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Reseña
LOS PROFETAS DEL ODIO Y LA YAPA
por Arturo Jauretche
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de integración social, responsabiliza a las élites intelectuales, que desde antaño dirigieron
los destinos del país, por obstaculizar el ascenso social de las clases más desfavorecidas,
así como la indefensión nacional, ante todo política y económica, frente a los poderes
extranjeros. En su crítica a la clase intelectual, los acusa de implantar en la clase media, a
través de una penetración ideológica, el desprecio hacia las clases bajas. Exacerbado tal
desprecio por la posibilidad de participación política y ascenso social que tendrán esas
clases de la mano del peronismo, ganándose así este último la enemistad de aquellas
élites, que verán a los peronistas como unos resentidos frente a su propia clase, la “gente
de bien”.
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manifestaciones a fines del siglo XIX y principios del XX, con las obras de Saldías,
Quesada o Peña, y que recuperaban la figura de Rosas y los caudillos, demonizados por
la historia oficial Mitrista. Durante la década del ´20 la Nueva Escuela Histórica se enfoca
en estos trabajos y aporta nuevas miradas, apartidarias, dada la lejanía temporal con los
hechos históricos y por los orígenes inmigrantes de sus autores, hasta que surge con
fuerza, a mediados de los años ´30, la corriente netamente revisionista, de carácter
nacionalista y anticolonial, enfrentando a las tradiciones liberales y oligárquicas que
habían decidido los destinos del país, y escrito las páginas de su historia. Para el ´57,
Jauretche representa una corriente del revisionismo alineada con J.D. Perón, asociado
con políticas populares, anti-oligárquicas y anti-colonialistas. En la etapa previa, durante el
gobierno de Perón, el revisionismo logró extenderse y dominar el ámbito académico
nacional.
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que corresponde a las culturas y tradiciones que desde los originarios y mestizos se
desarrollaron en estas tierras antes de que la “intelligentzia” opere sobre éstos como una
forma encubierta de colonialismo.
Así, describe a la instrucción primaria como un mundo inconexo del mundo real, el
cotidiano, que no está destinada a formar hombres, sino ciudadanos funcionales a las
instituciones que la creó. Califica a la escuela como la transmisora de un conjunto de
saberes y conocimientos globales, mundiales, generales, que en nada se conectan con,
por ejemplo, la flora y fauna autóctonas, o las tradiciones locales, y que en cuyo caso
hasta serán adoptadas otras extranjeras, como la nieve o el Papá Noel de las Navidades
europeas. También hace mención a la historia local oficial, impartida en las escuelas, y
aquella que podía ser recuperada por los relatos de los protagonistas anónimos de la
misma historia, contando la otra campana, o por autores silenciados que escribían “desde
el pueblo”, citándolo a Ernesto Palacio.
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De este modo la educación se encarga de transmitirles a los individuos que la
Patria se vincula con lo institucional, lo cual a su vez se identifica con el liberalismo que
las instituye. De modo que la amenaza a estas instituciones se interpreta con la pérdida
de la Patria, cuando en realidad, fuera de la escuela, ésta es percibida como el lugar en el
que uno nace y habita, y que lo conecta con lo que es genuinamente propio y nacional.
Así la nacionalidad pierde su base para apoyarse en supuestos ideológicos que
emparentan Patria con liberalismo.
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estudiantiles con orientaciones políticas socialistas, comunistas o demócratas
progresistas, entre otras, pero de ninguna manera yrigoyenistas o peronistas.
A la vista de los tópicos desarrollados por el autor, “Los profetas del odio” de Arturo
Jauretche podría ser interpretado como un llamado a la acción, como en su hora lo hizo
Karl Marx con su Manifiesto Comunista, para despertar una cultura y conciencia nacional
dormida, tapada, ninguneada, e invisibilizada por la “intelligentzia”, para romper con el
colonialismo intelectual y cultural, que genera y perpetúa la dependencia a los intereses
foráneos, y lograr así la emancipación que conduzca al desarrollo pleno de la Nación
Argentina.