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Los Esponsales Trabajo
Los Esponsales Trabajo
INTRODUCCION
CAPITULO I
CAPITULO II
OBJETIVOS ESPECIFICOS
CAPITULO I
ORIGEN Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
ETIMOLOGÍA.- La voz esponsales deriva del latín sponsalia ésta a su vez de spondere
significando "promesa recíproca de contraer futuro matrimonio".
b) Roma.- El vocablo tiene su origen en Roma, y en los primeros tiempos se contraían por
estipulaciones mutuas que se celebraban entre las partes, o sponsiones, de allí el nombre
sponsalia para la promesa matrimonial.
En los tiempos primitivos no eran parte los novios, sino el padre de la novia y del novio o
aquél y el novio.
La esposa sólo podía disentir cuando se le había elegido un esposo indignos moribus vel
turpen.
Las arras operaban como una cláusula penal, pues quedaban a favor de la mujer si el
matrimonio no se producía sin culpa de su parte. En cambio si era ella la que se negaba a
realizarlo sin justa causa, debía devolver las arras duplicadas.
Las arras sponsalicias las habían tomado los romanos de oriente, en la época de los
emperadores cristianos.
Además de las arras estaba la práctica de la entrega del anillo sponsalicio, que era un
residuo de la antigua compra de la mujer, y la del ósculo nupcial al que Constantino
reconoció el efecto de dar derecho a la novia a retener la mitad de los regalos
sponsalicios si el matrimonio no se celebraba por muerte del novio.
1) en la época clásica del derecho romano, fueron un fenómeno social y no jurídico, por
lo que eran libremente revocables, no concediendo acción alguna para reclamar
indemnización por daños y perjuicios. Más aún, si existía alguna cláusula en tal sentido se
la consideraba inmoral y se la podía repeler con la excepcio doli.
3) Se consideraba el homicidio del suegro o suegra por alguno de los prometidos, como
homicidio calificado.
Existían en Roma causas de disolución de los esponsales:
2) Que sobreviniera un impedimento para la celebración del matrimonio (por ejemplo que
se descubriera que eran hermanos).
3) El mutuo disenso.
Tiempo después, el precio quedó a favor de la novia y la cesión que hacía el titular de la
novia a favor del novio, era una donación.
Éste era un acto formal, se fijaban por escrito todas las relaciones patrimoniales entre los
contrayentes (fabula firmata).
Es así que para los germanos el matrimonio no era nada más que la tradicio sponsae de
los esponsales.
Como es sabido el derecho canónico abrevó en los primeros tiempos, entre otros, en el
derecho romano y en el derecho germano.
Fue de los romanos que se tomó principalmente la institución considerándola como una
promesa bilateral de matrimonio; también se adoptó de ellos la libertad de formas, las
arras esponsalicias, el destino de las donaciones y finalmente, fue tanta la importancia
que se originó el impedimento de pública honestidad.
Del derecho germano tomó la actio matrimonialis, aunque es bueno tener en cuenta que
nunca se consideró que la sentencia por la que se admitía la obligación de contraer
matrimonio, se ejecutase mediante la cópula forzosa. Se limitaba a imponer sanciones
espirituales para compeler la celebración y si no lograba el cumplimiento se resolvía por
vía indemnizatoria.
Las sanciones espirituales eran la amonestación, o la censura que es la pena por la que
se le priva al bautizado que ha delinquido o es contumaz de ciertos bienes espirituales.
No obstante ello, y esta libertad de formas, la Iglesia con el tiempo reforzó la validez y
santidad de los esponsales con varias ceremonias, en grado tal que Tertuliano señaló que
intervenía en ella el obispo con el presbiterio.
La Iglesia luego comienza a distinguir entre esponsales del presente y esponsales del
futuro. Los primeros eran el matrimonio mismo al que sólo le faltaba la cópula y los otros
eran una simple promesa de matrimonio.
Lutero negaba la distinción entre esponsales del futuro y del presente, porque
consideraba que en ambos ya había matrimonio.
La doctrina y la jurisprudencia hasta el siglo XVIII fueron influenciadas por esta tesis, pues
consideraban a los prometidos como casados y a los posibles hijos se les dio el carácter
de legítimos.
El Rey de España Carlos IV, en 1804 reguló la materia disponiendo que para su validez
los esponsales debían celebrarse por escritura pública. Empero no tenían validez para el
derecho canónico, aunque se hizo costumbre en grado tal, que fue aprobada para la
Sagrada Congregación del Concilio para España en 1891, siendo extendida para toda
América latina por León XIII en enero de 1900.
Luego se dictó el decreto Ne Temere que es acogido por el Código de Derecho Canónico
de 1917.
El canon 1017, CIC ´17, regulaba también esta institución, pero había omitido la palabra
esponsales, usando en su lugar la frase promesa de matrimonio o esponsalicia, toda vez
que se pretendía aventar toda duda con la terminología empleada, pues antiguamente
esponsales se asimilaba a matrimonio.
