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Quiero expresar mis agradecimientos a la Universidad CEU San Pablo, por darme
el privilegio de contarme entre sus estudiantes y la posibilidad de cumplir con tan
importante proyecto académico, como lo es el alcanzar esta meta doctoral.
A mi director de tesis, Doctor Dn. José Luis Piñar Mañas, quien, a pesar de sus
ocupaciones y limitaciones de tiempo, tuvo la paciencia para saber orientar el
proyecto y dedicó buena parte de su espacio para que fuera una realidad.
A mi esposa Dora María y a mis hijos Any y Pablo por saber entender y aceptar el
tiempo que tome prestado para dedicarlo a la realización de este trabajo. Estoy
seguro que la vida sabrá compensarnos.
RESUMEN ............................................................................................................... 1
SUMMARY............................................................................................................... 2
3.4. La adjudicación....................................................................................... 37
3.4.1. Efectos de la adjudicación ............................................................... 39
3.4.2. La revocatoria del acto de adjudicación .......................................... 40
CAPITULO II. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO .............................. 41
2.2. Fundamentos.......................................................................................... 47
2.3. Elementos............................................................................................... 47
2.3.1. Hecho o conducta ........................................................................... 48
2.3.2. El Daño ........................................................................................... 48
2.3.3. Nexo Causal. ................................................................................... 50
2.3.4. La imputación. ................................................................................. 51
Esa causa o conducta ha sido considerada como fuente de responsabilidad por los
perjuicios ocasionados, trayendo consigo la dificultad para ubicarla como
responsabilidad contractual o extracontractual, o la de un campo propio como
precontractual. En esta controversia ha sido fundamental el título de imputación
en cuyo caso se exponen diversas corrientes: la culpa, la culpa in contrahendo, la
buena fe, la confianza, el daño al interés positivo y al negativo.
From the civil right, the precontractual responsibility has been structured to you
leave of the certain and objective relationships that are given parts between two
with the purpose of celebrating a contract, but that said road is interrupted by the
unjustified retirement of some of them.
In state matter, their location leaves from the consideration to the lack of the
service, approaching in its first expressions to the blame incontrahendo,
accompanied by the good faith, those which then abandons, to point out as holding
of imputation the principles of the good faith and the legality, without keeping in
mind the damage antijurídico like source of the responsibility of the State.
Palabras clave:
2
INTRODUCCIÓN
La justificación
3
También es importante advertir, que su desarrollo corresponde a un trabajo
descriptivo, analítico y comparativo cuya actividad está orientada a recoger los
principales aspectos normativos sobre el tema, así como las diversas posiciones
jurisprudenciales y doctrinarias en Colombia, para ser analizadas y confrontadas
con el tratamiento que de la materia se da, en el Derecho común europeo y en el
Derecho interno español, concretamente a partir de tres aspectos o nodos, que los
identifican, como lo son: Los principios de la contratación pública, los
procedimientos o recursos, y las medidas cautelares.
La Hipótesis
4
de responsabilidad precontractual con elementos autónomos que la diferencian de
otros tipos de responsabilidad y su régimen jurídico.
Las Conclusiones
5
2. En el ordenamiento jurídico colombiano la responsabilidad precontractual del
Estado se rige por las normas propias del derecho público.
Tal conclusión encuentra sustento a partir del artículo 90 de la C.P., que consagra
un régimen de responsabilidad general propio del Estado, soportado en el daño
antijurídico, el cual se extiende a lo contractual, lo extracontractual y lo
precontractual, como lo ha explicado la jurisprudencia constitucional y contencioso
administrativa.
6
3. La influencia del derecho español y del derecho comunitario en el derecho
colombiano, la cual se evidencia a partir de la adaptación que en éste se realiza,
de algunas de las instituciones establecidas en aquellos (Vrg. La consagración del
daño antijurídico como imputación de responsabilidad, los principios de la
contratación, y el sistema de medidas cautelares, entre otros)
7
administrativa), escenario dentro del cual procedía el análisis de la responsabilidad
precontractual, como especie o modalidad de la responsabilidad extracontractual.
8
CAPITULO I
9
Finalmente habrá de tenerse en cuenta que aunque se trate de procedimientos
descritos en la ley, su referencia en este trabajo resulta obligada en tanto que
muchos de los temas allí regulados han sido decantados por la jurisprudencia, la
doctrina y aún la propia práctica de las entidades estatales, con lo que no resulta
suficiente la simple referencia normativa, la cual sin lugar a dudas dejaría por fuera
aportes de interés.
1
“ARTICULO 209. La función administrativa está al servicio de los intereses generales y se
desarrolla con fundamento en los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad,
imparcialidad y publicidad, mediante la descentralización, la delegación y la desconcentración de
funciones.
Las autoridades administrativas deben coordinar sus actuaciones para el adecuado cumplimiento
de los fines del Estado. La administración pública, en todos sus órdenes, tendrá un control interno
que se ejercerá en los términos que señale la ley.”
10
En esa dinámica, el Estatuto Contractual establece normas orientadas a generar
entre las partes una relación de equilibrio o igualdad a través de la consagración
expresa de los fines del contrato estatal, así como de los derechos y deberes de
las partes, sin desconocer con ello las especiales consideraciones que merece el
contrato público como manifestación o forma de la actividad administrativa del
Estado, como en efecto se advierte desde el artículo 3º de la Ley 80/93, cuando
impone a los servidores públicos el deber de tener en cuenta que con la
celebración y ejecución del contrato se busca el cumplimiento de los fines del
Estado, la continua y eficiente prestación de los servicios públicos y la efectividad
de los derechos de los particulares que colaboran con ella en dicho propósito, al
tiempo que fija parámetros a la actividad del particular (contratista), para que tenga
en cuenta que en la celebración y ejecución del contrato es un colaborador del
Estado en la obtención de sus fines, en cuya condición, con su actividad cumple
una función social que, como tal implica obligaciones.
2
“Artículo 32. De los contratos estatales. Son contratos estatales todos los actos jurídicos
generadores de obligaciones que celebren las entidades a que se refiere el presente estatuto,
previstos en el derecho privado o en disposiciones especiales, o derivados del ejercicio de la
autonomía de la voluntad, (…)”
11
Otro agregado en este mismo sentido se manifiesta en el régimen jurídico o reglas
propias del contrato, el cual se define desde el artículo 13 del Estatuto, para
indicarnos que los contratos estatales se regirán por las disposiciones comerciales
y civiles pertinentes, salvo en las materias particularmente reguladas por dicha ley,
lo que adicionalmente confirma la bilateralidad del contrato estatal, al tiempo que
da lugar a que los eventos en los que se utilicen facultades unilaterales se tomen
como excepcionales, pasando así del concepto de cláusulas exorbitantes
(tradicionalmente utilizadas en estos casos), al de cláusulas excepcionales, como
se les va a denominar a partir de la vigencia del Estatuto.
3
No en vano, desde la misma exposición de motivos, se advirtió sobre su trascendencia, al
señalar:
“… los servidores públicos como los particulares que contratan con la Administración deben obrar
bajo el claro e inequívoco entendimiento de que una de las finalidades esenciales de la
contratación estatal la constituye, precisamente, el cabal cumplimiento de los cometidos estatales,
impone partir de la buena fe de sus actuaciones e implica, por ello, la simplificación de trámites,
requisitos y procedimientos, en el ámbito de un estricto régimen de responsabilidad correlativo.
Dicho principio encuentra un complemento de significativa importancia consistente en el debe de
12
En otros términos, se trata de establecer los mecanismos legales necesarios que
permitan el aseguramiento de la eficiencia del contrato estatal y la moralidad
administrativa, a la vez que la salvaguarda del derecho de igualdad y del debido
proceso de los particulares que colaboran con ella, evitando decisiones subjetivas
o desconocedoras de las reglas bajo las cuales se selecciona al contratista.
Asumido así el papel del principio de selección objetiva, es claro que sobre su eje
gravitan los intereses de la administración y de los particulares que participan en el
proceso de selección, en tanto se integran a él, en el campo específico de la
contratación, los demás principios que rigen la materia, así como la concurrencia
de los principios que la Constitución establece para la función administrativa, de
donde surge como consecuencia, su esencia como elemento integrador de todo el
procedimiento de selección del contratista y puente ineludible para asegurar para
la entidad la propuesta más favorable.
Por lo demás, está claro que este principio de la objetividad y de las obligaciones
impuestas a la Administración han de regir en esta fase precontractual, y como
tales han de presidir todo el procedimiento de preparación y adjudicación de los
contratos.4.
Así las cosas, la selección objetiva emerge como el principio que por excelencia
está llamado a regir el procedimiento de formación del contrato, no solo porque
con él se logra el desarrollo de la función administrativa bajo los principios que la
regulan, sino porque a través de ella, se garantiza a los particulares que acuden al
llamado, transparencia, igualdad y el debido proceso, por cuanto al margen de
ellos es difícil, sino imposible, alcanzar una selección objetiva del contratista y
garantizar para la entidad pública la obtención de la propuesta más favorable.
escoger al contratista mediante la selección objetiva.”. Exposición de motivos, proyecto de ley 149
de 1992.
4
EXPÓSITO VÉLEZ, Juan Carlos. La Configuración del Contrato de la Administración Pública en
Derecho Colombiano y Español. Análisis de la Selección del Contratista. 1ª edición, cuarta
reimpresión, Universidad Externado de Colombia. Bogota, 2006, págs. 434 – 435.
13
1.3. El procedimiento contractual
5
Según el artículo 3 del Decreto 1510 de 2013, “Proceso de Contratación es el conjunto de actos y
actividades, y su secuencia, adelantadas por la Entidad Estatal desde la planeación hasta el
vencimiento de las garantías de calidad, estabilidad y mantenimiento, o las condiciones de
disposición final o recuperación ambiental de las obras o bienes o el vencimiento del plazo, lo que
ocurra más tarde.”
6
En relación a esta etapa, Escobar Gil, señala:
“Determinada la oportunidad y conveniencia del proyecto por su incorporación en el presupuesto, le
incumbe a la Administración Pública el deber de invertir los recursos para la satisfacción de las
necesidades colectivas.
Es preciso que con anterioridad a la apertura de la licitación o concurso, o a la celebración del
contrato, si no se requiere acudir a esos procedimientos, se elaboren por la entidad contratante los
estudios y evaluaciones necesarios que permitan determinar adecuadamente las obras, los
servicios o los bienes que pretende obtener en el tráfico jurídico. Si se trata de construcción de
obras públicas, se requerirá adicionalmente que la entidad contratante elabore los planos y diseños
correspondientes.”. ESCOBAR GIL, Rodrigo. Teoría General de los Contratos de la Administración
Pública. Legis. Primera edición, segunda reimpresión. Bogotá, 2003, pág. 67.
7
Siguiendo la doctrina civilista sobre la responsabilidad precontractual y aún la posición adoptada
por jurisprudencia colombiana, encontramos que el inicio del período precontractual no está
circunscrito a la emisión de la oferta, sino que comprende aquellas actuaciones ciertas y objetivas
anteriores, a través de las cuales los interesados entran en negociaciones con el propósito de
formar la voluntad contractual. Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 23
de noviembre de 1989. Corte Constitucional. Sentencia SU-713 de 2006. MOSSET ITURRASPE,
Jorge y PIEDECASAS, Miguel A.. Responsabilidad Precontractual. Rubinzal Culzoni editores,
Buenos Aires, 2006, pág. 282.
8
De acuerdo con el citado artículo 3, “Período Contractual es cada una de las fracciones
temporales en las que se divide la ejecución del contrato, las cuales pueden ser utilizadas por la
Entidad Estatal para estructurar las garantías del contrato.”
14
Para tratar de responder a este interrogante se tiene que con el fin de dar
publicidad a las actuaciones del procedimiento de selección del contratista, el
Decreto 1510 de 2013, en sus artículos 20 a 25, enumera una serie de
documentos y trámites que tanto la entidad pública como los particulares deben
tener en cuenta para adelantar el proceso de licitación, entre los que se
encuentran: El aviso de convocatoria; el proyecto de pliego de condiciones;
observaciones y sugerencias de los particulares al proyecto de pliegos así como
las apreciaciones de la entidad a las mismas; el acto de apertura del
procedimiento licitatorio; el acta de audiencia de aclaración de pliegos; las reglas
aplicables a la presentación de las ofertas, su evaluación y a la adjudicación del
contrato; adendas al pliego de condiciones; el informe de evaluación de las
propuestas; el acto de adjudicación del contrato y el acta de la audiencia de
adjudicación; entre otros.
15
advenimiento trae determinados efectos jurídicos, pero no se materializa, la
apertura misma, en un nuevo pronunciamiento administrativo.9
Es por esa razón que de la selección objetiva del contratista se deriva la propuesta
más favorable para la entidad contratante, al tiempo que se garantizan los
derechos de los proponentes, lo que convierte al deber de objetividad, en la
finalidad misma del procedimiento de selección.11
9
MUTIS VANEGAS, Andrés y QUINTERO MUNERA, Andrés. La Contratación Estatal Análisis y
Perspectivas. Pontificia Universidad Javeriana, Facultada de ciencias Jurídicas, Santa Fe de
Bogotá D.C., 2000, págs. 100-101
10
No en vano, el artículo 29 de la ley 80 de 1993, sustituido por el artículo 5 de la ley 1150 de
2007, establece: “Artículo 5. De la selección objetiva. Es objetiva la selección en la cual la
escogencia se haga al ofrecimiento más favorable a la entidad y a los fines que ella busca, sin
tener en consideración factores de afecto o de interés y, en general, cualquier clase de motivación
subjetiva.”
11
VÉLEZ EXPÓSITO, Al respecto afirma: “En el plano del Derecho Administrativo de los contratos,
como bien se anota en dicho título, esta selección trata en últimas de confeccionar un recorrido de
pasos y fórmulas y, como tal, está precedida de un procedimiento, o, porque no, de formas. Así,
esos procedimientos o formas los componen un conjunto de actos, pronunciamientos y decisiones
que permiten a la Administración, salvaguardando sus intereses económicos y el principio de
igualdad de los administrados ante los beneficios y cargas públicas, elegir, de entre las personas
que voluntariamente se ofrecen para ello, al sujeto más apto para contratar; o sea, se debe
escoger con objetividad al particular que mejores condiciones ofrezca, sin interesar cualquier tipo
de valoración que involucre afectos o intereses personales y, en general, motivaciones de carácter
subjetivo.
Lógico es imaginar que, al tratarse de procedimientos preestablecidos legalmente para escoger a
la persona (natural o jurídica) que se va a encargar de ejecutar un contrato público, lo que se busca
16
1.4. Modalidades o procedimientos de Selección
Ante la importancia que representan no solo para la obtención de los fines del
Estado, sino por cuanto en ella se debe garantizar el derecho de los intervinientes
en dicho proceso, en el campo de la contratación pública, la fase de preparación y
adjudicación del contrato (dentro de la cual se ubican las modalidades de
selección), ha sido preocupación central de regulación no solo en nuestro derecho
interno, sino en otros ordenamientos (como acontece con el Ordenamiento común
europeo y con el Derecho interno español), cuya tendencia e influencia nos
muestra sobre la necesidad de reconocer en esta etapa la presencia de una
actuación sometida a reglas y principios especiales.
Sobre este aspecto y la incidencia que marca para el derecho común europeo, así
como para la normativa interna de los países miembros de la Unión, Piñar Mañas,
señala:
Esas Directivas, y todas las que han seguido, pretenden ante todo garantizar la
apertura de la contratación. Es decir, garantizar que la preparación y adjudicación de
los contratos que celebren los llamados "poderes adjudicadores" se lleve a cabo
mediante procedimientos objetivos y con publicidad. No hay en las Directivas una
regulación completa del régimen jurídico de la Contratación pública sino tan sólo de la
fase de preparación y adjudicación de los contratos. Fase ésta que es la que
realmente interesa en el Derecho Comunitario, pues es la que produce o evita las
posibles discriminaciones al contratar. Aunque, como veremos más adelante,
recientemente se ha dado un paso capital hacia la regulación de aspectos
relacionados no ya con la preparación y ejecución de los contratos, sino con las fases
de ejecución y cumplimiento.12
17
licitación o el concurso públicos como norma general, y la contratación directa
como modalidad excepcional (artículo 24), apoyándose para ello en el principio de
selección objetiva, definiéndose desde la propia ley algunos aspectos básicos para
el desarrollo de dichas modalidades.
(…)
18
De conformidad con las condiciones que señale el reglamento, en desarrollo de
estos procesos de selección, las propuestas técnicas o de proyectos podrán ser
presentadas en forma anónima ante un jurado plural, impar deliberante y
calificado.
(…)
19
seguridad, que necesiten reserva para su adquisición; los contratos para el
desarrollo de actividades científicas y tecnológicas; los contratos de encargo
fiduciario que celebren las entidades territoriales; cuando no exista pluralidad de
oferentes en el mercado; para la prestación de servicios profesionales y de apoyo
a la gestión, o para la ejecución de trabajos artísticos que sólo puedan
encomendarse a determinadas personas naturales, y para el arrendamiento o
adquisición de inmuebles.
2. El procedimiento de licitación
También se debe tener en cuenta que este procedimiento tiene dentro de sus
finalidades garantizar la efectividad de principios como la publicidad, la
transparencia, la no discriminación y la libre concurrencia, entre otros; de ahí que
como se señaló, sea reconocido legalmente como la regla general a seguir para la
selección del contratista y la adjudicación del contrato.
13
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 3 de diciembre de 2007, exp. No. 24715.
20
Diversos son los conceptos que se ofrecen respecto al término “licitación”;
veamos:
Para Vedel:
14
SAYAGUES LASO, Enrique. Tratado de Derecho Administrativo. 6ª edición. Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales Fundación de Cultura Universitaria. Montevideo, 1988, págs. 552-553.
15
VEDEL, George. Derecho Administrativo, Traducción de la 6ª ed., francesa de Juan Rincón
Jurado, comp., Madrid, Aguilar, ed, 1980, p. 201.
16
“En el Derecho Administrativo la licitación está considerada como un auténtico procedimiento
administrativo de carácter público, especial, integrado por un conjunto de actos preparatorios de la
voluntad administrativa contractual que conforman individualmente las fases o etapas de la
misma.”. EXPÓSITO VÉLEZ, Juan Carlos. Ob. Cit., pág. 443.
21
En similar sentido, la jurisprudencia del Consejo de Estado en Colombia, ha
definido la licitación pública como:
un procedimiento reglado a través del cual se hace una invitación pública por parte
de la Administración para que los posibles interesados en contratar con ella
presenten sus propuestas, de las cuales, previo el cumplimiento de las etapas que
lo conforman, se elige la más favorable para los fines de la contratación, con
sujeción a unas bases y condiciones establecidas por la entidad pública licitante”17.
17
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 3 de diciembre de 2007, cit.
18
EXPÓSITO VÉLEZ, Juan Carlos. Ob. Cit., pág. 447.
22
El carácter especial de ese procedimiento se impone no solo en razón de las
normas que lo gobiernan, las cuales, en consideración de la especialidad de la
materia, revisten una serie de presupuestos y previsiones que la diferencian en
variados aspectos, de las disposiciones generales previstas para la actividad
administrativa, sino también por la previsión del inciso final, artículo 2 de la Ley
1437 de 2011 –CPACA-19, que reconoce la prevalencia de los procedimientos
regulados por leyes especiales, sobre las normas generales contenidas en él; así
como la remisión supletoria que a este mismo Código, establece el artículo 77 de
la ley 80 de 1993, al habilitar su aplicación en las actuaciones contractuales, en
cuando sean compatibles con la finalidad y los principios de esta ley.
Por su parte, la Ley 80/93, consagró como principios de la contratación estatal los
de transparencia, economía y responsabilidad, a los cuales se han sumado los de
planeación y el de selección objetiva. Por lo demás, la actuación precontractual
que adelanta la administración, es un típico procedimiento administrativo, sujeto a
los principios orientadores de economía, celeridad, eficacia, imparcialidad,
publicidad y contradicción, señalados en el artículo 3 de la Ley 1437/11 - y en el
artículo 209 de la Carta.
19
Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo.
20
Al respecto puede consultarse: ESCOBAR GIL, Ob. Cit., págs. 152 a 159. Consejo de Estado.
Sección Tercera. Providencia del 7 de septiembre de 2004, exp. No. 13790.
23
directamente en él, de los cuales el Consejo de Estado se ha ocupado con mayor
énfasis en el estudio y aplicación en la etapa precontractual21.
Incluso, la Ley 1150 de 2007, siendo más directa que la Ley 80/93, para evitar
parcelaciones de la norma constitucional, de manera expresa consagra en su
artículo 13, la vinculación de las entidades públicas sometidas a un régimen
contractual diferente, a los principios constitucionales de la función administrativa,
con lo que reafirma la universalidad no solo de los principios superiores de dicha
función, sino de aquellos que rigen de manera especial para la contratación
pública.
21
Sobre este aspecto pueden consultarse, entre otras, las siguientes providencias: Autos de 14 de
agosto de 2003, Exp. 22.848, y de 30 de septiembre de 2004, Exp. 26945; y Sentencias de 10 de
agosto de 2000, Exp. 12.964, 15 de julio de 2004, Exp. AP 1156-02, 14 de abril de 2005, Exp. AP
01577; 20 de abril de 2005, Exp. 14.519, y del 3 de diciembre de 2007, Exp. 24715.
22
ESCOBAR ENRÍQUEZ, Álvaro B. El Contrato Estatal de Obra. Ediciones Jurídicas Gustavo
Ibáñez, Santa fe de Bogotá, 2000, págs. 138 a 145
23
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit., pág. 152 a 162. EXPÓSITO VÉLEZ, Juan Carlos. Ob. Cit, pág.
447 a 450
24
Constitución Política24, que rige para todas las actuaciones judiciales y
administrativas y del cual emana el deber que tiene la administración de definir de
manera previa y clara en los pliegos de condiciones las etapas, términos y demás
reglas bajo las cuales se orienta el procedimiento y resultan vinculantes para la
administración y para los participantes en la licitación. También en virtud de éste
principio, la Administración resulta obligada a diseñar reglas en estricta sujeción a
los parámetros establecidos en la ley y con la observancia de las garantías que en
ella se consagran.
No puede dejarse de lado que tanto para la ley cómo para la jurisprudencia, la
licitación, corresponde a un procedimiento reglado a través del cual se hace una
invitación pública por parte de la entidad estatal para que los interesados en
contratar con ella presenten sus propuestas, de las cuales, previo el cumplimiento
de las condiciones y requisitos dispuestos y agotadas las diferentes etapas que la
conforman, se selecciona la más favorable para los fines perseguidos por la
entidad pública licitante.26
24
“ARTICULO 29. El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y
administrativas.
…”
25
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit,, págs. 176-177
26
Consejo de Estado. Sección Tercera, Sentencia del 3 de diciembre de 2007, exp. No. 24715, cit.
25
Dada esta concepción, no existe duda en el reconocimiento que se hace de la
licitación como un procedimiento, a la vez que su propósito, soportado en la
objetividad para la selección del contratista, como medio idóneo que garantiza
para la entidad la escogencia de la propuesta más favorable. En otros términos, la
selección no objetiva (motivada por consideraciones subjetivas o personales), no
garantiza a la administración la escogencia de la propuesta más favorable. De ahí
que el eje central de la licitación y de cualquier modalidad de selección del
contratista, sea la selección objetiva.
27
DROMI, Roberto, Ob. Cit., pàg. 325
28
PALACIO HINCAPIÉ, Juan Ángel. La contratación de las Entidades Estatales. 1ª. Edición.
Librería Jurídica Sánchez R. Medellín, 1997, pág. 146
26
También corresponde a la entidad en esta fase obtener las autorizaciones o
permisos, así como las aprobaciones que se requieran para la celebración del
contrato.
Para Escobar Gil, con la convocatoria se inicia formalmente la licitación pública 29,
en tanto que para el Consejo de Estado, ésta se inicia con la apertura de la
licitación, es decir, con el acto administrativo motivado que expide con ese
propósito el representante legal de la entidad30.
29
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit., pág. 178
30
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 7 de septiembre de 2004, exp. No. 13790.
27
y los ajustes o medidas tendientes a hacer viable la ejecución del objeto previsto
para el contrato; y una tercera, relacionada con los efectos jurídicos de las dos
anteriores, los cuales según la previsión normativa, no son vinculantes y en
consecuencia no generan para la entidad la obligación de dar apertura a la
licitación, lo que encuentra fundamento lógico en el hecho de la magnitud o
alcance que pudieran tener las observaciones que se realicen por los interesados
al pliego de condiciones.
3. La oferta o propuesta
28
La eficacia de la propuesta está condicionada a su sometimiento material y formal
al pliego de condiciones, que constituye la regla de la licitación y la ley del
contrato. De ahí que se haya sostenido que la presentación de la oferta implica la
aceptación por parte del proponente de las reglas de la licitación y del contrato
establecidas en el pliego de condiciones. En este sentido, el Consejo de Estado ha
enseñado: “los tratadistas franceses suelen llamar muy expresivamente
soumission a la propuesta y soumisionnaire al proponente. La propuesta implica
un sometimiento al pliego de condiciones; y quien propone es porque tiene
conocimiento de éste y se somete a sus exigencias”31.
Para su validez, la propuesta debe ser presentada por una persona que reúna las
calidades exigidas por la ley para la celebración del negocio jurídico y de manera
concreta para la celebración de contratos con las entidades estatales, tales como
la capacidad legal, ausencia de inhabilidades e incompatibilidades, e inscripción
en el registro de proponentes, cuando a ello haya lugar.
Las propuestas deben referirse y ajustarse a todos y cada uno de los puntos
contenidos en los pliegos de condiciones.
31
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 16 de enero de 1975. Exp. No. 1503.
32
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 23 de septiembre de 1993. Exp. No. 6263.
29
Significa entonces que las propuestas que no se ajusten a las condiciones del
pliego o que no acompañen los documentos solicitados en él, deben ser
rechazadas, salvo que se trate de la omisión de requisitos no esenciales para la
comparación objetiva de las propuestas, como lo señala el parágrafo 1, artículo 5
de la Ley 1150 de 2007, según el cual: “La ausencia de requisitos o la falta de
documentos referentes a la futura contratación o al proponente, no necesarios
para la comparación de las propuestas no servirán de título suficiente para el
rechazo de los ofrecimientos hechos”.
El plazo de licitación no es definido por la ley sino por la entidad estatal quien lo
fija de manera discrecional, teniendo en cuenta aspectos como la naturaleza,
objeto y cuantía del contrato. La propia entidad tiene la facultad de prorrogar el
plazo de la licitación, de oficio o a petición de los interesados, antes de su
vencimiento, por un término no superior a la mitad del inicialmente previsto
(Artículo 30-6, Ley 80/93), sin embargo, está prorroga no podrá hacerla el último
día del plazo.
Dado el carácter formal y ante las exigencias legales que se imponen al obrar de
la administración, en el pliego de condiciones se deben señalar las circunstancias
de tiempo, modo y lugar, que permitan garantizar reglas objetivas, justas, claras y
completas de selección del contratista (art. 24-5, Ley 80/93). Estas formalidades
se traducen en unos requisitos que deben observar los proponentes en la
presentación de las propuestas y en unos documentos que obligatoriamente
tienen que aportar con el propósito que la entidad licitante pueda evaluar
objetivamente todos los aspectos de los ofrecimientos.
30
También se debe tener en cuenta que cuando la entidad así lo determine, la oferta
en un proceso de licitación pública podrá ser presentada total o parcialmente de
manera dinámica mediante subasta inversa (art. 2-1, Ley 1150 de 2007).
Se prevé igualmente, para efectos de la validez de la oferta, que ésta debe ser
entrega o depositada en el sitio indicado para tal evento en el pliego de
condiciones. A su vez, la entidad está obligada a recibir todas las propuestas que
le sean entregadas, sin que le sea permitido negarse a recibirlas so pretexto de
33
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit. pág. 189.
31
ausencia de algún requisito, puesto que esta es una labor propia de la fase de
estudio.
34
DROMI, José Roberto. Ob. cit., p. 405.
35
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 11 de diciembre de 1980. Exp. No. 2091.
32
que le habilita legalmente, en caso de resultar burlado por una adjudicación
irregular o por declararse desierta la licitación, para acudir al juez del contrato en
procura de que se le restablezca patrimonialmente el daño sufrido.
36
Ha dicho el Alto Tribunal: “Sin embargo, considera la Sala que en estos casos, quienes
participaron en la respectiva licitación o concurso público sí sufren un daño antijurídico, en la
medida en que, si bien los costos y gastos en los que incurren los participantes en un proceso de
selección de contratistas son el costo de oportunidad que deben afrontar por contar con la
posibilidad de ser favorecidos con la adjudicación, ello es así en la medida en que el procedimiento
adelantado por la Administración, tenga la posibilidad de concluir con una decisión válida y que si
ello no se da, sea por una ilegalidad surgida del acto mismo; porque si es una irregularidad que
vicia el trámite licitatorio previo, la que imposibilita la obtención de una adjudicación válida a favor
de alguno de los proponentes, habrán éstos incurrido en tales gastos y costos en vano, y por lo
tanto, tendrán derecho a que les sean reembolsados.” Consejo de Estado. Sección Tercera.
Sentencia del 3 de mayo de 2007, exp. No. 16209.
37
Art. 25-1, Ley 80/93. Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 3 de mayo de 2007,
exp. No. 16209, citada.
33
En desarrollo del procedimiento de licitación, se establece una fase de
comparación o cotejo de las propuestas, etapa en la cual la actuación de la
administración se orienta fundamentalmente a hacer el análisis de las propuestas
que le han sido presentadas, en primer lugar cotejándolas con las reglas del pliego
de condiciones para validar su contenido en relación con aquellas, y en segundo
lugar en su estudio comparativo con las demás propuestas presentadas, todo lo
cual implica trasegar el camino de su evaluación. Se trata en principio de una
actuación que corresponde adelantar a la administración, producto de lo cual
habrá de salir el informe de evaluación y la recomendación de adjudicación.
