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donde solamente hay una mesa de trabajo, dos sillas y un perchero. En la mesa hay
Hombre- Herida que duele y no se siente. Herida que duele. Es un soñado bien, un mal
El hombre se agacha y coloca una rodilla en el piso. Pone el cigarro en el piso, parado
sobre la boquilla y lo mira. Coloca sus dos manos sobre la rodilla que no está en el piso
y permanece estático.
curada. Éste es el niño Amor, éste es su abismo. ¡Mirad cuál amistad tendrá
levanta. Va hacia la mesa y se sienta en una de las sillas. Acciona el aparato de música y
papeles que están en la mesa. Después toma una pluma y hace algunas anotaciones en
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trabajando. De pronto, una mujer entra al escenario. Se queda estática y mira al hombre.
El hombre siente su presencia y voltea a mirarla. Los dos se miran por un momento.
Hombre- Hola.
Mujer- Hola.
cantar, en voz baja, un fragmento más largo. La mujer voltea hacia el bolso que dejó
aire, la mira brevemente y la coloca sobre la mesa. El hombre voltea a ver a la mujer y
canta, en voz baja, la última frase de la canción. La canción termina y ambos sonríen.
Mujer- ¿Inspirado?
Mujer- Sí, me gustan mucho; hay algo fascinante en ellas: es como si conservaran, en
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Mujer- ¿Comiste algo?
Hombre- ¿Y?
Mujer- Le expliqué una vez más las condiciones del proyecto; le dije que aquí, tenemos
un teatro para nosotros, una casa y el financiamiento para hacer la obra, además
pero en el fondo le saca de onda que estemos tú y yo juntos, la mayor parte del
tiempo…
Mujer- No, no creo que sea buena idea; se va a sentir avergonzado de hablar de eso
contigo…
Hombre- ¿Por qué no lo invitas un fin de semana? Que esté con nosotros un par de
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Mujer- Sí, puede ser; siempre tiene mucho trabajo, pero se lo voy a proponer…
Hombre- Si yo estuviera en sus zapatos tal vez también me sentiría incómodo; sí, lo
únicas…
Hombre- Perfecto…
Mujer- Estaría muy bien, habría que pensar dónde…tal vez en la segunda escena; tal
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El hombre va a la mesa, toma el candelabro y lo coloca en el centro del escenario, sobre
el piso. Saca un encendedor, se hinca sobre una de sus rodillas y enciende una de las
plateado. Vuelve al centro del escenario, se hinca y coloca el espejo y el cuchillo al lado
corporal.
Mujer- El velorio, con los amigos y los parientes de Esteban; la casa paterna de
Margarita, donde ella decide recluirse para siempre; la huerta del fondo, en la
contactarla y de que, por alguna razón, no puede lograrlo; y es por eso, que
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Mujer- ¿Ella cree, al principio, que el médium es un poco charlatán?
Hombre- No, yo creo que Margarita confía plenamente en él, desde el principio; hay
Mujer- Digamos que él entiende el amor que Margarita siente por Esteban y por eso
quiere ayudarla…
Hombre- Una casa antigua, solitaria, con una gran escalera al centro del recibidor…
Hombre- Sí, desde hace muchos años, desde que murió su esposa…
Mujer- Entiendo…
Hombre- Margarita habla con el médium y él le dice que la ayudará. Se dirigen a la sala
Mujer- Una vela encendida, para alumbrar el camino; un espejo de mano, para
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Esteban, aún sensible por su inesperada muerte, podría ofenderse y retirarse
para siempre…
invade y sonríe. El médium voltea a verla y los dos permanecen mirándose por
un momento…
plateado con su mano derecha, se levanta y se coloca atrás de la mujer. Levanta su brazo
Hombre- De los cuatro guardianes que vigilan los cuatro puntos cardinales; de los tres
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niñas ciegas que duermen, inocentes, en los umbrales de la muerte; pido
permiso, con humildad, para abrir la puerta que separa a los vivos de los
muertos y sanar este dolor profundo, que padece Margarita, nuestra hermana
Mujer- ¿Escuchaste?
