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Guías para escribir ficción

Ahora que se abre una nueva temporada de talleres literarios, diez escritores
chilenos revelan las claves para lograr una buena obra de ficción. Para algunos, es
esencial la locura o la obsesión. Otros recomiendan disciplina y una abundante
lectura. Aquí, sus consejos.  

Víctor Soto Lagos  José Miguel Varas

Hay que estar con los oídos y los ojos muy abiertos, lo fundamental es eso. Percibir la
realidad y los comportamientos de los seres humanos de una manera intensa. Prestar
atención a lo que dicen, cómo lo dicen, la cara que ponen cuando lo dicen.

Aquello que uno quiere contar, que se convierta en una especie de obsesión, que esté
muy presente en la mente de uno, que esté presente todo el tiempo, y que uno sienta la
necesidad de ponerlo por escrito.

Guillermo Blanco

Preferiría pedir que dar consejos.

Esencial, la espontaneidad.

¿Garantía de éxito? Ninguna. Hay algo de mágico que no se consigue adrede. Cervantes
fue un genio en "El Quijote" y un latero en "Los trabajos de Persiles y Sigismunda".

Pablo Simonetti

Escribe al menos cinco días a la semana. Para ser escritor no sólo se requiere de talento,
sino también de voluntad y disciplina.

Escribe cada día a las mismas horas. Como decía Norman Mailer, para darle espesor a
la escritura el inconsciente también debe asistir a la cita; y para que concurra, debe
confiar en que tú también vas a estar ahí.

Crea a tu alrededor un espacio infranqueable de tranquilidad y silencio.

Escribe lo que a ti te guste leer, no lo que creas que le gustará leer a la gente o al mundo
literario.

No prestes oídos a las sirenas que te proponen otra historia mejor que la que tienes entre
manos. Termina lo que empezaste o no terminarás nada.

Lee todos los días. Aparte del refinamiento narrativo que puedas absorber, la lectura
siempre te dará ideas para lo que estás escribiendo; y no en la forma de un plagio, al
contrario, las conexiones con tu historia serán sutiles e inesperadas.

Lee lo que de verdad te guste, busca tu propio canon, encuentra a tus propios hermanos
de espíritu a lo largo de la historia de la literatura. Pero asegúrate de que esos hermanos
hayan sido buenos escritores.
Confía en tu imaginación, pero de nada sirve confiar en un comienzo para después
acobardarse. Escruta lo que imaginaste hasta que entregue todo su sentido.

Alejandra Costamagna

Olvidar la teoría.

No olvidar que la mejor ficción brota de la realidad.

Leer no sólo libros. Leer las cartas al director, los anuncios del metro, los manuales de
instrucciones, la guía de teléfonos, el menú, las páginas de hípica, el chiste. Leer, eso sí,
a Chéjov.

Escuchar todo el tiempo. Escuchar, sobre todo, el eco de las palabras.

No mirar en menos al inconsciente. Si lo amerita, afanarse con las obsesiones.

Escribir en bruto y dejar que las palabras reposen.

Tanto como escribir, podar. Es mucho mejor, dijo Chéjov, quedarse corto que decir
demasiado.

Alejandro Zambra

Lo principal es ser fiel a las obsesiones. Darles forma con paciencia y sin tregua. Y
desobedecer a los consejos, por supuesto.

Cynthia Rimsky

Leer. No me interesa si la historia o los personajes están perfectamente diseñados, me


importa aprender, buscar respuestas a las preguntas que formula la escritura, ir más allá
de lo que pienso, atender a lo que otros han pensado y sentido al respecto, abrirme la
cabeza, dudar.

Jorge Baradit

Cultivar la paranoia. La ficción es básicamente arquitectura de eventos, un fenómeno


inexistente en la naturaleza. El paranoico fino ve relaciones donde no las hay, establece
puntos de contacto y levanta maravillosos constructos donde no era posible.

Cultivar el delirio. Usar herramientas disponibles para traer contenido inconsciente


propio: la mejor materia para ver el mundo desde una perspectiva propia y por propia
original, no "novedosa". Romper el muro.

Cultivar la obsesión. La particularidad, cuando es explotada, se abre como una flor, se


devela su mecanismo y su planimetría, se hace notoria y brilla.

En definitiva, volverse un "enfermo mental", alguien que piensa fuera de la norma,


tuerce el consenso y trae un poco de caos necesario. La novela como un tumor, las ideas
como infecciones. Un juego peligroso.
Sergio Gómez

No estudies periodismo.

Quema todas tus pestañas, tu tiempo y dinero, leyendo, leyendo y leyendo, como obseso
(si no eres lector, no eres nada).

Carla Guelfenbein

Leer, leer, leer, leer.

Encontrar una voz que sea propia y particular. Escribir bien es pensar bien y decir bien.

Recordar que decir lo que pensamos o sentimos no es hacer literatura.

Nunca olvidar que nuestro único material de trabajo es la palabra, y que la palabra es
tanto la materia como el alma de un escrito.

Marta Blanco

Lo primero es tener algo que contar. Y ganas de contarlo. Escribir no es una ciencia,
menos una técnica, y aunque abundemos en clases de narrativa, lo que allí se puede
aprender es a leer bien, a apreciar un cuento o una historia sin buscarle el cuesco a la
breva. Porque no hay cuesco. Solo médula. Leer a los que debemos leer es
recomendable. Desde Hans Christian Andersen a Joyce, si se atreven y no se quedan
dormidos. Dormirse no es el pecado. No intentarlo de nuevo lo es.

Si no tenemos nada que contar, ojo y antojo no lo harán contarlo. Ser escritor es ser
escritor... la lengua es un misterio que algunos contraen como si fuera un virus, aunque
suele venir de nacimiento.

En cuanto a la estructura final, la arquitectura o ebanistería posteriores, el problema es


que usamos artimañas precisamente posteriores. Pero si no hay texto, no hay pretexto
que resucite el deseo de contar cuando no está.

Escribir es un código que el hombre inventó bajo diversas culturas y civilizaciones para
decirse cosas y contarlas. Para tener pasado. Para dar salida a la imaginación. No hay
manera de dejar una herencia cultural sin escritura.

Ser escritor es aceptar lo que nos cae encima, una idea, una frase, una visión a través del
vidrio de la ventana, una muchacha en el andén, un obispo turnio, una vieja sin dientes,
el sol entre los árboles, un zorzal o una liebre, cualquier cosa nos caerá de pronto como
un rayo. Una ola, una tormenta. El amor o el odio. La muerte. Hay que ser libre para
escribir. La escritura se manda sola. No es esclava, la literatura.

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