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LAS CONTRADICCIONES CULTURALES

artefactos avanza más y más. Como si las inevitables incomprensiones,


malentendidos, fallos de toda comunicación no los redujeran las comu-
nicaciones mediatizadas cada vez más fiables y con mejores resultados...
En fin, como si la no-comprensión aumentara casi tan deprisa como
los resultados de los instrumentos encargados de aproximar los puntos de
vista. En otras palabras, el incremento de los intercambios no garantiza
CAPíTULO 2 en modo alguno una mejor comunicación. Es esa distancia de tipo cul-
tural, o antropológico, la que quisiera explicitar aquí, porque cada uno de
LAS CONTRADICCIONES CULTURALES nosotros está atrapado por esas contradicciones culturales.
Las he agrupado en tres grandes conjuntos a fin de comprender su
lógica y su dinámica.

¿Por qué hablar de contradicciones culturales y no de contradicciones 1. LA COMUNICACI6N TRIUNFANTE


sociales, políticas o ideológicas? Ante todo una cosa no excluye la otra,
pero sobre todo la elección de la palabra cultural nos lleva a la idea de A) Las distancias infranqueables
que no se trata sólo de contradicciones sociopolíticas. Es verdad que los
hechos, los conflictos de intereses, las estrategias de los grupos multimedia Si el tiempo puede ser suprimido, no ocurre igual con el espacio. Pue-
permiten ver el espacio existente entre las promesas que rodean las pa- do saber lo que pasa simultáneamente en Hong Kong y en París, pero
labras y las realídades; pero al elegir la palabra cultura, deseo mostrar que no puedo estar simultáneamente en los dos lugares. Existe, pues, un límite
la problemática de la comunicación no se agota en una crítica económica, estructural a la desaparición de todas las distancias, y no es otro que el
política o ideológica. Principalmente porque toda comunicación se inscribe carácter intraspasable de la experiencia. La instantaneidad sólo es válida
en un modelo cultural, y sobre todo porque existe, como lo he enunciado finalmente para una de las dos dimensiones, la del tiempo, lo que acentúa
desde el comienzo, un vínculo muy estrecho entre la comunicación y la aún más la distancia con la problemática del espacio. Uno hace como si la
cultura occidental. cuestión de las dos distancias, espacial y temporal, estuviera ya resuelta,
Con la comunicación se trata menos de racionalídad, de organización cuando resulta que no pueden serlo simultáneamente. Es verdad que la
de las relaciones sociales, que de lo imaginario, de representación y de velocidad de la circulación de las informaciones produce la ilusión de que
símbolos. Pensemos, por ejemplo, en el efecto de palabras mágicas como se puede bordear igualmente la resistencia del espacio, pero se constata
«ciberespacio», «navegación interactiva», «autopistas de la información», por experiencia personal que es imposible franquear esa frontera. El es-
«realidad virtual» o «redes». Dicho de otro modo, las técnicas de comu- pacio y los lugares constituyen obstáculos infranqueables: no puedo, a
nicación constituyen la parte visible de esta enorme cuestión antropológica: distancia, experimentar los climas, sentir los olores, conocer las costumbres
la relación con el otro, el intercambio, el compartir. Para intentar dar cuenta y los modos de vida. Esto exige en cada ocasión desplazamiento y tiempo.
por medio de palabras, torpemente, de la inmensidad de los fenómenos Lo que se gana por un lado se pierde por el otro. Es cierto que las técnicas
presentes en la comunicación, he elegido la expresión «contradicciones de comunicación permiten «ver» pero no comprobar. Pura y simple~en­
culturales». «Cultural>, se refiere aquí menos al sentido de las «obras» que te, existe una limitación a la «experiencia cognitiva». Este es un antiguo
al sentido antropológico que insiste en las maneras de ver y de pensar, debate filosófico y teológico...
en los símbolos y las representaciones. Además, este espacio entre los ade- Aparece también otra contradicción. ¿Cómo recuperar la alteridad, la
lantos técnicos de las herramientas y una comprensión mutua que apenas distancia, la relación con el otro, cuando todo es proximidad? Se creía que
mejora es lo que me interesa, porque en ese espacio se sitúan las famosas la comunicación, al acortar las distancias, reduciría las dificultades de ac-
contradicciones culturales. Como si el «núcleo» de la comunicación -la ceso al otro. Y se comprueba lo contrario, simplemente porque la comu-
comprensión mutua- se escapara a medida que el rendimiento de los nicación instantánea, al destruir las distancias, nos pone todavía con más
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rapidez frente al otro. Con la simultaneidad, el otro se impone más de- en la calle, no tiene nada que ver con las otras situaciones de comuni-
prisa y nos agrede más, por el simple hecho de estar ahí. A distancia es cación. No se habla de la misma forma en un despacho, una casa, una
menos agresivo. Ayer el tiempo de desplazamiento facilitaba la preparación cabina telefónica o en la calle, que es un lugar abierto, donde los demás
para encontrarse con el otro; hoy, al haber desaparecido este espacio- nos ven, y que no está hecho para este tipo de comunicación. Incluso la
tiempo, el otro está casi inmediatamente presente, y en consecuencia más cabina telefónica, por su materialidad, simboliza el carácter particular de
rápidamente «amenazante". No sólo por razones ligadas a la tradición, la la comunicación telefónica. Es verdad que la calle proporciona la ocasión
diplomacia, cuya función es establecer lazos entre sociedades diferentes, de múltiples situaciones de comunicación, pero no ésta. Y todos lo notan.
