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PREFACIO ee ——— «El aprender debe seguir siendo una aventu 1a, de lo contrario habré nacido muerto. Lo que aprendas en el momento debera depender de encuentros casuales y di encuentro en encuentro, morfosis, un apren: ELIAS CANETTI, «La provincia del hombre», Apuntes, 1946. olo he conseguido, No logré escribir el libro que preten- dia, Se me escapa; huye. Se aleja impasible y arrogante de imi, por més que le solicite. No lo he conseguido, y éste es el fruto de mi impotencia. Dejo en manos del lector mis palabras mis lecturas, las notas de mis cuadernos-, las tnicas que puede robar, en el ultimo instante, mientras el libro sofiado huia de mi, la escritura que pretendo. Estoy a distancia de una emocién que se desplaza, de un sen- timiento que se inquieta y se niega a mostrarme su perfil mas claro. Es como si, caprichosamente, me dictasen desde fuera las emociones precisas, que no sé combinar casi nunca. Algunos aprendices aman la vida mientras aprenden. No se deberia ense- iar a quien no siente alegria en el aprender. Esta es una anotacion que transcribi un dia en uno de mis cuadernos, tras leer Vida secreta de Pascal Quignard. En los rostros de los aprendices se evidencia la biisqueda de la grandeza de los que desaparecie~ ron para hundirse en su inmortalidad: aquellos cuyo rostro se confunde con los rostros de los muertos, son ya inmortales en vida, decia Kundera, Ella lo hace; él lo intenta. Se aprende en los comienzos y en los adioses; y yo también creo que hay una experiencia de amor en el adiés, y un miedo de amar que se calma en los comienzos. 4 Las Iineas de mi escritura me exigen. Me dictan y se impe nen. Me dicen las palabras que debo escribir: saber mirar, ey, dar a alguien que amamos en una mirada imprecis® Saber amar el amor que produce presencia y tiempo Gestos diminutos q,, buscan a sus duefios; a quienes los merece: 2Cual es mi gesty, Un gesto que me petmita una rel, No me atrevo a responder. Tmundo, Corresponder al acon cién tnica, incondicional, con el tecimiento, Dejarme ser en él. U y en el corazén de un acontecimient« una falta, y mi cuerpo la exigid. La habité sh ‘a melancolia, la biografia de una pena que deja un modo de ser en la mirada. A veces, ella.Y, para no dejar que me venza de] in dia amaneci como accidente sent! una ausencia, not, é sin demora. Por es, transcribo mi prop’ no tiene nombre y me dejo arrastrar por todo, canto, 0 escribo. Abi conmigo las ciudades amadas, Jas miradas furtivas. Llevo conmigo un cuaderno que nunca se Ilena, una pluma que no siempre escribe y una cancidn que no he podido escribir. Llevo conmigo una duda y los dias vividos, una cita frustra- da y dos lenguas a medio aprender. Llevo conmigo la mitad de mi vida y de mi Hanto. Pero que me ames -hijo mio-, me salva.Y pare ro mi cuaderno rojo y escribo: Llevo Tos lugares nunca vistos, los suefos y que estoy vivo. Me dejo llevar ahora antes de exigirme un cierto orden, al- gimn tipo de légica que ayude al lector de este ensayo. es que es dificil expresar nuestro pensamiento cuando nuestro pensamiento nuestra vida; de nuevo un trozo de la Vida secreta de Quignard {Puede el pensamiento no ser vida? ;Puede Ilamarse pensar @ lo que no nace de pensar la vida? En algun momento de estas paginas escribi, después de leer a Pierre Hadot, que conocer en francés (con-naftre), es co-nacer, nacer, no de alguien, sin? 0 aalguien, fracturando lo que ya habia nacide hay un nacimiento; todo lo que consolida d jocimiento. Aprender también es nacer, equiv!” a nacer. No siempre es asi, claro. Porque a veces aprendemos a golpes y muriendo. Aprendemos sin remedio, Pero hay alg? mis: apasionarse, quedar seducido ~seducere, educere-, 3" un placer intenso. Aprender, de verdad, es un placer intenso. Y sin embargo .