Hombre- Sí…
mesa y toma una cajetilla de cigarros. Toma un cigarro y deja la cajetilla sobre la mesa.
Mujer- Ya…
toma el espejo y mira su rostro. El hombre toma el cuchillo plateado con la mano
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derecha, se coloca detrás de la mujer, sube el brazo y apunta con el cuchillo hacia
arriba.
Hombre- Pido permiso, con humildad, ante ustedes y con profunda misericordia por
invoco, la puerta ya está abierta y sé que estás ahí, tras ella, mirándonos,
Mujer- Sí…
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queda mirándolo, sin saber qué hacer. En ese momento, la mujer comienza a emitir
por el piso y a gritar. El hombre deja el cuchillo sobre la mesa, se acerca a la mujer y
trata de ayudarla.
La mujer se aparta del hombre, se hinca y queda estática por un momento. Después,
El hombre tuerce la cabeza y cae el piso. Se retuerce y emite extraños sonidos guturales.
Se arrastra por el piso y grita. De pronto, se hinca y queda estático. La mujer se levanta
Mujer- ¿Raymundo?
Hombre- Perdóname…
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Mujer- Déjame…
Hombre- Perdóname…
Hombre- Mi Carlota…
Mujer- Yo venía caminando por la calle y vi una puerta, una puerta luminosa, y entré a
buscarte..
Mujer- Tengo una herida en el vientre y no para de sangrar; durante años he caminado
por las calles, sangrando, y preguntando por ti, pero nunca nadie me ha hecho
caso...
Mujer- Una noche, llegué al cementerio de Santa Paula y encontré el cadáver de una
mujer, algo así como una momia, y llevaba puesto mi vestido; pude reconocerlo,
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Raymundo, era mi vestido y tenía una mancha roja, de sangre, en el vientre. No
supe qué pensar, pero desde entonces siento miedo, mucho miedo…
Mujer- ¿Entonces?
Mujer- No te entiendo…
Hombre- Entramos en estos cuerpos, como espíritus, pero estamos muertos, Carlota,
estamos muertos desde hace muchos años. Por eso has vagado por las calles,
por eso la gente no te escucha, por eso aquel cadáver lleva puesto tu vestido.
Tienes que saberlo, Carlota, estamos muertos, desde hace muchos años…
La mujer queda estática por un momento, mirando al hombre. Después, mira hacia el
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hombre se queda mirándola por un momento y después, sorpresivamente, comienza a
Hombre- ¿Laura…?
El hombre y la mujer se levantan del piso. El hombre va hacia la mesa y toma un termo.
recipiente.
Mujer- Gracias…
Mujer- Vale…
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El hombre va hacia la mesa, enciende un cigarro y escribe en una de las hojas. La mujer
que le contesten.
siguiente: ¿no quieres venirte para acá el fin de semana?...pues termínalo todo el
me tengo que ir… sí, todavía nos falta un buen rato…nos vemos el fin…yo
también te amo…chao…
El hombre la mira.
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Mujer- Sí, se me fue el humo por otro lado, pero ya estoy bien; sentí como cuando
comencé a fumar, que siempre me daba tos y yo de necia, fumando, hasta que se
me hizo vicio…
Hombre- Dime…
Mujer- Cuando el espíritu de Esteban invade el cuerpo del médium, ¿Margarita lo cree,
de inmediato?
Hombre- Porque lo reconoce; reconoce a Esteban por la voz, por las palabras que usa,
Hombre- Sí, claro, porque eso le permite engancharse de inmediato y, a partir de ahí,
vivir de nuevo su amor con él, a través del cuerpo del médium…
Esteban…
Mujer- Piénsalo…
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Hombre- Está bien, lo pensaré…
con café, La mujer camina hacia el centro el escenario y comienza a girar los brazos,
Hombre- ¿Qué?
Hombre- Laura, esta improvisación no tiene que ver con nuestra obra…
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Hombre- Por seguirte el juego…
Mujer- No estoy jugando, Raymundo; dime, ¿quién es Laura? ¿es la mujer por la que tú
me abandonaste?
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Hombre- ¿Antonio?
Mujer- ¿Y entonces?
