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“Tercera adenda al Diccionario de Artífices del Carmelo

Descalzo”, publicado en Monte Carmelo, 125, 2017,

pp. 479-506.

José Miguel Muñoz Jiménez

INTRODUCCIÓN: LA REAFIRMACIÓN DE FRAY ALBERTO DE LA MADRE DE DIOS

Por cuarta vez en veinticinco años1, vuelvo a engrosar el Diccionario de Artífices con
datos documentales y bibliográficos sobre arquitectos, tracistas y maestros de obras
de la orden del Carmelo Descalzo en España, durante la edad moderna, si bien en esta
ocasión sólo hace tres años que se publicó la segunda adenda. De nuevo se constata
que, gracias a la facilidad de acceso y búsqueda que proporcionan las tecnologías
digitales, se pueden recoger para este Diccionario en plazos cada vez más cortos
nuevos y viejos datos que, por los medios tradicionales, serían mucho más premiosos
de conseguir.

En general la tarea se basa en espigar e interpretar novedades en publicaciones


recientes de toda la geografía nacional, aunque a la vez vayan llegando a nuestro
conocimiento antiguos estudios poco difundidos, en los que se recogen nombres de
artífices unas veces ya detectados y otras veces totalmente inéditos. Así, en esta nueva
entrega, son siete los nuevos nombres de carmelitas descalzos que se ocuparon con
mayor o menor intensidad de las obras de iglesias y conventos de la orden, o de fuera

1
MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “Diccionario de Artífices del Carmelo Descalzo. Arquitectos y maestros de
obras”, Monte Carmelo, 100, 1992, pp. 49-78; “Addenda al Diccionario de Artífices del Carmelo
Descalzo. Arquitectos, maestros de obras y ensambladores”, Monte Carmelo, 109, 2001, pp. 479-489, y
“Segunda adenda al Diccionario de Artífices del Carmelo Descalzo. Arquitectos, maestros de obras,
ensambladores y oficiales”, Monte Carmelo, 121, 2013, pp. 269-304.
de la misma, que habrá que sumar a los más de sesenta artífices conocidos cuando
publiqué la tercera entrega, en 2013. También doy a conocer muchos nuevos datos de
otros catorce artífices ya documentados.

En algún caso se confirman relevancias hasta el momento apenas intuidas. En otros,


especialmente en torno a la figura de fray Alberto de la Madre de Dios, se reafirma su
papel trascendental en la arquitectura española del primer tercio del siglo XVII, en que
se transitó desde el Manierismo clasicista de origen viñolesco y herreriano, hasta un
protobarroco muy prometedor. En todo caso, sobre todo en intervenciones de sus
últimos años en la diócesis de Cuenca pero también en sus actuaciones en la Corte -en
aquellos años dorados de su carrera en torno a 1610-1613-, está claro que ante el
elevado número de construcciones debidas al fraile santanderino, ya es muy necesaria
la revisión de su completa biografía y evolución profesional, tarea que, nunca
terminada, podrá hacerse seguramente manteniendo las etapas evolutivas que en su
día planteé2.

Pero con todo no sólo es fray Alberto de la Madre de Dios: en las páginas siguientes se
verá cómo otros nombres ya consolidados -como su continuador por cronología y
estilo fray Nicolás de la Purificación, que prosigue quehaceres planteados por el gran
arquitecto, o fray Pedro de la Visitación, siempre clave en el barroco castellano del
siglo XVIII-, siguen apareciendo al frente de más obras y de mayor interés.

Junto a otros nuevos nombres, cuya trayectoria poco a poco se irá definiendo, he
incluido alguna referencia a frailes gnomonistas del Carmelo Descalzo, es decir,
aquellos que sabemos que se ocupaban de construir relojes de sol, en una disciplina
que sin duda exigía grandes conocimientos matemáticos.

Agustín de la Concepción (a. 1726). Nuevo nombre

En este Diccionario no abundan los nombres de pintores carmelitanos; por ello resalta
el interés de la figura del mexicano fray Agustín de la Concepción, documentado en el
convento del Carmen de Puebla de los Ángeles –edificio de traza del famoso arquitecto
fray Andrés de San Miguel-, y donde se conserva el cuadro fechado en 1726 y titulado
“Alegoría de la Fortaleza Mística novohispana del Carmelo Descalzo”, tan importante
por su singular iconografía –pues describe el Monte Carmelo mexicano como huerto

2
MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: Fray Alberto de la Madre de Dios, Arquitecto (1575-1635), Santander, 1990. En
este sentido, también habría que reescribir mi libro La Arquitectura Carmelitana (1562-1800).
Arquitectura de los carmelitas descalzos en España, México y Portugal durante los siglos XVI al XVIII),
Ávila, 1990, incorporando tantas nuevas aportaciones –anteriores y posteriores-, sobre el tema.
cerrado teresiano, como Jerusalén celestial en definitiva-, como por su belleza y
calidad técnica3.

Alberto de la Madre de Dios (1575-1635). Nuevos datos

Parece difícil decir a estas alturas algo novedoso sobre la figura de fray Alberto de la
Madre de Dios, cada vez más consolidado como figura importantísima de la
arquitectura del primer tercio del siglo XVII. Sin embargo, tres años después de la
última entrega de este Diccionario, podemos recoger más de una decena de nuevas
intervenciones del tracista santanderino, algunas de ellas, como las que lo sitúan
durante muchos años a modo de maestro de obras o mejor veedor “de facto” del
obispado de Cuenca, de alto interés.

Por cierto que estas situaciones de interinidad, en cierto modo fácticas, en que ocupa
cargos o desempeña roles que quizás por su condición de religioso nunca quiso o pudo
desarrollar con plena dedicación, caracterizan mucho la personalidad de fray Alberto,
en casi todos los sitios querido, elogiado, mimado con gratificaciones y regalos, pero
siempre estante de forma transitoria, fugaz, coyuntural, como arquitecto itinerante
que acude a donde le llaman y es requerido continuamente allá donde se encuentra.
Como se sabe fue solicitado por la Corona, la nobleza, numerosos obispos, otras
órdenes religiosas, cabildos catedralicios, ayuntamientos, etc, pero siempre supo
responder con eficacia y sin vanagloria, de forma callada, ejemplar. Y además nunca
debió desatender las necesidades de su orden descalza.

Es posible que otro de los rasgos más acusados de su idiosincrasia, como fue el de su
participación frecuente en polémicas y discusiones siempre de carácter técnico, se
derive precisamente de ese actuar en libertad, que le proporcionaba una admirable
independencia. Pero también a veces ciertos sinsabores, de los que se hace eco su
“elogio fúnebre” escrito en el Libro Becerro del convento carmelita de Pastrana, lugar
donde profesó por segunda vez en 1600, y murió y fue enterrado en 1635.

Se documentan en nuevas publicaciones obras, trazas, supervisiones, condiciones de


ejecución, consultas y tasaciones hasta el momento inéditas, o se rescatan antiguas

3
Vid. SORIA SORIA, A.: El jardín teresiano novohispano. Las moradas de Santa Teresa de Jesús, Ciudad de
México, 2012, pp. 195-196. No obstante es un tema frecuente en el arte y la literatura mística
carmelitanas: Vid. SEBASTIÁN LÓPEZ, S., “Iconografía de la Vida Mística Teresiana”, Boletín del Museo e
Instituto Camón Aznar, X, 1983, p. 20 y ss., y más reciente y en relación con la Nueva España, FLORES
ENRÍQUEZ. M.: “Del saltus carmeli al jardín cerrado teresiano. La Alegoría de la Orden Carmelita… en el
Museo Regional de Guadalajara”, Boletín CNMH.INAH, 31, 2014, pp. 34-48, y Jardines místicos
carmelitanos y su representación en la pintura del siglo XVIII, UNAM, México, 2014. También LOTTMAN,
M.:“Enseñar los jardines de Teresa de Jesús”, Santa Teresa y el mundo teresiano del Barroco, San
Lorenzo del Escorial, 2015, pp. 237-250, etc.
citas en estudios poco difundidos, pero que cobran nueva luz cuando se relacionan con
las novedades que desde 1975 –año en que Bustamante García4 inició el
descubrimiento historiográfico de fray Alberto-, llaman la atención de los especialistas.
Pero también aparecen algunas atribuciones a su autoría que, por el momento, no
están demostradas documentalmente, lo que aconseja moverse con suma prudencia
en este terreno. Con todo fray Alberto de la Madre de Dios está reclamando una
revisión de su biografía y de su obra, en cuanto sus acciones conocidas crecen de
forma imparable.

