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El vacío entre los muros

Una obra de Miguel Ángel Sánchez García, Jazmín Salgado, David Barrera
Bautista.

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A lo largo de la obra, un documental muestra entrevistas realizadas a distintas personas que en su
momento y por distintos medios conocieron a la banda.

Las personas entrevistadas son: A) la fan de la banda, b) la amiga del pueblo de origen de la banda,
c) el crítico especializado e historiador, d) la señora que oyó de la banda por sus hijos, e) un escucha
antipático.

Distintos momentos del documental serán proyectados a lo largo de la obra.

Después de la segunda llamada, existe un PRELUDIO, en el cual se muestra el PRIMER


MOMENTO DE ENTREVISTAS.

Las primeras preguntas hechas a los entrevistados son las siguientes:

¿Cuándo y cómo conociste a la banda?


¿Qué sabes de ellos?
¿Qué opinas de su música? ¿Por qué?

No hay tercera llamada.

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Escena I
Él entra al departamento. La mira a ella y mira todo lo que hay ahí: basura por todas partes. Toma
una bolsa. Empieza a ordenar un poco el lugar. Intenta despertarla haciendo ruido. No funciona.
Conecta la guitarra. Enciende el amplificador. Guitarrazo.

Él: Ay. Una disculpa. ¿Te desperté?


Ella: No estaba durmiendo.
Él: ¿Cómo estás?
Ella: Bien. ¿Cómo estás tú?
Él: No tan bien.
Ella: Bueno, luego así pasa, ¿no?
Él: Me despidieron; pero qué importa, ¿no?
Ella: ¿Cuánto te van a dar de liquidación?
Él: Nada.
Ella: ¿Nada?
Él: Nada.
Ella: Por ley te tienen que dar algo.
Él: Pues sí, pero después de llegar siete veces tarde; dos de esas, pedo… No me van a dar nada. ¡Puta
madre! ¿Qué están/ ¡Cállense!
Ella: ¿Qué vamos a hacer?
Él: Pues yo que tú, empezaba a buscar otro trabajo.
Ella: Ya tengo uno. Trabajo de noche.
Él: Sí, pero podrías empezar a trabajar durante el día.
Ella: Yo trabajo de noche.
Él: Y podrías empezar a trabajar también durante el día. Algo en la mañana.
Ella: Trabajar en la mañana. Si en la mañana duermo.
Él: Qué cómoda, ¿no? Qué rico es estar durmiendo toda la mañana. ¿Sabes qué hora es?
Ella: ¿Las diez?
Él: Son las dos de la tarde.

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Ella: Si duermo en la mañana es porque trabajo toda la noche. Ahora parece que voy a ser la única
que va a trabajar.
Él: ¿Sabes qué otra cosa podrías hacer? Dejar de ponerte peda todas las noches y así levantarte bien
en la mañana y salir a trabajar.
Ella: Estaba peda porque estaba celebrando.
Él: ¿Celebrar qué? ¿El conciertito que dimos?
Ella: Sí, el conciertito que dimos. El puto conciertito que dimos. ¿Cuánto ganamos?
Él: Esto. (Recoge una botella de entre el tiradero.) Y ya casi se acaba. (Le da un trago.) Qué asco.
Ella: Debemos tener algo. Se supone que tú eres quien administra el dinero. ¿En dónde está?
Él: Pues se acaba. Se tiene que gastar, ¿no?
Ella: ¿En qué?
Él: En pagar la renta, la comida, los servicios. Es más, hasta tenemos que pagar en los lugares a los
que vamos a tocar. Nada es gratis.
Ella: Pero cuando se trata de tus libros, ahí sí hay dinero.
Él: No me/… Toma, es para ti.
Ella: ¿Y todavía te compraste un libro?
Él: No. Me lo robé. Lo tomé antes de salir de la tienda, cuando mi jefe no veía.
Ella: La primera vez que consigues algo por ti mismo. No te vaya a regañar tu papá.
Quién me devolverá esos días donde la vida tiene alas,
Y vuela, vuela como una alondra por los cielos,
Mmmmmmmmmm…
Blah, blah….
Y lustran su plumaje incendiado por el sol.
Hubieras conseguido uno mejor.
Él: Fue el primero que vi. A ver, éste:
¿Qué es lo que me preocupa y qué es lo que debo esperar?
¿Cuál es el objeto de mis vagos deseos?
¿Dónde encontrar la dicha?
Y tú que me haces feliz,
¿Has decidido irte de mí para no volver?

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Les pega. Un momento.

Ella: Ya mañana pensamos qué hacer.


