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INSTITUTO TEOLOGICO
NAZARENO DE CIENCIAS Y
HUMANIDADES
Podemos aparentar felicidad cuando se compra una casa, un carro del año, un
buen trabajo, etc. y conocemos a personas que aun teniendo eso, son las
criaturas mas desdichadas, refunfuñonas, egoístas y se quejan de todo lo que
tiene. Entonces ¿qué de todo esto si no logras disfrutarlo? ¿De qué sirve tener
todo si por dentro te sientes infeliz?, y claro está que no es malo tener todo eso,
pero la felicidad no debe estar sujeta a eso.
Esto es sencillo, la felicidad no se encuentra solamente en llenar tu casa, tu
cartera o darte algún que otro lujo, más bien la felicidad está en poder compartir
de esos logros y más si el que verdaderamente lo necesita se lo das.
“Una cara feliz no siempre es felicidad”, es una frase un tanto muy escuchada y no
solamente se necesita de hablar de lo material, si no también reconocer que hay
personas que emocionalmente también están vacías, que no encuentran algo que
los pueda llenar y que cuando les preguntas: ¿cómo están? te dirán: todo bien, y
es que podemos aparentar la felicidad de muchas maneras, simplemente por el
hecho de no querer dar explicación, el acto de ver a una persona reír a carcajadas
no nos asegura de que sea “feliz”, hemos visto montones de casos de personas
con depresión que no pensábamos que podrían estarlo, “una cara feliz no es
símbolo de que por dentro se sienta así” .
Recordemos entonces que podemos aparentar ser felices pero si por dentro de
nuestro corazón no podemos estarlo, es que algo no estamos haciendo bien. La
felicidad debe estar en nosotros completamente sin que falte en alguna parte de
nuestro ser, debe ser verdadera, se refleja espontáneamente, y sobre todo debe
ser real.