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EDITORIAL

DÍA DE LA MADRE
Cada segundo domingo de mayo esta celebración por primera vez el 9 de mayo de 1911 en
la ciudad de grafton – Virginia en EE.UU. No ocurre así con el día que hoy celebramos: el
Día de la Madre, se extendió rápidamente por todos los demás Estados de la unión
norteamericana y simultáneamente por el mundo se consideró que la dedicación de un día
específico para honrarlas estimularía el respeto por los padres y fortalecería los lazos
familiares.
En el día de la madre es muy importante para todos para poder celebrarle o dedicarle
siquiera un día a nuestras queridas madre que nos dieron la vida. En este día, por lo tanto,
es raro el hijo o hija que no haga hasta lo imposible por demostrarle de una manera especial
a la autora de sus días el amor y agradecimiento que sienten por ella ya que sólo una mujer
puede experimentar a profundidad la sensación del embarazo, el dolor del parto, y el gozo
indescriptible después de él.
Es la madre, como ningún otro ser, quien tiene la capacidad de mantener unida a la familia,
y como se sabe, una familia unida está más propensa a ser feliz y a enfrentar los embates de
la adversidad. También las tiendas hacen ofertas especiales, los restaurantes se llenan, las
floristerías, los mariachis y los tríos tienen dificultad para satisfacer la demanda de sus
productos y servicios, en fin, se trata de un legítimo anhelo de hacer sentir bien a quien nos
dio el preciado don de la vida. Quienes actualmente sufren en carne propia el flagelo de un
desempleo que no les permite comprarle ni regalarle nada a sus madres, tienen cuando
menos la posibilidad de visitarlas, en el entendido de que para ellas el regalo más
importante es la presencia afectiva, cariñosa y agradecida de los hijos. Y aquéllos que ya no
tienen a sus madres en vida, es muy posible que visiten sus tumbas en los cementerios y
que las recuerden en sus oraciones.
De ahí que la madre sienta un vínculo con el ser producto de sus entrañas que es
independiente del tiempo y de las circunstancias. Por eso es natural observar en ellas una
inmensa capacidad de sacrificio y de dedicación al hijo, aun cuando éste se descarríe o no
corresponda al amor maternal. La madre comprende, perdona y espera. La madre ama
incondicionalmente. Su función como primera educadora de los hijos, con el apoyo del
padre a veces, y a veces sola, es insustituible. De ella depende en gran parte la calidad de
los futuros ciudadanos.
En consecuencia tenemos que la madre es bien
aguerrida ya que en estos tiempos es la más
emprendedora y es grato que se le de un día de
agradecimiento por habernos soportado dentro de
ella nueve meses y hasta ahora nos está
aguantando nuestros caprichos que tenemos en el
día diario y tenemos que estar orgullosos de
ella. Nuestro cariño, admiración, respeto y
agradecimiento a todas las madres de todo el
mundo y más que todo del Perú y a cada madre de
cada uno de mis compañeros.

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