos que pueden
hacerse valer sobre determinados bienes muebles del deudor.
Se compone de los créditos enumerados en el Art. 2474 y de los bienes
retenidos judicialmente (Art. 546 CPC)”.
CARACTERÍSTICAS.
1º Son privilegios.
2º Es una preferencia especial. “Recae sobre ciertos bienes muebles del deudor:
ser responsables del pago de estas deudas. En esta forma, el deudor quedaría en la imposibilidad de
efectuar operaciones con sus propios bienes y muchas veces esto mismo ocasionaría un perjuicio a sus
propios acreedores. Distinta es la situación cuando existen créditos garantizados con bienes
determinados; por lo general, estas garantías son suficientemente conocidas por los terceros; además,
cuando ellos pasan a los terceros poseedores, el acreedor tiene un derecho real sobre los bienes que
caracterizan su crédito”.
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3 El profesor René Abeliuk señala que deben concurrir a prorrata “porque es la regla general en materia
de prelación, y la preferencia por fechas se funda normalmente en la inscripción en algún Registro, esto
es, en la publicidad de ella. Sólo prefieren por su fecha, sin mediar publicidad, los créditos de 4ª clase”.
4 El profesor Abeliuk explica que “la hipoteca y sus asimilados no constituyen en nuestro Código
privilegios, sino causales de preferencia de análogo rango a éstos: ello porque siempre se ha
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considerados a la hipoteca, por la trascendencia otorgada desde Roma a los bienes raíces, como la reina
de las cauciones; no obstante esta distinción, la hipoteca participa de las mismas características de los
privilegios, con las variantes propias de esta caución”.
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excepción de los de primera clase. Solamente en caso de ser insuficientes los bienes
del deudor para el pago de los créditos privilegiados de la primera clase, podrán éstos
perseguirse en las fincas hipotecadas”. “En efecto, los créditos de tercera clase sólo
deben soportar el déficit de los créditos de primera clase que no se hubiesen
alcanzado a pagar con los demás bienes del deudor”.
Art. 2.478 CC.
8º Los acreedores hipotecarios no están obligados a esperar el resultado de la
quiebra para pagarse de sus créditos; es decir, “tienen derecho para pagarse con las
fincas hipotecadas, sin aguardar el resultado de la quiebra”. Para ello, tienen derecho a
abrir un concurso especial para pagarse con el producto de la venta de los inmuebles,
pero – para poder abrir este concurso especial – es necesario cumplir con los
siguientes requisitos:
1.- Los acreedores de tercera clase están obligados a restituir a la masa de
acreedores lo que sobre de la venta de los inmuebles, después de haber satisfecho sus
créditos, siempre que existiese algún saldo.
2.- Los acreedores de tercera clase deben rendir una caución para garantizar a los
acreedores de primera clase que éstos no serán perjudicados en el evento que los
demás bienes del deudor sean insuficientes para pagar a los acreedores de primera
clase.
Art. 2.477 incs. 2º y 4º CC.
Art. 2.479 CC.
EL EVENTUAL CONFLICTO ENTRE LOS CRÉDITOS DE PRIMERA, SEGUNDA Y
TERCERA CLASES.
1º En principio, no debería haber conflicto entre estos tres créditos, pues recaen
sobre bienes distintos.
2º En relación a los bienes afectos a un crédito de segunda clase, se pagan primero
los acreedores de segunda clase, es decir, se prefiere a los acreedores de segunda clase
por sobre los de primera clase, a menos que los demás bienes del deudor sean
insuficientes para satisfacer a los acreedores de primera clase, pues – en tal caso – van
a perseguir el pago del saldo insoluto en los bienes afectos al crédito de segunda clase.
Art. 2.476 CC.
3º En relación a un bien afecto a un crédito de tercera clase, se pagan primero los
acreedores de tercera clase, excluyendo incluso a los de primera clase, a menos que
los demás bienes del deudor sean insuficientes para satisfacer a los acreedores de
primera clase, pues – en tal caso – estos se pagarán sobre la finca hipotecada, con
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precisamente, se produce en el presente caso; es decir, si los demás bienes del deudor
son insuficientes para cubrir a todos los créditos de la primera clase, el déficit debe
cubrirse sobre bienes afectos a preferencias especiales”.
2º Otros sostienen que si el legislador guardó silencio, volvemos a la regla general,
esto es, la igualdad de los acreedores. Es decir, los acreedores de segunda y tercera
clases están en una situación de igualdad, por lo tanto, el acreedor de primera clase
debiera perseguir su saldo insoluto tanto en los bienes afectos a un crédito de segunda
clase, como en los bienes afectos a un crédito de tercera clase. De esta manera, los
acreedores de segunda y tercera clase se ven perjudicados por igual.
En este sentido, el profesor Abeliuk señala “la numeración carece de toda
trascendencia en los créditos con preferencias especiales, y buena prueba es que la ley
debió declarar expresamente que el déficit de los de 1ª clase afectaba a las
preferencias radicadas en bienes determinados. A falta de solución legal, debe
recurrirse a lo que constituye la regla general en materia de prelación de créditos; no
existen otras preferencias que las específicamente señaladas por la ley (Arts. 2469 y
2488). A falta de establecimiento de alguna, la regla general es la contribución a
prorrata; en consecuencia, el déficit de los créditos privilegiados de 1ª clase se
prorratea entre todas las preferencias especiales, de acuerdo a los valores de éstas”.
CRÉDITOS DE CUARTA CLASE.
Estos presentan como rasgo común que surgen de la administración que hace
una persona de bienes ajenos y están enumerados en el artículo 2.481 CC.
CARACTERÍSTICAS.
1º Es un privilegio.
2º El crédito preferente corresponde a ciertas personas cuyos bienes son
administrados por otra, es decir, el acreedor preferente es el dueño de los bienes y el
deudor es el administrador de esos bienes. “En general, estos créditos privilegiados se
refieren a personas que administran bienes ajenos, por las responsabilidades que les
pueda corresponder en dicha administración”; es decir, “corresponden a ciertas
personas contra los administradores de sus bienes”.
3º Es una preferencia general, es decir, “se ejercen sobre todo el patrimonio del
deudor; todos los bienes de éste responden al pago de los créditos de esta clase” o,
más precisamente, “afectan a todos los bienes del deudor, con excepción de los
inembargables y de los afectados a una garantía específica, salvo en cuanto después de
pagados los créditos a que ellos se refieren exista un remanente que pasa a pertenecer
a la masa”. Art. 2.486 CC.
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para indicar que se paga después de aquéllos. Equivale a una verdadera hipoteca legal,
especial y oculta”.
MODIFICACIONES INTRODUCIDAS POR LEYES ESPECIALES AL SISTEMA DEL
CÓDIGO.
1º Hay créditos de primera y cuarta clases que son especiales; por ejemplo, el caso
de la Ley de Alcoholes y el caso de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria.
2’ Hay casos de créditos de primera y cuarta clases que son reales; por ejemplo,
los mismos casos anteriores.
3º Hay créditos que se pagan en un orden distinto al que establece el Código; por
ejemplo, el de la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, porque se paga antes que cualquier
otro crédito de cuarta clase, cualquiera que sea la fecha de su causa.
4º El sistema de los súper créditos, créditos superpreferentes o créditos
preferentes de grado superior.
EL SISTEMA DE LOS SÚPER CRÉDITOS.
Se trata de créditos preferentes establecidos por leyes especiales, las cuales
disponen que estos créditos se pagarán con antelación a cualquier otro crédito. A
partir de esto, algunos autores señalan que – en relación a la prelación de créditos –
en realidad existen seis clases de créditos: los créditos súper preferentes, créditos de
primera, segunda, tercera, cuarta y quinta clases. “La dictación de leyes posteriores al
nuestro Código Civil que otorgan preferencias a ciertos créditos para ser pagados con
antelación a cualquier otra obligación del deudor ha hecho sostener a ciertos autores
la existencia de una preferencia superior a la que gozan los créditos de la primera
clase indicado en el Código Civil”, es decir, “por sobre las cinco clases de créditos que
señala el Código civil existiría una nueva clase de créditos, creados por el legislador en
diversas leyes especiales, denominados ‘créditos de grado superior’, por cuanto
quedarían colocados sobre los de 1ª clase y se pagarían con antelación a toda otra
clase de créditos”.
Características.
El profesor Ruz menciona las siguientes:
1º Es un privilegio especial, pues se ejerce sobre determinados bienes.
2º Se pagan con antelación a todo otro crédito.
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artículo 2488 del mismo cuerpo legal dispone que la ley no reconoce otras causas de
preferencia que las indicadas en los artículos precedentes. De acuerdo con estas
disposiciones no existen más causas de preferencia que el privilegio y la hipoteca y no
hay más créditos privilegiados superiores a los de la primera clase, a los de la segunda
clase y a los de cuarta clase. Pues bien, para pretender que existiría una nueva clase de
créditos privilegiados es necesario que se encuentre derogado este artículo 2471 del
Código Civil y se piensa que ninguno de los autores que pretenden la existencia de
esta nueva clase de créditos privilegiados sostenga que dicha disposición ha sido
derogada por estas leyes especiales. La única derogación que podría legalmente
sostenerse es que ella sería tácita y sólo existe esta especie de derogación cuando la
nueva ley contiene disposiciones que no pueden conciliarse con las de la anterior. En
los casos de estas leyes especiales existe conciliación entre todas ellas con el artículo
2471 del Código Civil, puesto que las preferencias que ellas establecen pueden
fácilmente ser clasificadas entre una de las cuatro clases de créditos indicados en el
Código Civil. No conocemos tampoco comentador alguno de nuestro principal cuerpo
de leyes de derecho privado que haya sostenido que dicha disposición ha sido
derogada tácitamente por estas leyes especiales.
Por lo anterior se debe concluir que no existe razón legal alguna para sostener
que existen actualmente créditos que gocen de una preferencia superior a los de
primera clase”.
2º Los créditos súper preferentes se pagan con antelación a todos los demás
créditos.
Los partidarios de esta opinión señalaban que, en estos casos, el sentido de la
ley era claro y, por lo tanto, no había que recurrir a su intención o espíritu. Otra cosa
es que no sea conveniente modificar el sistema del Código, pero que la ley establecía
que estos créditos se pagaban antes que todo otro crédito, de ello no cabe ninguna
duda. Se trata de estar “al texto mismo de las disposiciones que consagran las
preferencias a las cuales he atribuido un rango superior a las de la primera clase. La
sola lectura de ellas deja la impresión de que no es posible negar el alcance que les he
dado”.
Situación actual.
El art. 241 inc. 2° de la Ley N° 20.720 establece que los créditos de la primera
clase señalados en el artículo 2.472 CC preferirán a todo otro crédito con privilegio
establecido por leyes especiales. Sin embargo, todavía subsiste el problema de saber
cómo se pagan los créditos súper preferentes. Sin embargo, todavía subsiste el
problema de saber cómo se pagan los créditos súper preferentes.
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Opiniones.
1º Algunos autores señalan que deben pagarse inmediatamente después de
pagados los créditos de primera clase.
2º Otros sostienen que deben ser incorporados al sistema del Código Civil. Por
ejemplo, en el caso de la prenda mercantil debe considerarse como un crédito de
segunda clase, ya que ésta comprende el crédito del acreedor prendario y lo mismo
ocurre con el crédito del transportista terrestre.
LA QUINTA CLASE DE CRÉDITOS.
CONCEPTO.
Corresponde a todos aquellos créditos que carecen de causal de preferencia.
Estos son los créditos valistas, comunes o quirografarios. “Está formada por los
créditos no preferidos que se pagan con el sobrante de los bienes de la masa, a
prorrata de sus valores y sin consideración alguna a su fecha”.
CRÉDITOS QUE SE COMPRENDEN EN LA QUINTA CLASE.
1º Los créditos que carecen de causal de preferencia. Art. 2.489 inc. 1º CC.
2º El saldo insoluto de los créditos de segunda y tercera clases. Art. 2.490 CC.
CÓMO SE PAGAN.
Los acreedores de quinta clase están en una situación de igualdad. Por lo tanto,
se pagan a prorrata de sus respectivos créditos. Art. 2.489 inc. 2º CC.
Excepción.
Se produce cuando existe una subordinación de créditos.
Concepto de subordinación de créditos.
Es un acto o contrato en virtud del cual uno o más acreedores de la quinta clase
aceptan postergar el pago de sus créditos a favor de otros acreedores de quinta clase.
Observaciones en relación a la subordinación.
1º La subordinación se define como un acto o contrato, es decir, hay casos en que
será un acto y otras en la que será un contrato. Será un contrato cuando se trate de
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una convención celebrada por dos acreedores de la quinta clase, de manera que uno
de ellos acepta postergar su crédito. En cambio, será un acto cuando la subordinación
sea establecida unilateralmente por el deudor, al emitir sus títulos de crédito, o bien,
cuando sea establecida unilateralmente por el acreedor.
2º La subordinación es un acto jurídico solemne, ya que requiere de escritura
pública o instrumento privado firmado y protocolizado ante Notario.
3º La subordinación es obligatoria para el deudor, es decir, no puede pagar al
acreedor que aceptó postergar su crédito, y si lo hace, será responsable de los
perjuicios que cause.
4º Para estos efectos, cuando en la subordinación no haya intervenido la voluntad
del deudor, éste debe ser notificado o debe aceptarla.
5º Mientras está vigente la subordinación, no comienza a correr el plazo de
prescripción.
6º El profesor Abeliuk señala que esta institución “se asemeja a una especie de
cesión de créditos, sólo que lo cedido no es la deuda, sino que la igualdad del Art. 2490
del Código Civil, y que produce un efecto curioso en la prescripción: una especie de
suspensión mientras rija la subordinación”.
Art. 2.489 incs. 3º, 4º, 5º, 6º y 7º CC.
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5 El profesor Abeliuk sostiene que “en caso de incumplimiento imputable del deudor, dos son los
que comprenda en general la incorrecta prestación de lo pactado, sin calificar en forma subjetiva dicho
incumplimiento. Debe, entonces, excluirse la culpa como elemento del incumplimiento, siendo sólo
necesaria para una especial sanción, cual es la indemnización de perjuicios, en todos los casos en que
no se trate de una obligación de resultado”.
7 El profesor Alessandri señala que “estos derechos que la ley confiere al acreedor para perseguir este
objeto son tres: 1º Un derecho principal para exigir en cuanto sea posible la ejecución forzada de la
obligación; lo que con este derecho se persigue es el objeto debido, es obtener que el deudor realice la
prestación o abstención debida; la ejecución forzada tiende a obtener el cumplimiento efectivo,
específico de la obligación, tiende a compeler al deudor a que dé, haga o no haga aquello a que se obligó,
a que entregue la cosa materia de la obligación, a que ejecute el hecho debido, o se abstenga de ejecutar
los hechos prohibidos. Se dice que este derecho sirve ‘en cuanto sea posible’, porque tendremos ocasión
de ver que no toda obligación se puede cumplir forzadamente.
2º Un derecho secundario para exigir indemnización de perjuicios, cuando el deudor no cumpla la
obligación, o están en mora de cumplirla. Su objeto es reparar el daño causado al acreedor por el
incumplimiento total o parcial o por mora en el cumplimiento.
3º Derechos auxiliares destinados a dejar afecto el patrimonio del deudor al cumplimiento de la
obligación, tomando las medidas necesarias para su seguridad y conservación, a fin de hacer posible el
pago de la deuda. Los derechos auxiliares, según esto, tienen por objeto mantener íntegro el patrimonio
del deudor, evitar que el deudor haga disminuirlo, en perjuicio de los acreedores, sea vendiendo o
enajenando los bienes que lo forman”. En el mismo sentido se plantea el profesor Meza Barros al
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sostener que “el primero y principal de los derechos del acreedor es el que le habilita para obtener la
ejecución forzada de la obligación”.
8 Como lo señala el profesor Vidal, “en el ámbito del incumplimiento, y sus efectos entendidos como un
conjunto de medidas que la ley o el contrato pone a disposición del acreedor en caso de
incumplimiento, entre las cuales puede optar, más o menos libremente, para la realización de su interés
en la prestación afectada”.
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partir del incumplimiento, tiene su propio supuesto que lo diferencia de los demás.
Ello contrasta con la mayoritaria opinión en nuestra doctrina que identifica al
incumplimiento culpable del deudor con el supuesto de todos los remedios. En mi
opinión, sólo importa que se haya producido el incumplimiento, cualquiera que sea su
clase (artículo 1489 ‘no cumplirse lo pactado’), y que el cumplimiento ulterior sea
objetivamente posible”.
PRESUPUESTOS.
El profesor Ruz señala que los presupuestos básicos de la ejecución in natura
son:
- Que este remedio satisfaga todavía el interés del acreedor en el contrato.
- Que sea todavía posible de cumplir la obligación.
- Que éste sea un remedio razonable de emplear atendidas las circunstancias del
caso.
1º Que este remedio satisfaga todavía el interés del acreedor en el contrato.
Esto significa reconocer que existirán hipótesis en las cuales el cumplimiento
específico no permitirá la obtención del fin que se propuso el acreedor al contratar.
Por ejemplo: novios que, al no contar con los anillos prometidos por Juan para el día
de la boda, tuvieron que adquirir otros de Pedro; esos novios ya no tienen interés en
obligar a Juan a que les entregue los anillo que tardó demasiado en confeccionar, pues
ya adquirieron otros.
2º Que sea todavía posible de cumplir la obligación.
Se trata de una exigencia que nos muestra que en muchas hipótesis ya no podrá
exigírsele al deudor que cumpla con aquello a que se obligó, pues ya no tiene la cosa
debida o no puede realizar el hecho debido o simplemente, no puede deshacer aquello
que se había obligado a no hacer. Por ejemplo, Pedro vende su auto a Juan; Juan pagó
el precio; Pedro debe entregar el auto, pero antes de hacerlo, lo vende a Diego y hace
la entrega a éste; Pedro no podrá cumplir con su obligación de entrega a Juan, porque
el auto ya no le pertenece.
3º Que el cumplimiento específico sea un remedio razonable de emplear,
atendidas las circunstancias del caso.
En variadas hipótesis insistir en forzar el cumplimiento in natura resultará
desproporcionado e injustificado, pudiendo incluso ser abusivo. Por ejemplo, Juan,
constructor, se obligó a construir a Pedro una casa para habitación con
especificaciones técnicas precisas. Juan entrega la casa, pero con 33 centímetros
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suscriptor no ha sido autorizada ante Notario requiere de una gestión previa, cual es
la notificación judicial del protesto del cheque.
2º Que la obligación sea actualmente exigible.
Esto quiere decir:
1.- Que la obligación sea pura y simple.
2.- Si la obligación es condicional, debe estar cumplida la condición.
3.- Si la obligación está sujeta a un plazo suspensivo, tiene que haber vencido el
plazo.
3º Que la obligación sea:
1.- Líquida, cuando se trata de una obligación de dar.
La obligación es líquida cuando es perfectamente determinada, o bien, “cuando
se encuentra concretamente determinada”.
Si se trata de una especie o cuerpo cierto, éste se encuentra perfectamente
individualizado.
Si se trata de una cosa genérica, el género debe estar determinado y debe
conocerse la cantidad.
También se considera líquida la obligación que es liquidable mediante simples
operaciones aritméticas, con los datos que contiene el propio título ejecutivo; por
ejemplo, un pagaré suscrito ante Notario por mil Unidades de Fomento.
2.- Determinada, cuando se trata de una obligación de hacer.
Debe conocerse con exactitud el hecho que debe ejecutar el deudor.
3.- Susceptible de transformarse en la destrucción de lo hecho, cuando se trata de
una obligación de no hacer.
En este caso, la obligación de no hacer se transforma en una obligación de
hacer, pues consiste en destruir lo hecho.
4º Que la acción ejecutiva no esté prescrita.
Por regla general, la acción ejecutiva prescribe en tres años contados desde que
la obligación se ha hecho exigible. Art. 2.515 inc. 1º CC.
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debe ser en especie; pero ello no obsta a que pueda hacerse en equivalente”,
precisando que “es en especie cuando consiste en la ejecución de acto o en la adopción
de medidas que hagan desaparecer el daño en sí mismo, siempre que esos actos o
medidas no sean la mera cesación del estado de cosas ilícito creado por el delito o
cuasidelito”; en cambio “la reparación es en equivalente cuando ante la imposibilidad
de hacer desaparecer el daño, sólo procura a la víctima una compensación del mismo”.
En consecuencia, “la reparación en especie hace cesar el daño, a lo menos para el
futuro; la por equivalente no, sólo lo compensa: el daño subsiste no obstante ella”.
Por su parte, el profesor Pablo Rodríguez sostiene que “no toda reparación
debe, necesariamente, hacerse en dinero. Existen casos de excepción en que es posible
concebir que ella sea en especie (…). La legislación contempla, por lo mismo, una serie
de recursos para reparar el daño material o moral y volver a la situación que existía
antes de la comisión del ilícito”, agregando que “creemos nosotros que es ésta la forma
más perfecta de conseguir eliminar los efectos dañosos del delito o cuasidelito civil. La
reparación en especie consiste en la remoción de los hechos dañosos y el
restablecimiento de la situación alterada por el ilícito, en términos de eliminar todo
vestigio de daño posible”. También señala que “este tipo de reparación no es siempre
posible, razón por la cual cuando llega a presentarse debe optarse siempre por ella”. Y
finaliza estas reflexiones sosteniendo que “de lo que señalamos se desprende que la
indemnización en dinero procede porque la reparación en especie sólo puede
ejecutarse cuando una determinada situación fáctico – jurídica es revertible, sin que
ninguno de sus efectos pueda subsistir”.
Clases de responsabilidad civil.
Se distingue entre responsabilidad contractual y responsabilidad
extracontractual.
A.- Responsabilidad contractual.
Concepto.
Para el autor Orlando Tapia es “la que proviene del hecho de no haberse
cumplido una obligación, o de haberse cumplido imperfectamente, o de haberse
retardado su cumplimiento por causas imputables al deudor”.
El profesor Pablo Rodríguez sostiene que es la que surge “si la obligación
generada en la convención es incumplida por el sujeto llamado para darle
satisfacción”.
El autor Gastón Salinas la define señalando que es “la que deriva del
incumplimiento de una obligación que emana de un contrato”.
Es aquella obligación de indemnizar los perjuicios causados por parte del
deudor a su acreedor en caso de incumplimiento de su obligación.
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Observación.
En el nuevo Derecho de los contratos, el profesor Morales Moreno plantea que
la expresión “responsabilidad civil” puede ser interpretada en dos sentidos: amplio y
restringido.
En sentido amplio “aconseja, referir la responsabilidad contractual, no
exclusivamente a la ejecución forzosa e indemnización, sino al conjunto de remedios
de que dispone el acreedor en caso de ‘incumplimiento del contrato’. Este enfoque
permite contemplar la relación obligatoria, no exclusivamente desde la perspectiva
del deber, cuyo cumplimiento liberal al deudor, sino desde, la más amplia (que no
contradice la anterior) de resultado de satisfacción del interés del acreedor. Los
remedios son las vías con que cuenta el acreedor, en caso de incumplimiento del
contrato, para, en mayor o menor medida, según el caso, satisfacer su interés; o, dicho
de otro modo, trasladar el riesgo de su insatisfacción al deudor”.
En cambio, en sentido estricto, se referiría exclusivamente al remedio
indemnizatorio.
Concepto de indemnización de perjuicios.
Es la suma de dinero que el acreedor tiene derecho a exigir del deudor cuando
éste no ha cumplido con su obligación, total o parcialmente, o bien si ha cumplido
tardíamente; y equivale al beneficio que el acreedor habría reportado el cumplimiento
íntegro y oportuno de la obligación.
El profesor Meza Barros sostiene que es “una estimación en dinero del interés
del acreedor en el cumplimiento de la obligación. Puede definírsela como una cantidad
de dinero que representa el beneficio que el acreedor habría obtenido del
cumplimiento íntegro y oportuno de la obligación”.
Para el profesor Abeliuk es “la cantidad de dinero que debe pagar el deudor al
acreedor y que equivalga o represente lo que éste habría obtenido con el
cumplimiento efectivo, íntegro y oportuno de la obligación”.
El profesor Gonzalo Ruz la define señalando que es “el derecho del acreedor
para obtener el pago de una suma de dinero equivalente a lo que le abría valido el
cumplimiento íntegro y oportuno de la obligación”.
En términos similares la define el profesor Alessandri, al señalar que es “el
derecho que tiene el acreedor para exigir del deudor el pago de una cantidad de
dinero equivalente a la ventaja o beneficio que le habría procurado el cumplimiento
efectivo y oportuno de la obligación”.
Observación.
Por regla general se utiliza el dinero como medida de cambio que reemplaza a
la obligación originalmente estipulada; “en nuestra legislación la obligación de
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palabras del profesor Alessandri, “es la cantidad de dinero que el acreedor puede
exigir del deudor cuando éste no cumple oportunamente su obligación”. En este caso,
“el deudor ha cumplido tardíamente y la indemnización de perjuicios tiene solamente
por objeto reparar los daños causados por la tardanza”. Agrega el profesor Alessandri
que “se llama moratoria porque indemniza los perjuicios derivados de la mora, es
decir, del cumplimiento inoportuno de la obligación”.
Problemas
i.- ¿Se puede demandar indemnización compensatoria más indemnización
moratoria?
Sí, porque se refieren a cosas distintas, se reemplazan cosas distintas. “Como
la indemnización moratoria resarce los daños que ocasiona el retardo, puede
acumularse (…) a una indemnización de perjuicios compensatoria”.
ii.- ¿Se puede demandar cumplimiento más indemnización moratoria?
Sí, porque son perfectamente compatibles. “Como la indemnización moratoria
resarce los daños que ocasiona el retardo, puede acumularse al cumplimiento de la
obligación” o, como lo sostiene el profesor Alessandri, “la indemnización moratoria,
puede acumularse con la obligación principal, porque la indemnización moratoria, no
reemplaza o substituye al objeto de la obligación, sino que reemplaza o substituye el
beneficio que el acreedor habría reportado de la entrega oportuna de la cosa”.
iii.- ¿Se demandar cumplimiento más indemnización compensatoria?
No, porque se refiere a la misma cosa, y es por ello que la indemnización
compensatoria reemplaza al cumplimiento. “La indemnización compensatoria como
reemplaza o substituye el objeto directo de la obligación, no puede acumularse con
ella, es decir, el acreedor no podrá pedir el cumplimiento de la obligación principal y
la indemnización compensatoria”, porque ello “importaría un cumplimiento doble de
la obligación”, es decir, implicaría recibir un doble pago, habiendo –
consecuentemente – un enriquecimiento injustificado.
iv.- ¿Puede el acreedor indistintamente pedir el cumplimiento o la indemnización
compensatoria?
Hay que distinguir:
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ii) Algunos autores estiman que si existe ese derecho de opción al acreedor.
Argumentos.
1. Si se ha permitido para la obligación de hacer y de no hacer, no existe razón
alguna para que no proceda en las obligaciones de dar.
2. Si el legislador lo ha autorizado en las obligaciones de dar cuando hay una
cláusula penal, no existe fundamento alguno para negarlo cuando hay cláusula penal.
Comentario.
La doctrina contemporánea señala que el acreedor sí tiene esa opción, pues se
trata de una institución destinada a asegurar el derecho del acreedor, de manera tal
que es éste quien mejor sabe de qué manera se garantiza mejor su derecho. La
tendencia contemporánea es a darle autonomía a la indemnización de perjuicios, ello,
como consecuencia, del denominado “Nuevo Derecho de la Contratación”, que trata de
hacer aplicables las reglas de la Convención de Viena sobre Compraventa
Internacional, para sujetar la Teoría General de la Contratación al denominado
“Derecho Uniforme”. La Convención de Viena centra su foco de atención en el acreedor
y la satisfacción de su interés; para estos efectos, contempla una serie de herramientas
destinadas a obtener la satisfacción del interés del acreedor frente al incumplimiento
del deudor, a través de los denominados “Remedios Contractuales”. Dentro de ellos,
encontramos el derecho a la ejecución forzada, la resolución del contrato, la
indemnización de perjuicios y la sustitución de mercaderías. En el contexto de la
Convención de Viena, el acreedor es libre para optar por cualquiera de estos remedios,
pues él sabe mejor que nadie cuál de ellos será el más adecuado para satisfacer su
interés. En consecuencia, procede la indemnización de perjuicios sin necesidad de
optar previamente por el cumplimiento forzado.
De esta manera, el profesor Álvaro Vidal sostiene que “en las obligaciones de
dar cosas genéricas no hay una norma que confiera la opción, sin embargo ella fluye
lógicamente del régimen de ejecución de esta clase de obligaciones que renuncia
desde ya a la ejecución in natura y de la doctrina de Claro Solar que reconoce al
acreedor la facultad de procurarse en el mercado las cosas del género y demandar al
deudor la indemnización de daños”, agregando que “en estas obligaciones, entonces, si
el deudor incumple, el acreedor no está obligado a ejercer la pretensión de
cumplimiento; él puede optar entre ella o la indemnización del daño intrínseco que
cubre el valor o el menor valor de la prestación (…). Como la satisfacción del interés
del acreedor puede obtenerse no sólo del deudor, sino también de otros operadores
del tráfico, no es razonable imponer al acreedor que insista en el cumplimiento del
deudor incumplidor, en quien muy probablemente ya no confía como antes; más aún
si el sistema procesal de ejecución de las obligaciones no le garantiza que por medio
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culpa o dolo
Por lo general, el concepto de responsabilidad es usado en el Derecho de
Obligaciones en este sentido más restringido, de modo que el deudor es civilmente
responsable por el incumplimiento que le es imputable de una obligación
preexistente. En este sentido, la responsabilidad civil tiene por presupuesto el hecho
ilícito, sea éste el incumplimiento de un contrato (responsabilidad contractual) o de
un deber general de cuidado (responsabilidad extracontractual”.
Por otra parte, sostiene que el cumplimiento en naturaleza puede ser directo o
indirecto; se puede dirigir “a que la prestación sea efectuada directamente por el
deudor si la obligación recae sobre una suma de dinero (caso en el cual la ejecución
recae sobre bienes de valor suficiente para pagar la deuda y sus intereses), sobre un
cuerpo cierto que se encuentra en poder del deudor o si tiene por objeto que el
deudor realice personalmente el hecho debido. Pero la acción también puede no tener
por objeto que el obligado efectúe personalmente la prestación de lo debido, sino que
el deudor provea fondos para que el acreedor pueda obtener un tercero la satisfacción
del interés que le reporta el cumplimiento (como ocurre si se ejecuta una obligación
de dar una cosa genérica o el acreedor opta por hacerse de los fondos necesarios para
que la obligación de hacer sea ejecutada por un tercero)”, es decir, lo que
tradicionalmente se ha llamado “indemnización compensatoria”, para el profesor
Barros no es indemnización de perjuicios, sino que es cumplimiento en naturaleza
indirecto, ya que – en este caso – la acción se dirige “a obtener la suma de dinero
apreciada por el juez con auxilio de peritos (litisestimatio), que resulta necesaria para
que el acreedor pueda proveerse de cosas como las debidas (incluso si se trata de un
cuerpo cierto que no esté en poder del deudor) o para que el hecho debido sea
realizado por un tercero a costa del deudor (artículos 438 Nºs 2 y 3, respecto de las
obligaciones de dar, y 536, respecto de las de hacer)”, lo que se traduce en que “en
nada se altera los supuestos y requisitos de la ejecución en naturaleza por el deudor
mismo (como ocurre si la cosa debida está en poder del deudor). En uno y otro caso
basta al acreedor probar la relación obligatoria (…)”.De esta manera, si para
demandar el cumplimiento en naturaleza indirecto basta con acreditar la existencia de
la obligación, prescindiendo del juicio de reproche, en ningún caso el cumplimiento
puede constituir una sanción.
2) La doctrina contemporánea entiende que, en materia de indemnización de
perjuicios, hay que distinguir entre indemnización del interés contractual positivo,
indemnización del interés contractual negativo e interés restitutorio.
A) Los perjuicios bastados en el interés contractual positivo consisten en colocar
al demandante en una posición similar a la que se encontraría si el demandado
hubiese cumplido el contrato.
B) Los perjuicios basados en el interés contractual negativo consisten en colocar
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imperfectamente”.
El profesor Abeliuk sostiene que el incumplimiento es “la falta de satisfacción
íntegra y oportuna de la obligación al tenor de ella”.
Para el autor Gastón Salinas “estamos frente a una infracción de la obligación,
cuando ésta no se cumple al tenor de lo convenido, cuando el deber de conducta
exigido no se desarrolla en la época convenida o en la que debía realizarse o cuando
no se realiza prestación alguna”.
Alessandri sostiene que “habrá infracción en los tres casos del artículo 1556
que dispone: ‘La indemnización de perjuicios comprende el daño emergente y el lucro
cesante, ya provengan de no haberse cumplido la obligación, o de haberse cumplido
imperfectamente, o de haberse retardado el cumplimiento’ (inciso 1º)”.
Para el profesor Fernando Fueyo “hay incumplimiento de las obligaciones
cuando el deber de prestación no actúa ajustándose a las normas que rigen el pago o
cumplimiento” y agrega que ello ocurre en tres casos:
“a) Inejecución de la obligación, que también se denomina incumplimiento propio
o absoluto;
b) Cumplimiento imperfecto, que también se lama incumplimiento impropio, y
c) Cumplimiento atrasado”.
Para Pablo Rodríguez la inejecución de la conducta comprometida “consiste en
que el sujeto pasivo de la obligación (deudor) no realice la conducta convenida del
modo en que está consagrado en el contrato. Se trata, entonces, de un requisito
objetivo, cuya presencia o ausencia deberá verificarse comparando la conducta debida
con la conducta ejecutada. Dicho de otra manera, se trata de homologar lo proyectado
con lo realizado tras aquel objetivo”.
En consecuencia, el incumplimiento se verifica cuando:
- El deudor no cumple totalmente.
- El deudor no cumple parcialmente.
- El deudor cumple tardíamente.
1) Incumplimiento propio o absoluto.
Según el profesor Fueyo, éste se da en los siguientes casos:
A) Cuando la prestación no llega a producirse, por ejemplo, cuando el vendedor no
entrega la cosa.
B) Cuando el deudor deja de cumplir alguna prestación de responsabilidad, por
ejemplo, si no cumple con la obligación de conservar la especie o cuerpo cierto,
empleando en la custodia “el debido cuidado”. En este caso, el deudor ha hecho
posible un menoscabo substancial que impide la satisfacción legítima del propósito
del acreedor.
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9 En este caso se advierte una incongruencia de la doctrina tradicional. Siguiendo con los ejemplos de
Fueyo ¿cuál sería la hipótesis del pastelero que entrega a la novia la torta de matrimonio con una
semana de retraso? ¿puede en este caso hablarse de un cumplimiento tardío? Resulta difícil, pues la
fecha era una cláusula accidental elevada por las partes a la categoría de fundamental, por lo tanto,
derechamente habría incumplimiento propio o absoluto.
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incumplimiento, sino también por las consecuencias que ese incumplimiento haya
causado al acreedor que de buena fe contrató con aquel deudor”.
En palabras del profesor Abeliuk, “concurriendo los demás requisitos legales, el
dolo hace imputable el incumplimiento del deudor, por lo cual deberá éste indemnizar
los perjuicios correspondientes al acreedor”.
B) Agrava la responsabilidad del deudor. Art. 1.558 CC.
En este sentido, el profesor Meza Barros sostiene que “debe el deudor
responder de todos los perjuicios que sean una consecuencia inmediata y directa del
incumplimiento, aunque no haya podido preverlos al tiempo de contratar”. En
palabras del autor Gastón Salinas “no sólo se refiere a los perjuicios previstos, sino a
los imprevistos que sean consecuencia directa del no cumplimiento; esto significa que
el deudor tendrá que responder no sólo de los perjuicios directos y previstos, sino que
de toda otra situación derivada de aquella consentida con dolo, alcanzando, por ende
la responsabilidad por los perjuicios imprevistos”.
Por otro lado, el profesor Abeliuk señala que “de acuerdo al Art. 1680, si la cosa
debida se destruye durante la mora del acreedor en recibirla, el deudor sólo responde
del dolo y su equivalencia, la culpa grave”.
Prueba del dolo.
Por regla general el dolo no se presume, y quien lo alegue deberá probarlo,
además de tener que probar la existencia de la obligación, y el monto de los perjuicios.
“No puede suponerse que el deudor viola la obligación deliberada o
intencionalmente”. En consecuencia, “la prueba del dolo en el incumplimiento de la
prestación incumbe al acreedor”.
Por otro lado, como señala el profesor Ruz, “el Art. 1558 señala que el dolo
debe ser ‘imputable’ al deudor, lo que significa que se exige una prueba del dolo”.
Por su parte, el profesor Abeliuk señala que “quien afirma dolo, invoca la
obligación de indemnización, y ya hemos dicho que debe ésta probarla el acreedor
(Art. 1698). En seguida, la buena fe se presume, y el dolo equivale a la mala fe; si la
buena fe se presume, su ausencia, que es la mala fe, debe establecerla quien la alega.
En materia contractual, ello es más claro aún, porque, según veremos, la ley
presume la culpa no habiendo dicho lo mismo respecto del dolo, y como éste agrava la
responsabilidad del deudor, corresponderá al acreedor probarlo”.
Art. 1.459 CC.
Cabe tener presente que “el dolo debe probarse por quien lo alega, de acuerdo
con las reglas generales y todos los medios probatorios son adecuados al efecto”; en
consecuencia, “puede demostrarse también en contra de prueba que conste por
escrito”.
Del mismo modo, cabe tener presente “lo difícil que puede resultar probar el
dolo, por cuanto no existe alguna herramienta que pueda, sin dar lugar a dudas,
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del dolo futuro, pues ello constituye objeto ilícito” y, consecuentemente, hay nulidad
absoluta. “No puede estipularse que el deudor no responderá en caso de dolo, y en
consecuencia, la convención de irresponsabilidad, por amplia que sea, no lo exime de
la indemnización si ha tenido la intención de producir el daño”.
Comentarios.
A) Esta solución del Código se ha estimado adecuada porque de permitirse la
condonación del dolo futuro se estaría autorizando de antemano a actuar
dolosamente, lo que atenta en contra de lo jurídico y ético; “ello contraría principios
de orden público”. Como señala el profesor Fueyo, ello “sería como autorizar de
antemano el proceder de mala fe, lo cual repugna al Derecho, e incluso a la moral”; en
otras palabras “si la ley hubiera aceptado la renuncia o condonación anticipada del
dolo, implícitamente habría autorizado la ejecución de actos ilícitos”.
B) De aceptarse la condonación del dolo futuro se estaría permitiendo que el
cumplimiento de la obligación emanada de un contrato quedase al arbitrio de la parte
deudora, lo que atenta contra el principio de la fuerza obligatoria del contrato
consagrada en el artículo 1545 del Código Civil. Es decir, sería “como dejar al arbitrio
de una parte el cumplimiento, con lo cual desaparecería la voluntad seria de obligarse;
esencial para la formación legal del pacto”.
C) La condonación del dolo pasado vale siempre que se señale expresamente el
dolo que se condona. “La renuncia puede ser posterior a los hechos dolosos, siempre
que se haga mención expresa del dolo pertinente”.
En rigor no se renuncia al dolo, sino que al derecho a exigir la indemnización de
perjuicios que el acto doloso genera. Como señala el profesor Fueyo, “en verdad, no es
propiamente el dolo la materia precisa de renuncia, pues ¿de qué modo podría
renunciarse a una cosa sucedida, que no admite borrarse? Lo que ocurre es que se
renuncia, por el acreedor, al cobro de los perjuicios derivados del acto doloso,
cuestión de orden patrimonial, en cuya renuncia no hay inconveniente.
Concretamente, se renuncia a una suma de dinero que se deberá como consecuencia
del incumplimiento doloso. Se renuncia a los efectos del dolo, no propiamente a éste”.
2) La culpa.
Concepto general.
Es la falta de diligencia o cuidado en el cumplimiento de una obligación o en la
ejecución de un hecho cualquiera que no diga relación con el cumplimiento de una
obligación preexistente.
El profesor Meza Barros la define señalando que “es la falta de diligencia o
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delictual, ha dicho, refiriéndose a esta materia, que ‘una y otra suponen, igualmente,
una obligación, la de reparar el daño causado; una y otra consisten, igualmente, en un
hecho, que es la violación de dicha obligación’. Para este tratadista, la distinción a que
nos referimos ‘no es más que una ilusión derivada de un examen superficial del
problema’.
Esta cuestión se ha presentado también a discusiones en nuestro Derecho, pues
hay quienes sostienen que la culpa contractual y la culpa delictual o cuasidelictual son
de naturaleza diversa. Además, en presencia del artículo 44 del Código Civil, que ya
hemos transcrito, y que junto con distinguir tres especies de culpa define lo que debe
entenderse por cada una de ellas y por dolo, se ha dicho que el mencionado artículo
sólo se refiere a la culpa contractual, ya que él distingue expresamente entre la culpa
grave, la leve y la levísima, distinción que no es posible hacer, tratándose de la culpa
delictual o aquiliana, que da nacimiento a responsabilidad aun por la negligencia más
ligera, siguiendo el adagio según el cual ‘in lege Aquilia et culpa levissima venit’. Por
consiguiente, afirman los partidarios de esta opinión, el artículo 44 del Código Civil es
inaplicable en materia de delitos y cuasidelitos.
Frente a esta opinión se alza otra, que sostiene que la culpa, tanto en materia
contractual como delictual, es una misma, y que deben aplicarse a ambas materias las
mismas reglas legales. El concepto de culpa, de acuerdo con esta última opinión, es
único, sea que se refiera al incumplimiento de una obligación contractual o al
incumplimiento de una obligación legal.
Por lo demás, agregan los sustentadores de la opinión que recién señaláramos,
el legislador no ha formulado en ninguna parte, en forma expresa, la separación de
estas dos especies de culpa, y el citado artículo 44 del Código Civil, que se ha
esgrimido para justificar dicha separación y su inaplicabilidad en materia delictual, no
ha hecho ninguna distinción sobre el particular, limitándose a establecer que ‘la ley
distingue tres especies de culpa o descuido’, y a definir cada una de ellas.
En tales circunstancias, no haciendo ninguna distinción el legislador, y
aplicando el aforismo en cuya virtud ‘donde la ley no distingue no es lícito al hombre
distinguir’, podría concluirse, de acuerdo con la doctrina en referencia, que el artículo
44 del Código Civil es aplicable tanto a la culpa contractual como a la delictual y,
consiguientemente, que la culpa es una sola y que las denominaciones de ‘contractual
y delictual’ no son sino maneras de expresión, tendientes a hacer notar las diferencias
que existen entre ambos aspectos de la culpa civil”.
Formas de apreciar la culpa.
En doctrina, existen dos criterios para determinar cuándo se ha actuado
negligentemente o con culpa:
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Situación en Chile.
Según el profesor Abeliuk, nuestro Código siguió el criterio abstracto “y el
sujeto ideal de comparación es el buen padre de familia”. Así también lo señala el
autor Gastón Salinas al sostener que “culpa in abstracto es admitida en la clasificación
tripartita del Código Civil, se considera el nivel medio, un tipo abstracto de hombre, el
buen padre de familia”. En el mismo sentido, Fueyo.
Clases de culpa contractual.
Art. 44 CC.
A) Culpa Grave o Culpa Lata.
Es la falta de la debida diligencia o cuidado que aun los hombres negligentes y
de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios.
El profesor Fueyo señala “que es la omisión de aquella diligencia que se puede
pedir aun al hombre más descuidado que omite las precauciones más elementales,
que no prevé lo que todos prevén. Significa un abandono gravísimo y tiene
extraordinarios puntos de contacto con el dolo”.
Observaciones.
i) Esta es la culpa de mayor envergadura, y por esta razón el legislador señala que
equivale al dolo. Como señala el profesor Meza Barros “la culpa graves, pues, el
descuido mayúsculo, la negligencia máxima. El descuido es tan grande, la desidia tan
completa que la actitud del deudor parece inspirada en el preconcebido propósito de
dañar. Por este motivo ‘esta culpa en materias civiles equivale al dolo’ (art. 44)”.
Conforme lo señala el profesor Alessandri, “es la que impone menos
responsabilidad al deudor, es aquella que exige al deudor el mínimum de cuidado, el
mínimum de atención”.
En el mismo sentido se plantea el profesor Abeliuk, al sostener que “esta clase
de culpa es la que impone un cuidado menor al deudor; ella se da únicamente en caso
de máxima negligencia, tan grosera que el legislador considera dolosa la actitud del
deudor, (…). Sería el caso, por ejemplo, del que arroja un objeto encendido en un lugar
en que existen materias inflamables”.
ii) Quien debe responder de la culpa grave, debe emplear el mínimo de diligencia
para que no se genere responsabilidad. Conforme a la opinión del profesor Meza
Barros “la culpa grave o lata impone el mínimo de responsabilidad al deudor. Quien
responde de esta clase de culpa debe emplear el mínimo de diligencia y acuciosidad;
pero si ni siquiera emplea este mínimo de diligencia, su proceder se reputa doloso” o,
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como expresa el profesor Ruz “es la que impone al deudor el menor cuidado o la más
mínima atención”.
En palabras del profesor Alessandri, “el que responde de la culpa lata, deberá
solamente abstenerse de ejecutar aquellos actos que sean de tal naturaleza que
puedan asimilarse a la intención positiva de inferir injuria o daño en la persona o
propiedad de otro”.
Así también lo entiende el profesor Fueyo, al señalar que “esta culpa, sin duda,
es la que significa menos exigencia al deudor. Le pide el mínimo de atención y
vigilancia. Aquel que responde de culpa grave no se crea una gran preocupación.
Deberá limitarse tan sólo a no ejecutar aquellas actuaciones extrañas y más groseras
que se equiparan a un obrar doloso”.
Para el autor Gastón Salinas “se incurre, entonces, en culpa grave cuando se
falta o se omite en el cumplimiento de una obligación el cuidado o diligencia que aun
los hombres descuidados emplean en la administración de sus negocios”.
B) Culpa Leve.
Es la falta de la debida diligencia que los hombres emplean ordinariamente en
sus negocios propios.
Para el profesor Fueyo “es la omisión de la diligencia que un hombre mediano
y ordenado emplea en sus asuntos comúnmente. Omisión de la diligencia de un
hombre normal, bien llamado buen padre de familia”.
Observaciones.
i) Culpa o descuido sin otro calificativo, significa culpa leve.
ii) Quien debe responder de la culpa leve debe emplear un cuidado ordinario o
mediano para quedar exento de responsabilidad. “Impone una responsabilidad mayor
que la culpa lata, porque incurre en ella el deudor que no emplea un cuidado
mediano”. Como señala el profesor Ruz, “esta especie de culpa consiste en no tener el
cuidado ordinario, normal, que cualquier persona tiene en sus negocios propios.
Sabemos que la ley utiliza para medir esta culpa una comparación entre la conducta
efectiva del deudor y la que presume en una persona ideal, el paterfamiliæ”.
En palabras del profesor Abeliuk, “si la ley ordena una diligencia o cuidado
ordinario o mediano, de esta clase de culpa se responde”.
iii) El que debe administrar un negocio como un buen padre de familia es
responsable de la culpa leve. “La ley pone como punto de referencia, como modelo de
administrador mediano, al buen padre de familia”. En el mismo sentido se plantea el
profesor Alessandri, al sostener que “la generalidad de las personas, el común de los
mortales, tienen una pauta para determinar cuál es el cuidado que debe emplearse en
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el manejo de los negocios; ese tipo lo constituye el buen padre de familia, que la ley
considera como el hombre juicioso y diligente. El deudor que responde de la culpa
leve, está obligado a emplear en el cumplimiento de la obligación, ese cuidado
mediano de la generalidad de la gente”.
En este sentido, el autor Gastón Salinas señala que “se incurre en culpa leve, si
se falta o se omite el cuidado o diligencia de un buen padre de familia”.
iv) Constituye la regla general en materia de culpa.
v) Como señala el profesor Meza Barros “la culpa leve es, por consiguiente, la falta
de cuidado ordinaria o común; las gentes son, generalmente, descuidadas en cierta
medida. Quien responde de la culpa leve debe emplear un celo, una acuciosidad, una
diligencia medianos”.
C) Culpa Levísima.
Es la falta de aquella esmerada diligencia que los hombres juiciosos emplean
en la administración de sus negocios importantes.
Para el profesor Fueyo “es la omisión de la diligencia que emplea un hombre
particularmente cuidadoso o de extraordinaria prudencia”.
Comentario.
Quien responde de la culpa levísima debe emplear en el cumplimiento de su
obligación la suma o máxima diligencia para quedar exento de responsabilidad. En
palabras del profesor Meza Barros, “el que es responsable de esta clase de culpa debe
emplear un cuidado esmerado, una diligencia ejemplar. Impone al deudor el máximo
de responsabilidad porque debe emplear una diligencia esmerada, como la que en
negocios importantes emplean los individuos acuciosos”.
Según el profesor Ruz “la ley también utiliza un hombre ideal como punto de
comparación, señalando que este cuidado esmerado es el que emplea un hombre
juicioso en sus negocios importantes”.
Conforme lo expresa el profesor Alessandri, “el deudor que responde de la
culpa levísima es el que tiene mayor grado de responsabilidad en el Derecho, porque,
así como puede parecer paradojal, que el deudor que responde de la culpa lata es el
que tiene menos responsabilidad, igualmente puede parecer paradojal que el deudor
que responde de la culpa levísima tenga mayor grado de responsabilidad; pero no es
una paradoja, porque el deudor que responde de la culpa levísima, debe emplear, no
sólo el cuidado del que responde de la culpa leve, sino que además el cuidado
esmerado que un hombre juicioso emplea en sus negocios importantes”.
En el mismo sentido se plantea el profesor Abeliuk, al sostener que “es la que
impone el máximo de responsabilidad, ya que para no incurrir en ella el deudor
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indemnizan.
Lo único que las partes no pueden hacer es estipular que el deudor no va a
responder de la culpa grave, porque ésta equivale al dolo.
Prueba de la culpa.
Arts. 1.547 inc. 3º y 1.671 CC.
A partir de esto se ha entendido que, como lo que se prueba es el empleo de la
debida diligencia, la culpa se presume. Como señala el profesor Abeliuk, “si el deudor,
como lo dice el Art. 1547, debe probar la diligencia, es porque la falta de ella se
presume; el acreedor no está obligado a acreditar la culpa, sino que el deudor debe
establecer que no incurrió en ella probando el debido cuidado o diligencia empleado
en el cumplimiento”.
En palabras del profesor Meza Barros, “el deudor debe emplear en cumplimiento
de la obligación la diligencia o cuidado correspondiente. El incumplimiento de la
obligación hace suponer que el deudor no empleó el cuidado o diligencia debidos”.
Así también lo entiende el profesor Alessandri al sostener que “podemos deducir
la consecuencia de que en materia de obligaciones, la culpa contractual se presume, es
decir, que cada vez que una obligación no se cumpla, se presume que se ha violado,
porque el deudor lo ha querido. Y se explica esta conclusión de la ley, porque toda
obligación coloca al deudor en la necesidad objetiva de emplear el cuidado o diligencia
necesario para poder cumplir la prestación o abstención debida; si la obligación no se
cumple, si el hecho debido no se realiza, quiere decir entonces que el deudor, no ha
empleado la diligencia o cuidado a que está obligado.
De esto resulta que cuando una obligación no se cumple, no es el acreedor
quien debe probar que el deudor es culpable; probará sólo la existencia de la
obligación, del vínculo jurídico que le da derecho para exigir la abstención o
prestación del deudor, y será éste quien se excepcionará de no haber cumplido su
obligación, quien deberá probar que ha empleado dicho cuidado o dicha diligencia”.
Por su parte, el profesor Fueyo, “la culpa contractual se presume; por lo tanto, no
cabe hablar de su prueba. Lo que puede probarse, para destruir esta presunción, es la
diligencia o cuidado debido por la parte que aún no ha cumplido”. En el mismo
sentido, el autor Gastón Salinas sostiene que “la prueba de la culpa contractual se
presume, esta es la regla general; por lo tanto, no cabe discutir acerca de su prueba. Lo
que puede probarse, para destruir esta presunción, es la diligencia o cuidado debido
por la parte que aún no ha cumplido, o bien el caso fortuito que le exonera de toda
responsabilidad”.
En el mismo sentido se plantea el profesor Ruz, al sostener que “producido el
incumplimiento se presume culpable, salvo que el deudor pruebe que el
incumplimiento se debe a caso fortuito o que él ha empleado el cuidado o diligencia
que se le pedía”.
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A) Obligaciones de medios.
i) Para el autor francés René Demogue son aquellas en que el deudor sólo se
compromete a emplear la prudencia y diligencias necesarias para llegar al fin
perseguido por el acreedor.
ii) El autor español Miguel Lobato Gómez, señala que es aquella en la cual la
prestación debida consiste en el despliegue de una actividad del deudor dirigida a
proporcionar, de forma mediata, la satisfacción del interés del acreedor o, lo que es lo
mismo, consiste en el desarrollo de una conducta diligente encaminada a conseguir el
resultado previsto por el acreedor al contratar.
iii) El autor Víctor Flores Carvajal sostiene que “en las obligaciones de medio el
deudor no se obliga a la obtención de un resultado, sino que solamente a conducirse
con el debido cuidado y diligencia en el cumplimiento de las obligaciones convenidas,
es decir, el resultado permanece ajeno al contrato”.
iv) Alessandri sostiene que son “aquellas en que el deudor promete observar una
conducta determinada, obrar con determinada prudencia y diligencia a fin de tratar de
obtener el resultado que persigue el acreedor, pero no que éste se logre”.
v) Finalmente, Abeliuk señala que son aquéllas en las que “el deudor se obliga a
poner de su parte la diligencia necesaria, a conducirse con prudencia para obtener el
resultado deseado, pero no a conseguir éste”.
B) Obligaciones de resultado.
i) El autor francés René Demogue sostiene que son aquellas en que el deudor se
compromete a obtener un resultado determinado, a conseguir el fin perseguido por el
acreedor.
ii) Para Miguel Lobato Gómez es aquella en la que el deudor se obliga a
proporcionar en forma directa e inmediata la satisfacción de interés del acreedor,
mediante la obtención de un resultado pactado que integra a la prestación.
iii) El autor Víctor Flores señala que “son aquellas en que el deudor promete la
consecución de un resultado determinado, - por ejemplo la del vendedor de entregar
la cosa vendida y la del artífice de ejecutar la obra prometida –”.
iv) Alessandri sostiene que son “aquellas en que el deudor se compromete a
procurar al acreedor la realización misma de la obligación, a que éste logre el fin
perseguido con ella”.
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v) Finalmente Abeliuk señala que son aquéllas en las que “el deudor debe obtener
un resultado determinado”.
Frente a esto, un sector de la doctrina ha señalado que la regla de probar la
culpa del artículo 2.158 inc. 2º CC sería aplicable a todas las obligaciones de medios,
en virtud de lo dispuesto en el artículo 2.118 CC.
Como consecuencia de lo anterior, en las obligaciones de medios el acreedor
tendría que probar la culpa del deudor y en las obligaciones de resultado ésta se
presumiría. “En las obligaciones de medios se invierte el peso de la prueba y, en
consecuencia, es el acreedor quien deberá acreditar la culpa del deudor. Es decir, al
profesional cuya responsabilidad se persigue, no se le exigirá que acredite que el
incumplimiento se ha producido por caso fortuito o fuerza mayor, sino que le bastará
adoptar una actitud pasiva tendiente simplemente a desvirtuar la prueba del paciente
que ha sufrido el supuesto daño”.
Así, por ejemplo, en materia de responsabilidad civil médica, el autor Víctor
Flores Carvajal señala que, en las obligaciones de medios, “si el resultado no se
obtiene, no cabe presumir la culpa del deudor, sino que el acreedor (paciente) deberá
probar la culpa del deudor (médico). Esta es la regla general en materia médica, ya
que el médico no se obliga a sanar al enfermo, sino sólo a conducirse con la debida
diligencia y cuidado que le impone la ciencia médica”.
En el mismo sentido, Tapia Suárez sostiene que, en las obligaciones de medios,
“para establecer la responsabilidad del deudor, el tribunal deberá apreciar la
existencia de culpa de parte de éste, y no se limitará a constatarla como ocurre en el
caso de las obligaciones de resultado, en que la culpa surge automáticamente por el
solo hecho de la infracción de la obligación.
De lo que acabamos de manifestar se deduce, entonces, que las obligaciones de
medio, en materia contractual, equivalen a las que en materia delictual se conocen con
el nombre de ‘obligaciones sujetas al deber general de prudencia y diligencia’. En
ambas categorías de obligaciones el ‘onus probandi’ queda a cargo de la víctima, y
bien puede decirse que las obligaciones contractuales de medio constituyen
verdaderos casos de obligaciones legales sujetas al deber general de prudencia y
diligencia”.
Así también lo entiende el profesor Corral, al sostener que “el art. 1546 al
relativizar el deber contractual a la naturaleza de la obligación asumida permite
concluir que ciertas obligaciones médicas son de actuación; es decir, de actuar
diligentemente conforme a los conocimientos y habilidades de su profesión. Pero ello
no significa que aquí no se aplique la regla del art. 1547, sino únicamente que debe
probarse el incumplimiento mediante la acreditación de la negligencia. La sola falta
del resultado esperado: la salud recuperada, no basta para estimar incumplido el
contrato”.
Similar es la opinión del profesor Barros, quien, a propósito de la
responsabilidad civil médica, sostiene que “una vez probada la obligación,
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en los que la ley presume la culpa; otros, en los que se debe probar la culpa; otros, en
los que se permite al deudor exonerarse de responsabilidad probando la causa
extraña, y otros, en los que el deudor no puede exonerarse de responsabilidad ni
siquiera probando una causa extraña.
En realidad, cuesta pensar que el deudor deba responder incluso probando
causa extraña, porque ello implicaría sostener que se responde aunque no exista
relación de causalidad y, por tanto, sostener que la relación de causalidad no es un
requisito de la indemnización de perjuicios. El caso en que el deudor no se exime
probando causa extraña, es el de la denominada indemnización compensatoria, que –
conforme a la opinión del profesor Barros – no es indemnización de perjuicios, sino
que es cumplimiento en naturaleza indirecto.
La culpa grave y el dolo.
Según el artículo 44 del Código Civil, en materias civiles, la culpa grave
equivale al dolo, es decir, “esta declaración implica imponer al deudor que incurre en
culpa grave todos los efectos que se siguen para el deudor doloso”.
¿Qué ámbitos quedan comprendidos por medio de esta equiparación?
A) Si el deudor no cumple por haber incurrido en culpa grave, va a responder de
los perjuicios directos previstos e imprevistos. De ahí que “quien incurre en culpa lata
o actúa dolosamente está sujeto a la misma responsabilidad, o sea, indemniza iguales
perjuicios en conformidad con el art. 1558”, es decir, “se agrava la responsabilidad del
deudor, que responde de los perjuicios imprevistos (…) y aun de la destrucción de la
cosa durante la mora del acreedor en recibirla”.
B) Hay objeto ilícito en la condonación de la culpa grave futura; “no puede
exonerarse al deudor de la responsabilidad por culpa grave. Esta imposibilidad surge,
precisamente, de lo previsto en la última parte del inciso primero del artículo 44,
conforme al cual la culpa grave en materia civil equivale al dolo. Gracias a ello, se
aplica a la culpa grave el artículo 1465 del Código Civil en su última parte, que dice ‘La
condonación del dolo futuro no vale’ (hay objeto ilícito en ello). Si el perdón
anticipado del dolo no vale, tampoco vale el perdón anticipado de la culpa grave. Más
allá de los textos legales, cabe agregar que la exoneración de la culpa grave importaría
transformar, en la práctica, una obligación pura y simple en una obligación sujeta a
una condición simplemente potestativa, ya que el deudor cumpliría sólo si quiere
hacerlo, dejando de estar sujeto a responsabilidad ulterior. En efecto, al liberarlo del
cuidado que las personas más negligentes y de poca prudencia suelen emplear en sus
negocios propios, se lo dejaría en situación de cumplir sólo si quiere hacerlo, sin que
de ello se siga responsabilidad alguna, puesto que no respondería de ninguna culpa”.
Así también lo entiende el profesor Fueyo al sostener que “tampoco puede
renunciarse anticipadamente la culpa lata, por tratarse de un verdadero descuido
doloso, por su gravedad extrema”.
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En palabras del profesor Abeliuk, “el dolo futuro no puede condonarse (…), y en
consecuencia, también la culpa grave es irrenunciable de antemano”.
Problema.
¿Qué ocurre en materia probatoria? ¿Habrá que probar la culpa grave o ésta se
presume?
Opiniones.
A) Para algunos, la asimilación de la culpa grave al dolo es amplia, por lo tanto, se
debe probar la culpa grave.
En este sentido, el profesor Ruz señala que “el profesor Manuel Somarriva
sostenía que el Art. 44 no hacía distinción, sino que equiparaba en forma absoluta
ambos conceptos. Se fundaba en que la historia fidedigna del establecimiento de la
norma lleva también a esta conclusión”.
B) Para otros, el artículo 1.547 del Código Civil, establece una presunción de culpa,
y esta disposición no distingue entre culpa grave, culpa leve y culpa levísima; y donde
el legislador no ha distinguido, no cabe al intérprete distinguir, de lo que se concluye
que la culpa lata se presume.
De esta manera, don Luis Claro Solar “señalaba que para resolver la cuestión
debía determinarse previamente el alcance del Art. 44 al equiparar la culpa grave al
dolo.
Según él, esta equivalencia no podría significar que la culpa grave sea dolo, ya
que si ambos fueran una misma cosa, el Art. 44 no habría definido la culpa grave
separada del dolo.
Sostenía que equiparar culpa grave a dolo quería decir que la imprudencia es
tan grave que lleva a pensar que el autor ha querido causar daño. Por eso es que en
cuanto a la extensión de la responsabilidad ambos son equivalentes, pero esto no
puede llegar a todos los aspectos.
Argumentaba que el Art. 1547, que exige prueba de la diligencia o cuidado, no
hace distinción alguna, de manera que debe concluirse de él que también se presume
la culpa grave”.
En este sentido, el profesor Pablo Rodríguez sostiene que “la equivalencia, por
consiguiente, es material y se refiere a los efectos sancionatorios que establece la ley.
Por lo tanto, si se incumple una obligación, incurriendo el deudor en culpa grave,
deben aplicarse al infractor las mismas sanciones que proceden contra el deudor
doloso”. Como consecuencia de lo anterior, “el acreedor que es víctima de un
incumplimiento con culpa grave está en mejores condiciones que el acreedor que es
víctima de un incumplimiento doloso, ya que se presumirá la culpa y el infractor
deberá sufrir las sanciones que proceden contra el deudor de mala fe. La explicación
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B) Daño hipotético.
Daño hipotético es aquél en que “la víctima sólo tenía una posibilidad remota
de obtener un beneficio en caso de que no se hubiera producido la acción dañina”,
consecuentemente, no se indemniza.
2) Daño pasado, daño presente y daño futuro.
Esta clasificación se formula atendiendo al momento en que se produce el
daño, teniendo presente que “al aludirse a daños ‘actuales’ o a daños ‘futuros’, el
jurista se ubica en un momento que es, cronológicamente, posterior al evento dañoso:
es el momento de la sentencia judicial que declara reunidos los presupuestos de la
responsabilidad civil del obligado a responder, estima en particular los daños
producidos a la víctima, y finalmente, condena a su resarcimiento”.
Desde esta perspectiva, como explica el profesor Tamayo, “el daño presente y
el pasado son uno mismo, puesto que aquel no es más que la prolongación
permanente de un perjuicio que se ha venido generando desde el momento en que se
lesionó el bien de la víctima”.
Ahora bien, tanto el daño pasado, como el presente y el futuro son
indemnizables, en la medida en que se trate de un daño cierto. La certidumbre del
daño aparece con mayor claridad tratándose del daño pasado (y consecuentemente
del daño presente); pero no resulta tan claro respecto del daño futuro. En este sentido,
el juez tendrá por cierto un daño futuro atendiendo a las leyes de la probabilidad;
como señala el profesor Tamayo “el juez declarará la existencia del daño, con base en
las reglas de la experiencia y el sentido común de su propia vida”.
3) Daño eventual y daño virtual.
A) Daño eventual.
Para el profesor Tamayo daño eventual es aquél en que “la víctima sólo tenía
expectativas muy remotas de obtener un beneficio, del que se dice despojado”. En este
caso “frente al incumplimiento surge una serie de hipótesis, algunas que afirman el
daño y otras que lo niegan. Si no se puede establecer con precisión y como única
hipótesis racionalmente posible aquella que conduce al daño, éste resulta ser sólo
eventual y, por ende, no indemnizable”.
B) Daño virtual.
Por el contrario, daño virtual es aquél que “en el curso normal de los
acontecimientos, el daño muy seguidamente se producirá. Es decir, solo eventos
extraordinarios e inesperados harán variar la cadena causal”.
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(operaciones que sólo pueden realizarse con el transcurso del tiempo); en este último
caso, hacia el futuro, la víctima tendrá que hacer desembolsos patrimoniales con miras
a recuperar su anterior estado de salud; éste no es lucro cesante, pues no se trata de
una ganancia a que legítimamente se tenía derecho y que se dejó de percibir. Por otro
lado, la víctima de unas lesiones personales tendrá derecho a cobrar por la
incapacidad laboral producida no sólo desde el día del accidente hasta el día del fallo
(lucro cesante pasado), sino también, por la que se produce con posterioridad a éste
(lucro cesante futuro).
Así también lo entiende el autor Gastón Salinas, al señalar que “la diferencia
entre el daño actual y el daño futuro no corresponde necesariamente con la dicotomía
entre el daño emergente y el lucro cesante, por cuanto el primero puede ser actual o
futuro, y lo mismo se puede dar para el lucro cesante. ‘Lucro cesante actual o presente
es, pues, aquel que, si bien se ha producido en el patrimonio damnificado con
posterioridad al hecho dañoso, está determinado de manera cierta al momento de la
sentencia, pues comprende ganancias frustradas anteriores a ese momento”.
B) Daño extrapatrimonial.
i) Para algunos es todo daño no patrimonial, es decir, todo daño que no implica
una pérdida económica.
En este sentido, como indica la profesora Carmen Domínguez, hay quienes
hablan de todo perjuicio cuyo objeto no es un interés patrimonial, todo daño que no
repercute en el patrimonio o todo daño que carece de equivalencia pecuniaria.
Esta definición ha sido criticada, porque en lugar de decirnos que es el daño
moral nos está diciendo lo que no es.
ii) Algunos autores han señalado que es toda lesión a un interés extrapatrimonial,
que comprenderían los derechos de la personalidad y los derechos de familia.
Esta opinión ha sido criticada, porque no es tan fácil establecer el límite entre
daño patrimonial y moral; por ejemplo, si a un pintor se le cortan las manos
indiscutidamente sufre un daño moral, pero además sufriría un daño patrimonial
debido a que no va a poder trabajar. Entonces no resulta tan claro que la lesión a un
interés extrapatrimonial solo cause daño moral.
iii) Para otros es el que se infiere al violarse algunos derechos personalísimos o de
la personalidad que se protegen como bienes jurídicos tutelados como los atributos de
la personalidad.
Así, para el profesor Pablo Rodríguez, “si la lesión afecta un derecho o interés
que no es susceptible de avaluarse en dinero, el perjuicio es extrapatrimonial (puesto
que no se menoscaba el patrimonio de la víctima)”; es decir, “el daño moral es, en
términos generales, aquella especie de agravio implicado con la violación de alguno de
los derechos personalísimos, o sea, de esos derechos subjetivos que protegen como
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2. Lo propio del daño moral es una modificación disvaliosa del espíritu. “El
detrimento se traduce en una modificación disvaliosa del espíritu, (…), lo que es
comprensivo de múltiples aspectos de su personalidad que son dignos de protección”.
3. Esta definición enfatiza que el daño moral se produce como consecuencia de
una lesión a un interés extrapatrimonial. “No pierde de vista, (…), que el detrimento
en la subjetividad de la persona debe provenir de una lesión a intereses no
patrimoniales, cuya evaluación constituye un capítulo de fundamental importancia”.
4. Este concepto hace hincapié en que para la existencia del daño moral no es
necesario que quien lo padece este consciente del mismo. “La mera ausencia de
sensibilidad o de comprensión del dolor no excluyen la posibilidad de existencia de
daño moral, (…). Aún cuando no existe consciencia del agravio, el disvalor subjetivo
puede configurarse. El sufrimiento no es, de tal modo, un requisito indispensable para
que haya daño moral, aunque sí una de sus posibles manifestaciones más frecuentes”.
5. Esa modificación disvaliosa del espíritu debe manifestarse en un modo de estar
distinto aquel en que se encontraba la victima antes de la perpetración del hecho. “La
modificación disvaliosa del espíritu proyecta sus efectos con amplitud hacia ámbitos
específicos de la subjetividad del damnificado, como su capacidad de entender, querer
o sentir. Advierta el lector que el daño moral supera lo meramente afectivo, los
sentimientos, y proyecta también sus efectos hacia otras zonas de la personalidad que
merecen debida protección: la capacidad de entender y la de querer”.
5) Daño directo y daño indirecto.
A) Daño directo.
Para el profesor Pablo Rodríguez “el daño directo es aquel que deriva de una
causa inmediata y necesaria, sin cuya concurrencia no se habría producido. Por
consiguiente, sólo puede hablarse de daño directo en relación con una determinada
causa previamente establecida”.
El autor Gastón Salinas señala que “el daño inmediato es aquel que deriva como
consecuencia categórica de un hecho producido, esto es, de acuerdo a su desarrollo
normal, natural y ordinario”.
El profesor Ruz lo define señalando que “es aquel que es consecuencia lógica,
directa e inmediata, del incumplimiento del contrato”.
Para el profesor Fueyo “son aquellos que constituyen consecuencia necesaria
del incumplimiento, en relación de causa a efecto. Si no se hubiera producido el
incumplimiento, no se habrían causado los perjuicios de modo alguno; éstos resultan
de aquél”.
El profesor Meza Barros señala que “son perjuicios directos aquellos que
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10 Tal como se señaló, en la actualidad se cuestiona que el valor de la prestación sea propiamente de
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concurrido otras causas (la única reducción posible sería la exposición de la víctima
imprudentemente al daño).
C) Si entre las causas se presentan hechos ilícitos atribuibles a terceros, el
obligado a reparar tiene acción para repetir total o parcialmente contra sus autores.
D) Las llamadas predisposiciones, esto es, particularidades inherentes a la
persona de la víctima o su estado de salud, no tienen influencia alguna en la
responsabilidad del autor.
Crítica.
Conduce a excesos insalvables al hacer equivalentes todas las condiciones que
concurren a la producción del daño. El error es que opta por la causalidad física o
material, con prescindencia de la causalidad jurídica. “El inconveniente es que los
eventos que hayan concurrido a la realización del daño son enormes, de suerte que
todo daño correría el riesgo de tener un gran número de causas”.
Por otro lado, “mientras que la cadena más se extienda, la causalidad deviene
más aleatoria y su determinación adivinatoria”.
En consecuencia, “es demasiado extensa e insegura en cuanto a determinar la
certeza en el origen del daño, ya que deja demasiada amplitud al criterio exclusivo del
juzgador para determinar la extensión de los sucesos que se estiman de relevancia, a
fin de imputar responsabilidad a una persona natural o jurídica”.
2) Teoría de la causa próxima.
Entiende que la causa del daño es el último hecho que se produce en la cadena
causal. Del “conjunto de condiciones concurrentes a la producción del resultado, sólo
tiene carácter de causa la última de ellas, es decir, la más próxima al resultado”.
Crítica.
La proximidad cronológica no puede confundirse con la idoneidad de la causa
para generar el daño. “De por sí resulta difícil, en ocasiones, determinar cuál es la
causa próxima o última condición. No siempre el último antecedente es determinante,
además no siempre es fácil saber cuál ha sido el último acontecimiento en la cadena
causal”.
Por otro lado “al destacar una de las condiciones y otorgarle el carácter de
causa, niega la existencia de las concausas y no resuelve tampoco el problema de la
participación. Si en la serie causal son varios los actos realizados, en ejecución del
hecho, por varias personas, habría de tenerse por condición a la causa última de ellas”.
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6) Teoría de la preponderancia.
Para ésta, son causa de un resultado las condiciones positivas en su
preponderancia sobre las negativas.
Para explicarla se parte de la base que, cuando se desencadena un movimiento
para procurar un determinado fin y se logran superar los obstáculos que se oponen, se
persigue provocar una variación en el mundo real. Se afirma entonces que el núcleo
causal es la actuación voluntaria del hombre, quien pasa a desempeñar el papel de
autor del hecho. De aquí que el concepto de autor es el que delimita el concepto de
causa; autor puede serlo el que quiere todo el tipo delictivo y no sólo el que quiere una
condición. Tanto es así que cuando el Derecho quiere responsabilizar por el todo al
que sólo ha puesto una condición, crea figuras especiales y excepcionales, como la del
homicidio en riña. “La preponderancia o prevalencia causal, estima que debe
reputarse ‘causa’ a aquella condición que rompe el equilibrio entre los factores
favorables y adversos a la producción de un daño, es decir, aquel acto que por su
mayor peso o gravitación imprime la dirección decisiva para el efecto operado”.
Crítica.
No aporta a esclarecer el problema en sede contractual, pues la causa es
siempre la misma (el incumplimiento) y el también el autor es el mismo (el deudor).
7) Teoría del seguimiento o de la impronta continua de la manifestación dañosa.
Señala que el problema se presenta cuando el antecedente del daño se
presenta en forma sucesiva a través del tiempo, derivándose un mal de otro mal. Se
trata de dilucidar los daños que se producen en cascada, caso en el cual se debe
investigar cada uno de los eslabones de la cadena causal, hasta llegar al punto en que
algunos de estos hechos sean considerados causa idónea del resultado dañoso.
Debe seguirse sin discontinuidad la marcha del mal y partiendo del daño final,
es necesario remontar la cadena de las causas explicando cada hecho defectuoso por
la defectuosidad del hecho precedente, hasta la aparición eventual de una ruptura en
la cadena causal. Se debe seguir siempre el hecho o la culpa de la cual debe responder
el damnificado.
Los daños se producen en cascada y se debe investigar cada uno de los
eslabones de la cadena causal, hasta llegar al punto en que alguno de éstos sea
considerado causa idónea del resultado dañoso”.
Esta teoría complementa la de la causalidad adecuada, en lo que dice relación
con los daños que se producen en cascada, para los cuales la señalada teoría no tenía
una respuesta certera.
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Estas tres diferencias permiten formular una teoría especial sobre la relación
de causalidad, sólo aplicable a la responsabilidad contractual. Ella se plantea en los
siguientes términos. Ella sería: la causa principal y necesaria del daño contractual
radica en el incumplimiento, esto es, en el hecho de no desplegarse por parte del
deudor la conducta debida y descrita en el contrato; los daños están referidos a las
metas descritas en el contrato, los cuales pueden agravarse o atenuarse, pero no
diversificarse; y la concurrencia de otras causas imprevistas justificativas del daño
(concausas) sólo agravan el cumplimiento doloso (responsabilidad por daños
imprevistos), nunca el incumplimiento culpable (responsabilidad por daño previsto).
De esta manera, se entiende por causa “aquella situación que debe seguir de
un modo absolutamente necesario y rigurosamente general otra situación”.
Luego, el problema causal en la responsabilidad contractual se resuelve con el
simple expediente de suprimir mentalmente el incumplimiento de la relación
obligaciones: si el daño perdura, el incumplimiento no es la causa del mismo; en caso
contrario, la causa del efecto dañoso es el incumplimiento.
Situación en Chile.
En nuestro país no existe unanimidad respecto a cuál es la aceptada en
nuestro ordenamiento jurídico.
1) El profesor Pablo Rodríguez sostiene que nuestro Código Civil recogió la teoría
de la causa necesaria. En efecto, señala que “en materia contractual, hay un hecho que
es la fuente necesaria de la responsabilidad: el incumplimiento contractual. Todo daño
contractual ha de estar fundado en el hecho de no haberse desplegado la conducta
asumida por el deudor en el contrato. En consecuencia, hay una causa necesaria, sin la
cual no surge responsabilidad alguna (…). En otras palabras, la causalidad en materia
contractual consiste en determinar si el daño que se demanda fue provocado por el
incumplimiento o por otra causa.”. En definitiva, “la causa principal y necesaria del
daño contractual radica en el incumplimiento, esto es, en el hecho de no desplegarse
por parte del deudor la conducta debida y descrita en el contrato; los daños están
referidos a las metas descritas en el contrato, los cuales pueden agravarse o atenuarse,
pero no diversificarse; y la concurrencia de otras causas imprevistas justificativas del
daño (concausas) sólo agravan el incumplimiento doloso (responsabilidad por daños
imprevistos), nunca el incumplimiento culpable (responsabilidad por daño previsto).
En consecuencia, el problema causal en la responsabilidad contractual se resuelve con
el simple expediente de suprimir mentalmente el incumplimiento de la relación
obligacional: si el daño perdura, el incumplimiento no es la causa del mismo; en caso
contrario, la causa del efecto dañoso es el incumplimiento”.
2) Otros autores se inclinan por la teoría de la causa adecuada. “De acuerdo a ella
no todas las causas que intervienen en la producción de un efecto son equivalentes. En
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consecuencia, solo las que se consideren adecuadas tienen incidencia causal desde el
punto de vista jurídico. Si entre esas causas adecuadas se encuentran uno o más
comportamientos ilícitos del demandado o de los demandados, todos ellos se
considerarán como causa adecuada del daño. No significa, pues, que una causa que se
considere más adecuada que las otras, ipso facto excluya a las demás. De otro lado,
puede suceder que un comportamiento no se considere causa adecuada del daño.
Todo depende de las circunstancias”. En palabras del autor Gastón Salinas, “todas las
condiciones aparecen y conforman el antecedente, tienen la misma calificación de
intensidad y valoración para la producción del consecuente”, es por esta razón que
“los agentes causantes deben responder por el total sin distinguir la proporción en
que hayan contribuido al daño”.
Clasificación de los perjuicios según la existencia del nexo causal.
Se distingue entre perjuicios directos e indirectos.
1) Directos.
Como señalamos, son aquellos que constituyen una consecuencia inmediata
del incumplimiento de la obligación, a su turno, estos pueden ser:
A) Previstos.
Son los que las partes anticiparon al momento de contratar, o bien dentro de lo
razonable y lógico, estaban en condiciones de anticipar.
Para el profesor Pablo Rodríguez “son aquellos que resultan verosímiles o
probables al tiempo de la celebración del contrato, en atención a la relación causal que
los determina. En otros términos, al momento de perfeccionarse el contrato y surgir la
obligación, de acuerdo al desarrollo racional y normal de la causalidad, es posible
representarse los perjuicios que probablemente se producirán en el evento de que ella
– la obligación – no se cumpla”.
El profesor Gonzalo Ruz señala que es aquél que “necesariamente debe
producirse como una consecuencia del incumplimiento. (…) Pueden ser supuestos por
las partes al celebrar el contrato, ya que se sabe con certeza que se van a producir
cuando se verifique el incumplimiento del deudor”.
Cabe tener presente que el profesor Alessandri sostiene que esta regla “sólo es
aplicable en materia contractual. Esto se explica fácilmente. Las partes, al contratar,
han podido prever los daños que el incumplimiento del contrato podía causar; esta
previsión, en cambio, no puede tener cabida tratándose de un delito o de un
cuasidelito”; en este sentido, el profesor Barros agrega que “se entiende que cuando
las partes celebran un contrato, cada cual asume un ámbito determinado de riesgo,
que está incluido en el valor recíproco de las prestaciones; por eso, extender la
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el caso de culpa lata, porque el artículo 44 dispone que la culpa lata en materia civil
equivale al dolo, y ya hemos visto que esta equivalencia significa que una y otra
producen los mismos efectos jurídicos” y el profesor Orlando Tapia, al señalar que “si
el incumplimiento del contrato se ha producido dolosamente por el deudor, éste será
responsable de los perjuicios directos tanto previstos como imprevistos, que a
consecuencia de dicho incumplimiento se infieran al acreedor”.
3) Por regla general, el deudor no responde de los perjuicios indirectos, porque
falta la relación de causalidad11, a menos que las partes hayan estipulado que el
deudor va a responder de los perjuicios indirectos.
v.- Mora del deudor.
Aspectos previos.
Art. 1.557 CC.
Concepto de mora.
Es el retardo imputable al deudor en el cumplimiento de una obligación, que
persiste después de haber sido requerido por el acreedor, así como también la
resistencia del acreedor a recibir el pago que le ofrece el deudor en la forma, tiempo y
lugar convenidos.
Por su parte, el profesor Fueyo la define señalando que “es la dilación injusta
en el cumplimiento de una obligación. O bien, retraso cualificado en la contribución
prestacional”.
Clases de mora.
A partir de este concepto podemos distinguir:
1) Mora del Deudor.
Aspectos previos.
Es necesario distinguir los siguientes conceptos: exigibilidad, retardo, mora:
11 El profesor Meza Barros señala que “no se indemnizan los perjuicios indirectos, ni aun por el deudor
doloso, porque la indemnización comprende solamente los daños de que se es real y verdaderamente
autor”.
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1) Exigibilidad.
Esto quiere decir que la obligación está en condiciones de poder cumplirse;
“llegada la época en que la obligación debe cumplirse, se dice que se ha hecho exigible;
puede el acreedor demandar el cumplimiento”. Como señala el profesor Abeliuk, “la
obligación es exigible en los momentos que hemos señalado al hablar del pago” y esto
ocurre:
A) Si la obligación es pura y simple, a penas se contrae la obligación.
B) Si está sujeta a una condición suspensiva, cuando se cumple la condición.
C) Si está sujeta a un plazo suspensivo, cuando vence el plazo.
2) Retardo.
Se produce cuando la obligación se ha hecho exigible, y el deudor no la cumple.
“Puede definirse el retardo como el incumplimiento de la obligación más allá de la
época fijada por la ley”. Así, “si el deudor no cumple la obligación que se ha hecho
exigible, incurre en retardo en el cumplimiento” o, como señala el profesor Abeliuk, “si
la obligación “no se cumple en esa época, pasará a haber retardo”.
El retardo no siempre autoriza a demandar indemnización de perjuicios. Como
señala el profesor Ruz “el simple hecho del retardo no da lugar a indemnización”.
3) Mora.
Para que proceda la indemnización de perjuicios se requiere del retardo, pero
además, es necesario que el acreedor interpele, requiera o intime al deudor para que
cumpla, porque se entiende que en virtud de ese incumplimiento le está causando un
perjuicio. “Es obvio que el acreedor no está obligado a reclamar la ejecución de la
obligación exigible; pero si no exige el cumplimiento es lógico suponer que,
tácitamente, autoriza al deudor para darse un tiempo más para cumplir y que el
incumplimiento no le ocasiona un perjuicio serio”.
Concepto.
Este es el retardo imputable al deudor en el cumplimiento de una obligación,
que persiste después de haber sudo requerido por el acreedor.
Para el autor Gastón Salinas “es el retardo imputable en el cumplimiento de la
obligación unida a la interpelación por parte del acreedor en que éste le comunica al
primero que lo considera atrasado en el cumplimiento y que tal retardo le ocasiona
perjuicios”.
El profesor Abeliuk sostiene que es “el retardo imputable en el cumplimiento
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acreedor para entender que el deudor se encuentra constituido en mora. “La mora, en
esta situación convencional expresa, opera de pleno derecho, por lo que si el deudor
paga tardíamente y el acreedor recibe tal pago, no deja de estar en mora el acreedor
[debió decir el deudor], sí podríamos estar en presencia de una renuncia a la
indemnización moratoria por parte del acreedor” o, como señala el profesor Fueyo “el
deudor queda ipso facto constituido en mora por el solo hecho de no cumplir dentro
del plazo convenido, sin necesidad de requerimiento especial del acreedor”.
E. El solo incumplimiento una vez vencido el plazo, significa simultáneamente
retardo y mora.
F. Este plazo tiene que haber sido acordado por las partes de manera que se
excluyen tal el rigor con que se ha procedido en la interpretación de esta norma que se
ha fallado que, si estando pendiente el plazo fallece el deudor, para constituir en mora
a los herederos de éste, debe procederse a la interpelación extracontractual, porque
los herederos del deudor no concurrieron con su voluntad a la hora de fijar ese plazo.
G. Sin embargo, hay casos en los que no es suficiente esta interpelación
contractual, y debe procederse a la extracontractual, lo que ocurrirá en los casos que
la ley señale. Por ejemplo:
i. Tratándose de la terminación del contrato de arrendamiento por no pago de
rentas, el artículo 1.977 del Código Civil exige que el arrendatario sea reconvenido dos
veces, mediando no menos de cuatro días entre ambas reconvenciones.
ii. A propósito de la letra de cambio, se necesita que un ministro de fe proteste la
letra y requiera de pago al deudor.
H. El profesor Abeliuk agrega que “aunque el precepto no lo dice expresamente,
creemos que también será necesario el requerimiento, si así lo han convenido las
partes”.
I. Agrega el autor Gastón Salinas que, “cuando se conviene que el no pago de una
cuota hace exigible el total de la obligación (caducidad convencional), se ha resuelto
que existe mora por el total de las cuotas insolutas”.
J. El profesor Fueyo aclara que queda descartada la condición, porque se exige un
plazo y no una condición.
2. Tácita.
Es aquella que se verifica cuando la cosa no ha podido ser dada o ejecutada,
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sino dentro de cierto espacio de tiempo, y el deudor lo ha dejado pasar sin darla o
ejecutarla.
Para el profesor Alessandri “es tácita cuando se deduce de la naturaleza de la
obligación, cuando sin necesidad de que las partes la estipulen expresamente, aparece
del objeto mismo que las partes tienen en vista al contratar que la obligación no puede
ser cumplida últimamente [pareciera ser que quiso decir ‘útilmente’], sino dentro de
cierto tiempo”.
Según el autor Gastón Salinas “esta interpelación es ‘contractual tácita’, pues se
estima que en el contrato hay un plazo no expresado dentro del cual ha de ser
cumplida la obligación y que si el deudor pretende cumplir después de dicha fecha, en
nada aprovecha al acreedor, es más, le perjudica. Vale decir, este plazo tácito no se
encuentra expresamente estipulado como tal, sino que se deduce de la naturaleza
misma de la obligación, del propósito que tuvieron las partes al momento de
contratar”.
Así también lo entiende el profesor Abeliuk, al señalar que “se dice que la
interpelación es contractual tácita porque hay un verdadero plazo no expresado, pero
que se desprende de la forma como las partes han convenido el cumplimiento, de
manera que éste sólo le es útil al acreedor en determinada oportunidad y no en otra.
El daño aparece de manifiesto si así no se hace”.
De esta manera, “la naturaleza de la prestación determina que deba cumplirse
en cierta época para que reporte al acreedor el beneficio cabal que persigue”, toda vez
que, “transcurrido ese tiempo útil, la tardanza, la mora y el efecto de incumplimiento
total de la obligación, se confunden. En verdad, resultan tener un mismo significado o
valor. Es el incumplimiento absoluto o propio”. Así, como lo sostiene el profesor Ruz
“por la naturaleza misma de la prestación el deudor ha debido cumplirla dentro de
cierto tiempo, pasado el cual ese cumplimiento se hace imposible o inútil” y agrega
que “la ley no exige entonces una interpelación del acreedor, pues la prestación misma
lleva implícita la mora; aunque en realidad en este caso existe un plazo tácito (Art.
1494 inc. 2º)”.
Cabe tener presente que el profesor Abeliuk sostiene que “se ha resuelto que
cuestión de hecho determinar si el deudor cumplió cuando era oportuno”, por lo
tanto, es una decisión entregada a los jueces de la instancia, de manera que no puede
ser revisada a través de un recurso de casación.
ii) Interpelación Extracontractual.
Es aquella que se verifica cuando el deudor es reconvenido judicialmente por
el acreedor. Para el profesor Alessandri “es la que proviene de un acto posterior del
acreedor, por el cual manifiesta a su deudor que la inejecución le perjudica”. Según el
profesor Ruz, “la actividad exigida al acreedor requiere de una reconvención judicial y
por ella se entiende una demanda judicial”.
Como señala el profesor Fueyo, “la reconvención importa la formulación de
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una gestión específica, o bien una demanda judicial conforme a las normas procesales
pertinentes”.
Observaciones.
1. Constituye la regla general. “Es la regla general, pues fuera de los casos
señalados precedentemente el deudor se encuentra en mora cuando ha sido
judicialmente reconvenido por el acreedor”12. Como señala el profesor Meza Barros,
“recobra su imperio el principio de que es menester que el acreedor interpele a su
deudor”.
2. El profesor Meza Barros agrega que “la disposición pone de manifiesto que esta
interpelación debe hacerse judicialmente. Ninguna otra reclamación o protesta del
acreedor es bastante para constituir en mora al deudor”. Así también lo señala el
profesor Abeliuk, al sostener que “cualquier requerimiento extrajudicial, por enérgico
que sea, ya se efectúe por carta certificada, telegrama, avisos por diarios,
requerimiento por un notario, y aun el reconocimiento del deudor de estar en retardo,
no colocan al deudor en mora”. Así también lo entiende el profesor Alessandri, al
señalar que “un emisario, una carta o un requerimiento verbal, no serían suficientes
para constituir en mora al deudor”. Como lo señala el autor Gastón Salinas “la ley
quiere que el acreedor manifieste al deudor, en forma solemne y auténtica, que su
retardo le causa perjuicios y esa forma solemne y auténtica se obtiene mediante la
reconvención judicial”.
3. Requiere de una demanda judicial legalmente notificada. “Se ha estimado que
la mora se produce desde que se notifica la demanda al deudor, exigiéndole el
cumplimiento o la resolución y la indemnización de perjuicios según el caso”. Agrega
el profesor Abeliuk que “la colocación del deudor en mora se produce por la sola
notificación judicial de la demanda del acreedor, sin que sea menester esperar el
transcurso del término de emplazamiento, ni menos la contestación del demandado”.
4. La demanda puede ser de cumplimiento forzado, resolución de contrato,
indemnización de perjuicios, etcétera. No hay una exigencia particular, pero sí se
requiere que el acreedor señale al deudor que ese incumplimiento le causa perjuicio.
“Esta demanda, según lo ha entendido acertadamente nuestra jurisprudencia, puede
versar sobre exigencia del cumplimiento, también sobre resolución del contrato, o
bien sobre la indemnización de perjuicios pertinente, que debe ir aneja a las acciones
antedichas. Luego, no se exige tan estrictamente la sola reconvención específica.
12 Alessandri agrega “quedan comprendidas en este número las obligaciones puras y simples, aquellas
en que no hay señalamiento de plazo; las obligaciones que tienen un plazo legal, las obligaciones
condicionales, las obligaciones testamentarias, las obligaciones derivadas de un contrato bilateral
cuando ninguna de las partes las ha cumplido oportunamente”.
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13 El artículo 424 CC señala “El tutor o curador pagará los intereses corrientes del saldo que resulte en su
contra, desde el día en que su cuenta quedare cerrada”. Como señala el autor Wilfredo Yáñez “se pagan
perjuicios y no se puede encuadrar este caso en ninguno de los números del artículo 1551. Si se pagan
intereses es porque el deudor está en mora; sin embargo no ha habido previamente una reconvención
judicial”. Por su parte, el artículo 2.300 CC señala “El que ha recibido dinero o cosa fungible que no se le
debía, es obligado a la restitución de otro tanto del mismo género y calidad. Si ha recibido de mala fe, debe
también los intereses corrientes”. Así, el mismo autor sostiene que “se indemnizan perjuicios y, sin
embargo, no hay reconvención judicial”.
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Por ejemplo, desde entonces, desde luego, desde aquí, desde allí.
Nadie podría dudar que desde ese momento que señala el art. 1557 cabe
cobrar perjuicios. Pero ¿quién podría fundar la negativa de indemnización por daños y
perjuicios acaecidos antes de ese instante y debidamente acreditados? ¿Y cómo podría
negarse el derecho de fondo, al cobro de una reparación proveniente de un acto ilícito
e injusto? ¿O es que haríamos recaer sobre el acreedor un riguroso deber de
compulsión para defender su propio interés?
¿Dónde está la disposición general o específica que por su parte descarta la
zona intermedia entre el simple retardo y la interpelación judicial? En ninguna parte”.
3. René Abeliuk sostiene que hay que distinguir:
A. Indemnización Compensatoria.
Los perjuicios se producen por el sólo incumplimiento, de manera que la mora
es un requisito para que se haga exigible la obligación de indemnizar. Los perjuicios
compensatorios “se habrán siempre producido antes de la constitución de la mora por
el solo incumplimiento del deudor. Lo prueba así el Art. 1672, según el cual si la cosa
perece por culpa o durante la mora del deudor, la obligación subsiste y varía de
objeto: ‘el deudor es obligado al precio de la cosa y a indemnizar al acreedor’. El precio
de la cosa es evidentemente indemnización compensatoria”.
B. Indemnización Moratoria.
Requiere de la constitución en mora para que nazca la obligación de
indemnizar. Para los perjuicios compensatorios “es necesaria la mora para que ellos
se devenguen. Así parece revelarlo el Art. 1559, Nº 1º, en las obligaciones de dinero
(…); en su inc. 1º exige la mora del deudor, y en el número señalado declara que si la
deuda no devengaba intereses, ‘empiezan a deberse los legales’, esto es, comienzan
con la mora”.
De esta manera, “la mora suspende la exigibilidad de los perjuicios
compensatorios, y da nacimiento a los moratorios”.
2) Mora del Acreedor.
Aspectos previos.
Esta materia no ha sido regulada orgánicamente por el Código, sino que sólo
encontramos tres disposiciones que se refieren a ella, y a partir de las cuales la
doctrina ha elaborado una teoría general de la mora del acreedor. Estas disposiciones
son:
A) Art. 1.548 CC.
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1) Irresistibilidad.
Esto quiere decir que “el deudor debe estar imposibilitado de cumplir”.
2) Imprevisibilidad.
Según el profesor Tamayo se debe entender por imprevisible “aquello que,
pese a haber sido imaginado con anticipación, es súbito o repentino, o aquello que
pese a la diligencia y cuidado que se tuvo para evitarlo, de todas maneras se produjo,
así hubiese sido imaginado previamente a su ocurrencia”.
3) Exterioridad.
Como señala la profesora Mª Graciela Brantt, la exterioridad ha sido entendida
en dos sentidos distintos:
A) Exterioridad en sentido subjetivo.
Según este sentido, un hecho es considerado exterior si se ajeno a la voluntad
del deudor, de ahí que se habla de una acepción psicológica. De esta manera, la
exterioridad implica independencia de la voluntad o falta de imputabilidad subjetiva
del hecho respecto del deudor.
B) Exterioridad en sentido objetivo.
Según esta forma de entender la exterioridad, un hecho es considerado exterior
si es ajeno al riesgo de empresa. “Esta tesis toma como punto de partida la existencia
de ciertos riesgos que son inherentes al ejercicio de una actividad empresarial, al
derivar de la organización de los diversos medios que su desarrollo implica. Por lo
mismo, tales riesgos deben recaer sobre quien tiene el control de su funcionamiento:
el empresario, dando lugar a una responsabilidad objetiva de éste, sin consideración a
su conducta, por aquellos incumplimientos que constituyan la verificación de un
riesgo comprendido en dicha actividad, siendo posible su exoneración sólo cuando se
trate de riesgos extraños a la misma”.
Esta concepción habría sido recogida por el Derecho Uniforme. En efecto, “la
exoneración de responsabilidad del deudor, establece como primer requisito para que
ella pueda operar, que el incumplimiento se haya debido a un impedimento fuera del
control del deudor”.
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Sin embargo, si esto es así, “la responsabilidad por el hecho ajeno no puede
extenderse a otros casos que no estén expresamente contemplados” y, de razonarse
de esta manera, el artículo 1.679 estaría de más.
B) Otros sostienen que debe aplicarse el artículo 2.320 del Código Civil, por
analogía. Sin embargo, “esto es rechazado generalmente por los autores, por cuanto es
una norma dada expresamente para la responsabilidad extracontractual” y, como se
trata de una situación de excepción, no cabe su aplicación por analogía.
Frente a esto, el profesor Abeliuk sostiene que lo anterior “no significa en
nuestro concepto excluir de la responsabilidad contractual por el hecho ajeno, el
hecho de las personas por quienes responde extracontractualmente el deudor; y así,
por ejemplo, si la cosa debida ha sido destruida por el hijo que vive con su padre, éste
deberá probar que no ha tenido culpa en el hecho, según la regla general de
presunción de culpa, y evidentemente esta prueba no podrá ser otra que con su
autoridad no puedo evitar la acción del hijo”.
C) Otros hablan de la responsabilidad contractual por el hecho ajeno, es decir, que
el deudor va a ser responsable del hecho de aquellos terceros que emplea o que le
ayuda en el cumplimiento de su obligación. Esos casos aislados que expresamente
contempla el Código, “no son sino una aplicación de una regla más general, y en
consecuencia el deudor responde por el hecho de las personas a quienes emplea o le
ayudan en el cumplimiento de la obligación”; en consecuencia, el deudor respondería
por el hecho de:
1. Sus auxiliares, o sea, aquellos que le colaboran en el cumplimiento de la
obligación, por ejemplo, sus agentes o dependientes.
2. Las personas a quienes encarga que cumplan la obligación, por ejemplo, el
transportista que encarga a otro realizar el transporte.
3. Las personas a quienes llama al goce de los derechos que él tiene; por ejemplo,
los huéspedes y la familia del arrendatario.
2) Hecho exclusivo de la víctima.
En primer lugar, cabe tener presente que “la responsabilidad civil debe ser
total o parcialmente excluida cuando el perjuicio no es posible de ser atribuido al
agente, ya sea porque han intervenido y coadyuvado a la generación del daño (…) la
acción de la propia víctima”. En este sentido, cabe tener presente que “todos tenemos
el deber jurídico de evitar daños a nosotros mismos, lo que se justifica conforme al
principio de la igualdad que rige las relaciones de derecho privado; evidentemente, no
resulta lógico ni justo que un tercero quede sometido a una regla de conducta más
estricta que la aplicable a la víctima respecto de su propio cuidado”.
Para el profesor Tamayo “cuando la actividad de la víctima puede considerarse
como causa exclusiva del daño, habrá exoneración total para el demandado; poco
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importa que el hecho de la víctima sea culposo o no; en este caso, ese hecho constituye
una fuerza mayor que exonera totalmente al demandado”. En cambio, “la exoneración
será parcial si el obstáculo sólo retrasó el cumplimiento o afectó exclusivamente a una
parte de la prestación”.
Finalmente, cabe señalar que, “por lo general, el hecho del perjudicado no es
normalmente la causa exclusiva del daño, sino una de sus causas, en tal caso la
responsabilidad del daño debe repartirse entre el autor y la víctima, siguiendo
proporciones variables de acuerdo a la gravedad respectiva de la culpa en que se ha
incurrido”.
3) Caso fortuito o fuerza mayor.
Concepto de caso fortuito.
Art. 45 CC.
El autor Gastón Salinas sostiene que es “un hecho imprevisible o inevitable que
determina la imposibilidad de cumplir la obligación”.
Problema.
¿Es lo mismo fuerza mayor que caso fortuito?
El artículo 45 del Código Civil así lo señala, y hay otras disposiciones que
también hacen sinónimos, por ejemplo:
A) Art. 1.558 inc. 2ºCC.
B) Art. 1.925 inc. 2º CC.
C) Art. 1.926 inc. 2º CC.
D) Art. 2.015 inc. 2º CC.
E) Art. 2.016 CC.
F) Art. 2.020 CC.
Sin embargo, a propósito del mandato, el artículo 2152 del Código Civil, habla
del caso fortuito y la fuerza mayor.
Para el derecho romano, el caso fortuito era un hecho de la naturaleza, en
cambio, la fuerza mayor, era un hecho del hombre, sin embargo, las consecuencias
eran las mismas. “En doctrina algunos autores distinguen el caso fortuito de la fuerza
mayor; entendiendo por caso fortuito aquel acontecimiento extraño a la voluntad del
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14 Más bien, pareciera ser un requisito del modo de extinguir pérdida de la cosa que se debe.
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son excepcionales, hay algunos que son más frecuentes que otros.
Efectos del caso fortuito.
A) Un sector de la doctrina sostiene que es excluir la imputabilidad.
B) Otro sector sostiene que su efecto es romper la relación de causalidad.
C) Finalmente, existen doctrinas eclécticas, como la del profesor Rodríguez, quien
plantea que es eliminar “los efectos del factor de imputación o atribución”15; criterio
compartido con la profesora Brantt, quien sostiene que “en nuestro derecho la
responsabilidad no se basa exclusivamente en la culpa, ni deriva en todo caso de la
causalidad. Por tal razón, la exoneración derivada del caso fortuito no se explica
únicamente por la exclusión de una u otra”.
D) Cualquiera que sea la opinión que se adopte, exime de responsabilidad al
deudor, aplicando el adagio que a lo imposible nadie está obligado.
E) Como consecuencia de lo anterior, la mora producida por fuerza mayor o caso
fortuito no da lugar a la indemnización de perjuicios.
Casos en los que el caso fortuito no exime de responsabilidad.
A) Si el deudor se ha hecho responsable del caso fortuito, para lo cual necesita
especificar de qué caso fortuito va a responder. Art. 1.673 CC.
B) Cuando la ley lo pone de cargo del deudor, por ejemplo, el que ha hurtado o
robado una especie o cuerpo cierto, no puede alegar caso fortuito para justificar la
pérdida de la cosa, ni siquiera esos casos fortuitos que igualmente habrían producido
la destrucción de la cosa en poder del acreedor. Art. 1.676 CC.
C) Si el caso fortuito proviene de un hecho del deudor, aunque en rigor, en este
caso no habría caso fortuito, porque no sería involuntario. Art. 1.678 CC.
D) Si el caso fortuito sobreviene durante la mora del deudor, a menos que sea de
esos casos fortuitos que igual hubiese provocado la destrucción de la cosa, si ésta
hubiese estado en poder del acreedor, en cuyo caso sólo se deberá la indemnización
de perjuicios por la mora. Art. 1.547 inc. 2º CC.
15 Cabe tener presente que para el profesor Rodríguez el factor de atribución es la culpabilidad (en
sentido amplio) en los casos de responsabilidad subjetiva, y el riesgo en los casos de responsabilidad
objetiva.
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16 Agrega este autor que “el hecho del deudor puede no ser culpable. Supóngase que el deudor ejecuta
un acto, empleando la diligencia o cuidado que de acuerdo con la naturaleza del contrato corresponde
y, no obstante, causa la pérdida de la cosa.
La obligación, de todos modos, se hace imposible de cumplir, con el daño consiguiente para el
acreedor; pero la ausencia de culpa tempera la responsabilidad del deudor”. Esta conclusión se basaría
en el art. 1.678 CC que, en caso de un hecho voluntario del deudor, que inculpablemente ignoraba la
obligación, sólo lo hace responsable del precio sin otra indemnización de perjuicios, lo que parece
afirmar que el precio es cumplimiento específico indirecto y no indemnización de perjuicios.
17 Algo similar ocurre con el profesor Pablo Rodríguez, ya que él sostiene, por una parte, que los
factores de imputación son la culpa, el dolo y el riesgo; pero – al tratar las causas extrañas a la relación
obligacional que eliminan los efectos del factor de imputación, no menciona la debida diligencia.
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tanto, es constitutivo de causa extraña (fuerza mayor o caso fortuito, hecho exclusivo
de tercero o hecho exclusivo de la víctima.
Sin embargo, la doctrina y la jurisprudencia y, a veces, el legislador (…) ha
hecho en la práctica una importante distinción entre una figura y la otra. De este
modo, cuando se exige la prueba de una causa extraña, como fuerza mayor o caso
fortuito, se entiende que el deudor no solo debe demostrar que fue prudente y
diligente, es decir que no cometió culpa alguna, sino también que el daño es imputable
a una causa diferente de su propia acción u omisión. Lo que significa que además de
probar que no cometió culpa, debe romper el nexo de causalidad entre su conducta y
el daño, o sea, demostrar que no lo causó, jurídicamente hablando.
En cambio, cuando el legislador le permite al deudor demostrar ausencia de
culpa, le está autorizando a liberarse de su responsabilidad con solo probar diligencia
y cuidado, es decir, que sin detenerse en la causa del daño, admite que el deudor
demuestre haber observado la prudencia y diligencia exigidas para evitar el hecho.
Por tanto, siempre que el legislador exija la prueba de la debida diligencia y cuidado,
lo que le está exigiendo es la demostración de ausencia de culpa. La argucia lógica que
permite en la práctica probatoria hacer la distinción entre ausencia de culpa y causa
extraña, radica en que en la primera realmente no se le exige al deudor todo el rigor
probatorio de una verdadera ausencia de culpa, rigor que sí se demanda en el caso de
la causa extraña. En efecto, cuando basta probar ausencia de culpa, el deudor lo que
prueba son hechos positivos, es decir diligencia y cuidado, no importa que no
demuestre que no causó el daño. Si se exigiera con toro rigor la prueba de la ausencia
de culpa tendría que demostrar tal cantidad de cosas, que prácticamente le sería
imposible superar la presunción. Pero, como dijimos, el legislador se contenta con
exigirle la prueba de la diligencia y cuidado”.
Y agrega que “en el fondo, la única manera de probar verdaderamente la
ausencia de culpa consiste en demostrar la causa del daño y que esa causa le es
completamente ajena al deudor, es decir, que es imputable a una causa extraña. Por
ello estimamos errónea la doctrina según la cual, cuando se exige ausencia de culpa no
es indispensable probar la causa del daño, mientras que cuando se exige probar la
causa del daño, lo que se requiere es un causa extraña. En nuestro concepto, aun en la
ausencia de culpa, el deudor debe probar la causa del daño y luego establecer que fue
diligente y prudente pero que, pese a ello, no pudo impedir el hecho causante del
perjuicio. No puede perderse de vista que el artículo 1730 del Código Civil presume
que la cosa perece por culpa del deudor, luego la única forma de desvirtuar ese nexo
de causalidad presunto es probando, realmente, cuál fue la causa del daño. Así lo
acepta la doctrina nacional.
Como se ve, pues, aquello que lógicamente es idéntico, el legislador lo
diferencia en la práctica al permitir mostrar la ausencia de culpa mediante la prueba
de diligencia y cuidado, mientras que al exigir la causa extraña lo que pide es la prueba
de la ruptura del nexo causal.
Esa diferencia práctica entre la ausencia de culpa y la causa extraña la
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(arts.1556 y 1558 CC), mora (art. 1557 CC) y causalidad (art. 1558 CC). De esta
manera no se ha exigido culpa ni se ha dispuesto que la ausencia de ella libere.
De lo expuesto, cabe preguntarse qué rol cumple la culpa, atendido a que el
Código le destinó importantes disposiciones (arts. 44 y 1547 CC). En este sentido, hay
que distinguir:
A.- En las obligaciones de medios, atendido el contenido de la prestación, la
diligencia cumple dos funciones:
i.- Una función integradora, es decir, forma parte de la prestación, de manera que
si el deudor ejecuta la prestación diligentemente, habrá cumplido, y si la ejecuta con
culpa, no habrá cumplido.
Como señala la profesora Brantt, “la función integradora se aprecia en aquellos
casos en que la diligencia se identifica con la prestación debida, constituyendo en
definitiva el objeto de la obligación. Existen ciertas obligaciones que recaen sobre un
hacer del deudor, y en las cuales la diligencia dota de contenido y determina la
prestación. Por ello, el ordenamiento jurídico no las entiende cumplidas si no es con la
diligencia debida según el modelo aplicable. El despliegue de ésta es lo que satisface el
interés perseguido por el acreedor con el contrato, de modo que tal diligencia y
cumplimiento de la obligación se confunden. Es lo que ocurre en las llamadas
obligaciones de medios, cuyo objeto es un hacer diligente del deudor”.
ii.- Una función promotora o instrumental, que conduce a ejecutar la prestación
comprometida, de manera que la culpa excluye el caso fortuito, lo cual impide que la
obligación se extinga y se exonere al deudor de responsabilidad.
En palabras de la profesora Brantt, “es extrínseca a la actividad debida”, pues
no se identifica con ésta ni la constituye. No integra la prestación sino que tiene
respecto de la misma un carácter instrumental; busca impulsar su concreción,
constituye una herramienta que el deudor debe utilizar con dicho propósito.
La finalidad perseguida con esta función de la diligencia es que la prestación,
contemplada inicialmente como proyecto, se convierta en realidad, esto es, que se
verifique el cumplimiento. En definitiva, lo que esta diligencia impone al deudor es
hacer todo lo necesario para producir la satisfacción del interés del acreedor, aunque
no haya estado específicamente definido como parte de la prestación debida. En este
sentido, produce una extensión de los deberes del deudor, pues le impone una
actuación adicional a la sola prestación, pero encaminada precisamente a conseguir su
realización. Esta diligencia no equivale al cumplimiento, pero es necesaria para que
éste se produzca, esa es la relación existente entre ambos”.
Agrega que “el despliegue de esta diligencia impone al deudor prever lo que
puede suceder durante la ejecución del contrato y, particularmente, le asigna el deber
de anticipar los eventuales obstáculos que pueden surgir para el oportuno y fiel
cumplimiento de su obligación. En este sentido, la diligencia constituye – como se verá
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cumplimiento de la obligación.
Para determinar el imprevisto, la mayoría de los autores utilizan un criterio
objetivo en comparación con la actitud del contratante medio. Es decir, se exige que
este sujeto ideal no haya podido prever las causas que hacen oneroso el
cumplimiento”.
De esta manera, “si el acontecimiento se previó o pudo preverse no se
encuentra justificada la alteración de las estipulaciones contractuales. Las partes
debieron formular las condiciones del contrato en términos que las pusieran a
cubierto de futuros trastornos. El contrato tiene precisamente por objeto asegurarse
de futuras contingencias”.
4) Que ese hecho “dificulte de una manera considerable el cumplimiento de las
obligaciones de uno de los contratantes, no haciéndolo imposible, pues entonces
existiría caso fortuito o fuerza mayor y se configuraría un modo de extinción de las
obligaciones, pero transformándolo en exorbitantemente más dispendioso”.
Para el profesor Meza Barros, como consecuencia de ese hecho, “debe hacerse
considerablemente más oneroso el cumplimiento de la obligación y causar al deudor
un grave daño.
El acontecimiento no hará imposible el cumplimiento porque, entonces,
constituiría un caso fortuito. Se precisa que haga gravemente onerosa la ejecución de
la obligación con serio perjuicio para el obligado. Sólo esta circunstancia justificaría
una alteración de los términos del contrato para evitar un exorbitante
enriquecimiento de una parte, a expensas de la ruina de otra”.