-no se vive impunemente. Por eso, amar es el unico intento, aunque lo intentemos mas de una ve: y por eso las heridas nos dejan sus marcas, aunque dejen de dolernos. Por eso no siem- pre somos los mismos, aunque nuestros amigos nos quieran igual que siempre, y nos esperen. No se vive impunemente y dejamos por ahi perdidas, y a solas, algunas cosas que recuer- dan nuestro paso. Tal vez algunos libros, que quiz4 no valen lo que creemos; los amigos, que valen lo que vale una vida acom- pafiada, y nuestros hijos. No se vive impunemente: por eso en nuestra fragilidad est4 también una extrafia fuerza. Sentirnos conmovidos. Permanecemos, atentos, en la experiencia, para que algo nos pase: No se vive impunemente. Y por eso no siempre vencemos. Es posible que la historia de un ser humano se pueda resumir en todo lo que ha experimentado, y eso incluye, claro, victorias y algunas derrotas. Esperanzas frustradas y decepciones. E] en- sayo que el lector tiene en sus manos, y quiza lea entero o deje definitivamente abandonado, le debe mucho a esta primera re- flexion: que es en la experiencia donde de verdad estamos, la que nos toca, nos tumba o quizd nos transforma. Algo que no controlamos, ni podemos medir ni prever en sus efectos. De esta reflexion derivan algunas otras, que he tratado de articular del mejor modo en estas paginas. Por ejemplo, que aprender es una experiencia nunca anticipable en sus resultados. Uno nun- ca sabe en qué derivara una experiencia del aprender. Como la practica de una lengua, los efectos del aprender no se pueden predecir. También existe una dimension de derrota, de un fra- caso posible o de potencial decepcion en todo aprendizaje hu- mano, cuando el aprender va mas alla de lo que ocurre dentro de los muros de una escuela, Otra meditacion es ésta: aprender requiere paciencia y presencia; aprender a esperarnos y atrever a presentarnos en lo que nos pasa. Producir nuestra presencia en lo real (en lo que aprendemos © no; en lo que intentamos 36 amos 0 somos vencidos; ncem om 5 Cuandy ° Nos acobarda; cuando ve perdemos| F )- Se traty amos y Nos comprendemos o nos desorient arnos con todo esto desde | 1 entonces, de aprender a relacion experiencia de una paciencia y desde el acontecimiento de up, presencia, Una relacion que requier® ya tomar distancia. Articular un arte ¢ odo pasa 0 quiza nada aco ~el aprendiz eterno quiere reuniy, lente y quiza extrafia, uy, aprender a tomar posici ion Je las distancias con lo rea] pues es ahi donde t a El titulo de este ensayo ominacién ambival mientos en torno a las siempre dificiles rela cién, aprendizaje y experiencia, cuando es. e ver con una experiencia indomefiable y yn previsible; cuando eso que llamamos deck! + con una experiencia en parte estética y cuando tratar de pensar filosdficamente osotros una presencia en lo real diferen. ido educados por la tradicién filo. filosofia como la construccion en su propia den conjunto de pensai ciones entre educa tas voces tienen qu acontecimiento imy cacidn» tiene que ve también existencial, y sobre ella requiere de n te al modo en que hemos si séfica dominante, que pens6 la racional de un sistema a través de conceptos firmes y seguros. Soy consciente de que eso que Iamamos «lo real», en el senti- do de un aqui y un ahora, nos proporciona tanto alegria como panico, aunque se presenta muy raras veces; ni siquiera viene cuando lo Ilamamos. La melodia argumental que constantemente se reitera aqui sefiala que no es distanciéndonos de la realidad, o tomandola ‘como un mero objeto de conocimiento, como obtenemos un aprendizaje del mundo y un saber de nosotros mismos, sin¢ haciéndonos presentes en ella; que es examinandonos a nos” tros mismos como le damos forma a nuestra vida. Existe co™ tendida aqui una dimensién especifica del arte; pues todo a re formas: es produccién de formas, formas plurales que e | Seen Pech) - Aplicado a aes aO el arte, mas q erializacion del mundo; nos devue" 7 su rostro, Frente a una realidad excesivamente epistemologi- zada —capturada como conocimiento-, la experiencia del arte la con-mueve amplificando su densidad existencial. Es entonces cuando la realidad es algo habitable. La presencia en el mundo requiere aprender a habitar los espacios donde estamos y