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Cien años atrás, un médico brasileño Carlos Justiniano Ribeiro das Chagas, descubrió
que un insecto; específicamente un tipo de vinchuca, podía transmitir un parásito
causante de una enfermedad infecciosa. Por aquel entonces era más común en América
y afectaba a poblaciones rurales.
A diferencia de muchas otras enfermedades, el Chagas fue fácil de detectar por la rapida
identificación del agente de transmisión y del agente causante, como así también los
síntomas que esta produce y las distintas fases de padecimiento. A pesar de los grandes
avances en su investigación, se demoró varias décadas en encontrar un tratamiento.
Esta enfermedad, tantas veces negada y olvidada, es causada por un insecto llamado
Triatoma infestans, también conocida como “chinche gaucha”, el cual es un insecto
hematófago, es decir que se alimenta de sangre. Tiene un hábito nocturno, se esconden
en techos de paja, revoque de adobe y grietas. Se recomienda no tener animales dentro
del hogar (perros, gatos, conejos, gallinas, etc.) porque la sangre de los mismos atrae el
insecto.
La enfermedad es causada por un parásito llamado Trypanosoma cruzi, que puede vivir
en la sangre y en los tejidos de personas y animales, y en las heces de las vinchucas.
DIMENSIÓN BIOMÉDICA.
Contagio
El parasito T. Cruzi se transmite principalmente por contacto con las heces u orina
infectadas de las vinchucas que se alimentan de sangre. Por lo general, las vinchucas que
transfieren el parásito, viven en las grietas y huecos de las paredes y los tejados de las
casas precarias en zonas rurales y suburbanas.
Normalmente permanecen ocultos durante el día y por la noche entran en actividad
alimentándose de sangre humana.
En general, pican en una zona expuesta de la piel, como la cara, y defecan cerca de la
picadura. Los parásitos penetran en el organismo cuando la persona picada se frota
intensivamente y empuja las heces o la orina hacia la picadura, los ojos, la boca o alguna
lesión cutánea abierta.
También se puede transmitir por:
alimentos contaminados con el parasito
transfusión de sangre infectada
la transmisión de la madre infectada a su hijo durante el embarazo o parto
el trasplante de órganos provenientes de una persona infectadas
accidentes de laboratorio
Síntomas
Diagnóstico.
Tratamiento.
En todos los casos los pacientes deben ser controlados periódicamente, para
observar la evolución del tratamiento, por si aparecen efectos secundarios de la
medicación. También, en todos los casos que sea posible, el Ministerio de Salud
recomienda realizar hemograma, urea o creatinina, y enzimas hepáticas antes,
durante y después del tratamiento.
Benznidazol:
Adultos 5 mg/kg diarios durante 30 a 60 días.
Niños hasta 10 mg/kg diarios durante 60 días.
Nifurtimox:
Adultos 8-10 mg/kg diarios durante 60 a 90 días.
Niños hasta 15 mg/kg diarios durante 60 días.
Este tratamiento es sumamente controlado dependiendo del criterio del médico y
la situación del paciente.
Contraindicaciones.
A los pacientes con insuficiencia hepática o renal sólo se les deberá administrar el
medicamento bajo estricta supervisión médica. Durante todo el tratamiento se vigilará el
recuento sanguíneo, atendiendo especialmente a los leucocitos, y se recomendará a los
pacientes que se abstengan del alcohol.
El benznidazol no debe administrarse al comienzo del embarazo. Como no se ha
demostrado que el empleo en el embarazo esté exento de peligros, el tratamiento debe
aplazarse hasta después del primer trimestre. A partir de entonces se debe aplicar
inmediatamente a fin de evitar el riesgo de transmisión congénita.
Son frecuentes los efectos adversos. Durante las primeras dos semanas de tratamiento
pueden aparecer erupciones cutáneas que por lo general son benignas; ahora bien, si son
graves y van acompañadas de fiebre y púrpura habrá que suspender definitivamente el
tratamiento. Al comienzo de éste pueden aparecer también náuseas. Las parestesias o
los síntomas de polineuritis periférica son efectos relacionados con la dosis que, cuando
aparecen, obligan a suspender inmediatamente el tratamiento. Entre otros efectos
adversos más graves figuran la leucopenia y, en raros casos, la agranulocitosis.
Prevención: