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Andrés Felipe Posso

La metáfora de la droga en el surrealismo: la embriaguez de la imagen y la palabra

“Si hoy me pregunto por qué amo la literatura, la respuesta que de forma espontánea me viene a
la cabeza es: porque me ayuda a vivir”

Tzvetan Todorov

Walter Benjamin en su texto “El Surrealismo. La última instantánea de la inteligencia europea”


señala que “el ámbito de la poesía resultó reventado desde dentro cuando un círculo de personas
estrechamente relacionadas entre sí comenzó a practicar la vida poética hasta los límites extremos
de lo posible” (Benjamin, “El Surrealismo. La última instantánea de la inteligencia europea”
301)1. Para Benjamin, esta vida poética implicó romper con unas expresiones literarias- lo
artístico o poético- que se presentaban al público con una forma determinada de existencia,
negando esa forma de existencia (301). En otras palabras, según este autor, a través del
surrealismo se propone otra forma de pensar el arte, ya no como una categoría ahistórica y pura,
sino por el contrario cambiante y ligada a la praxis humana. Si bien Benjamin, al final de este
ensayo, aboga por una política poética, en la cual el surrealismo se acerque cada vez más a la
respuesta comunista, al mismo tiempo explica que esta descarga revolucionaria del surrealismo es
posible gracias a las fuerzas de embriaguez que lo caracterizan. En ese sentido, en este trabajo me
propongo argumentar de qué manera el consumo de estupefacientes aparece como una metáfora
para ilustrar la necesidad de estimular los sentidos y poderes internos- imaginación y deseo- que
le permitan al hombre vivir en un constante estado de embriaguez. Así pues, a través de la
semejanza entre las imágenes producidas por el opio y las imágenes surrealistas se muestra la
propuesta ética, estética y política del surrealismo: no sólo como una actitud anticristiana y
anticapitalista2, sino también como un estado de rebelión frente a los sentidos, la palabra y la
imagen.

Ahora bien, André Breton, en el Manifiesto Surrealista, escribe que “el surrealismo actúa
sobre los espíritus tal como actúan los estupefacientes, al igual que éstos crea un cierto estado de
necesidad y puede inducir al hombre a tremendas rebeliones” (Breton Manifiesto Surrealista,
49). Y agrega que “el surrealismo es un paraíso harto artificial que parece como un vicio nuevo
1
Entre los escritores que menciona Benjamin aparecen André Breton, Louis Aragon, Philippe Soupault, Robert
Desnos y Paul Éluard
2
Las categorías anticristiana y anticapialista las tomo del texto de Octavio Paz La búsqueda del comienzo. Pp 32-33
que no es privilegio de unos cuantos, sino que puede satisfacer a todos los que tienen gustos
refinados (cursivas mías 50). Para Breton, la afición a este paraíso deriva del estudio de
Baudelaire sobre los principales rasgos materiales y espirituales que produce el consumo del opio
o el haschisch. En los Paraísos Artificiales, Baudelaire señala que el hombre ha querido crear el
paraíso mediante fármacos y bebidas fermentadas que impulsan al furor material y abaten la
fuerza espiritual, al tiempo que vuelve más sutil la imaginación del hombre y agota gradualmente
las fuerzas físicas (Baudelaire Paraísos Artificiales 150). Si bien en esta monografía de la
embriaguez- como la denomina el mismo autor- se analizan los misteriosos efectos y los
morbosos placeres producidos por estas drogas, de igual manera se explican los inevitables
castigos que se derivan de un uso prolongado de ellas, así como de la inmortalidad misma
implicada en la persecución de un falso ideal (cursivas mías 150) Con respecto a este punto, para
Baudelaire este espíritu aventurado que muestra un frenético gusto por todas las sustancias y que
suscita por un instante ante sus ojos un paraíso, objeto de todos sus deseos, es al final una
simulación del gozo, así como una falsa felicidad y luz, que al disminuir la voluntad, quita a la
imaginación la posibilidad de sacar partido de ella (190) 3. En contraposición, Baudelaire señala
que los poetas y filósofos, confiados en la palabra, han regenerado su alma mediante el trabajo
sucesivo y la contemplación creando un jardín de verdadera belleza (190).

