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248 p.
ISBN: 978-958-719-189-9
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Agradecimientos
Capítulo 2
Desarrollos radicales en el pensamiento contable 37
Wai Fong Chua
I. Introducción 38
II. Clasificaciones recientes sobre las perspectivas contables 39
III. Una clasificación de las asunciones 40
IV. La corriente principal del pensamiento contable - Asunciones 43
IV.1. Creencias sobre la realidad física y social 43
IV.2. Creencias sobre el conocimiento 44
IV.3. Creencias sobre el mundo social 46
IV.4. Teoría y práctica 48
V. La corriente principal de la contabilidad –
Consecuencias y limitaciones 49
VI. La visión interpretativa – Asunciones 51
VI.1. Creencias sobre la realidad física y social 52
VI.2. Creencias sobre el conocimiento 52
VI.3. Creencias sobre el mundo social 53
VI.4. Teoría y práctica 54
VII. La visión interpretativa – Consecuencias 54
VIII. La alternativa crítica – Asunciones 58
VIII.1. Creencias sobre la realidad física y social 58
VIII.2. Creencias sobre el conocimiento 60
VIII.3. Creencias sobre el mundo social 60
VIII.4. Teoría y práctica 61
IX. La perspectiva crítica – Consecuencias 62
X. Conclusión 67
Apéndice 1. Dificultades del esquema de Burrell y Morgan (1979) 67
Comentario 76
Tensiones para discernir la necesidad de un pluralismo metodológico
en Contabilidad 76
Capítulo 3
La contabilidad como una institución de legitimación 79
Alan J. Richardson
I. Introducción 79
II. La naturaleza de la legitimación 81
III. La perspectiva estructural-funcionalista 82
III.1. Un panorama teórico 82
III.2. Investigación contable relevante 85
III.3. Repercusiones en investigaciones futuras 86
IV. La perspectiva social-constructivista 87
IV.1. Un panorama teórico 87
IV.2. Investigación contable relevante 89
IV.3. Repercusiones en investigaciones futuras 90
V. La perspectiva hegemónica 91
V.1. Un panorama teórico 91
V.2. Investigación contable relevante 92
V.3. Repercusiones en la investigación futura 94
VI. Discusión 94
Comentario 100
La legitimación en el contexto legal de la contabilidad en Colombia 100
Capítulo 4
Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas: comprendiendo
las prácticas contables en sus contextos organizacionales 103
John Roberts
Robert Scapens
I. Introducción 103
II. La dualidad de la estructura 105
III. Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas 108
IV. Las prácticas contables en los contextos organizacionales 113
V. Conclusión 117
Comentario 122
Sobre la necesidad de una recreación organizacional
y social de los sistemas contables en Colombia 122
Capítulo 5
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable 127
Peter Miller
Ted O’Leary
I. Introducción 128
II. El presupuesto y costeo estándar 134
III. La nación eficiente y el individuo eficiente 138
III.1. El discurso de la eficiencia nacional 138
III.2. Concepciones filosóficas y sociológicas de un elemento
social racionalmente administrado 142
III.3. Algunas prácticas reales de gestión socio-política 144
IV. La firma como un lugar en la construcción de la persona gobernable 148
V. Un gesto hacia el presente 155
VI. Repercusiones y conclusiones 163
Comentario 170
Encuentros distintos con el trabajo histórico e interdisciplinario
en contabilidad (potencialidades) 170
Capítulo 6
La planeación de negocios como pedagogía: lenguaje y control
en un campo institucional cambiante 175
Leslie S. Oakes
Barbara Townley
David J. Cooper
I. Introducción 176
II. Bourdieu y la teoría institucional 178
II.1. Campos 179
II.2. Capital 179
II.3. Las repercusiones del capital y los campos 181
III. Métodos 184
IV. Los sitios históricos y culturales como un campo
de producción restringida 187
V. El control sutil a través de la planeación de negocios y la pedagogía 191
V.1. La planeación de negocios como pedagogía en acción 195
VI. Campos de producción de gran escala 199
VII. El capital y los campos de la producción cultural: el papel de la acción
estratégica y el control 204
VIII. Discusión y conclusión 207
Comentario 218
La contabilidad como reproductora pedagógica del “campo” económico:
algunos retos para los contadores académicos en Colombia 218
Capítulo 7
¿Cuál es el significado del “interés público”? Examinando la ideología
de la profesión de la contaduría pública americana 223
C. Richard Baker 223
I. Introducción 223
II. El concepto de ideología en la investigación contable. 224
II.1. Definiciones de ideología 225
III. Examinando ciertas afirmaciones retóricas acerca del servicio al intéres
público en la profesión de la Contaduría Pública Americana 227
III.1. El Código de conducta del AICPA 227
III.2. La declaración de la misión de la FASB y las declaraciones
de conceptos de contabilidad financiera 231
III.3. Educación para la confianza pública 233
IV. El concepto de ideología de Ricoeur y la profesión
de la Contaduría Pública Americana 235
IV.1. El examen de Ricoeur del concepto de ideología. 235
IV.2. Aplicación del concepto de Ricoeur a la profesión
de la Contaduría Pública 236
V. Conclusión 237
Comentario 240
Pistas para un examen de la ideología en la profesión contable colombiana 240
Capítulo 1
reservados, (2009)
I. Introducción
El desarrollo académico de la contabilidad viene consolidándose a nivel mundial en los
últimos 50 años. En Colombia, y quizás en varios de los países de Latinoamérica, nuestra
tradición enfáticamente legalista en el ejercicio y la enseñanza de la contabilidad y de
la Contaduría Pública, ha implicado una especie de rezago en la difusión, evaluación,
contrastación y construcción de concepciones académicas de la contabilidad, que
redunden en la comprensión y transformación de las prácticas concretas de los contables
y, por su intermedio, del tejido organizacional y social. Por ello, resulta conveniente
que nuestros procesos de formación e investigación se nutran de las concepciones y
avances más sustanciales de la academia contable a nivel internacional, atendiendo, por
supuesto, al espíritu crítico y agudo y a la contextualización que nuestra realidad reclama
y merece (Fals y Mora-Osejo, 2004).
Uno de los caminos más importantes para la difusión de las visiones académicas se está
dando a escala mundial por medio del acceso a diferentes revistas académicas –Journals– y
a los textos de investigación construidos en varios países industrializados, ambos editados
en inglés. En nuestro país, la mayoría de la bibliografía de fundamentación conceptual,
se basa en los textos de autores hispanohablantes o en traducciones de las visiones más
funcionales de corte instrumentalista en la profesión. Textos paradigmáticos como el
de Richard Mattessich (Contabilidad y Métodos Analíticos), sólo han sido traducidos
al español a inicios del 2000 y recientemente introducidos a la discusión formativa e
investigativa de primera mano. En ambos casos, bien sean las revistas o los libros de
punta, la visión académica de los avances contables goza de poca difusión, entre muchas
otras razones, por la carencia de textos al alcance del público hispano parlante.
14/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
conjunto de técnicas neutrales, brotadas de una lógica “pura”, prohijada por el interés
individual racional y maximizador.
Reconocer tales aportes y su impacto en la concepción académica de la contabilidad
puede ser para algunos una tragedia, cuando no una herejía. Para nosotros, en cambio,
tal reconocimiento se constituye en una pieza fundamental para comprender la realidad
social y organizacional reconfigurando nuestras categorías e instrumentos para intervenir y
construir el mundo. Pero alertamos a los lectores sobre la necesidad científica de siempre
contrastar. Necesitamos contraponer las teorías y visiones ortodoxas con las heterodoxas,
las visiones ortodoxas con nuestra realidad, y también las perspectivas heterodoxas con
nuestro propio contexto. Por ello, planteamos la necesaria revisión, estudio y evaluación de
las diversas concepciones académicas de la contabilidad y abordar con todo el compromiso
racional posible las visiones heterodoxas, que han sido construidas para comprender las
prácticas sociales e institucionales de la contabilidad en los países industriales que han
estado marcados y constituidos por sus propios procesos y dinámicas.
En tal sentido, este estudio introductorio busca contextualizar al lector para el abordaje
de los documentos compendiados. Para ello, el resto de este documento introductorio
se estructura como se muestra a continuación. Presentaremos primero una breve síntesis
de lo que interpretamos, ha ocurrido con el ámbito académico de la contabilidad
en Colombia. Luego, también de forma sintética, esbozamos las características más
significativas de las corrientes académicas de la contabilidad en el orden internacional,
intentando marcar las fuentes intelectuales y los caminos que han tornado dominantes a
las visiones surgidas en los Estados Unidos. Para ambas síntesis de la academia contable,
tanto la local como la internacional, referenciamos varias fuentes bibliográficas que
pueden aportar al lector interesado en la búsqueda de más aproximaciones para ampliar
su visión del asunto. Finalizando esta introducción hacemos una presentación de los
documentos que hemos seleccionado, traducido y que forman parte del libro.
En el cuerpo del libro, junto con cada artículo traducido, hemos realizado un
pequeño comentario evaluativo. Estos comentarios buscan alertar al lector sobre los
alcances, posibilidades y dimensiones que, en nuestro criterio, pueden surgir de cada
paper. Con ello queremos enriquecer nuestro objetivo de difusión, con la evaluación
contextual y la caracterización de algunas posibilidades de investigación y formación.
Esperamos que este trabajo aporte a las inquietudes y promueva entre los estudiantes,
académicos y profesionales, el compromiso necesario para la construcción académica de
la contabilidad en nuestro país.
El contexto puede ser observado desde una pregunta y por supuesto desde un a priori
¿Por qué resulta tan escaso el movimiento de la contabilidad en Colombia? La condición
de lentitud es el lugar desde donde preguntamos ¿Qué ocurre para que en nuestro
espacio-tiempo, la contabilidad sea objeto de reflexión y agenciamiento en grados tan
limitados en contraposición con lo que le es propio a las disciplinas del conocimiento? Y
en este sentido, la pregunta por el estado actual ¿por qué resulta tan cómodo instalar la
visión de la contabilidad financiera, y especialmente su expresión legal, como hegemónica
y abarcativa del plexo de relaciones atribuibles a la contabilidad en Colombia?
Algunas cosas son evidentes. Colombia es un país en vía de desarrollo (tercer mundo)
por lo que es cuantitativamente posible señalar que en los campos relacionados con la
ciencia, la tecnología, la economía (campos que resisten lógicas de indicador) estemos casi
de contera con números muy bajos en relación con los países desarrollados. Adicional a
ésto y quizá más importante, son las condiciones históricas y vigentes que matizan lo que
podemos entender por “vía de desarrollo” en tanto sea un proceso dúctil o por el contrario
una dinámica paquidérmica u obstaculizada. Incluso, una dinámica con una orientación
nebulosa. Decir “en vía de desarrollo” no explica nuestra condición. Siempre que el
desarrollo sea asociado a “altos niveles de industrialización y urbanización, tecnificación
de la agricultura, rápido crecimiento de la producción material y los niveles de vida y
adopción generalizada de la educación y los valores culturales modernos” (Escobar, 1999,
p. 34) entonces, podemos conjeturar que Colombia vive un proceso en el que cada vez
más se ven cuestionados los mecanismos y resultados que conducen y dan cuenta del
desarrollo. El crecimiento de la marginalidad, el desmejoramiento de las condiciones
de productividad, el rezago tecnológico, la concentración de la riqueza, la intolerancia
ideológico-política, la dependencia económica, la turbulencia jurídica, la incapacidad de
potenciar lo endógeno, la desvalorización del saber científico (…) son algunas muestras
del escenario oscuro con el que nos es irreductible tratar.
Las condiciones del tercer mundo se convierten en caldo de cultivo para que poderes
localizados en proyectos pro-expansionistas limiten estratégicamente el devenir político
–científico– tecnológico de algunos países que son y seguirán siendo los consumidores de
las sobre-ofertas producidas en las geografías desarrolladas. El desarrollo, como categoría
socio-económica, debe ser comprendido en este contexto geo-estratégico, diseminando
cuidadosamente las retóricas de la globalización y desentrañando las lógicas fácticas del
expansionismo de macro-poderes eminentemente económicos1. Al mundo desarrollado
1 Las contradicciones que supone el desarrollo del capital deben ser exportadas a costos sociales
tan altos como el crecimiento de la periferia, la guerra y el deterioro ambiental. Hobson lo ha
planteado crudamente advirtiendo que el precio de la supervivencia del sistema del capital es la
muerte de quienes viven dentro del mismo (Heilbroner, 1985). Igual de revelador resulta señalar
que el desarrollo como valor proyectado hacia la periferia es una continuación de proyectos
de colonización – globalización. “[…] En ese caso, cualquiera que sea el adjetivo que se le dé,
el contenido implícito o explícito del desarrollo es el crecimiento económico, la acumulación
de capital con todos los efectos positivos y negativos que conocemos: competencia sin piedad,
crecimiento sin límites marcado por las desigualdades, pillaje sin reparar la naturaleza.” (Latouche,
2007, p. 21)
Ampliando las fronteras en la disciplina contable /17
que logre zanjar en algún sentido la enunciada brecha entre conocimiento contable y
ejercicio profesional potencia figuraciones, para nuestro gusto, más prometedoras.
Planteamos que el contexto económico y universitario descrito sintéticamente nos
permite comprender algunas cosas que han pasado y pasan con la contabilidad en
Colombia. La contabilidad para nuestro caso, igual que para muchos otros, ha tenido por
función originaria estatizar y revelar asuntos de índole económica para poder percibir las
dinámicas de ciertos negocios, así como de ciertas funciones públicas. En este sentido
cuando las dinámicas de los negocios y las funciones públicas no revistieron grados
de complejidad mayor, la teneduría de libros sirvió para controlar y gobernar el giro
normal de las cosas. Tener una idea de balance y de resultado bastaba para el “negocio
en marcha”. Por ello el espacio de la formación en contabilidad suplió tal necesidad,
entregando contenidos y metodologías que favorecieron el desarrollo de habilidades
y destrezas para la buena llevanza de libros. Es el caso de programas de formación en
teneduría de libros como el que documenta Cubides (1999) en la Universidad Externado
de Colombia para los años 80 del siglo XIX.
Justamente a finales del siglo XIX y con mayor fuerza en las primeras décadas del
siglo XX, la economía colombiana experimentó un importante giro en la consolidación
de proyectos de índole industrial. Del mismo modo se acentuaron las dinámicas de
exportación y de tecnificación del Agro. La complejidad propia del gobierno de las
nuevas empresas tanto públicas como privadas demandó procesos de tecnificación, de
racionalización, de cálculo e incluso una reconsideración del tipo de moral y ética más
conveniente a la gestión y al trabajo en las organizaciones de la época. Un ejemplo que
ilustra adecuadamente esta situación es el proyecto agenciado por la Escuela de Minas
(Medellín – Antioquia) forjando para la nueva industria una visión ingenieril con profundos
matices técnico-racionales de gestión y medición de los procesos de producción y del
trabajo (Mayor, 2005). Esta nueva lógica se proyectó en el contexto nacional incluyendo
las entidades públicas.
Para el nuevo prototipo de empresa la contabilidad que se utilizaba resultó
insuficiente; la Escuela de Minas promovió la modernización de la contabilidad asociada
con empresas importantes de la época como el Ferrocarril de Antioquia, la Federación
Nacional de Cafeteros, las empresas textileras y algunas empresas públicas en las que
se desempeñaban los ingenieros. Atendiendo a las nuevas necesidades de control se
importaron del contexto norte americano técnicas contables modernas y mediciones
estadísticas que sirvieron para determinar el estado de la gestión de los recursos y ejercer
un control riguroso de los costos de producción. En sintonía con este panorama y dada
la importancia de la contabilidad2, lo que antes se enseñaba en cursos de economía
industrial sobre llevanza de cuentas, dio paso a la creación de asignaturas autónomas
sobre contabilidad industrial (Mayor, 2005).
3 Algunos de los trabajos que permiten una síntesis de la arquitectura de los tópicos profesionales
y universitarios relacionados con la contabilidad en Colombia son: Historia de la Contaduría
Pública en Colombia Siglo XX (Cubides, et al, 1999); Del hacer al saber: Realidades y perspectivas
de la educación contable en Colombia (Quijano et al, 2002); Reflexiones Contables: teoría,
educación y moral – Rafael Franco Ruiz; La educación contable: encrucijada de una formación
monodisciplinaria en un entorno complejo e incierto del profesor Guillermo Martínez;
Educación contable: antecedentes, actualidad y prospectiva – John Cardona y Miguel Zapata;
Dinámica de la concepción y la enseñanza de la teoría contable en Colombia (1970 – 2000):
Una exploración institucional – Mauricio Gómez; El marco conceptual del los Exámenes de
la Calidad de la Educación Superior; Libros de memorias de los Simposios de Investigación
y docencia contable; Libros de memorias de los Congresos Nacionales de estudiantes de
Contaduría Pública; entre otros.
20/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Algunas temáticas fueron acogidas con un importante vigor tales como, la identificación
de la naturaleza de la contabilidad y su objeto de estudio (utilizando referentes como la
teoría crítica, el materialismo histórico y el método dialéctico, la filosofía de la ciencia,
la sociología del conocimiento, entre otros), la caracterización de la contabilidad como
ciencia social, la comprensión de la utilización en el contexto internacional de algunos
presupuestos historiográficos y científicos para describir la evolución de la contabilidad
(categorías nocionales como paradigma, programa de investigación, matriz disciplinal,
red teórica), la problematización del entorno educativo de la contabilidad en Colombia,
algunos trabajos sobre historia de la contabilidad, también, el estudio de la regulación
contable y sus pretensiones en el espacio local y sus tensiones con las tentativas de
carácter internacional. Otros trabajos han buscado algunos nexos entre la corriente
filosófica y sociológica de la postmodernidad y el escenario académico y profesional de
la contabilidad.
También debemos señalar que por su parte otros académicos que poseen vínculos
cercanos con la corriente internacionalista desarrollaron trabajos que favorecían el espacio
de aplicación de normas contables, de auditoría y tributaria en la perspectiva profesional
así como libros de texto utilizados para la formación universitaria en la aplicación de la
técnica contable.
Aún con este esfuerzo de una minoría por ahondar en el estatuto epistemológico
de la contabilidad, por la movilización de prácticas de investigación, por la creación de
espacios de discusión, por el fortalecimiento de publicaciones y dinámicas escriturales, y
reconociendo la importancia que ello ha implicado para la contabilidad en su perspectiva
académica en nuestro contexto, el impacto en la Universidad y en el todo de la comunidad
contable sigue siendo insuficiente. A tal punto que en la actualidad estas narrativas de
la contabilidad como espacio disciplinal, con importantes campos de investigación y
con una potencialidad para trabajos interdisciplinarios, suenan exóticas, impertinentes
y con muy escasa capacidad de impacto sobre las prácticas sociales de los profesionales
contables. Al estar la contabilidad incubada en rutinas y monotonías, avariciosamente
conservada, signada por el conformismo y la constancia de lo legal-instrumental, marcada
por cierta lentitud (Bachelard, 1973), se hace más difícil institucionalizar algunas prácticas
que favorezcan una contabilidad más crítica y más innovadora y potenciar espacios de
formación para reconocer los movimientos de la reflexión e investigación contable en
contextos internacionales, así como para nutrirnos de un arsenal metodológico más
expedito para auscultar la realidad.
Coincidimos con el planteamiento del profesor Gracia quien identifica que en el
espacio universitario de la contabilidad no hay conciencia del valor de la ciencia entre
directivos, profesores y estudiantes (Quijano et al, 2002). También como lo afirma
Quijano existe aún una suerte de precariedad en la comunidad académica contable
y un desfase entre las transformaciones contextuales y la capacidad de respuesta de
la contabilidad (2001). Nosotros identificamos que, sumado a lo anterior, subsiste un
déficit metodológico y teórico en la comprensión de la contabilidad y sus posibilidades
en el terreno investigativo, aunado, a una práctica social contable (poco investigada)
ritual e instrumental que desconoce la potencia de otras perspectivas para mejorar la
intervención del contador público en las organizaciones.
22/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Y, de otro lado, las propias firmas de auditoría, que detentaban el dominio del
entrenamiento, con una tradición amplia enraizada en sus casas matrices en Inglaterra.
Estas entidades estaban ancladas en la idea de la “maestría” del practicante por medio del
ejercicio de la profesión y vieron amenazada su posición hegemónica como forjadoras y
guías de los “iniciados” en la profesión. Ellas señalaron y atacaron el objetivo universitario
de monopolizar la enseñanza e investigación sobre los aspectos contables. Con todo ésto,
las presiones duales ante la presencia de la contabilidad en la universidad, vendrán a
extenderse, matizarse y reformularse en los años subsecuentes del desarrollo académico
de la contabilidad, incluso llegando hasta nuestros días (Fillingham, 2006).
Con los antecedentes señalados, la contabilidad fue paulatinamente marcando pasos
en su consolidación académica en Estados Unidos. Los primeros académicos contables
contemporáneos fueron profesionales con formación en campos muy diversos como
la ingeniería, el derecho, los estudios en comercio y la economía. En este sentido,
ellos no tuvieron un entrenamiento universitario especializado en contabilidad. Quizás
estos académicos encontraron, por su experiencia como practicantes, una identidad y
varios desafíos con, y en, la contabilidad. Esta dinámica se replicó, aunque con menor
ritmo, en Inglaterra y algunos países del continente europeo. No obstante, la evidente
“ventaja” social, económica e institucional consolidada por la hegemonía Norteamérica
en el comercio, la industria y las finanzas, a lo largo del siglo XX, vendría a potenciar la
dinámica y los esfuerzos de la academia contable en Estados Unidos.
En el proceso de consolidación de la academia contable se enfrentaron los propósitos
y requerimientos complejos de la Universidad (y sus saberes más tradicionales y
posicionados) y las demandas de la industria contable (que incluía a los practicantes,
las asociaciones profesionales, las firmas de auditoría y los nacientes organismos
reguladores). Pero la presencia de la contabilidad en la universidad entregó réditos a
ambos grupos de intereses. En primer lugar, a los académicos les permitió actuar de forma
Ampliando las fronteras en la disciplina contable /25
homoeconomicus estándar. El mayor logro de esta visión fue imprimir y trasladar los
supuestos metodológicos del positivismo a la reconfigurada concepción de la contabilidad
(Abdel-khalik & Ajinkya, 1979). Aquí se establecieron como propios para la contabilidad,
los fines de predicción y control que la ciencia positiva perseguía (Watts y Zimmerman,
1986; Monterrey, 1998).
Se conoce como nueva investigación empírica (Tua, 1991) al esfuerzo sostenido que la
academia contable emprendió para el desarrollo de investigaciones con bases de datos,
cifras contables y estadísticas micro y macroeconómicas, entre otras. Estos esfuerzos
fueron dirigidos por una concepción de la contabilidad según la cual, el papel de la teoría
era constituirse en una descripción de las prácticas y comportamientos de los contadores
y de los agentes vinculados, e interesados, con los hechos contables, tal y como ellos
“eran”. Los modelos descriptivos, al mejor estilo de la corriente dominante en economía,
se convirtieron en el centro de atracción de los académicos contables. No obstante, las
críticas que recibió la mainstream en economía, pronto recayeron sobre la academia
contable. Los límites de la racionalidad de los agentes, los costos de transacción, todas
las demás dimensiones institucionales del mercado y el profundo cuño prescriptivo
que residía en el fondo metodológico del positivismo4, vinieron a evidenciarse y a
contraponerse a la visión purista y estilizada de los modelos econométricos. Desde allí se
evidenció que esta concepción era una visión muy cómoda para la reflexión académica
positivista, pero muy poco realista y muy restrictiva para la comprensión de los roles de
la contabilidad en la realidad organizacional y social de la economía de mercado.
Pronto varios de los argumentos críticos hacia el marginalismo consolidaron un campo
de reflexiones con cuerpo y dimensión propios: la llamada economía de la información.
Algunos de sus puntos de preocupación, tales como el riesgo moral (moral hazard), la
selección adversa y los costos de agencia, pronto pasaron, de ser visiones críticas, a
convertirse en un marco que ajustaba, sin necesidad de modificar sustancialmente,
los postulados y cimientos ontológicos y metodológicos de la visión marginalista. La
teoría de la agencia, la economía de los costos de transacción y en general las visiones
contractualistas de las interacciones económicas, comenzarían a conformar una visión
económica de la información. Con ello, una buena dosis de las primeras reflexiones de
la economía de la información, se convirtieron en la nueva ortodoxia. La contabilidad
comenzó a entenderse como un sistema, quizás como un dispositivo, de producción de
señales para el mercado. Un mecanismo que permitía configurar las expectativas y dirigir
las acciones de los agentes hacia el equilibrio competitivo, en un marco de restricciones
institucionales. Así, el puente tendido entre la economía marginalista, su ajuste por medio
de la economía de la información y las modernas teorías de la economía financiera, se
configuraron como la nueva punta de lanza de la academia contable.
de la contabilidad como fruto de las relaciones sociales, las instituciones y las acciones
de los individuos.
El segundo artículo se titula “Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas:
comprendiendo las prácticas contables en sus contextos organizacionales”. Apareció en
1985 en Acounting, Organizations and Society Vol. 10 No.4, y fue escrito por los profesores
John Roberts y Robert Scapens, académicos de gran reconocimiento internacional. Su
utilización de la teoría de la estructuración de Anthony Giddens, se ha convertido en
un marco teórico de referencia para comprender la manera como la contabilidad se
reproduce en el contexto de dualidad social, es decir, en las estructuras sociales y en la
capacidad de la agencia humana. Ha sido muy útil para interpretar y comprender las
dinámicas de los sistemas de contabilidad de gestión.
A su vez, el tercer documento es “La contabilidad como una institución de
legitimación”, escrito por un académico de estirpe interdisciplinaria, el profesor Alan
Richardson, fue publicado en Accounting, Organizations and Society Vol 12 No 4,
en 1987. Este documento, luego de pasar revista a varias corrientes sociológicas de la
legitimidad, permite descentrar el discurso contable del proyecto dominante según el
cual la producción de la información contable, aparentemente, se hace “para satisfacer
a los usurarios”. Este documento es la entrada de la preocupación por los intereses del
productor de la información, articulando una de las corrientes que explican los procesos
de legitimación de las organizaciones.
Los artículos publicados en cuarto y quinto lugar incorporan trabajos de contrastación
con diseño metodológico, casi de campo: uno de corte histórico y el otro como estudio
de caso con instrumentos cualitativos.
El artículo que aparece en cuarto lugar se titula “La contabilidad y la construcción de
la persona gobernable”. El documento fue escrito por dos de los más prominentes autores
heterodoxos, los profesores Peter Miller y Ted O’leary y apareció, al igual que el anterior,
en 1987, esta vez en la Accounting, Organizations and Society, Vol 12 No 3. Con el
fondo intelectual y metodológico de la genealogía de Michel Foucault, el documento
discute las fuentes históricas de la contabilidad de costos y presupuestos, ubicándolas
en las relaciones de control que subyacieron a las sociedades industrializadas de inicios
del siglo XX. Con ello, las explicaciones convencionales de corte técnico e intra-firma
sobre el surgimiento de la contabilidad de costos, se ven contrapuestas por las hipótesis
sobre los mecanismos de dominación que el proyecto de la persona calculable generó
en Estados Unidos e Inglaterra.
“La planeación de negocios como pedagogía: lenguaje y control en un campo
institucional cambiante”, aparece como el documento en la quinta posición de la
publicación. Este es un trabajo interdisciplinario no sólo por sus fuentes conceptuales,
sino también por sus autores. Ellos son los profesores Leslie S. Oakes, Barbara Townley
y, un académico contable muy connotado en las corrientes críticas, el profesor David
J. Cooper. Este documento fue difundido en una de las revistas de mayor prestigio en
la corriente dominante de la gestión, cuando convocó un número especial sobre las
modernas dimensiones del control y la administración; tal revista es Administrative
Science Quarterly, No. 43. Con base en la teoría del campo de Pierre Bourdieu, los autores
buscan nutrir las visiones del neoinstitucionalismo sociológico organizacional. Con un
Ampliando las fronteras en la disciplina contable /33
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Avances Interdisciplinarios para una Comprensión
Crítica de la Contabilidad
Gómez V., M. y Ospina Z., C. (Eds.). © Derechos
Capítulo 2
reservados, (2009)
* Tomado de: Chua, Wai Fong. (1986). Radical Developments in Accounting Thought. En: The
Accounting Review. Vol. 61. No. 4. Reproducido con la autorización de la American Accounting
Association. Esta traducción no fue revisada por la AAA.
38/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
I. Introducción
Desde bien entrada la década de los setenta, los académicos han manifestado algunos
síntomas de incomodidad sobre el estado y el desarrollo de la investigación contable. En
1977, la American Accounting Association (AAA) en su Statement on Accounting Theory
and Theory Acceptance concluyó que no había una teoría completamente aceptada
sobre la forma de producir la información contable externa. En su lugar, se produjo
una proliferación de paradigmas que ofrecían una guía limitada para la formulación de
políticas. Además, apoyándose en su lectura de Kuhn (1970), el Comité no confiaba en
que se pudiera llegar a un consenso, considerando que la elección de un paradigma
dependía, a fin de cuentas, de una decisión basada en valores entre modos incompatibles
de vida científica. Esta concepción de la contabilidad como “ciencia multiparadigmática”
es compartida por autores como Belkaoui (1981).
Por otro lado, Wells (1976) sostiene que en el presente la contabilidad carece de un
paradigma definido o de una matriz disciplinar propia (Kuhn, 1970, p. 182). Siguiendo
este argumento, podemos decir que en la década de los cuarenta surgió una matriz
disciplinar para la contabilidad que proporcionó una base para su actividad como
“ciencia normal”. No obstante, la investigación que se desarrolló entre las décadas de
los sesenta y setentas trajo una serie de cuestionamientos sobre esta matriz y llevó a la
creación de varias “escuelas” de contabilidad que brotaron desde diferentes posiciones
axiomáticas. Hasta la fecha, ninguna de estas escuelas ha puesto las bases para fundar
una nueva matriz disciplinar. Todo parece indicar que la contabilidad se ha mantenido
en medio de la vorágine producida por una “revolución científica”.
Mientras que los académicos discuten si la contabilidad es una disciplina
“multiparadigmática” o con “múltiples escuelas”, han llegado al acuerdo de que la
disensión es apabullante. Sumados a esta falta de consenso en la arena académica,
están los problemas que provienen de la relación entre la teoría contable y la práctica
organizacional. El llamado comité “Cisma” de la AAA de 1977-1978, indicó que los
académicos no hablaban el mismo lenguaje ni tampoco veían los problemas de los
individuos que ejercen profesionalmente la contabilidad. De la misma manera, Hopwood
(1984a) y Burchell et al (1980) sostienen que se han atribuido ciertas razones para los
procedimientos contables que pueden estar alejadas del papel que enfrentan en la
práctica. Recientemente, Kaplan (1984) les ha recriminado a los académicos su obsesión
por la economía especulativa y las revistas de ciencias administrativas, y también su
poca disposición para “involucrarse en organizaciones reales y untarse de su información
confusa y sus relaciones”. (p. 415)
De esta manera, el mundo contable está caracterizado por: a) quizás una irreconciliable
discusión entre diversos paradigmas y, b) limitado por algunas teorías sobre la práctica
contable que, en su mayoría, no son ni producidas ni amoldadas por esa misma práctica.
Considerando el estado de nuestra disciplina, este artículo tiene tres propósitos.
Contrario a la conclusión de la AAA en su Statement on Accounting Theory y a
Wells (1976), este artículo argumenta que la investigación contable ha estado guiada
por una serie de asunciones dominantes que no discrepan entre sí. También sostiene
que ha existido una sola visión de mundo y una matriz disciplinar principal, y que los
Desarrollos radicales en el pensamiento contable /39
2 Para más discusiones ver Weeks (1973), Fay (1975), Bernstein (1976, 1983), Driggers (1977),
Bhaskar (1979), Brown y Lyman (1978), Burrell y Morgan (1979), Habermas (1978), Van de Ven
y Astley (1981), Astley y Van de Ven (1983), Gadamer (1975), Schutz (1967) y Winch (1958).
42/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
TABLA 1
Una clasificación de las asunciones
A. Creencias sobre el conocimiento
Epistemológicas
Metodológicas
B. Creencias sobre la realidad física y social
Ontológicas
Intenciones humanas y racionalidad
Orden social/Conflictos
C. Relaciones entre teoría y práctica
3 Esto constituye una diferencia principal entre el uso de la clasificación que se hace en este artículo
y la posición libre de juicios de Burrell y Morgan (1979). Además, la presente clasificación no
se vale de dicotomías exclusivas y no busca una categorización que reúna todas las perspectivas
contables y sociales en una clasificación permanente. Debido a que las asunciones sobre, por
ejemplo, el orden social y la racionalidad humana son vistas como variables y dependientes
Desarrollos radicales en el pensamiento contable /43
del contexto, esta clasificación sólo pretende identificar las perspectivas que están surgiendo
en la actualidad. Estas diferencias tienen el siguiente resultado: a pesar de que las asunciones
individuales que empleamos para la clasificación parecen muy similares a las de Burrell y Morgan
(las ontológicas, epistemológicas y metodológicas), su clasificación en conjunto y su uso difieren
de manera notoria. La aparente similitud surge porque ambos esquemas intentan resumir y
compaginar discusiones distintas que se han dado en las disciplinas sociales y filosóficas, con el
propósito de identificar la naturaleza característica de una matriz disciplinar.
44/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
través de una cita tomada de Hempel (1966). Pero como lo señala Stamp (1981), Sterling
es también un defensor de la tesis de Popper sobre la falsación y hace precisamente
una invitación a refutar sus argumentos. De la misma manera, Chambers (1966, p. 33)
escribe que “el estado del conocimiento consiste en lo que no ha sido falsada”, pero en
la página 34 menciona ciertas teorías científicas que permiten registrar la incidencia de
los fenómenos que se estudian. Estos, y muchos otros ejemplos, no coinciden con las
teorías ideales de Popper que especifican lo que no debe suceder, ni con los científicos
que pretenden encontrar esas incidencias para refutar sus teorías.
Finalmente, como lo expresa Christenson (1983), la posición filosófica de los
proponentes de la contabilidad positiva es, cuando menos, confusa: no se ajusta del
todo al instrumentalismo de Friedman ni tampoco al criterio de falsación de Popper, pero
aparentemente se acerca más a la posición ya desacreditada de los primeros positivistas
lógicos. Abdel-khalik y Ajinkya (1979, p. 9) caen al parecer en la misma dificultad con su
concisa declaración que sostiene que “el investigador, siguiendo el método científico [...]
verifica sus hipótesis mediante la comprobación empírica”.
Para resumir, los investigadores contables creen en una (confusa) noción de verificación
empírica. A pesar de esta falta de claridad sobre si las teorías son “verificadas” o “falsadas”,
hay una amplia aceptación del recuento hipotético-deductivo de Hempel (1965) que
señala lo que constituye una “explicación científica”.
Hempel sostenía que para poder considerar una explicación como científica, debe
tener tres componentes. Primero, debe incluir una o más leyes o principios generales.
Segundo, debe existir una condición previa, que por lo general es una afirmación
derivada de la observación, y tercero, debe hacerse una afirmación que describa lo que
se está explicando. La explicación demuestra que el evento que se está explicando sigue
de los principios generales, dado que las condiciones previas se mantienen.
Por ejemplo: Premisa 1 (Ley universal): Un entorno competitivo siempre lleva al uso
de más de un tipo de control en la contabilidad de gestión. Premisa 2 (Condición previa):
la compañía A enfrenta un entorno competitivo. Por lo tanto: Conclusión (Explanandum):
la compañía A usa más de un tipo de control en la contabilidad de gestión.