requiere desde siempre códigos y ritos que «necesitan tiempo". Este tiem- Entre los que, cuando telefonean, ponen cara de hablar como si estuvieran
po es un medio de conservar las distancias y de evitar un cara a cara solos, sin nadie alrededor, y los que, al contrario, hacen una demostración
demasiado rápido. Hoy, cuando el acceso al otro se produce directamente ostentatoria, se aprecia cómo las condiciones espaciales retroactúan sobre
y sin problemas, haríamos bien en meditar sobre esta lección de la diplo- el contenido de la comunicación. Se puede «ganar» tiempo al hablar por
macia. teléfono desde la calle; no se puede «ganar» espacio. Y todos sabemos
Encontramos la misma problemática en otra situación social comple- que esta comunicación aparentemente natural determina un tono, incluso
tamente distinta, cuya importancia es considerable desde que han proli- un contenido diferente, simplemente porque existen reglas espaciales para
ferado los desplazamientos por tren y sobre todo por avión: la hostelería cada tipo de comunicación. Además, eso de ganar tiempo a menudo no
internacional. ¿Por qué los hoteles internacionales son todos idénticos, con sirve para nada, salvo para simples comunicaciones de servicios, que no
un simple toque de cultura local en la cocina o en la decoración de in- son las más numerosas. Es, pues, la experiencia como prueba del tiempo
teriores? Desde luego por razones económicas, pero también para garan- y del espacio, lo que se convierte en elemento central. Con una inesperada
tizar a los clientes un mínimo de estandardización, de puntos de engan- vuelta al territorio, categoría ancestral de la experiencia humana. No sólo
che, para tranquilizar a quienes están tan lejos de sus lugares de origen. el dominio del espacio geográfico revaloriza la problemática del territorio,
La estandardización de la hostelería internacional, al margen de sus costes, sino que a escala individual, donde cada uno vive simultáneamente en
es un medio cultural ofrecido a los que viajan para que no se sientan varios espacios, la búsqueda de "un rincón para uno mismo» se vuelve
demasiado «marginados». Se les ofrece un marco tranquilizante, para que central. La comunicación, que simbolizaba la conquista del tiempo y del
puedan abordar más fácilmente al otro cuando salgan del hotel. Esta es- espacio, cae de nuevo en estas dos categorías infranqueables.
tandardización facilita la «previsibilidad», una de las condiciones, como
todo el mundo sabe, de la comunicación; la otra es tanto menos amena-
zadora cuanto se tiene una anticipación posible de su comportamiento.
Diplomacia y hostelería son dos experiencias muy antiguas que ates- B) La sociedad transpare1lte
tiguan la necesidad fundamental de poner cualquier cosa entre uno mismo
y el otro, para evitar una aproximación demasiado brutal y directa. Son Con el paso de la modernización a la modernidad, nos instalamos en
experiencias que merecen ser meditadas cuando los adelantos de las téc- un presente indefinido, simbolizado maravillosamente por la interactivi-
nicas de comunicación suprimen el tiempo de acceso al otro. Toda la dad y la inmediatez de las autopistas de la información. Todo está en la
historia de la comunicación ha consistido en destruir las distancias; la «instantaneidad» y en la «transparencia». Un fenómeno idéntico se pro-
experiencia contemporánea, por el contrario, muestra que se hace urgente duce en el plano sociopolítico: se pasa de la idea según la cual no hay
recuperarlas. democracia sin espacio público, a otra más arriesgada, según la cual
Por lo que respecta al espacio, la cuestión es quizá más compleja to- "todo» debe estar en la plaza pública, con la comunicación garantizando
davía. Reintroducirla representa reintroducir al otro físicamente, es decir, la transparencia de los retos. Es el bien conocido tema de la "democracia
reencontrar esa prueba de la alteridad de la que se desearía poder des- electrónica» o de la "televisión como espacio público». Los ciudadanos-
prenderse por medio de una aparente supresión de las distancias. Un consumidores podrían intervenir regularmente para comunicar, expresar-
ejemplo simple: el teléfono móvil en la calle. Es práctico y hace «ganar se, decidir en una especie de voto instantáneo y permanente. Una mezcla
tiempo», pero todos sabemos que ese tipo de comunicación, llevado a cabo de sondeo, de democracia directa y de referéndum continuo. ¿Asegurar

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una mejor visibilidad de los problemas y de los antagonismos no equivale menda que esto sea posible, subsiste esta evidencia: toda colectividad ne-
a reducirlos parcialmente? cesita mantener distancias simbólicas entre los órdenes económico, militar,
Esta utopía de una política comunicacional revela una contradicción político, judicial, religíoso. ¿Qué valor tiene una sociedad si todos los có-
cultural, a saber, la tentación de utilizar los adelantos de las técnicas para digos, los vocabularios, los ritos, se encuentran de golpe en pie de igual-
resolver la crisis del modelo político y finalmente la crisis de la represen- dad? Por último, esa sociedad sin distancia simbólica no sería más malea-
tación social. Como si la visibilidad de las relaciones sociales -en el su- ble. Para actuar hace falta que exista un relieve, unas diferencias. Nadie
puesto de que esto sea realmente posible- permitiera una visión más puede llevar a cabo una acción teniendo ante él la crudeza de todos los
aguda de los problemas y sobre todo una solución más eficaz. Nuestras datos de todos los problemas. Nadie está simultáneamente en la situación
sociedades, a pesar de todos los «captores» -media, sondeos, estadísti- social, cultural, psicológíca, económica, del alto funcionario, del comer-
cas-, nunca llegan a evitar las crisis. La transparencia no evita más con- ciante o del militar. La reducción de las distancias simbólicas, hecha po-
flictos, ní la ínformación es suficiente para crear conocimíento. Hay mucha sible a priori por la omnipresencia de la comunicación, construye una so-
distancia de la visibilidad a la acción. No solamente porque las crisis son ciedad en la que todo es plano, sin relieve.
