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El presente trabajo supone una aproximación crítica a la teoría y a la praxis de José Luis
Brea acerca del arte y las tecnologías digitales. Mediante su práctica teórica y curatorial,
llevamos a cabo un análisis crítico de dos conceptos fundamentales para entender su
pensamiento: cultura RAM y capitalismo cultural electrónico. Del mismo se derivan
una serie de tensiones discursivas con respecto al fetichismo de la mercancía en la era
del mundo-Internet y sus implicaciones en el régimen de construcción de las
subjetividades contemporáneas. Al mismo tiempo, la labor teórico-crítica de Brea en
relación a las prácticas artísticas y el sistema de poder capitalista entroncan con la
puesta en marcha y consolidación de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de
Gijón. El programa del centro asturiano, dedicado íntegramente al arte, la ciencia, la
tecnología y la innovación, ejemplifica la materialización de una parte significativa de
las teorías de Brea para un mundo digitalizado. Procederemos pues a poner de
manifiesto la influencia de Brea en la concepción de LABoral que fragua su primera
directora Rosina Gómez-Baeza.
ABSTRACT
The following work is a critical approach into the theory and praxis of José Luis Brea
about art and digital technologies. By means of his theoretical and curatorial practice, a
critical analysis of two fundamental concepts is carried out in order to understand his
thinking: RAM culture and electronic cultural capitalism. A series of reflective tensions
with respect to merchandise’s fetish in the era of world-Internet and its implications in
the contemporary subjectivities building system stemmed from the analysis. At the
same time, the theoretical-critical work of Brea in relation with the artistic practices and
the capitalist system are connected with the start-up and consolidation of LABoral
Centro de Arte y Creación Industrial in Gijón. The programme of the asturian center,
which is entirely focused on art, science, technology and innovation, illustrates the
materialisation of a significative part of Brea’s theories for a digitalised world. Next, his
influence on the conception of LABoral forged by the first director of the center Rosina
Gómez-Baeza is brought to light.
Otras personas me han acompañado durante todos estos meses. Su presencia y afecto
dieron sentido a este TFM. Ellas saben quiénes son. Solamente señalar a mi madre por
querer entender siempre, por cuestionarse.
ÍNDICE
Introducción ................................................................................................................. 5
II.I.- José Luis Brea y las prácticas artísticas en la red: de Arco Electrónico (1997-
1998-1999) a LABoral Centro de Arte y Creación Industrial (2007-2011) .............. 37
II.II- Del fin del net art a la redefinición de las prácticas artísticas en el nuevo
milenio ........................................................................................................................ 46
II.III- LABoral Centro de Arte y Creación Industrial (2007-2011) a través de cinco
exposiciones clave ...................................................................................................... 53
III.- CONCLUSIONES .............................................................................................. 59
Bibliografía................................................................................................................. 64
3
INTRODUCCIÓN
“¿Encontraría realmente un camino que le condujera
fuera del laberinto? ¿No le obligaría esta empresa a
aislarse de todo lo demás? ¿Sobreviviría?”1
Un primer contacto con la obra de José Luis Brea (1957-2010) podría producir, por su
amplitud y heterogeneidad, cierto distanciamiento. Si bien es cierto que estuvo ligado la
mayor parte del tiempo al contexto del arte contemporáneo español, el extenso abanico
de intereses hacia los que se orienta, los múltiples paradigmas teóricos que aborda y las
implicaciones que mantiene en el ámbito institucional de las prácticas artísticas lo
convierten en una figura de gran relevancia y complejidad. Asimismo, su procedencia
desde el campo de la filosofía y, más concretamente, de la disciplina de la estética del
arte, ha de tomarse como fundamento del aparato teórico-crítico que desarrolla en
diferentes fases a lo largo de su vida. No obstante, el campo de acción de su práctica fue
periférico y en algún momento hasta marginal. Tardó en llegar a la universidad y lo hizo
primeramente en Cuenca. Como comisario, no tuvo abiertas las puertas de los grandes
centros: MACBA, MNCARS o IVAM. Tampoco adquirió un impacto mediático
destacado ni colaboraba (deliberadamente) en los grandes medios de comunicación.
Pero con el trabajo que nos ocupa hemos querido poner de relieve la importancia y el
valor que sin duda tiene su pensamiento.
Podría tomarse como punto de partida la escisión entre teoría y praxis para diferenciar la
producción teórico-crítica y textual de Brea, de otra actividad más centrada en la
práctica artística, curatorial e institucional, aunque se presentasen íntimamente
relacionadas a lo largo de la trayectoria profesional del autor. ¿Qué vigencia tienen los
postulados de J. L. Brea a día de hoy? ¿Cómo se puede leer el presente a través de la
óptica de los textos de cultura_RAM. Mutaciones de la cultura en la era de su
distribución electrónica (2007)? En las bases del quehacer filosófico de Brea reside un
sustrato de pensamiento que permite formular estas perguntas y en él hallamos la
génesis de este proyecto de investigación.
1
Franz Kafka, Der Prozess, Berlín, Verlag Die Schmiede, 1925. Traducción al español de Alberto Luis
Bixio, El Proceso, Barcelona, Planeta, 1976, p. 120.
4
muestra de interés por las notas y las citas a pie de página, junto a la elusión de
menciones o reconocimientos bibliográficos fueron otra constante en los textos de Brea;
de ahí, tal vez, la ausencia de traducciones de sus obras a otras lenguas y la falta de
interlocución directa con otros actores del debate teórico-crítico tanto dentro como fuera
de España. Cabría mencionar, al final de su carrera, la admiración e impacto de sus
trabajos en América Latina, donde a día de hoy siguen estando presentes.
En la obra cultura_RAM Brea emprende una crítica del sistema que supone el intento
de mirar una realidad, de generar un discurso para enfrentar algunas de las cuestiones
más relevantes que subyacen al conjunto de la sociedad: el sistema de poder capitalista
y su implicación en las prácticas culturales contemporáneas. Tras identificar cierto vacío
en lo relativo al estudio de sus propuestas teóricas, la primera parte de este trabajo de
investigación propone una revisión hermenéutica y una reflexión de carácter estético-
crítico que permita ahondar en la teoría y en la praxis del sujeto de estudio. Siguiendo
una metodología de leer a Brea desde Brea –a pesar de la distancia crítica– y empleando
un ejercicio sistemático de análisis de texto centrado en dos conceptos clave: cultura
RAM y capitalismo cultural electrónico, surge un proceso cercano a la literatura
comparada intercalando progresivamente fuentes bibliográficas indisociables al corpus
teórico-crítico donde se enmarca cultura_RAM.
5
Marx y Freud, tenidos en cuenta como “fundadores de discursividad” –siguiendo los
presupuestos foucaultianos de “¿Qué es un autor?” (1969)–, aportan un sustrato
ineludible para determinar posibles contradicciones o tratar de solventar problemáticas
que suceden al análisis. Por un lado, la crítica de la economía política en clave marxista
conducirá a una aproximación hacia el capitalismo cultural electrónico con respecto a la
fetechización del producto del trabajo en la era del mundo-Internet. Por otro, la
proyección de subjetividades en consonancia a la esfera social culturalmente producida
supondrá un punto de llegada más cercano a la actualidad, alejándonos de un apego
estricto a los postulados de Brea para enunciar, de forma propia, consideraciones con un
matiz diferencial.
Conviene tener presente la voluntad del autor de ser leído y no pasar por alto, antes de
comenzar, la escasa muestra de interés que por una u otra razón, poco concerniente en
este momento, ha marcado la posteridad de su legado. Sin duda, la precisión a la hora de
acuñar términos como “umbral”, “capitalismo cultural electrónico” o “cultura RAM”
hacen de sus textos un material preciado en el momento presente para reconsiderar las
implicaciones de los mecanismos de poder y la deriva de las prácticas artísticas. El
carácter profético como condición general a la casi totalidad de la producción de Brea
adquiere una vigencia renovada desde una perspectiva estrictamente contemporánea,
cuando la vida sigue aunque parezca que el tiempo se ha detenido, cuando el futuro
torna en incierto porvenir. En lo que sigue, la recuperación de una parte concreta y
significativa de la teoría y la praxis de Brea –ambas prácticas indisociables de su
instinto crítico– es tratada cual espectro o fantasma por venir que un día fue y ya
regresa.
6
I. CULTURA RAM Y CAPITALISMO CULTURAL ELECTRÓNICO:
INCURSIÓN EN LA OBRA TEÓRICA DE JOSÉ LUIS BREA Y SUS
DERIVAS PRESENTES
2
Vid. aleph-arts.org, artszin.net y w3art.es
3
Este periodo dentro del arte español y la presencia crítica y teórica de Brea en el mismo quedan
reseñados en Peio Aguirre, “Grado cero: Un poco de orden en la escena”, Carta, 5, Madrid, MNCARS,
2014, pp. 25-27.
7
Anys 90. Distància zero (Centre d’Art Santa Mònica, 1994), no rehúyen las referencias
literales al pensador alemán4.
La expansión a finales de los años noventa del siglo XX de los “nuevos medios” se
torna decisiva para el debate teórico-crítico, del cual Brea fue uno de los más
importantes protagonistas por lo que al contexto del estado español se refiere. El teórico
Lev Manovich define los nuevos medios como «La traducción de todos los medios
actuales en datos numéricos a los que se accede por medio de los ordenadores»7, y fue
quien empezó a tomar el léxico informático para ulteriores análisis del fenómeno
4
Sobre la escena artística española de los noventa y la actividad crítico-curatorial de J. L. Brea en este
periodo ver la reciente publicación de Santiago Olmo, Armando Montesinos y Mariano Navarro,
[Ex]posicións críticas. Discursos críticos na arte española, 1975-1995, Santiago de Compostela, CGAC
[cat. exp.], 2017.
5
“El autor como productor” fue un texto leído por Walter Benjamin el año 1934 en el Instituto para el
Estudio del Fascismo, en París, y que supone la antesala de la obra posterior de Walter Benjamin, Das
Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Reproduzierbarkeit, Gesammelte Schriften, Alemania, 1936.
Traducción al español de Andrés E. Weikert, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica,
Ítaca, México, D. F., 2003. Dentro del contexto español, la figura de Marcelo Expósito representa otra
aproximación a Walter Benjamin alejada de la que José Luis Brea desarrollara en su obra. Tomamos el
concepto de “Benjamin productivista” del texto de Marcelo Expósito, “Lecciones de historia. Walter
Benjamin, productivista”, conferencia pronunciada en Santiago de Chile el 8 de noviembre de 2009, en
los Coloquios El arte en diálogo y tensión con las transformaciones sociales y culturales del mundo
contemporáneo, organizados por Nelly Richard dentro de la Trienal de Chile.
6
Susan Buck-Morss, Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes [1989],
Madrid, Visor, 1995, p. 96.
7
Lev Manovich, El lenguaje en los nuevos medios de comunicación: la imagen en la era digital [2001],
Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 4.
8
medial. La incertidumbre irá unida permanentemente al fenómeno y a las instituciones
que poco a poco se van orientando hacia el devenir digital de la cultura, sin dejar de
lado las complejidades que entraña en cuanto a su comercialización. Con respecto a
Brea y su cultura_RAM, alcanzamos a comprender que las “mutaciones en la cultura”
inciden directamente sobre las formas de representación y tienen un impacto directo en
todas las manifestaciones culturales. Cuando estas afectan al ámbito de la memoria,
traen consigo un cambio en el eje de la cultura injerta en los procesos de producción:
8
José Luis Brea, cultura_RAM. Mutaciones de la cultura en la era de su distribución electrónica,
Barcelona, Gedisa, 2007a, p. 28.
9
Ibid., p. 23.
9
la interpretación del archivo […] no puede aclarar, leer, interpretar, establecer su
objeto, a saber, una herencia dada, más que inscribiéndose en ella, es decir,
abriéndola y enriqueciéndola lo bastante como para hacerse sitio en ella en pleno
derecho. No hay meta-archivo. Incorporándose el saber que se desarrolla respecto a
él, el archivo aumenta, engrosa, gana auctoritas. Pero pierde al mismo tiempo la
autoridad absoluta y meta-textual a la que podría aspirar. […] el archivo no se cierra
jamás. Se abre desde el porvenir10.
Las normas clásicas de presencia y ausencia son desplazadas a los márgenes, mientras el
presente se orienta hacia el procesamiento enfrentado a lo patrimonial, a la acumulación
de saberes. Los procesos de producción requieren de ser optimizados para integrarse en
la red interconectada de subjetividades que habitan la comunidad, mientras la
producción en red genera una «inteligencia comunada»11. Al mismo tiempo, la
naturaleza de la cultura experimenta sucesivos cambios tras incluir los avances
tecnológicos a su gestión, por lo que siguiendo la terminología de Brea registramos el
tránsito de la antigua cultura ROM, asociada a una memoria de archivo, de documentos,
a una cultura RAM que se caracteriza por su memoria de procesamiento y la
constelación de flujos que interconectan datos permanentemente.
10
Jacques Derrida, Mal de archivo. Una impresión freudiana [1995], Madrid, Trotta, 1997, p. 75.
11
Brea, op. cit., p.27.
12
Derrida, op. cit., p. 76.
10
partícipes del resultado de esta repetición que no se inscribe en un tiempo pasado, sino
que alude al porvenir en la medida de sus respuestas.
Ante todo, distinguimos en las tesis de Brea la importancia de las connotaciones que
Derrida otorga al porvenir. La cultura RAM es producto de un giro performativo y
relacional que transforma la memoria de archivo en memoria de procesamiento. A
través de esta dirección productiva la cultura no tiende al almacenamiento, sino que
distribuye, se sirve de la memoria de proceso: «la cultura se ve requerida a tender
puentes hacia el futuro, encuentros con lo desconocido –en consecuencia, la memoria
que se requiere es la de procesamiento»13. El colapso de la noción tradicional de archivo
y su descentralización tienen lugar una vez que la realidad y el archivo coinciden en uno
mismo en Internet14.