Estas consideraciones hipotético-deductivas sobre la explicación científica tienen
dos consecuencias principales. Primero, conduce a la búsqueda de leyes o principios
universales desde las que se puedan desprender otras hipótesis de menor nivel. Explicar
un evento es presentarlo como un ejemplo de una ley universal. Segundo, hay un vínculo
estrecho entre la explicación, la predicción y el control técnico. Si explicamos un evento
sólo cuando su incidencia puede deducirse de ciertas premisas, podríamos establecer
que conocer esas premisas antes de que suceda el evento nos permitiría predecirlo.
Esto también nos permitiría elaborar un plan para controlar la incidencia del evento.
En realidad, la posibilidad de ejercer control y cierta manipulación es un elemento que
constituye esta imagen de la explicación científica.
El uso del modelo hipotético-deductivo de la explicación científica es la característica
de mayor consistencia en la investigación contable. Abdel-khalik y Ajinkya (1979) y
Mautz y Sharaf (1961) se refieren a ello como el método científico. Peasnell (1981),
Hakansson (1973), Gonedes y Dopuch (1974), y Scapens (1982), a través de sus revisiones
de la contabilidad financiera y de la contabilidad de gestión, han ilustrado que hacer
46/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
implicaría unas metas consensuadas y unos medios comunes que son aceptados por
todos sus integrantes. Por ejemplo, la maximización del flujo de caja descontado o una
minimización de los costos de transacción. Estas asunciones que surgen alrededor del
comportamiento intencional son necesarias porque, por mucho tiempo, se ha atribuido
una razón técnica a la existencia y prosperidad de la información contable: la provisión de
información financiera “útil” y “relevante” para la toma de decisiones económicas (Paton
y Littleton, 1940; AICPA, 1973; FASB, 1978). Y su utilidad presupone una necesidad u
objetivo previo.
Segundo, debido a una creencia en el propósito individual y organizacional, hay una
asunción implícita sobre un orden social controlable. Por ejemplo, mientras se reconoce
que hay conflictos de objetivos entre los principales y los agentes, y entre departamentos
funcionales, estos conflictos se han conceptualizado como manejables. De hecho, es
la responsabilidad del directivo remover o evitar tales conflictos mediante el diseño
apropiado de controles contables como lo son los presupuestos, el costeo estándar, la
asignación de costos, y los parámetros de desempeño de las divisiones (Hopwood, 1974;
Zimmerman, 1979; Demski y Feltham, 1978). El conflicto organizacional no es visto
como un reflejo del profundo conflicto social que hay entre las clases y las personas que
tiene un acceso desigual a los recursos sociales y económicos. Algunos constructos como
la dominación sostenida, la explotación y las contradicciones estructurales no aparecen
en la literatura de la corriente principal de la contabilidad. Los grupos con intereses en
conflicto son clasificados como grupos con diferentes derechos legales dentro de un
sistema de derechos de propiedad “por ejemplo, los acreedores versus los accionistas”.
Estos grupos no son categorizados mediante dimensiones antagónicas como la clase o la
propiedad de la riqueza.
Además, el conflicto es usualmente percibido como “disfuncional” en relación a
una meta corporativa más amplia (cualquiera que esta sea). Ejemplos de un conflicto
“disfuncional” incluyen los “sesgos en el presupuesto”, el “comportamiento oportunista”,
el “interés personal” y un “comportamiento burocrático rígido”. El comportamiento
disfuncional ocurre cuando los intereses individuales o de un grupo anulan lo que es más
conveniente para la organización en el sentido que la cosifican (Tiessen y Waterhouse,
1983; Williamson, Watchter y Harris, 1975; Hopwood, 1974). De tal manera, el
investigador contable busca especificar ciertos procedimientos en donde estos episodios
disfuncionales puedan corregirse.
Finalmente, algunos investigadores de la corriente principal consideran que las
organizaciones y los mercados “libres” tienen una tendencia inherente a lograr un orden
social. Por sí solas, las organizaciones parecen formar “naturalmente” sistemas de gestión
y de contabilidad que minimizan los costos de transacción mientras que modifican las
condiciones del entorno (Fama y Jensen, 1982; Chandler y Daems, 1979). También,
la cantidad deseable de información financiera que se debe divulgar puede verse
determinada por las dinámicas “libres” de las fuerzas del mercado, con una mínima
intervención del Estado (Benston, 1979-1980). De hecho, Jensen y Meckling (1980)
atribuyen ciertas crisis financieras, como la de la quiebra del Penn Central Railroad, a la
abrogación que hizo el Estado de los derechos de propiedad individual (Tinker, 1984).
De tal manera, las personas y los mercados parecen conseguir un orden por sí solos.
48/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
TABLA 2
Asunciones dominantes en la corriente principal de la contabilidad
A. Creencias sobre el conocimiento
• La teoría está separada de las observaciones que pueden servir para verificar o refutar una teoría.
Es aceptado el esquema hipotético-deductivo para la explicación científica.
• Los métodos cuantitativos para el análisis y la recolección de información que permiten las
generalizaciones son favorables.
B. Creencias sobre la realidad física y social
• La realidad empírica es objetiva y externa al sujeto. Los seres humanos son caracterizados como
objetos pasivos; no son vistos como hacedores de la realidad social.
• Se asume que el único propósito de los individuos y de las firmas es la maximización de la
utilidad. Se asume una racionalidad basada en el fin y los medios.
• Las sociedades y las organizaciones son en esencia estables. Los conflictos disfuncionales pueden
ser manejados a través del diseño apropiado de herramientas de control contable.
C. Relaciones entre teoría y práctica
• La contabilidad especifica los medios no los fines. Se aceptan las estructuras institucionales
existentes.
Desarrollos radicales en el pensamiento contable /49
son proposiciones falibles que dependen de la teoría y que, por lo tanto, no pueden actuar
como un árbitro natural entre teorías que rivalizan. De hecho, la búsqueda por un criterio
transhistórico y permanente de aceptación es vista ahora como un ejercicio fútil (Bernstein,
1983). Este consenso ha estado acompañado por un renaciente interés (Gertz, 1979;
Winch, 1958) en ciertas tendencias de la filosofía alemana (Gadamer, 1975; Wittgenstein,
1953) que enfatizan la naturaleza histórica de todos los lenguajes conceptuales.
Estos argumentos se han fundido de tal manera que la filosofía de la ciencia está en
un cambio constante. Ahora, sin la comodidad que le brindaba una realidad neutral y
objetiva tiene que enfrentarse a la amenaza de un relativismo absoluto de la verdad y a la
elección irracional de teorías (Barnes y Bloor, 1982, Feyerabend, 1975), y se ve atravesada
por diferentes intentos para conformar un grupo de parámetros para la adjudicación
de teorías (Habermas, 1978; Popper, 1972a; Kuhn, 1970). La corriente principal del
pensamiento contable ha dedicado una atención muy pobre a estos debates filosóficos.
Existe alguna discusión sobre los criterios de refutación de Popper, pero muy poco sobre
los avances de Lakatos o sobre otros conceptos que se ocupan de la función de teorizar,
y de los estándares necesarios para aceptar una teoría. En lugar de esto, los investigadores
contables trabajan con alguna noción vaga de una realidad objetiva y de la confrontación
de la teoría con los datos.
A pesar de las limitaciones es importante reconocer las virtudes de las asunciones
filosóficas que fundamentan la corriente principal de la investigación contable. Como
lo señala Bernstein (1976), en su mejor punto la investigación contable ha insistido
en la claridad y el rigor, se ha comprometido con el ideal de contrastar pública e
intersubjetivamente, y ha transmitido un sano escepticismo por “la especulación
desmedida y el pensamiento turbio”. Estas virtudes intelectuales están conectadas con
una genuina confianza en el hecho de que el conocimiento empírico y neutral puede
ayudar a la gente no sólo a escapar de la superstición y el prejuicio, sino que les permite
formar un juicio que mejorará sus relaciones con el entorno natural y social.
La corriente principal de la investigación contable ha intentado desarrollar un
conocimiento útil y general que pueda emplearse en las organizaciones para predecir y
controlar los fenómenos empíricos. Ha insistido en ciertos estándares de validez, rigor y
objetividad para conducir su investigación científica. Pero estas asunciones, que alguna
vez fueron liberadoras, han ignorado las nuevas preguntas que vienen surgiendo desde
otras disciplinas, han impuesto restricciones aún más severas para definir lo que es el
conocimiento genuino y han oscurecido algunos hallazgos de investigación diferentes y
sugestivos. El resto de este artículo se dedicará a examinar las consecuencias de modificar
esas asunciones filosóficas. Entraremos a discutir dos visiones de mundo alternativas: la
interpretativa y la crítica.
que actúe como el árbitro final, la pertinencia de una teoría (o de una explicación de
la intención) es evaluada por el grado en el que los actores están de acuerdo con la
explicación de sus intenciones4.
¿Cómo se puede desarrollar esta labor de comprensión interpretativa? Inicialmente,
se creyó de manera equivocada que el observador tenía que “ponerse en los zapatos”
de aquello observado. Sin embargo, se sigue manteniendo la dificultad para especificar
procedimientos precisos para la investigación interpretativa, considerando que
sus métodos son similares a los que usa un antropólogo. Estos métodos enfatizan la
observación, la presencia de pistas lingüísticas, y una atención minuciosa a los detalles.
Cada elemento de la información tiene que interpretarse a la luz de otros elementos que
se obtuvieron del lenguaje y de la ideología de la “tribu” que está siendo investigada
(Feyerabend, 1975, p. 251), en lugar de hacer la interpretación con definiciones a priori.
Los significados se construyen con base en otros significados y prácticas sociales. De
tal manera, los estudios de caso “cercanos” que se realizan en el mundo cotidiano de
actores, son preferidos a los sondeos de larga escala o a la modelación matemática sobre
los propósitos humanos.
4 Schutz escribe: “Cada término en un modelo científico de la acción humana debe construirse
de tal manera que una acción humana realizada por un actor individual dentro del mundo
cotidiano, de la forma indicada por el constructo típico, pueda ser comprendida por él mismo
y por sus congéneres, a través de interpretaciones derivadas del sentido común que se obtiene
de lo cotidiano. El cumplimiento de este postulado garantiza la coherencia de los constructos
del científico social frente a los constructos derivados de la experiencia del sentido común en la
realidad social” (Schutz, 1962, p. 44).
Este postulado es similar a la noción positivista de verificación y refleja el acuerdo de Schutz con
Nagel y Hempel en un número de aspectos importantes. Estos acuerdos son: a) todo conocimiento
empírico involucra un descubrimiento a través de procesos de inferencia controlada, debe
declararse mediante proposiciones, y debe ser verificable a través de la observación; b) la teoría
significa la formulación explícita de relaciones establecidas entre un grupo de variables que
explican una clase de regularidades lo suficientemente extendidas; y c) un científico social debe
buscar ser completamente neutral en la construcción de explicaciones objetivas.
La posición de Schutz, no obstante, no es necesariamente aceptada por otros investigadores de
la perspectiva crítica. Gadamer (1975), por ejemplo, rechaza la posibilidad de un “observador
desinteresado” y señala que las teorías antagónicas sólo pueden juzgarse por un criterio (no
específico) vinculado a lo histórico, que es aceptado temporalmente por una comunidad de
científicos.
54/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
TABLA 3
Asunciones dominantes de la perspectiva interpretativa
las condiciones generales que pueden explicar el uso de los sistemas de control en un
escenario determinado. Este escenario es descrito en el lenguaje abstracto de la economía,
en términos de los contratos entre el principal y el agente y un mercado de intercambio
de información, en el que se puede encontrar “equilibrio” y “soluciones derivadas del
óptimo paretiano”. Luego, construyen un modelo matemático del comportamiento
principal-agente con un grupo de variables manejables: el estado del mundo, el esfuerzo
de los trabajadores, la habilidad y la cantidad del capital. Basándose en un análisis de
este modelo, los autores emiten varias conclusiones generalizadoras como, por ejemplo,
que “el mercado incompleto” y la “aversión por el riesgo” son las condiciones necesarias
para la elección de los sistemas presupuestarios. Aquí también encontramos un esfuerzo
limitado de los autores para verificar la validez del modelo, apoyándose en un análisis
sobre qué tan acertadamente el modelo explica la práctica observada.
Las metas que específicamente se ocupan de la maximización de la utilidad
son atribuidas al principal y al agente. El principal “contrata servicios laborales para
obtener un retorno de su capital sin tener que invertir ningún esfuerzo (así consigue la
maximización de su beneficio individual)” (p. 338). La utilidad del agente depende de
su nivel de producción/ingresos y también de la cantidad de esfuerzo invertido (este
prefiere un menor esfuerzo a uno mayor) (p. 342). Otros investigadores que trabajan
con este mismo esquema teórico han usado modelos similares para explicar la intención
humana. Zimmerman (1979, p. 506), por ejemplo, asume que todos los individuos
son “recursivos, analíticos y con posibilidades de desarrollar su potencial al máximo”.
Adicionalmente, Baiman (1982, p. 170) señala que cada individuo presumiblemente
actúa por motivos de su propio interés y espera que todos los demás individuos actúen
pensando únicamente en la maximización de sus propios intereses.
Existen también algunas asunciones implícitas sobre qué es disfuncional para “la
organización”, es decir, para el principal y el agente. Demski y Feltham hablan de los
riesgos morales y los problemas de selección adversa. Estos problemas están esencialmente
relacionados con la información y surgen porque el principal es incapaz de reconocer la
exactitud de la elección del agente en el reporte y de verificar la información que sólo
conoce el agente. Además, la “elusión” por parte del principal y el agente es considerada
de poca ayuda y debe controlarse, en esta instancia, a través de un contrato basado en
el presupuesto. Sin embargo, parece existir un mayor énfasis en el control que se debe
tener sobre el agente. Este parece más susceptible a un comportamiento disfuncional.
De tal forma, Demski y Feltham escriben que el contrato basado en el presupuesto es
usado para “aprender algo” (p. 339) del comportamiento del agente. Del mismo modo,
Zimmerman (1979, p. 506) sostiene que:
[…]debemos esperar (como también lo debe esperar el principal) que el agente tratará
de mejorar su bienestar mediante actividades que pueden no responder al mejor interés
del principal (p. ej., elusión, ocio en el trabajo, consumo abusivo de bienes, robo).
(p. 228) y otras veces se ve influenciado por intereses políticos (por ejemplo, por los
intereses del Gobernador de Illinois) y por definiciones sociales de lo que es “aceptable
y legítimo” (p. ej., categorías como “reparación y mantenimiento” tienen más viabilidad
que una que se rotule “investigación”). No existe una asunción a priori que indique que
el presupuesto tiene un fin técnico y racional. Es más, se cree que su papel emergente
y simbólico está enraizado en los procesos sociales de la organización y de su entorno.
Tampoco existe un intento para darle prioridad a determinadas metas o para discutir
sobre el comportamiento “disfuncional”. De hecho, los autores sugieren que las metas
fueron halladas durante el proceso presupuestario.
Además, el presupuesto y su entorno están en el sentido común y en el lenguaje
cotidiano de los involucrados. En realidad, uno de los objetivos de los autores fue estudiar
la contabilidad a través de la definición que los actores hicieran de la situación (p. 255).
Igualmente, a diferencia de Demski y Feltham, Boland y Pondy no buscaban explicaciones
generalizables del comportamiento que se pudieran emplear para predecir y controlar
éste en escenarios similares. Su afirmación más general es la siguiente: “existen cambios
constantes entre los aspectos cuantitativos, racionales, de la organización y los aspectos
cualitativos o naturales” (p. 226). Debido a que las generalizaciones no son su propósito,
estos autores defienden el uso de estudios de caso para entender la contabilidad como
una experiencia vívida (p. 226). Infortunadamente, Boland y Pondy no son claros en
señalar cómo se puede evaluar la pertinencia de su explicación. En la página 226, ellos
escriben que el investigador debe tomar una “posición crítica” sobre la definición que
los actores hacen de las situaciones. Esto se aparta de la idea de Schutz del científico
desinteresado, libre de juicios y de su postulado sobre la pertinencia.
Las diferencias entre estos dos enfoques sobre el estudio del mismo fenómeno,
ilustran la particularidad de las contribuciones de un énfasis interpretativo. Primero,
esta perspectiva indica que, en la práctica, pueden atribuírsele diversos significados a
la información contable. Esta diversidad es inherente a una realidad social y contable
emergente que está constantemente siendo redefinida. Además, estos significados
son constituidos por unos contextos históricos, sociales y políticos que también son
cambiantes. Tampoco se ajustan necesariamente a unas definiciones racionales a priori
como lo sería la de “ser útil para una toma de decisiones eficiente”. Las cifras contables
son representaciones inadecuadas de las cosas y los eventos que experimentan los seres
humanos. Por causa de lo anterior, los actores buscarán una manera de trascender esa
formalidad de los números y manipular sus significados simbólicos para acomodarlos a
sus intenciones particulares (Boland y Pondy, 1983; Cooper, Hayes y Wolf, 1981). Es así
que Hayes (1983) sugiere que la demanda por información contable que se expande
continuamente, se puede deber a esta ambigüedad intrínseca que permite intercambios
complejos entre grupos de interés.
Segundo, no sólo los significados contables son conformados por complejas estructuras
y procesos interpretativos, sino que estos ayudan a su vez a conformar una realidad
social objetivada (Berry et al, 1985; Hayes, 1983; Boland y Pondy, 1983; Cooper,
Hayes y Wolf, 1981; Burchel et al, 1980). Por ejemplo, el tradicional mapa contable
de responsabilidades de la organización ayuda a consolidar una visión particular de las
jerarquías, la autoridad y el poder. Las cifras contables le dan visibilidad a determinadas
Desarrollos radicales en el pensamiento contable /57
las cifras contables pero tenemos muy poco conocimiento sobre los significados y los
roles que en realidad encarnan. Y, a menos de que podamos obtener esa información,
tendremos a nuestro alcance solamente una imagen abstracta del discurso contable que
está fosilizado en revistas y libros académicos, sin relación alguna con la práctica.
TABLA 4
Asunciones dominantes de la perspectiva crítica
6 Ver Armstrong (1985), Cooper et al. (1985), Laughlin (1985), Lehman y Tinker (1985), Puxty
(1985), Tinker y Neimark (1987) y Willmott (1984, 1986).
Desarrollos radicales en el pensamiento contable /63
Para Chandler y Daems, las firmas y los sistemas de control son parte de una realidad
concreta que evoluciona de una forma racional: en respuesta a la necesidad de una
organización eficiente. La firma es estimada como un sistema racional, determinado y
orgánico que busca su supervivencia y que adapta su sistema contable con el propósito
de mantener su ventaja económica. En la página 4 esta imagen es suavizada al identificar
la firma con las actividades de sus dueños y directivas. Sin embargo, las personas, como
productores de la realidad, no aparecen en esta discusión y hay muy poca alusión a los
conflictos organizacionales internos y entre las organizaciones. Además, los conceptos de
distribución, monitoreo, jerarquía y eficiencia son interpretados como no problemáticos.
No se considera que estos perpetúen los sesgos ideológicos y gerenciales, y tampoco que
estimulen las relaciones económicas inequitativas.
En comparación, Tinker, Merino y Neimark (1982) consideran que el discurso
contable está activamente involucrado en el control social y en los conflictos entre
diferentes clases de personas. Por su parte, las teorías contables no declaran una verdad
sin ambigüedad, libre de valores e independiente de los conflictos sociales e históricos.
Los autores se concentran en el desarrollo del concepto de valor desde la Edad Media
hasta el siglo XX y sostienen que no puede explicarse como una evolución racional en
la que el conocimiento se va acumulando gradualmente sobre el concepto. En lugar
de esto, los conceptos de valor han sido y son conformados por las luchas sociales,
particularmente en las que se relacionan con el ámbito económico. Específicamente,
algunos conceptos de valor fueron dominantes porque beneficiaban los intereses de los
grupos que prevalecían socialmente en determinados periodos.
De esta manera, en el periodo premercantil, el valor fue definido en términos del
trabajo socialmente necesario para producir un bien (p. 176). Este concepto de valor era
aceptable porque en esa época el comercio se realizaba entre productores pequeños e
independientes. Sin embargo, a medida que fue creciendo el comercio y el intercambio,
el concepto de valor fue modificado para incluir la utilidad y las expectativas subjetivas
de los dueños y consumidores (p. 177). Esto se hizo así porque las ganancias de los
comerciantes provenían de los consumidores, específicamente de la diferencia de
precios cobrada y de lo que se le pagaba a los productores principales. A través de esta
modificación del concepto de valor, los mercaderes, se presume, estuvieron en capacidad
de fortalecer su posición de regateo con respecto a los productores y a la vez pudieron
legitimar sus ganancias como justas.
De igual modo, se cree que las asunciones neo-marginalistas, que subyacen en buena
parte de la corriente principal de la contabilidad, son intencionales (están basadas en los
intereses de las clases dominantes), en lugar de ser teóricamente neutrales. Además, estas
asunciones son ideológicas porque ocultan otras realidades como las “imperfecciones
del mercado”, la distribución inequitativa del ingreso y las injusticias arraigadas en los
sistemas existentes de los derechos de propiedad (p. 191). Finalmente, Tinker, Merino y
Neimark (1982) intentan establecer un nuevo rol para la contabilidad y el contador que
podríamos considerar más justo y menos místico.
Esta breve comparación indica que la investigación contable, como crítica social,
posee varias características importantes. Primero, la contabilidad deja de ser considerada
como una actividad de servicio, técnicamente racional, que está separada de un
64/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Tercero, estas preguntas no sólo enfatizan el papel del Estado como un organismo
principal, sino que se concentran en los contadores como un grupo de interés organizado.
Dentro de la perspectiva crítica, la profesión contable no es estimada teóricamente como
un grupo neutral que evoluciona en respuesta a las demandas racionales de información
útil. En su lugar, es vista potencialmente como un monopolio profesional que busca
extender sus intereses sociales y económicos a través de: a) una ideología profesional
específica (por ejemplo, como la ética universal de los servicios), b) la vigilancia de las
relaciones cambiantes y ambiguas que tiene con otras profesiones, corporaciones y el
gobierno (Puxty, 1984; Chua, 1982). Por ejemplo, para preservar su ventaja territorial del
desafío que representan los ingenieros, los asesores de inversiones y el Estado, la profesión
contable en los Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, ha tenido que instituir nuevos
controles de membrecía y organismos de normalización. Tales reformas, sin embargo,
son publicitadas como acciones para “la protección del público” (ver Willmott, 1985,
para una crítica de esta noción), no de la profesión.
En cuarto lugar, el enfoque en la totalidad también promueve el desarrollo de estudios
organizacionales que integran análisis de un nivel micro y macro. Esto tiene un efecto
y es que evita la distinción tradicional entre la contabilidad de gestión y la contabilidad
financiera. Por ejemplo, las relaciones de explotación o las formas de dominación en
el nivel social son vistas como si se reflejaran y a la vez se produjeran a través de las
organizaciones (Habermas, 1978; Foucault, 1977). Foucault escribe que el control social
está extendido de manera insidiosa en instituciones como la escuela, la familia, la prisión
y el hospital, y está representado en los llamados expertos cuya posesión de conocimiento
tiene efectos de poder.
Su argumento es retomado por Crawford (1984) y Miller y O’Leary (1984), quienes
sostienen que el experto en contabilidad ejerce su poder en la fábrica a través de un
procedimiento como la contabilidad de costos estándar. Esta técnica contable forma
una herramienta de gestión poderosa para disciplinar y controlar a los trabajadores.
Establece normas de comportamiento “apropiado” y de producción “deseable”, a la vez
que restringe (normaliza) la variedad individual y la creatividad. También familiariza a los
trabajadores con un ambiente en el que son constantemente observados, monitoreados
y gobernados. A través de este control social el trabajador se convierte en una unidad
más gobernable dentro de la firma y de manera más general, en la sociedad.
Finalmente, los teóricos de la perspectiva crítica alegan que la idea de la información
contable como un control social y como un elemento mediador en los conflictos, ha
estado a menudo desvirtuada (dotada de un aura mística) por ideas poderosas, cargadas
de ideología, que se encuentran arraigadas en la corriente principal del pensamiento
contable. La contabilidad ha sido proclamada como una actividad de servicio que es
“neutral por sus fines”, cuando en realidad las metas de los propietarios del capital son
asumidas de forma implícita como prioritarias. También, los contadores son retratados
como profesionales que son independientes de los sesgos y que ofrecen un servicio
universal a la comunidad. Estas afirmaciones, no obstante, son vistas como muy dudosas.
Debido a la dificultad de supervisar a cada uno de los contadores en el acatamiento de
ideales como la independencia y la capacidad profesional, la vigilancia de los pares es, la
mayoría de las veces, más retórica que real (Larson, 1977).
66/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
X. Conclusión
Este artículo ha querido llevar el debate contable más allá del punto muerto de
los paradigmas “inconmensurables” que no pueden ser evaluados racionalmente. Ha
sostenido que el pensamiento contable que se deriva de la corriente principal está
cimentado en un grupo común de asunciones sobre el conocimiento y el mundo
empírico que, al mismo tiempo, arrojan luz y esclavizan. Estas asunciones ofrecen
cierta claridad pero ocultan otros hechos. Al modificarlas, se pueden obtener nuevas
percepciones que potencialmente ampliarán nuestra comprensión de la contabilidad
que se desarrolla dentro de los contextos organizacionales y sociales. Se discutieron dos
alternativas principales: la interpretativa y la crítica. Se espera que los desafíos propuestos
por estas alternativas sean un estímulo para otras consideraciones y debates.
Apéndice 1
Dificultades del esquema de Burrell y Morgan (1979)
Primero, todas las asunciones son presentadas como dicotomías estrictas. Por
ejemplo, uno puede, por un lado, asumir que los seres humanos están determinados
por su entorno social o, por otro, que éstos son completamente autónomos y libres. Esto
no contempla otras posiciones como la de Bhaskar (1979, pp. 31-91), quien sostiene
que a pesar de que las sociedades son anteriores y diferentes a los individuos, éstas se
ven continuamente reproducidas y transformadas por acciones humanas intencionales.
Este enfoque tampoco permite una completa apreciación del argumento de Habermas
(1978) que sostiene que mientras los individuos actúan y moldean los significados, éstos
pueden aún vivir dentro de las estructuras de dominación de la sociedad. El uso de
dicotomías exclusivas y el origen de paradigmas que no pueden “sintetizarse” (Burrell
y Morgan, 1979, p. 25) falla en el esfuerzo de señalar aproximaciones filosóficas que
permitan la superación de esas dicotomías poco satisfactorias.
Segundo, este esquema se aferra a una noción fuertemente relativista sobre la verdad
y la razón científica. Burrell y Morgan (1979, pp. 24-25), influenciados por la idea de
Kuhn (1970) sobre la experiencia de conversión, alegan que la elección y la evaluación
de paradigmas no puede justificarse con bases racionales y científicas. Esta interpretación
de Kuhn como un defensor del irracionalismo en la elección de teorías (es decir, que no
existen razones para preferir una teoría sobre otra), es una mala lectura de su intento
racional (ver Bernstein, 1983; Gutting, 1980). Por el contrario, Kuhn (1970, pp. 199-200)
escribe explícitamente que aceptar una tesis que sostiene que la elección de una teoría
es simplemente una cuestión de tener una prueba deductiva, no implica que no existan
buenas razones para estar convencido por una elección en particular. Kuhn continúa
citando ciertos parámetros de evaluación que “por lo general son enumerados por los
filósofos de la ciencia”, como la precisión, la sencillez y la fecundidad. Estos parámetros,
sin embargo, no son universales ni fijos, sino que están abiertos en su aplicación y
ponderación.
68/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
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76/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Comentario
Tensiones para discernir la necesidad de un
pluralismo metodológico en Contabilidad
Chua (1986) entrega una ruta para la comprensión de desarrollos en contabilidad desde
la perspectiva dominante (ortodoxa), la perspectiva interpretativa y la perspectiva crítica
(estas dos últimas las podemos concebir como heterodoxas) utilizando para ello como
criterio de diferenciación las nociones ontológicas, epistemológicas, metodológicas,
las creencias sobre la realidad física y social, y teórico-prácticas, atribuibles a cada
“corriente”.
Consideramos que lograr esta taxonomía, identificando su dialéctica, y los campos
de potencia que residen para el escenario de la contabilidad, ha implicado un trabajo
riguroso que debe ser advertido cuidadosamente por el lector que quiera aprender de
este importante texto. La clasificación en “perspectivas” de la tradición académica de la
contabilidad a la fecha de publicación del trabajo, no debe ser comprendida como un
molde en el que sea posible ubicar o encasillar las novedades producto de la investigación
contable. Más bien, la ruta metodológica seguida por la profesora Chua enseña que el
acto sustancial para proceder una distinción deviene de preguntas fundamentales, en
este caso, sobre lo ente, la verdad, el conocimiento, (...), y sus tensiones en el desarrollo
de la disciplina contable.
En el contexto colombiano los matices que describen las corrientes identificadas
no aparecen como rasgos definitorios de la evolución y presencia de dinámicas de
producción de conocimiento contable. Esto ya lo hemos advertido en el capítulo 1. Para
nuestro caso el diagnóstico señala un déficit teórico-metodológico en el abordaje de
problemáticas contables tanto en el escenario epistemológico como en la interpretación
de relaciones con el entorno inmediato. Sin embargo, también hemos advertido en
líneas gruesas qué intereses temáticos han gravitado en la atmósfera de la investigación
contable en Colombia.
Del corolario exhaustivo de conclusiones que pueden derivarse de este capítulo sobre
desarrollos radicales en el pensamiento contable, resaltamos algunas que, a nuestro
criterio, fomentan un conjunto de lógicas para el logro de objetivos más completos e
integrales en la vinculación contabilidad y contexto.
Los productos de ejercicios de investigación comportan una serie de relacionamientos
entre concepciones sobre la realidad y lo verdadero, aspectos que determinan el
despliegue metodológico. De este modo construir una comprensión sobre un espacio del
campo de la contabilidad trasciende la mera disposición de técnicas y herramientas para
la recolección de algunos datos y la distinción de un marco teórico. “La elección de una
metodología de investigación apropiada no se puede hacer aislada de una consideración
de los supuestos ontológicos y epistemológicos que sostienen la investigación en cuestión”
(Ryam; Scapens y theobald, 2004, p. 52). Exponer los resultados de la reflexión e
investigación contable implica, en aras de una comprensión más rigurosa, el señalamiento
Desarrollos radicales en el pensamiento contable /77
• Historia – genealogía
• Empirismo – Objetividad
• Diversidad – Síntesis
• Reproducción – Cambio
Ante la consideración de que la ciencia está siempre en proceso de adaptación y
formación, es tarea reconocer las nuevas discusiones tanto en disciplinas conexas como
en la contabilidad. Pero a su vez, tal como lo expresa Mettessich (2003) debemos
estudiar con la hondura necesaria los autores clásicos que siguen siendo base para ciertas
distinciones en el campo de las ciencias sociales con el objeto de evitar extrapolaciones
defectuosas para asimilar la relación contabilidad-entorno.
Por último, el objetivo de la investigación contable debería reconocer las profundas
desigualdades que se gestan en la sociedad y en las cuales hay una necesidad de cambio
desde la Contabilidad. Creemos que esta intencionalidad de la investigación debe
atravesar cualquier consideración de la tensión onto-epistemológica y metodológica, y
no sólo atribuirse como asunción de la perspectiva crítica.
Tal como lo expresa Chua, las alternativas de desarrollos en contabilidad deben
estimular y movilizar nuevas consideraciones. Es nuestro papel ampliar el campo
visual con el que asumimos la realidad, movilizarnos hacia el estudio de las prácticas
contables contextuales y reconocer los sentidos que sus actores les atribuyen; proponer
transformaciones sustanciales para que la contabilidad trascienda su estatus de técnica
legal-céntrica. Estos roles sólo pueden asumirse si nuestra dimensión es plural en el uso de
metodologías para construir una comprensión nueva de la contabilidad para Colombia.
Por ello compartimos con Putnam que:
La solución no es abandonar la posibilidad misma de discusión racional ni buscar un
punto arquidémico, una “concepción absoluta” ajena a todo contexto y situación
problemática, sino –como Dewey enseñó a lo largo de toda su vida– investigar, discutir
y tantear las cosas de una manera cooperativa, democrática y, por encima de todo,
falibilista. (Putnam, 2004, p. 61)
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Avances Interdisciplinarios para una Comprensión
Crítica de la Contabilidad
Gómez V., M. y Ospina Z., C. (Eds.). © Derechos
Capítulo 3
reservados, (2009)
Alan J. Richardson
Departamento de contabilidad,
Facultad de negocios, Universidad de Alberta
I. Introducción
En la literatura reciente se han dado algunos intentos por reconceptualizar el papel de
la contabilidad. Esto fue ocasionado por la falla empírica de la teoría de los mercados
eficientes y de la teoría de la contingencia, al ofrecer una base para el desarrollo de las
técnicas y los sistemas contables, a la par de algunos llamados explícitos para abordar la
contabilidad en su contexto organizacional y social. El resultado ha sido el desarrollo de
un número de enfoques interesantes sobre la contabilidad, incluyendo el esquema de los
mercados y de las jerarquías (Johnson, 1983), la contabilidad en anarquías organizadas
(Cooper et al., 1981) y el enfoque de la economía política (Tinker, 1980).
* Tomado de: Richardson, Alan. (1987). “Accounting as Legitimating Institution”. In: Accounting,
Organizations and Society, Vol 12 No 4. pp (341-355). Con la autorización de Elsevier.
1 El autor desea agradecer los comentarios de J. Waterhouse, P. Tiessen, J. J. Williams y de los
revisores de la revista Accounting, Organizations & Society sobre una versión preliminar de
este artículo. Una deuda más general de gratitud tiene el autor con J. B. Dowling por varias
conversaciones que sostuvo sobre las ideas desarrolladas en el presente trabajo.
80/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
TABLA 1.
Tres perspectivas sobre la legitimación
Perspectiva sobre Mecanismo para im- Proceso de dar “sen- Proceso de mistifica-
legitimación plementar los valores tido” a los “hechos ción del poder.
sociales. sociales”.
Fuente de valor Consenso guiado por las Consenso guiado por la Ideología de la élite.
funciones sociales. interacción social.
Rango de acciones Definido por las Definido por la Definido por el inte-
funciones. tradición. rés propio de la élite.
Naturaleza del Se presume que es único Se establece de manera Falso pero los subor-
vínculo entre la y objetivo. discursiva. dinados creen en él.
acción y los valores
Ejemplos en la Gambling (1977), Tiessen Boland y Pondy (1983), Tinker (1980), Co-
literatura contable y Waterhouse (1983), Burchell et al (1985). oper y Sherer (1984).
Berry et al (1984).
Elementos de El papel de los sistemas El papel de los siste- El papel de los siste-
investigación contables en la minimi- mas contables en la mas contables en la
zación de los conflictos y continuidad cultural y creación, distribución
para enfrentar la incerti- en la facilitación de la y mistificación del
dumbre. intersubjetividad. poder.
esa acción, la semiótica ofrece un medio conveniente y de una gran fortaleza analítica
para conceptualizar esa relación. Las perspectivas que describiremos difieren en uno o
más de los tres aspectos de la naturaleza del mapeo entre la acción y los valores: la fuente
de los valores, la definición de la acción y el rango de las alternativas concebibles, y la
validez de la correspondencia entre los valores y la acción (ver Tabla 1).