los tiempos que vivimos. La condicién de aprendiz de la que habla este texto puede ser tanto una condena como una reconciliacién. En todo caso, es algo asi como una imagen poética que espero me ayude a pensar lo que quiero trasladar al lector, sin confundirlo dema- siado. He querido escribir un ensayo —Ilamémosle, sin muchas pretensiones, ensayo de filosofia de la educacion— donde la voz de algunos pensadores, fildsofos y escritores se confunde a ve- ces con la mia propia. Pero en esta figura del aprendiz eterno hay, lo debo sefialar desde el comienzo, cierta conciencia de derrota, pero no de desesperacién. La derrota moral que supone saber, por ejemplo, que una nifia no vivir ~de ella hablaré después, para referirme a cier- ta pedagogia de la despedida-, y quedara instalada, solitaria y eterna, en mera figura literaria. Débil alternativa que no anula el desgarro atroz de una muerte sin sentido; la impotencia que supone vivir con un nifio que no dejara de jugar, insistiendo siempre en las mismas monotonas y cansadas preguntas; un nifio que nunca sera padre. Da igual que la forma de su cuer- po muestre las sefiales de un incipiente crecimiento biologico. Seguiré siendo nifio, mientras su padre, cada ver mas cansado, no podré hacer jamas el milagro de no ser el anciano-nitio que, no obstante, tal vez algun dia sera; y lo alucinante de un nino- imaginado que no consentira crecer. Y hard lo que sea para que las cosas sigan en ese tiempo-todo que es Ja infancia, en un lu- gar en el que nunca jamds se es adulto, Porque los dos afios es el comienzo del fin. Ese nifio seducira a una nifia mayor que él para que le cuente las historias cuyo final ya ha olvidado, y mandard matar a los nifios —o él mismo lo hara sin escrupu- los~ que deseen crecer y abandonar ese falso paraiso donde se 38 encuentran. Todos son nifios. Nifios eternos Pero su ete rida es de distinta clase. Lanitia alcanzé la eternidad cuando le dad de la vida, Ella, que habia nacido pare tucird su aprendiza} rosa pedagogia de la muerte. E] otro nino alcanzé la eternidag pre infonci, desde su mismo inflib nado obtuyo su eternidad porque ag uu nico momento adulto: elegir sey n instantanea, mientras escuchaba fue robada la contin, poder iniciar nuey, ea.una lenta y dol, cosas en el mundo, red de su propia infancia, siem nacimiento. El nifio-imagi lo eligid. Tal vez fue ese SU siempre un nifio. Una decisior a sus padres decidir por él lo esas infancias— recorren como y meandros de este libro. Son ellos los que me dieron a pensar, Ellos los que me hirieron. Y ellos son los ‘inicos que pueden redimir mi pensamiento. Los que me deyuelven la inandita ex. periencia de la infancia, como un acontecimiento poético, exis. tencial, estético y filosofico. Pues la filosofia comienza con ese que seria de mayor. Estos nifios hilo rojo y una provocacién los gesto infantil de un asombro, de una admiracion. Estas figuras —poéticas, reales, contundentes, implacables—funcionan en este ensayo como una ayuda para un pensamiento sobre la educa- ideas de la presencia ante lo real, del arte de jue nos pasa, del acontecimiento que nos ‘periencia que nos transforma, Fue como una especie de acontecimiento instalado en mi Has cuerpo —aunque de ello no fui consciente hasta mucho Is tarde-, lo que me llev6 a pensar la educacién bajo el signo de lo que nos pasa en un incesante y terco comienzo. Un naci- eee noes sae la idea de la infancia. Prime: |a natalidad como ee pare a ae una podtica: el nifio que ene | undo y el ie eae para el puro acontecer, entre ‘ sus Elegias de Dung. a imagen de Rilke que rescato 4¢ 10. Una filosofia oo z ini una fancia. Y vinieron nuevos desarrollos Y una poética de la in! ego come No pretendo aqui un estudio de las relaciones entre infancia y educacibn, aunque no deberia sorprendernos la existencia de ese nexo que liga ambas palabras. La misma pedagogia lleva en Jamemoria de su nombre la compahia—y la conduccion-de los nifios, del mismo modo que la filosofia es la tinica que lleva en su denominacién un sentimiento (philia). Filosofia de la edu- cacién como un saber instalado en un cierto sentido del amor a Jos que comienzan: los nifios ~expresion de ese comienzo~que quieren saber, que merodean por todos los rincones y quieren experimentarlo todo preguntandonos constantemente. Aun- que pronto abandonaran esa condicién, para transformarse en alunos. ;Son las mismas la experiencia de la infancia y la del escolar? Intuyo que no. También trato de dilucidar algunas de sus razones en este ensayo, Lo sabemos: la palabra infancia puede ser utilizada como sustantivo para designar una etapa del desarrollo humano, la que va del nacimiento a la adolescencia y. como adjetivo, para denotar ciertos rasgos o cualidades propias de una edad crono- logicamente datada, como la ingenuidad, la inocencia y la sim- plicidad. Ambos usos de la palabra conectan con el si de la palabra latina infantia. El infans es «el que no habla», pero esto indica algo més que una mera disfuncién; alude al que tie- ficado ne potencialidad para hablar, precisamente porque no lo hace. Infancia es, entonces, condicién de advenimiento al lenguaje, germen del lenguaje y del pensamiento: el silencio que precede ala emision de cualquier palabra. La infancia es, también, una nocién marcada por cierta his- toricidad. Se ha recurrido a ella para tratar de problematizar ciertos discursos sobre la educacion, una manera de entender la pedagogia —un lenguaje pedagogico dominante—, toda una vision instrumental del lenguaje que dice de él que es s6lo me- dio 0 instrumento de comunicacién entre iguales. Existe, es ierto, una mitologia que rodea a la infancia, Un mito (muthos) es un relato, una narracién simbdlica. Pero como etapa evolutiva y madurativa del ser humano, la infancia del hombre no tiene a funda. Sin embar, 20, | 1 el mito que | enen la infancia por qué coincidir €0" nos dicen cosas; 3, mitos que demos algo de ellos. En el comienzo estaba Ja infancia. La infancia del mung, fa en sus formas miti 0, brir el mundo mis! Del infans (el que nfancia es una figura © que la han cargado de son: pureza, inocencia, ensar en Ja infancia como en un estado idilj. un mundo perdido definitivamente, pero rodean y sosti Prep, veas o legendarias mas diversas rapidélsinfiticia, Hasta config, no habla) hasta el puer (¢| fi eada a partir de las Reed instituid rece recul se con ella aprende), lai ciones adultas de cuyos rasgos acostumbrado a p co, coincidente con poderosos mitos, alguno, anes s alegria. Asi, nos hemo, siempre anhelado. Los nifios, ademas, s puros. Esa es nuestra firme infancia como existe un mito q dad, Por eso existe también una mitologia sobre el sufrimiento y la enfermedad de los nifios. Puede decirse que la alegria propia de los nifios es la mayor de las alegrfas es incomparable~, y su dolor el més injustificado, absolutamente singular y moe dice que los nifios son, cuando estén enfermos, los mas fuertes mucho mis que los adultos. Su sufrimiento hace crecer en alls ‘on sagrados, inmaculados, inocentes y e creencia. Hay todo un mito de |, ue rodea al dolor y ala enferme. lo es a y noble de la condicién humana. Un nifio enfermo pe nes tun santo; un nifio muerto puede se Fi pequefio dios o incluso un martir.Y quiza nada “i a aA todo falso. Sin embargo, este proceso de canoni- — mereekiiaton leenioofi frecuencia ha generado Pedic Aas aca apalienia) una que, por asi decir, * Reese Rane del nitio enfermo como una espe!® | eee — una ee vez como individuo, iguales, y una segunda hee APE EES pS todos los nifios 5° ean tants mo individuo enfermo, al afirmarse 4" a ce es en el fondo un bien, oculto ia? de acceder a un nivel su; que proporciona la ocasion salutifer® perior de existencia. De todos mod algunas infancias no son dignas de ser recordadas: «Mi primer recuerdo -escribid el escritor frances Jules Vallés— data de una azotaina. El segundo esta lleno de asombro y de lagrimas». Uno de los mitos que entronca directamente con la infan- cia, en su representacion mas idilica, es el de Peter Pan, el nifio- imaginado del que