13
Ibid., p. 85.
14
Acerca del término cultura_RAM, acuñado por Brea, y su relación con las transformaciones digitales, el
archivo y la recuperación de la memoria-documento véase: Fernando Broncano, “A propósito de José
Luis Brea: del archivo a la RAM”, Caracteres. Estudios culturales y críticos de la esfera digital, 3,
Salamanca, Delirio, mayo de 2014, pp. 273-289.
15
Brea, op. cit., p. 19.
16
La exposición de la mercancía en los escaparates parisinos del XIX, junto al auge de las exposiciones
universales y los palacios de cristal, resultan definitivos para enmarcar el concepto de “fantasmagoría” al
que Benjamin alude en El libro de los pasajes.
17
Buck-Morss, op. cit., p. 98.
11
La fascinación por el cine que expresan los textos de Benjamin puede encontrar una
analogía con la expansión de Internet y su potencial utópico en el caso de Brea. Para
ambos, en la materialidad de las imágenes como artefacto técnico está contenida la
fantasmagoría que simboliza su valor social. Por tanto, para este último, la cultura RAM
se caracteriza por producir la interconexión tanto de datos, como del sujeto en sí del
conocimiento: «semejante a sus semejantes y diferenciado de ellos, como individuado
en lo común […] en el rastro perdido de alguna y evanescente comunidad»18.
Podríamos plantear, atendiendo a estos postulados, que el «horizonte ya no es el pasado
y su reconstrucción […] sino exclusivamente el futuro»19. Y, llegados a este punto, con
acierto y agudeza, Brea señala la cultura en la era de su digitalización como «testimonio
melancólico de efimeridad, de contingencia, de precariedad»20.
18
Brea, op. cit., p. 62
19
Ibid., p. 85.
20
Ibid., p. 86.
21
Ibid., pp. 73-74.
22
www.nettime.org
12
Poco a poco las listas de correo electrónico de Nettime fueron ramificándose y
ampliando horizontes al amparo del soporte web, con actores procedentes de todo el
mundo interconectado23. Activistas internacionales, teóricos, artistas, y escritores, entre
otros, protagonizaban debates en red acerca de «la metáfora de la ciudad frente a la
metáfora de la vida, los laberintos de los mundos reales y virtuales, páginas webs
ambulantes, la ciudad-estado, la crítica de la agenda política que sería llamada la
“California Ideology”, y la cuestión perenne del arte»24. Como nuevo campo para la
acción aparece el espacio de los media networks, que podemos considerar la antesala de
las redes sociales más contemporáneas. Nettime se declaraba «poco preocupada con la
distribución en masa de un producto. Se trataba más bien de la organización propia de
un proceso […] Era una subjetividad colectiva sin identidad fija»25. El entorno online y
Nettime comenzaban su andadura de la mano, albergando posibilidades de
emancipación y subjetivación inéditas hasta la fecha, entretejiendo la historia con
dimensiones políticas, intelectuales, culturales y tecnológicas. Fue acuñado entonces el
término “net critique”, aludiendo a los principios de radicalización de la plataforma
para la era informacional26.
Sin lugar a dudas, a pesar de que no fuera un participante activo de esta plataforma, el
entorno medial referido era un ámbito familiar para la práctica crítica y curatorial de
Brea en Internet27. Las innovaciones en el ámbito de la comunicación prefiguran a
finales de los noventa un escenario del cual resultaría complicado mantenerse al
margen. Michael Hardt y Antonio Negri abordan en su obra seminal Imperio (2000) los
mecanismos de control en auge tras la irrupción de las nuevas tecnologías y las
posibilidades de agencia frente a los procesos imperiales de globalización y de
producción. El análisis que elaboran les conduce a profesar una esperanza renovada en
la organización de la “multitud” (más adelante procederemos a dilucidar qué
implicaciones pueden derivarse de mantener operativo el concepto de “multitud” en la
actualidad): «La emancipación de la humanidad de todo poder trascendente se funda en
23
Algunos de sus participantes más activos y reseñables fueron Lev Manovich, Saskia Sassen, Matthew
Fuller, Toni Negri, o el colectivo de activistas en red Critical Art Ensemble.
24
VV.AA., Readme! Filtred by Nettime: ASCII Culture and the Revenge of Knowledge, Brooklyn,
Autonomedia, 1999, p. 16, traducción propia.
25
Ibid., p. 17, traducción propia.
26
Hoy, paradójicamente, solo podemos acceder a la actividad y a los textos de Nettime a través de un
medio clásico de consignación de la memoria, el libro: VV.AA., op. cit., que recoge un surtido y
variopinto corpus de entradas editado por un conjunto de miembros de la plataforma (Josephine Bosma,
Paulina Van Mourik Broekman…).
27
www.aleph-arts.org donde confluían net art y net critique.
13
el poder de la multitud para construir sus propias instituciones políticas y constituir la
sociedad»28. Como venimos ilustrando, estas tecnologías pasan a ostentar el estatus de
“mediadoras” en la esfera pública entre el poder y la multitud, y son las principales
aliadas para la generación de una comunidad participativa al albor de las mutaciones
transformadoras que traen consigo.
si se cumple una verdadera mutación en la forma que para nosotros adopta esa
función antropológica que llamamos cultura, ello es únicamente posible porque no es
sólo la arquitectura del dispositivo-memoria (en que ella ejecuta su «argucia
teológica») la que adquiere una forma nueva: también lo hace el entramado que
regula y administra el orden social de sus intercambios, su economía30.
La novedad que atañe a la digitalización de los procesos de producción globalizados
lleva implícita para Brea, aparte de la cultura RAM, otro modo de la economía, también
RAM. Antes de proseguir, debemos señalar que el término exacto que emplea para
registrar los cambios técnicos a la hora de definir la transformación de la economía es
28
Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio [2000], Barcelona, Paidós, 2005, p. 185.
29
Ibid., p. 308.
30
Brea, op. cit., p. 24.
14
«informatización de los procesos de producción»31, al igual que Negri y Hardt. Aquí
hemos preferido denominarlo “digitalización” procurando una mayor proximidad al
presente, aunque siga manteniéndose la esencia del «todo es producción»32 que nos
parece la denotación más próxima a los procesos de producción capitalistas. Esta
novedad en la esfera cultural y económica también había sido detectada y teorizada con
anterioridad a Brea por Hardt y Negri: «El paso de una economía informática
necesariamente implica un cambio en la calidad y la naturaleza del trabajo»33. Por lo
que a ello se refiere, el término acuñado por Brea para señalar esta modificación de la
economía problematiza con la ruptura inherente que presupone la mutación y está
contenido en el propio enunciado “capitalismo cultura electrónico”34.
31
Ibid., p. 50.
32
Gilles Deleuze y Félix Guattari, El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia [1972], Barcelona, Barral
Editores, 1973, p. 13.
33
Hardt y Negri, op. cit., p. 312.
34
Es reseñable la iniciativa de Brea al acuñar el término. No obstante, las nociones de “inmaterial” y
“cognitivo” que permanentemente afloran en sus argumentaciones fueron generalizadas por la escuela
italiana de Maurizio Lazzarato, Toni Negri, Franco Berardo “Bifo”, Paolo Virno y Andrea Fumagalli. La
referencia a Bioeconomía y capitalismo cognitivo. Hacia un nuevo paradigma de acumulación (2007), de
este último, debe tenerse en cuenta como publicación paralela, en el mismo año –y traducida al español en
2010–, a cultura_RAM (2007) de José Luis Brea.
15
I.II. ANÁLISIS DEL CONCEPTO: CAPITALISMO CULTURAL ELECTRÓNICO
35
Brea, op. cit., p. 52.
36
Ibid., p. 58.
37
Ibid., p. 25.
16
paso a modos relacionales en que ningún fetichismo obligado vendría a consumir la
vida del producir inmaterial en una congelación precipitadamente acrisolada en unos
u otros productos, en unos u otros objetos específicos38.
Esta noción de “trabajo inmaterial” fue extensamente desarrollada por Hardt y Negri:
«Puesto que la producción de servicios da por resultado un bien no material y durable,
definimos los trabajos implicados en esta producción como trabajo inmaterial, tal como
un servicio, un producto cultural, conocimiento o comunicación»39. Siguiendo el modo
operativo de las industrias de la comunicación a través de las tecnologías digitales, el
trabajo global tiende a insertarse cada vez más en sus dinámicas de producción. A partir
de ahora, la generación de riqueza al uso supuestamente desaparece dejando paso a la
generación de conocimiento mediante los formatos digitales y la singularidad de
Internet, que culmina con la consiguiente aparición de la propiedad intelectual «sin que
en ninguno de esos puntos se produzca intercambio lucrativo alguno»40.
17
formas de la experiencia: a la producción en última instancia de todo lo que
concierne al espíritu, a lo mental45.
¿Abandonamos con la digitalización de los procesos de producción, como trata de
decirnos Brea, el mercado y el comercio? ¿Existe una disolución de las mercancías-
fetiche en una economía orientada hacia lo cognitivo? Esta lectura de apariencia
“neomarxista”46 acerca de la forma del mundo en el capitalismo cultural electrónico le
conduce a una conceptualización tal vez precipitada, mediante la cual sustituye la
forma-mercancía del mundo por la forma-estetizada de este. Sobre la
espectacularización de la vida a manos de las industrias del entretenimiento y la síntesis
entre economía global, telecomunicaciones y tecnología reside el análisis de Brea. Guy
Debord y su obra La sociedad del espectáculo (1967) le aportan una parte significativa
para el sustento teórico de la deriva estética del mundo que propiciarán las economías
de distribución. Pero, ¿se pierde efectivamente en el capitalismo cultural electrónico la
forma-mundo de la mercancía?
Sin embargo, más de una década después, podemos decir que lo fetichizado-mercantil
no desapareció tan fácilmente en simple favor de lo espectacularizante-estetizado, de la
condición inmaterial del trabajo y sus productos dentro del capitalismo. Es más, la
forma-mercancía mantiene su esencia, nada más que adaptándose a la digitalización de
los procesos de producción. Afín a su opacidad sistémica, en el seno del capitalismo
mercantil, el fantasma marxista de la mercancía sobrevive porque el capital lo necesita.
Gracias a la mistificación espectral resulta posible expandir el ámbito de dominación
45
Ibid., pp. 239-240.
46
Un marxismo que acaba despegándose de una lectura ortodoxa de Marx, como lo hiciera también la
dialéctica de Benjamin, convirtiéndose en otra cosa, aunque aún aparezca como discusión acerca del
capitalismo. Esa misma transición la hicieron Virno, Negri y Bifo, con otros ingredientes, siguiendo al
también filósofo marxista italiano Antonio Gramsci.
18
sobre la vida. Y nadie duda, creemos, de la presencia del mercado en nuestras
sociedades, hasta el extremo mercantilizadas tras los avances de la digitalización.
Los argumentos de Brea sobre el desplazamiento hacia una forma-estetizada del mundo
responden a cierto deslumbramiento ante la colonización tecnológica del sistema y le
llevan a imaginar una mutación de naturaleza utópica que no pasa por la superación del
capitalismo. Estos argumentos omiten las dos fundamentaciones del carácter místico de
la mercancía, que hacen referencia al trabajo como forma social: el gasto humano y la
duración de ese gasto. Tal como Marx concibe “el carácter fetichista de la mercancía”47
en El capital (1867), estas dos funciones determinan el valor final del producto del
trabajo en el capitalismo:
la medida del gasto de la fuerza humana de trabajo, dada por su duración, reviste la
forma de magnitud de valor de los productos del trabajo y […] las relaciones entre
los productores […] adquieren la forma de una relación social entre los propios
productos de su trabajo48.
Hablar de capitalismo –que en el fondo es lo que hace Brea en el texto que nos ocupa–,
ya sea fordista, postfordista, cognitivo o cultural electrónico, sigue sin alejarnos
demasiado de lo que Marx teorizara para este sistema. Con su profundo desglosamiento
de la naturaleza intrínseca a la mercancía, desde los valores de uso y cambio hasta la
fetichización de su forma, Marx contempla, en primer lugar, que las actividades
productivas son «funciones del organismo humano, y que cada una de esas funciones,
sea cual fuere su contenido y su forma, son esencialmente gasto de cerebro, nervios,
órganos sensoriales, etc., humanos»49. En segundo lugar, el valor que se otorga a las
mercancías siguiendo este razonamiento proviene de la duración de ese gasto, del
tiempo de trabajo: «son expresiones cosificadas del trabajo humano invertido en su
producción»50. De estas dos nociones fundamentales para la consecución de la forma
mercancía de los productos del trabajo, el trabajo inmaterial puede quedar efectivamente
recogido como gasto de cerebro, según lo aclarado por Marx.
Ahora bien, las adaptaciones a los procesos de producción digitalizados trajeron consigo
cambios y transformaciones que Brea atisbó en el ámbito de la teorización cultural-
económica y en el de la construcción de las subjetividades. En la actualidad, vemos de
qué manera la duración del gasto de trabajo no necesariamente se corresponde con el
47
Karl Marx, El capital 1 [1867], Buenos Aires, Corregidor, 1973., p. 114.
48
Ibid., pp. 115-116.
49
Ibid., p. 115.
50
Ibid., p. 119.