Con relación a este punto, en la propuesta surrealista, la chispa que nace de la noche de
los relámpagos, no se encuentra como tal en el consumo de estupefacientes, ya que cada hombre
tiene uno poder natural de intoxicantes (Balakin “Breton and drugs” 96) 4. En otras palabras, ese
jardín de verdadera belleza del que habla Baudelaire no se consigue a través del haschisch o del
opio, al contrario, para el surrealismo lo que importa es la vitalidad, fuerza y el poder
transformador que se encuentran detrás de estas drogas. Anna Balakian en su texto “Breton and
drugs” señala que para Breton existe un estimulante mucho más potente que la droga, que es el
poder provocativo del lenguaje: la palabra aparece como un sinónimo de estimulante (99). Al
3
Baudelaire señala que el haschisch revela al hombre tres cosas: primero, revela al individuo el propio individuo;
segundo, al ser parte de un circulo vicioso, si bien concede por un lado una exploración de los sentidos, por el otro
disminuye la voluntad y le quita a la imaginación alguna facultad de sacar partido de ella; tercero, al convertirse en
un hábito adquirido se convierte pronto en necesidad, por lo que si se recurre a un veneno para pensar, luego no se
pondrá pensar sin veneno (Baudelaire Los paraísos artificiales 188-189)
4
La idea de que cada hombre tiene “un poder natural de intoxicantes” la tomo del texto de Anna Balakian Breton
ad drugs, la cita completa es: “Agreeing with Baudelaire that every man had a powerhouse of natural intoxicants,
Andre Breton made of this hypothesis the apex of surrealism” (Balankian, “Breton and drugs”, 96)
respecto añade que “la imagen y el lenguaje surrealista están en el contexto de la droga, el
narcótico y el haschisch, no en la precisión farmacéutica de sus significados, sino en la
connotación general de las descripciones literarias de la experiencia con las drogas” (99). Es
decir, el interés del surrealismo en estos intoxicantes naturales radica en la fuerza y la intensidad
que producen y no como tal en el producto resultante. En palabras de Balankian, lo que le
interesa a Breton no es la semilla de amapola, sino la fertilidad del campo de amapola (cursivas
mías 100)5. Así pues, de la mano de Baudelaire, para Breton el consumo exclusivo del opio o el
hascshich le revela al individuo su propio individuo, por lo que la experiencia surrealista termina
en un ensimismamiento que no permite entablar una óptica dialéctica con lo cotidiano, sino por el
contrario se convierte en un encuentro exclusivo con la interioridad.