Empero, consagró expresamente en el parágrafo 3º, que no daba acción para exigir la
celebración, pero sí la reparación de daños si había lugar a ella.
Como se advierte dispone que los esponsales se rigen por el derecho particular que haya
establecido la Conferencia Episcopal, teniendo en cuenta las costumbres, y las leyes
civiles si las hay.
Este decreto fue reconocido el 15 de junio de 1991 y promulgado el 5 de julio del mismo
año.
"2. La promesa de matrimonio no da origen a una acción para pedir la celebración del
mismo; pero sí para el resarcimiento de daños, si en algún momento es debido".
Este Código mantiene similar criterio que el Código de Derecho Canónico de 1983.
Asimismo se admitía la ruptura unilateral de las promesas en las Partidas fundado en las
siguientes causas:
1) Entrar en religión.
2) Ausentarse tres años.
5) Mutuo disenso.
6) Infidelidad.
9) Falta de edad.
En las Leyes de Toro se establecía en la nro. 52 que una vez besados entre sí los
desposados, si el varón la hubiere abandonado mantendría para sí la mitad de todo lo que
éste le hubiera dado.
El Código Civil de 1889 dispuso en el art. 43 que los esponsales no producían efecto
alguno en orden a la obligación de contraer matrimonio, y que ningún tribunal admitiría
demanda que reclamara su cumplimiento.
En el art. 44 se admitió el resarcimiento por los gastos que se hubieren hecho en razón
del matrimonio prometido, cuando la misma se hubiere efectuado en documento público o
privado o si se hubieren publicado las proclamas y uno de los celebrantes rehusare a
casarse.
El actual Código Civil español dispone en el art. 42: "La promesa de matrimonio no
produce obligación de contraerlo ni de cumplir lo que se hubiese estipulado para el
supuesto de su no celebración.
En el art. 43 consagra la obligación de resarcir a la otra parte los gastos hechos y las
obligaciones contraídas en consideración al matrimonio prometido.
Ello no fue impedimento para que Toullier y Merlin (513) tipificaran a la promesa recíproca
de matrimonio como una obligación de carácter contractual.
Este criterio fue el que aplicaron las Cortes de Apelación, pero fue rechazado por la
Casación, que en fallos del 30 de mayo y 11 de junio de 1838, respectivamente, resolvió
que el mero incumplimiento de la promesa no generaba responsabilidad contractual por
no ser los esponsales un contrato válido, pero sí podía generar, de reunirse los requisitos
del caso, una responsabilidad delictual, reiteran que la promesa por sí misma no podía
dar lugar a una indemnización, pues atentaría contra la libertad matrimonial (514). .
Posteriormente varió el criterio, y se inclinó por considerar que la ruptura generaba una
responsabilidad extracontractual de quien incumpliera la promesa de matrimonio (515).
.
EL CÓDIGO ALEMÁN DE 1900.- Los Códigos que tomaron como fuente al Código Civil
francés, adoptaron similar temperamento sepultando a los esponsales, criterio del que se
apartó el Código Civil alemán, que lo reguló en los arts. 1297 a 1302.
En el art. 1297 se dispuso: "Por unos esponsales no puede interponerse acción para la
conclusión del matrimonio.
"La promesa de una pena para el caso que se omita la conclusión del matrimonio es
nula".
Por su parte el art. 1300 disponía: "Si una prometida intachable ha permitido a su
prometido la cohabitación, puede, si se dan los presupuestos del parágrafo 1298 o del
parágrafo 1299, exigir una equitativa compensación en dinero también a causa del daño
que no sea daño patrimonial.
"La pretensión no es transmisible y no pasa a los herederos, a no ser que haya sido
reconocida por contrato o que haya llegado a ser litis pendente".
El art. 1302 disponía que estas acciones prescribían a los dos años desde la disolución de
los esponsales.
Como se advierte en este derecho los esponsales constituían un contrato que conforme a
lo expresado por Kipp y Wolf (516) participaba de la misma naturaleza del derecho de
familia y del derecho de las obligaciones.
Estos juicios tuvieron sus primeros antecedentes en Inglaterra obrando en los anales de la
jurisprudencia inglesa dos casos muy famosos: "Strech v. Parker" resuelto en 1639 y
"Holcorft v. Dickenson" en 1672.
En este último la Corte del Common Pleas hizo lugar a la indemnización por ruptura
de la promesa.
Mac Colla (517) recuerda en su obra el caso de una viuda de 30 años que en 1865 fue
contratada como ama de llaves, en la residencia de John Robertson, lugar a donde se fue
a vivir. Éste se enamoró de la mujer proponiéndole matrimonio que ella aceptó,
comenzando a mantener relaciones prematrimoniales quedando embarazada.
Volviendo a Estados Unidos, la proliferación de juicios y la facilidad con que los jueces
hacían lugar a las demandadas indemnizatorias motivaron que en algunos estados se
prohibieran este tipo de juicios (518).
Cita los conceptos emitidos por el juez Parcker en el caso "Whightman v. Coates" quien
expresó: "No es necesario que se pruebe una promesa expresa; por el contrario resulta
muy claramente de la lectura de los casos del Common Law, que la promesa puede ser
deducida de diversas circunstancias sin que sea preciso recurrir a ninguna prueba
directa".