19
valor del producto final. Los “sujetos de conocimiento”51 de los cuales Brea daba cuenta
se han convertido en hegemónicos, el trabajo ha permeabilizado lugares inimaginables
gracias al continuo refinamiento de las tecnologías de la comunicación y a la recepción
simultánea y colectiva –sublimación de los sistemas de control–, y cuando miramos
alrededor, la penetración en lo real no ha dejado de acentuarse. El complejo entramado
de las relaciones de poder que se plantea en este escenario global deviene en un
mercado mundial, por encima de los estados-nación, como Hardt y Negri apuntaron:
51
Brea, op. cit., p. 13.
52
Hardt y Negri, op. cit., p. 15.
53
Ibid., p. 44.
54
Ibid., pp. 31 y 45.
20
negativamente cuando se pone al servicio de los mecanismos de control sobre la
sociedad. Si Hardt y Negri profundizan sobre esta configuración del sistema capitalista,
en el caso de Brea los potenciales de la tecnología eclipsan en buena medida una crítica
sustancial acerca de estas condiciones inéditas que venimos señalando.
21
I.III. LA FORMA-MERCANCÍA EN EL CAPITALISMO CULTURAL
ELECTRÓNICO: EL FETICHE INMATERIAL DE LOS DATOS
Hemos trazado, llegados a este punto, una contextualización de la obra de José Luis
Brea alrededor de los conceptos de cultura RAM y capitalismo cultural electrónico.
¿Qué vigencia pueden tener aún los postulados de Brea? ¿En qué medida se han
cumplido sus pronósticos desde una óptica del presente? Teorizar sobre el material
incierto que supone el futuro entraña riesgos que Brea asumió en sus trabajos; de ahí,
deducimos la ausencia de cristalización final que sucede a su lectura, pero que también
posibilita un sinfín de aportaciones desde las cuales releer con cierta distancia la
contemporaneidad.
En un escaso periodo de tiempo, las redes digitales han ido ramificándose copando
prácticamente la totalidad de las superficies de inscripción en la producción, el
almacenamiento y la distribución de los objetos y sujetos/subjetividades del sistema.
Todo ello no solo entraña connotaciones diferenciales de las que podrían preverse hace
más de una década, sino que ha apartado del imaginario colectivo cualquier posibilidad
de agencia y emancipación utópicas mediante un uso politizado de Internet, a la manera
que era concebido por Brea cuando proponía «politizar el uso efectivo y concreto de las
mediaciones»55. Esta concepción aludía a un modo natural de darse el devenir
tecnológico a partir de la propia lógica del medio. La pregunta sería si hoy se puede
concebir un uso político del medio, o si el medio puede ser usado políticamente en
términos similares a los de la era pre-digital.
Uno de los puntos que generan mayor fricción del conjunto teórico del autor es la
“inmaterialidad” tanto del trabajo como de sus productos, y su correlación con un futuro
comunitario alejado del fetiche marxista: «no es impensable que las nuevas economías
se abran a una lógica cooperativa y comunitarista (casi a un comunismo del
conocimiento) que vea crecer el valor, la riqueza, no en nombre de la largo tiempo
mantenida lógica de la escasez […] sino más bien en una economía de la
abundancia»56. Tal como antes anticipábamos, tras la digitalización de los procesos de
producción lo que se transforma en el intercambio mercantil es la sustancia de la
55
Brea, op. cit., p. 77.
56
Ibid., pp. 30-31.
22
mercancía, pero esta no desaparece: «cuando la novedad se transforma en fetiche, la
historia misma se transforma en manifestación de la forma mercancía»57. Yendo un
paso más allá, con el proyecto benjaminiano sobre la modernidad resultaba significativo
cómo tenía cabida del mismo modo «que la fantasmagoría de la mercancía también una
fantasmagoría de la política […] donde industria y tecnología eran presentadas como
poderes míticos capaces de producir por sí mismos un mundo futuro de paz, armonía de
clases y abundancia»58. Por el contrario, en el caso de Brea, la era digital a lo que
dejaría paso es a una ontología distintiva donde pudieran surgir «modalizaciones de la
praxis social completamente diversas de aquellas que han caracterizado los modos de
constituirse el mundo característicos de su reducción generalizada a la forma de la
mercancía»59.
Hasta aquí, pareciera que Brea se hubiera dejado atrapar por la absoluta fantasmagoría
consustancial a cualquier forma-mercancía. Ha quedado de manifiesto, no obstante, el
firme empeño de soterrarla en favor de la generación de riqueza inmaterial a través del
conocimiento y la gestión del mismo, que dejaría paso a lo que hoy conocemos como
propiedad intelectual. Pero el régimen económico del capitalismo depende de la
mercancía como la vida humana del agua. Es el carácter fetichista de la misma, su
naturaleza espectral, como Marx clarificó, la principal fuente de opacidad y
ocultamiento, y no por ello hablamos de pérdida o desaparición. Las mutaciones en el
sistema no han puesto fin al mercado ni al comercio; han introducido cambios, sí, pero
sin dejar de pertenecer al régimen capitalista y, por ende, a la forma mercancía del
mundo. Precisamente la fetichización de toda mercancía es lo que permite al
capitalismo encubrir sus mutaciones, que si bien transforman partes más o menos
sustanciales del sistema de producción, no llegan a modificar su esencia. Mientras haya
capitalismo, la totalidad sistémica del aparato de producción determinará los territorios
copados por su dominio.
Durante sus análisis, Marx clarifica que «la forma mercancía es la forma más general y
rudimentaria de la producción burguesa, motivo por el cual aparece tempranamente,
aunque no bajo la forma dominante y característica que hoy adopta»60. La apariencia de
la forma mercancía varía adaptándose a la naturaleza de las mutaciones del capitalismo.
57
Buck-Morss, op. cit., p. 98.
58
Ibid., p. 103.
59
Brea, op. cit., p. 43.
60
Marx, op. cit., p. 127.
23
Se presenta entonces como una prioridad atender a la fetichización del producto del
trabajo como la característica fundamental a la hora de dotar al mismo de un valor de
cambio. Sin el fetiche, sin la cosificación de la fuerza de trabajo, perdemos el horizonte
mistificado donde tiene lugar la transacción de mercancías. Una publicación muy actual
de la filósofa española Clara Ramas San Miguel, Fetiche y mistificación capitalistas. La
crítica de la economía política de Marx (2018) nos ofrece un exhaustivo y clarificador
recorrido a través de estos dos conceptos claves en la dialéctica marxista: el fetiche y la
mistificación. Sirva para el presente trabajo la concreción acerca de este último
concepto como «una forma especial de apariencia»61, que podemos situar como el telón
de fondo necesario para cualquier mutación en el sistema.
61
Clara Ramas, Fetiche y mistificación capitalistas. La crítica de la economía política de Marx, Madrid,
Sigo XXI, 2018, p. 51.
62
Brea, op. cit., p. 15.
63
Ibid., p. 24.
24
Cuanta más capacidad posee la red […] aumenta su capacidad de soportar y procesar
[…] y menores son consiguientemente las necesidades de reserva, de memoria»64.
Contrariamente a la idea que sostenía en sus textos, el procesamiento de los datos
resulta imprescindible para rentabilizar su uso, pero previo almacenamiento de los
mismos en grandes bases de memoria ROM como el tan aludido a día de hoy Big Data.
Para lo que sigue, convendremos en renombrar la “economía-red”65, en palabras de
Brea, por “economía de datos”, procurando así una mayor precisión terminológica que
se ajuste al contexto que analizamos.
Prestando la debida atención a estas consideraciones, la primera parte del título del libro
de Tascón y Coullaut no podría venirnos mejor para nuestro razonamiento: Big Data y
el Internet de las cosas. Hasta el momento parece quedar de manifiesto la naturaleza de
los datos-cosas como fetiche y forma-mercancía del capitalismo cultural electrónico. La
cosificación de los datos les otorga el valor de cambio necesario para acceder a la
mistificada esfera social del mercado. El fetichismo, volviendo sobre la teoría marxista
desde la clarificadora perspectiva de Clara Ramas, implica «el carácter social peculiar
del trabajo productor de mercancías [que] consiste en el establecimiento de relaciones
sociales mediante cosas, es decir, en relaciones sociales necesariamente cosificadas o
mediadas por cosas»68. El medio digital característico del capitalismo cultural
64
Ibid., p. 84.
65
Ibid., p. 24.
66
Marx, op. cit., p. 128.
67
Ibid.
68
Ramas, op. cit., p. 80.
25
electrónico, Internet, determina la naturaleza inmaterial de la nueva mercancía
cosificada socialmente en la esfera de los trabajadores del conocimiento: el fetiche de
los datos.
69
Mario Tascón y Arantza Collaut, Big Data y el Internet de las cosas. Qué hay detrás y cómo nos va a
cambiar, Madrid, Catarata, 2016, p. 16.
70
Ibid., p. 18.
71
Ibid., p. 42.
72
Hardt y Negri, op. cit., p. 315.
26
Toda esta disertación no puede sino conducirnos, ya puestos, a plantear sin vacilaciones
una recuperación urgente y a nuestro entender necesaria del concepto de “proletariado”
para rescatarlo de los preliminares revolucionarios como la clase obrera condicionada y
dependiente del trabajo: «el obrero, obligado a venderse a trozos, es una mercancía
como otra cualquiera, sujeta, por tanto, a todos los cambios y modalidades de la
concurrencia, a todas las fluctuaciones del mercado»73. El propósito de restablecer la
noción de proletariado convive con la intención de que regrese de forma sustancial su
potencial subversivo que poco a poco venimos perdiendo de vista. Los mismos Hardt y
Negri plantean cómo «el sujeto mismo de la fuerza laboral y la sublevación ha
cambiado profundamente»74 y esto modifica la concepción de la nueva clase obrera, que
prefieren llamar “multitud”. Sobre la multitud que sucede al proletariado reside todo el
poder frente al imperio, un poder que aflora en ocasiones muy señaladas debido a la
escasa fuerza de cohesión de lo multitudinario.
Por alusiones a los desplazamientos dentro de la forma del sistema capitalista, resulta
imprescindible atender a los análisis que proponen Hardt y Negri, al igual que Brea en
su caso concreto, omitiendo este último la noción de proletariado en sus análisis de la
cultura_RAM ; pero una vez diseminado todo sentido de pertenencia a cualquier clase
social por la fuerza mistificadora de la mercancía, la noción de multitud no colabora
sino a obnubilar las posibilidades de acción comunitaria. Si precisamente la
digitalización de los procesos de producción acentúa el control sobre el sujeto, cualquier
cambio en el sistema que venga dado por el refinamiento del mismo acentuará las
condiciones del punto de partida. De esto se sucede que convengamos en proponer una
recuperación efectiva del proletariado, sea más o menos inmaterial el objeto de su
trabajo, como la clase social que no solo está a merced de los cambios en el mercado y
en el producir, sino también de toda la estructura del imperio. Un proletariado del 99%,
de la diferencia, que invierta en lugares comunes el campo de acción comunitario.
73
Karl Marx y Friedrich Engels, El manifiesto comunista [1848], Madrid, Ayuso, 1977, p. 30.
74
Hardt y Negri, op. cit., p. 73.
27
Internet, la publicación se ha democratizado de manera sustancial, como Brea apreciara:
«en esa exteriorización y reticulación rizomal de los dispositivos de almacenamiento y
distribución pública se consagra una mayor descentralización y democratización»75.
Pero, ¿quién saca realmente el mayor beneficio de los datos-mercancía tras ser
procesados y convertidos en valiosa fuente de información? Como era de esperar y hoy
sabemos: la banca y las grandes industrias del conocimiento, de la tecnología, del
entretenimiento y de las comunicaciones, principales potencias de la economía de datos.
Hemos perdido ya toda creencia en cualquier tipo de responsabilidad compartida que
planteaba Brea cuando decía:
toda producción de riqueza parcial en una zona o beneficiario debe ser obligada a
repercutir y proyectar efecto en todas direcciones. Es en ese sentido que el
establecimiento de una tasa que redistribuya el bienestar sobre el espacio sinergizado
del mundo es no sólo legítima, sino exigible y urgente. Si ninguna frontera opone la
circulación de los flujos-código del capital, que ninguna contenga los del deseo76.
La capacidad de procesamiento de lo almacenado en el Big Data como memoria de
consignación, de registro, determina la rentabilidad de los datos. Los datos-cosas, las
mercancías de la era de Internet y su valor de cambio están al servicio de quien pueda
explotar su beneficio. La web 2.0 y las redes sociales que determinan el panorama
actual de los intercambios de información representan un hito en el aumento de la
producción. En este sentido, como apuntaba Brea, el conocimiento: «no se agota cuando
se consume»77; por el contrario, nos agotamos nosotros. El producir, con las redes
sociales y los dispositivos Smart, se ramifica a todos los espacios e invade de lleno
75
Brea, op. cit., p. 137.
76
Brea, op. cit., p. 79.
77
Ibid., p. 44.
28
nuestra vida; trabajamos 24/7 para la industria de las comunicaciones y lo hacemos
gratis78. «Somos datos y las empresas lo saben»79. En lugar de conducirnos hacia una
democracia profundizada, hacia comunidades de participación cuyo único obstáculo en
tiempos de Brea parecía la escasez de la banda ancha, la mejora de las conexiones hoy
garantizada ha repercutido en una mayor individuación y aislamiento social. Nos
hallamos inmersos en una «virtualidad en desplazamiento permanente»80 que es
consustancial a la economía de datos. Asistimos impasibles a la disolución acelerada de
la esfera pública.
Qué lejos parecen haber quedado las palabras que pronosticaban el «Fin del arbitraje de
los Estados-nación sobre el bienestar y su redistribución. Nuevo ámbito para todo
republicanismo radical: la escala planetarizada de la nueva confederación del mundo»81.