Él: ¿Puedes dejar de tomar?
Ella: ¿A ti en qué te afecta que tome? Estás muy/
Él: Sí, porque parece que soy la única persona aquí que se preocupa por este lugar.
Ella: ¿Por qué crees que no me preocupo?
Él: ¿Quién limpia este basurero?
Ella: Ya vas a empezar.
Él: ¿Quién hace el súper, cocina, lava los trastes?
Ella: Siempre es lo mismo contigo.
Él: Nunca haces nada. Ni siquiera compone
Ella: Trabajo en la noche. Y componer es tu trabajo, no el mío.
Él: Pues si quieres tragar, si quieres seguir teniendo un techo sobre tu cabeza, vas a tener que
empezar a ser más productiva. Ya no basta con que andes ofreciéndote a esos cerdos del Luxury.
Ella: Es la última vez que te advierto que no andes diciendo esas pendejadas.
Él: ¿O me vas a decir que no es cierto?
Ella: Necesitas relajarte un chingo. No eres la primera ni la última persona a la que le pasa algo así.
¿Cómo crees que vive la gente normal? ¿Cómo crees que vivíamos en mi casa? Al día. Siempre
apenas, y a veces ni eso.
Él: Perdón por querer una vida digna.
Ella: Mira, yo sé que para la gente como tú es muy difícil comprender que la vida no es justa. Cómo
les gusta hacerse pendejos en su burbuja de comodidad. Yo te dije que así iban a ser las cosas si nos
aventábamos, y si no estás dispuesto, la neta mejor regrésate a tu pinche palacio a que te traten
como rey.
Él: Sabes que no puedo regresar.
Ella: O sea que sí quieres hacerlo.

Un momento. Suena el teléfono.

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Él: ¿Sí, bueno? Hola, buenas tardes. Sí, soy… Nosotros. Okay. (Le indica a ella que le pase dónde y
con qué escribir.) ¿Me lo puede repetir? Ajá. Ajá. De acuerdo. Muchas gracias.

Cuelga.

Ella: ¿Quién era?

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Escena II

Ella: El lugar es amplio, elegante. Tiene unos inmensos ventanales de cristal. Está en la cima de un
edificio increíblemente alto: desde aquí se puede contemplar la ciudad entera. Hace media hora que
estamos aquí y todavía no me acostumbro a la altura; jamás había entrado a un edificio con más de
cinco pisos. Está chingón.
Él: No dejo de ver la boca del hombre de la disquera. Hace varios minutos que habla sin parar, y
aunque entiendo todo lo que dice, no lo comprendo. Por fin se detiene, pero sólo un momento.
Ella: Debe ser rico, porque llama al mesero para que le traiga su tercer martini de la noche. Están
carísimos.
Él: El señor disquera señala al montón de hojas engrapadas y, entonces, hace una pregunta:
Ambos: “¿Y bien?”
Él: Nos mira. Ella me mira y no sé qué decir.
Ella: Está incrédulo.
Él: Frente a mí, un generoso contrato por un álbum y una pequeña gira por la República junto con
la promesa de ampliar el contrato si obtenemos buenos resultados.
Ella: “Tómense su tiempo” nos dice mientras se pone de pie para ir a fumar y me volteo para hablar
con/
Él: ¿Qué opinas?
Ella: No sé.
Él: ¿Deberíamos firmar ya?
Ella: No… no sé.
Él: Es una oportunidad única en la vida.
Ella: Sí, pero…
Él: Pero, ¿qué?
Ella: Hay que leer el contrato. O que alguien lo lea y nos lo traduzca. No sé cómo funcionan estas
cosas. ¿Tú sí?
Él: ¿Y si retira la oferta?
Ella: Si tiene tanto interés como dice, no creo que le moleste esperar a que lo leamos.
Él: ¿Y si sí le molesta? ¿Te quieres arriesgar a perder la oportunidad de tu vida?

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Ella: No digas pendejadas. Me da miedo que se quieran aprovechar de nosotros.
Él: ¿Y según tú cómo harían eso?
Ella: No lo sé, ése es el problema.
Él: Yo no creo que tenga nada de malo, nos habló con mucha honestidad.
Ella: ¿Cómo lo sabes?
Él: ¡No lo sé! ¿Okay? No lo sé. Pero no sé qué más hacer. Ya no tengo ideas, y ya estoy cansado de
sentir que sin importar lo que haga nunca voy a lograr nada que le importe a nadie más que a mí.
Ella: Algo de razón tiene. En realidad parece un sujeto confiable. Pero tengo la suficiente experiencia
para saber que hay hombres que aparentan lo que sea para hacerte creer que son confiables.
Él: Juan.
Ella: ¿Quién?
Él: Mi primo, Alberto. Es abogado.
Ella: ¿No estaba estudiando?
Él: Es casi un abogado. Bueno, va en segundo semestre, pero es más que nosotros.
Ella: ¿Él no te odia?
Él: No, hace poco me agregó en facebook, y hasta me mandó un zumbido. Le ha hecho bien
mudarse a Cuernavaca.
Ella: No sé.
Él: Si él no sabe, al menos conocerá a un maestro que sí.
Ella: No se me ocurre nada más. Y lo único que puedo hacer es confiar. Okay. Hagámoslo. Pero,
con una condición: tú te encargas de firmar todo, te nombro representante de bla bla bla, a mí me
aturden estas cosas. ¿Okay?
Él: Sin más, llamo al señor disquera: ¿Le molestaría que lo pensáramos unos días?
Élla: El tipo le responde que no, que para nada, que con gusto nos da el tiempo que necesitemos.
Él: Ella no desaprovecha la oportunidad de decirme, aunque sea con la mirada “te lo dije”.
Ella: Y él, me sonríe pero en el fondo está diciendo:
Él: Cállate, presumida.
Ella: Toma el contrato en sus manos, lo hojea brevemente, y finalmente dice, aliviado:
Él: Okay. Nosotros le llamamos.

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Escena III
En el estudio de grabación, afuera de la cabina. Ella practica una canción que está componiendo, y
que trata de su abuelo. Él entra con dos cafés.

