Está en la página 1de 3

No un ama de casa

Revista Judaica. Seleccionado con permiso de "why should i stand behind the
mechitas when i could be a prayer leader?" (¿por qué debo estar detrás de la
mejitzá cuando podría ser una conductora de la plegaria?). publicado por
www.targum.com

A las mujeres se les ha concedido el privilegio de ser las hacedoras de los


hogares judíos. La palabra hebrea para "ama de casa" es akeret habait.
Antes de analizar lo que esto significa en el contexto judío, aclaremos lo que
no significa. Una akeret habait no es un ama de casa. El rol de la mujer en el
hogar como se interpretó tradicionalmente en la cultura americana es muy
diferente a la manera que se interpreta en el judaísmo…

Para una akeret habait, las tareas domésticas constituyen un medio para
lograr un fin, y no un fin en sí mismo. Akeret es la versión femenina de ikar,
que es el aspecto central o la esencia de algo. Bait generalmente significa
"casa" u "hogar". Al Templo que se levantaba en Jerusalén se lo denominaba
el Beit HaMikdash, beit que significa "casa de" y hamikdash que significa
literalmente "santidad". A menudo, se alude al mismo simplemente como
HaBait, "la Casa". Por consiguiente, en hebreo se utiliza la misma palabra
tanto para un hogar como para el Templo Sagrado. De hecho, el propósito de
un hogar es ser un mikdash me´at, un santuario en miniatura.

D´s le ordenó a Israel construir el santuario a fin de que Él pudiera morar b


´tojam. B´tojam a menudo se traduce como "entre ellos". No obstante, su
significado literal es "dentro de ellos". El propósito de un santuario es
ayudarnos a cada uno de nosotros a construir nuestro propio santuario
interior donde D´s pueda morar. Una akeret habait es esa figura central que
transforma un hogar en un santuario donde cada miembro de su familia
puede convertirse en una morada para la presencia de D´s. Cuidar a los hijos
significa más que simplemente garantizar que estén alimentados, limpios y
que reciban tiempo de calidad. Significa jinuj, la palabra hebrea para
educación y dedicación al servicio de D´s.

Ser un ama de casa (occidental) también significaba estar atada a la casa.


Todas las aptitudes de una mujer se suponían estaban dirigidas solamente a
su hogar. No había lugar para ninguna clase de desarrollo personal o
búsqueda de intereses externos, ni hablar de una carrera. Hacer algo así se
vería como algo masculino y, por lo tanto, poco natural. Se pensaba que
existe algo acerca de las mujeres, su "mística femenina", que les permite
sentirse realizadas con los pisos relucientes.

Para una akeret habait no existe contradicción entre valorar su posición


central en el hogar y desarrollar sus intereses fuera de ésta. Una mujer judía
tradicional que trabaja fuera del hogar se considera a sí misma
absolutamente una akeret habait como una mujer que permanece en el
hogar. No existe una dicotomía "ama de casa" versus "profesional"… En
Eshet Jail, se describe a la mujer ideal como una empresaria experta.

El objetivo de la vida no es el dinero, el prestigio ni el reconocimiento público.


Se trata de acercarse al Creador de uno, ya sea mediante la creación de un
hogar judío o el conocimiento de su voluntad como se revela en la Torá.
En gran parte del mundo no judío, un aspecto de ser una mujer casada era
ser servil y sumisa con el esposo. Como su "compañera" (ezer k´negdó), era
su deber atenderlo. He aquí sólo un ejemplo de cómo una idea fue tomada
del judaísmo y distorsionada. Todo esto era parte de su deber de "obedecer"
a su esposo dado que era superior a ella. Como dijo John Calvin: "Dejen que
la mujer esté satisfecha con su estado de sometimiento, y no se tomen a mal
que se la subordine al sexo más distinguido". Así como el hombre tenía que
someterse a D´s, la mujer tenía que someterse al hombre porque éste
representaba la religiosidad.

Se considera que una mujer está hecha a imagen de D´s, al igual que el
hombre, y no se ve a ninguno de los dos como más "religioso" que el otro. A
una mujer no se la considera la pieza que le falta a un hombre, de otro modo,
completo. Ella, como el hombre, equivale a la mitad del ser humano.

