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pp. 479-506.
Por cuarta vez en veinticinco años1, vuelvo a engrosar el Diccionario de Artífices con
datos documentales y bibliográficos sobre arquitectos, tracistas y maestros de obras
de la orden del Carmelo Descalzo en España, durante la edad moderna, si bien en esta
ocasión sólo hace tres años que se publicó la segunda adenda. De nuevo se constata
que, gracias a la facilidad de acceso y búsqueda que proporcionan las tecnologías
digitales, se pueden recoger para este Diccionario en plazos cada vez más cortos
nuevos y viejos datos que, por los medios tradicionales, serían mucho más premiosos
de conseguir.
1
MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “Diccionario de Artífices del Carmelo Descalzo. Arquitectos y maestros de
obras”, Monte Carmelo, 100, 1992, pp. 49-78; “Addenda al Diccionario de Artífices del Carmelo
Descalzo. Arquitectos, maestros de obras y ensambladores”, Monte Carmelo, 109, 2001, pp. 479-489, y
“Segunda adenda al Diccionario de Artífices del Carmelo Descalzo. Arquitectos, maestros de obras,
ensambladores y oficiales”, Monte Carmelo, 121, 2013, pp. 269-304.
de la misma, que habrá que sumar a los más de sesenta artífices conocidos cuando
publiqué la tercera entrega, en 2013. También doy a conocer muchos nuevos datos de
otros catorce artífices ya documentados.
Pero con todo no sólo es fray Alberto de la Madre de Dios: en las páginas siguientes se
verá cómo otros nombres ya consolidados -como su continuador por cronología y
estilo fray Nicolás de la Purificación, que prosigue quehaceres planteados por el gran
arquitecto, o fray Pedro de la Visitación, siempre clave en el barroco castellano del
siglo XVIII-, siguen apareciendo al frente de más obras y de mayor interés.
Junto a otros nuevos nombres, cuya trayectoria poco a poco se irá definiendo, he
incluido alguna referencia a frailes gnomonistas del Carmelo Descalzo, es decir,
aquellos que sabemos que se ocupaban de construir relojes de sol, en una disciplina
que sin duda exigía grandes conocimientos matemáticos.
En este Diccionario no abundan los nombres de pintores carmelitanos; por ello resalta
el interés de la figura del mexicano fray Agustín de la Concepción, documentado en el
convento del Carmen de Puebla de los Ángeles –edificio de traza del famoso arquitecto
fray Andrés de San Miguel-, y donde se conserva el cuadro fechado en 1726 y titulado
“Alegoría de la Fortaleza Mística novohispana del Carmelo Descalzo”, tan importante
por su singular iconografía –pues describe el Monte Carmelo mexicano como huerto
2
MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: Fray Alberto de la Madre de Dios, Arquitecto (1575-1635), Santander, 1990. En
este sentido, también habría que reescribir mi libro La Arquitectura Carmelitana (1562-1800).
Arquitectura de los carmelitas descalzos en España, México y Portugal durante los siglos XVI al XVIII),
Ávila, 1990, incorporando tantas nuevas aportaciones –anteriores y posteriores-, sobre el tema.
cerrado teresiano, como Jerusalén celestial en definitiva-, como por su belleza y
calidad técnica3.
Parece difícil decir a estas alturas algo novedoso sobre la figura de fray Alberto de la
Madre de Dios, cada vez más consolidado como figura importantísima de la
arquitectura del primer tercio del siglo XVII. Sin embargo, tres años después de la
última entrega de este Diccionario, podemos recoger más de una decena de nuevas
intervenciones del tracista santanderino, algunas de ellas, como las que lo sitúan
durante muchos años a modo de maestro de obras o mejor veedor “de facto” del
obispado de Cuenca, de alto interés.
Por cierto que estas situaciones de interinidad, en cierto modo fácticas, en que ocupa
cargos o desempeña roles que quizás por su condición de religioso nunca quiso o pudo
desarrollar con plena dedicación, caracterizan mucho la personalidad de fray Alberto,
en casi todos los sitios querido, elogiado, mimado con gratificaciones y regalos, pero
siempre estante de forma transitoria, fugaz, coyuntural, como arquitecto itinerante
que acude a donde le llaman y es requerido continuamente allá donde se encuentra.
Como se sabe fue solicitado por la Corona, la nobleza, numerosos obispos, otras
órdenes religiosas, cabildos catedralicios, ayuntamientos, etc, pero siempre supo
responder con eficacia y sin vanagloria, de forma callada, ejemplar. Y además nunca
debió desatender las necesidades de su orden descalza.
Es posible que otro de los rasgos más acusados de su idiosincrasia, como fue el de su
participación frecuente en polémicas y discusiones siempre de carácter técnico, se
derive precisamente de ese actuar en libertad, que le proporcionaba una admirable
independencia. Pero también a veces ciertos sinsabores, de los que se hace eco su
“elogio fúnebre” escrito en el Libro Becerro del convento carmelita de Pastrana, lugar
donde profesó por segunda vez en 1600, y murió y fue enterrado en 1635.
3
Vid. SORIA SORIA, A.: El jardín teresiano novohispano. Las moradas de Santa Teresa de Jesús, Ciudad de
México, 2012, pp. 195-196. No obstante es un tema frecuente en el arte y la literatura mística
carmelitanas: Vid. SEBASTIÁN LÓPEZ, S., “Iconografía de la Vida Mística Teresiana”, Boletín del Museo e
Instituto Camón Aznar, X, 1983, p. 20 y ss., y más reciente y en relación con la Nueva España, FLORES
ENRÍQUEZ. M.: “Del saltus carmeli al jardín cerrado teresiano. La Alegoría de la Orden Carmelita… en el
Museo Regional de Guadalajara”, Boletín CNMH.INAH, 31, 2014, pp. 34-48, y Jardines místicos
carmelitanos y su representación en la pintura del siglo XVIII, UNAM, México, 2014. También LOTTMAN,
M.:“Enseñar los jardines de Teresa de Jesús”, Santa Teresa y el mundo teresiano del Barroco, San
Lorenzo del Escorial, 2015, pp. 237-250, etc.
citas en estudios poco difundidos, pero que cobran nueva luz cuando se relacionan con
las novedades que desde 1975 –año en que Bustamante García4 inició el
descubrimiento historiográfico de fray Alberto-, llaman la atención de los especialistas.