he hablado hace un instante. Peter Pan es el nifio eterno por excelencia, el hilo que ata la eternidad de la nifa y el nifio a los que me referi antes y de los que hablaremos al final de este ensayo. «Todos los nifios, menos uno, crecen. Desde muy temprano saben que van a crecer».' Asi empieza el relato, primero obra de teatro, de James M. Barry. Todos los nifios crecen, menos Peter Pan, que muy pronto supo que los dos afios es el principio del fin, El, como el resto de los nifios del pais de Nunca Jamés, son «nifios alegres e inocentes». Pero también son otra cosa: son nifios «sin corazon». Barry decia que la estatua de Peter Pan que descubrié en su honor en Ken- sigton Park no reflejaba al demonio que habia en él. Cuando Peter Pan veia que los nifios crecian, los eliminaba. ;Quién es Peter Pan, entonces? No se sabe si es un nifio o un joven. Su edad es indefinida, como la edad de Ernesto, en la novela de Marguerite Duras Lluvia de verano. En su propia infancia, los nifios carecen de conciencia «moral». Su inocencia no signifi- ca que sean incapaces de hacer el mal, y tampoco significa que sean «buenos por naturaleza». Su inocencia no deja de tener esa perversidad propia de todo lo que es pura naturaleza, o mejor dicho, esa crueldad que tiene lo real. Son lo que son, pero no tienen conciencia de su propia existencia. Estan mas alla, 0 quiza mas acd, de toda culpa. Peter Pan ha venido hasta nosotros como una idealizacion de la infancia, pero el mito que lo funda nos conduce hasta el dios Pan, que en griego significa «todo». Pan, hijo de Hermes y de una ninfa que lo abandona nada mas nacer, es el dios de los rebaiios y de los pastores, y sigue con la flauta que toca al dios Dionisos. Es el dios de la fertilidad y de la sexualidad desenfre- 1. Barry, J. M. (2005) Peter Pan. Madrid: Valdemar, p. 163. 42 as ninfas—que son las que secy, nada masculina. Persigue a! alos nifos y a los joven as_y vive en las selvas y en los bo, Pan representa la «naturaleza salvaje? YS leatribuye la fag de generar un miedo enloq co. Peter Pan atesora este ™! totalidad, no distingue entre ™ Pan: «La diferencia entre acion asi (cuando jugaban pura ficcion, mientras que, 5 + ° xactamente lo mismo>.” Peter anhela ser siempre hig er en un estado de pura fantasia. Para sortear |o real otra realidad ficticia. Me pregunto si no €s éste y, ejercicio, en el fondo, de lo mas adulto. No hacemos nosotro, Jo mismo? Peter representa el alma selvatica del hombre, un cierto estad bien pueden distinguir y donde determinadas distinciones concep. uecedor, €s decir, de generay an). to del dios Pan. En su vocainy On de Pasa, Peter y el resto de los hifios & ealidad y fantasia, como Je Peter ) consistia en que ellos g ; aby una situ % ara él, la ficcidn y | que era p lias dad erae permanect se inventa 1 de naturaleza salvaje donde el bien y el mal nos tuales no son necesarias para vivir la existencia. Aqui no entra Rousseau todavia. Tiene, pues, una naturaleza en parte demo. nfaca, que espanta a la sefiora Darling, la madre de Wendy. Por €s0, cada noche puede verse a la madre de Wendy ordenando e mapa de las mentes de sus hijos. «La sefiora Darling oyé hablar de Peter por primera vez cuando estaba poniendo un poco de orden en las mentes de sus hijos».’ Acaso no sea otra cosa lo que hacemos en nuestras escue- las y en nuestras casas cuando decimos que educamos a los ni fios: poner un poco de orden en sus cabezas. Ese orden que les procuramos también es una forma que les imponemos y un cierta deformacion inevitable. Siempre que damos una forma al mismo tiempo deformamos una forma que era originarié como promesa de forma. En eso tal vez consiste la pedagogi, Wha saber disciplinado y seguro de si mismo. , sin embarg® pee ops pedagogico esta siempre en trant Ta cosa: ees 2. Idem, p. 275, 3. Idem, p. 171, puro saber pedagogista. Eso p* siempre que No prestamos atencién a Jo que vemos, alo que tenemos delante y queremos, no obstante, encerrar en nues. tros conceptos. Algunos han creido ver en Peter Pan todo