La perspectiva estructural-funcionalista presume que los valores y las acciones, por
igual, se definen por las funciones que deben desempeñarse para que sobreviva un sistema
social. Se cree que la relación entre los valores y las acciones es única, y la evaluación de
este vínculo es una función técnica. La perspectiva social-constructivista considera que los
valores surgen de la interacción entre los miembros de una sociedad. Estos valores están
atados a acciones germinales e institucionalizadas a través de un proceso de disertación
dirigido por algunos expertos en legitimación (p. ej. curas, ancianos y profesionales).
Finalmente, la perspectiva hegemónica considera que los valores son un aspecto de las
ideologías de las élites que están atadas a las acciones que sostienen y acrecientan los
intereses de esas élites. En este caso, el vínculo entre los valores y las acciones es “falso”
(cuando alude a cierto estado ideal) pero es aceptado por aquellos que afecta.
El proceso de legitimación implica una evaluación moral de la acción. La legitimación
de la acción es necesaria para que ésta ocurra cuando: se considera que un actor tiene
una elección sobre las acciones que debe tomar; los requerimientos de recursos o
las consecuencias de la acción no son triviales para otros; no se puede coaccionar la
participación de otros actores; y cuando su consentimiento es necesario para que el actor
pueda emprender una acción que ha planeado o para evitar un castigo por causa de
acciones pasadas (Richardson, 1985b). Parece ser que estas condiciones son satisfechas
en la relación que se da entre las directivas y sus subordinados (Barnard, 1983) y entre
las organizaciones y el entorno institucional (Child, 1972; Pfeffer y Salancik, 1978). La
legitimación de la acción exige la aceptación del reclamo de un actor sobre el hecho de
que su acción es congruente con los valores de aquellos con los que debe interactuar.
La contabilidad puede entenderse como una institución de legitimación en el sentido
que interviene en el proceso de mapeo que se da entre la acción y los valores. En
particular, la contabilidad cumple con este papel al estructurar las relaciones entre los
actores y cuando actúa como un medio por el que se ejerce el control organizacional, o
cuando sirve como fundamento para sancionar una acción y para definir o constreñir la
percepción de una acción en una situación específica. Las tres perspectivas dominantes
sobre la organización y el comportamiento de este rol son revisadas en las siguientes
secciones.
SU BSISTEM A
MANTEN IMIEN TO DE Compromiso de INTEG RATIVO
PATRON ES lealtad y (Ley y
(Cultura) solidaridad costumbres)
Figura 1.
La legitimación desde la perspectiva estructural-funcionalista
(modificado de Parsons, 1977, p. 366).
Parsons (1977, p. 358) hace una distinción tajante entre legitimación y justificación.
La legitimación se refiere a los procesos que crean y validan el orden normativo de
una sociedad. Además une el sistema de movilización de recursos con el consumo del
mercado laboral. En otras palabras, la legitimación está en los procesos que traen los
valores culturales necesarios para la distribución de los recursos en la sociedad. Por
otra parte, la justificación opera bajo una generalidad menos amplia. Sirve para unir el
sistema de respaldo político con el sistema de movilización de recursos. De esta forma, la
justificación supone la existencia de valores culturales relativamente codificados y opera
para demostrar y asegurar la congruencia de las decisiones particulares relacionadas con
la asignación de esos valores. Para Parsons, la justificación es un problema técnico que
es administrado por los expertos de campos específicos de acción. Las profesiones son
84/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
entendidas como grupos de ocupaciones que se interesan de manera especial por este
tipo de problemas (Parsons, 1954, pp. 34-49; Hargrove, 1972).
La legitimación –la creación y validación de un orden normativo– es un aspecto central
del enfoque de Parsons. La acción humana, en oposición a los movimientos reflejos y
mecánicos, puede presentarse sólo en donde existe algún tipo de orden normativo:
La acción debe pensarse como algo que siempre implica un estado de tensión entre
dos órdenes diferentes de elementos, lo normativo y lo condicional. Como proceso, la
acción constituye, de hecho, el proceso de alteración de los elementos condicionales
hacia una dirección en la que puedan corresponderse con las normas. (Parsons, 1937,
p. 732)
distinción de Parsons entre legitimación y justificación, los juicios de valor o los estándares
que son relevantes son considerados como externos a la práctica contable, de modo que
la contabilidad opera para justificar las relaciones de un grupo de restricciones de valor
institucionalizadas.
En cada uno de estos estudios, los valores que son implementados por los contadores
son dados por sentado. El contador y el sistema contable juegan un papel técnico en el
proceso de garantizar que los valores sean promulgados. Tengamos en cuenta que esto no
implica que la contabilidad es usada mecánicamente, en lugar de esto, lo que sugiere es
que el uso de la contabilidad se adapta para reflejar los valores dominantes y funcionales
de la organización. El papel del contador es el de identificar estos valores y promulgarlos
en sus reportes y actividades de control. Debemos notar que esta perspectiva sobre el
papel de la contabilidad domina la investigación académica y la propia percepción de
los profesionales sobre su rol (Hopwood, 1984b).
sus actos. De manera típica, esto supone el uso de conocimiento “objetivado” que no es
inherente a la situación misma, con el fin de buscar los “rasgos típicos” de la situación que
permitan dar cuenta de ella de modo racional y de nuestro comportamiento allí. Se estima
que este proceso está guiado por “intereses prácticos”, esto es el deseo de las personas que
se involucran en una situación por “arreglárselas”, y así, la racionalidad que se emplea en
las situaciones cotidianas, es mucho más práctica que formal (p. ej. Garfinkle, 1967).
tiempo, ofrece una retórica que traerá un cambio en los procedimientos que están en
operación. La contabilidad permite una visibilidad selectiva de determinados aspectos, y
da perspectivas sobre esos aspectos, lo que resulta en una “creación de lo significativo”
dentro de la burocracia. Al ofrecer un vocabulario sobre los motivos de la acción y un
sistema de parámetros de evaluación, la contabilidad es utilizada para transformar el
grupo de acciones legítimas que están dentro del sector público. Sin embargo, Hopwood
advierte que los propósitos que buscan estos cambios pueden desligarse de los
procesos de la contabilidad. Tanto en Hopwood como en Burchell et al., la contabilidad
es introducida para unir los procesos que evolucionan de modo independiente y así
imprimir cierta coherencia en ese aspecto de la realidad. La introducción de estas
construcciones simbólicas, no obstante, no está atada a las experiencias subjetivas que
tienen los participantes sobre la situación y, de modo consecuente, el efecto de estas
legitimaciones del comportamiento son discutibles.
Meyer (1986) ha formulado un esquema general para el análisis del papel social de la
contabilidad desde una perspectiva social-constructivista. Allí sugiere que la contabilidad
hace parte de los aparatos de legitimación de la sociedad. La cantidad de actividad contable
que las organizaciones realizan dependerá de la demanda que exista por entregar versiones
racionalizadas de la sociedad. Al mismo tiempo, sin embargo, la contabilidad contribuye a
la construcción de la sociedad como un grupo de interacciones racionales. De esta manera
la contabilidad cumple con dos roles. Es un medio por el cual las organizaciones indican su
racionalidad y satisfacen las expectativas de la sociedad y por otra parte, está involucrada
en el proceso por el que estos valores son explicados y codificados como expectativas
sociales. La dialéctica que Meyer describe, a pesar de ser analíticamente atractiva, plantea
una serie de dificultades metodológicas (Dirsmith, 1986).
Un conjunto de artículos recientes han hecho llamados sobre la necesidad de ampliar
los trabajos en esta perspectiva, de tal manera que se pueda tener un mayor conocimiento
sobre el papel de la contabilidad y los contadores (Boland y Pondy, 1983; Cooper, 1983;
Hayes, 1983; Hopwood, 1983; Tomkins y Groves, 1983; Meyer, 1986). A pesar de estos
llamados, aún no ha surgido un cuerpo significativo de investigación alrededor de esta
perspectiva.
V. La perspectiva hegemónica
V.1. Un panorama teórico
La perspectiva hegemónica se deriva del cambio de posición de Marx sobre el Idealismo
alemán que afirma que la realidad se construye de acuerdo con las concepciones mentales.
Aquí se sostiene que las relaciones entre los hombres están estructuradas por los modos
de la producción material y que su conciencia se forma como una consecuencia de tales
modos de producción. Se estima que la evolución de la sociedad occidental está guiada
por las demandas de acumulación de capital que provienen de un pequeño grupo que
controla los activos productivos de la sociedad. Este grupo también controlaría, a través
sociales. Tinker et al. (1982) amplían este argumento para sugerir que la contabilidad
ha sido “atrapada” por los intereses capitalistas debido a la confianza que tienen los
contadores en la economía marginalista, y que ésta se ha convertido en una institución
de legitimación de esos intereses. Lehman y Tinker (1985) continúan con este tema al
examinar la respuesta de los contadores, tal y como los representa la literatura contable,
hacia los cambios en la ideología “oficial” del Estado que acontecieron alrededor de
la elección de gobernadores de derecha en el Reino Unido y en los Estados Unidos.
Estos autores sostienen que la literatura refleja los cambios en la ideología social y así
contribuyen a la capacidad que tiene el Estado de mantener el control.
Loft (1986) ofrece una mayor ilustración de la investigación que se realiza desde la
perspectiva hegemónica. Ella analiza el surgimiento de las técnicas y asociaciones de la
contabilidad de costos en el Reino Unido que sucede alrededor de la Primera Guerra
Mundial. Los datos sugieren que la contabilidad de costos surgió principalmente como un
compromiso entre la necesidad de establecer una economía “dominante” para satisfacer
las necesidades de la guerra y permitir que los intereses capitalistas siguieran su “curso
acostumbrado”. La contabilidad de costos siguió desarrollándose luego de la guerra para
mediar en los conflictos entre la población y los intereses capitalistas. El periodo de
reconstrucción estuvo marcado por una alta inflación y por acusaciones de especulación.
Los contadores especializados en costos pudieron aplicar sus técnicas y comprometieron
su integridad en la elaboración de un estado sobre los costos de los productos, con el
propósito de establecer si se estaban cobrando o no precios exorbitantes. Finalmente,
Loft relaciona estas funciones con las ambiciones personales de los contadores por escalar
socialmente y ganar estatus profesional, al demostrar la dependencia de la profesión de
estos conflictos sociales en la obtención del éxito.
Los estudios citados en los últimos párrafos se concentran en la posición de la
contabilidad dentro de un esquema de tensiones sociales y conflicto. Estos estudios usan
a la sociedad como unidad de análisis pero se han obtenido otras percepciones al rastrear
los efectos de estas tensiones sociales dentro de la arena organizacional (Hopwood, 1987).
Por ejemplo, Hopper et al. (1985), sostienen que la contabilidad es utilizada en la NBC
para asegurar la correspondencia del trabajo con los deseos de la administración. A través
de la manipulación de los precios de transferencia entre las compañías nacionalizadas, el
Estado está en capacidad de producir una plusvalía en diferentes áreas de la economía.
De esta forma, las ganancias o las pérdidas de una compañía o segmento, se convierten
en una medida arbitraria pero que es aceptada de manera amplia por los trabajadores,
como una justificación suficiente para el cierre de plantas y despidos. Así, los controles
financieros que se realizan al interior de la compañía se convierten en una arena de
conflictos entre la fuerza laboral y el Estado.
La administración cumple un papel complejo en este sistema. A pesar de que se le
exige que mantenga un flujo elaborado de información financiera (p. ej. presupuestos
y propuestas de inversión) para las autoridades gubernamentales, en las actividades
cotidianas, la administración evita cierta información financiera en favor de mediciones
físicas e información. De tal modo, la administración interviene en la contradicción entre
las demandas del Estado y el proceso laboral, previniendo una confrontación entre los
distintos valores que operan en cada área.
94/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
VI. Discusión
Una diferencia fundamental entre los fenómenos naturales y los sociales está
en que una comprensión de los fenómenos sociales exige de una valoración de los
significados que le atribuyen a esos fenómenos los individuos a los que afecta, además
de una comprensión de los afloramientos visibles de esos fenómenos. Los valores que
son connotados por las acciones sociales son un aspecto crucial del significado de esas
La contabilidad como una institución de legitimación /95
acciones y de este modo, lo es también la respuesta conductual y afectiva que tienen los
individuos frente a tales acciones.
Las tres perspectivas anteriormente descritas constituyen un intento por conceptualizar
los medios que permiten que los valores y los intereses se enraícen en el conocimiento y
que sean promulgados en las prácticas sociales cotidianas. Cada una de estas perspectivas
sugiere que en la sociedad existen gremios que intervienen en la relación que se da entre
los valores y la acción. Estas perspectivas difieren, no obstante, en la fuente de donde
provienen los valores, en el rango de acciones concebibles con las que pueden vincularse
los valores, y en la naturaleza del mapeo entre los valores y la acción.
Cada una de estas perspectivas ha sido usada para examinar el papel de la contabilidad
como institución de legitimación, es decir, como una forma que proporciona los medios
para que los valores sociales se vinculen con las acciones económicas. En un intento por
examinar las premisas de valor de la contabilidad, esta literatura se ha planteado a sí
misma una tarea empírica extraordinaria. La metodología de las ciencias naturales puede
no ser muy apropiada para abordar preguntas sobre el sentido y los valores. En muchos
casos, además, los valores que la contabilidad abarca y promulga están implícitos en las
acciones y por esto son invisibles para las metodologías convencionales. Una forma de
evitar este problema puede estar en trasladar la atención hacia las “situaciones críticas”
(Giddens, 1979, p. 124) en donde las rutinas sociales son trastocadas y lo implícito resulta
problemático. Las crisis de legitimación de la contabilidad (p. ej. las fallas de la auditoría)
puede ofrecer algunos casos en donde las premisas de valor se hagan visibles.
Sin embargo, es más probable que la exploración de la contabilidad como institución
de legitimación se fundamente en los análisis interpretativos. Los valores que la
contabilidad dispone en las acciones sociales, y los medios de los que se vale para lograr
esto, se podrán identificar una vez se tenga un conocimiento más profundo del contexto
en el que se ejerce la práctica contable a través de varios métodos no tradicionales. En
este caso, es vital que puedan explicarse los conceptos que se usan en el análisis. El uso
de métodos interpretativos hace que la responsabilidad de demostrar la claridad y el rigor
de estas teorías resida en el investigador. Esto, quizás, pudiera lograrse más fácilmente si
ubicáramos el análisis que se realiza dentro de una tradición teórica específica.
Se espera que esta revisión pueda servir a dos propósitos. Primero, ofrece una serie
de tipos ideales que pueden emplearse para ubicar la perspectiva de los autores que
estudian la contabilidad como una institución de legitimación y, de esta manera, rastrear
las repercusiones lógicas de su enfoque. Acometimos este ejercicio como una forma de
identificar áreas de futuras investigaciones dentro de cada una de las perspectivas halladas.
Esto es quizás más importante en los casos en los que los autores recurren a perspectivas
híbridas o múltiples, con el fin de identificar aspectos de los estudios en los que es posible
dar varias interpretaciones de la información o en donde es más factible una ambigüedad
conceptual. Segundo, identifica tres amplias líneas de literatura teórica que pueden
usarse para guiar investigaciones futuras en este campo. A pesar de que la contabilidad ha
recurrido, al menos de modo implícito, a cada una de estas perspectivas, en ningún caso
se ha desarrollado un estudio sistemático de sus hallazgos. El desarrollo de una sociología
de la contabilidad dentro de cada una de estas tradiciones, contribuiría notablemente a
nuestra comprensión de la contabilidad como un proceso social y organizacional.
96/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
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100/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Comentario
La legitimación en el contexto legal
de la contabilidad en Colombia
El documento del profesor Richardson (1987) plantea un marco conceptual sobre la
diversidad de caminos sociológicos para la comprensión de la contabilidad como
una institución de legitimación. Nosotros planteamos que el rol de legitimación de la
contabilidad puede ser diferente en dos dimensiones. En primer lugar, está el papel
legitimador de las prácticas contables surgido de las relaciones sociales, institucionales
y políticas que gobiernan las condiciones cotidianas de la producción y el consumo
económico. De otro lado, en una segunda dimensión, está el papel de legitimación de las
teorías contables que, en la sociedad occidental racionalizada, se recrea en el contexto
de la producción de los científicos, con sus propias relaciones, instituciones y dinámicas.
Evidentemente las dos dimensiones tienen interacciones y vínculos entre sí, pero la
aproximación de Richardson no diferencia explícitamente estas dos dimensiones. En el
contexto colombiano nos parece indispensable preguntar ¿es necesaria esta distinción
para potencializar nuestras reflexiones sobre el rol de legitimación de la contabilidad?
Consideramos que la distinción entre el rol de legitimación de las prácticas contables y
el papel de legitimación de las teorías contables, resulta insoslayable en nuestro contexto.
En lo que resta de este comentario, realizamos un escueto diagnóstico y luego señalamos
los motivos de nuestra afirmación, junto con unos breves elementos de su potencial para
el trabajo académico y la investigación.
Es difícil diagnosticar claramente el estado actual de la contabilidad en Colombia. Los
logros organizacionales en materia contable, así como sus avances académicos no son
fácilmente caracterizables. La inexistencia de bancos de balances o depósitos públicos
de información contable, la carencia de estudios empíricos sobre la utilidad de la
información, la ausencia de organismos de regulación para el sector privado con soporte
técnico e investigativo y la precaria situación de los organismos gremiales profesionales,
son apenas algunas de las causas de nuestra incapacidad para diagnosticar de forma
sistemática el terreno de las prácticas contables. Por su parte, nuestra escasa tradición
de desarrollo académico, el énfasis educativo cifrado en el adiestramiento, las débiles
estructuras universitarias de investigación y la aún inexistente oferta de formación a nivel
de maestría y doctorado, entre otras, dificultan una ponderación precisa del avance
académico de la contabilidad en el país.
El anterior listado de obstáculos para el diagnóstico es, a todas luces, un escenario
poco esperanzador de la situación misma a caracterizar. Pero, a pesar de ello, ¿qué
viabiliza la permanencia de la contabilidad en las empresas y de la contabilidad en la
academia? Planteamos, al menos inicialmente, que existe una relación íntima entre
contabilidad, legalidad y legitimación; por ello, pese a situaciones claramente difíciles
en el mundo fáctico de la contabilidad en Colombia, las exigencias legales garantizan su
presencia en el escenario empresarial y académico.
La contabilidad como una institución de legitimación /101
En primera instancia existe la exigencia legal que pretende regular las relaciones
económicas de los particulares entre sí, y de estos con el Estado, buscando –en teoría–
salvaguardar el interés público por medio de la contabilidad. En segunda instancia, el
propósito de promover un desempeño de las profesiones liberales orientado al bienestar
social, implica el requerimiento de formación universitaria del contador, enmarcado en
unas condiciones caracterizadas por la ley. Así, el cumplimiento de la legalidad dota
de legitimidad, en un plano general, a los agentes y a las organizaciones frente a la
colectividad. De esta manera, la presencia de la contabilidad en la empresa y de la
contabilidad en la academia, en parte, es un acto de cumplimiento legal, que entrega
legitimidad tanto a la Empresa como a la Universidad. Desde luego, no todo lo legal es
legítimo, pero en el espectro de las organizaciones, donde las fronteras de la legitimidad
moral o política son borrosas, la simetría entre legalidad y legitimidad permite el
desenvolvimiento de la acción colectiva (Bauman y May, 1990).
El punto que acabamos de resaltar muestra una de las posibles vías para complementar
los argumentos de Richardson, a partir de reflexionar sobre nuestro contexto. En
el documento el autor busca identificar el rol de la contabilidad como institución de
legitimación, una vez ella se ha constituido en una técnica racional, aparentemente neutra
y sintonizada con los propósitos de eficiencia económica, en el marco de la racionalidad
instrumental. Por ello, en un contexto como el nuestro, enmarcarnos en los estudios
descritos por Richardson y realizados por diferentes académicos desde tradiciones
sociológicas funcionalistas, constructivistas o hegemónicas de la teoría de la legitimación,
puede traer complejidades para nuestro trabajo. Ello porque en Colombia quizás aún la
contabilidad no logra la profundidad ni extensión de sus prácticas, que efectivamente
se ha alcanzado en los países industrializados. En este sentido, la manera en que la
contabilidad se presenta como promotora de la legitimidad aquí, puede ser diferente a la
búsqueda de alineación de las organizaciones con la racionalidad y eficiencia capitalista
o con los valores dominantes de una élite tecnocrática. Clarificar, contrastar o negar
argumentos como estos, se sitúan en la gama de posibilidades para la investigación del
rol de legitimación de las prácticas de la contabilidad en Colombia.
Así mismo, la relación de la academia contable con la legitimación que la contabilidad
promueve, debe ser abordada en nuestro contexto. A nivel internacional, no hay duda
que muchas teorías contables han actuado para reforzar y legitimar prácticas contables y,
por esa vía, promover acciones sintonizadas con valores determinados, lo que constituye
estructuras de legitimación según lo expuesto por Richardson (1987). Quizás en el contexto
local, la universidad ha obrado para reproducir una visión funcional, aunque como lo
hemos señalado, muy cifrada en lo legal de la contabilidad. Pero no existe evidencia en
el país de que la universidad y la academia contable nacional hayan jugado un rol de
legitimación en los planos funcionalistas y constructivistas por medio de teorías que, al
amparo del estatus de la ciencia, regularicen y promuevan prácticas locales alineadas
con unos valores deseados. Ello esencialmente porque no hemos producido ninguna
teoría particular localmente difundida, aceptada e implementada como “interpretación”
de la realidad contable y organizacional. Hay reflexiones que se han promovido desde
la universidad, varias de ellas seguramente sintonizadas con unos valores y concepciones
particulares del mundo social y organizacional. Pero la manera como ha operado esa
legitimación dista de lo analizado por Richardson. Identificar los puntos de encuentro y
desencuentro resulta vital para nuestra comprensión de esta dimensión.
Así, distinguir que la contabilidad promueve dinámicas de legitimación, tanto por sus
prácticas, como por sus estructuras y arquetipos conceptuales, quizás más expresamente
por sus teorías, nos permitirá vislumbrar caminos para comprender mejor las dimensiones
sociales e institucionales, por ejemplo, de la legalidad contable en Colombia. Este es uno
de muchos otros caminos abiertos por este documento.
Referencias Bibliográficas
Bauman, Z. y May, T. (1990). Pensando Sociológicamente. Buenos Aires. Nueva Visión.
Richardson, Alan. (1987). “Accounting as Legitimating Institution”. In: Accounting, Organizations
and Society, Vol 12 No 4. pp (341-355).
Avances Interdisciplinarios para una Comprensión
Crítica de la Contabilidad
Gómez V., M. y Ospina Z., C. (Eds.). © Derechos
Capítulo 4
reservados, (2009)
John Roberts
London Business School
Robert Scapens
University of Manchester
Resumen. En este artículo sostenemos que una comprensión de las prácticas contables
en sus contextos organizacionales exige más que una descripción técnica de los sistemas
de información contable, si consideramos que éstos son concebidos y diseñados en
abstracto. Esto requiere estudios sobre la forma en la que los sistemas contables son
plasmados, a través de su uso, en los sistemas organizacionales de rendición de cuentas.
Presentamos un esquema de trabajo para analizar la operación de los sistemas de
rendición de cuentas en las organizaciones y lo ilustramos al contrastar, en un estado
ideal-típico, las formas de rendición de cuentas en las relaciones que se caracterizan por
un contacto cotidiano personal, frente a otras formas de rendición que involucran una
distancia física.
I. Introducción
Este artículo elabora un marco teórico para analizar la operación de los sistemas de rendición
de cuentas dentro de las organizaciones. Constituye un intento por comprender las
prácticas contables en sus contextos organizacionales, teniendo en especial consideración
las prácticas contables que ocurren en las compañías estructuradas en divisiones, y continúa
* Tomado de: Roberts, J., Scapens, R.W. (1985), "Accounting systems and systems of accountability
- Understanding accounting practices in their organizational contexts", Accounting, Organizations
and Society, Vol. 10 No.4, pp.443-56. Con la autorización de Elsevier
1 Los autores reconocen con gratitud el apoyo brindado por el Economic and Social Research
Council en el sostenimiento económico del proyecto en el que está basado este artículo.
104/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
un estudio precedente que falló en señalar las asociaciones esperadas entre los métodos
contables usados y ciertas variables organizacionales, en una muestra de compañías de los
Estados Unidos y el Reino Unido (Sale y Scarpens, 1985). El artículo registra el desarrollo de
nuestro pensamiento sobre lo que implica una comprensión organizacional de las prácticas
contables.
Dos grupos amplios de preocupaciones han moldeado nuestro pensamiento. Primero,
al concentrarnos en la práctica contable hemos buscado remediar lo que entendemos
como el carácter excesivamente técnico y poco sistemático de la investigación contable
contemporánea. Buena parte de la investigación contable se concentra de manera muy
estrecha en los elementos particulares de los sistemas contables (el presupuesto, la
inversión, la contabilidad de inflación, etc.) y a menudo lo hace con un interés implícito
por mejorar la eficiencia de esos sistemas. A pesar de que la preocupación reciente
por los aspectos conductuales y políticos de los sistemas contables se ha encaminado,
de alguna forma, a remediar el sesgo técnico y prescriptivo de la mayoría de esta
investigación (ver Otley, 1984), no existe un esquema de trabajo en el que podamos
integrar las comprensiones sobre los aspectos técnicos e interpersonales de los sistemas
contables. Al concentrarnos en la práctica contable esperamos estar en capacidad de
avanzar hacia esa integración, considerando que en la práctica real de la contabilidad los
aspectos técnicos e interpersonales necesariamente están mezclados.
Nuestra segunda preocupación está en ubicar la contabilidad dentro de su “contexto
organizacional” (Hopwood, 1983). En general, los contadores académicos han adoptado
en sus investigaciones un enfoque muy centrado en la contabilidad. La contabilidad ha
sido tratada como si fuera una esfera de práctica funcionalmente autónoma y de este
modo se han descuidado las relaciones entre la contabilidad y otras áreas funcionales
que tiene la organización (p. ej. el mercadeo, la producción y la sección de personal).
Sin embargo, la exploración de las relaciones inter-funcionales sólo aborda de manera
parcial las complejidades inherentes a la comprensión del contexto organizacional de
la contabilidad. Como lo señalaron Burchell et al. (1980), la investigación contable
típicamente ha implicado estudios en, antes que en estudios de, la contabilidad.
Consideramos que existe una necesidad por un trabajo conceptual más básico sobre la
naturaleza de la contabilidad.
La adopción de tal enfoque, necesariamente, conlleva muchos problemas. Como
siempre ha sucedido, el estudio de la contabilidad no tiene un centro. La consecuencia
de esto está en que la única forma de entender la práctica contable es a través de una
comprensión de la realidad organizacional, que constituye el contexto de la contabilidad,
y que es la realidad para la que fueron diseñados los sistemas contables.
Los investigadores contables han confiado de manera lógica en la teoría organizacional
como un sitio en donde podrían encontrar y desarrollar un esquema coherente para
integrar fácilmente su trabajo. Por un tiempo, la teoría de la contingencia pareció ofrecer
potencialmente ese esquema de integración (p. ej. ver Hayes, 1977; Waterhouse y Tiessen,
1978; Otley, 1980). Sin embargo, como lo atestigua el interés reciente de los contadores
y otros profesionales en el trabajo de Burrell y Morgan (1979), la teoría de la organización
es vista de muchas maneras pero no como coherente o uniforme. La multiplicidad de los
enfoques alrededor de la organización en muchas formas refleja meramente las amplias
Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas /105
divisiones que generalmente existen dentro de la teoría social (Giddens, 1979; Gouldner,
1971). Además, como lo ilustran los estudios que han intentado trazar los límites de la
organización, la diferencia entre la teoría de la organización y la teoría social es quizás
en sí misma falsa y arbitraria (Clegg y Dunkerley, 1980). El carácter interdependiente de
la realidad social a menudo deja sin piso la división del trabajo dentro de la investigación
académica, especialmente en lo que toca a las ciencias sociales.
El interés que, recientemente, los investigadores contables han demostrado en el
trabajo de Burrell y Morgan, por ejemplo Hopper y Powell (1985), Tomkins y Groves
(1983) y Otley (1984), fue mencionado anteriormente. Burrell y Morgan (1979) hacen
una distinción entre cuatro paradigmas: el Funcionalista, el Interpretativo, el Radical
Humanista y el Radical Estructuralista. Estas perspectivas teóricas se ubican en dos ejes
principales: subjetivismo versus objetivismo, y regulación versus cambio radical. Burrell
y Morgan se preocupan por enfatizar que las asunciones epistemológicas y ontológicas
plasmadas en cada paradigma se excluyen mutuamente.
A pesar de que el trabajo de Burrell y Morgan ha ofrecido un valioso marco para
clasificar la investigación contable existente, su insistencia en la mutua exclusión de los
paradigmas ofrece la promesa poco grata de una ciencia social que siempre permanece
internamente dividida. El investigador sólo puede escoger un paradigma para realizar su
trabajo, y el diálogo entre paradigmas esta descartado. Sin embargo, los recientes escritos
metodológicos y teóricos de A. Giddens (1976, 1979, 1981), que han constituido este
artículo, pueden ser vistos como un contrapeso a ese pronóstico bastante pesimista de
Burrell y Morgan sobre las ciencias sociales. Giddens ofrece una síntesis posible de las
diferentes escuelas que componen la teoría social contemporánea2.
Es imposible que demos un relato detallado de la crítica que hace Giddens sobre la
teoría social contemporánea, ni tampoco de la síntesis que él propone. No obstante,
intentaremos describir la esencia de su síntesis y consideraremos las repercusiones de
ésta en la comprensión de las prácticas contables que se dan en las organizaciones.
2 Para discusiones recientes y críticas sobre el trabajo de Giddens consúltense los trabajos de Gane
(1983), Smart (1982), Archer (1982) y el Simposio sobre Giddens (Theory, Culture and Society,
Vol. 1, No. 2, 1982).
106/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
una visión del individuo como productor de la realidad social. Usando la terminología de
Giddens, estas distintas escuelas de la teoría social se ocupan de la relación entre sujeto
y objeto, entre el individuo y la sociedad, como un “dualismo”. Todas estas escuelas se
fundamentan, de diversas formas, en una creencia sobre la división entre sujeto y objeto,
que para Giddens es falsa. Como consecuencia de esta asunción dualista, la mayoría de
los teóricos sociales y organizacionales producen una teoría que es respectivamente, o
marcadamente voluntarista o marcadamente determinista.
En lugar de este dualismo Giddens propone una teoría de “dualidad de la estructura”
en la que la relación entre sujeto y objeto se describe en la forma de una dialéctica. La
acción y la estructura, supone Giddens, en lugar de constituirse como antinomias, se
“presuponen la una a la otra”.
“Por una dualidad de la estructura quiero decir que las propiedades estructurales de
los sistemas sociales son en ambos casos el medio y el resultado de las prácticas que
constituyen estos sistemas”. (Giddens, 1979, p. 69)
El espíritu de la visión sobre la vida social que desarrolla Giddens a través de la noción
de la dualidad de la estructura, quizá esté mejor expresado en el siguiente fragmento:
La producción o la conformación de la sociedad es un logro que se deriva de la habilidad
de sus miembros, pero no sucede bajo condiciones que estén plenamente diseñadas o
plenamente comprendidas. La clave para entender el orden social […] está […] en las
relaciones cambiantes que se establecen entre la producción y reproducción de la vida
social a través de los actores que la moldean. Toda reproducción es necesariamente
producción, no obstante, la semilla de cambio está en cada acto que contribuye en la
reproducción de cualquier forma de vida social “organizada”. (Giddens, 1976, p. 102)
3 N. del t. Systemness.
108/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
por tales estructuras (Althusser, 1969; Althusser y Balibar, 1970; Glucksmann, 1974; Hindess
y Hirst, 1975), Giddens sostiene que la acción y la estructura mantienen una relación
dialéctica. Las estructuras son “tanto el medio como el resultado” de la interacción.
Quizá, la mejor manera de expresar la diferencia que establece Giddens entre sistema
y estructura es decir que los sistemas no son estructuras, sino que éstos tienen estructuras,
que se producen y reproducen solamente al ser empleados por las personas a través
de la interacción entre ellas. Al desarrollarse de esta forma, las estructuras moldean y
establecen patrones (es decir, estructuras) para la interacción. Sin embargo, sólo mediante
la interacción las estructuras se reproducen a sí mismas. En esto consiste la “dualidad de
la estructura”. Es en este sentido que podemos percibir las estructuras como el medio y
a la vez, el resultado de la interacción.
Giddens sugiere que las estructuras pueden diferenciarse por sí mismas como
estructuras de Significación (sentido), Legitimación (moralidad) y Dominación (poder).
La estructuración de cualquier contexto específico de interacción supone que la gente
recurra a estas estructuras y que, por lo tanto, puedan ser reproducidas. Según esto,
cualquier interacción puede analizarse en términos de:
“Tres elementos fundamentales: su construcción como sentido, su construcción como
orden moral y su construcción como la operación de las relaciones de poder”. (Giddens,
1976, p. 104)
Cuando se aplican a la comprensión de la vida organizacional, los conceptos de
Giddens sobre el sistema y la estructura señalan dos formas distintas de interrelación
entre cualquier contexto particular de interacción y la organización o sociedad más
amplia en la que se ubica. Por un lado, cualquier contexto específico de interacción es
simplemente una parte de una red muy compleja y altamente integrada de prácticas
interdependientes. Por otro, el sistema en su conjunto sólo se prolonga al ser producido
y reproducido por los actores que los utilizan y que, por lo tanto, reproducen estructuras
en contextos particulares de interacción. De esta forma, cualquier contexto particular
de interacción puede llevar las marcas de la amplia sociedad en donde acontece. De
acuerdo con esto, una comprensión sobre cómo se configura la interacción en un contexto
específico puede ofrecer una percepción de las estructuras del conjunto social.
La visión de Giddens sobre los sistemas como una red compleja de prácticas
interdependientes, sin embargo, se encamina a satisfacer una necesidad por una
investigación empírica más detallada y extensa; si se quiere comprende la operación
real de los sistemas contables. La investigación que se fundamenta en el Funcionalismo o
en la teoría de Sistemas, comúnmente parece mezclar los modelos o descripciones que
hacen las personas sobre los sistemas contables con la forma en la que se desarrollan o
constituyen en la práctica. Por ejemplo, se supone que las descripciones que hacen los
contadores directivos sobre los sistemas contables ofrecen una explicación adecuada
de las prácticas que permiten que se produzca o reproduzca la contabilidad dentro de
las organizaciones. No obstante, cualquier relato de un individuo sobre los sistemas,
únicamente ofrecería al investigador una versión de lo que el individuo prefiere o de
lo que éste considera que es el sistema. Para entender la operación real de los sistemas
es necesario ir más allá de estos relatos descriptivos y estudiar las condiciones y las
consecuencias de los usos reales. En la práctica, cada persona percibiría un sistema
específico de varias maneras y su utilización del sistema reflejaría y produciría una
variedad de intereses (Hopwood, 1972, 1974). Además, en su uso, un sistema contable
inevitablemente se encontraría con condiciones no anticipadas y a través de su uso
generaría consecuencias no anticipadas (Birnberg et al., 1983; Hopwood, 1972, 1974,
1983; Ridgway, 1956). Existe también una posibilidad muy real de que el sistema o sus
elementos se conviertan en obsoletos.
Para enfatizar esta diferencia en lo que resta de nuestro artículo, nos referiremos a
un sistema abstracto potencial como el “sistema contable”, y recurriremos al término
“sistemas de rendición de cuentas” para referirnos a los sistemas que están en uso, es
decir, a los sistemas tal y como se presentan en la práctica. Quizás, la mejor forma
de explicar esta distinción esté en considerar los sistemas contables como un cuerpo
de reglas y recursos que se desarrollan en la práctica contable. Sin embargo, el cómo,
el por qué y el qué de lo que se desarrolla cambiará con el curso del tiempo, con
cada situación y persona. Una comprensión de la naturaleza de esta variedad, sus
orígenes y consecuencias, es el objetivo de nuestros intentos por entender las prácticas
contables. Consideramos que a través de este enfoque podríamos comenzar a ganar una
comprensión de la forma en la que contribuyen las prácticas contables en la producción
y reproducción de la vida organizacional.