Pero también aparecen algunas atribuciones a su autoría que, por el momento, no
están demostradas documentalmente, lo que aconseja moverse con suma prudencia
en este terreno. Con todo fray Alberto de la Madre de Dios está reclamando una
revisión de su biografía y de su obra, en cuanto sus acciones conocidas crecen de
forma imparable.
Circulan referencias en la red, y en publicaciones de papel, que están dando por hecho
que fray Alberto fue el tracista en 1598 del templo del Carmen Descalzo de San Cirilo
de Alcalá de Henares, interesante edificio colegial con una historia arquitectónica más
que agitada y que, milagrosamente conservado, ha sido convertido desde hace pocos
años en biblioteca universitaria. Pues bien, todo parece arrancar de la atribución que la
historiadora Carmen Román6 sugiere en uno de sus estudios, pero sin base
documental, aunque tampoco se puede negar la posibilidad de lo aventurado. Me
limitaré a señalar al respecto que el mayor problema en este caso no sería de tipo
estilístico o formal, sino que estriba en que siendo un edificio tan primario o
elemental, acorde con su datación, con tal cronología sería la primera obra de un fray
Alberto que sólo tendría veintitrés años de edad, y del que sabemos que había hecho
su primera profesión, luego repetida, en 1595. Si ya señalaba en 2013 mi cauta
sorpresa ante las noticias publicadas por el P. Ortega7 que sitúan al tracista actuando
como tal en Soria por el año de 1601 –cuando su primera intervención documentada
era hasta entonces la de San José de Barcelona de 1603, según Narváez, ó 1605, según
Casasayas Guillem-, este hecho obligaría a adelantar bastante la madurez constructiva
de fray Alberto, y a acortar por tanto su etapa de formación. Con todo hay que
4
BUSTAMANTE GARCÍA, A.: “Los artífices del Real Convento de la Encarnación de Madrid”, B.S.A.A.,
1975, pp. 369-388. Con la autoría demostrada de la Encarnación se confirmó de forma súbita la positiva
valoración que de fray Alberto hizo LLAGUNO Y AMÍIROLA, E.: Noticias de los arquitectos y arquitectura
de España, Madrid, IV, 1829, p. 6.
5
GARCÍA MARTÍNEZ, J. L.: Arquitectura barroca en Huete y su tierra. Un espacio arquitectónico de la
diócesis de Cuenca, Tesis Doctoral, UCLM, Cuenca, 2015, esp. pp. 123-162, y Arquitectura barroca en la
ciudad de Huete, Cuenca, 2015, esp. pp. 120-145.
6
ROMÁN PASTOR, C.: Arquitectura conventual de Alcalá de Henares, Alcalá de Henares, 1994, p. 186 y
278.
7
MUÑOZ JIMÉNEZ, “Segunda adenda al Diccionario…”, pp. 274-275. Hasta ahora la primera vez que se
llama a fray Alberto traçador de la Orden es en Medina de Ríoseco en 1606.
reconocer que el santanderino debió tener dotes innatas para el arte, así como que la
falta de datos de estos primeros años es excesiva.
La segunda noticia, ya del año de 1610 y por tanto en puertas de lograr fray Alberto la
total madurez en la fachada de la Real Encarnación de Madrid, cerrando así la etapa de
sus primeras obras (Yepes, Barcelona, Madre de Dios de Lerma, Noviciado de los
Jesuitas en Madrid…), viene a abundar en ciertas referencias que Oliver Asín hizo sobre
la asistencia de fray Alberto en calidad de técnico a la Junta de Fuentes de Madrid en
1613, quizás el año de mayor actividad, en verdad frenética, del tracista. En efecto, se
ha demostrado que esta práctica que relaciona a fray Alberto con la hidráulica ya venía
de los años de 1610-1612, cuando se ocupa del viaje de aguas de Amaniel8 o viaje de
Palacio, uno de los más importantes de la Corte, tarea que mantiene en la búsqueda
de otros veneros entre ese año y el de 16139. Pero conviene destacar que ese
acueducto de Amaniel, construido desde la Dehesa de la Villa por iniciativa de la
Corona y de su Junta de Obras y Bosques con el objetivo de mejorar el abastecimiento
del Alcázar Real, había sido descubierto por fray Alberto, acompañado del aparejador
de las obras reales Pedro de Lizargárate, aunque en la gran mayoría de las
publicaciones se ignora este hecho y se da el mérito a Tomás de Angulo, secretario de
aquel organismo, quien se apropió del hallazgo. Se trata en definitiva, y no es un hecho
aislado, de que nuestro carmelita debió tener excelentes dotes no sólo como
arquitecto, sino también como ingeniero.
Por ello se entiende cómo fray Alberto, que había rechazado el proyecto de 1613 del
zahorí napolitano Chiancardo, presentó al municipio otro proyecto para abastecer a las
fuentes de la plaza de Santa Cruz y de la plaza de la Cebada, desde un manantial
situado al norte, en el valle de Maudes, próximo al poblado de Chamartín de la Rosa.
Esta conducción llegaba al centro por la actual calle de Hortaleza, y acabó por llamarse
el viaje de la Fuente Castellana10.
Sin salirnos de Madrid, en cuya Corte el carmelita fue sin duda el arquitecto más
importante en aquellos años de 1610 a 1615 que transcurren entre la muerte de
Francisco de Mora y la madurez de Juan Gómez de Mora, ambos maestros de obras
reales11, nuevas noticias reafirman tan alta estimación y prestigio: así cómo en 1612
8
PINTO CRESPO, V. (dir.): Los viajes de agua de Madrid durante el Antiguo Régimen, Madrid, 2010, pp.
19-21.
