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La escucha como apertura

Por: Liliana Hernández Medina

Introducción
Cotidianamente las personas se quejan por no sentirse escuchadas y tienen problemas en sus relaciones
por fallas de comunicación. De esta misma manera, puede ser que tú también te cierres a escuchar a los
demás, pues ¿para qué hacerlo si no eres escuchado(a)?

¿Cuáles podrían ser los beneficios de mejorar tu habilidad para escuchar? La respuesta está en tus manos:
tu capacidad para escuchar determinará en buena medida tus relaciones personales, tu disposición a
aprender y a transformarte, así como para poder interpretar lo que te ocurre para proyectarte hacia el futuro
(Echeverría, 2006).

La escucha valida el habla


¿Para qué hablas? La primera respuesta podría ser que hablas para expresar lo que piensas y sientes, tus
deseos y necesidades. Aunque es así, lo cierto es que hablas para ser escuchado(a), entonces, al
escuchar validas al que habla, pues así ya no emite palabras sin propósito.

Cuando hablas (por ejemplo, para dar algunas instrucciones) y alguien te escucha, tú puedes esperar que
suceda algo, que las cosas se realicen conforme a lo que has solicitado. Si sucede así es porque existe
efectividad en el mensaje, lo mismo ocurre en sentido contrario.

Pero si sucede algo diferente a lo que solicitaste o haces algo diferente a lo que te pidieron, pudiera parecer
que el mensaje no se entendió.

Para que haya un mensaje efectivo entre quien habla y escucha es importante indagar sobre las
inquietudes subyacentes en el mensaje, así podrás negociar significados y llegar a acuerdos válidos.

Escuchar es interpretar

Al escuchar pasas el contenido del mensaje a través del filtro de la interpretación que como observador(a)
puedes realizar desde tu contexto, considerando tu pasado, historia personal, prejuicios y filtros. Interpretar
se convierte así en la clave de la escucha.

Echeverría (2006) presenta la siguiente fórmula:

“Escuchar = percibir + interpretar” (p. 80).

©UVEG. Derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida, modificada, distribuida, ni transmitida, parcial o totalmente, mediante cualquier medio, método o
sistema impreso, electrónico, magnético, incluyendo el fotocopiado, la fotografía, la grabación o un sistema de recuperación de la información, sin la autorización por
escrito de la Universidad Virtual del Estado de Guanajuato.
La escucha es un proceso activo en el que percibes información a través de todos tus sentidos, por lo que,
tanto quien habla como quien escucha deben estar comprometidos para que se dé una interpretación
efectiva.

La escucha como problema: la brecha inevitable


Al reconocer que las interpretaciones que haces son sólo aproximaciones de lo que el orador dice es
importante notar que existen diferencias en lo que se comunica. Y aunque saberlo no desaparece el
problema, el aceptar que existe esa brecha te llevará a ser más atento(a) para observar cómo acortar ese
espacio.

Echeverría (2006) sugiere algunas acciones que pueden ayudar a disminuir el espacio entre un orador y
su(s) oyente(s):

• Verificar la escucha
• Compartir inquietudes
• Indagar

a) Verificar escuchas
El orador debe pedirle al oyente que exprese su interpretación sobre lo que ha escuchado. No se
trata de repetir de memoria cada palabra del mensaje pues ello sólo comprobaría que oyó lo que se
ha dicho. La idea es, más bien, poder verificar la comprensión del mensaje desde lo semántico, lo
emocional y el contexto general.

Sin embargo, también como oyente tú puedes hacer esta verificación de lo que has escuchado,
emitiendo tu interpretación de lo dicho y preguntando a quien emitió el mensaje para determinar si
efectivamente has percibido la intención que quiso expresar.

b) Compartir inquietudes
Para intercambiar inquietudes es válido realizar preguntas al orador con respecto a qué lo llevó a
decir algo, es decir, a partir de qué inquietud actúa.

Esto implica también no asumir (desde antes de compartir las inquietudes) que se está actuando
con una razón que contradice la estructura de coherencia del orador. Se trata de ir más allá de lo
que dice y también de tu interpretación.

c) Indagar
La indagación por definición se trata de cuestionar a tu orador con la intención de obtener más datos
de los que ya te ha expresado, conseguir más información para aumentar el rango de tu
interpretación y corregir (si es necesario), a fin de tener mayor precisión en el mensaje.

Finalmente se trata de escuchar para clarificar lo indispensable.

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Referencia
Echeverría, R. (2006). Actos de Lenguaje volumen I: La escucha. Santiago de Chile,
Chile: Granica y JC Saéz Editor.

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