Esta situación motivó que como señalamos los Estados se vieran obligados a poner
remedio a estos verdaderos desatinos para evitar que personas inescrupulosas se
enriquezcan indebidamente aprovechando la liberalidad del régimen.
a) El Esboço de Freitas, en cuyo art. 1248 establecía que los contratos de esponsales no
generaban en caso de incumplimiento acción "...ni para exigir cualquier pena o
indemnización de pérdidas e intereses".
b) El proyecto español de 1851 que en el art. 47 disponía: "La ley no reconoce esponsales
de futuro. Ningún tribunal civil ni eclesiástico admitirá demanda sobre ellos".
Sobre la base de estas fuentes redactó el art. 166 que disponía: "La ley no reconoce
esponsales de futuro. Ningún tribunal admitirá demanda sobre la materia, ni por
indemnizaciones de perjuicio que ellos hubieren causado".
Es decir, Vélez Sarsfield quiso alejar toda posible coacción fundada en un compromiso
anterior respecto de un acto jurídico familiar, cual es el de la celebración del matrimonio,
que tiene como exigencia el de ser en el momento de la prestación del consentimiento
esencialmente libre.
Empero agregó su rechazo a toda posible acción resarcitoria lo que generó, como
veremos más adelante, no pocas discrepancias en la doctrina.
El principal inspirador fue García Goyena, quien fulminaba con desprecio la actitud de las
mujeres inescrupulosas, que especulando sobre las gracias de su sexo escandalizaban
de continuo a los tribunales, clamoreando un honor que jamás conocieron, pidiendo
reparación pecuniaria.
Sostenía García Goyena, que era curioso que ellas jamás se dejaban seducir por un
pobre.
1) Los exégetas que se ajustaron a la interpretación literal del texto, desechando toda
posibilidad de reclamar judicialmente la reparación de daños por el incumplimiento de la
promesa (Segovia, Llerena, entre otros).
2) Los que no obstante el texto de la norma, consideraron que por aplicación de la
responsabilidad aquiliana o extracontractual se podía responsabilizar al que produjo la
ruptura de la promesa (Rébora, Clusellas, Busso, Spota, Lagomarsino, entre otros).
El Codificador hizo caso omiso de la tradición hispánica, la que había legislado los
esponsales siguiendo los pasos del derecho romano, como lo hemos analizados
precedentemente, y admitía la actio ex sponsu y la actio in rem util que daba la posibilidad
de repetir lo recibido en concepto de regalos, para el supuesto de que el matrimonio no se
llevara a cabo por ruptura de la promesa.
Pero Rébora fue más terminante cuando sostuvo que el Código argentino había resuelto,
en forma negativa, de una sola vez dos cuestiones diferentes: a) la obligación de efectuar
el matrimonio que ninguna ley contemporánea admite y b) la de indemnización en casos
de dolo o culpa que está admitido por todas. Sigue afirmando Rébora que de esta forma
se cercenaba la posibilidad de dar solución a situaciones de injusticia, cuya importancia
puede medirse en relación con la necesidad de organizar un sistema jurídico que realice
eficazmente la protección moral (520).
Prayones sostuvo que los esponsales del futuro eran una forma de limitar la libertad
individual. Por lo demás, afirmaba que esa limitación no obedecía a ningún fin de carácter
jurídico o social digno de consideración jurídica.
c) Teoría del acto jurídico familiar. En cambio para Díaz de Guijarro es un acto jurídico
familiar bilateral (525).
Empero en la legislación argentina, con la reforma de la ley 23515 Ver Texto que luego
vamos a analizar, al ser viable el resarcimiento, la situación ha cambiado.
d) Teoría del mero hecho social. Se sostiene que no alcanza la categoría de un hecho
jurídico, por las razones arriba expuestas.
Como se advierte el texto reproduce en esencia el art. 8 Ver Texto , ley derogada, pero ha
desaparecido la prohibición de poder reclamar el resarcimiento.
El silencio de la norma respecto de la acción resarcitoria nos permite inferir que está
ahora admitida.
No obstante, Borda sostiene que admitir la acción resarcitoria es pasar por alto la
Convención sobre "Eliminación de Toda Forma de Discriminación Contra la Mujer",
incorporada a nuestro derecho positivo por la ley 23179 que en el art. 16 Ver Texto , inc.
2, dispone que no tendrán ningún efecto jurídico los esponsales.
Recuerda los verdaderos escándalos que este tipo de juicio provocaron en Estados
Unidos, en grado tal que en los Estados de Nueva York, Indiana e Illinois fue prohibida
toda acción de daños por ruptura de la promesa, para poner fin a los graves abusos, de
que eran víctimas muchas veces personas inocentes.
El demandado manifestó ser soltero y pidió la mano de la novia a los padres quienes
autorizaron el noviazgo, y transcurridos dos años fijaron la fecha matrimonial para el 17 de
febrero de 1949 a celebrarse en la Iglesia Santa María Magdalena.
