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Asignatura.
Español II
Tema:
ACTIVIDADES UNIDAD 6
Presentado Por:
Yosmary Gonzalez
14-7739
Presentado a:
Ramona Acosta
Ejercicios de asimilación
El colesterol.
La comida rápida que se consume en forma constante como hábito regular, termina
convirtiéndose en un asesino silencioso, cuya arma es el aumento del colesterol. Sin
embargo, la comida rápida no es el único tipo de comida del cual hay que cuidarse.
Los restaurantes y tiendas de comestibles compiten todas por obtener un “espacio en
tu estómago”. Hay cada vez más medicinas, suplementos dietéticos y alimentos que
compiten por una "porción en los servicios de salud", mientras los consumidores eligen
entre esas opciones para sanar un problema médico. Esto se hace más obvio
cuando se trata del colesterol.
Las enfermedades del corazón son la primera causa de muerte en el mundo, siendo el
factor de mayor riesgo, un alto nivel de colesterol. Según la Asociación Cardiaca
Americana, cerca de 100 millones de adultos americanos están en el límite o tienen
alto el nivel de colesterol. No obstante, abundan opciones para reducir el colesterol.
Basta un cambio en el modo de alimentarse. En ocasiones los suplementos dietéticos
y medicinas se hacen indispensables.
La Soya. Omega-3
1.- Coma alimentos con fibras solubles, como los frijoles, avena y cereales de grano
integral, los que lo pueden ayudar a reducir su nivel de colesterol total.
2.- Coma pescado, como salmón, macarela o arenque, los que contienen grandes
cantidades de ácidos grasos omega-3, una grasa no saturada que puede reducir su
nivel de triglicéridos.
3.- Pruebe sustitutos saludables, tales como leche baja en grasas o leche
descremada en lugar de leche entera; las claras de los huevos o sustitutos de huevos
en lugar de huevos; y frijoles, guisantes, lentejas o tofú de soya como sustitutos de la
carne.
4.- Limite la cantidad de alcohol que ingiere, ya que incluso un consumo moderado
puede elevar sus niveles de colesterol HDL.
5.- Los ejercicios y el bajar de peso son parte de un estilo de vida saludable. Añadir
actividad física por 30 minutos al día cuatro o cinco días a la semana ayuda a elevar
el colesterol HDL y reducir el colesterol LDL. Gradualmente,
establezca el tiempo y frecuencia de sus ejercicios. Si fuma, déjelo ahora. Si no fuma,
no comiences.
Responde
EL RUISEÑOR
El anodino pajarito cumplía la parte que le había tocado en el Cosmos: iluminar con su
canto la vida del hombre y la mujer que trabajan en el campo para ganar su sustento.
Y lo hacía con tal gracia y desparpajo que los campesinos del Reino vislumbraban un
destino más prometedor después de oírlo cantar. Las mañanas ya no eran tan grises,
ni el trabajo tan pesado. Las flores acentuaban su color, y el frío se diluía igual que
las preocupaciones después de una serenata.
Todos hablaban del mágico pajarillo, y le llamaban “ruiseñor”. Ruiseñor crujía una
ramita… Ruiseñor murmuraba la brisa al desplazarse vagabundeando…Ruiseñor…
ruiseñor… ruiseñor. La muerte misma dejaba escapar un Ruiseñor de cuando en
cuando, y se avergonzaba de su ingenuidad…Finalmente el murmullo llegó a la corte,
a los ministros, al Emperador… Era éste un hombre de corazón aventurero que amaba
lo bello, y muy particularmente amaba la música, de manera que sintió curiosidad
por lo que estaba escuchando, y quiso ver por sí mismo el prodigio que fascinaba a
todo el Reino… (Bueno, en realidad decidió que el pajarito cantase sólo para él, je je.)
Efectivamente, el júbilo del mandatario no pudo ser mayor cuando escuchó el canto de
Vida que era aquel canto, y sus lágrimas impresionaron profundamente al gris pajarillo,
que sí se sabía muy apreciado, pero jamás se había sentido tan halagado. Fue
entonces que decidió permanecer en el palacio. “Mantener el buen ánimo de quien
dirige el destino de los trabajadores -se dijo – es igual que llevar felicidad a la vida de
estos”.
Pasó el tiempo. Mandatario y cantor permanecían largas horas juntos… intimaron…
se contaron sus respectivos secretos. Nunca uno y otro se habían sentido tan plenos.
Nunca los súbditos fueron más gratificados y servidos por su Señor. Todos eran
felices.
Y he aquí que los visitantes, habiendo oído que el viejo dignatario gustaba escuchar el
canto de un pajarito gris y sin atractivo, trajéronle como presente un precioso pájaro
mecánico, cuyo principal encanto era el virtuosismo de su peculiar cantar.
También esta vez el gran emperador se sintió fascinado, y dedicó muchos momentos
de descanso a escuchar el nuevo juguete. Nuestro pequeño amigo, por su parte, se
sintió cada vez más solo y más triste… y decidió volar hacia espacios más
prometedores. Una etapa de su vida había concluido… Emocionado de escuchar el
cristal de su voz por primera vez después de tanto tiempo, sintió el sabor de las
lágrimas. Así que no se detuvo, siguió cantando y bendiciendo… bendiciendo a su
buen amigo el Emperador, bendiciendo a los visitantes, y bendiciendo a ese
maravilloso pájaro cantarín, tan estático… tan extraño…
Pasó el tiempo. El monarca escuchó muchas veces el canto sin fisuras del vistoso
pájaro, qué perfecto era, qué igual era siempre. Tal vez le faltaba emoción… Y la
nostalgia hizo acto de presencia. Y se adueñó del ánimo del viejo emperador, quien
empezó a añorar las tertulias con su pequeño amigo y la intimidad que los unía. Y de
nostalgia enfermó gravemente. Y una vez más los ministros salieron en pos del gris
pajarillo.
En esta ocasión nada fue como antaño. No hubo alegría. La ansiedad sustituía al
entusiasmo. Una circunstancia inusual hizo acto de presencia. La muerte, que ya
rondaba las cercanías del palacio, se había dejado invadir por una emoción humana:
disfrutaba el canto del ruiseñor, y pretendía seguir escuchándolo. Nunca se supo con
certeza cómo negoció el asunto, pero consiguió una mayor vida para el monarca.
Es así como aquel amanecer el enfermo se siente algo animado al influjo de los
rayos de sol. Pudo incluso disfrutar de los ruidos de la mañana, placer al que había
se había visto obligado a renunciar durante todo este tiempo. Y… ¡por Dios! ¿No era
acaso la voz de su querido amigo esa que henchía el aire con una coloratura tan
hermosa? ¿Lo era? Sí, ninguna otra voz podía ser tan tierna, ningún otro canto tan
cálido. ¡Era el ruiseñor! Sin lugar a dudas era él… y dejando la cama como pudo,
llegó hasta la ventana, allí donde cientos de otras veces el ruiseñor había cantado
especialmente para su disfrute. Se reconocieron… de nuevo pasaban mucho tiempo
juntos… y de nuevo fueron felices. El Emperador había aprendido a amar la
diversidad, mientras mantenía lealtad por sus seres queridos.