9
Los expertos destacan las importantes obras hidráulicas realizadas a lo largo del siglo XVII con unos
punteros medios técnicos, e impulsadas por el concejo madrileño con la citada Junta de Fuentes creada
en 1608, y por la Corona. Es muy probable que los restos con aparejo toledano del viaje de Amaniel,
bien conservados en el museo del metropolitano en la estación de Ópera, se deban al diseño de fray
Alberto. El canal hasta el Alcázar medía unos seis kilómetros. (Vid. VV. AA.: La plazuela de los Caños del
Peral. Investigaciones arqueológicas en la estación de Ópera, Madrid, 2011).
10
PINTO CRESPO, op. cit., p. 21.
11
Además BUSTAMANTE GARCÍA, art. cit., p. 382, ya publicó una escritura sobre el convento de la
Encarnación en la que fray Alberto se presenta como superintendente de la misma, por orden de la reina
tuvo una destacadísima participación, junto al superintendente Crescenzi y el
aparejador mayor Alonso Carbonel, en la planificación de la fachada principal del
mediodía del Real Alcázar, con su asistencia a reuniones donde se debatían soluciones
para intentar homogeneizar en la misma una serie de torres centrales y otros
elementos de origen medieval; los historiadores Gerard en 1978, y Barbeito, en 199212,
se hacen eco de cómo fray Alberto logró con su propuesta una baja de hasta 30.000
ducados –una suma más que importante-, en la obra de dicha delantera. El
ayuntamiento de Madrid, muy satisfecho de esta baja, le dio una gratificación de 200
ducados.
Antes de centrarnos en las nuevas obras conquenses de fray Alberto, me hago eco con
satisfacción de un artículo, sabio y sagaz, de Martínez Ruiz15, referente a la muy
Por tanto sería otra admirable obra a sumar a la nómina albertiana, si bien no puedo
evitar el plantear un último pormenor que me produce alguna duda: sería, como bien
señala Martínez Ruiz, esa estrecha fidelidad al modelo de templo trazado cuarenta
años atrás por Francisco de Mora en la iglesia parroquial de San Bernabé de El Escorial
de Abajo. Sorprende sin duda cómo en este caso el tracista de Villaconejos rinde un
tributo tan directo, y tardío, al excelente maestro de obras reales y discípulo de Juan
de Herrera, cuya relación personal con fray Alberto de la Madre de Dios no está
suficientemente clara: si maestro, colaborador o rival.
Por último, comentaré las novedades que muy recientemente J. L. García Martínez (op.
cit.) ha dado a conocer sobre fray Alberto en el obispado de Cuenca: en efecto, en su
admirable y documentadísima tesis doctoral que trata de la arquitectura del barroco
en la diócesis conquense, el capítulo que dedica a la figura del carmelita es
fundamental; sobre todo hay que destacar su valoración como arquitecto de total
confianza del obispo Pacheco, un destacado mecenas artístico17.
16
La importancia del foco de Valladolid, con Francisco de Mora como protagonista aunque no en
solitario, se acentuó notablemente en el sexenio cortesano que va de 1600 a 1606, que son años de los
que por cierto sabemos muy poco del devenir de fray Alberto de la Madre de Dios.
17
Puedo apostillar que por mi parte ya había percibido cómo fray Alberto, a partir de cierto momento,
con más exactitud desde 1616-1617, parece renunciar a todos aquellos viajes innumerables que le
hacían recorrer casi toda la geografía española, para actuar únicamente en obras de Castilla la Nueva –
salvo un viaje documentado a Santander y otro a Huesca-, entre las que destacaban en número las del
obispado conquense. Como resultado, otros tracistas de la orden como fray Alonso de San José o fray
Nicolás de la Purificación aparecían cada vez más al frente de obras siempre importantes en las demás
regiones. No sabemos a ciencia cierta a qué obedeció esta retirada de fray Alberto, quizás a razones de
Este autor aporta nuevos datos sobre obras ya conocidas de fray Alberto, con
documentos sobre materiales empleados en la obra desaparecida del convento del
Santo Ángel de Cuenca, labrado en la casa de recreo del obispo Pacheco, en los años
1613-1626. Recordemos que también ha dedicado importantes estudios a la traza y
dirección albertiana de la obra de Santo Domingo de Huete, labrada entre 1620 y 1641
por sus “discípulos laicos” preferidos, Mazas, Valle y Andizpe, los cuales junto al más
destacado Francisco del Campo componen, con los maestros dirigidos en Lerma,
Madrid o Pastrana, una especie de escuela fray albertiana, que tuvo representantes
tan magníficos como el citado del Campo Agüero, Juan de la Pedrosa o Juan de
Naveda, y que, siendo todos cántabros, llenaron las dos Castillas de obras propias del
manierismo clasicista teñidas ya de un aire protobarroco, derivadas al final de lo
carmelitano, más ese elegante paladianismo y viñolesismo del que siempre hizo gala el
arquitecto santanderino.
Apartado descollante será el relacionado con la bella capilla del Sagrario de la catedral
de Cuenca, de siempre conocida como obra de fray Alberto, pero que se estudia con
detalle, y en especial los aspectos técnicos de su prodigiosa cimentación sobre el
barranco en que se cuelga, así como lo referente a la cúpula y chapitel donde fray
Alberto vuelve a demostrar su rigor, sus criterios estéticos independientes –esa
perforación de la base del casco de la cúpula, para dar luz por medio de ocho vanos
que salen al exterior en ocho buhardillas, el uso de una estructura de hierro para
sostener el chapitel, etc-, que siempre admiran18.
Muy inteligente es la atribución a fray Alberto del convento e iglesia de las MM. CC. de
San José y Santa Ana de la villa de San Clemente (Cuenca), de 1617, en especial por ser
promovida por el mismo mecenas de todas estas iniciativas. Las líneas generales de la
fachada del templo encajan perfectamente en el estilo de fray Alberto por esos años.
edad y de salud. Con todo, desde su refugio de Pastrana, sigue acudiendo a visitas de más corto
recorrido, en especial hacia el sur, hacia el obispado del citado Andrés Pacheco.
18
Señala con acierto GARCÍA MARTÍNEZ, op. cit., que esta obra presenta numerosos rasgos nuevos en el
hacer de fray Alberto, como sería el uso de colores y materiales variados, de pilastras cajeadas, la
alteración y mezcla de los órdenes clásicos, ricos retablos pleno barrocos –entiendo que todavía son
protobarrocos-, y una nueva decoración a base de frescos. Por cierto que en esta catedral ya BARRIO
MOYA, J. L. : Arquitectura barroca en Cuenca, 1991, pp. 119, 122, 125, 168. había atribuido al carmelita
la traza de la capilla llamada de Covarrubias, en la zona de la girola, labrada por Alejandro Escala.
