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INTRODUCCIÓN

El objetivo del presente ensayo es dar a conocer la importancia del poder dentro
de una sociedad no solo en cuestiones políticas sino también como dentro de la
psicología.
El Poder, ese que aparece como una relación social caracterizada por la eventual
imposición de la voluntad de uno sobre otro, donde se puede descubrir o
reafirmar como el ser humano se mueve por intereses y difícilmente podemos
afirmar que no haya ningún ser humano que no haya actuado por intereses ya
sean buenos o malos, pero en política siempre serán malos para la sociedad y
buenos para los políticos.
Los intereses de los políticos mexicanos no se alejan de cualquier otro político de
algún otro país, los seres humanos por fuera somos diferentes, por dentro solo
nos diferencia algunos genes desorientados.
En la sociedad humana siempre hay alguienque manda y que gobierna. Y hay
otros (súbditos o vasallos) que obedecen y son gobernados. En este sentido
podemos decir con Hobbes que “el poder es una necesidad social; que con el
orden que impone y el concierto que instaura, el poder les permite a los hombres
alcanzar una vida mejor”
La experiencia social más rudimentaria nos confirma suficientemente que formar
parte de un grupo cualquiera implica la sumisión a un poder. No es concebible un
grupo humano sin que exista el poder, siendo este indispensable si se le considera
como fuerza necesaria para ejecutar las decisiones tomadas con autoridad por los
detentadores del poder.
Allí donde los individuos, los grupos, los movimientos, la sociedad civil, los
partidos y las instituciones del Estado convergen, para resolver sus demandas,
para concertar las normas que regirán el sistema de gobierno, allí los cambios que
provienen de la esfera económica y cultural, están ocasionando disfunciones
susceptibles de alterar todo el orden político, es allí donde el poder tiene su mayo
peso.
El hombre se distingue de los demás seres por alcanzar un proceso de
socialización, caracterizado por los elementos orientados a la realización diaria de
hechos que buscan organizar políticamente a la población mediante ejercicio del
poder por la vía de las ideas o de la restricción a ciertas actividades.

La política es una actividad del hombre encaminada al mantenimiento y desarrollo


del poder, esta actividad política existe desde antes de la aparición del Estado es
una función social que establece la cooperación humana y está ligada al concepto
de poder al cumplir las acciones de gobierno, aplicación e imposición.

El poder político debe cumplir con su función social, que es lograr la realización de los intereses de
la sociedad. El poder es una fuerza que se manifiesta en una capacidad de dominación, misma que
puede transformarse en una pasión negativa y peligrosa. Es una fuerza que se traduce en la
posibilidad de decidir por terceros, de sustituir su voluntad, de ordenar y ser obedecido en
relación con cuestiones fundamentales para un Estado en virtud de una relación jerárquica de
suprasubordinación.

Cuando hablamos de las relaciones humanas en la historia nos muestran que en el hombre y en la
sociedad anidan dos intereses contrapuestos, son dos tendencias siempre en juego y en conflicto.
Por un lado, está el YO individualista, captativo, asociable y con frecuencia antisocial, al que no le
importan los demás y cuya ambición sería sentarse sobre los cráneos de los demás. Por otro lado,
está el NOSOTROS, solidario, oblativo, comunitario, que trata de hallar un consentimiento con los
demás para convivir organizadamente y en armonía. En este escenario conflictivo, el poder es el
agente irreemplazable de la cohesión social, es el encargado de mantener juntos los elementos
sociales, solicitados sin cesar por las fuerzas de la disociación. Ello lo puede hacer el poder de dos
maneras: por medio de la coacción , o por medio de la persuasión. El Poder pretende obtener,
como sea, la obediencia de la comunidad, con miras al bien de todos. De lo contrario, el grupo
humano se disocia y anarquiza.

El concepto más importante para entender la dimensión política de una sociedad


es sin duda el de poder, pero ¿qué es poder en sí? la palabra se utiliza
normalmente para “designar la capacidad o posibilidad de obrar, de producir
efectos y puede ser referida tanto a individuos o grupos humanos como a objetos
o fenómenos de la naturaleza.” (Gómez Frode 2005, P. 1190) . Gómez Frode, Carina.
(2005). Introducción a la teoría política. México: edit. Oxford. P. 1190.