Así, el profesor Abeliuk señala que “el cumplimiento de la obligación debe
importar al deudor un desembolso exagerado.
En todo contrato hay un cierto grado especulativo; ambas partes desean
obtener una ganancia, la que puede traducirse en la consiguiente pérdida para la otra;
por ello es que se agrega la expresión ‘exagerada’ o ‘excesivo’. Se trata de una pérdida
grave más allá del riesgo normal del contrato”.
5) Que ese hecho produzca un trastorno, más o menos generalizado en la
economía de un país, o en la de un sector de ella. Luego, no se trata de una obligación
determinada, o de un caso particular, sino que de una situación que afecta a la
economía del país, o por lo menos a un amplio sector de deudores.
En este sentido, el profesor Meza Barros sostiene “que el acontecimiento cause
una grave perturbación en las condiciones generales de la vida económica y en el
desarrollo general de los negocios.
Esta alteración plantea una aflictiva situación a toda una categoría de
contratantes”.
Por su parte, el profesor Abeliuk señala que “se agrega que el imprevisto no
debe ser exclusivo del deudor; afectarlo únicamente a él, sino en forma general a
todos los contratantes que se encuentren o puedan encontrarse en la situación del
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deudor. Así se pretende impedir su exagerada amplitud, pero no todos los autores
señalan esta circunstancia; el Código italiano no la contempla.
Se ha discutido si la inflación puede considerarse un imprevisto para estos
efectos; nos parece que no hay inconveniente alguno para aceptarla como tal, siempre
que realmente haya sido imprevisible. Nadie podría alegar en Chile que la inflación
tenga este carácter, con más de 100 años de desarrollo del fenómeno y que ha
conocido períodos de agudización en determinados momentos de nuestra historia.
Sólo en estos últimos años podría considerarse imprevisible”.
Problema.
¿Qué es lo que ocurre en estos casos? ¿El deudor debe cumplir o queda
exonerado del cumplimiento? ¿Puede el juez entrar a modificar el contrato, con el
objeto que se recupere el equilibrio entre las prestaciones?
1) Situación en el Derecho extranjero.
En el Derecho Comparado existen dos formas de solucionar este tema:
A) Que los deudores pueden solicitar la resolución del contrato sin indemnización
de perjuicios, por excesiva onerosidad sobreviniente. Ésta es la solución del Código
Civil italiano, “que en los contratos bilaterales es la resolución, en todo análoga a la del
incumplimiento”.
Esta solución consiste “en abolir los efectos del contrato, facultándose al juez
para eximir a las partes de las consecuencias futuras del acto”.
El demandado, en este sistema, puede hacer subsistir el contrato, ofreciendo
modificar equitativamente los términos de éste, procediéndose a una solución
amigable entre los contratantes.
B) Otros dicen que es el juez quien debe modificar el contrato, buscando
equilibrar y armonizar este contrato con las condiciones actuales; debiendo el juez
suspender los efectos del mismo, mientras no se encuentre una solución adecuada.
Como señala el profesor Abeliuk, “se puede autorizar al juez para suspender
temporalmente el cumplimiento, mientras subsistan las circunstancias que imponen
la extrema onerosidad, o para ir lisa y llanamente a la revisión del contrato,
modificando las prestaciones de las partes hasta eliminar el desequilibrio producido”.
Según el profesor Meza Barros, se trata de una solución menos radical,
consistente en “la revisión de las estipulaciones del contrato para adaptarlo a las
condiciones nuevas e imprevistas.
Es, sin duda, esta última solución la que más cuadra con el fundamento de la
institución y satisface el propósito de aminorar la carga que la obligación significa
para el deudor, a la vez que respeta los términos del contrato”.
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2) Situación en Chile.
En nuestro Código, no hay una norma que en términos generales se pronuncie
sobre este tema, sino que hay normas particulares al respecto. Así tenemos:
A) Disposiciones que permiten una modificación al contrato.
Por ejemplo:
i) A propósito del comodato.
Art. 2.180 Nº 2 CC.
ii) A propósito del depósito.
Art. 2.227 CC.
iii) A propósito del arrendamiento para la ejecución de obras materiales, y en
particular para la construcción de edificios.
Art. 2.003 Nº 2 CC.
B) Disposiciones que prohíben la modificación del contrato.
i) Art. 2.003 Nº 1 CC.
ii) Art. 1.983 inc. 1º CC.
¿Qué ocurre en los casos en que no hay una disposición?
Mayoritariamente, se ha señalado que en virtud del artículo 1.545 del Código
Civil, que consagra el principio de la intangibilidad del contrato, ni el juez estaría
autorizado para modificarlo, ni el deudor estaría exento de cumplirlo, debiendo este
deudor sufrir la excesiva onerosidad sobreviniente.
Como señala el profesor Meza Barros, “las obligaciones derivadas del contrato,
por lo tanto, de no mediar un acuerdo de las partes o circunstancias que, de
conformidad con la ley, excusan de cumplirlas, deben ejecutarse íntegramente, pese al
cambio de las condiciones en que se contrajeron”.
En el mismo sentido, el profesor René Abeliuk sostiene que “parece claro que la
imprevisión no puede aceptarse como de orden general, pero cabe preguntarse si
conviene su introducción entre nosotros. Nos inclinamos por la afirmativa, pero sujeta
a estrictas condiciones, de manera de evitar que se convierta en un pretexto más para
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B) La buena fe.
Se dice que el acreedor que exige el cumplimiento al deudor, sabiendo que éste
es mucho más gravoso, estaría actuando de mala fe, lo que atenta contra el artículo
1.546 del Código Civil. “El contrato se cumple de buena fe cuando se ejecuta de
acuerdo con la intención de las partes y no puede estar en ella que una se enriquezca a
expensas de la otra”.
Según el profesor López Santa María, “violaría la norma que ordena a los
contratantes que se comporten de buena fe, el acreedor que le exige a su deudor un
cumplimiento mucho más gravoso del previsto al celebrar el contrato, susceptible
incluso de arruinarlo. La buena fe impone tener en cuenta el cambio de circunstancias.
Si éstas varían, después de celebrado el contrato, y afectan gravemente la
conmutatividad de la convención, el favorecido debe ceder parte del beneficio
imprevisto, aceptando modificar equitativamente las cláusulas del contrato. En
subsidio, el perjudicado puede ejercer una acción judicial, solicitándole al tribunal
competente que revise el contrato”.
C) Los principios de la responsabilidad contractual.
i) Según el artículo 1.547 inc. 1º del Código Civil, el deudor es responsable de la
culpa leve en los contratos onerosos, y resulta que en caso de haber una excesiva
onerosidad sobreviniente, se le estaría exigiendo un mayor grado de responsabilidad
que el que exige la ley, puesto que tendría que cumplir, en términos mucho más
gravosos, aunque no ha habido culpa de su parte.
Como sostiene el profesor López Santa María, “según las reglas de la prestación
de la culpa (art. 1547.1 CC), el deudor sólo responde de la culpa leve en los contratos
que se celebran en beneficio recíproco de las partes, y existe este tipo de culpa cuando
se omite el cuidado ordinario que los hombres emplean en sus negocios propios. En
casos como el del ejemplo, el deudor podría, pues, alegar la exención de
responsabilidad civil por incumplimiento, probando que el pago oportuno le habría
significado una diligencia mayor a la del buen padre de familia, única que la ley exige”.
ii) Según el artículo 1.558 del Código Civil, si sólo hay culpa del deudor, éste
responde por los perjuicios directos y previstos, y resulta que en este caso, en que ni
siquiera hay culpa, se le está exigiendo que responda por circunstancias imprevistas,
lo que vulnera este principio.
En palabras del profesor López Santa María, “el deudor incumplidor, al que no
pueda reprocharse dolo, sólo responde de los perjuicios directos previstos y no de los
imprevistos. Por lo tanto, en el caso hipotético planteado, si la Sociedad Petrolera
fuere renuente en cumplir, como no habría dolo en su omisión (y sólo culpa,
presumida por el art. 1547.3 CC) pudiera estimarse que no tendría que reparar los
perjuicios sobrevenidos para ENAP, ya que éstos serían daños imprevistos”.
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renegociación del contrato. Se emplea una fórmula general: basta el cambio de las
circunstancias exteriores (pues no dependen del control o manipulación de las partes)
que los contratantes tuvieron en vista al obligarse, para que se inicie el procedimiento
de adaptación del contrato”.
En este mismo orden de ideas, se ha sostenido “que la alteración de las
circunstancias ha de ser sustancial o importante, debiendo tener un impacto decisivo
en la economía del contrato”.
Se ha señalado que esta cláusula no implica revisar constantemente el contrato,
sino que de lo que se trata, es de establecer algunas limitaciones, por ejemplo, que no
se puede invocar esta cláusula en los cuatro primeros años de vigencia del contrato, o
bien que sólo se puede invocar una vez cada dos años. “No se trata de que a cada rato
se vuelva a negociar. Por eso, al estipularse la cláusula hardship suele convenirse que
no podrá ser invocada antes de cuatro años transcurridos desde la fecha del contrato.
O que las adaptaciones no serán más de una cada dos años”.
La parte que se vea afectada por una situación imprevista, debe ponerla en
conocimiento de la otra parte, detallando cuales son las circunstancias que han
cambiado, y ofreciendo la modificación del contrato para poder solucionar el
problema.
La otra parte, tiene un plazo breve para contestar, y si hay acuerdo, se juntan
los negociadores de ambas partes, con el objeto de entrar a modificar el contrato; pero
si no hay acuerdo, el tema pasa a un árbitro, previamente designado, quien debe
decidir si hubo o no una modificación en las circunstancias.
Si estima que no la hubo, el contrato sigue en vigor, pero si estima que la hubo,
se procede a la revisión del contrato, de acuerdo al procedimiento y a los plazos
estipulados18.
Finalmente, cabe señalar que “lo normal es que las negociaciones tengan éxito,
pues el solo hecho de incluir la cláusula hardship en un contrato representa una
manifestación de ánimo conciliador y de disposición a buscar la justicia en la
repartición de las cargas y de los frutos del contrato a largo plazo. Pero si fracasan, el
árbitro decidirá cómo se adaptarán los términos del contrato a la mayor onerosidad
sufrida por quien alegó el hardship”.
v.- Las cláusulas modificatorias de responsabilidad.
En el ejercicio del principio de la autonomía de la voluntad, las partes pueden
modificar las reglas legales en materia de responsabilidad contractual. Art. 1.547 inc.
18 El profesor López Santa María sostiene que “la parte que estime que ha sido afectada por un hardship
debe avisarlo al contratante, proporcionándole detalles sobre la naturaleza del cambio de las
circunstancias, el impacto económico sufrido y sus proposiciones para remediar el problema. La
contraparte tendrá un plazo breve para contestar. En caso de que no se logre acuerdo, se recurre al
árbitro. Éste determinará si ha existido hardship. En caso afirmativo, se pasa a las negociaciones, las
que se desenvolverán de acuerdo al modus operandi y en los plazos que se hubiesen estipulado”.
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4º CC.
Como señala el profesor Abeliuk, “nos referimos a las convenciones
anticipadas, anteriores al cumplimiento o incumplimiento, y que suprimen o
modifican la responsabilidad del deudor; las primeras constituyen un requisito para la
responsabilidad contractual, pues aun cuando exista incumplimiento imputable al
deudor, éste se libera de indemnizar; las demás alteran los efectos normales del
incumplimiento señalados por la ley en forma supletoria”.
Con todo, cabe tener presente que “existen algunas limitaciones a las
convenciones de las partes, a fin de defender principalmente a quienes contratan con
empresas monopolísticas o muy poderosas, que podrían imponer como contrato de
adhesión cláusulas de irresponsabilidad”.
1) Cláusula que agravan la responsabilidad del deudor.
A) Si responde por el caso fortuito.
Como señala el profesor Meza Barros, “el caso fortuito o fuerza mayor, en vista
de una estipulación semejante, no exonerará de responsabilidad al deudor”, y agrega
que “es lícito estipular que el deudor responda del caso fortuito”. Art. 1.673 CC.
B) Si responde por un grado de culpa que va más allá de lo que le corresponde,
atendiendo la naturaleza del contrato.
C) Si responde de los perjuicios imprevistos, no habiendo dolo o culpa grave.
D) Si responde del daño moral.
E) Si responde de los perjuicios indirectos.
Como señala el profesor Fueyo, estas cláusulas “se estiman lícitas en general”.
2) Cláusulas que disminuyen la responsabilidad del deudor.
A) Los casos de responsabilidad limitada o tarifada. Cualquiera que sea el valor de
los perjuicios, sólo se indemniza hasta una cantidad determinada.
B) Si se estipula que el deudor no responderá del lucro cesante.
C) Si se estipula que el deudor sólo responderá del hecho propio.
D) Si se disminuye el grado de culpa del deudor.
Como señala el profesor Fueyo, “no sería posible admitir que por este camino
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si se trata de pagar una cosa distinta del dinero, se procede a la avaluación judicial.
i.- Avaluación convencional.
Aspectos previos.
1) Puede ocurrir que las partes, antes que se produzca el daño hagan una
estimación del perjuicio que acarrearía para el acreedor el incumplimiento de la
obligación. A esta estipulación se le llama Cláusula Penal.
2) El profesor Meza Barros sostiene que “la avaluación convencional de los
perjuicios o cláusula penal prevalece sobre la que hacen el juez o la ley. Por
consiguiente, ni al juez ni al legislador toca justipreciarlos cuando las partes los han
regulado de antemano”.
Concepto de Cláusula Penal.
Art. 1.535 CC.
Ventajas de la Cláusula Penal.
1) Exime al acreedor de la carga de probar la existencia de los perjuicios.
Si hay cláusula penal y el deudor no cumple debe pagar la pena, aunque el
acreedor no haya sufrido perjuicios, o incluso si el incumplimiento ha beneficiado al
acreedor. Art. 1.542 CC.
Según el profesor Ruz se presume de derecho el perjuicio del acreedor, por lo
que no admite prueba en contrario.
En palabras del profesor Alessandri, “las partes convinieron en el monto de los
perjuicios, y acreditada por el acreedor la existencia de la obligación, acreditado que el
deudor no la ha cumplido, el juez deberá condenar al deudor al pago de los perjuicios
estipulados”.
Así también lo entiende el profesor Fueyo, quien sostiene que “hay también
una especie de garantía para el acreedor, en cuanto no necesita éste probar perjuicios
producidos, tanto en su fundamento legal como en su monto concreto”.
2) Exime al acreedor de la carga de probar el monto de los perjuicios.
3) Es una garantía del cumplimiento de la obligación principal, es decir, opera
como una verdadera caución, presionando al deudor para que cumpla, porque éste
sabe que si no cumple va a tener que pagar la pena, sin necesidad de que se acredite la
existencia y el monto de los perjuicios. En este sentido, “impulsa al deudor a cumplir
oportuna y exactamente la obligación para no incurrir en la pena”.
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palabras del profesor Meza Barros, “la cláusula penal supone una obligación principal
a que accede, cuyo cumplimiento se garantiza por medio de ella”. Como señala el
profesor Ruz, “mediante ella el deudor o un tercero asegura el cumplimiento íntegro y
oportuno de la obligación”. En consecuencia, “como caución que es, la cláusula penal
accede a una obligación principal que garantiza. No puede existir cláusula penal sin
ella”.
Consecuencias.
A) Art. 1.536 inc. 1º CC.
Sostiene el profesor Fueyo que “la primera parte de este inciso señala el efecto
propio de las cosas que son accesorias de otra, en cuanto al desaparecer lo principal lo
accesorio sigue la misma suerte por vía consecuencial.
En la segunda parte del inciso transcrito se repite igual principio, aunque el
efecto, por lo mismo, no es el del caso anterior. Esto es, siendo nula la cláusula penal
no se transmite el vicio a la obligación principal; esta última tiene vida propia y no
desaparece por razón de lo accesorio”.
Para Alessandri, “no hay aquí, sino una aplicación de aquel principio tan
conocido, de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal. Es razonable que el
legislador haya establecido la nulidad de la cláusula penal, cuando sea nula la
obligación a que accede, porque de haber dispuesto lo contrario, implícitamente, la ley
habría autorizado su violación, ya que habría obtenido el cumplimiento o ejecución de
actos o contratos prohibidos por la ley o no reconocidos por ella”.
Con todo, es posible sostener que esta disposición adolece de una imperfección
técnica, por cuanto la nulidad de la obligación principal, no necesariamente va a
acarrear la nulidad de la cláusula penal, puesto que ello dependerá de si una u otra
tienen vicios de nulidad o no. Lo que sí ocurre es que la nulidad de la obligación
principal acarrea la ineficacia de la cláusula penal por cuanto ésta no puede subsistir
sin esa obligación principal que le sirve de soporte. Como dice el profesor Meza
Barros, “en verdad, la cláusula penal no es propiamente nula por el hecho de serlo la
obligación principal. La ley ha querido significar que la cláusula penal no puede
subsistir si la obligación principal es nula”.
Excepciones aparentes.
i) A propósito de la promesa de hecho ajeno.
Art. 1.536 inc. 2º CC.
En la promesa de hecho ajeno intervienen estipulante y promitente, y éste se
obliga a que un tercero va a dar, hacer o no hacer alguna cosa, pero el promitente no
es representante ni legal, ni convencional del tercero.
Si estipulante y promitente pactan una cláusula penal, para el caso que el
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obligación principal por falta de aceptación del beneficiario. Pero en realidad se trata
de una excepción aparente por cuanto la cláusula penal accede al contrato celebrado
entre estipulante y promitente, y éste existe independientemente de si ha habido
aceptación o no.
De este modo, como señala el profesor Meza Barros, “pactada una cláusula penal
hay dos obligaciones: a) la del promitente para con el beneficiario de realizar la
prestación en que la estipulación consiste; y b) del promitente para con el estipulante
de pagar la pena, si no cumple lo prometido en favor del tercero.
Tampoco, esta vez, hay nulidad de la obligación principal a que accede la pena”.
B) Art. 1.540 CC. Si la obligación principal es divisible, la pena también es divisible,
y si la obligación principal es indivisible, la pena también será indivisible.
Observaciones.
i) Si la obligación principal es divisible la pena se divide entre los herederos del
deudor, a prorrata de sus cuotas hereditarias.
ii) En consecuencia, el heredero que contraviene a la obligación, incurre en
aquella parte de la pena que corresponde a su cuota hereditaria.
iii) El acreedor no tiene acción en contra de los herederos que no han
contravenido.
iv) Sin embargo, si la cláusula penal se ha establecido con la intención expresa que
su pago no pudiese efectuarse en forma parcial, y uno de los herederos ha impedido el
pago total, el acreedor puede exigir a ese heredero el total de la pena, o bien a cada
uno de los herederos su correspondiente cuota en la pena, sin perjuicio de las acciones
de reembolso que corresponda en contra del heredero infractor; o bien demandar a
otro heredero (no culpable), el total de la pena, quien tendrá una acción de reembolso
en contra del heredero culpable. “En realidad, el único que debe la pena, en este caso,
es el deudor infractor de la obligación; los demás no son codeudores de la pena, y de
ahí que éstos puedan obtener el reembolso de lo que por aquel han pagado. Pero, se
dirá, ¿por qué razón la ley da derecho al acreedor para exigir a cada heredero su
respectiva cuota? Porque la ley cree que todos los deudores han debido tomar las
precauciones necesarias para evitar que uno de ellos deje la obligación incumplida, y
es esta responsabilidad que afecta a cada uno, en presencia del acreedor, la que la ley
quiere sancionar, autorizando a este para exigir de cada uno de ellos la cuota que en la
pena le corresponde”.
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6) Obligación condicional.
A) Se trata de una condición suspensiva, porque cuando acontezca el evento
constitutivo de la condición, nacerá la obligación de pagar la pena, siempre que el
deudor esté en mora. Como dice el profesor Alessandri, “la pena sólo se debe en caso
de no cumplirse o retardarse el cumplimiento de la obligación principal, es decir, en
caso de que se produzca un acontecimiento futuro e incierto, que es precisamente lo
que caracteriza a la condición”.
B) Es una condición negativa, porque el evento constitutivo de la condición es que
no se produzca el cumplimiento de la obligación principal, o bien que ésta no se
cumpla oportunamente .
Observación.
Esta opinión tradicional ha sido refutada por el profesor Corral, quien señala
que no puede sostenerse este carácter condicional, pues la obligación penal ha nacido
desde que se convino el contrato y sólo su eficacia queda pendiente del
incumplimiento; pero su función coactiva y de caución comienza a desplegarse desde
el momento mismo de su constitución; en consecuencia, ya es una obligación y la
eventualidad del incumplimiento no altera sus efectos ordinarios, sino que es un
presupuesto esencial sin el cual no puede ser reconocida como tal.
Efectos de la Cláusula Penal.
El autor Gastón Salinas sostiene que “son los derechos que ésta otorga al
acreedor, una vez que el deudor se constituye en mora”.
Las consecuencias que genera la cláusula penal van a ser distintas,
dependiendo de si se cumple o no la obligación principal.
1) Si se cumple la obligación principal.
Se extingue la cláusula penal. “Si se da fiel cumplimiento a la obligación
principal, la cláusula penal ha perdido toda su razón de ser. La condición suspensiva
que representa ha fallado. La expectativa de llegar a cobrar vida, exigiéndosela,
desaparece por completo. No queda más que aplaudir la precaución tomada, como que
la cláusula penal también es llamada preventiva”.
2) Si la obligación principal no se cumple.
Esto quiere decir, que se verifica el hecho constitutivo de esa condición
suspensiva y negativa, y por ende deberá pagarse la pena. “Si se produce
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incumplimiento en alguna de las formas que conocemos, cobra eficacia y razón de ser.
Es cuando debemos estudiar los requisitos que han de concurrir, la forma de exigirse,
desde qué momento es exigible, etc.”.
Como sostiene el profesor Meza Barros, “para que el deudor incurra en la pena
es menester que no cumpla la obligación o retarde su cumplimiento.
La cláusula penal, de este modo, es una obligación condicional. Puede
demandarse la pena si el deudor – hecho futuro e incierto – no ejecuta o retarda la
obligación principal”.
Cabe tener presente que la cláusula penal es una forma de avaluar
anticipadamente los perjuicios, de manera que para que surja la obligación de pagar la
pena es necesario que concurran todos los requisitos para que proceda la
indemnización de perjuicios; en este sentido, señala el profesor Alessandri que “la
exigibilidad de la pena queda sometida a las mismas reglas que rigen la exigibilidad de
toda indemnización de perjuicios. En consecuencia, los requisitos que señalamos para
que un acreedor pueda exigir perjuicios de su deudor, deben también concurrir
cuando se ha estipulado una pena para que el acreedor pueda exigirla del deudor.
Rigen a este respecto las reglas contenidas en el título XII del libro IV del C. Civil en
todo aquello que no aparezcan modificadas por las del título XI. Por esto, para que el
acreedor pueda exigir la pena, es menester que el deudor infrinja la obligación, no
cumpliéndola, o cumpliéndola imperfecta o tardíamente; es menester que el
incumplimiento de la obligación provenga de culpa o dolo del deudor, que le sea
imputable; y es menester, por último, que el deudor esté constituido en mora si la
obligación es positiva, o la haya contravenido ejecutando el hecho prohibido, si la
obligación es negativa. Las exigencias 1ª y 3ª que acabo de señalar, están
expresamente indicadas en el artículo 1535 que señala la exigencia de la infracción de
la obligación y que define la cláusula penal, y en el artículo 1538 que dispone: ‘Háyase
o no estipulado un término dentro del cual deba cumplirse la obligación principal, el
deudor no incurre en la pena, sino cuando se ha constituido en mora si la obligación es
positiva’. ‘Si la obligación es negativa, se incurre en la pena desde que se ejecuta el
hecho de que el deudor se ha obligado a abstenerse’, artículo que contempla la
exigencia de la mora. Los artículos que acabo de citar no hacen sino repetir las reglas
consignadas en el título XII del libro IV del C. Civil, ya estudiados.
El único de los requisitos necesario para que la indemnización de perjuicios
sea exigible, que no es menester que concurra tratándose de la cláusula penal, es la
necesidad del acreedor de probar los perjuicios que le ha acarreado el
incumplimiento, porque con arreglo al artículo 1542, ‘Habrá lugar a exigir la pena en
todos los casos en que se hubiere estipulado, sin que pueda alegarse por el deudor que
la inejecución de lo pactado, no ha inferido perjuicio al acreedor, o le ha producido
beneficio’”.
En el mismo sentido, el profesor Abeliuk sostiene que “para que el acreedor
quede en situación de cobrar la pena estipulada, es necesario que se cumplan todos
los requisitos ya estudiados para la indemnización ordinaria, pero no importa que no
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haya perjuicios”.
En consecuencia, la cláusula penal confiere ciertas ventajas al acreedor, puesto
que estará eximido de probar:
1) La existencia de los perjuicios
2) El monto de los perjuicios
3) La relación de causalidad entre el incumplimiento y el perjuicio.
Luego, sólo tendrá que acreditar:
1) El incumplimiento, aunque en realidad, sólo bastará con invocarlo.
2) La mora del deudor. En este sentido, el profesor Meza Barros sostiene que “la
pena, como toda indemnización de perjuicios, se debe a condición de que el deudor se
encuentre en mora, salvo que la prestación debida consista en no hacer algo”.
Con todo, el profesor Fueyo cuestiona que en la cláusula penal se exija este
requisito. En efecto, sostiene que “el art. 1542, que autoriza la exigibilidad de la pena
aun en el evento de no resultar perjuicios en el hecho. Como que, de otro modo,
siempre habría quedado abierta la puerta para el debate sobre los daños y perjuicios,
desvirtuándose la finalidad de este instituto, cual es no discutir sobre efectos y, en
cambio, atender directamente a la infracción culposa”.
3) El dolo, si imputa dolo. El profesor Abeliuk sostiene que “debe haber un
incumplimiento imputable al deudor”. Y agrega que “se ha pretendido
infundadamente, sin embargo, que el deudor respondería de la pena aun en caso
fortuito, porque el Art. 1542 declara que ‘habrá lugar a exigir la pena en todos los
casos en que se hubiere estipulado…’
Semejante interpretación es insostenible, porque, según veremos en seguida,
el precepto es tan rotundo para significar que la pena puede cobrarse aunque no haya
perjuicios; también veremos a continuación que el legislador exige la mora del deudor
para que haya lugar a la pena, y ella supone la imputabilidad del incumplimiento;
finalmente, el caso fortuito extingue la obligación principal por ‘pérdida de la cosa
debida’, como dice nuestro Código, y la extinción de la obligación principal acarrea la
de la pena”.
Observación.
No debe olvidarse que la pena puede ser:
1) Compensatoria, o
2) Moratoria.
Desde esta perspectiva, como señala el autor Gastón Salinas, “la cláusula penal
compensatoria se da en caso de incumplimiento absoluto de una obligación, a
diferencia de la cláusula penal moratoria, que se produce en caso de retardo en el
cumplimiento de la obligación”.
En este sentido, como lo sostiene el profesor Alessandri, “la cláusula penal al
igual que la indemnización de perjuicios, es compensatoria o moratoria. Es
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que genera.
En cuanto a su naturaleza jurídica existen dos concepciones:
1) Concepción Objetiva.
Estima que la lesión enorme nada tiene que ver con la voluntad de la víctima,
sino que existe cuando la desproporción que se produce entre las prestaciones de las
partes excede de los límites permitidos por el legislador, y esto se mide dentro de una
operación aritmética.
Para esta concepción la lesión no se consagra en términos amplios, sino sólo en
los actos y contratos que expresamente contempla el legislador.
2) Concepción Subjetiva.
Considera que la lesión es un vicio del consentimiento. Para algunos, es un
efecto de un error, de una fuerza o de un dolo, ya que sólo como consecuencia de un
error, de una fuerza, o de una maquinación fraudulenta, una persona podría consentir
en un acto que significa un desequilibrio entre las prestaciones con su contraparte.