Semejante interés ofrece, al tratarse de una obra entre doméstica y civil, la atribución
al montañés de las trazas y condiciones que fechadas en 1617 se hicieron para la obra
de la cárcel de presos de la castrada, enseñanza de música a los niños y taller de fragua
y secretos –deben ser las necesarias o letrinas-, que como dependencias de la catedral
de Cuenca labró el maestro Escala.
Según el investigador Pradillo Esteban, que nos ha facilitado este dato, fray Antonio
supervisa las trazas y condiciones del maestro fray Pablo de la Concepción en 1759,
para la obra de un granero en el convento de San José de Guadalajara. Podría no ser
artífice, sino prelado. En 1780 otro fray Antonio de Santa Teresa, carmelita descalzo,
sacerdote y natural de Calanda, en el reino de Aragón, acompaña al obispo de
Tucumán, fray José Antonio de San Alberto, a las Indias20.
19
En este caso es una simple atribución por similitudes formales; lo mismo cuando insinúa la posibilidad
de una traza de fray Alberto en 1620 para la obra de la iglesia de Horcajada de la Torre, aunque
reconoce que podría deberse también a Francisco del Campo o a Juan de Anchía.
20
Cuando en 1804 muere este importante prelado como arzobispo de Charcas, le asiste como
compañero nuevamente fray Antonio de Santa Teresa (PAGE, C. A.: “Iconografía antigua del arzobispo
de Charcas fray José Antonio de San Alberto OCD”, AEA, 326, 2009, pp. 217-225). Hubo en Indias otro
fraile con el mismo nombre religioso, que en el siglo se llamaba Francisco Antonio de Cossío Sierra,
nacido en Comillas en 1694. Otro fue el poeta catalán fray Antonio del Corazón de Santa Teresa o, en
otros documentos, Antonio de Santa Teresa (1727-1805).
Bernardo de la Purificación (a.1739-d.1751). Nuevos datos
Poco conocido, Bernardo Sorribas Millán en el siglo, con el hermano obrero fray
Manuel de la Virgen, era al parecer tracista mayor de la provincia de Aragón y de
Valencia entre 1739 y 1744, cuando actúan en la bellísima capilla de San José del
convento del Carmen de Nules (Castellón), recientemente restaurada. Pero es novedad
en este Diccionario saber que en febrero de 1748 supervisaba las obras realizadas por
el maestro José Vilallave en la ermita del Adyutorio de Benlloch (Castellón), con trazas
de José Palau 21, así como que en 1751 se construía con sus diseños la ermita de Nª Sª
de la Vega de Alcalá de la Selva (Teruel), construida por el maestro Juan Escuder 22.
21
Documentado por GIL SAURA, Y.: Arquitectura de la época barroca en Castellón, Tesis Doctoral,
Valencia, 2002, pp. 356 y 543.
22
SEBASTIÁN LÓPEZ, S.: Teruel y su provincia, Madrid, 1959, p .121.
23
Esta es la opinión de FERNÁNDEZ GRACIA, R.: ”Reflexiones sobre el arte foráneo en Navarra, durante
los siglos del Barroco”, Cuadernos de la Cátedra de Arte y Patrimonio, 3, 2008, pp. 295-359, esp. p. 308.
24
Vid. www.ezagutubarakaldo.net. “Apuntes para la historia de la siderurgia en Barakaldo”. También
“Apuntes para una historia sobre la minería y la siderurgia en Barakaldo”, en Barakaldo ayer, nº 4, s.f..
25
ALLANEGUI LUSARRETA, V.: Apuntes históricos sobre la historia de Calanda, Calanda, 1998, p. 178.
26
AZANZA LÓPEZ, J. J.: “Artífices aragoneses en la parroquia de Santa Eufemia de Villafranca”, Actas del
III Congreso de Historia de Navarra, Pamplona, 1988, y Arquitectura religiosa del Barroco en Navarra,
Pamplona, 1998, p. 84.
Finalmente, según Bermejo Calvo y Herrera Casado, fray Bernardo de San José aparece
como provincial de Castilla en el año de 173227, presentando una petición al obispo de
Sigüenza para poder edificar, con más de 12.000 ducados, la obra del bello templo
barroco de los PP. CC. de Budia (Guadalajara), hasta ahora de autor desconocido, pero
que dada la calidad patente de fray Bernardo de San José como artífice, y su
documentada relación con este convento, él mismo podría ser el autor de su traza,
propia del más castizo estilo de inspiración churrigueresca.
27
BERMEJO MILANO, J. J. y HERRERA CASADO, A.: Budia, corazón de la Alcarria, Guadalajara, 2005, p.
123, y El convento carmelita de Budia. Memoria y esperanza, Guadalajara, 2011.
28
Así se dice en la página de Internet V@lladolid Web, de fecha 4-6-2011, y que cita a historiadores
vallisoletanos de total solvencia.
Canterac, en las Delicias, delantera que muestra que las líneas generales de este
templo pertenecían al modo tradicional carmelitano. Se trata de un hastial en todo
relacionado con el estilo que fray Alberto de la Madre de Dios había cristalizado en
tantas ocasiones; quizás su portada es un poco más jugosa y manierista, como
manifiestan el frontón roto con roleos encima de la puerta, y las dos ménsulas con
labores vegetales talladas junto a los codillos de la misma, todo tomado del Tratado de
Sebastián Serlio.
Por último también hay que destacar otras noticias sobre fray Diego que Cristina
Valero30 proporciona en su tesis doctoral, que le muestran ocupado en semejantes
menesteres de nuevo en Valladolid: sin indicar fecha, señala que en documentos de
García Chico se habla de dos trazas de fray Diego de la Encarnación para un retablo y
una reja de madera de la capilla de San Antonio, del convento de PP. CC. de Nª Sª del
Consuelo, extramuros de la ciudad del Pisuerga; de formas clasicistas, el ensamblador
Francisco de Solares cobró por el altar 1.200 reales, mientras que por la citada reja con
pedestal, otros 500 reales.