imprevisibles, a pesar de todos los sistemas de información, sino sobre Esas famosas distancias simbólicas son ante todo la huella de la historia
todo porque subsiste una diferencia de naturaleza entre el conocimiento de y la materialización de las desigualdades, injusticias y contradicciones del
la realidad y la voluntad o la capacidad de cambiarla. Se trata de dos tiempo presente. Con la comunicación cada uno puede, por un momento,
actitudes anímicas muy diferentes. Observar no es actuar. Si no fuera así, soñar con una sociedad transparente y sin jerarquía, pero équién puede
casi no existiría diferencia entre periodistas y políticos. creer en ello seriamente? Hace falta, sin duda, hacerse a la idea: las so-
Reaparece aqui la ideología moderna que hemos evocado antes. En ciedades, lo mismo que los individuos, no pueden vivir en una perfecta
vez de integrar las técnicas de comunicación en visiones de la sociedad transparencia. Además, las distancias, de las que tenemos soberbios ejem-
más vastas, se supone que son las técnicas las que modificarán las visiones plos en el conocimiento y la cultura, constituyen una de las fuentes de la
de la sociedad. ¡Como si la comunicación instantánea e interactiva de un libertad.
extremo a otro del mundo hubiera conseguido reducir una vez tan sólo
los problemas políticos, la violencia y el riesgo de guerra!... La época con-
temporánea descubre incluso con horror, de la guerra del Golfo a Somalia, C) La expresión identificada a la comunicación
de Chechenia a Ruanda y a Yugoslavia, que se pueden tener todas las
informaciones sobre una situación política sin que esto evite las guerras. El discurso dominante valora la expresión como condición de la co-
Se ha creído durante mucho tiempo que los conflictos existían cuanto más municación. Ser libre es ante todo expresarse para comunicar. Este adagio
se ignoraban. Y de manera complementaria, se ha supuesto que cuantas está en el meollo del movimiento de liberación individual, desde hace por
más imágenes e información había, menos posibilidad existía de guerra. lo menos una cincuentena de años. Con esta idea simple: el otro está al
En treinta años, iay', acaba de descubrirse lo contrario. El esquema es más final del camino que va de la expresión a la comunicación. Pero, en rea-
complicado. Ayer se mataba porque no había cámaras. Hoy se puede muy lidad, el otro acude raramente a esa cita. Porque «el uno» y «el otro»
bien matar con las cámaras al lado. buscan raramente la misma cosa. No solamente no hay comunicación sin
El ideal de la transparencia tiene otra consecuencia: la de crear la falsa malentendidos y errores de interpretación, sino sobre todo unos y otros
idea según la cual puede haber una sociedad sin distancias simbólicas. prácticamente nunca esperan la misma cosa. En la reivindicación del «de-
Hasta hoy todas las sociedades han estado oficial y legítimamente jerar- recho a la comunicación» hay menos interés en escuchar al otro que en
quizadas. Sólo la sociedad democrática predica la igualdad. De ahí a creer la posibilidad de expresarse uno mismo. Comunicar se convierte casi siem-
que la comunicación generalizada aumentará la transparencia y atenuará pre en sinónimo de expresión, en la que lo primero que busca cada uno
la jerarquía no hay más que un paso, franqueado por muchos. Pero la no es la interlocución, sino la posibilidad de hablar. Y he aquí que dos
reducción de las distancias simbólicas se encuentra rápidamente con un expresiones jamás han hecho un diálogo. Un diálogo supone una voluntad, y
límite. En primer lugar, porque no todo el mundo puede vivir al mismo tiempo para escuchar al otro, sin por otra parte tener la certeza de com-
nivel de comprensión los problemas de una sociedad. Y después, supo- prenderse. Un eslogan reciente de una publicidad exterior expresaba bien

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esta misma ambigüedad. Decía: «Hacerse oír es esencial». Es exactamente mativa. "Hace falta tiempo para comprenderse». De un modo general, no
la ideología del momento: se piensa en uno mismo, se pretende hacerse hay comunicación sin un tercero, y cuando más omnipresente es la co-
oír. ¿Pero hay alguien dispuesto a escuchar? Y el que desea hacerse oír, municación, en todos los planos, más esencial es el papel que juega ese
éestá a su vez dispuesto a oír? Es muy improbable. No hay en absoluto tercero. He aquí el contrasentido: pensar que el déficit de comunicación
un lazo natural entre expresión y comunicación, o, dicho de otro modo, observado en nuestras sociedades será compensado por capacidades su-
el derecho a la expresión es perfectamente compatible con los monólogos. plementarias de expresión. Creer que si los públicos respondieran direc-
Si los programas de radio y de televisión en los que los individuos cuen- tamente a las emisiones recibidas, la sociedad seria más activa. La nece-
tan sus historias personales tienen tanto éxito es porque unos y otros sidad de tomar la palabra, evidente en las sociedades hipermediáticas, en
pueden relatarse, identificarse con las historias de los otros, pero sin tener las que el público se hunde bajo una oleada de informaciones de todas
que responder. Esas emisiones tendrían seguramente menos éxito si los clases, es real, pero no es utilizando teclados interactivos como se solu-
que se expresan estuvieran obligados a escuchar a los otros. cionará esa necesidad. Puede serlo, pero a menudo lo será en otro esce-
De lo que se tiene necesidad es de hablar y de experimentar la sensación nario, con otras reglas.
de que se es escuchado. De ahí a escuchar realmente al otro, hay un paso. A éste se añade otro problema. Es cierto que no hay un vínculo directo
y la interactividad, presentada como un progreso, se resume a menudo entre interactividad y calidad de la comunicación, pero no existe tampoco
en una capacidad suplementaria de expresión dada a uno mismo o a otro, entre el aumento del volumen de los mensajes, el número de los media
más que a una interacción realmente reforzada. y la diversidad de los discursos. La multiplicación de los media no ha
Se cae ahí en el segundo contrasentido, que afecta a la comunicación aumentado la diversidad de los discursos y de las visiones del mundo.
