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Foucault y Deleuze - Deseo y Placer
Foucault y Deleuze - Deseo y Placer
Cristian Candia
Foucault – Deleuze. Una amistad política y una amistad filosófica. Ambos se sitúan
en una deriva de la izquierda francesa (y eso en la Francia de los sesenta y setenta era
clave). En 1971, cuando Foucault crea el GIP 1, Deleuze evidentemente es uno de los
primeros en unirse a él. Forma parte de la comisión de investigación del caso Jaubert.
Milita activamente en el comité Djellali. Una larga conversación sobre el papel del
intelectual da fe de su profundo acuerdo.
1
Grupo de Instrucción sobre Prisiones. Basaba su trabajo en la investigación y denuncia de las
condiciones de encierro y castigo de las cárceles francesas de principios de los años setenta. Su labor
no se circunscribió al mero ámbito reivindicativo, sino que se extendió al de la lucha política y a la
investigación teórica. Ligada ha esta experiencia puede entenderse la preocupación de Foucault que
derivaría en la publicación del libro “Vigilar y castigar”.
1
Sencillamente, dejaron de verse. O, mejor dicho, Foucault quiso distanciarse de esta
relación que tanto había contado para él.2
En una entrevista fechada en octubre de 1994 3, Gilles Deleuze, afirmaba: “La última
vez que nosotros nos hemos visto Michel me dijo, con mucha gentileza y afecto,
aproximadamente: yo no puedo soportar la palabra deseo, incluso si tu la usas de otro
modo (...) Evidentemente, por una vez más, es otra cosa que una cuestión de palabras.
Porque yo, a mi turno, casi no soporto la palabra placer...” 4. La sospecha que
atraviesa y motiva el presente estudio es que cuando Deleuze dice deseo y Foucault
placer, están explicitando una diferencia que no es tangencial, ni menos aun
meramente nominal, sino que por el contrario, es una bifurcación esencial en el
pensamiento de ambos filósofos, una frontera que se abre como un campo de
exploración y una vía de acceso a reflexiones no del todo productivizadas, en la
senda, claro está, de lo que ambos llamarían de común acuerdo el pensar de otro
modo.
2
La pregunta que cruza transversalmente la última filosofía de Foucault guarda
relación con la posibilidad de construir una ética de los actos y sus placeres que pueda
tomar en cuenta el placer del otro. ¿Es posible integrar el placer del otro en nuestro
propio placer, sin referencia al contrato formal de la ley? Pregunta que apunta al uso
de los placeres dentro de lo que él llamó cuidado de sí. Esfuerzo por reasignar el
lugar de las preocupaciones en torno a la conducta para dar cuenta de las necesidades
últimas de un sujeto que desafía el modelo cartesiano de constitución del yo (self).
Desconfianza en último término de la paradigmática política que ha reticulado el
dominio de los cuerpos en la segmentación clausurante de la norma, pero también,
una notable preocupación por constituir un nuevo estatuto para el uso de los placeres
en la sociedad contemporánea; esfuerzo de actualización de los principios éticos –no
morales- que puedan dar luz sobre una biopolítica donde la preocupación por el otro
pueda basarse en el cuidado de la propia existencia. Desplazamiento en la dirección
de nuestra constitución y que viene definido por el tipo de relación que se tiene
consigo mismo, preocupación de sí que Foucault denomina ética; relación que
determina como el individuo juzga constituirse en sujeto moral de sus propias
acciones. Dado que el gobierno de sí mismo se integra en una práctica de gobierno de
los otros, preguntarse por la constitución de una experiencia lo es por aquélla que liga
la relación consigo a la de los otros. De donde se desprende que el placer es un
principio constituyente de sentido, a partir de la relación que guardamos con él se
producen las estratificaciones, se organizan las estrategias y se constituyen los lazos
de sujeción que determinan las relaciones sociales, razón por la cual, su peso
gravitacional es capital para entender la teoría general de Foucault: “he aquí lo que he
intentado reconstruir: la formación y el desarrollo de una práctica de sí, que tiene
como objetivo constituirse auno mismo como artesano de la belleza de su propia
vida”.6
3
se define solamente por zonas de intensidad, por umbrales, gradientes, flujos. Este
cuerpo es tanto biológico como colectivo y político; es sobre él que los
agenciamientos se hacen y se deshacen, es él quien lleva los puntos de
desterritorialización de los agenciamientos o las líneas de fuga. 8
bien en la proliferación del estrato canceroso, sigue siendo deseo”. Gilles Deleuze y Félix Guattari.
MIL PLATEAUX. ¿cómo hacerse un cuerpo sin órganos?. PRE-TEXTOS. Valencia. 1988. Pág. 169.
8
Deleuze lo llama cuerpo sin órganos porque se opone a todos los estratos de la organización, los
del organismo, pero también a las organizaciones del poder. El cuerpo sin órganos está hecho de tal
forma que sólo puede ser ocupado por intensidades. Sólo las intensidades pasan y circulan. Además, el
cuerpo sin órganos no es una escena, un lugar, ni tampoco un soporte en el que pasaría algo. Nada
tiene que ver con los criterios de interpretación. El cuerpo sin órganos hace pasar intensidades, las
produce y las distribuye en un espacio a su vez intensivo e inextenso. Ni es espacio ni está en el
espacio, es materia que ocupará el espacio en el grado que corresponda a las intensidades producidas.
No es posible emprender, por tanto, la tarea de definir el cuerpo sin órganos porque su materia escapa
a toda definición, no se entrega se muestra, no se dice se hace; “De ningún modo es una noción, un
concepto, más bien es una práctica, un conjunto de prácticas”. Deleuze – Guattari. Opus cit. Pág. 155.
9
Magazine littéraire. Opus. Cit. Pág. 187.
10
Trabajar con el infinitivo para huir eternamente del presente que todo lo fija, que todo lo
estamentiza, finalmente que todo lo condena a la muerte de la norma o a la prisión de la ley. El
infinitivo da vida, se proyecta en el acontecimiento incorporal, se perpetúa en el flujo constante de los
cuerpos intemporales: “Crecer, disminuir, enrojecer, verdear, cortar, se cortado (...) no son en
absoluto estados de cosas o mezclas en el fondo de los cuerpos, sino acontecimientos incorporales en
la superficie”. Gilles Deleuze. LOGICA DE SENTIDO. PAIDOS. Barcelona. 1994. Pág. 29.
4
filosofía”11, la respuesta de Deleuze será el gesto intempestivo de pervertir esa
trascendencia a golpe de efectos de superficie, desplazándose hacia el detalle que no
merece, ni en lo más, mínimo, el honor de una idea.
Por último, terminar con una cita muy en el espíritu de ambos pensadores: “Yo me
digo que no es por casualidad si Michel atribuye una cierta importancia a Sade y yo,
al contrario, a Masoch. No alcanza con decir que yo soy masoquista y Michel,
sádico”.12
11
Gilles Deleuze. CRÍTICA Y CLÍNICA. Anagrama. Barcelona. 1996. Pág. 190.
12
Gilles Deleuze. Magazine littéraire. Opus. Cit. Pág. 188.