Estas obras de Valladolid aumentan desde luego el interés por fray Diego de la
Encarnación, del que hay que esperar aparezcan pronto nuevos datos.
Desconocido hasta que fue documentado por Torralba Mesas31 en 2013, como un
“maestro de arquitectura inteligente”, a quien junto a otros artífices se le consulta en
1722, y seguramente diez años antes, sobre el estado de la complicada obra de la
29
MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “El padre fray Alonso de San José (1600-1654), arquitecto carmelita”, BSAA,
LII, Valladolid, 1986, pp. 429-434. Fue su maestro de obras Juan Moreno, importante artífice del
protobarroco en esa ciudad, junto con Francisco de la Hoya –que firma los planos según Llaguno-, y Juan
de Rioseco, entre 1628 y 1651 (Sobre Juan Moreno vid. MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “El arquitecto Juan
Moreno y el convento de Nuestra Señora del Carmen de Plasencia”, Monte Carmelo, 95, 1987, pp. 83-
88.
30
VALERO COLLANTES, C.: Arte e iconografía de los conventos carmelitas en la provincia de Valladolid,
Universidad de Valladolid, 2012, pp. 739 y 749. Cita a MARTÍN GONZÁLEZ, J. J. y URREA, J.: Monumentos
religiosos de la ciudad de Valladolid, I, Valladolid, 1985, p. 276 y GARCÍA CHICO, Documentos para el
estudio del arte en Castilla, Tomo II. Escultores, Valladolid, 1941, pp. 282-284.
31
TORRALBA MESAS, D.: La catedral de Cuenca en la cultura arquitectónica del Barroco, Tesis Doctoral,
Universidad de Valencia, 2013, pp. 126, 144, 151-152 y 621-623.
fachada de la catedral de Cuenca. Expresó su opinión sobre las soluciones dadas allí
por el maestro Juan Pérez Castiel, en 1712, y lo mismo en 1722 sobre el proyecto y
trazas debidas al maestro Luis de Artiaga. En su declaración sobre esto último, él
mismo se declara conocedor de principios matemáticos que le permitían argumentar
en firme, y redacta un amplio informe que demuestra su dominio de los aspectos
constructivos.
Ahora quiero señalar que la historiadora Carretero Calvo, en sus estudios sobre Tudela
y Tarazona, acepta identificarle plenamente con el fray Francisco de la documentación
de las obras del convento de San José de Tudela, llevadas a cabo por el maestro
González de Apaolaza, a partir de enero de 1600. Se empezó con sus diseños primero
el claustro y después la iglesia, una vez conseguida la licencia del general fray Elías de
San Martín, tan preocupado en esta temprana fecha por uniformar los templos del
Carmelo Descalzo en España. Con todo, a la muerte de fray Francisco en ese mismo
año de 1600, le debió suceder como tracista en Tudela el antes citado fray Jerónimo de
la Madre de Dios, donde es conventual hasta 1603, y quizás en otros muchos
conventos de la Orden como el de Santa Ana de Tarazona, en que aquel Apaolaza
también aparece como maestro de obras32.
Prior y maestro de novicios entre 1622 y 1625 en Pamplona, y con la atribución de una
traza para la iglesia parroquial de Santiago de Calahorra –obra hecha por el maestro
Juan de Urrela desde 1626 y sobre todo por los hermanos Raón entre 1644 y 173033-,
32
CARRETERO CALVO, R.: “Fundación y construcción del convento de Carmelitas descalzos de San José
de Tudela (Navarra), 1597-1603”, Príncipe de Viana, 241, 2007, pp. 59-94
33
LECUONA, M.: “La parroquia de Santiago de Calahorra. Breves notas históricas”, Berceo, 1952, p. 607.
Este autor dice que en 1623 se pagaron por parte de la parroquia de Santiago de Calahorra a un tal
“Castillo, 50 reales por seis días que se dedicó a ir a Pamplona a llevar las Trazas viejas de la Iglesia, y
consultarlas con el Prior de los Descalzos –que entonces era fray Ginés-, y que las viese e hiciese otra a
lo nuevo”.
tanto Carmen Narváez como Buendía Muñoz dicen que intervino como tracista en la
construcción del convento de Santa Teresa de Ávila34.
Carmen Narváez, en sus estudios sobre el gran arquitecto fray José de la Concepción,
señala cómo fray Jaime de San Agustín, uno de los pocos escultores carmelitanos
documentados fuera de los ensambladores y autores de retablos, terminó varias obras
inacabadas del primero, entre ellas la bella iglesia parroquial de Nª Sª del Alba de
Tárrega (Lérida), donde hizo su gran cúpula sobre el crucero, en un bello templo donde
se fusiona la severidad de la arquitectura carmelitana con la mayor monumentalidad
del barroco de origen jesuítico. Como gran escultor, no olvidemos sus bellos sepulcros
de los marqueses de Tamarit en la capilla del Santísimo de San Pedro de Reus, obra
magistral del citado fray José de la Concepción.
34
Pero hay que tener en cuenta que de hecho Narváez lo recoge de R. BUENDÍA MUÑOZ en su libro
sobre Navarra (Tierras de España), Madrid, 1988, p. 188, donde abundan las confusiones de nombres de
artífices carmelitanos. En la extensa documentación, aunque mucho más tardía, que encontré sobre el
proceso constructivo de este santuario abulense y de la polémica sobre su rico estilo, no aparecía el
nombre de fray Ginés (MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “Nueva documentación sobre la polémica del convento
de Santa Teresa de Ávila (1652-1655)”, Monte Carmelo, 93, 1985, pp. 15-95).
35
Según CARRETERO CALVO, R.: Arte y arquitectura conventual en la Tarazona de los siglos XVII y XVIII,
Universidad de Zaragoza, 2011 (reseña en Artigrama, 26, 2011, pp. 859-866). Parece ser que fray
Jerónimo diseñó el complejo y redactó las condiciones de la obra. También de la misma autora, vid. “La
introducción del Clasicismo en la arquitectura de Tarazona y su comarca”, Turiaso, XX, 2011, pp. 219-
247.