Entonces se podría decir que el poder se concibe como algo que surge del seno mismo de la
sociedad, como un vínculo entre gobernantes y gobernados, que asegura la cohesión social del
grupo nacional. Para Duverger (Maurice Duverger (1977): Ciencia Política, México Hemisferio, p.
23.) , el poder no es un simple hecho material: está vinculado a las ideas, creencias y
representaciones colectivas. Lo que los hombres piensan del poder es uno de los fundamentos
esenciales del mismo.

la psicología del poder


Ahora bien, el poder muestra una gran relación con lo psicológico;
parte de la premisa de la superioridad de quien domina a sus
congéneres, es una actitud arrogante y soberbia que a su vez se basa en
una muy errada teoría del conocimiento, puesto que este no solo está
fraccionado entre millones de personas sino que se caracteriza por la
provisionalidad y por estar abierto a objeciones.
Cualquier ser humano busca en sus relaciones y en la vida diaria una cierta seguridad que le
permite funcionar con normalidad. Tener un cierto dominio sobre los demás contribuye a tener
un mayor estabilidad y autoconfianza.

En un momento dado cualquiera puede tener esa necesidad de mandar; el problema es que
puede llegar a convertir en una patología. Este hecho se produce cuando la perdida de
control no se percibe de modo objetivo, sino como una situación peligrosa. Esto suele suceder
en personas inseguras y con muy poca confianza en sí mismas y con los de su alrededo

Esta frontera entre una relación de poder saludable y otra patológica es la siguiente. La
primera no se entiende tanto como poder sino como autoridad. Una autoridad que no emana
de la persona que manda sino de los mandados. Esto es debido a que dicha autoridad tiene
una serie de características y méritos que la capacitan para serlo. No utilizan el poder para
dominar sino para buscar soluciones.
En cambio las relaciones de poder como tales, las patológicas, no están basadas en un
consentimiento mutuo, sino en el deseo de controlar y dominar hasta tal punto que
pueden llegar a manejar las vidas de los demás. Además, como se ha dicho, estas
personas son muy inseguras. Esto hace que, con la intención de determinar sus
comportamientos a las expectativas de los demás, no se muestren tal como son.
Por otro lado, hay que tener presente que la necesidad de controlar de una persona
puede ser fruto de algún resentimiento muy profundo. De situaciones que llegan a
producir frustración y que, en muchas ocasiones, acaban pagándose con los que le rodean.
Conclusión

Por todo lo antes expuesto, la política se enfoca esencialmente al ejercicio de las


organizaciones, las formas del poder y la distribución de toda la sociedad, la
política es la lucha por el poder por el cual los integrantes de políticos quieren
llegar al mando de un estado y así poder ejercer el quehacer político, el cual es la
capacidad de decidir sobre los asuntos de la vida en sociedad, de fundar y alterar
la legalidad que rigen la convivencia humana y de tener a la sociabilidad humana
como una sustancia a la que se le puede dar forma con esto entendemos que
poder es la capacidad de determinar la conducta de otra persona para obtener
ciertos fines deseados

político lo que distingue en sí al poder político es que se trata de un poder


autorizado aquí es donde coinciden, donde interaccionan estos dos entes “el
poder” y “la política” que es a través de las Instituciones quienes son los medios
principales de ejercer el poder y se manifiestan los deseos a través de la toma de
decisiones, cumpliendo el objetivo de la política “constituir el bien en la sociedad”
en lo político y en lo económico, con fines de conseguir la paz mundial y dejar por
un lado los intereses propios, sin olvidar que ese poder se le otorga a la política de
manera democrática, es decir mediante nuestro voto.

Creo en muy particular punto de vista que cuando el hombre deje de lado sus
propios intereses y persevere por los intereses y el bienestar común, asumiendo
su responsabilidad como “soberano” (nadie por encima del Estado) tendríamos
una oportunidad diferente a la del día de hoy.