Si a principios del siglo XXI era posible para Brea, ante la expansión de las tecnologías
digitales, concebir tal utopía, ¿qué ha hecho, en tan poco tiempo, que esto nos suene
casi inverosímil? Ante la evidente desarticulación, y posiblemente pérdida concluyente
del estado del bienestar, en favor de una economía imperial de datos, ¿qué
circunstancias han determinado el desarrollo de los acontecimientos hasta nuestros días?
78
José Luis Brea fue uno de los primeros en llamar la atención sobre la obra de Jonathan Crary, 24/7 Late
capitalism and ends of sleep, Nueva York, Verso Books, 2013. Hizo que se publicara en la revista
Estudios Visuales editada por el CENDEAC una parte preliminar del libro de Crary que posteriormente
vería la luz.
79
Tascón y Coullaut, op. cit., p. 74.
80
Brea, op. cit., p. 78.
81
Ibid., p. 44.
29
I.IV. EN EL UMBRAL: LA ERA DIGITALIZADA DEL MUNDO-INTERNET Y SU
NATURALEZA ADICTIVA
No […] hemos de presuponer en todo caso que el capitalismo vaya a hacerse más
humano, menos alienante o más justo: al contrario, lo que en su escenario se prepara
y agazapa es un sistema aún más alienante o bárbaro, precisamente por mejor
maquillado, por más capaz de encubrir su rostro salvaje con la máscara de una mejor
fingida humanidad, de una más extendida disposición a la solidaridad o la
persecución de la autenticidad83.
Quizá por tener parte de recopilación de textos presumiblemente escritos en diferentes
periodos o quizá por una tendencia a teorizar más allá del presente, la obra
cultura_RAM ofrece un entramado de compleja y problemática solidez donde se
entrecruzan el análisis de la contemporaneidad referente al autor, las posibilidades de
agencia frente al devenir digital del mundo, y algunas “futurotopías”84 de extrema
lucidez. La fascinación por el auge de las nuevas tecnologías no indujo a nuestro autor a
la ceguera. Tal vez lo más interesante desde el presente es la posibilidad de relectura
que permiten los textos de Brea, estableciendo una analogía con lo que él mismo intuía
para el porvenir. Tras una lectura atenta, el mensaje que porta su teoría comunica sin
82
Virginie Despentes, King Kong Theory [2006], Barcelona, Penguin Random House, 2018, p. 62.
83
Brea, op. cit., p. 52.
84
«Microescenarios abstractos hipotéticamente situados en algún punto no fijable del futuro. Son
escrituras rescatadas de una mirada fortuita en un tiempo por venir, al que acceden en un imaginario dejà
vú invertido. Seguramente, con la intención de insinuarnos una ontología crítica del hoy, desde su reverso
incumplido… El conjunto de estas futurotopías (aquí recogida y revisada [sic.]) se publicó originalmente
como serie de entregas en el suplemento cultura│s de La Vanguardia» (Brea, op. cit., p. 93).
30
apenas interferencia alguna con el contexto en que vivimos, sobre todo cuando
consideraba necesario frente a los procesos digitalizados de producción «proponer los
conceptos e instrumentos que hagan posible, a la postre y todavía, la crítica de su
economía política»85. En una relación dialéctica con este principio también se sitúa la
propuesta de Hardt y Negri, cuando enuncian que «nuestra tarea política […] no es
meramente resistir a estos procesos; también es reorganizarlos y redirigirlos hacia
nuevos fines»86.
En los albores del capitalismo, el “hastío” –que diría Baudelaire– amenazaba la ufana y
próspera existencia del sujeto moderno. Con su refinamiento tecnológico, el capitalismo
nos ha llevado del hastío al agotamiento. Asimismo, tomando el término empleado por
el poeta francés del XIX en su prólogo «Al lector» de Las flores del mal, obra publicada
en 1857, la “hipocresía” –hypocrite lecteur– ha dejado paso al pleno cinismo. Con esta
salvedad en mente, economía y cultura, ambas cepas de la misma estirpe, dejan paso al
escenario del capitalismo global con su disfraz mutante de neoliberalismo. A la
reificación del sujeto en el sistema de consumo le sigue el sujeto aislado, enclaustrado
en las redes distributivas, plenamente subsumido por el devenir digitalizado del mundo-
Internet hasta la patologización87.
85
Brea, op. cit., p. 53.
86
Hardt y Negri, op. cit., p. 16.
87
Sobre la actualidad del sujeto contemporáneo y su relación con el tiempo y el agotamiento véase
Amador Fernández-Savater, “Cronopolíticas: ¿alguna vez te han regalado un siglo?”, eldiario.es, 8 de
junio de 2018, en línea, consultado el 08/07/2018 en https://www.eldiario.es/interferencias/cronopoliticas-
in_time_6_780132005.html
88
Brea, op. cit., p. 60.
31
el texto cual diagnóstico de toda una deriva sociológica en lo que a la proyección de
subjetividades hasta nuestros días se refiere.
Para referirse a las tensiones entre el placer y el dolor, Freud introduce la figura de Eros
como la exteriorización de las pulsiones libidinosas, frente a la pulsión de muerte y
(auto)destrucción que se asocia con su antagonista Thánatos: «las dos variedades de
pulsiones rara vez –casi nunca– aparecían aisladas entre sí, sino que se ligaban en
proporciones muy variables, volviéndose de esa manera irreconocibles para nuestro
juicio»91. En el seno del propio sujeto se alternan indisociablemente ambas pulsiones,
que generan un malestar permanente, casi consustancial a la civilización: «Se descubrió
que el ser humano se vuelve neurótico porque no puede soportar la medida de la
frustración que la sociedad le impone en aras de sus ideales culturales»92.
Profundizando en lo que subyace a la evidencia, Freud alcanza a comprender que la
fuerza de los mecanismos de la represión operan necesariamente a la hora de conformar
lo que él denomina Kultur93.
89
Sigmund Freud, El malestar en la cultura [1930], Buenos Aires, Amorrortu, 2015, pp. 57-58.
90
Ibid., p. 58.
91
Ibid., pp. 107-108.
92
Ibid., pp. 71.
93
El término en alemán expresa otras acepciones más amplias a la traducción “cultura” que habitualmente
predomina en castellano. En toda la obra de Freud, Kultur denota más bien la “civilización” y todo su
espectro simbólico de construcciones anexas, donde se incluye la cultura.
32
Si procedemos pues a entroncar la construcción de subjetividades con los mecanismos
de control de las mismas, no debemos pasar por alto, en último término, la «sustitución
del poder del individuo por el de la comunidad»94, aquello que Freud consideraría como
el mayor logro consumado de la civilización. Si el individuo social tiende a una
concreta patologización en su vida, esto deriva de un malestar generalizado en el
conjunto de la esfera sociocultural. Por lo que a Brea se refiere, el concepto de
capitalismo “cultural” nos parece de lo más acertado, y procuraremos señalar y tener en
cuenta las implicaciones teóricas y la carga freudiana del concepto en relación a todo lo
que antecede.
¿Dónde residen hoy las posibilidades de agencia y emancipación que nos permitan
pensar un futuro más libre, autónomo y justo? Hace ahora poco más de un año, el crítico
y pensador Mark Fisher se quitaba la vida ante la imposibilidad de vencer la depresión
que padecía. Tras la crisis económica del 2008 había planteado lo que hoy podríamos
considerar como uno de los textos más lúcidos y de estricta vigencia para el análisis del
sistema: Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? (2009). Con una conciencia gris y
pesimista del devenir actual, señala cómo el mundo «se va extinguiendo, se desmembra
gradualmente, se desliza en un cataclismo lento»95, al mismo tiempo que manifiesta en
su análisis un verdadero empeño por definir y clarificar el funcionamiento de la
maquinaria sistémica como «una atmósfera general que condiciona no solo la
producción de cultura, sino también la regulación del trabajo y la educación, y que actúa
como una barrera invisible que impide el pensamiento y la acción genuinos»96.
94
Freud, op. cit., p. 80.
95
Mark Fisher, Realismo Capitalista ¿No hay alternativa? [2009], Buenos Aires, Caja Negra, 2016, p.
23.
96
Ibid., p. 41.
97
Ibid., p. 37.
98
Ibid., p. 42.
33
presupuestos de Fisher nos preguntamos: ¿cómo se explica la falta de alternativas a un
sistema que oprime y controla a la mayor parte de las subjetividades proyectadas en su
esfera de poder? Si el neoliberalismo, como fase avanzada del capitalismo tras la
digitalización de los procesos de producción, ya no necesita justificación alguna ante la
barbarie, ¿por qué no solo mantenemos sino que deseamos, en último término, aquello
que sabemos que nos destruye?99
Tanto de la Boétie como Fisher, pese a la distancia temporal que les separa –cinco
siglos, que van del nacimiento a la máxima eclosión del capitalismo globalizado–,
coinciden al proponer los dos puntos de apoyo de cualquier sistema cimentado en la
servidumbre: la educación y la burocracia. Pues «la educación nos hace siempre a su
imagen, sea esta la que sea, a pesar de la naturaleza»102, pero trasladando el foco de la
acción al presente, faltaría añadir al tándem burocracia-educación un tercer factor que
Fisher no pasa por alto: la salud mental. El británico alude a la patologización de la
sociedad y a su correlato farmacológico como consecuencia directa. Desde su
perspectiva, la atmósfera social narcotizada excluye las posibilidades de politización del
99
Con respecto al creciente auge de enfermedades mentales catalogadas como “leves”, Fisher también se
pregunta: «¿cómo se ha vuelto aceptable que tanta gente, y en especial tanta gente joven, esté enferma?»
(Fisher, op. cit., p. 45).
100
Étienne de la Boétie, Discurso de la servidumbre voluntaria [1922], Barcelona, Virus, 2016, p. 44.
101
Fisher, op. cit., p. 51.
102
de la Boétie, op. cit., p. 63.
34
sujeto y apunta con extremada concreción y perspicacia que «El capital ciberespacial
funciona en el momento en que sus usuarios se vuelven adictos»103.
Algo que nos puede resultar de gran interés a la hora de intentar exhibir la verdadera
naturaleza que subsume las subjetividades del sistema también lo encontramos
prefigurado en de la Boétie cuando dice: «qué desgraciado vicio, ver a un número
infinito de personas, no obedecer, sino servir; no ser gobernados, sino tiranizados,
careciendo de bienes […] y ni siquiera teniendo vida propia»104. Tal como de la Boétie
introduce la noción de “vicio” para aludir a la desposesión de sí mismo del sujeto social,
podríamos plantear la lógica adictiva del sistema –al igual que lo hace Fischer– que no
solo genera adeptos o súbditos al consumo y a la tecnología, sino “yonkis”105. Porque el
yonki no es un simple esclavo privado de su libertad; el yonki padece de forma
patológica su relación con el entorno al que pertenece y deja de controlar los estímulos
que le asaltan, sufriendo un estado de abandono o confinamiento a la deriva del
dictamen último del otro: cuerpo o sustancia. Con esta figura del devenir de las
subjetividades en el estado más actual del capitalismo pretendemos ilustrar desde el
presente la idea de por qué «al principio, se sirve porque se está constreñido por la
fuerza; pero los que vienen después sirven gustosamente y realizan voluntariamente lo
que sus antecesores habían hecho con obligación»106.
103
Fischer, op. cit., p. 41.
104
de la Boétie, op. cit., p. 44.
105
El concepto “yonki” que introducimos no mantiene relación alguna con el de Paul B. Preciado, puesto
que la principal implicación en nuestro caso va asociada exclusivamente a la naturaleza adictiva
consustancial al término, que genera un sujeto patologizado, dependiente de una sustancia. Véase: Beatriz
Preciado, Testo Yonki, Madrid, Espasa Calpe, 2008.
106
de la Boétie, op. cit., p. 61.
107
Sobre adicción a las nuevas tecnologías véase Enrique Echeburúa, Francisco Javier Labrador y
Elisardo Becoña (coord.), Adicción a las nuevas tecnologías en adolescentes y jóvenes, Madrid,
Pirámide, 2009. Y de más reciente publicación en torno al papel determinante de Internet véase también
Mariano Chóliz y Clara Marco, Adicción a Internet y redes sociales, Madrid, Alianza Editorial, 2012.
35
mecanismos oportunos; así «es la costumbre la que consigue hacernos tragar sin
repugnancia el amargo veneno de la servidumbre»108. Y no se trataría solamente de una
cuestión de costumbre. Aún habría que sacar a la luz toda la maquinaria que opera sobre
las subjetividades para que en última instancia la pulsión de muerte inherente al
fantasma comunitario derive en una conducta adictiva hacia un medio (Internet), en un
apego incuestionable hacia el sistema que domina el entramado conjunto. Y, dando la
vuelta al asunto, poder optar a las posibilidades de agencia frente al normalizado estado
yonki que termina imponiendo el capitalismo en su variante más contemporánea.
Lo que venimos apuntando ya lo contemplaba Félix Guattari en sus textos: «hace falta
algo que sea inutilizable, impermeable e imputrescible: una prostitución subjetiva, un
ritual interminable. Una vez “enganchado” a esta nueva droga, ya no hay que temer que
el sujeto se implique realmente en la lucha social»109. El sujeto yonki ocupa un papel
central en el “fantasma de grupo”110 que propone el esquizoanálisis de Deleuze y
Guattari, y adquiere mediante la pulsión de muerte una capacidad renovada de amenazar
el orden social. La incursión teórica del término la toman Deleuze y Guattari de los
trabajos que realiza el psiquiatra y psicoanalista Jean Oury en el centro La Borde, cuyo
director adjunto era el propio Guattari. Es el fantasma de grupo, destituido de su
identidad personal, el que permite ahondar en nuevos espacios de pensamiento acerca
de la configuración del nuevo sujeto e imaginar las estructuras institucionales como
finitas, destruibles, mediante el poder revolucionario intrínseco a la naturaleza del
concepto.
