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5 aspectos en los que la genética

afecta tu vida cotidiana y que


probablemente no conocías  

Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEl comportamiento agresivo tiene


una base genética pero no te hace necesariamente violento.

¿Tendrá los ojos claros de la madre o el cabello rizado del padre?, ¿será bajito como ella o más
bien alto como él?

Estas son preguntas típicas que comienzan a hacerse en las familias cuando una mujer queda
embarazada.

La genética suele convertirse en un tema recurrente de conversación casi desde los primeros estudios
de ultrasonido que se hacen para ver al feto y estas cuestiones, tras el nacimiento, suelen seguir
siendo motivo de discusiones a medida que el niño o la niña crecen.
 ¿Realmente se puede excusar a un criminal debido a sus genes?
 "Si no tienes los genes adecuados nunca llegarás a ser Mozart"

Sin embargo, el efecto de lo que llevamos en el ADN va mucho más allá de determinar unos cuantos
rasgos físicos, extendiéndose hasta afectar nuestros comportamientos y habilidades.

BBC Mundo te cuenta cinco aspectos que quizá no conocías al respecto.

1. La agresividad como herencia


¿Tienes un amigo pendenciero?, ¿eres alguien que fácilmente se sale de sus casillas y recurre a la
violencia? Esas reacciones pueden tener un componente genético.
Image captionEn su libro, "El ADN dictador", Pita explica el papel que cumplen los genes en
nuestro comportamiento y decisiones. Foto: Carlos Givaja.

"El comportamiento tiene una base genética. Eso no es evidente y costó mucho reconocerlo, pero
ahora lo tenemos bastante claro", afirma Miguel Pita, investigador y profesor de genética en la
Universidad Autónoma de Madrid, en conversación con BBC Mundo.
"Con respecto a la agresividad, se sabe que hay individuos que por las variantes que tienen en sus
genes nacen con un comportamiento que podría ser más proclive a ser agresivos que otros",
agrega Pita, autor del libro "El ADN dictador" y quien es uno de los ponentes del Hay Festival de
Querétaro, que se celebra en esa ciudad mexicana hasta el 9 de septiembre.

El experto advierte que eso no quiere decir que la genética haga a nadie más violento, sino que
podría tener por naturaleza un poco más de dificultades para reprimirse que otras personas, aunque
es luego en su ambiente cuando se desarrolla plenamente y se vuelve una persona más o menos
agresiva.

"Ni siquiera la genética más agresiva te obliga a serlo en tu vida", apunta.

Pita destaca que tanto la agresividad como la disposición a la cooperación son tendencias para las
cuales tenemos una determinada base genética que modelamos a lo largo de nuestras vidas.

2. Comportamiento sexual
Más allá de las evidentes diferencias biológicas entre hombres y mujeres, ambos tienden a tener
comportamientos distintos influenciados por la genética.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionAunque hay variaciones de persona
a persona, en general, hombres y mujeres tienen comportamientos distintos cuando se relacionan con
potenciales parejas.
"Al igual que otros animales, hombres y mujeres tenemos dentro una genética que nos hace
generalmente buscar objetivos distintos para la reproducción que, al final, ven su reflejo en el
comportamiento de pareja", señala Pita.

"Las hembras de otras especies animales tienden a un comportamiento más cauto porque deben
elegir mejor su pareja debido a que luego van a tener que sufrir el embarazo y la crianza. Y los
machos, que simplemente aportan media célula, tienden a mostrar un comportamiento menos
comprometido", indica.

Explica, sin embargo, que en la especie humana no se ha quedado allí y que sus comportamientos se
han vuelto mucho más complejos.
"Hemos logrado domesticar esos instintos porque necesitamos la implicación de ambos miembros de
la familia para sacar adelante a la cría. Nuestras crías necesitan una vigilancia bastante mayor
que otras especies animales porque, por ejemplo, no las podemos dejarlas solas a los cinco años. El
periodo que necesitan para desarrollar una cierta madurez es de, mínimo, 10 años", destaca.

"Eso ha hecho que nuestra biología haya sufrido una presión selectiva para modificarse. Entonces,
hay una pregunta permanente en el mundo biológico: ¿somos monógamos o polígamos? La
respuesta podría ser que venimos de una especie que no era monógama, pero que está sufriendo una
transición hacia la monogamia. Hablo desde el punto de vista biológico. Desde una perspectiva
social, en los países occidentales esa transición ya se ha hecho", añade.

3. La afición por el azúcar y la sal


"Una tarta en una vidriera es una trampa a nuestra biología", dice Miguel Pita al explicar cómo la
genética determina nuestra preferencia por consumir productos que tengan glucosa.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEl cerebro humano desarrolló su
preferencia por alimentos con azúcar en una época en la que era difícil obtener la glucosa que
necesitaba el cuerpo. Ahora, en cambio, hay abundancia de la misma.