Las dos cosas que distinguen al ser humano de los animales son el libre
albedrío y la capacidad de comunicarse. Cuando una mujer se casaba, se
esperaba que cediera ambos al esposo. La voluntad de éste debía ser la
voluntad de ella y no se le permitía expresarse. La "unidad" de marido y
mujer se lograba, por lo tanto, despojando a la mujer de su humanidad. Esta
no era una unidad entre dos seres humanos, sino la adquisición por parte del
hombre de un cuerpo femenino…

La clave de las vulnerabilidades de las mujeres mencionadas previamente es


la dependencia económica de sus maridos. Por una parte, a la mujer
(occidental) se la alentó a retirarse de la población activa y a quedarse en el
hogar o a entrar en trabajos de baja remuneración. De este modo, se
convirtió en económicamente dependiente del hombre. Por otra parte, a la
mujer no se le garantizaba, a cambio, una seguridad económica. En el
supuesto caso de que su matrimonio empezara a ser abusivo, las opciones
de una mujer eran a menudo quedarse y enfrentar más abuso en el hogar, o
irse y vivir en la mayor miseria.

Bajo la ley judía, un hombre debe garantizar la seguridad económica de su


mujer tanto durante como después del matrimonio, y esto se puede hacer
cumplir por los tribunales. Durante el matrimonio, lo mínimo que un hombre
debe proveer a su mujer es alimento, necesidades personales, vestimenta,
necesidades domésticas, cobertura médica y entierro. Esto disminuye
fuertemente su capacidad de manipularla amenazando su bienestar
económico. Si se divorcia de ella, tiene que pagarle una considerable suma
de dinero de una vez, la cual le permitirá vivir cómodamente durante, por lo
menos, un año. Esto fue instituido por los rabís hace aproximadamente dos
mil años para impedir que los hombres usen el divorcio como una forma de
amenazar o castigar a sus esposas, y para ayudar a hacer que el divorcio
sea una opción viable para una mujer si la situación lo exige.

Si una mujer trabaja, sigue teniendo derecho a que su esposo provea a todas
sus necesidades. A cambio de esta seguridad económica, las ganancias de
la mujer pertenecen a su esposo. Sin embargo, una mujer puede elegir la
independencia económica declarando que quiere quedarse con sus
ganancias. El esposo, entonces, queda eximido de algunas de sus
obligaciones económicas hacia ella. Un hombre, no obstante, no puede
decirle a su mujer que trabaje y se quede con sus ganancias para que él
pueda disminuir sus responsabilidades hacia ella.

Cuando un hombre fallece, su viuda e hijas solteras son mantenidas por su


patrimonio. Si un hombre tiene deudas y fallece, entonces una porción de su
patrimonio debe destinarse a saldar todas las deudas. Lo que queda se
divide entre los herederos. A fin de proporcionar seguridad económica a la
mujer, a la viuda y las hijas solteras se las consideran acreedoras. La
"deuda" con la viuda es proporcionarle apoyo económico hasta que fallezca o
se vuelva a casar. Además tiene el derecho de seguir viviendo en su casa.
La "deuda" con las hijas solteras es el apoyo económico hasta que se casen.
Lo que quede es heredado por los hijos. De este modo, el sustento de una
mujer no puede ser amenazado por el esposo ni durante ni después del
matrimonio. Al mismo tiempo, la ley también ayuda al hombre a proporcionar
la ayuda económica de una mujer.

Puede parecer que las leyes referentes a los asuntos económicos entre
maridos y esposas son desiguales. No obstante, los rabís sabían que tratar a
los hombres y las mujeres como si fueran iguales (es decir, lo mismo), en
cuanto a la posición económica, conduciría a resultados sumamente
desiguales. Esto ha sido confirmado por la experiencia americana.

Los rabís reconocieron que la mayoría de las mujeres se casaría y tendría


hijos y, por lo tanto, no estaría preparada para mantenerse económicamente.
Las leyes judías reflejan esto y proporcionan la seguridad de la akeret habait.
Sin embargo, los rabís también brindaron una manera para que las mujeres
casadas sean independientes económicamente. La elección entre la
dependencia económica y la seguridad, y la independencia económica se le
dejó a la mujer.

La mujer judía y su rol central en la construcción de la familia judía siempre


han sido muy valorados en el judaísmo. Esto se refleja en los valores judíos,
y está apoyado por el sistema legal judío.

“Ama a tu esposa como a ti mismo y hónrala más que a ti mismo”.


(Yevamot 62-b: Talmud)

También podría gustarte