108
de la Boétie, op. cit., p. 63.
109
Félix Guattari, La revolución molecular [1977], Madrid, Errata Naturae, 2017, p. 29.
110
Deleuze y Guattari, op. cit., p. 69.
111
Guattari, op. cit., p. 21
112
En la última publicación traducida al español de Mark Fisher, Los fantasmas de mi vida: escritos sobre
depresión, hauntología y futuros perdidos [2013], Buenos Aires, Caja Negra, 2018, se dedica un valioso
apartado final, “Depresión y resentimiento de clase” a la politización de las fuerzas del malestar: «el
resentimiento es una respuesta apropiada a la degradante y degradada versión de la cultura que hoy nos
sirven las élites» (Fisher, op. cit., 2013, p. 277).
36
II. LABORAL CENTRO DE ARTE Y CREACIÓN INDUSTIRAL (2007-
2011) COMO CASO DE ESTUDIO: INCURSIÓN EN LA PRAXIS
ARTÍSTICA Y CURATORIAL DE JOSÉ LUIS BREA
Cuando tiene lugar una síntesis entre teoría y praxis, pensamiento y acción, discurso y
arte, «ni el texto se somete a la dictadura de las obras, ni mucho menos éstas a las del
texto»113. Así entendía José Luis Brea desde el foro de la revista Arena a finales de los
ochenta su incursión tanto en el campo de la estética del arte contemporáneo, como de
la práctica curatorial. Ambas prácticas fueron indisociables del instinto teórico-crítico
que impulsaba su actividad dentro del contexto del arte español, desde final de los
ochenta hasta sus últimos días, allá por el fin de la primera década del siglo XXI114.
Ante la expansión de la World Wide Web y la redefinición de las comunicaciones, Brea
decide precozmente orientarse hacia la teoría y a la praxis del fenómeno. No hay que
olvidar que la teoría, tal como la concibe y practica Brea, es una práctica en sí misma.
Por tanto, la dualidad entre teoría y praxis que planteamos en sentido genérico es un
recurso narrativo que nos permita diferenciar la práctica teórica de la curatorial y
artística; a esta última, la denominamos praxis.
113
José Luis Brea, “Antes y después del entusiasmo”, Arena, 3, junio de 1989, Madrid, p. 26.
114
Tras su muerte aparece esta publicación que nos brinda una esclarecedora aproximación de rigor
histórico a su trayectoria profesional: Juan Albarrán, “José Luis Brea y la historia última del arte en
España”, texto redactado para la web del proyecto Brumaria (www.brumaria.net) y reproducido en
Salonkritik, el 12 de noviembre de 2010, disponible en: https://es.scribd.com/document/363731429/Juan-
Albarra-n-Jose-Luis-Brea-y-la-historia-u-ltima-del-arte-en-espan-a
37
poco comentado nexo de unión entre estas dos figuras y sus distintos grados de
implicación en un proyecto como LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de
Gijón (2007-2011). Para ello, trataremos de conectar diferentes acontecimientos y
personas señalados sobre arte y nuevos medios desde el surgimiento del net art hasta su
ocaso, tras la eclosión de la web 2.0 ¿En qué momento podríamos señalar el punto de
encuentro entre J. L. Brea y Rosina Gómez-Baeza? ¿Por qué LABoral Centro de Arte y
Creación Industrial representa la síntesis de teoría y práxis artística y curatorial acerca
de los conceptos que venimos analizando en la obra de J. L. Brea? Nos serviremos de
exposiciones, seminarios y algunos procesos de institucionalización hacia la
conformación de una narrativa donde converjan las hipótesis que planteamos.
Un paradójico suceso que tiene lugar días antes de que toque a su fin la Documenta X
de Kassel (21 de junio-28 de septiembre, 1997), pionera por su magnitud en
internacionalizar los usos artísticos de las nuevas tecnologías, ilustra gráficamente la
situación que le tocaba vivir al arte en los tiempos de Internet. El espacio Hybrid Work
Space se centró en las manifestaciones de cyberfeminismo y activismo de resistencia.
Simon Lamunière, comisario especializado en arte y nuevos medios, era el encargado de
comisariar la página web de la Documenta X, que albergó una exhibición de net art.
Tras proclamarse la clausura de la web cuando finalizase el periodo de la muestra y su
posterior trasvase a un soporte material CD-ROM para su comercialización, Vuk Cosic
copió en otro servidor la información del original. La polémica queda servida como
algo intrínseco a las relaciones entre el arte en la era de Internet y las instituciones.
38
(Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, 1997) fue directora Giannetti. Ese
mismo año también vería la luz el portal web Aleph que podemos enmarcar dentro del
acontecimiento de carácter internacional y transitorio que supuso el auge de las
prácticas artísticas en la red117. Deberíamos destacar el interés inmediato que suscitan en
Brea los nuevos medios, y que comenzaría a manifestarse desde la exposición Anys 90.
Distància zero (Centre d’Art Santa Mònica, 1994): lo audivisual conduce hacia la
desmaterialización de la obra concediendo mayor importancia al proceso de producción.
Tras la iniciativa puesta en marcha por Luis Fernández y Ricardo Echevarría, será Brea
el rostro visible que alzará la voz a través de Aleph y los nuevos parajes tecnológicos,
liderando un soporte digital que albergaba obras de net art y e-shows, al mismo tiempo
que una surtida sección de net critique dirigida a engrosar el debate teórico-crítico con
publicaciones y traducciones de textos. Siguiendo a Juan Martín Prada, especialista en
la materia y continuador/discípulo de Brea por lo que al arte y los nuevos medios
respecta, tomaremos el uso y la grafía “net art” en alusión «a todas aquellas obras para
las que las tecnologías basadas en redes de telecomunicación (no sólo Internet) son
condición suficiente y necesaria para su existencia, siendo imprescindible acceder a
alguna de esas redes para poder experimentarlas»118.
117
Para una lectura crítica del nacimiento, consolidación y deriva de Aleph dentro del contexto del arte
español véase: Jesús Carrillo, “Aleph, la web como espacio de acción paralela”, Desacuerdos. Sobre arte,
política y esfera pública en el Estado español, 2, Barcelona, Arteleku-MACBA-UNIA, febrero de 2005,
pp. 123-143.
118
Juan Martín, Prácticas artísticas e Internet en la época de las redes sociales [2012], Madrid, Akal,
2015, p. 14.
119
Acerca de la temprana relación entre teoría y nuevos medios véase Alexander Galloway, “What is
digital studies?”. En VV.AA., op. cit., pp. 486-489.
39
interposición de dispositivos de criticidad que evidencien los intereses en cuanto a la
producción de imaginarios hegemónicos para posibilitar su desmantelamiento. Al
mismo tiempo, estas prácticas deberán implementar “políticas del acontecimiento”120
con el fin de producir experiencia y comunidad, y «presionar a favor de la implantación
desregulada de las nuevas economías de distribución, contra las establecidas de
comercio […] sin que la plena absorción indiferenciada en la industria del espectáculo
fuera destino seguro»121.
120
Brea, op. cit., p. 87.
121
Ibid.
122
El término La Sociétè Anonyme es una cita duchampiana formulada por Katherine Dreier, Marcel
Duchamp y Man Ray. El grupo anónimo presente en Aleph era en gran medida una prolongación del
mismo Brea, junto a otros aliados como José Maldonado o Ricardo Echevarría, que disfrazaba su autoría
tras esta agencia de nuevo cuño: www.aleph-arts.org/pens
123
Brea desarrolla estos conceptos en una conferencia: El teatro de la resistencia electrónica,
pronunciada en los Talleres de Arte de Montesquiú, el 11 de Julio de 1999 y disponible en el Tomo II de
Aleph, que pertenece al archivo de José Luis Brea en la biblioteca de MNCARS (páginas sin numerar).
124
Jesús Carrillo, Arte en la red, Madrid, Cátedra, 2004, p. 61.
40
En otros trabajos de net art como Heartbeat o The Tunnel People –ambos integrantes
del acervo de Aleph y accesibles hoy en la web personal de la artista125–, Dora García
señala una ruptura entre el espacio social y la escena de diálogo cotidiana, a la vez que
propone un ejercicio de resistencia cercano al activismo. La obra de net art se encamina
pues hacia la net critique en la medida en que se opone al control y la desposesión de la
experiencia en las masas inertes de la sociedad del conocimiento 126. Las condiciones de
privacidad en Internet plantean una situación conversacional inédita a la hora de
producir esfera pública y de proyectar subjetividades: «Tales construcciones subjetivas
e identitarias son resultado de un proceso imaginativo y performativo tanto cuando
hablamos de individuos de “carne y hueso” como cuando tratamos de personalidades
“virtuales” desarrolladas en la red»127. La red es ahora un espejo invertido donde
convergen los mundos y las industrias de la comunicación y del espectáculo. Tras la
rápida absorción de las innovaciones tecnológicas en la esfera de las prácticas artísticas
«los conceptos de comunicación y comunidad irán siempre de la mano, así como los de
distribución y accesibilidad»128.
La propuesta crítica y curatorial de Brea en la red toma impulso con la celebración del
primer ARCO (1997) –pese a no haber formado parte del comité organizador– que
albergó una sección dedicada al arte y los nuevos medios, el mismo año en que Aleph ve
la luz129. Con estas palabras de entusiasmo: «Arco 97 representa el mundo que
viene»130, la directora, Rosina Gómez-Baeza, abría las puertas de la feria de arte más
icónica del país al futuro tecnológico adquiriendo un papel de vanguardia con un pie en
Europa y otro en Latinoamérica. «En las propuestas de arte electrónico figuran
conciertos de arte sonoro y manifestaciones de arte creado por ordenador y videoarte.
También se presentará un CD-Rom multimedia de arte cibernético»131. El arte
125
http://www.doragarcia.net/
126
Véase ::Online Communities::, texto disponible en el Tomo II de Aleph, que pertenece al archivo de
José Luis Brea en la biblioteca de MNCARS (páginas sin numerar).
127
Carrillo, op. cit., p. 125.
128
Martín, op. cit., p. 16.
129
Contrariamente a lo que algunas fuentes bibliográficas plantean, la primera feria de ARCO dedicada al
arte electrónico es Arco 97. Bien es cierto que las dos siguientes ediciones, ARCO Electrónico 1998 y
1999, contienen el adjetivo que más ilustra su condición tecnológica; aun así, la exhibición de 1997 a
cargo del joven comisario y artífice de Aleph Ricardo Echevarría, junto a los IX Encuentros en el arte
contemporáneo co-dirigidos por José Jiménez y Fernando Castro dejan constancia claramente de la
incursión de ARCO en el mundo electrónico.
130
Cita extraída del artículo sin autor registrado: “Arco 97 quiere difundir el arte latinoamericano en
Europa”, en El País, Madrid, 17 de enero de 1997, en línea, consultado el 14/07/2018 en
https://elpais.com/diario/1997/01/17/cultura/853455605_850215.html
131
Ibid.
41
electrónico y el mercado fueron los protagonistas de ARCO 1997, presentes también en
los IX Encuentros en el arte contemporáneo (1997) co-dirigidos por José Jiménez y
Fernando Castro. Las cuatro secciones en que se dividieron los encuentros fueron:
“Horizontes del arte latinoamericano”, “coleccionismo corporativo, institucional y
privado”, “Una aproximación al arte electrónico” y “Función del museo de arte del siglo
XXI”. En otras publicaciones también se destacaba cómo «De entre los tres apartados -
arte sonoro, videoarte y arte cibernético- en que se sustenta la nueva sección, el último
grito es el arte en la red»132, evidenciando la presencia central y novedosa de Internet
con respecto al mercado del arte.
La feria Arco 97 acoge por vez primera en su programa oficial la sección Arte
Electrónico, como respuesta a la rápida evolución que están experimentando los
nuevos medios […] Es el territorio del arte cibernético o ciberarte, la reserva donde
campan por sus fueros los netartistas del ciberespacio (entendido como el universo
virtual que existe al otro lado de la pantalla del ordenador) […] Internet se perfila
como un elemento creativo en el ciclo de la nueva estética. Aunque no todos lo
tienen claro134.
Brea adquiere mayor presencia durante las dos ediciones de ARCO Electrónico que se
organizaron seguidamente, coordinando los seminarios Lo mejor de los dos mundos
(1998) cuyo protagonista fue Aleph, y La era posmedia (1999), por encargo de Rosina
Gómez-Baeza135. Este papel de vanguardia electrónica que adopta la feria de arte con el
temprano interés hacia los nuevos medios por parte del tándem Brea-Baeza sembrará el
germen de posteriores vínculos en torno a las prácticas artísticas y curatoriales en la era
132
José F. Beaumont, “Arco se aproxima a los enigmas del arte electrónico”, El País, Madrid, 15 de
febrero de 1997. Disponible en https://elpais.com/diario/1997/02/15/cultura/855961201_850215.html
[última consulta 05/07/2018]
133
Martín, op. cit., p. 17.
134
Beaumont, op. cit.
135
Para más información acerca de los seminarios organizados por José Luis Brea para ARCO
Electrónico y el contenido tratado en los mismos véase Jesús Carrillo, op. cit., febrero de 2005.
42
del mundo-Internet. Las concepciones relativamente afines entre ambos acerca del arte,
las instituciones y la financiación terminarían posibilitando el entendimiento y la
colaboración mutuos. Tal como se manifiesta en el volumen Servicio Público.
Conversaciones sobre financiación pública y arte contemporáneo (1998) editado por
Jorge Ribalta, Brea pensaba acerca de la institucionalidad del arte que el objetivo
prioritario era intensificar y cualificar la experiencia de los receptores, aproximándose al
modelo ilustrado francés:
me parece que el objetivo básico de una política artística tendría que ser […]
aumentar la propia capacidad creadora de una población […] No tanto el tratarla
como audiencia, sino el convertirla lo más posible en protagonista activa de los
procesos de comunicación creadora136.