Explica que este tipo de azúcar presente en los alimentos es la fuente fundamental a través de la cual
nuestras células fabrican energía y permiten que se mantengan vivos todos los sistemas y que
podamos movernos, razón por la cual nuestra biología se seleccionó y se adaptó fuertemente para
buscar este producto.

El experto indica que lo mismo ocurrió con la sal. "Los individuos buscamos el sabor de la sal
porque esta es necesaria para nuestra existencia. Muchos procesos de nuestro cuerpo funcionan con
la sal: la regulación de los niveles hídricos se basa en la sal, nuestro cerebro necesita sal para
funcionar, nuestros riñones, corazón. El sodio y el cloro que tiene la sal son absolutamente
fundamentales para sobrevivir".
Destaca que los elementos químicos que conforman estos productos no tienen sabor, pero que
nuestra evolución llevó a nuestro cerebro a sentir placer al consumirlos.

"El sabor está en nuestro cerebro, que nos engaña y nos dice que la sal está rica para que no nos
olvidemos de ingerirla", apunta.

Pero ¿cómo se llegó a esto?

"Imaginemos cuál podía ser el panorama si había individuos a quienes la sal les sabe rica y otros a
los cuales no les gusta. Los primeros la buscarían y la comerían y, por ende, estarían sanos; mientras
que los segundos no tendrían ningún impulso a buscarla y -tomando en cuenta que era escasa-
probablemente estarían enfermos, funcionarían mal sus riñones y cerebros y tendrán una peor tasa de
supervivencia y de reproducción".
"¿Cuál es el resultado? Que quienes estamos hoy vivos descendemos de personas que buscaron
la sal, los que no la buscaron se han extinguido. No podían sobrevivir porque la necesitaban",
destaca.

Pita advierte que esta preferencia por la sal y la glucosa se desarrolló en una época en la cual ambos
eran productos escasos, pero que en la actualidad cuando son abundantes, sobre todo en las
sociedades occidentales, aunque siguen siendo necesarios para la supervivencia, el reto es
consumirlos sin caer en excesos que pueden dañar nuestra salud.
4. La visión en colores
La capacidad que tenemos las personas de ver la vida en colores tiene una directa relación con la
evolución genética.

Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionLa capacidad de los humanos de ver


el mundo en color es un producto de la evolución genética.

Según explica Miguel Pita, la visión en color se produce a través de unas proteínas que se llaman
oxinas, presentes en las células de nuestras retinas. Producidas por 3 genes, éstas nos permiten ver en
rojo, verde y azul, así como los colores y matices resultantes de la combinación de estos colores.

Otros primates, en cambio, pueden tener dos o tres de estos genes, mientras que peces, reptiles y
aves poseen cuatro genes distintos, por lo que pueden ver muchos más colores.

"Lo interesante es que estos genes proceden todos de un mismo gen ancestral que, en ocasiones, por
mutaciones se copiaba dentro del ADN de un mismo individuo, se duplicaba, y después sufría otras
pequeñas mutaciones que le permitían ver otros colores distintos. Por estos errores ha surgido la
posibilidad de ver nuevas longitudes de onda", señala el experto.

Explica que en los humanos los genes que permiten fabricar las proteínas que nos posibilitan ver en
verde y rojo se encuentran en el cromosoma X, uno de los cromosomas sexuales, del cual las
mujeres poseen dos copias y los hombres solo una.
"El que uno de estos genes está averiado hace que con alguna frecuencia haya varones con
ceguera para el color, lo que se conoce como daltonismo, pero lo más interesante es que las madres
de los daltónicos pueden tener copias perfectamente sanas y otras estropeadas, pero estas lo que
hacen es permitir ver distinto".

"¿Qué generan estas variaciones genéticas en estas mujeres? Pues que algunas pueden ser
tetracromáticas, es decir, que puedan ver a partir de la combinación de cuatro colores, o incluso
pentacromáticas, por lo que pueden ver variaciones de cinco de estas proteínas y esto significa que
son capaces de ver miles de matices más que los demás no podemos", apunta.

Estas diferencias ayudarían a explicar por qué a veces hay personas que no se ponen de acuerdo
sobre el color de un objeto.
5. Quedarse de brazos cruzados
Pero la influencia de la genética en nuestra vida cotidiana también se plasma en aspectos más
triviales como, por ejemplo, la manera que tenemos de cruzar los brazos.

De
rechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionUn gesto tan simple como cruzar los
brazos se ve influido por nuestra genética.

"Uno puede cruzar el derecho sobre el izquierdo o viceversa", señala Miguel Pita.
"Cada quien tiene una forma más cómoda de hacerlo porque nuestra genética nos lo pide así y,
en el fondo, tendemos a acceder a lo que nos pide nuestra genética".

"Esos sí, hay que recordar que el hecho de que un comportamiento esté determinado genéticamente
no quiere decir que no lo podamos evitar", concluye.

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