Hombre- Ya entiendo…
Hombre- Mi esposa…
Hombre- ¿Qué?
Mujer- Es sorprendente…
Hombre- Pues sí, para usted, porque para mí, es cosa de todos los días…
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Hombre- ¿Qué Antonio?
Mujer- ¿Antonio?
Hombre- ¿Carlota?
Hombre- La dueña de este cuerpo, en el que estás; acabo de hablar con ella…
Mujer- Ya entiendo…
Hombre- Y me imagino que el tal Antonio debe ser el dueño de este cuerpo, en el
Hombre- No, Carlota, yo sería incapaz de abandonarte y menos por una mujer…
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Mujer- Pero te fuiste, y nunca regresaste…
Hombre- Sí regresé…
Mujer- ¿Cuándo?
Mujer- No te entiendo…
Hombre- El viaje a la mina lo tenía pensado para tres días, pero regresé al segundo; uno
Hombre- Ay, Carlota, el destino nos jugó una trampa, una trampa cruel y despiadada…
Mujer- Habla…
Mujer- ¿Cómo?
Hombre- Cuando me fui a la mina, dije que regresaría en tres días, pero al segundo día,
dijo que se quedaría internado, para observarlo, y que nos fuéramos cada uno
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a nuestras casas. La lluvia seguía cayendo y un viento gélido recorría las
solitarias calles. Dejé el caballo en el establo y caminé hasta la casa. Eran las
Mujer- ¿Y entonces?
Hombre- Me tragué mi llanto y sin hacer ruido, saqué la pistola que traía enfundada,
para lavar con sangre mi mancillado honor. Disparé dos veces, Carlota, la
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Mujer- ¿Me mataste?
Hombre- Sí, mi amor, te disparé en el vientre y tu corazón dejó de latir en ese mismo
instante…
Mujer- ¿Pero cómo puede algo provocar consuelo y, al mismo tiempo, sufrimiento?
frasco que el Padre Arnulfo llevaba consigo el día de la tragedia. Se abrió una
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dolor intenso, por haberte asesinado, en plena inocencia conyugal y sin razón
querida Carlota, y cuando regresé a la casa, con la misma pistola con la que
Hombre- Perdóname…
caminando por las calles, durante años, sin saber que era un espectro y todo por
Mujer- Eres un canalla, Raymundo; eres el peor canalla que puede existir en este mundo
y en el otro…
Hombre- Carlotita…Carlotita…¿Carlotita?
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Mujer- Es usted abominable…
Mujer- ¿Antonio?
Mujer- No, no son los personajes; son espíritus. Estamos poseídos por espíritus; los
Hombre- Laura, estás alucinando; esto puede ser parte del trance…
mujer y ella le da un trago. El hombre toma el candelabro del piso, lo deja sobre la mesa
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El hombre toma la cajetilla de cigarros y el encendedor de la mesa y le ofrece un cigarro
Hombre- ¿Laura?
Hombre- ¿Carlota?
mirándolo, absorto.
Mujer- ¿Qué?
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Mujer- ¿Cómo pudo matarla?
Mujer- ¿Antonio?
estático.
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Hombre- ¿Por qué no llama al doctor Leroy?...¿Quién es el doctor Leroy?...La momia
más antigua del panteón de Santa Paula; cuando estaba vivo era uno de los
Hombre- ¿Laurita?
El hombre va hacia la mesa y la golpea con el puño abierto repetidas veces, mientras las
luz del escenario sube y baja de intensidad, a partir del primer golpe, de manera
Mujer- Usted no nos va a asustar, a ninguna de las dos; conozco a los de su calaña y sé
que cuando se enfrentan con una mujer de verdad, les da por torcer el rabo…
Hombre- Mire, Laurita, con todo el dolor de mi corazón, le voy a tener que dar unas
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Mujer- Atrévase y verá cómo lo pongo…
Hombre- ¿Carlota?