Él: ¿Nerviosa?
Ella: ¿Son gratis?
Él: Gratis. Pero no te recomiendo tomar café en ese estado.

Ella le arrebata el café.

Él: Cada quién. ¿Qué haces?


Ella: Te hice caso, estoy componiendo, pero no me convence la letra. ¿Y si cambio esto? Como está
suena demasiado… cursi.
Él: Pruébala.

Él comienza a tocar, sin cantar.

Ella: Cántala.
Él: Es tuya. Pruébala.

Ella canta.

Ella: No me gustó.
Él: A mí tampoco.
Ella: ¿Y por qué no me dijiste?
Él: Tú sabes qué funciona y qué no, eres buena.
Ella: Tú también eres muy bueno.
Él: Ojalá fuera bueno para otras cosas. Así no viviríamos en un basurero.
Ella: Será un basurero, pero (ambos al mismo tiempo) es nuestro basurero.
Él: Cuando llegamos no sabía hacer nada. Absolutamente nada.

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Ella: Pues no, siempre te habían resuelto la vida. De pequeña me daba envidia. Pero cuando vi que
te habían convertido en un pequeño inútil se me pasó.
Él: Pues perdón si no fuiste fan de mi deliciosa comida congelada recién salida del microondas.
Ella: Oye, un mes tragando eso…
Él: No hay mucha diferencia con la dieta de los últimos meses.
Ella: ¿Te imaginas que un día no tengamos que preocuparnos por algo tan simple como la comida?
Él: ¿O por algo tan estúpido como la renta?
Ella: Imagina que la gira es todo un éxito.
Él: Y que ya no nos pagan con cerveza.
Ella: Que nos pagan, que nos pagan de verdad.
Él: Cincuenta fechas en los Estados Unidos y Canadá.
Ella: Y el disco es un éxito en ventas.
Él: En streaming.
Ella: Un millón de reproducciones en una semana.
Él: Los sencillos en la cima de las listas de éxitos.
Ella: En todo el mundo y con lo que ganamos nos compramos nuestro propio departamento.
Él: Nuestro propio penthouse y nuestro propio auto.
Ella: Una limusina.
Él: Un auto y una limusina.
Ella: Y grabamos cinco, diez álbumes más.
Él: Alabados por la crítica. Grammys hasta en el culo, hasta en la sopa.

Ahora ella está sobre el sillón, como si estuviera sobre un escenario.

Ella: Encabezamos los festivales más cabrones del mundo.


Él: Nuestro nombre por encima de los Rolling Stones.
Ella: Salón de la fama del rock & roll.
Él: Jack White y Paul McCartney tocan en la ceremonia de inducción.
Ella: Y hacemos que todo mundo se trague sus palabras.
Él: Y hacemos algo que importe, que de verdad importe.

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Ella: Y todo sale bien.
Él: Ya no lo vamos a tener que imaginar. Creo que a tu abuelo le hubiera gustado verte así. Feliz.

Ella baja del sillón.

Ella: Perdón por lo que te dije.


Él: ¿Qué cosa?
Ella: La última vez que peleamos.
Él: Yo también lo lamento.
Ella: Sé que no ha sido fácil y que no siempre he sido la mejor amiga del mundo. Pero en verdad, tú
eres///
Ingeniero: Estamos listos para grabar.
Él: Okay.

Ella entra al estudio a grabar.

Ella: La música fue nuestra ancla.


Una tienda de discos que separaba la vida de familias con jardín y mi casa.
Mi rutina: escuela, trabajo de mamá, casa del abuelo. Escuela, trabajo de mamá, casa del abuelo;
escuela, trabajo de mamá, casa del abuelo; escuela, trabajo de mamá, casa del abuelo y un día…

Él entra, de la mano de su papá. “Elige el que quieras”, le dice el señor, y el pequeño niño se dirige
tímidamente al primer disco que ve de los beatles, suficientemente bueno y suficientemente
habitual, el disco y él también.

“No. Éste es mejor; ayer lo escuché.”

Me mira con un rostro de espanto, un rostro de “niño, no hables con extraños”. Pero sonríe, y le
sonrío.

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Él: Decir la verdad. Decir quién, qué, cuándo, cómo, dónde
Y el por qué
Sobre todo el por qué
“Tienes que decir la verdad”, eso lo decía mi madre
Tienes que mentir, eso lo aprendí de mi padre
Tienes que ser tú, decía mi hermano
Para ser lo que siempre debiste ser
¿Qué es lo que busco con todo esto?

Ella: Mi infancia transcurrió entre vinilos con olor a nuevo y un nuevo y único amigo. Nos veíamos
cada que él regresaba de la escuela. Habíamos escuchado casi todos los discos de la tienda y comencé
a visitarlo en su casa. Una casa de paredes blancas y alfombras que se aspiran cada mañana. Estar ahí
era como estar dentro de un comercial de bienes raíces. Pero ahí estábamos, juntos. Siempre juntos.

Luego el tiempo pasó. Y pasó, y pasó. Y llegó el 2008.

Él: Y canto ahora porque sólo así digo mi verdad.


Si lo hubiera hecho antes, me habrían molido a golpes.
Un gay que se cree artista, nada original.
Un músico que viene a vivir a la ciudad, nada original.
Y si somos tantos, ¿por qué me siento tan solo?
¿Por qué en una ciudad tan grande se siente el vacío más absoluto de todos?
Pero de alguna manera, aquí sí me siento en casa.