Primero enumeraré siete intervenciones artísticas del tracista, ordenadas


cronológicamente, para terminar con aquellas inéditas que José Luis García Martínez5
ha dado a conocer recientemente en su tesis doctoral de 2015, y en un libro sobre
arquitectura en Huete (Cuenca) de este mismo año 2016. Además este historiador
sugiere varias atribuciones de interés.

Circulan referencias en la red, y en publicaciones de papel, que están dando por hecho
que fray Alberto fue el tracista en 1598 del templo del Carmen Descalzo de San Cirilo
de Alcalá de Henares, interesante edificio colegial con una historia arquitectónica más
que agitada y que, milagrosamente conservado, ha sido convertido desde hace pocos
años en biblioteca universitaria. Pues bien, todo parece arrancar de la atribución que la
historiadora Carmen Román6 sugiere en uno de sus estudios, pero sin base
documental, aunque tampoco se puede negar la posibilidad de lo aventurado. Me
limitaré a señalar al respecto que el mayor problema en este caso no sería de tipo
estilístico o formal, sino que estriba en que siendo un edificio tan primario o
elemental, acorde con su datación, con tal cronología sería la primera obra de un fray
Alberto que sólo tendría veintitrés años de edad, y del que sabemos que había hecho
su primera profesión, luego repetida, en 1595. Si ya señalaba en 2013 mi cauta
sorpresa ante las noticias publicadas por el P. Ortega7 que sitúan al tracista actuando
como tal en Soria por el año de 1601 –cuando su primera intervención documentada
era hasta entonces la de San José de Barcelona de 1603, según Narváez, ó 1605, según
Casasayas Guillem-, este hecho obligaría a adelantar bastante la madurez constructiva
de fray Alberto, y a acortar por tanto su etapa de formación. Con todo hay que

4
BUSTAMANTE GARCÍA, A.: “Los artífices del Real Convento de la Encarnación de Madrid”, B.S.A.A.,
1975, pp. 369-388. Con la autoría demostrada de la Encarnación se confirmó de forma súbita la positiva
valoración que de fray Alberto hizo LLAGUNO Y AMÍIROLA, E.: Noticias de los arquitectos y arquitectura
de España, Madrid, IV, 1829, p. 6.
5
GARCÍA MARTÍNEZ, J. L.: Arquitectura barroca en Huete y su tierra. Un espacio arquitectónico de la
diócesis de Cuenca, Tesis Doctoral, UCLM, Cuenca, 2015, esp. pp. 123-162, y Arquitectura barroca en la
ciudad de Huete, Cuenca, 2015, esp. pp. 120-145.
6
ROMÁN PASTOR, C.: Arquitectura conventual de Alcalá de Henares, Alcalá de Henares, 1994, p. 186 y
278.
7
MUÑOZ JIMÉNEZ, “Segunda adenda al Diccionario…”, pp. 274-275. Hasta ahora la primera vez que se
llama a fray Alberto traçador de la Orden es en Medina de Ríoseco en 1606.
reconocer que el santanderino debió tener dotes innatas para el arte, así como que la
falta de datos de estos primeros años es excesiva.

La segunda noticia, ya del año de 1610 y por tanto en puertas de lograr fray Alberto la
total madurez en la fachada de la Real Encarnación de Madrid, cerrando así la etapa de
sus primeras obras (Yepes, Barcelona, Madre de Dios de Lerma, Noviciado de los
Jesuitas en Madrid…), viene a abundar en ciertas referencias que Oliver Asín hizo sobre
la asistencia de fray Alberto en calidad de técnico a la Junta de Fuentes de Madrid en
1613, quizás el año de mayor actividad, en verdad frenética, del tracista. En efecto, se
ha demostrado que esta práctica que relaciona a fray Alberto con la hidráulica ya venía
de los años de 1610-1612, cuando se ocupa del viaje de aguas de Amaniel8 o viaje de
Palacio, uno de los más importantes de la Corte, tarea que mantiene en la búsqueda
de otros veneros entre ese año y el de 16139. Pero conviene destacar que ese
acueducto de Amaniel, construido desde la Dehesa de la Villa por iniciativa de la
Corona y de su Junta de Obras y Bosques con el objetivo de mejorar el abastecimiento
del Alcázar Real, había sido descubierto por fray Alberto, acompañado del aparejador
de las obras reales Pedro de Lizargárate, aunque en la gran mayoría de las
publicaciones se ignora este hecho y se da el mérito a Tomás de Angulo, secretario de
aquel organismo, quien se apropió del hallazgo. Se trata en definitiva, y no es un hecho
aislado, de que nuestro carmelita debió tener excelentes dotes no sólo como
arquitecto, sino también como ingeniero.

Por ello se entiende cómo fray Alberto, que había rechazado el proyecto de 1613 del
zahorí napolitano Chiancardo, presentó al municipio otro proyecto para abastecer a las
fuentes de la plaza de Santa Cruz y de la plaza de la Cebada, desde un manantial
situado al norte, en el valle de Maudes, próximo al poblado de Chamartín de la Rosa.
Esta conducción llegaba al centro por la actual calle de Hortaleza, y acabó por llamarse
el viaje de la Fuente Castellana10.

Sin salirnos de Madrid, en cuya Corte el carmelita fue sin duda el arquitecto más
importante en aquellos años de 1610 a 1615 que transcurren entre la muerte de
Francisco de Mora y la madurez de Juan Gómez de Mora, ambos maestros de obras
reales11, nuevas noticias reafirman tan alta estimación y prestigio: así cómo en 1612

8
PINTO CRESPO, V. (dir.): Los viajes de agua de Madrid durante el Antiguo Régimen, Madrid, 2010, pp.
19-21.
9
Los expertos destacan las importantes obras hidráulicas realizadas a lo largo del siglo XVII con unos
punteros medios técnicos, e impulsadas por el concejo madrileño con la citada Junta de Fuentes creada
en 1608, y por la Corona. Es muy probable que los restos con aparejo toledano del viaje de Amaniel,
bien conservados en el museo del metropolitano en la estación de Ópera, se deban al diseño de fray
Alberto. El canal hasta el Alcázar medía unos seis kilómetros. (Vid. VV. AA.: La plazuela de los Caños del
Peral. Investigaciones arqueológicas en la estación de Ópera, Madrid, 2011).
10
PINTO CRESPO, op. cit., p. 21.
11
Además BUSTAMANTE GARCÍA, art. cit., p. 382, ya publicó una escritura sobre el convento de la
Encarnación en la que fray Alberto se presenta como superintendente de la misma, por orden de la reina
tuvo una destacadísima participación, junto al superintendente Crescenzi y el
aparejador mayor Alonso Carbonel, en la planificación de la fachada principal del
mediodía del Real Alcázar, con su asistencia a reuniones donde se debatían soluciones
para intentar homogeneizar en la misma una serie de torres centrales y otros
elementos de origen medieval; los historiadores Gerard en 1978, y Barbeito, en 199212,
se hacen eco de cómo fray Alberto logró con su propuesta una baja de hasta 30.000
ducados –una suma más que importante-, en la obra de dicha delantera. El
ayuntamiento de Madrid, muy satisfecho de esta baja, le dio una gratificación de 200
ducados.

En la Tesis Doctoral de Blanco Mozo13, se señala cómo fray Alberto de la Madre de


Dios, en 1613, pudo ser el autor de la traza de la capilla funeraria de San Miguel, en el
claustro del monasterio de San Jerónimo de Madrid, que para el embajador Juan
Khevenhüller, conde de Frankenburg, labraron los maestros de obras Miguel de Soria y
Martín de Gortairi. Está también documentada su tasación de la obra del retablo y de
la escultura orante del cliente, en la misma capilla, hecha por los escultores madrileños
Juan de Porres y Mateo González.

Volviendo a 1610, la historiadora Carretero Calvo14 ha documentado la presencia ese


año en Calatayud de fray Alberto de la Madre de Dios, comisionado por el obispo de
Tarazona fray Diego de Yepes para concertar con total autoridad la obra y fábrica del
colegio de PP. CC. Descalzos, que el prelado había fundado en 1599 en la ciudad
bilbilitana. Se trata de una atribución de las trazas irrefutable, por lo que el carmelita
debió dar los diseños y los maestros locales Gaspar de Villaverde y Francisco de Aguirre
ejecutar las obras, al menos hasta 1614. Con posterioridad lo trazado por fray Alberto
fue muy alterado en todas las dependencias conventuales, y en especial en la fachada
del templo, que por ciertos elementos constructivos parece que se dotó de un
anchuroso imafronte, a modo de pantalla encubridora del interior, como si se tratara
de una iglesia de tres naves; como no solía ser esta la manera de proceder de fray
Alberto, opino que pudo deberse a un proceso de barroquización realizado por otros
artífices.