2. La oferta más favorable será aquella que, teniendo en cuenta los factores
técnicos y económicos de escogencia y la ponderación precisa y detallada de los
mismos contenida en los pliegos de condiciones o sus equivalentes, resulte ser la
más ventajosa para la entidad, sin que la favorabilidad la constituyan factores
diferentes a los contenidos en dichos documentos. En los contratos de obra
pública, el menor plazo ofrecido no será objeto de evaluación. La entidad efectuará
las comparaciones del caso mediante el cotejo de los ofrecimientos recibidos y la
consulta de precios o condiciones del mercado y los estudios y deducciones de la
entidad o de los organismos consultores o asesores designados para ello.”
En relación con este trámite de evaluación, se tiene que con fundamento en los
requisitos y criterios de selección previamente establecidos en el pliego de
condiciones, se cumplen dos actuaciones; el estudio jurídico de admisión de la
propuesta, y la calificación y comparación de las mismas. Una y otra, constituyen
una actuación reglada, que impone que cualquier concepto o dictamen que rinda
el comité evaluador debe basarse en los parámetros y criterios previamente
establecidos en el pliego de condiciones.
34
cuanto, esta conducta infringe los principios en que se funda la licitación y los fines
que ella persigue.38
Una vez verificado que la propuesta cumple con los requisitos establecidos en la
ley y en el pliego; en caso contrario, procede su admisión; en caso contrario,
deviene su rechazo39.
Así las cosas, no se podrá rechazar una propuesta por la omisión del oferente de
cotizar el componente de un ítem, cuando en otros ítems se ha cotizado el mismo
componente; o por no presentar el recibo de pago de la garantía de seriedad de la
oferta, cuando en la misma póliza consta expresamente su cancelación; o por no
acompañar el recibo de un pago o de determinado importe o valor, cuando esa
información reposa en la propia entidad41.
El acto que rechaza una propuesta trae como efectos jurídicos directos e
inmediatos la exclusión del proponente del procedimiento de selección; de ahí que
el afectado con la decisión tenga el amparo legal de su derecho a través del
recurso de reposición y de los medios de control (antes acciones), de nulidad y
nulidad y restablecimiento del derecho contra la decisión que lo margina.
38
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit., pp. 195-196.
39
En este sentido, ha sostenido el Consejo de Estado: La administración puede rechazar las
propuestas cuando éstas no reúnan las condiciones que se establecen en el pliego; en cambio,
cuando se formulan las propuestas en consonancia con el pliego, surge para la administración la
obligación de calificar cada una de ellas para hacerle producir el efecto jurídico deseado, que no es
nada distinto a que en la adjudicación se cumpla con todo el proceso negocial de formalización del
contrato.”. Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 29 de marzo de 1984, Exp. 2418.
40
Esta disposición se encuentra reglamentada como regla de subsanabilidad en el artículo 10 del
decreto 2474 de 2008.
41
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 30 de noviembre de 1994. Exp. No. 9652.
35
presenten las observaciones que estimen pertinentes. Resulta así que, por
imperativo legal, la entidad está en la obligación de dar publicidad al informe de
evaluación, a la vez que para los proponentes se garantiza el derecho a conocer y
controvertir el informe evaluativo. Se trata de un derecho de los proponentes el
tener acceso a la evaluación y formular las observaciones que consideren
pertinentes, el cual además de la citada norma, encuentra garantía en otras
disposiciones como la contenida en el artículo 25-2 de la citada Ley 80 de 1993,
cuando señala que en los procesos contractuales los interesados tendrán
oportunidad de conocer y controvertir los informes, conceptos y decisiones que se
rindan.
En cuanto a los efectos del informe de evaluación, es preciso tener en cuenta que
se trata de un acto de trámite que no otorga al proponente clasificado en el primer
puesto del orden de elegibilidad ningún derecho a exigir la adjudicación en su
favor, como en efecto lo ha expuesto la jurisprudencia del Consejo de Estado,
cuando señala:
42
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 12 de agosto de 1993, exp. Nº 6863. En
igual sentido, sentencias del 20 de junio de 1983 y 25 de Marzo de 1993, de la misma Sala.
Expedientes. 3355 y 6740.
36
3.3. La declaratoria de desierta de la licitación
3.4. La adjudicación
43
PALACIO HINCAPIÉ, Juan Ángel. Ob. Cit. Pág. 180 a 182.
44
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 6 de abril de 1989. Exp. Nº 3712.
37
En nuestro ordenamiento jurídico, la adjudicación del contrato corresponde al jefe
o representante legal de la entidad o al funcionario en quien hubiese delegado,
para lo cual realizará una audiencia pública que se desarrollará en la forma
prevista en el reglamento y en el pliego de condiciones.
45
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit., pág. 206.
46
MARIENHOFF, M. Ob. Cit., pág. 249.
38
adjudicación -dice el Consejo de Estado- son bien conocidos, corno que se ha
afirmado constantemente que, desde que ella se comunica, surge entre
adjudicatario y adjudicante una situación contentiva de mutuos derechos y
obligaciones, y de la que el contrato no viene a ser sino la forma instrumental o el
acto formal”47.
47
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 16 de enero de 1975. Exp. Nº 1503.
39
segundo lugar, siempre que su propuesta sea igualmente favorable para la entidad
(art. 30-12, Ley 80/93 y art. 9, Ley 1150/07).
En el caso de ser la entidad pública la parte que incumpla con esta obligación, se
tiene previsto que el adjudicatario no podrá exigirle el cumplimiento de la
obligación de perfeccionar el contrato, por el privilegio de la inexigibilidad del
facere que le confiere el ordenamiento positivo como principio para garantizar la
prevalecía del interés público sobre el interés privado. En este evento, el
adjudicatario tendrá derecho de reclamar por la indemnización de los perjuicios
sufridos como consecuencia del incumplimiento de esta obligación.
Frente a la absoluta prohibición legal para revocar los actos de adjudicación de los
contratos, la Administración no puede invocar válidamente motivo alguno del cual
pueda derivar potestades de revocación. Esto no significa que la entidad pública,
en estos casos, quede sujeta a la sola voluntad del adjudicatario cuando el acto
contraría preceptos superiores; ella tiene a la mano acciones consagradas por los
artículos 84 y 85 del Código Contencioso Administrativo, y si la infracción de la ley
reúne las características descritas en el artículo 157 del mismo código, podrá
además, obtener la suspensión provisional del acto48.
48
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 10 de marzo de 1994. Exp. No. 6436.
40
CAPITULO II
Este estudio, nos permitirá recoger elementos de juicio que a su vez serán, junto
con otros, la base para analizar la existencia o no de la responsabilidad
precontractual del Estado como una variable propia e independiente de la
extracontractual.
1. Aspectos Generales
41
Desde lo político, en tanto se trata de conductas o actuaciones que se dan dentro
del ejercicio del poder público, el cual parte de la búsqueda del interés general,
trascendiendo así la esfera de lo particular o privado.
¿Cuál sería la situación del ciudadano frente a un Estado que así actúa si no se
establecieran responsabilidades y mecanismos de control respecto de las
actuaciones de éste?
49
Según lo exponen GARCÍA DE ENTERRIA, y FERNÁNDEZ: “… el ejecutivo se designa así
porque justamente su misión es “ejecutar” la ley, particularizar sus mandatos en los casos
concretos; la distinción entre los poderes legislativo y ejecutivo da al primero la preeminencia y
limita al segundo a actuar en el marco previo trazado por las decisiones de aquel, esto es, por las
leyes. Lo mismo ocurre con el poder judicial, que deja de ser un poder libre, supuesta expresión
directa de la soberanía y con la misma fuerza creadora que el poder normativo supremo, para
quedar definitivamente legalizado, sometido a la ley.
Es a esta técnica estructural precisa a lo que se llama propiamente principio de legalidad de la
administración: esta está sometida a la ley, a cuya ejecución limita sus posibilidades de actuación.”.
GARCÍA DE ENTERRIA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tómas-Ramón. Curso de Derecho
Administrativo, tomo I, duodécima edición. Editorial Témis - Palestra. Bogotá - Lima, 2008, pág.
415.
42
Digamos que es a partir de la necesidad de la protección de los derechos
subjetivos de los particulares frente a los posibles abusos o excesos de poder y
del mantenimiento del orden jurídico que el señalamiento de responsabilidades y
el establecimiento de mecanismos de control se hacen indispensables para
mantener vigente la estructura del Estado de Derecho, responsabilidades y
controles exigibles y aplicables a la totalidad de los órganos estatales, a quienes
ejercen autoridad en nombre de aquel y aún a aquellos particulares que por
autorización de la ley cumplen funciones administrativas. En efecto, el principio de
responsabilidad y los mecanismos de control constituyen una garantía de
legalidad, de legitimidad y de oportunidad en la actividad pública, a la vez que
tienden a lograr la eficiencia y la moralidad en la actividad Estatal50.
50
VIDAL PERDOMO, Jaime. Derecho Administrativo. Undécima edición, Santa fe de Bogotá.
Editorial Témis, 1997, pág. 331.
43
público, hasta la construcción de una teoría capaz de someter al Estado a sus
propias reglas, para alcanzar una plena garantía de los derechos de los individuos.
51
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón. Tomo II. Ob. Cit., pág. 343.
44
solía hacerse; esto por cuanto a nuestros días el Estado se hace responsable no
solo por la actividad administrativa, sino también por aquellos perjuicios que pueda
causar por su actividad legislativa y jurisdiccional.
De otra parte, es preciso tener en cuenta que es en el derecho civil, donde tiene
su origen el concepto de responsabilidad patrimonial o civil, para hacer alusión a la
obligación de reparar que le asiste a quien ha producido un daño a otro. Es decir,
desde la perspectiva civilista, una persona es responsable civilmente cuando está
obligado a reparar el perjuicio que otro ha sufrido, a su vez, se está obligado a
reparar, cuando se ha sido la causa del perjuicio sufrido por la otra persona.
La responsabilidad civil supone siempre una relación entre dos sujetos, de los
cuales una ha sido la causa de un daño y otro lo ha sufrido. La responsabilidad
civil es la consecuencia jurídica de esta relación, o sea, la obligación del autor del
daño de reparar el perjuicio ocasionado. Por este motivo se advierte que la
responsabilidad civil se resuelve en todos los casos en una obligación de
reparación. Por tanto, es responsable aquel sujeto que queda obligado a
indemnizar el perjuicio causado a otro; y no es responsable quien, a pesar de
haber causado un daño a otro, no es obligado a repararlo52.
En este orden, el Estado al cumplir con sus funciones entra en relaciones jurídicas
con otros sujetos a partir de las cuales crea, modifica o extingue situaciones de
derecho, ellas reclaman la garantía del ordenamiento jurídico para evitar abusos
que desequilibren el sistema y que lleven finalmente al cuestionamiento mismo del
Estado. De ahí la necesidad del establecimiento de mecanismos que, regulando el
ejercicio de las funciones públicas, establezcan a la vez medios de control para
que los ciudadanos tengan la garantía del pleno ejercicio y respeto de sus
derechos, con lo que se advierte sobre la necesidad de introducir el principio de
responsabilidad del Estado, contexto dentro del cual se va a hacer tránsito de un
estado de irresponsabilidad, a la aceptación de la responsabilidad del Estado, no
solo como mecanismo para lograr su sometimiento a la ley, sino para reforzar el
sistema de protección de los derechos y garantías de las personas. Además, para
su efectividad se van a crear herramientas de tipo procesal, a través de las cuales
va a ser posible vincular al Estado como sujeto judiciable53 y declarar su deber de
responder.
52
VALENCIA ZEA, Arturo. Derecho Civil, tomo III, De las Obligaciones. Octava edición. Editorial
Temis, Bogotá, 1990, págs. 145 y ss.
53
García de Enterría y Fernández, explican el fenómeno y separan la personalidad jurídica de la
administración, de la personalidad jurídica del Estado, refiriéndose a este último como un concepto
acuñado por la teoría alemana, la cual se reduce al derecho internacional, en su relación con otros
Estados, a la vez que diferencian las relaciones externas, de lo que es la organización interna, en
45
2. Estructura de la responsabilidad del Estado
2.1. Fuentes
Las fuentes fácticas por su parte, están expresadas en las actividades cumplidas
por las autoridades del Estado, cuya acción u omisión genera un efecto en el
patrimonio del particular. Esas fuentes, enunciadas de manera genérica en el
citado artículo 90 como la acción u omisión de las autoridades públicas, se
traducen en las actividades mismas del Estado, en tanto el mandato constitucional
no excluye ninguna de ellas; por tanto, podrán ser fuentes fácticas la actividad
administrativa, la legislativa y la jurisdiccional.
46
En el caso de la actividad administrativa, atendiendo a las previsiones del inciso
primero del artículo 104 del CPACA, la fuente fáctica podrá manifestarse en un
acto administrativo, en un hecho, una omisión, una operación o un contrato
estatal. Tratándose de la jurisdiccional, y conforme a lo dispuesto por el artículo 65
de la Ley 270 de 1996, se expresa en el error jurisdiccional, la privación injusta de
la libertad y la falla en el servicio de administración de justicia.
2.2. Fundamentos
2.3. Elementos
54
Así, el inciso final del artículo 90 de la Carta, establece:
“En el evento de ser condenado el Estado a la reparación patrimonial de uno de tales daños, que
haya sido consecuencia de la conducta dolosa o gravemente culposa de un agente suyo, aquel
deberá repetir contra éste.”
47
2.3.1. Hecho o conducta
2.3.2. El Daño
55
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Ob. Cit., tomo II, pág. 326.
48
Por ello, la jurisprudencia nacional, siguiendo algunos parámetros de la doctrina
extranjera, dada la similitud en la consagración del precepto, como es el caso de
los artículos 106 de la Constitución Española y 90 de nuestra Constitución, ha
definido el daño antijurídico como “la lesión de un interés legítimo, patrimonial o
extrapatrimonial, que la víctima no está en la obligación de soportar, que no está
justificado por la ley o el derecho”; o también se ha entendido como el daño que se
produce a una persona a pesar de que “el ordenamiento jurídico no le ha impuesto
a la víctima el deber de soportarlo”56.
Que sea cierto: Significa ello que en efecto se debe tratar de una lesión o
menoscabo a un derecho (patrimonial o extramatrimonial), legítimamente
protegido, que tenga expresión actual, aunque sus efectos se prolonguen en el
tiempo, situación que excluye lo que podrían ser los daños eventuales o
inexistentes.
Que sea particular. Se trata en este caso de que el daño afecte o lesione el
derecho individual de la persona o personas que reclaman la reparación y no de
un daño sobre un derecho colectivo, puesto que, en este último caso, la situación
atiende las reglas especiales a través de las denominadas acciones populares
(Ley 472 de 1998).
56
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 5 de diciembre de 2005, exp. No. 12158.
También en este mismo sentido, puede consultarse la sentencia C-333 de 1996, Corte
Constitucional.
57
Consejo de Estado. Sección Tercera. Providencia del 18 de marzo de 2004, exp. No. 14.338.
58
HENAO, Juan Carlos. El Daño. Primera edición. 2ª reimpresión. Universidad Externado de
Colombia. Bogotá, 2007, pág. 183
49
Este presupuesto tiene aplicación aun tratándose de las acciones de grupo, por
cuanto en ellas, cada uno de sus integrantes tiene la carga de probar el daño
individual o particular que ha sufrido, por cuanto la decisión resarcitoria se
pronunciará de manera individual respecto a cada uno de ellos y no frente al grupo
en general.
Que sea anormal. Este requisito toma como presupuesto el equilibrio frente a las
cargas públicas, para reclamar del daño que con él se rompa dicho equilibrio o se
excedan las cargas o inconvenientes normales del funcionamiento del servicio,
presupuesto que se erige sobre el principio de igualdad frente a las cargas
públicas.59
59
HENAO, Juan Carlos. Ob. Cit., pág. 36
50
materiales en criterio de quien imputa, que guardan inmediatez con el hecho y
que, se considera, contribuyeron desde el punto de vista físico a la concreción del
daño”.
Es preciso tener en cuenta que para que surja ese nexo causal o imputación
fáctica se requiere que la conducta sea actual o inminente, que sea determinante
del resultado dañino y que sea a su vez idónea para producirlo, como in extenso lo
reclama la doctrina de la causalidad adecuada.
2.3.4. La imputación.
60
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 18 de marzo de 2004, citada
51
García de Enterría, y Fernández, se refieren a la imputación para indicar que es
Su comprensión como fenómeno jurídico nos enseña de una serie de teorías que
recogidas y aplicadas por nuestra jurisprudencia, se ajustan a referentes
normativos que en primera instancia se alojan en disposiciones de carácter civil,
para luego trasladarse al campo del derecho público, bajo el supuesto de que se
trata de las normas especiales aplicables al Estado. Esta evolución nos muestra
entonces un régimen jurídico compuesto fundamentalmente por tres etapas bien
delimitadas, a saber: El régimen jurídico basado en normas de derecho privado o
61
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón. Ob. Cit., tomo II, págs. 372-
373
62
Tamayo Jaramillo, señala: “En efecto, causalidad jurídica significa que el hecho le es imputable
jurídicamente al demandado. Ahora bien, en no pocas oportunidades la causalidad física constituye
al mismo tiempo causalidad jurídica. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando una persona causa una
lesión a otra en forma dolosa. En tales circunstancias, existe tanto causalidad jurídica como
causalidad física.
Puede suceder que aunque haya causalidad física no haya, sin embargo, causalidad jurídica. En
efecto, el derecho de la responsabilidad civil tiene establecido que cuando el agente causa el daño
físicamente, pero su conducta está determinada por una causa extraña, estaremos frente a la
ruptura del nexo causal y, por tanto, se considera que jurídicamente el daño no ha sido causado
por el agente. Así, por ejemplo, si una persona lesiona a otra por que un tercero en forma
imprevisible e irresistible lo ha lanzado contra la víctima, es claro que la causa física última de la
lesión es el cuerpo de quien fue empujado. Sin embargo, para efectos jurídicos se acepta que el
único causante del daño fue quien lanzó a esta persona contra la víctima.”. TAMAYO JARAMILLO,
Javier. Ob. Cit., tomo I, pág. 249
52
civil, una etapa intermedia o mixta, en donde converge la aplicación de normas
civiles y principios del derecho público, y una tercera etapa del derecho público.
63
RODRÍGUEZ R., Libardo. Ob. Cit., pág. 610.
53
Se tiene así que a la vez que se daba aplicación a la teoría organicista también se
empezó a hablar en algunos casos de la teoría de la falla o de la culpa del
servicio, como fundamento de la responsabilidad del Estado, situación con la que
el panorama de la responsabilidad del Estado llegó a tornarse más confuso, si se
tiene encuentra que esta última teoría, cuyo origen se ubica en la jurisprudencia
francesa, encuentra sus fundamentos en el derecho administrativo
(eminentemente público) y de manera concreta en la jurisprudencia del Consejo
de Estado Francés, pero que en nuestro medio trataba de ser aplicada con
algunas adaptaciones en razón de la naturaleza legislada de nuestro sistema
jurídico, que en fin de cuentas encontraba su soporte en las normas del Código
civil.
64
Consejo de Estado. Sentencia del 30 de septiembre de 1960. Anales, T LXII, pág. 278 y ss.
Citada por RODRÍGUEZ R., Libardo. Ob Cit., pág. 614.
54
a) La responsabilidad extracontractual del Estado no puede ser estudiada y
decidida a la luz de las normas del Código Civil y se abandonan, por inútiles e
inconvenientes, los esfuerzos de la doctrina y la jurisprudencia nacionales, por
encontrar en dicho estatuto, mediante inteligentes y sutiles teorías, las fuentes del
derecho positivo, determinantes de la responsabilidad estatal, en materia
extracontractual, sus modalidades y alcances.
55
prestan, o si se atienden de manera defectuosa o tardía, queda comprometida la
responsabilidad del Estado por los daños o perjuicios que con ello se ocasionen.
(…), como proyección del deber del Estado de prestar a la comunidad los servicios
públicos y en virtud de la cual el daño originado en irregularidades o deficiencias
de éstos, deber ser satisfecho por la administración; no juega, pues,
necesariamente, el concepto de un agente identificado, porque la falla puede ser
orgánica, funcional o anónima. O en otras palabras, la culpa del derecho común
localizada en un agente infractor según la tesis de la responsabilidad directa, vino
a radicarse en el Estado, configurándose la llamada culpa de la Administración66.
Este tipo de culpa, es explicado por Rodríguez R., en los siguientes términos:
Esta responsabilidad está basada en la culpa, pero en una culpa especial que no
corresponde exactamente al concepto psicológico tradicional, que implica que la
culpa solo es posible encontrarla en la actuación de las personas naturales.
65
GARCIA DE ENTERRÍA, Eduardo, y FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón. Ob. Cit., tomo II, pág. 378.
66
Corte Suprema de Justicia. Sentencia del 30 de junio de 1962, citada.
56
del servicio es una responsabilidad intermedia entre la subjetiva y la objetiva, pues
si bien se requiere la existencia de una culpa, no se trata de la culpa subjetiva
tradicional, sino de una culpa objetivizada.67
Hasta aquí hemos hecho referencia a la teoría cuyo título de imputación parte de
la consideración del servicio la cual ha sido considerada como soporte para el
desarrollo del principio de responsabilidad del Estado. No obstante, también ha
servido de fundamento para descubrir en el escenario de las responsabilidades
públicas, la existencia de otros títulos de imputación que no propiamente
dependen de la adecuada y oportuna prestación del servicio, sino que atienden a
circunstancias desligadas de la noción del servicio para amparar la situación del
derecho de quien sufre el perjuicio, razón por la que en oposición a la anterior, se
rotulan como tesis o teorías de responsabilidad sin falta, o simplemente de
responsabilidad objetiva. En otros términos, el panorama de la responsabilidad se
traslada del campo subjetivo de la conducta o servicio, al campo objetivo o
simplemente del daño o lesión.
67
RODRÍGUEZ R., Libardo. Ob. Cit., págs. 616 - 617.
57
especial, anormal, considerable, superior al que normalmente deben sufrir los
ciudadanos en razón de la especial naturaleza de los poderes y actuaciones del
Estado, rompiendo así la igualdad de los mismos frente a las cargas públicas, o a
la equidad que debe reinar ante los sacrificios que importa para los administrados
la existencia del Estado”68.
Tratándose del daño especial, es preciso resaltar que subyacen en él, como
soporte de imputación los conceptos de igualdad y de equidad69, cuya connotación
es esencialmente objetiva y atiende fundamentalmente a la situación de la víctima,
sin interesar la licitud o ilicitud de la conducta de la administración; de ahí que
tradicionalmente haya sido considerada como una variable del régimen de
responsabilidad objetiva.
68
Consejo de Estado. Sentencia del 28 de octubre de 1976, exp. No. 1482. Este criterio es
reiterado en sentencia de la misma Corporación, Sección Tercera, del 8 de marzo de 2007, exp.
No. 16421.
69
PELÁEZ GUTIÉRREZ, Juan Carlos. Reflexiones sobre los fundamentos de la jurisprudencia
administrativa francesa y colombiana en materia de actos de terrorismo. Instituto de Estudios
Constitucionales Carlos Restrepo Piedrahita. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2000,
pág. 77
70
MAYER, Otto. Derecho Administrativo Alemán, tomo IV, Buenos Aires, 1954. Citado por
GORDILLO, Agustín. Tratado de Derecho Administrativo. La Defensa del Usuario y del
Administrado. 1ª edición colombiana. Biblioteca Jurídica Dike. Medellín, 1998. pág. XVII – 43 y 44.
58
aquí donde reposa el título jurídico de imputación que obliga al Estado a asumir el
deber reparatorio.
Desde luego que en la generación del riesgo, es preciso destacar que el mismo
puede derivarse de un actuar lícito del Estado, solo que con él, se coloca al
particular en la situación de un daño eventual si el riesgo llega a realizarse, lo que
de por sí lo lleva a enfrentar una situación de desventaja que finalmente termina
por desequilibrar su posición frente a las cargas públicas, solo que a diferencia de
la tesis anterior, aquí el Estado ejecuta una actividad que genera riesgo, siendo el
riesgo creado lo que rompe con la igualdad, mientras que en la anterior no se
genera ningún riesgo, pero finalmente, en la búsqueda del bienestar colectivo, se
imponen cargas excepcionales o especiales a un particular, como sucede en el
evento previsto en el artículo 336 de la Constitución Política.
71
Consejo de Estado. Sentencia del 2 de febrero de 1984, expediente No. 2744.
59
material explosivo y construcción o ubicación de instalación o sedes militares u
oficiales).72
72
Al respecto puede consultarse: Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 10 de agosto
de 2000, exp. No. 11585. Otras providencias: Sentencia del 22 de julio de 1996, exp. No. 11934;
Sentencia del 12 de noviembre de 1993, exp. No.11934; Sentencia del 12 de noviembre de 1993,
exp. No. 8233; y sentencia del 29 de abril de 1994, exp. No. 7136, entre otras.
73
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Ramón Tomás. Ob. Cit., tomo II, pág. 384.
74
Corte suprema de Justicia. Sentencia del 26 de marzo de 1958. tomado de Código civil y
Legislación Complementaria. Legis editores, envío No. 24, pág. 13.
60
particular ejecuta el objeto previsto para el contrato y la entidad lo recibe, dando
por aceptada la prestación del servicio.75
Se tiene entonces que con la introducción del concepto de daño antijurídico como
supuesto de la responsabilidad del Estado, a partir de 1991, el daño antijurídico se
convirtió en el eje de las responsabilidades públicas. En otros términos, es la
situación de la víctima frente al daño sufrido y la imputación al Estado, lo que
determina, junto con el nexo causal que habrá de establecer la imputación, la
reparación que la víctima requiere para ser restablecido a su situación anterior.
75
Sobre este reconocimiento se tiene, entre otras las siguientes providencias del Consejo de
Estado, Sección Tercera: Sentencia del 6 de abril de 2000 exp. No. 12775.; Sentencia del 29 de
enero de 1998, exp. No. 11099; Sentencia del 4 de julio de 1997, exp. No. 10030.
76
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón. Ob. Cit., tomo II, pág. 367
61
Dentro de estas nuevas tendencias, se inscribe el concepto de daño antijurídico,
como uno de los temas más modernos del Derecho de daños. Sin lugar a dudas,
se trata de una de las cuestiones más analizadas por la doctrina y la
jurisprudencia, al cual se acude con una definición genérica, para significar que es
aquel que la víctima no está en el deber de soportar.
En este sentido es clara la posición del Alto Tribunal, en tanto deja establecido que
la responsabilidad que se erige desde el artículo 90 de la Constitución, no
depende de la conducta normal o anormal del Estado, o de su obrar legítimo o no,
sino del derecho protegido, como una garantía jurídica a la órbita patrimonial de
los particulares, y que se concreta en el hecho de que el particular no está
obligado a soportar el daño. En otros términos, se hace un reconocimiento
expreso de una responsabilidad objetiva, derivada de la norma superior, para ser
aplicable al Estado. He aquí una importante diferencia entre el régimen del
derecho privado (cuyo reconocimiento se soporta en la culpa) y el régimen en
materia de responsabilidad del Estado, con fundamento en el daño.
77
Corte Constitucional. Sentencia C-333 de 1996.
62
(…) el concepto jurídico de lesión difiere sustancialmente del concepto vulgar de
perjuicio. En un sentido puramente económico o material se entiende por perjuicio
un detrimento o pérdida patrimonial cualquiera. La lesión a la que se refiere la
cláusula constitucional y legal es otra cosa, sin embargo para que exista lesión en
sentido propio no basta que exista un perjuicio material, una pérdida patrimonial;
es absolutamente necesario que ese perjuicio patrimonial sea antijurídico,
antijuridicidad en la que está el fundamento, como ya anotamos, del surgimiento
de la obligación reparatoria78.
78
GARCÍA DE ENTERRIA, Eduardo. FERNÁNDEZ, Tomas – Ramón. Ob. Cit., tomo II pág. 364.
63
CAPITULO III
En otros términos, se trata de recoger los elementos de juicio que nos permitan
reconocer las tesis que el derecho privado ha elaborado respecto a la
responsabilidad precontractual, para responder a la pregunta de sí tratándose de
la responsabilidad precontractual del Estado, ¿es posible aplicar el régimen de
derecho privado o se requiere de la adopción de un régimen jurídico diferente,
previsto para éste? Por esta razón, se hará referencia inicialmente a la posición
adoptada por el derecho privado y posteriormente, nos remitiremos a los
planteamientos del derecho público.
64
En este contexto se inscribe el título de imputación como elemento estructural de
la responsabilidad, en el cual como medio de atribución jurídica está sujeto a las
variaciones normativas que se imponen para regular las nuevas condiciones
surgidas en las relaciones sociales. En otros términos, las variables condiciones
en las relaciones sociales y de manera concreta en el escenario del negocio
jurídico, imponen modificaciones normativas dentro de las cuales están
comprendidos los mecanismos que han de servir de título de atribución de
responsabilidad.
Los mismos enfoques son procedentes en la esfera del derecho público, habida
cuenta que sus planteamientos teóricos han gravitado a partir de las concepciones
y tesis elaboradas por el derecho civil, solo que con las exclusiones y
adaptaciones derivadas de las normas especiales que se imponen a las entidades
públicas.
En este orden, la formación del contrato comprende una serie de relaciones en las
cuales las partes involucradas desarrollan actuaciones o tratos tendientes a lograr
el acuerdo final que habrá de plasmar los términos del contrato pretendido. Esas
actuaciones o tratos se traducen en manifestaciones ciertas y objetivas del ánimo
contractual, capaces de motivar en la otra parte el interés para aceptar la relación
propuesta y dar respuestas igualmente objetivas y ciertas entrando en
negociaciones para alcanzar un objetivo común: la celebración del contrato.
