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" LA CIENCIA DE LA COMPASIÓN"

Según el biólogo y monje budista, Matthieu Ricard, la felicidad no es una sucesión


interminable de placeres que terminan por agotamiento, sino una forma de ser. Y si es
así, ¿no deberían nuestros hijos aprender en el colegio a ser felices, y también a ser
buenos? ¿No es acaso lo que desea cualquier madre o padre de hoy en día? . Para
permitir aflorar la compasión y la naturaleza buena que todo ser humano lleva dentro,
la ciencia está descubriendo los beneficios de la meditación. Aprender a meditar, nos
ayuda a convivir con una mente más clara a la hora de lidiar con las emociones
negativas y fomentar las emociones positivas.
Vivimos bajo una cadena de pensamientos que selecciona y aísla un único aspecto de
la realidad (Matthieu Ricard). “La naturaleza verdadera de tu mente es esa claridad
cristalina ensuciadas por pensamientos y nociones pasajeros".
Matthien Ricard, es hoy el parangón de la meditación tanto como de la búsqueda de
nuevas materias con las que completar nuestro instrumental para gestionar las
emociones. En lo que él ha buscado, descubrir qué podemos aportar de nuevo es
sobre todo en la compasión y en la gestión de las emociones dónde habíamos pecado
definitivamente del lado más competitivo y egoísta del género humano.
Queremos saber cómo se pasa de la benevolencia a la empatía, a identificarse con el
que sufre. Y luego la compasión, que es el deseo que los demás dejen de sufrir y de
buscar un remedio para el sufrimiento y su causa. ¿Cómo funciona?, ¿cómo se
relaciona con el cerebro? ¿Hay que sentir el sufrimiento del otro para sentir
compasión? ¿Basta con el amor altruista? Esto se puede estudiar desde la
perspectiva de la meditación y de la neurociencia y se pueden aunar ambas. Así que
maravilloso.
La compasión está íntimamente ligada a la práctica budista de la liberación. Puede ser
la motivación para esta práctica, así como su resultado. A medida que la libertad
interior crece, aumenta la capacidad propia para la compasión; a medida que aumenta
la compasión propia, al igual la importancia de la libertad. La liberación sostiene la
compasión y la compasión sostiene la liberación. Ambos se benefician cuando van de
la mano.
La compasión es el sentimiento de empatía, de experimentar en carne propia el
sufrimiento que otro experimenta, el cual motiva a la acción para erradicar ese
sufrimiento. Como tal, es esencialmente altruista, libre de egoísmo. De alguna
manera, la compasión requiere de una cierta sabiduría para poder sostenerse
continuamente. La persona compasiva actúa desde la integración, de la noción de que
no existe separado del otro, de que el bienestar de los demás es su propio bienestar y
que la existencia de un yo individual fijo, estable, autónomo y separado del mundo es
una ilusión. Si no sabe o no cree esto será difícil que encuentre una motivación para
seguir actuando con compasión. Sin embargo, la compasión, a su vez, virtuosamente
engendra inteligencia y sabiduría, en un bucle de retroalimentación positiva. La razón
por la cual los actos bondadosos nos hacen más inteligentes.

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