y los media de masas. Se ha creído durante mucho tiempo que esos media En otras palabras, puede haber simultáneamente hipermediatización y
no favorecían la comunicación porque el espectador no podía responder. conformismo. Y sobre todo, los media generalistas, cargados de todos los
Se,sabe hoy, merced a investigaciones, que el espectador responde, pero males, resultan mejores garantes de una cierta apertura que los media
mas tarde, lejos, de otro modo. Desde el punto de vista de una calidad temáticos, más sometidos, como todos los mercados segmentados, a las
de la comunicación, se comprueba que existe interés en dejar una duración presiones de sus públicos. En definitiva, no hay relación directa entre el
entre el momento de la recepción y el de la respuesta. Responder más aumento del número de soportes, de programas, y la diversidad de los
deprisa, instantáneamente, sobre todo en comunicación mediática, no es programas. Era necesario hacer esta experiencia, pues todo incitaba na-
en absoluto señal de una «mejor» comunicación. Porque al responder in- turalmente a pensar lo contrario.
mediatamente estoy bajo la influencia de la emoción, del instante, y to-
davía no he movilizado mi inteligencia, mi sistema de valores, mis pre-
ferencias, para filtrar lo que acabo de recibir, matizarlo, relativizarlo. Es-
cucho la radio o miro la televisión en mi casa, solo, y ya hablaré más tarde, Il. Los LíMITES DE LA COMUNICACIÓN
al día siguiente, en otra parte. Y a menudo ese discurso será el punto de
apoyo de otra discusión. En otras palabras, lo que es agradable con los A) La prueba de la comunicación directa
media de masas es exactamente el hecho de no encontrarse inmerso en
la interactividad inmediata, sino en una interactividad diferida. Contraria- Cuanto más mejora la comunicación mediática, rompiendo las escalas
mente a una idea muy asentada, responder inmediatamente no es for- del tiempo y del espacio, más parece forzada la comunicación directa,
zosamente un progreso, porque se está bajo la influencia de las reacciones física, con otro. Es tan fácil dialogar de un extremo al otro del planeta que
ligadas a la recepción inmediata de las imágenes y los sonidos. Al acortar se olvidan las dificultades, indispensables, del "cara a cara». Las técnicas
el tiempo entre recepción y respuesta, la comunicación técnica confunde no han resuelto los problemas de la comunicación humana: simplemente
comunicación funcional y comunicación normativa. La primera entra en los han diferido, empujados al extremo de los teclados y las pantallas.
la racionalidad del instante, de lo inmediato, mientras que la segunda se Más allá de todas las técnicas cada vez más simples, baratas, lúdicas, in-
inscribe en otro espacio-tiempo. teractivas, el otro está siempre presente, tan difícil de acceso, tan difícil
El tiempo resulta ser una condición estructural de la comunicación nor- de comprender y de interesarnos. Como si las dificultades de la comu-

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nicación humana estuvieran simplemente puestas entre paréntesis por las a este presente indefinido, cuyos encantos de instantaneidad tienen como
proezas técnicas. contrapartida las ambigüedades inquietantes de la falta de referencias.
¿Si se puede "ver» todo, qué queda por "hacer»? O más bien, éde qué
naturaleza es ese «hacer» en relación con ese «ven, tan fácil y omnipre-
sente? ¿Qué lugar queda también para el «decir»? ¿Qué papel para las B) No hay comunicación sin incomunicación
palabras cuando la hipertrofia de la imagen y de las pantallas informáticas
ocupa todo el espacio y todo el tiempo? No hay duda de que la distancia Esta realidad fundamental y banal se silencia hoy por el hecho de la
entre las tres experiencias -ver, decir, hacer- aumenta. Se generaliza perfección de las herramientas en los tres niveles de la realidad. En el
una experiencia del mundo sin contacto con la naturaleza y la materia, y plano personal, la comunicación es el símbolo de la expresión, de la liber-
centrada en una gestión de signos aseptizados. ¿Qué valor tiene entonces tad y del intercambio. En el plano político, es el ideal de la democracia,
esa relación con el mundo sin la prueba del trabajo, del esfuerzo físico, materializada por el hecho de que los hombres políticos no cesan de co-
de los peligros de la naturaleza o de la materia? ¿Sin los olores y las municar, de explicarse, de justificarse. En el plano técnico, la omnipresen-
huellas de los azares naturales? Los hombres han necesitado siglos para cia de los instrumentos, su creciente avance y sus interconexiones, cons-
franquear los obstáculos de la naturaleza, para inventar formas de trabajo tituyen la infraestructura evidente de nuestra sociedad. Ya no es posible
menos fatigosas y más limpias, y todo el sentido del progreso ha consis- no comunicar. Cada vez más fácilmente, en todos los sentidos, cada vez
tido en emanciparse de las tiranías de la naturaleza y de la materia. Ape- más deprisa.
nas recorrido ese camino, hay que comenzar a comprender los límites. El Recordar los límites, olvidados en el discurso actual atestado de resul-
tema de la aldea global, especie de horizonte de ese lento movimiento en tados brillantes, es recordar las condiciones de eficacia de la comunicación.
favor de un mundo más transparente, aparecerá pronto como un contra- Ésta supone pertenecer al mismo universo sociocultural y compartir los
sentido justamente porque no es posible tener una relación en el mundo mismos valores, cuando no recuerdos, referencias, experiencias, lenguas o
sin dificultades. Y el ideal de una sociedad de comunicación inmediata e estereotipos idénticos. Está tanto en el intercambio de mensajes como en
interactiva no tiene sentido desde el punto de vista antropológico. No se la «implicidad» y las connivencias de una cultura compartida. Y he aquí,
repetirá suficientemente que la transparencia ofrecida por la comunicación sin duda, la palabra esencial: es necesario que haya algo para compartir.