Hombre- Pensé que ya había pagado mi condena; con la cárcel, con mi muerte y con
todos estos años de andar penando con el corazón hecho pedazos. Pero no,
Me dejaste de amar, Carlota, y ante eso, pues ya no hay nada de qué hablar…
Mujer- Eso es lo que yo digo, Raymundo, que ya no hay nada de qué hablar…
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El hombre mira hacia el frente del escenario. La mujer camina hacia el proscenio, se
detiene y mira, también, hacia el frente del escenario. Los dos quedan en silencio por un
momento.
Deja el termo sobre la mesa y toma el recipiente con las dos manos.
Mujer- Está delicioso, hace muchos años que no tomaba una taza de café…
Mujer- Y el aroma; ¿cómo puede haber algo tan exquisito?...A mí me pasa lo mismo,
Carlota, cuando dejo de tomar café, y luego vuelvo a tomarlo, disfruto mucho el
La mujer continúa bebiendo café con pequeños sorbos. Mientras el hombre continúa
Hombre- Pues ni modo, así son las mujeres; a veces lo aman a uno y, otras veces, así
nada más, lo dejan a uno de amar. Hay que aguantarse, como hombrecitos, y
Hombre- Qué bonito se siente fumar; es algo, de verdad, sublime. Hace muchos años
que no fumaba y con el primer jalón, como que se marea uno; ¿a poco no?...
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fumar todos los días, de los negros…¿Como cuántos?...¿Como cuántos qué?...
¿como cuántos años lleva sin fumar?...¿En qué año estamos?...en el dos mil
cuentas...Sí, pues son muchos años sin fumar…Oiga, discúlpeme por haberlo
Mujer- Hoy fui al panteón de Santa Paula y me quedé mirando a una momia, por mucho
como si quisiera hablar conmigo, para contarme su historia; ¿eras tú, verdad?...
tienen a las momias en un museo, muy bonito, que hicieron ahí mismo, en Santa
Paula; ahora las tienen en vitrinas, no como antes, que las tenían sin nada…
¿Cómo vitrinas?...Las vitrinas son como cajas, pero de cristal; de manera que la
gente puede ver a las momias, pero no puede tocarlas; de esa forma se
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sorprende?...Yo conocí al doctor Leroy, hace muchos años, y era muy buena
una caja de cristal?... Oye, Carlota, no quiero incomodarte, pero ¿me podré
problema…
Mujer- Gracias…
Hombre- De nada…
La mujer camina por el escenario y se aleja del lugar en donde está el hombre.
Hombre- Y Laurita, ¿es su novia?...No, nada más somos amigos…¿Y por qué?...Pues
porque así es; nada más llevamos una relación profesional…¿Y a qué se
Don Antonio, que, el otro día, vi que estaban inaugurando un teatro, muy
Pero, Don Raymundo, el Teatro Juárez lo inauguraron hace como cien años…
¿Tanto ya?...Sí, más o menos…¿Y por qué se llama Teatro Juárez?...Por Don
cabrón?... Sí, claro que pasó a la historia…Mire nada más, cómo son las
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cosas… Sí, pues sí…En fin…Oiga, Don Raymundo, ¿puedo hacerle una
Mujer- Oye, Laura, la primera vez que te vi, estabas hablando con un aparatito; ¿qué
otra persona, que está lejos de donde tú estás…¿Cómo si fueran los sonidos de
Mujer- Si oprimo este botón, el del número dos, puedo hablar con mi novio, que vive
en la Ciudad de México…
Mujer- No, de nada, simplemente me reí, ya ves cómo me pongo, cuando estoy de
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Mujer- ¿Te gustó el aparatito?...Sí, me gustó…
él, la voz me temblaba cuando lo veía y cuando leía sus cartas, un escalofrío me
al mismo tiempo…
Mujer- Supongo que porque eran otras épocas; ahora las relaciones son distintas. Creo
Hombre- El padre dijo “hasta que la muerte los separe” pero, en realidad, las cosas no
son así. Es decir, los sacramentos son eternos y el matrimonio es uno de ellos;
por lo tanto, ante los ojos de la iglesia, sigues siendo mi esposa y eso, pues
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Hombre- Carlota, perdóname; todo fue un malentendido…
Hombre- ¿Cómo?