La rendición de cuentas, en su sentido más amplio, simplemente se refiere a la forma
en la que se ofrecen y se piden patrones de conducta (Garfinkel, 1967; Harre, 1979;
Silverman, 1975) y de tal modo, puede ser entendida como “un rasgo permanente de la
conducta diaria” (Giddens, 1979, p. 57). En este artículo, nuestro principal interés se centra
en el impacto deseado y real que tiene el uso de la información contable en moldear y
mantener ciertos patrones de rendición de cuentas al interior de las organizaciones.
En un nivel general, de acuerdo con Giddens, los sistemas de rendición de cuentas de
las organizaciones pueden ser vistos como una forma de proporcionar un “vínculo” entre
el tiempo y el espacio organizacional. Quizás, es algo obvio que las prácticas contables
crean un orden temporal estricto en la organización. Literalmente, la contabilidad
estructura el tiempo organizacional al dividir el flujo de vida organizacional en periodos
“contables” y a través de la generación regular de reportes, presupuestos y evaluaciones
110/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
con todas sus prácticas relacionadas. La contabilidad implica una vinculación del espacio
organizacional en un sentido muy real, en el que uno de los límites más importantes
de una organización se define por los límites de su sistema de rendición de cuentas. El
hacer parte de una organización es estar sujeto al sistema de rendición de cuentas de esa
organización: un cliente no es responsable de una rendición a alguien de la organización,
de la misma manera en la que un empleado es responsable. Dentro de estos límites,
la organización física del espacio, en términos de patrones jerárquicos, funcionales y
divisionales no solamente se refleja allí sino que se reproduce en la operación de los
sistemas de rendición de cuentas. En un nivel más detallado, nuevamente siguiendo
a Giddens, se puede analizar la operación de los sistemas de rendición de cuentas en
contextos específicos de interacción, en términos de los individuos que los utilizan y que,
por lo tanto, reproducen estructuras particulares de Significación (sentido), Legitimación
(moralidad) y Dominación (poder).
Sin duda, es posible considerar a la contabilidad como un lenguaje (Daft y Wiginton,
1979). Quizás no sea demasiado si la describiéramos como el lenguaje del capitalismo.
Como lenguaje, la contabilidad ofrece una serie de categorías para los miembros de la
organización o un “sistema de relevancias” (Schultz, 1967), en términos de que éste puede
dar un sentido sobre lo sucedido, anticipar el futuro y planear y evaluar las acciones. Así,
por ejemplo, las categorías contables de costo, ganancia, contribución y retorno sobre
las inversiones sirven como una estructura de significados a la que recurren los miembros
de la organización para organizar sus experiencias mutuas y orientar sus acciones. Sin
embargo, estos significados no son estáticos ni tampoco carecen de ambigüedad. De
tal manera, la importancia precisa de los eventos que se interpretan mediante estas
categorías está abierta a interpretaciones diversas, a su elaboración, negociación y debate
(Colville, 1981). De este modo, la contabilidad que es vista como una estructura de
sentido, solamente condiciona las prácticas contables antes que determinarlas, y a través
de este uso, las estructuras de sentido, que constituyen la contabilidad, gradualmente
evolucionan y cambian.
Las prácticas contables, no obstante, implican mucho más que la producción y la
reproducción del sentido. Los sistemas de rendición de cuentas también encarnan un
orden moral: un sistema complejo de derechos y obligaciones recíprocas. La práctica
contable institucionaliza la noción sobre la rendición de cuentas. Institucionaliza los
derechos de algunas personas de pedir a otros que den cuenta de sus acciones. Si lo
vemos de esta forma, la práctica contable parecería implicar la comunicación de una
serie de valores, de ideales de comportamiento esperado, de lo que es aprobado o
no. La práctica contable involucra la comunicación de nociones sobre lo que debería
suceder, y es solamente sobre la base de estas nociones que se le confiere un sentido a
lo sucedido. La elaboración del presupuesto es quizás el ejemplo más obvio de cómo lo
que ha sucedido está bajo una evaluación constante, en términos de lo que se espera
que ocurra.
Es claro que en cualquier contexto de interacción habrá cierto grado de contingencia.
Los derechos y las obligaciones recíprocas estarán abiertos a la negociación y a diversas
interpretaciones. La forma en la que se definen los derechos y las obligaciones dependerá,
en parte, de cómo se han definido los eventos pasados, es decir, dependerá de cómo se
Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas /111
le ha dado una interpretación a los eventos acontecidos y de cómo y por qué sucedieron.
Una de las dificultades más obvias que plantea la práctica contable está en que la
compleja interdependencia de la acción dentro de las organizaciones, a menudo hace
que sea muy difícil determinar quién es responsable y por lo tanto, quién debería dar
cuenta de ciertos eventos específicos.
Los derechos y las obligaciones que se definen por la práctica contable están
típicamente respaldados por toda una serie de sanciones positivas y negativas que van
desde la desaprobación y la alabanza, hasta la manipulación de los incentivos financieros
y del panorama profesional. Esto nos lleva a un tercer elemento estructural de los sistemas
de rendición de cuentas. Las prácticas contables parecen involucrar la operación de las
relaciones de poder.
Giddens emplea la palabra poder en un sentido amplio y también estrecho. En su
sentido amplio, Giddens sugiere que el análisis sobre el poder está fuertemente imbricado
a un análisis de la acción, es decir, con el poder de hacer. Al debatir sobre el poder en
este sentido, Giddens se refiere a algo que él denomina como la “capacidad de la acción
humana para transformar”, es decir, al poder de la acción humana para transformar el
mundo social y material. La organización representa un intento consciente por estimular
el poder productivo de la acción humana mediante la coordinación. Si lo vemos de esta
forma, podemos considerar que las relaciones de poder que plantean los sistemas de
rendición de cuentas son un recurso para la organización.
Estos sistemas portan la información que permite que diversas prácticas puedan
integrarse y coordinarse. Debido al tamaño y a la complejidad de las organizaciones
contemporáneas, la integración sería un imposible sin los flujos regulares de información
que los sistemas contables facilitan. Al ofrecer un lenguaje común y una definición
de los derechos y las obligaciones mutuas, la contabilidad permite la existencia de la
organización. La contabilidad sirve como un medio para dirigir y concretar el potencial
productivo de la organización. Quizás ésta sea una visión muy atractiva sobre el papel
de la contabilidad en las organizaciones, visión que los contadores muy probablemente
adoptarían o enfatizarían (Institute of Cost and Management Accountants, 1974; National
Association of Accountants, 1981). Esta visión se ajusta fácilmente a una visión unitaria
de la organización en la que las bases del orden se asumen como una serie de valores
consensuados entre los miembros de la organización.
Sin embargo, existe otro sentido en el que Giddens utiliza la palabra poder
–concretamente en el sentido de “poder sobre”–, esto es, el poder como la dominación de
unos individuos sobre otros. En general, los investigadores contables no han reconocido
explícitamente el uso de la contabilidad como un instrumento de dominación, véase
Cooper (1981). Es decir, la contabilidad sería un medio por el que algunas personas buscan
controlar y coaccionar a otros, no obstante, algunos elementos de esta visión del control
pueden encontrarse en la Teoría de la Agencia, véase Baiman (1982). Si reconocemos
la contabilidad como un medio de dominación no necesariamente estaríamos negando
el potencial de acción de la contabilidad, como lo hemos descrito. Sin embargo, es
importante distinguir entre las dos formas de la relación del poder y reconocer la tensión
entre ellas (Knights y Roberts, 1982).
112/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
4 Con un análisis de “ideal-tipo” queremos decir que a pesar de que ese análisis está basado
empíricamente, no pretende describir las contingencias de un contexto específico de interacción.
En lugar de esto, y favoreciendo la exposición, hemos querido simplemente describir los elementos
típicos de diferentes formas de interacción. Para una discusión sobre el ideal-tipo, véase Parsons
(1968).
114/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
el conocimiento que cada persona tiene de sus recursos disponibles. Por ejemplo, los
subordinados que reconocen el control que sus superiores tienen sobre los ascensos,
recompensas salariales, etc., podrían suavizar sus comentarios para evitar cualquier
desacuerdo o conflicto frontal. Los empleados de más alto rango, por su parte, podrían
utilizar, ya sea de manera tácita o abierta, los recursos que tienen disponibles para
amedrentar, persuadir o inducir a sus subordinados a ver las cosas desde su misma
perspectiva. Quizás, estos ejercicios de poder se ejercen con menos contundencia
debido al conocimiento que tienen los superiores sobre su continua dependencia de las
actividades de los subordinados para asegurar resultados futuros.
El flujo específico de los eventos que se producen en una reunión de tales características,
sólo puede entenderse de manera completa cuando se visualiza dentro del contexto
global de las relaciones de aquellos involucrados, de las relaciones entre cada uno de
ellos, y de su relación con otras personas dentro de la organización. Las expectativas y
las consecuencias de esa reunión, se extenderán hacia otras relaciones afectando las
conductas de los individuos y la percepción que tienen de los eventos. En realidad, la
intención de estas reuniones es a menudo entendida en términos de las repercusiones más
amplias que tiene sobre la acción. El campo que abarca este contexto, no obstante, será
empleado como una fuente de conocimiento mutuo en el contexto formal de la reunión.
Así, la información contable será sólo una de las fuentes de información disponible entre
muchas otras que están al alcance de los individuos interesados, y será frente a esa base
de un mutuo conocimiento y comprensión que se discutirán los “resultados”. Esto podría
significar que los “resultados” registrados en las Cuentas simplemente confirman lo que
ya se sabe de otras fuentes y lo que ha sido discutido en otros escenarios menos formales.
En este sentido, la discusión formal que surge alrededor de la información contable
tendría muy poco efecto sobre el conocimiento que tiene el individuo de su situación
inmediata porque no haría más que reiterar, de una forma distinta, lo que ya se sabe.
Esto, sin embargo, no implica que esas reuniones sean simplemente rituales vacíos y
sin valor. Parte del contexto de esas reuniones está en las relaciones que se establecen
entre los individuos involucrados y la organización en un sentido más amplio. A
través del formato de los resultados y de la forma como sus superiores inmediatos los
interpreten, los subordinados podrán extraer algún conocimiento sobre los intereses y las
intenciones de los directivos más distantes pero con mayor poder. A pesar de no estar
presentes físicamente, la presencia de estos individuos será real. Como consecuencia,
el enfoque completo de una reunión puede cambiar, ya sea de manera abierta o tácita,
y así alejarse del propósito de desarrollar una comprensión mutua entre los presentes,
para encaminarse hacia una interpretación de los intereses y las preocupaciones de esos
directivos distantes, calculando cómo es que ellos podrían interpretar esos “resultados”,
y los cursos de acción que podrían derivarse de allí.
Ahora queremos, una vez más de una manera ideal típica, examinar la naturaleza
de esas formas más distantes de rendición de cuentas: esto podría implicar un contacto
personal poco frecuente o una ausencia completa de ese contacto. La posibilidad más
importante que ofrece un sistema de rendición de cuentas está, por un lado, en la forma
en la que reduce la información sobre una variedad de situaciones a una forma común
y comparable y, por otro, en la forma en la que permiten que esta información salve
Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas /115
la distancia física al convertir lo que está remotamente alejado en algo “visible” para
las altas directivas, además de traducir esta información en una especie de “presencia”
que se expande hasta los niveles más bajos de la organización. Esta visibilidad y esta
presencia, no obstante, son sólo parciales. Por consiguiente, sin importar la habilidad
de los sistemas de información para salvar las distancias, esa distancia tiene un impacto
decisivo en las formas que surgen de la rendición de cuentas.
Como lo hemos debatido antes, la característica más notoria de la rendición de
cuentas, en circunstancias en las que se produce un contacto personal frecuente, es que
la información contable es interpretada y entendida dentro de un contexto compartido
de un vasto conocimiento mutuo. Por otro lado, la característica notoria de la rendición
de cuentas a través de la distancia, es la ausencia relativa de ese conocimiento. De tal
modo, digamos que para los jefes de división y de oficinas centrales, que reciben la
información contable sobre actividades que se efectúan en la distancia, esa información
será la fuente más importante, si no la única, para enterarse de esas actividades. Sólo con
mucha dificultad estos directivos podrían reunir otra información sobre los procesos físicos
e interpersonales y los problemas que generaron los resultados. Ellos no pueden mirar
afuera de los “resultados” sino que deben mirar hacia adentro de ellos para aumentar
su comprensión. Por consiguiente, cuando hay una distancia, la relativa importancia
de la información contable aumenta porque se convierte en una fuente principal, si no
exclusiva, del conocimiento.
Esta relativa escasez y unilateralidad de la información puede convertirse en una
fuente de mucha inquietud para ambas partes de esta relación. Los subordinados se
enfrentan al problema de anticipar y controlar la importancia que los superiores pueden
conferir a los resultados. En este caso, los subordinados pueden tener muy poco acceso
o tal vez ningún acceso a sus superiores y, por lo tanto, sabrán muy poco de ellos como
individuos, o de las presiones y las preocupaciones que configuran la forma en la que
reciben la información. El corolario de todo esto es que los superiores también tienen
muy poco conocimiento personal de sus subordinados. De tal manera, los subordinados
no pueden confiar en la lectura que le den a los “resultados” unos superiores que tienen
una comprensión específica de los eventos y de los problemas que los formaron. En su
lugar, los subordinados sólo pueden esperar que sus “resultados”, y los reportes que
los acompañan y que ofrecen explicaciones y el proceso de elaboración, se conviertan
en la información principal por la que será evaluada su competencia como directivos,
con todas las consecuencias posibles que esa evaluación pueda tener en sus carreras
profesionales y en la futura asignación de recursos.
Para los superiores la distancia también puede representar una fuente de ansiedad.
¿Cómo puede un superior influenciar el desarrollo de los eventos desde la distancia? Sin
poder solucionar el problema de la distancia física con visitas personales o intervención
directa, el directivo tiene que confiar en la información disponible, principalmente en
la información contable. Pero, ¿cómo pueden estar seguros de que están interpretando
correctamente la información? El peligro de estar desinformados o de una mala
interpretación a su vez plantea la posibilidad de que las decisiones que se tomen de
acuerdo con esa información, no sean las más apropiadas.
116/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Este tipo de inquietudes pueden entenderse como una consecuencia del hecho
de que en la distancia, el contexto desde el que se reúne la información contable es
comúnmente muy distinto al contexto en donde se interpreta. La diferencia de contextos
también aumenta la posibilidad de que la información contable sea asumida, bajo
intereses distintos, por el remitente y el destinatario. La diferencia en estos intereses,
quizás, sea mucho más marcada en una organización capitalista, en donde la producción
está orientada hacia la rentabilidad, en lugar de hacia un aprovechamiento social (Marx,
1976). Las categorías y el formato de la información contable refleja típicamente esta
visión (Weber , 1978). No obstante, para los individuos que están en los niveles más bajos
de la organización y cuyas vidas y futuro están fuertemente ligados al proceso productivo,
la información contable será interpretada típicamente en términos de su importancia en
la producción5 –la rentabilidad es vista aquí, principalmente, como una condición para
una producción continua en lugar de ser un fin en sí misma–. Contrario a esto, los altos
directivos que llevan la carga de proteger los intereses del capital en la organización
(los accionistas), pero que no tienen una participación directa en la producción física,
tendrán típicamente un interés instrumental en la producción. Para estos individuos,
los resultados en términos de ganancias, retornos en las inversiones, etc., es lo que
verdaderamente importa, no el proceso productivo que los generó (Ackermann, 1975).
Para estos altos directivos los “resultados” son el producto, tal y como lo registran las
Cuentas, y los procesos físicos y las relaciones sociales subyacentes son vistos como un
simple medio para concretar este producto.
Hemos dicho, entonces, que a pesar de que los sistemas son diseñados para salvar las
distancias físicas, sólo logran ese objetivo de un modo parcial. En el proceso de tomarla
del contexto en donde se produjo para luego introducirla en contextos en donde hay
diferentes intereses en operación, la importancia que se le adjudica a la información
contable sufre una serie de transformaciones sutiles. Un conocimiento de la posibilidad
de esas transformaciones, a su vez, crea ciertas prácticas en los individuos y así moldea
las formas de rendición de cuentas que surgen en la distancia. Por ejemplo, los
subordinados que saben de la falta de un conocimiento detallado del contexto por parte
de sus superiores, tienen la oportunidad de hacer algunos ajustes cosméticos a las cifras,
y quizás hasta lo juzguen como algo conveniente. Esto puede hacerse de modo directo,
digamos, rellenando los presupuestos, o de manera indirecta, mediante la demora en la
compra de materiales para dar la apariencia de que se está cumpliendo con las metas
del capital de trabajo. El impacto a largo plazo que tienen estas acciones en el proceso
productivo puede considerarse como menos importante que los beneficios a corto plazo
que pueden resultar de aparentemente estar cumpliendo con las expectativas de los
superiores distantes.
La confianza que tienen las altas directivas en su comprensión de lo sucedido y en
su habilidad para influenciar el curso de los eventos puede verse amenazada cuando
reconocen que hay una posibilidad de que esto no sea cierto. La distancia hace que
5 Usamos aquí la palabra “producción” en su sentido más amplio para referirnos a todo el rango
de actividades relacionadas con satisfacer las demandas de los clientes por ciertos bienes o
servicios.
Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas /117
la confianza interpersonal sea más difícil (Fox, 1974). Como es muy extraño que las
directivas locales se encuentren directamente, es muy difícil para sus superiores el poder
construir unos lazos estrechos de confianza y luego confiar en que estos lazos aseguren
un compromiso. Las experiencias que comparten los individuos y los grupos que están
alejados de sus superiores hacen que se generen círculos de intereses locales, lo cual
podría ser contrario a los intereses de la alta dirección. Por ejemplo ¿cómo pueden los
altos directivos verificar si las explicaciones que reciben son en realidad el resultado
de contingencias inevitables o si son meramente excusas que intentan ocultar algunas
prácticas negligentes en la gestión? (Goffmann, 1972, Gouldner, 1971).
Debido a las dificultades y a los peligros potenciales que se presentan en una confianza
generada en la distancia, los superiores pueden recurrir a estrategias alternativas en
un intento por asegurar sus intereses. Por ejemplo, pueden aumentar fuertemente la
inversión en la información contable, esperando que la constatación y la mayor vigilancia
que permiten los sistemas más elaborados restrinjan al mínimo las posibilidades de un
engaño. A través de este uso, la información contable deja de actuar como un vehículo
para desarrollar una comprensión mutua y se convierte en uno de los medios principales
por el que las altas directivas buscan promocionar y reforzar, de manera unilateral, sus
expectativas.
La relativa independencia que tienen las altas directivas con relación a sus subordinados,
podría transmitir la idea de que ese uso coercitivo de la información es posible y que
no plantea mayores problemas. La intención podría estar en hacer sentir su “presencia”
de modo más contundente en la rendición de cuentas personalizada que sucede en sus
compañías, de manera que los subordinados actúen como meras voces o agentes de
sus intereses. Sin embargo, las consecuencias reales podrían ser muy diferentes. Un uso
coercitivo de la información contable podría transmitir un mensaje a los subordinados
que les dice que lo importante sería el sentido “objetivo” de los resultados, tal y como
es interpretado por las altas directivas. Este mensaje podría reafirmarse si directamente
se confiere algún tipo de recompensa o castigo a esos resultados. Paradójicamente, estas
prácticas coercitivas sólo llevaría a los subordinados a dedicar sus energías hacía una
manipulación de la apariencia de las Cuentas, en lugar de dedicar su trabajo hacia la
transformación de los procesos implícitos, los productivos y los interpersonales, que
pretenden reflejar las Cuentas.
V. Conclusión
La visión convencional que se tiene sobre la información contable es que ésta actúa
como un espejo o retrato que registra neutral y objetivamente los “hechos” de lo que
sucede al interior de la organización, en un periodo específico de tiempo. Es posible
señalar todo tipo de intereses prácticos que pueden llevar a que los individuos y los
grupos se aferren y promuevan tal visión cosificada de la contabilidad. Los contadores
académicos y profesionales pueden tener un interés en dar un aura mística a su actividad
y en presentarse a sí mismos como expertos en la producción de versiones autorizadas de
los eventos (Armstrong, 1984; Tinker et al., 1982). Para los altos directivos, impulsar una
creencia en la objetividad de la información puede servir para evitar cualquier tipo de
118/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
negociación con los subordinados o con los accionistas sobre el significado o la precisión
de las Cuentas. En general, quizás exista un sentido de seguridad, no obstante falso, que
se deriva del hecho de ignorar los orígenes del conocimiento humano. A pesar de esto,
creemos que hay un riesgo considerable en mantener tal versión cosificada, porque esto
implica confundir la imagen o el escenario creado por la contabilidad con la realidad de
la vida organizacional.
El esquema trazado intenta trascender la imagen o el escenario creado por la
contabilidad, para explorar las condiciones y consecuencias de su producción y uso.
Aparentemente, entre más nos acercamos a la producción y al uso de la información
contable, su supuesta solidez y realidad empieza a desmoronarse. En su lugar, surge un
sentido de la naturaleza débil y recurrente de la relación entre la imagen o el escenario
producido en las Cuentas, y el flujo de eventos y prácticas organizacionales que las
Cuentas pretenden registrar.
El método por el que se producen las Cuentas es semejante al que se daría si
tomáramos una instantánea o una fotografía de la organización, congelándola en un
punto determinado del tiempo (Sontag, 1979). Uno puede intentar conferir una vida
falsa a la fotografía si se analiza la relación entre los elementos capturados o congelados
en ella, y luego se compara con otras fotografías pasadas. Si tratáramos la imagen en
la fotografía como algo real, sería similar a que asumiéramos que las categorías y el
orden de las Cuentas corresponden a entidades y divisiones reales que están en la
organización. También estaría implicado en esto el individuo que observa la imagen y
que gana un sentido de independencia de su observación: como si a través de la imagen
él o ella pudiera conseguir una posición más allá de la organización o por fuera de ésta.
El individuo que actúa bajo esa perspectiva puede llegar a creer que las Cuentas le
permiten descubrir objetivamente en dónde está la responsabilidad, y cómo distribuir
idóneamente los halagos y las culpas.
Si uno, no obstante, trata la imagen que proviene de las Cuentas como simplemente
una imagen, no como una realidad, se podría reconocer la naturaleza inevitablemente
parcial, selectiva y potencialmente distorsionada de ésta. Una fotografía siempre registra
los eventos desde un punto de vista particular, en un momento específico, y con
determinados lentes y enfoque. El retrato tiene sus límites: lo que es visible en él puede
ser tan importante como lo que no es visible. Además, ese retrato ha sido tomado por
el fotógrafo, que a pesar de no estar presente en la imagen tuvo un impacto decisivo en
la forma en como se registró. Si los vemos objetivamente, los individuos que están en la
foto pueden aparecer como separados e independientes entre sí y del fotógrafo. Pero,
en realidad, las decisiones y las acciones de cada uno, en el tiempo, han condicionado
de manera definitiva las decisiones y las acciones de los otros. Las sonrisas en sus
rostros congelados pueden haber surgido para complacer al fotógrafo, o para dar cierta
impresión a los otros que quizás observen la fotografía. Como consecuencia, la imagen
capturada en la fotografía podría estar ocultando la situación real de las relaciones entre
los individuos involucrados mientras que evolucionan en el tiempo.
De un modo similar, la imagen de una organización, que se obtiene a partir de las
Cuentas, se registra desde un punto de vista particular, en un punto determinado en el
tiempo y bajo una elección específica de su enfoque. Algunos eventos, acciones, etc.,
Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas /119
que son importantes para la organización pueden estar algo borrosos en esa imagen, o
ni siquiera aparecer en ella. Las categorías y el formato de las cuentas probablemente
constituirían un reflejo de los intereses y las preocupaciones de la administración general,
pero la información registrada allí reflejaría parcialmente las consecuencias, ya sea las
deseadas o las que se producirían por el mismo uso de esta información. Como lo
señalamos anteriormente, la preocupación por satisfacer las expectativas de los superiores,
además de su conocimiento localizado6, podría llevar a que los subordinados presenten
la mejor “cara” posible a través de las Cuentas. De este modo, la imagen que transmitirían
las Cuentas no sería una representación adecuada del flujo real de los eventos y prácticas
que se quieren registrar. Este flujo de eventos y prácticas interdependientes es lo que
constituye la realidad irreducible de la vida organizacional (Mintzberg, 1979; Ranson et
al., 1980). La naturaleza intemporal de la imagen que se ofrece a través de las cuentas
puede ocultar esa interdependencia y disimular las formas en las que la operación de los
sistemas de rendición de cuentas interviene en esta interdependencia, en el curso del
tiempo.
Reconocer que la imagen organizacional que transmiten las cuentas es parcial,
selectiva y que potencialmente constituye un reflejo distorsionado del flujo de los
eventos y de las prácticas que conforman la vida de la organización, no menoscaba
ni desvaloriza la práctica contable. Por el contrario, reconocer lo que es esa imagen
en realidad, es quizás una condición esencial para usar la información contable con
sensibilidad y conocimiento.
Tradicionalmente, la investigación contable se ha orientado a reunir información
sobre las formas contemporáneas en las que se presenta la información contable o, de
manera más práctica, ha querido mejorar o cambiar la “resolución” de la imagen que se
proyecta en las Cuentas, a través de trabajos técnicos o conceptuales. Estos esfuerzos son
valiosos siempre y cuando el investigador no caiga en la trampa de creer que esa imagen
puede transformarse en una representación perfecta de la realidad. A pesar de que como
individuos podemos y debemos “objetivar” la realidad, la realidad social no es por sí
misma un objeto, sino un flujo de eventos y prácticas interrelacionadas que cambian por
razón de nuestra naturaleza y por las percepciones de otros. Una vía alternativa para la
investigación, que es la que hemos propuesto, es explorar las condiciones y consecuencias
de la producción y del uso de la información contable, y de esta manera comenzar a
desarrollar una comprensión de la forma en la que la contabilidad no solamente refleja la
realidad, sino cómo es que a través de sus diferentes formas de uso puede moldearla.
Los contadores y los administradores en ejercicio enfrentan ciertas alternativas
similares con relación a la información contable. Ellos pueden poner todo su esfuerzo
y energía en mejorar la naturaleza y calidad de la información que utilizan o, por otro
lado, pueden volcarse hacia las condiciones y consecuencias del uso real que le dan a
esta información. Como una información que esté alejada de su uso es literalmente un
sin sentido, es mediante una combinación de estos dos enfoques que los investigadores
y los profesionales podrían esperar obtener una comprensión de la práctica contable, al
tiempo que aumentan su efectividad.
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Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas /121
Comentario
Sobre la necesidad de una recreación
organizacional y social de los sistemas contables en
Colombia.
Los profesores Roberts y Scapens (1985), nos proponen un sugestivo enfoque para
comprender los sistemas contables en su contexto organizacional y social. Dos son las
distinciones que nos parecen fundamentales en esta aproximación a la contabilidad. En
primer lugar, la diferenciación entre los sistemas contables, como construcciones lógicas
e ideales, y los sistemas de rendición de cuentas, categoría que se refiere a los sistemas
contables tal y como se desarrollan en un contexto organizacional concreto. La segunda
distinción que nos parece fundamental es la idea según la cual, basándose en la teoría
de la estructuración de Anthony Giddens, la contabilidad no es una receptora pasiva
de significaciones, valores y órdenes (o mandatos) de las estructuras sociales y de los
sistemas externos, sino que, más bien, la contabilidad participa de manera activa en la
producción de las interacciones sociales, re-produciendo y moldeando el orden social y
la acción humana.
En Colombia ha subsistido por años un debate entre quienes arguyen la necesidad de
contextualizar las prácticas y las normas contables y quienes plantean y defiende la idea
de homogeneizar lo que debemos hacer los contadores, con los usos, prácticas y criterios
de otros contextos (Cubides y otros; 1994). Esta discusión se caldea más en el entorno de
mundialización económica y de estandarización regulativa actual.
Quizás nuestra aproximación a la realidad organizacional y social ha estado más
basada en explicaciones, prescripciones y modelos de visión (Von Foerster, 2003), que
en un reconocimiento comprensivo, complejo, contextual, sistémico y global1 de lo
que nos acontece. Esto se da a tal punto que cada una de las posturas en el debate
mencionado, –si esta tensión dicotómica es válida–, han circunscrito los términos del
mismo a la contraposición entre Nacionalismo versus Internacionalismo. No podemos
negar que estas categorías del antagonismo fueron ingredientes históricos en la discusión
inicial, pero pensamos que su permanencia estática como contradicción analítica, no
reconoce la condición cambiante y la transformación que el contexto, las relaciones
sociales y el debate mismo han sufrido. Pensamos que el documento y las herramientas
conceptuales que nos proveen Roberts y Scapens (1985) pueden ayudarnos a repensar
y replantear esta cuestión.
Si partimos de considerar la diferenciación entre sistemas contables y sistemas de
rendición de cuentas que proponen los autores, podemos señalar que, en Colombia, nos
hemos ubicado en una postura “ideal-tipo”. Esto quiere decir que hemos permanecido
1 La expresión global aquí usada, connota el abordaje sistémico de múltiples dimensiones como
un todo. No se refiere a la globalización como proceso social dirigido y muy documentado en los
últimos años. (Wallerstein, 1999).
Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas /123
4 Buscando la utilidad de la información para los inversores en los mercados financieros, como
lo señala el Marco Conceptual de IASB (1989). Entendemos por financiarización el proceso
mediante el cual, la lógica financiera se sobrepone a los procesos productivos reales. (Giraldo,
2007).
Sistemas contables y sistemas de rendición de cuentas /125
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Avances Interdisciplinarios para una Comprensión
Crítica de la Contabilidad
Gómez V., M. y Ospina Z., C. (Eds.). © Derechos
Capítulo 5
reservados, (2009)
La contabilidad y la construcción
de la persona gobernable
Peter Miller
División de Estudios Económicos,
University of Sheffield
Ted O’Leary
Departamento de Contabilidad,
University College, Cork
* Tomado de: Miller, Peter & O´leary, Ted. (1987). “Accounting and the Construction of the
Governable Person”. In: Accounting, Organizations and Society, Vol 12 No 3. pp (235-265). Con
la autorización de Elsevier.
128/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
I. Introducción
La contabilidad ha permanecido notoriamente aislada de los importantes debates
teóricos e históricos que han atravesado las ciencias sociales. La historia de la contabilidad,
por ejemplo, es un contexto en donde se puede corroborar que no se han problematizado
lo suficiente sus roles. Un concepto estándar, que ha guiado la historia de la contabilidad,
es aquel que considera que ésta, esencialmente, tiene unos roles funcionales en la
sociedad que son susceptibles al cambio (American Accounting Association, 1970). Muy
pocas dudas, o casi ninguna, surgen alrededor de la posibilidad de concebir otros puntos
de partida metodológicos que puedan llevar a una comprensión radicalmente distinta de
la historia de la contabilidad.
No obstante, hay algunos destellos. Recientemente se han hecho esfuerzos por indicar
los caminos que podría tomar una detallada interpretación social de la contabilidad
(Burchell, et al., 1979, 1980). Estos primeros pasos parecen muy útiles.
Nuestra preocupación en este artículo puede denominarse como histórica. Nos
ocuparemos del surgimiento del presupuesto y costeo estándar en las primeras décadas
del siglo XX y en la forma como podemos relacionarlos con otras prácticas sociales. El
identificar nuestra preocupación como histórica, sin embargo, nos lleva a preguntarnos
por el sentido y la importancia del análisis histórico. Se necesita cuidado para formular un
pedido especial de una perspectiva histórica que nos permita comprender los cambios en
el pensamiento y la práctica contables. Hay un buen número de formas de comprender
la contribución de una perspectiva histórica. Uno de los pedidos que se escucha de
cuando en cuando es el que reclama más historias (ver Parker, 1981, p. 290; Solomons,
1968, p.17). Se ha sugerido que estas historias podrían develar el qué y el cómo de la
contabilidad. Por ejemplo, ¿qué era lo que en realidad se contabilizaba en una firma del
siglo XIX? Es muy tentadora la posibilidad de unir esfuerzos alrededor de esta pregunta.
Su propósito no hace daño y podría tener un vigor innegable.
En un sentido, no tenemos mayores objeciones sobre un reclamo por más hechos.
Sin embargo, la simpleza de tal reclamo puede conducirnos por una ruta equivocada. De
esta forma, nos gustaría proponer una agenda diferente para la interpretación del pasado
de la contabilidad, una agenda que permita arrojar nuevas luces sobre la comprensión de
las prácticas contables. Consideramos que nuestra propuesta es de una gran relevancia
para comprender la contabilidad actual, y nos permitirá desarrollar una comprensión
teórica de ésta como una práctica social y organizacional.
Una de las concepciones de la historia contable, que parece tener un importante
grado de aceptación en la actualidad, es la que considera que la contabilidad cambia,
o tiene la capacidad de cambiar, en respuesta a las demandas que expresa o que
implícitamente reclama un entorno cambiante. En esta noción de la historia de la
contabilidad las alusiones a la metáfora evolutiva no son poco frecuentes (American
Accounting Association, 1970; Chatfield, 1977; Littleton y Zimmerman, 1962; Lee y
Parker, 1979; Kaplan, 1984). Aparentemente, lo que se pide aquí de la historia contable
es que debe, aparte de una mera consideración estética, proponerse a dilucidar: “la
evolución en el pensamiento contable, sus prácticas e instituciones, en respuesta a un
cambio en las necesidades sociales y del entorno. También (debe considerar) [….] el
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /129
1979; Foucault, 1973, 1977, 1981). En ningún momento queremos sugerir que estos
estudios ofrecen una panacea para pensar la contabilidad. En ningún caso ellos se
ocupan directamente de la contabilidad o de procesos económicos relacionados con
ésta. Pero, a pesar de las diferencias en el campo de estudio, sentimos que hay un rasgo
característico en ese enfoque que es útil en el intento de comprender la contabilidad
como una práctica social y organizacional. Es claro que no podemos hacer más que
señalar aquello que encontramos relevante. Un buen número de estudios recientes se
ocupan de estos asuntos en profundidad (Sheridan, 1980; Cousins y Hussain, 1984;
Burchell, et al., 1991; Miller, 1987).
Por más de un periodo de veinte años, Michel Foucault ha trabajado en lo que
podríamos llamar una serie de historias sobre el surgimiento de las ciencias humanas.
Sus estudios han abordado campos como la medicina (Foucault, 1973), el surgimiento
de la psiquiatría (Foucault, 1967) y la prisión (Foucault, 1977), para nombrar sólo un
puñado entre los más importantes. El enfoque histórico de estos estudios se ha ubicado
principalmente en el periodo de 1800, que es considerado como un punto crucial en
la formación de la era moderna. Otros escritores han explorado desde una perspectiva
similar algunos periodos más cercanos a nuestros días (Donzelot, 1979; Castel et al.,
1982). A la par de estos estudios se han discutido una serie de aspectos metodológicos
relacionados con la comprensión de los procesos históricos (Foucault, 1972, 1981). En
las indagaciones más recientes ha surgido una preocupación explícita por el asunto del
poder.