La joven había conocido al demandado al ingresar en una empresa privada en la que éste
se desempeñaba como contador quien le manifestó ser soltero y por otra parte así lucía
en la ficha de personal.
Surge además que el accionado le hizo renunciar al puesto a la futura esposa, quien de
su peculio y el de sus padres había efectuado numerosos gastos para el ajuar.
Debemos destacar el voto de quien lo hizo en primer término, el Dr. Roberto E. Chute,
quien afirmó: "Bien sé que la solución de nuestra ley no es justa, por cuanto la promesa
sin atacar a la libertad del matrimonio puede crear las situaciones que merecen la
contemplación del ordenamiento jurídico, y que se aparta de la orientación seguida al
respecto por algunos códigos modernos (...) pero creo como dije al compulsar los
antecedentes que siguieron de guía a nuestro Codificador que la acción de daños y
perjuicios no tiene cabida en nuestra ley cuando la promesa de matrimonio deja de
cumplirse, cualquiera sea el motivo invocado para ello.
"Pienso también que el precepto legal que nos rige debe ser modificado armonizándolo
con los principios generales del derecho civil que acuerdan reparación contra todo aquel
que ocasiona un daño, vale decir, con el art. 1109 Ver Texto . No implica ello admitir,
desde luego, que la violación de toda promesa de matrimonio dé acción para demandar.
El ejercicio de ese derecho ha de quedar supeditado a las circunstancias de cada caso y
su reconocimiento al prudente arbitrio de los jueces. Ello impedirá abrir las puertas al
abuso y que queden sin condigna sanción actitudes tan inmorales y reprochables como la
que se ha puesto de manifiesto en este expediente".
Define Medina el noviazgo como "reunión de personas de diferente sexo, que no conviven
maritalmente y que se han formulado promesa de contraer matrimonio" (533) .
A nuestro juicio, el noviazgo es la relación amorosa, sin vida marital, de un varón y una
mujer que se han prometido en matrimonio, ordenado a profundizar en el amor y
conocimiento recíprocos.
a) Carácter transitorio. Es una situación de tránsito hacia el futuro matrimonio que se han
prometido.
Admitido ello, es indiscutible que la norma del art. 165 Ver Texto , CCiv., al disponer:
"Este Código no reconoce esponsales del futuro. No habrá acción para exigir el
cumplimiento de la promesa de matrimonio", no ha hecho más que salvaguardar el
derecho natural y de raigambre constitucional a casarse y a no casarse, también recogido
por el art. 172 Ver Texto , CCiv., cuando exige que el consentimiento sea libre como
condición de validez del matrimonio.
Pero la norma no se ha limitado sólo a quitarle relevancia a la promesa, sino que también
se apresura a desestimar, correctamente, toda intención de pretender su cumplimiento
forzoso.
A nuestro juicio la actual redacción permite la acción resarcitoria, pues si otra hubiera sido
la intención del legislador, se hubiera limitado a reproducir lisa y llanamente el texto
anterior.
El principio naeminem laedere tiene base constitucional en el art. 19 Ver Texto , CN, que
consagra en su primera parte: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún
modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo
reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados...".
Fue la Corte Suprema de la Nación la que le dio base constitucional a este principio a
partir del art. 19 Ver Texto , CN.
a) Ruptura dolosa. Será dolosa cuando el hecho ilícito es ejecutado a sabiendas y con
intención de dañar a la persona o a los derechos del otro prometido (art. 1072 Ver Texto ,
CCiv.).
2) Volitivo: Que el autor de la ruptura haya actuado con intención de dañar; que obre con
maldad.
- un acto de un individuo;
- un deber;
- una infracción por una omisión o por una acción.
Ahora bien, ¿cuándo la ruptura del compromiso matrimonial es intempestiva por culpa?
Es muy difícil objetivar los distintos supuestos, pero insistimos que solamente en forma
excepcional procede la acción resarcitoria, y para que ello ocurra deben mediar extremos
como los ejemplificados, que hayan provocado al otro u otra promitente un grave daño,
como en el supuesto de haber entregado las invitaciones a la boda y luego tener que dar
las explicaciones del caso por la suspensión, sin perjuicio de los gastos propios de este
acontecimiento. O también cuando con motivo del matrimonio la mujer ha renunciado a su
trabajo, pues iba a mudar su domicilio a otra ciudad donde se instalaría el conyugal.
Reiteramos entonces que los casos de responsabilidad habrán de quedar regidos por las
normas que gobiernan la responsabilidad extracontractual por hechos ilícitos (arts. 1066
Ver Texto y ss., CCiv.), en el contexto de valores subjetivos de atribución de
responsabilidad, dolo (art. 1072 Ver Texto , CCiv.) o culpa (art. 1109 Ver Texto , CCiv.) y
el resarcimiento se extenderá al daño moral y al patrimonial que sea causado por la
ruptura del compromiso matrimonial, de acuerdo con el régimen de imputación de las
consecuencias del derecho común (arts. 901 Ver Texto a 906 Ver Texto , CCiv.).