Antes de centrarnos en las nuevas obras conquenses de fray Alberto, me hago eco con
satisfacción de un artículo, sabio y sagaz, de Martínez Ruiz15, referente a la muy

Margarita, estando en aquella época la superintendencia en forma privativa y por encima de la


jurisdicción de los maestros reales.
12
GERARD, V.: “La fachada del Alcázar de Madrid (1608-1630)”, Cuadernos de Investigación Histórica, 2,
1978, pp. 237-257, p. 244, y BARBEITO, J. M.: El Alcázar de Madrid, Madrid, 1992, pp. 94-95.
13
BLANCO MOZO, J. L.: Alonso Carbonel (1583-1660), arquitecto del Rey y del Conde-Duque de Olivares,
Univ. Autónoma de Madrid, 2002, pp. 83-84.
14
CARRETERO CALVO, R.: “El arquitecto fray Alberto de la Madre de Dios en Calatayud. El convento de
carmelitas descalzos de San José (1599-1999)”, VII Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud, I, 2006,
pp. 473-492.
15
MARTÍNEZ RUIZ, J.: “Cuerpo y torres de la iglesia de Villaconejos ¿Una nueva obra de fray Alberto de
la Madre de Dios?”, Archivo Español de Arte, 345, 2014, pp. 65-74.
probable actuación del carmelita en la obra de la iglesia parroquial de Villaconejos
(Madrid). Coincido plenamente con el autor en que ese carmelita llamado en
documentos de 1628-1631 fray Alberto de Santamaría no debe ser otra persona que el
tracista del que estamos hablando, por cuanto hasta hoy no se ha documentado nunca
un artífice de tal nombre, lo que debe ser un lapsus del escribano. Se trataba en San
Nicolás de Villaconejos de terminar la renovación del templo cuya cabecera gótica del
siglo XVI ya estaba erigida; era una labor que el santanderino había realizado con éxito
en la colegiata de San Pedro de Lerma, en el convento de Santo Domingo de Soria, y
más tarde en la parroquial de Motilla del Palancar. El depurado estilo utilizado en
Villaconejos en la única y amplia nave, capillas laterales, torres a los pies y portadas de
acceso coincide totalmente con el manierismo clasicista propio de fray Alberto de la
Madre de Dios. En todo caso, explicable por el común origen escurialense de todos los
focos castellanos del estilo, con un excesivo regusto vallisoletano16. Ahora bien, si es
de fray Alberto de la Madre de Dios, todo denota un excesivo arcaísmo, que no cuadra
bien con el contexto de sus obras en esos años finales de su carrera. Ello podría
abundar en que en esta iglesia madrileña se seguiría una traza de algunos años atrás,
como también sugiere el citado historiador.

Por tanto sería otra admirable obra a sumar a la nómina albertiana, si bien no puedo
evitar el plantear un último pormenor que me produce alguna duda: sería, como bien
señala Martínez Ruiz, esa estrecha fidelidad al modelo de templo trazado cuarenta
años atrás por Francisco de Mora en la iglesia parroquial de San Bernabé de El Escorial
de Abajo. Sorprende sin duda cómo en este caso el tracista de Villaconejos rinde un
tributo tan directo, y tardío, al excelente maestro de obras reales y discípulo de Juan
de Herrera, cuya relación personal con fray Alberto de la Madre de Dios no está
suficientemente clara: si maestro, colaborador o rival.

Por último, comentaré las novedades que muy recientemente J. L. García Martínez (op.
cit.) ha dado a conocer sobre fray Alberto en el obispado de Cuenca: en efecto, en su
admirable y documentadísima tesis doctoral que trata de la arquitectura del barroco
en la diócesis conquense, el capítulo que dedica a la figura del carmelita es
fundamental; sobre todo hay que destacar su valoración como arquitecto de total
confianza del obispo Pacheco, un destacado mecenas artístico17.

16
La importancia del foco de Valladolid, con Francisco de Mora como protagonista aunque no en
solitario, se acentuó notablemente en el sexenio cortesano que va de 1600 a 1606, que son años de los
que por cierto sabemos muy poco del devenir de fray Alberto de la Madre de Dios.
17
Puedo apostillar que por mi parte ya había percibido cómo fray Alberto, a partir de cierto momento,
con más exactitud desde 1616-1617, parece renunciar a todos aquellos viajes innumerables que le
hacían recorrer casi toda la geografía española, para actuar únicamente en obras de Castilla la Nueva –
salvo un viaje documentado a Santander y otro a Huesca-, entre las que destacaban en número las del
obispado conquense. Como resultado, otros tracistas de la orden como fray Alonso de San José o fray
Nicolás de la Purificación aparecían cada vez más al frente de obras siempre importantes en las demás
regiones. No sabemos a ciencia cierta a qué obedeció esta retirada de fray Alberto, quizás a razones de
Este autor aporta nuevos datos sobre obras ya conocidas de fray Alberto, con
documentos sobre materiales empleados en la obra desaparecida del convento del
Santo Ángel de Cuenca, labrado en la casa de recreo del obispo Pacheco, en los años
1613-1626. Recordemos que también ha dedicado importantes estudios a la traza y
dirección albertiana de la obra de Santo Domingo de Huete, labrada entre 1620 y 1641
por sus “discípulos laicos” preferidos, Mazas, Valle y Andizpe, los cuales junto al más
destacado Francisco del Campo componen, con los maestros dirigidos en Lerma,
Madrid o Pastrana, una especie de escuela fray albertiana, que tuvo representantes
tan magníficos como el citado del Campo Agüero, Juan de la Pedrosa o Juan de
Naveda, y que, siendo todos cántabros, llenaron las dos Castillas de obras propias del
manierismo clasicista teñidas ya de un aire protobarroco, derivadas al final de lo
carmelitano, más ese elegante paladianismo y viñolesismo del que siempre hizo gala el
arquitecto santanderino.

Total novedad es la documentación de la terminación de la bella iglesia columnaria de


Buendía, que dirige y valora –y seguro que traza-, fray Alberto en 1620, con la sacristía,
coro y capillas nuevas de la zona de los pies, y una bella portada que parece venir
directamente de Lerma, así como la importante torre que se dibujó en 1634, y por
tanto es una de las últimas obras del carmelita. La torre de Buendía, tasada en 2.000
ducados forma parte de un grupo de campanarios airosos y elevados con Campillo de
Altobuey, Motilla del Palancar y Cuerva (Toledo), y que García Martínez atribuye muy
razonadamente a nuestro arquitecto.

Apartado descollante será el relacionado con la bella capilla del Sagrario de la catedral
de Cuenca, de siempre conocida como obra de fray Alberto, pero que se estudia con
detalle, y en especial los aspectos técnicos de su prodigiosa cimentación sobre el
barranco en que se cuelga, así como lo referente a la cúpula y chapitel donde fray
Alberto vuelve a demostrar su rigor, sus criterios estéticos independientes –esa
perforación de la base del casco de la cúpula, para dar luz por medio de ocho vanos
que salen al exterior en ocho buhardillas, el uso de una estructura de hierro para
sostener el chapitel, etc-, que siempre admiran18.

Muy inteligente es la atribución a fray Alberto del convento e iglesia de las MM. CC. de
San José y Santa Ana de la villa de San Clemente (Cuenca), de 1617, en especial por ser
promovida por el mismo mecenas de todas estas iniciativas. Las líneas generales de la
fachada del templo encajan perfectamente en el estilo de fray Alberto por esos años.

edad y de salud. Con todo, desde su refugio de Pastrana, sigue acudiendo a visitas de más corto
recorrido, en especial hacia el sur, hacia el obispado del citado Andrés Pacheco.
18
Señala con acierto GARCÍA MARTÍNEZ, op. cit., que esta obra presenta numerosos rasgos nuevos en el
hacer de fray Alberto, como sería el uso de colores y materiales variados, de pilastras cajeadas, la
alteración y mezcla de los órdenes clásicos, ricos retablos pleno barrocos –entiendo que todavía son
protobarrocos-, y una nueva decoración a base de frescos. Por cierto que en esta catedral ya BARRIO
MOYA, J. L. : Arquitectura barroca en Cuenca, 1991, pp. 119, 122, 125, 168. había atribuido al carmelita
la traza de la capilla llamada de Covarrubias, en la zona de la girola, labrada por Alejandro Escala.
Semejante interés ofrece, al tratarse de una obra entre doméstica y civil, la atribución
al montañés de las trazas y condiciones que fechadas en 1617 se hicieron para la obra
de la cárcel de presos de la castrada, enseñanza de música a los niños y taller de fragua
y secretos –deben ser las necesarias o letrinas-, que como dependencias de la catedral
de Cuenca labró el maestro Escala.