65
La doctrina y la jurisprudencia del derecho civil y de reflejo las tesis del derecho
público, nos enseñan la procedencia del principio de responsabilidad en estos
casos79, de tal forma que con ello se brinde seguridad y estabilidad jurídica a las
relaciones surgidas entre las partes para lograr el acuerdo de voluntades.
79
Apunta en este sentido Alfredo Orgaz, en un comentario a un viejo precedente, que “si no se
contemplara este tipo de responsabilidad, la práctica de los negocios perdería la seriedad y la
lealtad que constituyen el basamento indispensable que el derecho debe asegurar a las partes.
ORGAZ, Alfredo. Tratativas contractuales y formación del contrato, Buenos Aires, ed., 1954. pp.
75-79.
Dice igualmente ESCOBAR GIL, señala: “Las irregularidades en que incurra la Administración
Pública durante el procedimiento de selección del contratista, o una vez adjudicada la licitación sin
estar perfeccionado el contrato, que causen una lesión o daño antijurídico a los oferentes o al
adjudicatario, comprometen su responsabilidad civil. Es la aplicación al ordenamiento
administrativo de la teoría de la culpa o daño in contrahendo estructurada por el célebre profesor
de Goettingen, Rudolf Von Ihering, a partir de textos romanos, y reconocida como fuente de
responsabilidad patrimonial en el campo del Derecho Civil.” ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit., pág.
227.
66
Dentro de los aspectos interesantes, se encuentra la determinación del momento a
partir del cual se está, en términos de la teoría, en la etapa precontractual, así
como la definición de lo que podríamos llamar el título de imputación o la
atribución jurídica. Esta consideración se torna importante si se tiene en cuenta
que es a partir del momento en el que se reconoce el inicio de dicha etapa, que
estamos en una fase que a pesar de no haberse perfeccionado el negocio jurídico,
surgen efectos obligacionales propios del contrato; de ahí entonces que según
esas corrientes, la responsabilidad precontractual deba ser analizada como una
especie de responsabilidad contractual.
80
BREBBIA, Roberto H. Responsabilidad Precontractual. Tomado de Enciclopedia Jurídica
Ameba, Tomo V. Editorial Bibliografía Argentina. Buenos Aires, 1977, pg. 278.
81
CANTARELLI, Leonor. Daño al interés negativo. Las tesinas de Belgrano, Departamento de
Investigación. Buenos Aires, 2004, pág. 7.
67
Al tratar de encontrar el fundamento normativo para su tesis, Ihering (citado por
Cantaralli), se ubica en el campo de la analogía por cuanto al revisar los textos
anteriores advierte que en ellos fueron resueltos a partir de la responsabilidad
extracontractual aplicando instituciones propias del derecho romano82; dando
cabida de manera excepcional a la evento contractual; sin embargo, termina
rechazando la culpa extracontractual por advertir que en el campo de la culpa in
contrahendo no tenía cabida ninguno de los presupuestos de tales instituciones,
por lo que atribuye a ella una condición de culpa contractual.
La objeción de que no puede haber acción contractual sin que exista contrato no
es válida si se asigna a la misma un valor absoluto. La declaración de nulidad del
contrato o el hecho de que el mismo no haya podido ser perfeccionado no invalida
todos los actos emergentes del pacto sino únicamente aquellos que se refieren a
la ejecución de las obligaciones contractuales. El contrato nulo o no perfeccionado
sigue produciendo otras obligaciones no vinculadas con la ejecución del convenio
como son, la restitución de las cosas entregadas por las partes, devolución de la
señal o arras y pago de las indemnizaciones que correspondan83.
82
CANTARELLI, Leonor. Ob. Cit., pág. 8
83
Tomada de BREBBIA, Raúl H. Ob cit., pág 280.
68
va a ser determinante por cuanto con ella se marca el iter contractual y con él la
línea divisoria entre la responsabilidad contractual y la extracontractual.
La validez de los contratos está sujeta a tres condiciones: capacidad del sujeto;
capacidad del objeto y certeza de voluntad. La inobservancia de cualquiera de
estos requisitos produce la invalidez del contrato y hace incurrir en culpa in
contrayendo a uno o ambos contratantes, originando la consecuente obligación de
resarcir84.
84
BREBBIA, Raúl.. ob cit. Pág. 280.
85
BREBBIA, Raúl Humberto. Responsabilidad Precontractual, Buenos Aires, 1957, págs. 123-140.
69
resulta inválido o nulo y ello va a ser de gran importancia para el sustento de su
tesis.86
86
Con ello no estamos significando que Ihering limite su teoría solo al evento de los contratos nulos
para dejar por fuera aquellos casos de la ruptura intempestiva de las tratativas frustrantes de la
celebración de contrato. No, también ellas tienen cabida, solo que el énfasis y punto de partida de
su teoría se encuentra en el primero y no en el segundo, cuyas situaciones quedarían igualmente
comprendidas dentro del período contractual, en tanto surgidas a partir de oferta.
87
Tribunal Supremo Español, STS 26/11/1997 (ED 1997/9819).
88
Tribunal Superior de Medellín. Sala Primera de Decisión Civil. Sentencia del 15 de noviembre de
2012. Exp. No. 05-001-31-03-012-2009-00393-02.
70
En este sentido se observa como para la jurisprudencia española, las
negociaciones o tratativas alcanzan la categoría de obligaciones contractuales,
diferentes al contrato definitivo, sin que tampoco sea posible asimilarlo al contrato
de promesa, como podría suceder en el caso colombiano, en el que se exige del
cumplimiento de algunos requisitos, pero que en todo caso, nos dan cuenta de la
tendencia en dicha jurisprudencia, a la aceptación de la responsabilidad
precontractual como una especie de la responsabilidad contractual al aceptar en el
período de las negociaciones o tratativas el surgimiento de un vínculo obligacional.
Desde esta perspectiva, el planteamiento del tema toma una postura diferente
para adherir a las corrientes clásicas que han considerado la responsabilidad en el
período de formación del contrato, como una expresión más de la responsabilidad
extracontractual, dentro de la cual se ubica toda expresión de responsabilidad,
excepto aquella que tenga el carácter de contractual. Por ello, buena parte de sus
argumentos reposan en la ausencia del contrato y la consecuente asignación de
una naturaleza extracontractual. En otras palabras, la responsabilidad es por
esencia extracontractual, a excepción de los casos donde existe un contrato, que
será contractual.
Es así como para el derecho romano resultaba claro que a este tipo de
responsabilidad le eran aplicables, como fundamento de responsabilidad, tanto la
actio dolos, como la Lex Aquilia, instituciones propias de ese sistema, por cuanto
allí podrían concurrir bien el elemento intencional o los presupuestos del daño
material, partiendo en todo caso del supuesto de la culpa aquiliana.90
También se evidencia que de tiempo atrás a la tesis de Ihering, las leyes civiles
habían contemplado algunas situaciones en donde podían surgir determinados
casos de responsabilidad en ese período de formación del consentimiento, (por
ej., la revocación de la oferta); pero estaban lejos de advertir que tales casos,
podían ser encuadrados dentro de las reglas que rigen la materia contractual y
menos aún que dieran lugar a una responsabilidad de características especiales.
89
PÉREZ VIVES, Álvaro. Teoría general de las obligaciones. 2ª edición. Editorial Universidad
Nacional de Colombia. Bogotá, 1957, pág. 6.
90
CANTARELLI, Leonor. Ob. Cit., pág. 8.
71
Para el caso colombiano, es preciso señalar como en reciente providencia, la
Corte Suprema de Justicia - Sala de Casación Civil-, consideró que la
responsabilidad precontractual debía regirse por las reglas de la responsabilidad
civil extracontractual en razón de la inexistencia de un vínculo jurídico consolidado
positivamente entre las partes, precisando:
Esta misma doctrina es planteada por Baudry et Barde, Decaer y los Hermanos
Mazeaud, para quienes este tipo de responsabilidad no reviste característica
alguna que no pueda ser analizada y definida bajo el concepto de culpa. 93
91
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 5 de julio de 2011. Exp. No.
19001-3103-003-2000-00183-01
92
Aubry y Rau, con fundamento algunas tesis expuestas por Pothier, van a proponer un título de
imputación ubicado e la culpa aquiliana toda vez que el fenómeno acaecido con la retractación de
la oferta no es más que un hecho culposo que no tiene elemento alguno que lo excluya de la
regulación que al respecto establece el código civil. (se refiere al artículo 1382 del Código Civil
Francés). Citado por BREBBIA, en Enciclopedia cit., pág. 284.
93
PÉREZ VIVES, Álvaro. Ob. Cit., pág. 7.
72
responsabilidad contractual donde no hay contrato. O bien, ha habido acuerdo de
voluntades: uno ha hecho la promesa de celebrar un contrato y el otro ha aceptado
esa promesa; y entonces precede un primer contrato al contrato definitivo; cabe
hablar de responsabilidad contractual. O bien, no ha habido acuerdo alguno de
voluntades acerca de la promesa; en tal caso, el período de negociación queda
fuera del círculo contractual; para obtener de su “precontratante” la reparación del
daño que éste le haya causado al otro, la víctima del daño deberá colocarse en el
terreno de la responsabilidad delictual y cuasidelictual, (…)94.
En nuestro sistema legal no cabe otra cosa que concluir, en consecuencia, que la
culpa precontractual se encuentra regida por las normas atinentes a la culpa
aquiliana o extracontractual (…). Ello no significa, empero que la culpa nacida en
el período precontractual no revista caracteres intrínsecos propios que la
individualizan de la culpa extracontractual originada por hechos ilícitos97.
73
procedido de buena fe exenta de culpa, como lo establece el artículo 863, Ibídem,
con la advertencia que si la ruptura es culposa, surge responsabilidad y ella será
de naturaleza extracontractual.98
Despierta interés esta última posición por cuanto a pesar de entrar de plano
afirmando la responsabilidad extracontractual en este tipo de situaciones, abre la
posibilidad de que la misma, bajo ciertas circunstancias, se considerada como
contractual; precisamente, como lo señala el referido autor, si la oferta cumple con
los requisitos señalados en las disposiciones del Código de Comercio, la
responsabilidad será contractual, empero si no, lo será extracontractual.
Para ser más exactos, en términos del citado autor, la presencia de una oferta
válida, determina el inicio de la etapa contractual y por consiguiente, las
responsabilidades que en ella surjan, serán de naturaleza contractual y no
extracontractual, en lo que guarda importante similitud con la tesis Iheriana, no
solo en cuanto al momento a partir del cual surge la relación contractual (oferta),
aclarando la circunstancia de que sea válida, sino por cuanto deja por fuera de ella
cualquier circunstancia anterior o derivada de una oferta inválida, de donde en
nuestra opinión, tal tesis se encuentra más próxima a las corrientes
contractualistas que a las extracontractuales.
Ahora, en el campo que nos ocupa, encontramos que de las posiciones adoptadas
por los autores que se inscriben en la escuela extracontractualista y que hemos
reseñado, se advierten como título de imputación, principalmente el abuso del
derecho y la buena fe.
98
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Ob. Cit., tomo I, págs. 72 y 73.
74
con ello se empieza a abrir paso la tesis de que también de los actos lícitos puede
derivarse una responsabilidad, puesto que se acepta que aún que el abuso no
constituya ilicitud, puede originar el deber de reparar el daño causado.
99
JOSSERAND, Luis. Derecho Civil. Tomo I. Teorías Generales del Derecho y de los Derechos.
Traducción de Santiago Cunchillos y Manterola. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos
Aires, pág. 153 y 154
100
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Ob. Cit., tomo I, págs. 590-591.
101
A manera de referencia, puede consultarse: Corte Suprema de Justicia, sentencia del 21 de
febrero de 1938; sentencia del 6 de septiembre de 1935, y sentencia del 11 de octubre de 1973.
75
concreto, la barrera entre el uso normal y legítimo del derecho y el abuso de su
ejercicio.
Respecto al segundo título de atribución se parte de considerar que “La buena fe,
entonces, es el predicado de la conducta leal, del comportamiento íntegro y
honesto; es la preocupación por la cooperación; es ausencia de mala voluntad y
de intensión malévola.
Otro concepto es el contenido en el artículo 768 del Código Civil, según el cual “La
Buena Fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios
legítimos, exentos de fraude y de todo vicio”.
También debe tenerse en cuenta que en el campo del derecho civil, tanto la teoría
del abuso del derecho como el instituto de la buena fe constituye principios
generales del derecho, cuya aplicación reviste una cierta universalidad y por tanto
pertinente en cualquier esfera de la responsabilidad cualquiera sea la naturaleza
(contractual, precontractual o extracontractual), lo que de suyo no sería elemento
diferenciador suficiente para indicarnos el tipo de responsabilidad al que nos
enfrentamos, pues en esencia, se trata de títulos de imputación genéricos; ello no
significa, desde luego, restarles importancia y menos negar su validez, solo que
como título genérico no permitirían separar una responsabilidad de otra, amén de
que pueden ser desplazado por un título especial de imputación.
102
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, sentencia No. 22407, del 16 de marzo de
2005, M. P. Álvaro Orlando Pérez Pinzón.
76
sosteniendo su independencia, a la vez que abriendo un espacio intermedio entre
los extremos tradicionales.103
Con esta posición se presenta un importante giro en el análisis del tema, en tanto
que, de una parte se cuestiona el periodo a partir del cual surgen las obligaciones
para las partes, al reconocer que ellas pueden originarse, aún con anterioridad a la
oferta; de otra, esa responsabilidad no surge como una responsabilidad
contractual, sino precontractual, de suerte que bajo el éste último período quedan
comprendidas aquellas tratativas o negociaciones preliminares o anteriores a la
emisión de la oferta, planteándose con ello una separación de lo que fuera
expuesto por Ihering en su doctrina de la culpa in contrahendo.
103
Sobre este fenómeno, explica la Corte Suprema de Justicia:
“a menudo la celebración del contrato no se logra de un solo golpe, sino que está precedida de una
serie de aproximaciones, encuentros e intercambios de opiniones y de consultas entre las partes,
lo que autoriza a afirmar metafóricamente que el contrato es, desde esa perspectiva, el punto final
de los desacuerdos, y que es natural que en dicha fase se puedan presentar situaciones
perjudiciales para los contratantes, si es que no ajustan su conducta al secular principio de la
buena fe; y dado que sería cuando menos ingenuo atrapar todas las hipótesis que ofrece la
realidad, el legislador prefirió una cláusula general con el fin de permitir al intérprete un criterio
elástico de valoración, estatuyendo que las partes ‘deberán proceder de buena fe exenta de culpa
en el período precontractual, so pena de indemnizar los perjuicios que se causen’ (art. 863 del
código de comercio).” Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil, Sentencia. 2 de agosto de
2001.
104
BREBBIA, Raúl H. Ob. Cit., pág. 282
77
1.1.4.1. El título de imputación
5. Factor de Atribución:
La imputación jurídica se genera por apartamiento de la buena fe, del ejercicio
regular de los derechos, o por comportamientos dolosos o culposos. En la
reparación del daño involuntario el factor de atribución es la equidad107.
105
BREBBIA, Raúl H. Enciclopedia cti., pág. 283.
106
SALEILLES, R.. De la responabilité precontractuelle. En Reuve Trimestrielle de Droit civil, 1907,
pág. 697-751. citado por MAZEAUD y TUNC, ob. cit., pág. 164. También en BREBBIA, ob. cit.,
pág. 283
107
MOSSET ITURRASPE, Jorge y PIEDECASAS, Miguel A. Responsabilidad Precontractual.
Rubizal-Culsoni Editores. Buenos Aires, 2006, pág. 283-285.
78
No obstante, seguidamente, los mismos autores dejan expresa su posición en
torno al título de imputación al señalar: “Es interesante “rescatar” que, como
fundamento de la responsabilidad precontractual, declaramos, en esas jornadas -
en compañía de Lorenzeti, Casiello, Nicolau, Goldenberg y Laplacett- que “la
negociación y la justa distribución de riesgos económicos, es el bien jurídico
protegido en el período contractual”108.
Conforme a lo dispuesto por el artículo 846 del Código de Comercio la oferta para
la celebración de un contrato es irrevocable y, por consiguiente, si el proponente
se retracta luego de comunicada, habrá de indemnizar al destinatario los perjuicios
que con esa conducta le ocasione, norma esta que guarda perfecta y estrecha
armonía con lo preceptuado por el artículo 863 del mismo código, que ordena a las
partes indemnización de los perjuicios que se causen cuando una de las partes no
actúe con buena fe exenta de culpa en el período precontractual.
Ello quiere decir, que por expreso mandato del legislador se incurre en
responsabilidad civil siempre que por un error de conducta de una cualquiera de
las partes, se irroga sin justificación perjuicio a la otra parte en la etapa
precontractual, pues, el legislador, como se puede observar por el texto mismo de
las normas citadas, ha rodeado de protección a quienes participan en ella, de
manera que, si se sorprende a la contraparte con el rompimiento del proceso de
negociación sin motivo justificado y con violación del principio de la buena fe, es
apenas natural que, puesto que todavía no ha nacido a la vida jurídica el contrato
en vía de formación, no pueda exigirse la reparación del daño causado alegando
para el efecto responsabilidad derivada de incumplimiento contractual, lo cual no
significa sin embargo que no se haya causado una lesión, un daño a la otra parte,
pues es evidente que en la etapa precontractual si se incurre en ese tipo de
conducta, ha de garantizarse el "restablecimiento de la situación patrimonial
negativa en la que puedan encontrarse aquellos por la confianza que tuvieron en
que el curso normal de la negociación no se interrumpiría.
108
MOSSET ITURRASPE, Jorge y PIEDECASAS, Miguel A. Ob. Cit., pás. 284 – 285.
79
Se observa en esta posición como el Alto Tribunal, adhiere a la tesis de la buena
fe como factor de imputación, a la vez que agrega el hecho de la confianza
suscitada en el curso de la negociación, para fundamentar el restablecimiento de
la situación patrimonial negativa, aspectos éstos que serán analizados en el caso
de las relaciones del Estado con sus proponentes.
De suerte que el análisis de cada uno de ellos, nos lleva a apreciar una gama de
fundamentos tanto subjetivos como objetivos, claro está con una marcada
tendencia a la aceptación de estos últimos, expresados alrededor del derecho
protegido, expuesto por Lorenzeti, Mosset, y Piedecasas, entre otros.
Ahora bien, centrando nuestro interés en las corrientes de la responsabilidad
precontractual, se tiene que tratándose del estudio del título de imputación en este
tipo de responsabilidad, se presentan algunos aspectos de importancia en razón
de su estrecha relación con el fundamento de atribución, a los que aludimos
brevemente. Ellos son: La extensión del período precontractual, el deber de
información o comunicación, y eventos de responsabilidad precontractual.
Faggella por su parte toma este período desde una perspectiva más amplia al
señalar que dicho período va desde las tratativas anteriores a la oferta y culmina
con la celebración del contrato, aspecto que refuerza Cantarelli al expresar que en
109
CANTARELLI, Leonor. Ob. Cit., pág.14.
80
la actualidad los negocios son cada vez más complejos y requieren de un mayor
número de negociaciones y tratativas, como pasos previos a la gestación del
acuerdo, de donde pueden surgir responsabilidades para los intervinientes.110
(...) para que exista oferta se requiere voluntad firme y decidida para celebrar un
contrato, lo que la distingue de los simples tratos preliminares, en los que de
ordinario esa voluntad con tales características todavía está ausente; y, al propio
tiempo, ha de ser tan definida la voluntad de contratar por quien lo hace, de
manera tal que no ha de aparecer duda de ninguna índole de que allí se encuentra
plasmado un proyecto de contrato revestido de tal seriedad que no pueda menos
que tenerse la certeza de que podrá perfeccionarse como contrato, con el lleno de
todos los requisitos legales, (…)”112.
110
CANTARELLI, Leonor. Ibidem.
111
MOSSET ITURRASPE, Jorge y PIEDECASAS, Miguel A. Ob.Cit., pág. 282.
112
Corte Suprema de Justicia. Sentencia del 23 de noviembre de 1989 (G. J. CXCVI, No. 2435, pg.
123.
113
Corte Constitucional. Sentencia SU – 713 de 2006.
81
De las diversas posiciones que se traen, es claro que en el estado actual del tema
existe una marcada tendencia a reconocer que el período precontractual no está
circunscrito al momento de la oferta, sino que se extiende aún desde las tratativas
anteriores a ella y hasta la celebración del contrato, bajo el supuesto que también
desde las mismas negociaciones iniciales puede producirse un daño.
Esta tendencia se acentúa aún más si tenemos en cuenta que con el desarrollo
tecnológico de nuestros tiempos, toman auge diferentes mecanismos de
negociación, cuyas implicaciones conllevan a relaciones virtuales, a partir de las
cuales, la publicidad, la información, la celeridad, etc., juegan un papel definitivo
en el mundo jurídico, y a partir de él, se desarrolla un movimiento comercial
basado en la confianza que se suscita en la información de las propiedades del
producto.
Así, S. Picasso advierte que definir el contenido del deber de obrar de buena fe
resulta bastante difícil, y puestos a encarar esta tarea los autores acuden en
general a la utilización de sinónimos, como lo son "lealtad", "probidad", etc. Sin
embargo, puede afirmarse, como lo hace la doctrina moderna, que la regla de la
buena fe tiene verdadera fuerza jurídica, esto es, crea deberes a los que están
sometidos, en este caso, los futuros contratantes.
Para este autor, “De entre esos deberes, la doctrina comparada suele enumerar
los siguientes: de colaboración; de reserva o secreto respecto de ciertas
circunstancias que han llegado a conocimiento de alguna de las partes a causa de
los acuerdos; de conservación y custodia de los bienes entregados (títulos,
mercaderías, planos, muestras); y de información”. Alude igualmente a que de
todos ellos, el que mayor trascendencia ha adquirido modernamente es, sin
ninguna duda, el deber de información.114
En el derecho contemporáneo, se tiene como dato adquirido que entre las partes
que celebran un contrato existe una obligación de lealtad, para con la otra no solo
114
PICASSO, Saulo. Ob. Cit. Pág. 35-42.
82
en la formación del contrato, sino también en su ejecución, así en algunos
ordenamientos jurídicos no los establezca en la ley en forma expresa. En esa
obligación de lealtad, se enmarcan como especie de la misma las denominadas
obligaciones de consejo, de información y de instrucción.
(…)
Se dice entonces que, en general, sobre las partes pesa la obligación de lealtad,
sobre todo en relación con las informaciones que se deben recíprocamente,
cuando aquella esté o debiera estar a su alcance. Esa obligación de lealtad existe
tanto en el período precontractual como en el contractual. En el período
precontractual se trata, por ejemplo, de advertir al cliente, antes de que éste de su
consentimiento, sobre la naturaleza del bien o servicio, así como de las
consecuencia jurídicas que resultan de ciertos comportamientos a la hora de firmar
el contrato, como en el caso de llenar un documento o declarar el valor de la cosa
por transportar115.
Como sustento normativo de este deber, el autor cita los artículos 863 y 871 del
Código de Comercio y el artículo 1603 del Código Civil.
El mismo autor advierte, para fijar los límites de las obligaciones de información y
de consejo, que ellas existen “en la medida en que haya una parte profesional y
otra profana en la materia. Si ambas partes conocen o deben conocer en razón de
su oficio, los alcances del contrato, la obligación de información o consejo
desaparecen o por lo menos se atenúan”116.
115
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Ob. Cit., tomo I, págs. 557-558.
116
TAMAYO JARAMILLO, Javier. Ob.cit., tomo I, pág 561.
117
A ello se refieren MOSSET ITURRASPE, Jorge., y PIEDECASAS, Miguel A. Ob. Cit., págs. 49
a 99.
83
expertos en construcción, o que no se ponga de presente la normativa rectora por
considerar que la ley se presume conocida por todos.
Nuestra respuesta es que las conductas de los tratantes se juzgan con mayor
severidad en la medida en que las conversaciones maduran o avanzan hacia un
acuerdo, y ello con base en dos ideas recogidas por el Código:
Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las
cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuencias de los hechos.
(...) y
118
MOSSET ITURRASPE, Jorge, y PIEDECASAS, Miguel A.. Ob. cit., págs. 285-286.
84
1.1.4.4. Algunos casos de responsabilidad precontractual desde el Derecho
civil
Responsabilidad precontractual por dolo: En este caso una de las partes del futuro
contrato adultera la realidad (dolo positivo) o la oculta a la otra parte (dolo
negativo) de suerte que la ignorancia de lo falso o el conocimiento de lo verdadero
hubieran llevado a cabo al otro negociante a celebrar el contrato.
119
MOSSET ITRRASPE, Jorge. y PIEDECASAS, Miguel A.. Ob. Cit., pág. 19
85
Tratándose de la retractación o revocación de la oferta no vinculante, explica
Borda120, que una vez emitida la oferta transcurren tres etapas antes de ser
aceptada. En el primer periodo la oferta no llega a conocimiento del futuro co-
contratante por lo que no produjo su efecto receptivo. En este caso, el retiro de la
oferta no origina responsabilidad precontractual.
De acuerdo con este planteamiento, resulta apenas lógico que tratándose de una
oferta a la cual se le hace expreso el carácter irrevocable, su retractación se
convierte en una fuente de responsabilidad por cuanto su destinatario, atendiendo
a dicho carácter tomó una posición de seriedad y objetividad frente al negocio que
se le propone, por lo que la retractación implica la frustración de una expectativa
que se forma a partir de la seriedad del negocio propuesto.
Nulidad de contrato celebrado. Cabe acá recordar que fue precisamente este el
evento principal en el que Ihering soportó su teoría de la culpa in contrahendo,
para significar que cuando el contrato se anula, subsisten una serie de
obligaciones entre las partes, generalmente surgidas a partir de las negociaciones,
las cuales a pesar de la nulidad producen efecto entre las partes, como el caso de
las restituciones.
86
En uno y otro caso, el daño tiene una comprensión diferente; así, mientras en el
primero se trata del sacrificio patrimonial expresado en los recursos realmente
invertidos, en el segundo, se trata de la mera expectativa o resultado económico
esperado, es decir, aquello que pudiera significar un aumento patrimonial o lo
dejado de percibir.
121
BREBBIA, Raúl H. Ob. Cit. Pág. 279
122
BURGOS, Diego. Daño al interés negativo. Buenos Aires, Abeledo Perrot, ed., 1994, pág. 86
87
(…) Positivo, es el interés que el contratante tiene en la ejecución de un contrato,
interés que en el caso de inejecución de éste debe ser satisfecho indemnizándose
el daño emergente y el lucro cesante, Negativo, es el interés que tiene en la no
conclusión del contrato, comprendiendo la indemnización de éste todo lo que
tendría de no haber concertado el contrato nulo y que pueda abarcar también el
daño emergente y el lucro cesante123.
2.1. Generalidades
123
Citado por CANTARELLI, Leonor. Op. cit., p. 56.
88
consonancia con dicho régimen, dentro del cual se propone como derecho
protegido la selección objetiva y alrededor de ella su función dentro del proceso de
formación de la voluntad contractual, a la vez que nos aporta elementos para
determinar si la responsabilidad precontractual constituye una especie autónoma
frente a la responsabilidad contractual y extracontractual del Estado.
Preciso es señalar que este recorrido toma como referente temporal La Carta
Política de 1991 y la expedición de la Ley 80 de 1993 (modificada por las Leyes
1150 de 2007 y 1474 de 2011), actual Estatuto General de Contratación de la
Administración Pública), normativa a partir de la cual se han inspirado la
jurisprudencia y la doctrina para plantear las diversas posturas.
Bajo este concepto nos proponemos ahora entrar a determinar si dentro del
ordenamiento jurídico colombiano, se cuenta con un conjunto normativo y
jurisprudencial específicamente aplicable al tema de la responsabilidad
precontractual en el campo de las entidades públicas, o si por el contrario, el
mismo encuentra su marco normativo en las reglas que regulan la responsabilidad
de los particulares o si se rige por un régimen general aplicable al Estado.
89
responsabilidad precontractual en tanto actividad del Estado de la cual puede
surgir el deber reparatorio, posee disposiciones o reglas propias que le desarrollen
o complementen dentro de ese espectro general como una especie propia y aún
que le permitan tomar distancias del régimen jurídico previsto en esta misma
materia en el campo del derecho civil.
Obligado resulta entonces, recoger los elementos propios del régimen general de
responsabilidad del Estado, para establecer si ellos tienen la misma aplicación en
el período precontractual, o si por el contrario, dentro de ese marco merecen la
condición especial.
Una referencia inicial sobre este tópico la encontramos en Escobar Gil, quien
señala:
124
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit., pág. 227.
90
participar en él. De ahí la necesidad de determinar, dentro del amplio marco
jurídico que regula la materia, aquellos aspectos normativos a partir de los cuales
se define la responsabilidad que pueda corresponder a la entidad estatal en esta
fase del procedimiento.
Dos aspectos importantes a conciliar sobre este tópico resultan ser los artículos 13
y 50 de la ley 80 de 1993 (Estatuto General de Contratación de la Administración
Pública) y el artículo 90 de la Constitución Política.
91
La respuesta a este interrogante involucra necesariamente la remisión al artículo
90 de la Carta Política, en tanto consagra el principio de responsabilidad
patrimonial del Estado, al prescribir que el Estado es responsable
patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables, causados por
la acción u omisión de sus autoridades.
Así las cosas, cuando de la actuación estatal, sea está jurídica o antijurídica,
contractual o precontractual, se siga la causación a un particular de un daño
antijurídico, esto es, de un perjuicio que el administrado no está obligado a
soportar como quiera que el sistema jurídico lo subsume en uno de aquellos
supuestos que originan responsabilidad estatal, surgirá a cargo del Estado, la
obligación de reparar tal daño126.
