Inteligencia Emocional

El cambio personal de Valeria en Decoideas

Una reconocida diseñadora llegó a dirigir el equipo creativo de Decoideas, confiada en que
rápidamente obtendría importantes logros. Sin embargo, nunca imaginó que el vuelco
profesional que estaba enfrentando vendría acompañado de conflictos comunicacionales con su
equipo e importantes cambios internos, y por primera vez, lograría aprender a escuchar lo que
sus colaboradores realmente sentían y pensaban.

Valeria llegó a Decoideas con el fin de guiar al equipo de Diseño y Desarrollo de Productos. Su experiencia la había
convertido en una de las diseñadoras más reconocidas del medio. Sin embargo, ahora cambiaba de giro, ya que en
vez de dedicarse al diseño de vestuario, empezaría a liderar el diseño de los espacios, accesorios y vanguardia para
el hogar.

Durante las primeras semanas trabajó sin descanso, planificando todo parala próxima temporada de primavera. “Esta
colección tiene que impactar.Debe tener un diseño exclusivo que le dé su propia identidad, pero lo esencial es que
sea innovadora”, pensaba confiada en que su colección sería todo un éxito.

Cuando terminó el proyecto, se juntó con los directivos para presentarles su obra maestra. Expuso sus objetivos,
mostró los diseños de cada producto y los asistentes aprobaron la idea. Sin embargo, cometió un gran error, ya que a
su propio equipo sólo le envió un correo electrónico con las directrices a seguir para concretar el tan ansiado
proyecto, con la excusa de “que ellos no participaban de la reunión”.

Valeria, por su parte, dio por finalizada la planificación para la nueva temporada y ya estaba enfocada en un plan de
innovación para cada local. Los meses de junio y julio fueron un período con decenas de reuniones y salidas a
terreno. “Tengo que cambiarle el rostro a Decoideas”, comentaba entusiasmada

El equipo está disconforme

Pese a la infinidad de trabajo, reuniones y salidas a terreno, Valeria nunca involucró a su equipo de trabajo en este
proceso. Y esto empezó a pasarle la cuenta.

Durante junio y julio la puerta de su oficina se abrió y cerró en varias oportunidades, lo único que se escuchaba era:
“Valeria, tenemos una duda respecto a…”, “Valeria, tuvimos un inconveniente con…” y así, Valeria esto, aquello y lo
demás. Ese ir y venir ya la tenía bastante desgastada y eso sin hablar de las horas de sobretiempo dedicadas al
trabajo.

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Lamentablemente su respuesta siempre fue la misma. Mientras analizaba una maqueta, contestaba un correo o
agendaba sus reuniones, les respondía sin siquiera mirarlos a los ojos: “Las respuestas las encuentran en el manual
que les envié a cada uno de ustedes a sus correos electrónicos, encuentro increíble que no sepan trabajar sin mí”.
Sin duda, ya estaba sobrepasada; no era la misma Valeria de antes, aquella cercana y comprensiva que todos
conocían. Y es que la presión por cumplir las metas que se le habían fijado era atroz,mientras el tiempo pasaba y los
plazos también, y con ello, su carácter se había modificado.

Estaba claro, Valeria oía lo que le preguntaban pero nunca se esforzaba por escuchar. Lo único que le preocupaba
era terminar con los locales antes del lanzamiento, ya que finalmente por eso sería evaluada y pretendía llevarse
todos los aplausos como siempre había estado acostumbrada. Ese era sin duda el máximo refuerzo al que podía
aspirar. Sin embargo, no se preocupaba verdaderamente por las necesidades y preocupaciones de sus
colaboradores, lo que se estaba transformando en unabomba de tiempo.

A dos semanas del supuesto lanzamiento, Manuel, uno de los líderes innatos de su equipo de trabajo, golpeó la
puerta de su oficina y Valeria a regañadientes lo hizo pasar.

-Manuel: Valeria, nos entregaste las indicaciones de qué hacer y cómo construir cada uno de los nuevos productos,
pero nunca tuvimos una reunión para conversar sobre cuál es nuestro parecer o cuáles serían los objetivos de esta
nueva campaña. Creo que antes del lanzamiento es fundamental tener una jornada de equipo, porque tenemos
algunos reparos frente al proyecto.

-Valeria: Pero para qué quieren más detalles, eso sólo le compete a los jefes de cada área. Las directrices que
entregué sobre tamaños, formas y la utilización de los colores en los productos son suficientes. La propuesta fue
aprobada, por lo que no veo razón para seguir discutiendo.

Manuel se retiró desconforme y de inmediato entró Rosa, quien se acercó cabizbaja a Valeria, porque su hija
pequeña estaba muy enferma.

-Rosa: Valeria, el equipo de producción tiene dudas sobre algunos productos, ya que hay materias primas
inadecuadas para ser utilizadas en materiales de cocina e incluso algunas telas para la línea de dormitorio.
Considerando que estamos ad portas del lanzamiento, ¿podríamos agendar una reunión pronto? Además, quisiera
saber si puedo retirarme antes de la jornada para llevar a mi pequeña al médico, está enferma y estoy muy
preocupada.