Por último, ya documentada por Luján en 1988 la importante terminación de la iglesia


de salón de Motilla del Palancar, donde Mazas y Andizpe siguen trazas de fray Alberto,
García Martínez –después de valorar de forma adecuada aquella obra-, añade
preciosos datos sobre la actuación de fray Alberto en la iglesia de Garcinarro, con dos
capillas nuevas bajo el coro y la portada, labradas por el maestro vecino de Pastrana
aunque de origen cántabro Juan de Bocerraíz, y la portada de Tinajas19, si bien me
convence menos su discurso respecto a la posible traza de fray Alberto para el nicho
sepulcral de don Luis Salcedo en la iglesia de Torralba, bello en su bicromía,
preciosista en la utilización de esculturas en la coronación, y más propio todo del
manierismo andaluz que del rigor castellano del carmelita. En la duda, la autoría de
esta tumba, con una traza venida de fuera, debe ser quizás del maestro Pedro
Martínez de Mendizábal, documentado en el altar mayor de Torralba por el mismo
historiador.

Con todo se trata de una gran aportación al conocimiento de la obra, siempre in


crescendo, del mejor tracista religioso del siglo XVII español.

Antonio de Santa Teresa (a.1759). Nuevo nombre

Según el investigador Pradillo Esteban, que nos ha facilitado este dato, fray Antonio
supervisa las trazas y condiciones del maestro fray Pablo de la Concepción en 1759,
para la obra de un granero en el convento de San José de Guadalajara. Podría no ser
artífice, sino prelado. En 1780 otro fray Antonio de Santa Teresa, carmelita descalzo,
sacerdote y natural de Calanda, en el reino de Aragón, acompaña al obispo de
Tucumán, fray José Antonio de San Alberto, a las Indias20.

19
En este caso es una simple atribución por similitudes formales; lo mismo cuando insinúa la posibilidad
de una traza de fray Alberto en 1620 para la obra de la iglesia de Horcajada de la Torre, aunque
reconoce que podría deberse también a Francisco del Campo o a Juan de Anchía.
20
Cuando en 1804 muere este importante prelado como arzobispo de Charcas, le asiste como
compañero nuevamente fray Antonio de Santa Teresa (PAGE, C. A.: “Iconografía antigua del arzobispo
de Charcas fray José Antonio de San Alberto OCD”, AEA, 326, 2009, pp. 217-225). Hubo en Indias otro
fraile con el mismo nombre religioso, que en el siglo se llamaba Francisco Antonio de Cossío Sierra,
nacido en Comillas en 1694. Otro fue el poeta catalán fray Antonio del Corazón de Santa Teresa o, en
otros documentos, Antonio de Santa Teresa (1727-1805).
Bernardo de la Purificación (a.1739-d.1751). Nuevos datos

Poco conocido, Bernardo Sorribas Millán en el siglo, con el hermano obrero fray
Manuel de la Virgen, era al parecer tracista mayor de la provincia de Aragón y de
Valencia entre 1739 y 1744, cuando actúan en la bellísima capilla de San José del
convento del Carmen de Nules (Castellón), recientemente restaurada. Pero es novedad
en este Diccionario saber que en febrero de 1748 supervisaba las obras realizadas por
el maestro José Vilallave en la ermita del Adyutorio de Benlloch (Castellón), con trazas
de José Palau 21, así como que en 1751 se construía con sus diseños la ermita de Nª Sª
de la Vega de Alcalá de la Selva (Teruel), construida por el maestro Juan Escuder 22.

Bernardo de San José (a. 1698-d. 1732). Nuevos datos

Documentado en 1698 en el Desierto de las Palmas de Castellón, y como tracista en


1715-1718 en el convento de PP. CC. de Nª Sª de Valentuñana en Sos (Zaragoza), hay
nuevas noticias que lo señalan como muy importante arquitecto del primer tercio del
siglo XVIII, entre Navarra y Aragón: en 1713 aparece como conventual en Tarazona,
donde pudo intervenir en la ornamentación barroca del bello templo de padres
descalzos iniciado después de 1680, y que aún se conserva; desde allí se dirige a Tudela
donde informa sobre la torre de la Colegiata, y debió trazar la fastuosa capilla de Santa
Ana 23, aunque otros hablan, con poco fundamento, de unas trazas para esta última
obra de Juan de Lezcano y Juan de Estanga. En 1719 se le documenta en Baracaldo, en
el santo desierto de la provincia, pidiendo permiso para la construcción del mismo24,
obra que siempre se atribuyó a la traza del gran fray Marcos de Santa Teresa. En 1721
aparece en el convento de Calanda (Teruel), pues en compañía de los maestros de
obras Miguel de Aguas y Silvestre de Escatrón revisaba la iglesia parroquial de la
localidad que amenazaba ruina25.

En 1726 trabajaba en la cabecera y crucero de la iglesia parroquial de Villafranca de


Navarra, y en 1730 informaba sobre el estado de la torre de la parroquial de
Cascante26.

21
Documentado por GIL SAURA, Y.: Arquitectura de la época barroca en Castellón, Tesis Doctoral,
Valencia, 2002, pp. 356 y 543.
22
SEBASTIÁN LÓPEZ, S.: Teruel y su provincia, Madrid, 1959, p .121.
23
Esta es la opinión de FERNÁNDEZ GRACIA, R.: ”Reflexiones sobre el arte foráneo en Navarra, durante
los siglos del Barroco”, Cuadernos de la Cátedra de Arte y Patrimonio, 3, 2008, pp. 295-359, esp. p. 308.
24
Vid. www.ezagutubarakaldo.net. “Apuntes para la historia de la siderurgia en Barakaldo”. También
“Apuntes para una historia sobre la minería y la siderurgia en Barakaldo”, en Barakaldo ayer, nº 4, s.f..
25
ALLANEGUI LUSARRETA, V.: Apuntes históricos sobre la historia de Calanda, Calanda, 1998, p. 178.
26
AZANZA LÓPEZ, J. J.: “Artífices aragoneses en la parroquia de Santa Eufemia de Villafranca”, Actas del
III Congreso de Historia de Navarra, Pamplona, 1988, y Arquitectura religiosa del Barroco en Navarra,
Pamplona, 1998, p. 84.
Finalmente, según Bermejo Calvo y Herrera Casado, fray Bernardo de San José aparece
como provincial de Castilla en el año de 173227, presentando una petición al obispo de
Sigüenza para poder edificar, con más de 12.000 ducados, la obra del bello templo
barroco de los PP. CC. de Budia (Guadalajara), hasta ahora de autor desconocido, pero
que dada la calidad patente de fray Bernardo de San José como artífice, y su
documentada relación con este convento, él mismo podría ser el autor de su traza,
propia del más castizo estilo de inspiración churrigueresca.

Damián de los Apóstoles (1704-1780). Nuevos datos

La historiadora Carmen Narváez, experta en arquitectura carmelitana, recoge en su


libro sobre fray José de la Concepción, que Martinell cita a un fray Damián como autor
de la traza de la capilla del Sagrario de la iglesia parroquial de El Arbós (Tarragona), en
el año de 1753 y acabada en 1770, tracista que sin duda debe ser el fraile catalán fray
Damián de los Apóstoles. Su exterior es de gran sobriedad, pero su interior pertenecía
antes de ser destruido al mejor barroco de la región.

Diego de la Encarnación (a.1624). Nuevo nombre

En realidad fray Diego no es un nombre totalmente nuevo, pues ya había aparecido


dando trazas junto con el gran arquitecto de nuestra orden fray Alonso de San José,
para la iglesia y convento de los carmelitas calzados de San Andrés de Salamanca, obra
de 1628 y de colosales proporciones, pero podría decirse que la sombra de fray
Alonso, tan importante, le ocultó. Por ello se le incluye ahora en este Diccionario, con
todo merecimiento.