Mujer- Hablando conmigo, antes de tomar una decisión tan estúpida cómo matarme…
Hombre- No se me ocurrió…
Mujer- Hubiéramos podido aclarar las cosas y nada de esto habría pasado…
Mujer- Sí, Raymundo, lo eres; yo nunca te fui infiel y no había motivo alguno para que
me mataras…
Mujer- Carlota, perdóname por meterme en este asunto, pero esta conversación me
Mujer- No, Antonio, estoy harta de que Don Raymundo ofenda de una manera tan
Hombre- Déjela que hable, Don Antonio, déjela que hable; a ver si la niña Laura tiene
Mujer- Por supuesto que tengo algo inteligente que decir y espero que su miserable
que lo vea, y nada justifica el hecho de que haya matado a Carlota. El asunto
aquí es una cuestión de género, usted la mató porque creyó que se estaba
acostando con otro hombre y esa no es razón para matar a una mujer. Las
mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo y podemos hacer con él lo que nos dé la
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gana…
Mujer- Las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres y si un hombre
puede acostarse con quien quiera, las mujeres podemos hacer lo mismo…
Hombre- Laura, perdón que me meta, pero tienes que contextualizarte históricamente;
lo que pasó entre Doña Carlota y Don Raymundo, pasó hace ciento cincuenta
manera distinta las acciones de las mujeres y las acciones de los hombres; en
este país de mierda, las mujeres siempre hemos salido perdiendo, simplemente
género, como usted la llama; cuando digo que Carlota era de mi propiedad es
entregué a ella y pasé a ser, también, propiedad suya. Ella me dijo “soy tuya” y
propiedad uno del otro y eso no tiene nada que ver con que yo sea un hombre
y ella una mujer, sino con las ganas de quererse y de entregarse para siempre.
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Y cuando dice que una mujer casada, como Carlota, puede hacer con su cuerpo
género, porque lo mismo pienso para un hombre casado, como yo; cuando se
está unido a otra persona, uno no puede hacer con su cuerpo lo que quiera, ni
con su alma, ni con su mente. Y, eso, tampoco tiene que ver con que seamos
en este mugroso país las mujeres siempre salen perdiendo simplemente porque
como a usted…
Hombre- ¿Cómo feminista?...Feministas son los que luchan por la igualdad de derechos
entre los hombres y las mujeres…Ya entiendo; pues mire, Laurita, aunque no
pregúntele a ella…
Mujer- Hace rato me dijo que me iba a dar unas nalgadas, para que aprendiera a
respetarlo…
Hombre- Se lo dije nada más para espantarla; yo sería incapaz de pegarle a una mujer…
Mujer- Sería incapaz de pegarnos, pero muy capaz de matarnos; ¿no es así?
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Hombre- No, Laurita…
Mujer- Usted mató a su mujer y eso, es una cuestión de género, ocasionada por el
Hombre- ¿Y a poco no hay mujeres que matan a sus maridos por andar de coscolinos?
Hombre- Por supuesto que las hay; un amigo me contó de un caso, en Orizaba: una
Hombre- Sí, tenía razón, pero no es una cuestión de género, pues; eso es lo que
Mujer- No, Raymundo, ninguno de los dos tuvo razón para matar a una persona; ni esa
mujer a su marido infiel, al cual debió echar de su casa y no verlo nunca más; ni
tú, que debiste investigar lo que pasaba y no tomar esa decisión intempestiva
que acabó con mi vida y con la tuya. Nadie tiene el derecho de matar a nadie,
porque la vida es algo muy preciado y la debemos respetar; espero que lo hayas
entendido después de andar penando en las tinieblas, durante todos estos años.