La ratio legis del 165 Ver Texto , CCiv., es proteger la libertad de casarse y para que se
genere la responsabilidad por la ruptura debe mediar una conducta descalificadora, grave.
Pero la intempestividad sola no alcanza, debe generar un daño cierto, con acto imputable
por dolo o culpa.
1) Daño emergente.
2) Daño moral.
Pero bajo ningún concepto al lucro cesante porque el matrimonio no es una inversión
económica.
Surge de los autos que el noviazgo tuvo una duración de unos quince años, habiéndose
dado pasos concretos para formalizar el matrimonio, según refirió la novia, mediante la
adquisición de enseres del futuro hogar, como así la construcción de la casa donde se
instalaría éste.
El accionado negó que hubiera una ruptura intempestiva, y que la ruptura no se debió a
culpa de su parte, sino a la falta de mutua comprensión y a la pérdida de cariño. No se
opuso a la disolución de la sociedad de hecho.
La Cámara revocó la sentencia de primera instancia por cuanto no consideró probado que
la ruptura del noviazgo por parte del demandado fuera derivada de una conducta
intempestiva, si no que, por lo contrario, obedeció al deterioro de las relaciones que
culminó con el casamiento de aquél con otra persona, concluyendo que no medió en la
emergencia una conducta antijurídica del demandado, rechazando la pretensión de la
actora.
Consideró igualmente, que si bien es cierto que de la promesa de matrimonio futuro "no
derivan prerrogativas ni conductas exigibles que se vinculen con la esencia y el contenido
de los esponsales, circunscripta dicha promesa bilateral (art. 165 Ver Texto , CCiv., ley
23515 Ver Texto ), pero sí pueden derivarse de ellos reclamos con asiento de diversas
figuras jurídicas, primordialmente aquellos que regulan el depósito, la donación sujeta a
condiciones y el enriquecimiento sin causa, o que se traduce en acciones de daños y
perjuicios con sustento en los principios generales de la responsabilidad civil".
Afirmó que "procede indemnizar el daño causado por la ruptura dolosa del compromiso
nupcial, o por la conducta dolosa de uno de los prometidos que condujo al otro al
arrepentimiento y, por aplicación de los principios generales de la responsabilidad civil,
también habría de admitirla en caso de incumplimiento culposo o conducta culposa que
condujera a la ruptura y abarcando no solamente el daño patrimonial sufrido, sino el
moral. De ello se deduce que los esponsales deben establecerse en una fecha
determinada, requisito que no dándose en el caso debe llevar al rechazo de la pretensión
resarcitoria intentada".
Sostuvo el juez Dr. Pablo H. Olivares en su voto que "ni la existencia de una relación de
noviazgo seria, ni la buena conducta de la familia de la novia -que aceptó al demandado
como un hijo más, según éste confesara- ni siquiera los esfuerzos comunes de los
prometidos en la consecución del futuro hogar, ni la esperanza del advenimiento de los
hijos, conforman circunstancias que constriñan a los novios a priorizarlas por sobre la
soberana y personal facultad de decidir o no el matrimonio hasta su celebración. Ésta y no
otra es la ratio legis del art. 165 Ver Texto , CCiv.-ley 23515 Ver Texto - cuando no
reconoce esponsales del futuro y niega a renglón seguido la posibilidad de una acción
para exigir el cumplimiento de las promesas de matrimonio, es decir que se obligue a la
celebración del matrimonio. Ello así, en el caso, no puede fundar estas circunstancias la
acción de daños y perjuicios entablada por la accionante, si no medió ruptura culposa o
dolosa de esa promesa de matrimonio".
El juez Dr. Mario O. Petrignani destacó en su voto que "el arrepentimiento de la promesa
matrimonial no implica per se una conducta ilícita, porque éste es un derecho legal
personalísimo de los comprometidos en matrimonio, en tanto la propia ley 23515 Ver
Texto destituye de valor vinculante en cuanto pudiera dar lugar a una acción para la
celebración del mismo. Y sobre ese derecho no se puede priorizar ni la existencia de un
noviazgo prolongado, con una relación seria y firme; ni la conducta intachable de uno o
ambos novios, ni los buenos propósitos de ambos para la constitución de una nueva
familia; ni la relación afectiva de los familiares de ambos prometidos, aun dándose todas
estas circunstancias juntas y en el mismo caso, siempre será cierto que el Código Civil no
reconoce esponsales del futuro vedando toda acción de cumplimiento de la misma" (535) .
b) La CACC de Mar del Plata, sala 2ª, el 18 de mayo de 2000 resolvió un caso en el que
la supuesta novia dedujo demanda por indemnización de daño moral contra el
demandado, señalando que a principios de 1987 comenzó con el mismo una relación
laboral, en calidad de secretaria personal en su actividad comercial del rubro textil, a raíz
de la cual, a los pocos meses, comenzó a vivir una intensa relación personal que los llevó
a alquilar un departamento a principios de 1989, mudándose en 1995 a otro inmueble.