Primeramente porque, además de documentarse en 1597 un vicario homónimo del


convento de Segovia que posiblemente sería el mismo artífice –y donde quizás
coincidió con fray Alberto de la Madre de Dios en sus años de formación-, es muy
importante saber que en 1624 se iniciaron con sus trazas28 en la ciudad de Valladolid,
la nueva iglesia y el colegio de Niñas Huérfanas y Nobles de San Luis, después llamado
del Dulce Nombre de Mª y Santa Teresa de Jesús, edificado en las inmediaciones del
paseo de Zorrilla.

En un plano de la ciudad debido a Diego Pérez, de 1787-1788, se aprecia cómo el


edificio ocupaba toda una manzana. Pero todo se derribó en 1959, salvándose la
fachada que hoy se conserva en la nueva iglesia del Dulce Nombre de María en la calle

27
BERMEJO MILANO, J. J. y HERRERA CASADO, A.: Budia, corazón de la Alcarria, Guadalajara, 2005, p.
123, y El convento carmelita de Budia. Memoria y esperanza, Guadalajara, 2011.
28
Así se dice en la página de Internet V@lladolid Web, de fecha 4-6-2011, y que cita a historiadores
vallisoletanos de total solvencia.
Canterac, en las Delicias, delantera que muestra que las líneas generales de este
templo pertenecían al modo tradicional carmelitano. Se trata de un hastial en todo
relacionado con el estilo que fray Alberto de la Madre de Dios había cristalizado en
tantas ocasiones; quizás su portada es un poco más jugosa y manierista, como
manifiestan el frontón roto con roleos encima de la puerta, y las dos ménsulas con
labores vegetales talladas junto a los codillos de la misma, todo tomado del Tratado de
Sebastián Serlio.

Volviendo a Salamanca, después de 1626 y tras la riada de San Policarpo, el citado


convento calzado de San Andrés fue reconstruido con las trazas de fray Alonso de San
José y fray Diego de la Encarnación29. Sin embargo, su templo con planta de cruz griega
y cúpula central a la que salían tribunas, es totalmente ajeno al modo descalzo, por lo
que me inclino por concederle a fray Alonso, tan barroquizante, la mayor
responsabilidad en sus trazas.

Por último también hay que destacar otras noticias sobre fray Diego que Cristina
Valero30 proporciona en su tesis doctoral, que le muestran ocupado en semejantes
menesteres de nuevo en Valladolid: sin indicar fecha, señala que en documentos de
García Chico se habla de dos trazas de fray Diego de la Encarnación para un retablo y
una reja de madera de la capilla de San Antonio, del convento de PP. CC. de Nª Sª del
Consuelo, extramuros de la ciudad del Pisuerga; de formas clasicistas, el ensamblador
Francisco de Solares cobró por el altar 1.200 reales, mientras que por la citada reja con
pedestal, otros 500 reales.

Estas obras de Valladolid aumentan desde luego el interés por fray Diego de la
Encarnación, del que hay que esperar aparezcan pronto nuevos datos.

Fernando de Santa Teresa (a. 1712-d. 1722). Nuevo nombre

Desconocido hasta que fue documentado por Torralba Mesas31 en 2013, como un
“maestro de arquitectura inteligente”, a quien junto a otros artífices se le consulta en
1722, y seguramente diez años antes, sobre el estado de la complicada obra de la

29
MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “El padre fray Alonso de San José (1600-1654), arquitecto carmelita”, BSAA,
LII, Valladolid, 1986, pp. 429-434. Fue su maestro de obras Juan Moreno, importante artífice del
protobarroco en esa ciudad, junto con Francisco de la Hoya –que firma los planos según Llaguno-, y Juan
de Rioseco, entre 1628 y 1651 (Sobre Juan Moreno vid. MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “El arquitecto Juan
Moreno y el convento de Nuestra Señora del Carmen de Plasencia”, Monte Carmelo, 95, 1987, pp. 83-
88.
30
VALERO COLLANTES, C.: Arte e iconografía de los conventos carmelitas en la provincia de Valladolid,
Universidad de Valladolid, 2012, pp. 739 y 749. Cita a MARTÍN GONZÁLEZ, J. J. y URREA, J.: Monumentos
religiosos de la ciudad de Valladolid, I, Valladolid, 1985, p. 276 y GARCÍA CHICO, Documentos para el
estudio del arte en Castilla, Tomo II. Escultores, Valladolid, 1941, pp. 282-284.
31
TORRALBA MESAS, D.: La catedral de Cuenca en la cultura arquitectónica del Barroco, Tesis Doctoral,
Universidad de Valencia, 2013, pp. 126, 144, 151-152 y 621-623.
fachada de la catedral de Cuenca. Expresó su opinión sobre las soluciones dadas allí
por el maestro Juan Pérez Castiel, en 1712, y lo mismo en 1722 sobre el proyecto y
trazas debidas al maestro Luis de Artiaga. En su declaración sobre esto último, él
mismo se declara conocedor de principios matemáticos que le permitían argumentar
en firme, y redacta un amplio informe que demuestra su dominio de los aspectos
constructivos.

Francisco de Jesús (a.1588-1600). Nuevos datos

En mi primera entrega de este Diccionario de artífices ya se incluyeron unas pocas


noticias sobre este arquitecto, uno de los primeros de la Orden, y por ello seguro
maestro de fray Alberto de la Madre de Dios, de fray Alonso de San José, etc, es decir,
de los tracistas que representan el momento del clasicismo del estilo carmelitano de
arquitectura. En ese papel pionero le acompañan el padre fray Tomás de Jesús -el
creador de los desiertos carmelitanos-, y fray Jerónimo de la Madre de Dios, de quien
luego se aportarán nuevos datos.

Ahora quiero señalar que la historiadora Carretero Calvo, en sus estudios sobre Tudela
y Tarazona, acepta identificarle plenamente con el fray Francisco de la documentación
de las obras del convento de San José de Tudela, llevadas a cabo por el maestro
González de Apaolaza, a partir de enero de 1600. Se empezó con sus diseños primero
el claustro y después la iglesia, una vez conseguida la licencia del general fray Elías de
San Martín, tan preocupado en esta temprana fecha por uniformar los templos del
Carmelo Descalzo en España. Con todo, a la muerte de fray Francisco en ese mismo
año de 1600, le debió suceder como tracista en Tudela el antes citado fray Jerónimo de
la Madre de Dios, donde es conventual hasta 1603, y quizás en otros muchos
conventos de la Orden como el de Santa Ana de Tarazona, en que aquel Apaolaza
también aparece como maestro de obras32.

Ginés de la Madre de Dios (1623-1625). Nuevos datos

Prior y maestro de novicios entre 1622 y 1625 en Pamplona, y con la atribución de una
traza para la iglesia parroquial de Santiago de Calahorra –obra hecha por el maestro
Juan de Urrela desde 1626 y sobre todo por los hermanos Raón entre 1644 y 173033-,

32
CARRETERO CALVO, R.: “Fundación y construcción del convento de Carmelitas descalzos de San José
de Tudela (Navarra), 1597-1603”, Príncipe de Viana, 241, 2007, pp. 59-94
33
LECUONA, M.: “La parroquia de Santiago de Calahorra. Breves notas históricas”, Berceo, 1952, p. 607.
Este autor dice que en 1623 se pagaron por parte de la parroquia de Santiago de Calahorra a un tal
“Castillo, 50 reales por seis días que se dedicó a ir a Pamplona a llevar las Trazas viejas de la Iglesia, y
consultarlas con el Prior de los Descalzos –que entonces era fray Ginés-, y que las viese e hiciese otra a
lo nuevo”.
tanto Carmen Narváez como Buendía Muñoz dicen que intervino como tracista en la
construcción del convento de Santa Teresa de Ávila34.

Jaime de San Agustín (1660-1711). Nuevos datos

Carmen Narváez, en sus estudios sobre el gran arquitecto fray José de la Concepción,
señala cómo fray Jaime de San Agustín, uno de los pocos escultores carmelitanos
documentados fuera de los ensambladores y autores de retablos, terminó varias obras
inacabadas del primero, entre ellas la bella iglesia parroquial de Nª Sª del Alba de
Tárrega (Lérida), donde hizo su gran cúpula sobre el crucero, en un bello templo donde
se fusiona la severidad de la arquitectura carmelitana con la mayor monumentalidad
del barroco de origen jesuítico. Como gran escultor, no olvidemos sus bellos sepulcros
de los marqueses de Tamarit en la capilla del Santísimo de San Pedro de Reus, obra
magistral del citado fray José de la Concepción.