Mujer- Yo te amaba, Raymundo, y aquella noche terminaste con mi vida; teníamos seis
jamás pudo existir sobre la tierra. Yo era una mujer muy joven y estaba llena de
ilusiones; quería tener hijos contigo, y nietos y bisnietos. Era una mujer feliz y
quería prolongar esa felicidad durante muchos años; quería vivir y disfrutar de
la vida a cada instante. Quería vivir y tú terminaste con mi vida. Me faltó vivir,
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Raymundo, me faltó vivir y, eso, es lo que no te puedo perdonar…
Hombre- Sí, Carlota, te entiendo con el alma y me odio a mí mismo por haberte
asesinado; tu vida era lo más preciado para mí, y por aquel arranque de locura,
daría todo lo que tengo. Sí, daría todo lo que tengo y que es muy poco; daría
mi pobre alma atormentada, con tal de que tú pudieras estar viva. Sí, Carlota,
Mujer- No, Raymundo, no invoques al maligno. Nuestras almas son lo único que nos
Hombre- Sí, es cierto, siempre le han pertenecido; pero, por lo visto, Dios no sabe
Hombre- ¿En dónde estaba Dios, Carlota? Eso es lo que me he preguntado durante
todos estos años, sin obtener la mínima respuesta. Aquella noche todo se
Por eso te pregunto, Carlota, ¿en dónde estaba Dios aquella noche?
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Mujer- No lo sé, Raymundo, no lo sé…
Hombre- ¿No sería mejor darle la espalda, como él hizo conmigo, y apostarle a los
poderes del maligno? ¿No sería mejor, Carlota, vender este despojo de alma
El hombre junta las palmas de sus manos a la altura del pecho y agacha la cabeza. .
Hombre- Dios mío, perdóname; por todas mis ofensas y por todos mis pecados…
Hombre- De nada…
Mujer- Nuestras almas son lo único que tenemos y debemos cuidarlas, por encima de
todo; además, ¿para qué querría yo estar viva sino para adorarte?
Mujer- Mi Raymundo…
La luz del escenario se intensifica y la mujer voltea a mirar las lámparas del teatro.
Mujer- Mira, la luz de esas extrañas lámparas se está volviendo más intensa…
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La mujer mira al hombre.
Mujer- Sí, una prueba para entender que las cosas no son lo que parecen y que debiste
debías castigarme con la muerte, porque la muerte, sólo debe manejarla Dios;
para entender que matar a otra persona es un acto de soberbia y que la soberbia
Hombre- Sí, Carlota, ahora lo entiendo todo; me arrepiento de aquel acto de Soberbia y
contigo…
Mujer- El dolor hay que aguantarlo, Raymundo, porque es parte inevitable del amor…
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Hombre- Es un descuido que nos da cuidado.
Hombre- ¡Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo!
Hombre- ¿Laurita?
Mujer- Mirando lo que sucedía entre ustedes y, aunque por momentos me desconectaba,
Mujer- Don Raymundo le leía, en vida, a Carlota, el soneto de Quevedo; el que vamos a
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Hombre- No…
Hombre- No lo sé, pero de pronto me desvanecí; es muy extraño, pero a veces estoy
dónde estoy…
Mujer- Don Raymundo estuvo a punto de venderle el alma al diablo, con tal de regresar
Mujer- Pero el simple hecho de ofrecer el alma, fue una prueba de amor maravillosa y,
profundamente…
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qué lo hizo?...Estaba asustado…¿O sea que usted nada más cree cuando se
espanta?…Sí, algo así…Pues lo voy a espantar más seguido, a ver si así logra
acerca del asunto, porque no es justo que nada más crea cuando está
Hombre- No tiene que disculparse; estaba usted enojada y es natural que me insultara…
Mujer- Sí, es cierto, estaba enojada; pero creo que lo juzgué demasiado pronto; es decir,
sigo pensando que es usted un criminal, pero lo que estuvo a punto de hacer por
Hombre- Yo estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por Carlota, excepto lo que ella me
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Hombre- Porque estoy en un momento difícil de mi vida; terminé con mi última novia
hace dos años y creo que no he podido superarlo. Viví con ella durante cinco
años y fue una relación muy importante; pero bueno, un día, nos dimos cuenta
Mujer- ¿Y se divorciaron?