125
Corte Constitucional. Sentencia C-333 de 1996. Este criterio es reiterado por la misma Corte en
sentencia C-644 de 2011
126
MUTIS VANEGAS, Andrés y QUINTERO MÚNERA, Andrés. Ob. Cit., pág. 404.
92
habrá de concluirse que esta última está gobernada por el régimen jurídico propio
del Estado (artículo 90 C. P.) y no por las normas comerciales y civiles, lo que no
obsta para que puedan ser consideradas como criterio auxiliar de aplicación en el
campo del contrato Estatal.
127
MOSSET y PIEDECASAS. Ob. Cit., pág. 37.
128
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 7 de junio de 2001. Exp. No. 13405.
93
estas instituciones, las cuales, como bien lo advierte el Máximo Tribunal de lo
Contencioso, no pueden ser aplicadas en el campo de lo público en toda sus
extensión, ya que el Estado se encuentra sometido a normas especiales y orienta
su actividad en fines diferentes a los perseguidos por los particulares.
De suerte entonces que al tratar de dar aplicación a alguna o algunas de las reglas
del derecho privado en el campo de lo precontractual del Estado, habrá de tenerse
en cuenta que las mismas encuentran su limitación en las especiales reglas que
rigen para éste y en la naturaleza misma del ente público129. De ahí que se haga
necesario adoptar un esquema de análisis propio para este tipo de
responsabilidad, en el que, si bien se toman referentes del derecho privado, ellos
se convierten en elementos instrumentales cuyo empleo y aplicación está limitado
a la permisión que de ello haga el régimen dispuesto para el Estado.
No resulta válido entonces, afirmar que por el hecho de que en el Estatuto General
de Contratación no se haya regulado particularmente esta materia y por la expresa
remisión que a las disposiciones civiles y comerciales allí se hace130, lo
procedente sea el sometimiento al derecho privado.
129
Así, tomando como referente el marco del derecho común europeo y aún el propio derecho
interno español, reseña Piñar Mañas:
“En este sentido, el objetivo de la Directiva 71/305/CEE, de 26 de julio de 1971, sobre coordinación de
los procedimientos de adjudicación de los contratos públicos de obras está ya apuntado en su
Preámbulo que (primer Considerando) señala que "la realización simultánea de la libertad de
establecimiento y de la libre prestación de servicios en materia de contratos públicos de obras
efectuada en los Estados miembros por cuenta del Estado, de las colectividades territoriales y de
entidades de derecho público, lleva consigo paralelamente a la eliminación de las restricciones una
coordinación de los procedimientos nacionales de adjudicación de los contratos públicos de obras",
coordinación que (Considerando tercero) debería efectuarse en base a los siguientes principios:
primero, prohibición de aquellas especificaciones técnicas que tengan un efecto discriminatorio y,
segundo, suficiente publicidad de los contratos. Principios para cuyo cumplimiento era necesario
elaborar un procedimiento común de selección y adjudicación de los contratos, como así se hizo.”
PIÑAR MAÑAS, José Luis. Ob Cit., pág 38
130
Ley 80 de 1993, artículo 13. “Los contratos que celebren las entidades a que se refiere el
artículo 2° del presente estatuto se regirán por las disposiciones comerciales y civiles pertinentes,
salvo en las materias particularmente reguladas en esta ley.”
94
Tal consideración sería desconocedora del régimen general de responsabilidad
previsto de manera especial para el Estado por el artículo 90 de la Carta, el cual,
como lo manifestara La Corte Constitucional, contiene un mandato que aplica no
solo en el campo extracontractual, sino que se extiende a lo contractual y a lo
precontractual. Adicionalmente, dicha norma está referida al contrato y no a la
etapa precontractual.
131
Sus disposiciones regulan lo relativo a los medios de control de nulidad (137) y nulidad y
restablecimiento del derecho (138).
95
Procede igualmente señalar que esta distinción entre actos separables o previos a
la celebración del contrato y los actos contractuales o producidos con ocasión de
la actividad contractual, así como su régimen jurídico y la vía de la protección
jurisdiccional, no es exclusiva del régimen colombiano, sino que la misma se
encuentra reconocida de vieja data en otros ordenamientos, como lo reseña
Moreno Molina, al expresar:
Los contratos administrativos se caracterizan por ser negocios jurídicos con una
finalidad orientada a la consecución del interés general (sentencias del Tribunal
Supremo de 4 de mayo de 1968 y de 28 de febrero de 1989). De acuerdo con esta
característica, ligada a las exigencias derivadas de que una de las partes en el
contrato sea una Administración Pública (es decir, una persona jurídica pública,
que está vinculada al principio de legalidad y sometida al servicio objetivo de los
intereses generales), se explica que los actos preparatorios de los contratos que
celebren las Administraciones Públicas, entre los cuales se incluyen
destacadamente la selección de contratistas y la adjudicación de los contratos, se
hallen regulados por el Derecho administrativo y sus controversias se sometan a la
jurisdicción contencioso-administrativa. Se trata, como declaró el Tribunal Supremo
en su célebre sentencia sobre el «Hotel Andalucía Palace» (STS de 4 de febrero
de 1965), de actos separables del propio contrato (vid., entre otras muchas, las
SSTS de 19 de octubre de 1981, 16 de noviembre de 1983 y 26 de noviembre de
1985), y así lo señala también expresamente la Ley de Contratos del Sector
Público, en su art. 20.2132.
96
privado, en el cual la norma general está signada por la informalidad, sin que con
ello se quiera significar la ausencia de un período precontractual o de formación
del contrato en este último.
97
contractual”, serán susceptibles de impugnación por la vía de la acción
contractual, argumentado entre otras razones que “(…) para nadie es un secreto
que esa actividad se inicia con la apertura el proceso selectivo y continúa hasta el
vencimiento del contrato o hasta la liquidación definitiva del mismo, según el
caso.”135
135
Consejo de Estado. Sección Tercera. Auto del 17 de enero de 1994, exp. 9118.
136
Citada por SANTOFIMIO GAMBOA, Jaime Orlando. Tratado de Derecho Administrativo. Tomo
III. Primera edición. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2004, pág. 248.
137
Consejo de Estado, del 18 de septiembre de 1997, expediente Nº 13419.
98
unilateralmente el llamado a la licitación, ya que se trata de un acto
administrativo que crea una situación jurídica subjetiva para las personas con
vocación de oferentes138.
Más allá de lo anterior, habrá de precisarse cuál sería ese momento, acto o
actuación que abre la puerta a este período, para cuyo caso tendríamos dos vías:
De una parte, indagar en las reglas que someten el procedimiento de formación de
la voluntad contractual en este campo o; apoyarnos en la tesis expuesta por
Faggella, para determinarlo a partir del estado de las tratativas o de las
negociaciones.
Ahora bien, para precisar este momento, se debe tener en cuenta lo expuesto por
el Consejo de Estado, al señalar que dicho procedimiento se inicia con la apertura
de la licitación, es decir, con el acto administrativo motivado que expide con ese
propósito el representante legal de la entidad139.
99
hemos hecho referencia, tratándose del procedimiento de contratación dispuesto
para la Administración Pública, la extensión del período precontractual, está
comprendida entre el acto de apertura (primer acto del procedimiento, vinculante)
y el momento de perfeccionamiento del contrato.
Escobar Gil, se refiere a estas situaciones como “Las modalidades jurídicas que
puede presentar la responsabilidad precontractual de la Administración Pública”,
atendiendo a las diversas fases de la etapa de formación del contrato,
identificando como tales: La responsabilidad por la preparación indebida de la
licitación y el contrato; responsabilidad por las irregularidades en la adjudicación y
en el perfeccionamiento del contrato.140
Con ella se apunta a identificar en la fase de formación del contrato las situaciones
que se pueden generar a partir del incumplimiento de los deberes propios de la
entidad pública, tales como los previstos en los artículos 24, num. 12, y 30, num. 1
de la ley 80 de 1993; en el artículo 4° de la Ley 1150 de 2007, entre otros.
140
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit. Págs. 232 a 238.
100
En este sentido habrá de considerarse como situaciones generadoras de una
responsabilidad precontractual tanto las omisiones como aquellas irregularidades
o defectuoso proceder en que incurra la administración en los pliegos de
condiciones al señalar los requisitos necesarios para participar; definir las reglas
objetivas que permitan la presentación de las propuestas, así como las
especificaciones técnicas, económicas y de calidad de los bienes o servicios a
contratar; o la inclusión de reglas que induzcan a error al proponente.
141
Frente a esta actuación concretamente, se resalta la importancia y aplicación práctica del deber
de información y comunicación debida, con el propósito de prevenir situaciones que alteren la
ejecución del contrato, evento en el que por la posición que ocupa frente al procedimiento de
selección y los deberes que la ley le impone (elaboración de estudios previos), la primera obligada
(aunque no la única) será la entidad pública.
101
De suerte que las irregularidades del procedimiento de selección, son predicables,
en principio, de la entidad pública en tanto es a ella a quien le corresponde definir
el objeto y condiciones del bien o servicio que requiere, efectuar los estudios
previos, impulsar, dirigir y controlar la actuación, para lo que la ley le otorga
competencias; en consecuencia, por el momento en que se produce o debe
producir la actuación, esta situación se ubica en la esfera de la responsabilidad
precontractual cuyo sujeto obligado, resulta ser la entidad estatal.
142
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 19 de febrero de 1987. Exp. 4698.
143
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 6 de abril 1989. Exp. 3712.
144
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob. Cit. Pág. 235.
102
Otros casos de adjudicación irregular del contrato se advierten a partir de
situaciones como las derivadas de la adjudicación que se hace a quien a pesar de
haber presentado la oferta más favorable no podía ser adjudicatario (Vr. Gr., quien
estaba inhabilitado para proponer o contratar), lo que encuentra sustento en el
incumplimiento de la selección objetiva por el quebrantamiento del mandato legal
de la capacidad jurídica que debe acompañar al proponente o contratante, cuyo
cumplimiento está obligada a verificar la entidad, derivándose de su omisión un
daño antijurídico para el oferente clasificado en segundo lugar, quien se vería con
ello desplazado de la adjudicación, sin que esté obligado a soportar ese
desplazamiento, produciéndose en consecuencia un daño antijurídico.
Ante situaciones como éstas se debe tener en cuenta la regla prevista en el inciso
tercero, artículo 9° de la ley 1150 de 2007, según la cual, “El acto de adjudicación
es irrevocable y obliga a la entidad y al adjudicatario. No obstante, si dentro del
plazo comprendido entre la adjudicación del contrato y la suscripción del mismo,
sobreviene una inhabilidad o una incompatibilidad o si se demuestra que se
obtuvo por medios ilegales, éste podrá ser revocado, (…)”.
103
legal se debe tener encuentra que el contrato Estatal es solemne 145, de modo que
si luego de adjudicado no se procede a su perfeccionamiento dentro del término
establecido y siendo su retraso u omisión atribuible a la administración, se estaría
ante un evento de responsabilidad precontractual.
Además de las situaciones que hasta aquí se refieren, existen otras que aparecen
como propias del período precontractual, cuyo tratamiento corresponde
justamente a la variedad de acontecimientos que se pueden presentar en el
desarrollo del procedimiento de selección, como es el caso de la suscripción del
contrato sin agotar el correspondiente proceso de selección, la violación de los
términos de licitación, la declaratoria de desierta la licitación, así como la
suspensión del proceso y la revocatoria del acto de apertura del procedimiento
licitatorio, situaciones de las cuales se derivan efectos para las partes y que
igualmente pueden llegar a comprometer la responsabilidad de la entidad.
145
“ARTICULO 41. DEL PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO. Los contratos del Estado se
perfeccionan cuando se logre acuerdo sobre el objeto y la contraprestación y éste se eleve a
escrito.”
146
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 10 de marzo de 1997.
104
potestad pública la responsable de adelantar el procedimiento de selección,
conforme a los marcos prescritos en la ley.
147
No es otro el sentido que puede atribuirse a la regla dispuesta en el numeral 1, artículo 25 de la
Ley 80 de 1993, cuando establece:
“ARTICULO 25. DEL PRINCIPIO DE ECONOMÍA. En virtud de este principio:
…
1o. En las normas de selección y en los pliegos de condiciones o términos de referencia para la
escogencia de contratistas, se cumplirán y establecerán los procedimientos y etapas estrictamente
necesarios para asegurar la selección objetiva de la propuesta más favorable. Para este propósito,
se señalarán términos preclusivos y perentorios para las diferentes etapas de la selección y las
autoridades darán impulso oficioso a las actuaciones.”
105
La perentoriedad de los términos de licitación ha sido destacada por nuestra
jurisprudencia, para señalar que la actuación realizada después de su vencimiento
afecta la validez de la decisión, como se expuso en providencia del Consejo de
Estado del 3 de mayo de 2007, en la que se dijo:
Sin embargo, habría que advertir que la situación no se presenta por la irregular o
defectuosa adjudicación o declaratoria de desierta, sino por la preclusión de los
términos o plazos previamente definidos para ello; algo similar se presenta cuando
la propuesta es rechazada por haber sido entregada en forma extemporánea.
148
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 3 de mayo de 2007. Exp. No 16209.
106
En relación con la declaratoria de desierta de la licitación prevé el numeral 18,
artículo 25 de la Ley 80 de 1993, “La declaratoria de desierta de la licitación o
concurso únicamente procederá por motivos o causas que impidan la escogencia
objetiva y se declarará en acto administrativo en el que se señalarán en forma
expresa y detallada las razones que han conducido a esa decisión.”
149
PALACIO HINCAPIÉ, Juan Ángel. Ob. Cit., pág. 181.
150
Citado por RODRIGUEZ R., Libardo. Ob. Cit. pág. 599.
107
Al fundamento de la responsabilidad subyace la imputación o atribución jurídica a
partir del cual se puede predicar que la conducta generadora del daño es obra de
un determinado sujeto que resulta obligado a reparar, por lo que proceden algunas
precisiones en torno al título de imputación y al papel que juega en la
responsabilidad precontractual del Estado.
151
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Ramón-Tomas. Ob. Ct., tomo II, págs. 597-
599.
108
La culpa como factor de imputación compite con otros fundamentos de atribución o
de responsabilidad de tipo objetivo, tales como la equidad, la garantía, el riesgo
creado, la solidaridad, la distribución de las cargas públicas, etc., factores objetivos
que como criterios legales o jurídicos de imputación se hallan en pie de igualdad
con el de la culpa en un plano específico de aplicación.
152
GIL BOTERO, Enrique. Temas de Responsabilidad Extracontractual del Estado. Tercera
edición. Librería Jurídica Comlibros, Medellín, 2006, pág. 38.
153
GIL BOTERO, Enrique. Ibid., pág. 45.
154
A manera de ejemplo puede consultarse: Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del
10 de agosto de 2000, radicado No. 11585; y Sentencia del 7 de junio de 2001, exp. No. 13.405,
entre otros.
109
Alrededor de estos extremos se han elaborado algunas tesis que pretenden
explicar el fenómeno de la responsabilidad del Estado formando dos vertientes: La
responsabilidad subjetiva, expuesta a través de la tesis de la falla o culpa del
servicio; y la responsabilidad objetiva o sin falta, sustentada en tesis como la del
daño especial y el riesgo creado.
Partimos entonces de tener como título de imputación subjetivo la falla del servicio
o funcionamiento de la administración, frente a la cual opondremos los elementos
propios de la actividad precontractual.
De tiempo atrás, explica nuestra jurisprudencia que la falla del servicio aparece
“como proyección del deber del Estado de prestar a la comunidad los servicios
públicos y en virtud de la cual el daño originado en irregularidades o deficiencias
de éstos, debe ser reparado por la administración. No juega, pues,
necesariamente, el concepto de culpa de un agente identificado, porque la falta
puede ser orgánica, funcional o anónima.”155
155
Corte Suprema de Justicia. Sentencia del 30 de junio de 1962.
110
Al describir algunas situaciones a partir de las cuales es posible hablar de una
responsabilidad precontractual, se hizo referencia a la indebida preparación de la
licitación, irregularidades en la adjudicación, irregularidades en el
perfeccionamiento del contrato, a la suscripción del contrato sin mediar
procedimiento de selección alguno, al incumplimiento de los términos de licitación,
la declaratoria de desierta de la licitación y la suspensión y revocatoria del acto de
apertura del proceso de selección.
Pues bien, para derivar una responsabilidad del Estado en cualquiera de estas
situaciones, tomando como elemento de imputación la falla o culpa del servicio, se
tendría que partir de su consideración sólo surgirá el deber de reparar en aquellos
casos en los que el daño sea consecuencia directa de la falla del servicio, como
por la inadecuada preparación de la licitación; de suerte qué en ausencia de falla,
aún que se produzca un daño al proponente no habrá responsabilidad. Así, el
Estado no sería responsable por la declaratoria de desierta de la licitación, ni por
la revocación del acto de apertura, por ejemplo, convirtiéndose ello en una carga
para los proponentes o intervinientes.
111
Su corte objetivo encuentra expresión, aceptación y aplicación en los títulos que a
continuación se enuncian y que en lo pertinente trataremos de explicar en cuanto
a su aplicación y efectos en el campo precontractual.
Con respecto a esta tesis el Consejo de Estado en fallo del 28 de octubre de 1976,
se manifestó señalando que el Estado debe responder
156
Consejo de Estado. Sentencia del 28 de octubre de 1976, exp. No. 1482.
112
responsabilidad, pues las cargas estarían equitativamente distribuidas. Lo mismo
podría decirse en el evento de la suspensión del acto de apertura o de su
revocatoria y aún en la declaratoria de desierta de la licitación.
157
Consejo de Estado. Sentencia del 2 de febrero de 1984, expediente No. 2744.
113
material explosivo y construcción o ubicación de instalaciones o sedes militares u
oficiales).158
158
Al respecto puede consultarse: Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 10 de
agosto de 2000, exp. No. 11585. Otras providencias: Sentencia del 22 de julio de 1996, exp. No.
11934; Sentencia del 12 de noviembre de 1993, exp. No.11934; Sentencia del 12 de noviembre de
1993, exp. No. 8233; y sentencia del 29 de abril de 1994, exp. No. 7136.
159
Tribunal Supremo, Sala Tercera. Sentencias de 15 de abril de 2002 (Aranzadi 6495, 6496 y
6497)
114
Deriva dos ideas principales, que expone de la siguiente manera:
La segunda idea que refleja al párrafo trascrito es que el principio general, aun
siendo siempre el mismo, presenta cierta singularidad en el Derecho
administrativo. Así lo admite la autonomía del Derecho administrativo y así lo ha
exigido su adaptación a las necesidades de la vida administrativa.
Pero si, yendo más allá de estas declaraciones formales y normalmente retóricas,
se busca lo realmente aplicado y efectivamente exigido por los tribunales
contencioso-administrativos, cabe relativizar la exigencia de estos clásicos cuatro
requisitos. En realidad, ni siempre se exigen rigurosamente ni exactamente con los
mismos caracteres ni son los únicos que se exigen.
160
REBOLLO PUIG, Manuel. “Enriquecimiento injusto y nemo auditur en el Derecho
administrativo”. En QDL. Estudios. Fundación Democracia y Gobierno Local. Barcelona. 12 de
octubre de 2006, pág. 8.
http://repositorio.gobiernolocal.es/xmlui/bitstream/handle/10873/290/qdl12_04_est01_rebollo.pdf?s
equence=3. Consultada el 11 de enero de 2015
161
REBOLLO PUIG, Manuel. Ob. Cit., pág. 11
115
Rebollo Puig, en referencia al deber restitutorio en los casos de enriquecimiento
injustificado indica que ante dicha situación “Lo que debería aplicarse es la idea
del doble límite: la Administración estará obligada a restituir su enriquecimiento
pero con el límite del efectivo empobrecimiento del actor.”162
162
Ibídem, pág. 14
163
GARCÍA DE ENTERRIA, Eduardo, y FERNÁNDEZ, Tomas Ramón. Ob. Cit., pág. 384
164
Corte suprema de Justicia. Sentencia del 26 de marzo de 1958. tomado de Código civil y
Legislación Complementaria. Legis editores, envío No. 24, pág 13.
165
Sobre este reconocimiento se tiene, entre otras las siguientes providencias del Consejo de
Estado, Sección Tercera: Sentencia del 6 de abril de 2000 exp. No. 12775; Sentencia del 29 de
enero de 1998, exp. No. 11099; Sentencia del 4 de julio de 1997, exp. No. 10030.
166
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 30 de marzo de 2006, expediente No.
25662.
116
administrativo167; de igual manera, advierte cómo dicho principio, hace presencia
con mayor frecuencia en el campo de la contratación administrativa o pública en
aquellos casos en los cuales la actuación del particular se orienta a la prestación
de un servicio cuya atención corresponde la entidad administrativa.
167
Tal como lo reseña Rebollo Puig, a partir de la referencia a la sentencia de la Sala Tercera de
15 de abril de 2002 y la remisión a Aranzadi 6495, 6496 y 6497.
168
El Tribunal Supremo. STS de 12 de Diciembre de 2012 (rec.5694/2010), expresa:
«Sobre la autonomía y singularidad de la acción ejercitada, es de resaltar lo manifestado en
sentencia de esta Sala de fecha 11 de mayo de 2004, recurso 3554/1999, en la cual se pone de
manifiesto que: “La jurisprudencia del orden contencioso-administrativo, al menos, desde los años
sesenta viene también admitiendo la aplicación de la figura del enriquecimiento injusto a
determinados supuestos en el ámbito específico del Derecho administrativo (…) como principio
general o como supraconcepto, que le otorga una cierta identidad y unidad, aunque ello no supone
que no se manifieste con una cierta autonomía y singularidad en su proyección a la Administración
respecto a su actuación sujeta al Derecho administrativo. Pero, en cualquier caso, son los
requisitos establecidos por la jurisprudencia civil, acogidos expresamente por esta Sala, los que
rigen y se aplican a los supuestos en que la Administración o un particular, eventual o
supuestamente empobrecido, exige la restitución del enriquecimiento injusto o sin causa de un
administrado o de una Administración, en este caso, de una entidad local. Por consiguiente, ha de
reconocerse que el enriquecimiento injusto, como principio general y como específica acción, forma
parte, por obra de la jurisprudencia, del ordenamiento jurídico y, en concreto, del ordenamiento
jurídico administrativo”.
Pero es que además, debe significarse que son muchas las sentencias dictadas por este Tribunal
sobre el posible enriquecimiento injusto de la Administración, la mayor parte producidas en el
ámbito de la contratación administrativa (STS de 21 de marzo de 1991, 18 de julio de 2003, 10 de
noviembre de 2004, 20 de julio de 2005 y 2 de octubre de 2006), en las que se parte de
actuaciones realizadas por un particular en beneficio de un interés general cuya atención
corresponde a una Administración pública, y su núcleo esencial está representado por el propósito
de evitar que se produzca un injustificado desequilibrio patrimonial en perjuicio de ese particular”.
Más adelante, la misma sentencia señala:
“para asegurar los principios de igualdad y libre concurrencia que rigen en la contratación
administrativa, que el desequilibrio ha de estar constituido por prestaciones del particular que no se
deban a su propia iniciativa ni revelen una voluntad maliciosa del mismo, sino que tengan su origen
en hechos, dimanantes de la Administración pública, que hayan generado razonablemente en ese
particular la creencia de que le incumbía un deber de colaboración con dicha Administración.”
169
CHAVES, J. R. Contencioso.es. Tomado de:
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:sN2rGpxj2ScJ:contencioso.es/2013/09/2
5/del-nriquecimiento-injusto-y-sus-injustas-circunstancias. Fecha de consulta: 11 de enero de 2015.
117
Este último planteamiento expuesto por la jurisprudencia y la doctrina foránea,
resulta coincidente con la posición asumida por la jurisprudencia del Consejo de
Estado Colombiano, en la sentencia del 30 de marzo de 2006, antes mencionada.
170
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 22 de julio de 2009, exp. No. 35026.
171
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 10 de marzo de 1997.
118
prestaciones del contrato bilateral, sino en los principios de la buena fe y de
legalidad.
Deviene con ello una posición que parece inclinarse hacía un fundamento
subjetivo al tomar como referencia el orden legal y la buena fe, para soportar esta
responsabilidad bien en la actuación administrativa que desborda el marco legal o
bien en la actividad que lesiona la buena fe del proponente.
La tesis del Consejo de Estado es acompañada por Escobar Gil, quien al respecto
anota:
La razón jurídica por la cual la Administración Pública debe indemnizar los daños
causados al proponente o adjudicatario burlado, reside en los principios de buena
fe y de legalidad que le imponen el deber de obrar conforme a la ley y a los pliegos
de condiciones, y especialmente de actuar con diligencia, lealtad y probidad
durante el iter de formación de la voluntad, realizando todo lo que sea necesario
para la adjudicación y el perfeccionamiento del contrato, y absteniéndose de lo que
pueda afectar la transparencia, igualdad e imparcialidad del procedimiento de
selección del contratista, o de lo que pueda frustrar los fines de la licitación
pública.173
172
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 7 de junio de 2001. Exp. No. 13405.
173
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Ob cit. Pág. 229 - 230.
174
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Idm.
119
contratista atendiendo los factores de selección allí establecidos, sin disponer de
un ápice de discrecionalidad para el ejercicio de esta función. Los valores éticos y
los principios jurídicos que inspiran el instituto de la licitación pública, son
incompatibles con el otorgamiento de cierta libertad a los entes administrativos
para apreciar la favorabilidad de las propuestas, o la conveniencia u oportunidad
de la adjudicación; por cuanto, fácilmente puede devenir en un poder de los
servidores estatales para escoger con criterios subjetivos a los contratistas, lo que
afecta la transparencia, imparcialidad y objetividad del procedimiento de selección.
“La imputación jurídica a la administración, que procedió en forma ilegal y por tanto
ilegítima cuando no seleccionó al mejor oferente e incumplió el deber de selección
objetiva del contratista que le impone la Ley 80 de 1993 (artículo 29)176.
175
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Op. cit., p. 231.
176
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 27 de noviembre de 2002. Exp. No. 13792.
120
En cuanto a la buena fe, es preciso tener en cuenta que al hacer referencia este
título de imputación en el campo de derecho privado, se dijo que a partir de él se
impone el deber de obrar con lealtad, de donde deviene que un obrar contrario a
dichos postulados da paso al surgimiento del deber de reparar. En otros términos,
atendiendo a los postulados de la buena fe, diríamos que quien de buena fe actúa,
no está obligado a responder, situación que se torna más exigente bajo el imperio
de las normas comerciales al calificar la actuación liberadora como “buena fe
exenta de culpa” (artículo 863 de Código de Comercio)
En este último evento, la buena fe se convierte en fuente y por ello más que un
elemento subyacente al fundamento de la responsabilidad debería ser adoptado
desde la perspectiva del daño antijurídico para indicar que cuando la víctima
(proponente desplazado ilegalmente), no actúa de buena fe, asume el riesgo de su
obrar, obligándose con ello a soportar el daño.
177
Constitución Política: “Artículo 83. “Las actuaciones de los particulares y de las autoridades
públicas deberán ceñirse a los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las
gestiones que aquellos adelanten ante éstas.”
121
una fuente de la responsabilidad, lo que se muestra comprensible si tenemos en
cuenta que la relación jurídica establecida entre los sujetos que intervienen
depende de su sometimiento a las normas que rigen el procedimiento de
selección, a partir de las cuales se fijan reglas de comportamiento a la vez que
obligaciones y derechos, las cuales, como lo entiende el Consejo de Estado,
también encuentran soporte en la buena fe.178
178
Así lo ha expresado el Consejo de Estado al manifestar:
“Ligado a la buena fe que se deben las partes en la formación de la voluntad para la celebración
del contrato está el principio de legalidad, según el cual las partes deben encausar la formación de
esa voluntad dentro de las reglas de la gestión contractual pública prescrita por la ley”.
Más adelante señala: “En otras palabras, la administración para seleccionar a sus contratistas debe
surtirse a un procedimiento reglado como lo es el de la licitación y los oferentes como contrapartida
deben someterse a ese procedimiento y cuando sea frustrado su interés de contratar con el
Estado, tendrán la carga de probar que se sujetaron a las exigencias legales y reglamentarias.”
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 7 de junio de 2001, exp. No. 13405 Citada.
122
conducta de la administración, sino del derecho protegido, y de manera concreta
del deber o no de soportar el daño que tenga quien lo sufre. 179
Se avanzaría así hacía la aceptación del daño antijurídico como elemento que
fundamenta objetivamente la responsabilidad Estado. En otros términos, se trata
de identificar desde la perspectiva del daño antijurídico, el fundamento de la
responsabilidad precontractual, teniendo en cuenta el bien jurídicamente tutelado
con las reglas que gobiernan el procedimiento de formación de la voluntad
contractual.
123
objetiva y a partir de él, dan cabida a la aplicación de otras normas y principios
que apoyan su propósito. Así, el debido proceso garantiza un cauce transparente
para que los particulares y el Estado actúen bajo reglas objetivas, previamente
establecidas; la no discriminación, en virtud del cual se garantiza una libre
concurrencia en condiciones de igualdad; de la misma manera la publicidad tiende
a garantizar la objetividad al permitir el conocimiento de los distintos trámites y
etapas, de modo que el procedimiento no se desvíe hacia consideraciones
parciales o subjetivas; otro tanto podría decirse no solo de los criterios de
evaluación sino también de los requisitos de participación.
124
la tendencia actual de depositar en dichos principios la confianza que una materia
pública como lo es la contratación estatal reclama.