esto y mas. Un simbolo del tipo de infantilismo propagado en nuestras mo- dernas sociedades. Es una especie de obstinacién; querer a toda costa seguir siendo un nifio; y pretender que despedir la infan- cia es traicionarla, en vez de celebrarla en grado sumo. ;Aca- so después de un recorrido educativo no hay que aprender a concluir, aprender a despedirse celebrando la potencia de vida y aprendizaje contenidos en la infancia? Nuestra sociedad del conocimiento, o del aprendizaje, como se la denomina, con sus Jemas del «aprender a aprender» y del «aprender a lo largo de toda la vida» es, en este sentido, una suerte de proceso que, alumnizando al aprendiz, lo convierte también en un aprendiz eterno, pero de otra indole, un aprendiz.nunca del todo eman- cipado, un aprendiz que no se acaba soltar de la mano de sus educadores. El libro que tiene el lector en sus manos recoge una serie de ensayos cuyo tema es la experiencia de un aprendizaje a la vez posible (la pedagogia lo pretende y lo programa), ¢ imposible (slo en el régimen de lo imprevisto de un acontecimiento es posible aprender de verdad alguna cosa). Pero se trata, tambien, de una tentativa de recuperaci6n de determinadas voces que nos permitan nombrar la experiencia de la educacidn en el régi- men de la filiacién del tiempo: aprender es siempre algo que acontece entre (y en) la discontinuidad de las generaciones. Somos aprendices del tiempo. La formula que escog! como titulo de este ensayo, el aprendiz eterno, se ha ido formando en mi mente poco a poco, a base de muchas lecturas y algunas inquietudes que con el paso del tiempo he ido articulando en diversos es- critos esparcidos en distintas publicaciones, pero también en algunas anotaciones que he vertido en mis cuadernos de notas. Esta expresién no es una defensa de los mencionados lemas de la sociedad del aprendizaje, sino una critica de los mismos. Al mis- “ seo poner el acentc mo tiempo, con esta expresion de co poner el acent en laig de que la educacion, entendida como la experiencia existe que ver con la experiencia de un tig. i my aqui es: {Qué significa del aprender, tiene : a pregunta principal aprendy, alld de todas las imposturas de] abe, ndo criticar a la ped ago, vivido. como acontecimiento, mas a? Con este ensayo NO prete -iplina, sino el ni-como disciplina, sino el modo en aye, 0 el ejercicio de una impostura, pedagogist: gla, ni como saber presenta a veces com Eneste sentido, el lib ensayo de un aprendiz. Ese aj que me sea del todo externo, yo haya elegido como tema Pe aprendiz.es alguien, y quiza ese aprendiz soy yo mismo, algo mas; es otra cosa. Es ensayo ro que el lector tiene en sus manos esq] prendiz no es simplemente alguig n un mero objeto de conocimien, 0 Ee ivilegiado de estas reflexig, nes. Es Este ensayo es todo esto y pero es también un diario, una colecci6n de epuntes, la pues en limpio de la escritura que quedo encerrada en mis cuader. nos, Podria decir que ese aprendiz eterno es, al mismo tiempo, aquél que en nuestra sociedad de la informacién es reducidy ala condicion de un alumno intemporal y universal (como el Emilio, de Rousseau), un alumno perfectamente alumnizado y nunca emancipado por un saber pedagogista que le dice cons- tantemente que lo vaa hacer todo por él, y un aprendiz inquieto que no sabe ni nunca sabra lo que tiene que aprender, porque nadie podra jamas explicarle el saber que precisa, Este aprendiz es el que se busca a si mismo como tal y el que la sociedad de la informacion y aprendizaje niega construyéndolo permanen- temente; deformandole mientras le forma. “4 partir de esta figura, lo que deseo aqui es pensar la edu- Dh enednieas un peapuee yuna euerision ofre- Mi aietisslate, ea a partir de a serie de ‘de Pensar la educacion a ama Ee ee : mo un hacerse presente en lo que 2° Pensar la educacién como un encuent?? cerradas en su propia melancolia, pe mo la recepcidn de una herencia, como ¥* promesa, como un pasaje hacia otro sitio, ;Se pueden pensar de 2 nuevo estas palabri Se trata, entonces, de ajustar