Sabemos que el sistema democrático es donde el poder está en manos del pueblo
sin embargo también la democracia está en crisis, si entendemos que para
organizar la voluntad del pueblo la democracia se apoya en los partidos políticos
ya que es a través de estos, es como la democracia se fortalece sin embargo los
partidos políticos están en crisis, no hay un pensamiento ideológico en el cual
todos confluyan y estén de acuerdo, se cambia de un partido a otro sin darle la
importancia debida a la ideología que empate con la ideología del otro partido, en
fin son muchos los tipos de conflictos, entonces cual es el más idóneo podemos
decir que cada pueblo tiene el gobierno y las leyes de acuerdo a su individualidad
pero también esto no cambiara mientras el pueblo no aumente su saber no habrá
una verdadera democracia, debemos procrear ideas en todos los ámbitos sociales
para que de alguna manera regrese al pueblo la verdadera democracia y así poder
de la mejor manera darle el poder de gobernarnos a quien realmente vele por las
necesidades de nuestro pueblo.
LA PSICOLOGÍA DEL PODER
outubro 10, 2012

Por: Francisco Quintanilla                          

Hablar del poder  como un fenómeno cuya existencia tiene su asidero y desarrollo en la sociedad
humana, conformada en sus partículas más elementales por los seres humanos, los que
Aristóteles clasificó no sólo como animales, sino como  animales políticos (Zóon politikón), es
hablar de algo  material, no subjetivo, tal como lo sostenía Michel Foucault, quien consideraba “que
no hay nada más material, más corporal que el ejercicio del poder”.[1]

En esta reflexión se intentará hablar un poco no del poder como tal sino de la psicología que
teoriza sobre ese fenómeno que aparece  y se desarrolla junto con y en el interior de la sociedad
humana, sobre todo cuando unos animales humanos comienzan a percatarse primero con su
inteligencia sentiente y luego con su inteligencia racional que pueden dominar  o controlar a otros a
partir de la posesión de ciertos recursos que los demás necesitan.

El análisis del poder puede abordarse desde diferentes teorías psicológicas, detrás de las cuales
se encuentran diferentes bases filosóficas encubridoras o desveladoras del fenómeno del poder y
de su ejercicio, así como de  sus efectos en la estructura social y en cada una de las personas que
forman parte de esa estructura.

Desde la teoría psicoanalítica creada por Freud, el poder se puede explicar como algo subjetivo,
como algo que ocurre  en el interior del sujeto y se desarrolla en el enfrentamiento entre el Id o Ello
y el Súper Ego o Súper Yo, el primero ejerciendo un poder irracional y moviéndose en el campo del
libertinaje y el segundo desarrollando un poder aparentemente moralista, pero en su esencia
también irracional pero represivo. En el enfrentamiento de estos dos tipos de poderes participa otra
instancia el Ego o Yo, quien es el que intenta en última instancia que se desarrolle una relación
equilibrada entre estos dos tipos de poderes.

En Freud, en su teoría,el poder es una fuerza interna, que nace en el interior mismo del individuo,
es una fuerza cuyo equilibrio o desequilibrio, le permite al poder mismo tener en una
sociedad,individuos llamados “sanos” o “enfermos”, o más bien , más enfermos que sanos.

En síntesis, desde la teoría psicoanalítica el poder es sobre todo de carácter instintivo, que emerge
de lo más profundo del inconsciente como una lucha interna, subjetiva, para luego reproducirse en
una lucha entre los sujetos, materializándose sobre todo en el llamado complejo de Edipo,
complejo que se produce primero en el grupo primario como la familia y luego en otros grupos
primarios, como los grupos de amigos, en la lucha por llegar a ser el líder o quedar bien con el líder
del grupo.

En esta lucha los individuos llamados o clasificados como sanos por los técnicos de la salud o más
bien por los técnicos de la enfermedad, controlan a los demás mediante la categorización o
tipificación de enfermos mentales; la enfermedad mental, entonces es utilizada por los llamados
sanos, que son los que tienen el poder económico, político, social y militar, como una herramienta
de control  y de dominación. Por su puesto, esta herramienta de control y de dominación no es
nueva, ya desde épocas antiquísimas se ha utilizado, ejemplo clásico de esto es el caso de
Jesucristo, tal como lo sostiene Richard Horsley en su ensayo “El Imperio Cristiano y el Imperio
Estadounidense”: “El gobernador romano clasificó a Jesús de Nazaret como loco”[2], apoyado por
supuesto por los fariseos que decían que Jesucristo estaba fuera de sí, con el propósito de
desacreditar sus ideas y sus acciones para que nadie le creyera, y como se afirma en el decir
popular salvadoreño cuando se refieren a alguien que se considera que está “loco”, “no le hagan
caso que esa persona está loca”.