No queda duda entonces que el marco común europeo como normativa que
impone reglas para los Estados miembros, reconoce en dichos principios, como
elementos transversales a la actuación contractual, el eje central a partir del cual
se ha de lograr el equilibrio de los derechos y deberes que integran el
procedimiento de contratación, convirtiéndoles a su vez en el interés jurídico a
tutelar, el cual prevalece de manera incuestionable sobre cualquier otra función de
la normativa en materia de contratación.
181
MORENO MOLINA, José Antonio. “Las nuevas directivas de la Unión Europea sobre
contratación pública”. En Revista Contratación Administrativa Práctica. Tomada de:
http://derechoydebate.com/admin/uploads/5373ea3ee9a4b-moreno-molina-jos-antonio-las-nuevas-
directivas-de.pdf. Fecha de consulta: 7 de enero de 2015
125
integrador del procedimiento de formación de la voluntad contractual; en ella
convergen tanto las disposiciones que vinculan la actividad de la entidad pública,
como la garantía de los derechos de los particulares que participan en él para
alcanzar la condición de contratistas del Estado, lo que le permite trascender del
orden meramente legal o formal, para convertirse en una garantía material.
Es así que la función de selección objetiva como título de imputación, surge del
papel que ella cumple en el procedimiento de formación de la voluntad contractual,
puesto que no se trata de un simple enunciado teórico o formal, ni tampoco de una
actuación que se agota de manera instantánea, sino de un mecanismo que
dinamiza e irradia toda la actuación; ello implica la determinación de la función que
cumple desde diferentes ángulos, como se expresó.
126
discrecionalidad absoluta, ni la arbitrariedad en la adjudicación, al tiempo que
restringen la autonomía de la voluntad.
Se tiene entonces que desde la fase preparatoria hasta su culminación, las reglas,
actos y actuaciones del procedimiento de formación de la voluntad contractual
están regidos por la selección objetiva y que es ésta el eje central bajo el cual
gravitan, de donde resulta válido afirmar que la selección objetiva se constituye en
el elemento integrador de este procedimiento.183
182
EXPÓSITO VÉLEZ, Juan Carlos. Ob. Cit., pág. 435
183
En este sentido, explican Moreno Molina y Pleite G., lo siguiente:
“En el ordenamiento español, tanto el principio de objetividad como el resto de las obligaciones
constitucionales de las Administraciones Públicas (arts. 9, 14, 23, 53, 103, 106 y 139 CE), imponen
la aplicación de los procedimientos de preparación y adjudicación de los contratos, que, conviene
resaltarlo, pretenden garantizar tanto el interés público como los derechos de los particulares.
Incluso en los supuestos más discutidos, esto es, cuando se trate de la contratación efectuada por
personificaciones instrumentales de las Administraciones Públicas cuyo régimen sea de Derecho
privado, ya que también estas entidades actúan al servicio del interés público. El propio Tribunal
Constitucional español se ha pronunciado acerca del fundamento de la existencia de una normativa
básica sobre contratación administrativa, como prevé el apartado 18 del art. 149 CE. En efecto, en
su sentencia de 22 de abril de 1993, el Tribunal señaló que la normativa básica en materia de
contratación administrativa tiene principalmente por objeto, aparte de otros fines de interés general,
proporcionar las garantías de publicidad, igualdad, libre concurrencia y seguridad jurídica que
aseguren a los ciudadanos un tratamiento común por parte de todas las Administraciones Públicas.
En definitiva, las normas públicas sobre contratos tienen como principal objetivo garantizar el
respeto en la materia de los principios de objetividad, transparencia, publicidad y no discriminación,
principios constitucionales cuya prevalencia es hoy incuestionable sobre cualquier otra función de
la normativa sobre contratación. Así lo avala —sin admitir ninguna otra interpretación— el Derecho
comunitario, que ha impuesto una nueva perspectiva desde la que contemplar toda la normativa
sobre la contratación pública.
En efecto, en los países miembros de la Unión lo que esa normativa persigue como objetivo básico
es asegurar la transparencia, la objetividad y la no discriminación en la adjudicación de los
contratos, para garantizar el establecimiento del mercado interior y evitar que la competencia
resulte falseada. El motivo de ello es claro: al elaborar las Directivas comunitarias sobre contratos
se pretende conseguir un marco común apropiado para todos los Estados. Y esos Estados parten
de situaciones completamente diversas: en algunos países se conoce la figura de los contratos
administrativos (España, Francia, Bélgica), pero en la mayoría de ellos no (Gran Bretaña,
Alemania). En éstos, los contratos que celebra la Administración no difieren para nada de los
contratos privados. Los valores a defender por la legislación sobre contratos son, pues, no sólo el
de la defensa de las prerrogativas de la Administración, sino además los de transparencia, no
discriminación y objetividad).” MORENO MOLINA, José Antonio, y PLEITE GUADAMILLAS,
Francisco. Ob. Cit., págs. 121 y 122.
127
De otra parte, las disposiciones del Estatuto contractual, consagran la selección
objetiva como un obrar de la administración que restringe su actuación para
impedirle actuar motivada por razones de índole subjetiva, tales como afectos o
intereses, de donde surge para la entidad pública el deber de obrar sin apegos de
orden subjetivo, y en su lugar actuar a través de reglas que hagan transparente la
selección del contratista y la adjudicación del contrato.
128
la circunstancia que de ella pueda derivarse para impedir la escogencia objetiva, lo
cual puede suceder aún en el caso de conductas ajustadas a la ley.
Por lo demás, está claro que este principio de la objetividad y de las obligaciones
impuestas a la Administración han de regir en esta fase precontractual, y como
tales han de presidir todo el procedimiento de preparación y adjudicación de los
contratos184.
184
EXPÓSITO VÉLEZ, Juan Carlos. Ob. Cit., págs. 434 – 435.
129
protección efectiva del derecho, frente un procedimiento administrativo que se
desarrolla de manera ágil y rápida.
Esta situación que se resuelve en la vía del proceso nos conduce entonces, en
primer lugar, a indagar por el trámite o medio de control (acción) a través del cual
se garantiza el derecho acceso a la administración de justicia, así como la tutela
judicial efectiva ante la amenaza o vulneración del interés jurídico tutelado.
La ley 446 de 1998, puso fin a esta discusión al establecer en el inciso segundo,
artículo 32, que “Los actos proferidos antes de la celebración del contrato, con
ocasión de la actividad contractual, serán demandables mediante las acciones de
nulidad y de nulidad y restablecimiento del derecho, según el caso, dentro de los
treinta (30) días siguientes a su comunicación, notificación o publicación. La
interposición de estas acciones no interrumpirá el proceso licitatorio, ni la
celebración y ejecución del contrato. Una vez celebrado éste, la ilegalidad de los
actos previos solamente podrá invocarse como fundamento de nulidad absoluta
del contrato.”
185
PAREJO ALFONSO, Luciano. Los postulados constitucionales de la reforma administrativa.
Civitas, Madrid, 1983, pág. 264
130
Esta norma fue sustituida por el artículo 141 de la Ley 1437 de 2011 (Código de
Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo), cuyo texto
establece:
131
pretendía celebrar y dentro de éstas, si esa utilidad esperada corresponde
efectivamente a un efecto patrimonial o a la oportunidad o chance.
En uno y otro caso, el daño tiene una comprensión diferente; así, mientras en el
primero se trata del sacrificio patrimonial expresado en los recursos realmente
invertidos (interés negativo), en el segundo, corresponde a la mera expectativa o
resultado económico esperado, es decir, aquello que pudiera significar un
aumento patrimonial (interés positivo) o lo dejado de percibir.188
188
Con relación a los daños al interés negativo y al interés positivo expuesta por Ihering, reseña
Brebbia, lo siguiente:
“La parte damnificada por la no formalización de un contrato válido puede tener interés en que se
ejecute el contrato (interés positivo), o bien en que no se ejecute el mismo (interés negativo).
Tomando como ejemplo el caso de un contrato de compraventa, el vendedor tendrá derecho a
pedir, en virtud del interés positivo, todo el dinero equivalente a lo que hubiera correspondido si el
contrato se ejecutara, es decir, la diferencia de precio entre el valor de la cosa vendida y el precio
de venta. En cambio, si opta por el interés negativo –no conclusión del contrato-, solo puede
reclamar lo que hubiere correspondido si el hecho exterior de la conclusión del contrato no hubiera
existido nunca, o sea el reintegro de los gastos de transporte. El interés positivo tiene por base la
validez del contrato; el interés negativo, la nulidad del convenio o la no formalización del mismo.
Vale decir, en consecuencia, que en los casos de culpa incontrahendo solo se podrá reclamar el
interés negativo.” BREBBIA, Raúl H. Tomado de Enciclopedia Jurídica Ameba, Tomo V. Ob. Cit.,
pág. 279.
132
negativo contractual, es decir, por la no conclusión injustificada del contrato),
incluyendo, con fundamento en la equidad reparadora como lo ha dicho esta
Corporación en otros eventos, la corrección monetaria por la notoria devaluación
sobre dicho monto; y, del otro, el lucro cesante relativo a la pérdida de beneficios o
ganancias ordinarias efectiva y realmente dejadas de obtener por habérsele
impedido la especial explotación y rendimiento (incluso financiero) de la suma
nominal del gasto o inversión, o por el excepcional rechazo de otras reales
contrataciones ordinarias hechas con fundamento en la perspectiva de aquel
contrato proyectado, que injustificadamente se frustrará (arts. 822 C. Co. y 1614 C.
C.), todo lo cual debe aparecer debidamente acreditado189.
En el primer caso nos encontramos ante una situación en la que la entidad pública
adopta la decisión de excluir del proceso de selección a un oferente, sin permitir
que su propuesta u oferta sea evaluada, y por tanto cercenando su derecho a
participar en el mismo. El daño así expresado, no permite conocer la situación de
la propuesta en relación con las demás, toda vez que no es evaluada. La lesión se
189
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil Sentencia de junio 27 de 1990, Exp: 2439.
Tribunal Superior de Medellín. Sala Primera de Decisión Civil. Sentencia del 30 de mayo de 2014.
Exp. No. 05-001-31-03-007-2010-0077-01.
133
concreta entonces en negarle la oportunidad de que su propuesta sea evaluada
(pérdida de oportunidad o chance)
Respecto a la valoración del daño o lesión prevista para estos casos, debemos
tener en cuenta que el ordenamiento jurídico colombiano no establece criterios de
valoración, ni consagra una tarifa legal o medio de prueba específico para
acreditarlo, por lo que la cuantificación del daño habrá de definirse a través del
criterio judicial (arbitrio juris), es decir, será el juez quien frente al caso concreto,
señale el monto a reconocer, en tanto que para la acreditación del daño y sus
consecuencia, la parte interesada puede acudir a cualquier medio de prueba, el
cual habrá de ser valorado por el juez atendiendo a las reglas de la sana crítica.
134
tanto el lucro cesante como el daño emergente, no obstante se encontró
procedente diferenciar entre la indemnización por la indebida adjudicación o la
falta de adjudicación y la denominada “pérdida de la oportunidad”, advirtiendo que
esta última se configura cuando durante el proceso de selección, una oferta que
cumplía los requisitos para competir con las demás presentadas, ni siquiera fue
evaluada por la administración. En este supuesto la indemnización no es
equivalente al 100% de la utilidad esperada sino un porcentaje inferior definido por
él juez, acudiendo a criterios de valoración en equidad.
190
Sobre el tema, entre otras, puede consultarse: Consejo de Estado. Sección Tercera, sentencia
del 28 de mayo de 1998, exp. No. 10.539; sentencia de diciembre 9 de 1988 -exps. acumulados
3528, 3529 y 3544; sentencia del abril 12 de 1999, exp. No. 11.344; sentencia del 18 de mayo de
2000, exp. No. 11.725; y sentencia del 27 de noviembre de 2002, exp. No. 13.792.
135
Finalmente, en el año 2008, la posición del Consejo de Estado fue más allá para
reconocer no solo la totalidad de la utilidad, sino que se manifestó en favor del
reconocimiento íntegro del AIU (Administración, Utilidad e Imprevistos), bajo el
siguiente señalamiento:
(…)
191
Al respecto se pronunció la misma Sala en sentencia 14.577 del 29 de mayo de 2003.
192
Sentencia 14577 referida.
193
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 21 de mayo de 2008, exp. No. 15963.
136
no solo que el acto administrativo acusado es ilegal, sino que su propuesta era la
mejor.194
194
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 3 de mayo de 2007, exp. No. 16.209 .
195
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 3 de mayo de 2007, exp. No. 16209.
137
CAPITULO IV
Introducción
Nos hemos referido a los aspectos sustantivos o materiales bajo los cuales se
estructura la responsabilidad precontractual del Estado en Colombia, sus rasgos
característicos, la formación de la voluntad contractual, la necesidad de definir el
momento a partir del cual surgen obligaciones, entre otros, procediendo ahora,
con el análisis de lo que podríamos identificar como los aspectos adjetivos o de
procedimiento principales, bajo los cuales se garantiza por el ordenamiento
jurídico la existencia de una vía procesal que haga efectiva la posibilidad de exigir
la observancia de los derechos de los particulares que intervienen en el proceso
de contratación pública.
Para este efecto, dentro de las distintas instituciones que intervienen en el proceso
de contratación pública, se ha centrado la atención en tres aspectos que se
enuncian como eje central en su desarrollo, sin que ello signifique el
desconocimiento de otros institutos o mecanismos procesales que igualmente
concurren en la estructura de la actuación contractual.
138
efectividad a los derechos de las personas que intervienen en él. Dentro de esa
normativa, se enuncian como aspectos permanentes, la orientación de la
contratación a partir de los principios, las garantías del procedimiento y la
búsqueda de mecanismo que permitan a los interesados una participación donde
sus derechos encuentren la protección efectiva, siendo esta la razón por la que
nos detenemos en esas garantías, vistas desde los principios de la contratación,
las garantías del procedimiento y la adopción de instituciones que, como las
medidas cautelares, pretenden una respuesta real y efectiva en la protección de
los derechos involucrados.
Una visión general nos ofrece la jurisprudencia y la doctrina patria sobre los
principios en nuestro ordenamiento jurídico, partiendo del señalamiento de que su
contenido material se orienta a prescribir conductas generales que se cumplen o
desarrollan de diferentes formas y que, a la manera de tipos abiertos, imponen la
obligación de realizarse de la manera que mejor garanticen la efectividad del
derecho o el fin perseguido196. Tal es el caso del principio de publicidad, que al
ordenar que los actos de la administración se deben dar a conocer a los
interesados y a la comunidad en general, no establece una forma determinada,
pero en todo caso si obliga a la entidad pública para que, al definir sus
196
Según Rico Puerta, “Constituyen un cuerpo normativo de principios y reglas generales que
deben regir la contratación de las entidades estatales en todos los órdenes y niveles de la
administración, cuyas disposiciones buscan establecer lo necesario para que la gestión pública
contractual se adelante con agilidad y eficiencia”. RICO PUERTA, Luís Alonso. Teoría General y
Práctica de la Contratación Estatal. 2ª edición, Leyer. Bogotá D. C. 2001. Pág. 11.
139
mecanismos de difusión, garanticen la debida divulgación y se abstengan de
adoptar trámites y decisiones ocultas o secretas.
Tratándose de los principios generales del derecho y el papel que cumplen, bien
podríamos decir que a ellos se les atribuye distintas funciones198; en algunos
casos se sostiene que actúan como mecanismos críticos del ordenamiento
jurídico, en cuyo caso su función está orientada a soportar la imagen de un
derecho ideal al que concurren los ordenamientos históricos199. Desde otro punto
de vista, se encuentra en los principios, una función de verdadera norma jurídica,
para cumplir con ello una función integradora, principalmente supletoria de la ley, y
consecuentemente, reconociéndoles una naturaleza subsidiaria.
En este último caso, se considera que los principios generales del derecho
corresponden al resultado de un proceso inductivo que parte de las reglas
específicas previstas en el ordenamiento y arriba a la identificación de enunciados
generales que las agrupan. También se hace referencia a una tercera postura
197
ESCOBAR ENRIQUEZ, Álvaro B. El contrato estatal de obra. Ediciones jurídicas Gustavo
Ibáñez. Bogotá D. C. 2000. Pág. 138
198
VALENCIA RESTREPO, Hernán. “La definición de los principios en el Derecho internacional
contemporáneo”. En Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia
Bolivariana. No. 106. Enero-junio de 2007. Medellín. Pág. 104
199
Para Mantilla, “Se trata seguramente de criterios supremos y últimos e juicio a los cuales puede
echar mano el juez en ciertos casos, pero se vacila respecto de su contenido concreto exacto.”.
MANTILLA PINEDA, Benigno. Filosofía del Derecho. Temis. Santafé de Bogotá. 1996. Pág.136
140
según la cual, la función de los principios consiste en determinar el alcance de las
fuentes del derecho, y en razón de ello, se reconoce un papel interpretativo.
De otra parte, los principios funcionalmente son soporte estructural del sistema,
puesto que establecen los criterios esenciales que animan el ordenamiento en una
determinada situación o relación que interesa al derecho, constituyen pautas
hermenéuticas para desentrañar el significado y alcance de las reglas jurídicas, y
constituyen fuente formal para resolver situaciones o problemas concretos ante la
falta o insuficiencia de reglas jurídicas.200
Actúan por tanto como un mecanismo crítico de aquellas normas y decisiones que
desde el punto de vista histórico y cultural se muestran contrarias a la ideología
que ha inspirado el ordenamiento jurídico y en consecuencia evidencian la ruptura
200
Corte Constitucional. Sentencia T-406 de 1992 y Sentencia C- 818 de 2005.
141
y los efectos adversos que tales preceptos podrían tener; de ahí que la esencia de
su naturaleza esté en su condición axiológica antes que en su carácter de norma
jurídica201 y en consecuencia sea a partir de tal función que en este caso se
exprese como enunciado general y no concreto, además que no sea necesaria su
figuración en los textos escritos o en la legislación positiva.
En este sentido, Herrera R., señala que “Los principios generales no solo permiten
complementar la autointegración del ordenamiento jurídico, sino que sirven de
pauta de interpretación y, en esencia, contienen el fundamento del ordenamiento
201
A pesar de ello, no se excluye la condición de norma, puesto que como lo sostiene Bobbio, “los
principios generales no son sino normas fundamentales o generalísimas del sistema, las normas
más generales.” BOBBIO, Norberto. Teoría General del Derecho. Edición castellana. Temis.
Bogotá. 1992. Pág. 239
142
jurídico positivo. (…). Muchos principios generales se encuentran hoy
consagrados de manera positiva y otros son reconocidos por la doctrina o la
jurisprudencia.”202
202
HERRERA ROBLES, Aleksey. Aspectos Generales del Derecho Administrativo Colombiano.
Librería Ibañéz-Universidad del Norte. Págs. 51-52
143
de la Corte, que en la delimitación de su alcance, las autoridades disponen de un
margen de acción o apreciación.”203
Ello implica que bajo ninguna circunstancia es posible, a la luz del artículo 230 de
la Carta, invocar un principio general del derecho con el objeto de derrotar o
desplazar una norma jurídica vigente y que se encuentre comprendida por el
concepto de “ley”. En adición a lo señalado, apoyarse en los principios generales
del derecho no constituye un imperativo en tanto que las autoridades se
encuentran autorizadas, también por el artículo 230, para acudir a otros criterios a
fin de cumplir la función judicial.
203
Corte Constitucional, sentencia C-284 de 2015
204
Corte Constitucional Ibidem.
144
en el ordenamiento jurídico del Estado y, adicionalmente, el artículo 4º remite a los
principios de derecho natural.”205
205
Corte Suprema de Justicia. Sala Civil de Casación. Sentencia del 7 de octubre de 2009, Exp.
No. 05360-31-03-001-2003-00164-01
206
RODRÍGUEZ MONSALVE, Mario. Notas para un curso de Derecho Administrativo General.
Universidad de Medellín, 1989, pág. 9
145
como se advirtió (art. 4. C.P.). Adicionalmente, su extensión o alcance se limita al
derecho administrativo (función administrativa) y no para el derecho en general.207
146
1.1.2.3. Los principios de la contratación pública o estatal
147
de esa normativa que surge la necesidad de precisar la presencia y el papel que
cumplen los principios en la actividad de la contratación pública.
210
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 3 de diciembre de 2007, Rdos. No. 11001-
03-26-000-2003-00014-01(24715); 1100-10-326-000-2003-000-32-01(25206); 1100-10-326-000-
2003-000-38-01(25409); y otros
148
Con relación al principio de igualdad, señala que “El principio de igualdad en un
proceso de contratación es desarrollo del derecho constitucional consagrado en el
artículo 13 de la Constitución Política. Además, a él se hace alusión expresa en el
concepto que de la licitación pública prevé el parágrafo del artículo 30 de la Ley 80
de 1993, y los principios de transparencia y el deber de selección objetiva de que
tratan los artículos 24 y 29 de la citada ley, incorporan reglas que son claro
desarrollo del mismo. El principio de igualdad implica el derecho del particular de
participar en un proceso de selección en idénticas oportunidades respecto de otros
oferentes y de recibir el mismo tratamiento, por lo cual la administración no puede
establecer cláusulas discriminatorias en las bases de los procesos de selección, o
beneficiar con su comportamiento a uno de los interesados o participantes en
perjuicio de los demás.”
149
de quienes en él participen, se escoja la oferta más favorable para los intereses de
la administración, de suerte que la actuación administrativa de la contratación sea
imparcial, alejada de todo favoritismo y, por ende, extraña a cualquier factor
político, económico o familiar.
211
Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 29 de agosto de 2007, Rdo. No. 85001-23-
31-000-1996-00309-01(15324)
150
1.2.1. Garantías en sede administrativa
212
“Artículo 2º.- De la Definición de Entidades, Servidores y Servicios Públicos. Para los solos
efectos de esta Ley:
1o. Se denominan entidades estatales:
a) La Nación, las regiones, los departamentos, las provincias, el Distrito Capital y los distritos
especiales, las áreas metropolitanas, las asociaciones de municipios, los territorios indígenas y los
municipios; los establecimientos públicos, las empresas industriales y comerciales del Estado, las
sociedades de economía mixta en las que el Estado tenga participación superior al cincuenta por
ciento (50%), así como las entidades descentralizadas indirectas y las demás personas jurídicas en
las que exista dicha participación pública mayoritaria, cualquiera sea la denominación que ellas
adopten, en todos los órdenes y niveles.
b) El Senado de la República, la Cámara de Representantes, el Consejo Superior de la Judicatura,
la Fiscalía General de la Nación, la Contraloría General de la República, las contralorías
departamentales, distritales y municipales, la Procuraduría General de la Nación, la Registraduría
Nacional del Estado Civil, los ministerios, los departamentos administrativos, las superintendencias,
las unidades administrativas especiales y, en general, los organismos o dependencias del Estado a
los que la ley otorgue capacidad para celebrar contratos.”
“Artículo 11º- De la competencia para dirigir licitaciones y para celebrar contratos estatales. En las
entidades estatales a que se refiere el artículo 2.
1o. La competencia para ordenar y dirigir la celebración de licitaciones y para escoger contratistas
será del jefe o representante de la entidad, según el caso.
2o. Tiene competencia para celebrar contratos a nombre de la Nación, el Presidente de la
República.
3o. Tiene competencia para celebrar contratos a nombre de la Entidad respectiva
a) Los ministros del despacho, los directores de departamentos administrativos, los
superintendentes, los jefes de unidades administrativas especiales, el Presidente del Senado de la
República, el Presidente de la Cámara de Representantes, los presidentes de la Sala
151
Respecto al procedimiento, siguiendo la línea de la jurisprudencia del Consejo de
Estado, se establece que, para el ordenamiento jurídico colombiano, la selección
del contratista no es cuestión que se deje a la libre discrecionalidad o arbitrio de la
administración, en razón a que:
De esta manera, la finalidad del procedimiento se explica a partir del papel que
representa en función de los principios; esto es, servir como medio a través del
cual se regula la actividad de la administración, se fijan sus competencias y se
establecen las reglas que garanticen el cumplimiento de tales postulados y la
observancia de los derechos de los particulares que igualmente intervienen en él.
152
El texto transcrito establece en materia contractual, una prohibición para las
autoridades administrativas (adjudicadoras), relacionada con la actuación
constitutiva de abuso o desviación de poder. En consecuencia, la presencia de
esta irregularidad en el procedimiento, afectaría su validez en los términos
dispuestos en el citado numeral, y con ello surgiría un motivo de nulidad del
contrato, por abuso o desviación de poder, con fundamento en la causal prevista
en el numeral 3, del artículo 44 de la Ley 80 de 1993.
153
un derecho para los particulares, cuyo desconocimiento, afecta la validez de la
actuación desconocedora de ellos.
154
Artículo 77.- De la Normatividad aplicable en las actuaciones administrativas. En
cuanto sean compatibles con la finalidad y los principios de esta ley, las normas
que rigen los procedimientos y actuaciones en la Función administrativa, serán
aplicables en las actuaciones contractuales. A falta de éstas, regirán las
disposiciones del Código de Procedimiento Civil.
217
Con la expedición del nuevo Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo (CPACA), el artículo 141, inciso segundo, se establece que “Los actos proferidos
antes de la celebración del contrato, con ocasión de la actividad contractual, podrán demandarse
en los términos de los artículos 137 y 138 de este código, según el caso.”. Por tanto, con relación al
acto de adjudicación y los demás que se profieran antes de la celebración del contrato, podrán
impugnarse ante la jurisdicción contencioso administrativa mediante las acciones (medios de
control) de nulidad o de nulidad y restablecimiento del derecho.
155
1.2.1.3. Los recursos ordinarios del procedimiento administrativo (o en vía
gubernativa)
Segundo, que no aplica a todos los actos, sino aquellos que se produzcan con
motivo u ocasión de la ejecución del contrato, de lo que se excluyen los actos
previos a la celebración, entre ellos el acto de adjudicación y; finalmente, que
dicho recurso se rige por las normas del Código de Procedimiento Administrativo y
de lo Contencioso Administrativo (CPACA) y no por normas especiales.
Adicionalmente, se debe tener en cuenta que, contra los actos de trámite no habrá
recurso (Art. 75), con lo que siendo los actos precontractuales actos de trámite o
156
preparatorios, están desprovistos de la posibilidad de impugnación en sede
administrativa a través de los recursos ordinarios previstos para el procedimiento
administrativo, razón por la que cualquier vicio en su formación o la vulneración de
un derecho deberá discutirse en la vía jurisdiccional, ante la jurisdicción
contencioso administrativa.
218
Según el artículo 106 del CPACA, “La Jurisdicción Contencioso Administrativo está integrada
por el Consejo de Estado, los Tribunales Administrativos y los juzgados administrativos.”
219
GARZÓN MARTÍNEZ, Juan Carlos. El Nuevo Proceso Contencioso Administrativo. Sistema
Escrito-Sistema Oral. Ediciones Doctrina y Ley, Bogotá D.C., 2014, págs. 351 y ss
157
Conforme a dicha disposición, se tiene que el mecanismo jurisdiccional idóneo
para controlar la actividad contractual de la administración pública contratante en
la etapa de formación de la voluntad contractual y garantizar la defensa de los
derechos que pudieran resultar vulnerados con ella, se encuentra, con relación a
los actos previos a la celebración del contrato o actos precontractuales220, en los
medios de control (acciones o recurso contencioso administrativo), consagrados
en los artículos 137 y 138 de dicho Código; esto es, el de nulidad o contencioso
objetivo (Art. 137), y el de nulidad y restablecimiento del derecho o contencioso
subjetivo (Art. 138), cuyo procedimiento en ambos casos corresponde al mismo.
220
ROJAS LÓPEZ, Juan Gabriel. Por un régimen unitario de mecanismos de control judicial a la
administración pública. Comlibros. Medellín, 2007. Págs. 89 -91
221
BETANCUR JARAMILLO, Carlos. Derecho Procesal Administrativo. Octava edición, Señal
editora, Medellín, 2013. Págs. 88 y ss.
222
Para la Corte Constitucional, las medidas cautelares, “son aquellos instrumentos con los cuales
el ordenamiento protege, de manera provisional y mientras dura el proceso, la integridad de un
derecho que es controvertido en ese mismo proceso. De esa manera el ordenamiento protege
preventivamente a quien acude a las autoridades judiciales a reclamar un derecho, con el fin de
garantizar que la decisión adoptada sea materialmente ejecutada.” Corte Constitucional. Sentencia
C-523 de 2009
158
Las medidas cautelares surgen entonces como aquellas garantías que tienen los
particulares para que los efectos de la sentencia se cumplan o se hagan efectivos;
por ello y para que los administrados no vean burlados sus intereses, después de
un proceso dispendioso y dilatado, en el que finalmente le son apreciadas
positivamente sus pretensiones, la ley debe facilitarle unas medidas que debe
poner en marcha a fin de asegurar los efectos de la sentencia223.
El ordenamiento jurídico colombiano regula esta figura en los artículos 229 a 241
del CPACA, de cuyas disposiciones, se destacan los siguientes aspectos:
Advierte además que las medidas cautelares a adoptar podrán consistir en:
Ordenar que se mantenga la situación, o que se restablezca al estado en que se
encontraba antes de la conducta vulnerante o amenazante, cuando fuere posible;
suspender un procedimiento o actuación administrativa, inclusive de carácter
contractual. Suspender provisionalmente los efectos del acto administrativo;
ordenar la adopción de una decisión administrativa, o la realización o demolición
de una obra con el objeto de evitar o prevenir un perjuicio; impartir órdenes o
imponerle a cualquiera de las partes del proceso obligaciones de hacer o no
hacer.