Jerónimo de la Madre de Dios (a.1598-d.1620). Nuevos datos

Coetáneo y quizás maestro de fray Alberto de la Madre de Dios, está documentado en


obras en Toro, Salamanca -trazas del nuevo convento de PP. CC. descalzos-, Calahorra
y Fuentesaúco. Se le ha documentado no hace mucho tiempo en la ciudad de Tarazona
entre 1601 y 1608, en la obra del convento de madres carmelitas de Santa Ana 35,
debida al maestro de obras tudelano Juan González de Apaolaza, siendo posible
también su presencia entre 1600 y 1603 -en que aparece como conventual 36-, en la
iglesia de descalzos de San José de Tudela, dirigiendo las obras que había trazado antes
de 1600 fray Francisco de Jesús, uno de los primeros arquitectos de la orden, y según
la traza preceptiva carmelitana, vigente así en fechas más tempranas de lo que se
suponía.

Con estos datos va aumentando poco a poco la importancia de este tracista


carmelitano, uno de los primeros en el tiempo, y tan cercano al gran fray Alberto.

34
Pero hay que tener en cuenta que de hecho Narváez lo recoge de R. BUENDÍA MUÑOZ en su libro
sobre Navarra (Tierras de España), Madrid, 1988, p. 188, donde abundan las confusiones de nombres de
artífices carmelitanos. En la extensa documentación, aunque mucho más tardía, que encontré sobre el
proceso constructivo de este santuario abulense y de la polémica sobre su rico estilo, no aparecía el
nombre de fray Ginés (MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “Nueva documentación sobre la polémica del convento
de Santa Teresa de Ávila (1652-1655)”, Monte Carmelo, 93, 1985, pp. 15-95).
35
Según CARRETERO CALVO, R.: Arte y arquitectura conventual en la Tarazona de los siglos XVII y XVIII,
Universidad de Zaragoza, 2011 (reseña en Artigrama, 26, 2011, pp. 859-866). Parece ser que fray
Jerónimo diseñó el complejo y redactó las condiciones de la obra. También de la misma autora, vid. “La
introducción del Clasicismo en la arquitectura de Tarazona y su comarca”, Turiaso, XX, 2011, pp. 219-
247.
36
CARRETERO CALVO, R.: “Fundación y construcción del convento de Carmelitas descalzos de San José
de Tudela …”, art.cit.
Joaquín del Niño Jesús (1759-1830). Nuevos datos

La historiadora Yolanda Gil Saura ha dado a conocer cómo fray Joaquín, el último y más
prolífico de los arquitectos carmelitas de la edad moderna, intervino en la
modernización de la parroquia medieval de Coves de Vinromá (Castellón), en 1786,
cuando construía el monasterio del Desierto de las Palmas, para lo que realizó un
dibujo sobre el estado de las obras realizadas por el arquitecto Andrés Moreno;
también que en 1793 revisó junto a Nicolás Dolz el estado de los puentes de Alcora y El
Calvario de Castellón, y sobre todo que fue el autor de las trazas del nuevo palacio
episcopal de Castellón de la Plana, en fechas en que se encontraba al frente de la
nueva iglesia del citado yermo de Benicasim37. Superadas las dificultades habituales de
fray Joaquín con la Academia de San Carlos de Valencia, el palacio se labró en un estilo
académico, por precio de 30.000 libras, por el maestro de obras antes citado Nicolás
Dolz. Se hizo en 1793, y se acabó hacia 180238. Resultó un espléndido edificio de aire
neopalladiano con excelente distribución interior, que manifiesta la calidad
constructiva del carmelita.

La versatilidad de este personaje genial, como fue fray Joaquín del Niño Jesús, se
aprecia también en la atribución a su ingenio de la traza del reloj de sol doble del
convento del Desierto de las Palmas, fechado en 1794, que hace en la red Pedro J.
Novella39, quien además relaciona otras cinco intervenciones más de este artífice.

José de la Concepción (1629-1690). Nuevos datos

La citada historiadora Carretero Calvo40 aventura la posibilidad de que este tracista,


tan destacado en la región catalana y levantina, fuera el autor del diseño del convento
de Santa Teresa de Jesús de Tarazona, el más tardío de los edificios carmelitanos en
esta ciudad, para el que daría trazas hacia 1680 cuando llegan los padres descalzos. No
obstante, vid. lo que antes se dijo sobre la presencia de fray Bernardo de San José en
Tarazona. A la vista del diseño de su fachada, resulta innegable que se debe a un

37
GIL SAURA, op. cit., pp. 180, 299 y 416.
38
Vid. también BÉRCHEZ, J.: Catálogo de Monumentos y Conjuntos de la Comunidad Valenciana, I,
Valencia, 1983, pp. 301-305.
39
NOVELLA, P. J.: Relojes de sol en monasterios y conventos, p. 11 (en Internet). Este autor añade que
fray Joaquín intervino en la iglesia de la Inmaculada de Linares de Mora (Teruel), bellísimo edificio de
traza de Martín de Aldehuela, en 1788; en la parroquial de El Frasno (Zaragoza), en 1798, mudando el
proyecto del arquitecto Agustín Sanz, y debiéndose enfrentar a un pleito que le presentó el gremio de
albañiles de Calatayud por trabajar sin licencia; en la reconstrucción de la parroquia de San Pedro de
Ayerbe (Huesca), en 1807; en la reparación de la iglesia de Lanaja (Huesca), en 1808, y en la
rehabilitación del convento carmelita de San José de Zaragoza, entre 1819 y 1825, después de su
destrucción en la Francesada.
40
Arte y arquitectura conventual en la Tarazona…, op. cit., (reseña citada, p. 863).
tracista de la religión, si bien ciertos detalles ornamentales, en especial situados en la
zona alta del hastial, no parecen encajar exactamente con el rigor habitual en fray José
de la Concepción.

Por otro lado, como arquitecto del convento de la Madre de Dios de Gracia y San José
de Barcelona entre 1659 y 1687, según el citado Pedro J. Novella, sería el diseñador del
reloj de sol de la fachada de su templo, datado en 1682.

José de los Santos (1697-1769). Nuevos datos

Fecundo tracista de retablos y de buenos conjuntos arquitectónicos, activo en Corella,


Alfaro, Arizcun, Pamplona, Calahorra, Santiago de Compostela y Padrón, lo traigo de
nuevo a esta relación para insistir en que Fernández Gracia y Echevarría Goñi ya habían
publicado41 su intervención en el camarín de San Joaquín, hacia 1750, del citado
convento de PP. CC. de Pamplona, además de demostrar que también fue grabador de
estampas piadosas. Situada al fondo del brazo sur del crucero, se trata de una capilla
hecha en los primeros años de la iglesia, pero transformada en un estilo primoroso y
ultrabarroco por fray José de los Santos42.

Nos dicen además estos autores que fray José (Burgos, 1697-Pamplona, 1769) se
llamaba en el siglo José Manuel Santos y Gadea, que tomó el hábito en Lerma y fue
conventual de Pamplona donde había profesado el 3 de junio de 1721; y que tenía —
en frase de sus contemporáneos— “grande fondo de talentos para la arquitectura y
otras obras” y que trabajó casi exclusivamente para su Orden. También que además de
esta obra en Pamplona, informó desde Corella sobre la traza que Vicente Frías,
arquitecto de Caparroso, había dado para el retablo mayor de Villafranca de Navarra y
que, residiendo en Calahorra en 1763, marchó al convento de Villafranca en razón de
la obra del coro.

Juan Bautista (a. 1602-a.1617). Nuevo nombre

Un fray Juan Bautista aparece en la documentación en los primeros tiempos de la


expansión de la Reforma, acompañando a fray Jerónimo de la Madre de Dios 43 cuando
en 1602-1603 da las trazas del primer convento de PP. CC. descalzos en Calahorra,

41
FERNÁNDEZ GRACIA, R.-ECHEVARRÍA GOÑI, P. l.: “El convento e iglesia de los Carmelitas Descalzos de
Pamplona. Arquitectura”, Príncipe de Viana, 164, 1981, pp. 787-818; esp. p. 807.
42
El culto dado al glorioso patriarca en el convento de Pamplona, promovido por el venerable hermano
Juan de Jesús San Joaquín, hizo que se erigiese en su honor una capilla al mismo tiempo que la iglesia.
Su planta es un cuadrado y se cubre por bóveda de media naranja con pequeña linterna sobre pechinas.
Su apariencia original no difería en absoluto del estilo del resto del templo, más el contraste que hoy
apreciamos se debe a la remodelación barroca sufrida en 1750. Su aspecto dieciochesco viene dado por
la decoración pictórica y de yeserías, que se localizan en el arco de acceso, configurando una gran
portada, y en el interior recubren toda la cubierta desde la cornisa hasta la linterna pasando por los
trasdoses de los torales, pechinas, anillos de la cúpula y toda la superficie de ella.
43
SANTA TERESA, fray José de: Reforma de los descalzos de Nª Sª del Carmen, III, Madrid, 1683, p. 425
junto con el padre fray Tomás de Jesús (1563-1623)44, también entendido en
arquitectura. Sólo queda plantear la posibilidad de que se trate del fraile del mismo
nombre que documenta Carmen Narváez en el noviciado de San José de Barcelona, en
1617, cobrando un dinero por la obra de unas paredes, aunque esta historiadora duda
de su pertenencia al Carmelo descalzo. Pero ella misma cita a un fray Juan Bautista que
fue prior del convento de San Juan Bautista de Reus, entre 1613 y 161645.