Por lo que a Gómez-Baeza respecta, «el objetivo era claro: desarrollar teoría, creación
artística y nuevos medios. No podíamos estar seguros del éxito. Constatamos y
asumimos el rechazo. Él [J. L. Brea] publicó y yo inauguré»137. Y así, esa síntesis
emprendedora de comprensión y afinidad cuyo origen se sitúa a finales de los noventa –
con el desarrollo en ARCO de las propuestas que aunaron teoría y praxis entorno al arte
y los nuevos medios–, resultaría el germen de lo que más tarde, en 2007, comenzaría su
andadura en Gijón como un proyecto institucional dedicado íntegramente al arte y los
nuevos medios en el contexto español: LABoral Centro de Arte y Creación Industrial.
Gómez-Baeza destaca en la entrevista concedida para el presente trabajo cómo «hasta
2007 trabajaba en la preparación del proyecto para Gijón a la vez que en ARCO. La
actividad de esos años fue muy intensa, pero sobre todo había mucho interés por primar
la viabilidad social, económica…que era muy complicado para una propuesta de esas
características»138.
Brea, por su parte, teorizó sobre el modelo económico que le correspondería a las
nuevas prácticas artísticas en el capitalismo cultural electrónico siguiendo la línea que
analizamos durante la primera parte del presente trabajo. Salta a la vista cuán cercanos
están sus postulados del gran proyecto que la asturiana plantea para su tierra natal:
136
Jorge Ribalta (ed.), Servicio público. Conversaciones sobre financiación pública y arte
contemporáneo, Salamanca, Universidad de Salamanca y Unión de Asociaciones de Artistas Visuales,
1998, p. 168.
137
Anexo, pp. 64-65.
138
Ibid., p. 66.
43
dirección por lo que […] la inversión en este espacio transversal supone sin duda una
decisión estratégica a favor de un sector con enormes posibilidades de crecimiento e
innovación139.
Llegados a este punto, los intereses relativamente afines de la directora del centro e
impulsora de la propuesta se relacionan directamente, como ella misma atestigua, con
los de Brea:
Hacia el año 2007 LABoral es uno de los mayores espacios expositivos (14.000 metros
cuadrados incluyendo el total del complejo) en España, cuyo emplazamiento
paisajísticamente privilegiado lo convierte en un oasis del sueño tecnológico. En su
vinculación directa entre arte, nuevas tecnologías, creación industrial e innovación
empresarial está el núcleo aglutinador donde confluye la propuesta inicial de Gómez-
Baeza para su puesta en marcha, que contará con la colaboración del filósofo asturiano
Juan Cueto como “ideólogo”. Conviene resaltar, llegados hasta aquí, la puntualización
que aporta Jesús Carrillo acerca del centro asturiano en el ensayo “Las nuevas fábricas
de la cultura: los lugares de la creación y la producción cultural en la España
contemporánea”: «Es interesante notar cómo esa noción inclusiva, multidisciplinar y
productiva de “cultura visual” aparece sistemáticamente vinculada a la de “nuevas
139
Brea, op. cit., p. 175.
140
Anexo, p. 64.
44
tecnologías”, presentándose como los pilares centrales de la definición programática del
nuevo museo o centro»141.
Antes de proseguir, no debemos pasar por alto el caso de MedialabMadrid que abrió sus
puertas en Conde Duque el año 2002 aunando investigación, producción y difusión
cultural en diversas áreas mediante el aprovechamiento de la tecnología digital de forma
pionera. Aunque supone el antecedente más directo para LABoral, las dimensiones y la
ambición de este último proyecto van más allá de la propuesta del centro madrileño,
como intentaremos poner de manifiesto en lo que sigue. Otros antecedentes afines
dentro del contexto español fueron: la primera andadura de Tabakalera. Centro
Internacional de Cultura Contemporánea de San Sebastián (2005- 2012) y Matadero de
Madrid (2006). El rol central que se da a las tecnologías y al nuevo paradigma de la
interactividad en los discursos iniciales de estas nuevas instituciones será la piedra
angular para la institucionalización de los nuevos medios. LABoral es un caso
paradigmático por su localización geográfica de espaldas a la ciudad, siguiendo el
imperativo de la arquitectura primigenia de Luis Moya durante el franquismo, en 1948,
frente a los otros proyectos142. Desde la brevedad del formato, trataremos en lo que
sigue de dilucidar la deriva del centro gijonés que abre sus puertas a finales de marzo
del 2007, con la antigua directora de ARCO a la cabeza, hasta que en 2011 cede el
barco varado en su ciudad natal a manos de Benjamin Weil.
141
Jesús Carrillo, “Las nuevas fábricas de la cultura: los lugares de la creación y la producción cultural en
la España contemporánea”. En A. L. Cuenca y E. R. Pedrajo (coords.), Propiedad intelectual, nuevas
tecnologías y acceso a la cultura, México, Centro Cultural de España en México, 2008, pp. 281-306, p.
287.
142
Acerca de la institucionalización del arte en España y el desorbitado auge de centros de creación y
exposición véase: Alberto López y Noemí de Haro, “Arte contemporáneo, infraestructura y territorio en el
Estado de las autonomías”, Por el Centro Guerrero (2009-2011). Política cultural, crisis institucional y
compromiso ciudadano, Granada, TRN-Laboratorio artístico transfronterizo, 2014, pp. 11-20.
45
II. II. DEL FIN DEL NET ART A LA REDEFINICIÓN DE LAS PRÁCTICAS
ARTÍSTICAS EN EL NUEVO MILENIO
En pleno apogeo del net art, Claudia Giannetti había comisariado conjuntamente con
Peter Weibel, Jeffrew Shaw y Toshiharu Ito la emblemática exposición net_condition
que ya mencionamos. De forma individual, la investigadora y teórica italobrasileña
monta a escasos tres años una de las primeras muestras de arte interactivo:
online y offline Link_Age (Gijón, Madrid, México y São Paulo, 2001). Poco después, en
el contexto español del arte contemporáneo, sería cuando José Luis Brea aportara su
visión del arte electrónico y digital en La conquista de la ubicuidad (Espacio XTRA-
Fundación CajaMurcia y Centro Atlántico de Arte Moderno, 2003 - Koldo Mitxelena
Kulturunea Fonoteka, 2004). En sus propias palabras:
143
Peter Weibel y Timothy Druckrey (eds.), net_condition: art and global media, Karlsruhe, Engelhardt
& Bauer, 2001, p. 8, traducción propia.
144
Autores como Manuel Castells, Jürgen Habermas, Pierre Bourdieu o Claudia Giannetti reflexionan en
el volumen sobre los conceptos más acuciantes del momento: condición social, comunitaria, medial,
ideológica, crítica y artística en la era del capitalismo cultural electrónico, tal como Brea lo definiría poco
después.
145
Brea (coord.), La conquista de la ubicuidad, Murcia, A. G. Novograf [cat. exp.], 2003, p. 10.
46
El concepto de “ubicuidad” que cierra el título de la muestra responde a la resistencia
que, según Brea, las nuevas prácticas artísticas imponen frente a las economías de
mercado. Tal como argumentamos durante toda la primera parte del presente trabajo, la
transición de la economía de comercio a la economía de distribución es parte intrínseca
a la teoría-crítica sobre el capitalismo cultural electrónico de Brea. Vemos ahora cómo
en su dialéctica a comienzos de los dos mil ya estaba en pie cierto distanciamiento con
respecto a la forma mercancía, que en cierta medida era consustancial a la obra de net
art y tal vez a eso se debiera su escasa repercusión en el mercado. Como estamos
viendo, los postulados teóricos también se trasladan a la práctica curatorial.
Estas devotas manifestaciones que rozan lo excéntrico hacia el net art pueden servirnos
para tomar el pulso de la muestra y del impotente final auspiciado por el avance del
software 2.0 que relegó a un periodo muy concreto de tiempo las prácticas que venimos
señalando. Obras de net art de diferentes artistas (Mark Amerika, Lev Manovich, Dora
García, Ben Benjamin, Antoni Muntadas, Vuk Cosic o el colectivo Critical Art
Ensemble) engrosaron el acervo expositivo, mostrando al público aquellos trabajos más
significativos del arte en la red. Para entender la necesidad de una búsqueda renovada
por lo que a las prácticas artísticas compete ante el continuo refinamiento de las
comunicaciones, sirva el alegato que Brea enuncia al porvenir desde el catálogo de la
muestra:
146
Ibid., p. 11.
147
Ibid.
148
Ibid., p. 13.
47
El net.art no pertenece a nuestro tiempo. De la misma forma que habitan nuestra
época múltiples formas pertenecientes al pasado, el net.art ha atravesado
(fugazmente) nuestros días tan sólo como humilde heraldo de un tiempo por venir.
Todo lo que él tenía que decir se refiere a un tiempo que vendrá, a la forma que
adoptará la cultura en ese tiempo futuro149.
Parece evidente, llegados a este punto, la cercanía entre las exposiciones que
comentamos comisariadas por Weibel y Brea. Salvando el característico tono de
radicalidad profética de este último, ambos sitúan el foco de sus propuestas en el mismo
punto: la historicidad del net art como práctica artística con respecto a la aparición de
un nuevo software que vendría para renovar las comunicaciones a través de la red.
Rosina Gómez-Baeza señala desde su óptica personal:
La producción de Brea hacia los años dos mil tiene presente los cambios que se
producen en el mundo a partir de la incorporación del universo digital. Él fue el
portavoz, el profeta de la nueva realidad, como también lo fuera su contemporáneo
Peter Weibel150.
Cuando se plantea por esas mismas fechas (2001-2002) reflotar el conjunto
arquitectónico de la antigua Universidad Laboral de Gijón, la por entonces directora de
ARCO se postula para encabezar un proyecto en relación al arte contemporáneo y la
innovación. Decide entonces presentar una sólida propuesta de centro transversal al arte,
la ciencia, la tecnología, la industria y la sociedad. La obsolescencia del net art va
dejando paso a una manera más amplia de concebir el desarrollo de las prácticas
artísticas en el nuevo milenio. Al plantear una iniciativa como LABoral, las
innovaciones tecnológicas y la expansión de la red a casi todos los ámbitos de la vida
confluyen con una concepción cada vez más transversal e integradora entre el arte, el
progreso y la sociedad. Para una primera aproximación en líneas general al proyecto
preferimos acudir a la forma en que la directora nos transmite su propuesta:
LABoral supone abrir la puerta al mundo y abandonar la idea de que el arte de hoy
tiene que rendir pleitesía a los valores del pasado. Hay que abrirse al futuro. Es lo
que quise proponer a mi querida tierra. Pongámonos a prueba en aceptar el hoy:
herramientas digitales, rol del artista, hacer pensar a las comunidades…151.
El plan de producción artística y curatorial para LABoral se vincula en todo momento
con el crecimiento económico y el desarrollo industrial, con la intención de «lograr una
auténtica fusión entre creatividad e industria y para ello se plantea promover un diálogo
149
Ibid., p. 68.
150
Anexo, p. 65.
151
Ibid., p. 67.
48
entre creadores y empresas, en una alianza cuyo fin último es abrir las puertas a la
innovación»152. En cierta medida, lo que LABoral intenta es:
En cuanto a los contenidos del proyecto, deberían abarcar: artes visuales, diseño gráfico
e industrial, arquitectura, moda, arte público y Land-Art. Aparte de la producción, se
proponían también dispositivos innovadores como laboratorios de investigación y
experimentación artística multidisciplinar (conexión entre tecnología y artesanía: Art-
Labs), o la formación mediante ciclos, talleres, tertulias... El conjunto se revela como un
152
Ana Botella (coord.), Laboral, un espacio para el intelecto entre arte, ciencia, tecnología e industrias
creativas, Gijón, LABoral Centro de Arte y Creación Industria, 2007, p. 5.
153
Ibid.
154
El Plan Director del Centro de Arte Actual y Creación Industrial de la Universidad Laboral de Gijón
(2004) es facilitado con generosidad para el presente trabajo por la propia Rosina Gómez-Baeza, al igual
que el resto de documentos citados y pertenecientes al archivo personal de la misma. En dicho documento
se recogen tres años de rigurosa investigación que avalan la proposición para el proyecto de centro.
49
«espacio interdisciplinar […] para favorecer el intercambio artístico»155, al mismo
tiempo que como «un centro para la investigación, formación y producción artística y
técnica, así como para la proyección de las nuevas formas de arte y creación
industrial»156.
155
Botella (coord.), op. cit., p. 5.
156
Ibid.
157
www.laboralcentrodearte.org/es/plataformacero
158
http://www.laboralcentrodearte.org/es/plataformacero/lsonido
159
www.laboralcentrodearte.org/es/plataformacero/fablab
160
Talleres de fabricación digital dedicados a la producción de objetos materiales a través de máquinas
controladas informáticamente. Convergen en su estructura la industria y la sociedad.
161
www.laboralcentrodearte.org/es/r/m_a/mediateca_archivo/view
50
Varias de las cuestiones expuestas por Brea en la conferencia que pronuncia con motivo
de la apertura del centro se reflejan en el programa del mismo: «La sociedad de la
información contemporánea percibe y construye su realidad sobre todo a través de la
imagen. LABoral propone una reflexión sobre la preeminencia de la imagen técnica
independiente de sus orígenes»162. Esta alusión al dominio de la e-image entre el
conjunto de la sociedad, al igual que otros ejes conceptuales y programáticos afines al
centro asturiano nos remiten a los postulados de Brea ya comentados. Los
procesamientos de información típicos de la cultura_ RAM y de La era de la imagen
electrónica se ponen en práctica en las salas de exposición (como veremos en el último
apartado de esta segunda parte) y en la plataforma web de LABoral163.