Desde la teoría psicoanalítica, el poder es un fenómeno que se origina en el mundo interno,


subjetivo de cada individuo y se realiza en el exterior, en las relaciones que cada individuo
establece con los demás, en las relaciones que se establecen entre los llamados sanos y los
llamados o clasificados como enfermos mentales.

La teoría psicoanalítica al entender el origen del poder intrasubjetivamente, niega o encubre el


carácter social del poder, centrándose sobre todo en el potencial individual, intrapsíquico del
poder. 

Contrarios a la teoría psicoanalítica y como una crítica a esta teoría, nace y se desarrolla el
conductismo, primero con Watson y Luego con Skinner. En el conductismo a diferencia del
psicoanálisis, el poder no es una fuerza interna, ni instintiva, sino totalmente externa y aprendida.

El poder es una herramienta de control y de manipulación de conductas, en este sentido Skinner


sostiene en su libro MÁS ALLÁ DE LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD, libro citado por James Bowen,
que es necesario “sustituir los actuales controles azarosos y mal coordinados por controles
basados en el examen científico”[3], es decir, que en la nueva sociedad delineada por Skinner, el
hombre estará programado por aquellos que gobiernan, para que los hombres actúen de la forma
como ellos (los gobernantes) desean que actúen; su actuar ya no será al azar, espontáneo, sino
científicamente planificado, por lo que el hombre ya no será, si algún día lo fue, dueño de su propio
destino, ni será libre para escoger su propio estilo de vida, ni su propia forma de organización
social y económica, su autonomía quedará sacrificada “al mayor bien de la sociedad”, que más
bien es al mayor bien de los que tienen el poder económico, político y militar, que en el mundo
actual van más allá de personas individuales, ejerciendo los controles las grandes corporaciones
que se han sumergido hasta en las entrañas de los rincones más aislados de las grandes urbes,
como de los pueblos más pequeños y empobrecidos.

Skinner aboga por una sociedad controlada científicamente por medio de la educación
programada, y es mediante esta educación que al ser humano individual y grupal lo planean
reducir a una maquina, la cual es programada y dirigida por los controladores científicos al servicio
de las grandes corporaciones neoliberales, que son los que ejercen el poder, haciendo de cada
humano un ser pasivo, que actúa de forma deseada.
En la teoría conductista, a diferencia de la psicoanalítica, el poder no deriva del mundo interno del
individuo, su fuente está en el mundo externo, cuya herramienta de realización es la llamada
educación programada, la cual permite que se afinque contradictoriamente en algo que para los
conductistas ortodoxos no puede evaluarse científicamente, como es en la conciencia y se
manifieste en la conducta. El poder va en la dirección contraria a como lo conciben los teóricos del
psicoanálisis, va de afuera (mundo externo) hacia adentro (mundo subjetivo).Por supuesto que en
esta direccionalidad, la teoría conductista termina anulando la subjetividad, y por tanto la
individualidad, al reducir al individuo a una maquina programada y programable. El conductismo en
este sentido, no acepta la individualidad, la anula mediante una clonación programada, y todo
individuo que se resiste a dicha programación clonada, es una maquina no sólo enferma, sino
peligrosa, que hay que sustituirla o reprogramarla, para que se doblegue a los designios del poder
y de los poderosos.

Tanto la teoría psicoanalítica como la teoría conductista, a pesar de que parten de  una concepción
del mundo y de la vida diferente, darwiniana la primera y pragmática la segunda, ambas teorías,
con sus propios argumentos políticos e ideológicos, caen en una concepción dualista del poder.

Estas dos teorías fueron cuestionadas por la teoría humanista, ya que consideraba,por una parte
que el psicoanálisis sólo se fijaba en la enfermedad, en la psicopatología más no en la persona y
por otra el conductismo, se fijaba únicamente en la conducta y no en la totalidad de la persona,
negando ambas teorías la capacidad que tiene la persona humana de utilizar y desarrollar el poder,
su poder para realizarse como persona humana feliz.