Hombre- Bueno, creo en el amor dentro de una obra de teatro, pero no en la vida real…
Hombre- Es acerca de una mujer a la que se le muere el novio y como lo amaba mucho,
Hombre- Bueno, apenas la estoy escribiendo, pero lo más probable es que termine en
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que la novia y el espíritu del novio vuelven a vivir su amor, a través del
Mujer- Vamos a estrenar la obra dentro de un mes y medio, en el Teatro Juárez; ojalá
Hombre- Ahí vamos a estar, Laurita; le aseguro que no les vamos a fallar…
lugares separados…
Mujer- Porque no te he perdonado y tú, de pronto, ya das por hecho que volveremos a
estar juntos…
Mujer- Yo también he sufrido mucho y todo por tu culpa; tu crimen me dolió en el alma
Hombre- Mi crimen fue una prueba, para entender que había cometido un acto de
Dios…
Mujer- Sí, Raymundo, y me parece muy bien que lo hayas hecho, porque, tal vez, Dios
Hombre- Tú eres el único cielo que conozco y el único cielo en el que quiero estar…
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Mujer- Porque no tengo su bondad, ni su misericordia…
Mujer- Ya perdónalo, Carlota; porque, haya sido como haya sido, no vas a encontrar a
Mujer- Sirvió para aclarar las cosas, para que tú reconocieras tu pecado de soberbia y
Mujer. Este encuentro fue maravilloso, pero ya cumplió su cometido; fue un placer
Mujer- Sí…
Hombre- ¿A dónde?
Mujer- A tratar de descansar, en alguna casa abandonada. Estoy exhausta; hoy fue un
Hombre- Voy a convencerte de que me perdones, aunque me tarde otros ciento cuarenta
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y nueve años en lograrlo…
Mujer- Está bien, tenemos la eternidad completa; ¿por dónde quieres comenzar?
Hombre- Por hacerte una pregunta, acerca de algo que no puedo entender…
Mujer- Raymundo, soy tu víctima y tú eres mi asesino, ¿no te parece natural que mi
Mujer- Sí, eso ya lo discutimos y lo entiendo perfectamente; pero aun así, te pido que
Mujer- ¿Y entonces?
Mujer- ¿Qué?
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Hombre- No, no te vayas…
Hombre- Te lo pido en nombre de nuestro amor; en nombre de Dios y de los hijos que
no tuvimos; en nombre de todo lo que nos faltó vivir y de todos los besos que
no nos dimos…
Hombre- No…
Hombre- Mi Carlota…
Mujer- Me voy…
Mujer- Suéltame…
El hombre la besa en los labios y la mujer accede nuevamente. El hombre le toca los
El hombre continúa tocándole los pechos y la mujer deja de resistirse por un momento.
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El hombre continúa tocándola y la mujer deja de resistirse, nuevamente.
mesa. Al llegar al borde de la mesa, la mujer pone una mano, accidentalmente, sobre el
control remoto del aparato de música, el cual está sobre los papeles en los que trabajaba
aunque intentan, por momentos, controlarse, los dos están, cada vez, más excitados.
Parecería una lucha apasionada entre dos personas que se atraen y se rechazan
logrando que los dos se entreguen por completo. El hombre lleva a la mujer, entre besos
coloca detrás de ella. El hombre le baja los pantalones a la mujer a la altura de las
música, sino que, más bien, se contraponen. El hombre y la mujer terminan de hacer el
amor y quedan exhaustos. La canción termina y los dos permanecen en silencio por un
momento.
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Mujer- Sí, maravilloso…
El hombre y la mujer se besan, con pasión. Después, se separan y se miran a los ojos.
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La mujer toma la manzana y comienza a morderla, con desesperación. El hombre acerca
también con desesperación y, entre los dos, se la comen completa, sin dejar ni una
semilla.
Hombres- Y naranjas…
Mujer- Y duraznos…
Mujer- Y los dos días al mercado, antes de irnos, a desayunar y comprar dulces…
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Hombre- Sí, Carlota, estamos vivos…
Hombre- Pero, Don Antonio, usted debe comprendernos, llevábamos ciento cincuenta
Mujer- No, Don Raymundo, lo que ustedes hicieron no tiene nombre; nos obligaron a
Hombre- Perdóneme…
Hombre- Mire, Don Raymundo, con todo respeto, pero les pido, a usted y a Doña
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Hombre- Híjole, pues se me hace que no se va a poder…
Mujer- ¿Cómo?