Para otros, es un vicio autónomo, motivado, por ejemplo, por el estado de necesidad o
por la falta de diligencia o experiencia.
Para esta concepción, la lesión se aplica a todos los actos jurídicos.
Situación en Chile.
Nuestro Código Civil adopta la concepción objetiva; luego:
1) La voluntad no tiene ninguna trascendencia a la hora de determinar si hay o no
hay lesión, ya que basta con que la desproporción exceda de los límites establecidos
por el legislador.
2) La lesión sólo está establecida para ciertos actos y contratos. En nuestro país
llama la atención que no sólo se establece para contratos onerosos conmutativos, sino
que también para otras figuras:
A) Aceptación o repudiación de una herencia o legado.
B) Partición de bienes.
C) Compraventa de bienes raíces.
D) Permutación de bienes raíces.
E) Anticresis.
F) Mutuo a interés.
G) Cláusula penal.
Como señala el profesor Fueyo, “el instituto de la lesión enorme está aceptado
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Requisitos.
A) Contrato bilateral, que es aquel en que las partes se obligan recíprocamente.
B) Que la obligación de una de las partes consista en pagar una cantidad
determinada, ya sea de dinero o de otras cosas fungibles distintas del dinero.
C) La obligación de la contraparte puede consistir en dar, hacer o no hacer alguna
cosa, sin que el Código establezca mayores exigencias.
D) Contrato oneroso, esto es que busca la utilidad o beneficio de ambas partes,
gravándose cada una a beneficio de la otra.
E) Contrato conmutativo, que es aquel en el que las prestaciones de las partes se
miran como equivalentes.
F) Que aquella parte que se obligó a pagar una cantidad determinada de dinero o
de otra cosa fungible, para asegurar el cumplimiento de su obligación, se haya
impuesto una pena que también debe consistir en pagar una cantidad determinada de
dinero, o de otra cosa fungible distinta del dinero.
¿Cuándo la pena es enorme?
Según explica el profesor Abeliuk, hay dos interpretaciones doctrinarias:
A) La mayoría de la doctrina considera que la cláusula penal no puede exceder del
doble de la obligación principal, como si una persona vende a otra un vehículo en
$30.000.-, de los cuales el comprador queda adeudando $10.000.-, y se estipula una
pena para el caso de no pagarse el precio de $20.000.-. Como ésta es el duplo de la
obligación principal, no está sujeta a reducción, pero si fuere superior a $20.000.-, se
rebajaría todo el excedente.
En el mismo sentido, el profesor Fueyo sostiene que “no se admite un pago
superior al doble de la obligación principal. Lo que exceda del doble es ilícito y debe
hacerse la reducción correspondiente. Naturalmente que incluyendo en ese duplo la
obligación principal; esto es, el acreedor recibe, en total, lo principal multiplicado por
dos, pero no por tres. No han faltado quienes sostienen lo último. La historia fidedigna
de la disposición, sin embargo, disipa la duda”.
Así también lo entiende el profesor Meza Barros, al sostener que “la pena y la
obligación principal, en conjunto, no pueden exceder del doble de la segunda”.
Ésta es la opinión del autor Gastón Salinas, quien sostiene que la pena “no
puede exceder del doble de la obligación principal incluyéndose la pena en él, cuando
se reclama el cumplimiento de la obligación principal conjuntamente con la pena
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Según el autor Gastón Salinas, hay “que entender que se refiere al interés
corriente aumentado en un 50%, a cuya cantidad debería rebajarse entonces lo
convenido en exceso”.
Esta situación es distinta de lo que ocurre en la Ley 18.010, en la que se rebaja
hasta el interés corriente, no el máximo convencional.
3) Obligaciones de valor inapreciable o indeterminado.
Art. 1.544 inc. 4º CC.
Para el profesor Fueyo, “inapreciable significa privado de apreciación, esto es,
de fijación de tasa o precio; según su etimología. O sea, el valor inapreciable es el que
no está en condiciones de medirse mediante una tasa o precio.
Indeterminado tiene puntos de contacto con inapreciable, si bien esto último
explica la razón en la naturaleza de las cosas, y la indeterminación es lisa y
simplemente el efecto, que puede tener o no repercusión en lo inapreciable.
Una obligación de hacer será generalmente de valor inapreciable y, a la vez,
indeterminado”.
Según el autor Gastón Salinas, “para apreciar si la pena es enorme se compara
ésta con el valor de la obligación principal. Dicha referencia es imposible, en cambio,
cuando la obligación principal tiene un valor indeterminado o que no se pueda
apreciar. En tal caso, si quien se sujeta a la pena considera que ésta es excesiva o
desmesurada, como no es posible aplicar ninguna regla o parámetro objetivo que
permita ponderar dicha circunstancia, tiene que recurrir al juez para que éste
prudencialmente la reduzca si le pareciere enorme”.
El profesor Meza Barros, señala que “se ha fallado que era excesiva la pena
estipulada entre un abogado y su cliente, en que éste se obligaba a pagarle la mitad de
su cuota hereditaria en caso de revocar el poder que tenía conferido al primero”.
Observaciones.
1) Cláusula penal enorme es aquella en la que la pena convenida es excesiva en
comparación con la obligación principal; entendiéndose que lo es, si excede de los
márgenes establecidos por el legislador.
2) El artículo 1.544 del Código Civil, es doblemente excepcional:
A) Porque consagra la lesión enorme, que en nuestro sistema no es de aplicación
general, sino que es de aplicación restringida.
B) Porque hace excepción al artículo 1.542 del Código Civil que establece que
habrá lugar a la pena en todos los casos en que se hubiere pactado, porque resulta que
si la cláusula penal es enorme, no se está pagando el total de la pena.
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19 En el mismo sentido, el profesor Meza Barros sostiene que “la ley hace la avaluación de los perjuicios
solamente en las obligaciones que tienen por objeto el pago de una cantidad de dinero, según se
expresa en el art. 1559”.
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obligación: debe ser de dinero en su origen. Su carácter excepcional obliga, pues, a una
interpretación restrictiva”20.
E) Como sostiene el mismo profesor “los perjuicios se presumen, hasta
concurrencia de cierta medida. Por eso, el acreedor que sólo cobra intereses no
necesita probar perjuicios; queda exonerado de la prueba”.
Ámbito de aplicación del artículo 1.559 del Código Civil.
Esta disposición se aplica:
A) Cuando la obligación consiste en pagar una suma de dinero.
B) Cuando se trata de una indemnización moratoria. Como señala el profesor Ruz,
“en las obligaciones de dinero no existe indemnización compensatoria, por la razón de
que esta es la suma de dinero que equivale al cumplimiento íntegro de la obligación.
En efecto, si una persona debe dinero y no paga, el acreedor iniciará la
ejecución forzada y se pagará con el producto del remate de sus bienes esto es, se
pagará finalmente con dinero, cumpliéndose la obligación misma forzadamente in
natura”.
En el mismo sentido, el profesor Fueyo sostiene que “no podía ser de otro
modo. En efecto, en la indemnización compensatoria – que es la común – ha de
prestarse una cantidad de dinero a cambio de lo que debe darse, hacerse o no hacerse,
puesto que es preciso suplir el cumplimiento con la medida común de valores, que es
el dinero. Pero si lo que se debe es precisamente dinero, no necesita reemplazante. Se
exigirá la cantidad adeudada, que es la obligación específica, y, además, lo que
concierna por la mora. En otras palabras, hay cumplimiento en la naturaleza
convenida y pago del perjuicio por la mora. Capital adeudado más intereses por la
mora”.
Tasa de interés en la avaluación legal de perjuicios.
El artículo 1.559 del Código Civil establece las siguientes reglas:
A) Si se ha pactado un interés superior al legal, se sigue debiendo ese interés
convencional. En caso contrario, es decir, si no hay interés convencional superior al
20 En este sentido, el autor incurre en un error, pues interpretación restrictiva “es aquella que como
resultado de la misma se concluye que la ley interpretada debe aplicarse a menos casos o situaciones de
las que ella menciona expresamente”, mientras que interpretación estricta es “aquella que, una vez
efectuada por el intérprete, conduce a la conclusión de que el texto legal interpretado debe ser aplicado
sólo a los casos que él expresamente menciona, sin extender por tanto la aplicación del texto a más
casos de los que éste contempla y sin restringirlo tampoco a menos casos de los que el propio texto
interpretado señala”.
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legal, comienza a deberse el interés legal, quedando, sin embargo, en su fuerza las
disposiciones especiales que autoricen el cobro de los intereses corrientes en ciertos
casos.
Observaciones.
i) Esta regla parte de la base que las partes han convenido un interés
simplemente convencional, esto es, de aquellos que se deben por el sólo hecho de
existir un plazo para la restitución del dinero y por el uso del mismo, ya que si se
tratase de un interés moratorio, estaríamos frente a una cláusula penal, o sea, frente a
una avaluación convencional de los perjuicios, y no frente a una avaluación legal.
Como sostiene el profesor Fueyo, “se deben los convencionales que hayan
fijado las partes, aunque con las limitaciones de no ser inferiores al legal, ni superiores
a los que autoriza la ley” o, como sostiene el profesor Alessandri, “si en el contrato se
ha pactado un determinado interés, el acreedor tiene derecho de exigir del deudor
dicho interés, ya que el contrato es ley para los contratantes”21.
En este sentido, el profesor Abeliuk señala que “si las partes han estipulado
intereses para la obligación no cumplida, y son superiores a los legales, se continúan
devengando los mismo intereses convenidos”.
ii) Se dice que esta regla es lógica, porque no tendría sentido estipular un interés
por el sólo hecho de existir un plazo para el uso del dinero, y no aplicar esa misma tasa
de interés cuando el deudor se ha constituido en mora, si ese interés es superior al
corriente.
iii) Por el contrario, si no se han pactado intereses, o si los pactados son inferiores
al interés legal, comienza a deberse el interés legal. Así, “si no hay intereses
convenidos o los estipulados son inferiores a los legales, que según sabemos son hoy
en día los corrientes, comienzan a deberse estos últimos”.
Como señala el profesor Fueyo “se deben los legales si nada se ha dicho para el
caso de mora, o si se ha expresado que se cobrarán intereses sin especificarlos, o si se
han estipulado en una tasa inferior a la legal” y agrega que “si los convencionales son
inferiores al interés legal, se debe este último. Norma protectora de los derechos del
acreedor”.
En el mismo sentido, Alessandri sostiene que “si no se han estipulado intereses
en el contrato para el caso de mora del deudor, o si se han fijado intereses sin fijar su
clase, o si se han fijado o estipulado intereses inferiores al legal desde el momento de
la mora, se deben los intereses legales, porque el artículo 1559, Nº 1, dice: ‘en caso
contrario’, ¿y cuál es el caso contrario?, todo aquel que no quede contemplado en la
21 En esta parte, el autor, al parecer, incurre en un error, pues parece estar refiriéndose al interés
simplemente convencional, el cual es lógico que se cobre en virtud del principio de la fuerza obligatoria
del contrato, pero el art. 1.559 CC se refiere a los intereses moratorios.
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perjuicios ‘por la mora’”; en el mismo sentido, el profesor Abeliuk sostiene que “el
inciso 1º dijo claramente que se trataba de una indemnización por la mora, y ésta
existe para el deudor en los casos del Art. 1551”; así también lo entiende el profesor
Ruz, al sostener que si bastase el hecho del retardo “no podríamos darle alguna lógica
al inciso 1º del Art. 1559, que trata de la indemnización por la mora”.
Con todo, el profesor Fueyo sostiene que “estoy, sin embargo, en favor del pago
de intereses desde el momento de ser exigible la suma de dinero que se debe; única
manera de tutelar los intereses del acreedor y de evitar la injusticia que significa
condicionar su derecho a formalidades que sirven especialmente para encubrir y
proteger el comportamiento ilícito del deudor. Es una protección mal entendida e
inmerecida en favor del deudor recalcitrante.
No hay que perder de vista, por otra parte, la circunstancia esencial de tratarse
de una liquidación de perjuicios legal, a la vez mínima y prudente, que por lo mismo
no admite nuevas reducciones por vía de interpretaciones pro debitore”.
Problema.
¿Puede el acreedor se ha sufrido perjuicios superiores a aquéllos que le cubren
los intereses demandar esos perjuicios superiores?
Opiniones.
i) Luis Claro Solar.
No, puesto que el artículo 1559 del Código Civil, sólo lo autoriza a cobrar los
intereses. En este sentido se ha dicho que “no es procedente el cobro de otros
perjuicios, porque el legislador pretendió fijar la indemnización de las obligaciones de
dinero en reglas determinadas”.
ii) Opinión mayoritaria.
Dice que sí es posible, pero el acreedor tendrá que probar los perjuicios.
Argumentan señalando que el art. 1559 Nº 2 CC utiliza la expresión “sólo”, de
manera que si no sólo cobra intereses, tendrá que justificar los perjuicios.
Así, el profesor Fueyo sostiene que “se puede cobrar, pues, mayor cantidad que
la resultante por concepto de intereses – sean éstos legales o voluntarios –, con la sola
salvedad que tendrá que rendirse la prueba respectiva por quien los alega, vale decir,
por el acreedor”.
En el mismo sentido, el profesor Abeliuk señala que “la letra de la ley lo dice
claramente; el inc. 1º declaró que la obligación de indemnizar quedaba sujeta a las
reglas siguientes, y la 2ª expresa precisamente que el acreedor no tiene necesidad de
justificar perjuicios ‘cuando sólo cobra intereses’; toda esta última frase queda
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enteramente de más con la otra interpretación. No tiene ni puede tener otro sentido
que el que estamos señalando”.
Así también lo entiende el profesor Meza Barros, al sostener que esta
disposición “no se opone a que pueda demandar otros perjuicios que, obviamente,
deberá justificar”.
También es ésta la opinión de Alessandri, quien señala que, “cuando el
acreedor limita su acción al cobro de intereses, no necesita justificar perjuicios; de
donde parece que la ley ha querido decir que el acreedor puede cobrar varios
perjuicios, pero sólo cuando los reduzca al cobro de intereses no necesita probarlos;
algo quiere decir esta expresión ‘sólo’, y como la indemnización compensatoria puede
asimilarse a la moratoria, única a que se refiere el artículo 1559, no se ve por qué el
acreedor no pueda cobrar otros perjuicios”.
C) Los intereses atrasados no producen interés.
Éste es el tema de anatocismo, que en rigor significa generar algo que ya se ha
producido. Como señala el profesor Fueyo, “viene del griego ana y tokos, que significa
repetición de cosa producida o generada”.
Jurídicamente, la expresión anatocismo se utiliza en dos sentidos:
i) Para indicar que los intereses producen intereses. En palabras del profesor
Fueyo, “es el interés o rédito que producen los intereses devengados, que está
impagos, por considerárseles añadidos al capital desde el día en que debieron
satisfacerse. Dicho en forma más breve: intereses sobre intereses capitalizados”. Para
el profesor Alessandri, “consiste en que puedan capitalizarse lo intereses; en lugar que
el interés pase a manos del acreedor, quedan en poder del deudor y se transforman en
un capital productor de intereses, de tal manera que el deudor ve aumentar su deuda
enormemente, porque en lugar de pagarse intereses sobre el capital, se pagan
intereses sobre éste, y sobre los intereses que el capital produce”.
ii) Para indicar el acuerdo entre las partes, en orden a que los intereses produzcan
intereses. En palabras del profesor Fueyo, “también se designa con el nombre de
anatocismo al pacto mismo que da lugar al cobro de intereses que tiene por fuente
otros intereses”.
¿Puede convenirse que los intereses atrasados devengan interés?
En la actualidad se puede decir:
i) Que los intereses atrasados por sí solos no devengan intereses. Como señala el
profesor Meza Barros, “los intereses no producen natural o espontáneamente
intereses”.
ii) Lo anterior no obsta a que las partes puedan estipular que los intereses
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atrasados generen intereses; “puede estipularse que los produzcan, de acuerdo con
los términos de la convención”. Como señala el profesor Alessandri, “se podría
estipular intereses de intereses; lo que se prohíbe es que los intereses atrasados
produzcan interés; pero se ha dejado a las partes en libertad de pactar dichos
intereses, ya que el Nº 3 quiere decir que los intereses atrasados no devengan
intereses a falta de estipulación de las partes, porque el artículo 1559 no es
prohibitivo”.
D) La regla anterior se aplica a toda especie de rentas, cánones y pensiones
periódicas.
Como señala el profesor Alessandri, “el individuo que debe estas pensiones,
cánones o rentas no está tampoco obligado a pagar interés sobre esos precios, rentas,
cánones o pensiones periódicas que debe”. Por ejemplo, “el arrendador no tiene
derecho a cobrar intereses al arrendatario sobre las rentas de arrendamiento que éste
se encuentre en mora de pagar”.
iii.- Avaluación judicial.
Concepto.
Es aquella que hace el tribunal en una sentencia definitiva recaída en un juicio
ordinario, y a falta de avaluación convencional y de avaluación legal.
Para el profesor Meza Barros, “es la que hace el juez y constituye la forma más
frecuente, en la práctica, de avaluar los perjuicios. Tiene lugar cada vez que las partes
no han convenido en el monto de la indemnización o cuando la ley no regula los
perjuicios”.
Según el profesor Fueyo, “es la que hace el juez conforme a su convicción,
atendidas las circunstancias del caso y las bases generales dispuestas en la ley,
excluyéndose los casos de cláusula penal y de obligaciones de dinero”.
Así también lo entiende el profesor Ruz, al señalar que “es aquella que hace el
juez cada vez que las partes no hayan convenido anticipadamente el monto de los
perjuicios o cuando la ley no los ha regulado con las normas que ella misma ha fijado y
con la prueba que ofrezcan las partes”.
Características.
1) El juez fija el monto de la indemnización de acuerdo al mérito del proceso, esto
es, en la medida en que el acreedor haya logrado acreditar la existencia y el monto de
los daños.
2) El procedimiento es ordinario, es decir, de lato conocimiento. Como señala el
profesor Ruz, “se tramita conforme al procedimiento ordinario, es decir, con claros
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este sentido el profesor Abeliuk señala que “el lucro cesante suele resultar difícil de
probar, porque no olvidemos que el daño debe ser cierto, y en el lucro cesante
siempre se le alega un hecho que pudo haber pasado o no, una hipótesis de ganancia,
queda entregado enteramente al criterio del juez apreciarlo, considerando siempre lo
que normalmente habría ocurrido”, mientras que, para el profesor Fueyo, “en el
conflicto entre seguridad y justicia, se admite que el resarcimiento no sea total a
cambio de no caer en un enriquecimiento injusto de la víctima, riesgo al cual se está
expuesto. Con todo, ante la lógica y necesaria distinción entre una expectativa fundada
en el rigor y las ganancias dudosas e inseguras, jamás debiéramos inclinarnos por
negar cerradamente, en todo caso, el resarcimiento del lucro cesante. Antes bien,
debemos emplear un juicio de probabilidad para llegar a la conclusión de ser
presumible una cierta utilidad frustrada que se intenta contrarrestar con una
resarcibilidad calculada estimativamente con el auxilio de presunciones”. Por otro
lado, el propio legislador ha limitado, en ciertos casos, la indemnización al daño
emergente22.
Art. 1.556 CC.
Luego, hay casos en que la ley restringe la indemnización al daño emergente,
como ocurre en los artículos 1.930 y 1.933 del Código Civil, a propósito de la
obligación de saneamiento que recae sobre el arrendador, ya que si la causa del
derecho del tercero, o del vicio de la cosa, no era ni debía ser conocida del arrendador,
atendida su profesión u oficio, sólo es obligado a indemnizar el daño emergente.
Problemas.
i) ¿Debe indemnizarse el daño moral?
1. Históricamente en un comienzo se había rechazado la posibilidad de
indemnizarse el daño moral debido a que se consideraba inmoral que se estuviera
lucrando con el dolor, la aflicción la angustia, etc. Además, “se decía que la
indemnización tiene por objeto hacer desaparecer el daño y el moral es imposible
dejarlo sin efecto; que la indemnización es muy difícil de establecer, y que puede
llegarse a abrir al aceptarla una avalancha de demandas por este capítulo de las
personas amigas, familiares, etc., de la víctima, todas ellas alegando su aflicción”.
22 El profesor Alessandri incurre en un error al señalar que el lucro cesante “es algo hipotético, que es
algo que anda en el terreno de las suposiciones; y de ahí la gran dificultad que hay en la práctica para
establecerlo”, por cuanto, conforme lo hemos visto, si el daño es hipotético, no es un daño
indemnizable; el lucro cesante, para que sea indemnizable – al igual que todo daño – debe ser cierto; en
este sentido, el profesor Ruz sostiene que “no siempre la existencia de lucro cesante refleja una mera
hipótesis de ganancia. Por regla general, el lucro cesante representa una proyección seria de una
pérdida, una más que razonable y objetiva expectativa de utilidad legítima que no se podrá percibir
como consecuencia del incumplimiento. En el caso de que el incumplimiento del deudor causa a su vez
el incumplimiento del acreedor respecto de sus clientes, haciéndole perder el contrato que con ellos
tenía”.
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pérdida que, cualquiera sea la edad o la conciencia que de ella se tenga al tiempo de
producirse, afecta necesariamente a una persona, de acuerdo a la experiencia del
hombre común. No se repara pues por el solo sufrimiento producido en el momento
de la desaparición de los padres. Con los años, las limitaciones que esa pérdida
significará para el desarrollo de la afectividad y la vida de esos menores, se irán
sintiendo y manifestando”.
2. Teoría objetiva.
Considera que hay daño moral cuando la víctima ha experimentado un cambio
en relación a lo que ocurre con una persona común y corriente independientemente
de si advierte o no ese cambio; esta teoría “sostiene que el principio de reparación
integral no puede recibir excepción por el motivo que la víctima no tenga conciencia
de la pérdida que sufre”, en este sentido, “la evaluación del daño, fundada
tradicionalmente sobre consideraciones ya objetivas, ya subjetivas, determina que,
cuando la víctima está aparentemente privada de conciencia y, en todo caso, no pueda
expresarla, no puede llevar a la conclusión que no resiente los atentados subjetivos y
la protección de sus derechos exige que éstos sean apreciados no por los sentimientos
que se supone que tiene, sino en base a los sentimientos comúnmente resentidos por
un atentado similar por las personas capacitadas para expresar su voluntad”. Para
esta teoría, el daño moral se aprecia “in abstracto, fundada en la manifestación
externa de las limitaciones experimentadas por la víctima y conforme a la experiencia
del hombre común”, por ejemplo en el caso de los niños de corta edad que pierden a
sus padres, a partir de la experiencia del hombre promedio se sabe que es distinto
crecer con y sin los padres.
Tipos de daño moral.
La doctrina y la jurisprudencia han identificado los siguientes:
i. Daño biológico, que es el daño a la integridad física o psíquica del sujeto
cuando se afecta su capacidad intelectual.
ii. Daño a la salud, que es la consecuencia funcional de la anterior.
iii. Daño a la vida de relación o pérdida del agrado aunque no se tenga conciencia
de ello.
iv. Daño estético o por deformación física.
v. Daño sexual.
vi. Daño psíquico relativo a las funciones cerebrales.
vii. Daño al honor, al crédito o a la fama.
viii. Daño al proyecto de vida, o sea, a la proyección personal a futuro.
ix. Daño espiritual que es la adhesión del derecho de la persona a ciertas
convicciones o fe religiosa.
x. El precio del dolor, o pretium doloris.
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xi. El perjuicio del afecto, que es la aflicción por la pérdida o lesión de la víctima
directa o de una cosa a la que se encuentra afectivamente vinculado.
Teoría de los riesgos.
Concepto.
Es una institución que precisa, frente a la pérdida fortuita de una especie o
cuerpo cierto que se debe, y cuya obligación se ha extinguido qué ocurre con la
obligación recíproca.
Para el profesor Abeliuk, la teoría del riesgo tiende “a determinar qué ocurre
con la obligación de la contraparte, que no se ha hecho imposible: si ella se extingue
también o subsiste, a pesar del incumplimiento recíproco”.
Como señala el profesor Elorriaga, “pretende dar respuesta a la interrogante
de qué ocurre con la obligación de una de las partes de un contrato bilateral en curso,
cuando la prestación debida por la otra se ha extinguido por la ocurrencia de un caso
fortuito. En otras palabras, se trata de determinar cuál de las dos partes deberá
soportar el riesgo del contrato si la obligación de la otra deviene imposible por un
caso fortuito que sobreviene entre el perfeccionamiento del negocio y su
cumplimiento”.
En el mismo sentido, el profesor Ruz sostiene que “la cuestión de la teoría de
los riesgos, entonces, no dice relación con la determinación de la persona que debe
asumir el riesgo de pérdida o deterioro de la cosa, pues esta responsabilidad la
determina la ley en cada caso, aunque la regla general será que el acreedor responda
asumiendo el riesgo. La cuestión de la teoría de los riesgos está dad por la respuesta a
la pregunta ¿qué pasa con la obligación correlativa del acreedor?, ¿subsiste dicha
obligación? Aparece, en un primer momento, como injusto que habiéndose extinguido
la obligación del deudor y asumiendo además por el riesgo de la pérdida o deterioro
de la cosa el acreedor, que no recibe por lo mismo contraprestación alguna, deba
igualmente cumplir la suya pagando el precio de la cosa, por ejemplo”.
Concepto de Riesgo.
Es la eventualidad o peligro de pérdida o deterioro de una especie o cuerpo
cierto que se debe, y que se ve afectada por una fuerza mayor que hace imposible
cumplir con la obligación.
Para Alessandri, el riesgo en un contrato es “la pérdida o deterioro que
experimenta la cosa materia de él, a consecuencia de un caso fortuito o de fuerza
mayor, y que tiene por resultado la extinción total o parcial del derecho que con
respecto a la cosa se ejerce, extinción que coloca ala persona a quien ese derecho
pertenece, en la necesidad de soportar esa pérdida o deterioro que del caso fortuito o
fuerza mayor provenga”.
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Para el profesor Meza Barros “el riesgo es el peligro de perder un derecho que
se tiene sobre una cosa, como consecuencia de su pérdida fortuita”.
Según el profesor Elorriaga, los riesgos, para los efectos contractuales, son “la
pérdida de los derechos emanados de un contrato, debido a la pérdida o deterioro de
la cosa objeto de él, o a la imposibilidad de ejecución de alguna de las prestaciones,
extinción que coloca a una de las partes en la necesidad de soportar económicamente
dicha pérdida”.
Requisitos.
i.- Contrato bilateral, que es aquel en que las partes se obligan recíprocamente.
Para el profesor Elorriaga, “se trata de saber qué ocurre con la obligación de
una parte cuando la otra se ha extinguido fortuitamente. Este es el ámbito propio y
genuino en el que se desarrolla la teoría del riesgo, es decir, en el que existen
obligaciones correlativas, en donde una puede extinguirse y la otra subsistir. En los
contratos unilaterales el problema ni siquiera llega a plantearse conceptualmente. En
ellos al extinguirse fortuitamente la única obligación existente no cabe formular la
típica pregunta de la teoría del riesgo: ¿qué ocurre con la obligación de la otra parte?,
por la sencilla u única razón que esa otra obligación no existe”.
En palabras del profesor Abeliuk, “en el contrato bilateral existen prestaciones
recíprocas para ambas partes; cada una es acreedor y deudor a la vez de la otra, y bien
puede ocurrir que una de las obligaciones se haga imposible. Si ha habido culpa o dolo
del deudor, cuya prestación se ha hecho imposible, la contraparte puede pedir la
resolución del contrato y la indemnización de perjuicios, y si se le pretendiera exigir
su propia prestación, podrá defenderse con la excepción de contrato no cumplido”.
Como señala el profesor Meza Barros, “si la obligación nace de un contrato
unilateral, la cuestión de los riesgos no puede plantearse. En los contratos unilaterales
una de las partes se obliga para con otra que no contrae obligación alguna. La pérdida
fortuita de la cosa extingue esta obligación única.