Para nuestros propósitos, hay tres aspectos que nos gustaría diferenciar de este vasto
y creciente cuerpo de material. Éstos se relacionan, primero, con lo que se podría llamar
una pregunta “genealógica” sobre el papel de la investigación histórica. Segundo, con
una pregunta “arqueológica” que se ocupa de la forma en la que se hace la historia y,
tercero, con una tesis sobre la interdependencia de los cuerpos de conocimiento y las
relaciones de poder.
La noción de genealogía es engañosamente simple. Se ocupa primordialmente de
un cuestionamiento de las nociones que contemporáneamente hemos recibido, al
demostrar su surgimiento histórico. En este sentido, el objetivo de la historia es hacer
inteligible la manera en la que pensamos en la actualidad al recordarnos las condiciones
de su formación. Ya sea que se refiera a los términos de eficiencia, racionalidad o
motivación, el análisis genealógico nos ayuda a apreciar el carácter efímero de éstos.
Pero la genealogía no pretende sólo desacreditar una iniciativa lo suficientemente valiosa
por sí misma. Ésta se ocupa de un enfoque particular que rastrea el surgimiento de
las razones contemporáneas que a menudo no son cuestionadas. Un enfoque que no
pretende buscar un episodio único en la historia que pueda considerarse como el punto
de origen de nuestras prácticas actuales. El surgimiento de las creencias contemporáneas
es visto a través de un conjunto complejo de episodios dispersos. La genealogía no nos
permite establecer unos cimientos sólidos. En lugar de esto, fragmenta y desestabiliza
lo que podríamos considerar como la base de nuestras ideas y prácticas actuales. El
aplicar esto a la contabilidad significaría cuestionar esa búsqueda de los orígenes de la
contabilidad en la invención de las técnicas, ya sea que exploremos en los siglos recientes
o en la antigüedad. Otro tipo de episodios, como los objetivos políticos de los Estados,
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /131
Los argumentos de Foucault que se ocupan de la cuestión del poder están relacionados
muy de cerca con su investigación sobre el surgimiento de las ciencias humanas
(Foucault, 1970). El cambio que identifica entre el poder soberano al poder disciplinario
está íntimamente conectado con modificaciones en nuestras formas de conocimiento.
Su argumento se expresa en la fórmula “poder/conocimiento” y la interdependencia
constitutiva de los dos términos de esa ecuación. La operación de las ciencias sociales
debe entenderse en la forma como ésta elabora una serie de técnicas para la supervisión,
la administración y la disciplina de grandes poblaciones de individuos humanos. Esto tiene
lugar en las instituciones y en un sentido más amplio en las relaciones sociales. Esto no
pretende sugerir que todas las instituciones son homogéneas o que están correlacionadas
con el tipo de administración que se experimenta en la sociedad. Si lo vemos en términos
de poder y al nivel de ciertos principios generales para su operación, sí se considera que
existe una importante interrelación entre la diversa gama de prácticas.
Nuestro propósito en este artículo es entender un periodo particularmente importante
en la historia de la contabilidad que recibió la influencia de estos tres temas generales.
A pesar del periodo histórico del que se ocupan las investigaciones de Foucault, las
instituciones involucradas, y la ausencia de un “método” claramente identificable,
no podemos alegar que estamos verificando ese método al transponer su campo de
aplicación. Hemos estudiado un periodo diferente, el que se da alrededor del año de
1900, y una disciplina distinta, la contabilidad. En nuestras investigaciones preliminares
nos vimos guiados a formular un número de proposiciones de trabajo y son éstas las que
directamente le han dado forma al artículo. Tales proposiciones se ocupan de principios
metodológicos generales, de un esfuerzo por ubicar a la contabilidad dentro de un
campo más amplio de las técnicas de cálculo y de algunas reflexiones sobre el nivel de
nuestro análisis y de lo que creemos que pueda ser su importancia. Quizás sea útil si
comentamos brevemente algunas de las preocupaciones más importantes.
Hay un primer postulado metodológico y general que podemos llamarlo
“constructivista”. Con esto, queremos decir que nos hemos ocupado de la manera como
la contabilidad, en unión con otras prácticas, ha servido para construir un área especial
de visibilidad. En lugar de entender la contabilidad como una herramienta neutral de
observación, hemos intentado analizar cómo la contabilidad ayuda en el proceso de hacer
evidentes ciertos aspectos cruciales del funcionamiento de la empresa. Preguntas sobre
las mermas y la eficiencia son algunos de los ejemplos que tratamos en el artículo.
Un segundo aspecto que resultó de nuestra lectura de la literatura era que este proceso
de hacer visibles los aspectos desembocaba en la persona. Para ser más específicos, esto
sucede así porque en el trabajo, el individuo se ve rodeado por una serie de normas y
estándares. A través de tales normas y estándares la ineficiencia de la persona se hace
claramente visible. Este era un paso novedoso que daba la contabilidad. Es también
importante con relación al problema de poder que identificamos atrás. Corriendo el
riesgo de ser interpretados erróneamente, seremos muy esquemáticos al registrar lo que
consideramos como un cambio significativo, impulsado por el surgimiento del presupuesto
y costeo estándar y su alianza con la administración científica; todos estos aspectos serán
tratados en detalle más adelante. En el siglo XIX, la disciplina dentro de la empresa
tomaba la forma de confrontaciones directas entre el trabajador y su jefe. A comienzos
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /133
del siglo XX, y debido a los cambios a los que nos referiremos adelante, el empleado se
ve rodeado por una serie de normas de cálculo y estándares, que interponen entre él
y su jefe una serie completa de mecanismos intermediarios. Con estos cambios, parece
que la disciplina ya no reside en la voluntad del jefe sino dentro de la misma maquinaria
económica, en las normas y en los estándares de los que el trabajador puede alejarse.
Sostenemos que la contabilidad es un aspecto importante en el desarrollo de una serie
de programas de cálculo y técnicas que pueden llegar a regular la vida laboral de los
individuos en el siglo XX. Es por esta razón que hablamos del costeo estándar como parte
de una importante reorientación del ejercicio de poder dentro de la empresa.
Un tercer aspecto que queremos tratar es el amplio esquema en el que suceden los
cambios en la contabilidad. Nuestra preocupación en el artículo oscila entre la empresa
y la nación, entendiendo estos como distintos niveles para la elaboración de una serie
de técnicas de supervisión y administración de la vida de los individuos. Si extendemos
nuestra visión más allá de la empresa y de la contabilidad, es claro que una importante
redefinición de las tareas y objetivos del gobierno se gestó en esos primeros años de
este siglo1. Un elemento central de esa redefinición fue el surgimiento de las ciencias
sociales, en particular de disciplinas como la psicología y la sociología. Luego de unirse
con una concepción distinta sobre el papel del Estado, las ciencias sociales estuvieron en
capacidad de establecer una alianza con el Estado y de emprender una forma bastante
novedosa de administración y vigilancia sobre las vidas de los individuos. Otra de las
cuestiones centrales en este proyecto era la posibilidad de comparar las capacidades de
los individuos (salud, inteligencia, longevidad) frente a estándares específicos. En nuestra
opinión, es posible comprender por qué surgió el presupuesto y costeo estándar en
los primeros años del siglo XX, si los situamos en el cambio general en la forma de
administración de la vida social que sobrevino con el paso de siglo.
Un cuarto y último aspecto tiene que ver con el nivel de análisis que hemos realizado.
Hemos puesto un gran énfasis en lo que podríamos llamar discursos programáticos en
oposición a los discursos contables, tal y como se dieron en determinadas empresas.
Esto no es porque consideremos que estos últimos no son importantes. Tampoco
tiene que ver con el hecho de que estimemos nuestra preocupación como totalmente
independiente de un nivel de análisis más técnico. Para clarificar nuestra perspectiva,
podría ayudar si señalamos lo que estimamos como dos series distintas de eventos y
las relaciones que plantean entre sí. El primero, en el que nos hemos concentrado en
el artículo, lo podemos definir como programas discursivos para la administración y el
cálculo de actividades dentro de la empresa y dentro de la sociedad en general. El otro,
que llamamos tecnológico, se ocupa de la operación real de las prácticas contables y de
la elaboración de éstas a través de técnicas y procedimientos particulares. Nuestro punto
es que estos dos niveles son distintos, pero dependen el uno del otro de manera vital.
Un programa discursivo (para calcular las ineficiencias individuales, por ejemplo) sólo
puede cumplir con su propósito si tiene como contraparte la tecnología adecuada. Este
programa aporta a la tecnología mediante un reporte general que ofrece de la realidad, de
1 Hace referencia a los inicios del siglo XX. Nota de los Editores.
134/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
tal manera que ésta pueda conocerse y, también, haciendo visible ciertas actividades de
modo que sean inteligibles a través de una serie de categorías generales. Un programa es
también el espacio para la articulación de los problemas, la negociación y el conflicto de
intereses. Existe, por supuesto, un importante movimiento en el mecanismo que permite
la unión del nivel programático con el tecnológico. Y es precisamente esa holgura de la
unión entre las partes lo que nos motiva a señalar su existencia.
Estos son los aspectos esenciales que moldean nuestro pensamiento en el artículo. Si
son válidos para comprender la contabilidad como una práctica social y organizacional, las
repercusiones pueden ser significativas. Entonces, la contabilidad ya no podría estimarse
como un proceso neutral y objetivo. Pasaría a ser vista como una parte importante dentro
de las redes de relaciones de poder que se desarrollan en el tejido mismo de la vida
social y organizacional. Se convertiría en un elemento constitutivo de uno de los modos
de normalizar la gestión socio-política, cuya preocupación es la de hacer visibles todas
las formas de actividad del individuo, considerando su papel en la operación eficiente
de la empresa y la sociedad.
Sowell (1973), quien declara que su tarea es la de presentar “en una sucesión cronológica,
aquellos eventos relacionados, fuerzas, individuos e ideas que han contribuido o que
han desarrollado” (p. 2) un conjunto teórico y técnico llamado costeo estándar. Una vez
lo ha logrado, a través de una enorme cantidad de fuentes consultadas y descritas, Sowell
concluye su trabajo. Un segundo enfoque, que es adoptado por Solomons (1968), es el
de interpretar esas nuevas prácticas a través de la lente del progreso, y señalar aquellos
caminos difíciles y que a menudo conducían a errores, desde donde partió el cálculo de
costes hasta progresar a su nivel actual de sofisticación. De tal manera, Solomons ataca
las “debilidades” encontradas en uno de los primeros bosquejos alrededor del costeo
estándar, el de Emerson, y señala las fallas en su capacidad analítica y en la claridad de
pensamiento relacionada con la escritura que documentó este proceso.
Nuestro propósito en este artículo es darle una interpretación diferente al surgimiento
del costeo estándar. No vemos que el desarrollo del presupuesto y costeo estándar sea parte
del despliegue de un conjunto teórico-técnico de utilidad social, cuya lógica subyacente
es la del progreso. Nos parece mejor proponerlo como una importante contribución en
el desarrollo de un conjunto de prácticas que se traducen en una forma de gestión socio-
política, y que se ocupan de los individuos y su funcionamiento eficiente.
El presupuesto y costeo estándar proporcionaron un marco teórico y una técnica
novedosa que sirvieron para hacer evidentes las ineficiencias de los individuos dentro
de la empresa. En indagaciones rutinarias sobre los despilfarros o la ineficiencia en el
empleo de recursos humanos, financieros y materiales, el presupuesto y costeo estándar
complementaron las preocupaciones tradicionales de la contabilidad con aspectos como
la fidelidad y la honestidad de las personas. La contabilidad de costos estaría ahora en
capacidad de ocuparse de las personas y otorgarles cierta responsabilidad relacionada con
los estándares establecidos para el desempeño. Con este paso, la contabilidad extendió
de manera significativa su dominio, insertando al individuo en una red de prácticas de
cálculo que buscan no sólo la gestión operativa sino la eficiencia.
A través de un número de textos centrales que se difundieron entre el periodo de
1900 y 1930, es posible identificar el cambio que implicó el surgimiento del presupuesto
y costeo estándar. Garcke y Fells (1911) hacen la siguiente afirmación sobre el papel de
las cuentas de costos sistemáticas y su importancia en la gestión:
Es solamente a través de registros sistemáticos que se pueden prevenir los despilfarros,
las mermas y los fraudes, y que los empleadores pueden conocer el costo de cualquiera
de los artículos que manufacturan, y que pueden estar en capacidad de determinar
de modo preciso y científico, no sólo por aproximaciones y azar, sus ganancias o sus
pérdidas, no sólo en el grueso de sus transacciones durante un periodo, sino también en
cada transacción individual que realicen. (Garcke y Fells, 1911, pp. 3-5)
Del mismo modo, A. L. Dickinson (1908, citado por Garcke y Fells, 1911, pp.7-8)
señala los principales objetivos de un sistema de costos moderno. Estos deben ser:
1. Determinar el costo del mismo producto en periodos diferentes dentro de la misma
fábrica, o en el mismo periodo en diferentes fábricas, y de esta manera remediar las
desigualdades en costo reduciendo los resultados obtenidos a la mejor opción.
136/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
2. Proporcionar un registro preciso de los inventarios que se tienen y así facilitar una
reducción de las existencias y del capital que se pueda usar garantizando la eficiencia.
3. Preparar información estadística sobre los costos de las partes, la cantidad y la
variedad de la producción, la eficiencia relativa de las diferentes clases de trabajo, y los
costos relativos del trabajo y el material en distintos periodos y fábricas.
4. Preparar informes periódicos y condensados de las ganancias y las pérdidas, que
de manera ágil les proporcionen a los directores toda la información material sobre los
resultados de su negocio.
Estas declaraciones son admirables por su rigor. Sin embargo, aquello de lo que
carecen es lo que en realidad nos interesa para nuestros propósitos. En ninguna de
estas declaraciones hay una afirmación clara sobre los propósitos que deben cumplir
unos costos estándar o predeterminados. Como consecuencia, tampoco aparecen los
materiales que permitirían la operación de una rutina tecnológica de costos estándar.
Por los años de 1930, en los textos que se producían en ambos lados del Atlántico,
ya estaban claramente establecidas una serie de nuevas y prominentes adiciones al
vocabulario empleado en las cuentas de costos. Algunos términos son “el costo estándar”,
“el análisis de variaciones”, “el presupuesto” y “el control presupuestario”. Esta ruptura y
sus repercusiones es lo que nos concierne. Una de las maneras de indicar este cambio sería
diciendo que se pasó de “registrar los costos de producción” a “registrar el rendimiento
de todas las actividades que pueden generar alguna sospecha sobre su costo”.
Charter Harrison (1930) expresa con más claridad su inconformidad con el viejo
sistema y la promesa del nuevo:
El más grave defecto del plan de costeo por órdenes de trabajo es que falló, de la
forma más rotunda y funesta, en conseguir el propósito básico de cualquier sistema
de costos: el de llamar rápidamente la atención de las directivas sobre la existencia de
ineficiencias que se podían prevenir y luego tomar acciones para eliminarlas en la etapa
más temprana posible. (Harrison, 1930, p. 8)
Y de nuevo:
Una de las principales ventajas del costeo estándar […] es que el trabajo administrativo
que se desprende de la operación de un sistema de costos estándar apropiadamente
diseñado, es mucho menor que el que requiere cualquier plan completo de costeo por
órdenes de trabajo. Este hecho se hace evidente cuando se considera que con los costos
estándar nos ocupamos del principio de excepción, es decir, de las variaciones que se
derivan de los estándares (Harrison, 1930, p. 12, la cursiva es añadida).
Para nuestras preocupaciones en este artículo hay una dimensión crucial sobre esta
innovación. El principio de costeo estándar hizo posible que se pudieran otorgar ciertos
estándares y normas de comportamiento para cada individuo dentro de la firma. Cada
uno, en relación a todas las actividades que realiza o dirige, puede ser susceptible de
un proceso continúo de análisis. La inculcación de es estas normas se ocupa no sólo del
comportamiento fisiológico del trabajador de escritorio, sino también de la actividad
mental del ejecutivo. Veamos lo que dice Charter Harrison nuevamente:
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /137
Hemos aumentado la eficiencia del hombre promedio porque aplicamos los principios
de la administración científica sobre su trabajo. En lugar de permitir que procediera de
modo caprichoso, le hemos proporcionado unos estándares de cumplimiento que han
sido determinados cuidadosamente y que son posibles por una normalización de las
condiciones, además de ofrecerle un entrenamiento científico que es complementado
por una recompensa de eficiencia. Hemos combinado las ciencias mecánicas y la
psicología, permitiendo que cada hombre, mujer y niño en este país pueda ahora
recoger los frutos de este esfuerzo. (Harrison, 1930, pp. 27-28)
afines. De tal manera, el escritor británico Arnold White (1901), en su muy demagógico
libro Efficiency and Empire, cuyo material había aparecido publicado el año anterior en
artículos de periódicos, proclamó la necesidad de realizar una reevaluación minuciosa de
los valores políticos y morales de la nación. White era un escritor polémico, no obstante,
si consideramos que Gran Bretaña se encontraba en una época de desestabilización
por una serie de revelaciones y de desastres relacionados con la Guerra de los Bóer, sus
argumentos esta vez no estaban fuera de tono.
White consideraba que la ineficiencia resultaba de un deterioro físico y moral. La
clase media se había convertido en buena parte en una “clase de buscadores de placeres”
mientras que las clases trabajadoras “artificialmente restringían su actividad laboral” (p.
310). Mientras tanto, la bebida ejercía su dominio sobre todos los grupos sociales. El
resultado fue un ablandamiento del carácter de los gobernados y de los gobernantes.
Pero, el primer elemento de la eficiencia, de acuerdo con White, era la salud (p. 95).
Aquí el problema era visto como algo mucho más profundo. “Nuestra especie”, declaraba
White de manera dramática, “está siendo propagada y aumenta continuamente por
causa de personas insignificantes que se han criado en la calle” (p. 100). Con esto, White
se estaba refiriendo a “los niños de colegio con anteojos, hambrientos, escrofulosos y
epilépticos” que “se convertían en novios tísicos y novias escrofulosas” (pp. 101-102).
En ciertas instituciones como la Armada, la Marina y la Policía, se considerada que la
población estaba principalmente compuesta por “pacientes recién dados de alta del
hospital, debiluchos con mal aspecto, individuos con vidas sedentarias, dedicados a
la bebida y enfermos” (pp. 107-108). En resumen, la nación se estaba deteriorando
rápidamente y el Estado no estaba tomando ninguna medida para evitarlo.
White fue sólo uno de muchos periodistas que sugirieron la necesidad de un nuevo
norte político que pudiera darle vitalidad a un programa de “eficiencia nacional”. Estos
asuntos, además, no eran ajenos a los argumentos y a las declaraciones de los políticos.
Mientras que el astuto político Roseberry se alejaba de los excesos periodísticos de White,
admitía, no obstante, que estaba “sustancialmente de acuerdo” con las últimas opiniones
de éste (Searle, 1970, p. 54). La cuestión de la eficiencia nacional estaba, en el fondo,
muy relacionada con la organización social. Alemania y Japón fueron utilizados como
modelos o ejemplos fundamentales de una forma de organización social que promovía
la eficiencia a través de la incorporación de la ciencia en el arte de la política.
El mejoramiento de la psique nacional fue uno de los elementos del programa de
eficiencia nacional. La necesidad de esto se vio resaltada por la mala condición física de
aquellos que quisieron alistarse en la Guerra de los Bóer. Así, en Manchester, en el año
de 1900, de los 11000 voluntarios que se presentaron 8000 fueron rechazados por su
mala salud, y los 2000 hombres restantes fueron encontrados aptos sólo para la milicia
(Searle, 1970; Winter, 1980).
El ambiente que se generó alrededor de la cuestión de la salud física era de pesimismo
y en ocasiones se traducía en histeria. La preocupación estaba en el hecho de que Gran
Bretaña estuviera criando una raza de degenerados, y esta sensación era más fuerte a
medida que se descendía por la escala social. White había sugerido algunas restricciones
para contraer matrimonio con el fin de paliar un poco este problema (1901, p. 111). El
movimiento de la eugenesia fue la versión más extrema de estos argumentos y reclamaba
140/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
la “esterilización de los no aptos”, pedido que fue ganando terreno para luego aparecer
en los debates políticos. Esto no fue, además, una cuestión de políticas partidistas. La
eugenesia atraía a los socialistas fabianos y a los conservadores por igual. Los enfermos
debían ser controlados por su propio bien y por el funcionamiento eficiente de la
sociedad.
La eficiencia también sería una palabra clave en su relación con la maquinaria
gubernamental, la educación y el papel del científico experto dentro del gobierno. El
propósito del Estado era promover la “buena vida” de sus ciudadanos y desarrollar la
naturaleza moral del hombre (Dyson, 1980, p. 192). Para lograr esto, la aplicación del
conocimiento y el entrenamiento científico era algo necesario. No está del todo claro si
esto quería decir que las decisiones fundamentales debían ser tomadas por expertos o
si la política y la administración pública debían convertirse en una ciencia. Es claro que
ambas líneas de interpretación existían y la última se tradujo en una forma institucional
al final del siglo XIX, a través de la fundación de la London School of Economics, a manos
de los Webbs. El principio que estaba en juego aquí decía que “las reconstrucciones
sociales exigen tanto entrenamiento especializado y estudio consistente como la
construcción de puentes y vías ferroviarias, la interpretación de la ley o los adelantos
técnicos en la maquinaria y en los procesos mecánicos” (citado por Searle, 1970, p. 85).
De nuevo, este era un asunto que trascendía las filiaciones políticas. Roseberry, el líder
de los “Imperialistas liberales” hizo un llamado por un gobierno a través de “métodos
científicos”. Asquith, por su lado, sugirió que la reforma social debía desarrollarse “no
como una cuestión moral […] sino como una cuestión de eficiencia imperial y social”
(citado por Collini, 1979, pp. 83-84).
Esto, claro, no constituye más que una mirada sugestiva sobre la literatura que nos
permitiría constatar la existencia y los alcances del discurso sobre la eficiencia nacional
en Gran Bretaña, en los primeros años del siglo XX2. No obstante, sentimos que es
suficiente para respaldar nuestros argumentos sobre el hecho que el término “eficiencia”
proporcionó un grado de coherencia para la identificación y la expresión de toda una serie
de preocupaciones nacionales. Si esto nos ha permitido hablar de una ideología alrededor
de la eficiencia que se dio en Gran Bretaña durante ese periodo, ¿podríamos decir lo
mismo en el caso de los Estados Unidos? Parecería que esto lo podríamos responder de
modo afirmativo, sin dejar de considerar el contexto socio-político diferente de la sociedad
Norteamericana. La era progresista, como lo ha expresado un autor, “está casi hecha a la
medida con el fin de estudiar a los norteamericanos enamorados de la eficiencia” (Haber,
1964, p. IX; Hays, 1959). La “manía de la eficiencia” de la era progresista consistía en “un
derroche de ideas y emociones por las que se predicaba un evangelio de la eficiencia, sin
ningún tipo de reparo, a los empresarios, trabajadores, doctores, amas de casa y profesores
[…]” (Haber, 1964, p. IX). En este sentido, la eficiencia se refería a un atributo personal,
a un principio mecánico de la razón insumo-producto de una máquina, a la eficiencia
comercial en forma de ganancias, y a la eficiencia concebida como una relación entre los
hombres. En este último sentido, posiblemente el más importante para nuestros propósitos,
la eficiencia quiere decir eficiencia social, lo que a su vez significa organización social.
de Hobhouse sostienen que la mente humana debe ser vista como parte del proceso
completo de la evolución. Si se considera que como consecuencia del proceso de
evolución, la mente ha evolucionado hasta una racionalidad compleja, sólo podría
ésta ejercer su influencia en otros procesos si se configura de manera idónea. Así, la
racionalidad humana, en su forma científica distintiva, ha dotado a la humanidad con:
“el inmenso poder de controlar las condiciones, las externas y las internas, de la vida
[…]” (Hobhouse, 1911, p. 156). Para Hobhouse: “El punto decisivo en la evolución de
pensamiento […] es alcanzado cuando la idea del desarrollo de la humanidad se hace
explícita en la conciencia como el principio rector del esfuerzo humano […]” (Hobhouse,
1911, p. 155).
La ciencia social que es concebida de esta forma se puede convertir en un instrumento
útil para ejercer un mejor control y dirección del progreso humano. La ciencia social
puede servir a las necesidades humanas como lo hace la ciencia natural, si se adapta y
se usa de manera consciente para alcanzar los fines determinados. De acuerdo con el
sociólogo norteamericano Lester Ward:
Es sólo a través del control artificial de los fenómenos naturales que la ciencia está
hecha para encargarse de las necesidades humanas. Y si en verdad las leyes sociales son
análogas a las leyes físicas, no existe una razón para que a la ciencia social no se le dé
una aplicación práctica como sucede en el caso de las ciencias físicas (Ward, 1918, p.
352; citado en Hofstadter, 1955).
de la misma forma en la que el cuerpo está conformado por las células y los productos de
ellas […]” (p. 30).
Pero, de la misma manera en la que uno fallaría en entender la vida de un cuerpo al
estudiar de forma separada sus células, no se podría comprender la sociedad sólo por
sus individuos.
Debemos, por igual, tomar en cuenta esa interconexión orgánica en donde el proceso
vital de cada célula por separado coopera para mantener la salud del organismo que
los contiene. Así, del mismo modo, para comprender el orden social debemos tener en
cuenta no sólo a los individuos y sus capacidades y logros, sino a la organización social
en virtud de la cual los individuos actúan y de manera conjunta producen lo que hemos
llamado resultados sociales. […] (Hobhouse, 1911, p. 29)
Una de las tareas importantes que enfrentaba el reformador social era la de rediseñar
la organización social de tal manera que la cooperación de los individuos para producir
resultados sociales funcionara de la manera más eficiente posible. Contrario a la imaginería
mecánica de Webb, en la que la libertad del individuo parecía esfumarse en el proceso
de asumir un rol social, Hobhouse argumentaba que:
[…] la vida del cuerpo no se perfecciona al restringir la vida de las células, sino por
mantener ésta en su nivel más alto de eficiencia. Tampoco podemos desarrollar el
organismo al reducir sus células a un modelo uniforme. Por el contrario, este desarrollo
se dará si permitimos que cada tipo de célula varíe de acuerdo con su línea, siempre y
cuando que estas múltiples variaciones sean al final mutuamente compatibles. Esto se
acomoda perfectamente a la sociedad, desde su expresión más pequeña hasta la más
amplia (pp. 90-91).
La eugenesia proporcionó algo que podríamos llamar como un vínculo estratégico entre
cierta teoría de la administración social y cierta concepción de las habilidades humanas
(Rose, 1979). Los argumentos relacionados con el deterioro de las capacidades físicas
humanas de la nación llevaron a la pregunta por el modo más apropiado de intervenir
en la organización de la población. En Gran Bretaña, el aporte principal del movimiento
de la eugenesia (Mackenzie, 1976) fue, quizás, el que proporcionó un principio de
legitimación para una serie de operaciones de los individuos que, se sospechaba,
podrían socavar la fuerza de la nación por causa de sus propios defectos, ya sea en
el campo de la evaluación de la inteligencia (Sutherland, 1972; Rose, 1979) o en la
administración social. En los Estados Unidos la eugenesia se desarrolló más como un
movimiento “práctico” (cf. Haller, 1963; Pickens, 1968; Castel et al, 1982). En 1907,
luego de una serie de intentos que se dieron en la década anterior o en años precedentes
(cf. Kamin, 1974, p. 10), se aprobó una legislación en Indiana y Michigan que permitía
la esterilización de “criminales confirmados, idiotas, imbéciles y violadores” (Castel et al.,
1982, p. 47). Muchos Estados siguieron el ejemplo durante las dos décadas siguientes.
Un amplio debate se desató alrededor de esa legislación, pero este principio derivado
de la eugenesia fue confirmado en 1927 por la Corte Suprema de los Estados Unidos,
cuando se profirió que la esterilización era coherente con el poder policivo del Estado:
Sería extraño que no pudiéramos tomar acciones sobre aquellos que menoscaban
la fuerza del Estado por motivo de esos sacrificios menores, que a menudo no son
siquiera percibidos por los involucrados, de manera que evitemos vernos agobiados por
la incompetencia. Es mejor para el mundo, si en lugar de esperar por su imbecilidad, la
sociedad puede prevenir que aquellos que no son aptos se prolonguen en su especie. El
principio que fundamenta la vacunación obligatoria es lo suficientemente amplio para
cubrir el corte de las trompas de Falopio (citado por Haller, 1963, p. 139).
Este juicio concluyó con un famoso aforismo que afirmaba que “tres generaciones
de imbéciles son suficientes” (Haller, 1963). Los principios de la eugenesia continuaron
esparciéndose durante las primeras tres décadas de este siglo, de tal modo que para 1931,
en uno u otro punto, unos treinta estados ya habían aprobado la ley de esterilización.
Debemos añadir, no obstante, que para el año de 1944 sólo se habían realizado 42.000
esterilizaciones.
Pero no es la eugenesia en sí misma lo que nos preocupa aquí. La eugenesia es
interesante como el ejemplo más extremo de una forma de gestión social que se
ocupaba de la eficiencia del individuo. Finalmente, la eugenesia falló en convertirse en
una tendencia definida de gestión social (Rose, 1979). Sin embargo, en las primeras tres
décadas de este siglo, se desarrollaron a la par de la eugenesia, inicialmente apareciendo
como apoyo para ésta y por último suplantándola como una forma de gestión social, una
serie de intervenciones sociales que tomaron como objetivo al individuo ineficiente. La
higiene mental es un ejemplo importante de tales desarrollos. En 1909 se funda en los
Estados Unidos un Comité Nacional para la Higiene Mental que tiene como objetivo:
Trabajar por la protección de la salud mental del público; ayudar a mejorar la atención de
aquellos que están en riesgo de padecer un desorden mental o de los que ya lo padecen;
promover el estudio de los desórdenes mentales en todas sus formas y repercusiones,
146/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Luego de obtener rápidamente apoyo financiero, los resultados del primer estudio
que realizó este Comité en 1913, en una escuela de Baltimore, mostraron que un
10% de los niños necesitaban de atención psiquiátrica. La guerra imprimió una fuerza
considerable a estos desarrollos. La “neurosis de la guerra” proporcionó nuevo material
para estudio y permitió evidenciar la relación que existía entre los desórdenes psíquicos y
las condiciones cotidianas de vida. En este sentido, la mayor contribución del movimiento
de la higiene mental tiene que ver con el tratamiento de los problemas de los soldados
que regresaban de la guerra.
En los Estados Unidos, el movimiento de la higiene mental se ocupó especialmente de
los problemas de los niños, y jugó un papel destacado en el movimiento de orientación
infantil que floreció en la década de los veinte. La importancia de estos desarrollos
radicaba en la nueva forma de gestión social que permitieron. En palabras de uno de los
líderes del movimiento de orientación infantil:
La clínica (de niños) se encarga de estos problemas no sólo brindando tratamiento para el
niño en el que se manifiestan, sino también para las familias, escuelas y ocupándose de
otros factores como los recreacionales, de otras personas que contribuyen al problema,
y determinando de quién es el desorden que este problema puede estar reflejando
(citado en Castel et al, 1982, p. 35).
Ahora, era posible intervenir en toda esta serie de comportamientos de los individuos
cuyo desempeño estaba por debajo de la norma. El principio rector no estaba en hallar
una cura para la enfermedad o en erradicar los defectos, sino en mejorar la salud del
individuo, en optimizar su funcionamiento. William White declaró este principio de
manera clara en su conferencia inaugural para el Primer Congreso Internacional de
Higiene Mental:
La higiene mental es en este sentido más importante que nunca, y puede verse cómo
su importancia ha cambiado gradualmente de una simple prevención de la enfermedad
mental, lo que implica un programa negativo, hacia la actitud positiva de encontrar
formas y medios para que la gente viva a plenitud. Por mucho tiempo la medicina ha
mantenido como ideales el librarse de la enfermedad y el aplazamiento de la muerte. Ya
es tiempo de que estos ideales sean reemplazados por unos de vida, por un logro real y
creativo. El arte de vivir debe reemplazar ese objetivo primordial de evitar la muerte, y
si de alguna manera logra con éxito reemplazarlo, se encontrará que ha cumplido mejor
con ese objetivo que lo que lo hacían los viejos métodos impulsados por tal propósito.
La salud es un concepto positivo, no negativo (citado en Castel et al., 1982, p. 37).
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /147
Las ventajas eran evidentes. Ahora se tenía pleno derecho, se exigía, actuar sobre aquellos
individuos que manifestaban algunas pequeñas desviaciones de la norma estadística que
en años anteriores no habrían sido percibidas. Podría ahora alegarse que se tiene el
derecho de actuar, por ejemplo, sobre los niños que presentaran comportamientos como
“ataques de ira, robo, aislamiento, truhanería, crueldad, hipersensibilidad, hiperactividad
y miedos” (Castel et al., 1982, p. 38). Al menos en principio, no habría en lo sucesivo
ninguna esfera de la vida personal que, una vez manifestada, no pudiera considerarse
como potencialmente perjudicial en el funcionamiento eficiente del individuo.
El centro de todas estas nuevas formas de intervención social era el individuo. Estas
formas lograron traer a la superficie todos aquellos aspectos de la vida personal del
individuo que podrían actuar en detrimento de su salud física y mental, y por lo tanto de
su eficiencia, a la vez que abrieron el camino para una gama de posibilidades de gestión
social. La verificación de la inteligencia proporcionó una dimensión más importante y
amplia de esta estrategia general de evidenciar el nivel de funcionamiento del individuo.
La ventaja de las pruebas de inteligencia era que éstas ofrecían unos medios elaborados y
supuestamente objetivos para diferenciar un individuo de otro. Esto lo hizo con la ayuda
de la estadística que servía para determinar el grado de desviación de un individuo de
las normas (Hacking, 1975; Rose, 1979). Las primeras pruebas fueron desarrolladas en
Francia, en 1905, por Alfred Binet, a pesar de que en 1895 sus principios ya estaban
establecidos claramente:
Debemos valernos del conocimiento y de los métodos con los que contamos en el
presente para diseñar una serie de pruebas que se puedan aplicar al individuo, con
el propósito de establecer distinciones entre ellos y permitirnos deducir algunas
conclusiones generales sobre ciertos hábitos y facultades […] (Binet y Henry, citado por
Rose, 1979, p. 8)
Las pruebas de inteligencia fueron importadas a los Estados Unidos por Terman de
Stanford, Goddard de la Vineland Training School en Nueva Jersey, y por Yerkes de
Harvard. Las pruebas mentales de esa época tenían un vínculo muy cercano con el
movimiento de la eugenesia. Los problemas que se buscaban tenían que ver con la
criminalidad, la pobreza, la indigencia y la ineficiencia, y todos eran tratados como una
amenaza a un cuerpo social bien estructurado. La dificultad, sin embargo, estribaba en
la forma de detectar unas características tan engañosas. Mientras que cualquier persona
podría detectar los defectos más extremos y evidentes, ¿cómo sería posible identificar
los individuos con defectos mucho más sutiles? Un observador inexperto fácilmente
podría tomar a tales individuos como completamente normales. Las pruebas mentales
produjeron una “solución” al ofrecer ciertos medios para identificar sistemáticamente
las diferencias sutiles entre los individuos de una gran masa. La estadística y la curva
normal sirvieron como otro ingrediente importante de ese mecanismo para identificar
las desviaciones de la norma (Galton, 1883; Hacking, 1975; Rose, 1979; Sutherland,
1972).
En los Estados Unidos, la cuestión del control migratorio ofreció un terreno
experimental propicio para la verificación mental. Las pruebas que se realizaron sobre
“la gran masa de los inmigrantes promedio” en 1912, revelaron que el 83% de los judíos,
148/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
el 80% de los húngaros, el 79% de los italianos y el 87% de los rusos eran “deficientes
mentalmente”. Es importante recordar que las deficiencias mentales eran una forma de
ganar la deportación y parece que las pruebas mentales aumentaron de modo significativo
el número de deportaciones por esta razón (Kamin, 1974, p. 16).