36
CARRETERO CALVO, R.: “Fundación y construcción del convento de Carmelitas descalzos de San José
de Tudela …”, art.cit.
Joaquín del Niño Jesús (1759-1830). Nuevos datos
La historiadora Yolanda Gil Saura ha dado a conocer cómo fray Joaquín, el último y más
prolífico de los arquitectos carmelitas de la edad moderna, intervino en la
modernización de la parroquia medieval de Coves de Vinromá (Castellón), en 1786,
cuando construía el monasterio del Desierto de las Palmas, para lo que realizó un
dibujo sobre el estado de las obras realizadas por el arquitecto Andrés Moreno;
también que en 1793 revisó junto a Nicolás Dolz el estado de los puentes de Alcora y El
Calvario de Castellón, y sobre todo que fue el autor de las trazas del nuevo palacio
episcopal de Castellón de la Plana, en fechas en que se encontraba al frente de la
nueva iglesia del citado yermo de Benicasim37. Superadas las dificultades habituales de
fray Joaquín con la Academia de San Carlos de Valencia, el palacio se labró en un estilo
académico, por precio de 30.000 libras, por el maestro de obras antes citado Nicolás
Dolz. Se hizo en 1793, y se acabó hacia 180238. Resultó un espléndido edificio de aire
neopalladiano con excelente distribución interior, que manifiesta la calidad
constructiva del carmelita.
La versatilidad de este personaje genial, como fue fray Joaquín del Niño Jesús, se
aprecia también en la atribución a su ingenio de la traza del reloj de sol doble del
convento del Desierto de las Palmas, fechado en 1794, que hace en la red Pedro J.
Novella39, quien además relaciona otras cinco intervenciones más de este artífice.
37
GIL SAURA, op. cit., pp. 180, 299 y 416.
38
Vid. también BÉRCHEZ, J.: Catálogo de Monumentos y Conjuntos de la Comunidad Valenciana, I,
Valencia, 1983, pp. 301-305.
39
NOVELLA, P. J.: Relojes de sol en monasterios y conventos, p. 11 (en Internet). Este autor añade que
fray Joaquín intervino en la iglesia de la Inmaculada de Linares de Mora (Teruel), bellísimo edificio de
traza de Martín de Aldehuela, en 1788; en la parroquial de El Frasno (Zaragoza), en 1798, mudando el
proyecto del arquitecto Agustín Sanz, y debiéndose enfrentar a un pleito que le presentó el gremio de
albañiles de Calatayud por trabajar sin licencia; en la reconstrucción de la parroquia de San Pedro de
Ayerbe (Huesca), en 1807; en la reparación de la iglesia de Lanaja (Huesca), en 1808, y en la
rehabilitación del convento carmelita de San José de Zaragoza, entre 1819 y 1825, después de su
destrucción en la Francesada.
40
Arte y arquitectura conventual en la Tarazona…, op. cit., (reseña citada, p. 863).
tracista de la religión, si bien ciertos detalles ornamentales, en especial situados en la
zona alta del hastial, no parecen encajar exactamente con el rigor habitual en fray José
de la Concepción.
Por otro lado, como arquitecto del convento de la Madre de Dios de Gracia y San José
de Barcelona entre 1659 y 1687, según el citado Pedro J. Novella, sería el diseñador del
reloj de sol de la fachada de su templo, datado en 1682.
Nos dicen además estos autores que fray José (Burgos, 1697-Pamplona, 1769) se
llamaba en el siglo José Manuel Santos y Gadea, que tomó el hábito en Lerma y fue
conventual de Pamplona donde había profesado el 3 de junio de 1721; y que tenía —
en frase de sus contemporáneos— “grande fondo de talentos para la arquitectura y
otras obras” y que trabajó casi exclusivamente para su Orden. También que además de
esta obra en Pamplona, informó desde Corella sobre la traza que Vicente Frías,
arquitecto de Caparroso, había dado para el retablo mayor de Villafranca de Navarra y
que, residiendo en Calahorra en 1763, marchó al convento de Villafranca en razón de
la obra del coro.
41
FERNÁNDEZ GRACIA, R.-ECHEVARRÍA GOÑI, P. l.: “El convento e iglesia de los Carmelitas Descalzos de
Pamplona. Arquitectura”, Príncipe de Viana, 164, 1981, pp. 787-818; esp. p. 807.
42
El culto dado al glorioso patriarca en el convento de Pamplona, promovido por el venerable hermano
Juan de Jesús San Joaquín, hizo que se erigiese en su honor una capilla al mismo tiempo que la iglesia.
Su planta es un cuadrado y se cubre por bóveda de media naranja con pequeña linterna sobre pechinas.
Su apariencia original no difería en absoluto del estilo del resto del templo, más el contraste que hoy
apreciamos se debe a la remodelación barroca sufrida en 1750. Su aspecto dieciochesco viene dado por
la decoración pictórica y de yeserías, que se localizan en el arco de acceso, configurando una gran
portada, y en el interior recubren toda la cubierta desde la cornisa hasta la linterna pasando por los
trasdoses de los torales, pechinas, anillos de la cúpula y toda la superficie de ella.
43
SANTA TERESA, fray José de: Reforma de los descalzos de Nª Sª del Carmen, III, Madrid, 1683, p. 425
junto con el padre fray Tomás de Jesús (1563-1623)44, también entendido en
arquitectura. Sólo queda plantear la posibilidad de que se trate del fraile del mismo
nombre que documenta Carmen Narváez en el noviciado de San José de Barcelona, en
1617, cobrando un dinero por la obra de unas paredes, aunque esta historiadora duda
de su pertenencia al Carmelo descalzo. Pero ella misma cita a un fray Juan Bautista que
fue prior del convento de San Juan Bautista de Reus, entre 1613 y 161645.