no es obligatoriamente un factor de aproximación, e incluso puede sus- Ahora bien, hoy la comunicación, al superar las fronteras y alcanzar todas
citar mecanismos de rechazo. Cuanto más fácilmente visible es el otro, sin las comunidades, confirma la idea según la cual se puede eximir uno de
intermediarios, más esfuerzos hay que hacer para soportarlo... esas innumerables e indispensables condiciones que han regido siempre
La antropología de la comunicación no verbal muestra además los toda comunicación. En primera línea de esas condiciones, la identidad.
múltiples estratagemas que los individuos, y evidentemente las colectivi- Sin ella no son posibles los intercambios. Pero tampoco hay intercambios
dades, utilizan para no estar en contacto directamente con otro 1. De cara sin el reconocimiento de la alteridad. Hay que recordar estas tres cuestio-
a la emergencia de esta «sociedad en directo» se observan ya dos medios nes obligatorias: una cultura y unos valores comunes; un reconocimiento
de distanciamiento. Primero la generalización del zapping, que es tanto un mutuo de las identidades; una aceptación de las alteridades, constituye el
medio de acceder a todo como de protegerse de ello. Y luego un creciente mejor medio de precisar los límites de la incomunicación.
interés por la historia -y sobre todo por la historia inmediata, que vuelve Desde este punto de vista, el fantasma de Internet -comunicar con
sin cesar con la moda, las canciones, los estilos-, que es también un no importa quién, frecuentemente en inglés, de no importa dónde, sobre
medio de escapar a la obsesiva inmediatez; como si la rehabilitación cons- no importa qué y a no importa qué hora- ilustra la tentación de eliminar
tante de un próximo pasado fuera el medio de dar un poco de espesor esos obstáculos. ¿Qué quiere decir el fantasma de tal universo de la co-
municación, si no es la desaparición de toda conciencia de la alteridad, y
la creencia en la existencia de un único universo de la comunicación?
1 Cfr. los muy numerosos trabajos de antropología de la comunicación. Seencuentra Dicho de otro modo, Internet, presentado como el ideal de la comunica-
una buena presentación de ellos en: Winkin Y., La Nouvelle Communication, Seuii, 1981;
Hall E.-T., La Dimension cachée, Seuil, 1971; Bateson y Ruesch, J., Cmnmullication el société,
ción universal, es finalmente el símbolo de una comunicación que impone
Seuil, 1988. el máximo de molestias: las nuestras. Se hace como si las facilidades de

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«enganche» prefiguraran las de la comprensión, como si la comunicación, ideología de los tiempos modernos, deje un poco de tiempo a los ciuda-
entre espacios simbólicos diferentes, pudiera hacerse sin intermediarios, danos para que se opere ese «metabolismo».
sin traductores, sin tiempo. Internet es lo contrario de un modelo de co- En cambio, del largo plazo, que es un poco el escenario del conflicto
municación universal: es el ideal de la modernidad, alienante para aque- de los valores, no se sabe casi nada. Las culturas de la urgencia y del
llos que no forman parte de ella. O más bien es un modelo de comuni- acontecimiento tienen tendencia a reducir el interés, incluso la importan-
cación funcional que se presenta como el ideal de la comunicación nor- cia de ese tercer tiempo, en realidad esencial, porque es ahí donde se
mativa. Como si existiera un lazo entre la calidad de una comunicación y organiza la cohabitación de los valores de la modernidad y los de otros
el número de aquellos que recurren a ella. El número de usuarios no es universos simbólicos. Evidentemente esta escala del largo plazo es esencial
equivalente a la dimensión de un público. El hecho de que miles de in- para saber cómo se integra la comunicación en la antropología contem-
dividuos utilicen una técnica de comunicación no basta para transformar- poránea. Desgraciadamente los media no tienen más que entre treinta y
los en público, y la dimensión del público no es siempre la norma de la sesenta años de existencia, lo que no permite, por el momento, un sufi-
calidad de una comunicación. Es verdad que los intercambios son más ciente distanciamiento para aprehender esta cuestión.
fáciles, a una escala más amplia, pero al precio de una reducción de la Distinguir estos tres tiempos es dejar abierta la cuestión del lugar de la
complejidad de la comunicación. comunicación con relación a otros valores. Ayer, el modelo de la tradición
favorecía la duración y la continuidad. Cada uno se inscribía en una his-
toria de la que respetaba los códigos y las costumbres, y su trayectoria
C) Los tres tiempos de la comunicación consistía en conjugar la singularidad de su destino con la fuerza de las
tradiciones. El individuo, como suele decirse, «reproducía» más que in-
Al final de la comunicación se encuentra siempre el tiempo, pero nadie novaba. Respetaba. El modelo cultural moderno es exactamente el contra-
sabe exactamente cómo le afecta esta generalización del presente indefi- rio: lo que prima es la libertad individual; el sujeto y no la tradición; el
nido de las técnicas triunfantes. presente y no el pasado; la expresión y no la regla; yo y no lo otro. La
Los media tienen un gran efecto a corto plazo. Para darse cuenta basta disciplina, el respeto al pasado, las tradiciones, la memoria, la obediencia,
recordar el impacto mediático de cualquier hecho dramático: atentado, son valores que parecen «de otro mundo». Subsiste un presente indefi-
catástrofe natural, acontecimiento político, guerra, asesinato... Es el reino nido, sin reglas ni prohibiciones, en consecuencia casi sin rupturas. Cada
de lo directo, de la emoción y del zapping. La supermediatización de acon- uno, singular y libre, está un poco perdido en busca de su singularidad.
tecimientos graves a escala mundial perturba las conciencias. Esto no quie- Esto explica esa inmensa cohorte de «mónadas»: individuos reconocidos
re decir que los ciudadanos cambien su manera de ver, pero es evidente en su ser, sin adversario ni proyecto. Ayer, la continuidad y la tradición
que su relación con la actualidad inmediata se encuentra seriamente per- eran la regla; la secuencia, la ruptura o el individualismo, la excepción.