La primera guerra mundial fue un factor adicionalmente poderoso en el aumento
de las pruebas mentales. El programa de pruebas Alpha y Betha fueron aplicados a un
número cercano a los dos millones de personas, y se despertó el interés del público
cuando se reveló que la edad mental de los reclutas blancos era sólo de 13 años (Yerkes,
1921). Al extrapolar estos resultados para el resto de la población de los Estados Unidos
produjo la cifra de unos ¡50 millones de ciudadanos con deficiencias mentales! (citado
por Castel et al., 1982, p. 45). A pesar de que tal cifra fue rápidamente rectificada como
más baja, logró impulsar la difusión de estas pruebas mentales en otras áreas de la vida
social.
En Gran Bretaña, la guerra también fue decisiva para el desarrollo de las pruebas
psicológicas. La influencia del trabajo de C. S. Myers fue crucial aquí. Preguntas sobre
la capacidad con relación al tiempo de trabajo, la selección y el entrenamiento de
trabajadores industriales, la valoración de la “proclividad para los accidentes” como un
atributo personal, mostraron el valor de poder identificar las características psicológicas
personales de los individuos. Myers diseñó e implementó pruebas de selección para
individuos que trabajaban con aparatos auditivos para ubicar a los submarinos enemigos,
y trabajó sobre problemas relacionados con las “neurosis” ocasionadas por la guerra.
Myers insistió en la naturaleza psicológica de lo que fue llamado el “shell shock” y
propuso y puso en práctica métodos psicoterapéuticos para su tratamiento. Su posición
fue enfática:
Los factores psicológicos involucrados en una mera fatiga muscular están rápidamente
perdiendo su importancia si se comparan con los efectos de la fatiga mental y nerviosa,
la monotonía, la apatía, la sospecha, la hostilidad, etc. Por lo tanto, en el futuro el factor
psicológico debe ser la preocupación principal de la industria y el comercio. (Myers,
1920, pp. V-VI)
Podemos ver que nuestros bosques se desvanecen, que nuestro poder hídrico se
está desperdiciando o que nuestras tierras están siendo arrasadas por inundaciones.
Podemos ver y sentir la ruina de las cosas materiales. Las actitudes torpes, ineficientes
o mal encaminadas de los hombres, sin embargo, no dejan un rastro visible tras de sí.
Apreciar esto reclama un ejercicio de la memoria y un esfuerzo de la imaginación. Y por
este motivo, a pesar de que nuestras pérdidas diarias de esta fuente son mayores que
nuestra pérdida de cosas materiales, la primera nos conmueve vivamente mientras que
la segunda apenas llama nuestra atención. (Taylor, 1913, pp. 5-6)
Junto con este rechazo del mérito de las prácticas y del conocimiento informal, la
literatura de la administración científica revela una creencia en la posibilidad de mejorar
realmente la eficiencia de la persona. Esto refleja una filosofía que se resiste a aceptar
que la grandeza y el éxito son meramente accidentes de nacimiento. “En el futuro”, dice
Taylor (1913, pp. 6-7):
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /151
Se darán cuenta que nuestros líderes deben ser bien entrenados además de haber
nacido bien, y que ningún hombre podrá (con el viejo sistema de gestión del personal)
competir con un número de hombres corrientes que se han organizado adecuadamente
para cooperar con eficiencia.
Pero, ¿sobre quién debía ejercerse esta individualización? Es claro que los líderes del
movimiento de la administración científica habían contemplado la posibilidad de que
sus principios abarcaran a todos, sin que ninguna tarea, por pequeña que pareciera,
escapara a su supervisión. El trabajo tanto físico como mental debía ser incluido. A pesar
de ese deseo, la administración científica permanecería limitada a un nivel de tareas
muy mundanas y fisiológicas (Drury, 1915). Las tecnologías de primera mano que tenían
para construir normas, como el estudio de tiempos y movimientos, estaban difícilmente
equipadas para algo más exigente.
En este punto es precisamente cuando el costeo estándar vuelve a ser significativo.
Con la ayuda de la elaboración presupuestaria proporcionaría una importante ruta de
escape, permitiendo que los principios de estandarización y normalización salieran de
los confines de la fábrica. Al menos, en principio, permitirían una inclusión de todos los
integrantes de la firma. El texto de Harrison (1930) sobre el costeo estándar ofrece, en
términos de la administración científica, las bases para ese propósito:
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /153
Los ingenieros (p. ej. Emerson, 1919) habían concebido que el costeo estándar no
sería más que un apéndice de sus principios de administración científica. Este sería un
aparato de cálculo conveniente para los datos centrales que el ingeniero proporciona.
Pero la facilidad de la contabilidad para operar en términos monetarios sufriría una
metamorfosis sorprendente. Al concentrarse en un resultado de fines monetarios, la
contabilidad podría estandarizar la eficiencia para un grupo mucho más grande. En el
caso de un trabajo más “intelectual”, podría simplemente expresar sus expectativas en
términos de un resultado monetario, dejando por fuera la cuestión de los medios para
obtenerlo.
Sugerimos que se puede establecer cierta línea de continuidad entre la administración
científica y el presupuesto y costeo estándar. Es una continuidad que se centra en la
norma, en rodear a la persona con expectativas sobre su comportamiento. A pesar de
que parece que la administración científica se ha ido extinguiendo, no lo ha hecho sin
dejar un rastro importante en el presupuesto y costeo estándar. Si el Taylorismo y de
manera más general, la administración científica, han imaginado a la empresa como una
máquina, la contabilidad de costos, a través del presupuesto y del control presupuestario,
ha proporcionado los medios para hacer de esa imagen una realidad operativa. El
dinero podría, como ya era un hecho, convertirse en un medio común para integrar y
sumar todas las actividades de los individuos como componentes. Las desviaciones y los
estándares del trabajo intelectual y del trabajo físico, en realidad de cualquier persona
con responsabilidades dentro de la firma, podían de ahora en adelante calcularse en
términos monetarios y servir para registrar las contribuciones y los fracasos individuales
154/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
en la obtención de los fines de esa máquina como un todo. A mano se tenía un aparato
de cálculo que permitía bombardear de manera rutinaria a los individuos con profundos
cuestionamientos sobre su responsabilidad.
Pero el complejo conformado por la administración científica y la contabilidad de
costos, no fue el único, en esas primeras décadas del siglo, en preocuparse por la eficiencia
de la persona y su contribución a la eficiencia colectiva. Mientras que el presupuesto y
costeo estándar ofrecieron un lente a través del cual los ingenieros y directivos observaron
a los trabajadores y sus ineficiencias, otros estuvieron interesados en unirse a este proceso
de observación. Para ser específicos, nos estamos refiriendo a los primeros psicólogos
industriales. Una de las figuras centrales aquí fue la de Hugo Munsterberg. Munsterberg
formuló el objetivo de la psicología industrial de la siguiente forma: “Nuestro objetivo es
esbozar los contornos de una nueva ciencia que intermedie entre el moderno laboratorio
de la psicología y los problemas económicos: el experimento psicológico será puesto
sistemáticamente al servicio del comercio y la industria” (Munsterberg, 1913, p. 3).
Lo que ahora se pretendía estudiar era cómo se podría conocer y manejar la
psique del trabajador para que ésta sirviera a la eficiencia de una manera incluso más
grande que la prometida por los ingenieros y los contadores de costos. Los psicólogos
industriales pueden ser vistos como otro de los grupos que invadirían la firma, con el
propósito de producir y aplicar un conocimiento sobre el individuo. Con este desarrollo,
algunas preocupaciones sobre el cuerpo y la mente serían introducidas en el proyecto de
involucrar al individuo en una red de normas para el desempeño económico.
Existen muy pocas dudas sobre el hecho de que la psicología industrial comparte
mucho de su orientación con el complejo conformado por la administración científica
y la contabilidad de costos que hemos estudiado. La psicología industrial hará también
su reclamo por un estatus científico. Y lo hará de una manera más cuidadosa que el
Taylorismo. Considerando el “indefendible diletantismo psicológico” de otros esfuerzos
que buscaban motivar al trabajador (Munsterberg, 1913, p. 56), la psicología industrial
pretendía establecerse en una posición privilegiada. Ahora que había logrado desarrollarse
más allá de especulaciones filosóficas o teológicas, la psicología podía ofrecer una
contribución práctica a las metas de la civilización (Munsterberg, 1913). Así, fundaría
un laboratorio para la persona como sujeto de experimentos. Esto la pondría a la par de
las ciencias naturales. Este laboratorio ambulante sería el de las fábricas, en el que los
psicólogos industriales se moverían con gran libertad entre una y otra (Myers, 1920).
La psicología industrial compartiría con la administración científica su enfoque sobre
el individuo. En realidad, como lo señala Munsterberg (1913), el proyecto completo
de una psicología aplicada, dentro de la que puede ubicarse la psicología industrial,
se hizo posible cuando los psicólogos reconocieron la importancia de las diferencias
individuales. La búsqueda de leyes universales sobre la mente, a pesar de su importancia,
había negado a los psicólogos la posibilidad de emplear sus habilidades en el mundo
exterior:
En la vida práctica nunca nos relacionamos con todo lo que es común a los seres humanos,
aun cuando pretendemos ejercer nuestra influencia sobre grandes masas. Tenemos que
lidiar con personalidades cuya vida mental se caracteriza por ciertos rasgos dados por la
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /155
nacionalidad, la raza, el sexo, la edad, los intereses especiales u otras características que
diferencian estas mentes del tipo promedio que los psicólogos teóricos pueden haber
construido (Munsterberg, 1913, p. 9).
los efectos y las repercusiones de los cambios que han ocurrido al interior de la literatura
contable.
Uno de los asuntos que particularmente nos interesa en esta prolongación de
preocupaciones y que está unido a una redefinición de los términos y objetivos, es
la introducción de la noción de “comportamiento” en la contabilidad (Devine, 1960;
Bedford y Dopuch, 1961; Ashton, 1983). Nuestra sugerencia es que esta noción produjo
una modernización de la complejidad contable, pero significó una continuidad de esa
preocupación por involucrar al individuo en una intrincada red de prácticas de cálculo.
Esto no quiere decir que la contabilidad simplemente extendió su dominio mediante
la introducción del comportamiento en su esfera. Lo que ocurre es una redefinición
de los términos con los que se entiende la complejidad contable. Esto se consigue
gracias a la incorporación de una noción distinta de la persona dentro del dominio de
la contabilidad. Este cambio tiene que ver con la atribución de un grupo complejo de
motivos y frustraciones al individuo y, para dar un ejemplo, a su potencial hostilidad hacia
el presupuesto. El individuo es visto como un miembro de grupos informales externos, de
los que puede conseguir un apoyo considerable sin olvidar el peligro que existe de que
en cualquier momento pueda retirarse de ellos. Al reconocer este peligro, consideramos
que la contabilidad se ve impulsada a redefinir su territorio al incluir dentro de su esfera,
precisamente, estas preocupaciones.
Un segundo aspecto, al cual ya nos hemos referido, tiene que ver con el nivel en el que
se produce esta redefinición. Si lo expresamos sin rodeos y valiéndonos de una pregunta,
la cuestión es la siguiente: ¿se centra nuestra preocupación simplemente en los discursos?
La respuesta es clara. La redefinición de la contabilidad a través de la introducción del
comportamiento se adelantó pensando en problemas prácticos muy reales. Uno de los
estudios pioneros en este campo (Argyris, 1952) fue hecho como un reporte destinado
a la Controllership Foundation. Preocupándose por “el punto en el que los hombres y
el presupuesto se encuentran”, el prefacio declaraba muy claramente los objetivos del
reporte: “esperamos que el reporte arroje luces sobre una de las preguntas más básicas de
“control” que enfrenta la gestión “cómo conseguir aceptación” la aceptación real de los
estándares y metas” (Argyris, 1952, prefacio).
El punto de partida para repensar la contabilidad mediante la introducción de los
aspectos del comportamiento era un problema concreto. La formulación de los términos
de este asunto se efectuó, no obstante, dentro del discurso. Y no podría ser de otra
forma. El elemento que nos gustaría destacar aquí es que fueron esos asuntos prácticos
principales los que produjeron las condiciones para que ciertos problemas fueran
expresados. Sin embargo, éstos no definieron los términos en los que se expresaron.
Nuestra preocupación aquí se concentra en este último aspecto.
Un tercer punto se relaciona con las nociones de racionalidad y eficiencia y con
el grado en que estos cambios representan una continuación de tal preocupación.
Nuestra respuesta sería enfáticamente afirmativa. Sin embargo, nos gustaría llamar de
nuevo la atención sobre las redefiniciones que ocurren. La racionalidad en sí misma
es problematizada. Todos los individuos son vistos como tomadores de decisiones,
no obstante, en diferentes sentidos. La racionalidad se mantiene como un problema
de la relación entre la eficiencia personal y colectiva, a pesar de ser construida de
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /157
acuerdo con una concepción diferente de la persona y bajo una noción corregida de la
organización.
Nuestra interpretación de la entrada del comportamiento en la contabilidad implica
un pequeño cambio de dirección. Este cambio tiene que ver con los planteamientos
psicológicos y sociológicos sobre el interés en el aspecto de las relaciones humanas
dentro de las organizaciones que se dio en el segundo cuarto del siglo XX. Aquí son
fundamentales las investigaciones sobre Hawthorne que se extendieron por un periodo
de cinco años, entre 1927 y 1932 (Mayo, 1933; Whitehead, 1938; Roethlisberger y
Dickson, 1939). Lo familiar de varios de esos comentarios sobre las investigaciones de
Hawthorne implica el riesgo de que no notemos la novedad de su invención, de un
arte para gobernar la empresa. Esto sería desafortunado porque el replanteamiento
que produjeron los investigadores con tal proyecto fue profundo. El efecto de las
investigaciones de Hawthorne fue el de permitir que se desarrollara una preocupación
por la vida de la persona en todas sus dimensiones como un problema para las metas
colectivas de la organización. Roethlisberger y Dickson expresan este propósito de una
manera clara:
En los términos del concepto de una organización industrial como un sistema social, se
pueden reformular muchos de los problemas humanos de la gestión. Una afirmación
tradicional de estos problemas a menudo ha distorsionado la situación humana real en la
planta industrial. Los trabajadores, los supervisores o los ejecutivos son estudiados fuera
de su escenario social y de sus historias personales, y se les trata esencialmente como
“hombres económicos”. Un análisis simplista, de causa y efecto de su comportamiento,
es sustituido por el mucho más rico escenario en donde los hombres viven sus vidas
y en el que se establecen esas relaciones de interdependencia con sus congéneres.
(Roethlisberger y Dickson, 1939, p. 569)
La lección más clara de todo esto era que los contadores debían aceptar como
relevantes a aquellos cuerpos de conocimiento que hasta el momento habían pasado
160/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
por alto. Lo que a Harrison (1930) le parecía un asunto de simple sentido común, que
los presupuestos debían conformarse de tal forma que se estimulara su cumplimiento,
se estaba convirtiendo en un amplio terreno para la investigación que requería la
intervención de otras teorías y conceptos no tan familiares. De hecho, podríamos decirlo,
todo el sentido de la efectividad de la contabilidad de costos estaba siendo desafiado. En
lugar de depender de la sofisticación técnica del sistema contable, la efectividad se estaba
comenzando a entender como muy dependiente del hecho de si el sistema lograba
exhortar a las personas a conseguir los objetivos propuestos (Benston, 1963; Caplan
1966; Hopwood, 1973). El hecho de rodear a la persona con una serie de prácticas de
cálculo que de manera rutinaria construya o monitoree sus aportes a la eficiencia, era
visto como un proceso que descansaba en una psicología inadecuada.
Otros estudios llegarían a refinar los asuntos que se estaban discutiendo (p. ej. Likert
y Seashore, 1963; Becker y Green, 1962). El encuentro entre la persona y el presupuesto
estaba por dirigir a los contadores a observar, en primer lugar, la vida organizacional de
la persona. En este sentido, surgirían preguntas sobre hasta qué punto los contadores
debían conocer las teorías psicológicas, sociológicas u organizacionales más relevantes, y
las opciones que existían para lograr una colaboración de los más establecidos “científicos
del comportamiento” (Devine, 1960; Hofstedt et al, 1970). Además, se realizarían algunos
estudios empíricos fundamentales. Con una marcada tendencia a tomar el presupuesto
y costeo estándar como punto de partida, estos estudios exploraban el impacto, sobre el
bienestar psicológico de las personas y sobre su propensión para satisfacer la eficiencia
o las metas de la organización, de aquellas “consecuencias no intencionales” que
producían tales prácticas de cálculo (ver, p. ej. Hofstede, 1968; Hopwood, 1973). Se
necesitaba más conocimiento para rediseñar los sistemas y sus métodos de uso, con
el propósito de aumentar el bienestar de la persona y de la organización. Podríamos
decir que el descubrimiento de la complejidad motivacional de la persona hizo evidente
lo inadecuados que eran aquellos presupuestos que pretendían generar la eficiencia
de los individuos. Así, se abrió un espacio para nuevos enfoques alrededor de este
esfuerzo. Más allá de los estudios empíricos, los contadores se unirían a los psicólogos
en sus observaciones de laboratorio del sujeto organizacional, y aún harían intentos por
construir algunos laboratorios similares por iniciativa propia (ver, p. ej. Libby, 1981, para
una revisión). La contabilidad establecería alianzas con otras ciencias del comportamiento
para observar y para dirigir la vida organizacional de las personas.
Una expresión particular del cambio al que nos referimos aquí fue la restructuración
de las teorías organizacionales a través de la noción de la persona como un tomador de
decisiones. Aquí se produce un desarrollo importante para nuestras preocupaciones.
Esto tuvo el efecto de redefinir significativamente el proyecto de gestión y los intentos
por establecer mecanismos para involucrar al individuo en los objetivos organizacionales.
Además, mostró como problemática la naturaleza del vínculo social que existe dentro
de la empresa.
La introducción de la idea de la persona como tomador de decisiones hizo que la
imagen del individuo como máquina fuera considerada como obsoleta y fue sustituida
por la de un individuo capaz de elegir. Este elemento de la elección, que implicaba la
idea del individuo como tomador de decisiones, permitió que la dimensión personal
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /161
Se creía que era necesaria una revisión profunda del concepto del ”hombre
económico”. Esta revisión significaría incorporar el entorno y los atributos psicológicos
de los individuos dentro de una nueva concepción del ser humano. Cyert y March
(1963) formularían este cambio en una “teoría del comportamiento de la firma” en la
que tales nociones sobre la persona y sobre las decisiones serían centrales. El presupuesto
y su habilidad para definir los objetivos organizacionales era un elemento fundamental
para entender la firma de esa manera. El asunto fue expresado de manera muy simple.
Los individuos tienen metas; las colectividades no. Se consideraba que era necesario
encontrar unos medios para generar unas metas colectivas que fueran coherentes con
las metas personales.
La elaboración de metas organizacionales fue definida de una manera en la que
era vista como un proceso inherentemente conflictivo. La organización era, después de
todo, sólo una “coalición” de individuos, algunos de ellos organizados en subcoaliciones
(Cyert y March, 1963, pp. 27-29). La cooperación era un proceso de negociación, de
regateo. Pero los seres humanos tienen capacidades limitadas. Se necesitan sistemas de
control para identificar los aspectos relevantes para los miembros de la coalición. Uno de
esos sistemas de control es el presupuesto:
El presupuesto, en una corporación moderna y de gran escala, tiene dos roles principales.
Por un lado, es empleado como un mecanismo de control gerencial para implementar
políticas que han decidido los ejecutivos y para comprobar que se estén cumpliendo los
objetivos establecidos. Por otro lado, el presupuesto es un mecanismo para determinar
programas factibles. En ambos casos, el presupuesto tiende a definir “por adelantado” un
grupo de compromisos fijos y (quizás más importante) de expectativas fijas. A pesar de
que los presupuestos pueden ser flexibles, estos no pueden apenas sugerir un esquema
de trabajo sino que determinan uno específico bajo el que operará la firma, y que
servirá para evaluar su éxito y alterar su programa (Cyert y March, 1963, pp. 110-111).
modo, se debían construir normas o estándares para las actividades laborales de todo
tipo. Se esperaba entonces que esas normas, reflejando un incremento en el nivel de
eficiencia, resultaran en una producción y prosperidad adicional que permitiera declarar
como obsoletos los conflictos de clase. El propósito de esa correspondencia entre el
interés personal del trabajador, el empleador y el estamento social por igual, unidos para
garantizar la estabilidad de la ciencia, es precisamente el de lograr el consentimiento del
trabajador en esa “toma” de su fisiología, para experimentar con ella y, de paso, mejorar
sus capacidades de producción.
Por otra parte, hemos notado la alianza que existe entre la administración científica
y los costos. Desde sus comienzos más remotos, aparentemente, la literatura de la
administración científica reconoció la contundencia de una medida de la eficiencia que
se apoyara en los costos y las ganancias. Además, hemos señalado la influencia de la
administración científica en la construcción del costeo estándar, que a su vez confluye
en la elaboración presupuestaria. El aparato de cálculo resultante tenía que ofrecer la
posibilidad de ir más allá del proceso rutinario de exponer únicamente la eficiencia de
los trabajadores de la fábrica. Así, hemos visto cómo la superposición de un concepto
de magnitudes estandarizadas para los estados contables de ingresos y de la posición
financiera, ha facilitado la normalización (en términos de logros económicos) de cada
uno de los integrantes de la firma. La elaboración presupuestaria, podemos decir, haría
las veces de ruta de escape para que los estándares se alejen de los terrenos de la fábrica
y puedan, potencialmente, vincular a todos los individuos de la firma. Como no logran
eliminar la noción que considera a la persona como un criminal en potencia, la cual
constituye una preocupación de vieja data en la contabilidad, el presupuesto y costeo
estándar permitirían que el individuo fuera interpretado a través de varias intervenciones
especializadas y autorizadas como “ineficiente, de forma casi segura”. Entonces, la
contabilidad de costos extendería sus dominios para involucrar a la persona en un cálculo
de expectativas. Así, en este proceso de construir una noción de la persona, hemos
sostenido que el presupuesto y costeo estándar proporcionan una tecnología facilitadora
que, con el tiempo, permite que las intervenciones, para mejorar el desempeño de la
persona, se conviertan en una realidad. Esto, porque una vez comenzó el proyecto de
involucrar a la persona en una red de normas de eficiencia, fue tomado rápidamente
como un esfuerzo sofisticado y complejo.
La psicología industrial, cuyos orígenes ya hemos verificado brevemente, fue muy
importante en ese proceso de transmitir un aura de complejidad. Más o menos de
modo simultáneo al surgimiento de la administración científica y del costeo estándar, los
psicólogos comenzaron a discutir sobre lo inadecuado de tales esfuerzos por elaborar un
concepto de la persona. Las mermas y las ineficacias, para su detección y eliminación,
requerían ahora de la habilidad de aquellos que podían entender la mente de la persona.
Se iniciaría entonces un proyecto para establecer la psique como la fuerza mediadora
fundamental en el proceso de vincular a la persona con su tarea, y para interpretar las
variables de desempeño. Hemos señalado, no obstante de manera muy esquemática
y resumida, cómo una redefinición de la psicología industrial pasa, más adelante en
este siglo, a entrelazarse de modo significativo con la contabilidad. En la década de
1950, hemos sugerido, se reemplaza el concepto de la persona como máquina por
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /165
el de aquella que toma las decisiones y tiene múltiples motivos. Esto suma mayores
dificultades al proceso de hacer que su desempeño económico sea eficiente, y produce
una redefinición de lo que hemos llamado la complejidad contable.
Al abordar este proceso de esa manera, hemos querido sugerir una forma de ver la
contabilidad por su contribución a un proyecto más amplio de gestión socio-política.
Este proyecto es aquel que opera a través de una variedad de prácticas y conocimiento
especializado. La eficiencia de los individuos y su contribución a la eficiencia colectiva
es un elemento central a ese proceso. Pero la eficiencia de la persona dentro de la
firma, como hemos visto que Taylor lo ha señalado, no es algo que pueda observarse de
manera simple. En verdad, podríamos decir, el concepto de eficiencia no puede existir
hasta que se ha construido lo que se debe tomar como normal o estándar. Pero una vez
tenemos a mano una norma, y especialmente cuando toma fuerza dentro de un aparato
de aplicación rutinaria de cálculo, como el presupuesto y costeo estándar, la persona
se convierte en un sujeto para varias ciencias sociales. Las desviaciones de una persona
de la norma, con todas sus posibles causas y consecuencias, se ofrecen como objeto de
investigación y de posibles cursos de acción para contrarrestarlas. Y debemos sugerir que
una contribución característica del costeo estándar, hasta el momento aparentemente
ignorada, es su aporte a un proceso mucho más amplio en donde la vida de una persona
es entendida en relación con los estándares y las normas de comportamiento.
Ahora, por supuesto, los procesos a los que nos hemos referido implican una
complejidad mucho mayor a la que hemos logrado indicar. Al menos, intentamos dar un
primer paso para desentrañar algunos de los rasgos de la contribución de la contabilidad
en uno de los modos de ejercicio de poder de nuestra sociedad que, suponemos, surge
en su forma característica al comienzo de este siglo. Consideramos que este modo
no puede explicarse adecuadamente a través de una adherencia apasionada a una
idea de determinación económica y sus intereses, ni tampoco a una explicación que
dependa del deseo de aquellas profesiones que buscan extender su campo de acción de
manera continua. Por supuesto, no queremos decir que las presiones económicas y las
influencias profesionales no son importantes. En su lugar, queremos sugerir una línea de
investigación diferente para comprender la relación de la contabilidad con el poder, en
nuestras sociedades. Esta relación propone a la contabilidad como una parte importante
de ese conjunto de intervenciones que se puede denominar como las ciencias humanas.
Hemos explicado brevemente cómo nuestra reflexión sobre estas materias ha estado
profundamente influenciada por el trabajo de Michel Foucault y sus colegas.
Sentimos que nuestras preocupaciones en este artículo no pueden ser correctamente
entendidas mediante la alusión a un proceso general de racionalización de las sociedades
industriales de occidente (Weber, 1978). Al hablar de proyectos para la gestión social y
organizacional hemos querido darle importancia a la construcción real de esos procesos
y a los términos en los que son construidos. Hemos buscado explicar de manera
tentativa cómo la contabilidad ofrece una importante contribución en un conjunto de
intervenciones dirigidas a generar mecanismos para la participación de los individuos
dentro de la vida de la organización y de la sociedad. Este principio general que ha sido
clave aquí fue bien expresado por Rexford Tugwell, consejero gubernamental, profesor
166/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
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170/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Comentario
Encuentros distintos con el trabajo histórico e
interdisciplinario en contabilidad (potencialidades)
Antes de que logremos señalar algunas derivas del trabajo sobre la contabilidad y la
persona gobernable, es pertinente esbozar el modo en que los profesores Miller y O’
Leary, acometen el desarrollo de su eje temático: una redefinición de lo que entendemos
por historia y una genuina forma de trabajo interdisciplinario. Este posicionamiento
favorece el logro de una perspectiva con mayor hondura, pero también un ejercicio
comprensivo de mayor complejidad.
La historia ha sido entendida como una colección de hechos que se suceden por
encadenamientos causales que originan el presente. En efecto, lo que ha sucedido nos
antecede como material que da forma a la experiencia; pero, quizá la forma de su relato
se atiene más a intereses para justificar el estado de cosas instituido – status quo – como
inevitable. Tal como lo plantea Hegel (1833/1995) será justo demandar imparcialidad a
cada historia. Pero,
la historia de algo, sea lo que fuere, guarda la más estrecha e indestructible relación con
la idea que de ese algo se tenga. A tono con ello se determina, naturalmente, lo que
para ese algo se considera importante y conveniente; y la relación entre lo ya acaecido
y el fin propuesto impone, quiérase o no, una selección de los acontecimientos que se
narran, el modo de concebirlos y los puntos de vista bajo los cuales se colocan (Hegel,
1833/1995, p. 5-6).
Por ello encuentra asidero el desarrollo de una lógica en la que se deben preservar las
mejores condiciones del trabajador como proyecto nacional y, por supuesto, empresarial.
La eugenesia, las preocupaciones por la salud mental, la psicología industrial, la
administración científica, el presupuesto y costeo estándar, hacen parte de una red de
sentidos que legitiman la búsqueda de la eficiencia en el trabajo y en el desarrollo social.
Tanto poder disciplinario como bio-poder son agenciados para disponer del sujeto en
función del valor supremo de la eficiencia.
El “poder disciplinario” está dirigido a suministrar individuos específicos o grupos de
individuos ordenados y regidos a través del uso de métodos de fijación y vigilancia. […]
El principal propósito de la tecnología del cuerpo o bio-poder, es suministrar un cuerpo
humano dócil pero productivo (Ezamel, 2005).
1 Una síntesis de algunos planteamientos del profesor Omar Aktouf nos permiten señalar que
la plusvalía absoluta a la que tenían acceso los propietarios de las fábricas en el contexto del
Reino Unido de los siglos XVIII, XIX y comienzos del siglo XX, era fruto de una explotación
máxima de los factores asociados a la producción. El paroxismo utilitarista se vio contrastado por
172/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
un conjunto de regulaciones sociales al trabajo que imponían obligaciones a los dueños de las
industrias (limitación de la jornada laboral, higiene industrial, salario mínimo, entre otras) que
iban en detrimento de la obtención de las utilidades a las que estaban acostumbrados, y por
ende configuraban estructuras de costos más elevadas. El surgimiento del managment científico
que implicó la racionalización del trabajo, tiene como sustrato la búsqueda de mecanismos
para identificar lógicas que permitieran el acceso a nuevas utilidades. En especial “fue necesario
primero estudiar a fondo lo que hace el trabajador (¡midiendo hasta los gestos por segundo!) para
luego devolverle su forma de trabajo, al amparo de una serie sistemática y fija de descripciones
de puestos y otras en fichas, tiempos y movimientos, adecuando así los medios de obtención de
un máximo de outputs por unidad de tiempo de trabajo” (Aktouf, 2001, p. 166). Un acento en
el análisis del trabajo humano, desde la perspectiva de la eficiencia, favoreció las dinámicas de
maximización de utilidad y de concentración de riqueza.
La contabilidad y la construcción de la persona gobernable /173
ciertas tecnologías contables. Pero el hecho de que las importemos acríticamente señala
una condición sociológica que debe ser objeto de estudio.
Debemos incursionar en el desarrollo de investigaciones históricas sobre el ingreso
de tecnologías de costeo en nuestras empresas, la discontinuidad frente a proyectos
políticos diferenciados, el desarrollo industrial y su posterior anquilosamiento, los efectos
de metodologías de costeo como las basadas en actividades en variables del trabajo y
organizacionales en los sectores que antes citamos.
También debemos vigilar el auge que vienen tomando orientaciones sobre medición
de intangibles, en especial del capital intelectual. Si tomamos algunas enseñanzas de
este capítulo sobre la persona gobernable, podemos inferir que esa nueva moda se
instala con argumentos relacionados con demandas contextuales. Sin embargo, otra vez
un conjunto de disciplinas empiezan a configurar el tejido para nuevos dispositivos:
economía inmaterial, gestión del conocimiento, contabilidad del capital intelectual,
ingeniería del conocimiento. Así, tal y como lo advierte Foucault, se radicaliza esta
dimensión que empieza a trasponer trabajo con capital humano:
si hay innovación, es decir, si se encuentran cosas nuevas, si se descubren nuevas formas
de productividad, si hay invenciones de tipo tecnológico, no es más que la renta de
cierto capital, el capital humano, o sea, el conjunto de las inversiones que se han hecho
en el hombre mismo. (Foucault, 2007, p. 272).
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Avances Interdisciplinarios para una Comprensión
Crítica de la Contabilidad
Gómez V., M. y Ospina Z., C. (Eds.). © Derechos
Capítulo 6
reservados, (2009)
Leslie S. Oakes
Universidad de Nuevo México
Barbara Townley
Universidad de Alberta
David J. Cooper
Universidad de Alberta
* Tomado de: Oakes, L, Townley, B, Cooper, D. (1998). “Business Planning as Pedagogy: Language
and Control in Changing Institutional Field”. Administrative Science Quarterly, No. 43. (p.p. 257-
292). Con la autorización de Cornell University – The Johnson School.
1 Los autores reconocen el apoyo financiero del Consejo para la Investigación en las Ciencias
Humanas y Sociales, de la Fundación de los Contadores Generales para la Investigación, y del
Fondo Muir de la Facultad de Negocios, de la Universidad de Alberta. Además, agradecen los
útiles comentarios de los colegas de la Universidad de Alberta, Wai Fong Chua, Mark Dirsmith,
Richard Laughlin, Tony Tinker, John Jermier y de tres árbitros anónimos del ASQ. Algunas
versiones previas de este artículo fueron presentadas en la Conferencia sobre el Cambio en las
Organizaciones basadas en el Conocimiento, mayo de 1995, en la Conferencia titulada: Más allá
de la Contabilidad y la Administración, julio de 1995, y en la Conferencia sobre la Contabilidad
de Gestión Estratégica, mayo 1996. También agradecemos de manera muy sincera a los gerentes
de la Oficina para el Desarrollo Comunitario de Alberta que participaron en nuestro estudio.
176/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
consumidores y los productos. Este proceso funciona mediante una transformación del
capital, en sus múltiples formas “simbólicas, culturales, políticas y económicas”, en un
campo organizacional e institucional.
I. Introducción
Tradicionalmente, se ha pensado que la planeación de negocios es un mecanismo para
implementar controles directos y explícitos a través de metas formalmente establecidas
y, de esta forma, ha sido divulgada como un principio esencial de la buena gestión
(Ansoff, 1965; Anthony, 1965). Partiendo de esta perspectiva, la planeación de negocios
es un instrumento racional y neutral que puede exhortar a los directivos y empleados a
acoplarse a las expectativas de la organización. El proceso de decisión y el resultado del
proceso de planeación de negocios es visto como una poderosa e importante fuerza para
controlar y modificar (Porter, 1980). Además, se considera que el proceso de planeación
de negocios hace una transcripción neutral de estos aspectos en la organización. Se cree
que las fallas en la planeación provienen de políticas, procesos inadecuados, inflexibilidad
y, a menudo, de la falta de compromiso (Quinn, 1980; Miller y Friesen, 1984). Así, al
mismo tiempo, la planeación ha sido criticada por generar rigidez y otras consecuencias
no buscadas, además de no ofrecer el nivel de control deseado por los gerencialistas
(Wildavsky, 1974; Van Gunsteren, 1976; Gray, 1986; Mintzberg, 1994).
Se han realizado muchas investigaciones sobre el papel de los controles en el cambio
estratégico, con un énfasis creciente en la importancia del lenguaje, el ritual y la cultura.
Siguiendo a Wittgenstein, el lenguaje ha sido entendido como una forma consensuada
del habla y de realizar actividades, en lugar de constituirse en una reflexión sobre la
realidad (Astley y Zammuto, 1992; Mauws y Phillips, 1995). Por ejemplo, Berry et al.
(1985), Dent (1991), Munro (1995) han examinado la interpenetración del lenguaje,
los componentes técnicos y sociales de la contabilidad y los sistemas presupuestarios
en las organizaciones que enfrentan el cambio. Igualmente, la literatura sobre el control
del trabajo ha venido examinando de modo creciente “las formas complejas en las
que nosotros, como seres humanos, moldeamos nuestra subjetividad y reproducimos o
cambiamos el proceso laboral” (Knights y Willmott, 1990, p. 39). Como lo sostienen
Alvesson y Deetz (1996, 192), “los objetos del control gerencial son cada vez menos el
poder laboral y el comportamiento y cada vez más el poder de la mente y la subjetividad
de los empleados”. Esta investigación sugiere que tomamos mucho más en serio el
poder, el lenguaje y la subjetividad cuando examinamos controles como la planeación
de negocios.
