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Cultura 

“Bojack Horseman”: sin respuesta ante el


existencialismo
  8 mayo 2020   Álvaro García Dotor    0 comentarios  Bojack
Horseman,  Camus,  capitalismo,  existencialismo,  materialismo,  Netflix

Dios ha muerto. Y es que es normal pensar que el significado de esa frase pueda
entenderse desde un sentido muy marxista y cercano al materialismo histórico, en el que
la religión, opio del pueblo, pierde su fuerza y se debilita ante el escepticismo de quien
prefiere creer más en lo que puede observarse.
Sin embargo, lo que realmente quería expresar  Nietzsche es que, en el preciso instante
en el que constatamos que era nuestro guía, muere y sentimos que hemos sido
engañados, perdemos el propósito de nuestra existencia. Nuestra presencia deja de tener
un sentido, por lo que la vida deja de ser un camino marcado para convertirse en una
llanura solitaria y poco accidentada. Una explanada parca en señales.  Bojack
Horseman explora a fondo este planteamiento.
A través de la  tragicomedia, la serie refleja que la vida de este caballo de aspecto
antropomórfico no es otra cosa que un mal chiste. En realidad, asevera que ninguno de
sus personajes tiene algo claro, y simplemente se dedican a pasar por este mundo
afrontando los problemas cuando y como pueden. Porque no creen en un ser superior o
una meta a la que aspirar para trascender. Subyace un mensaje triste pero verdadero, en
el que ser creyente y poseer la virtud de la fe es mucho más sencillo que estar
desamparado espiritualmente. Pero también refleja que la sombra de la moral cristiana
es alargada, ya que la verdadera obsesión de  Bojack  es poder ser una persona decente,
sin llegar a conseguirlo nunca.
La esencia de Horseman es bien sencilla: se odia a sí mismo. Se encuentra en un
círculo vicioso perpetuo del que no puede escapar. Realiza un daño y se culpa por ello, lo
que lleva a causar más daño. También se declara  existencialista, y por si no fuera
suficiente, no deja de intentar engañarse, sin permitir que abandone esa rabia interna
que arroja indiscriminadamente hacia los demás (que bastante tienen con lo suyo). Se
cobija bajo una dura infancia, ya que fue constantemente despreciado por sus padres y
desapegado de afecto maternal alguno e imbuido de los complejos que pasan de
generación en generación. Un afecto que busca en su círculo cercano, sin encontrar el
Santo Grial que supone  la absolución. Una culpa imborrable que necesita ser exonerada
por quienes no tienen nada que ver con lo sucedido.
Bojack es un
adicto a las drogas y el alcohol porque no se soporta a sí mismo y se castiga continuamente.

Durante la primera temporada, contrata a una periodista llamada Diane para que escriba


una biografía sobre él. Ella consigue captar a la perfección la personalidad y las
decisiones que ha tomado este actor famoso de medio pelo. En realidad, ella comprende
mejor que nadie la personalidad gris de Bojack. Y, precisamente por ello, el caballo,
durante la presentación del libro, le pide a su nueva amiga que le admita que es una
“buena persona“. Quiere que aquella que mejor le conoce actualmente le conceda un
respiro, un soporte al que agarrarse y seguir engañándose. Diane, con su silencio y una
posterior explicación, le hace entender que lo que  define a la gente no es su fondo o
sus pensamientos, sino sus acciones. Por ello, no basta con creer que un rinconcito de
tu corazón posee bondad, sino que son nuestros actos los que lo dictaminan. En este
momento, a Bojack se le cae el mundo encima.
El escritor y filósofo  Albert Camus pensaba que ante el existencialismo y el absurdismo
de la existencia, solo hay tres posibles respuestas vitales. La primera,  el suicidio, que no
sería un acto de cobardía sino de colaboración ante la inutilidad del ser. La segunda, la
búsqueda de distracciones y paliativos  (empleos, drogas, alcohol, el arte o la religión)
que te alejen de ese continuo dolor que supone la vida terrenal. La tercera y última,
la aceptación  de que ésta carece de sentido, y por tanto, se debe vivir como uno pueda
y quiera sin pensar demasiado en ello.
Nuestro protagonista  pasa por todas ellas durante la serie, sin encontrar nunca cuál de
ellas es la correcta, ya que no consigue posicionarse en ninguna. Además, el resto de
personajes se sitúan también en una de estas respuestas: el señor
Peanutbutter prefiere llevar una vida superficial y vacía para no
pensar,  Todd y  Princess Carolyn  se refugian en el trabajo y quehaceres auto-impuestos
para probar que tienen algún objetivo (segunda respuesta), y Diane estaría muy cerca del
suicidio y la constante depresión de quien lo intenta pero nunca lo consigue.
Es también irónico que  Horseman  sea famoso por su papel protagonista en la serie
“Horsin´Around“, una sitcom  tradicional en la que, después de cada episodio, el
ambiente familiar reiniciaba sin consecuencia alguna de las acciones que acontecían en
los episodios anteriores. Básicamente, la encarnación del sueño de Bojack: una
existencia en la que nuestros actos no tienen repercusión en el futuro. Un pasar del
tiempo inalterado y sin consecuencias negativas debidas a nuestras elecciones erróneas.
Una vida feliz y utópica en la que no hace falta reflexionar demasiado.
“Free Churro” es el mejor episodio de la serie.

Bojack se encuentra en una depresión crónica. En gran medida, esto es debido al


pensamiento de que ser bueno o realizar actos éticamente aceptables  no implican
necesariamente la felicidad  y la autorrealización. Esto es precisamente lo que le aleja
de su anhelo de ser alguien pretendidamente magnánimo, porque en el fondo sabe que
ello no garantiza nada, de modo que nunca estaría dispuesto a arriesgarse sin tener el
viento a favor.
Esto se lo reprocha  Todd Chávez  en una memorable discusión: “no puedes estar
refugiándote siempre en la culpa y creer que eso arregla las cosas. No es culpa de tu
niñez o de las drogas y tus vicios. Es tu culpa, y lo será hasta que no cambies de
verdad“. Le hace ver que esconderse en sus remordimientos no le exime de
nada. Le abre los ojos para que entienda la verdadera problemática que le rodea.
Bojack Horseman es, finalmente, la encarnación de la gran mentira del  capitalismo
actual. Ha conseguido todo lo necesario para alcanzar éxito: es famoso, tiene mucho
dinero y posee la casa que muchos sueñan. Y, sin embargo, es incapaz de ser feliz.
Ha comprendido que una vez has llegado a unas metas inventadas por una sociedad
materialista, el ser humano debe imponerse unas nuevas. Pero, como podréis
comprender, para  Bojack, Dios ha muerto desde que lo consiguió todo. Desde que
consiguió la nada.
Al menos nos queda el consuelo de haber podido disfrutar de esta magnífica historia.
Álvaro García Dotor
Escribo sobre cosas en sitios. Amante de la concreción. Acólito de Scorsese, Fincher y
Welles. Realizo críticas y opino lo inopinable.

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