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En un cálido atardecer de verano, un grupo de amigos caminaba por la playa en busca de
su mejor amiga. Pues, la pequeña pelirroja siempre quería ganar. David, John y Hernesto
se encontraban en una encrucijada difícil de descifrar. La pequeña Catalina había
desaparecido, debido a una apuesta la cual consistía en entrar a la casa de los mil y un
gritos. La muchacha, terca como siempre, apostó US$ 50 a que lograría entrar a la
famosa residencia y traerse consigo el guante de oro. La joven Catalina, no tenía límites;
y bueno, de ella ¿Qué se podría decir?, era una chica fuerte, perspicaz, decidida y más.
En su apariencia... bueno, cualquiera diría que si no fuera por su cabello hasta la cintura
sería un hombre a simple vista, pero también tenía sus rasgos femeninos. Era esbelta,
con ojos marrones claros, pero de mirada penetrante, capaz de adivinar tu pensamiento
en un 2 por 3; de tez blanca y labios carnosos, de un rojo pasión. En fin, era la mujer
perfecta para un adolescente del género masculino. Sin embargo, tenía sus defectos, que
la llevaban a torpezas que quién sabe. ¡Nada se puede hacer!, pensaron todos en un
principio. Es demasiado testaruda, no tiene límites, un día va a saber lo que es bueno,
dijeron sus amigos en tono de reproche, pero a la vez divertidos. Aunque su amiga
siempre estaba allí, le decían indirectas todo el tiempo; pero eran adolescentes y sabían
muy bien cómo divertirse. Los problemáticos o los que arriesgan todo, los llamaban
algunos. Es que nadie olvida cuando estaban en Biología en 5to año de primaria y la
profesora empezó a dar temas del programa como partes del cuerpo, etc, en otras
palabras, clases de sexualidad. Pero nunca falta uno que es tonto o varios que lo son. Sí,
ese día los muchachos le dijeron un sinfín de tonterías a la profesora, la cual, acabó
echándolos. Desde allí se formó dicho grupito inseparable, aventurero, problemático y qué
sé yo. Pero no entraré en detalles, dado que su historia es larga.
Regresando al presente, los jóvenes estaban angustiados, Catalina se había pasado de la
raya esta vez, incluso ellos al haberle propuesto tal cosa, sabiendo que no rechazaría el
reto. Pasados unos minutos alguien por fin habló:
-Venga, hemos estado esperándola un buen rato ¿no creen que deberíamos buscarla?.-
Dijo Hernesto preocupado
-Quizás tengas razón, digo sí bien es una casa grande ya debería haber encontrado el
guante.-Contestó John.-¿Tú qué dices, David?
-Yo digo que está bien. Vamos! Es de Catalina de quien hablamos ¿no?. Entonces ¿de
qué se preocupan?. Yo deduzco que se encuentra bien.
-Tus "deducciones" nunca son correctas, David.-Le dijo John
-Oye, yo pienso...
-Tú, directamente no piensas.-Lo interrumpió John una vez más.
-Ya basta, parecen infantes ¿qué no ven la situación?. ¡POR DIOS! Catalina ha
desaparecido y ustedes pelean ¿por quién es más intelectual?.-Replicó Hernesto.
-Bien ya, pensemos, en este momento ella tendría que estar regresando ¿no?.-Dijo David.
Sus amigos asintieron.- Bueno, lo mejor será buscar en la casa de su amiga... ¿Marta?
¿Mirta? ¡¡¡María!!!, sí, María.
-Pero, ¿por qué ella estaría en su casa, si la mandamos a cumplir un reto.-Dijo Hernesto
confundido.
-Elemental mi querido Watson ¿no recuerdas esto?: ¡Ay, ustedes sí son malos! ¡Yo quiero
ir a ver a mi amiga y vosotros no me dejáis! ¡Tendré que ir por mis propios métodos!.-Dijo
David con voz chillona
-¡SABES! Iremos y ya, porque sino no nos dejarás en paz.-Contestó John cansado y
alterado.
-Bien!.-Habló John sintiéndose victorioso.
Los tres chicos se encaminaron rumbo a la casa de María. Atravesaron el bosque, el
cual está lleno de una flora muy rica. Uno puede ir y encontrarse con distintas variedades
de flores, desde tulipanes, rosas, girasoles... ¡Sí!, Girasoles, de todo podías encontrar en
ese bosque. Hernesto iba inspeccionando cuidadosamente todo lo que había en su
entorno, y observaba los distintos insectos que iban de un lado hacia el otro, incluso
habían hormigas que transportaban hojas para el invierno. Luego de 15 minutos de
intensa caminata llegaron a la que podría ser la casa e María. Ellos no sabían si era su
hogar dado que Catalina sólo les había mencionado que su casa quedaba atravesando el
bosque. Cuando se acercaron más pudieron confirmar que esa era su casa ya que tenía
un gran cartel que decía "Los Rose", y sí, Rose era el apellido de la chica.
EL CADEJO