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La evolución histórica de los agentes físicos se encuentra entre los primeros elementos
terapéuticos que conoció el hombre. El primer tratado de balneoterapia, De balneis et
thermis, fue escrito por Giovanni Michelle Sayonarola, y publicado en Ferrara en 1485,
en el siglo XVII se establecieron las bases de la moderna hidrología médica. Por otra
parte, ya los romanos conocían y aplicaban el hidromasaje, los estiramientos y los
movimientos asistidos con pesos y poleas.
En 1840, Georgii publicó su tratado de fundamentos generales de la gimnasia, en el que
aparece el término kinesiterapia dirigiéndose a ejercicios que realiza el enfermo por sí
solo, por prescripción médica, o el que realiza el terapeuta en un paciente pasivo. Rickli,
diseñó un sanatorio en Austria, donde empleó la luz solar como agente terapéutico y
Rollier sustentó la helioterapia.
Al avanzar el siglo XIX los descubrimientos científicos aportaron un valioso
conocimiento como la inducción electromagnética descubierta por Faraday y gracias a
esto se estableció la termodinámica y se fueron adaptándose a los tratamientos y a las
radiaciones electromagnéticas, como lo son: Radiación ultravioleta y la infrarroja que
son producidas de forma artificial. Tras la primera guerra mundial se desarrollaron
muchas técnicas para dar respuesta a las personas discapacitadas que dejó esta guerra y
también se desarrollaron nuevas técnicas de atención al amputado.
Langevín fue quien creó el primer equipo de ultrasonidos basado en la
piezoelectricidad, en 1936, Dolhmann construyó uno de los primeros equipo de
ultrasonidos aplicable en medicina, comenzó a tratar a enfermos con otosclerosis,
cicatrices cutáneas y neuralgias. En el siglo pasado el desarrollo científico y tecnológico
hizo posible nuevas formas de tratamiento por medios físicos y permitió el
mejoramiento de aplicaciones ya existentes.