En ese momento, el teórico español reflexionaba sobre estas cuestiones dando forma al
libro que publicaría unos años después: Las tres eras de la imagen (Brea, 2010), cuyo
punto de llegada reside sobre el simbolismo irreal de la imagen-tiempo en perpetuo
flujo de interconexiones164. Cual aparición, «las imágenes electrónicas carecen de toda
realidad […] apenas temporales e incapaces como tales de dar testimonio de
duración»165, por lo que adquieren un “devenir pensamiento” en favor de la estancia
localizada. Las teorías estéticas acerca de la visualidad y de la imagen inmaterial
desplegadas por Brea abordaban un terreno fundamental para la contemporaneidad de
hace aproximados diez años, manteniendo una interlocución directa con diferentes
actores, sobre todo cuando de pensar el futuro se trataba166. A modo de síntesis sobre la
teoría desplegada por Brea durante su intervención en el recién inaugurado centro
asturiano, podríamos destacar que la era de la imagen electrónica produce un sujeto
múltiple que conecta con las lógicas de las economías de la experiencia; a través de los
162
La cita es de un documento sin publicación ni acceso en línea registrados que Rosina Gómez-Baeza ha
facilitado generosamente para esta investigación: Memoria: cuatro años de laboral. 30 de marzo del
2007-31 de mayo del 2011, Gijón, LABoral. Centro de Arte y Creación Industrial, 2011, p. 16.
163
www.laboralcentrodearte.org
164
Podríamos plantear como una posible continuación de este último trabajo de Brea cercano a los
estudios visuales la reciente publicación de Juan Martín Prada, El ver y las imágenes en el tiempo de
Internet, Madrid, Akal, 2018.
165
José Luis Brea, Las tres eras de la imagen. Imgen-materia, flim, e-image [2010], Madrid, Akal, 2016,
p. 67.
166
Véase el seminario “Mutaciones”, realizado entre el 10 y el 11 de diciembre del año 2005 en el Centro
de Arte Contemporáneo y Creación Industrial de Gijón dentro del ciclo Cultura en Democracia. Balance
y perspectiva organizado por el Ministerio de Cultura. Los participantes: Javier Echeverría, José Luis
Brea, Jorge Fernández León, Juan Cueto, Marina Núñez, Jorge Wagensberg y Carlos Alberdi, abordaron
el futuro del centro asturiano desde las perspectivas de los diferentes perfiles. En línea, consultado el
14/07/2018 en http://va.www.mcu.es/publicaciones/docs/ccd/ccd8.pdf
51
nuevos modos de subjetivación aparecen factores de resistencia e independencia
inéditos abiertos a producir nuevos imaginarios.
167
«No estuvo implicado directamente en el proyecto, pero sí que influyó mucho en mí. Para mí era un
referente: todavía tengo su mail ahí (señalando al ordenador sobre la mesa visiblemente emocionada), me
da mucha pena borrarlo», Anexo, p. 65.
52
II. III. LABORAL CENTRO DE ARTE Y CREACIÓN INDUSTRIAL (2007-2011) A
TRAVÉS DE CINCO EXPOSICIONES CLAVE
168
Christiane Paul y Jemima Rellie (et al.), FEEDBACK. Arte reactivo a instrucciones, a inputs o a su
entorno, Gijón, LABoral Centro de Arte y Creación Industrial [cat. exp.], 2007, p. 26.
169
Ibid., p. 188.
53
Al mismo tiempo, LABciberespacios trataba de alejarse en todo lo posible del
reduccionismo especialista reservado a cada disciplina (teatro, danza, artes plásticas,
vídeo, diseño…), de la autonomía que aísla el arte de la ciencia. Serían Gerfried Stocker
y Manuela Pfaffenberger los comisarios encargados de la muestra. Ambos afines a la
plataforma digital Ars Electronica170 y a su sede en Austria, ejemplificaban la
vinculación del centro asturiano con el exterior, a la vez que una vocación de estricta
contemporaneidad. Los diez artistas y colectivos seleccionados por concurso para
exhibir sus trabajos reflexionaban sobre las relaciones que tienen lugar entre lo físico y
lo virtual171. Mediante una perspectiva interdisciplinar del conocimiento y de la práctica
artística, esta exposición introducía las preocupaciones acerca de la innovación que irían
unidas a la razón de ser del centro. La muestra estaba pensada como cierre de una etapa,
la del net art, y la apertura a un tiempo futuro donde el espacio cibernético albergase
formas nuevas de experimentación. El videoclip I’m a net artista (area3, 2003) «apunta
a la presencia repartida del “nuevo artista” por escritorios de casas y oficinas»172.
Rosina Gómez-Baeza reflexionaba en el catálogo de LABciberespacios acerca de la
emergente figura del espectador proyectado a través del plasma e Internet:
«Recuperamos para audiencias diversas la imaginería con la que se identifican los
internautas, no el visitante casual de un centro de arte»173.
170
https://www.aec.at/news/
171
Procedentes de España, Finlandia, Austria o EE. UU., algunos de ellos fueron Hans Bernhard, area3,
Hackitectura.net o el Colectivo RAN (Carlos Navarro, Ramón Prada y Javier Ideami).
172
Christiane Paul (et al.), LABciberespacios, Gijón, LABoral Centro de Arte y Creación Industial [cat.
exp.], 2007, p. 19.
173
Ibid., p. 11.
174
Rosina Gómez-Baeza aclaraba así la incursión del término y su apropiación para LABoral Centro de
Arte y Creación Industrial ubicado en Gijón: «Creemos que lo global y lo local no son fuerzas opuestas ni
enemigas, sino hermanadas, relacionadas y dependientes una de la otra, como bien dice el sociólogo
Robert Robertson, autor de Globalización (1992), a quien se debe el término “glocalización”, con el que
quiso referirse a la peculiar relación y correspondencia entre global y local» (Botella (coord.), 2009a, p.
143). Sin embargo, durante sus inicios, hubo una fuerte reacción local hacia el centro LABoral por
54
Dando un salto de dos años, nos vamos al 2009 para seguir con las exposiciones: El
pasado en el presente y lo propio en lo ajeno (LABoral, 2009) y Feedforward. El ángel
de la Historia (LABoral, 2009). En ambas, los conceptos de memoria, historia y
fantasma/espectro hacen que recordemos el espíritu benjaminiano que impulsa y
sobrevuela buena parte de la teoría desarrollada por J. L. Brea. Antes de proseguir, tal
como el lector ha podido constatar, la construcción del relato que venimos elaborando
sobre la praxis curatorial de LABoral (2007-2011) se articula gracias a las cuidadas y
rigurosas publicaciones en forma de catálogo que acompañaron cada muestra. Los
textos firmados por nombres de relevancia nacional e internacional en la materia, las
traducciones de cada uno de ellos al inglés y otras traducciones de textos para ocasiones
señaladas fueron una seña de identidad de la casa.
Aunque los trabajos de artistas como Martha Rosler o Hito Steyerl se ubicaron más allá
del territorio español, al conjunto de la muestra subyacía el intento de repensar los
fantasmas aún latentes en cada recodo del complejo arquitectónico franquista de la
Universidad Laboral de Gijón. Obras como las de Juan José Pulgar (Ensambles) o
Benjamín Menéndez (La cámara oscura, 1994-2009; Paisaje Industrial, 1994-2001;
Térmica y Gasómetro, 2001-2009) sí explicitaban claramente las alusiones al contexto
local. Por medio de saltos espacio-temporales, fragmentos, superposiciones, se trataba
absorber gran parte de los recursos del Principado de Asturias para las artes, dejando poco espacio a
proyectos de menor envergadura.
175
Juan Antonio Álvarez (et al.), El pasado en el presente y lo propio en lo ajeno, Gijón, LABoral Centro
de Arte y Creación Industrial [cat. exp.], 2009, p. 149.
55
de producir una reapropiación de la historia en el plano de la representación visual. Las
fotografías o fotomontajes, junto a las videoinstalaciones que copaban prácticamente la
totalidad del espacio expositivo iban encaminadas a generar una especie de “fantasma
comunitario”, de “mediación de la esfera pública”, en palabras de Brea, lejos del
oscurantismo del pasado, con un claro predominio de la imagen-movimiento.
«El arte está atravesado por las nuevas tecnologías en todos los terrenos»176. Así nos
introducía Gómez-Baeza a otra de las exposiciones más relevantes que albergó
LABoral. Arte y tecnología, futuro y progreso van de la mano en Feedforward. El ángel
de la Historia. Walter Benjamin era erigido nuevamente faro desde el que iluminar el
sentido de las prácticas artísticas como mediación de la esfera global interconectada, en
consonancia con los cambios socio-políticos que tenían lugar por esas fechas.
Contemporánea a la crisis económica, Feedforward conectaba progreso tecnológico y
globalización con un particular impulso-motor de la historia: Ángelus Novus. El famoso
cuadro homónimo de Paul Klee se reproducía en la primera página de la publicación
editada con motivo del evento. Regresaba con él el vértigo benjaminiano como
elemento milenarista, el viento (teológico) de la historia frente a la ortodoxia del
marxismo, del mismo modo que lo señalábamos en la primera parte para la teoría de
Brea. Chistiane Paul y Steve Dietz, encargados del comisariado, seleccionaron obras
que «nos hacen cuestionarnos si, pese a todo, aún contamos con la posibilidad de elegir,
de optar, por una serie de pequeñas decisiones susceptible de influir en cómo diseñar
nuestro futuro»177 ante la expansión alienante del capitalismo y su complejidad
tecnológica.
«Ya no hay Pasado ni –hasta cierto punto– Futuro»178. Con estas palabras sacadas del
texto “Una cartografía del paisaje de los media” para el catálogo de Feedforward,
Benjamin Weil (comisario jefe de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial)
compartía con J. L. Brea la misma noción del mundo como no-lugar: «el mundo
producido se rompe en el tiempo, deviene, se expande en timeline»179. El mundo como
acontecimiento es protagonista en las obras de la muestra, que atrajeron un amplio
número de artistas de todo el mundo: Irán, EE.UU., Nueva Zelanda, China, Canadá...
176
Benjamin Weil (et al.), Feedforward. El ángel de la Historia, Gijón, LABoral Centro de Arte y
Creación Industrial [cat. exp.], 2009, p. 16.
177
Ibid., p. 17.
178
Ibid., p. 18.
179
Brea, op. cit., 2007a, p. 100.
56
Cuando «la Historia habría dejado de existir como punto de referencia […] éste es un
escenario en el que una vez más, para la historia de lo simbólico, tecnología y
aspiración democrática pueden coincidir y favorecerse mutuamente»180. La web 2.0 y
otras aplicaciones tecnológicas fueron tomadas como herramientas comunitarias para la
resistencia conjunta; y esto, nos acaba conduciendo a la cartografía que Weil y Brea
compartían acerca del paisaje de los nuevos medios y que en esta exposición se elevaba
a la máxima potencia sobre la red de interconexiones donde se inscribía cada pieza.
Finalizamos pues este recorrido cediendo la voz a una de sus protagonistas, desde su
posición como antigua directora y, por las implicaciones señaladas hasta el momento,
compañera y amiga de J. L. Brea:
180
Weil (et al.):op. cit., 2009, p. 19.
181
Benjamin Weil (et al.), El proceso como paradigma, Gijón, LABoral Centro de Arte y Creación
Industial [cat. exp.], 2010, pp. 18-19.
57
hacer pensar a las comunidades… Eso, yo creo, con todos los respetos, que no se
entendió. Si hubiera vivido, tendría a Brea. Estaba ahí siempre182.
Algo no fue del todo como debiera o efectivamente faltó entendimiento. Quizá la
ubicación del centro y su posterior condena al aislamiento fueran de la mano. Habría
que determinar si ciertas contradicciones del proyecto en su conjunto están relacionadas
con esa escasa presencia en el tejido social de Asturias; o, por otra parte, con cierta
frustración asociada a los principios profético-teóricos de J. L. Brea para el presente
tecnológico y digital. No obstante, lo que hemos querido contar, pese a la brevedad del
formato, es lo que se hizo, aquello que nos ha llegado y lo que puede aproximarnos a un
proyecto de gran envergadura dedicado íntegramente al arte, la ciencia, la tecnología y
la innovación sin precedente alguno en nuestro país. A través del vínculo entre dos
personalidades de gran envergadura tuvo lugar esta genuina síntesis de teoría y praxis
en torno a la cultura digital que, sin duda, merece una justa consideración dentro del
contexto español del arte contemporáneo.
182
Anexo, p. 66-67.
58
III. CONCLUSIONES
A través del análisis crítico, centrándome en los conceptos que he creído más
importantes de sus textos, traté de hallar respuestas a diferentes preguntas.
¿Abandonamos con la digitalización de los procesos de producción, como trata de
decirnos Brea, el mercado y el comercio? ¿Existe una disolución de las mercancías-
fetiche en una economía orientada hacia lo cognitivo? ¿Se pierde efectivamente en el
capitalismo cultural electrónico la forma-mundo de la mercancía? ¿Qué forma tiene la
mercancía en el capitalismo cultural electrónico? ¿Qué vigencia pueden tener aún los
postulados de Brea? ¿En qué medida se han cumplido sus pronósticos desde una óptica
del presente?
Sin lugar a dudas, lo más importante de los textos del autor es que posibilitan ahondar
en cuestiones de estricta contemporaneidad y relevancia para el análisis del sistema y
del devenir de las prácticas artísticas. Hay que resaltar al mismo tiempo la iniciativa de
Brea a la hora de acuñar términos y la capacidad de profundización en los conceptos.