Valeria la miró de arriba a abajo y le dijo:

-Valeria: La verdad Rosa es que todos tenemos problemas personales, sin embargo, uno debe dejarlos en casa y no
mezclarlos con el trabajo, te lo digo como consejo. Ahora veamos lo que realmente nos compete, en el documento
que les envié desde el primer día están todas las indicaciones. Por favor estoy bastante ocupada, si regresas, tráeme
soluciones y no más problemas que con mi equipo ya tengo bastante.

Rosa, sorprendida y totalmente desencantada con la actitud de Valeria dijo:

-Rosa: Nunca me había tocado lidiar con un jefe tan individualista, ni siquiera tienes un poco de sentido común.
Adiós, espero que tengas un buen día.

Rosa cerró la puerta con mucha rabia e impotencia, dejando a Valeria muy molesta, ya que se sintió pasada a llevar.
Sentía que su ansiado éxito se hundía poco a poco. Acto seguido y sin poder aguantar más, salió rápidamente de su
oficina y se puso a llorar ante la atónita mirada de sus compañeros.

A la mañana siguiente, a pesar de sentirse avergonzada por el episodio del día anterior, llegó a reunirse con el
equipo, ya que la implementación del proyecto debía continuar. Estaban contra el tiempo y debían trabajar rápido.

A la reunión llegaron todos los colaboradores de los departamentos de Diseño y Desarrollo y de Producción. Sus
caras sólo reflejaban decepción y nada de entusiasmo por trabajar. Valeria no lo podía creer “¿Por qué habían
cambiado tanto en tan poco tiempo?”, ¿qué les pasaba, acaso era que estaban celosos de su éxito?, pensaba.

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-Valeria: Alguien me podría explicar ¿Por qué perdieron esa chispa que tenían en un comienzo?

-Manuel: Valeria, disculpa por ser tan directo, pero es la primera vez que no sacamos un proyecto adelante
trabajando como equipo. Fueron reiteradas las veces que tratamos de comunicarnos contigo para resolver problemas
que encontramos a medida que desarrollábamos el proyecto, así como también, te enviamos sugerencias para
mejorarlo. Sin embargo, nunca recibimos una respuesta deferente de parte tuya, lo cual nos deja muy molestos,
porque no estamos acostumbrados a trabajar de ese modo. Acá se trabaja en equipo, tú lo sabes y has
experimentado los beneficios de eso, y además, siempre las puertas de los jefes han estado abiertas para nosotros.

Valeria quedó sin palabras, jamás imaginó que lo que estaba pasando era tan grave, y se lamentaba por no haber
logrado darse cuenta. Tras la reunión y luego de haber llegado a algunos acuerdos para poder realizar el lanzamiento
sin más contratiempos, Valeria trabajó arduamente para evitar episodios como los ocurridos, centrándose
principalmente en el manejo de sus emociones, y en la capacidad de escuchar verdaderamente las necesidades y
preocupaciones del equipo, empatizandocon ellos.

El cambio interno de Valeria y la alianza con su equipo

A través de libros e investigaciones y algunas consultas con amigos coach que sabían mucho de Inteligencia
Emocional, Valeria logró ir trabajando en reconocer sus emociones, incluso se avergonzó de su baja asertividad y
también logró comprender a quienes la rodeaban. No era una tarea fácil, pero ya tenía las recomendaciones clave
para aprender a escuchar al resto, empatizar con ellos y comunicarse de manera efectiva.

Así fue como Valeria comenzó a cambiar de actitud y decidió reunirse con cada uno de los integrantes de su equipo,
a fin de preguntarles cuáles eran sus dudas, requerimientos y sugerencias. Así hubo espacio para las emociones,
para dejar atrás la rabia y las molestias. Esta política fue muy bien recibida por el equipo, ya que empezaron a notar y
valorar el cambio de Valeria.

Esto hizo que poco a poco el equipo empezara a tener el mismo, e incluso mejor desempeño que antes. Esta vez se
sentían valorados y escuchados por su jefa, lo que los hacía ser más eficientes y creativos.

Finalmente, la temporada de primavera salió bien, pero no con el éxito esperado, ya que las ventas se mantuvieron.
Las siguientes temporadas fueron buenas, aunque sin grandes sorpresas. Sin embargo, la temporada de primavera
del año siguiente, rompió todos los esquemas, los halagos llegaban tanto de colaboradores internos como externos,
e incluso la competencia admitió que ante la nueva propuesta no podría competir de igual a igual.

Sin duda, el éxito fue resultado del cambio interior de Valeria, que logró reflejar e inculcar en su equipo de trabajo.
Más que mantener un buen ambiente laboral y comunicarse, aprendieron a escucharse, entenderse y tomar
decisiones en conjunto; le dieron espacio a las emociones cotidianas y comprendieron juntos que no se trata de estar
libres de conflictos o roces, sino de la capacidad para escucharlos y resolverlos antes de que sea demasiado tarde.

El equipo de Diseño y Desarrollo terminó estando más unido que nunca, con más confianza entre ellos y entregando
diseños cada vez más creativos. Valeria por fin estaba tranquila, había entendido que un diseño creativo y exitoso
sólo podría salir a la luz si se involucraba al equipo en los procesos de trabajo, y si los colaboradores eran
escuchados y entendidos por sus jefaturas.

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