Así, la pérdida fortuita de la cosa depositada, empeñada o dada en comodato,
extingue la obligación del depositario, del acreedor prendario o comodatario de
restituirla; se extingue el derecho correlativo del depositante, del comodante o del que
empeñó la coas para reclamar su restitución.
Las consecuencias de la pérdida las soporta el acreedor y los riesgos – si cabe
hablar de riesgos – son de su cargo. En suma, pierde el derecho la única parte que lo
tiene”.
Para Alessandri, “cuando el contrato es bilateral, cuando el acuerdo de las
voluntades de las partes es generar obligaciones recíprocas para ambos contratantes,
entonces sí que tiene interés determinar para quién es el riesgo, porque entonces hay
dos derechos que se ejercen con respecto a la cosa materia del contrato, uno el del
propietario de la cosa, que pasa a ser el deudor de la misma, y otro, el derecho del
acreedor para exigir la entrega de la cosa”.
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ii.- Que la obligación de una de las partes sea entregar una especie o cuerpo cierto;
“sólo las obligaciones de esta naturaleza son las que se extinguen por la pérdida de la
cosa debida. Si las obligaciones que el contrato engendra son de género, no tendría
lugar el estudio de esta materia, porque es sabido que el género no perece, y aunque
se destruya la cosa materia de la obligación, la obligación subsiste siempre”.
Como plantea el profesor Meza Barros, “el género no perece; la pérdida de las
cosas debidas genéricamente no extingue la obligación, que el deudor debe cumplir
entregando cualquier individuo del género; ‘con tal que sea e una calidad a lo menos
mediana’ (art. 1509)”.
iii.- Que esa obligación de entregar una especie o cuerpo cierto, se encuentre
diferida en el tiempo, en lo que dice relación con su cumplimiento.
Para el profesor Elorriaga “el ámbito propio del riesgo contractual es el de los
contratos en los que la ejecución de las obligaciones queda pospuesta en el tiempo y
en los que tienen por objeto prestaciones periódicas o diferidas. En ellos existe
crédito, tiene lugar un intervalo de tiempo más o menos apreciable entre la perfección
del contrato y su ejecución total, lo que deja abierta la posibilidad de que sobrevenga
el riesgo de la imposibilidad de cumplimiento”.
En palabras del profesor Meza Barros, “entregada la cosa debida al acreedor, la
obligación se extingue; la pérdida sobrevendría cuando ya la cosa no es objeto de
ninguna obligación y debe soportarla el dueño”.
vi.- Que en el lapso que va desde que se contrae la obligación de entregar la especie
o cuerpo cierto, hasta su cumplimiento, dicha especie o cuerpo cierto perezca por un
caso fortuito o fuerza mayor.
Para el profesor Abeliuk, “si la prestación se hizo imposible por caso fortuito, el
deudor de ella queda liberado de cumplirla en naturaleza, porque a lo imposible nadie
está obligado, ni por equivalencia, ya que no es responsable de la imposibilidad. Su
obligación se ha extinguido sin ulterior consecuencia para él, pero ¿qué ocurrirá en tal
caso con la de la contraparte? ¿Deberá ella cumplirla, o se extinguirá también, y en
caso de haberla ya cumplido, tendrá derecho a la restitución de lo dado o pagado?”.
En palabras del profesor Elorriaga, “el caso fortuito actúa como el antecedente
necesario para que pueda cuestionarse si la obligación subsistente debe o no ser
cumplida. Si la obligación se hace imposible por culpa o dolo del deudor, no es
aplicable la teoría del riesgo. En tal caso, existiría incumplimiento de la obligación
imputable al deudor”.
Como señala el profesor Meza Barros, “la pérdida que proviene del hecho o
culpa del deudor deja subsistente la obligación y ésta varía de objeto; el deudor es
obligado a pagar el valor de la cosa y a indemnizar al acreedor (art. 1672). De esta
manera, el deudor debe satisfacer por equivalencia la obligación que la pérdida de la
cosa ha hecho imposible cumplir en la forma estipulada y el acreedor habrá de
satisfacer la obligación recíproca suya”.
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Observación.
Además del artículo 1.550 del Código Civil, existen otras disposiciones que
ponen de cargo del acreedor la pérdida o deterioro de la especie o cuerpo cierto, por
ejemplo, los artículos 1.590 inc. 1, 1.486 inc. 2, 1.820, 1.900 del Código Civil, etcétera.
Fundamento del artículo 1.550 del Código Civil.
Esta disposición ha sido criticada, porque carece de fundamento y de lógica.
Como explica el profesor Elorriaga, “fuera del artículo 1550 CC., y de los preceptos que
contienen una solución semejante, debe ser difícil encontrar alguna otra norma dentro
del Código Civil que goce del triste privilegio de contar con el más unánime rechazo de
la doctrina. Prácticamente no existe autor entre nosotros que habiéndose referido a la
problemática de los riesgos, no haya dejado de descargar una profunda crítica al
criterio de solución consagrado en los artículos 1550 y 1820 CC. La regla de colocar
los riesgos de cargo del acreedor, entre otros apelativos, ha sido calificada como
ridícula, monstruosa, irreflexiva, injusta, irracional, antijurídica, injustificada y
errónea”23.
Para el profesor Alessandri, el origen se encuentra en el Derecho Romano; en
efecto, “en el D. Romano de los primitivos tiempos no se concibió la noción del
contrato bilateral; era ella una noción demasiado abstracta y compleja para las
incipientes mentalidades jurídicas de los romanos primitivos. Por eso en los primeros
tiempos de su historia, no existieron sino los contratos reales; la compraventa se
formaba mediante dos actos sucesivos, independiente uno de otro, y de ahí el nombre
de ‘compra’ y ‘venta’, la ‘emptio’ y la ‘venditio’; por uno de ellos, el vendedor
entregaba la cosa, y venía, en seguida, la segunda operación, la entrega del precio, acto
que era totalmente diferente e independiente del anterior. Con el tiempo estos dos
actos se juntarnos en uno solo, naciendo así, el contrato de compraventa; pero no
abandonaron los romanos las reglas que habían establecido para el antiguo contrato
de venta en sus dos operaciones diferentes, que después se juntaron para formar una
sola, y de aquí resultó que el riesgo de la cosa es a cargo del comprador. ¿Por qué?
23 Agrega este autor que “se explica con razón que en Chile la solución de poner los riesgos de cargo del
acreedor no se aviene en nada con el sistema de transferencia de la propiedad, puesto que el acreedor
de la cosa debida es sólo eso, y no es propietario hasta que se le efectúe la tradición, lo que conduce al
absurdo de que el peligro de que una cosa perezca no lo soporta el dueño, sino que debe soportarlo
quien no tiene derecho real alguno sobre ella. En otras palabras, se critica aquí la circunstancia que el
Código, a lo menos en este aspecto, no haga suyo el principio res perit domino, y opte por una regla que
técnicamente no tiene justificación de ningún tipo. Por otra parte, se ha puesto de relieve la injusticia
que representa esta regla en relación con el principio de la interdependencia de las obligaciones, según
el cual dentro de los contratos bilaterales cada una de las obligaciones recíprocas operan la una como
causa y presupuesto de la otra, por lo que desaparecida una de ellas por caso fortuito, lo más equitativo
y técnicamente correcto es concluir que la otra también debe extinguirse, solución que obviamente se
aparte de lo resuelto por el artículo 1550 CC”.
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res perit domino; pero en el nuestro por el solo contrato el adquirente no pasa a ser
dueño, sino que únicamente adquiere el dominio cuando se le efectúa la entrega
debida. Tal es la razón en que se apoya en Francia y en otras legislaciones el riesgo por
cuenta del adquirente, pero nuestro Código no advirtió que al exigir título y modo de
adquirir para la adquisición del dominio, quedaba sin justificación alguna la solución
de radicar el riesgo en el acreedor”.
Esta opinión no es compartida por el profesor Elorriaga; en efecto, señala que
“parece muy poco convincente que Andrés Bello se haya limitado a copiar el artículo
1138 del Código Civil francés, sin reparar en que en el sistema del título y del modo de
adquirir semejante solución carecía de cualquier fundamento jurídico. Tratándose de
una personalidad que demostró conocer acabadamente los principios que regían el
Derecho Romano y también los recogidos por el Código Civil francés, cuesta creer que
haya dado una solución que pueda calificarse de errada. De hecho, el mismo artículo
1550 consagra dos excepciones a la regla primera, y dentro del Código se encuentran
muchas otras, lo que permite sostener que Bello manejó acabadamente el problema
en sus aspectos más relevantes.
Parece más probable creer que si Bello optó por poner los riesgos de cargo del
acreedor como solución general, no lo hizo porque el Código francés así lo dispusiera,
sino porque era la fórmula en que el problema había sido resuelto desde antiguo en el
más importante de los contratos. No existió aquí una verdadera innovación respecto
de los principios que tradicionalmente se habían aceptado en la materia. Se adoptó
como criterio general la misma regla vigente desde el Derecho Romano clásico para la
compraventa, y se dispuso un nutrido número de excepciones destinadas a morigerar
los rigurosos efectos que esta solución podía acarrear en los hechos. Esta fórmula
tradicional es la que ahora se trata de revisar, ya que desde hace bastante se ha
dudado fundadamente de la justicia de este criterio de solución, y lentamente se ha
venido imponiendo la regla de que los riesgos debe soportarlos el deudor”.
Se ha tratado de explicar esta disposición, señalando que en un contrato
bilateral, las obligaciones son independientes, de manera que cada una tiene vida
propia, y si una se extingue no por ello, necesariamente, la otra también se va a
extinguir; en este sentido, el profesor Meza Barros sostiene que “en los contratos
bilaterales existe un íntima conexión entre las obligaciones de las partes; prueba de
ello son las disposiciones de los arts. 1489 y 1552. Pero una vez que se han formado,
devienen independientes una de otra, adquieren una existencia propia y deben ser
consideradas aisladamente”.
Sin embargo, esto no resulta preciso, porque en virtud de la reciprocidad de las
obligaciones, lo que ocurra con una, necesariamente repercute en la otra.
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Problemas.
i.- ¿Qué ocurre en caso de pérdida parcial?
El artículo 1550 del Código Civil, se refiere a la pérdida total, pero nada dice
cuando hay deterioros.
La doctrina ha estimado que igual se aplica el artículo 1.550 del Código Civil, no
sólo porque el criterio es el mismo, sino que además porque hay otras disposiciones
que se refieren a esta situación, como ocurre con los artículos 1.486, 1.590 y 1.820 del
Código Civil.
En este sentido, el profesor Abeliuk sostiene que “hay que concluir por tanto
que se mantiene la regla general, en caso de pérdida parcial, del Art. 1550, esto es, que
la pérdida parcial la soporta el acreedor, sin que tenga derecho a disminuir su propia
prestación. Así lo confirma la solución que da el Código en caso de deterioros no
imputables: el acreedor debe recibir la cosa en el estado en que se encuentre, siempre
que los deterioros no provengan de hecho o culpa del deudor, y sin que pueda exigir
disminución en su propia obligación”.
ii.- ¿Qué ocurre si se trata de una obligación de hacer?
Pensemos por ejemplo, que Pedro ha comprado una entrada para el concierto
de Paulina Rubio (suponiendo que canta), y el día del concierto ella se queda afónica
por caso fortuito, ¿de cargo de quién va a ser el riesgo?
Si decimos que del acreedor (Pedro), significa que su obligación subsiste, es
decir, va a tener que pagar su entrada, aunque no pueda escuchar el concierto; si
decimos que del deudor (Paulina Rubio), significa que la obligación del acreedor
(Pedro) se extingue, porque él se queda sin concierto, pero nada tiene que pagar.
El artículo 1.550 del Código Civil, sólo se refiere a la obligación de dar una
especie o cuerpo cierto, luego la pregunta es: ¿Qué pasa si la obligación es de hacer?
Opiniones.
1) Podría pensarse que debe aplicarse por analogía el artículo 1.550 del Código
Civil, esto es, que el riesgo será de cargo del acreedor (Pedro), ya que su obligación
subsiste (paga la entrada, aunque no haya concierto). Como señala el profesor
Abeliuk, “aplicar por analogía el artículo 1550 y resolver, en consecuencia, que el
riesgo es de cargo del acreedor, a quien no se va a cumplir su obligación por
imposibilidad” o, en palabras del profesor Elorriaga, podría pensarse que es aplicable
el art. 1.550 CC, “y que la aplicación analógica de esta norma se impone al igual como
se extienden las normas que rigen la pérdida de la cosa que se debe a las obligaciones
de hacer y no hacer”.
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2) Para otros, estamos frente a un vacío legal, que debe llenarse conforme a los
principios de equidad, y de las alternativas, la más equitativa, es que la obligación de
la contraparte se extinga también, esto es, que el riesgo sea de cargo del deudor
(Paulina Rubio), quien no deberá cumplir con su obligación, pero no recibirá nada a
cambio.
En este sentido, el profesor Abeliuk señala que “a falta de disposición expresa,
debe aplicarse la solución de equidad, que es colocar el riesgo por cuenta del deudor,
cuya prestación se ha hecho imposible; en consecuencia, el acreedor nada debe pagar,
y si ya lo ha hecho, puede repetir lo pagado.
Nos inclinamos por esta segunda posición por varias razones, además de las
doctrinarias señaladas (…); primero, porque el Art. 1550 resiste una aplicación
analógica, dado su fundamento histórico; es una disposición extraída del Código
francés, donde es un reflejo del principio res perit domino. Semejante doctrina nada
tiene que ver con las obligaciones de hacer y no hacer. Además, es un precepto
plagado de excepciones que reducen mucho su amplitud.
Por otro lado, es la solución que el Código ha dado en un caso de imposibilidad
por obligación de hacer: la confección de obra material”.
En el mismo sentido se plantea el profesor Elorriaga al sostener que la
unanimidad de la doctrina rechaza que se pueda aplicar por analogía el artículo 1.550
CC, “defendiendo tenazmente que respecto de este tipo de obligaciones no rige el
principio periculum creditori est, sino que precisamente rige el principio contrario,
esto es, el periculum debitori est.
En primero lugar se considera que en los contratos bilaterales las obligaciones
de las partes son interdependientes, por lo que cada una de ellas descansa sobre la
obligación correlativa. Si una de ellas se extingue por caso fortuito, la otra obligación
queda privada de correlativo; esto libera de la obligación a la otra parte, sin que tenga
derecho alguno sobre el deudor cuya obligación se hizo imposible. Por otro lado,
teniendo en cuenta el nutridísimo número de excepciones que se imponen a la regla
del artículo 1550 CC., nada parece justificar hacerla extensiva a las obligaciones de
hacer y no hacer. Finalmente, y sin perjuicio de lo dicho más arriba, se ha considerado
que la única explicación del artículo 1550 CC. es que fue extraído del Código Civil
francés, donde es un reflejo del aforismo res perit domino; doctrina que no puede
sustentarse en Chile y que nada tiene que ver con las obligaciones de hacer y no
hacer”.
Observación.
En el nuevo Derecho de los contratos, los problemas de los riesgos se
consideran dentro del incumplimiento contractual. Como consecuencia de lo anterior,
la imposibilidad sobrevenida constituye incumplimiento, que permite al acreedor
utilizar los remedios propios del incumplimiento conforme a sus requisitos, salvo la
pretensión de cumplimiento. La imposibilidad es causa impeditiva de la pretensión de
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24 En este sentido, el profesor Ruz sostiene que “el tercer gran efecto de las obligaciones es que ellas
abren la posibilidad de ejercer estos derechos auxiliares al acreedor, para ir en auxilio del derecho de
agresión sobre los bienes del deudor”.
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Concepto.
Son aquéllos que tienen por objeto evitar la disminución o el menoscabo del
patrimonio del deudor, pero, además, el obtener que vuelvan al patrimonio del deudor
bienes que habían salido, o bien, lograr que ingresen al patrimonio del deudor nuevos
bienes.
Para el profesor Alessandri, “son aquellos que tienen por objeto dejar afecto el
patrimonio del deudor al cumplimiento de la obligación, tomando medidas para su
conservación y seguridad a fin de hacer posible el pago de la deuda”.
El profesor Ruz los define señalando que “son los que la ley confiere al sujeto
activo de la relación jurídica patrimonial, para evitar el menoscabo del patrimonio del
deudor, asegurando de ese modo el cumplimiento de la obligación”.
Objetivos.
i) Impedir la reducción objetiva del patrimonio del deudor, sobre el cual se van a
hacer valor los derechos del acreedor. Como señala el profesor Alessandri, “unos de
estos derechos auxiliares tiene por objeto conservar intacto el patrimonio del deudor,
mantenerlo en un ser, evitar que salgan de manos del deudor los bienes que lo
componen, que esos bienes no se destruyan ni menoscaben en forma alguna” o, como
señala el profesor Meza Barros, “los derechos auxiliares persiguen, como primer
objetivo, impedir que el patrimonio del deudor disminuya de modo que se torne
insuficiente para responder de las obligaciones contraídas”.
Aquí tenemos las medidas conservativas y el beneficio de separación.
ii) Hacer llegar al patrimonio del deudor, bienes que lo incrementen
efectivamente, sea haciéndolos volver, porque habían salido antes; sea trayéndolos
por primera vez, porque aún no habían salido. Para Alessandri, “tienen por objeto
hacer ingresar a ese patrimonio bienes que deben formar parte de él, y que el deudor
no quiere hacer incorporar para perjudicar al acreedor, o que ha hecho salir del
patrimonio, con el propósito también, de perjudicarlo” o, como señala el profesor
Meza Barros, “persiguen, como segundo objetivo, acrecentar el patrimonio del deudor,
bien sea mediante la incorporación de nuevos bienes, bien por medio del reintegro de
los que el deudor hizo salir, en fraude y con perjuicio de sus acreedores”.
Aquí tenemos a la acción pauliana, revocatoria o directa, y a la acción oblicua,
subrogatoria o indirecta.
Cuáles son.
- Medidas conservativas.
- Beneficio de separación.
- Acción pauliana, revocatoria o directa.
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En este sentido, el profesor Meza Barros sostiene que “diseminadas en el Código Civil, en el de
Comercio, en el Procedimiento Civil, existen, sin embargo, numerosas disposiciones que autorizan a los
acreedores para adoptar medidas de esta índole”.
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ejemplo:
A. Art. 914 CC.
B. Art. 1.826 inc. 4º CC.
C. Art. 1.937 inc. 1º CC.
D. Art. 1.942 inc. 2º CC.
E. Art. 2.162 CC.
F. Medidas precautorias:
i. Secuestro de la cosa.
ii. Prohibición de celebrar actos y contratos sobre bienes determinados.
iii. Nombramiento de uno o más interventores.
iv. Retención de bienes determinados.
v. Desasimiento, como la privación al fallido de las facultades de administración
de sus bienes, que pasa al síndico.
ii) Beneficio de separación.
Reglamentación.
Arts. 1.378 a 1.385 CC.
Concepto.
Es la facultad que la ley concede a los acreedores hereditarios y testamentarios
para evitar que los bienes del causante se confundan con los bienes del heredero, con
el objeto que primero se paguen los acreedores hereditarios o testamentarios.
Según Alessandri “es el que tienen los acreedores hereditarios y testamentarios
para pedir que no se confundan los bienes del difunto con los del heredero, a fin de
que los bienes de aquel se les cumplan las obligaciones hereditarias y testamentarias
con preferencia a las deudas propias del heredero”.
Para el profesor Abeliuk “es el derecho que la ley concede a los acreedores
hereditarios y testamentarios, a fin de que los bienes del causante no se confundan
con los del heredero, de manera que ellos puedan pagarse preferentemente a los
acreedores personales de éste”.
Observaciones.
1. Pueden hacer valer este beneficio:
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heredero, jamás contra este último, ya que se trata de una preferencia en el pago que
se disputan acreedores de uno y otro lado”; sin embargo, el profesor Abeliuk sostiene
que “la ley no ha dicho contra quién debe esgrimirse este beneficio, pero parece
evidente que el legitimado pasivo es el heredero; no habría inconveniente para que los
acreedores personales de éste actúen como coadyuvantes”.
En el mismo sentido, el profesor Alessandri sostiene que “los únicos que
pueden impetrar el beneficio de separación son los acreedores hereditarios y
testamentarios; los acreedores del heredero no pueden pedir este beneficio: es un
privilegio que la ley da solamente a los acreedores del muerto, pero no a los
acreedores del vivo, para impedir que los acreedores del difunto se vean defraudados
en sus créditos”.
5. El profesor Abeliuk explica que “no está en situación de invocar el beneficio en
estudio el acreedor cuyo derecho ha prescrito ni el que ha renunciado a él, expresa o
tácitamente, esto último por haber reconocido como deudor al heredero”.
6. El mismo profesor señala que “tampoco podrá intentarse si los bienes de la
sucesión han salido de manos del heredero o se han confundido con los de éste, de
manera que no sea posible reconocerlos (Art. 1380)”.
7. También sostiene el profesor Abeliuk que “pedida la separación por uno o más
de los acreedores hereditarios o testamentarios, beneficia a todos aquellos cuyos
derechos no han prescrito ni han renunciado al mismo (Art. 1382)”.
8. Del mismo modo sostiene que “para que el beneficio de separación produzca
efectos, si hubiere bienes raíces en la sucesión, el decreto en que se concede se
inscribirá en el Registro o Registros que por la situación de dichos bienes
corresponda, con expresión de las fincas a que el beneficio se extienda”.
9. Pagados los acreedores hereditarios y testamentarios, el sobrante, si lo
hubiera, se agregará a los bienes propios del heredero, para satisfacer a sus propios
acreedores. “Satisfechos los acreedores hereditarios y testamentarios, el sobrante, si
lo hubiere, se agregará a los bienes propios del heredero para satisfacer a sus propios
acreedores”.
De esta manera, “los acreedores hereditarios y testamentarios deben reconocer
preferencia a los personales del heredero para que éstos se paguen en los bienes
propios de éste, y sólo pueden perseguirlos si se han agotado los hereditarios, y
siempre naturalmente que el heredero no haya aceptado con beneficio de inventario
(Art. 1383)”.
10. Agotados los bienes del difunto, sin que estos acreedores se hayan pagado
íntegramente, pueden perseguir los bienes del heredero, pero aquí los acreedores de
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éste pueden oponerse hasta que se les pague íntegramente a ellos con los bienes del
heredero. Art. 1383 CC. “Agotados los bienes del difunto, los acreedores hereditarios y
testamentarios podrán perseguir los saldos de sus créditos en los bienes del heredero,
pero los acreedores del heredero podrán oponerse, hasta que se les satisfaga a ellos
íntegramente de sus créditos con los bienes de éste”.
iii) Acción pauliana, revocatoria o directa.
Concepto.
Es aquélla que tienen los acreedores para obtener la revocación de los actos
fraudulentos ejecutados por el deudor en perjuicio de los acreedores.
El profesor Abeliuk la define señalando que es “la que la ley concede a los
acreedores para dejar sin efecto los actos del deudor ejecutados fraudulentamente y
en perjuicio de sus derechos, y siempre que concurran los demás requisitos legales”.
Para el profesor Alessandri es “la que tienen los acreedores para obtener la
revocación de los actos realizados por el deudor en fraude de sus derechos”.
Según el profesor Ruz “es aquella que la ley concede al acreedor para revocar
los actos realizados por el deudor en fraude de sus derechos”.
Nomenclatura.
Se le llama:
1. Pauliana.
Porque se estima que Paulo, jurista romano, había ideado este medio para
beneficiar a los acreedores; “se la atribuye al pretor Paulo, aunque se ha solido
controvertir el punto; en todo caso, su origen es netamente romanista, donde incluso
se la concebía como un verdadero delito” o, como dice el profesor Fueyo, “se
denomina preferentemente pauliana en homenaje a Paulus, su creador o mentor,
aunque a este respecto hay opinión en contrario”; En palabras del profesor Alessandri,
“se llama pauliana porque fue el pretor Paulo el que la introdujo en el D. Romano”.
Por su parte, el profesor Ruz señala que se llama pauliana “porque se la
atribuye al pretor Paulus (de quien no se sabe prácticamente nada), quien ante la
insuficiente protección que daban el interdicto fraudatorio, que se concedía por el
pretor contra los terceros que adquirían bienes corporales del deudor insolvente, o la
restitutio in integrum, que revocaba las enajenaciones hechas en fraude de los
acreedores, pues ambas sólo se referían a enajenaciones, sin penalizar las
disminuciones patrimoniales efectuadas por el deudor por otros medios, por ejemplo,
efectuando pagos de obligaciones no exigibles o condonando deudas, etc., crea una
actio in factum, en reparación del perjuicio causado. Al origen, se le concebía en Roma
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la razón de esta diferencia está ya señalada; habiendo varios intereses en juego: del
acreedor que quiere mantener la máxima integridad de su garantía; del deudor que
debe conservar la libre administración de sus bienes, y a quien el legislador sólo
sanciona en casos de negligencia o fraude, y del tercero que ha contratado con el
deudor, la ley sacrifica con mayor facilidad el de éste, si no ha efectuado sacrificio
alguno para su adquisición. El tercero no pierde en definitiva, queda igual que antes
del acto”.
ii. Si el acto jurídico cuya revocación se pide es a título oneroso.
En éstos, el tercero se ve privado de una ganancia, pero también ha
suministrado una contraprestación al deudor; de ahí que el legislador considera su
situación y lo va a favorecer, a menos que esté de mala fe, o sea, la acción pauliana no
alcanza a los terceros adquirentes de buena fe a título oneroso; en otras palabras, “se
requiere para revocarlo probar la mala fe del adquirente” o, como señala el profesor
Meza Barros, “no basta la mala fe del deudor y es necesario que el tercero con quien
contrata esté igualmente de mala fe”.
En palabras del profesor Abeliuk, “en los actos a títulos onerosos se exige la
mala fe de ambas partes: deudor y adquirente; los dos deben saber el mal estado de
los negocios del primero, y el acreedor deberá rendir esta prueba”, y agrega, “el que ha
adquirido a título oneroso, ha efectuado un desembolso, un sacrificio económico, que
tendrá posteriormente que entrar a recuperar. Por ello el legislador no puede
prescindir de su actitud y sólo lo sanciona si es fraudulento también”.
De la misma forma, el profesor Alessandri señala que “si solo hay mala fe de
parte del deudor, y el tercero con quien contrata está de buena fe; ignora el mal estado
de los negocios del deudor, la acción pauliana no procede, porque faltaría uno de los
requisitos necesarios para que proceda”.
Según el profesor Meza Barros, “si el tercero ha recibido del deudor una
liberalidad, la invalidación del acto no le causará propiamente una perdida sino que le
privará de una ganancia. La ley se inclina, en tal caso, en favor de los acreedores que
sufren un perjuicio concreto. Por esto no interesa la buena o mala fe de los
adquirentes a título gratuito.
Pero si el tercero es un adquirente a título oneroso, su derrota no solamente le
privará de una ganancia, sino que le ocasionará la pérdida de la contraprestación que
suministró al deudor. Su situación no es menos estimable que la del acreedor y,
además, es el poseedor de los bienes que se trata de reincorporar al patrimonio del
deudor. La ley se inclina en su favor, da preferencia a su derecho sobre el interés del
acreedor, a menos que esté de mala fe. Por esto la acción pauliana no afecta a los
terceros adquirentes de buena fe, a título oneroso”.
En el mismo sentido, para el profesor Alessandri, esta diversidad de criterio se
debe a “una razón de equidad y de sentido común y es esta: cuando se celebra un
contrato oneroso, el tercero que contrata ha dado algo en cambio, se ha desprendido
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de algo que le pertenece, de modo que desde este punto de vista, la situación del
tercero que contrata con el deudor es equivalente a la de los acreedores en cuanto
ambos son perjudicados si el acto se revoca o se mantiene; si se revoca, el tercero; si
se mantiene, los acreedores; la situación de ambos es igual, el perjuicio de uno y otro
es el mismo. En igualdad de condiciones entonces, la ley aplica el aforismo romano de
que es mejor la situación del que posee, siempre naturalmente, que esté de buena fe,
porque en caso de estar de mala fe, se hace indigno de la protección de la ley.