Como requisitos para decretar (acordar), las medidas cautelares, señala la ley
que, si se trata de la suspensión provisional de los efectos de un acto
administrativo, procederá por violación de las disposiciones invocadas en la
demanda o en la solicitud que se realice en escrito separado, cuando tal violación
surja del análisis del acto demandado y su confrontación con las normas
superiores invocadas como violadas o del estudio de las pruebas allegadas con la
solicitud. Si adicionalmente se pretende el restablecimiento del derecho y la
223
CAMPO CABAL, Juan Manuel. Perspectiva de las medidas cautelares en el proceso
contencioso administrativo. Universidad Externado de Colombia – Universidad Europea de Madrid
–CEES-, Bogotá, 1997, pág. 18
159
indemnización de perjuicios deberá probarse sumariamente la existencia de los
mismos (art. 231).
224
Al respecto, el Decreto Ley 01 de 1984 (Código Contencioso Administrativo), en su artículo 152,
consagraba:
“Artículo 152. El Consejo de Estado y los tribunales administrativos podrán suspender los actos
administrativos mediante los siguientes requisitos:
1°. Que la medida se solicite y sustente de modo expreso en la demanda o por escrito separado,
presentado antes de que sea admitida;
2°. Si la acción es de nulidad, basta que haya manifiesta infracción de una de las disposiciones
invocadas como fundamento de la misma, por confrontación directa o mediante documentos
públicos aducidos con la solicitud;
160
actos previos a la celebración del contrato, demandables a través de las acciones
(medios de control) de nulidad y de nulidad y restablecimiento del derecho, el mismo
Estatuto, en el inciso segundo de su artículo 87, establecía que “la interposición de
estas acciones no interrumpirá el proceso licitatorio, ni la celebración y ejecución del
contrato.”225
Con la expedición del nuevo Código (Ley 1437 de 2011 CPACA), se ha fortalecido el
sistema de garantías para los particulares en lo que respecta a las medidas
cautelares en materia contencioso administrativa, no solo porque se pasó de un
sistema unitario (la suspensión provisional de los efectos del acto), a un sistema
múltiple de cautelas, sino por cuanto la ley autoriza su procedencia en todos los
procesos declarativos que se adelantan ante los órganos de la jurisdicción
contencioso administrativa, como se señaló anteriormente, por lo que nada impide la
presencia de las medidas cautelares cuando el objeto de impugnación es una
actuación diferente a la expedición de un acto administrativo, como lo sería un
hecho, una omisión o un contrato.
161
Artículo 230. (…)
226
GARZÓN MARTÍNEZ, Juan Carlos. Ob. Cit. Págs. 779 a 782
162
decir, se trata de un trámite que el órgano jurisdiccional no puede adelantar de oficio
o por su propia iniciativa, a la vez que no depende de la arbitrariedad o
discrecionalidad de éste, ya que su otorgamiento depende de la concurrencia de los
presupuestos legales y la correspondiente ponderación que de ellos haga el juez,
esto es, un juicio objetivo de valoración de los parámetros legales.
Los contratos del Estado o contratos públicos constituyen una forma de actividad a
través de la cual se fusionan el interés general que representa la administración
pública, con los fines económicos de las empresas particulares, extremos en
principio, opuestos. No obstante, a pesar de las diferencias en cuanto a fines,
móviles, formas, etc., su concurrencia se hace cada vez más notable; de ahí la
creciente preocupación por encontrar una normatividad que permita regular la
eficacia de la acción del Estado en la satisfacción de las necesidades colectivas,
con la garantía de los derechos de quienes acuden a prestar su colaboración o
concurso para la obtención de los fines generales, no siendo suficientes las
normas del derecho privado para regular esa relación.
227
Una contribución que pone en evidencia las necesidades actuales de unos sistemas de
contratación transparentes y acordes con la función social, ecológica, política y económica de la
Administración Pública, y que nos permite ampliar esta visión, se encuentra en el denominado
“LIBRO VERDE DE LA COMISIÓN EUROPEA Fomentar un marco europeo para la
responsabilidad social de las empresas. COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN relativa a la
responsabilidad social de las empresas: una contribución empresarial al desarrollo sostenible.”
Consultado el 23 de noviembre de 2016, en:
http://itemsweb.esade.edu/wi/research/iis/pdfs_web/Libro_Verde.pdf
163
púbica y la adopción de principios que orientan dicha normatividad tanto en
aspectos procesales como sustantivos.
Dentro de los primeros, es preciso tener en cuenta, entre otros, el Tratado para la
creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), así como el Acuerdo de
Contratación Pública (ACP) de la Organización Mundial del Comercio, aprobado
por el Consejo a través de la Decisión 94/800/CEE, los cuales se integran al
ordenamiento comunitario europeo y en tal condición tienen fuerza vinculante no
solo frente a los organismos de la Unión, sino también frente a los estados
miembros.
De esta manera, para nuestros fines, tomamos como referente el hecho de que en
la actualidad, el marco común o estatuto que integra la materia de la contratación
pública, se recoge principalmente en la Directiva 2014/24/UE, derogatoria de la
Directiva 2004/18/CE; en la Directiva 2014/23/UE, relativa a la adjudicación de
contratos de concesión, y la Directiva 2014/25/UE, referida a la contratación de
entidades que operan en los sectores de agua, la energía, el transporte y los
servicios postales, a la vez que deroga la Directiva 2004/17/CE y la Directiva
2009/81/CE.
228
TROITIÑO, David Ramiro, KERIKMÁE, Tanel, y CHOCHIA, Archil. “Las instituciones europeas”.
En Pasado, presente y futuro de la Unión Europea. Mc. Graw Hill Educatión. Madrid. 2015, págs.
106 a 124.
164
Concurren en este escenario normativo las resoluciones expedidas por el
Parlamento Europeo de manera previa a la adopción de la Directiva 2014/24/UE,
como la Resolución de 18 de mayo de 2010, la Resolución de 12 de mayo de
2011, y Resolución de 25 de octubre de 2011.
Además, sus decisiones cumplen una determinante labor como garantía jurídica
para la observancia y cumplimiento de los derechos de los licitantes, quienes
encuentran en dicha instancia la efectividad de la tutela jurídica cuando sus
derechos son vulnerados por la autoridad adjudicadora, a través de la vía procesal
y de los recursos previstos en la normativa vigente.
229
Al respecto, es importante tener en cuenta que “La competencia del Tribunal de Justicia
Europeo se establece en los tratados y debe haber una base legal sobre la que descansa, el
Tribunal de Justicia no puede hacer frente a los casos que no encajen en las categorías
enumeradas en las disposiciones comunitarias.”
(…)
“El Tribunal de Justicia Europeo no es un tribunal de apelación a los tribunales nacionales de los
Estados miembros, sino que cumple su papel como último interprete de la ley de la UE a través de
la posibilidad, y en algunos casos la obligación, para los tribunales nacionales, de realizar
peticiones de decisión prejudicial para evitar distintas interpretaciones antes de que se produzcan”.
NYMAN-METCALF, Katrin. “El sistema judicial europeo”. En Pasado, presente y futuro de la Unión
Europea. Cit., pág. 127.
165
instrumento jurídico, a la vez que su utilización como un mecanismo de desarrollo
económico y social, y consecuencialmente que su papel haya adquirido mayor
importancia no solo en el campo institucional, sino en lo político, lo jurídico, lo
económico y lo social.230
También señala la Directiva que “los Estados miembros son libres, dentro del
respeto de los principios del TFUE sobre igualdad de trato, no discriminación,
transparencia y libre circulación de personas contemplados en el Tratado, de
decidir organizar la prestación de servicios, ya sea como servicios de interés
económico general, como servicios no económicos de interés general, o como una
combinación de ambos.”
230
Así, “El artículo 5 del Tratado Constitutivo, ya desde Maastrich establece los importantes
principios de "atribución", "subsidiariedad" y "proporcionalidad" (respectivamente), en los siguientes
términos: "La Comunidad actuará dentro de los límites de las competencias que le atribuye el
presente Tratado y de los objetivos que éste le asigna.
En los ámbitos que no sean de su competencia exclusiva, la Comunidad intervendrá, conforme al
principio de subsidiariedad, sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no
puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, y, por consiguiente,
puedan lograrse mejor, debido a la dimensión o a los efectos de la acción contemplada, a nivel
comunitario. Ninguna acción de la Comunidad excederá de lo necesario para alcanzar los objetivos
del presente Tratado." ALMONACID LAMELAS, Víctor. Las relaciones entre el derecho
comunitario y el derecho de los países miembros. Tomado el 2 diciembre de 2016, de
pórticolegal.com
231
Directiva 2014/23/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 26 de febrero de 2014. relativa
a la adjudicación de contratos de concesión. Diario Oficial de la Unión Europea. 28.3.2014.
Tomada el 26 de noviembre de 2016, de:
http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:32014L0023&from=es
166
De esta manera, el Derecho comunitario europeo no escapa a dicha situación; por
el contrario, es desde su normatividad y de las decisiones del Tribunal de Justicia
que se establece una regulación de la contratación pública basada en las
necesidades actuales y principalmente en la aplicación de los principios generales
del Ordenamiento común, así como los principios de la contratación como el de la
libre concurrencia, soportada “… en los principios fundamentales consagrados en
el Derecho originario de la Unión Europea de igualdad de trato, convocatoria de
licitaciones transparentes y no discriminatoria, reconocimiento mutuo y lucha
contra el fraude y la corrupción.”232
232
MORENO MOLINA, José Antonio. “Las Nuevas Directivas de la Unión Europea sobre
Contratación Pública”. En Revista Contratación Administrativa Práctica. Tomada de:
http://derechoydebate.com/admin/uploads/5373ea3ee9a4b-moreno-molina-jos-antonio-las-nuevas-
directivas-de.pdf Fecha de consulta: 7 de enero de 2015
233
“Tanto las normas como los principios son generales, pero una norma jurídica se establece para
un número determinado de actos o de hechos y solo rige para esos actos o hechos. Un principio,
en cambio, comporta una serie indefinida de aplicaciones. Puede decirse así, que las normas
jurídicas son aplicaciones de los principios,”. LATORRE, Ángel. Introducción al Derecho. 9ª edición.
Editorial Ariel. Barcelona. 1992. Pág. 65
167
La contratación pública no escapa a la consideración según la cual tales
postulados establecen verdaderas reglas que impulsan y regulan el procedimiento
en cada una de sus etapas, esto es, tanto en la formación de la voluntad
contractual, como en la ejecución del contrato, sometiendo a los intervinientes
(autoridades adjudicadoras y entes privados) y obligándolos a su cumplimiento,
convirtiéndose con ello en verdaderas fuentes de la legalidad que orientan el
derecho interno de cada uno de los estados miembros, los cuales podrán regular
la materia, pero sin desconocer los principios generales dispuestos en el Derecho
comunitario.
Conciliar uno y otro sistema jurídico, implica entonces analizar la función que
cumplen dichos principios en el marco del Ordenamiento común, teniendo en
cuenta que en ocasiones se les considera como mecanismos críticos o de control
del ordenamiento jurídico; en otros casos se les atribuye la función de norma
jurídica, y como tal cumpliendo una función integradora; y en tercer lugar, se
podría señalar que la función de los principios consiste en determinar el alcance
de las fuentes del derecho, y en razón de ellos, se reconoce un papel
interpretativo.
168
En otros términos, como lo señala Rodríguez Arana (y otros), se podría decir que
los principios generales del derecho “pueden realizarse de muy diferentes formas,
atendiendo a distintos puntos de vista. Se puede, analizar su condición de fuente
del Derecho (…). Se puede también estudiar específicamente su carácter de
elemento informador y transversal (…). Igualmente, se puede poner el acento en
su conexión con la dimensión ética y en su proyección sobre el plano de los
valores.”234
234
RODRÍGUEZ ARANA J., MORENO MOLINA, J. A., JINESTA LOBO, E., y NAVARRO MEDAL,
K. Derecho Internacional de las Contrataciones Administrativas. Ediciones Guayacan, San José,
Costa Rica. 2011, Pág. 29. Tomado el 23 de noviembre de 2016, de:
http://www.kas.de/wf/doc/kas_29075-1522-4-30.pdf?111012200416
235
A este respecto, se señala: “La principal problemática relacionada con la Carta se encuentra en
la relación de su estructura normativa. La Carta contiene derechos y principios que han de ser
tratados de manera diferente, y se redactó como un mecanismo para lograr un consenso sobre la
gama de los derechos incluidos en ella (…), Además, los derechos y los principios pueden ser
expresados en el mismo artículo, por ejemplo, derecho a la vida familiar y profesional (Art. 33
CFR).”. TROITIÑO, David Ramiro. KERIKMÄE, Tanel, y CHOCHIA, Archil. “La Carta de derechos
de la Unión Europea”. En Pasado, presente y futuro de la Unión Europea. Ob. Cit., pág. 205.
236
Explica Almonacid L., que “El derecho originario. Que se compone de los Tratados que
instituyen las Comunidades Europeas, así como por aquéllos que los complementan, modifican o
adaptan (incluyendo en este segundo grupo los Tratados de Adhesión), constituyendo todos ellos
el catálogo de normas supremas que configuran el marco comunitario. El "Tratado por el que se
establece una Constitución para Europa" (coloquialmente "Constitución Europea"), firmado el 29 de
junio de 2004, por tanto, no es más que el último de estos Tratados, los cuales tienen primacía
respecto de las demás fuentes del Derecho comunitario, especialmente con respecto al Derecho
derivado y a los acuerdos internacionales”. ALMONACID LAMELAS, Víctor. Ob.cit.
237
CHOCHIA, Archil, Aleksandr Propov, KERIKMÄE, Tanel, y EVAS, Tatjana. “Introducción al
Derecho Comunitario”. En Pasado y Presente de la Unión Europea. Ob. Cit., págs. 175-176.
169
Reconocida la presencia de los principios como parte del ordenamiento jurídico
comunitario, y teniendo en cuenta que respecto de ellos existen diversos
significados procede ahora analizar su desarrollo, en relación con las principales
funciones que le son atribuidas.
Sobre el rango de estos principios, señala F. J., Hernando Santiago que “Los
principios generales del Derecho Comunitario, al crearse como una manifestación
de las tradiciones comunes de los Estados miembros, son hoy día normas de
Derecho Originario. Normas no escritas, pero normas del máximo rango en el
Derecho de la Unión. No en balde estas normas son un parámetro de
enjuiciamiento de las normas del Derecho comunitario derivado: Reglamentos,
Directivas y Decisiones.”238
Considerados así, los principios actúan por tanto como un mecanismo crítico de
aquellas conductas, normas y decisiones que desde el punto de vista histórico y
cultural se muestran contrarias a la ideología que ha inspirado el ordenamiento
jurídico y en consecuencia evidencian la ruptura y los efectos adversos que tales
preceptos podrían tener; de ahí que la esencia de su naturaleza esté en su
condición axiológica, así como en su carácter de norma jurídica de rango superior
y prevalente y en consecuencia sea a partir de esa condición que en este caso se
expresen como enunciado general y no concreto.
238
F. J., Hernando Santiago. Principios generales del derecho nacionales y derecho comunitario.
En Actes du colloque pour le cincuantiéme anniversaire des Traités de Rome. Pág. 70. Tomado el
4 de octubre de 2016, de: http://curia.europa.eu/common/dpi/col_stantiago.pdf
170
entidades adjudicadoras de los Estados miembros deben cumplir las normas y
principios del Tratado CE en todas las adjudicaciones de contratos públicos que
entren en el ámbito de aplicación del mismo.
En tanto los principios hacen parte de ese derecho originario, está fuera de toda
discusión su supremacía y prevalencia y, con ellas, garantizado el cumplimiento
de su función de control no solo sobre la actividad de los sujetos o autoridades de
la Unión Europea, sino de las normas y decisiones que en el marco de sus
competencias adopten tanto sus órganos como los Estados miembros, puesto que
es a partir del carácter vinculante de sus principios, que se corrigen o controlan las
conductas (actuaciones y decisiones), perturbadoras o desconocedoras del
Derecho comunitario.
239
TJCE. Asunto C-6/05. 14-6-2007, apartado 33
171
es decir para permitir la subsunción de los hechos dentro de esos valores y lograr
así la unidad del sistema jurídico.
En el caso los contratos cuya cuantía sea inferior a los umbrales de aplicación de
las Directivas sobre contratación pública, se deberá tener en cuenta que, con
arreglo a la jurisprudencia del TJCE, “las personas tienen derecho a
una protección judicial efectiva de los derechos que les confiere el ordenamiento
jurídico comunitario. El derecho a esta protección constituye uno de los principios
generales de Derecho derivados de las tradiciones constitucionales comunes a los
Estados miembros. A falta de disposiciones pertinentes de Derecho comunitario,
incumbe a los Estados miembros instaurar las normas y los procedimientos
necesarios para garantizar una protección jurisdiccional efectiva.
240
Este alcance queda establecido en diversos pronunciamientos del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea, como se reseña en la sentencia Medipac-Kazantzidis. C-6/05. 14-6-2007, apartado
33, antes transcrito.
172
Dos aspectos importantes se resaltan de esta disposición a fin de soportar la
función integradora de los derechos generales en el Derecho comunitario; de un
lado, el señalamiento expreso de que la protección judicial efectiva en sí misma
“constituye uno de los principios generales de Derecho derivados de las
tradiciones constitucionales comunes a los Estados miembros”, esto es, origen y
significado de los principios generales, reconocidos al hacer referencia a que
emanan de las tradiciones constitucionales comunes de los estados miembros, así
como su reconocimiento supraestatal y; de otro el valor jurídico que se les atribuye
como elemento integrador del sistema jurídico, cuando se expresa que a falta de
disposiciones pertinentes de Derecho comunitario, es deber de los Estados
miembros instaurar las normas y los procedimientos necesarios para garantizar
dicha protección.
Conviene en este aspecto retomar a F.J. Hernando Santiago, para quien “… junto
a los rasgos fundamentales determinantes de la presencia de los principios
generales del derecho y que son más habitualmente conjugados (…) se encuentra
su concreta mecánica operativa. Esa precisa mecánica es su intervención en
ausencia de ley, su carácter de fuente subsidiaria. Este es, sin embargo, un rasgo
que no actúa en el Derecho comunitario sino que en él sucede (…), justamente al
contrario.”241
Significa lo anterior que para el Derecho común europeo, los principios generales
son normas de aplicación principal y no simples criterios de interpretación o
subsidiarios que apoyen al operador jurídico en su labor de interpretación, lo que
241
F.J. Santiago. Ob. Cit.
173
supone que su carácter normativo desplace la función interpretativa, dado que
ante una situación que no haya sido prevista de manera clara o integra por la
legislación, dicho vacío o ambigüedad no se suple con una interpretación, sino que
opera de manera directa el principio, pues la legislación se entiende adoptada o
expedida en desarrollo de los principios generales, contenidos en el Derecho
Originario, de donde la interpretación solo se entiende en función de la aplicación
directa de aquellos242.
La contratación pública supone una acción del Estado y una concurrencia de los
particulares que atienden a la convocatoria. Su importancia y actualidad, tienen
una doble extensión, de un lado, el cumplimiento de los fines del Estado y; de otro,
servir de instrumento para la dinámica del mercado, tal como quedó plasmado en
la Comunicación de la Comisión de 3 de marzo de 2010 titulada «Europa 2020,
una estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador»
(«Estrategia Europa 2020»).
Los artículos 6 y 9 del Tratado de la Unión Europea (sin que ello signifique el
desconocimiento de otras disposiciones), contienen expreso reconocimiento a los
derechos, libertades y principios enunciados en la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea, así como al sometimiento de la Unión en
todas sus actividades al principio de la igualdad de sus ciudadanos.
De otra parte, el artículo 179 (antiguo artículo 163 del TCE), del Tratado de
Funcionamiento, establece en su numeral 2:
242
En este sentido, es preciso agregar lo sostenido por Troitiño, Kerikmäe y Chochia, al sostener
que “El artículo 52.5 de la Carta establece que los principios son justiciables solo en la medida en
que son implementados por las medidas adoptadas por los Estados miembros. Las explicaciones
de la Carta aclaran que los principios no “dan lugar a derechos inmediatos de acciones positivas de
las instituciones de la Unión o de las autoridades de los Estados miembros.”. TROITIÑO, David
Ramiro. KERIKMÄE, Tanel, y CHOCHIA, Archil. Ob. Cit., pág.205
174
2. (…), la Unión estimulará en todo su territorio a las empresas, incluidas las
pequeñas y medianas, a los centros de investigación y a las universidades en sus
esfuerzos de investigación y de desarrollo tecnológico de alta calidad; apoyará sus
esfuerzos de cooperación con el fin, especialmente, de permitir que los
investigadores cooperen libremente por encima de las fronteras y que las
empresas aprovechen las posibilidades del mercado interior, en particular por
medio de la apertura de la contratación pública nacional, la definición de normas
comunes y la supresión de los obstáculos jurídicos y fiscales que se opongan a
dicha cooperación.
243
TJUE, Sentencia de 22 de junio de 1993. Asunto C-243 de 1989
175
2. Los poderes adjudicadores y entidades adjudicadoras tendrán como objetivo
garantizar la transparencia del procedimiento de adjudicación y de la ejecución del
contrato, respetando al mismo tiempo el artículo 28.
176
sentencia de 12 diciembre de 2002, asunto C-470/99, apartado 91, el TJUE, ha
sido claro y reiterativo en el sentido de señalar que dicho principio constituye la
base normativa relativa a los procedimientos de adjudicación de los contratos y
una regla de transparencia necesaria para garantizar su adecuada ejecución.
60. A este respecto procede señalar que, pese a que, en el estado actual del
Derecho comunitario, tales contratos se encuentran excluidos del ámbito de
aplicación de la Directiva 93/38, las entidades contratantes que los celebren están
obligadas no obstante a respetar, en general, las normas fundamentales del
Tratado y, en especial, el principio de no discriminación por razón de la
nacionalidad.
245
Tribunal de Justicia Europeo. Parking Brixen, sentencia de 13 de octubre de 2005, asunto C-
458/03, apartado 44
177
El principio de transparencia, como acaba de citarse, en los términos de la
jurisprudencia del Tribunal Europeo, constituye para las entidades adjudicadoras
una obligación de hacer o realizar dentro de la esfera de sus procedimientos y
competencias, todas las acciones tendientes a brindar la información necesaria a
los potenciales licitadores. Además, en correlación con ésta, el deber de garantizar
el derecho de información relacionado con las condiciones de licitación, en cuyo
caso, de dicho principio no solo emana la obligación de transparencia, sino un
mandato de objetividad en el procedimiento, al prescribir su publicidad.
178
Así, el numeral 2 de la Directiva 2007/66/CE, señala expresamente que:
Se explica entonces que, con los primeros, se busca aplicar correctivos frente a
aquellas decisiones o actuaciones que contienen o pueden llegar a contener
infracciones a las normas de contratación pública en el transcurso del
procedimiento de licitación o antes de la firma del contrato. A su vez, los recursos
contractuales, constituyen mecanismos orientados a corregir la relación
contractual o a declarar la ineficacia del contrato, así como la indemnización de los
daños y perjuicios, cuando a ello hubiese lugar.
179
competente, o cualquier presunta infracción cometida en el ejercicio de las
facultades que éste tiene conferidas, pueda ser objeto de un recurso jurisdiccional
o de un recurso ante otro órgano jurisdiccional.
246
“El concepto de «entidad adjudicadora» también es objeto de atención del Tribunal de Justicia
en la sentencia de 15 de mayo de 2003. La «entidad adjudicadora» es para el legislador
comunitario, y así lo ha entendido el Tribunal de Justicia, todo ente, independientemente de su
naturaleza pública o privada, que adjudique un contrato de los enunciados en la Directiva (y que en
Derecho español se consideran contratos públicos, sometiéndose por tanto a una normativa
específica, cual es la de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas). El Tribunal opta por
un criterio funcional en su entendimiento de la expresión «organismo de Derecho Público»
empleado por las Directivas. Así, en la medida en que la entidad en cuestión satisfaga intereses
generales en su actividad, en principio va a considerarse que se encuentra en el ámbito de
aplicación de las mencionadas Directivas. V. fundamentos jurídicos 47 a 60 de la sentencia.”. Cfr.
DE LA SIERRA, Susana. “Las «Medidas Cautelares» en la Contratación Pública”. En Revista de
Administración Pública Núm. 164. Mayo-agosto 2004. Pág. 212. Tomado el 25 de octubre de 2016,
de:
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/975192.pdf
180
Con relación a los requisitos de los procedimientos de recurso, el artículo 2, nos
informa que los Estados miembros en las medidas adoptadas en relación con los
procedimientos de recurso, establecerán las facultades necesarias para: adoptar,
mediante procedimiento de urgencia, medidas provisionales para corregir la
infracción o para impedir que se causen otros perjuicios a los intereses afectados,
incluidas las medidas destinadas a suspender o a hacer que se suspenda el
procedimiento de adjudicación del contrato público en cuestión o la ejecución de
cualquier decisión adoptada por el poder adjudicador; anular o hacer que se
anulen las decisiones ilegales, contenidas en los documentos de licitación, en los
pliegos de condiciones o en cualquier otro documento relacionado con el
procedimiento de adjudicación del contrato; conceder una indemnización por
daños y perjuicios a las personas perjudicadas por una infracción.
Se prevé también que el órgano de primera instancia sea independiente del poder
adjudicador, y que el recurso contra la decisión de adjudicación, deberá garantizar
que el poder adjudicador no pueda celebrar el contrato hasta tanto se haya
tomado una decisión sobre la solicitud de medidas provisionales o sobre el fondo
del recurso.
Respecto del plazo suspensivo, se señala que los Estados miembros velarán por
que dispongan plazos suficientes para interponer los recursos contra las
decisiones de adjudicación de contratos adoptadas por los poderes adjudicadores.
(art. 2 bis)
181
ordenamiento jurídico interno del Estado miembro en cuestión debe prever la
posibilidad de invocar esa incompatibilidad por el cauce de los recursos.”247
247
TJUE, Siemens y ARGE. Sentencia de 18 de marzo de 2004, asunto C-314/01. 18-3-2004,
apartado 49
248
TJUE. GAT. C-315/01. 19-6-2003 Apartado 49
182
Se trata de una actuación que tiende, de una parte, a garantizar que el derecho
vulnerado o afectado por la decisión de la autoridad adjudicadora, sea resarcido o
compensado, y de otra, asegurar el cumplimiento material del contrato en el
sentido de no afectar su ejecución, en tanto con ello pudiera resultar perjudicado el
interés general, cuya protección precisamente se persigue con la realización de su
objeto.
183
propia de los actos administrativos; de ahí que la norma que se comenta sea
expresa en señalar que la decisión así adoptada, “pueda ser objeto de un recurso
jurisdiccional o de un recurso ante otro órgano jurisdiccional en el sentido del
artículo 234 del Tratado CE”. (Dicha disposición se refiere a la competencia del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea para pronunciarse, con carácter
prejudicial).
249
GIMENO FELIU, José María. Informe especial. Sistema de control de la contratación pública en
España. Observatorio de Contratación Pública. Diciembre de 2015. Pág. 13. Tomado el 18 de
diciembre de 2016, de:
http://www.obcp.es/index.php/mod.documentos/mem.descargar/fichero.documentos_INFORME_E
SPECIAL_OBPC__RECURSO_ESPECIAL_Y_DOCTRINA_2015_0f8f25d8%232E%23pdf
250
Según González Pérez, “La justa paz de la comunidad únicamente es posible en la medida en
que el Estado es capaz de crear instrumentos adecuados y eficaces para satisfacer las
pretensiones que ante el mismo se formulan. Pues si los anhelos de justicia que lleva en lo más
íntimo de su ser todo hombre no encuentran satisfacción por los cauces pacíficos instaurados por
el Estado, por fuerte y brutal que sea la máquina represiva, será desbordada por aquella búsqueda
desesperada de justicia.
184
derecho; no en vano, desde la Directiva 2007/066/UE, se tiene que en lo relativo a
los contratos, los Estados miembros tomarán las medidas necesarias para
garantizar que las decisiones adoptadas por los poderes adjudicadores puedan
ser recurridas de manera eficaz y lo más rápidamente posible, cuando dichas
decisiones hayan infringido el Derecho comunitario en materia de contratación
públicos o las normas nacionales de incorporación de las mismas, lo que supone
la necesidad de una respuesta eficaz y oportuna.
De aquí la importancia de una efectiva tutela jurisdiccional, de que todo aquel que crea tener
derecho a algo pueda acudir a un órgano estatal que le atienda, verificando su razón, y en su caso,
haciendo efectivo el derecho.” GONZÁLES PÉREZ, Jesús. El Derecho a la Tutela Jurisdiccional.
Civitas, Madrid, 1984, págs. 21-22
251
CAMPO CABAL, Juan Manuel. Ob. Cit., pág. 18
252
DÍEZ SASTRE, Silvia, La tutela de los licitadores en la adjudicación de contratos públicos.
Madrid, Marcial Pons, 2012
185
precisas que permitan la atracción de los privados a la oferta de bienes y servicios
del sector público253.
253
COVILLA MARTÍNEZ, Juan Carlos. “Reseña Bibliográfica: Silvia Díez Sastre. La tutela de los
licitadores en la adjudicación de contratos públicos”. En Revista Digital de Derecho Administrativo.
No. 8. Universidad Externado de Colombia. 2012. Págs. 158-159. Tomado el 29 de septiembre de
2016, de: http://revistas.uexternado.edu.co/index.php/Deradm/article/view/3387/3037
254
Idem.
186
a) adoptar, lo antes posible y mediante procedimiento de urgencia, medidas
provisionales para corregir la infracción o para impedir que se causen otros
perjuicios a los intereses afectados, incluidas las medidas destinadas a suspender
o a hacer que se suspenda el procedimiento de adjudicación del contrato público
en cuestión o la ejecución de cualquier decisión adoptada por el poder
adjudicador.”.
99. A este respecto, procede señalar que, si bien la normativa española establece
la posibilidad de que se adopten medidas cautelares de carácter positivo, no cabe
considerar que constituya un sistema de tutela judicial provisional adecuado para
corregir de manera eficaz las infracciones eventualmente cometidas por las
entidades adjudicadoras, dado que exige por regla general la interposición previa
de un recurso en cuanto al fondo como condición para la adopción de una medida
provisional contra una decisión de la entidad adjudicadora.