mi propio paso y, en cier- to modo también, ajustar las cuentas sin ninguna pretension de venganza. Ajustar e! pas : tomar la distancia apropiada para prestar atencidn y aprender a mirar de nuevo lo que de hecho tenemos delante. ;Queé distancia es la apropiada para intentar el ejercicio (filosofico) de pensar la educacién, como algo que reclama nuestra presencia en el mundo? Mi apuesta sera que esa distancia es una que se inventa a cada paso, en cada instante; ni demasiado lejos ni demasiado cerca de las cosas. Una distancia poética, que es la que nos permite captar la singularidad de cada caso, producir nuestra propia presencia en el acontecimiento. Y ajustar las cuestas, es decir: intentar el ejercicio de un rela- to —lo que se cuenta, pues el acto de narrar transmite el pre- sentimiento de que una vida humana es una vida que se puede contar~ mas apropiado, pero no en relacién con alguna clase de verdad a la que deba corresponder, sino en relacién a un trayecto que se desea recorrer y que requiere ciertas transfor- maciones en uno mismo. Se trata de tomar posicion y de saber enfocar. Aprender a mirar. Por todo lo anterior, no me ha quedado ms remedio que hacerme presente ~para tratar de percibir mi propia atencion— en todo lo que aqui he escrito, aunque no siempre se haga muy evidente. A veces mi voz se esconde detras de aquellos autores que cito ya través de los cuales hablo, en quienes me apoyo para encontrar mi propia forma de decir, la voz que busco aprender y que tal vez nunca consiga encontrar. Intento colocar mi voz constantemente, como un cantante de dpera antes de iniciar su aria, Comprendo que al lector le pueda resultar extraho este ensayo. Le ruego que tenga paciencia si ha decidido iniciar su lectura. Esta escrito de la tnica manera en que he podido ha- cerlo: instalado en una cierta conciencia de derrota —no en una conciencia pesimista, tal vez si en cierta conciencia tragica—, porque no siempre he sabido hacia dénde queria llegar con mi 46 antemano que nada dy i) escritura, y de todos modos sabia de n que Se NOS ha edy, a Pr dia de mi. Contrariamente al pape € = ; » cultivamos ~siempre i a disciplina que en la escritura de | F esultados. sito y los re tener muy claro el tema, ¢! prepeatcys lin. 10 lo unico que su autor tiene claro es Su propia perplejg, ensay' s i y su propia torpez@ como ap’ Suele decirse que pensa” © ‘o mejor que el de un pensamiento some a, un legado que, para Icance cierta potencia d uestion. En mi caso, este legado se encuentr, critores y filsofos, novelistas y poetas = Aunque no estan todos los que son, omo suele decirse. Pero hay otras ha ay Oy rendiz. .$ agradecer. Y en este sentido ,, un pensar agradecido. Un pe, tido, sino uno que reconoc, mantenerse vivo, o Mejor hay ejercici sar asi no eS cierta herenci: dicho, para queal poder ponerse en © en muchos de los es aparecen alo largo del libro. s{ son todos los que estan, amigos y amigas sin las cuales mi vida, en muchisimos le vida necesita también personas, i aspectos, no habria conseguido ser, como sin duda hasta ahora ha yenido siendo, un deseo compartido. Mi reconocimiento hacia ellos carece de palabras que les haga verdadera justicia. Ellos me han regalado innumerables oportunidades para aprender |, escucha, la atenci6n y la armonia de las palabras, la claridad y un efercicio inédito de la critica més ejemplar, el coraje de la verdad y el amor por los buenos libros, el buen cine y el jue go erdtico del lenguaje, que hace reir al pensamiento. Y, sobre todo, la certidumbre, la tnica que al fin y al cabo cuenta, de que siempre, pase lo que pase, podré contar con ellos, Pueden estat eaitO que ellos también pueden contar conmigo. Ellos saben quignes son, y no necesito decir sus nombres: los que no me — ee me cala, los que aceptaron estas paginas e | irtieran en un libro, los que me escucharo” Pe este ensayo entero ape oo. Ree aa virtieron de sus errores yse emocionaro! ~w0lo ut sis: me alegro de su existencia.

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