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El exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los
cuales nos creemos superiores a los demás, nos hacen caer fácilmente, tal
como le paso a Goliat (1 Samuel 17:42-43), él fue soberbio, tuvo un
sentimiento de superioridad frente a David, un trato distante o despreciativo
hacia él.
David fue escogido por Dios, pues fue hallado conforme a su corazón (1
Samuel 16:1-12). A Dios no le impresiona lo externo, la verdadera belleza va
más allá de lo que se ve a simple vista, de lo que pueden ver nuestros ojos,
está en el corazón. David se protegió del orgullo y por eso venció. Cómo
protegernos o vencer este gigante que nos puede llevar al fracaso total:
Aplicación teoterápica
Cultivar la humildad y alejarnos del orgullo es nuestro llamado y sólo en la
comunión íntima con Dios podremos hacerlo, dependamos de él y venceremos
este gigante que busca destruirnos totalmente y entonces Dios nos
resguardará.