El trabajo de Bourdieu destaca lo que está en juego en el control y el cambio. La
planeación de negocios debe entenderse como un profundo mecanismo de control,
como una práctica pedagógica que puede cambiar fundamentalmente las identidades
organizacionales al transformar lo que está en juego: el capital “en términos de Bourdieu”
de un campo organizacional e institucional. Como muchos otros teóricos sociales,
Bourdieu ve en el poder un elemento central para comprender cómo funciona el control
en una sociedad moderna y sus organizaciones. La comprensión de Bourdieu está más
cercana a visiones del poder y el control que enfocan su atención en la constitución de
La planeación de negocios como pedagogía /177
los intereses y en la formación de valores (Lukes, 1974; Clegg, 1989). En esta versión,
el poder alcanza su punto más efectivo cuando no hay conflictos visibles (Foucault,
1980). A pesar de que no existen dudas sobre que el control puede ser directamente
coercitivo (por ejemplo, al amenazar el trabajo de las personas) y que puede ejecutarse
a través de las jerarquías organizacionales, es también importante comprender cómo
éste funciona de modo mucho más sutil a través del lenguaje y de la construcción y el
uso del conocimiento. El considerar la planeación como coercitiva y jerárquica no es
del todo exacto. Ésta también proporciona y sanciona formas legítimas de discurso y de
lenguaje y de esta manera, sirve como un mecanismo de conocimiento que produce
nuevas comprensiones de la organización. Como una forma de pedagogía, la planeación
de negocios no es un mecanismo neutral de transcripción sino que tiene importantes
repercusiones en las formas y las cantidades de capital dentro de un área y en las
identidades organizacionales. Los planes de negocios no sólo anuncian la llegada de los
cambios sino que es a través de su misma actividad que éstos acontecen. En este artículo
sostenemos que la planeación de negocios es verdaderamente “efectiva” al introducir
el cambio pero que el proceso mediante el cual éste ocurre es más complejo de lo que
sugiere la literatura actual.
Nuestro estudio sobre la forma en que las ideas de Bourdieu pueden enriquecer
la teoría institucional está ejemplificado en los esfuerzos de reingeniería del gobierno
canadiense, que son similares a los esfuerzos del sector público en cualquier otra región
(Pusey, 1991; Gore, 1993; Pollitt, 1993). Estudiaremos un episodio de cambio en la
provincia de Alberta, concentrándonos en el impacto de la planeación de negocios sobre
la División de Instalaciones Culturales y Recursos Históricos (CFHR2) de la Oficina para
el Desarrollo Comunitario de Alberta, un departamento del gobierno de la provincia.
Además de preservar la variada historia de Alberta, específicamente, y la historia de
Canadá en términos más generales, la división CFHR ofrece investigación histórica y
servicios arqueológicos, y es una fuente de educación y de identidad cultural. Es
responsable por un total de 18 instalaciones que incluyen los archivos de la provincia,
un lugar de patrimonio mundial (designado por la UNESCO) que documenta la historia
de los Blackfoot, varios museos grandes con colecciones que tienen desde huesos de
dinosaurios hasta carruajes, un número de sitios de patrimonio cultural que documentan
el comercio temprano de pieles, los asentamientos de inmigrantes, las arenas asfálticas y
otros aspectos de la historia de Alberta. En 1993, en una conferencia sobre el presupuesto
que ofreció el tesorero de la provincia, se anunciaron unos planes de negocios que fueron
defendidos como una forma de controlar el gasto y de introducir “responsabilidad”
en las operaciones de la provincia. Estas iniciativas del gobierno han involucrado la
participación de unidades como la CFHR, bajo formas de gestión que no se habían
encontrado antes o que parecen, en la práctica, radicalmente diferentes de la gestión
que se había adelantado en gobiernos anteriores. La planeación de negocios introdujo
un vocabulario y un método de gestión que suena extraño a un sector que ha entendido
2 Cultural Facilities and Historical Resources Division – CFHR – por sus siglas en inglés. Nota de los
editores.
178/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
II.1. Campos
Los teóricos institucionales que tienen cierta familiaridad con el trabajo de Bourdieu se
han referido al concepto de campo organizacional (DiMaggio y Powell, 1991b). Definido
como una “totalidad de actores relevantes” está constituido por “esas organizaciones
que, en su conjunto, conforman un área reconocida de vida institucional: proveedores
clave, consumidores de recursos y productos, agencias reguladoras y otras organizaciones
que producen servicios o productos similares” (DiMaggio y Powell, 1991b, p. 64-65). De
acuerdo con DiMaggio y Powell (1991b), la estructura de un campo no se determina
a priori sino que debe ser objeto de una investigación empírica. Descrito como una
“unidad decisiva que une los niveles organizacionales con los sociales en el estudio del
cambio social y de la comunidad” (DiMaggio, 1986, p. 337), el concepto de campo
organizacional ha ofrecido un complemento valioso para los análisis institucionales sobre
el cambio organizacional (DiMaggio, 1991; Brint y Karabel, 1991).
Para Bourdieu los campos son redes de relaciones sociales, sistemas estructurados de
posiciones sociales dentro de los cuales acontecen luchas o maniobras por los recursos,
las retribuciones y el acceso a los mismos. Bourdieu (1990) describió las posiciones
dentro de los campos como “posiciones de posibilidad”, porque no son estables pero
reflejan las relaciones de poder. Estas posiciones están en un flujo permanente. Además,
los campos están distribuidos jerárquicamente, según los tipos de capital, el número y
tipos de posiciones dentro del campo, y de acuerdo con la posibilidad de que el campo
pueda ejercer su influencia en los asuntos de otros campos (Jenkins, 1992; Bourdieu,
1993). En nuestro estudio, las instituciones históricas y culturales constituyen un campo
por derecho propio. Dentro de este campo las posiciones se negocian y se crean a
través de las maniobras de los curadores, historiadores, arqueólogos, investigadores,
voluntarios y por las comunidades nativas e inmigrantes. Este campo está ubicado dentro
de una estructura jerárquica de varios campos, y uno de ellos es el campo dominante del
gobierno de la provincia.
II.2. Capital
Al considerar cómo la planeación de negocios podría introducir un cambio en un
campo organizacional específico, nos referiremos al concepto de capital de Bourdieu, el
3 Garnham y Williams (citados en Brubaker, 1985 y Wacquant, 1993) advertían sobre los peligros
de extraer los conceptos teóricos de la teoría en su conjunto. Somos conscientes de este riesgo.
Hay un buen número de conceptos centrales y valiosos en el trabajo de Bourdieu que un artículo
de esta extensión no nos permite explorar. Por ejemplo, a pesar de que el trabajo de Bourdieu
(p. ej. 1985) se ocupó de extender los conceptos de clase de Marx más allá de los derechos
de propiedad, no hemos hecho una discusión alrededor del concepto de clase. Consideramos
que los conceptos de Bourdieu sobre el campo y el capital son lo suficientemente válidos para
entender los cambios que acontecieron en la CFHR, no obstante, hemos corrido el riesgo de usar
tan sólo parcialmente su teoría.
180/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
cual no ha recibido mucha atención dentro de la teoría institucional pero que es central
para su concepto de campo. Los campos están definidos por las diferentes formas de
capital que están en juego, ya sean éstos culturales, simbólicos, sociales o económicos,
tal y como se muestran, por ejemplo, en bienes culturales, rasgos intelectuales, o en la
clase social o económica. Adicionalmente, los campos se caracterizan por una lucha
continua por el capital (Wacquant, 1989b). El capital no está restringido a los activos
financieros o monetarios sino que puede tener otras formas no monetarias tangibles o
intangibles. Si bien es cierto que el capital puede ser económico, también puede ser
de la misma manera cultural y estar representado, por ejemplo, en la educación y las
habilidades. Puede ser simbólico como se manifiesta, por ejemplo, en la capacidad para
definir y legitimar los valores culturales. También, puede ser social y estar definido por el
acceso y el posicionamiento en redes importantes. Estos tipos de capital tienen diferentes
niveles de liquidez (con esto nos referimos a la velocidad con la que puede transformarse
en otras formas de capital), de convertibilidad (es decir, el punto hasta el que es posible
intercambiarlo por otras formas de capital), y tienen una proclividad variable al desgaste
(mediante pérdidas, dispersión o inflación) (McCall, 1992). Cada capital se manifiesta
en diferentes formas (redes, preparación académica, costumbres u objetos físicos, como
pinturas). El capital es específico según su campo. Diferentes modos de capital dominan
y legitiman diferentes campos. De acuerdo con Bourdieu (1985, p. 724),
el capital […] representa el poder que se tiene sobre un campo (en determinado
momento) […] los tipos de capital, como los ases en un juego de cartas, son los poderes
que definen la oportunidad de beneficios que se tienen en un campo determinado (en
realidad, para cada campo o subcampo hay un tipo particular de capital que mantiene
su vigencia, como poder o probabilidad, en ese juego).
Para Bourdieu las formas del capital y la estructura de un campo son interdependientes.
Los actores se ubican en los campos de acuerdo con su volumen total y con las
combinaciones relativas de capital que tienen a mano (Bourdieu, 1985). El capital también
estructura las posibles estrategias y acciones que están a disposición de los actores. La
habilidad de aquellos que están dentro de un campo para definir sus límites, y que permite
también determinar el grado de autonomía de un campo, está íntimamente relacionada
con el capital. De tal manera, los actores y el capital no están diversamente distribuidos
dentro del campo. El capital también es fundamental para los cambios que ocurren
dentro del campo. Por ejemplo, en el campo de los sitios históricos, la distribución de
los historiadores, educadores, gerentes de instalaciones, editores, personas de negocios
locales y sus comunidades, y las asociaciones profesionales son las que determinarán
el capital. Las relaciones entre estos actores están en un flujo permanente porque el
capital y las posiciones con relación a un campo, y entre los campos, siempre están
en competencia. Si los historiadores ocupan una posición dominante, el capital sería
cultural, tal y como se interpretaría a través de los valores profesionales. Por el contrario,
si las comunidades de negocios son las que dominan el campo, el capital económico (p.
ej. el turismo o el empleo) sería un elemento de mayor importancia.
La planeación de negocios como pedagogía /181
* Los nombres que aparecen en mayúsculas representan los campos dominantes. Los nombres en
bastardilla representan los campos dominados.
III. Métodos
La investigación de este artículo, que forma parte de un estudio longitudinal
sobre la introducción de los planes de negocios y las medidas de desempeño de las
organizaciones culturales e históricas, se concentra en el periodo que va de 1993,
cuando los planes fueron introducidos, hasta 1995. Nuestra investigación surgió de la
enseñanza que impartíamos en un curso universitario sobre gestión para el gobierno de
la provincia, y de una solicitud que hicimos a los participantes para que nos permitieran
producir casos para la enseñanza de cursos futuros. El viceministro adjunto (ADM5) del
Departamento para el Desarrollo Comunitario inicialmente nos dio acceso y rápidamente
nuestro plan para producir casos para la enseñanza se convirtió en un acuerdo formal
con este departamento para adelantar una investigación. Los medios de acceso siempre
tienden a afectar la investigación, y hay muy pocas dudas sobre el hecho de que a los
gerentes principales les agrada la imagen de interactuar con “tipos de actividades que
provienen de la universidad” y esperan que esto contribuya a mejorar su credibilidad
en el gobierno. Al mismo tiempo, era evidente para el viceministro que nosotros no
éramos entusiastas de la corriente gerencialista. Enfatizábamos la naturaleza voluntaria
de nuestras interacciones con las personas de la organización, y presentábamos nuestra
investigación no como una descripción del desarrollo e implementación de la planeación
de negocios y de la medida del desempeño en el gobierno de Alberta. Nuestro papel era
convertirnos en un “miembro periférico” (Adler y Adler, 1994), no sólo para conducir
entrevistas formales sino para hablar con los participantes alrededor de un café o de
una cerveza, o compartiendo ocasionalmente una comida, y participando en talleres y
reuniones sobre planeación y evaluación del desempeño, por supuesto, sin asumir una
participación directa en el trabajo de los involucrados. Sin embargo, también nos veíamos
a nosotros mismos como investigadores críticos que examinan las formas cambiantes de
control y dominación, que reconocen que los hechos no pueden aislarse de alguna
forma de la filiación ideológica y que tal investigación exige una crítica autorreflexiva
(Kincheloe y McLaren, 1994, pp. 139-140).
Nuestra investigación acude a un número de fuentes que provienen de cuatro niveles
del gobierno (ver figura 1): el gobierno de la provincia, incluyendo la Hacienda Pública,
el Departamento para el Desarrollo Comunitario, la División de Instalaciones Culturales
y Recursos Históricos (CFHR), y cada uno de los sitios históricos. Hemos analizado
documentos de políticas, incluyendo memorandos, planes de negocios, documentos de
planeación y cartas que recolectamos de esos cuatro niveles gubernamentales. Estudiamos
los discursos que tradicionalmente han transmitido los museos y las instalaciones
culturales, al igual que la literatura sobre evaluación de desempeño y planeación que el
gobierno de la provincia cita con frecuencia. También desarrollamos 56 entrevistas semi-
estructuradas que involucraban los cuatro niveles de gobierno. Cada entrevista tenía una
duración entre una hora y media y dos horas y media. Dos autores estuvieron presentes
en las entrevistas, con excepción de tres ocasiones en las que participó uno sólo de
ellos. Las entrevistas fueron grabadas con el consentimiento de los participantes y luego
transcritas. A pesar de que siempre estuvimos preocupados por la forma en la que los
entrevistados decidieran presentarse (se les aseguró que nadie dentro de la organización
tendría acceso a las grabaciones o a las transcripciones), obtuvimos más confianza luego
de validar los resultados de las entrevistas con la información que conseguimos por
otros métodos, particularmente de la observación. Estas entrevistas examinaron a los
individuos responsables por el desarrollo, implementación y monitoreo de los planes
de negocios y por la gestión de cada sitio. La discusión se estructuró de tal manera que
cubriera los antecedentes de los entrevistados y su experiencia en cada departamento, su
participación en la planeación de negocios, su actitud hacia la gestión y la administración,
además de una descripción de su trabajo, sus retos y recompensas. En algunos casos, la
entrevista se concentró en ciertos aspectos como la planeación y el control de un sitio, o
la interacción del sitio con la comunidad local.
Un objetivo inicial importante fue construir una historia sobre cómo se introdujo la
planeación de negocios y la evaluación de desempeño en la CFHR, y para esto realizamos
entrevistas, asistimos a reuniones y recolectamos información en este nivel. Las entrevistas,
186/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
del capital involucrado y de los campos de producción restringida y a gran escala, nos
fue de gran utilidad para explicar los cambios que estábamos identificando. Por ejemplo,
el trabajo de Bourdieu es útil para explicar por qué los actores pueden mostrarse como
contradictorios, debido a su constante operación y oscilaciones entre un campo y otro,
en los que se ofrecen diferentes capitales y posiciones.6
Por último, como parte de nuestro acuerdo con el departamento, los autores
presentaron su investigación en varios seminarios oficiales. Estas presentaciones generaron
un gran debate y, en algunas ocasiones, se continuaron discutiendo en reuniones
privadas. El departamento ha revisado varias versiones de este artículo, sugirió algunas
correcciones y finalmente aceptó su publicación sin dar un apoyo a sus argumentos.
6 Una dimensión importante sobre cómo es que esto funciona proviene del concepto de habitus, el
cual es para Bourdieu un conjunto de “disposiciones interiorizadas”, que residen en los individuos.
Éstas son aprendidas a través de la educación formal, la experiencia, y el adoctrinamiento que
ocurre cuando los actores aprenden a negociar sus relaciones sociales, a usar el lenguaje y a
reconocer su contexto. Así, las respuestas de los individuos que están en los campos refleja no
solamente las posiciones y el capital disponible dentro del campo sino también el habitus de los
actores involucrados. A pesar de que un análisis más completo de la introducción y los efectos
de la planeación de negocios incluiría un estudio sobre el habitus de nuestros sujetos, esto queda
por fuera del alcance del estudio actual.
188/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
sus propias especificaciones. Ellos están en capacidad no sólo de consagrar los bienes
sino que como educadores e intérpretes, también pueden consagrar o definir sus
consumidores más apropiados.
Otra de las fuentes de capital cultural dentro de un campo de producción restringida
es la identidad de las posiciones de sus productores. En este caso, las identidades como
la de curador profesional, investigador, intérprete, historiador, archivista o educador,
descansan en la organización y en un cuerpo profesional de conocimientos que tiene
sus propias reglas para desarrollar el tipo de trabajo involucrado. Estas reglas legitiman
el trabajo realizado y ayudan a definir la identidad de la posición de las personas. Por
ejemplo, algunos de los individuos entrevistados señalaron la importancia de generar
unas medidas propias de desempeño: “Tenemos medidas de desempeño profesionales.
Los archivistas esperan que el trabajo se realice de determinada manera. Es claro, los
curadores tienen ciertos estándares profesionales internos al igual que los programas y
todo lo demás” (gerente de uno de los sitios). Los entrevistados también destacaron la
importancia de las credenciales académicas en una división que emplea a más de 30
doctores:
Sí, es muy interesante pertenecer a una organización gubernamental que considera que
tener un título de doctor es una cualidad y no un perjuicio. Y debido a que tenemos
este lado académico, la gente cuenta con el hecho de que cuando acudan a nosotros
podamos decirle si algo es cierto, o tan cierto como la información nos permita afirmarlo
(gerente de uno de los sitios).
7 En realidad, como fue planeado, el gobierno ha venido recortando los gastos del programa, y
desde 1995, la provincia ya no experimenta un déficit anual y de manera agresiva esta reduciendo
su deuda acumulada.
192/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
negocios (p. ej. Dirsmith, Jablonski y Luzi, 1980; Brunsson y Olsen, 1993). De manera
típica, estas observaciones sobre una visión posesiva y descendente del poder subyacen
en los análisis de sentido común sobre las reformas administrativas. En esta visión, a la
que Lukes (1974) se refiere como una visión unidimensional del poder, los conflictos,
y los intereses y los valores contradictorios están en primera línea. En todas estas
manifestaciones, se considera que los planes de negocios representan una transcripción
de los procesos de decisión racional. En su mayor parte, ese modo de transcripción de
los planes sigue siendo muy poco tratado, como mecanismo neutral que conduce a un
fin deseado.
Algunas perspectivas más completas sobre el poder se ocupan de su papel en la
constitución de intereses y en la formación de valores (Lukes, 1994; Clegg, 1989). El
poder no implica necesariamente coerción o conflicto, pero sí puede implicar una
reconfiguración de las identidades de la organización y de sus posiciones, de los
vocabularios y los valores. Bourdieu introdujo la noción de “violencia simbólica” para
comprender la reproducción social a través de los mecanismos culturales: “la violencia
simbólica, para ponerlo de la manera más suave y más simple que nos es posible, es la
violencia que se ejerce sobre un agente social con su complicidad” (Bourdieu y Wacquant,
1992, p. 167). Como lo ha dicho Jenkins (1992, p. 105), “el sustento principal del ejercicio
de la violencia simbólica es la <<acción pedagógica>> [...] (y esto) implica la exclusión
de ideas como impensables, al mismo tiempo que su adoctrinamiento certero”.
Bourdieu (1977) usó el término de violencia simbólica para indicar que a pesar de la
presencia del poder o de una fuerza en el cambio, los mecanismos de control no siempre
son explícitos y no implican necesariamente una acción estratégica directa y consciente.
No es necesario que la fuerza sea física o completamente visible para que sea efectiva.
De este modo, Bourdieu (1977, p. 196) se refirió a la violencia simbólica como “la forma
oculta, sutil, que toma la violencia cuando le es imposible manifestarse abiertamente”.
De hecho, cuando los mecanismos de cambio están ocultos o no han sido reconocidos,
su impacto en una organización es algunas veces más fuerte que cuando la dirección y
los ímpetus de cambio están plenamente identificados y conscientemente planeados y
dirigidos. Los cambios políticos, como aquellos que implican un cambio en las posiciones
o el capital del campo, a menudo no son identificados porque aparentan ser meros
ejercicios técnicos.
Consideramos la planeación de negocios como una acción pedagógica, en la que el
formato de los planes simultáneamente excluye y adoctrina. La planeación de negocios
excluye ciertas ideas como impensables, como contrarias a la naturaleza del negocio, a
la eficiencia, al cliente, y a las ganancias, al mismo tiempo que promueve una visión de
la organización como un negocio sujeto al razonamiento instrumental. El proceso de la
planeación de negocios también funciona como una forma de aprendizaje a través de
la acción. La planeación de negocios tiene importantes repercusiones en el capital de
un campo y, por lo tanto, en la identidad organizacional y de sus posiciones. Lo que
es valorado en el campo cambia, en nuestro caso, de la visión de la cultura y de los
artefactos auténticos que tiene el historiador a una preocupación por producir ingresos y
visitantes. El capital económico se vuelve más importante, y el capital cultural pasa a ser
valorado hasta el punto en el que pueda transformarse en capital económico. Además, la
La planeación de negocios como pedagogía /193
planeación de negocios no sólo anuncia la llegada del cambio sino que es a través de su
misma actividad –la introducción de un nuevo vocabulario que incluye términos como
producción de ganancias, productos y clientes– que el cambio ocurre.
Para comprender esta presentación de la planeación de negocios debemos considerar
la comprensión que tiene Bourdieu sobre el poder y su relación con el conocimiento
(Wacquant, 1989a). Para Bourdieu, al igual que para otros teóricos sociales, el conocimiento
no es neutral sino que está íntimamente relacionado con la acción del poder (Foucault,
1980). En particular, Bourdieu (1985) identificó el poder de nominar o el monopolio
de nombrar legítimamente. Él señalaba que “el mundo social puede ser nombrado y
construido de maneras diferentes. En la práctica puede ser percibido, nombrado y
construido, de acuerdo con diferentes principios de visión y división” (Bourdieu, 1985,
p. 726). La comprensión de Bourdieu sobre los efectos de poder del lenguaje va en este
sentido más lejos que un análisis que, por ejemplo, identifique los efectos de poder de
la metáfora –una estructura profunda del lenguaje– o de los esquemas interpretativos
(Pondy, 1978; Moch y Fields, 1985).
El conocimiento del mundo social y, más precisamente, de las categorías que lo hacen
posible, es lo que, por excelencia, está en juego en la lucha política, en esa férrea unión
entre la lucha teórica y práctica por el poder de conservar o transformar el mundo social
mediante la conservación o transformación de las categorías por las que es percibido
[...] Este trabajo de categorización –de hacerlo explícito y de clasificar– se efectúa de
manera incesante en cada momento de la existencia cotidiana, en las luchas en las que
los agentes se enfrentan por un significado sobre el mundo social y por su posición
dentro de éste. (Bourdieu, 1985, p. 729)
creatividad y la participación son mucho más difíciles de reconocer como una lección
impuesta y de resistirse a ellas, que lo que sería con una lección visiblemente impuesta.
Un simple conocimiento pasivo del lenguaje o de un discurso como la planeación de
negocios es insuficiente, debido a que el uso o el habla del lenguaje es parte del proceso
de la pedagogía: “no es suficiente con promulgar un entorno compartido; tiene también
que discutirse” (Pondy, 1978, p. 93). Una dimensión importante del monopolio del acto
de nombrar es el grado de confort que los individuos experimentan con el lenguaje:
“Para comprender las sutilezas se requiere saber el tipo de lenguaje con el que se está
jugando” (Pondy, 1978, p. 95). Una disparidad en el vocabulario puede menoscabar el
desempeño de los actores de un campo y su grado de competencia. Por este motivo es
que los individuos revisten de un significado sus intereses organizacionales, profesionales
y particulares.
El poder de los planes de negocios está en el monopolio que ejerce sobre el acto
de nombrar legítimamente. Éstos construyen de manera activa lo que se puede ver y lo
que se puede decir, especificando lo que se debe documentar y lo que se debe ignorar.
Los aspectos que se nombran y las categorías que son reconocidas ganan legitimidad
e importancia. Aquellos aspectos que no son nombrados o que quedan por fuera de
las categorías aceptadas pierden legitimidad y son ignorados. Los planes de negocios
ofrecen, en términos de Fiol y Huff (1992), submapas de categorización –dimensiones
importantes de la acción– que proporcionan las bases para futuras decisiones. En
contraste con lo dicho por Fiol y Huff (1992), no obstante, nosotros sostenemos que las
categorías que se seleccionan en los planes de negocios no son solamente importantes
por sus repercusiones causales sino porque éstas influyen de modo directo en el
reconocimiento y definición del capital. La planeación de negocios no se limita a un
cambio de las actividades físicas que constituyen el trabajo o el proceso laboral. Ésta hace
parte de un proceso que define y construye mercados para varias formas de capital. La
planeación de negocios reconstruye lo que sea que se esté produciendo y para quién se
esté produciendo, y define el valor del producto. En este sentido, importante, pero que
ha sido un poco descuidado, es que los planes de negocios contribuyen activamente
en la producción de consumidores, productores y productos, e indican cómo éstos
deben gestionarse. Mediante la articulación de las reglas de intercambio que existen
dentro del campo y entre los campos, este proceso influencia los tipos de capital que
serán reconocidos como legítimos y ayuda a determinar a qué ritmo y en qué formas se
intercambiará ese capital.
Los planes de negocios no sólo ofrecen submapas de categorización sino que influyen
sobre los submapas de identidad. Debido a que las categorías de un campo están
relacionadas internamente en formas sutiles pero poderosas, la planeación de negocios
reconfigura el sentido de identidad de los productores. El redefinir el capital dominante
de un campo puede no afectar directamente las propiedades intrínsecas de los actores
(por ejemplo, el conocimiento de un curador) pero sí afecta sus propiedades relacionales
(su posición) porque afecta el capital en su conjunto y así, su lugar en el campo. Esto, a
su vez, tendrá repercusiones en el sentido que tiene el individuo sobre la identidad de su
posición (Dutton, Dukerich y Harquail, 1994). Fiol y Huff (1992, p. 281) sostenían que
los submapas de identidad son los más difíciles de cambiar porque las identidades están
La planeación de negocios como pedagogía /195
Los servicios adicionales fueron descritos como productos, y el gobierno ponía todo
su énfasis en los “resultados, resultados, resultados”. Como lo notó un comentarista de
Alberta: “la gente de todos lados estaba leyendo [...] teorías económicas y de gestión del
corte de Peter Drucker, Tom Peters, Kenichi Ohmae, Ted Gaebler, David Osborne y otros”.
(Lisac, 1995, p. 43)
La división CFHR, a pesar de que en ese tiempo era un campo de producción
restringida, también existía dentro del campo más amplio de lo económico y de lo
político, que permitió el surgimiento del gobierno Klein. Los gerentes principales de las
divisiones describieron los cambios en la filosofía y en la práctica que emanaban del
196/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
esto tipificaba un nuevo enfoque: uno en el que los procesos para desarrollar planes era
muy variado y en el que lo único que importaba eran los resultados. Para otros, existía
una gran tensión que se derivaba de ese proceso de hacer que los planes de negocios
y las mediciones de desempeño estuvieran “bien”. A menudo, los gerentes señalaban
la falta de un programa de cambio y hablaban de “sintonizarse con su intención”, una
expresión que simbolizaba los intentos de los gerentes por “leer” específicamente las
acciones del gobierno y, de manera más general, de la amplia estructura de poder de
Alberta. En este sentido, la planeación de negocios fue un estímulo para que los gerentes
aprendieran a sintonizarse con la nueva situación y trataran de absorber parte del capital
cultural que podía obtenerse si se mostraban como emprendedores. Por ejemplo, un
gerente de división declaraba:
queríamos ser emprendedores y si deseábamos tener un rol en el sector privado teníamos
que desarrollar planes de negocios. Nuestras instalaciones operarían como pequeños
negocios. Por esta razón contratamos gente que pudiera desarrollar estos planes y nos
sometimos a un proceso educativo.
El lenguaje de los negocios era algo extraño para la mayoría del personal: “De allí
(la planeación) provienen las metas, las estrategias, las acciones [...] perdón, las metas,
La planeación de negocios como pedagogía /199
los objetivos, las estrategias y las acciones; y a todos estos les añadimos las mediciones”
(comentarios de un gerente de división). Algunos departamentos presentaron sus planes
de negocios completos ante la asamblea legislativa sólo para que les dijeran que lo que
ellos describían como objetivos eran en realidad metas, y que lo que definían como
resultados en realidad se trataba de procesos y salidas.
Una parte importante del argumento general de Bourdieu está en el hecho de que la
dualidad entre el contenido (p. ej. Porter, 1980) y los procesos de los planes de negocios
(p. ej. Pettigrew, 1985; Hart y Banbury, 1994) es a menudo de muy poca ayuda para
comprender la producción y reproducción de la vida social. En nuestro estudio, los gerentes
estaban aprendiendo y produciendo estrategias en el proceso mismo de formarlas. El
contenido de las estrategias no sólo provenía de este proceso sino que a su vez producía
su continuidad. La pedagogía nos ayuda a entender cómo los actores organizacionales
confieren un sentido y construyen el cambio a través de su participación y resistencia. Los
ejercicios pedagógicos con propósito producen un cambio en el capital y en las posiciones
de un campo. Estos cambios crean puntos de análisis en los que los miembros de un
campo pueden examinar sus actividades e identidades actuales. En ese punto, las personas
se nombran y categorizan a sí mismas (Bourdieu, 1991). Esto lleva a que alguna gente
intente rehacerse a sí misma mientras que otros podrían desistir de sus contribuciones o
se apartarán por completo. Algunas personas, en particular aquellos con una formación
en curaduría, no se sienten cómodas y tienden a no involucrarse porque no han logrado
comprender las reglas del juego. Otros, por el contrario, no sólo asimilan el nuevo campo
sino que ayudan a darle forma. Todos estos procesos son conscientes y pre-conscientes,
en el sentido que se presentan mientras que los participantes reconocen, en su propio
lenguaje y disposiciones, si ellos encajan o no dentro del campo (Bourdieu, 1977).
La planeación de negocios fue un acto de violencia simbólica. Mediante un proceso
de nombrar, categorizar y regularizar, la planeación de negocios reemplazó un conjunto
de significados, definido por los productores del campo, por otro conjunto que fue
definido pensando en el mercado externo. Por tal motivo, este cambio amenazaba la
relativa autonomía del campo y su capital simbólico y cultural. En términos concretos,
redujo el control que la gente del campo tenía sobre sus propias vidas laborales. La
apariencia de los planes de negocios como meros actos de transcripción técnica, oculta
la fuerza que reside en este proceso. En específico, desvía la atención del capital cultural
cambiante hacia el capital económico y a la disminución de las identidades existentes.
del valor económico de su capital cultural. Los contadores y los economistas aparecen
para conferir un valor económico a los artefactos, ahora considerados como “activos”, y
los estados financieros y la hoja del balance se convierten en una herramienta de gestión
mucho más predominante (Carnegie y Wolnizer, 1996).
Tabla 1
Comparación de campos de producción restringida y producción cultural de gran escala
Campo de producción
Campo de producción restringida
de gran escala
Dentro de esta nueva lógica, la difusión de su capital se define a través de los productos
que se venden al público sin que exista un incremento proporcional en los artefactos que
se descubren y preservan. De modo creciente, la evaluación de un sitio se fundamenta
en la capacidad que éste tiene de producir y comercializar exitosamente sus productos
entre los “clientes” del museo. El éxito de estos productos se define por la voluntad del
público de visitarlos o de consumirlos y, en últimas, por la voluntad de pagar por ellos.
Cada vez más el trabajo que se realiza en estos sitios se estima por su valor en el mercado
y por la aceptación de su mensaje entre una audiencia de gran escala. La legitimidad
está en el entorno y como lo señalaban Meyer y Rowan (1991), la adopción de criterios
de evaluación externos y el empleo de criterios externos para determinar el valor, son
algunas de las características del isomorfismo, el cual produce legitimidad.
El plan de negocios exhortaba a los gerentes a repensar el plan original para el sitio en
términos de su participación en el mercado y su competencia:
nos ayudará [el plan de negocios] a mantenernos enfocados [...] en el desarrollo del
producto y nos ofrecerá una guía sobre algunos de los puntos en los que parte de nuestra
competencia tendrá que someterse a este proceso. Nos ayudará a formular cualquier
dirección futura, a formular iniciativas de capital mientras observamos quién está en
el mercado, lo que está sucediendo, lo que podemos permitirnos de manera realista
y cómo podemos potencialmente producir un cambio o cómo podríamos modificar
nuestra declaración de posición, o las metas que tenemos en términos de preservación
de patrimonio o de otros aspectos.
queremos compartir o interpretar la historia de una manera que tenga sentido para el
visitante, debemos ver que éste pueda apreciar con más detalle un punto de la historia
o que pueda ver que estamos efectivamente incrementando el conocimiento de un
hecho histórico. Además del mero factor de entretenimiento (no hay nada de malo en
medir este factor) que se notó en la sonrisa, en sus rostros y en el tiempo de diversión,
está el hecho de que ese visitante le cuente a otras seis personas sobre lo agradable que
es el sitio. Esto hace parte de nuestros propósitos en términos de lograr un aumento de
los visitantes.
Mientras que esta declaración sugiere que el esfuerzo para cambiar la identidad de
los subordinados hace parte de una decisión consciente, el gerente no reconoce las
repercusiones de estos cambios que se derivan de la reconfiguración de las personas en
el capital del campo en su conjunto.
El concepto de la violencia simbólica ha sido criticado porque implica cierto
determinismo (Calhoun, 1995). Bourdieu (1985, p. 728) declaraba, sin embargo, que a
pesar de que:
los objetos del mundo social pueden percibirse y nombrarse de diferentes formas, éstos
siempre conllevan un grado de indeterminación y confusión. Este elemento de juego, de
incertidumbre, es lo que proporciona un fundamento para la pluralidad de las visiones
de mundo y para todas las luchas simbólicas por el poder de producir e imponer una
visión de mundo legítima.
Los individuos o grupos pueden crear estrategias colectivas para obtener o crear
posiciones importantes pero, para Bourdieu, las estrategias no constituyen decisiones de
cálculo racionales. La existencia, la forma y dirección del cambio depende del estado
del sistema, es decir, “del repertorio de posibilidades que ofrece” y del “balance de
las fuerzas entre los agentes sociales que tienen por completo intereses reales en las
diferentes posibilidades que tienen a mano” (Bourdieu, 1993, p. 34). La capacidad de
estos agentes para “deshacer” o “rehacer” el mundo social depende de su “conocimiento
realista de lo que es y de lo que pueden hacer con éste desde la posición que ocupan
dentro de él” (Bourdieu, 1985, p. 734). Esto sugiere que los agentes que están en las
organizaciones preparan estrategias que no reflejan por completo a la agencia ni unas
respuestas totalmente estructuradas.9
El entusiasmo de la división por la planeación de negocios comenzó como un esfuerzo
consciente para satisfacer las expectativas oficiales y para diferenciar a la división de otras
al mostrarse como proactiva, es decir, todo comenzó como una estrategia defensiva
consciente (cf. con Oliver, 1991). Los gerentes de división sintieron que la división debía
ubicarse bien y se valieron de la planeación de negocios para hacerlo. Algunos gerentes
se acogieron de manera pública a esta nueva visión, frustrados porque en el pasado
no les había sido dada suficiente independencia o las oportunidades para desarrollar
su espíritu emprendedor. Pero, para muchos, el hecho de ser emprendedores ya no
significaba un acto de camuflaje defensivo, en realidad constituía una forma ideal de ser.