Juan de Santa Teresa (a. 1698–d. 1737). Nuevos datos

En dos de mis entregas anteriores, las de 1992 y de 2013, presentaba en este


Diccionario como nuevo nombre y en doble ocasión a fray Juan de Santa Teresa: en la
primera como autor de la traza del convento del Carmen de Padrón (La Coruña), en
1729, como natural de Pozaldez, y como “…el mejor arquitecto que la Reforma tenía
entonces, al menos en la Provincia de Castilla la Vieja”; eran palabras del P. Silverio de
Santa Teresa46. En la segunda, como maestro que modifica en 1737 la traza del gran
arquitecto Jaime Bort para el ayuntamiento de Caravaca (Murcia). Pues bien, es
evidente que entonces no consideré que se tratara del mismo artífice. No obstante,
ahora hay que aceptar la coincidencia, después de que Gil Saura47 lo localizara al frente
de las obras de la iglesia del desierto de las Palmas en Benicasim, en 1698 y en
compañía del tracista fray Bernardo de San José, diciendo que luego fray Juan quedó
como sobrestante de la obra acabada para 1733.

Por otro lado, Gutiérrez Robledo48 lo ha localizado recientemente al frente de la


renovación de la iglesia medieval de Barromán (Ávila), con la construcción en la
primera mitad del siglo XVIII de dos capillas cuadradas con cúpulas adornadas con
bellas yeserías barrocas, que hacen que esta iglesia mudéjar y de cabecera fortificada,
sea una de las más complejas e interesantes de la comarca de La Moraña. Finalmente,
tras estos saltos geográficos tan distantes entre Galicia, Murcia y Levante, y volviendo
a la región del N.O. aparece fray Juan como autor en 1732 de un mapa, del paso del río
Sar en Codesido, en la localidad de Santa Mariña de Ribasar -conservado en el Archivo
del Reino de Galicia 49-, con motivo del funcionamiento de unos molinos para el riego.

44
Fray Tomás es el teólogo y místico, tan fiel a Santa Teresa y San Juan de la Cruz, y promotor del
misionerismo carmelitano, de la vía eremítica de la Orden, y de los primeros desiertos de Bolarque
(1592) y las Batuecas (1600), así como del de Marlagne junto a Namur (Bélgica) en 1619, dentro de su
gran tarea fundadora en Francia, Flandes y Alemania. Con fray Jerónimo y fray Francisco de Jesús,
documentado en el Burgo de Osma en 1591-1595, forman el gran trío de artífices de estos primeros
años anteriores la aparición de fray Alberto de la Madre de Dios.
45
NARVÁEZ CASAS, C.: El tracista fra Josep de la Concepció i l’arquitectura carmelitana a Catalunya,
Tesis Doctoral, Barcelona, 2000, pp. 266 y 342. La Tesis completa ya está disponible en Internet.
46
Historia del Carmen Descalzo, XI, Burgos, p.481.
47
GIL SAURA, op. cit, p. 326.
48
GUTIÉRREZ ROBLEDO, J. L. y MORENO BLANCO, R: La iglesia de Barromán, arquitectura y arte, Ávila,
2013.
49
PRIETO RAMOS, M. C.: “La cartografía como apoyo a la justicia: los planos y dibujos de los expedientes
judiciales del Archivo del Reino de Galicia (La Coruña)”, en Revista Catalana de Geografía, 46, octubre
2012, publicación digital.
Finalmente, aunque es algo que habría que investigar más a fondo, encontramos a un
fray Juan de Santa Teresa que en el año de 1746 presentó a dos maestros de obras del
ayuntamiento de San Luis de Potosí, el proyecto de la bella iglesia del Carmen de esta
ciudad mexicana50, construida entre 1749 y 1764. Podría tratarse del mismo
arquitecto51 que hemos seguido en España entre 1698 y 1737, en la que sería una
importantísima contribución al arte hispanoamericano. Las dos fachadas y portadas de
esta iglesia, de orden salomónico y adornadas con estípites, podrían ser de una etapa
posterior.

Manuel de la Madre de Dios (comienzos siglo XVIII). Nuevo nombre

En la Gran Enciclopedia de Navarra52 aparece nombrado como tracista carmelita fray


Manuel de la Madre de Dios, hijo de Juan de Argós y Tomás (1646-1717), maestro de
edificios en Corella y Soria, y de Isabel de Echebarría Lorente, de familia de
constructores. Sería hermano de Juan de Argós y Echebarría, importante maestro de
obras activo entre 1670 y 1716 en Corella, Lerín y otros lugares. Sin ninguna otra
noticia sobre este fray Manuel –a caballo entre el siglo XVII y XVIII-, nada más podemos
aventurar, salvo que quizás sea el hermano Manuel de la Madre de Dios que murió en
1741 en el convento de descalzos del Carmen de Calahorra, con fama de santidad,
siendo más difícil que se trate de un homónimo que en 1705 es prior del convento de
carmelitas descalzos de Quito (Ecuador).

Su pertenencia a una familia de acreditados albañiles, por el apellido seguramente de


origen montañés, mueve a pensar que fray Manuel sería uno de los pocos ejemplos de
los tracistas carmelitanos que llegan a la Orden con una formación adquirida antes de
su ingreso, y que la ponen al servicio de la expansión carmelitana.

Nicolás de la Purificación ( a. 1631-d. 1654). Nuevos datos

Tracista oficial a mediados del siglo XVII, muy activo por los valles del Duero y del Ebro
en obras dentro y fuera de la Orden, el papel de fray Nicolás de la Purificación parece
que fue el de un seguidor fiel del estilo cristalizado por fray Alberto de la Madre de
Dios, con una palmaria tendencia conservadora contraria a las novedades del barroco.
Pero la nueva documentación aportada recientemente por José Luis García Martínez
sobre su presencia en la ciudad de Cuenca, ha abierto mejores perspectivas en la
valoración de este artífice.

50
Vid. SIC (Sistema de Información Cultural). San Luis Potosí. Monumentos históricos de propiedad
federal, en Internet.
51
De hecho aparece también documentado en el hospicio de San Luis de Potosí en el año de 1740.
Cierto es que en 1705 encontramos otro prior del mismo nombre en el convento del Carmen de
Salvatierra (México), en fecha que parece más difícil que se ajuste al tracista que nos ocupa.
52
Se cita a ARRESE, J.L.: Colección de biografías locales, San Sebastián, 1977.
Pero antes debo señalar que, ya en 1948, fray Bruno de San José y fray Egmidio de la
Sagrada Familia53, en un meritorio artículo, publicaron que a fray Nicolás de la
Purificación se debían las trazas hechas entre 1631 y 1634 en las capillas de San José y
del Espíritu Santo de la catedral de Calahorra, la última de ellas muy clasicista, pero
adornada en el siglo siguiente con pinturas quizás de Francisco del Plano, en estilo
barroco decorativo54. Ambas capillas están situadas en los dos primeros tramos de
acceso a la girola desde el crucero. El retablo de la del Santo Espíritu, con el cuadro de
origen romano del Pentecostés flanqueado por dos pares de columnas entorchadas,
también podría ser de diseño de fray Nicolás, que diseñó otras veces este tipo de
altares, mientras que la capilla de San José fue muy alterada en sus líneas
arquitectónicas en el siglo XVIII.

Otra atribución a fray Nicolás que ha sido publicada hace pocos años lo sitúa
trabajando en Tarazona como tracista del convento de MM. CC. de San Joaquín,
aunque sin documentos clarificadores55, hacia 1632-1651, si bien se sabe que la obra
de su iglesia fue erigida por el maestro de obras Pascual Ranzón entre 1649 y 1652. Es
una obra de espléndido barroquismo, aunque en su arquitectura, como ocurre en el
convento de PP. CC. de la misma ciudad, se mantiene la tradicional sencillez del estilo
carmelitano.