"Para que se configuren los presupuestos que habilitan la acción indemnizatoria por
arrepentimiento de la promesa matrimonial (art. 165 Ver Texto , CCiv.) es necesario
probar que hubo promesa matrimonial incumplida en forma intempestiva e injustificada
por el demandado -en el contexto de la libertad de no casarse que, como derecho legal
personalísimo, le asiste- dando lugar con ello a la configuración del comportamiento
antijurídico que el ordenamiento sanciona con arreglo a factores subjetivos de atribución
de responsabilidad, y seguido el mismo -en una relación de causa a efecto- de un
perjuicio cierto sufrido por la accionante" (536) .
Salvat distinguía entre verdaderas donaciones y los simples regalos inspirados por un
sentimiento de afecto.
Para este autor las donaciones quedaban resueltas en razón de tratarse de pagos sin
causa.
El fundamento de su argumento es el art. 793 Ver Texto , CCiv., cuando dice: "El pago
debe ser considerado hecho sin causa, cuando ha tenido lugar en consideración a una
causa futura...".
Lagomarsino sostiene también que deben restituirse las donaciones, no así los regalos
que quedan irrevocablemente aceptados y son propiedad de quien fue beneficiado.
Pero su fundamento radica en el art. 1240 Ver Texto , CCiv., que regula las donaciones
propter nupcias, las que considera revocadas si el matrimonio no llegase a celebrarse
(538) .
Guastavino aplica en cambio las normas del contrato de depósito y expresa que los
bienes entregados en miras al matrimonio, lo son en calidad de depósito (art. 2182 Ver
Texto , CCiv.) y en caso de ruptura deben restituirse, por imperio del art. 2210 Ver Texto ,
CCiv., por su calidad de depositario.
Cuando se trata de bienes de uso personal, los presume donados, con la condición
implícita si nupcias sequantur, que opera como resolutoria en caso de incumplimiento y
deben devolverse (arts. 1240 Ver Texto y 1248 Ver Texto ) (539) .
En nuestra opinión, únicamente deben devolverse los bienes entregados a la otra parte,
cuando lo han sido en miras al matrimonio. Tal el supuesto de adquisición de elementos
componentes del ajuar del futuro hogar (artefactos domésticos, muebles, etc.)
aplicándose las normas del depósito antes citadas.
En cambio los regalos personales, que no se han hecho en miras al matrimonio, quedan
irrevocablemente adquiridos.
Refirió el denunciante que el 2 de febrero de 1954 inició con la querellada una amistad
que luego se formalizó con fines matrimoniales, pues aquélla tramitaría su separación
judicial que más tarde le manifestó haber iniciado.
Expresó que por las dificultades habitacionales de la mujer, que tenía una hija menor, le
adquirió un departamento que puso a nombre de ella y le entregó dinero para pagar las
respectivas cuotas, y para evitar dificultades con el esposo de ella simuló en una escritura
pública que ella había recibido un préstamo para financiar el departamento.
Surge de los considerandos de la sentencia que las relaciones fueron desde el primer
momento de carácter íntimo concurriendo desde el primer momento a casas de citas,
ofreciéndole el pretendiente distintas sumas de dinero en varias oportunidades.
En primera instancia la querellada fue condenada como autora del delito de estafa a la
pena de dos años de prisión en suspenso, y al pago al querellante, en concepto de
indemnización por los daños materiales y morales, de la suma de $ 20.000.
Al votar en primer término el juez de cámara Mario Oderigo consideró que la conducta de
la procesada no contenía ardid alguno que permitiera encuadrar su conducta en el tipo del
art. 172 Ver Texto , Código Procesal, y por los fundamentos que se expresan al inicio de
estas consideraciones la cámara absolvió a la imputada revocando la sentencia de
primera instancia (540) .
d) La Cámara Civil y Comercial de Rosario, sala 2ª, el 4/9/1972 resolvió que "acreditado el
noviazgo y la compra por el novio de muebles para el hogar, su entrega a la novia ha de
estimarse no a título de donación, sino de depósito. Roto el noviazgo sin que interese por
culpa de quién, dichos efectos deben devolverse al novio que los adquiriera, a diferencia
de lo que ocurriría con objetos de uso personal, como las alhajas que en principio se
entenderían obsequiadas a la novia" (543) .
Se sostuvo que el régimen de donación entre novios o prometidos está previsto en los
arts. 1217 Ver Texto y ss., CCiv., al establecer dicha norma en el inc. 3, como admisibles,
"las que el esposo hiciere a la esposa".
Igualmente, que en principio, la pretensión de autos estaba desprovista de sustento si se
la considerara exclusivamente en relación con la forma de transmisión de inmuebles por
vía de donación (conf. arts. 1810 Ver Texto y ss., CCiv.). Sin embargo, se afirmó que en la
especie, el derecho del ex novio a obtener que se lo tenga como adquirente exclusivo del
inmueble, derivaba sustancialmente de la circunstancia de que la coadquirente no lo
compró parcialmente para ella, sino para la comunidad plena que habrían de formar, con
dinero proporcionado totalmente por él, sin su menor colaboración.