Uno de los autores más prominentes de la teoría humanista es Carl Rogers, el cual citado por José
Fernando Estrada sostiene que “el poder le sirve a la persona para poder disentir de los demás,
para poder tener el derecho de ser diferente, sin adoptar el papel de victima o de marginado”[4]. El
poder en Rogers no le sirve a la persona para cuestionar realidades económicas, políticas y
sociales, sino sólo para poderse vincular de alguna manera con el contexto inmediato que le rodea
(grupos primarios y grupos pequeños) y poder desde sí, desarrollar sus potencialidades
concentrándose en ella misma, en su salud y no en su enfermedad.

En el enfoque de Rogers, el centrado en la persona (ECP), considera que este enfoque propicia
que los disidentes, que los que se diferencian de los demás, y que no están de acuerdo con lo que
plantean los demás, asuman su poder y lo canalicen hacia el desarrollo de ellos mismos, hacia el
desarrollo de su individualidad, y de sus comunidades (contextos inmediatos).

Otra forma de abordar el fenómeno del poder, diferente a la psicoanalítica, conductista y


humanista, es la de la psicología dialéctica, la cual está fundamentada en el materialismo dialéctico
e histórico.

Desde la psicología dialéctica, partiendo del principio científico de la unidad de la conciencia y


actividad, el cual sostiene que ”la conciencia y la actividad no son dos elementos contrapuestos ni
tampoco idénticos, sino que constituyen una unidad”[5], el poder no es meramente una estructura
únicamente psíquica, ni tampoco una realización únicamente conductual, sino que además de que
el poder es una integración dinámica entre lo subjetivo y lo conductual,  es una realización también
dinámica entre lo social y lo individual, entre lo grupal y lo personal, entre lo personal y lo
estructural social.

Se puede denotar, a partir de este planteamiento, que a diferencia de los planteamientos de


Rogers, que incorpora al individuo a un microcontexto, y valora el desarrollo y la importancia del
poder para el individuo únicamente en esta relación individuo-pequeñogrupo o grupo primario,
desde la psicología dialéctica se analiza el fenómeno del poder desde la relación persona y la
estructura social en su conjunto, y sobre todo desde la pertenencia del individuo a un grupo
secundario, a una determinada clase social.

Predvechni, comentando a Marx y a Engels, sostiene que ”ellos ligaron el funcionamiento de los
grupos a los intereses materiales que surgen a raíz del lugar que ocupan los hombres en los
sistemas de producción y de propiedad”[6]. Esto permitió entender, en primer lugar que a la hora
de abordar el fenómeno del poder todo pasa porque no se puede abordar al margen de la posesión
de los bienes materiales y no materiales, ya que lo que la persona o grupo social posee y que otras
personas o grupos sociales necesitan, les permite doblegar al o a los necesitados de esos bienes o
también les permitiría contribuir a una mayor liberación de los mismos, en el caso del sistema
capitalista se decide privilegiadamente por la primera opción; en segundo lugar, esta idea marxista,
lleva a concebir que el poder, no es algo ni estrictamente subjetivo, ni mucho menos algo
puramente genético, sino que es una producción humana histórica y social.

Como producción humana, la dinámica del poder y de su finalidad no las encontraremos


únicamente en la intrasubjetividad, sino sobre todo en la intersubjetividad condicionada por la
dinámica de la lucha de clases, ya que según Martín Baró orientado por las ideas marxistas el
hombre es un ser clasado[7], es decir, es un ser, que desde que nace, incluso desde antes de
nacer, desde que está en el vientre materno ya pertenece, no por opción, ni por cuestiones
genéticas, sino por imposiciones histórico sociales, a una clase social.

En este sentido, mientras unos cuantos nacen con mucho poder, por ser poseedores de la mayor
cantidad de recursos materiales que sus progenitores y antepasados les heredaron y que se los
apropiaron en forma fraudulenta y profundamente inhumana, otros la inmensa mayoría, sólo nacen
con lo que  genéticamente sus padres les heredan y con deudas económicas y sociales que sus
progenitores les heredaron, producto de la expropiación histórica que las minorías acaudaladas les
impusieron.