255
DE LA SIERRA, Susana. Ob. Cit. Pág. 226.
187
Esta apreciación no queda desvirtuada por el hecho de que, en el marco de la
suspensión en vía judicial, el recurso pueda interponerse mediante un simple
escrito y que la demanda pueda formalizarse posteriormente a la solicitud de la
medida cautelar, dado que la exigencia de que se cumpla previamente una
formalidad de este tipo tampoco puede considerarse compatible con las
prescripciones de la Directiva 89/665, tal como fueron precisadas en la sentencia
Comisión/Grecia, antes citada256.
256
PIÑAR MAÑAS, José Luis. “El derecho comunitario como marco de referencia del derecho
español de contratos públicos”. En Comentario a la Ley de contratos de las Administraciones Públicas.
Gómez-Ferrer Morant, Rafael (coordinador). Civitas, Madrid, 2ª ed., 2004, págs. 27-79.
188
3. La garantía de los derechos en el proceso de contratación pública en el
Derecho Interno Español
257
Téngase en cuenta en este aspecto, que como lo exponen Troitiño y kerikmáe, “La soberanía es
un concepto sorprendentemente tenaz que sigue dominando el debate sobre la relación entre la
Unión Europea (UE) y sus Estados miembros, a pesar de que los académicos, durante mucho
tiempo, han señalado a la interdependencia como el término clave en el mundo moderno. Los
estados poseen tantas conexiones entre sí que no queda mucho de la idea original de soberanía,
de la idea de que no hay mayor poder que el Estado y el Estado puede hacer lo que quiera dentro
de sus fronteras con la única restricción de sus propias leyes y de la voluntad popular expresada a
través de las urnas de manera democrática.”. TROITIÑO, David Ramiro y KERIKMÁE, Tanel. “El
concepto de soberanía compartida”. En Pasado, presente y futuro de la Unión Europea. Ob. Cit.,
pág. 181.
189
No en vano esta consideración, la Ley 30/2007, de Contratos del Sector Público,
consagraba en su artículo 1 que el fundamento de toda la normativa de
contratación es el respeto de los principios generales de la contratación pública, al
tiempo que tiene por objeto regular la contratación del sector público, “a fin de
garantizar que la misma se ajusta a los principios de libertad de acceso a las
licitaciones, publicidad y transparencia de los procedimientos, y no discriminación
e igualdad de trato entre los candidatos, y de asegurar, en conexión con el objetivo
de estabilidad presupuestaria y control del gasto, una eficiente utilización de los
fondos destinados a la realización de obras, la adquisición de bienes y la
contratación de servicios mediante la exigencia de la definición previa de las
necesidades a satisfacer, la salvaguarda de la libre competencia y la selección de
la oferta económicamente más ventajosa”.
Es igualmente objeto de esta Ley la regulación del régimen jurídico aplicable a los
efectos, cumplimiento y extinción de los contratos administrativos, en atención a
los fines institucionales de carácter público que a través de los mismos se tratan de
realizar.
190
siendo la contratación pública una actuación propia de la Administración Pública,
se encuentra vinculada a los postulados constitucionales dispuestos para ésta.
Díez Picazo y Gullón, reconocen estos principios como normas de carácter básico
en la organización social que expresan valores y criterios no legislados, pero qué a
pesar de no estar contenidos en una norma positiva, son reconocidos y
aceptados258. En otros términos, se trata de una serie de reglas que positivizadas
o no, son admitidas como válidas en una sociedad.259
Se resalta desde esta perspectiva el papel que cumplen tales postulados como
mecanismo informador e integrador del sistema jurídico positivo, orientado a
inspirar la creación de normas tanto materiales como procesales, y en el caso del
derecho administrativo, fundamento para establecer las competencias de las
autoridades, así como para desarrollar el principio de legalidad en sus
procedimientos, permitiendo introducir criterios uniformes que faciliten la
interpretación y aplicación de las diferentes normas que regulan la actividad
administrativa.
El artículo 1.4 del Código Civil, se refiere a los principios generales del derecho en
el Ordenamiento jurídico español, disponiendo:
“Artículo 1.4
1. Las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los
principios generales del derecho.
258
DÍEZ-PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Sistema de Derecho Civil, vol. 1. Madrid, Tecnos,
1976. Pág. 156 y ss.
259
VILLAR PALASÍ y VILLAR EZCURRA. Principios de Derecho Administrativo. Universidad de
Madrid, t. 1, 1984, pág. 333.
260
GARCÍA DE ENTERRÍA, y FERNÁNDEZ. Ob. Cit. t. I, pág. 59
191
(…)
Artículo 103.
1. La Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y
actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización,
desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al
Derecho.”
“Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer
discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión
o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
261
En este caso, el Derecho interno español reconoce como tercera fuente, subordinada a la ley y
a la costumbre, los principios generales del derecho. LATORRE, Ángel. Ob. Cit. Pág. 65
192
los Tribunales ordinarios por un procedimiento basado en los principios de
preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del recurso de amparo ante el
Tribunal Constitucional. Este último recurso será aplicable a la objeción de
conciencia reconocida en el artículo 30.
Para explicar la relación de los principios generales del derecho con el derecho
administrativo, y la función de aquellos, Rodríguez Arana sostiene:
262
RODRÍGUEZ ARANA, Jaime, MORENO MOLINA, JINESTA LOBO, Y NAVARRO MEDAL.
Derecho Internacional de las Contrataciones Administrativas. Ediciones Guayacán, San José de
Costa Rica, 2011. Pág. 29
193
Se trata entonces de analizar la función que cumplen dichos principios en el
Derecho interno español, para cuyo caso habrá de tenerse presente su
consideración como mecanismos críticos o de control del ordenamiento jurídico;
su condición de norma jurídica y en consecuencia, en su función integradora; y por
último, como fuente del derecho, y en razón de ello, cumpliendo un papel
interpretativo.
En este sentido, según el mismo Rodríguez Arana, se podría decir que los
principios generales del derecho “pueden realizarse de muy diferentes formas,
atendiendo a distintos puntos de vista. Se puede, analizar su condición de fuente
del Derecho (…). Se puede también estudiar específicamente su carácter de
elemento informador y transversal (…). Igualmente, se puede poner el acento en
su conexión con la dimensión ética y en su proyección sobre el plano de los
valores.”263
De esta manera, los principios actúan por tanto como un instrumento corrector de
conductas, normas y decisiones que desde el punto de vista histórico y cultural se
muestran contrarias a la ideología que ha inspirado el ordenamiento jurídico y en
consecuencia evidencian la ruptura y los efectos adversos que tales preceptos
podrían tener, de lo cual no es ajeno el ordenamiento español; es por ello que la
función que en este sentido se asigna a los principios generales se ubica en su
condición axiológica, al igual que en su carácter de norma jurídica de rango
superior y prevalente, cuando se consagra positivamente como norma
constitucional.
263
RODRÍGUEZ ARANA J., MORENO MOLINA, J. A., JINESTA LOBO, E., y NAVARRO MEDAL,
K., Ob. cit. Pág. 29
194
además explica que en tanto ellos son los que informan la ciencia del derecho, se
convierten en verdaderos límites al ejercicio del poder dentro de un Estado de
Derecho.264
264
MARTÍNEZ LÓPEZ MUÑIZ, José Luis. Examen de la contratación de los entes instrumentales.
Estudio especial del Derecho Comunitario. En Cuadernos de Derecho Judicial, No. XXXII, Madrid,
1994.Pág. 374
195
aplicativo –y no meramente programático- de los principios generales plasmados
en la Constitución”.265
Son tres los aspectos a resaltar a partir de la citada norma, a saber, su condición
de fuente del derecho; la aplicación supletoria y, finalmente, su carácter
informador del ordenamiento jurídico.
265
GARCÍA DE ENTERRÍA, y FERNÁNDEZ. Ob. Cit. pág. 66
266
RODRÍGUEZ ARANA y OTROS. Ob. Cit. Pág. 30
196
De otra parte, la aplicación supletoria de los principios, o su condición de elemento
integrador, garantiza la plenitud del sistema jurídico al permitir que a través de sus
postulados se dé solución a situaciones concretas; de esta manera, el Derecho
español establece desde el artículo 1.4 de su Código Civil, que los principios
generales del derecho, cumplan su función integradora y de cohesión entre las
distintas normas e instituciones que lo estructuran.
(…) los principios generales del Derecho, esencia del Ordenamiento jurídico, son
la atmósfera en que se desarrolla la vida jurídica, el oxígeno que respiran las
normas, lo que explica que tales principios informen las normas –art. 1.4 del
Código Civil- y que la Administración esté sometida no solo a la ley sino al Derecho
–art. 103 de la Constitución-. Y es claro que si estos principios inspiran la norma
habilitante que atribuye una potestad a la Administración, esta potestad ha de
actuarse conforme a las exigencias de los principios267.
267
Citada por RODRÍGUEZ ARANA y OTROS. Ob. Cit. Pág. 31.
197
En este contexto, procede determinar si en el Derecho interno español, los
principios generales del Derecho cumplen o no la función interpretativa, en cuyo
caso, podríamos tener como punto de análisis la disposición tantas veces
mencionada del artículo 1.4 del Código Civil, norma que irradia a todo el
ordenamiento y que como se ha mencionado, atribuye de manera expresa y
directa a estos principios, el carácter subsidiario y de fuente del derecho, puesto
que además de consagrar la posibilidad de su aplicación en ausencia de ley o
costumbre, se establece expresamente su condición de fuente del Derecho, así
como su carácter informador del Ordenamiento jurídico, con lo que queda
aceptada su función interpretativa. Todo ello sin desconocer el papel qué desde la
normatividad del Ordenamiento común europeo, se atribuya a los principios
generales.
268
Aclaración: En el desarrollo de este apartado no se incluye el Proyecto de la Nueva Ley de
Contratos del Sector Público, por la que se transponen al Ordenamiento español las Directivas del
Parlamento Europeo y del Consejo 2014/23/UE y 2014/24/UE, presentado ante el Congreso de los
Diputados en 21 de noviembre de 2016, del cual habrá de esperarse que cumpla su trámite y se
defina su contenido, para que alcance su incorporación normativa.
198
legislación de la contratación pública española. Sin embargo, la influencia del
derecho de la Unión Europea ha producido un cambio radical en esta
circunstancia, pasando a situar como centro en torno al cual gravitan los principios
que inspiran dicha legislación, los de libre concurrencia, no discriminación y
transparencia269.
269
GIMENO FELIU, José María. Informe especial. Sistema de control de la contratación pública en
España. Observatorio de Contratación Pública. Ob. Cit. Pág. 4.
199
En concordancia con este precepto constitucional, se encuentra el artículo 2.1 del
TRLCSP, que expresa: “Son contratos del sector público y, en consecuencia,
están sometidos a la presente Ley en la forma y términos previstos en la misma,
los contratos onerosos, cualquiera que sea su naturaleza jurídica, que celebren los
entes, organismos y entidades enumerados en el artículo 3”.
De otra parte, el artículo 3, establece que a los efectos de esta Ley, se considera
que forman parte del sector público los siguientes entes, organismos y entidades:
La Administración General del Estado, las Administraciones de las Comunidades
Autónomas y las Entidades que integran la Administración Local; Las entidades
gestoras y los servicios comunes de la Seguridad Social; los organismos
autónomos, las entidades públicas empresariales, las Universidades Públicas, las
Agencias Estatales y cualesquiera entidades de derecho público con personalidad
jurídica propia vinculadas a un sujeto que pertenezca al sector público o
dependientes del mismo, incluyendo aquellas que, con independencia funcional o
con una especial autonomía reconocida por la Ley, tengan atribuidas funciones de
regulación o control de carácter externo sobre un determinado sector o actividad;
d) Las sociedades mercantiles en cuyo capital social la participación, directa o
indirecta, de entidades de las mencionadas en las letras a) a f) del presente
apartado sea superior al 50 por 100, entre otras.
270
Ello, visto desde el Derecho interno, sin considerar el Derecho comunitario, analizado
separadamente.
200
concurrencia y seguridad jurídica que aseguren a los ciudadanos un tratamiento
común por parte de todas las Administraciones Públicas271.
271
MORENO MOLINA, José Antonio. Principios generales de la contratación pública,
procedimientos de adjudicación y recurso especial en la nueva ley estatal de contratos del sector
público. En revista Jurídica de Navarra. Enero-Junio, 2008, Nº 45. Pág. 46.47. tomada el 20 de
septiembre de 2016, de:
www.navarra.es/appsext/DescargarFichero/default.aspx?revistajuridica45
272
Tribunal Constitucional, las Sentencias 14/2003 y 109 de 1998, entre otras.
201
recursos administrativos ordinarios, y el recurso jurisdiccional, como trámite propio
del proceso contencioso administrativo.
273
Esta ley a la fecha ha sido sustituida por la Ley 39 de 2015
274
PIÑAR MAÑAS, José Luis. “El derecho comunitario como marco de referencia del derecho
español de contratos públicos”. En la obra: Rafael Gómez-Ferrer Morant (coordinador), Comentario a
la Ley de contratos de las Administraciones Públicas. Editorial Civitas, Madrid, 2ª ed., 2004, Págs. 58 a
60.
275
“Artículo 3.3. Se considerarán poderes adjudicadores, a efectos de esta Ley, los siguientes
entes, organismos y entidades:
a) Las Administraciones Públicas.
b) Todos los demás entes, organismos o entidades con personalidad jurídica propia distintos de los
expresados en la letra a) que hayan sido creados específicamente para satisfacer necesidades de
interés general que no tengan carácter industrial o mercantil, siempre que uno o varios sujetos que
deban considerarse poder adjudicador de acuerdo con los criterios de este apartado 3 financien
mayoritariamente su actividad, controlen su gestión, o nombren a más de la mitad de los miembros
de su órgano de administración, dirección o vigilancia.
c) Las asociaciones constituidas por los entes, organismos y entidades mencionados en las letras
anteriores.
202
3.2.1. Recurso especial de revisión en materia de contratación
El carácter especial, que radica en el hecho de que el recurso está previsto para
determinados supuestos279, de manera concreta, como lo son enunciativamente,
los siguientes: a) Contratos de obras, concesión de obras públicas, de suministro,
de servicios, de colaboración entre el Sector Público y el Sector Privado y
acuerdos marco, sujetos a regulación armonizada; b) Contratos de servicios
comprendidos en las categorías 17 a 27 del Anexo II de esta Ley, según su
cuantía; c) contratos de gestión de servicios públicos en los que el presupuesto de
gastos de primer establecimiento, sea superior a 500.000 euros y el plazo de
duración superior a cinco años.
276
Para De la Quadra Salcedo, este recuso constituye “Uno de los instrumentos que mejor sirven
para garantizar un verdadero mercado único en la contratación pública en la Unión Europea es el
contar con un sistema de revisión de las decisiones administrativas ágil, eficaz y, sobre todo,
independiente. Esta fue una de las grandes novedades que introdujeron las directivas y que altera
el esquema típico de recursos administrativos a nivel interno en el que es el mismo órgano que
adjudica el contrato (si no su superior jerárquico) el que revisa la legalidad de las actuaciones en
torno al mismo.”. DE LA QUADRA-SALCEDO FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Tomás. Las fases de
la contratación: selección y adjudicación, formalización, ejecución y extinción de los contratos. Pg.
19. Tomado el 29 de septiembre de 2016, de:
http://ocw.uc3m.es/derecho-administrativo/contratacion-y-medios-de-las-administraciones-publicas-
2013/resumenes-de-contenidos/Leccion_3.pdf
277
GIMENO FELIU, José María. Informe especial. Sistema de control de la contratación pública en
España. Observatorio de Contratación Pública. Ob. Cit. Pág. 16.
278
“Este régimen de recursos y de organización del Tribunal administrativo Central ha sido objeto
de desarrollo reglamentario mediante RD Decreto 814/2015 de 11 de septiembre, por el que se
aprueba el Reglamento de los procedimientos especiales de revisión de decisiones en materia
contractual y de organización del Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales
(entrada en vigor el 25 de octubre de 2015). Nos encontramos ante una disposición reglamentaria
que constituye en su mayor parte normativa básica dictada al amparo del artículo 149.1.18ª de la
Constitución (Disposición Final Primera), y en consecuencia de aplicación general a todas las
administraciones públicas y poderes adjudicadores dependientes de ellas comprendidas en el
artículo 3 del Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley de Contratos del Sector Público (TRLCSP)”. GIMENO FELIU, José María.
Idem.
279
GIMENO FELIU, J. M. “El nuevo sistema de recursos en materia de contratos públicos”. En
Observatorio de contratos públicos. Civitas-Tomson Reutes. 2011. Págs. 211 y ss.
203
En cuanto a su objeto, se dispone que podrán ser materia de este recurso los
siguientes actos: a) Los anuncios de licitación, los pliegos y los documentos
contractuales que establezcan las condiciones que deban regir la contratación; b)
Los actos de trámite adoptados en el procedimiento de adjudicación, siempre que
éstos decidan directa o indirectamente sobre la adjudicación, determinen la
imposibilidad de continuar el procedimiento o produzcan indefensión o perjuicio
irreparable a derechos o intereses legítimos, para lo cual se considerarán actos de
trámite que determinan la imposibilidad de continuar el procedimiento los actos de
la Mesa de Contratación por los que se acuerde la exclusión de licitadores.
280
“Por otra parte, no es posible recurrir en vía administrativa lo ya acordado por un órgano de
recursos contractuales. Así se indica en el Acuerdo 48/2012, de 2 de noviembre, del TACPA ya
que la propia lógica del sistema impide que, una vez exista pronunciamiento, la posterior
adjudicación «reabra» un nuevo plazo de impugnación por los mismos motivos del recurso inicial.
Así, cuando el recurso presentado, en tanto tenga por finalidad cuestionar lo que ya fue —o pudo
ser—debe ser inadmitido, por cuanto existe ya cosa juzgada en vía administrativa. Y solo será
posible, ex artículo 49 TRLCSP, recurso ante la jurisdicción contencioso-administrativa”. GIMENO
FELIU, José María. Informe especial. Sistema de control de la contratación pública en España.
Observatorio de Contratación Pública. Ob. Cit. Pág. 20.
204
De otra parte, el artículo 44.1, de la TRLCSP, se ocupa de establecer los
plazos para la interposición y resolución del recurso, señalando que quien se
proponga presentarlo deberá anunciarlo previamente ante el órgano de
contratación, determinando que en todo caso el recurso se puede presentar en el
registro del órgano de contratación o ante el del órgano competente para
resolverlo, en un plazo máximo de quince días contados a partir de aquel en que
se remita la notificación del acto impugnado, agregándose además que la
interposición del recurso tiene efectos suspensivos, lo que supone la no
continuación del trámite, cuando se impugna el acto de adjudicación.
Como se dijo anteriormente, según el artículo 45 del TRLCSP, una vez interpuesto
el recurso, si el acto recurrido es el de adjudicación, quedará en suspenso la
tramitación del expediente de contratación.281
Con relación a la tramitación del procedimiento (art. 46), se expresa que los
recursos especiales de revisión en materia de contratación, se regirán por las
disposiciones de la Ley 30/1992 (Hoy sustituida por la Ley 39/2015), con las
siguientes especialidades: Una vez interpuesto el recurso, el órgano encargado de
resolverlo lo notificará en el mismo día al órgano de contratación con remisión de
la copia del escrito de interposición y reclamará el expediente de contratación a la
entidad, órgano o servicio que lo hubiese tramitado, quien deberá remitirlo dentro
de los dos días hábiles siguientes acompañado del correspondiente informe.
281
“Con todo, la principal característica de este nuevo recurso es su diseño desde la perspectiva
de una verdadera eficacia procedimental. Para ello, en los casos de impugnación de la
adjudicación, de conformidad con lo previsto en las Directivas y la jurisprudencia citada, el recurso
suspende la adjudicación y no podrá formalizarse el contrato (perfección) hasta que no haya
resolución expresa.” GIMENO FELIU, J.M. Idem. Pág. 22
205
se debe tener en cuenta que, si las medidas provisionales fueron solicitadas
después de la interposición del recurso, se resolverá sobre ellas, sin suspender el
procedimiento principal.
206
3.2.2. Recursos ordinarios de la Ley de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común
(LRJPCA)282
A diferencia del efecto del recurso especial de revisión, el trámite de los recursos
ordinarios no produce la suspensión respecto del acto de adjudicación, razón por
la cual se puede presentar la formalización y ejecución del contrato sin que se
haya agotado la revisión de legalidad prevista en la ley.
Se trata de una garantía adicional que de manera general se consagra frente a las
decisiones de la Administración284, para establecer controles a su actividad
desconocedora el orden legal o violatoria de los derecho y garantías de los
asociados que, para el caso concreto de la contratación pública, concurren en
dicho propósito, con el recurso especial de revisión previsto en el TRLCSP.
282
Aclaración: Este apartado fue preparado y proyectado inicialmente, teniendo en cuenta las
disposiciones de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre y posteriormente ajustado a la nueva
regulación contenida en Ley 39/2015 de 1 de octubre, vigente a partir de octubre de 2016.
283
en este caso, nos encontramos frente a procedimientos impugnatorios mediante los cuales el
afectado con la decisión administrativa, solicita de la administración autora del Acto, su anulación
por razones de legalidad. SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso. Principios de Derecho
Administrativo. 3ª edición. Centro de Estudios Ramón Areces. Madrid, 2005. Págs. 599-600
284
Rodríguez A., y Sendín, definen el recurso administrativo, “como el acto por el que una persona
interesada impugna un acto administrativo, deduciendo una pretensión contra el mismo, que va a
dar lugar a un procedimiento administrativo en el que se va a revisar la legalidad de dicho acto.
El recurso administrativo constituye, en consecuencia, al igual que la revisión de oficio y el recurso
contencioso administrativo, una vía para la revisión de los actos administrativos. Si bien encuentra
netas diferencias netas que la separan claramente de una y otra.” RODRÍGUEZ ARANA, Jaime y
SENDÍN, Miguel Ángel. Acto administrativo, procedimiento administrativo y revisión de la actuación
administrativa. Netbiblo. La Coruña, 2009. Pág. 268
207
Por norma general, su procedencia parte de la resolución del asunto, lo que
supone que se pone fin a la vía administrativa, lo que acontece con las
resoluciones de los recursos de alzada; las resoluciones de los procedimientos de
impugnación; las resoluciones de los órganos administrativos que carezcan de
superior jerárquico; las resoluciones de órganos administrativos cuando una
disposición legal o reglamentaria así lo establezca y; con los acuerdos, pactos,
convenios o contratos que tengan la consideración de finalizadores del
procedimiento (art. 114).
En cuanto al trámite del recurso, es oportuno señalar que, como garantía del
derecho de contradicción, se consagra la obligación de que cuando hayan de
tenerse en cuenta nuevos hechos o documentos no recogidos en el expediente
originario, se pondrán de manifiesto a los interesados para que formulen las
alegaciones y presenten los documentos que consideren.
208
Respecto al recurso de alzada285, se prevé que las resoluciones y actos cuando no
pongan fin a la vía administrativa, podrán ser recurridos en alzada ante el órgano
superior jerárquico del que los dictó y podrá presentarse ante el órgano que dictó
el acto que se impugna o ante el competente para resolverlo. (art.121). Según el
artículo 122, el plazo para la interposición de este recurso será de un mes, si el
acto fuera expreso, si no lo fuera, el plazo será de tres meses y se contará, para el
solicitante y otros posibles interesados, a partir del día siguiente a aquel en que,
de acuerdo con su normativa específica, se produzcan los efectos del silencio
administrativo.
El plazo máximo para la resolución del recurso será de tres meses, si no se decide
en este término, se entenderá desestimado y se establece que contra la resolución
de un recurso de alzada no procede ningún otro recurso administrativo, salvo el
recurso extraordinario de revisión. (art. 122)
Con relación al recurso potestativo de reposición286 (art. 123), se dispone que los
actos administrativos que pongan fin a la vía administrativa podrán ser recurridos
potestativamente en reposición ante el mismo órgano que los hubiera dictado o
ser impugnados directamente ante el orden jurisdiccional contencioso-
administrativo. No obstante, habiéndose hecho uso del recurso, no se podrá
interponer recurso contencioso-administrativo hasta que sea resuelto
expresamente o se haya producido la desestimación presunta del recurso de
reposición interpuesto.
285
RODRÍGUEZ ARANA, Jaime y SENDÍN, Miguel Ángel. Ob. Cit. Pág. 276
286
Idem. Pág. 275
287
Idem. Págs. 277-278
209
sentencia judicial firme, anterior o posterior a aquella resolución; que la resolución
tenga como fundamento una prevaricación, cohecho, violencia, maquinación
fraudulenta u otra conducta punible y se haya declarado así en virtud de sentencia
judicial firme (art. 125).
288
Destaca Morón Sánchez la importancia de este recurso y la intervención de la jurisdicción
contenciosa administrativa, señalando: “Al ser el contencioso-administrativo la única garantía real y
efectiva, salvo quizá en materia tributaria, la consecuencia directa había de ser un incremento
exponencial del número de recursos de aquella naturaleza, a medida que las Administraciones
públicas multiplicaban su actividad y que el desarrollo económico y cultural —la consciencia de los
propios derechos y de las posibilidades de defenderlos— animaban a cada vez más sujetos a
utilizar esa vía judicial.” MORON SANCHEZ, Miguel. “Nuevas garantías de derecho administrativo”.
En Revista de Administración Pública, núm. 194, Madrid, mayo-agosto (2014). Pág. 277
Tomado el 5 de noviembre de 2016, de: www.cepc.gob.es/Controls/Mav/getData.ashx?MAVqs.
289
Según el artículo 6 de la LRJCA, “El orden jurisdiccional contencioso-administrativo se halla
integrado por los siguientes órganos:
a) Juzgados de lo Contencioso-administrativo.
b) Juzgados Centrales de lo Contencioso-administrativo.
c) Salas de lo Contencioso-administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia.
210
se susciten en relación con los contratos administrativos y los actos de
preparación y adjudicación de los demás contratos sujetos a la legislación de
contratación de las Administraciones Públicas.
Para este efecto, se debe tener en cuenta que cuando la administración, en virtud
de una disposición general que no precise de actos de aplicación o en virtud de un
acto, contrato o convenio administrativo, esté obligada a realizar una prestación
concreta en favor de una o varias personas determinadas, quienes tuvieran
derecho a ella pueden reclamar el cumplimiento de dicha obligación, situación en
la cual, el interesado podrá acudir al recurso contencioso administrativo, si la
administración, en el plazo de tres meses desde la fecha de la reclamación, no
hubiera dado cumplimiento a lo solicitado o no hubiera llegado a un acuerdo con
los interesados. (Artículo 29.1.)
Tanto el escrito como sus anexos son examinados y de cumplir con ellos, se
admitirá a trámite el recurso; de no cumplirse, se requerirá al recurrente para que
los subsane en un plazo de diez días y, si no lo hiciere, el Juez o Tribunal se
pronunciará sobre el archivo de la actuación.
211
territorial de competencia del órgano autor de la actividad administrativa recurrida.
(art. 47.1.). Seguidamente, se requerirá a la Administración que le remita el
expediente administrativo, ordenándole la práctica de los emplazamientos. El
expediente deberá ser remitido en el plazo improrrogable de veinte días, contados
desde que la comunicación judicial tenga entrada en el registro general del órgano
requerido.
(…)
Las vías procesales que hasta aquí se han reseñado, nos permiten señalar que en
el Ordenamiento interno español, se consagran mecanismos y garantías para la
observancia y protección de los derechos de los participantes en el procedimiento
de contratación pública, las cuales se establecen tanto en sede de la
Administración, a través del Recurso Especial de Revisión (medio propio del
proceso de contratación); y con los recursos ordinarios de la vía administrativa
(medio propio del procedimiento administrativo general), así como en la sede
jurisdiccional, con el recurso contencioso-administrativo.
290
GARCÍA DE ENTERRÍA y FERNÁNDEZ. Ob. Cit., t. II. Págs. 630 y 631
212
3.3. Las medidas cautelares en el Ordenamiento interno español (en la
TRLCSP, en la LRJPCA y en la LRJCA)
291
“En relación con la partición del sistema de tutela a la luz de los derechos europeo y
constitucional (nacional), DÍEZ SASTRE concluye que el sistema europeo ha traído fragmentación
jurídica en los Estados: algunos han pretendido continuar con el sistema previo al europeo por
medio de modulaciones de sus esquemas tradicionales, mientras que otros, como el español, se
han visto enfrentados a situaciones de difícil interpretación por la dispersión normativa, fruto de las
exigencias para los contratos armonizados y no armonizados. La autora plantea un análisis
constitucional de la fragmentación jurídica que conlleva el Derecho europeo, poniendo de
manifiesto que en España la situación no ha sido cuestionada desde dicha perspectiva.” COVILLA
MARTÍNEZ, Juan Carlos. Ob. Cit.
292
Al respecto, GARCÍA DE ENTERRÍA, señala: “El Tribunal Constitucional español, poniéndose
resueltamente en línea con los demás tribunales constitucionales europeos y con el Tribunal de
Justicia de la Comunidad Europea, ha incluido así el derecho a una tutela cautelar inmediata entre
los contenidos inesquivables de una tutela judicial efectiva en la esfera contencioso administrativa.