Hombre- Les ordeno que se larguen, Don Raymundo, inmediatamente… Mire, Don
Antonio, no me gusta que me hable usted así y, mucho menos, que le hable
Hombre- Yo fui quien abrió la puerta y si tuve el poder para traerlos, también tengo el
Hombre- Pues nosotros no nos vamos, Laurita, así que háganle como quieran…
El hombre va hacia la mesa, toma el cuchillo de plata con su mano derecha y lo apunta
hacia arriba.
Hombre- ¿Ve este cuchillo de plata, Don Raymundo?...Sí, lo veo…Sirve como puente
para conectarnos con el más allá; una vez conectados, pediré permiso para
El hombre apunta, con rapidez, el cuchillo hacia su mano izquierda y esta se detiene.
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El hombre apunta, de nuevo, el cuchillo hacia arriba.
Hombre- De los cuatro guardianes que vigilan los cuatro puntos cardinales…
futuro…
Hombre- De las siete niñas ciegas que duermen, inocentes, en los umbrales de la
muerte; pido permiso, para abrir la puerta y hacer que las almas de Don
inmediato… No, Don Antonio, por favor...Fuera Don Raymundo; fuera Doña
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Hombre- Vámonos, Carlota, es inútil seguir luchando, son más fuertes que nosotros…
sonidos, su cuerpo se queda estático y cae, relajado, al piso. La luz del escenario regresa
Mujer- ¿Antonio?
cae al piso. La luz del escenario vuelve a subir y bajar de intensidad de manera
sonidos, su cuerpo queda estático y cae, relajada, al piso. La luz del escenario regresa a
Hombre- ¿Laura?
Mujer- Lo logramos…
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La mujer abraza al hombre. El hombre también la abraza y permanecen así por un
Hombre- Gracias…
Hombre- Oye, Laura, nunca te lo había dicho, pero, tienes unos ojos muy bonitos…
Mujer- Gracias…
El hombre se acuesta boca abajo, sobre el piso del escenario. La mujer lo mira y,
Mujer- Yo también…
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Permanecen en silencio por un momento.
De pronto, la mujer, lentamente, abre los ojos, levanta la cabeza, se sienta en el piso y
mira al hombre, en silencio. Después de un momento, el hombre abre los ojos, levanta
Hombre- Es un secreto…
Mujer- Te lo prometo…
algún momento, me dijo que le gustaba mucho el ajedrez pero que no tenía
trato: si yo jugaba con él, todos los domingos, durante diez años, me revelaría
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Mujer- ¿Y cuál es el secreto?
Hombre- Me enseñó la manera, en que un espíritu, puede hacer dormir a las personas….
Hombre- Diciéndoles, en voz muy baja, palabras que les resultan placenteras; pueden
Hombre- Sí, Carlota, y funcionó a la perfección. Ahora entiendo el valor del truco y le
sabemos cómo dormirlos y cada vez que queramos vivir la vida, les vamos a
Mujer- Es maravilloso…
Mujer- Aunque es una lástima no volver a convivir con ellos, y disfrutar de la vida, sólo
Hombre- Sí, es una lástima, pero nunca podrían aceptarnos y es mejor hacerlo así…
Hombre- Ellos vivirán felices, creyendo que nos fuimos y, en su ignorancia, nos
Hombre- Supiste seguirme la corriente, cuando Don Antonio quiso sacarnos y yo fingí
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Mujer- Supe que estabas fingiendo, Raymundo; te conozco perfectamente y sé que eres
Hombre- Y los dos días al mercado, antes de irnos, a desayunar y comprar dulces…
La mujer va hacia la mesa y toma el teléfono celular. Oprime el botón del número dos y
amo…adiós…
La mujer oprime un botón para cortar la llamada y deja el teléfono celular sobre la
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Mujer- O viviendo en amasiato, como se acostumbra ahora…
Mujer- Mi Raymundo…
El hombre mira hacia el frente del escenario, levanta la mano derecha y la gira,
hombre deja de acariciarla y le ofrece el brazo izquierdo. La mujer lo toma del brazo y
los dos se miran por un momento. Después, el hombre mira, nuevamente, hacia el frente
del escenario, levanta la mano derecha y la gira, haciendo otro pase mágico. La luz
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