Está en la página 1de 6

Universidad de San Carlos de Guatemala

Facultad de Ciencias Médicas


Unidad Didáctica de Medicina Familiar
Cuarto Año, Fase II

Síndrome Metabólico
El síndrome metabólico (SM) fue descrito inicialmente como Síndrome X por Peral Reaven, del
Departamento de Medicina, del Centro Médico de la Universidad de Stanford en 1988, aunque
antes varios autores venían advirtiendo sobre el riesgo cardiovascular que implicaba tener
dislipidemias (aumento de colesterol y/o triglicéridos en la sangre), obesidad, hipertensión
arterial e intolerancia a la glucosa por lo cual se los llamaba el cuarteto de la muerte entre
otros. Sin embargo fue el grupo de Reaven el que confirmó la asociación de estas alteraciones
metabólicas con la resistencia a la insulina, inclusive en personas aparentemente sanas y
delgadas.

¿Qué es el síndrome metabólico?


El síndrome metabólico (SM) –conocido también como síndrome plurimetabólico, síndrome de
resistencia a la insulina o síndrome X- es una entidad clínica controvertida que aparece, con
amplias variaciones fenotípicas, en personas con una predisposición endógena, determinada
genéticamente y condicionada por factores ambientales. Se caracteriza por la presencia de
insulinoresistencia e hiperinsulinismo compesador asociados a trastornos del metabolismo
hidrocarbonato, cifras elevadas de presión arterial, alteraciones lipídicas (hipertrigliceridemia,
descenso del cHDL, presencia del LDL tipo B, aumento de ácidos grasos libre y lipemia
postprandial) y obesidad, con un incremento de la morbimortalidad de origen ateroesclerótico,
aunque aún no se ha determinado con certeza el riesgo absoluto conferido por el síndrome
metabólico en las diferentes poblaciones.

Clínicamente la resistencia a la insulina (RI) se define como la incompetencia de una


determinada concentración de insulina para conseguir el control de la glucosa y, aunque es la
base fisiopatológica de la diabetes, no unificaría todos los aspectos etiológicos en el SM. Es
una anormalidad celular compleja que implica fundamentalmente al tejido adiposo, al hígado y
al músculo esquelético. Además de la susceptibilidad genética precisa de la presencia de otros
factores ambientales:

 Obesidad central o abdominal.


 Sedentarismo.
 Dieta hipercalórica rica en grasas y carbohidratos.
 Tabaquismo.

Otros factores relacionados con la RI y el SM son:

 Hiperuricemia o gota.
 Hipercoagulabilidad y defectos de la fibrinolisis.
1
 Hiperleptinemia o resistencia a la leptina.
 Y también: homocisteína (papel controvertido en la RI), leucocitosis, elevación de la
VSG, PAI-1 elevado, hiperandrogenismo, hígado graso, cálculos biliares, osteoporosis,
acantosis nigricans, síndrome del ovario poliquístico.

Múltiples evidencias demuestran la mayor probabilidad de desarrollar diabetes mellitus en los


pacientes que presentan un SM . También se ha demostrado una mayor asociación con la
cardiopatía isquémica y la progresión de la enfermedad cardiovascular.

¿Cómo se diagnostica?
  No existe una definición consensuada internacionalmente, y a veces se ha criticado que los
criterios diagnósticos utilizados son ambiguos e incompletos, por ello tal vez sea más útil
hablar del SM en términos de concepto que como entidad clínica, pues, entre otros aspectos,
no existe un tratamiento farmacológico específico para este diagnóstico; sin embargo, desde
un punto de vista práctico y eminentemente clínico los pará metros más extendidos para
identificar el SM son los propuestos, de manera simplificada, por el NCEP ATP-III (2001),
actualizados posteriormente por la American Heart Association (2005):
Criterios de NCEP:ATPIII (National Cholesterol Education Program, Adult Treatment Panel III)
para síndrome metabólico.
Obesidad abdominal (perímetro cintura)
o Hombres: >102 cm.

