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Ahora que se abre una nueva temporada de talleres literarios, diez escritores
chilenos revelan las claves para lograr una buena obra de ficción. Para algunos, es
esencial la locura o la obsesión. Otros recomiendan disciplina y una abundante
lectura. Aquí, sus consejos.
Hay que estar con los oídos y los ojos muy abiertos, lo fundamental es eso. Percibir la
realidad y los comportamientos de los seres humanos de una manera intensa. Prestar
atención a lo que dicen, cómo lo dicen, la cara que ponen cuando lo dicen.
Aquello que uno quiere contar, que se convierta en una especie de obsesión, que esté
muy presente en la mente de uno, que esté presente todo el tiempo, y que uno sienta la
necesidad de ponerlo por escrito.
Guillermo Blanco
Esencial, la espontaneidad.
¿Garantía de éxito? Ninguna. Hay algo de mágico que no se consigue adrede. Cervantes
fue un genio en "El Quijote" y un latero en "Los trabajos de Persiles y Sigismunda".
Pablo Simonetti
Escribe al menos cinco días a la semana. Para ser escritor no sólo se requiere de talento,
sino también de voluntad y disciplina.
Escribe cada día a las mismas horas. Como decía Norman Mailer, para darle espesor a
la escritura el inconsciente también debe asistir a la cita; y para que concurra, debe
confiar en que tú también vas a estar ahí.
Escribe lo que a ti te guste leer, no lo que creas que le gustará leer a la gente o al mundo
literario.
No prestes oídos a las sirenas que te proponen otra historia mejor que la que tienes entre
manos. Termina lo que empezaste o no terminarás nada.
Lee todos los días. Aparte del refinamiento narrativo que puedas absorber, la lectura
siempre te dará ideas para lo que estás escribiendo; y no en la forma de un plagio, al
contrario, las conexiones con tu historia serán sutiles e inesperadas.
Lee lo que de verdad te guste, busca tu propio canon, encuentra a tus propios hermanos
de espíritu a lo largo de la historia de la literatura. Pero asegúrate de que esos hermanos
hayan sido buenos escritores.
Confía en tu imaginación, pero de nada sirve confiar en un comienzo para después
acobardarse. Escruta lo que imaginaste hasta que entregue todo su sentido.
Alejandra Costamagna
Olvidar la teoría.
Leer no sólo libros. Leer las cartas al director, los anuncios del metro, los manuales de
instrucciones, la guía de teléfonos, el menú, las páginas de hípica, el chiste. Leer, eso sí,
a Chéjov.
Tanto como escribir, podar. Es mucho mejor, dijo Chéjov, quedarse corto que decir
demasiado.
Alejandro Zambra
Lo principal es ser fiel a las obsesiones. Darles forma con paciencia y sin tregua. Y
desobedecer a los consejos, por supuesto.
Cynthia Rimsky
Jorge Baradit
No estudies periodismo.
Quema todas tus pestañas, tu tiempo y dinero, leyendo, leyendo y leyendo, como obseso
(si no eres lector, no eres nada).
Carla Guelfenbein
Encontrar una voz que sea propia y particular. Escribir bien es pensar bien y decir bien.
Nunca olvidar que nuestro único material de trabajo es la palabra, y que la palabra es
tanto la materia como el alma de un escrito.
Marta Blanco
Lo primero es tener algo que contar. Y ganas de contarlo. Escribir no es una ciencia,
menos una técnica, y aunque abundemos en clases de narrativa, lo que allí se puede
aprender es a leer bien, a apreciar un cuento o una historia sin buscarle el cuesco a la
breva. Porque no hay cuesco. Solo médula. Leer a los que debemos leer es
recomendable. Desde Hans Christian Andersen a Joyce, si se atreven y no se quedan
dormidos. Dormirse no es el pecado. No intentarlo de nuevo lo es.
Si no tenemos nada que contar, ojo y antojo no lo harán contarlo. Ser escritor es ser
escritor... la lengua es un misterio que algunos contraen como si fuera un virus, aunque
suele venir de nacimiento.
Escribir es un código que el hombre inventó bajo diversas culturas y civilizaciones para
decirse cosas y contarlas. Para tener pasado. Para dar salida a la imaginación. No hay
manera de dejar una herencia cultural sin escritura.
Ser escritor es aceptar lo que nos cae encima, una idea, una frase, una visión a través del
vidrio de la ventana, una muchacha en el andén, un obispo turnio, una vieja sin dientes,
el sol entre los árboles, un zorzal o una liebre, cualquier cosa nos caerá de pronto como
un rayo. Una ola, una tormenta. El amor o el odio. La muerte. Hay que ser libre para
escribir. La escritura se manda sola. No es esclava, la literatura.