Ahora bien, en el Manifiesto Surrealista Breton escribe que las imágenes surrealistas son
como aquellas producidas por el opio que el hombre no evoca, sino que se le ofrecen
espontáneamente, despóticamente, sin que las pueda apartar de sí, por cuanto la voluntad ha
perdido su fuerza y ha dejado de gobernar las facultades” (Breton Manifiesto Surrealista 50). En
este punto, Breton utiliza de manera metafórica la experiencia producida por el consumo de estas
drogas- como una “sensibilidad excesiva, sin gobierno para moderarla”- con el fin de explicar la
luz de la imagen, producto de la experiencia surrealista, ante la cual el hombre también se
muestra infinitamente sensible (51) Para Breton, el valor de la imagen está en función de la
belleza de la chispa que produce, así como de la diferencia de potencia entre dos elementos
conductores. De esta manera, “la producción de las más bellas imágenes” surge a partir de la
aproximación de dos realidades distantes, que al final constituyen la única guía del espíritu (51).
Por esta razón, este lucero de la mañana no sólo actúa sobre los espíritus como un estado de
necesidad, sino que también induce al hombre a rebeliones, que no necesariamente están
relacionadas en un primer momento con una lucha revolucionaria- en términos marxistas. Al
contrario, estas rebeliones que produce la actividad surrealista implican reevaluar los conceptos
del lenguaje, la experiencia y los sentidos 6. Como señala Breton, en esta noche de los
5
La cita completa en inglés es: “The surrealist interest in this powerhouse is in terms of the strength and intensity
of its productive energy rather than in regard to the particular quality of the resulting product, whereas all accounts
of drug trips in literary context put their emphasis on the visions attained rather than on the process of the
attainment. In other words, what interested Breton was not the poppy seed but the fertility of the poppy field
which he situated within that inner space previously occupied by the immortal soul” (Balankian, “Breton and
drugs”, 100)
6
En los Pasos Perdidos, Breton escribe: “Para mí, hurtarse, por poco que sea, a la regla psicológica equivale a
inventar nuevas maneras de sentir” (Breton, Pasos perdidos, 23)
relámpagos, “el espíritu adquiere plena conciencia de las ilimitadas extensiones en que se
manifiestan sus deseos, en las que el pro y el contra se armonizan sin cesar, y en las que su
ceguera deja de ser peligrosa” (52). Así pues, esta ceguera implica potenciar la imaginación y el
deseo, dos drogas naturales que posee el hombre por dentro, así como reevaluar la categoría de
inspiración y magia.

Para terminar, Octavio Paz en sus ensayos La búsqueda del comienzo. Escritos sobre el
surrealismo señala que “los poetas surrealistas afirmaron la realidad experimental de la
inspiración, sin postular su dependencia de un poder exterior (Dios, Historia, Economía, Libido,
Musa). La inspiración es algo que se da en el hombre, que se confunde con su ser mismo y que
sólo puede explicarse por y en el hombre” (Paz La búsqueda del comienzo. Escritos sobre el
surrealismo 53). En ese sentido, el consumo de drogas- como un poder exterior- no se relaciona
con las fuerzas embriagadoras del surrealismo, ya que la magia ahora hace parte de una idea
terrenal7. Es decir, la inspiración ya no aparece como un misterio sobrenatural, ni una
enfermedad, sino como una posibilidad que se da para todos los hombres de ir más allá de sí
mismos (53). Para Paz, este “ir más allá de sí mismos” implica mirar al universo como un todo
en el que las partes están unidas por una corriente de secreta simpatía, ya que todo está vivo, todo
habla o hace signos y por lo tanto, todo hace parte del ojo que lo mira (34). De esta manera, la
propuesta estética del surrealismo es connatural a una propuesta política que implica desechar las
ideas de moral y utilidad que hacen parte de la lógica racional, capitalista y cristiana. Así pues, en
palabras de Paz, “ya no basta la contemplación de una obra de arte o de un poema: queremos, así
sea por un instante, ser el poema mismo” (49)

Bibliografía

Baudelaire, Charles. Los Paraísos Artificiales. Edición de José Antonio Millán Alba. Madrid: Edición
Cátedra. 2013

Balankian, Anna. “Breton and drugs”. Yale French Studies, no. 50, 1974, pp. 96-107. JSTOR,
www.jstor.org/stable/2929468.

Benjamin, Walter. “El surrealismo: la última instantánea de la inteligencia europea”. Obras (IV Vols.)
Madrid: Abada. 2010. Pp. 301-316

7
Al respecto Paz agrega: “En estas circunstancias, volver a la magia no quiere decir restaurar los ritos de fertilidad o
danzar en coro para atraer la lluvia, sino usar de nuevo los poderes de exorcismo de la vida: restablecer nuestro
contacto con el todo y tornar erótica, eléctrica, nuestra relación con el mundo” (Paz, La búsqueda del comienzo.
Escritos sobre surrealismo 51)
Breton, André. Manifiestos del surrealismo. Trad. Andrés Bosch. Madrid: Visor. 2009

Paz, Octavio. La búsqueda del comienzo (escritos sobre el surrealismo). Madrid: Fundamentos. 1983.

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