Ha proclamado, por tanto, que existe un verdadero derecho fundamental a la tutela cautelar
contencioso administrativa y, concretamente, ha definido el contenido de ese derecho como todo lo
que exija la efectividad de la tutela en las situaciones de que se trate”. GARCÍA DE ENTERRIA,
Eduardo. La batalla por las medidas cautelares. Civitas. Madrid. 1995. Pág. 13
293
Advierte al respecto Rebollo Puig que este tipo de medidas, “tienen de "cautelares" el que se
adoptan como reacción ante ciertos riesgos o perturbaciones y suponen, por su contenido y fin,
"cautelas" para evitar lesiones al interés público protegido o para impedir la continuación de sus
efectos antijurídicos”. REBOLLO PUIG, Manuel. “Medidas provisionales en el procedimiento
administrativo”. En La protección jurídica del ciudadano. Procedimiento administrativo y garantía
jurisdiccional. Estudios en homenaje al Profesor Jesús González Pérez, Civitas, Madrid, 1993, t. 1,
págs. 687 y 688.
213
Las medidas cautelares en el procedimiento de selección del contratista, así como
en la adjudicación y ejecución del contrato, son un tema que no escapa a esta
consideración; por el contrario, su desarrollo en el Derecho interno español ha sido
ampliamente influenciado y orientado por el Ordenamiento comunitario, como lo
advierte Piñar Mañas, quien en su análisis sobre la transposición de los recursos, a
partir de la Sentencia del Tribunal de Justicia Europeo de 15 de mayo de 2003, nos
ofrece una descripción del escenario dentro del cual se desenvuelve el tema de las
medidas cautelares en el Derecho interno, señalando:
Antes de comentar brevemente esa Sentencia debo señalar, como acabo de apuntar,
que las previsiones de la Directiva 92/13/CEE, han sido traspuestas en parte al
ordenamiento español mediante la Ley 48/1998, de 30 de diciembre. Su Título V,
arts. 51 a 71, regula las reclamaciones y otras medidas de control en los
procedimientos de adjudicación de los contratos. En particular el artículo 58 regula el
régimen de las medidas cautelares que pueden acordarse para corregir las presuntas
infracciones cometidas en los procedimientos de adjudicación o impedir que se
causen perjuicios a los intereses afectados295.
294
Sobre las Directivas en materia de recursos véase J. A MORENO MOLINA, Contratos Públicos...,
op. cit.; J. Mª GIMENO FELIU, El control de la contratación pública (las normas comunitarias y su
adaptación a España), Civitas, Madrid, 1995; G. SAMANIEGO BORDIU, "El control del derecho
comunitario de los contratos públicos", RAP, nº 123, págs. 401 y ss.; J.F. MESTRE DELGADO, "El
control de la adjudicación de los contratos públicos a tenor del Derecho Comunitario Europeo: una
nueva ordenación de las medidas cautelares", en Noticias/CEE, nº 74, págs. 35 y ss.; J. A. GARCIA
DE COCA, "Comentario sobre la Directiva del Consejo de 21 de diciembre de 1989 (85/665/CEE)", en
Castilla y León en Europa. Revista del Centro de Documentación Europea, nº 23, julio-agosto, 1990,
págs. 29 y ss.; J. L. PIÑAR MAÑAS, "El sistema de garantías para la efectiva implantación de la
apertura de la contratación pública comunitaria", en el libro colectivo La protección jurídica del
Ciudadano. Estudios en homenaje al Profesor Jesús González Pérez, Civitas, Madrid, 1993, págs. 773
y ss. y “La aplicación a entidades privadas de la normativa de contratos públicos, y sobre la
necesidad de prever medidas cautelares autónomas”, en Actualidad Jurídica Aranzadi, nº 585, julio
2003, págs. 1 y ss. GARCIA DE ENTERRIA, “El Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas
constata y censura dos graves quiebras de nuestro Derecho Administrativo en materia de entes
sujetos al Derecho público y de medidas cautelares contencioso-administrativas (Sentencia
Comisión c. España, C-3214/00, de 15 de mayo de 2003)”, REDA, 119, Julio-sept. 2003, págs. 471
y ss.
295
El texto del citado precepto es el siguiente:
“Artículo 58. Medidas cautelares.
1. En el mismo plazo establecido en el artículo anterior, el órgano competente para resolver
decidirá, motivadamente, sobre la adopción de las medidas cautelares solicitadas por el reclamante
u otras que considere oportunas para corregir la presunta infracción de los procedimientos
regulados en esta Ley o impedir que se causen perjuicios a los intereses afectados, pudiendo
suspender, en su caso, el procedimiento de adjudicación en curso o la formalización del contrato.
A estos efectos, el órgano decisorio, en el plazo de dos días hábiles desde que se reciba la
reclamación, comunicará la misma a la entidad contratante, que dispondrá de un plazo de tres
214
Dicho esto, la citada Sentencia del Tribunal de Justicia, en lo que ahora nos interesa,
aporta una doctrina de gran importancia296.
En su análisis, resalta como “la Comisión señala que, salvo en el caso excepcional
del artículo 136, apartado 2, de la Ley 29/1998, la normativa española no
establece ninguna posibilidad de adoptar medidas provisionales si no existe un
recurso en cuanto al fondo, puesto que como se advierte, todas las medidas
provisionales deben poder adoptarse independientemente de cualquier acción
previa, a lo que se agrega que “por una parte, que la única medida cautelar que
puede adoptarse en los recursos administrativos es la suspensión de la ejecución.
Por otra parte, en los recursos contencioso-administrativos, el juez de medidas
provisionales tiene tendencia a no adoptar ninguna medida distinta de la
suspensión de la ejecución. La Comisión explica que, según resulta de la
jurisprudencia reiterada del Tribunal Supremo, las medidas cautelares no pueden
referirse al fondo del asunto porque no deben anticipar el resultado del litigio
principal.
días, asimismo hábiles, para presentar las alegaciones que considere oportunas referidas a la
adopción de las medidas cautelares solicitadas por el reclamante o a las propuestas por el propio
órgano decisorio. Si transcurrido este plazo no se formulasen alegaciones se continuará el
procedimiento.
2. En la adopción de medidas cautelares se estará a lo previsto en el artículo 111 de la Ley de
Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, no
siendo de aplicación lo dispuesto en su apartado 4.
3. Las medidas cautelares que se adopten no podrán prolongarse por plazo superior a dos meses y
cesarán, en todo caso, cuando se ejecute la correspondiente resolución administrativa, prevista en
el artículo 62 de esta Ley.
4. El órgano competente para resolver, de oficio o a instancia de parte, podrá acordar en cualquier
momento del procedimiento la suspensión, modificación o revocación de las medidas cautelares en
virtud de circunstancias sobrevenidas o que no pudieron ser conocidas al tiempo de su adopción.
5. Contra la resolución sobre medidas cautelares podrá interponerse recurso ante la jurisdicción
contencioso-administrativa”.
El plazo al que se refiere el nº 1 del artículo es de ocho días.”
296
Reitero aquí, casi literalmente, lo que ya expuse en mi comentario “La aplicación a entidades
privadas de la normativa de contratos públicos y sobre a necesidad de prever medidas cautelares
autónomas”, op. Cit., págs. 4 y ss.
297
Apartado 82 de la Sentencia.
215
Pues bien, la Comisión considera que este principio de neutralidad de las medidas
cautelares en relación con el fondo del litigio principal provoca que, al contrario de
lo que exige el artículo 2, apartado 1, letra a), de la Directiva 89/665, el juez de
medidas provisionales no pueda adoptar todas las medidas necesarias para
corregir una infracción”. 298
En este sentido, el Gobierno español reconoció “que tanto las normas del
procedimiento administrativo como las del recurso contencioso-administrativo dan
lugar a que la adopción de una medida provisional esté supeditada a la
interposición previa de un recurso y no pueda en ningún caso solicitarse de
manera autónoma”299, pero añade que los requisitos para alcanzar una medida
cautelar de acuerdo al derecho español son sumamente sencillos y rápidos,
invocando a este respecto lo establecido en la Ley de la Jurisdicción (art. 136) y en
la Ley 30/92 (art. 111, y en especial el régimen de silencio positivo del punto 3).
(…)
216
3.3.1. Las medidas cautelares en el Recurso Especial de Revisión – Texto
Refundido de la Ley de Contratos del Sector Público- (TRLCSP)
301
De manera general y refiriéndose al Tribunal Constitucional, explica GARCÍA DE ENTERRÍA,
como aquella instancia ya ha definido el contenido de la tutela cautelar, como una protección
“como todo lo que exija la efectividad de la tutela en las situaciones particulares de que se trate, lo
cual incluye, necesariamente, medidas positivas de protección y no solo suspensiones de actos
administrativos.” GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. La batalla por las medidas cautelares. Ob. Cit.
págs. 14-16
217
Una consideración especial a tener en cuenta es la garantía de efectividad del
procedimiento del recurso especial que opera de manera automática, consagrada
en el artículo 45 del TRLCSP, al establecer que una vez interpuesto el recurso, si
el acto recurrido es el de adjudicación, quedará en suspenso la tramitación del
expediente de contratación, con lo que se logra un amparo oportuno del derecho
vulnerado o evitar perjuicios mayores.
Finalmente, el artículo 46.4., nos dice que en la resolución del recurso especial se
deberá acordar el levantamiento de la suspensión del acto de adjudicación si en el
momento de dictarla continuase suspendido, así como de las demás medidas
cautelares que se hubieran acordado y la devolución de las garantías a que
hubiese lugar.
218
2. Antes de la iniciación del procedimiento administrativo, el órgano competente
para iniciar o instruir el procedimiento, de oficio o a instancia de parte, en los casos
de urgencia inaplazable y para la protección provisional de los intereses
implicados, podrá adoptar de forma motivada las medidas provisionales que
resulten necesarias y proporcionadas. Las medidas provisionales deberán ser
confirmadas, modificadas o levantadas en el acuerdo de iniciación del
procedimiento, que deberá efectuarse dentro de los quince días siguientes a su
adopción, el cual podrá ser objeto del recurso que proceda.
219
3. La ejecución del acto impugnado se entenderá suspendida si transcurrido un
mes desde que la solicitud de suspensión haya tenido entrada en el registro
electrónico de la Administración u Organismo competente para decidir sobre la
misma, el órgano a quien competa resolver el recurso no ha dictado y notificado
resolución expresa al respecto. En estos casos, no será de aplicación lo
establecido en el artículo 21.4 segundo párrafo, de esta Ley.
220
(…) fue una ley preconstitucional la que dio el primer paso en la evolución hacía el
fortalecimiento del raquítico sistema de tutela cautelar de nuestro país. En efecto,
la Ley 62/1978, de diciembre 28, (…). La primera –contenida en su artículo 7.4-
invirtió los criterios tradicionales disponiendo el carácter suspensivo de los
recursos (…).
La segunda (art. 7.5) de mayor alcance, establece que la interposición del recurso
contencioso administrativo suspenderá automáticamente y en todo caso –sin
excepción del interés público- un tipo concreto de actos administrativos, las
sanciones pecuniarias de orden público, sin necesidad de afianzamiento alguno.302
Artículo 129. 1. Los interesados podrán solicitar en cualquier estado del proceso la
adopción de cuantas medidas aseguren la efectividad de la sentencia.
2. Si se impugnare una disposición general, y se solicitare la suspensión de la
vigencia de los preceptos impugnados, la petición deberá efectuarse en el escrito
de interposición o en el de demanda.
Bajo estas estas reglas, el Legislador español recoge lo que el Tribunal Supremo,
en auto de la Sala Tercera de lo Contencioso Administrativo, señala como las tres
grandes directrices que la dan operatividad a la tutela cautelar en el procedimiento
administrativo, a saber: El derecho fundamental a la tutela judicial efectiva 303; la
302
CHINCHILLA MARÍN, Carmen. La tutela cautelar en la nueva justicia administrativa. Madrid.
Civitas, 1991. Pág. 136.
303
"El periculum in mora, consiste en el temor razonable y objetivamente fundado de la parte actora de
que la situación jurídica sustancial aducida resulte seriamente dañada o perjudicada de forma grave e
irreparable durante el transcurso del tiempo necesario para dictar la sentencia principal. Síguese de lo
anterior, que el periculum in mora requiere la concurrencia de dos elementos: el daño inminente y la
demora del proceso ordinario de cognición plena. En los términos de la Ley Reguladora de la
221
tutela cautelar debe otorgarse a quien exhiba en sus pretensiones un mejor
derecho304 y; la protección del derecho fundamental, admite cualquier tipo de
medida que resulte necesaria para su efectividad, no solo suspensiva, sino
también positiva, cuando ella resultare necesaria para asegurar el propósito de la
sentencia.
222
En orden a una mayor claridad y sentido de las medidas cautelares en el
Ordenamiento interno, se debe tener en cuenta el Auto del 8 de mayo de 2012
(rec.313/2012), proferido por el Tribunal Supremo Español (TSE), el cual resulta
de importancia respecto a los criterios y finalidad de las medidas cautelares,
señalando al respecto:
b) Imposibilidad de prejuzgar el fondo del asunto ello teniendo en cuenta que las
medidas cautelares tienen por finalidad que no resulten irreparables las
223
consecuencias derivadas de la duración del proceso.306 De modo que la adopción
de la decisión de las medidas no puede confundirse con pronunciamiento sobre el
fondo del proceso.
(…) al juzgar sobre la procedencia [de la suspensión] se debe ponderar, ante todo,
la medida en que el interés público exija la ejecución, para otorgar la suspensión,
con mayor o menor amplitud, según el grado en que el interés público esté en
juego”. Por consiguiente, en la pieza de medidas cautelares deben ponderarse las
circunstancias que concurren en cada caso y los intereses en juego, tanto los
públicos como los particulares en forma circunstanciada. Como reitera hasta la
saciedad la jurisprudencia” cuando las exigencias de ejecución que el interés
público presenta son tenues bastarán perjuicios de escasa entidad para provocar
la suspensión; por el contrario, cuando aquella exigencia es de gran intensidad,
sólo perjuicios de elevada consideración podrán determinar la suspensión de la
ejecución del acto.” (ATS 3 de junio de 1997, entre otros muchos).
Esa valoración provisional, corresponde al juez; sin embargo, ella no puede ser
obra de la arbitrariedad o capricho subjetivo, sino que debe corresponder a un
razonamiento discrecional y fundado en criterios ciertos y objetivos tendientes a
procurar la realización de la efectividad del derecho, aspecto sobre el cual señala
Jinesta Lobo:
224
presupuesto debe determinarse a partir de una ponderación previa según criterios
jurídicos objetivos, no se trata de apelar al olfato del juez, pues el humo de buen
derecho no se aprecia por la nariz, sino mediante una valoración objetiva "prima
facie" del fondo del proceso, para de esa forma no caer en el terreno de lo
subjetivo e inaprensible (69). Indudablemente, existe una cierta "zona de
incertidumbre" en los términos bien conocidos de la teoría del "margen de
apreciación (70)307.
(…) cabe concluir que la instrumentalidad es una de las características que definen
las medidas cautelares en el Derecho positivo español actual, en consonancia con
la tradición histórica y con las aportaciones doctrinales clásicas. Éste es el sentido,
además, de ciertas expresiones empleadas por la Ley de 1998, como son las
referencias a la garantía de la efectividad de la sentencia (art. 129 LJ) o a la
pérdida de la finalidad legítima del recurso (art. 130 LJ), expresiones que remiten
una vez más a la accesoriedad de la medida cautelar respecto del proceso
308
principal del que es vicaria .
307
JINESTA LOBO, Ernesto. Ob. Cit.
308
DE LA SIERRA, Susana. Ob. Cit. Pág. 219
225
en dichas Directivas, con el propósito de ajustar su Derecho interno a los
requerimientos comunitarios.
226
Es por eso que desde las Directivas comunitarias y la jurisprudencia del TJUE, se
fijan pautas o directrices para que los Estados miembros dispongan en sus
ordenamientos internos, los procedimientos tendientes a adoptar medios de
protección efectiva, situación que como se dejó expuesto, incide directamente en
el Ordenamiento español, llevándolo a reforzar sus normas y a efectuar la
transposición de las Directivas europeas, so pena de sanción.
De otra parte, según lo descrito en cada uno de los apartados atrás reseñados,
podría decirse que los procedimientos previstos para la protección y garantía de
los derechos de las personas en el proceso de contratación pública en el
Ordenamiento común y en el Derecho español, encuentran reglas similares; a su
vez, el derecho colombiano a pesar de contar con un procedimiento de selección
del contratista y de adjudicación del contrato y de orientarse por principios, está
desprovisto de mecanismos de eficacia como lo sería, para el caso concreto, la
posibilidad de un recurso especial o propio de este proceso de contratación 309, así
como la facultad de hacer uso de los recursos del procedimiento administrativo
ordinario, de modo que la controversia que se suscite no tenga como única
alternativa la discusión de fondo en la vía jurisdiccional.
309
Como si sucede en el Ordenamiento interno español con el Recurso Especial de Revisión.
227
órganos administrativos o por órganos jurisdiccionales que permitan garantizar la
efectividad del derecho de los participantes en el proceso.310
Recordemos que como se dijo en acápite anterior, las medidas cautelares han sido
concebidas como un mecanismo tendiente a garantizar el acceso a la administración
de justicia y la efectividad del derecho. Corresponden a una figura jurídica que
permite al juez, de manera previa a la resolución del conflicto, adoptar o acordar
resoluciones que tienden a una protección del derecho que puede resultar afectado
con la actuación de la administración, y que la decisión de fondo puede aparecer
tardía o inocua.
Es así que las medidas cautelares permiten generar en los administrados confianza
en los órganos jurisdiccionales, por cuanto con ellas se garantiza la vigencia y
eficacia de los efectos de la sentencia. A su vez favorecen a la administración en
tanto evitan que actuaciones lesivas del derecho produzcan consecuencias
irreversibles. En este sentido, la medida cautelar está revestida de un carácter previo
a la decisión de fondo, y provisional por cuanto sus efectos se extiende hasta el
momento que se adopta la resolución definitiva del proceso.311
310
El Tribunal de Justicia Europeo, en su sentencia de 15 de mayo de 2003, citada por Piñar
Mañas, dentro de su doctrina señala:
“99. A este respecto, procede señalar que, si bien la normativa española establece la posibilidad de
que se adopten medidas cautelares de carácter positivo, no cabe considerar que constituya un
sistema de tutela judicial provisional adecuado para corregir de manera eficaz las infracciones
eventualmente cometidas por las entidades adjudicadoras, dado que exige por regla general la
interposición previa de un recurso en cuanto al fondo como condición para la adopción de una
medida provisional contra una decisión de la entidad adjudicadora.
100. Esta apreciación no queda desvirtuada por el hecho de que, en el marco de la suspensión en
vía judicial, el recurso pueda interponerse mediante un simple escrito y que la demanda pueda
formalizarse posteriormente a la solicitud de la medida cautelar, dado que la exigencia de que se
cumpla previamente una formalidad de este tipo tampoco puede considerarse compatible con las
prescripciones de la Directiva 89/665, tal como fueron precisadas en la sentencia Comisión/Grecia,
antes citada”.
En base a lo anterior el Tribunal dicta el siguiente fallo: “el Reino de España ha incumplido las
obligaciones que le incumben en virtud de la Directiva 89/665/CEE del Consejo, de 21 de diciembre
de 1989, relativa a la coordinación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas
referentes a la aplicación de los procedimientos de recurso en materia de adjudicación de los
contratos públicos de suministros y de obras, en su versión modificada por la Directiva 92/50/CEE
del Consejo, de 18 de junio de 1992, sobre coordinación de los procedimientos de adjudicación de
los contratos públicos de servicios, al no haber adoptado las medidas necesarias para dar
cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 1 y 2 de dicha Directiva y, en particular: ......al someter
por regla general la posibilidad de que se tomen medidas cautelares en relación con las decisiones
adoptadas por las entidades adjudicadoras a la necesidad de interponer previamente un recurso
contra la decisión de la entidad adjudicadora”.” PIÑAR MAÑAS, José Luis, Ob. Cit., 27-79
311
En términos de Doménech Pascual, “La expresión «medidas cautelares» tiene en el Derecho
procesal un significado bien preciso. Con ella se designan los actos jurisdiccionales cuya finalidad
es asegurar la eficacia de la resolución que ponga fin a un proceso declarativo o ejecutivo.
Definición que ha venido a recoger la Ley de Enjuiciamiento Civil al establecer que «todo actor...
podrá solicitar del tribunal...la adopción de las medidas cautelares que considere necesarias para
asegurar la efectividad de la tutela judicial que pudiera otorgarse en la sentencia estimatoria que se
228
En el campo concreto de las medidas cautelares que el órgano judicial pueda
adoptar sobre las decisiones proferidas en la etapa precontractual o de formación de
la voluntad contractual, es posible advertir que en el desarrollo del proceso de
licitación o en general en aquellos procedimientos de selección del contratista y
adjudicación del contrato de las entidades públicas contratantes o adjudicadoras, se
puedan tomar decisiones cuyo efecto inmediato genera el riesgo del
desconocimiento de un derecho que para el momento en que sea reconocido
jurisdiccionalmente, pierda eficacia, al tiempo que si protege de manera inmediata,
puede afectar el interés general.
Es por ello que una vez efectuado el estudio de las normas que en los
ordenamientos europeos, español y colombiano, regulan la materia, es posible
destacar:
Ahora, si bien con ello se destaca el estado normativo a nivel del Derecho interno
español, también los mismos autores, ponen de manifiesto sus limitaciones frente al
derecho comunitario y se inclinan por la aplicación de éste último, resaltando su
mayor amplitud y su vigencia en el campo interno, manifestando:
(…), esta rectificación sigue pareciéndonos insuficiente, de modo que los recurrentes
podrán ampararse directamente en las directivas de recurso para pedir a los órganos
229
contencioso administrativos todo lo que las mismas permiten solicitar de los mismos,
sin que sea posible la vía administrativa previa que nuestro legislador se ha obstinado
en mantener.
No hay, pues, limitación alguna en cuanto a las medidas a adoptar, por lo que los
tribunales podrán, incluso, introducir modificaciones positivas en los pliegos de
condiciones o en cualquier otro documento relevante con el fin de preservar la
libertad e igualdad de concurrencia, que es lo que las normas comunitarias pretenden
asegurar a ultranza313.
Queda claro entonces que tanto el Derecho interno, como las normas comunitarias,
consagran la posibilidad de que los intervinientes en los procedimientos de selección
y adjudicación de los contratos de las entidades públicas, acudan ante los órganos
de lo contencioso administrativo para solicitar la adopción de una medida cautelar
contra una actuación que consideran desconocedora de sus derechos, petición que
conforme a las preceptivas del derecho comunitario no exige de la vía previa, ni de
que se haya interpuesto demanda o recurso contra la decisión o actuación
administrativa correspondiente.
La medida cautelar así concebida permite no solo la intervención previa del órgano
jurisdiccional, sino el control por la propia administración pública, para evitar que la
relación precontractual sufra rupturas intempestivas o arbitrarias por parte de la
entidad adjudicadora y en todo caso tiende a prevenir procesos judiciales
dispendiosos que conlleven una responsabilidad patrimonial para la entidad pública y
el desconocimiento o pérdida de efectividad del derecho del particular.
Con la expedición del nuevo Código (Ley 1437 de 2011), las medidas cautelares han
tenido un espacio propio no solo porque amplía las medidas que pueden ser
adoptadas, sino por cuanto la ley autoriza su procedencia en todos los procesos
declarativos que se adelantan ante los órganos de la jurisdicción contencioso
administrativa, dentro de los cuales se encuentran las controversias contractuales.
313
Ibidem. Págs. 639-640
230
La nueva regulación colombiana establece cómo las medidas cautelares allí
autorizadas pueden ser tomadas en cualquier clase de proceso declarativo propio de
esa jurisdicción, sin consideración a la naturaleza del acto o actuación impugnada;
no obstante, en materia contractual, se reseña de manera especial la medida
prevista en el numeral 2 del artículo 230, referida al proceso contractual, para
determinar que como medida cautelar se podrá suspender un procedimiento o
actuación administrativa, inclusive de carácter contractual, medida a la cual solo
acudirá el Juez cuando no exista otra posibilidad de conjurar o superar la situación
que dé lugar a su adopción y, en todo caso, en cuanto ello fuere posible el Juez
deberá indicar las condiciones o pautas que deba observar la parte demandada para
que pueda reanudar el procedimiento o actuación sobre la cual recaiga la medida.
Ahora bien, confrontada esta disposición, con las reglas del Derecho interno español
y del Ordenamiento comunitario, se observa en el sistema colombiano una similitud
con este último en tanto permite al juez adoptar cualquier tipo de medida de
suspensión o positiva para proteger el derecho vulnerado.
Sin embargo, debemos resaltar que en el caso colombiano a la medida cautelar solo
se llega a través del proceso o recurso contencioso administrativo, lo que supone la
necesidad de la decisión administrativa previa y su impugnación a través del proceso
contencioso administrativo, lo que no sucede en el comunitarios ni en ordenamiento
español314, en los cuales según lo dejan expuesto García de Enterría y Fernández,
puede hacerse de manera directa, esto es, ante la propia administración y sin
necesidad de una impugnación de fondo.
314
En España en un primer momento fue aplicable en virtud de la directiva comunitaria.
Posteriormente, “las previsiones de la Directiva 92/13/CEE, han sido traspuestas en parte al
ordenamiento español mediante la Ley 48/1998, de 30 de diciembre. Su Título V, arts. 51 a 71, regula
las reclamaciones y otras medidas de control en los procedimientos de adjudicación de los contratos.
En particular el artículo 58 regula el régimen de las medidas cautelares que pueden acordarse para
corregir las presuntas infracciones cometidas en los procedimientos de adjudicación o impedir que se
causen perjuicios a los intereses afectados.” PINAR MAÑAS, José Luis. Ob. Cit. Pág. 68
231
En otros términos, tanto el Derecho comunitario como el español, admiten la
adopción de una medida cautelar en sede administrativa, en desarrollo del
procedimiento administrativo, tanto por las reglas especiales de la contratación
pública, como por la vía del procedimiento administrativo ordinario y sin necesidad
de que el interesado tenga que ejercer una impugnación sobre el fondo del asunto;
además, se reconoce igual posibilidad en la vía de un proceso o recurso (acción),
contencioso administrativo, ante la Jurisdicción Contenciosa Administrativa.
232
CONCLUSIONES GENERALES
233
voluntad contractual, como efectivamente se evidencia a partir de disposiciones
como las contenidas en el artículo 29 de la Ley 80 de 1993 (sustituido por el
artículo 5 de la Ley 1150 de 2007), y de los efectos que de su incumplimiento
pueda derivarse, como se establece desde el numeral 18, artículo 25 Ibidem.,
cuando consagra la declaratoria de desierto del proceso de licitación, cuando
existan motivos que impidan la selección objetiva.
En este sentido, se debe tener en cuenta, que las relaciones entre particulares
están orientadas por la informalidad por lo que el procedimiento de formación de la
voluntad se desarrolla desprovisto de solemnidades o procedimientos que le sean
vinculantes; el principio de la autonomía de la voluntad y la libre disposición de los
derechos se torna en una regla general con alcance casi absoluto; la
responsabilidad se define a partir de la conducta asumida por los intervinientes,
con marcada influencia del principio de la buena fe, dando lugar a una
responsabilidad de tipo subjetivo.
234
Se observa igualmente que el régimen del derecho privado atiende a la definición
de intereses particulares o individuales, por lo que la presencia del interés general
propio de las entidades públicas, se torna en un elemento de segundo orden.
Además, en dicha relación no están presentes los principios propios de la
administración pública.
235
propia administración a través de los diferentes recursos previstos contra los actos
administrativos.
También cuando del control jurisdiccional se trata, los actos proferidos en esta
fase precontractual están regidos por reglas propias del derecho público; es así
que son demandables ante los órganos de la jurisdicción de lo contencioso
administrativa, contra ellos proceden los medios de control (acciones) propios de
los actos administrativos: nulidad y nulidad y restablecimiento del derecho;
además, en su ejercicio el interesado podrá solicitar las medidas cautelares
establecidas en el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo para lograr la efectiva protección de su derecho.
Por último, se debe tener en cuenta que la jurisprudencia del Consejo de Estado,
ha sido clara cuando señala que en virtud del principio de las formalidades o
solemnidades propias de la actuación administrativa, las fuentes que inspiran la
responsabilidad precontractual en el campo civil y mercantil no pueden aplicarse al
ámbito de la contratación estatal en toda su extensión, precisamente por cuanto la
presencia del régimen de derecho público obliga a introducir criterios y principios
predicables exclusivamente de los entes públicos, como los relativos a la
actuación unilateral del estado y la defensa y protección del interés general
De otra parte, al delimitar el campo de acción de cada uno de los tipos o especies
de responsabilidad, se advierte como a diferencia de la responsabilidad
precontractual, la contractual supone la existencia de un contrato al tiempo que
236
excluye de ella todo deber de reparar que no tenga origen en el acuerdo de
voluntades, razón suficiente para admitir que se trata de fenómenos autónomos.
237
con la responsabilidad contractual y con la responsabilidad extracontractual del
Estado.
Mecanismo que como medio de control efectivo para garantizar el ejercicio de los
derechos de los intervinientes en dicho procedimiento, encuentra sustento en la
necesidad de equilibrar la relación entre los derechos de los participantes y las
prerrogativas propias del estado, situación que solo es explicable a partir del
derecho público, puesto que en el campo del derecho civil esa relación está
desprovista de la potestad pública.
238
económico, sino que admite la adopción de medidas restaurativas, precisamente
para garantizar la vigencia y aplicación de los principios que inspiran el
procedimiento de selección del contratista y adjudicación del contrato, situación
que acontece no solo en el orden jurídico colombiano, sino que se evidencia en el
Ordenamiento comunitario y en el Derecho interno español.
239
En el mismo sentido, la importancia de adoptar un sistema de medidas cautelares
para que las mismas puedan ser ejercitadas en sede administrativa, sin que se
tenga que acudir previamente a un proceso o recurso jurisdiccional para discutir
de fondo la decisión.
240
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Corte Constitucional:
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