Sin embargo, su dialéctica que elude en lo posible referencias y toma del último
Benjamin el vértigo de la precipitación histórica y cierto oscurantismo terminológico, al
igual que de Deleuze y Guattari el carácter rizomático en la argumentación, dificulta el
acercamiento y requiriere de un análisis pormenorizado de cada texto. Pese a las
complicaciones iniciales de su corpus teórico-crítico, lo que finalmente han posibilitado
estos análisis sobre la obra de Brea es una mayor profundización en diferentes teorías
acerca del capitalismo para, finalmente, aproximarnos a una enunciación diferencial que
59
nos aproxime al presente más inmediato y a las problemáticas reales que nos afectan. El
concepto de “umbral” acuñado por Brea nos parece, sin lugar a dudas, una metáfora
idónea para enmarcar la (no)temporalidad consustancial al mundo-Internet.
En un intento por conectar con los fundamentos teóricos de Brea, acudir a una parte de
los presupuestos de Marx se reveló esencial para la materia. La primera conclusión que
podemos extraer acerca del conjunto teórico del capitalismo cultural electrónico es el
intento fallido de proponer un pensamiento radical para ir más allá del sistema, para
superarlo en cierta medida pero sin llegar a salirse de él, sin dejarlo atrás, sin
abandonarlo definitivamente. Brea teoriza sobre el capitalismo desde el capitalismo
mismo, pero las lógicas de lo espectacularizante-estetizado le alejan de lo fetichizado-
mercantil que impera en los dominios del capital. Propone en sus tesis un porvenir
próximo a la utopía milenarista, o al menos en su enunciación interpela a ese porvenir,
pero no llega a él por las contradicciones implícitas que adolecen de un apego ineludible
hacia la propia forma del sistema.
En esa misma línea, la importancia que concede a la inmaterialidad del producto del
trabajo cognitivo ocupa una posición central en su teoría. También sucede lo mismo con
la de Toni Negri y Michael Hardt, cuyas formulaciones se aproximan de forma paralela,
llegando a posiciones similares con la excepción de una mayor radicalidad de
pensamiento en los presupuestos acerca de las esperanzas tecnológicas de Brea. Esta
concepción de lo inmaterial no genera en sí misma problemática alguna; pero, en el
momento de más radicalidad a la hora de formular la muerte de la mercancía en el
capitalismo cultural electrónico, surgen una serie de contradicciones difícilmente
salvables que señalamos en nuestro análisis. Si lo que Brea denomina como economía
en red o economía de distribución implica la pérdida de la mercancía, del producto del
trabajo social cosificado, del fetiche mismo, entonces es que nos hallamos fuera del
régimen capitalista tal como Marx lo concibe en su crítica de la economía política.
Llegados a este punto, las fricciones inherentes a tal conclusión conducen a otra forma-
mercancía necesaria para el capitalismo cultural electrónico, porque ya no cabe ninguna
duda de la penetración en la esencia misma del capitalismo.
Esta forma-mercancía son los datos y su fetichización es más perfecta en la medida que
la esfera digitalizada de los procesos de producción permite una mistificación
inmaculada por su naturaleza espectral. Por ello, tras los apuntes que nosotros
señalamos –la digitalización de los procesos de producción, el fetiche inmaterial de los
60
datos en la era del mundo-Internet, las lógicas adictivas del sistema– preferimos
renombrar la economía de distribución o economía en red como economía de datos. De
ahí que acabemos, en último término, por enunciar una lógica adictiva que subyace al
ineludible apego por el sistema, acorde a las nuevas tecnologías, que produce lo que
podríamos denominar como “sujetos yonki”. Desde una toma de consciencia de esta
proyección de subjetividades, lo que nos queda es plantear una politización del malestar,
siempre colectivo, que transforme el sufrimiento en algo más, acaso en
empoderamiento.
61
La teoría y la praxis en la obra de José Luis Brea y sus implicaciones periféricas
coinciden simultáneamente. Estas dos categorías que abarcan la totalidad de su
producción suponen un campo de estudio repleto de potencialidades que no debemos
descuidar. Tras acotar y exponer el objeto de la presente investigación, reafirmamos la
estrecha vinculación que existe entre el sistema de poder, los mecanismos de control y
las prácticas culturales en el mundo que, por ahora, no podemos dejar de habitar. Quizá
la reflexión teórico-crítica ayude a generar posibilidades de agencia e imaginarios
conjuntos donde nadie tenga que quedarse al margen.
62
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68
ANEXO: ENTREVISTA CON ROSINA GÓMEZ-BAEZA
La mañana del día veintiuno de mayo (2018) acudo a Matadero Madrid Centro de
Creación Contemporánea para entrevistar a Rosina Gómez-Baeza, la actual presidenta
de Factoría Cultural cuya sede se encuentra en el espacio madrileño. El motivo de esta
cita se debe a la investigación que me ocupa sobre los postulados teóricos de José Luis
Brea en torno al capitalismo cultural electrónico y la cultura RAM, y cómo su teoría
toma forma en cierta manera a través de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial
de Gijón. Para ello, Rosina representa una valiosa fuente de información tanto a nivel de
gestión cultural, como por su estrecha relación con el que fuera compañero y amigo
suyo: José Luis Brea.
Comenzamos la charla hablando acerca de la relación que mantuvo con José Luis Brea.
69
– R: Mi aportación fue dar a conocer lo ocurrido en el resto del mundo en cuanto a
estructuras, objeto artístico y relación entre artistas e instituciones. En el año
1982, fecha fundacional de ARCO, se produce un cambio importante en España
tras la victoria electoral del PSOE, y personalidades como Javier Solana o
Carmen Jiménez fraguarán la manifestación de apoyo a la contemporaneidad
que terminará con la crisis en 2011 y el posterior desencanto.
– M: ¿Qué influencia podría determinar que tuvieron las tesis de José Luis Brea
en su trabajo desde el primer ARCO electrónico en 1997?
– R: La producción de Brea hacia los años dos mil tiene presente los cambios que
se producen en el mundo a partir de la incorporación del universo digital. Él fue
el portavoz, el profeta de la nueva realidad, como también lo fuera su
contemporáneo Peter Weibel. Aunque no tuvo gran aceptación en su momento,
con el paso del tiempo esto ha ido cambiando. No tuvo ningún reparo a la hora
de ahondar en un campo de estudio; era muy auténtico, ajeno al deseo del éxito.
Nos unía la amistad y el respeto, al menos por mi parte. Él veía en mí alguien
interesado en descubrir ese mundo que estaba ahí y poco aceptado por el
establishment. Los congresos de ARCO electrónico fueron de un extraordinario
interés en cuanto a su rigor y rico trabajo.
– M: Y respecto a LABoral Centro de Arte y Creación, ¿cómo describiría la
presencia de Brea en el proyecto?
– R: No estuvo en el consejo científico, por esos años empezaba a tener peor
salud. Yo tampoco le pedí expresamente que participara, sabía que estaba en
otras cosas y en cierto modo era ajeno a la praxis. La última vez que lo vi, en
Gijón, pasé un largo y desagradable momento por su enfermedad (Visiblemente
emocionada en lo dicho y lo que sigue); para mí era una reserva a la que se
podía acudir, pero no exigir. Nunca se me hubiera ocurrido decirle que tenía que
estar conmigo en eso, su objetivo era otro. Él sabía que si quería proponerme
algo yo estaría ahí. No estuvo implicado directamente en el proyecto, pero sí que
influyó mucho en mí. Para mí era un referente: todavía tengo su mail ahí
(señalando al ordenador sobre la mesa), me da mucha pena borrarlo.
– M: ¿Qué experiencia y dificultades tuvo para emprender el proyecto LABoral
Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón?
70
– R: Yo siempre quise y tuve muy presente mi educación fuera, medirse al otro.
Como dijo “nuestro” Jovellanos: «hay que viajar más, ver más». Los españoles
estamos felices con lo nuestro, más que otros, y la tentación de viaje no es tan
fuerte. Para mí lo importante es el diálogo permanente con el otro, pero el país
no estaba tan abierto. Tuvimos un siglo XIX desastroso y eso se nota en la falta
de diálogo con el exterior, que a mí me interesa y me atrae porque habla algo
que no conozco. Ese introducirte en escenarios distintos ha sido algo prioritario
en mi caso; no pierdes tu identidad con ello, sino que la refuerzas quizás. Creo
que Brea tuvo esa visión al señalar otros caminos. Volvemos permanentemente a
los soportes pictóricos, fotográficos…pero hay un extraordinario campo de
influencia exterior. Hasta Luis Gordillo, un día, me decía: «esto lo produje con
el ordenador». Y eso…es en cierta medida sorprendente, ¡tiene 84 años de edad!
(risas). A lo mejor no todos lo han aceptado: el ordenador ha cambiado nuestra
vida.
– M: ¿Cuáles fueron los puntos de partida para LABoral?
– R: Lo que se pone en primer plano es la importancia de las comunicaciones.
Brea hablaba de ello, y era algo que podría ofrecer grandes posibilidades a los
autores. En el año 2000 empiezo a trabajar en el Consejo de las Artes y las
Ciencias, junto a Margarita Salas o Adolfo Gutiérrez, y hasta 2007 trabajaba en
la preparación del proyecto para Gijón a la vez que en ARCO. La actividad de
esos años fue muy intensa, pero sobre todo había mucho interés por primar la
viabilidad social, económica…que era muy complicado para una propuesta de
esas características.
– M: ¿Podría decirme qué conclusiones saca de su paso por el centro LABoral de
Gijón?
– R: Los años que yo dirigí me parecieron espléndidos. Perdón por la inmodestia.
Por ahí pasaron los mejores comisarios, pensadores y artistas del momento, y
eso se tiene que reconocer. Se produjeron infinidad de encuentros con un
programa muy amplio y rico en propuestas. En Asturias, había gente que
pensaba que iba a ser el nuevo Guggenheim, pero no leyeron bien el presente y
su importancia para el futuro asturiano. Trataba de situarse en un “aquí y ahora”
que fomentase el conocimiento y las oportunidades, en el marco de la Unión
Europea y la sociedad del conocimiento. A través del artista tenemos que
acercarnos a esa manera de ver el mundo. Quizá no se entendiera bien. ¿Sabes?,
71
abres el periódico y sin abrirlo ya tienes en la portada quién tira el mejor “culín”.
En Inglaterra se acepta la innovación y al mismo tiempo el seguir adorando a la
familia real y la tradición. Nosotros no tenemos esa doble capacidad de admirar
y conocer el pasado; persiste una actitud a la defensiva. Yo creo que es muy
triste. A veces, se tiene un acercamiento poco analítico. Valoro la crítica y me
gusta refutarla. Pedía una opción de hablar. LABoral supone abrir la puerta al
mundo y abandonar la idea de que el arte de hoy tiene que rendir pleitesía a los
valores del pasado. Hay que abrirse al futuro. Es lo que quise proponer a mi
querida tierra. Pongámonos a prueba en aceptar el hoy: herramientas digitales,
rol del artista, hacer pensar a las comunidades… Eso, yo creo, con todos los
respetos, que no se entendió. Si hubiera vivido, tendría a Brea. Estaba ahí
siempre (visible emoción en las palabras que llegan hasta aquí).
– M: Para finalizar, ¿cómo ve, siete años después de su marcha, el proyecto que
inició y presidió durante cuatro años?
– R: Después del 2011 yo me vine y veía que querían mi puesto, sabía que no me
iban a renovar. Ofrecí un informe de gestión desde inventario a memoria, y se
quedó Benjamin Weil con una idea quizá muy distinta a la mía. Necesitamos al
sector privado en el arte, aunque tantos otros dirán que no. Si la evidencia es que
el arte no tiene apoyos públicos debemos admitir lo privado, que es lo que da
libertad. El arte público tiene altas probabilidades de tornar en dirigismo. Al
menos, el arte independiente y el artista deberían elegir. En su día, trabajó con
los Médici o con Felipe II; y la crítica debe aceptarlo. La irracionalidad y falta
de coherencia son dominantes y dolorosas. Vivimos en el siglo XIX, nos encanta
la bohemia. En eso EE.UU. nos ha enseñado mucho; la prueba es que nuestros
artistas no están. Nos aferramos al español, a no citar inglés, latín… que corra el
aire, por favor; estamos en departamentos estancos. Las industrias culturales con
las que empecé a colaborar en LABoral no me dejaron cierta libertad porque
había agentes privados. Yo lo puse todo en marcha. Como centro, fue el primero
con un Fab lab. Ahora creo que tienen otra preocupación. Están en horas bajas,
pero Karin Ohlenschläger es muy buena teórica, está interesada en Asturias y
ojalá pueda desarrollar lo que no se pudo; ella consideraba que el proyecto
estaba muy definido. 2011 es sinónimo de declive económico, de tanta
importancia para el apoyo de la actividad. Cuando me fui se retiraron dos o tres
instituciones, entre otras el Ministerio y Telefónica, y tuvieron problemas con el
72
personal: muchos profesionales se fueron. Ha sido un desastre, aunque saldrán
de ello. Reciben unos 600.000 euros y para actividad les quedan unos 300.000.
Creo que ahora se enfocan más a lo expositivo y lo educativo –siempre
fantástico en este aspecto–, que atrae mayor número de gente. La parte de
producción es la que yo creo que van abandonando al irse los ingenieros. Si
consiguen enderezar la fundación y el patronato, el programa en manos de Karin
está bien. Ya no sigo mucho el centro, hay que pasar página a las cosas que me
pide el cuerpo sanear. No me seduce estancarme en un pasado que te puede
aportar memorias próximas, pero no el hoy que es lo importante.
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