turbada por este espacio creciente de la instantaneidad y de la emoción. Hoy se reconoce «el derecho a la diferencia». Pero se trata de una sin-
Nunca se sabe gran cosa del efecto real de esta hipermediatización en las gularidad suspendida en el tiempo y en el espacio. El presente indefinido
poblaciones occidentales, las únicas que sufren este bombardeo mediático. de las innovaciones continuas resulta tan agobiante como en otros tiempos
Existe también una influencia en el medio plazo. En este caso, en contra el que todo estuviera organizado en torno al calendario de las tradiciones.
de lo que se ha creído durante largo tiempo, los ciudadanos están rela- En los dos casos, y por razones opuestas, el surgimiento del aconteci-
tivamente armados. Convocan sus propios recuerdos, representaciones, miento era también difícil. Ayer, porque el acontecimiento hacía dudar de
ideologías, para situar, en un marco espacio-temporal que es el suyo, las una estructura; hoy, porque sólo hay acontecimientos.
informaciones recibidas. La supermediatización del instante obliga a mo- La paradoja radica, pues, en que a pesar de un modelo cultural indi-
vilizar los sistemas de valores anteriores para poner en perspectiva las vidualista y liberal, centrado en la realización de uno mismo, la diferencia
noticias, aunque sólo sea para escapar a esta tirania del acontecimiento, y la singularidad se admiten en realidad tan poco hoy como ayer. Sim-
ya que es difícil para cualquiera no reaccionar ante tantos mensajes con- plemente porque esta ideología de la libertad, de la expresión y de la
tradictorios. El público y, de modo más amplio, las sociedades, seleccio- búsqueda de uno mismo conduce a conformismos al menos tan pesados
nan, filtran. A condición evidentemente de que la «urgencia», verdadera como los de ayer, ya que cada uno tiene ahora la sensación de ser libre.

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Desgraciado el que no piensa como la mayoría democrática: el número ticos. Cuando se trata de la difícil reglamentación de este sector sacudido
democrático, largo tiempo considerado un ideal, puede ser tan tiránico como fue por la ideologia liberal y los principios del sector público, la tendencia es
la élite aristocrática. Volvemos a encontrar aquí la célebre contradicción a la politización, y cada uno busca en las referencias ideológicas un medio
entre libertad e igualdad planteada por Alexis de Tocqueville. para situarse. En el lado opuesto, el discurso de los técnicos pondera las
promesas, siempre más miríficas, de una revolución cuyos límites no se
ven ya. Los actores económicos, en fin, verdaderos «héroes» de la sociedad
lII. LA COMUNICACIÓN: FUERTE RESISTENCIA AL CONOCIMIENTO de la información y de la comunicación, mantienen un discurso «de flujo
tenso» sobre los mercados del futuro. Cada uno con el anuncio para ma-
A) La voluntad de ignorar ñana, cuando no para hoy, de esta verdadera revolución de la comuni-
cación. El resultado es la saturación de discursos, todos más definitivos
Pocos sectores ofrecen tanta resistencia al análisis, es decir, una tal unos que otros. ¿Por qué tendría que haber una demanda de conocimiento?
disyunción entre la importancia de los cambios técnicos, económicos, cul- y sobre todo, épor qué introducir dudas suplementarias cuando es tan
turales, y la escasa interrogación sobre sus significaciones. Ayer esta resis- cómodo dejarse llevar por las innovaciones? ¿Por qué resistirse a lo que
tencia al análisis estaba en gran medida ligado a la ignorancia, porque las es nuevo, bello y prometedor? ¿Por qué rechazar el propio placer? ¿Por
informaciones relativas a las mutaciones de ese sector eran escasas. No qué los universitarios habrían de ser más clarividentes sobre los riesgos y
había en los periódicos una sección sobre los media y la comunicación, y las mutaciones, que los periodistas, los políticos, los empresarios? Eviden-
existían pocas revistas especializadas. Hoy ocurre exactamente lo contra- temente las élites culturales son en parte responsables de ese vacío, en la
rio. Hay una profusión de informaciones: se sabe todo de la estrategia de medida en que se han negado ampliamente a reflexionar sobre ese sector,
los actores, de la constitución de grupos multimedia, de nuevas técnicas cuya legitimidad científica sigue siendo «mediana». Tampoco han contri-
de comunicación, de los gustos del público, del coste de los programas, buido a crear ese «colchón de conocimientos» en el que apoyarse para
sin que se manifieste, sin embargo, una demanda de análisis. Los media relativizar las promesas incesantes. Y aún más, la forma en que esas élites
han creado todos una sección especializada y el resultado es paradójico. han decidido luego, al menos una parte de ellas, «utilizan> los media, a
En lugar de ver favorecida una información más abundante, más rica de la vez que seguían manteniendo un discurso crítico sobre la comunica-
diversidad y de análisis, se constata el fenómeno inverso. Como si las in- ción, no ha dado la sensación a los otros actores (periodistas, políticos,
formaciones constituyeran un análisis. En esto se manifiesta la resistencia al técnicos, empresarios) de que estaban mejor situadas para realizar un aná-
análisis: en la voluntad de no ir más allá de la información, de los ru- lisis distanciado y objetivo...
mores, las suposiciones, numerosas en ese campo. En pocas palabras, el Entre la demanda de «dominio» por los políticos, de «valorización» por
«mercado» de la información sobre la comunicación está en pleno flore- los periodistas, de «legitimidad» por los ingenieros y la demanda «pura y
cimiento, a condición de contentarse con ese murmullo de informaciones simple» para los empresarios, no queda mucho sitio para una demanda
y de secretos a medias identificados con análisis. La comunicación es un de «conocimientos». También en este caso serán los hechos, con su bru-
sector del que, a pesar de los discursos oficiales, se prefiere no saber. talidad, es decir, los conflictos, los que abrirán una real demanda de aná-
¿Cómo se ha llegado a esta contradicción? lisis.