o Mujeres: >88 cm. *I.M.C. > 28.8 kg/m2


Triglicéridos
o Hombres: ≥150 mg/dl

o Mujeres: ≥150 mg/dl


o tratamiento farmacológico para los TG
cHDL
o Hombres: <40 mg/dl

o Mujeres: <50 mg/dl


o tratamiento farmacológico
Presión arterial
o Hombres: ≥130/ ≥85 mmHg

o Mujeres: ≥130/ ≥85 mmHg


o tratamiento con fármacos para la HTA
Nivel de glucosa en ayunas
o Hombres: ≥100 mg/dl

o Mujeres: ≥100 mg/dl


o tratamiento farmacológico para la hiperglucemia

2
El diagnóstico se establece cuando están presentes tres o más de los determinantes de riesgo
antes mencionados.

Otros organismos internacionales, sin embargo, aun adoptando criterios similares, incorporan
modificaciones particulares. La OMS incluye como criterio necesario la diabetes, la tolerancia
anormal a la glucosa o la resistencia a la insulina y añade el índice cintura-cadera, la
microalbuminuria; el grupo europeo EGIR, sin embargo, varía las cifras de triglicéridos (>180
mg/dl), incluye el perímetro abdominal (>94 en varones y 80 en mujeres) y agrega también la
resistencia a la insulina o hiperinsulinemia en ayunas superior al percentil 75. En 2005 la
International Diabetes Federation (IDF) propuso una nueva definición en la que, compartiendo
la mayoría de los criterios del NCEP-ATP III -de los que se precisan al menos 2 para el
diagnóstico-, sin embargo, considera condición indispensable la presencia de obesidad
abdominal (con medidas específicas para los distintos grupos étnicos y no para el país de
residencia), y que en el caso de Europa el límite que se establece para el perímetro abdominal
(como parámetro de la obesidad central) es de ≥94 cm en varones y ≥80 cm mujeres.

La prevalencia del SM varía según los criterios utilizados como diagnóstico y la definición de
SM utilizada; esta, se incrementa de manera continua con el aumento de edad y la obesidad.
La prevalencia en España oscila entre el 19,3% (criterios OMS) y el 15,5% (criterios EGIR). Se
considera que en población general puede existir una pre disposición a la RI del 40%. El SM
afecta al 42% de las mujeres y el 64% de los varones con intolerancia a la glucosa y al 78% de las
mujeres y el 84% de los varones con DM2.

  ¿Qué estudios precisa un paciente con sospecha de síndrome metabólico?

El paciente con SM puede no presentar unos FRCV muy elevados o tener enfermedad
cardiovascular establecida, de ahí la importancia de integrar todos los factores que lo
determinan. La valoración inicial nos permitirá averiguar la presencia de daño vascular, evaluar
el riesgo cardiovascular y establecer los objetivos terapéuticos a seguir, por ello realizaremos
una historia clínica completa que detalle: 

 Antecedentes familiares y personales (especialmente los relacionados con la morbi-


mortalidad cardiovascular y los factores de riesgo).
 Hábitos relacionados con su estilo de vida (dieta, actividad física y consumo de tóxicos
como el tabaco o el alcohol).
 Consumo de fármacos.
 Síntomas relacionados con la arteriosclerosis.

Esta historia clínica la completaremos con una exploración física reglada que recoja:

 Parámetros antropométricos: perímetro abdominal (proporciona una buena estimación


de la grasa intraabdominal).
 Cifras de presión arterial.
 Auscultación cardiopulmonar y de carótidas.
 Palpación de pulsos periféricos.
3
 Exploración neurológica (reflejos y sensibilidad)*.
 Examen de los pies*.
 Fondo de ojo con dilatación de la pupila*.

Referente a las pruebas complementarias dispondremos de:

 Hemograma.
 Bioquímica general: glucemia, creatinina, ácido úrico, transaminasas, TSH (cuando
proceda).
 Perfil lipídico completo (colesterol total, HDL, LDL y triglicéridos).
 Hemoglobina glicosilada*.
 Sistemático de orina y microalbuminuria.
 Electrocardiograma (anualmente en diabéticos e hipertensos con ECG previo
patológico; bienalmente en hipertensos con ECG previos normales).
 Otras destinadas a descartar causas secundarias de HTA, obesidad,
hipercolesterolemia y diabetes.

      (*): en pacientes diabéticos

Consideraciones específicas con relación a los distintos componentes del SM:

 Obesidad: la distribución de la grasa corporal mediante el perímetro abdominal o el


índice cintura/cadera predice mejor la acumulación de grasa abdominal que el IMC.
 Diabetes mellitus: la valoración de la glucemia postprandial, dada la relación que
presenta con la morbi-mortalidad cardiovascular, podría ser una exploració n a tener en
cuenta en los pacientes con sospecha de SM.

  ¿Qué riesgo cardiovascular tienes estos pacientes?