En este sentido, la pedagogía de la planeación de negocios había desembocado en un
proceso de transformación.
9 La problemática dualidad entre los individuos y los campos, la agencia y la estructura, ha sido
una preocupación central de los trabajos de Bourdieu y también un aspecto central en nuestra
investigación. Estos problemas se mantienen de alguna manera sin resolverse en el trabajo de
Bourdieu, de acuerdo con lo dicho por algunos de sus críticos (Jenkins, 1992), y algunos aspectos
sobre la habilidad de las personas para resistir el tipo de reforma para el sector público que
hemos documentado, se mantiene como una preocupación política fundamental (Broadbent,
Laughlin y Read, 1991; Power y Laughlin, 1992, 1996).
206/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Para la mayoría de gerentes, sin embargo, las reacciones hacia los cambios que
venían aconteciendo estaban mediadas por su comprensión del campo de los museos
y de los sitios históricos. Ellos estaban orgullosos de sus vínculos con la academia, la
exploración y con la historia asociada con los recursos de valor cultural. También eran
conscientes de que la distribución y los tipos de capital cultural en Alberta estaban
transformándose hacia una valoración de la empresa, el mercado, la toma de riesgos
y la iniciativa individual. Los efectos pedagógicos se estratifican sobre la identidad
de un productor (Jenkins, 1992) y así, los cambios se entienden como una forma de
sedimentación, en lugar de una erradicación abrupta de antiguas comprensiones que
se derivaban del campo (Cooper, et al., 1996). Estos efectos se producían a través de las
formas creativas en las que los gerentes de división intentaban justificar los cambios que
estaban implementando a la vez que limitaban la pérdida de capital cultural. En algunos
casos, los gerentes creían que el nuevo enfoque del mercado produciría museos más
abiertos, más accesibles y menos elitistas. Ellos describieron algunas exhibiciones que se
hicieron para los grupos menos representados de la población, por ejemplo, las mujeres
o los adultos sin niños. Los directores de los museos no se preocupaban por estos grupos
por el hecho de que tuvieran una menor representación, sino porque la investigación
de mercados ha demostrado que es menos probable que estos grupos visiten los sitios
y los museos y, como consecuencia, son menos dados a pagar la entrada, a consumir
alimentos en las cafeterías y a comprar objetos en las tiendas de souvenires. Los grupos
menos representados son ahora importantes porque podrían significar una fuente de
ingresos (de capital económico) en lugar de una fuente de capital cultural.
Enfocarse en el mercado ha llevado a los gerentes a preguntarse cómo hacer sus
exhibiciones más llamativas, más interactivas y más accesibles a grupos con rasgos juveniles
y con mayores ingresos disponibles. Algunos gerentes han sugerido que los curadores,
archivistas o intérpretes han podido mostrar o publicitar su área de especialidad. Esto les
ha permitido compartir con una audiencia mucho más amplia algún material temático de
gran valor para ellos. Uno de los gerentes describió esto de la siguiente forma:
Hemos sentido la pérdida de la posición tradicional, de la imagen y de los recursos
básicos por los que los museos eran reconocidos en la sociedad. Ahora, si consideramos
que esto puede ser parte de unos fenómenos cíclicos, tenemos muchas cosas que
podemos hacer. Debido al entorno en el que nos encontramos, ponemos los objetos
más grandes que tenemos en exposición al frente. Yo le llamo a esto como un artilugio
para llamar la atención porque no es algo tradicional […] hace parte de lo teatral, es
teatro, utilería. No es una exhibición del carácter de un museo. No lo sé, pero el efecto
completo de esto parece ser bastante atractivo. No lo he pensado aún en profundidad
pero parece servir. Estamos usando esto lo más que nos sea posible para tratar de llamar
la atención de la gente sobre el significado más profundo de esto y en buena parte lo
hemos logrado […] hemos tenido unos éxitos rotundos con este tipo de exhibiciones y
muchas personas vienen a verlas, entre ellas también muchas que no vendrían a visitar
un museo.
A veces, los gerentes parecerían usar de modo estratégico sus planes de negocios,
como un intento consciente de proteger el capital cultural del campo. Por ejemplo, este
mismo gerente continuó diciendo:
La planeación de negocios como pedagogía /207
En este momento, y bajo algunas circunstancias, estamos tratando que algunas cosas
no sean tan visibles. El clima público, el clima político es así […] todo el mundo está
contento y éste es un lugar muy agradable de visitar y el presupuesto está siendo reducido
a nada porque no hay incrementos en los impuestos. Pero no olvidamos nuestras áreas
menores. Son nuestra fortaleza. Y muchos de los planes que desarrollamos los llevamos
también hasta esas áreas, en la medida que nos sea posible. Otros museos han decidido
seguir un camino muy distinto. Están empezando a olvidarse de sus áreas menores de
una manera creciente. Se deshacen de las colecciones, cierran programas. Lo segundo
que hacen es que se deshacen de la mayoría del personal porque buena parte de éste
es, precisamente, personal de museo, no personal de exhibiciones o de exposiciones.
Ellos son personal de museo. El personal de museo, las colecciones, etc., son el corazón
de los que somos. De allí es que tomamos todo el resto de cosas que hacemos y si
eso no está en buen estado nada de lo demás estará bien. Usted puede tomar esas
decisiones pero lo mejor que podría hacer, entonces, es tener una cantidad de gente
que haga parte de un centro de exposiciones. A estos no les importan las colecciones.
Se preocupan más bien de los programas y de atraer visitantes. Ellos no pueden ver
la continuidad de las colecciones, de la investigación y de la interpretación […] no
enfatizamos en esto. Estamos restándole su importancia.
El sentido que subyace en esta cita es que el capital cultural del campo está siendo
menoscabado por el clima político, y esto hace que quienes tradicionalmente han sido
estimados por su conocimiento especializado de la historia, los museos y artefactos estén
ocupando un lugar de menor importancia frente a aquellos que ofrecen un conocimiento
sobre mercadeo, promociones y cuestiones de ventas. Adicionalmente, las actividades
centrales de un museo ya no son una fuente de capital social y cultural sino que se han
convertido en algo que se debe esconder. En lugar de usar estrategias de resistencia, de
separación o de cambio ceremonial, los gerentes de la división desean comprometerse de
manera consciente en la introducción de los cambios requeridos. La administración de la
división acogía el campo dominante para proteger su capital social y económico mediante
la introducción de la planeación de negocios pero mientras hacía esto, simultáneamente
estaba menoscabando su capital cultural con las estrategias que adoptó para protegerlo.
Como lo señalaron Brint y Karabel (1991, p. 352), “el cambio organizacional proviene
de esfuerzos para conformar las categorías y las prácticas que le dan un significado
clasificatorio al mundo social”. Estos cambios no son cosméticos sino pedagógicos, con
una transformación que se consigue a través del proceso de aprendizaje.
nivel de institucionalización (Zucker, 1991). Los museos y los sitios culturales e históricos
gozan de una gran trayectoria (Bennett, 1988; Sherman y Rogoff, 1994). Hasta cierto
punto, el factor importante allí eran los capitales enfrentados que estaban en juego. El
éxito de un campo de producción restringida depende de una lógica de confianza y de
buena fe (Meyer y Rowan, 1991). Esto se hace vulnerable cuando se privilegia y se valora
mucho más la facilidad con la que se puede traducir en capital económico.
En nuestras explicaciones hemos puesto mucha importancia en el capital, pero la
ampliación del concepto de campo que se hace en la teoría institucional a través del
capital, nos permite considerar las dimensiones políticas de los cambios institucionales.
El capital sirve para ilustrar lo que está en juego. A pesar de que en la teoría institucional,
las organizaciones tienen la capacidad de adoptar diferentes prácticas y estructuras a la
vez que protegen la esencia de su identidad, hemos mostrado que el hecho de adoptar
tales prácticas y estructuras puede influenciar significativamente el capital y la identidad
del campo. En palabras de Albert y Whetten (1985), esta adopción afecta lo que puede
proclamarse como central, distintivo, además de afectar la base para la continuidad que
tiene la organización. Lo que se ve como esencial es en sí problemático y está abierto
al ejercicio de la acción estratégica. En nuestro caso, la planeación de negocios llevó
a que los sitios culturales e históricos se introdujeran en un campo de producción de
gran escala, y como instituciones culturales empezaron a ser medidos por su utilidad
y perdieron su capacidad para diferenciarse de sitios como Disneylandia, una vez se
incrementó la homogenización de las organizaciones. Así, cada vez era más difícil decir
que la preservación de un dinosaurio era más importante o que correspondía mucho
más a la esencia de la organización que, por ejemplo, la ampliación de la cafetería o
de una tienda de souvenires. Para aquellos que están inmersos en ese campo todo esto
puede significar una pérdida progresiva del control sobre el ritmo de su trabajo y sobre
la capacidad que tenían para definir sus actividades.
Las prácticas de gestión son consideradas como comunes en casi todas las organizaciones.
Vivimos en la era del gerente generalista, que se ha formado en las tendencias del mercado
económico. Parece probable que los economistas, los contadores y la gente de mercadeo
tome el lugar de los curadores, los arqueólogos y los científicos en la administración de
los sitios históricos y de las instalaciones culturales. También están sucediendo desarrollos
paralelos en la colonización del sector salud, a través del lenguaje de costos y beneficios,
del hospital como fábrica y de los pacientes como líneas de productos que crean un nuevo
campo en el cuidado de la salud (Ashmore, Mulkay y Pinch, 1988). Esta homogenización
también implica que los sitios y la gente que trabaja en ellos están cada vez más expuestos
a las presiones del mercado de una economía más grande. Así, no es sorprendente que el
énfasis en la planeación de negocios, en el mercadeo y en la generación de ingresos esté
asociado con la mayor importancia que se le está dando a los grupos económicos locales
en el manejo de los sitios que hemos estudiado. De tal manera, las organizaciones “amigas”
han tomado un nuevo significado, en la recolección de fondos y en el incremento de las
entradas, con millones de dólares que se mueven a través de estos grupos y que están
fuera del control formal del Departamento de Hacienda de la Provincia y aún fuera de la
potestad del gerente del sitio. Las organizaciones amigas tienen ahora mucha influencia
sobre cómo se gasta el dinero que recolectan.
La planeación de negocios como pedagogía /211
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218/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Comentario
1 Aun reconociendo que en el nivel técnico nuestras debilidades en el entorno nacional son
profundas.
La planeación de negocios como pedagogía /219
interpretación. Así, serán los valores del investigador los que garanticen la fiabilidad y la
coherencia contextual de las conclusiones a las que él llegue. Este es un reto a nuestra
inteligencia y al compromiso investigativo. Es una responsabilidad académica que recae
en nuestros hombros como individuos y, sobre todo, como comunidad de reflexión y
acción.
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Avances Interdisciplinarios para una Comprensión
Crítica de la Contabilidad
Gómez V., M. y Ospina Z., C. (Eds.). © Derechos
Capítulo 7
reservados, (2009)
C. Richard Baker
Escuela de Negocios,
Adelphy University;
Garden City, New York, USA.
I. Introducción
La frase, “el interés público”, ha sido usada en la literatura contable profesional y académica
para motivar un amplio rango de documentos y artículos que examinan las consecuencias
de las prácticas contables en las esferas pública y privada. Dada la diversidad de la retórica
en la literatura que pretende referirse al interés público, puede ser apropiado preguntar:
¿Cuál es el significado del interés público? Puede haber un número plural de respuestas
a esta pregunta, y es probable que las respuestas dependan de una larga extensión en
las perspectivas ideológicas de quienes respondan. Por ejemplo, puede no ser irracional
esperar que aquellos que adoptan una perspectiva neo-liberal, genuinamente crean que
las políticas que ellos recomiendan beneficiarán, en efecto, al interés público. De manera
similar, quienes se ubican en oposición a una ideología neo-liberal, también creerán
que sus políticas benefician el interés público. Consecuentemente, hay una dispersión
retórica circundando el término “interés público”. El propósito de este documento es
examinar las afirmaciones retóricas de varias organizaciones prominentes que operan
dentro de la profesión de la Contaduría Pública Americana, que afirman actuar en pro
del interés público, e identificar la posición o las posiciones ideológicas que respaldan
esas afirmaciones. En el proceso examinaremos el concepto de ideología y su aplicación
a la investigación contable1.
* Tomado de: Baker, C, R (2005). What is the meaning of “public interest”?: Examining the ideology
in American Public Accounting Profession. Accounting, Auditing and Accountability Journal, Vol.
18, No. 5, pp.690-703. Con la autorización de Emerald.
1 En el resumen de diferentes conceptos de ideología contenidos en las próximas páginas de este
documento, se realiza un esfuerzo para demostrar ciertas diferencias entre varias perspectivas
224/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
El resto de este documento está organizado como sigue: la sección que viene a
continuación discutirá brevemente las vías en las cuales el concepto de ideología ha
sido usado previamente en la investigación contable; la sección posterior examinará
ciertas afirmaciones retóricas planteadas por el Instituto Americano de Contadores
Públicos Certificados (AICPA2), la Junta de Normas de Contabilidad Financiera (FASB3) y
PriceWaterhouseCoopers (PWC). Seguirá una discusión sobre el concepto de ideología
de Paul Ricoeur. Una explicación de la manera en que Ricoeur entiende la ideología,
puede ser usada para ganar una mejor comprensión de la ideología de la profesión de la
Contaduría Pública Americana.
define de manera estrecha como un organismo constituido por los Contadores Públicos
Certificados (CPAs5) o por aquellas personas que están empleadas en los cuerpos
profesionales de las firmas de contadores públicos. Otros individuos que se dedican
al trabajo contable no son usualmente considerados como parte de la profesión de la
Contaduría Pública. Segundo, las certificaciones de CPA son concedidas individualmente
por los Estados de los Estados Unidos de Norteamérica, y son así un asunto de ley estatal;
las Certificaciones en CPA no son requeridas para convertirse en miembros de un instituto
profesional. Tercero, el AICPA es una organización con membresía voluntaria. Un individuo
debe estar certificado en CPA para unirse al AICPA, pero un CPA no es requerido para
convertirse en miembro del AICPA. Muchos Contadores Públicos Certificados trabajan
en la industria y los negocios, en lugar de hacerlo en firmas de contadores públicos.
Cuarto, el Código de Conducta Profesional de AICPA aplica a todos sus miembros ya
sea que ejerzan la Contaduría Pública o no. El Estado autoriza a juntas para que los
Contadores Públicos Certificados también tengan códigos de ética modelados sobre
el código del AICPA. Puede ser problemático ver el código del AICPA como un todo
representativo de las afirmaciones retóricas de la profesión de la Contaduría Pública
Americana, pero el código sirve como un ejemplar de las expresiones retóricas de la
profesión de la Contaduría Pública.
Así, el Código de AICPA plantea “el interés público” como una metáfora central
en sus expresiones retóricas acerca de sí mismo. El AICPA define el interés público
específicamente como: el bienestar colectivo de la comunidad de personas e instituciones
a las que la profesión sirve. ¿Cuál es el significado no especificado de: bienestar colectivo?
También, ¿cuál es el sentido no especificado si el bienestar colectivo es confinado a la
comunidad de personas e instituciones a las que la profesión sirve, o puede el interés
público también extenderse a aquellos que no son miembros de la comunidad de
personas e instituciones a las que la profesión sirve (por ejemplo los desempleados; los
pobres; las personas en los países con menos desarrollo)? ¿Cómo se mediría el bienestar
colectivo? Realmente, ¿Cuál es el significado del “bienestar”? Obtener respuestas a estas
preguntas puede ayudarnos a ganar un mejor entendimiento de lo que se quiso decir
con el “interés público”.
Si asumimos, por un momento, que el Código de Conducta del AICPA opera dentro
de una “ideología neoliberal”6, entonces la noción de confianza en la objetividad e
mercados como la mejor herramienta que tiene la sociedad para expandir “el pastel económico” y
de ese modo superar ampliamente la pobreza social. Una ideología neo-liberal también extiende
las creencias acerca de las interacciones entre la sociedad civil y la esfera pública, en la cual se
sostiene que los negocios y los intereses corporativos tienen un “derecho” a perseguir sus intereses
y a participar en los discursos sobre el establecimiento de la política pública. Una ideología neo-
liberal ha estado adscrita al partido Republicano en los Estados Unidos de Norteamérica y al
partido Conservador en el Reino Unido.
7 Una perspectiva “Social demócrata liberal” es definida como abarcando la creencia que el control
del Estado estaría conferido en una entidad gubernamental (por ejemplo legislativa o ejecutiva)
elegida democráticamente por un voto mayoritario de ciudadanos electores, mientras se permite
que una significativa porción de la actividad económica esté conferida a la sociedad civil bajo
regulación estatal, excepto por ciertos sectores demandados por ser socialmente esenciales
(p.e. educación, cuidado de la salud, transporte, etc). En varios puntos, una perspectiva social
demócrata liberal, arguye por la provisión del estado o el soporte de los beneficios del bienestar,
incluyendo salarios mínimos, seguros de desempleo, pensiones para los adultos, soporte educativo
y familiar, y cuidado médico y salud para todos los ciudadanos. El partido Demócrata en los
Estados Unidos de Norteamérica, el Nuevo Laborismo en el Reino Unido y el partido Gaullista
en Francia, son algunos ejemplos de partidos políticos los cuales expresan una perspectiva social
demócrata liberal.
8 Una perspectiva “social demócrata crítica” es definida como aquella en la cual se busca
activamente el cambio social para alcanzar justicia social e igualdad económica. Tal como la
perspectiva tiende a ser suspicaz de, y a menudo antagonista hacia, los intereses corporativos
y los negocios, avoca por fuertes controles gubernamentales, regulación y aun supresión de
actividades corporativas. Una perspectiva social demócrata crítica debate por soluciones basadas
en el Estado para la mayoría de los problemas sociales y control del gobierno o propiedad de
las mayores industrias. El Viejo Laborismo en el Reino Unido, el partido Socialista en Francia,
los Social Demócratas en Alemania y el partido Verde en muchos países son ejemplos de “social
demócratas críticos”.
230/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
trabajadora, los pobres, y de otros desvalidos (ver por ejemplo, Tinker, 1980, 1985,
1988, 1991; Mitchell et al, 1998).
Así, puede considerarse que las perspectivas ideológicas de los participantes en
el debate político-económico pueden tener un importante impacto sobre lo que es
entendido por el interés público.
Para adelantar el examen del significado del interés público, como se expresan en las
afirmaciones retóricas de la profesión de la Contaduría Pública Americana, tomaremos
un reciente artículo aparecido en el CPA Journal, una publicación de la Sociedad de
Contadores Públicos Certificados de New York, en la cual Robert Colson, el editor jefe,
comentó sobre las afirmaciones para servir al interés público expresadas en el código
del AICPA. Colson sugiere que el Código está en conflicto en ciertos puntos con la
declaración de la misión de la Comisión de Valores y Cambio de los Estados Unidos9,
la cual explícitamente afirma ser la defensora del inversor (Colson, 2004, p. 80). Colson
señala que:
La hora ha llegado a los CPAs para considerar seriamente si su código de conducta
profesional dirige adecuadamente los aspectos que ellos encaran en la arena pública. El
creciente número de inversiones individuales en equities10 a través de planes de pensiones,
ha cambiando características importantes del interés público (énfasis añadido). Con los
mercados de acciones de corto plazo reservados para inversores acaudalados, el retiro
futuro de cerca de toda la clase trabajadora norteamericana depende del ordenado
crecimiento y la sana gestión de las compañías públicas.
Mientras que los CPAs probablemente hacen servicio al interés público bien sea
manteniendo la independencia y la objetividad en sus diversos papeles de consultoría,
algunas cosas más están siendo reclamadas de su papel de auditores: hay llamados para
tomar activamente el interés de otras partes de los usuarios de los estados financieros.
Es hora de revisar el código de conducta profesional y hacer esta obligación explícita en
los principios. (Colson, 2004, p. 80)
En esencia, Colson promueve una visión particular del interés público, una que implica
un énfasis sobre los inversores y acreedores en los mercados de capital, así insinúa una
ideología fundamentalmente neo-liberal. Él planteará un cambio en el énfasis tradicional
que hace la profesión de la Contaduría Pública Americana en valores de independencia,
objetividad e integridad, hacia un énfasis central que lleve a la protección de los intereses
de inversores y acreedores. No obstante, mientras la retórica de Colson puede interpretarse
como ampliamente congruente con una ideología neoliberal, puede también observarse
que en ella hay un cierto grado de ambigüedad con respecto a esta posición ideológica,
en la que un seguimiento riguroso de la perspectiva neoliberal probablemente señalaría
que no hay necesidad de establecer una auditoría externa obligatoria porque:
ser discutible, sino sólo servir al interés de la inversión pública. Otros miembros del
público no son contemplados, o si lo son, es únicamente de manera indirecta.
Estos límites en la definición del segmento del público que es servido por la FASB son
elaborados dentro del parágrafo 34 del Pronunciamiento de Conceptos de Contabilidad
Financiera No 1: Objetivos del Reporte Financiero para empresas de Negocios (FASB,
1978). El parágrafo 34 se lee como sigue:
El reporte financiero proveerá información que es útil para presentes y potenciales
inversores y acreedores, y para otros usuarios en la toma de decisiones racionales de
inversión, crédito y similares. La información será comprensible para aquellos que
tengan un entendimiento razonable de las actividades económicas y los negocios, y
que estén dispuestos a estudiar la información con razonable diligencia. (FASB, 1978,
parágrafo 34)
Así, en sus afirmaciones retóricas, la FASB demuestra un claro y específico foco en los
intereses de inversores y acreedores. La junta no está indebidamente preocupada con
la provisión de información que pueda ser útil para otros intereses. Otros interesados
pueden encontrar útil la información provista a inversores y acreedores, pero la FASB no
está necesariamente preocupada en servir a aquellos intereses.
Como una expresión de una ideología fundamental neo-liberal, el énfasis de la FASB
en servir a las necesidades de inversores y acreedores puede ser apropiado si la FASB
cree que la información que ayuda a proveer es útil en los mercados de capitales, y si el
propio funcionamiento de los mercados de capitales es reclamado para ser parte esencial
de su servicio al interés público. No obstante, es importante señalar que la investigación
empírica sobre las relaciones entre los estados financieros y el funcionamiento de
los mercados de capitales, parece indicar que el mercado de capitales opera en vías
que descuentan o desatienden la información contable12. Así, se puede observar que
las afirmaciones retóricas de la FASB están actualmente basadas en una perspectiva
ideológica neoliberal.
En efecto, las afirmaciones retóricas de la FASB también serían vistas como congruentes
con una perspectiva social demócrata liberal, en la que la FASB funciona como una clase
de cuerpo regulatorio cuasi-gubernamental. El principal papel de la FASB es regular el
formato, estructura y contenido de la información de los estados financieros. Este papel
fue delegado a la FASB por la SEC, la cual fue designada responsable bajo las leyes
federales de seguridad y valores.
Así, puede interpretarse que hay una ambigüedad en la naturaleza de la perspectiva
ideológica fundamental de las expresiones retóricas de la FASB, en la que de frente las
expresiones retóricas parecen ser congruentes con una ideología neo-liberal, mientras
que al mismo tiempo hay un énfasis en los aspectos regulatorios del proceso de fijación
de estándares de contabilidad financiera. Esta ambigüedad puede resultar de la carencia
de una clara distinción entre una ideología neo-liberal y una perspectiva social demócrata
liberal, pero puede también ser que esta ambigüedad beneficie intereses particulares en los
12 Ver por ejemplo Beaver (1998), especialmente el capítulo 6, para un resumen de la literatura
sobre este punto.
¿Cuál es el significado del “interés público”? /233
Así, la confianza pública que PWC observa, es una relacionada con el restablecimiento
de la fe pública en la viabilidad de los mercados de capitales con el fin de crear valor
por medio de la formación de capital. Los estudiantes “correctos” necesitan ser atraídos
234/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Dada la amplia variedad de clientes a los que una firma como PWC busca servir, es
un poco sorprendente que la firma tenga publicada una monografía que se compromete
estrechamente con una ideología neoliberal. Quizás, la monografía es una anomalía en
la que las expresiones retóricas contenidas en el sitio web de PWC Global ofrecen un
grupo de afirmaciones un poco diferentes.
Lo que valoramos: gente de habilidad e integridad: Para ser completamente efectivo
como auditor y asesor de nuestros clientes, PriceWaterhouseCoopers debe ser un imán
para la gente sobresaliente. Identificamos y reclutamos recién egresados de excepcional
promesa, así como también hombres y mujeres profesionalmente experimentados con
profunda experiencia técnica y financiera, completo conocimiento de la industria,
competencia analítica, y la integridad personal que nuestros clientes y otros participantes
del mercado requieren (PriceWaterhouseCoopers, 2004).
Así, los valores que PWC Global parece enfatizar son experiencia, conocimiento,
competencia e integridad. Estos valores son similares a los valores expresados en el
Código de Conducta de la AICPA. No obstante, a diferencia del código de la AICPA, no
hay mención explícita de un servicio al interés público. Parece sobreentendido que la
manera en la cual PWC observa que serviría al interés público es a través de un énfasis
sobre la experiencia, el conocimiento, la competencia y la integridad. Valores como
estos han estado a menudo fundados en expresiones retóricas de la profesión de la
Contaduría Pública Americana (ver, por ejemplo, Preston et al, 1995). Así, la expresión
de estos valores puede constituir una suerte de ideología de la Contaduría Pública, una
que define las actividades en las que los contadores públicos se comprometen, y que
iguala estos valores con el servicio al interés público. Debe observarse que esta ideología
no es estrictamente congruente con una ideología neoliberal. Mientras ésta apoya la
¿Cuál es el significado del “interés público”? /235
idea de los mercados de capitales, también apoya la regulación estatal del mercado de
capitales. Ofrece su experiencia, conocimiento, competencia e integridad como una
manera de implementar la regulación estatal de los mercados de capitales. Nuevamente,
puede verse que hay un grupo particular de intereses económicos que transfieren la
ideología fundamental de la profesión de la Contaduría Pública.
en una situación de conflicto. En los primeros trabajos de Marx hay un énfasis sobre
la distorsión de la realidad. Esta distorsión toma la forma de una reversión o de una
imagen invertida de la realidad. La religión es vista como el paradigma de este proceso
de reversión a causa de su énfasis en los universales e ideales antes que en la existencia
material. La noción filosófica de idealismo, en la cual las ideas preceden a las cosas
materiales, es esencialmente el concepto Marxista de ideología. La ideología en este
sentido toma una connotación negativa porque describe un proceso a través del cual
los hechos de existencia material son oscurecidos y reemplazados por lo que los seres
humanos imaginan y conciben. Así, la ideología es vista como una sustitución errónea
de la imagen por la realidad. Debido a que Marx creía que la ideología en este sentido
es generada por los intereses de clase, sólo un cambio en las relaciones de clase puede
poner fin a las ilusiones fomentadas por la ideología. Este tercer aspecto de la ideología
reemplaza las explicaciones funcionales con respecto a la ideología como integradora
y justificadora, y las reemplaza con las ideas de distorsión y dominación. No obstante,
tomadas juntas, la conclusión inevitable del examen de la ideología ilustra una tesis
básica de Ricoeur, a saber, “que la ideología es un fenómeno invaluable de la existencia
social; desde siempre la realidad social ha sido sistemáticamente constituida, las
relaciones sociales experimentan su interpretación a través de las representaciones”
(Ricoeur, 1986; Dy, 1989).
en la que la legitimidad es afirmada por la autoridad de los CPAs con relación a las
prácticas de auditoría.
Como fue el caso con la auditoría, hay intereses económicos de trabajo en el área
de la fijación de estándares de contabilidad financiera los cuales buscan mantener la
complejidad del proceso de fijación de estándares. Los miembros de la FASB, las firmas
grandes de contaduría, y las mayores corporaciones, tienen un interés económico en
mantener la complejidad del proceso de fijación de estándares. Las expresiones retóricas
de la FASB revelan una ideología fundamental que está concentrada en el mantenimiento
de los intereses económicos de las personas que participan en el proceso de fijación de
estándares. Con respecto al concepto de ideología de Ricoeur, se observa que el aspecto
justificativo es evidente en el hecho de que las afirmaciones retóricas buscan mantener
la autoridad legítima de la FASB.
Finalmente, el énfasis retórico que hace el sitio web de la PWC en valores tales como
experiencia, conocimiento, competencia e integridad puede ser visto como parte de
una ideología de la Contaduría Pública, una que enumera los valores de los contadores
públicos y después combina estos valores con el servicio al interés público. Así, una vez
más, parece ser que un conjunto de intereses económicos son los que transfieren la
ideología de la profesión de la Contaduría Pública. Desde la perspectiva del concepto de
ideología de Ricoeur los aspectos integrativo y justificativo son evidentes.
V. Conclusión
Este documento ha examinado ciertas expresiones retóricas planteadas por tres
organizaciones prominentes en la profesión de la Contaduría Pública Americana que
afirman servir al interés público. El propósito ha sido intentar identificar la posición o
las posiciones ideológicas fundamentales de estas afirmaciones retóricas. En primera
instancia, parece que las afirmaciones retóricas revelan una ideología fundamental
neo-liberal. Un examen detallado parece indicar un cierto grado de ambigüedad con
respecto a una ideología neo-liberal, con un énfasis en la importancia de la regulación
de los mercados de capitales por medio de la auditoría y la fijación de estándares
de contabilidad financiera. Esta ambigüedad también revela que hay ciertos intereses
económicos comprometidos y que estos intereses económicos constituyen una ideología
de la Contaduría Pública, una que combina los valores y las actividades de la profesión
de la contaduría con un servicio en favor del interés público. Esta ideología de la
Contaduría Pública puede ser entendida como si proveyera una función socialmente
integrativa para la profesión y también una función que justifica el mantenimiento
de la autoridad legítima de los CPAs con respecto a la auditoría y a la fijación de los
estándares de contabilidad financiera. La dimensión de distorsión que la ideología
promueve puede también ser evidente, dado que allí parece estar una incapacidad
para determinar el significado de lo que es o puede ser el interés público.
238/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
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240/ Avances Interdisciplinarios para una Comprensión Crítica de la Contabilidad
Comentario
Los discursos de los organismos enunciados parecen estar ubicados con mayor
proximidad a la ideología neoliberal que privilegia concepciones de Estado mínimo,
relaciones libres de mercado y vínculos expeditos entre corporación y política pública
(Baker, 2005). En este sentido, la expresión del nexo vital entre el ejercicio profesional
de la contaduría y la defensa del interés público y la confianza pública, aparecen como
expresiones retóricas que no se compadecen con la lógica de la ideología neoliberal.
Sin embargo, Baker, apoyado en el estudio que sobre el tema de “la ideología” han
desarrollado autores como Ricoeur y Mannheim, infiere que estas expresiones sobre
el interés público, más las dinámicas de control defendidas por la profesión contable
(contradictorias con un sistema de libertades máximas) y la tendencia a complejizar la
construcción de estándares contables, es la manifestación de la ideología propia de la
profesión en el afán de conservar ciertos niveles de acceso al trabajo y proyectar un
conjunto específico de valores simbólicos en el gremio profesional. Así, es posible –sin
que sea contradictorio– agenciar el sistema de ideas y creencias respecto de las bondades
del neoliberalismo a la par con el mantenimiento de ciertas prebendas, por ejemplo, de
las personas expertas en el proceso de fijación de estándares (Baker, 2005).
Esta comprensión de “la ideología” complementa la visión marxista de imagen
invertida de la realidad (Ricoeur, 1986/1994). Bien puede existir una orientación en el
sentido de deformar los hechos que suceden en el relacionamiento social; pero también,
al reconocer que existe y es necesario un espacio simbólico para producción social,
las organizaciones, las profesiones y las demás formas de asociación, requieren de una
ideología que les permita desplegarse, es decir, ser prácticas sociales. “La institucionalización
de la ideología, (...) puede desempeñar un papel destacado en el reclutamiento de nuevos
miembros, la fijación de objetivos, y especialmente, la coordinación y ejecución efectiva
de acciones que realicen el objetivo del grupo organizado. (VAN Dijk, 1998/1999, p.
¿Cuál es el significado del “interés público”? /241
187). Baker citando a Ricoeur y Dy plantea: “La ideología sirve para reproducir los valores
y las ideas asociadas con el evento fundador de un grupo social y sirve como una función
integrativa para el grupo” (Baker, 2005).
Creemos que este doble escenario de lo ideológico inicia una discusión interesante
para la comprensión de las dinámicas de los organismos de la profesión contable en
Colombia, los gremios profesionales e incluso el acontecer en el espacio universitario. Sin
embargo, antes de proponer algunas pistas en este sentido, no podemos dejar de subrayar
el papel dominante de la ideología que se produce ante la necesidad de legitimación del
poder. Este poder se produce en el escenario económico que se ha transfigurado como
el valor simbólico más importante para la vida social.
El planteamiento del funcionamiento de la economía bajo leyes de mercado con
casos de monopolio u oligopolio como “imperfecciones” por lo demás exóticas en la
explicación correcta de la economía, entrega una imagen que en sentido estricto es
ideológica tanto para deformar la realidad como para crear valores de integración en la
comunidad social. Galbraith, plantea que esta
imagen no es válida. Pero contribuye por igual a la tranquilidad existencial de economista
y los interesen sociales y políticos de la moderna empresa –corporación […]. La utilidad
que presta esta imagen aceptada de la vida económica a las necesidades políticas de
las firmas comerciales –a la gran corporación en particular– es, de hecho pasmosa.
Hablando en términos generales, dicha imagen despoja a la corporación de todo poder
para hacer el mal y le deja sólo poder para hacer el bien. (2001/2002, p. 124)
1 El trabajo sea quizá un poco más amplio que un análisis de discurso en sus modalidades de
diálogo o texto. Debemos indicar tal como lo manifiesta VAN dijk, “a pesar de que el discurso es
a menudo esencial en la expresión y reproducción de las ideologías, no es un ‘medio’ necesario ni
suficiente de reproducción. (1998/1999, p. 244)
¿Cuál es el significado del “interés público”? /243
Del mismo modo aceptamos sin asomo de duda los discursos relacionados con
la globalización y la demanda “obvia” de prácticas contables universales, es decir, la
impertinencia del análisis contextual. Identificamos a su vez, que el discurso de la
estandarización de la educación contable propone como modelo el adiestramiento y la
capacitación bajo el velo de las competencias, las habilidades y las destrezas reclamadas
como obligatorias en un idóneo profesional contable. Los innumerables intentos por
intervenir el esquema y contenido de la regulación contable evidencian el conjunto de
intereses que existen en torno al ejercicio de la profesión contable.
Será una importante labor deconstruir la urdimbre tejida a propósito de los vínculos
entre profesión contable e ideología.
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Los autores
Wai Fong Chua. Profesora de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia. Ha
sido Decana Asociada de la Escuela Australiana de Negocios en la Universidad de Nueva
Gales del Sur. Es Ph.D de la Universidad de Sheffield. Ha sido profesora en la Universidad de
Sheffield y en la Universidad de Sidney. Sus intereses de investigación actuales se centran
en la contabilidad de gestión y el cambio organizacional. Su participación activa en las
corrientes crítica e interpretativa le ha merecido varios reconocimientos académicos. Ha
escrito varias docenas de artículos y capítulos de libros. Miembro de comités científicos
de diferentes revistas académicas. Ha sido profesora visitante, recientemente, en London
School of Economics and Political Science. Reconocida con el premio Mery Parker Follett
al mejor artículo publicado en 2006.