Falló el tribunal resolviendo que "La revocación por ingratitud de la donación de dinero
efectuada por causa de noviazgo con el objeto de adquirir un inmueble, determina que
deba tenerse al donante como adquirente exclusivo del bien, pues éste no fue comprado
parcialmente para la donataria sino para la comunidad plena que habría de formar con
aquél.
El gran maestro Carrara decía que el engaño o fraude puede consistir en la promesa de
matrimonio.
En nuestra ley penal la seducción no es punible para el caso de mujer mayor de 16 años,
aunque fuere honesta.
Pero es ilícita si la víctima es menor de 18 años (así lo establece la última parte del art.
1088 Ver Texto , CCiv.).
Por lo tanto cuando la seducción fuere de mujer honesta menor de 18 años procede la
acción resarcitoria contra el seductor.
234. ACCIÓN RESARCITORIA POR MUERTE DEL NOVIO.- Hemos sostenido que la
acción resarcitoria por daños y perjuicios por el incumplimiento de la promesa
matrimonial, se encuentra restringida a casos excepcionales.
Toca ahora analizar si se encuentra legitimado el otro prometido para deducir acción
resarcitoria frente a la muerte del novio o novia acaecida por un accidente de tránsito u
otro medio violento no imputable a la víctima.
En un juicio de filiación acreditó que el embarazo provenía de la relación íntima que tenía
con su novio, es decir que el hijo por nacer tenía por padre al extinto.
Invocando que era de aplicación lo normado en el art. 1079 Ver Texto , CCiv., reclamando
se le indemnice por cuanto se ha menguado la posibilidad de contraer matrimonio, lo que
ha generado un daño patrimonial y extramatrimonial.
En la sentencia se admitió el resarcimiento por muerte del novio o novia señalando que su
procedencia exige la seriedad de la unión y de la expectativa de materialidad de una boda
próxima como así la aptitud nupcial de los contrayentes.
Por tal motivo se casó la sentencia del tribunal de 2ª instancia por haberse verificado una
errónea aplicación del art. 1079 Ver Texto , CCiv., pues en un fallo por mayoría había
desestimado la pretensión binaria resarcitoria-pérdida de la chance matrimonial y del daño
moral.
La cuestión deviene harto discutible toda vez que si bien el art. 1079 Ver Texto , CCiv.,
ampara al damnificado indirecto, corresponde dilucidar si la prometida de la víctima que
falleció a causa del accidente se encuentra amparada en tal calidad.
No hay lugar a dudas de que la viuda y los hijos menores del difunto como así los
mayores gozan de una presunción legal en calidad de damnificados presuntos, pero en el
caso debemos hacer una distinción, pues no nos cabe ninguna duda de que el hijo por
nacer en tanto estaba acreditada la paternidad del occiso se encontraba amparado por la
norma.
Por lo demás en el caso de homicidio sólo pueden solicitar la reparación del daño moral
los herederos forzosos.
Por ello concluyó que en este singular caso era permitido apartarse de los principios
legales antes citados pudiendo el juez realizar la justicia concreta del caso sometido a su
decisión, considerando que el tribunal pampeano había fallado poniendo de manifiesto un
ponderable acierto en su conclusión.
Por su parte Graciela Medina considera que en el sistema jurídico de nuestro país se
podría indemnizar a la novia por la muerte de su prometido y que la reparación debía
consistir en el pago de los daños materiales existentes en la frustrada boda, cuando se
demostrara que ésta era inminente y que se había frustrado por la muerte del novio.
D) CORRETAJE MATRIMONIAL
234.1. Concepto. El corretaje matrimonial tiene como fin vincular a personas que desean
contraer matrimonio.
Se trata pues, de un simple acercamiento entre un varón y una mujer que por diversas
circunstancias carecen de relación alguna con persona del otro sexo, y persigue como
único fin establecer el contacto para que los pretendientes se conozcan, sin asegurar que
se obtendrá como resultado de ello la celebración del matrimonio.
Por lo tanto, como bien lo señala Belluscio es menester distinguir el verdadero corretaje
matrimonial, que es el definido en el párrafo anterior, de la simple mediación (547) .
Empero, con el correr del tiempo la acción de los mediadores fue desalentada, no
regulándosela en una Constitución de Teodosio y Valentiniano, cuando se dispuso que si
nada se había pactado, no tenía derecho a recibir remuneración alguna, y para el caso
que se hubiera establecido una remuneración, la misma no podía superar el límite a que
antes hacíamos referencia en el derecho justinianeo.
El cristianismo fue quien despreció este tipo de actividad, generando que la comunidad
viera con malos ojos la misma.
El derecho francés en sus primeros tiempos no admitió la licitud de estos pactos en grado
tal que en el siglo XVI y XVII se declararon nulas estas convenciones.
Empero no faltó quien sostuvo que era justo otorgar una remuneración a quienes
realizaban este tipo de gestiones, pues las mismas eran de uso bastante común.