Quizá porque la lógica del conocimiento se halla hoy confrontada a
cuatro enfoques concurrentes mucho más «eficaces»: los de los periodistas,
los políticos, los técnicos Y los economistas. La información periodística se B) Las ideologías de la comunicación: compresión e integración
autoerige en conocimiento del simple hecho de la velocidad de los acon-
tecimientos. 0, dicho de otro modo, los acontecimientos son tan nume- Los mejores resultados técnicos, la «digitalización» y la compresión de
rosos, contradictorios, técnicos, económicos, institucionales, a escala eu- datos, trastornan las condiciones de funcionamiento de las grandes redes.
ropea y mundial, que seguir la actualidad y comprenderla exige un real Todo puede intercambiarse instantáneamente de un extremo a otro del
esfuerzo. Muchos identifican de buena fe ese trabajo de seguimiento de planeta, todo es consultable, y cada uno, navegando en la toeb, puede
la actualidad a los conocimientos. El segundo discurso es el de los polí- circular en un océano de datos y de imágenes. Si se pueden comprimir

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los datos e integrar los servicios, épor qué no esperar a poder hacer lo juegos..., no modifica el hecho de que se trata cada vez de actividades de
mismo con los problemas de sociedad? Con esta idea: cuanto más se com- comunicación de naturalezas diferentes. Su acercamiento físico en un solo
primen los mensajes, más numerosos son, más circulan, más informan, terminal no cambia nada su alteridad.
más integrada está la sociedad. Y como, desde un punto de vista técnico, El límite principal a la ideología de la integración y de la compresión
se pueden asociar los servicios del trabajo, del ocio, de la educación, la se condensa en una palabra: se pueden comprimir los datos, no se pueden
idea de una globalización de la comunicación se impone, con la perspec- comprimir ni los contextos ni los sentidos. Y el problema es tanto más
tiva, en filigrana, de una reorganización de los tejidos sociales. Compre- complícado cuanto, en una cultura del instante, interesa más el aconteci-
sión e integración pasan a ser los ideales de la comunicación funcional. miento que el sentido, la información que el conocimiento. Pero el acon-
El drama viene simplemente del hecho de que ni las sociedades ni los tecimiento no conduce necesariamente al saber. Se refuerzan, pues, las
seres humanos se comunican con tal modelo de racionalidad. Las defor- dificultades: no solamente la hipervalorización del acontecimiento no fa-
maciones y los cuellos de botella están omnipresentes, empezando por las vorece forzosamente el saber, sino que la integración de las actividades
distancias, frecuentes, entre la intención y la recepción. Además, las pér- no garantiza tampoco una mejor gestión de éstas por el hombre. En otras
didas y las deformaciones forman parte integrante de la recepción. Y en palabras, lo que se gana en velocidad y en integración por un lado, no
fin, suponiendo incluso que los receptores comprendan sin deformación, se recupera en eficacia por el otro.
queda el problema de que, al no ser idénticos los contextos de emisión y
de recepción, la interpretación de los mensajes es necesariamente diferen-
te entre la intención del emisor y la recepción por el público. Al no ser C) El cambio completo de la relación identidad-comunicación
nunca semejantes los marcos espacio-temporales de la emisión y de la
recepción, la hipótesis de la compresión consiste en hacer una analogía, Asistimos, desde hace un siglo, al cambio completo de la relación entre
falsa, entre cantidad de datos y contextos. Un número creciente de datos identidad y comunicación. El siglo XIX, contra lo que pueda parecer, fue
no basta para aproximar mejor los contextos. el de la comunicación, tanto desde el punto de vista del ideal histórico
De hecho, compresión e integración, presentados como una de las como del desarrollo técnico, con la conquista del mundo por el tren, la
grandes ventajas de las autopistas de la información, refuerzan el ideal apertura de grandes rutas marítimas, el telégrafo y el teléfono. El siglo xx
de la comunicación funcional regido por un solo esquema de racionalidad: ha acentuado esta tendencia con el avión, luego con el cine, la radio y la
aquel en el que se da por supuesta la existencia de una lógica idéntica televisión. Es verdad que la problemática de la identidad jugó en el siglo
para los diferentes actores y los diferentes estadios de la comunicación pasado, principalmente con las identidades nacionales, un papel esencial
(de la intención a la construcción del mensaje; del transporte a la recep- sobre todo en Europa, pero a escala mundial el movimiento es más bien
ción y a la comprensión). Pero la integración de los servicios (trabajo, ocio, el de la apertura. La identidad era el obstáculo a la comunicación, valor
educación...), notable adelanto desde el punto de vista técnico, no quiere en ascenso e identificado al progreso. Desde luego, ningún imperio pudo
decir nada en el plano de los contenidos, porque el hombre no vive en un resistir a ese movimiento general de apertura. La comunicación estaba del
espacio-tiempo integrado. Hay diferencias radicales que se mantienen entre lado del progreso, y todas las luchas por la democracia, por la libertad de
las situaciones de trabajo, de ocio, de servicios, de educación. No es el prensa, de reunión y de expresión estuvieron lígadas a la idea de apertura
mismo hombre, o más bien no son las mismas actitudes, disposiciones, y de superación de las fronteras. En este final de siglo el movimiento se
gustos, expectativas, los que se movilizan cada vez. ha reforzado: la comunicación se ha convertido más en el valor domi-
La integración fisica de las actividades no cambiará nada el hecho de nante, y la defensa de la identidad se ha asimilado todavía más a un
que el usuario no esté integrado. Acceder por ejemplo a todos los servicios combate de retaguardia. Las dos guerras mundiales, ligadas principal-
desde un mismo terminal no modifica en nada el hecho de que aquellos mente al nacionalismo, el aumento de los conflictos de identidad desde
son radicalmente diferentes desde el punto de vista esencial de los valores, la descolonización y, más aún, desde la caida del comunismo, parecen
de su papel y de su finalidad. Que la misma fuente facilite informaciones- confirmar esta evidencia: el enemigo es la identidad, principalmente na-
servicios acerca de los trenes, las cuentas bancarias, la telecompra, la for- cional. Y tanto más cuanto en el abierto mundo actual todas las oposicio-
mación profesional, los bancos de datos, el telediario, los telefilmes, los nes se manifiestan de un modo basado en la identidad.