Ella: Es 2008 y estoy sentada tres horas en una clínica con el techo húmedo y la pintura vieja. Es
2008 y mamá tiene doble turno. Es 2008 y el abuelo murió. Murió el hombre de la utopía truncada,
del sueño roto de vivir para la música.

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Regreso a la tienda de discos, sola… y él me está esperando, vestido todo de negro. Me mira
tímidamente y no sabe qué decir, así que mejor pone uno de los primeros discos que escuchamos
juntos:

Fall is here, hear the yell


Back to school, ring the bell

Él: Brand new shoes, walking blues

Ella: Climb the fence, books and pens

Ambos: I can tell that we are going to be friends


I can tell that we are going to be friends.

Ella: Una única certeza: siempre tendríamos una canción para el otro.

Él: Yo ya no podía vivir allá


Con mi mamá y su necesidad de ir todos los domingos a misa
Con mi papá y sus:
¿Por qué no eres como tu hermano?
¿Cuándo vas a hacer algo de tu vida?
En una enorme casa blanca
Con sus muebles siempre perfectos, siempre limpios.
Con sus amigos, todos iguales
Altos empresarios, con dos nombres
¿Es tan difícil tener un solo nombre?
Y ahí, entre esa bola de pescados monocromáticos
Solamente estábamos ella y yo

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Ella: Tiempo después elegimos nuestras canciones favoritas y nos dedicamos a aprenderlas. Tres
meses enteros ensayando covers lo suficientemente decentes. A ambos nos acababan de romper el
corazón y aprovechamos para escribir la canción de desamor más espantosa y cursi del mundo.
Nuestra primera canción. Jurábamos que esa canción nos lanzaría al estrellato y ayudaría a revivir al
rock nacional…
Él: ¿Qué somos?
Ella: ¿Qué?
Él: ¿Qué somos… nosotros?
Ella: Dos pendejos.
Él: No, ¿qué somos… juntos?
Ella: Dos pendejos juntos.
Él: Somos una banda.
Ella: Sí, somos una banda de covers.
Él: No. Tenemos una canción original.
Ella: No es suficiente.
Él: Hagamos que sea suficiente. Y aquí seguimos.
Ella: Cansados.
Él: Feliz.
Ella: Más tristes que felices.
Él: Con dolores de cabeza y en la espalda
Ella: Con hambre pequeña y hambre grande.
Él: Con los bolsillos vacíos y el corazón lleno de ilusiones.
Ella: Aquí seguimos.
Él: Porque creo que algo está a punto de cambiar.

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Escena IV: El Concierto
Él y Ella tienen su primer concierto promovido por la disquera. Tocan un par de canciones que
aparecerán en el disco que están grabando, así como la nueva canción que ella está componiendo, y que
trata de su abuelo. Al final de esa canción, el mundo se disuelve en humo y queda en penumbra.

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Escena V
El departamento, años después. Está casi vacío y polvoriento, y sobre el sofá ha quedado abandonada
la guitarra de él . Ella entra al departamento, y guarda la guitarra, empolvada, en su estuche. Suena
el teléfono pero no lo contesta.

Ella: Adiós.

Sale, el espacio envuelto en humo otra vez, el teléfono aún sonando.

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Escena VI
El departamento, de noche, sólo. El teléfono está sonando. Pasos que se acercan a la puerta, erráticos.

Él: ¡Shhh! No hagas ruido, ven. Estamos en la guarida secreta. No hagas ruido.

Él entra, cauteloso, con dirección al teléfono.

Él: ¡Que no hagan ruido! ¡JA, JA, JA!


Ella (entrando): Cállate, por favor. ¿Qué haces? ¡Dame el celular! ¡Bájate de ahí! No, no, no…
Él: ¿Bueno? ¿Domino 's pizza? NO, no hay pizza. Adiós tonto.

Cuelga.

Ella: ¿Quién era? Ya, bájate de ahí, te vas a caer y me voy a reír.
Él: No puedo, no puedo. El piso se está quemando. Ven, sube conmigo! ¡Nos iremos en la alfombra
voladora!
Ella: Lo que necesitas es bañarte y descansar. Métete a la regadera en lo que te preparo un café.
Él: No, linda princesa, no me dejes aquí. El piso se incendia y me voy a morir.
Ella: No te va a pasar nada. Ahorita vengo.
Él: Oye (se baja).
Ella: ¿Qué quieres?
Él: Tú no pareces una princesa. Tú pareces… ¡Winnie Pooh! ¡No, Winnie Pooh! ¿Por qué te vas?
Ella: Porque eres un ridículo.
Él: ¿A dónde vas, Winnie Pooh? ¿Al bosque? ¿Dónde están tus amigos?
Ella: Aquí.
Él: ¿Dónde? Creo que estás alucinando.
Ella: Sí, seguramente. ¿Cómo te sientes?
Él: Ven, acércate Winnie. Necesito decirte un secreto, nadie lo sabrá, sólo tú y yo. Yo… soy… un
espía de la URSS.
Ella: ¡Ahhh cómo eres pendejo!

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Él: ¡No! Yo necesito decirte/

Suena el teléfono otra vez.