Pero con lo que genéticamente heredan las inmensas mayorías empobrecidas y con las
capacidades sociales y psíquicas, pueden desarrollar en su enfrentamiento al mundo, a ese mundo
injustamente dividido, una mínima posibilidad, pero al cabo una posibilidad, de desarrollar su
conciencia social y política, la cual se desarrolla y a la vez se expresa en la palabra y en las
acciones. Cuando esta palabra y estas acciones se convierten en una herramienta de liberación, se
constituyen en un poder tan o más poderosos que los que poseen las minorías empobrecedoras,
sobre todo cuando esa palabra y esa acción se expresa en el sentir de la inmensa mayoría como
una sola, como un cuerpo social, como el poder del Uno, granítico que avanza progresivamente
hacia su liberación de lo que lo oprime y esclaviza.
En este enfrentamiento de la psicología de la clase dominante con la psicología de la clase
dominada, debe ser objeto de análisis y de valoración de la piscología del poder, el poder de la
psicología, que más bien es poder de los que utilizan la psicología para dominar o para contribuir a
liberarse y a la liberación de las mayorías empobrecidas.

En esta valoración, es imprescindible denotar y desvelar que las minorías dominantes hacen uso
de una mezcla diabólica de la teoría psicoanalítica y conductista para dominar y esclavizar aun
más a los dominados, por una parte bajo el precepto que una persona que se autorrealiza desde la
teoría psicoanalítica, es aquella que se concentra en que la forma apropiada y perfecta de vida, es
la que se basa en una vida sodómica, es decir, que  sus criterios fundamentales son comer, beber,
dormir y tener sexo, no dándole cabida ni al pensar nial trabajar y por otra, de que el conductismo
al concebir que al ser humano individual y grupal se les puede convertir en una maquina
programable, lleva a que los que tienen el poder económico, político, social y militar, vean en la
educación en todas sus formas de expresión: formal, informal y no formal, la herramienta por
excelencia que al cargarla de sexualidad, consumismo y estilos de vida estereotipados pequeños
burgueses, puedan dominar a los dominados, sin que estos se den cuenta que han sido reducidos
a una cosa, a una mercancía, que no piensan críticamente, ni que tampoco tienen capacidad de
resistir a los encantos del sistema y que cuando considere que ya no les son útiles los desechará, y
que siendo desechados, no se den cuenta que han aprendido a ver la realidad con los ojos de los
opresores.

Con el sexo y el consumismo utilizados como refuerzo y castigo (psicoanálisis  y conductismo), las
minorías dominantes doblegan y controlan a las mayorías explotadas; las explotan pero las
mantiene felices y contentas.

En otros casos, la clase dominante recurre al poder de la psicología humanista, para permitir que
los dominados impulsen algunos cambios en la sociedad y en su estilo de vida, pero estos cambios
son de tipo reformistas, es decir, permitir que algo cambie, pero para que nada de lo esencial de
una organización económica y social cambie.

Frente a este tipo de poder de la psicología utilizada por las minorías explotadoras, se encuentra el
poder del tipo de psicología del que hacen uso aquellos que deciden tomar las riendas de la
liberación histórica, el poder de la psicología dialéctica e histórica.

El poder  de este tipo de psicología, permite que aquellos que durante décadas y de siglos
heredados de opresión, decidan sublevarse, decidan recuperar su conciencia por muchísimos años
vilipendiada, decidan echarse sobre sus hombros como sujetos históricos el proceso de liberación,
que cada vez es más difícil y complicadopor la mayor capacidad y poder que el desarrollo
tecnológico y científico les ha dado y producido a las minorías explotadoras. 

La psicología dialéctico materialista al insertarse y desarrollarse en los escenarios


latinoamericanos, sobre todo en el escenario de los empobrecidos adquirió su propia identidad y su
propio propósito, se convirtió sobre todo en las décadas de los 70 y 80 del siglo veinte, en una
psicología de la liberación, en una psicología que tenía como tarea fundamental producir
conocimientos participativamente, pero que el producir conocimientos no fuera una finalidad en si
misma, sino producir conocimientos para que las mayorías empobrecidas fueran capaces, en
primer lugar de develar las entrañas del mundo de la opresión y en un segundo momento, se
comprometieran con el poder de esa psicología encarnada en su praxis, con la transformación de
ese mundo injusto en un mundo donde se privilegiara el desarrollo potencial libre y liberador de
todos los humanos y de todo lo humano; sin embargo, a inicios de la década de los 90 de ese
mismo siglo, los movimientos liberadores en América Latina decaen y se cae en un conformismo y
en una  renuncia a la liberación, la psicología del poder del imperio se recompone y se impone,
teniendo la habilidad de comprar las conciencias de algunos lideres que en el pasado se habían
convertido en íconos de los procesos revolucionarios y en modelos para los movimientos de
empobrecidos que luchaban por liberarse, como sucedió en El Salvador; los movimientos
liberadores inspirados en una psicología de la liberación, dejan el camino de ser sujetos históricos
para caer de nuevo en el estado de ser sujetos de la historia, ser sujetos pasivos, que acatan sin
ninguna criticidad y creatividad, los dictámenes de los que tienen el poder económico, político y
militar que cada vez son más ricos y más poderosos.