El fundamento del decisorio fue que la causa era ilícita por ser contraria a las buenas
costumbres, considerando que de ser admitida se posibilitara que se violentara la libertad
de consentir del futuro contrayente, en aras del interés económico del corredor.
Similar criterio adoptaron el Código alemán y el Código suizo, disponiendo este último en
el art. 416: "La negociación de un matrimonio no puede dar lugar a ninguna acción por
pago de salario".
Sin embargo, autores como Anastasi y Colombo han sostenido que la misma es válida, en
tanto y en cuanto no mediare presión en el consentimiento de los futuros cónyuges.
Así Anastasi considera que si ello no ocurre nos encontraríamos ante una actividad
socialmente útil, pues contribuiría al aumento de matrimonios, motivo por el cual es
procedente a su juicio concederle una contribución mínima.
Colombo más avanzado en su juicio estimó que no había nada de ilícito en la vinculación
de una persona con otra mediante la intervención del intermediario, pues con ello no se
vulneraba la esencia del matrimonio, a menos de que para lograr una resolución positiva
se hubiera recurrido a un obrar doloso, admitiendo la posibilidad de una remuneración.
Belluscio considera que ninguna duda puede caber acerca de la nulidad absoluta del
corretaje matrimonial propiamente dicho, es decir aquel que tenga como fin una obligación
de resultado, porque "se convierte en un acto en cuya celebración existe un directo interés
patrimonial de un tercero, lo que resulta manifiestamente contrario a la moral y a las
buenas costumbres (art. 953 Ver Texto , CCiv.), no sólo por la posibilidad de influencia
indebida sobre el consentimiento sino también porque representaría para el corredor un
indebido beneficio, ya que derivaría de un acto en cuya celebración, con libérrimo
consentimiento, está interesada la sociedad" (550) .
Por otra parte, la obligación reconocida en beneficio del corredor, es nula de nulidad
absoluta, no obstante la celebración del matrimonio, pues la causa eficiente fue la gestión
que calificara acertadamente Belluscio como inmoral.
(512) REINA, Víctor - MARTINELL, Joseph M., Curso..., cit., nro. 1, p. 263.
(513) MERLIN, M., Repertoire universal et raisoné de jurisprudence, Gaultier, París, 1827-
1828.
(515) JOSSERAND, Louis, Derecho civil, t. I, vol. II, Ejea, Buenos Aires, 1950, nro. 744, p.
43.
(516) ENNECCERUS, Ludwig - KIPP, Theodor - WOLF, Martín, Tratado de derecho civil,
Bosch, Barcelona, 1948, t. IV, ps. 24 y ss.
(517) MAC COLLA, Charles, "Daños y perjuicios contra un hombre muerto", cit. por OLIVA
VÉLEZ, Horacio, "Los juicios por ruptura de esponsales en Estados Unidos de
Norteamérica", LL 59-940.
(518) OLIVA VÉLEZ, Horacio, "Los juicios por ruptura de esponsales en Estados Unidos
de Norteamérica", cit., p. 940.
(519) LAFAILLE, Héctor, Curso de derecho civil. Familia, Biblioteca Jurídica Argentina,
Buenos Aires, 1930, nro. 46, p. 50.
(521) SPOTA, Alberto G., Tratado..., cit., "Derecho de familia", t. II, vol. I, nro. 60, p. 412;
LAGOMARSINO, Carlos A., La promesa de matrimonio, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1962, nros. 41 a 48; MAZZINGHI, Jorge A., Derecho de familia, cit., t. I, nros. 71 y 72, ps.
207 y ss.
(522) PRAYONES, Eduardo, Nociones..., cit., nro. 12, p. 31; BORDA, Guillermo A.,
Tratado..., cit., "Familia", t. I , nro. 64.
(523) MÉNDEZ COSTA, María J., Régimen legal del matrimonio Civil. Ley 23515 ,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1987, p. 18.
(531) BORDA, Guillermo A., Tratado..., cit., "Familia", t. I , nro. 63, p. 73.
(533) MEDINA, Graciela, "Responsabilidad por la ruptura del noviazgo", LL del 10/3/1999.
(537) SALVAT, Raymundo M., Tratado de derecho civil argentino. Derecho de familia, La
Ley, Buenos Aires, 1949, nro. 28, p. 18.
(540) LL 88-382.
(544) LL 1995-B-485.
(545) ED 172-240.
(546) SPOTA, Alberto G., Tratado..., cit., t. II, vol. 11, p. 448.
(547) BELLUSCIO, Augusto C., Manual..., cit., t. I, nro. 52, ps. 135 y ss.
(548) ANASTASI, Leónidas, "El corretaje matrimonial", LL, 9-23, secc. Jurisprudencia
Extranjera; YARKE, María del C., "Corretaje matrimonial", Enciclopedia de Derecho de
Familia, t. I, Universitaria, Buenos Aires, ps. 735 y ss.
PERALTA ANDIA, Javier Rolando; derecho de familia en el código civil; pags, 139-
149. Editorial moreno S.A; 3era edición, año 2002.