Pero, como antes se dijo, donde mayor novedad encontramos en la valoración como
arquitecto de fray Nicolás de la Purificación es en la Tesis Doctoral de García Martínez
sobre el barroco en el obispado de Cuenca56, que ha documentado recientemente al
tracista carmelitano en cuatro obras inéditas, entre 1632 y 1652, como son la
terminación de la bellísima capilla del Sagrario de la catedral conquense, obra iniciada
por fray Alberto de la Madre de Dios, el retablo del convento de las MM. CC. de
Cuenca, la iglesia de Saceda del Río, y la iglesia de Castillejo del Romeral.

En la citada capilla del Sagrario aparece fray Nicolás en 1638, y al año siguiente tuvo
que hacer frente a la difícil obra del chapitel de su cúpula, para el que da una traza en
1639 con leves modificaciones a la debida a fray Alberto. Todavía en 1649 presentó
unas nuevas advertencias para esta misma cubierta. García Martínez publica además
un bello dibujo de la misma datado en el siglo XVIII, y hecho para su reconstrucción
tras un incendio, pero que sirve para apreciar cómo fray Nicolás supo mantener una
riqueza lumínica magnífica en la cúpula, abierta en su propio casco con ocho
claraboyas que salen al exterior en forma de buhardillas, coronadas además con ocho

53
“Artes y artistas del Carmelo español”, Monte Carmelo, 49, 1948, pp. 127-136.
54
Hace pocos años restauradas, se documenta la ejecución arquitectónica de la capilla debida al
maestro de obras de la catedral Juan de Urruela (Vid. CAGIGAL MORENO, R. y HERREROS LOSANTOS, M.
J.: “Restauración de las pinturas murales de la capilla del Espíritu Santo de la catedral de Calahorra”,
Kalakorikos, 10, 2005, pp. 345-358).
55
CARRETERO CALVO, Arte y arquitectura conventual en la Tarazona…, op. cit., (reseña, p. 862).
56
GARCÍA MARTÍNEZ, J. L.: Arquitectura barroca en Huete…, op. cit., pp. 255-262.
grandes bolas metálicas recubiertas de oro, que debían brillar bellamente en lo alto de
su chapitel albertiano.

En 1650 fray Nicolás de la Purificación acude también a Saceda del Río (Cuenca) para
trazar la iglesia parroquial y dar condiciones para la obra, completa, iniciada en 1651
por Francisco de Anchía. Destaca dentro de su excesiva sobriedad la bella y
proporcionada portada, pero que con su hornacina avenerada manifiesta una
tendencia al arcaísmo que incluso iba más allá de los diseños de su maestro en el seno
de la orden, el tantas veces citado fray Alberto. Sobrio hasta el exceso es también el
sencillo cuerpo de campanas de la torre, de nuevo copia literal de modelos de este
último.

En 1651 se traza por Juan del Pontón la iglesia parroquial de Castillejo del Romeral,
pero a la vista de la documentación se observa cómo fray Nicolás estuvo supervisando
su ejecución, lo que daría a este templo de nuevo un carácter de enorme sencillez, sin
hacer concesión alguna al barroco rampante que ya se imponía en la arquitectura
española57.

Por último, ese mismo año de 1651 fray Nicolás trazó el retablo del altar mayor,
labrado por Jerónimo Sanz y Miguel de Chumillas, de la iglesia de MM. CC. de Cuenca,
convento diseñado en su día por fray Alberto. Desaparecido, se trataba de un típico
retablo carmelitano, de único cuerpo y frontón en lo alto, muy clasicista y de
moderada ornamentación.

Pablo de la Concepción (a.1759). Nuevo nombre

El historiador Pradillo Esteban ha documentado las trazas de la planta y alzado y unas


condiciones realizadas por un fraile carmelita de este nombre, para la obra de un
granero dentro de la huerta del convento de monjas de San José de Guadalajara, en el
año de 1759, tarea que realizó el maestro de obras de albañilería José Tabernero.
Dicho proyecto, de modesto alcance, fue supervisado por fray Antonio de Santa
Teresa, otro posible artífice carmelitano hasta hoy desconocido58.

57
Conviene decir, abundando en lo señalado en el apartado dedicado a fray Alberto, que el tal Juan del
Pontón, como también Francisco del Campo y tantos otros maestros de obras y después tracistas del
obispado de Cuenca y aún de casi toda España, fueron sin lugar a dudas seguidores o discípulos del
tracista santanderino, arquitecto que cada vez crece en relevancia a pasos agigantados. De él toman,
como el mismo fray Nicolás y otros muchos artífices de la veta más conservadora del Carmelo Descalzo,
toda una manera de hacer, tan básica como clásica, que prolongó durante décadas y décadas los
principios herrerianos, al fin y al cabo vitrubianos y viñolescos.
58
Hay un fraile homónimo llamado Pablo de la Concepción, que entre 1726-1728 es padre general de los
carmelitas descalzos de España, y que de nuevo se documenta como general de la orden entre 1757 y
1762.Podría tratarse del mismo prelado, aunque parece poco probable que se ocupara de dibujar el
sencillo edificio del convento alcarreño. Otro fraile homónimo aparece en Cádiz en 1812.
Pedro de la Visitación (a.1701-d.1765?). Nuevos datos

A lo largo de más de veinte años hemos visto cómo fray Pedro de la Visitación, siempre
conocido por su magistral y barroca fachada de la Universidad de Valladolid, se ha ido
convirtiendo en la figura principal de la provincia de Castilla a lo largo del siglo XVIII.
Sus obras en Segovia, Peñaranda de Bracamonte, Cantalapiedra, Valladolid y
Salamanca así lo demuestran. Pero hay que añadir a esta nómina, como recogen Urrea
y Aranda en 2010 59, otras cuatro interesantes obras de sus primeros años de
actividad, que paso a enumerar: en 1701 fray Pedro hizo el plano de la bóveda de la
iglesia de Santa Clara de Salamanca, de exuberante barroquismo60; en 1702 se encargó
de la reforma de la enfermería del convento de San Francisco el Real de Salamanca61;
en 1703 dictaminó acerca de la ruina de la torre de Santa Mª de Medina de Rioseco62,
y por último, en 1714, se encargó de varias obras en el convento de carmelitas de
Salamanca63.

Son todas actuaciones de los inicios del siglo, aunque este destacado tracista ya
demostraba en ese momento su madurez. Pero al parecer todavía le quedaba mucha
vida por delante64.

59
URREA FERNÁNDEZ, J. y ARANDA, M.: “Nuevas imágenes del edificio y contenido histórico de la
Universidad de Valladolid”, en Boletín Real Academia de la Purísima Concepción, 45, 2010, pp. 69-85.
60
Citan a RIESCO TERRERO, A.: Datos para la historia del real convento de clarisas de Salamanca, León,
1977, p. 17.
61
Citan a PINILLA GONZÁLEZ, J.: El arte de los monasterios y conventos despoblados de la provincia de
Salamanca, Salamanca, 1978, p. 41.
62
Citan a GARCÍA CHICO, Documentos para el estudio del arte en Castilla. Arquitectos, 1940, p. 231.
63
Citan a RUPÉREZ ALMAJANO, M. N.: “La capilla del Colegio de Oviedo, templo de la Ciencia y de la
Virtud”, A.E.A., 2002, pp. 387-401.
64
Aunque no guarde relación directa con fray Pedro de la Visitación, quiero rectificar ahora una
afirmación que respecto a la fachada de la iglesia del Carmen extramuros de Valladolid de PP. CC.,
donde aquél estuvo como conventual, hice en la “Segunda adenda al Dicccionario de artífices…”, art.
cit., p. 303, nota 91: resulta que VALERO COLLANTES, (en su citada Tesis Doctoral y a partir de
GONZÁLEZ GARCÍA-VALLADOLID, C.: Datos para la historia biográfica de Valladolid, Valladolid, 1893), ha
demostrado que su fachada con dos espadañas laterales visible en viejas fotografías, corresponde a una
reforma de esta delantera que se hizo en 1888, en una especie de versión “neocarmelitana” después
nuevamente alterada, en tanto que la fachada del mismo convento atribuida a Francisco de Praves en
1617 era asaz diferente, con una sola espadaña lateral y una composición propia del Manierismo
clasicista del momento en el foco vallisoletano, tal como se ve en el dibujo que publica la citada autora.
Por otra parte no debe olvidarse que, en la hornacina de la imagen mariana del mismo hastial, figura la
fecha de 1676.

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