Él: ¿Hola? No, está equivocado. Esta es la casa de Winnie Pooh y… el Pato Donald. (A ella, en
secreto) No les puedo revelar mi identidad, tal vez sean agentes de la CIA.
Ella: Dame el teléfono.
Él: ¡Noooo! ¡Winnie Pooh!
Ella: ¡Dámelo! ¡Cállate!... ¿Bueno?... No, no, no. Disculpa. Sí. Está un poco enfiestado. No, no, no,
dejamos el auto. Imagínese: chocarlo estando nuevecito.
Él: ¿Dónde está Tigger? ¿Y el cerdito? ¿Y el conejo castroso?
Ella: ¿Cómo? No, nunca hemos hecho una.
Él: ¡Vamos a ir al bosque!
Ella: Por supuesto. Muchas gracias. A nosotros también, no lo esperábamos.
Él: ¡Con todos tus amigos!
Ella: Sí. Sólo necesita dormir y desayunarse unos chilaquiles bien picosos.
Él: Winnie… necesito decirte otra cosa.
Ella: Por supuesto, ahí nos vemos.

Él da arcadas.

Ella: Ay, perdón, creo que va a vomitar. Nos vemos mañana, gracias.

Él vomita en un bote de basura.

Ella: Ya, ya. Sácalo todo. Te dije que no fumaras eso.


Él: Qué asco. Winnie Pooh, necesito decirte algo.
Ella: Tenías razón.
Él: ¿Qué?

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Ella: Las cosas están cambiando. Quieren que hagamos prensa. Tenemos una primera entrevista
mañana. Ven, vamos a que te bañes.
Él: Winnie Pooh, me faltó decirte mi último secreto. Es el más importante. No estoy sólo. A veces
me siento así, y pienso que no tiene sentido seguir viviendo. Y cuando parece que me voy a partir
como una rama, mi mejor amiga me rescata. Pero oye, ¡shh! No lo vayas a decir en voz alta porque se
lo va a creer.

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Escena VII
Entrevistador: Y ya estamos de vuelta con más músicas, más noticias, más entrevistas. Como les
platicábamos antes del corte, en esta ocasión tenemos a dos invitados sumamente especiales. Él, un
extraordinario guitarrista y compositor, y ella, una bella y joven vocalista. Ellos son
!”#$%&/()(/&%$. Muchas gracias por venir.
Él: Gracias a ustedes.
Ella: Sí muchas gracias por/
Entrevistador: Un par de jóvenes que vienen del interior de la República a probar suerte a la
Ciudad. ¿Qué los motivó a venir aquí?
Él: Bueno, consideramos que acá es donde están las mejores oportunidades para hacer música.
Sobre todo música de nuestro estilo. Aquí radican las bandas que nos gustan, las bandas por las que
nos dedicamos a este, y bueno, como todos saben, el público del DF es espectacular.
Ella: Exactamente, yo creo que el DF es un lugar en el que podemos explorar un montón/
Entrevistador: Hablando de eso, ¿a quiénes cuentan entre sus influencias? A ver, empecemos por
la música en inglés.
Él: Bueno, empezamos tocando covers de los Beatles, de White Stripes, The Strokes. Por ahí un
poco de Interpol, los Yeah Yeah Yeahs, Mazzy Star, The Police, New Order, Blur…
Ella: Y de la escena nacional podríamos mencionar a/
Entrevistador: Sí, y chicos… ¿con qué artistas les gustaría colaborar, muchachos? O mejor, ¿con
quiénes no?
Ella: Bueno, no me gustaría hablar mal de nadie…
Entrevistador: Y, chicos, ¿cómo se conocieron ustedes dos?
Él: Bueno, es curioso. Un día yo había llegado con mi papá a una tienda de/
Entrevistador: A propósito, ustedes son muy cercanos, ¿no? ¿Son pareja? ¿Como los White
Stripes?
Ella: Bueno, no creo que eso sea de/
Entrevistador: Porque por lo que vemos tú no te ves muy femenina.
Él: No creo que eso sea algo que les/
Entrevistador: ¿Qué opina tu familia de que te dediques a la música? ¿Te han dicho que te vas a
morir de hambre? ¿Crees que están orgullosos de ti?

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Ella: Oiga, está bien que nos pregunte sobre la música pero/
Entrevistador: Tú, sabemos que solías trabajar en el Luxury como mesera. ¿Alguno de los
empresarios que lo frecuentan llegó a hacerte alguna clase de “ofrecimiento”?
Él: ¡Oiga, le prohíbo/
Entrevistador: Y aquí tenemos algunas imágenes exclusivas de ti entrando a algunos antros de la
zona rosa. ¿Eres gay? Sería una decepción para todas las chicas que te admiran que/
Ella: ¡Eso no es de su incumb/
Entrevistador: Comportamientos alcohólicos y depravación sexual. ¿Acaso sus letras son una
apología a esta clase de comportamiento?
Él: ¡Bueno, y si sí lo son qué impor/

Las preguntas se repiten, se distorsionan y se acumulan en un ruido ensordecedor.

Ambos: ¡Cállate!
Entrevistador: Y bueno, eso es todo para lo que tenemos tiempo el día de hoy. Muchas gracias por
acompañarnos y muchas gracias a ustedes dos por venir al estudio. Nos vemos la próxima semana.
Cada viernes a la misma hora, por el mismo canal.

De nuevo, el espacio se disuelve.