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Pero ahí es donde actúa el contrasentido. Es verdad que existen, desde lación respecto a cualquier cosa. Hoy esta relación es radicalmente dife-
siempre, pasiones identitarias, pero éstas se han acentuado por el movi- rente a la de ayer. Ayer la identidad era una resistencia a la apertura, hoy
miento general de apertura y de comunicación. No puede decirse, pues, es una reacción a demasiada apertura. El sentido es, pues, diferente. Si,
que la identidad es el obstáculo a la comunicación, porque la mayor parte en los dos casos se trata de la apertura, la perspectiva no es la misma:
del tiempo es la generalización de la comunicación la que acentúa la reac- ayer, era para rechazarla; hoyes para manifestar sus límites. De un lado,
ción de identidad. Y condenar los procesos de identidad en nombre del los discursos oficiales sólo hablan de mundialización, de apertura, de eco-
«progreso» de la comunicación se sostiene aún menos, porque son esos nomía a escala planetaria, de riesgos ecológicos mundiales, de derechos
progresos los que acentúan las presiones de identidad. En este sentido se del hombre como nuevo principio político democrático a escala del glo-
ha producido el cambio de la relación identidad-comunicación. Ayer la bo... De otro, se observa cada vez una mayor resistencia discreta, pero
identidad era un obstáculo a la comunicación, hoyes su condición. Si no, real, a esta «evidente» mundialización. ¿En nombre de qué se puede decir
el belicoso que defiende la identidad surgirá aún más como reacción a un que la «crispación de la identidad» es un miedo de cara al porvenir y a
exceso de apertura y de comunicación. la apertura? ¿Quién detenta el sentido de la historia? La dificultad de
En otras palabras, en lugar de apoyarse en los excesos de los movi- admitir el cambio radical de la relación entre identidad y comunicación
mientos de identidad, hay que considerarlos más bien como síntomas de es probablemente una de las claves del porvenir, y en consecuencia de
un creciente problema cultural: el de la dificultad de vivir en un universo los conflictos políticos.
abierto. El problema ya no es el de la apertura contra las identidades, sino En una palabra, la problemática de la identidad no tiene el mismo
el de la gestión de la identidad, verdadero «doble» de la comunicación. Lo sentido en el contexto de las sociedades cerradas de ayer y en el de las
observamos, por ejemplo, en Europa, donde la aplicación del acuerdo de sociedades abiertas de hoy.
Schengen prueba a diario que en el tema de la apertura de fronteras se La escasa legitimidad que rodea en nuestros días la problemática de
impone la prudencia. El espacio de Schengen debería hacerse «natural- la identidad colectiva, la necesidad de justificarse en todo discurso que la
mente» como continuación de la libertad de circulación de mercancías y evoque, y la amalgama que se produce entre identidad y «reacción» dicen
capitales, y en el empleo correcto del valor democrático común de la mucho sobre el camino que hay que recorrer. Descalificar este problema
libertad de circulación de los hombres. A la hora de la verdad, cada uno no lo hará desaparecer. Tanto más cuanto la cuestión de la identidad
descubre la dificultad: la apertura creciente de las fronteras crea en con- oculta otra al menos tan importante como ella: la del pluralismo de los
trapartida una necesidad de identidad, y en consecuencia de control de modelos culturales en nuestras sociedades. A la hora de la mundialización
esas fronteras. En un universo ampliamente mediático, la identidad co- de los mercados, de la cultura y de los modos de vida, la reivindicación
lectiva está amenazada por esa misma comunicación que tiene tendencia «identitaria» es también una demanda de pluralismo, de cohabitación cul-
a disolverlo todo. ¿Cómo evitar la «disolución» de las identidades, o más tural, un rechazo de ese enorme rodillo compresor económico y cultural
bien, cómo reflexionar acerca de los medios para que este miedo de una que, decenio tras decenio, estandardiza los modos de vida. No entender
despersonalización creciente, ligada al hundimiento de las identidades, no lo que hay de reivindicación de las diferencias, de preservación de las
cause estragos? En nuestros días la identidad es mucho más problemática singularidades en el tema de la identidad, es aceptar finalmente la UnI-
que ayer, porque se piensa en un universo abierto en el que el valor dimensionalidad moderna. Rechazar la problemática de la identidad, o
dominante es el de la comunicación. La idea es, pues, simple: el problema deslegitimarla, es negarse a ver los límites de la comunicación triunfante.
es inverso al que se planteaba hace un siglo. La dificultad corresponde hoy
a la identidad y no a la comunicación. Es, desde luego, lo que se manifiesta
de manera trágica en Yugoslavia, y cada vez más en Europa. En lugar de
ver en ello la prueba de un resto del pasado, hay que ver, al contrario,
la huella de un problema futuro para los países desarrollados. BIBLIOGRAFÍA
Con el pretexto de que se trata de la misma palabra, la pereza invita
a no ver las diferencias radicales de contexto. Se piensa que el que busca ARENOT, H., Entre el pasado y el futuro, Península, Barcelona, 1996.
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