El riesgo cardiovascular del SM depende de los factores de riesgo presentes en ese individuo y
no es mayor que la suma de los componentes que lo determinan, pero por lo general triplica el
riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular (hasta el 80% de los pacientes que padecen
SM mueren por complicaciones cardiovasculares). También se asocia a un incremento global
de la mortalidad por cualquier causa.

El RCV de los pacientes con SM es variable y difícil de calcular al no contemplarse en las


tablas algunos factores incluidos en la definición del síndrome (obesidad, hipertrigliceridemia o
alteraciones glucémicas); utilizando los criterios del NCEP-ATP III el RCV es algo menor que
cuando se utilizan los criterios de la OMS. Según datos del estudio Framingham, el RCV a los
10 años de los varones con SM generalmente está entre el 10-20% y el de las mujeres se
situaría por debajo del 10%.

Aquellos pacientes que presenten los siguientes condicionantes serán considerados de alto
riesgo y por tanto recibirán intervenciones prioritarias

4
 Enfermedad Cardiovascular establecida:
o Enfermedad coronaria establecida.
o Formas no coronarias de enfermedad aterosclerótica.

 Riesgo a los 10 años superior al 5%.


 Diabetes.

 En los pacientes con niveles marcadamente elevados de algún factor de riesgo aislado el
riesgo coronario debería ajustarse:

 Colesterol Total ≥320 mg/dl.


 LDL Colesterol   ≥240 mg/dl.
 Presión Arterial  ≥180/110 mm Hg.

 Individuos con intolerancia a la glucosa (ITG) o con glucemias basales alteradas presentan un
incremento del RCV, siendo mayor para aquellos que presentan ITG

  ¿Cuáles son los objetivos a conseguir?

De consenso con el paciente se deberían alcanzar estos objetivos:

 Estilo de vida saludable (incrementar y/o mantener la actividad física, realizar una dieta
cardiosaludable y evitar la obesidad y el sobrepeso) (A en prevención secundaria y B
en prevención primaria)
 Supresión del hábito tabáquico.
 Cifras de presión arterial:
o Inferiores a 140/90 mmHg en población general.
o Inferiores a 130/80 mmHg en diabéticos
o Inferiores a 125/75 mmHg en pacientes con insuficiencia renal y/o proteinuria.
 Cifras de colesterol y otras fracciones lipídicas:
o En población general: colesterol total inferior a 200 mg/dl o colesterol LDL
inferior a 130 mg/dl.
o Pacientes con enfermedad cardiovascular establecida o diabéticos: colesterol
total inferior a 175 mg/dl o colesterol LDL inferior a 100 mg/dl.
o Colesterol HDL superior a 40 mg/dl en varones y 50 mg/dl en mujeres, y cifras
de triglicéridos inferiores a 150 mg/dl.
 En pacientes con diabetes los objetivos para glucosa en plasma venoso inferior a 110
mg/dl y autocontroles preprandiales entre 70-90 mg/dl y posprandiales entre  70-135
mg/dl.

5
  ¿Cuándo y con qué tratar al paciente con síndrome metabólico?

El tratamiento del SM no es diferente del que realizamos sobre cada uno de sus componentes.

La prevención primaria del SM es la del manejo eficaz, multifactorial e individualizado y


enérgico de los distintos factores de riesgo que lo definen, para reducir el riesgo de
enfermedad cardiovascular. No basta con tratar por separado cada componente del síndrome,
es preciso intentar detener su origen: la resistencia a la insulina, por ello, la lucha contra la
obesidad es el pilar fundamental. Según las circunstancias del paciente, puede ser más
conveniente alcanzar pequeñas mejoras sobre varios FRCV que intervenir enérgicamente
sobre un solo factor, sin actuar en los restantes.

Es útil la detección oportuna de factores de riesgo mediante programas preventivos específicos


como la dislipemia, hipertensión arterial, obesidad o tabaquismo. El inicio del tratamiento en
prevención primaria vendrá determinado por el riesgo cardiovascular global del paciente. La
prevención secundaria del SM se centrará en efectuar su diagnóstico y tratamiento precoz,
interviniendo sobre los factores de riesgo asociados.

Inicialmente es imprescindible el establecimiento y mantenimiento de un estilo de vida


saludable (terapia de primera línea) a través de una dieta apropiada, la práctica de ejercicio
físico regular, alcanzar el peso ideal y, obviamente, el abandono del hábito tabáquico; si
implantadas estas medidas, resultasen insuficientes para el control de los FRCV, se recurrirá a
la intervención farmacológica sobre los mismos, utilizando fármacos que además de ser útiles
en su indicación específica no aumenten la resistencia a la insulina.

También podría gustarte