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Escena VIII
Él está en el departamento, años después. El único eco que queda del pasado es ese estuche. Lo abre,
empieza a tocar We’re going to be friends. Quiere cantar. No puede. Una llamada en su celular rompe
el silencio.

Él: ¿Bueno?
Sí. Ya casi salgo para allá.
Pues… nunca pensé que este lugar se podría ver tan…
Sí.
La extraño mucho.
Gracias, nene.
Te amo.
Ya voy para allá, ¿sale?
Te amo más.

Sale del departamento, no sin antes mirar por última vez ese lugar antes de cruzar la puerta.

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Escena IX
En el estudio de grabación.

Él: Tranquila, no pasa nada. Acá la gente no es tan… así como allá. No les importa eso.
Ella: Pues a lo mejor no, pero, ¿qué derecho tienen esos cabrones de sacarlo en la tele?
Él: Ninguno. Pero ya qué importa. De verdad estoy bien.
Ella: ¿Quieres hablar de eso?
Él: ¿Tú quieres?
Ella: Nunca me lo dijiste. Abiertamente.
Él: No creí que hiciera falta.
Ella: Javier. Él era/
Él: Sí.
Ella: Y, ¿qué pasó ahí?
Él: Le dio miedo que su papá se enterara.
Ella: Si tu papá era peor.
Él: Es lo que le dije, pero ya ves. A ti no te molesta, ¿verdad?
Ella: ¿Tú qué crees?
Él: Una vez le conté a tu abuelo. Hace años. Me vio con Javier, atrás de la tienda, y luego me
pregunto que qué onda y tuve que explicarle y fue muy raro porque se mostró tan comprensivo,
tan poco impresionado, como siempre había deseado que reaccionara mi/
Ingeniero: Estamos listos para grabar, chicos. ¿Quién va primero?
Él: Lúcete, rockstar.
Ella: Yo voy.
Ingeniero: Okay, track vocal principal. Cuando estés lista…

A continuación, comienzan a grabar la canción que ella había estado componiendo y ensayando, la
misma que tocó al final de su primer gran concierto. Sin embargo, poco a poco, el ingeniero le pide que
vaya haciendo algunas modificaciones, que van de lo sutil a lo descarado, argumentando éste que son
ideas sugeridas por “los jefes”. A Ella no le parece, pero a Él parece no molestarle. Al contrario, le pone

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de su cosecha. Para cuando el ingeniero queda satisfecho, la canción no se parece en nada a lo que era
originalmente. Es como tomar una balada lastimera y tratar de volverla un himno pop.

Ingeniero: Okay chicos, muchas gracias. Creo que terminamos por hoy.
Él: Quedó increíble, ¿no? Muy fresca, como renovada, como…

Ella abandona el estudio.

Él: ¿A dónde vas? Oye, ¿a dónde vas?

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Escena X
El backstage de un escenario de festival.

Él: En cualquier momento llega, te lo juro/ ¡Aquí está, ya vamos! ¿En dónde estabas? Contéstame.
Había que estar aquí a las 6. ¡Hazme caso!
Ella: Suéltame.
Él: Apestas a alcohol. ¿Estuviste manejando así?
Ella: ¡Qué te importa! Te dije que me sueltes.
Él: ¡Qué chingados te pasa! ¿Ya viste cuánta gente hay ahí afuera? Nunca habíamos tenido la
oportunidad de tocar en un festival y nunca la vamos a volver a tener si sigues/
Ella: Te valió madres. Hicieron mierda mi canción y te valió madres. Tú sabes lo que significa esa
canción para mí.
Él: No es el momento ni el lugar para discutir esto, tenemos que cumplir/
Ella: Me vale verga cumplir. ¿Qué hay de tu compromiso con la banda, con nuestra música, con lo
que tenemos que decir?
Él: Sólo fueron sugerencias para que quedara mejor. Y no te puede valer verga el concierto, nos van
a pagar//
Ella: ¿Mejor? ¿Para quién?
Él: Para todo el mundo. Está muy bien lo que hacemos, pero no estaría mal hacer crecer nuestra
audiencia.
Ella: Eres un imbécil.
Él: ¿Por qué? ¿Por querer que nos escuche la mayor cantidad de gente posible?
Ella: ¿Y dejar de hacer lo que nos gusta?
Él: No es dejar de hacer lo que nos gusta. Es hacer unos cuantos cambios y ya.
Ella: A mí me gusta nuestra música, no lo que ellos quieren hacer con nuestra música.
Él: Si queremos que las cosas cambien tenemos que hacer lo que se tiene que hacer. Es un negocio.
Es trabajo. Yo no estoy dispuesto a volver a vivir la mierda de/
Ella: Para ti sólo se trata del dinero, ¿verdad? ¿Qué es lo que te gusta? ¿La música o el dinero?
Él: Sabes muy bien que no/
Ella: Ah, ya, lo mismo de siempre. ¿Cuándo vas a dejar de vivir acomplejado?

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Él: Tengo derecho a hacer lo que crea conveniente.
Ella: Pero no a costa de mi trabajo. A tus papás no les importas, no tienes nada que demostrarles.
Él: A nadie le importa escuchar una canción sobre un abuelo muerto.
Ella: Qué asco me das.
V.O: ¿Están listos?
Él: Sí, ya vamos.
Ella: Vas pero a chingar a tu madre.
Él: Deja de hacer tu puto berrinche.
Ella: Yo no voy a volver a tocar NUNCA contigo.
Él: Oye. ¡Oye! ¡Tenemos que salir!
Ella: No hay concierto, no hay banda, no hay nada.