En cambio, en un contrato gratuito, el deudor se ha desprendido de algo sin que
nada reciba; cambia entonces la situación del tercero que ha contratado con el deudor,
porque es muy distinta de la situación del acreedor. Si el acto se mantiene, los
acreedores sufren un perjuicio evidente, manifiesto. Si el acto se revoca, ¿qué
perjuicios sufre el tercero, el donatario a quien se le hizo una donación, por ejemplo?
Nada; pierde sólo una ventaja o un deseo, y ante esta situación, se prefiere la del que
pierde algo real, positivo, y no ampara la ley al que sólo pierde una expectativa. En el
primer caso hubo desembolso por parte del tercero; en el segundo caso, no se ha
desprendido de nada, y de aquí que la ley no considere necesaria la buena ni la mala fe
del tercero con quien el deudor contrata”.
Art. 2.468 CC.
Observaciones.
1. La apertura del concurso se refiere a la declaratoria de quiebra.
2. Hay que tener presente que, para ejercer esta acción, no es necesario que el
deudor haya hecho cesión de bienes o haya sido declarado en quiebra, porque la
cesión de bienes y la declaratoria de quiebra son necesarias para que los actos del
deudor posteriores a la cesión o declaratoria, sean nulos o inoponibles en su caso.
En este sentido, el profesor Alessandri sostiene que “algunos creen que sólo
procede cuando el deudor se halla en concurso o en quiebra o ha hecho cesión de
bienes, porque el artículo 2468 habla de los actos ejecutados antes de la cesión de
bienes o de la apertura del concurso. Sin embargo, no es esta la opinión que ha
triunfado en la doctrina y en la jurisprudencia; la mayoría cree, y esta es la opinión
que me parece más acertada, que para el ejercicio de la acción pauliana no es
necesario que el deudor esté declarado en concurso o que haya hecho cesión de
bienes. El hecho de que el artículo 2468 se refiera a los actos ejecutados antes del
concurso o de la cesión de bienes, no se refiere al caso de que sólo durante el concurso
o de la cesión pueda ejercitarse la acción pauliana, sino que esa disposición tiene por
objeto señalar o demostrar la diferente situación jurídica que ante el Derecho tienen
los actos ejecutados por el deudor antes del concurso y después del concurso. En el
artículo 2467 dice el Código: ‘Son nulos todos los actos ejecutados por el deudor
relativamente a los bienes de que ha hecho cesión, o de que se ha abierto concurso a
los acreedores’. En cambio, los actos ejecutados antes de la cesión de bienes o de la
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apertura del concurso, no son nulos, sino que respecto de ellos, como dice el artículo
2468, ‘se observarán las disposiciones siguientes’, etc. Pero este artículo no ha
pretendido decir que sólo puede intentarse la acción pauliana únicamente cuando el
deudor está declarado en concurso o haya hecho cesión de bienes”.
Efectos de la acción pauliana.
1. Si el Tribunal la acoge, los actos o contratos realizados por el deudor en estas
circunstancias, quedan sin efecto, de modo que los bienes que habían salido vuelven al
patrimonio del deudor, y los acreedores también podrían perseguir sus créditos en
esos bienes.
Así, en palabras del profesor Meza Barros, “si la acción intentada por el
acreedor tiene éxito, la justicia pronunciará la revocación del acto y el bien de que el
deudor se había desprendido se reintegrará a su patrimonio. Los acreedores recobran
la prenda de que se habían visto privados”.
El profesor Abeliuk señala que “el efecto que produce la acción pauliana, dicho
en términos generales, es dejar sin efecto el acto impugnado hasta el monto en que
perjudique al acreedor o acreedores que han intentado la revocación” y agrega que
“en virtud de la revocación vuelven al patrimonio del deudor los bienes que habían
salido de él, y en consecuencia, podrán ellos ejecutar sus derechos los acreedores,
embargándolos y sacándolos a remate”.
2. Sólo beneficia al acreedor o acreedores que la hicieron valer. “Como toda
sentencia es de efectos relativos, la revocación sólo beneficia al o a los acreedores que
intentaron la acción pauliana, pero no a los demás. Éstos evidentemente pueden
actuar como coadyuvantes en el juicio, y participar, en consecuencia, de sus
beneficios”. Como señala el profesor Ruz, “aquí, claramente el bien o monto
recuperado se adscribe al crédito del acreedor que logra revocar el acto”.
En el mismo sentido, el profesor Alessandri sostiene que, “como se trata aquí
de una acción personal que compete a los acreedores por derecho propio, y como es
sabido que las sentencias judiciales afectan sólo a las personas que han litigado, se
resuelve por la doctrina que la acción pauliana sólo aprovecha en sus resultados a los
acreedores que la han intentado, de tal manera que las cosas que fueron objeto del
acto o contrato que se rescinde o se revoca, vuelven al patrimonio del deudor para el
solo efecto de constituirse en prenda o garantía del acreedor o acreedores que
ejercitaron la acción pauliana; los que no la ejercitaron no pueden aprovecharse de
sus resultados”.
Con todo, el profesor Fueyo señala que habría una situación de excepción: sólo
aprovecha al acreedor o acreedores que la hicieron valer, “siempre que no exista
quiebra declarada, pues en tal caso todo incremento, de cualquier clase, ingresa a la
masa de bienes de la quiebra y para provecho de todos”.
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señala que “estamos en presencia de una acción de rescisión y la rescisión produce los
efectos que la ley le atribuye a la nulidad o a la rescisión, y el artículo 2468 dice que el
efecto propio de la acción pauliana es la rescisión de los actos que se hallan en los
casos que ese artículo determina. La palabra rescisión ha sido definida por la ley; la
ley nos ha señalado en el título pertinente de la nulidad y la rescisión (Libro IV, título
XX) de los actos o contratos, los casos en que se produce y los efectos que de ella se
derivan, y es cierto que cuando la ley ha definido una palabra, debe dársele su
significado legal.
El artículo 2468 dice que mediante esta acción, que no la nombra, se podrán
rescindir los actos y contratos ejecutados por el deudor; no ha modificado los efectos
propios y generales de la rescisión, no ha establecido reglas distintas en cuanto a los
efectos que esta rescisión produce, y habiéndose dado reglas con un carácter general
en el artículo 1681 y siguientes, debemos recurrir a esos preceptos para determinar
los efectos que en este caso especial produce la acción pauliana; luego las mismas
reglas que rigen la rescisión en todos los actos y contratos, deben ser aplicadas a los
terceros subadquirentes, y es sabido que la nulidad legalmente declarada da acción
contra los terceros poseedores, sin entrar a averiguar cuál es la naturaleza del título
por el cual el tercero adquirió la cosa, y sin tomar en cuenta si el acto o contrato por el
cual el tercero adquirió sea gratuito u oneroso. La acción pauliana afecta a los terceros
poseedores en los mismo términos que en la acción de nulidad o rescisión afecta a los
terceros poseedores de la cosa objeto del contrato que se anula o que se rescinde.
Revocado el acto o contrato que ha sido objeto de la acción pauliana, se
producen los efectos propios de toda rescisión, porque no han sido modificados ni
alterados por la regla del artículo 2468; de manera que el efecto que se produce una
vez revocado el acto o contrato celebrado por el deudor en perjuicio de los
acreedores, concurriendo los requisitos legales, será que se restituyan las cosas al
mismo estado que tenían antes de la celebración del acto o contrato, porque los
efectos propios de la acción pauliana, son los efectos de la rescisión”.
En el mismo sentido, el profesor Fueyo señala que, “considerada bajo el aspecto
de acción de rescisión, los efectos de la acción pauliana son, frente a terceros
subadquirentes, los mismos que en el caso de aquella acción general. Por tanto, habrá
acción contra ellos mediante la aplicación del art. 1689 del Código Civil”.
Sin embargo, esta opinión no es acertada, porque el art. 2.468 CC empleó mal
las expresiones rescindan o rescindibles, lo que ha ocurrido en otras oportunidades,
por ejemplo, en el art. 2.271 CC.
B. La mayoría de los autores señalan que también procedería la acción pauliana
en contra del tercero subadquirente y en los mismos términos que en contra del
tercero adquirente, es decir, en contra del tercero subadquirente a título gratuito o a
título oneroso que se encuentre de mala fe.
Así, el profesor Meza Barros señala que “la doctrina romana resolvía la
cuestión con una fórmula muy sencilla: procede la acción pauliana contra los terceros
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subadquirentes en los mismos términos que contra los adquirentes de primer grado.
De este modo, la acción pauliana tendrá éxito contra el subadquirente a título
gratuito, a condición de que haya mala fe del deudor y perjuicio de los acreedores. No
afectará a los subadquirentes a título oneroso de buena fe”.
Naturaleza jurídica de la acción pauliana.
1. Para algunos autores es una acción de nulidad, porque se requiere de la mala fe
del deudor, del fraude, es decir, del dolo que provoca un vicio del consentimiento, y su
sanción es la nulidad relativa.
En este sentido, Alessandri sostiene que “la acción pauliana está asimilada por
la ley a las acciones de nulidad, y por eso es que el artículo 2468 habla de rescindirse,
que se rescindan, que habrá rescisión, etc.”.
Pero esto no es así, porque si el deudor celebra un contrato, para que haya
dolo, se requiere que realice una maquinación fraudulenta a su contraparte, para que
ésta celebre el contrato, o bien, que las maquinaciones fraudulentas vengan de ella,
para que el deudor acceda; pero en la acción pauliana, esto no se da, ya que la
maquinación fraudulenta es del deudor en contra de los acreedores y no contra la
contraparte.
De esta manera, el profesor Ruz señala que “la nulidad opera retroactivamente
y afecta a todo el acto, mientras que la revocación deja sin efecto el acto o contrato
sólo en la parte que perjudique a los acreedores, pero queda subsistente en lo demás.
Es efectivo también que en la acción pauliana concurre en forme de dolo, ese
dolo especialísimo que toma el nombre de fraude pauliano; pero el dolo como causal
de nulidad es un vicio del consentimiento y puede ser invocado por la parte que ha
sido perjudicada por él, mientras que en la acción revocatoria es un dolo en perjuicio
de terceros y que sólo éstos pueden hacer valer”.
2. Otros dicen que es una acción indemnizatoria, porque el deudor que hace salir
bienes de su patrimonio en fraude de los acreedores, está cometiendo un ilícito civil y
esto da lugar a indemnización, y al dejarse sin efecto el acto, se estaría obteniendo una
reparación del daño. “Justamente por esta última característica de que hay dolo se ha
recurrido a la otra institución en que éste milita: la responsabilidad civil. El fraude
pauliano, como acto ilícito que es, daría lugar a la obligación de indemnizar los
perjuicios de los que han intervenido en él, sólo que la reparación adopta una forma
especial: dejar sin efecto el acto ilícito. Es la tesis de Planiol”.
En este sentido, el profesor Alessandri señala que “la acción revocatoria no es
propiamente una acción de nulidad, porque la acción pauliana no proviene del hecho
de haberse celebrado un contrato con omisión de ciertos requisitos, o con un
consentimiento viciado, sino que procede en contra de actos perfectamente válidos y
eficaces, pero que han sido ejecutados en perjuicio de los acreedores. El verdadero
fundamento jurídico de la acción pauliana es el hecho ilícito ejecutado por el deudor
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26 Como consecuencia de esta característica, el profesor Ruz sostiene que es transferible, transmisible y
renunciable.
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5. Es renunciable.
6. Es prescriptible; el plazo de prescripción es de un año contado desde la fecha
del acto o contrato. Se trata de una prescripción de corto tiempo y, “como se trata de
una prescripción especial no se suspende”.
Modificaciones introducidas por la nueva Ley Concursal.
1. La Ley N° 20.720 distingue entre procedimiento concursal de empresa y de
personas naturales.
2. Tratándose de empresas, el artículo 287 se refiere a la revocabilidad objetiva,
mientras que el artículo 288 se refiere a la revocabilidad subjetiva.
3. Tratándose de personas naturales, el artículo 289 no se hace ninguna
distinción.
iv) Acción oblicua, subrogatoria o indirecta.
Aspectos previos.
A través de ésta, los acreedores obtienen que ingresen, por primera vez al
patrimonio del deudor, bienes que éste – por malicia o negligencia – no ha querido
incorporar. “Como se aprecia, se trata de una acción que ejercen los acreedores, a
pesar de que ella le pertenece a su deudor, de ahí su nombre de subrogatoria, para
ejemplificar que los acreedores se subrogan a la persona del deudor a fin de poder
ejercerla en su nombre”.
Para el profesor Alessandri “se desprende la autorización que los acreedores
tienen de ejercer a nombre del deudor, las acciones y derechos que a éste
corresponden; y mediante este ejercicio llegan a incorporar al patrimonio del deudor
los bienes que a éste pertenecen”.
Concepto.
Es aquélla en cuya virtud, los acreedores ejercen derechos o acciones que
competen al deudor, y que éste, por malicia o negligencia, no ha querido ejercer.
El profesor Abeliuk señala que es “el ejercicio de los derechos y acciones del
deudor, por parte de los acreedores, cuando aquél es negligente en hacerlo”.
Para el profesor Meza Barros “consiste en el ejercicio por los acreedores de
acciones y derechos que competen al deudor para incorporar al patrimonio de éste
bienes en qué hacer efectivos sus créditos”.
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Denominación.
1. Se llama subrogatoria, porque los acreedores se subrogan en el ejercicio de los
derechos y acciones que corresponden al deudor. Como señala el profesor Fueyo, “es
subrogatoria porque el acreedor subroga o sustituye al deudor para obrar en su
lugar”; en palabras del profesor Abeliuk, “se la llama también subrogatoria, porque los
acreedores se colocan en la situación jurídica del deudor, para ejercitar sus derechos y
acciones; lo hacen a nombre y por cuenta del deudor, en lugar suyo. Pero no parece
recomendable la designación por confundirse con la que emana del pago con
subrogación y que es totalmente diferente”.
2. Se llama oblicua, porque la acción corresponde al deudor, pero la ejercen los
acreedores. Para el profesor Fueyo “es oblicua porque el acreedor, en vista de que el
deudor abandona el ejercicio de sus derechos, elimina el inconveniente de su
pasividad, y actúa en su nombre y lugar, cortando al sesgo para alcanzar el fin que se
propone”.
3. Se llama indirecta, porque no la ejerce su titular, que es el deudor. “También se
la llama acción indirecta, para diferenciarla de ciertas acciones directas del acreedor,
(…) y en que éste también hace efectivos derechos y acciones del deudor, pero no por
cuenta de éste, sino por la propia”.
Según el profesor Fueyo “es indirecta en dos sentidos: porque el acreedor no
acciona en nombre propio, sino en el del deudor, a través de los derechos y
patrimonio de éste, y porque es un amino preliminar y subsidiario para en seguida
acciona sobre el patrimonio así incrementado”.
Requisitos.
1. Existencia de un crédito.
Según el profesor Fueyo es necesaria la “ostentación de un derecho de crédito
contra el deudor; algunos agregan que no es necesario que se trate de un título que
lleve aparejada ejecución”.
Los acreedores deben ser titulares de un crédito exigible; así, el profesor Meza
Barros señala que “será menester, en primer término, que el crédito sea actualmente
exigible. El acreedor que lo es a plazo y, con mayor motivo, bajo condición suspensiva,
no pueden ejercitar los derechos del deudor”. En este sentido, cabe tener presente que
si hay notoria insolvencia, los plazos caducan.
Según el profesor Ruz, “el crédito debe ser exigible, pues si no lo es, el deudor
no puede ejercitarlo y con mayor razón no puede subrogarse el acreedor para
ponerlos en movimiento. Si el plazo caduca por la insolvencia del deudor, entonces
podrá operar la subrogación”.
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Para el profesor Alessandri, el crédito debe ser cierto, “es decir, que realmente
se tenga la calidad de acreedor. Es sabido que sin interés no hay acción, y si este
derecho tiene por objeto darle al acreedor los medios necesarios para hacer efectivos
sus derechos, se comprende fácilmente que no puede tener ningún provecho en ello,
quien no tiene interés en la situación del deudor” y agrega que “es menester que el
acreedor no sea condicional, porque este derecho tiene por objeto hacer posible el
cumplimiento de la obligación, y el acreedor condicional, mientras pende la condición,
nada puede reclamar en calidad de tal; el único derecho que tiene y que la ley le
reconoce es impetrar providencias conservativas, y este derecho dista mucho de la
sustitución o subrogación. Un acreedor a plazo sí que podría ejercitar este derecho,
porque un acreedor a plazo tiene interés evidente en que la obligación se cumpla”.
En el mismo sentido, el profesor Fueyo señala que debe haber “interés del
acreedor en ejercitar el derecho o acción del deudor, como medio para realizar su
propio crédito”.
Así también lo entiende el profesor Abeliuk, al sostener que “podemos decir
que el acreedor, en principio debe ser puro y simple, ya que se exige que su crédito sea
cierto y exigible.
La certidumbre y exigibilidad eliminan al acreedor condicional suspensivo que
no tiene derechos y sólo puede impetrar medidas conservativas, y el plazo no obsta a
la exigibilidad, a menos que se trate de un caso de notoria insolvencia que, según
sabemos, hace caducar el plazo.
Se ha discutido en doctrina lo que ocurre si el crédito en que se sustituye el
acreedor al deudor es muy superior al suyo, pues hay quienes sostienen que la acción
oblicua sólo puede llegar al monto del crédito del acreedor, quien no tendría ya
interés en el excedente. Parece errónea esta afirmación, por cuanto el acreedor no
está cobrando su crédito, sino incrementando la masa a la que deberá concurrir con
todos los demás acreedores sin preferencia alguna”.
Además, agrega que “estos derechos y acciones deben ser patrimoniales, ya que
el objeto que persigue el acreedor es incrementar el patrimonio en que podrá ejecutar
la obligación. Ningún interés puede tener en los que no tengan significación
pecuniaria.
En seguida, tales derechos y acciones deben existir; no podría el acreedor
establecerlos contratando por cuenta del deudor.
Deben referirse a bienes embargables, porque en caso contrario, aun cuando
ellos se hicieran ingresar al patrimonio del deudor, sus acreedores no podrían
después perseguirlos.
Finalmente, (…), tampoco se permite en aquellas acciones propios de la
persona del deudor, o sea, las acciones personalísimas, aunque ellas se traduzcan
finalmente en bienes pecuniarios, como una reclamación del estado de hijo legítimo
(sic), que permitiría cobrar la herencia”.
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Por su parte, el profesor Abeliuk sostiene que “la negligencia deberá probarla
el acreedor, pero no es necesario que constituya previamente en mora al deudor, y en
buena doctrina habría que concluir que ni siquiera es necesario oír a éste. Nos
parecer, sin embargo, de toda conveniencia emplazar al deudor para evitar
discusiones posteriores sobre el efecto de la acción a su respecto”.
4. Autorización de la ley para que los acreedores puedan hacer valer estos
derechos y acciones.
Según el profesor Meza Barros “nuestro Código no contiene una disposición de
carácter general que autorice a los acreedores para ejercitar las acciones o derechos
que competen al deudor.
Forzoso es concluir que el ejercicio de la acción oblicua o subrogatoria sólo es
posible a los acreedores en los casos que expresamente la ley señala”.
En el mismo sentido, el profesor Alessandri señala que los acreedores pueden
subrogarse “única y exclusivamente respecto de los derechos y acciones en que la ley
expresamente les ha concedido esta facultad, porque nuestro C. Civil, a diferencia del
Código francés que en su artículo 1166 consagra como principio general que el
acreedor podrá ejercer los derechos y acciones del deudor, no tienen ningún artículo
que tal principio establezca y se ha limitado el Código chileno a señalar determinados
casos en los cuales es posible el ejercicio por el acreedor de determinadas acciones o
derechos del deudor”. Para el profesor Ruz, “en Chile no existe una regla general
amplia como el Art. 1166 del Código francés, que señala que el acreedor puede ejercer
todas las acciones del deudor excepto las exclusivamente personales”.
Así también lo entiende el profesor Fueyo, al señalar que se necesita “una
disposición legal que autorice el ejercicio de la acción oblicua, según resulta de
nuestro sistema legislativo. Se consagra de este modo la excepcionalidad de la acción
oblicua, por lo que se la concede en los casos de consagración expresa, que, por lo
demás, son muy escasos”.
Esto ocurre en los siguientes casos:
A. Art. 2.466 inc.1º CC.
El deudor no ejerce estos derechos y se autoriza a los acreedores para que se
subroguen en estos derechos que tiene el deudor, siempre que no se trate de derechos
personalísimos, como los de uso y habitación.
B. Art. 2.466 inc. 2º CC.
C. Art. 1.238 CC.
D. Art. 1.394 inc. 2º CC.
Se trata de un deudor que no ha aceptado una donación entre vivos.
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Observación.
Los casos de los artículos 1.238 y 1.394 inc. 2º CC presentan dos modalidades:
A. Los acreedores necesitan de autorización judicial para actuar, es decir, no basta
con la autorización que da la ley.
Como señala el profesor Alessandri señala que “no es necesario tampoco que el
acreedor, antes de ejercer este derecho se haga autorizar por el juez, u obtener del
juez una autorización en que lo declare subrogado o sustituido al deudor, porque se
trata de un derecho que la ley reconoce al acreedor; el papel del juez se limitará
entonces a reconocer que existe la disposición legal que tal derecho confiere al
acreedor. Sólo por excepción de los artículo 1238 y 1394, es necesaria previamente
una autorización judicial en que se declare subrogados a los deudores por los
acreedores, en el ejercicio de las acciones a que tales artículos se refieren”.
En el mismo sentido, el profesor Meza Barros sostiene que “no necesitan los
acreedores, en principio, de una autorización judicial previa para intentar las acciones
y derechos del deudor.
El ejercicio de la acción no importa apropiarse de bienes del deudor; tiene
solamente como finalidad obtener que ciertos bienes ingresen a su patrimonio, para
en seguida, de acuerdo con las reglas generales, conseguir el pago con el precio de su
realización.
Por otra parte, la autorización arranca de la ley y una autorización judicial
resulta inoficiosa.
Por excepción, en los casos de los arts. 1238 y 1394, es menester que el juez
autorice al acreedor para aceptar por el deudor la asignación o donación”.
B. La revocación de la repudiación de la asignación y de la no aceptación de la
donación entre vivos se produce sólo a favor de aquellos acreedores que han hecho
valer la acción, que han contado con la autorización del juez, y en la medida de sus
créditos. No favorece a los otros acreedores, y en el sobrante se mantiene la
repudiación de la asignación o la no aceptación de la donación.
Efectos de la acción oblicua.
1. Se busca hacer ingresar al patrimonio del deudor bienes que no habían
ingresado.
De esta manera, el profesor Fueyo señala que “ejercitada la acción oblicua, que
se hace por el acreedor en virtud de un derecho propio, pero actuando a nombre del
deudor titular del derecho respectivo, los bienes llegan al patrimonio del deudor,
incrementándolo”.
2. Esta acción favorece a todos los acreedores, tanto a los que la han ejercido,
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como a los que no lo han hecho, y esto es así, porque la acción es del deudor, sólo que
éste no la ha ejercido, y el ejercicio se le entrega al acreedor. Si el deudor la hubiese
ejercido, esos bienes habrían ingresado a su patrimonio y beneficiaría a todos los
acreedores.
En este sentido, el profesor Meza Barros sostiene que “los acreedores ejercen
derechos del deudor; los resultados deben ser los mismos que si el deudor los
ejerciera.
Los bienes que se obtengan ingresarán al patrimonio del deudor para
constituir la prenda general de sus acreedores. Por tanto, la acción oblicua o
subrogatoria beneficia a todos los acreedores. Con los bienes obtenidos podrán
satisfacerse de sus créditos, íntegramente si los bienes fueren bastantes o a prorrata
de sus créditos, en caso contrario, cuando no hubiere causas de preferencia
establecidas por la ley”.
Así, según el profesor Ruz “el ejercicio de la acción oblicua no beneficia
exclusivamente al acreedor que la ejerció, sino a todos los acreedores del deudor.
Este efecto es quizás el más importante, pues lo que se obtenga del ejercicio de
la acción no ingresa al patrimonio del actor, a fin de pagarse de su crédito, ni tampoco
otorga algún grado o tipo de preferencia para ello.
En efecto, todos los bienes que se recuperen producto de esta acción se
incorporan al patrimonio del deudor, donde cualquier acreedor, no sólo el que la
intentó, se podrá hacer pago, embargándolos y sacándolos a remate”.
En el mismo sentido, el profesor Fueyo sostiene que “este mejoramiento
económico del deudor favorecerá a los acreedores; a todos ellos en general, incluso al
que ejercitó la acción, aunque no solamente a él.
El o los acreedores podrán, entonces, ejercitar el derecho que les confiere la
relación obligacional sobre el patrimonio del deudor en mejores condiciones que
antes. La ejecución forzada no impide, por otra parte, el pago voluntario por el deudor,
fuera de pleito”.
Así también lo entiende el profesor Abeliuk, al sostener que “el ejercicio de la
acción oblicua no beneficia exclusivamente al acreedor que la ejerció, sino a todos
ellos. Dicho de otra manera, el producto del ejercicio de esta acción no ingresa al
patrimonio del que la invocó para pagarle su crédito, ni éste adquiere preferencia
alguna en dichos bienes, sino que se incorporan al patrimonio del deudor, donde
cualquier acreedor, no sólo el que la intentó, se podrá hacer pago, embargándolos y
sacándolos a remate. Por ello decíamos que el acreedor puede en definitiva haber
trabajado para otro, especialmente para uno privilegiado”.
En el mismo sentido, el profesor Alessandri señala que “todo lo que adquieran
los acreedores en ejercicio de estos derechos en los cuales se han subrogado o
sustituido, no ingresa al patrimonio de los acreedores, sino que todo lo que así se
obtiene ingresa al patrimonio del deudor, porque el resultado de este derecho debe
aprovechar a la persona en cuyo favor el derecho se haya constituido, y la persona esa
no es el acreedor, sino el deudor. Cuando el mandatario representante o apoderado de
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otra persona, obra en nombre de la persona que representa, el derecho que ejercita
beneficia al mandante o representado. Lo mismo pasa en la subrogación por los
acreedores en ciertos derechos y acciones del deudor. Luego, no es solamente el
acreedor que se subroga en el derecho del deudor, el único que se beneficia o que lo
aprovecha, sino todos los acreedores; en otras palabras, los bienes adquiridos
mediante el ejercicio de esta sustitución entran al patrimonio del deudor y una vez
incorporados en él pueden ser objeto de las acciones de todos los acreedores del
deudor, con arreglo a los artículos 2465 y 2469 del C. Civil.”.
3. Para el profesor Ruz “el demandado por la acción oblicua (el deudor del deudor
negligente) puede oponer a los acreedores las mismas excepciones que le
corresponderían si es demandado por su propio acreedor”.
4. Según el profesor Ruz, “como es muy discutible que la acción oblicua ejercitada
por el acreedor del deudor negligente produzca cosa juzgada respecto de éste, se
considera oportuno notificarlo siempre a fin de emplazarlo”.
5. Para el profesor Ruz “la acción oblicua no requiere una calificación judicial
previa, por lo que en el mismo juicio en que se ejerce se determinará su procedencia.
Si es rechazada, producirá el efecto que falta legitimación de los actores para obrar en
el juicio”.
Características.
1. Puede ser real o personal.
Según lo sea el derecho o la acción que tenga el deudor.
2. Prescriptible.
Prescribe según las reglas a que esté sujeta la acción que el deudor no ha
ejercido.
3. Patrimonial.
Tiene contenido económico, pues se busca que ingresen bienes al patrimonio
del deudor.
4. Irrenunciable.
Según el profesor Fueyo “algunos autores no ven inconveniente para la
renuncia anticipada del ejercicio de esta acción, concertándose el pacto entre el
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