Sin embargo, a finales de la década de los 90 del siglo veinte, con el resurgimiento de las
aspiraciones libertarias de Simón Bolívar, encarnadas en los movimientos organizacionales
comandados por Hugo Chávez Frías, actual Presidente de Venezuela, se comienza de nuevo a
reactivar en América Latina  y sobre todo en  América del Sur las aspiraciones de transformar
radicalmente el mundo de la opresión, olas transformadoras que exigen de la psicología y de los
psicólogos(as) contribuir desde su especificidad, a combatir a las psicologías de la opresión,
aquellas psicologías y corrientes psicológicas que se han puesto al servicio de los grandes
capitalistas; capitalistas que no pocas veces han tipificado al presidente Venezolano como loco,
queriendo con esta categorización, al igual que fue tratado Jesucristo, de desacreditar sus
aspiraciones libertarias, ya que a un loco no sólo no se la hace caso, sino que también se le debe
aplicar una psicoterapia que lo lleve a aceptar pasivamente ese mundo de lo injusto y que lo
aprenda a ver como justo y como necesario.

Las nuevas generaciones de psicólogos(as) deberían trabajar por construir una psicología que
contribuya desde su especificidad a transformar la subjetividad social de los pueblos
latinoamericanos, tan profundamente alienada y separada de su cruda realidad, de tal forma que
simultáneamente transformada, puedan estos pueblos recuperar su conciencia, su necesidad y su
capacidad de subvertir este orden mundial capitalista neoliberal, que ha puesto a este mundo al filo
de la destrucción total. 

Para terminar con esta reflexión se plantea, por una parte, queal hablar del poder que tiene la
psicología, no se puede hablar en abstracto, ya que la psicología existe porque hay quienes la
producen y la usan para uno u otro propósito, ya sea para contribuir desde su situación a la
liberación progresiva de la humanidad de lo que la oprime o contribuir a una mayor opresión y
esclavización de la misma, y por otra parte, a que la psicología del poder que teoriza sobre este
fenómeno en general y sobre el poder que tiene la psicología en particular, debe encaminarse
desde los escenarios latinoamericanos a impulsar el desarrollo de una psicología que retome y
avance en las raíces  de la sociología, de la pedagogía, de la teología y la  psicología de la
liberación, perdidas y abandonadas a inicios de la década de los 90 del siglo veinte, por supuesto
nutrida por las olas que derivan de los movimientos libertarios de varios países suramericanos
como Venezuela hoy en pleno siglo XXI.

El Salvador, 10 de octubre de 2012.

[1] -www.sindominio.net/versus/paginas/textos/textos_00/vigilar_y_castigar.htm

[2]– http://servicioskoinomia.org/relat/342.htm, pág.165.

[3] -Bowen James y Peter R. Hobson, Manual del Maestro, Tomo II, Ediciones Ciencia y
Tecnología, México, 1993, pág. 269.

[4] -Gómez del Campo  Estrada José Fernando, Psicología Comunitaria, P y V editores, México,
1999, pág. 58.

[5] -Petrovski,  A.R., Psicología, Editorial Universitaria, pág. 58.

[6] -Predvechni, G.P., Kon, I.S, et al, Psicología Social, Editorial Cartago, Argentina, 1985, pág.  53.

[7] -Martín Baró, I., Psicología, Ciencia y Conciencia, UCA editores, San Salvador, 1986, pág. 430.

Pero si bien la autoridad es un concepto estrechamente relacionado al de poder, no son una y la


misma cosa. Considerando que el poder es la posibilidad de imponer la voluntad de uno sobre
otros, y que actualmente éste se encuentra depositado en el sistema jurídico, la autoridad es la
legitimación en la materialización de éste, es decir, independientemente de su fuente es legítimo
su ejercicio.

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