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SEGUNDO MOMENTO DE ENTREVISTAS

Las preguntas realizadas son:

¿Cuál crees que sea la razón detrás de la desaparición de la banda?

¿Dónde crees que estén?

¿Cómo te hace sentir el que hayan desaparecido?

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Escena XI
Ellos, sentados en una oficina de la disquera. De pronto, entra una multitud de gente: el hombre de la
disquera, abogados, asistentes, etcétera. Ella está a punto de hablar cuando las voces la interrumpen:

Chicos, chicos, chicos. Ustedes son unos buenos chicos. Buenas


personas. Lo supe cuando los conocí. Me sentí identificado con
ustedes: su energía, su resistencia; no cualquiera está dispuesto
a esforzarse para cumplir sus sueños. Entonces, imagínense cómo me
siento al ver el desmadre que están armando. No pensé, no los creí
capaces de… Cómo decirlo: tirarlo todo a la basura. Me duele, me
lastima que haya sido así, porque entonces no nos dejan mucha
alternativa. Antes de proceder, ¿alguien tiene algo que decir?

Ella: Yo. Quiero decir que… ¡Que eres es un pendejo!


Él: ¿Qué te pasa?
Ela: ¡Eres un pendejo idiota imbécil/

¡Podrían hacer el favor de callarse! Sus problemas de pareja no


nos interesan. ¿Han visto lo que andan diciendo sobre ustedes?: La
nueva sensación del rock era antes una puta que trabajaba en el
Luxury/ El joven guitarrista-maricón que frecuenta los bares gay de
la zona rosa/ Sus recibos: nueve botellas de whisky, tres de vodka,
trece de moet. Eso en una noche de hotel. No soy su papá para
decirles qué, ni cómo, ni con quién. Pero, ¿no les parece que me
deben aunque sea un poco de discreción?. Yo les he dado todo lo
que la vida les negó; sus deseos, yo los puedo cumplir. Soy su
hada madrina. Pero todo tiene un límite. Jamás pensé que fueran
tan estúpidos como para desaprovechar algo así. Pensé que tú
serías más listo. Que estábamos en la misma línea.

Él: Y lo estamos, yo estoy comprometido, señor.

¿Y tú? Si te doy otra oportunidad, ¿la aprovecharías?

28
Ella: Eso que ustedes nos ofrecen no es una oportunidad. Son cadenas. Yo renuncio: mi abuelo no
crió a una agachona/

Querida, tal vez si fueras más lista


dejarías de vivir el sueño de tu abuelo.
Mira a dónde lo llevo.

Ella: ¿Qué dijo?

Era una broma. Qué poco sentido del humor tienen ustedes los
románticos. ¿Y tú? ¿También quieres renunciar? Porque por lo que
veo, ella no está enterada del nuevo contrato.

Ella: ¿Cuál nuevo contrato?


Él: Oye, yo/

¿Entonces no se lo dijiste?

Ella: ¿¡Decirme qué, carajo!?

Que no pueden renunciar. Que él firmó una extensión del contrato


que hace de su música, un producto que nosotros, el sello, tenemos
derecho a modificar como más nos convenga. Queremos sacar al menos
dos álbumes más en los próximos dos años y una gira permanente
para sacarles todo el jugo posible antes de que pasen de moda.
Ustedes sólo tienen que grabar la música, hacer entrevistas,
presentarse en los shows, dar buena imagen y listo. Nosotros
hacemos el trabajo duro. Piénsalo así: son unos perritos falderos
para concurso, y nosotros somos sus dueños y entrenadores. O, si
te parece muy indigno de una persona de tu estatura, tienes toda
la libertad de pagar la multa de 65 millones de pesos para quedar
libre de tus obligaciones con nosotros.

Ella: Nos chingaste.

29
Él: No quería que/
Ella: Eres un pendejo, David.

Ella sale de la oficina.

Ve y arregla esto. Ah, y tráeme las llaves del auto. No quiero


problemas.

Él sale.

30
Escena XII
El departamento. Una tarde gris.

Ella: Quítate.
Él: Espera.
Ella: ¡Déjame!
Él: ¿A dónde vas?
Ella: Me largo.
Él: Déjame explicarte.
Ella: ¿Qué? ¿Que eres un pedazo de mierda? Eso ya lo sabía. No hay nada que explicar.
Él: Si me dejaras/

Ella le da un golpe.

Él: ¿Ya me dejas explicarte?

Ella recoge una botella de ron de entre el tiradero. Bebe. Continuará bebiendo.

Ella: Tienes 1 minuto.