44
Fray Tomás es el teólogo y místico, tan fiel a Santa Teresa y San Juan de la Cruz, y promotor del
misionerismo carmelitano, de la vía eremítica de la Orden, y de los primeros desiertos de Bolarque
(1592) y las Batuecas (1600), así como del de Marlagne junto a Namur (Bélgica) en 1619, dentro de su
gran tarea fundadora en Francia, Flandes y Alemania. Con fray Jerónimo y fray Francisco de Jesús,
documentado en el Burgo de Osma en 1591-1595, forman el gran trío de artífices de estos primeros
años anteriores la aparición de fray Alberto de la Madre de Dios.
45
NARVÁEZ CASAS, C.: El tracista fra Josep de la Concepció i l’arquitectura carmelitana a Catalunya,
Tesis Doctoral, Barcelona, 2000, pp. 266 y 342. La Tesis completa ya está disponible en Internet.
46
Historia del Carmen Descalzo, XI, Burgos, p.481.
47
GIL SAURA, op. cit, p. 326.
48
GUTIÉRREZ ROBLEDO, J. L. y MORENO BLANCO, R: La iglesia de Barromán, arquitectura y arte, Ávila,
2013.
49
PRIETO RAMOS, M. C.: “La cartografía como apoyo a la justicia: los planos y dibujos de los expedientes
judiciales del Archivo del Reino de Galicia (La Coruña)”, en Revista Catalana de Geografía, 46, octubre
2012, publicación digital.
Finalmente, aunque es algo que habría que investigar más a fondo, encontramos a un
fray Juan de Santa Teresa que en el año de 1746 presentó a dos maestros de obras del
ayuntamiento de San Luis de Potosí, el proyecto de la bella iglesia del Carmen de esta
ciudad mexicana50, construida entre 1749 y 1764. Podría tratarse del mismo
arquitecto51 que hemos seguido en España entre 1698 y 1737, en la que sería una
importantísima contribución al arte hispanoamericano. Las dos fachadas y portadas de
esta iglesia, de orden salomónico y adornadas con estípites, podrían ser de una etapa
posterior.
Tracista oficial a mediados del siglo XVII, muy activo por los valles del Duero y del Ebro
en obras dentro y fuera de la Orden, el papel de fray Nicolás de la Purificación parece
que fue el de un seguidor fiel del estilo cristalizado por fray Alberto de la Madre de
Dios, con una palmaria tendencia conservadora contraria a las novedades del barroco.
Pero la nueva documentación aportada recientemente por José Luis García Martínez
sobre su presencia en la ciudad de Cuenca, ha abierto mejores perspectivas en la
valoración de este artífice.
50
Vid. SIC (Sistema de Información Cultural). San Luis Potosí. Monumentos históricos de propiedad
federal, en Internet.
51
De hecho aparece también documentado en el hospicio de San Luis de Potosí en el año de 1740.
Cierto es que en 1705 encontramos otro prior del mismo nombre en el convento del Carmen de
Salvatierra (México), en fecha que parece más difícil que se ajuste al tracista que nos ocupa.
52
Se cita a ARRESE, J.L.: Colección de biografías locales, San Sebastián, 1977.
Pero antes debo señalar que, ya en 1948, fray Bruno de San José y fray Egmidio de la
Sagrada Familia53, en un meritorio artículo, publicaron que a fray Nicolás de la
Purificación se debían las trazas hechas entre 1631 y 1634 en las capillas de San José y
del Espíritu Santo de la catedral de Calahorra, la última de ellas muy clasicista, pero
adornada en el siglo siguiente con pinturas quizás de Francisco del Plano, en estilo
barroco decorativo54. Ambas capillas están situadas en los dos primeros tramos de
acceso a la girola desde el crucero. El retablo de la del Santo Espíritu, con el cuadro de
origen romano del Pentecostés flanqueado por dos pares de columnas entorchadas,
también podría ser de diseño de fray Nicolás, que diseñó otras veces este tipo de
altares, mientras que la capilla de San José fue muy alterada en sus líneas
arquitectónicas en el siglo XVIII.
Otra atribución a fray Nicolás que ha sido publicada hace pocos años lo sitúa
trabajando en Tarazona como tracista del convento de MM. CC. de San Joaquín,
aunque sin documentos clarificadores55, hacia 1632-1651, si bien se sabe que la obra
de su iglesia fue erigida por el maestro de obras Pascual Ranzón entre 1649 y 1652. Es
una obra de espléndido barroquismo, aunque en su arquitectura, como ocurre en el
convento de PP. CC. de la misma ciudad, se mantiene la tradicional sencillez del estilo
carmelitano.
Pero, como antes se dijo, donde mayor novedad encontramos en la valoración como
arquitecto de fray Nicolás de la Purificación es en la Tesis Doctoral de García Martínez
sobre el barroco en el obispado de Cuenca56, que ha documentado recientemente al
tracista carmelitano en cuatro obras inéditas, entre 1632 y 1652, como son la
terminación de la bellísima capilla del Sagrario de la catedral conquense, obra iniciada
por fray Alberto de la Madre de Dios, el retablo del convento de las MM. CC. de
Cuenca, la iglesia de Saceda del Río, y la iglesia de Castillejo del Romeral.
En la citada capilla del Sagrario aparece fray Nicolás en 1638, y al año siguiente tuvo
que hacer frente a la difícil obra del chapitel de su cúpula, para el que da una traza en
1639 con leves modificaciones a la debida a fray Alberto. Todavía en 1649 presentó
unas nuevas advertencias para esta misma cubierta. García Martínez publica además
un bello dibujo de la misma datado en el siglo XVIII, y hecho para su reconstrucción
tras un incendio, pero que sirve para apreciar cómo fray Nicolás supo mantener una
riqueza lumínica magnífica en la cúpula, abierta en su propio casco con ocho
claraboyas que salen al exterior en forma de buhardillas, coronadas además con ocho
53
“Artes y artistas del Carmelo español”, Monte Carmelo, 49, 1948, pp. 127-136.
54
Hace pocos años restauradas, se documenta la ejecución arquitectónica de la capilla debida al
maestro de obras de la catedral Juan de Urruela (Vid. CAGIGAL MORENO, R. y HERREROS LOSANTOS, M.
J.: “Restauración de las pinturas murales de la capilla del Espíritu Santo de la catedral de Calahorra”,
Kalakorikos, 10, 2005, pp. 345-358).