Él: Nada de esto ha sido fácil. Si hemos conseguido lo que hasta ahora/
Ella: 30 segundos.
Él: Okay, okay. Tuvimos una junta a la que no pudiste ir. Estabas muy cansada. Entonces me
presentaron un contrato y lo firmé pensando en tu futuro. Nuestro futuro.
Ella: ¿Con qué derecho?
Él: No pensé que las cosas fueran a acabar así.
Ella: El problema es que no han acabado porque no pensaste lo que hacías.
Él: Bueno, quisiera ser tan perfecto como tú.
Ella: Yo sé quien soy. Con eso me basta. No necesito fingir para quedar bien con los demás, o peor,
conmigo misma.
Él: Si te vas a poner a reclamarme que soy un mamón y acomplejado…

31
Ella: ¿Ya para qué?
Él: ¿A dónde vas?
Ella: A donde pueda.
Él: ¿Y el contrato?
Ella: No tengo que vivir contigo para hacer mi trabajo.
Él: Ya aceptaste que es trabajo.
Ella: A ver, ¿tú quieres hacerlo? ¿Los discos, las giras?
Él: Ya no importa lo que quiera, ¿no?
Ella: Ya sé, pero, ¿lo quieres hacer?
Él: Creo que no.
Ella: Entonces, ¿por qué firmaste?
Él: Pensé que podíamos darles gusto y hacer dinero con eso. Y una vez que tuviéramos el dinero
podríamos hacer lo que fuera, lo que nos gusta.
Ella: Confié en ti porque no tengo a nadie más en quien confiar. A veces ni siquiera en mí misma.
Él: Otra vez me dio miedo que fuera a retirar la oferta. Eran millones de pesos garantizados y no, no
fue por el dinero en sí mismo. Fue por la libertad que nos daría ese dinero.
Ella: ¿A cambio de unos años de esclavitud?
Él: Dos años haciendo lo que queríamos pero en la miseria; dos años haciendo lo que ellos
quisieran viviendo cómodamente. No sonaba tan mal.
Ella: ¿Qué crees tú que diría mi abuelo si nos viera hacer algo así? Él nunca sacrificó sus ideales por
unos pesos/
Él: Pero no todos tenemos que ser así. A veces no está tan mal ceder un poco, negociar con la vida.
Para mí fue el padre que nunca tuve en casa. Pero sé honesta y mira cómo acabó. Así íbamos a
acabar si seguíamos así. No creo que él quisiera eso para nosotros.
Ella: Da igual. Ya nos chingamos, ¿no?
Él: ¿Se te ocurre algo para zafarnos?
Ella: Nada que no sea ilegal.
Él: A mí tampoco.
Ella: No quiero estar aquí.

32
Le da un último trago grande a la botella. Se la entrega a él y se dirige a la salida.

Él: Oye, me dijeron que había que entregarles el coche.

Ella le arroja las llaves.

Ella: Luego vengo por mis cosas.

Ella sale.

Él bebe, un trago largo.

Y luego otro.

Y contempla las llaves, entre sus dedos.

Él: Espera, ¡espera!

Sale corriendo por la puerta, y a lo lejos se escucha:

Él: ¡Espera! Tengo una idea.

33
TERCER MOMENTO DE ENTREVISTAS

Las últimas preguntas realizadas son:

¿Qué legado deja esta banda en la escena nacional?

¿Qué crees que hubiera pasado con ellos de haber continuado haciendo música?

34
Escena 0
Ellos entran al departamento, cargando las pocas cosas de la mudanza.

Él: Arriba arriba, con cuidado.


Ella: Un poco más a la derecha.
Él: Ahí está… se ve bien, ¿no?... por fin, nuestro hogar.
Ella: Me gusta. ¿A ti?
Él: No me desagrada. Tanto.
Ella: Mira (asomándose por la ventana)… la vista no está mal.
Él: Es una pared.
Ella: Sí pero si te asomas desde este ángulo puedes ver la ventana de la vecina… Ay, no. Mejor no te
asomes.
Él: Acá pondremos los libros, acá los discos. Necesitamos un mueble para la colección… y acá/
Ella: La radio de mi abuelo.
Él: Exacto. ¿Neta nunca habías venido a la ciudad?
Ella: Que no. ¿Te dijeron quién vivía aquí?
Él: Alguien con mal gusto: mira el tapiz.
Ella: No, en serio. Yo creo que algún godín.
Él: Yo creo que unos artistas.
Ella: Y ahora están muy ocupados siendo famosos.
Él: Ahora están en su mansión de Malibú… Sí, yo creo que aquí vivió Ricky Martin.
Ella: Brindemos. Por este lugar.
Él: Y por Ricky Martin.

Brindan.

Ella: ¿Y ahora qué? Te diría que pusieras la tele, pero/


Él: Pero no hay tele. Bueno, a la antigüita. (Enciende la radio)
Ella: Cámbiale, no, esa no, esta tampoco…

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Se escucha Everybody wants to rule the world.

Bailan.

Entonces:

Interrumpimos esta sección musical para traerle un reporte vial de último


momento. Se reporta una colisión múltiple en la autopista
México-Cuernavaca a la altura de La Pera, ocasionada por un vehículo a
exceso de velocidad, conductor en aparente estado de ebriedad. Se
reportan múltiples fallecimientos y heridos, así como cortes a la
circulación en ambos sentidos. Por favor, tome sus precauciones y
recuerde: si toma, no maneje.

Continúa la canción.

Él: Qué pendejos.


Ella: Tú crees que nosotros algún día/

A él le llega un SMS.

Él: No mames. Me acaban de confirmar que sí tocamos esta noche en el Enigma, pero hay que estar
temprano para la prueba de sonido.
Ella: ¿Y cómo llegamos?
Él: En Metro.
Ella: ¿Sabes usarlo?
Él: No hay mejor maestra que la experiencia, ¿no?

Toman sus instrumentos y se toman las manos.

Ella: ¿Estás listo?

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Él: Listo.
Ella: Vamos.

Oscuro.

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