55
CARRETERO CALVO, Arte y arquitectura conventual en la Tarazona…, op. cit., (reseña, p. 862).
56
GARCÍA MARTÍNEZ, J. L.: Arquitectura barroca en Huete…, op. cit., pp. 255-262.
grandes bolas metálicas recubiertas de oro, que debían brillar bellamente en lo alto de
su chapitel albertiano.
En 1650 fray Nicolás de la Purificación acude también a Saceda del Río (Cuenca) para
trazar la iglesia parroquial y dar condiciones para la obra, completa, iniciada en 1651
por Francisco de Anchía. Destaca dentro de su excesiva sobriedad la bella y
proporcionada portada, pero que con su hornacina avenerada manifiesta una
tendencia al arcaísmo que incluso iba más allá de los diseños de su maestro en el seno
de la orden, el tantas veces citado fray Alberto. Sobrio hasta el exceso es también el
sencillo cuerpo de campanas de la torre, de nuevo copia literal de modelos de este
último.
En 1651 se traza por Juan del Pontón la iglesia parroquial de Castillejo del Romeral,
pero a la vista de la documentación se observa cómo fray Nicolás estuvo supervisando
su ejecución, lo que daría a este templo de nuevo un carácter de enorme sencillez, sin
hacer concesión alguna al barroco rampante que ya se imponía en la arquitectura
española57.
Por último, ese mismo año de 1651 fray Nicolás trazó el retablo del altar mayor,
labrado por Jerónimo Sanz y Miguel de Chumillas, de la iglesia de MM. CC. de Cuenca,
convento diseñado en su día por fray Alberto. Desaparecido, se trataba de un típico
retablo carmelitano, de único cuerpo y frontón en lo alto, muy clasicista y de
moderada ornamentación.
57
Conviene decir, abundando en lo señalado en el apartado dedicado a fray Alberto, que el tal Juan del
Pontón, como también Francisco del Campo y tantos otros maestros de obras y después tracistas del
obispado de Cuenca y aún de casi toda España, fueron sin lugar a dudas seguidores o discípulos del
tracista santanderino, arquitecto que cada vez crece en relevancia a pasos agigantados. De él toman,
como el mismo fray Nicolás y otros muchos artífices de la veta más conservadora del Carmelo Descalzo,
toda una manera de hacer, tan básica como clásica, que prolongó durante décadas y décadas los
principios herrerianos, al fin y al cabo vitrubianos y viñolescos.
58
Hay un fraile homónimo llamado Pablo de la Concepción, que entre 1726-1728 es padre general de los
carmelitas descalzos de España, y que de nuevo se documenta como general de la orden entre 1757 y
1762.Podría tratarse del mismo prelado, aunque parece poco probable que se ocupara de dibujar el
sencillo edificio del convento alcarreño. Otro fraile homónimo aparece en Cádiz en 1812.
Pedro de la Visitación (a.1701-d.1765?). Nuevos datos
A lo largo de más de veinte años hemos visto cómo fray Pedro de la Visitación, siempre
conocido por su magistral y barroca fachada de la Universidad de Valladolid, se ha ido
convirtiendo en la figura principal de la provincia de Castilla a lo largo del siglo XVIII.
Sus obras en Segovia, Peñaranda de Bracamonte, Cantalapiedra, Valladolid y
Salamanca así lo demuestran. Pero hay que añadir a esta nómina, como recogen Urrea
y Aranda en 2010 59, otras cuatro interesantes obras de sus primeros años de
actividad, que paso a enumerar: en 1701 fray Pedro hizo el plano de la bóveda de la
iglesia de Santa Clara de Salamanca, de exuberante barroquismo60; en 1702 se encargó
de la reforma de la enfermería del convento de San Francisco el Real de Salamanca61;
en 1703 dictaminó acerca de la ruina de la torre de Santa Mª de Medina de Rioseco62,
y por último, en 1714, se encargó de varias obras en el convento de carmelitas de
Salamanca63.
Son todas actuaciones de los inicios del siglo, aunque este destacado tracista ya
demostraba en ese momento su madurez. Pero al parecer todavía le quedaba mucha
vida por delante64.
59
URREA FERNÁNDEZ, J. y ARANDA, M.: “Nuevas imágenes del edificio y contenido histórico de la
Universidad de Valladolid”, en Boletín Real Academia de la Purísima Concepción, 45, 2010, pp. 69-85.
60
Citan a RIESCO TERRERO, A.: Datos para la historia del real convento de clarisas de Salamanca, León,
1977, p. 17.
61
Citan a PINILLA GONZÁLEZ, J.: El arte de los monasterios y conventos despoblados de la provincia de
Salamanca, Salamanca, 1978, p. 41.
62
Citan a GARCÍA CHICO, Documentos para el estudio del arte en Castilla. Arquitectos, 1940, p. 231.
63
Citan a RUPÉREZ ALMAJANO, M. N.: “La capilla del Colegio de Oviedo, templo de la Ciencia y de la
Virtud”, A.E.A., 2002, pp. 387-401.
64
Aunque no guarde relación directa con fray Pedro de la Visitación, quiero rectificar ahora una
afirmación que respecto a la fachada de la iglesia del Carmen extramuros de Valladolid de PP. CC.,
donde aquél estuvo como conventual, hice en la “Segunda adenda al Dicccionario de artífices…”, art.
cit., p. 303, nota 91: resulta que VALERO COLLANTES, (en su citada Tesis Doctoral y a partir de
GONZÁLEZ GARCÍA-VALLADOLID, C.: Datos para la historia biográfica de Valladolid, Valladolid, 1893), ha
demostrado que su fachada con dos espadañas laterales visible en viejas fotografías, corresponde a una
reforma de esta delantera que se hizo en 1888, en una especie de versión “neocarmelitana” después
nuevamente alterada, en tanto que la fachada del mismo convento atribuida a Francisco de Praves en
1617 era asaz diferente, con una sola espadaña lateral y una composición propia del Manierismo
clasicista del momento en el foco vallisoletano, tal como se ve en el dibujo que publica la citada autora.
Por otra parte no debe olvidarse que, en la hornacina de la imagen mariana del mismo hastial, figura la
fecha de 1676.